Cuenta Regresiva 26.280 horas.

Banderas Blancas.

Pasaron casi tres semanas desde la última vez que Bulma cruzó palabra con Vegeta. Su barriga apenas comenzaba a asomarse, sus nauseas matutinas se intensificaron y sus hormonas comenzaban a alborotarse irremediablemente, haciéndola llorar por tonterías que antes la habrían hecho simplemente encogerse de hombros. Pero lo peor era que su libido había aumentado considerablemente y eso le provocaba buscar de vez en cuando al responsable de su estado para dos cosas, asesinarlo por evitarla o saltarle encima, para calmarse. Pero al no encontrar al saiyajin, terminaba de muy mal humor y el que se cruzara por delante, inevitablemente, terminaba pagando los platos rotos, ya fueran sus padres o algún empleado de la compañía que no tenía idea de lo que le ocurría a la heredera.

Los primeros días creyó que Vegeta le había hecho trampa, marchándose de su hogar, esto, porque había visto el enorme agujero en su patio, señal inequívoca de la presencia de una nave como en las que solía viajar el príncipe. Cuando le preguntó a su padre por la esfera, éste le comentó que seguramente Vegeta la había escondido en alguna parte, y ella le creyó, ya que no había motivo para que su padre le mintiera. Por lo que se dio a la tarea de encontrar al saiyajin, intentando muchas veces esperarlo hasta altas horas de la noche, pero el sueño terminaba venciéndola. También trató de encontrárselo en los laboratorios y en la cocina, pero no tuvo éxito. Su madre, al verla buscar al saiyajin, le dijo que se había mudado a una de las habitaciones de huéspedes y que la dejaba cerrada durante el día mientras entrenaba fuera de la propiedad. Esa explicación también tenía lógica, puesto que ella misma había encapsulado las cosas de Vegeta, y las había dejado sobre la misma mesa donde encontró el pendiente, notando a la mañana siguiente que la caja ya no estaba. Así fue que finalmente llegó a la conclusión de que el príncipe usaba su ki para ubicarla y así evitar encontrarse con ella en la propiedad. Y no lo culpaba, ya que, después de todo, ella misma le había pedido que se fuera y lo conocía lo suficiente para saber que se mantendría alejado por un tiempo, sin contar el desafío que le había dejado impuesto. Por lo mismo retomó su trabajo en la compañía como una forma de no estar tan al pendiente de Vegeta todo el día, y, aunque sus padres le insistieron en que no era necesario, ella les dijo que se sentía capaz y que trabajaría hasta que su condición se lo permitiera.

Sus padres, por su parte, seguían en el mismo plan de intentar convencer a su hija de que retomara su relación con el saiyajin, y aunque continuaba con su orgullosa postura de no dar su brazo a torcer, le comenzaba a afectar lo que le decían, ya que no podía negarse a sí misma que lo extrañaba, a pesar de que aun no podía perdonarle lo que le había hecho.

Se sentía hastiada y confundida, habiendo días en que los que llegó a llorar por horas, odiando a Vegeta con todo su ser y otros en los que pensaba que necesitaba verlo siquiera de lejos para saber que estaba bien. Por suerte sus dudas con respecto a que el saiyajin no se encontraba en la propiedad fueron disipadas un día, en que lo escuchó hablar, cosa que hizo que su corazón diera un vuelco. Lo extraño fue que coincidió justamente con el día que iría a su primer control de su embarazo.

Esa tarde salió de la oficina de su padre y acababa de cerrar la puerta tras ella, cuando se activó el comunicador, y oyó como Vegeta, con la gentileza de siempre, exigía algo. No entendió mucho y no quiso devolverse, para no parecer interesada, pero cuando regresó, preguntó por el saiyajin intentando parecer casual. El profesor le dijo que Vegeta quería que ella configurara la gravedad de la nueva cámara porque necesitaba urgentemente retomar su entrenamiento. Ella se negó rotundamente, explicándole que no pensaba trabajar para Vegeta porque tenía muchas cosas más importantes que hacer, que perder su tiempo en las necesidades ficticias del saiyajin y que, si quería algo, que se lo pidiera él mismo, ya que sabía dónde encontrarla.

