Capitulo 25

-¿Estás enojado, Levi?

-No.

-No te creo -dijo Hange-. ¡No me has hablado en todo el viaje!

-Soy un hombre de pocas palabras -resolvió decir el capitán, y golpeó el anca de su caballo para apresurar el paso.

Los dos soldados habían llegado a Stohess alrededor de las diez de la mañana. Durante todo el trayecto, Hange le pidió perdón a Levi por su comportamiento del día anterior e intentó hacer como si nada hubiera sucedido. La soldado hablaba a más no poder de un montón de cosas absurdas y sin sentido mientras Levi se limitaba a fingir que la escuchaba en silencio, pero lo cierto es que no le prestaba atención. Estaba enojado. Muy enojado.

Hange no tenía idea lo difícil que era para él expresar sus emociones. Luego de que al fin había tomado el valor necesario para besarla, lo rechazó de una manera estúpida y humillante. ¿Qué persona en su sano juicio se pone a hablar de naranjas y músculos después de un beso? ¿Qué era eso de que tenía otras prioridades antes que un novio? ¡Además ni siquiera quería ser su novio! ¡Era una idiota!

Habiendo tantas mujeres en la Legión, Levi se maldijo a si mismo por fijarse en la más rara, excéntrica y lunática de todas. El capitán deseaba con urgencia que sus sentimientos hacia ella se terminaran de una vez por todas. Él no podía desear a Hange. Tampoco debía quererla. Ella lo iba a lastimar y el capitán no tenía ánimos de sufrir por una mujer. Le resultaba patético sufrir por amor. Miserable. ¡No iba a perder el tiempo con Hange!

Levi se dio cuenta que la líder de escuadrón jamás dejaría de lado su amor por la ciencia y los titanes. Le parecía perfecto que luche por sus sueños, pero ella estaba obsesionada y su obsesión no le permitía ver otra cosa que no esté relacionado con sus ansias de conocimiento.

Esa noche, el capitán estaba perdido. No tenía idea hacia dónde dirigirse. El exterior era un caos y Levi quería estar lo más alejado posible de los asuntos vinculados con la Policía Interior. Después de descubrir que Paige era participe de los asesinatos, el capitán tenía miedo de que tarde o temprano se descubriera que un ex miembro de la Legión de Reconocimiento perpetraba los asesinatos. Levi no quiso cavilar al respecto. Esperaría a las órdenes de Erwin. Al final de cuentas, el comandante siempre le encontraba solución a los problemas. Era su especialidad resolver y redimir.

El joven permaneció matando el tiempo en el hall del hotel mientras leía ediciones anteriores del diario de Mitras. Aguardó unas horas a que Hange se durmiera y cuando regresó a su habitación, la encontró babeando y roncando en su cama, con las gafas torcidas sobre el puente de la nariz y el edredón hecho un revoltijo bajo sus medias sucias.

Levi le quitó la gafas, las guardó en su portafolio y arropó con cuidado a la chica con las sábanas y el edredón. Después, volvió a sentarse en una de las sillas, cerró los ojos y se durmió. A lo largo de dos años, el capitán había adquirido nuevas costumbres: se bañaba cada vez más rápido y dormía entre dos a cuatro horas diarias sentado en una silla. Desconocía porque le costaba tanto conciliar el sueño tumbado en la cama. Solo notó que mientras más activa estaba su mente, más rápido llegaba a dormirse durante la noche.

-¡Bienvenidos! - les dijo Moblit, apenas pasaron por la puerta del recinto-. ¿Cómo les fue?

-Pésimo -fue lo único que dijo Levi.

El capitán dejó su yegua en los establos, la apeó y enfiló hacia el edificio principal. Hange hizo lo mismo solo que Moblit la taladró con preguntas desde los establos hasta el dificio principal. El subteniente se mostraba disconforme y quería saber por qué la líder de escuadrón no había conseguido el laboratorio que tanto esperaba.

