Disclaimer: Naruto no me pertenece.
Aclaraciones: Universo Alterno | Romance - Hurt/Confort | Rated T | Tema elegido: Hombres lobo.
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Nueve: Neji juró que no la dejaría sola
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Desde pequeña, quería pensar que eso era un cuento. No uno de hadas, porque sabía que no existían; tampoco uno de genios que conceden deseos, porque sería mucho poder para alguien en ese mundo. Era uno de lobos feroces, el cual, más que ayudarle a conciliar el sueño, hacía que permanezca alerta hasta que sus ojos se cierren solos, sin presión y presa del cansancio.
—Recuerda, Tenten, no se puede salir de noche. Escuchas un ruido, no se sale. Ves a un animalito, no se sale.
—Nunca se sale de noche y cierras un poco tu ventana.
—De noche, jamás, ¿entendido, cariño?
La pequeña de diez años intercalaba sus ojos en cada uno de sus progenitores, asintiendo mientras lo hacía. Ya no era un cuento el que usaban para decirle que no se puede salir de noche, ahora solo le decían que no se podía. La diferencia fue que, ese día, viendo cómo sus padres se retiraban de su habitación después de darle un beso de buenas noches, escuchó el murmullo tembloroso de la mujer que le dio la vida.
—O un lobo te comerá.
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Maldecía su suerte de no haber nacido en un poblado más grande o con más vías para poder salir de ahí, al menos. Pero no era así. Konoha, como su nombre lo indicaba, era una aldea en medio de las hojas de los múltiples árboles frondosos que la rodean, siendo bastante difícil poder atravesar la espesura del bosque, con el fin de llegar a una aldea con mejores oportunidades para salir adelante. La idea de un viaje a otro poblado debería significar que todo el trayecto sea en el día, algo prácticamente imposible si querías establecerte en una gran aldea.
Porque un viaje extenso, implicaba transitar de noche. Y, la noche, estaba prohibida si querías preservar tu vida.
—Es mejor la muerte.
Tenten dejó sus ensoñaciones y planes que no cumpliría por temor, al escuchar a su amigo a su derecha. Frunció el ceño, al no entender a lo que hacía referencia con ese comentario. Neji miraba al frente, en dirección de la plazuela, por lo que dirigió su mirada en esa dirección. Abrió sus ojos todo lo que pudo al presenciar la escena.
—Ya va a empezar… demonios. Eran mis vecinos.
La castaña solo atinó a tapar sus oídos, a la par que su otro amigo, a su izquierda, se cubrió la cara después de hacer su comentario. Ella tuvo la vista perfecta de ver cómo la policía del poblado arrojaba al centro a una pareja, sin tacto alguno y con expresiones de asco; las personas en cuestión eran rodeados por los pocos vecinos que decidieron acercarse a observar la escena, mientras que el resto los repelía. La pareja no podía mantenerse en pie, debido a las heridas sangrantes y profundas que tenían en todo su cuerpo; el hombre había caído, a los segundos, por la herida abierta en su cabeza, teniendo a su esposa llorando desconsolada, a su lado. Tenten se horrorizó en cuanto vio a los oficiales apuntar, para luego disparar, en la cabeza de cada uno.
Dos, tres, cuatro, cinco balas. Para asegurar que los individuos estuviesen muertos, dijeron los encargados de la seguridad ciudadana. Luego, pidieron dispersar a los espectadores.
Los ojos marrones de Tenten temblaron. Estaba aterrada, no quería que eso le pase a algún conocido suyo.
—Ya pasó, Lee, puedes ver —indicó Neji, como si del clima se tratara. El pelinegro de camisa verde destapó sus ojos, volviendo a mirar en todas las direcciones.
—Nunca me acostumbraré a esto, chicos. Los espero dentro… ni sé por qué salimos.
La única mujer del grupo vio a su amigo regresando a la tienda donde trabajaban los tres. Era la única tienda de abarrotes más grande de la aldea, la cual le pertenecía al padre de Rock Lee, Maito Gai. Este último, muy amablemente, se dio abasto de darles empleo a los dos mejores amigos de su único hijo, debido a los problemas económicos que afrontaba todo el pueblo, al no tener suficiencia de recursos y de actividades que den ingresos, mientras que una tienda de productos de primera necesidad siempre hacía falta. Tenten estaba tan agradecida con su tío, como lo llamaba de cariño, ya que así generaba un ingreso a su hogar; ella se encargaba de atender a cada cliente, Lee ordenaba los productos y hacía lo mismo que su amiga, y Neji se encargaba de la caja. Los tres tenían una amistad acrecentada con los años, desde que fueron a la escuela juntos, hasta la finalización de sus estudios básicos. Después de todo, la aldea no daba mayor oportunidad que no sea la enseñanza de las ocupaciones más comunes del poblado.
Tenten suspiró: definitivamente no tendría un futuro muy alentador en Konoha. Le dolía, pero sería difícil salir; pocos lo intentaron, llegando a ser unos cuantos los que lograron llegar hasta una pequeña ciudad u otra aldea con mejores oportunidades. Los demás solo pudieron tener dos destinos: una terrible muerte a mano de los lobos come hombres o haber sobrevivido a un ataque de estos, convirtiéndose, posteriormente, en uno de ellos, perdiendo toda capacidad de raciocinio. Por esa última causal es que la cantidad de lobos que acechan la aldea durante las noches ha incrementado, haciendo prácticamente imposible poder asomarse por la ventana a partir de las siete de la noche, dado lo difícil que es acabar con uno. Si se ponía a pensarlo, ese era un destino más trágico que el de la muerte, puesto que, de convertirse en uno de ellos, significaría que, tarde o temprano, podría ser capaz de comerse a un ser querido. La castaña, pensando en ello, entendió la frase que emitió Neji hace un rato: era mejor la muerte, antes de que comience la espantosa conversión que nadie tuvo oportunidad de presenciar alguna vez.