Eran pasadas las dos de la tarde en la Capital del Oeste, pero las nubes que cubrían casi por completo el cielo daban la impresión de que fuese más temprano.

Bulma salió hacia el jardín delantero y como era un día cálido a pesar de la nubosidad, estaba vestida con un top corto y un pantalón corto de mezclilla.

Una tibia brisa meció los mechones sueltos que no entraron en su coleta, haciéndola cerrar sus ojos y disfrutarla por un momento, pero enseguida frunció ante lo que se había propuesto hacer ese día.

Caminó hasta la gran esfera blanca que aun decoraba su jardín y se la quedó observando un momento antes de ingresar, ya que ese lugar le traía tantos recuerdos que pensó que no sería capaz de entrar sin derrumbarse...

Flash Back

Bulma estaba en la cocina de la nave, maldiciendo, mientras trabajaba en el aparato de comunicación que le había solicitado el saiyajin.

- ¡Por un demonio! ¡estúpido tornillo!

Vegeta ingresó a la cocina y se la quedó viendo un momento. Bulma levantó su vista hacía él y dejó de lado lo que estaba haciendo para ir hacia él y depositar un beso en sus labios, mientras lo rodeaba con sus brazos - ¡Buenos días, Vegeta!

El saiyajin se ruborizó un poco y quedó tieso un momento. Al parecer, nunca se terminaría de acostumbrar a esas muestras de cariño espontáneas de ella.

Bulma, al ver su incomodidad, soltó una risita nerviosa y se apartó de él, regresando a su lugar mientras Vegeta se dirigía hacia la cafetera.

-Creí que dormirías un poco más… - comentó, Bulma al tiempo que intentaba meter un tornillo minúsculo en su sitio.

-No hay quien pueda con tus gritos… - respondió él, comenzando a servirse una taza, de espaldas a ella – Llevas media hora maldiciendo… ¿acaso será así el resto del viaje? - volteó a verla un momento - No me quejo, pero preferiría que fuera bajo otras circunstancias…

Bulma dejó el destornillador sobre la mesa y volteó a verlo - No era mi intención, Vegeta… solo quiero terminar luego este aparato, pero no logro concentrarme…

El saiyajin se sonrió y le dijo, antes de beber un sorbo de café – Gracias. Pero preferiría que no me culparas a mí por tu incompetencia…

Bulma se sonrojó y lo vio tomar asiento en frente de ella.

-No seas engreído, Vegeta… – le dijo, cuándo lo tuvo al frente - No pienso en ti todo el día…

Vegeta dejó la taza sobre la mesa y la miró a los ojos. No le dijo nada, pero la expresión en su cara era más que suficiente para darle a entender que no le creía.

Bulma se iba a cruzar de brazos para fingir estar enojada antes de comenzar a argumentar en su favor, pero sus reflejos la traicionaron y sin querer, con una de sus manos tiró el dispositivo que tenía montado sobre unas pinzas e instintivamente trató de agárralo, rozándose la mano con el soldador eléctrico. Vegeta había visto todo, pero no fue lo suficientemente rápido para alejar a tiempo la herramienta, sin embargo, logró que solo fuera un roce, de lo contrario el dorso completo de la muchacha se hubiera lastimado.

- ¡Oh, mierda! – exclamó ella, poniéndose de pie, yendo hacia el fregadero.

Vegeta se puso de pie al mismo tiempo y la acompañó, con algo de preocupación viendo como la muchacha dejaba su mano bajo el agua fría unos momentos, sin atreverse a mirar.

-Déjame ver, mujer…- le solicitó él intentando tomar la extremidad de ella.

-No… ¡Ni yo quiero ver!… - dijo con lágrimas en sus ojos. Quería llorar por el dolor, pero no quería hacerlo delante de Vegeta para que no se burlara de ella.