Conan recibió a Levi, abrazando una canasta, a pocos metros de la entrada. La imagen de Paige se le vino a la mente. La culpa hizo que tragara saliva con fuerza. Al capitán le resultaba increíble pensar que ese chico había estado sufriendo en vano. ¿Cómo reaccionaría el día que se enterase que la mujer por la que tanto lloró estaba viva y era una zorra asesina?

-¡Capitán! -saludó, animadamente el soldado.

-¿Donde están los demás? -preguntó Levi.

-En la zona oeste, en entrenamiento -dijo Conan-. ¡Fenrir está entrenando a los novatos!

Levi bajó la mirada hacia la canasta que Conan sostenía. Estaba cubierta por una especie de manta raída.

-¿Qué llevas ahí?

-Naranjas.

-¿Naranjas?

Conan retiró la manta.

-¡Sí! -afirmó con alegría, y sostuvo una con la mano-. Las trajo Nifa. Su familia tiene una huerta. ¡Son riquísimas! Las voy a llevar a la cocina para hacer jugo ¿Qué haces?

Levi le arrebató de un manotazo la naranja a Conan y giró sobre sus pasos.

-¡Cuatro ojos! -el capitán se acercó a Hange, aún hablando con Moblit a sus espaldas. Los dos soldados desviaron la atención hacia Levi y detuvieron la - la chica lo observó muy confundida, agarró la fruta e inmediatamente toda su cara se inundó de un rubor virulento-. Que la disfrutes.

Hange le mantuvo la mirada firme a Levi, echando chispas por los ojos y apretando con furia sus dientes.

-Eres un...

El soldado no la quiso escuchar, dio media vuelta y se sumergió a zancadas al edificio principal. Conan fue detrás de él, pero se desvió hacia la cocina. Levi se reunió con su escuadrón al cabo de un rato. Al llegar, se topó con Fenrir impartiéndole órdenes a un grupo nuevo de soldados. El chico se había recuperado de sus quemaduras y solo tenía alguna que otra cicatriz que cuidaba de exponer a los rayos del sol. Hunter, Petra, Auruo, Erd y Gunther tambien estaban allí. Los jóvenes se encontraban sentados en un banco de madera, bajo la sombra de un sauce gigante.

-¡Cuarenta abdominales en posición bicho muerto! ¡Ya! -ordenó Fenrir, mientras controlaba el tiempo con un reloj de bolsillo.

-Fenrir realmente se emociona demasiado -le dijo Petra a Hunter mientras observaba a los novatos sudar y quejarse ante los gritos de su compañero.

Hunter se rascó la nuca.

-Es que le encanta los ejercicios de fuerza.

Auruo soltó una carcajada forzada.

-Desconozco los motivos por los cuales no estoy entrenando a los novatos, pero desde luego -se puso de pie y peinó hacia atrás su cabello ceniciento-. Ellos se pierden a alguien tan fuerte y habilidoso como yo. ¡Ja! ¡Mírenlos! ¡Están muertos de miedo y eso que aún no han tenido ni la mitad de los entrenamientos duros!

Hunter se inclinó hacia Gunther.

-¿Por qué habla así?

-Está imitando al capitán Levi de nuevo -murmuró Gunther.

-¡Capitán Levi! -Petra fue la primera en notar la presencia del capitán detrás suyo-. ¡Ha regresado! ¿Cómo le ha ido?

-No muy bien -dijo Levi, y vago la mirada por el lugar-. ¿Adónde está Sean?

-Limpiando los barracones -contestó Hunter-. ¿Hasta cuándo lo vas a torturar por lo que sucedió en Karanesse?

-¡Mira! ¡Ahí viene! -dijo Erd, señalando a Sean y Conan que entraban por una poterna hacia la zona oeste. Cuando Sean, ataviado con un delantal y una pañoleta blanca, vio a Levi, se tensó como una cuerda y lo saludó con la posición de atención. Por su parte, Conan pasó de Levi y se dirigió hacia Petra, todavía sentada en el banco de madera. El joven corrió del medio a Erd y Gunther, tomó asiento al lado de la chica y le echó un brazo encima del hombro.

