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Se sentía mareado y hasta confundido, la vista se le ponía cada vez más borrosa, hasta el punto de no saber si la figura que estaba enfrente suyo correspondía a Temari o a otra persona o a algo más, porque parecía estar cambiando de tamaño, su cabello rubio había quedado atrás, solo quedaba un manto oscuro que se agitaba suavemente en ondas por los aires, era como si una brisa estuviera jugando con ese manto oscuro que parecía tan liviano como las nubes. Su cuello se alargó y hasta noto que la cabeza se había volcado a un grado casi imposible de imitarlo. Y de su cuerpo nacía con tanta brutalidad más extremidades que juraba se parecía una araña mutante. Su metamorfosis era tan rara que Shikamaru se quedó contemplando como si así pudiera entender que es lo que estaba ocurriendo enfrente suyo.
Sabía que el grado alto de alcohol hacía que el temor se le fuera o realmente estaba paralizado de miedo, porque sus piernas no respondían, ni sus manos, solo podía ver esa cosa que aumentaba de tamaño mientras una nueva extremidad nacía. Sintió un frío recorrer sus piernas, no sólo uno, si no varios, eran como peces pasando por sus piernas cuando iba al lago a pescar con una red, al bajar la mirada se encontró con estelas blancas que se agitaban sin tocar el suelo, pasaban veloces por sus piernas, se paseaban en busca de algo. Él no creía, pero parecía a esos fantasmas que siempre los adultos le había contado a él y a sus amigos cuando eran niños y no querían irse a dormir. Trago saliva. Cerro los ojos y se dijo a sí mismo que era una pesadilla, que aún seguía durmiendo en la sala grande que se hizo la fiesta. Que estaba teniendo una pesadilla surrealista.
Pero un peso que cayó de golpe en su hombro, le advirtió que era tan real como esa presencia que se sentía tan helada como sus pies, no pudo evitar temblar. El ruido era como engranajes viejos intentando ceder, el olor a carne putrefacta se adueñó de su nariz fría, las náuseas se hicieron evidentes como esa mano pesada que fue avanzando hasta su cuello, sentía que aquellas manos eran huesudas y frías.
El aliento putrefacto congeló su oreja, estaba muy cerca suyo, el ruido que salía de su boca era como miles de bichos guardados en un cajón viejo y sin nada que ofrecer que al fin estaban viendo la luz, el escape para huir y buscar un nuevo y acogedor cuerpo caliente y carnoso que les pueda alimentar por muchos años.
Intentó mover al menos sus manos para detener el apretado agarre que esos filosos dedos hacían en su cuello, y a pesar que el olor repulsivo era más fuerte, pudo sentir el olor inconfundible de la sangre, un olor metálico y un líquido bajar por su cuello.
Probó moverse, pero no podía, solo podía sentir el dolor y el temor adueñándose de su cuerpo, su corazón golpeaba con demasiada fuerza y rapidez su pecho, su pulso era tan rápido que podía sentirlo golpear en sus sienes, necesitaba despertar, necesitaba moverse y huir de esa presencia que lo tenía agarrado.
Al abrir los ojos pudo notar que la cosa que está enfrente ya había cambiado su forma. Media más de dos metros, un cuello largo con la cabeza volcada, los ojos de un tono rojizo brillante que lo estaba llamando, el manto oscuro se acercaba a él con suma lentitud mientras las extremidades de esa cosa daba ligeros y pesados pasos, avanzando hasta él, mientras que en su pecho se abría a la mitad, cada una de las costillas se desprendía para dar paso libre a una oscuridad infinita que había adentro y salía gritos de sufrimientos, chillidos de dolor, llanto desesperados, y un olor a carne podrida más intenso y a azufre.