Él lo notó y sin decirle nada tomó la muñeca de la joven y retiró su mano del agua, a pesar del intentó de ella por detenerlo. Acto seguido, cogió un paño de cocina limpio, lo sacudió y se dispuso a secar delicadamente la mano lastimada. Hecho esto, miró la quemadura con atención, observando que no era de cuidado y con suerte desaparecería en unos días, pero supuso que a ella debía dolerle, tanto su piel como el orgullo. Pero entonces se percató de que ella tenía varias cicatrices casi imperceptibles de anteriores accidentes - No es primera vez que te ocurre algo así ¿verdad? – le comentó, sin soltarla ni apartar la vista de la herida - Eres muy torpe, mujer…

Eso bastó para ponerla a la defensiva, haciéndola olvidar por un momento el ardor que sentía en su mano solo por reclamarle - Es tu culpa, Vegeta…

Él levantó su vista y se la quedó mirando a los ojos - Hmn… ¿Lo ves? Sabía que terminarías culpándome… Pero tienes razón, siempre supe que te era irresistible…

Ella se lo quedó observando y sonrió, dándose cuenta de que él estaba intentando hacerla pensar en otra cosa que no fuera el dolor de su mano.

Fin Flash Back

Bulma suspiró y posó una mano en su mejilla, pensando en que ese hombre sabía perfectamente cómo tratarla y que, a pesar de lo bipolar y orgulloso que era, le había demostrado que ella le importaba y que la seguía amando, a pesar de no habérselo dicho jamás y de sus crueles declaraciones en el balcón del hotel. "Lástima que diferimos bastante en lo que a pertenencia se refiere… No comprende que pertenecer en una relación es una forma de decir que compartimos algo especial… Que somos parte el uno del otro. Él aun cree que le pertenezco como un objeto… ¿Debí habérselo explicado? Quizás... pero a esta altura ya no importa… Creo que es mejor no vernos porque luego de lo que pasó en Temkari no hacemos más que herirnos mutuamente…"

Acomodó el cinturón de herramientas que colgaba a un lado de su cadera y avanzó hacia la nave. Su padre le había comentado hace poco que le había hecho mantención y que solo había una falla en la compuerta inferior, pero que no era para nada grave. Ella pensó que sería buena idea revisarla, ya que ese día no tenía nada más que hacer, por lo que le serviría para distraerse, pero su objetivo era demostrarse a sí misma que podía enfrentar sus recuerdos y aprender de ellos, para no volver a repetir los mismos errores.

La compuerta descendió y Bulma subió con toda calma. Una vez dentro, se sorprendió al ver que nuevamente estaban las dos filas de asientos y que el nivel superior ahora era solo un amplio espacio, con solo una bodega al fondo. "Mi padre, siempre tan práctico… Supongo que la modificó por si hay que huir de los androides… Supongo que es mejor tener un plan B por si acaso…"

Descendió al nivel inferior y se dispuso a revisar el desperfecto, pero algo llamó su atención. La habitación que ocupaba Vegeta estaba con la compuerta cerrada. Se imaginó que su padre estaría trabajando dentro, ya que no lo había visto desde el desayuno. Caminó hasta ella y se acercó para que se abriera pero esta permaneció cerrada - ¿? - dio un par de golpecitos a la compuerta y llamó - ¿Papá? ¿estás ahí dentro?

Silencio.

Bulma se extrañó mucho ante esto, pero supuso que tal vez también tenía alguna falla, por lo que, sacando un destornillador, comenzó a intervenir la placa del costado.

Luego de unos segundos, el tablero electrónico hizo un "clic" y la compuerta se abrió.

- No he perdido el toque – comentó, orgullosa, disponiéndose enseguida a ingresar. Traspasó la compuerta e iba a encender las luces, pero algo parecido a un gruñido la detuvo.