-¡Hola, Petra! -espetó, cruzando las piernas y agravando la voz de una forma ridícula-. ¡Qué linda te ves hoy! Tu bello rostro impoluto ilumina mis días y mis noches. Tus ojos son tan dulces como el azúcar y tus labios... ¡Oh! ¡Tus bellos labios!

Petra se mostraba incómoda ante los inoportunos halagos de su compañero.

-Conan...

Hunter se golpeó la frente.

-Ya empezó.

Conan interrumpió a Petra y entrelazó sus dedos con los de ella. Luego, colocó ambas manos juntas sobre su pecho.

-¡Mi corazón es tuyo desde el primer momento que te vi, Petra! -le confesó-. ¿Quieres casarte conmigo? ¡Tu luna de miel será maravillosa! ¡Y nuestros hijos se llamarán Alice y Andrew! ¿Tu madre no quiere ser mi suegra? Sé que tu padre me amará porque...

-Desde que Paige ha muerto se ha convertido en un tremendo idiota -Sean estaba abochornado y negaba con la cabeza mientras veía como Petra empujaba a Conan para sacárselo de encima.

-¡Oye! -gruñó Auruo, de pie frente a Conan. Erd y Gunther empezaron a reírse-. ¡Deja en paz a Petra! ¡Ella no quiere salir contigo!

Conan frunció el ceño.

-¡Cállate, viejo verde! ¡Muérdete la lengua!

Auruo lo tomó por el cuello de su uniforme.

-¿Qué dijiste, cara de buitre? -escupió, a escasos centímetros de su cara.

-Sean -dijo Levi, regresando sobre sus pasos-. Sepáralos.

-¡Chicos! -intervino Petra-. ¡No peleen!

-¡Ya vas a ver! -gritaba Auruo- ¡Voy a romperte la cara!

Conan rio con un exagerado sarcasmo.

-¡Atrévete!

Levi ingresó al edificio principal, dejando atrás a su escuadrón. En el camino, se cruzó con la unidad de Hange y Mike que se unían con otros soldados a la zona oeste para entrenar. El capitán saludó a ambos escuadrones y se dirigió hacia la oficina del comandante.

Erwin se mostró sorprendido al verlo. Como de costumbre, estaba trabajando en su escritorio, observando el mapa de Karanesse mientras hacia unas anotaciones con una pluma estilográfica. Los visillos de la habitación se hallaban deslizados y el sol que entraba por el ventanal caía sobre el comandante, haciendo relucir el cabello rubio y los ojos azules de Erwin.

-Pensé que volverían mañana por la mañana -comentó el comandante tan pronto Levi cerró la puerta a sus espaldas.

-Cambio de planes -el capitán suspiró y se paró frente al gran ventanal. Los días soleados eran frecuentes con la llegada de la primavera-. Hubo un ataque a la Policía Interior frente a nuestras narices -Levi miró por el rabillo del ojo al comandante, que lo observaba con atención.

-¿Hubo muchas bajas? -se intrigó por saber Erwin.

-Doce víctimas fatales y cuatro heridos.

-Un número para nada intimidante teniendo en cuenta nuestras propias bajas semanales.

El capitán se volvió en redondo y reclinó su cuerpo contra el escritorio del comandante.

-Erwin -el tono de voz era monótono-. Paige está viva.

Erwin mostró un ligero aturdimiento.

-¿Paige? -repitió Erwin-. ¿Te refieres a Paige Stone?

-Sí -reconoció el capitán-. Está viva y es una de las asesinas de la Policía Interior.

Levi estudió a Erwin con expectativa. El comandante permaneció callado, con el ceño fruncido y la boca hecha una delgada línea inamovible. ¿Había alguna noticia que lo sorprendiera? ¡Parecía que nada podía truncar ese gesto determinado y solemne!

Erwin ladeó la cabeza y entonces preguntó:

-¿Quién más lo sabe?

-Hange -dijo Levi-. ¿Qué harás al respecto?

-Nada - respondió Erwin-. No es asunto nuestro. El objetivo de la Legión es salvar a la humanidad de los titanes, no de sus propios humanos.

La respuesta hizo que Levi juntara el entrecejo de manera involuntaria.