Tan solo las leyendas y rumores generados desde años atrás, acerca de los lobos come hombres, clasificaban a este grupo en dos: aquellos cuyo único objetivo es alimentarse de seres humanos, con la capacidad de convertirlos en uno de ellos, si el humano sobrevivía; y los otros que, anteriormente, fueron humanos, pero por cuestiones que nadie se explicaba, no perdieron la consciencia ni el raciocinio cuando sobrevivieron al ataque y son capaces de transformarse en lobos a conveniencia, siendo esto inevitable en noches de luna llena. Pocos creían esa leyenda, pero los que sí, consideran que, dentro del poblado y quizá lejos, tienen a lobos come hombres camuflados bajo la apariencia del humano que antes eran, resultando igual de peligrosos. Es por eso por lo que la ley dictaminaba lo siguiente: aquellos que son atacados, sobreviven y pretenden regresar a la aldea, deben ser ejecutados lo antes posible.
Un estremecimiento la sacudió entera, provocando que se abrazase a sí misma.
—El clima se está volviendo más frio —escuchó de su amigo, quien aún no ingresaba a la tienda.
—No es el clima, Neji. Es el miedo.
Se fijó en los ojos opales, excéntricos, del Hyuga, quien sostuvo la mirada.
—Con miedo todos nacemos y morimos —comentó, pesadamente—. Ese miedo que enferma.
—El destino que nos toca —la castaña captó su atención, extrañándole ello—. Tú me dijiste eso cuando aún estábamos en la secundaria, ¿lo recuerdas?
Escuchó al pelilargo bufar, con exasperación, confundiéndola. Ella tenía el recuerdo vívido de unos años atrás, cuando su amigo intentaba hacerla entrar en razón acerca de sus ideas y preguntas sobre cómo será el exterior, lejos de la aldea, dándole por respuesta que acepte su destino. Como todos deben hacerlo. Por tanto, ahora le sorprendía su reacción.
—Olvida eso.
—¿Qué? —se asustó de repente. Vio al Hyuga mirar en ambas direcciones, queriendo corroborar que estuviesen solos.
—No pretendo quedarme aquí. No nací para ser un cajero hasta mi muerte.
Tenten pasó saliva, mirándolo con ojos atónitos. Sabía lo que Neji estaba pensando, y la sola certeza la aterraba en demasía.
—No… no puedes… tú —carraspeó la garganta, queriendo lucir segura ante la seria mirada del pelilargo—. Neji, es peligroso. No puedes planear escapar de aquí, tu familia no lo permitiría. Es más, la seguridad ha aumentado en las fronteras… es imposible que puedas salir.
—Es imposible en el día.
Se volvió loco, eso tenía que ser. No se imaginaba a Neji pensando siquiera en irse de la aldea, mucho menos en intentar escapar de noche, donde se encontraría a merced de los hombres lobo, sin protección alguna. Estaba demente si pensaba que ella lo permitiría.
—Pero, Neji, ¿estás bromeando? ¿Cómo piensas sobrevivir? En la noche… en la noche eres presa fácil. No puedes ir solo.
El Hyuga desvió la mirada, provocando que la chica piense que estaba ignorándola, cuando lo único que ella estaba ignorando era el verdadero deseo que este tenía. Desde pequeño, Neji sabía que su lugar no estaba ahí, lo supo cuando su madre murió a falta de médicos y de medicina, también cuando su padre fue asesinado por los lobos cuando intentó salir de la aldea, en búsqueda de doctores más competentes. Fue a sus siete años en que sintió que perdió a las dos únicas personas más importantes de su vida, quedándose al cuidado de su tío viudo y en compañía de sus dos primas menores, a quienes apreciaba, desde luego, mas no podía afirmar que se sentía dentro de una familia. Su familia le fue arrebatada cuando aún era un niño.
Los años habían pasado, quedándose con la frase de su padre donde este afirmaba que solo tenían que aceptar su destino, permaneciendo en la seguridad de esa precaria aldea. Pudo forjar amistad con Lee y Tenten, la cual fue fortaleciéndose con el pasar de los años, incluso reconociendo que algo especial crecía en su interior cuando estaba en compañía de la castaña, muy diferente a su amistad con el otro chico. Durante su pubertad, el cambio del Neji tranquilo pero conversador a uno más serio pudo darse, trayendo con ello la nueva perspectiva acerca de su situación: en ese pueblo no se quería quedar. Tenía ganas de hacer tantas cosas, así como dudas acerca de los avances tecnológicos o médicos, que podían salvar a muchas personas, pero de las cuales desconocían en la aldea, los libros de la precaria biblioteca del pueblo le quedaron cortos. Ahí nació la resolución, entonces, de que solo dejando atrás Konoha, podría llegar a sentirse bien con la vida que seguía preservando en memoria de sus progenitores. Aunque se muera en el intento. Solo había una persona sentía que lo ataba a permanecer en la aldea, provocándole esa indecisión que lo enervaba.
Viró el rostro, nuevamente, en dirección de Tenten. Entrecerró los ojos al ver la desesperación en las femeninas facciones. Inhaló profundamente, tratando de controlar el barullo de emociones que estaba resurgiendo, ahora que le comentaba a ella, a la única persona con la que tenía confianza y que hacía sus días más gratos, acerca de su plan de deserción. Sin embargo, el riesgo era demasiado, no podría llevársela, por más que quisiera.
—Neji… tú… ¿acaso no tienes miedo de dejar todo atrás? De dejar a tu tío, a tus primas, qué será de ellos —la castaña empuñó sus manos—. ¿A dónde pretendes llegar?
—Suna, la aldea más cercana y moderna. Me interesa la medicina, lo sabes.
El asentimiento de la fémina le confirmó que recordaba lo que le había comentado hace unos años, como un sueño idílico e imposible, solo que ahora se materializaba en un plan, no en un simple deseo. No obstante, vio cómo la castaña mordía su labio inferior; parecía buscar desesperadamente un argumento que le haga cambiar de opinión.
—Suna está tan lejos, el viaje es peligroso. ¿No te das cuenta de que podrías morir? Tanto en manos de esos monstruos o de los oficiales…
El pelilargo acomodó su camisa, antes de responder. No estaba entendiéndolo.
—Si sucede lo último, no permitas que mis primas vean esa ejecución.