Bulma encendió la luz y entonces se encontró con el saiyajin, que estaba incorporándose en la cama. No logró decir nada solo se lo quedó viendo. Vegeta parecía haber estado durmiendo, ya que la miraba con los ojos entrecerrados. Notó enseguida que estaba vestido solo con el uniforme azul, sin los guantes y descalzo, pero lo que llamó la atención de Bulma fue que su ropa estaba rota en varias partes, a través de las cuales se podían apreciar algunos rasguños en la piel del saiyajin.

- ¿Por qué encendiste la luz sin aviso? - le preguntó el saiyajin, de no muy buen humor.

Bulma no pudo responder, ya que estaba paralizada. Era como si su cuerpo no respondiera y no pudiera hacer más que mirarlo atentamente. Había pensado tantas veces en qué le diría cuando lo viera, había imaginado tantos escenarios distintos y ahora, justamente que lo tenía en frente, su mente se había quedado totalmente en blanco.

Vegeta se quedó observándola también desde su lugar, sin decir nada. Ese momento de silencio para la muchacha fue una eternidad, una eternidad en la que le pareció que el saiyajin se veía más atractivo que nunca. Pero para él fue el tiempo suficiente para notar que ella estaba indecisa en cuanto a como tratarlo. Así que se relajó y pasó una mano por su cabello acomodándolo, para luego incorporarse, y estirarse brevemente. Tronó su cuello y avanzó hacia ella, quedando a solo un cuerpo de distancia - ¿Qué? ¿No vas a empezar a gritarme, Bulma? - le preguntó, levantando una de sus cejas y llevándose las manos a sus caderas.

Bulma al fin reaccionó, pero no de la forma que ella quería - No…Es que no me da gusto verte... - apenas salieron las palabras de su boca se sintió estúpida por no poder formular un regaño coherente y porque era una frase que la dejaba en evidencia, por lo que se sonrojó levemente al tiempo que fruncía.

Él la miró extrañado un momento, pero enseguida supo que su victoria estaba asegurada, por lo que sonrió ladino. Ella no estaba indecisa sino que ella lo quería de vuelta y él aprovecharía esa ventaja a su favor.

- ¿Por qué no? - dijo, acercando peligrosamente su rostro al de ella - Es lo único que haces cuando me ves, así que infiero que ¿siempre estás feliz de verme?…

-No fue eso lo que quise decir y lo sabes – lo miró molesta.

- ¿No? ¿entonces que mierda quisiste decir?

- Que no es que te grite por gusto, sino porque te lo mereces…

Vegeta aspiró hondo y se alejó de ella mientras caminaba hacia la cama - Bueno, entonces supongo que si ya no merezco tus gritos es porque ya no hay nada que discutir - cogió el morral que había utilizado de almohada, quedando de espaldas a ella y agregó - Hoy comenzaré a entrenar en la cámara, Bulma... Supongo que ya configuraste la gravedad.

Ella lo miró confundida un momento pero al siguiente reaccionó, al darse cuenta de que el saiyajin había manipulado toda la situación a su favor valiéndose de su desacertada frase.

- ¡No, señor! No vengas a revertir las cosas a tu favor nuevamente… Dime de una puta vez ¡¿Por qué me has estado evitando?! - él se echó el bolso a la espalda y volteó a ver a Bulma

- Te dejé una maldita nota Bulma, así que no te hagas la idiota… - volteó a verla y agrego - Por lo demás no tengo tiempo para tus patéticas exigencias sentimentales en este momento... Necesito que dejes operativa la cámara ahora mismo.

- ¡NO! - gritó ella.

- ¿Hum?

- ¡No voy a trabajar para ti!… No, a menos que me ofrezcas una disculpa por lo que hiciste.

Vegeta sin pensarlo, casi como un autómata, llegó hasta ella de un rápido movimiento y la obligó a recostarse contra el muro. Colocando una de sus manos sobre su boca, mientras dejaba caer su bolso a un lado.

Bulma abrió sus ojos sorprendida. Por un momento creyó que Vegeta nuevamente la tomaría del cuello, tal como la vez que le refregó en la cara que ella le pertenecía.