Desesperado intento buscar una salida, un escape, intento mover sus manos o sus pies, pero ninguno cedía, solo podía observar como esa cosa se acercaba a él, escuchar los chillidos y gritos de desesperación y dolor, y aquella voz que le susurraba palabras que no llegaba a comprender, sentir como esos dedos filosos como cuchillas poco a poco se abrían paso para rebanar su cuello, el miedo se apodera de su cuerpo que no lo deja pensar claramente. Él era un no creyente, no creí en estas cosas, en fantasmas y demonios, menos en brujería ni una puerta que lo lleve al inframundo. No, él prefería los hechos, pero justamente estaba presenciando un hecho que era irrefutable, no lo podía negar, estaba pasando delante de sus ojos, enfrente suyo estaba la puerta del infierno y detrás suyo la muerte que con un delicioso placer intentaba torturar su evidente muerte a una lentitud casi desesperante para él.
Su corazón martillaba con fuerza en su pecho, el sudor frío lo estaba bañando, no podía pensar con claridad, pero si no encontraba la paz, no lograría salvarse de esta. Por lo que hizo un esfuerzo de tranquilizarse, de inhalar con fuerza mientras cierra los ojos. Su padre lo había dicho, él único enemigo de un hombre era la desesperación porque no deja que pienses claramente en una salida. Sin duda su viejo era sabio y tenía razón.
Probó concentrar sus oídos a otros sonidos, muy lejos de los gritos que salía de esa entrada al infierno, muy lejos de los susurros de la calavera que tenía atrás.
Intentó concentrarse en el sonido ligero del viento que movía las copas de los árboles, de la nieve que caía. Intento pensar en una solución, tenía varias en mente, se amontona una detrás de la otra, pero el único inconveniente era que su cuerpo estaba paralizado y no por el temor que había creído; algo lo tenía sujeto, podía sentir una cadena fría alrededor de sus muñecas y tobillos. De alguna forma no se había dado cuenta, quiso echar la culpa al alcohol, pero la realidad era que tal vez alguien lo estaba induciendo en una ilusión tan profunda que se dejó manipular. Aunque aún podía sentir el olor a carne putrefacta y los filosos dedos hundirse en su garganta. Intentó jalar de su mano para romper las cadenas que lo tenía sujeto, pero no cedía, ni siquiera lo que estaba en su tobillo que le impedía alzar el pie. La persona que lo había llevado hasta acá con la ilusión había planeado todo y preparado hasta el último detalle, hasta esas cosas que lo querían matar, no sabía si realmente eran demonios o solo algo construido por su enemigo, ya que podía escuchar fácilmente el sonido inconfundible de engranajes cuando se movía hasta a él.
...
Temari sentía que, a pesar de que ese muñeco vudú fuera tan veloz, nunca llegaría a tiempo, avanzaba y avanzaba pero nunca llegaba. El muñeco a veces se detenía, indeciso miraba de un lado a otro para luego tomar un camino. No sabía lo que estaba ocurriendo, pero de algo estaba segura, si no se daba prisa, las cosas se podrían mucho peor.
-¡Temari!
-Tsk.-La rubia no perdería el tiempo en esperar a su hermano, ella sola podía encargarse del enemigo. Era veloz como el viento.
-¡Temari!-Kankuro volvió a llamarla, estaba detrás de ella, un poco lejos.
Sus ojos de águila estaban fijos en el muñeco para no perderlo de vista, aun así el muñeco vudú se perdió en una fuerte llama oscura que lo convirtió en ceniza. Freno de golpe.
¿Acaso había llegado tarde? Sintió un enorme hueco en el pecho y una angustia enorme por no actuar rápido. Le había fallado.
Sentía un enorme vacío al pensar que ya no podía escuchar su vaga voz, que no podía ver su rostro quejumbroso ni su encorvada figura y sus muecas. Era la primera persona que la había ayudado sin intereses de por medio, además de que era el enemigo, aun no lograba comprender que lo había llevado a acercarse a ella para ayudarla a sobrevivir un día más cuando era la prisionera de su pueblo, no le creía que fuese por su amigo como le había dicho. Sabía que había algo más que no lograba entender, y a pesar de que a veces quería saber la verdadera razón, otra veces no lo quería saber, preferiría dejarlo como un misterio para su bienestar, puesto su corazón se agitaba más de lo normal cuando hablaban sobre eso o cuando ella lo pensaba con profundidad.