Tenten extendió su brazo, con intención de detenerlo, pero su amigo ya le había dado la espalda y empezó a caminar rumbo a la entrada de la tienda. Quiso decirle tantas cosas, aunque sabía que con nada lo convencería, parecía decidido. Una parte de sí, aquella que tanto se esforzaba en reprimir, porque ante tanta inestabilidad y terror lo que menos importaba era el romance o pensar siquiera en traer una familia dentro de esa aldea, quería pedirle que la lleve con él. Porque ella tampoco quería permanecer en Konoha, pero el terror era demasiado, la responsabilidad que tenía con sus padres era importante y la sola idea de encontrarse con un lobo la atemorizaba. Por eso pensó que podría tenerlo siempre cerca suyo, motivo suficiente para poder soportar su permanencia en la cárcel que representaba a su hogar.
—Neji —lo llamó, logrando que este se detuviera, sosteniendo la perilla de la puerta—. Tú… lo olvidaste —captó su atención ante esa afirmación, observando el perfil del pelilargo—. Me prometiste que no me dejarías, pase lo que pase.
Sí, estaba recurriendo a un recuerdo de hace tantos años, sin mayor opción. El Hyuga, por su parte, soltó un suspiro: tampoco tenía otra opción. Lo mejor era cortar con eso de una vez.
—No deberías aferrarte a una promesa de niños de nueve años.
Tenten oyó la puerta cerrándose fuertemente tras de él, así como a ese algo que se quebró dentro de sí ese día. Se fue sin mirarla.
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Habían pasado unos días. La castaña estaba aliviada de seguir viendo al pelilargo en la tienda, actuando con normalidad, mas no era lo mismo entre ellos dos. El trato era frío, Lee les consultó al mismo tiempo qué sucede y, con solo una mirada y su silencio, Tenten le demostró a Neji su lealtad y discreción respecto a su plan. Este último solo le respondió a su amigo que estaba todo bien. Aparentó muy bien.
Caminando rumbo a su hogar, Tenten se dedicó a pensar en lo lento que pasan los años en esa aldea. Aquellos días sin él habían hecho mella en sí. Negó con la cabeza: lo mejor era olvidar. Sí, tenía que deshacerse del recuerdo.
—¡Hey, Tenten! ¡Espera!
La chica levantó la mirada, girándose tan solo un poco para escuchar el llamado. Vio al chico castaño, de cabellos desordenaos y rasgos afilados, con una pelota en mano y, en la otra, sostenía la pequeña extremidad de una pequeña pelinegra de ojos rojos. Los reconoció al instante, ocasionándole una sonrisa, pese a no comprender cómo se los cruzó, si ellos vivían al otro extremo de la aldea, bastante lejos de su vivienda.
Entró en razón al inspeccionar rápidamente el lugar donde se encontraba. Se sorprendió de sí misma al ubicarse bien: se desvió completamente del camino de regreso, llegando a esa zona de la ciudad, una bastante afectada y con menos distribución de recursos, por lo que las casas eran pequeñas y precarias, las personas se dedicaban al comercio de leña para poder subsistir y no había presencia policial que pudiese custodiar la frontera que estaba justo al frente de varias viviendas. Es decir, era la zona más expuesta a los ataques de los lobos come hombres, además de ser la más pobre. Sintió un escalofrío al reconocer el riesgo que corría estando ahí.
—Kiba, hola. Hola, pequeña Mirai —saludó, aun así, teniendo presente que debía retirarse lo más pronto posible y mandarlos a sus casas. Estaba anocheciendo, el chico lucía despreocupado y la niña de cinco años se aferraba a la pelota que traían consigo.
—¿Qué haces por aquí? Tú vives al otro lado, mujer —comentó su ex compañero de primaria. Antes jugaban bastante, pero desde que ella pudo mudarse al otro extremo de la aldea, a una zona más segura y cercana de la tienda de Maito Gai, perdió casi todo contacto con el chico.
—No lo sé, me desvié por error… ya debería regresar, está algo oscuro —miró el cielo, con temor—. Ustedes también deberían volver. La señora Kurenai debe estar preocupada por su hija —miró con ternura a la menor, vivo retrato de su madre. El padre de esta, docente de la zona, había fallecido en manos de los lobos antes de su nacimiento, dejando devastada a su esposa, también maestra, quien era apoyada por varios de sus exalumnos, como Kiba, y vecinos.
—Sí, tienes razón —el chico olisqueó el aire y miró el cielo. Parecían ser más de las seis de la tarde—. Andando, mocosa.
Se quiso llevar a la niña, pero esta se soltó de su agarre y le quitó la pelota.
—¡No quiero! ¡Quiero seguir jugando!
—Ya es tarde, Mirai. Tu madre me matará si no te llevo, andando y dame la pelota.
—¡No!
Todo ocurrió muy rápido, incluso para Tenten. El grito estridente de la niña se perdió en el aire, antes de que esta se echara a correr en dirección del bosque, atravesando la frontera, la cual solo consistía en una cinta extendida y sujetada en palos de madera clavados en la tierra cada diez metros, sin necesidad de utilizar otra barrera, dado que nadie en su sano juicio se atrevería a salir por ahí. A excepción de una niña con ganas de jugar.
Escuchó a Kiba gritar desesperado el nombre de la menor, pero debatiéndose entre seguirla o mantenerse seguro dentro de la aldea. Tenten vio la desesperación en las facciones de su compañero, como cualquiera que estaría en esa situación de ver cómo una menor se adentra en la boca del lobo, literalmente. El miedo también la consumió, pero sabía que aún podrían estar a tiempo de alcanzarla, antes de que la noche caiga por completo. Varios vecinos se habían asomado. Tomó una resolución y se acercó al chico, para luego zarandearlo en su sitio.
—¡Vamos tras ella! ¿Qué esperamos? Aún es temprano.
Prácticamente lo jaló de la muñeca, mas luego el chico tomó la delantera, siendo ambos los que se adentraron en el bosque, escuchando tras de sí los gritos de los vecinos de la zona. Tenten estaba segura de que avisarían pronto a los oficiales. Solo esperaba que pueda salir lo más pronto posible del bosque y que no pase nada malo.