-MMMM…MMMM – intentó hablar, pero Vegeta no se lo permitió y le dijo - Escúchame atentamente, porque no volveré a repetirlo, mujer… No voy a disculparme por algo que nunca llegue a concretar, eso está fuera de discusión. Así que ¡Olvídalo de una maldita vez! - hizo un alto en su discurso para rodar sus ojos y decir - ¡Deja de lamer mi mano! No voy a soltarte hasta que aceptes terminar con este ridículo cuestionamiento tuyo. Eres mi mujer y debes aceptarlo aunque me odies.

Bulma frunció. "¿Qué acepte que soy su mujer?... está demente. Primero que acepte que se equivocó y luego veremos… ¿cree que puede dejar las cosas así nada más y seguir como si nada?… Maldito saiyajin obtuso…" Lo miró a los ojos desafiantes, viéndose reflejada en ellos mientras él respiraba cadenciosamente, imaginando todas las formas posibles en que la tomaría más tarde. Pero se abofeteó mentalmente para no caer en la tentación y le preguntó, apurándola - ¿Y bien, Bulma? ¿Aceptarás de una maldita vez que eres mi mujer y que debes obedecerme? - le preguntó finalmente.

Ella asintió despacio con su cabeza, no porque aceptara, sino porque necesitaba su boca libre para poder defenderse.

Al ver que ella parecía estar de acuerdo, Vegeta bajó la mano que cubría su boca, pero según sus palabras no la soltó y bajó su extremidad estratégicamente al estómago de la muchacha, manteniéndola en su lugar, mientras la otra se apoyaba en el muro, encerrándola – Dilo, para que terminemos con esta mierda de una maldita vez – le ordenó.

Bulma sintió contraerse su estómago, al sentir la mano del saiyajin contra su piel desnuda "¿Por qué no me puse el overol?... Aunque se siente tan cálido… mmf… ¡No! Eso es lo que él quiere, pero no va a lograr enloquecerme… sin embargo, debo reconocer que es un excelente intento… ¡Uy!¡Estúpidas hormonas! Debo mantenerme distante y demostrarle que no puede hacer conmigo lo que quiera" suspiró, intentando tranquilizarse y le dijo, fingiendo una seguridad que no sentía - Te ayudaré con tu estúpida cámara, pero no pienso aceptarte de vuelta en mi vida ni mucho menos aceptar ser tu mujer... No mientras tú no hayas reconocido que te portaste como un cretino… - se detuvo al sentir que Vegeta comenzaba a deslizar su pulgar a modo de caricia.

- ¿En serio? Porque parece todo lo contrario – le comentó Vegeta con su voz ronca. Eso provocó que su corazón latiera con fuerza, sin embargo, intentó fingir que el hecho de que él la tocara no le provocaba ni cosquillas, por lo que le dijo – Ja… No conseguirás nada con eso, así que ¡Deja de intentar seducirme, maldito farsante!

- Ja, ja, ja… ¿Qué tan idiota me crees? – preguntó, acercando ahora sus labios a los de Bulma – Déjate de tonterías… Te dije que yo decidía cuando se terminaba esto y sé que deseas con ansias que me disculpe, pero no te voy a dar el maldito gusto de oírme decir esa estupidez. Quiero que te comportes de una vez como mi maldita mujer y dejes de hacerte la difícil - bajó su vista a los labios de Bulma – Aunque, ahora que lo pienso, hay algo más que quiero…

Bulma sintió su cuerpo estremecerse, mientras intentaba con todas sus fuerzas no saltarle encima.

-Debes estar bromeando... - frunció Bulma, para enseguida decirle - porque estoy segura de que tú no sabes lo que quieres, Vegeta…

-Lo sé perfectamente bien, Bulma… - susurró contra su boca - ¿y tú?... ¿lo sabes?

