A medida que pasan los días más me cuesta todo. Ni siquiera soy capaz de levantarme sola de los sitios. Estoy agotada, hambrienta, nerviosa y con un humor de perros. Me duele todo y me he convertido en una bola con patas marimandona que está constantemente de malhumor. Peeta prometió estar a mi lado y atenderme, y me enorgullece decir que no ha fallado a su promesa. A veces pienso que estará más que harto de mí, pero él sigue insistiendo en quedarse conmigo. Me consiente, básicamente (aunque también llevo a su hija dentro, así que me lo debe). No ha vuelto a tener ningún ataque, está demasiado ocupado complaciendo mis deseos que prácticamente no le dejo tiempo para nada más. No se queja cuando por las noches lo utilizo de cojín y lo muevo y moldeo hasta que me permite encontrar la postura perfecta o cuando lo aparto a patadas porque necesito espacio. Peeta me demuestra más que nunca cuánto me quiere, porque soportarme estos días es una verdadera proeza.
- ¿Qué pasa? –me pregunta al ver cómo suspiro.
- Hoy Willow está nerviosa –lleva todo el día dándome patadas y moviéndose agitadamente. Tener a un ser vivo dentro es una locura.
Toco la tripa para calmarla pero no lo consigo, solo siento sus patadas ahora en las palmas de mis manos. La pequeña tiene fuerza.
- Dale un respiro a mamá –dice él poniendo su mano también sobre mi tripa. "Mamá". Sigue sonándome bizarro, especialmente cuando lo dice él. A Peeta le gusta hablarle: cuando me hecho la siesta o simplemente descanso, él aprovecha para hablarle de cosas. Normalmente del mundo de fuera, el que solíamos conocer y que ya no existe, un mundo que no sé si mi hija llegará a ver si esta guerra se alarga mucho más–. Está muy grande, ya no puede faltar mucho… –dice mientras sigue palpando mi tripa inquieta.
- ¿Crees que se adelantará? –aún faltan unos días…
- Podría ser, yo ya no creo que esto pueda crecer mucho más.
- Si, a este paso podría salir andando ya –la idea de tenerla con nosotros me entusiasma y aterra a la vez.
- Quiero que nazca ya –digo molesta por el cansancio que me supone llevar esta tripa y por todos los cambios que ha pasado mi cuerpo. Aunque voy lista si creo que no voy a sufrir más cambios después de esto.
- Yo también, no puedo dejar de preguntarme qué carita tendrá –ese también es un buen motivo para querer que nazca, pero es que mi cuerpo se ha deformado hasta decir basta, así que mis intereses van por otro lado.
Willow parece tranquilizarse y yo aprovecho para tumbarme de nuevo; no he hecho nada pero estoy agotada. Peeta me da un beso en la nariz que me hace sonreír y luego se tumba a mi lado acariciando mi tripa, acariciando a Willow.
- De verdad que no puedo esperar a conocerla –sonrío; ya lo sé, no deja de hablar del bebé a todas horas, hasta creo que Haymitch lo evita a veces por ese mismo motivo–. Si tan solo tuviera libertad para comprarle cosas… –se tortura mucho con eso. El Distrito va a ofrecernos todo lo que podamos llegar a necesitar, lo que es una gran ayuda, pero a la vez será algo sumamente austero; tendremos lo justo y lo necesario. Y Peeta no está de acuerdo con eso, él se muere por poderle comprar ropita y juguetes, pero no tendremos de eso. Estamos en guerra y mi hija vestirá de gris y sin juguetes.
- Cuando salgamos de aquí podrás comprarle todo lo que quieras –siempre decimos eso. "Cuando salgamos", "cuando esto termine"… no podemos vivir pensando que no lo haremos, pero la verdad es que parece un sueño totalmente inalcanzable.
- Ojalá pudiera cocinarle. Le haría todo tipo de dulces –dice lastimeramente.
- Bueno de aquí a que tenga edad para comerlos aún falta mucho –trato de animarlo pero no hay nada que hacer. Es un tema que le frustra; él quiere poder cocinarle a su hija pero no va a poder ser.
Estoy fantaseando en el día que pueda salir al bosque con ella cuando siento que un líquido escurridizo se extiende sobre mis piernas. Antes de poder jugar con ella en el bosque voy a tener que parirla.
- Peeta… –digo en un susurro. Él sigue a lo suyo, acariciándome el vientre y refunfuñando por no poder estar en casa– Peeta… –digo un poco más fuerte.