Continuó corriendo en compañía de su amigo, sin dar con el paradero de Mirai. La fémina observó el cielo, de nuevo, alarmándose al verlo totalmente oscuro. Les sería imposible encontrarla o siquiera salir ilesos de esa. Kiba no dejaba de llamar a la niña, tanteando en el terreno, mientras que ella hacía lo propio. No había rastro de la menor, el pánico crecía dentro suyo y quería controlar el impulso que tenía de retroceder corriendo lo más rápido que podía, dejando o no a su compañero de búsqueda en ese momento. A su lado, Kiba le preguntó si no veía algo, a lo que ella respondió que ni escuchaba las risas o la voz de la pequeña pelinegra. Vio al castaño cogiendo sus cabellos, desesperado, a la par que empezaba a maldecir y a arrepentirse de no haberla regresado a tiempo. Nadie vendría a rescatarlos.
Un aullido terminó por espantarlos y erizarles la piel. Se escuchó demasiado cerca. Al igual que una serie de gritos infantiles desgarradores. Tenten atinó a taparse los oídos, aterrada, a sabiendas de que estaba claro que esos alaridos le pertenecen a Mirai. Vio el pasmo en el rostro de Kiba, quien retrocedió dos pasos sin mirar atrás. Ella no escuchaba nada, tratando de borrar los gritos que resonaban en su cabeza. Pero lo siguiente fue lo suficientemente fuerte.
—¡Tenten, cuidado!
Quedó tumbara en el suelo, con Kiba encima de ella y, tras este, un lobo de grandes proporciones, casi humanizado, atacó en primera la espalda del chico. Tenten escuchó con horror el alarido agonizante del muchacho, quien la protegía con su cuerpo. En un descuido y, con la espalda sangrante, el castaño se puso de pie a como pudo, jalando a la fémina consigo. Esta última no supo si fue suerte o casualidad, pero más lobos llegaron al punto, comenzando a atacarse los unos a los otros, incluyendo al que mordió a su amigo. Por su parte, este, producto de la adrenalina, trataba de seguirle el paso a Tenten, quien lo sostenía sobre sus hombros y avanzaba en línea recta, por donde vinieron, y viendo horrorizada la gran cantidad de sangre que salía del hombre. No consideró siquiera que nadie lo atendería si llegan a salir de esta.
—Ya casi… —exhaló la fémina, notando cómo los árboles estaban menos juntos ahora: estaban llegando a la salida. Kiba no dejaba de quejarse y, de un momento a otro, se desplomó—. ¡Resiste, por favor!
—Avanza tú, va… a ser… imposible que salgas conmigo a cuestas —Tenten se agachó y comenzó a halarlo hacia sus hombros—. Deja… de todas formas… moriré.
Renuente, no les prestó atención a sus quejas, consiguiendo alzar el cuerpo masculino, cada vez más pesado. Retomó el camino a la salida, agradeciendo al cielo poder observar las casas de la zona a la distancia. "Estoy cerca… solo un poco más" se dijo, antes de escuchar el rugido de otro lobo, el cual los siguió todo el trayecto. Cerró los ojos, esperando el ataque, mas no contó con que el chico volviera a cubrirle casi todo el cuerpo. Tenten empezó a gritar al ver cómo, prácticamente, el lobo hacía trizas la espalda masculina; su alarido fue más estruendoso al sentir los dientes afilados en su propio hombro. "¿Acaso… terminaré así?".
Con pesar, la castaña se arrastró por debajo del cuerpo de su compañero, aguantando las ganas de llorar por el dolor punzante cerca de su clavícula y por dejar atrás a Kiba. Rogó internamente, mientras se arrastraba lejos de la escena, que él pueda encontrar rápido la muerte y no continuar sufriendo con la agonía. Una vez que tuvo el suficiente aplomo y coraje para ponerse de pie, echó a correr, aprovechando la distracción del lobo que los atacó, quien disfrutaba aún del cuerpo que dejó atrás. Le dio ganas de vomitar cuando giró la cabeza por un segundo, casi flanqueando de su escape y olvidando por completo las posibles consecuencias a las que tendría que enfrentarse si llegaba a salir de esta. Pudo vislumbrar la luz y las sombras de algunas personas al final del camino, rodeado de menor cantidad de árboles. Sintió alivio, mientras apuraba el paso hasta llegar a salir de la pesadilla que acababa de vivir.
Rumbo a otra que iba a comenzar.
Salió de la espesura del bosque, llegando a ver las casas y vecinos de la zona fronteriza de la aldea, con el corazón en la boca y sin sentir las piernas, presa de la adrenalina y el terror del momento. Notó el horror pintado en el rostro de los vecinos, algunos conocidos por ella, mas no esperó ser empujada y apretada contra el suelo, reducida por un oficial. El grito de dolor quedó atrapado en su garganta, al ser aplastada con una mayor fuerza; el hombro le dolía terriblemente y esa punción fue la que le hizo entrar en razón. Sus ojos temblaron, atemorizados: fue herida por un lobo.
—¡Responde! ¡¿Dónde está Inuzuka?! —le gritaron muy cerca de ella, por lo que volteó su rostro en esa dirección, rasguñándose contra la tierra.
—Atrás… me salvó. Fue solo un lobo.
—¡¿Y la niña?!
Un sollozo había interrumpido el improvisado interrogatorio. Alzó lo suficiente la vista para fijarse en la madre de Mirai. Eso bastó para partirle el corazón, sus ojos se llenaron de lágrimas e ignoró que el policía estaba aplicando más fuerza de la necesaria en sus dos hombros. No se percató siquiera de dos personas muy cercanas viendo la escena.
—No lo… sé. No vi nada, solo escuché sus gritos… Kiba y yo queríamos encontrarla, pero un lobo se aventó hacia él. Él… —"No quiero morir. No quiero morir. No quiero morir" se decía, aguantando los sollozos—, puso su cuerpo para protegerme. Se sentía culpable por llevarme a buscar a Mirai. Lo siento tanto…
Pudo ver cómo unos vecinos atraparon a Kurenai, quien se dejó caer, hecha un manojo de llanto e histeria. Quiso decirle más, se encontraba culpable, pero ignoró que varios oficiales se le acercaron y le apuntaron lo suficientemente cerca. Vio con horror cómo se preparaban para dispararle, por lo que empezó a moverse frenéticamente, lastimándose más en el proceso. Casi todo el brazo de su vestido estaba manchado de sangre, mas desdeñó el dolor de esa herida. Solo gritaba diciendo que no fue mordida por un lobo, que era la sangre de su amigo, que lo sentía, que quería irse a casa. Deseó nunca haberse desviado del camino. Escuchó unos gritos de piedad y, en medio del forcejeo que tenían con ella, pudo observar a sus padres lo suficientemente cerca de ella. Lamentaba causarles ese pesar, no quería eso. Los llamó, estirando sus brazos con intención de alcanzarlos y pidiéndoles que le crean, que ella no tenía nada malo y que no entró en contacto con esos seres horripilantes come hombres. Estaba por rendirse al escuchar un gatillo, mas no esperó con que tres personas se acercaran a los oficiales y a ella, queriendo sostenerla y defendiéndola de la reducción.