Ahora solo le quedaba los recuerdos y muchas noches frías, ya no dormiría lado a lado con un cuerpo que emanaba aquella calidez que nunca pensó extrañaría. Solo le quedaba los recuerdos, amargos y agridulce recuerdos que no iban a saciar su pena.
Sus piernas cedieron, cayó de golpe sentada en la fría nieve, sus labios temblaron, sus ojos parecían perdidos. Volvió en sí al sentir un peso en su hombro. Al voltear se encontró con el rostro de Kankuro.
-Aun no es tarde.-Dijo muy seguro Kankuro a sabiendas de lo que su hermana estaba pensando.-Hice desvanecer el muñeco de vudú, ya no nos sirve, estaba siendo controlado por otra persona, al parecer se percató de nuestra presencia y quiso desviarnos.
-¿Qué?-Temari miro en busca de un informante oculto alrededor del bosque, pero solo veía los árboles, algunos sin hojas pero cubiertos de nieve, los pinos altos vestido del manto blanco del invierno, y algunas roedores recorriendo el lugar.
-No sé si estamos solos, pero sólo hay uno que puede interferir con los hechizos que lanzó.
-¿Quién es?-Pregunta Temari con un renovado espíritu de lucha, se levanta del suelo y encara a su hermano.-Responde Kankuro.
-Mi maestro.
Fue suficiente para que Temari sepa de quien se trataba, aunque la duda se interpuso en ella y en su decisión de decapitar al sujeto.
-¿Estás seguro?
Kankuro asiente.
-Debemos movernos con un plan en la mano, es muy peligroso.-Dijo Kankuro deteniendo a su hermana.-Ni siquiera llevas un arma.
-Yo siempre estoy preparada.-Mueve su abrigo para descubrir su armar.
-Bien por ti, pero yo no pienso arriesgarme solo para salvar a tu esposo.-Dijo Kankuro seguro.-Y no voy a permitir que te arriesgues, ni menos que te lances al ataque sin nada en mente.
-Kankuro si quieres retrocede y busca ayuda, alerta a todos. No me importa lo que hagas pero si te interpones en mi camino, lo lamentarás.-Amenazó la rubia y se zafó del agarre de su hermano.
Se voltea en busca del camino que la llevará hasta Shikamaru.
-Ni siquiera sabes adonde ir.-Temari apretó la mandíbula, estaba perdiendo la paciencia ya que su hermano tenía razón.
-¡Entonces qué!-Lo enfrenta.-No voy a perder mi tiempo hablando más contigo, y si tengo que recorrer todo el bosque yo sola para encontrarlo, lo haré sin importar que me demore más de un año.
Kankuro suspira.
-Hay una forma de saber su ubicación.-Confiesa el castaño.-Demora y hay probabilidades de que no esté ahí Shikamaru, pero podemos detener su tortura. Iremos directo hacia el verdugo.-Dijo Kankuro muy confiado.
A Temari le agrado la idea, asiente.
-Pero date prisa.-Le exige.
Kankuro rueda los ojos. Se sienta en la fría nieve con las piernas cruzadas y hace un par de sellos con las manos. Cierra sus ojos, y se concentra en buscar el hilo rojo de él, además de poder conectar con la otra mitad a la persona, era un buen guía para saber la ubicación exacta de la persona que intentaba encontrar, aunque era muy trabajoso ya que había tantos hilos, uno encima del otro, otros enredados creando un nudo casi imposible de desenredar. Aun así, se dio prisa porque estaba seguro que su hermana se iría sin él si se tardaba más de lo debido.
-¡Lo encontré!-Dijo al fin cuando encontró el hilo rojo de él, hizo otro sello con la mano para que un hilo delgado y rojizo brillante se materialice delante de ellos, Temari se sorprendió.-Sigamos el hilo.-Dijo Kankuro levantándose y volviendo a correr con su hermana.