-¿Y para qué me has pedido que averigüe lo que sucedía en Mitras? - quiso saber el capitán. Su voz de tono era duro, pero no estaba enojado. No con él.

-Supuse que había alguna fuerza involucrada - explicó Erwin con sencillez-. De hecho, lo está. Si Paige está viva significa que alguien plantó un cuerpo e hizo pasarla por muerta. Estoy seguro de lo que sea que se esté gestando en Mitras tiene a la Policía Interior involucrada.

Levi no estaba muy seguro de esa teoría. ¿Cuál era el objetivo de matar a los miembros de la Policía Interior? ¿Qué conseguían haciéndolo?

-Paige enloqueció, Erwin -soltó Levi-. No te imaginas a la mujer que vi.

Para el comandante que Paige haya enloquecido era intrascendente.

-¿No te ha dicho adónde ha estado todo este tiempo?

-No ha dicho nada -replicó el capitán-. Solo me disparó y dijo que si no queríamos morir, que te mantengas al margen. Supongo que no tienes muchos admiradores en Mitras, Erwin.

-Eso es lo tuyo, Levi -bromeó Erwin. El capitán contuvo el impulso de reírse por lo que el hombre dijo a continuación-: No nos involucraremos. Es mi última palabra. Le avisaré a Mike para que esté al tanto, pero... preferiría que se mantenga en secreto lo de Paige, Levi. No queremos que esta información llegue a oídos equivocados. Luego hablaré con Hange -el comandante se acomodó en su silla-. Continuaré con este plano. Si quieres, puedes ayudarme a preparar la formación para la próxima expedición.

El capitán enderezó la postura y exhaló.

-No -contestó-. Preferiría pasar tiempo con mi escuadrón. Son unos idiotas sin mí.

Erwin sonrió de lado.

-Se nota que les tienes aprecio a esos chicos.

Levi encogió los hombros, pero decidió no responder. El capitán conocía lo que Erwin creía acerca de los vínculos y las relaciones entre los miembros de la Legión. Era un hombre que valoraba la lealtad, el patriotismo y el compañerismo, pero no veía con buenos ojos el hecho de involucrarse más de lo permitido.

Lo cierto era que después de dos años, el capitán se había encariñado de verdad con sus colegas. Eran muy diferentes entre ellos, pero los unían sus buenas intenciones y sus aspiraciones de superarse día a día. Los soldados tenían un gran espíritu de supervivencia y amistad. Sean destacaba por su inteligencia y Conan por su lealtad y sentido del humor. Hunter era más bien sensible y empático y Fenrir fuerte y valiente. Los cuatro trabajan bien juntos y se cuidaban los unos a los otros.

-¡La tropa 101 es una mierda! -sentenció Fenrir, clavando el tenedor en un pedazo de carne para arrastrarlo a su plato. Había caído la noche en el recinto y era la hora de la cena cuando Levi y sus cuatros subordinados se hallaban sentados alrededor de una mesa-. ¡Unos debiluchos! ¡Bebés de mamá! ¡Luego lee mi informe, Levi! ¡Debe hacerlos sudar sangre!

-Sangre sudarás tú cuando veas quién se dirige hacia aquí -comentó Hunter divertido, mientras regresaba la vista a un libro que Levi no conocía para nada. El capitán creyó leer la palabra cocina y agua dentro de una misma línea.

Fenrir parpadeó confundido y siguió la dirección de las miradas joviales de Conan y Sean, ambos ubicados frente a él. Al joven lo asaltó un pánico notable que se expresó en su atolondrado comportamiento.

-¡Por las murallas! - exclamó, giró en redondo y se precipitó a terminar la cena lo más rápido posible hasta que Nifa llegó.

-¡Hola, Fenrir! -saludó la chica. El joven derrumbó los hombros con desánimo-. ¿Qué tal tu día? ¡He visto que has entrenado a los novatos! ¡Eres tan lindo y fuerte!

Conan, Sean y Hunter rompieron a reírse al escuchar el comentario de la soldado. Fenrir los miró con recelo. Tomó aire, exhaló y, con un semblante tranquilo, se volvió hacia la chica.