—¡Déjenla! ¡Si Tenten dice que no es su sangre, yo le creo!
Atónita, observó cómo Lee empujó a los dos que la apuntaban, poniéndose en frente suyo, aun cuando ella seguía fuertemente sostenida por otros dos oficiales, como si uno de ellos no fuese suficiente para retener a una joven de dieciocho años. Vio a Maito Gai acercándose también a su hijo, más calmo y alzando las manos, tratando de explicar y dándole su voto de confianza. Sin embargo, lo que le pareció más sorprendente fue ver a Neji también, pero dirigiéndose a los que la tenían sujeta fuertemente. Tenten rogó porque ignoraran la sangre que ya estaba secándose en su brazo, por lo que cualquiera podría suponer que la mancharon con sangre (como el resto de las manchas que tenía en el cuerpo) y no una herida seca producto de un rasgado potente.
—Suéltenla de una vez —se dirigió el Hyuga a sus captores—. ¿Acaso la ven débil y malherida? Al contrario, ustedes están lastimándola.
—¿Por qué no confiar en su palabra? Tenten puede pasar por una revisión —Gai habló, dirigiéndose a los hombres armados—. Si ella dice que no fue mordida, debemos darle el beneficio de la duda. Logró salir y no en el estado de otras personas.
—Su hombro —el oficial señaló esa parte con la escopeta—. ¿Acaso quieren que todos muramos? Quítense de una vez.
—Fue… con una rama —habló Tenten, agotada, sintiéndose mal por mentir. Neji tenía la mirada fija en la castaña y no dejaba de recriminar a los oficiales.
—¡¿Lo ven?! ¡Mi amiga está bien! ¡Libérenla de una vez! —Lee quiso acercarse de más, pero su padre lo retuvo.
—¿Quién llega a salir en tal estado, oficial? Ella está casi ilesa, con unos rasguños, producto de la carrera —el pelilargo se dirigió, ahora, a los armados, quienes empezaron a dudar.
—Su brazo tiene solo una rasgadura. Logró escapar, pero nuestro vecino no, tampoco la pequeña —Gai quiso conciliar, acercándose lo suficiente a los dos oficiales con escopetas. Se atrevió a bajar un poco el arma, mirando firmemente al encargado—. Revisen a Tenten. Están cometiendo un abuso y nos exponemos al peligro estando fuera de casa a esta hora.
—¡Mi hija!
Tenten levantó el rostro en dirección de su madre, quien no se acercaba debido a que su padre estaba sujetándola. Entendía el miedo, no se podía alguien interponer a una decisión de los oficiales, es por eso que estaba tan enternecida por el riesgo que asumieron su jefe y amigos, sin poder creerlo de uno de los últimos. Ahogó el sollozo, ignorando por completo la situación. Algo le decía que todo estaba consumado y no tendría arreglo. Dejó caer la cabeza, rendida, rogando porque esta defensa no le traiga consecuencias a las personas que están confiando en ella, aun cuando no podía asegurarles que la herida de su hombro fue por una rama, sino que pudo ser provocada por una mordida o un rasguño. Si eso era así…
—Que duerma con sus padres. Ustedes serán los únicos culpables si todo un vecindario es aniquilado esta noche.
La castaña abrió enormemente sus ojos al escuchar esa condición, para luego ver a los oficiales guardando sus armas y a varias personas quejándose por la decisión tomada, evidentemente, con el miedo de que ella estuviese mintiendo y se cumpla ese vaticinio. Incluso vio a algunos vecinos recriminándole su actuar a los policías, atreviéndose algunos a exigir una ejecución. Tenten miraba atónita todo, hasta que la dejaron caer bruscamente, sin posibilidad de anteponer sus manos y minimizar el impacto. Cayó cual costal, doliéndole profusamente la herida seca y las extremidades. Sus ojos querían cerrarse nuevamente, pero escuchó los llamados de Lee y de Gai, al igual que pudo visualizar a sus padres corriendo hacia ella.
Lo último que sintió, consciente, fueron los brazos de alguien cargándola.
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Había visto una ejecución por primera vez. Fue sin querer, salía de la escuela, sola, porque sus padres no pudieron ir a recogerla, debido al trabajo. Bueno, no estaba sola. Tenía a Neji, a él no lo venían a recoger, siempre se iba solo, mientras que a Lee se lo llevaba su padre en otra dirección. Tenten sí vivía en la misma dirección que el pelilargo, era su mejor compañía.
Pero no esperó ver tan de cerca una ejecución. Escuchar los disparos y ver cómo estos impactaban en unas personas que, si era sincera, estaban lo suficientemente heridas como para haber tenido una muerte natural. Sin embargo, por lo que sabía a esa corta edad, no estaban sintiendo dolor alguno debido a que estaban en plena conversión y en cualquier momento causarían más muertes. Era mejor evitar su propagación.
Sin embargo, le había atemorizado ese final. Si no eran los lobos, era esa terrible muerte. Y no pudo despegar sus ojos bien abiertos de la escena, fue Neji quien, con una mano, le cubrió los ojos y la haló, para retomar el recorrido. Siempre se decía que él era tan valiente.
—No debes prestar tanta atención a eso, Tenten —farfulló el niño, molesto consigo mismo por haber caminado sin percatarse de que ella no estaba a su lado. La castaña seguía en una especie de trance, aún la sostenía de la mano, ahora que estaban lejos del lugar. Vio que había un pequeño callejón y decidió entrar, siendo, evidentemente, acompañado por ella, quien seguía sin emitir palabra alguna—. Hey. ¿Me escuchas?