- ¿Mm? –dice mirándome.
- Creo que no vamos a tardar mucho en saber qué cara tiene –él me mira confuso. Trato de decirlo lo más calmadamente posible:– Acabo de romper aguas –tarda unos segundos en abrir los ojos de manera exagerada. Se separa de mí rápidamente para comprobar algo que yo ya sé; está todo empapado.
Estoy tratando de mantener la calma cuando siento una punzada de dolor que me traviesa por dentro, desgarrándome. Cierro los ojos y aprieto los dientes. Cuando se me pasa el episodio veo que Peeta está blanco como la cal, se ha quedado totalmente paralizado.
- ¿Quieres que la tenga en esta cama? –digo enfadada– ¡Ve a buscar a Haytmich!
Eso lo devuelve a la realidad: sale escopeteado de la habitación y llega a la de él en un santiamén (vive en frente). Puedo oír cómo le pone prisa a Haymitch para que venga mientras yo trato de sentarme.
- Ya es la hora… –susurro y se me forma una sonrisa al darme cuenta de que pronto voy a conocerla– intenta no hacerme mucho daño, ¿me harías ese favor? –mi pregunta se responde con otra dosis de dolor atroz. Desgraciadamente, no va a haber nada que me salve de esta.
Peeta entra de nuevo a la habitación y viene rápidamente hacia mí. Haymitch le sigue tambaleándose.
- ¿Cómo te encuentras? –me pregunta nervioso.
- De momento puedo aguantar –digo con firmeza.
- Esto va a ponerse feo en cualquier momento, será mejor que nos la llevemos –dice Haymitch. Peeta corre hacia el armario y saca la silla de ruedas que nos han prestado (sería imposible que cargaran conmigo para llevarme al hospital sin ella). Peeta me ayuda a sentarme y empieza a empujarme por el pasillo, va tan deprisa que Haymitch tiene que empezar a correr para seguirnos aunque después cambia de idea y nos deja para avisar a mi familia.
- No me creo que esto esté pasando –dice Peeta emocionado.
- Ni yo… –digo aún aturdida. Este viaje por los pasillos se me antoja como un sueño; cuando vuelva a cruzarlos Willow ya estará en este mundo.
Todas las personas que nos cruzamos se detienen y nos dejan pasar; saben de sobra lo que me pasa y menos mal que se apartan porque si no les atropellaríamos porque Peeta no parece querer detenerse por nada ni por nadie.
**Peeta's POV**
En el hospital nos atienden muy rápido y enseguida se hacen con el control, lo que me cabrea porque eso implica que me aparten de Katniss.
- Voy con ella –digo tajante y negándome a soltar su silla, pero me insisten en que la suelte.
- Tenemos que prepararla –dice la enfermera.
- Me parece perfecto, voy con vosotras –no pienso moverme de su lado.
- Es solo un momento, en cuanto esté lista te llamaremos para que entres –me aparta de un empujón poco amable. Estoy a punto de montar una escena cuando veo la cara de agobio que tiene Katniss. Por muy fuerte que sea y por muy capaz que sea de hacer esto, tiene miedo. Así que tengo que hacer todos lo posible para no alterarla más de lo necesario.
- Estarás bien, pronto estaré contigo, ¿vale? Esperaré a Prim –le digo para intentar tranquilizarla aunque veo la angustia en su cara justo antes de que la metan en la sala y cierren la puerta en mis narices.
"Tengo que estar con ella". Esa idea se repite una y mil veces en mi cabeza, no podemos estar separados en este momento. Estoy pensando en entrar por la fuerza cuando llega Haymitch junto a Prim y a su madre.
- Está aquí dentro pero no me dejan entrar –digo agobiado y sin perder tiempo, ellas asienten y veo en su mirada la determinación tan característica de las médico Everdeen; a partir de ahora ellas se hacen cargo de la situación.
- Te avisaremos cuando puedas pasar –dice Prim.
- Que sea pronto –mi comentario no parece importarle mucho porque entran impasibles en la sala. Haymitch me pone una mano en el hombro.
- Tranquilo muchacho, ahora ya no hay nada que puedas hacer.
- Algo podré hacer –digo frustrado, pero él se ríe.
- No, literalmente no hay nada que tú puedas hacer –se tira en una de las sillas y se pasa la manga por la frente apartándose el sudor. Estaba durmiendo cuando prácticamente lo he secuestrado para que hiciera la carrera de su vida. Miro la puerta cerrada una vez más antes de sentarme al lado de Haymitch.
