Kyoko observaba con una expresión inquietantemente calmada como los autómatas curaban a su madre, quitándole la armadura y sumergiéndola en una piscina de magma al ser la diosa de los volcanes estando en su elemento se curaría antes.
Kyoko lloraba y la rabia hirvió en ella se acabó no toleraría más lo que esos dioses le hacían a su madre y hasta el mismísimo rey de los dioses estaría de rodillas.
Olimpo.
Kyoko avanzó sin ningún temor por las puertas del Olimpo, al instante todos dioses, sátiros y ninfas la observaron una niña con un perro autómata y ciega.
No tardó mucho en que vinieran algunos de los Olímpicos Atenea con cuidado de no mirarla a los ojos pero lo que no sabían esos dioses es que Kyoko tenía mas de un as en la manga.
En ese mismo instante la ciudad estalló en el caos, todos los animales se volvieron locos y empezaron a atacar a cualquiera incluso los animales sagrados a sus dioses.
Atenea vio como su búho se lanzaba en picado hacía ella directo a sus ojos y lo esquivó por los pelos Ares y Enyo no tuvieron tanta suerte los buitres y cuervos les picoteaban la cara.
El perro autómata se abalanzó sobre Hermes quien estaba ocupado con las serpientes de su caduceo que lo atacaban, dejándolos así la diosa avanzó hasta llegar a los hogares de los Olímpicos.
Afrodito esquivaba a sus palomas ¿que ocurría? sus animales sagrados se habían vuelto contra él una de las palomas consiguió volar cerca de él y herirlo en la mejilla las Gracias no estaban mejor intentando espantar a los animales enloquecidos.
Fue cuando Afrodito vio a una niña espeluznante con ojos extraños y acompañada de un perro autómata supo con horror quien era y se apresuró a taparse los ojos.
—¡Tapaos los ojos! ¡no la miréis!—
La mayoría lo hicieron pero otros algunas ninfas por desgracia no tuvieron tiempo y cayeron al suelo gritando y prácticamente intentando sacarse los ojos.
Aglaius fue uno de los que no tubo tiempo de taparse los ojos pero para su sorpresa lo que vio en los ojos de la misteriosa niña fue extremadamente hermoso, como dios del esplendor había visto muchas cosas increíbles pero nada como lo que vio sonrió y casi se le salían las lágrimas.
Kyoko tenía una expresión mucho más suave con la Gracia masculina le dio un cabeceo a modo de saludo y abandonó la estancia.
Afrodito había observado todo el intercambio las ninfas se retorcían como si estuvieran en medio de una terrible pesadilla pero en cambio Aglaius se veía feliz y emocionado con lo que vio ¿acaso era aleatorio? ¿o la niña les mostraba cosas a los otros para que las vieran?
No entendía anda pero tenía que avisar, esa cría se dirigía directamente al palacio de los reyes.
Zeus oyó el escándalo y para su sorpresa su fiel águila se volvió contra él y no solo eso los pavos reales de Hera lo mismo.
Armado con su rayo fue a la sala del trono y para su sorpresa y horror era esa extraña diosa que dejo en un estado catatónico a Hera y otros dioses estaba delante de su hermana Hestia se adelantó temiéndose que su hermana también fuera victima de esos ojos pero cuando se acercó más vio que ambas charlaban tranquilamente.
Hestia estaba encantada cuando vio a la diosa al principio se temió lo peor pero luego cuando la vio a los ojos vio un hermosos remolinos de tojo naranja y negro absolutamente hermoso recordándole al amor de la familia y el hogar y luego ambas se pusieron a charlar.
—Se que estás furiosa por lo sucedido a tu madre pero esto no conduce a nada—
Zeus que había visto el intercambio se adelantó.
—¿De que hablas hermana?—
Pero la niña lo miró a los ojos y Zeus no pudo evitarlo cayó de rodillas se vio a sí mismo, orgulloso arrogante y con anhelo al poder temía acabar como su padre sobre todo con lo sucedido a Metis y su hija Hefesto y se vio cuan mezquino era.
—¡Kyoko para por favor!—
Ella se detubo sus ojos se iluminaron de un suave respaldor rosaceo y dorado Afrodito de repente se vio atacado por las águilas, pavos reales y sus palomas pero Hestia pudo calmar a la diosa.
El dios del amor estaba cubierto de heridas e icor por todas partes, su pelo enredado como la paja y su ropa echa jirones.
¡Esa mocosa esa insufrible!
—¡Kyoko detente!—
Alli estaba Hefesto quien apoyada en Thánatos la ayudaba a caminar, todavía no se había recuperado de sus heridas pero podía caminar al menos.
—Madre estos bastardos no merecen misericordia—
—Pero eso no te haría mejor que ellos ¿no?—al ver la vacilación de su hija siguió—Por favor detén esto para bien o para mal son tu familia—
De repente Afrodito se dio cuenta de una cosa miró a la niña y un sudor frío lo recorrió en ese instante aparecieron otros dioses en estado deplorable entre ellos estaban Ares y Enyo los pájaros les habían arrancado cabellos y dejado lleno de arañazos.
—¿Madre? ¿que quieres decir? ¿me estás diciendo... —
—Sí soy su hija ella me dio a luz—dijo Kyoko con orgullo algo que la mayoría de los dioses no se sentirían si dijeran estar relacionados con la diosa herrera.
Afrodito sintió que veía rojo y furioso miró a Hefesto.
—¡Tú! ¿¡tuviste una hija!?—Afrodito miraba con una mezcla de sorpresa, rabia y celos a la niña—¿Por eso te ocultaste en el inframundo? Me fuiste infiel y decidiste ocultarlo—
Un aura roja intensa rodeó al dios.
—¿¡Cómo te atreves a serme infiel y tener un hijo con otro!? ¿quien es el bastardo que se atrevió a tocarte porque cuando lo haga haré que su amor y vida amororsa sean de las más dolorosas—se juró a si mismo envenenaría al desgraciado que se atrevió a acercarse a su esposa. Y en cuanto a la niña sino fuera por el poderque poseía y que era protegida por su madre y Hades la haría desaparecer.
Hefesto se enderezó—Lo tengo delante—
Tanto Afrodito como los demás creyeron haber oído mal.
—¿Que?—
Hestia se adelantó intentando calmar a todos—Hera creo que lo percibes ahora como diosa del matrimonio y la familia sintes lo mismo que yo esta niña...
—Es la hija de Hefesto y Afrodito—completó la reina en shock antes no lo percibió cuando se reunió con la diosa antes pero ahora con ambos padres lo percibía.
Afrodito se había quedado congelado sin decir palabra con los ojos como platos a Hefesto no le extrañaría nada que su esposo de repente se cayera de un síncope.