Poco a poco, la menor levantó el rostro, aún con los ojos temblorosos y ahora acuosos. Neji se sintió incómodo, dándose cuenta de que estaba a punto de llorar. Y a él le gustaba ver a Tenten alegre, divertida y conversadora. No supo qué hacer cuando vio su labio inferior temblar, antes de desencadenar su llanto. Solo atinó a buscar su pañuelo y extendérselo, pero ella no hacía caso, aun cuando consideraba que la castaña era una niña más fuerte y nada llorona en comparación de las demás de su edad (y de otras más grandes).
—Tenten, calma. A la próxima tomaremos otro camino, ¿sí? Ya no llores —tenía que aprender a consolar a su amiga, solo eso—. Es algo… normal.
—¿Normal? ¿Es normal vivir asustados por los lobos y ahora por los policías?
—No… de hecho, los primeros causan que tengamos miedo a los policías. Pero no pasará nada si no te ataca un lobo —la niña continuaba llorosa, pero más tranquila.
—Si me ataca un lobo, ¿tendré que morir así? —Neji alzó ambas cejas, sorprendido.
—No te va a atacar un lobo, Tenten. Estamos seguros.
—¿Y si sí?
El Hyuga no supo por qué la vio tan convencida. No entendía por qué habría de sucederles algo malo, si ellos no salían de casa durante las noches y no eran del tipo de personas que aprovechaban en huir de la aldea. No obstante, tampoco quería imaginarse a Tenten así. Ella no pasaría por eso, estaba seguro. Se acercó a la menor lo suficiente y apoyó su mano en su hombro, dando un ligero apretón y negando con la cabeza.
—Neji, si pasa eso algún día… no quiero que me dejes sola —él entreabrió los labios, viéndola confundido. Ahora no comprendía su necedad en ese punto, por lo que tendría que asegurarse que su atolondrada amiga no haga algo que la ponga en riesgo innecesario—. ¿Me lo prometes?
—Sí.
No se incomodó con el abrazo que ella inició, apretándose contra él y susurrándole varios gracias. Después de todo, esa promesa no le molestaría cumplirla: siempre estaría al lado de Tenten, así no le pasaría nada a ella.
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Neji quería pensar que estaba haciendo lo correcto. Tomó el ligero equipaje que llevaría consigo, con lo necesario, lo suficientemente camuflado y empacado como para que solo parezca un morral sin muchas cosas. Lamentaba dejar algunas pertenencias, pero estaba seguro de que podría adquirir otras nuevas cuando llegue a su destino: más que las pocas prendas que llevaba, él valoraba más las fotografías de sus padres. Dio un último vistazo al interior del hogar que lo acogió cuando se volvió huérfano. El hogar de su tío y primas es tranquilo, tenía la certeza de que Hinata podrá conseguir un empleo y mantener la casa, así como Hanabi, cuando termine el colegio. Esperaba que lean la carta que le dejó en su cama, también dejó una recomendación para que su prima mayor pueda sustituirlo en el puesto de cajero en la tienda de Maito Gai. Estaba tan agradecido con él, por el apoyo, la oportunidad y por tratarlo como un hijo más, pese a su poca apertura, pero sabía que eso no era para él. Confiaba en que su poca familia lo entendería, al igual que su exjefe (quien se enterará mañana) y Lee, a este último también le escribió una carta que dejó también sobre su cama. Solo no tuvo el valor de escribirle a alguien.
Vio el reloj por última vez, antes de escabullirse fuera de la casa. Agradecía que su tío duerma casi toda la tarde, Hinata esté preparando la cena y que Hanabi esté leyendo en su cuarto. Además, siendo las diecinueve horas, casi ni una persona deambulaba las calles.
Sobre todo, después de lo de la semana pasada: el incidente de Tenten. Empezó a recordar en lo que caminaba hacia la dirección que tenía en mente.
Él la había cargado esa vez, después de que se desvaneciera. Casi corrió en compañía de los padres de ella, Lee y Gai, rumbo a su hogar. Estaba bastante manchada de sangre, aún más su hombro, y eran observados con desdén, preocupación o indignación por parte de los distintos vecinos que se cruzaban con ellos o que se asomaban desde sus casas. Definitivamente, nadie se iba a esperar que le perdonaran la vida, algunos se alegraban porque la conocen, mientras que otros no, preocupados por la condición que les dieron. Eso no les importaba. Una vez que habían llegado a la casa, la dejó sobre su cama, siendo su madre quien se encargaría de auxiliar a su propia hija, por lo que tuvo que esperar con los demás. Mientras salía de la recámara, pudo ver que la señora se asombró al ver la herida del hombro, mas ello no escatimó en sus cuidados.
Pasaron la noche ahí, cenaron y pudo visitar a su amiga en la habitación. Ella dormía más tranquila, ya aseada y con una venda que sobresalía en su clavícula. No quiso esperar a que la castaña demandara su presencia, por lo que se retiró sin más, al amanecer del día siguiente, cuando la señora mencionó alegre que la encontró despierta y sentada. Tenten estaba bien y eso era lo importante. Suspiró tranquilo al saber que pudo evitar su final fatídico, eso hubiese sido algo que no soportaría y que seguiría sin superar.
No obstante, a sabiendas de que él tenía que continuar con su plan de huida de Konoha y que ella estaba en contra de ello, decidió no visitarla más. Solo se enteró, por Lee, que Tenten se encontraba muy bien, pero que no deseaba salir, que se tomaría unas semanas libres del trabajo, algo que le fue permitido. Neji suspiraba tranquilo al saber que no tendría que cruzársela en la tienda: verla haría las cosas más difíciles. Ignoró por completo cuando Rock Lee lo invitaba a visitarla juntos, alegando estar muy ocupado. No estaba listo para una despedida.