-Mi día estuvo bien.

-¡Qué bueno! -se emocionó ella-. ¡Mi día también ha estado muy bien! ¿Has probado las frutas de la huerta de mi familia? ¡Traje naranjas y mandarinas!

-No

Nifa hizo una mueca de desilusión.

-¡Oh! ¡Qué pena! -lamentó la joven-. Bueno, el mes que viene traigo más. ¡Mamá está muy ansiosa por conocerte!

Hunter casi escupe el jugo de naranja que estaba bebiendo. Sean y Conan ya ni siquiera disimulaban que se estaban divirtiendo con la humillación que atormentaba a Fenrir. Nifa no se percataba de la reacción de sus compañeros y, si lo hacía, los ignoraba demasiado bien.

-¿¡Qué!? - se alarmó Fenrir.

-Sí -continuó la soldado, y esbozó una sonrisa radiante-. Les dije que mi futuro novio se llama Fenrir Rei y están muy feliz por nosotros dos.

La mandíbula de Fenrir cayó y se cerró por el enojo.

-¿Nosotros? -repitió con estupefacción-. Nifa...

-¡Oh! -lo cortó ella, señalando un espacio vacío entre Hunter y Fenrir-. ¿Me puedo sentar aquí?

-No -contestó Fenrir-. Estamos esperando a Petra.

Nifa indicó otra silla vacía entre Conan y el capitán Levi.

-¿Y aquí?

-Ahí se sienta Erd - farfullo Fenrir-. ¡Están todos los espacios ocupados! ¡Vuelve con tus amigos!

Desde el extremo de la mesa, el capitán Levi habló con calma mientras se servía un poco de té.

-Eso no es verdad.

A Levi también le resultaba divertido ver la desesperación de Fenrir por sacarse de encima a Nifa. A decir verdad, el capitán creía que a Fenrir no le caía tan mal la joven como le hacía ver a sus amigos. De hecho, Nifa era la única que siempre se preocupaba por él y, en una oportunidad, hasta llegó a hacerlo sonreír. En ocasiones, el vinculo entre Fenrir y Nifa le recordaba al suyo con Hange. Levi se tensó por el pensamiento. ¿Qué vinculo? ¡No había ningún vínculo!

-Ven, siéntate conmigo - le ofreció Conan, trayendo una silla de una mesa contigua.

Nifa pegó un brinco de alegría.

-¡Gracias Conan! ¡Eres muy amable, a pesar de ser un baboso!

-Gracias por el cumplido, Nifa -dijo el soldado con bonchorno. Hunter y Sean volvieron a reírse entretanto a Fenrir estaba serio, con el ceño fruncido y la mandíbula tensada.

-¿Y Hange? -preguntó Sean mientras tragaba la cena. Al capitán se le encogió el estómago con la simple mención de la líder de escuadrón-. ¡No la he visto en todo el día!

Nifa se acomodó en su asiento. Llevó el cabello rojizo detrás de las orejas y cortó dos trozos de carne antes de llevárselos a la boca. Fenrir observaba a su compañera con los ojos entornados.

-¡Está un poco desanimada! - sostuvo la soldado, luego de un rato-. Abel y Keiji creen que va ser difícil que consiga su laboratorio, pero no pierdo las esperanzas. ¡Hange siempre consigue lo que quiere!

Conan se inclinó hacia Nifa y hablo en voz baja, como si estuviese contándole un secreto.

-¡Oye, Nifa! -la llamó el joven- ¿Es verdad que sale con Moblit?

Al capitán lo colmaron los celos, pero disimuló su malestar manteniéndose en silencio y escuchando la conversación entre sus subordinados. ¿Por qué siempre preguntaban lo mismo? ¡A Hange no le gustaba Moblit! ¿Es qué eran idiotas?

-Ya sabes -Sean le guiñó un ojo a Conan-, son muy cercanos.

Nifa reflexionó un momento.

-Lo cierto es que Hange nunca habla de sus asuntos personales.