...
De una cosa estaba seguro, su fin se estaba acercando, lo podía sentir, estaba a centímetros de la navaja de la muerte.
Su intento de forcejeo para liberar al menos uno de sus brazos fueron un fracaso, la cadena que lo estaba sujetando no cedía ni un milímetro.
Lo que le tranquilizaba era que los dedos filosos que estaba en su garganta se detuvieron, no sabía el motivo ni quería saberlo; aunque le había abierto un ligero rasguño que gotas gordas de su sangre se escurría, paseando por la figura angulosa de su garganta para luego resbalar en una espada que había salido de no sabe dónde, pero apuntaba muy cerca de su cuello, si quería podía simplemente hundirse más para cortarlo y de esa manera de una vez matarlo. Pero, él que estaba detrás de todo esto no tenía intención de matarlo con facilidad, no sabía lo que estaba ocurriendo, puesto una vez que cerró los ojos, no pudo abrirlo más.
Intentaba abrir sus párpados, pero estos parecían estar pegados, le costaba horrores.
Lo que sí sabía con mucha exactitud es que esa cosa que estaba enfrente de sus ojos estaba muy cerca suyo, el olor que emanaba se podía sentir más fuerte, intentaba no respirar mucho porque el olor quemaba su nariz, le daba un dolor fuerte de cabeza y la garganta le ardía. Y los gritos se convirtieron en susurro que parecían estar llamándolo, parecían hambrientos, y el eco de chillidos de los insectos parecía estar dentro de su cabeza.
Aun así, no pensaba rendirse. Solo necesitaba liberar un brazo para al fin apartar los dedos filosos en su garganta y retroceder para alejarse de la punta de aquella cuchilla que estaba recolectando su sangre. Pero su debilidad era la fuerza, sabía muy bien que era muy débil, su fuerte eran las palabras, las estrategias, pero al parecer su enemigo lo conocía muy bien porque no podía abrir la mandíbula, al principio no se dio cuenta o posiblemente con el tiempo le coció la boca, pero sentía que al intentar soltar una palabra, sus labios le ardían, y uno de esos bichos se metía en su boca, bajaban veloz en busca de devorar sus órganos internos, podía sentirlos caminar dentro suyo, pellizcando con hambre lo que había dentro de él. Brotaba sangre de sus órganos que iban destruyendo, le sabía a metal.
Su única salida era que alguien del pueblo o de la tribu lo encontrara, que lo despertara de esta pesadilla o lo liberara de las cadenas. No había otro escape.
Y era una salida irreal, las probabilidades de que un aldeano apareciera en el momento justo, eran muy bajas, tan bajas que Shikamaru dejo de luchar. Iba a morir aquí y ahora, lo sentía porque los engranajes se movieron, y pudo sentir como esas extremidades que le recordaba a una araña lo estaba agarrando, hundiendo en su carne sus filosas puntas que adornaba cada una de las extremidades. Grito de dolor, todo su cuerpo le estaba doliendo.
De pronto sintió que las cadenas cedieron, supuso que como tenía sus brazos y piernas perforados por esas pinzas, no había lógica de seguir sujetando, posiblemente lo dejaría caer en aquel hoyo oscuro desde donde provenían los gritos y susurros, y el olor a azufre y carne podrida.
Aunque sus oídos percibieron un sonido diferente a lo que estaba acostumbrado a oír, era como si un relámpago de viento atravesó las extremidades que lo tenía sujeto, destruyendo por completo y a él dejándolo libre, cayó como peso muerto sobre el manto frío que cubría al suelo.
Sus fosas nasales percibieron un olor distinto muy cerca suyo, y al escuchar su voz, supo de quien se trataba, quien lo salvo.