Hyuga Neji exhaló, habiendo llegado a la puerta de la casa que tanto trataba de evitar, a punto de tocar y esperar ver a la chica que consideraba mejor no ver o haría de esa separación más difícil de lo que estaba siendo. No entendía tampoco por qué fue a verla, cuando pudo dejarle una misiva, mas sabía que estaría siendo un desconsiderado con ella y cruel con sus propios sentimientos hacia la castaña. Debía decirle un adiós, al menos. Con eso en la mente, tocó la puerta y esperó. Seguramente nadie saldría, pero tenía la certeza de que Tenten se atrevería a responder, pese a la hora y a la oscuridad del cielo. Adivinó, para su fortuna. Ver ese rostro acanelado y adornado por la mirada café que siempre lo veía con tanta atención, asomándose tras la puerta, le generó más turbación de la que creía. Nunca había pasado tanto tiempo lejos de ella, así que tenerla de cuerpo completo frente a él, a unos minutos de su viaje, le provocaba un dolor intenso en el pecho y la sensación de nudo en la garganta.
—Neji… —la percibió nerviosa, tocándose el hombro—. Cuánto tiempo… —no la interrumpía, a sabiendas de la incomodidad en ella—. ¿Deseas algo? Pasa, es bastante tarde y podría ser peligroso.
—Estoy bien. Solo venía a despedirme —sus ojos cafés se abrieron grandemente. Ella recordó lo de la otra vez—. Supe que te mejoraste muy rápido.
—Sí… no viniste a verme. De seguro estabas ocupado —su pasmo inicial se combinó con tristeza. Él no podía creer lo gestual que es.
—Verte lo haría difícil. Sin embargo —se detuvo unos instantes, tratando de contener las palabras, mas sentía que era algo que debía hacerlo de una vez. Probablemente, no iba a volver a verla—, no pude evitarlo.
Tenten bajó la mirada, asintiendo. La vio apretar los puños lado a lado, sintiéndose incapaz de brindarle consuelo alguno.
—No te vayas, Neji. Por favor… todo es horrible allá.
El pelilargo tenía la certeza de que no iba a arrepentirse de visitarla, sino de no haberlo hecho. Ahora, lo único que tenía en mente era que tenía que llegar a Suna a como dé lugar, aun si sentía que parte de sí mismo estaba quedándose con Tenten esa noche. Con la chica que siempre estuvo a su lado, que confiaba en él y le brindaba esa misma confianza, que siempre se preocupó por él. Con la chica que estaba seguro de que quería, no como una amiga. Si se quedaba en ese pueblo, definitivamente, la castaña sería la persona con la que él hubiese pasado el resto de su vida y hubiese estado feliz. No obstante, quedarse ahí, en la aldea, era perderse a sí mismo.
—Adiós, Tenten.
Entreabrió los labios al sentir cómo ella lo sostuvo de las solapas de su camisa, apretándolas fuertemente. La castaña era alta, en promedio, pero no más que él, por lo que no hacía tanto esfuerzo en sostenerlo, solo aplicaba presión en su camisa. Neji quiso retroceder, mas la llevaba consigo aún sujeta, por lo que sujetó las muñecas de la fémina, sintiendo la textura de su abrigador suéter en una de sus extremidades y su tersa piel en la otra. Hizo ademán de separarla, no queriendo lucir brusco, aun cuando el tiempo pasaba y la noche se haría más oscura. Pronunció el nombre de la chica una vez más, deseando que entre en razón y no queriendo que siga haciendo eso más difícil. Intentó, de nuevo, llamarla por su nombre, mas solo pudo mencionar la primera sílaba.
Tenten lo interrumpió con sus propios labios.
La castaña, en un último intento, se puso de puntas y atinó a besar a su amigo, a quien siempre consideró su amigo, puesto que nunca se iba a atrever a decirle más de lo que sentía por él, teniendo ese futuro incierto. Se apegó más al joven, soltando tan solo un poco su agarre en la camisa, así como percibió que el pelilargo aligeraba la presión en sus muñecas y correspondía el beso. Ella se atrevió a mover sus labios sobre los delgados de él, dejando finalmente las solapas y teniendo sus manos sobre el saco del hombre. Neji liberó las extremidades de Tenten, no así sus labios, envolviéndolos con los suyos y, ahora, posicionando sus palmas en las mejillas cálidas de la chica que no quería dejar en la aldea, pues solo ella era por quien soportaba los días en ese lugar y los hacía más llevaderos. Únicamente Tenten.
Por su parte, la castaña se entregó al beso, pensando que él había recapacitado en su huida. Crédulamente. Poco a poco, el pelilargo dejó los labios tersos de la fémina, posando dos últimos y cortos besos, antes de separar su cuerpo también. Los ojos de ella temblaron, aún dilatados, al sentir las manos masculinas apretando sus hombros, teniendo su mirada malva sobre sí.
—Lo siento.
Neji apretó la mano derecha de ella, antes de volver por donde vino, sin mirar atrás. Tenten se quedó con el brazo extendido hacia él, quien caminó más rápido por el sendero rumbo a la salida de la aldea, la cual terminó por oscurecerse aún más. La chica dio dos pasos hacia su dirección, deteniéndose al instante: el miedo no le permitió seguirlo inmediatamente. No así.
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Tal vez había sido algo esperable en esa travesía, mas no contó con que sucedería después de unas horas. Creyó que, apenas caminase unos metros, no tardarían en llegar y emboscarlo. Pero estaba lo suficientemente lejos de la aldea como para retroceder, por lo que, estúpidamente, continuó con su recorrido a la mayor velocidad posible, escuchando los rugidos de las mismas bestias a las que tuvo miedo desde niño siguiéndole los pasos.
Hyuga Neji no sabía por cuánto tiempo sus piernas mantendrían la carrera, casi no las sentía. Zigzagueaba ahora mismo, a sabiendas que podría confundir y esquivar por más tiempo a los dos lobos que tenía como cazadores. Sin embargo, también tenía la certeza de que su estrategia terminaría siendo un estúpido intento de alargar su vida unos minutos más, puesto que no veía cercana la salida del bosque, no visualizaba un atisbo de civilización y se alejó demasiado de su aldea de origen, producto de haber caminado sigiloso durante dos horas. En suma, no tenía escape, no tenía otro plan. Las balas de la pistola que le robó a su tío se perdieron al eliminar a un tercer lobo que estaba siguiéndolo primero, algo que no pensó lograr, pero aún continuaban dos tras sus pasos, siendo demasiado complejo de esquivar. Se sorprendía de no haberse tropezado hasta ahora, únicamente iluminado por la luna y llevándoles una corta ventaja a las bestias que lo perseguían. Era cuestión de tiempo para ser alimento de ese par de lobos negros. Tenten tenía razón.