- No estoy preparado para ser padre –muevo la pierna con insistencia, golpeando el suelo con el tacón.
- Nadie lo está –dice él.
- Lo digo enserio, ni siquiera creo haber cogido nunca un bebé –recuerdo una vez que fuimos a ver al hijo de mi prima, pero yo era demasiado pequeño como para cogerlo, así que me limité a observarle durante el rato que duró la visita. A eso se resumía mi experiencia con los bebés.
- Te digo que nadie lo está. Verás, la gente se acostumbra y ya está, es algo que se aprende sobre la marcha –vuelve a repetirme. No creo que él haya tenido mucha experiencia tampoco con bebés.
- Katniss sí lo está –digo de repente–, ella sabrá qué hacer, estoy seguro.
- ¿Lo dices por el instinto maternal? Son cosas completamente distintas.
- No me refiero a eso, ella ya ha sido madre: ha cuidado de Prim toda su vida. Sabe lo que supone hacerse cargo de tu familia –Haymitch se lo piensa.
- Quizás tengas razón, pero también será la primera vez que cuide de un bebé y créeme que nadie está preparado para eso y vosotros dos no sois la excepción. Vais a estar entretenidos una buena temporada –dice divertido.
- ¿Y tú cómo sabes tanto? ¿Has tenido algún bebé o qué? –digo ofendido. ¿Se lo pasa bien destrozando mis esperanzas de esta manera?
- Tengo mucho más mundo que tú, chico. Sé lo que me digo –estoy a punto de empezar a gritarle que se guarde sus consejos cuando su madre abre la puerta.
- Puedes pasar –me levanto como un cohete.
- Suerte chico –su cinismo me molesta pero no pierdo tiempo en eso y entro a toda prisa.
Me gustaría verla inmediatamente pero me retienen y me obligan a vestirme como si fuera un médico también. No entiendo nada para les dejo hacer porque quiero reunirme con ella lo antes posible. Cuando la veo se me pasa parte de la angustia que siento; se la ve bien y estable. Está subida sobre una camilla, lleva una bata y tiene un par de cables conectados a su brazo. Corro a su lado para cogerle de la mano.
- ¿Cómo estás? –pregunto agobiado. Ella trata de sonreírme.
- Bien –una vocecilla me recuerda que eso no va a durar mucho y me odio por ello– ¿dónde escondías este modelito? –eso me hace reír.
- Tengo una pinta horrorosa ¿verdad?
- Willow va a partirse de la risa cuando te vea –su buen humor me tranquiliza y que hable de la inminente llegada de Willow hace que me emocione más aún si cabe. No pudo evitarlo y le doy un beso.
- Te quiero –ella está a punto de responderme cuando tiene una nueva contracción.
Las siguientes horas, sí, horas, es de lo peor que he vivido en mi vida, y mira que he pasado por una tortura. Katniss retorciéndose de dolor, gritando y apretando mi mano mientras yo miro impotente… de repente es como estar en la arena, solo que esta vez no son charlajos los que gritan desesperadamente para atormentarme, sino que es la Katniss de verdad quien grita y yo no puedo hacer nada para ayudarla.
- Lo siento… –le digo una y otra vez cada vez que veo el dolor y la súplica en su expresión.
- No puedo más… –tiene la cara empapada en sudor, la mía en cambio está empapada en lágrimas, he perdido la cuenta del rato que llevo llorando por ella.
- Todo esto va a terminarse pronto –le prometo aunque eso es algo que no puedo prometerle, y lo sabe, porque me mira con exagerado recelo y aprensión. Tal y como dijo Haymitch, ahora mismo soy un verdadero inútil, casi que hasta un estorbo.
Llega un momento que sus gritos y su sufrimiento hacen mella en mí de tal manera que me desencadena un miedo incontrolable por su vida. Me obsesiona que algo vaya mal y que se muera. Gritos, muerte, sangre. Todo me resulta demasiado familiar y de repente estoy convencido que voy a sufrir un ataque.
**Katniss's POV**
Comentarios como "es normal en primerizas" hacen que sienta unas terribles ganas de matar a alguien. No necesito un arco y unas flechas, podría estrangular a quien fuera solo con mis propias manos. De hecho, estoy apretando tanto la mano de Peeta que creo que ya podríamos encargar una nueva prótesis, porque se la voy a acabar arrancando de cuajo.