-¡Muéstrate cobarde!-Exigió Temari que desde lejos pudo notar como Shikamaru estaba al filo de la muerte, veloz corrió y blandió su espada con fuerza a esos brazos de aquella marioneta de castigos, que adentro de su caja solo le esperaba púas de hierro cubierto de sangre de otros y se podía ver restos de carne podrida.
Nadie le respondió, atenta a cualquier movimiento miro a su alrededor. Los árboles eran un gran problema, posiblemente estuviera oculto entre ellos. Había dejado atrás a su hermano nuevamente.
-No tiene escapatoria. Todo Suna viene por ti.-Intento poner miedo y desesperación al enemigo.-Ni creas que te escaparas.
Shikamaru se dio cuenta que los ruidos que antes escuchaba, ya no estaban. Podía escuchar el silencio del bosque, y al tener aun sus ojos cerrados, ahora que lo notaba, podía sentir la textura fibrosa de una tela gruesa. También se dio cuenta que no podía sentir sus pies, se recordó que por la borrachera que tenía había seguido aquel espectro con los pies descalzo, sin duda de seguro que tendría los pies congelados, y si seguía en la intemperie, sería amputado. Rompe un pedazo de tela de su ropa, a ciegas envuelve la tela en sus pies.
No se había sacado la tela de los ojos, por la simple razón que de esa forma podía escuchar el más mínimo ruido. Y pudo captar un sonido pesado, como unpar de pisadas.
-Al este.-Murmuró por lo bajo Shikamaru.
-¿Mm?-Temari bajo la mirada para verlo.
-Atacará por el norte.-Dijo en tono bajo. Por lo que había analizado de las pisadas, el sujeto estaba caminando hacia el norte, posiblemente para huir o estaba rodeando a los dos para atacar en un punto ciego de Temari.
La rubia asintió y no pudo dar ni siquiera un paso hacia el norte, solo alzó su abanico de mano para usarlo de escudo y frenar un par de cuchillas de ninja.El sonido metálico resonó como eco cuando las cuchillas golpeó el abanico hecho de metal.
-Al oeste.-Dio orden Shikamaru y Temari acató poniendo como barrera su abanico.
-¿Puedes levantarte? No podré ir tras él mientras estas en el centro y con desventaja.-Dijo Temari que le estaba hartando de solo tener que seguir ordenes y usar su abanico como escudo.
-Intentaré.-Dijo Shikamaru que probó poner todo su peso en sus pies para levantarse, pero la sensación era como si esa parte de su cuerpo no existiera, era bastante raro, y el dolor era soportable, más soportable que el que tenía en sus brazos, y muslos, que posiblemente la herida era grande y profunda porque le dolía demasiado. Intento dar un paso, pero la nula sensación lo hizo besar la nieve, no podía sentir si sus pies toca el suelo. Tuvo que quitarse las vendas para poder caminar hasta uno de los árboles que podría darle protección temporal hasta que le surja una idea.
Su vista estaba empeñada, achicó los ojos y se forzó en distinguir si atrás de los árboles le esperaba el enemigo, pero al escuchar las pausas del ataque que lanzaba a Temari, dedujo que era solo un enemigo.
-Solo es un enemigo.-Le dijo a Temari mientras se arrastraba hasta estar detrás de un árbol. Pudo respirar cuando se acostó en el árbol, miro de reojo lo que sucedía detrás suyo. Temari se adentró al bosque con el objetivo de perseguirlo.
Shikamaru intento buscar alguna arma entre su abrigo, no encontró ninguna, ni siquiera la daga que le habían regalado cuando cumplió la mayoría de edad, la cual ni una vez la dejaba. Supuso que su enemigo se la había quitado en algún momento. Ni siquiera sabía quién era su enemigo, no tenía ni una idea de cómo era, de cual era sus debilidades. Y si no hacía algo pronto, la que terminaría muerta sería Temari.
Tomo un largo suspiro para tranquilizarse. Busco la forma de atraparlo. Cerro los ojos y se concentró en buscar la ubicación de Temari por los sonidos, al escuchar el inconfundible ruido de metal contra metal, pudo saber por el eco que se había alejado un poco del lugar donde estaba.