Hunter, que había dejado de leer, levantó la cabeza y tomó otro puñado de puré de zanahoria con la cuchara. La comida estaba dispuesta en el centro de la mesa y al alcance de los seis jóvenes.

-Bueno -expresó, sirviéndose la ración en su plato-, pero sabes que Moblit está enamorado de ella, ¿verdad?

La chica negó con la cabeza.

-No lo sé -dijo-, creo que la cuida como si fuera una hermana, de hecho -Nifa tamborileó los dedos sobre su cara-. Creo que el capitán Levi es más cercano a la Mayor Hange.

Sorprendido por el comentario de Nifa, el capitán se quedó estoico y con la taza de té sobre los labios. Los cuatros soldados en la mesa giraron la cabeza, le echaron un vistazo fugaz a Levi y se volvieron hacia Nifa de nuevo.

-¿Por qué lo dices? -se intrigó Fenrir.

-Bueno -Nifa se ruborizó de golpe, agachó la cabeza y su pequeña figura se tornó aún más diminuta. Tenía la vista fija en su regazo y las manos apretadas entre las rodillas-. Si no mal recuerdo, la Mayor Hange una vez nos dijo que Levi la bañó.

De repente, en la mesa se hizo un silencio pesado y sepulcral. Levi era capaz de percibir el asombro de sus amigos a través de las respiraciones agitadas y los gemidos de sus bocas abiertas.

Conan gritó y salió trinando de su silla.

-¿Qué? -demandó, y se dirigió al capitán-. ¿Cuál es el truco? ¡Quiero bañar a Petra!

Sean le propinó un golpe en la cabeza a Conan para que cerrara la boca y lo obligó a sentarse de nuevo. Una vez que Conan regresó a su lugar, Sean lanzó unas miradas nerviosas a su alrededor, como fijándose si el resto de sus colegas los estaban escuchando, y después le habló a Levi.

-¡Capitán! -exclamó Sean con la cara enrojecida-. ¡Explíquese!

Levi se dispuso a mantener el aplomo, dejó la taza de té sobre la mesa y se limpió las manos con su pañuelo blanco.

-¿Qué debo explicar? -preguntó el capitán. No entendía por qué tanto escándalo ¡Fue un simple baño!

-¿Cómo qué? -Conan estaba demasiado excitado-. ¡Asuma su responsabilidad como hombre! ¿Hasta qué base llegó con la Mayor Hange? - preguntó, y en un arrebato, el joven abrazó a Levi-. ¡Siempre lo he admirado, capitán! ¡Es el mejor! ¡Es el más fuerte y popular! ¿Cómo hizo para tener sexo con Hange?

Levi le enarcó una ceja a Conan. Si supieran que apenas la pudo besar y la chica empezó hablar de naranjas y titanes de seguro se decepcionarían.

Hunter alargó el brazo y tiró de la oreja de Conan para separarlo del capitán.

-¡Deja de hacer el ridículo!

-Entonces... -Sean aclaró la garganta-. ¿La Mayor Hange y tú... son novios?

-No -contestó Levi, y lo dijo más enojado de lo que esperaba.

-¿Y qué son? -preguntó Hunter.

-Compañeros de trabajo.

-¡No te creo! -dijo Conan-. ¡Son como Sean y Lynne! Parecen fríos entre ellos y después andan por ahí haciendo sus cosas.

Hunter, que estaba comiendo un pedazo de carne, se atragantó y tuvo que beber de un tirón su jugo para poder respirar. Se había puesto violeta. Conan le dio palmadas en la espalda para ayudarlo a que vuelva en sí. Sus ojos se habían llenado de lágrimas.

-Cierra la boca, Conan -masculló Sean-. Eres inoportuno.

-¿Y qué es lo que hacen Sean con Lynne? -preguntó Nifa-. Es tu novia, ¿verdad?

Sean se revolvió el cabello rubio.
-Sí -afirmó-. Hemos empezado a salir a fines del año pasado. Pero no le creas a Conan ¡Es un exagerado!