Esto es inaguantable. No sé qué le hicieron a Peeta pero como sea remotamente parecido a esto… siento envidia de todos aquellos que jamás van a poder sentir lo que son las contracciones y también siento pena por las que sí lo han sentido o lo harán en algún momento. Mi madre debía ser más fuerte de lo que pensaba si aún tuvo ganas de tener otro hijo después de parirme a mí; yo solo puedo desear que inutilicen mi útero después de esto. De repente empiezo a odiar profundamente a Peeta por ser el culpable de lo que me está pasando pero, al igual que me pasó con Finnick, es difícil odiar a alguien que llora tanto. Recordarme que hay un buen motivo para este dolor es lo único que me permite seguir adelante; estoy dando a luz a mi hija. Centrarme en mi bebé es el motor que me impulsa a no rendirme. "Willow yo te traeré al mundo, confía en mí".
Peeta, alieno a mis pensamientos, me suelta la mano de repente.
- ¿Peeta? –le llamo pero no responde, se dirige hacia la puerta– ¡¿Peeta?! –grito justo cuando sale– ¿Dónde va? ¿Qué pasa? –le pregunto a mi madre.
- Necesitará un poco de aire fresco, pronto volverá –me responde. Peeta no me deja sola precisamente porque aparte de mi ginecóloga, también están mi madre y mi hermana. Pero eso no hace que olvide que Peeta ha desaparecido sin dar explicaciones.
**Peeta's POV**
Katniss está gritando, está sufriendo y yo no puedo ayudarla. Gritos, dolor, agonía. Oigo más gritos, son de otra mujer… ¿Johanna? Sí, es ella, reconocería sus gritos en cualquier sitio. Y Portia, ella también grita. Hay alguien más que grita… creo que soy yo.
"Chico reacciona" dice una voz lejana.
Unos brazos me sujetan y yo trato de soltarme, quiero que dejen de hacerme daño.
"Katniss te necesita, no puedes fallarle".
Katniss… ese nombre trata de hacerse paso hasta mí, pero hay demasiados gritos como para que pueda llegar a mí.
"¿Es así cómo quieres recibir a tu hija?"
Gritos, dolor, tortura… espera, ¿ha dicho hija? Katniss… hija…
- ¡Willow! –grito y de repente despierto. Aparecen paredes a mi alrededor y Haymitch se dibuja a escasos centímetros de mi rostro. Me tiene contra la pared, sujetando mis brazos a cada lado de mi cabeza. Estamos en un baño del hospital– Haymitch… ¿qué? –me cuesta recuperar el aliento, él me mira fijamente hasta que deja de percibir peligro y me suelta.
- Menudo momento has escogido para sufrir un ataque, ¡maldita sea! –dice con frustración. ¿Un ataque? Los hechos empiezan a ordenarse en mi cabeza.
- Oh, no…
- Sí, eso, "oh no" –se pasa una mano por el pelo.
- ¿Dónde está Katniss? –pregunto agobiado– ¿Por qué no está conmigo? ¿Le he hecho daño? –me horrorizo de mis propias palabras. No le doy tiempo que responda– Tengo que verla.
- ¡Para el carro! –tira de mi camiseta y me hace retroceder– Ella no sabe que has tenido el ataque así que escúchame bien: lávate la cara, date unos golpecitos en las mejillas o lo que te venga en gana y asegúrate de estar bien antes de entrar ahí de nuevo porque no le harás ningún bien si vuelves a venirte abajo, ¿entiendes? –veo el cansancio y el enfado en su expresión. Creo que tiene más razón que un santo así que me lavo la cara y hago que el agua fría me aclare la cabeza.
Respiro profundamente un par de veces y aclaro las ideas. Sé quién soy, dónde estoy y lo que tengo que hacer. Estoy preparado. Vuelvo a mojarme la cara y enfronto a mi guardián con el pelo chorreando.
- ¿Mejor? –pregunto esperando su beneplácito aunque si no me lo da planeo escaparme para llegar hasta ella igualmente.
- Mejor y si vuelves a sentirte mal vete antes de que empeore, ¿vale?
- Vale –digo con urgencia. Él me da una palmada demasiado fuerte en la espalda.
- Pues vamos.
Estoy decidido a llegar hasta ella pero freno antes de abrir la puerta.
- ¿Y si me vengo abajo de nuevo?
- Grita y entraré para sacarte –dicho esto me empuja adentro.