Ella iba a responder, pero su boca cobró vida propia y comenzó a buscar la del saiyajin, mientras sus ojos se entrecerraban. Pero Vegeta, a pesar del deseo que sentía por ella en ese momento, hizo todo lo contrario. Se apartó y luego de darle su más estudiada sonrisa, salió de la habitación, dejándola con la palabra en la boca y con una excitación que casi la hace alcanzar un orgasmo. Casi.

- ¡Maldito hijo de perra! - gritó Bulma.

El saiyajin respondió desde el pasillo - Deja de perder el tiempo y alista la cámara de gravedad, mujer.

Bulma apretó los puños a los lados y salió de la habitación hecha una furia. Lo alcanzó a ver, subiendo por el elevador.

Esperó su turno y subió, corriendo luego a la salida donde le gritó - ¡Espera, Vegeta!

El saiyajin se sonrió, de espaldas a ella, estaba seguro de haber ganado esa pequeña batalla y quizás hasta la guerra. Sobre todo porque ella no le había pedido que se fuera de la propiedad, lo que era un gran avance - ¿Qué quieres ahora? – le preguntó sin voltear, fingiendo molestia. Bulma dio un par de pasos hacia él - Aun me debes algo… - dijo estirando su mano.

El príncipe se volteó a verla, con el ceño fruncido - ¿De qué demonios hablas?

- ¡No te hagas el desentendido y entregámelo!

Vegeta respondió con toda naturalidad, sonriéndole y enviándole una de sus más sensuales miradas - No seas impaciente, Bulma... Te lo entregaré más tarde. En nuestra alcoba – dio media vuelta y continuó su camino, dejando a la muchacha con su rostro como una brasa.

-¡Qué no vas a dormir conmigo!

-Ja… Eso ya lo veremos… gritona.

-¡Uyyyyyyyy! ¡Eres un… un idiota! - le gritó, furiosa viendo como el saiyajin desaparecía por la puerta que daba a la cocina.

Vegeta apenas ingresó a la casa se fue directo hacia el jardín trasero y, aunque de solo pensar en hablar con la señora de la casa se le tensara la espalda, era algo que debía hacer, ya que no tenía claro donde habían dejado sus pertenencias. Supuso que Bulma había sacado todo de su cuarto y por lo mismo debía ubicar a Bunny para encontrarlas. Solo esperaba que no las hubiese quemado como cuando le hizo eso a la sabandija, ya que había un par de prendas que eran sus favoritas.

Cruzó la puerta trasera y se sorprendió al ver que el jardín estaba restaurado, sin embrago se decepcionó, dentro de lo que cabía, al ver que no habían reemplazado la pagoda "Por supuesto...eliminaron lo único decente de este sector..."

Bunny volteó y le regaló una sonrisa. Acto seguido, se sacó sus guantes de jardinería y avanzó hasta él.

- ¡Hola! ¡Qué bueno que regresaste!

-Sí, como sea… ¿Dónde están mis cosas? - le preguntó, seco.

-¡Oh, claro! Están en el tercer cuarto de la planta baja… - metió la mano al bolsillo de su delantal y agregó – Aquí esta es la llave, querido… Tus cosas las dejé empacadas para que las puedas llevar a tu cuarto, ya sabes… arriba.

Vegeta recibió la tarjeta en silencio y comenzó a alejarse.

- ¿ya te encontró? – preguntó Bunny.

El saiyajin volteó a verla - De hecho, sí… Pero no quiero que nadie fuera de ustedes sepa que estoy en la Tierra ¿me comprende?

- Por supuesto, mis labios están sellados…

-Bien… - le asintió - Avíseme para la cena.

Dicho esto, Vegeta emprendió rumbo hacia la casa.

Bunny exclamó, detrás de él - ¡Bulma debe estar feliz por tu regreso!

Vegeta frunció y continuó su camino, llegando al sector de los cuartos de huéspedes. Buscó el que le indicó la señora mientras pensaba en que él nunca había utilizado alguna de esas habitaciones, y en que la única vez que recordaba haber estado en ese sector de la casa, fue en el tiempo en que conspiró para sacar al novio de Bulma de la casa, lo que le provocó fruncir también su nariz en repulsión al recordar a la sabandija esa.