Levi observó por el rabillo del ojo como Hunter se esforzaba por mantener la atención en su libro. Desde que Sean y Lynne habían empezado a salir, el soldado se había vuelto más silencioso y huraño. Hunter siempre había sido divertido y parlanchín, sin embargo era como si de repente esa parte de su vida ya no existiera más y ahora a gatas asentía o hacia algún que otro comentario al azar.

Conan insistía con que Hunter debía confesarle sus sentimientos a Sean, pero el soldado se rehusaba a que su amigo supiera la verdad. Hunter se limitaba a observar en silencio la felicidad de Sean mientras él estaba decaído y triste. ¿Así que eso era sufrir por amor? ¿Ver la felicidad del otro sin ser uno mismo feliz?

Conan esbozó una mueca traviesa.

-¡Eso no es verdad! -chilló-. Verás, Nifa cuando un hombre y una mujer...

-¡Ah! ¡Sí, ya lo sé! -exclamó Nifa, y miró a su compañero-. Fenrir, ¿te gustaría...?

Conan no la dejó terminar de hablar. El joven corrió a su lado y lo sacudió por los hombros a Fenrir.

-¡Fenrir, imbécil! -chilló-. ¡Una chica guapa te pide que tengas sexo con ella! ¡Maldito afortunado! ¿Qué vas a responderle, idiota?

Fenrir se sonrojó tanto que Levi creyó que le había subido la presión y se iba a desmayar ahí puño de Fenrir salió disparado hacia la nariz de Conan en cuestión de segundos. El joven gimió, se echó hacia atrás y soltó a su amigo. Conan se sobó la nariz que comenzó a sangrarle mientras Fenirir se incorporaba hecho una furia.

-¿Por qué siempre me golpean en la nariz? -farfulló Conan.

-Me voy -anunció Fenrir, entre dientes.

Nifa balbuceó.

-¿Por qué? -indagó la joven- ¡Recién he llegado!

-Por eso mismo -la sinceridad de Fenrir hirió a Nifa-. Buenas noches.

La chica siguió con la mirada al soldado hasta que cruzó las mesas y se perdió por la puerta del comedor. Nifa soltó aire. La mueca sonriente de la chica era ahora lánguida y apenada. Conan deslizó el cuerpo al lado de Nifa y acomodó la silla a la vez que con una mano se apretaba su nariz lastimada.

-Nifa -empezó diciendo el chico on voz gangosa-, si Fenrir no te quiere, siempre puedes hallar consuelo en mí. ¡Yo te recibiré con los brazos abiertos!

Nifa se rio.

-¡Gracias, Conan! Pero no me gustas -contestó la chica-. Eres feo.

Sean y Hunter explotaron a carcajadas. Conan arqueó sus cejas.

-¡Yo no soy feo! -chilló. La sangre había empezado a colarse por sus dedos-. ¡Mirá mis ojos negros! ¡Son brillosos y hermosos!

-¿Y qué fue lo que pasó entre Hange y tú? -quiso saber Sean, volviéndose hacia Levi e ignorando a su mejor amigo.

El capitán se encogió de hombros.

-Nada

-¿Está seguro? -Conan entrecerró la mirada con escepticismo-. ¡Dinos la verdad! ¿Le gusta? ¿La quiere?

-Nada de eso -mintió Levi-. Es una simple compañera de trabajo.

Luego de convencer a sus subordinados que no había nada entre Hange y él, Levi subió a su oficina. Se dedicó a ordenar su habitación y a clasificar unos papeles, separando el rendimiento de los nuevos soldados con los más veteranos de la Legión, cuando Hange embistió la puerta y entró a trompicones a su oficina. ¿Es que esa mujer no sabía de privacidad?

-¡Levi! -gritó. El joven permaneció en su lugar, revisando el informe que Fenrir había hecho con respecto a los novatos-. ¡Mira lo que he creado! ¡Es un extractor de células! ¡Con este bebé podré sacar un poco de piel de titán para estudiar! ¿Qué te parece? ¿Levi? ¿Me estás escuchando?

-No me interesa -contestó el capitán, sin alzar la vista-. Estoy ocupado con el papeleo de los novatos.