Miro otra vez atrás, ahí estaba la cosa donde lo quería meter, además de un muñeco grande con cuchillas largas en vez de dedos. Llevo su mano a su garganta, la sangre que había brotado estaba congelada, agradeció el infernal frío.
Hizo un enorme esfuerzo para levantarse y correr hasta esos instrumentos de tortura, la tenebrosa figura que pensó que era las puertas del infierno, solo era una caja llena de púas de hierro adornando cada pared de su interior. El olor a carne podrida y azufre se debía al resto de carnes en descomposición de algún desafortunado sujeto que murió de la peor manera, la sangre rojiza adornaba las púas de hierro.
Observó las extremidades de la caja de tortura, parecían patas de arañas, pero al final de cada pata estaban cubiertas por un metal filoso, de ahí pudo ver su sangre congelada en forma de gota.
Intenta sacar una de sus extremidades, golpea con su pie para abajo, el dolor que sentía a cada golpe con la madera dura era como punzadas directas para su herida en el muslo. A la sexta vez se rindió. Volteo a ver las filosas cuchillas que habían estado en su garganta. No sabía si podía arrastrar el aparato que tenía una figura casi humana, la nieve que había caído durante las próximas horas cubrió el suelo con una capa más gruesa al suelo, podía ver que el aparato estaba enterrado en la nieve, aun así pudo ver el inicio de una rueda.
Con sus manos escarba la nieve para dejar libre la rueda del aparato. Una vez obtenido empuja el aparato hasta la caja, solo necesitaba una de esas filosas extremidades, podía usarla como un cuchillo o espada. Pero la espesa nieve le estaba impidiendo su objetivo.
-Parece que necesitas ayuda.-Humedeció sus labios partidos por el frío. Al voltear se encontró con Kankuro, eso no lo alivio, no sabía quién era su enemigo, no podía confiar en nadie más que en Temari. Pero el ruido lejano de las espadas y el saber de antemano de que sólo era un enemigo lo tranquilizó, pero no bajo la guardia.-Temari está peleando.-Dijo Kankuro en un tono molesto.-Esa mujer no se puede quedar quieta.
-Ayúdame a mover esto, si cortamos uno de estos filosos brazos, podemos usarlo como armas.
-Bien, aunque es un desperdicio.-Dijo kankuro que miraba con mucho interés los artefactos de tortura.
...
Aprieta los dientes para no soltar un grito por el dolor de sentir como la filosa hoja de la espada le hacía un fino y delgado corte a su costado.
De un salto retrocede, y vuelve a sonreír de forma altanera. Apunta con su abanico al sujeto que tenía enfrente, cubierto por una tela que cubría su identidad, dejando solo ver sus ojos grandes y decorados por abundantes pestañas.
-Ya basta de juegos.-Dijo Temari.-Crees que subestimando ganarás, o conseguirás una clase de perdón al atraparte. Estas contra la pared, sabes muy bien que atentar la vida de uno de nuestros aldeanos sin ni un previo acuerdo de pelea, está en contra de nuestras leyes. El líder solo ordenará la decapitación para ti cuando te atrape, es mejor que des lo mejor en esta lucha, Sasori.
Los ojos cafés se abrieron de sorpresa por un segundo. El hombre se quita la tela que cubría su rostro, no tenía caso cubrirse si Temari ya sabía de quien era. Había intentado huir, pero ciertamente Temari no había dado otra opción que pelear.
-Vamos Temari.-Dijo Sasori con su sonrisa más atractiva, el cual no hizo efecto en la rubia.-Shikamaru no es parte de nuestra Tribu, lo escuche de la boca de tu padre.
-Está casado conmigo, la unión lo hicimos de acuerdo a lo que dicta los dioses y nuestros ancestros.-Dijo Temari alzando su espada.-Además, Shikamaru trajo más beneficio que tú, y ha hecho que Gaara sea el sucesor de mi padre sin importar lo que digan los ancianos.-Sonríe de lado. -No me digas que es por eso por lo que lo quieres matar. Mi padre está bastante contento con él.