Ingresó al cuarto y dejó su carga en el suelo, dirigiéndose después a la cama, donde se dejó caer de espaldas, diciéndose a sí mismo que había sido un imbécil por no activar el modo de hibernación de la nave. Pero necesitaba pensar, además de mantener su ki a raya, para no llamar la atención al volver.

Flash Back

Se levantó y sacudió un poco sus ropas. Frunció molesto y escupió un poco de sangre. Era el segundo traje que destrozaba en menos de una semana "Maldita sea… si sigo así terminaré entrenando desnudo… ¿Por qué mierda no llama el anciano? Ya debería estar lista…"

Voló de vuelta a su nave e ingresó en ella, para de inmediato presionar el botón del comunicador.

Luego de unos segundos, se oyó la voz del profesor

-Hola, Vegeta.

- ¿Está lista la cámara?

-Estaba por llamarte…

- ¿Eso es un sí?

-Bueno, el recubrimiento está listo… pero parece haber un fallo en el sistema de gravedad y no he conseguido dar con el problema… ¿Tienes algún inconveniente en que solo alcance las seiscientas unidades?

Vegeta ni lo pensó para decirle - Dile a tu hija que lo haga.

-No creo que quiera ayudar, Vegeta… Bulma, parece que nuevamente está alterada… ¿crees que deberíamos… - el profesor no se atrevió a terminar la pregunta. Al parecer era difícil para él hablar con su hija de hacer ese procedimiento.

Vegeta se llevó una mano a su puente nasal y meditó un momento antes de responder.

-No, yo lo haré esta vez… Supongo que es momento de que regrese… ¿aún no sospecha nada?

-No… ella cree que aún estás aquí.

Vegeta sonrió de lado - Me sorprendes gratamente, anciano… Creí que no serían capaces.

-No lo hacemos por ti, Vegeta…

-¿?

-Tenías razón… Aunque ella no lo diga, se le nota que la hace feliz el saber que no te marchaste…

Vegeta cortó la comunicación y frunció. No podía comprender por qué ella no estaba furiosa por saber que él estaba aún allí. Esa era su idea y la muy loca se alegraba de tenerlo en casa. Pero entonces una idea se coló en su mente y sonrió. Que ella estuviese feliz de creer que él estuviese en la Corporación solo le indicaba una cosa y era que ella lo quería a su lado de regreso a pesar de todo lo que le dijo.

Se irguió en su lugar y decidió que era tiempo de volver y comprobarlo por sus propios ojos, sin contar que debía convencerla de que ayudará en la configuración de su nueva cámara. Así que cortó la comunicación, digitó las coordenadas de la Tierra y se preparó para el despegue.

Dos días después, de madrugada, aterrizó en las montañas del Este. Escondió su nave en aquella grieta donde la humana le había entregado la semilla y voló hacia la Corporación, donde luego de pensarlo un momento, se dirigió a la blanca esfera, para poder dormir allí, antes de confrontar a su mujer. Aunque más bien tenía en mente hacerle un par de jugarretas antes de dejarse encontrar. Sin embargo, su plan no dio resultado, pues se había quedado profundamente dormido.

Fin Flash Back

Y ahí estaba ahora, en aquella habitación que se sentía extraña, tendido de espaldas, con un pie colgando y sonriendo de lado. "Hmn… Mañana a esta hora tendré todo bajo control y estaré tranquilamente entrenando en mi nueva cámara…"

Bulma estaba instalada en la cocina comiendo unos pastelillos de fresa. Luego de su encuentro con Vegeta, había ido a tomar un poco de agua para poder tranquilizarse, pero se le antojaron y no pudo evitarlo, sin embargo no los terminó porque se comenzó a sentir algo mareada. Entonces recordó que la última vez que se había sentido así debieron sacarle sangre para estabilizarla. Al pensar en ello se sorprendió de que Vegeta tuviera ese tipo de conocimientos "No es de extrañar, después de todo… Se leyó toda la biblioteca y tiene una excelente memoria… ja, ja, ja, es como un súper villano de las historietas" Sonrió por sus pensamientos, pero la sensación de malestar persistía, por lo que se dirigió a las oficinas para consultarle a su padre, encontrándose con Bunny en el camino.