-¡AH! ¡Eso! -exclamó-. Es un poco aburrido, ¿no?

-Es tu responsabilidad -le recordó Levi-. Es más importante que andar jugando a la científica sin tener un laboratorio.

-¡No juego a la científica! -refutó Hange-. ¡Soy una científica!

El capitán suspiró, pero no irguió la cabeza.

-¿Qué es lo que quieres?

-He venido a contarte algo importante para mí.

-Muy bien -expresó Levi, y le señaló la puerta-. Ya lo has hecho. Vete.

-¿Entiendes que con esto estaré más cerca de los titanes?

-No me importan los titanes.

Pasaron unos segundos y el capitán se percató de la vacilación de la chica. Extrañado por su conducta, levantó la mirada y se encontró a Hange con lágrimas en los ojos y los puños apretados a los costados de su cuerpo. Tenía una especie de jeringa en la mano que dejó sobre la mesa.

-¿Por que eres tan tonto? -soltó con la voz entrecortada-. ¡Me he sentido culpable todo el día por lo que pasó! ¿Podrías aunque sea cooperar para que continuemos siendo amigos?

-Seguimos siendo amigos, cuatro ojos -sostuvo Levi, y en verdad lo creía-. Solo estoy ocupado.

-¡Pues no parece! -dijo Hange- ¿Qué es lo que quieres que hagas? ¿Qué me arrodille a pedirte perdón? ¡No lo haré! ¡Eres un arrogante, engreído y egoísta! ¡Y lo peor es que te burlas de mí!

Ahora sí, Levi estaba enojado. Su rostro se ensombreció.

-Sal de mi oficina -ordenó.

Sin embargo, Hange no se movió. Tampoco se acobardó por los gestos fríos de Levi. Ella continuó firme, con determinación, desfogando su ira hacia el capitán. La chica inclinó el cuerpo y Levi instintivamente se incorporó para alejarse de su compañera.

-Te he dicho que tú me gustas, pero que tengo otras cosas en la cabeza - siguió diciendo la chica-. ¡Ni siquiera te has puesto a pensar que te valoro lo suficiente como para decirte que no me puedo dedicar a lo que sea que pase entre nosotros! Pero tú solo actúas como un niño ofendido cuando... ¡No te rechacé! Solo te quedas con mis defectos. Siempre ves mis defectos y jamás los tuyos.

-Eso no es verdad -gruñó Levi-. Vete. ¡Quiero trabajar!

-¡No me importa que estés enojado! -le confesó Hange-. ¿Sabes por qué? Porque cuando reflexiones sobre tu infantil comportamiento vas a volver a acercarte a mí. No me voy a esforzar más por ti, Levi. ¡Me cansé! -Hange temblaba de los nervios. Tenía el ceño muy hundido y respiraba con dificultad, como si hubiera gastado todo el aire de sus pulmones en despotricar contra él-. Nunca me pides perdón por las cosas que haces o dices. Puedo detallarte las veces en la que ignoré tus actitudes de mierda, pero tú... tú solo te fijas en ti mismo...

-¡Oh! ¡Qué bueno que los encuentro! -Mike apareció por el resquicio de la puerta, interrumpiendo la riña.

Hange y Levi quedaron de una pieza, como si los hubieran descubierto haciendo algo indebido o muy indecoroso. La chica tomó de un movimiento rápido su creación y, de espaldas a Mike, suspiró.

-¿Qué sucede? -preguntó Levi, rodeando su escritorio.

Mike se adentró en la oficina y lo observó al tiempo que su nariz se movía olfateando el aroma de ambos. Levi se preguntaba si podía percibir el embrollo emocional de los dos, pero no dijo nada al respecto.

-Erwin nos llamó a una reunión de urgencia.

Hange giró hacia Mike.

-¿Por?

-Se han robado todas las armas de la Policía Interior -dijo el soldado.

Hange y Levi intercambiaron miradas de preocupación. Ambos sabían lo que el otro estaba pensando.

Paige.

Muchas gracias a asph0delus por la edición de dedazos y tildes