-Hm.-Sasori había borrado su sonrisa ante las palabras de Temari. Su mirada era neutral, algo que siempre le inquietaba a Temari porque no sabía lo que estaba pensando.-Si es como tú dices, entonces, ¿Por qué tu padre le dio a elegir a Shikamaru, tu esposo, el irse a su pueblo natal cuando Gaara se case?-Pregunta y sonríe al notar que Temari estaba impactada.
-Eso es una mentira, piensas que así lograrás distraerme.-furiosa Temari se lanza contra él para blandir su espada, pero fue contraatacado por la espada del pelirrojo que sonríe con descaro.
-Yo mismo lo escuche, y Shikamaru estaba de acuerdo, solo si tu padre aceptará una alianza con su pueblo natal, de esa forma él podría sentirse seguro el volver con los suyos. Tu padre le dio su palabra.
-Cállate.-Temari le da una patada en el abdomen, y vuelve a la carga con la intención ya no de dejarlo inválido para que el líder le diera el castigo enfrente de todos, ella misma le daría muerte.
-Oye!-Dijo Sasori divertido frenando todos los ataque de Temari con su espada.-No es conmigo que debes estar molesta, sino con tu padre y Shikamaru. Hasta le pregunte a tu padre si era conveniente dejarlo ir, y él dijo que ya no nos sirve. Tal vez se dio cuenta que la locura lo estaba consumiendo.-Suelta una carcajada.
-¡Fuiste tú el que envenenaste a Shikamaru!
-Lista como siempre.-Burló para luego golpear su vientre con el mango de su espada. Temari escupió saliva con un poco de sangre. El golpe que recibió fue tan fuerte que la hizo doblar.-Y me has decepcionado.-Sasori obliga que Temari levante el rostro con su espada debajo de su mentón. El frío metal de la hoja con la punta muy cerca de su garganta no provocó temor en Temari, sino rabia e impotencia, había bajado la guardia, había dejado que sus palabras le afecten.-Creí que como primogénita del guerrero más fuerte de Suna, del temeroso líder de Suna, podrías darme más pelea, pero eres una inútil, bien lo dijo tu padre.
Temari lo mira furiosa, no permitía ni iba a permitir que la insulten. Lanza su abanico que tenía en mano, que había avanzado con sigilo hasta la parte posterior hasta alcanzarlo.
Sasori no pudo reaccionar rápido, ya que al intentar protegerse con su espada interponiendo en el trayecto del abanico, Temari en ese justo momento alzaba su espada para clavarle en su pecho, por lo que tuvo que poner toda su atención en la espada, y esquivar el abanico.
El pelirrojo sintió un profundo corte casi cerca de su ojo y su oreja le ardía. El abanico había rasguñado su perfecto rostro y cortado gran parte de su oreja.
-Nada mal para ser una inútil.-Se burló Sasori. Temari enardecida por el enojo usa toda su fuerza para blandir su espada contra él, haciendo que retroceda.
Sasori no se esperó tal magnitud de fuerza de parte de la rubia ni menos una patada en el rostro, directo en la nariz, que lo manda volar, cae de espaldas al suelo. Furioso por tal humillación, por sentir una viscosa sustancia derramar en su nariz fracturada, se levanta de golpe, alza su espada y saca otra que tiene una forma ondulada en la punta, con la segunda espada intenta rebanar su cabeza, pero Temari veloz como siempre decía, le esquiva, aunque con dificultad.
Sin duda Sasori era un hombre con más experiencia en batalla que ella, la estaba arrinconado.