La pesadez en sus piernas lo traicionaría en cualquier momento, mas su sentido de supervivencia no le permitió dejar de correr, fijándose de vez en vez. Sus ojos se abrieron enormemente al ver cómo uno de estos se abalanzaba hacia él, casi podía ver cómo caería encima suyo. Se imaginó lo peor, sin detenerse un solo segundo, teniendo solo a alguien en mente.
Hasta que eso llegó.
Neji se dejó caer rendido al ver cómo un lobo marrón, todavía más grande que los que lo persiguieron, sujetó con sus fauces a uno de ellos, desde el cuello, sin dejar de hacer presión. Lo vio agitando al lobo unos segundos más, dándole mordidas mortales y arrojándolo contra uno de los árboles del bosque. El que quedaba intentó atacarlo por la espalda, a lo que el espécimen café se giró y lo aplastó con sus patas delanteras, para luego morderle el cuello, provocando que este suelte un ruido estridente y la cantidad de sangre esparcida fuese aún mayor. El pelilargo veía con los ojos fijos y atemorizados cómo, en cerca de un minuto, los dos lobos fueron asesinados por uno café de mayor tamaño y con figura más estilizada. Sin saber de esas bestias que atemorizaban a toda la aldea, supuso que era una hembra, la cual lucía majestuosa iluminada por la luz de la luna. Creyó que ahora le tocaba a él en cuanto vio que su hocico lo apuntó y esos ojos negruzcos se fijaron en el hombre.
No esperó que esa loba caminara en otra dirección, no la misma que él seguía, sino que se desvió hacia la derecha de ese bosque, a paso moderadamente calmo, extrañándole aún más esa acción. Tal vez estaba enloqueciendo, pero no supo por qué empezó a seguirla, a cierta distancia, abriéndose paso entre la espesura de ese camino improvisado por la bestia que lo salvó, entre los árboles que le parecía que no dirigían a ningún lugar.
Pero lo vio. Continuó caminando durante unos minutos, a distancia de la loba y escondiéndose en cuanto le era posible, siguiendo sus pasos, hasta llegar a un punto sin mucha vegetación, rodeado por unas extrañas plantas que no lograba definir debido a la oscuridad y, en medio de estas, una especie de cabaña maltrecha y abandonada, como si hubiese sido construida y, posteriormente, abandonada. Se detuvo antes de pisar las extrañas plantas. Esa zona estaba más iluminada por la luz de la luna, debido a los pocos árboles que había y lo manifiesta que estaba, sería fácilmente descubierto y no quería tentar su suerte, aun cuando ese ser parecía no tener intenciones de devorarlo. Observó fijamente, tras un árbol, cómo esa loba caminaba en dirección de la cabaña, pero con pasos extraños: parecía encorvada, como si algo la lastimara a medida que caminaba o tal vez tuviese heridas sin curar de su anterior enfrentamiento. Neji visualizó cómo ese gran y espigado animal se detuvo en un punto y se encorvaba más, a medida que su cuerpo se movía frenéticamente, como si sus propios huesos se reacomodaban, sin queja alguna. Observó al lobo: de una forma grácil, se elevó dispuesto a saltar hacia un punto. Alcanzó una altura tal que su cuerpo cuadró con la luna en su fase de gibosa menguante, perfectamente iluminada.
Y cayó con elegancia. Neji no podía creer lo que veía.
—Tenten…
Notó cómo ese cuerpo desnudo se estremeció, mientras viraba el rostro en su dirección. Ese inconfundible rostro, ahora lloroso, que lo veía atemorizada, como si fuera culpable de un pecado mortal. No entendía cómo, por qué y desde cuándo, pero Tenten, la chica que no se había esfumado de sus pensamientos en ningún segundo desde que dejó la aldea, era la misma loba que lo salvó: se había convertido en un lobo. En uno de los que conservaba su raciocinio y se transformaban a voluntad. Desconociendo que ella tampoco tenía una explicación.
—No… no te acerques, por favor…
La escuchó sollozar, negando con la cabeza y moviendo su melena suelta, pero no pudo hacerle caso, se acercó hacia ella. Tenten se retorcía en su lugar, tratando de taparse con sus manos. Él solo atinó a agacharse frente a ella, sin saber exactamente qué preguntar. La sensación de felicidad de verla ahí, a su lado, hacía que ignore cualquier cosa que estaba pasando por su mente en ese instante. Ella estaba bien, era lo importante. Las preguntas podían esperar.
—Me seguiste —comentó, alzando un poco la mano para rozar el hombro femenino, aún con asombro por lo sucedido—. ¿Cómo fue que…?
—Desde esa vez… no fue una rama… yo sabía, pero no me convertí en una bestia. Te lo juro.
Neji no se refería a eso, ella interrumpió la pregunta. Él solo le preguntaba cómo fue que logró saber dónde estaba o si es que estuvo siguiéndole el paso desde un inicio. Sin embargo, verla llorar desconsoladamente a su lado era demasiado. Intentó tocarla de nuevo, pero sintió cómo ella se aventó contra su cuerpo, ignorando su desnudez, aferrándose al suyo y arrugando su suéter con las garras que notó en sus delicadas manos. También pudo vislumbrar una cola tras de sí, recogida. Él no entendía por qué, por qué eso tuvo que pasarle eso a alguien como Tenten. La abrazó lo más fuerte que pudo, dejando que llore en su hombro, dándose cuenta de lo pesado que habrá sido para ella guardar ese secreto todo ese tiempo, lo sola que se habrá sentido. Se sintió mal por haber supuesto que siempre estuvo bien, que no necesitaba de nadie.
—No me dejes sola, Neji…
Sintió sus ojos nublarse al escucharla decir esa petición con la voz quebrada, justo cuando lo encaró, viendo de nuevo el rostro enrojecido y humedecido de Tenten. De su Tenten, porque ella no cambió y jamás lo haría. Sería siempre la misma.
—Nunca —respondió, volviendo a aferrarla contra su torso.
De ahora en adelante, solo serían ellos dos.
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¡Hola! Bueno, salió más largo de lo que había planeado, je. Espero que haya sido de su agrado, gracias por leer c: ¿reviews?