- ¡¿Dónde has estado?! –me recrimina Katniss con rabia nada más verme, pero yo no le hago caso a lo que me dice, me acerco con paso firme y le doy un beso en la frente.
- Estoy orgulloso de ti.
- ¿Vas a volver a irte? –me pregunto dolida, la he abandonado en medio del parto, tiene todo el derecho a enfadarse pero era lo mejor que podía hacer aunque no puedo contárselo ahora mismo porque no quiero preocuparla. Además, las Everdeen me echarían del paritorio y yo no pienso volver a moverme de su lado.
- No, no me perdería esto por nada del mundo –le cojo la mano sabiendo que me la retorcerá en cualquier momento–. Ya casi lo tienes, antes de que nos demos cuenta ya seremos tres –no entiende lo que ha pasado pero decide dejarlo de lado, al menos por ahora.
**Katniss's POV**
- Cuando te diga empuja –santo cielo, creía que no iba a oírlo nunca. No sé cuánto tiempo ha pasado pero es como si mi vida se redujera a esto; por lo que a mí respecta, llevo años postrada en esta camilla.
Tanta gente aquí alrededor me agobia, aunque en realidad es mi familia, pero ahora mismo preferiría no tener tantos ojos encima. Prim es quién me da las órdenes y está en primera fila, con mi madre vigilándola de cerca. Sangre y dolor es todo lo que llevo percibiendo desde hace horas.
- Ya casi está –sangre, dolor y gritos, porque empujar ha resultado ser tremendamente complicado.
- Un último esfuerzo –me anima mi madre.
- Vamos Katniss... –me susurra Peeta muy cerca de mi cara. Sangre, dolor, gritos y palabras de ánimo que hasta me molestan, porque sus palabras no me sirven de nada, ya me gustaría a mí verles en mi situación, a ver si les gustaría oír estos malditos consejitos.
Sangre, dolor y... llantos agudos. Todo el mundo se ha callado, el tiempo se ha detenido. ¿Lo he logrado?
- Está sana –a penas soy capaz de mantenerme despierta por el esfuerzo pero clavo mis ojos en mi hermana, que tiene algo ensangrentado en las manos que no deja de moverse y de llorar. ¿Lo he logrado de verdad? El tiempo avanza despacio y yo olvido cómo respirar, Prim se acerca a mí y yo levanto los brazos instintivamente, ella deposita a la pequeña en ellos y justo cuando la veo por primera vez, siento que puedo volver a respirar.
Sostenerla por primera vez es algo totalmente indescriptible y casi imposible de procesar. De momento solo soy capaz de observarla y de preguntarme una y otra vez si esto será real, me parece imposible que haya podido dar a luz a un ser tan hermoso y perfecto. Las mujeres somos increíbles de verdad.
Estoy aún analizando su rostro hinchado cuando oigo cómo alguien se sorbe la nariz a mi lado. Peeta está llorando también, lo que no me sorprende porque no ha dejado de hacerlo desde que prácticamente entré en el paritorio, pero ahora parece como si fuera hasta a desmallarse, no puede apartar la mirada de esta cosita llena de sangre que estira sus diminutas extremidades mientras llora.
- ¿Quieres cogerla? –no es capaz de responderme con palabras, pero se limpia la cara a manotadas y acerca las manos hacia ella.
Se la deposito con cuidado en sus brazos temblorosos. Nada más tenerla Peeta vuelve a llorar de nuevo y como no puede apartarse las lágrimas él mismo se las aparto yo con mi pulgar.
- Bienvenida Willow –le susurra.
Lo último en lo que pienso justo antes de cerrar los ojos por agotamiento es que mi mundo ahora mismo está completo.
.
.
.
.
.
***Nota autora: ¡Hola! Quería evitar hacer más capítulos de lo necesario y mi idea era dejarlos largos, pero es que esta vez se pasaba de largo y creo que venía bien hacer una pausa aquí, así que lo he divido en dos partes (porque me tomo mi tiempo explayándome y detallándolo todo, creo que nos merecemos esto después de la agonía que fue Sinsajo). Estoy aún editando la segunda parte y barajando la posibilidad de publicarlo pronto, pero bueno, de momento os subo este y así ya lo tenéis (con un timing perfecto, porque en algunos países hoy es el día de la madre!). Muchas gracias por leerme y como siempre agradecería cualquier comentario que quisierais darme, ¡muchos besos y cuidaos!