Al retroceder de nuevo, una raíz de un árbol la hace caer de trasero. Al levantar la vista se encuentra con un enardecido pelirrojo con los ojos enloquecidos por la furia de la humillación, alzando la espada a lo alto para clavarle sobre su cabeza, sabía que, si intentaba usar su espada como un escudo, no llegaría a tiempo, por lo que ella tomó su espada y la dirigió a la garganta del pelirrojo, no le importaba morir al menos se llevaría a él. Shikamaru podría vivir tranquilamente y hasta podía regresar a su pueblo natal como un héroe al lograr ser aliada de una tribu muy problemática, ríe al recordar como Shikamaru había llamado a su tribu, a su gente.
Sasori soltó un aullido de dolor, y antes que la punta de la espada de Temari toque su garganta y la espada de él siga su curso, una fuerza lo hizo retroceder. Temari al parpadear se encontró con la vista rojiza y a Sasori siendo arrastrado lejos de ella. Al llevar la mano arriba de su ojo, siente en su mano una viscosa, húmedo y cálida sustancia espesa, al bajar la mano para saber mejor de que se trataba, se dio cuenta que era sangre, pero no era suya, sino de Sasori que tenía sus brazos y piernas clavados por una punta de acero que lo atravesó, provocando que Temari se bañe de su sangre.
-¡Temari!-Al subir la mirada se encontró con Shikamaru que corría con torpeza hacia ella. Se agachó y busco alguna herida grave en ella. Suspira al saber que solo tenía ligeros cortes y golpes que no eran serios.-Me alegra que llegamos a tiempo.-Dijo más tranquilo.-Vamos, que me muero de frío.
-Debiste de tomar la propuesta de mi padre, dejarnos esto a nosotros y mientras que te llevan un lugar seguro.-Temari reconoció esa voz, era Gaara. Al salir de la sorpresa se dio cuenta que su padre y sus hermanos con Baki y un pequeño escuadrón de los guerreros de la tribu Arenaestaban ahí. La anciana Chiyo también estaba, aunque esta tenía un semblante alicaído mirando de lejos a Sasori que estaba siendo apresado por Baki y tres hombres mientras su padre supervisaba la zona.
-Ha terminado.-Dijo en un tono bajo Temari.
-No para Sasori.-Dijo Kankuro que tenía la mirada sería hacia el que fue su maestro.-Enfrentará un juicio por su delito.
-¿Juicio?-Pregunta indignada Temari levantándose de golpe.-Es obvio que es culpable, atacó a uno de nuestros hombres, además que lo estaba envenenando.
-Temari.-Llamo Gaara.-Yo también veo a Shikamaru parte de nuestra tribu, pero a los ojos de otros, sigue siendo un forastero. Sasori fue y es un guerrero que ha dado su vida por nuestra tribu, si el líder lo decapita sin un juicio, la tribu se dividirá.
Temari sabía muy bien a que se refería Gaara, una guerra interna no era bienvenida en estos momentos. Pero se sentía impotente, indignada, para ella, Sasori era un asesino y un peligro para su gente, debía morir de la peor manera, enfrente de todos con una filosa espada atravesando su cuello.
Furiosa apartó a sus hermanos y camino de regreso a su casa, Shikamaru la siguió desde atrás, a paso torpe, aún tenía sus pies congelados y la herida congelada pero abierta, le dolía un montón pero no quiso ser atendido no sin antes no ver con sus propios ojos que su problemática estuviera sana y salva.
Hola, primero me disculpo por la demora, lo siento mucho. Este capítulo me costó un tango porque le quería agregar un poco de terror psicológico, espero que me haya salido bien jejejk
Agradezco a mi Beta Winnyz, el capítulo fue muy largo, pero aún así gracias por las correcciones. Cuídate mucho.
GhienaG.na: me hace muy feliz saber que te gusta mucho esta historia, y te pido una disculpa por la demora de la actualización.
aynaziz: lo siento por la tardanza de actualizar la historia, espero que este capítulo te haya gustado, y Shikamaru sufrió pero se salvó gracias a Temari que siempre lo está salvando del filo de la muerte Hahah
Nos vemos en el siguiente capítulo. Se cuidan.