- ¿Así que lo encontraste? - le preguntó la señora.

La muchacha la miró con el ceño fruncido - Sí, acabo de encontrarlo durmiendo en la nave.

- ¡Me imagino que fue muy excitante! – exclamó la señora.

-Si… Muy excitante… - rodó sus ojos "demasiado para mi gusto" – Oye, mamá ¿Tú podrías ayudarme con ese procedimiento que me hicieron la otra vez?

-¿Te sientes mal, querida?

-No mucho, solo algo mareada. Nada de cuidado… - su madre se la quedó viendo y le dijo - Deberías ir a descansar un poco… Apenas vuelva tu padre lo hacemos.

-¿Papá no está? - preguntó extrañada la muchacha.

-No. Él salió a una junta hace unos momentos, pero me dijo que regresaba pronto… - le aclaró su madre. Bulma lo pensó un momento y le dijo – Está bien, de todos modos no es urgente. Pero antes de ir a descansar hay algo que debo hacer.

-Está bien amor. Le diré a tu padre que te busque apenas regrese… Por si me necesitas estaré en la entrada, ya que hay unas flores que debo reemplazar.

-Sí, mamá. Gracias.

Dejó a su madre y tomó dirección hacia su oficina para ir por su computadora personal, para configurar cierta cámara. Aunque sinceramente no se sentía de ánimos para ello, prefería hacerlo de una vez y así evitarse una nueva discusión con el saiyajin.

Una hora más tarde, Bunny estaba plantando unas nuevas flores en el camino que llevaba a la puerta principal y en eso apareció una señora mayor, algo regordeta y de cabello cano.

-Buenas tardes, Bunny

- ¡Oh! Sally ¿Cómo has estado? ¡Hace mucho que no te veía!

-Bien, gracias por preguntar. Estuvimos de viaje un tiempo con mi marido, aprovechando el buen tiempo en el Norte …- la señora dudó antes de continuar - Disculpa, es que no quiero parecer indiscreta, pero… Ese joven que vino de visita la otra vez, tu sabes, el bajito musculoso, ¿se va a quedar por mucho tiempo?

Bunny la miró extrañada un momento y luego dio con la persona por la que preguntaba.

- ¿Te refieres a Vegeta?

- ¿Así se llama?

-Sí… ¿Por qué tu interés, querida? Porque si es para una cita, lamentablemente el joven Vegeta es el esposo de mi hija, es decir es un hombre com-pro-me-ti-do.

La señora la quedó mirando un momento y luego sacudió su cabeza, para después preguntar - ¿Tights se casó? No tenía idea. ¡Felicidades! Yo creí que te había salido, tu sabes…

-Oh, No... Aunque yo también lo pensé en algún momento… pero no. Al parecer solo le gusta la soltería… y escribir ¿Sabes? ¡Le ha ido muy bien como novelista!

- ¿Entonces se casó tu hija menor?

-Sí, pero no por las leyes de de por aquí… Pero ni te imaginas ¡Vegeta es un príncipe!

- ¿En serio? Debe ser de algún reino del Sur ¿no?

- No sé exactamente en qué lugar quedaba su reino… - dijo llevando un dedo a su mejilla.

- ¿Quedaba? - le preguntó Sally - ¿Acaso tuvieron un golpe de estado?

-No, querida… Su reino fue destruido… creo que por un ejército malvado o algo así…

- ¡Oh, qué pena!… Seguramente fue la Patrulla Roja… Aquí entre nos, oí que destruyeron muchos reinos... Pero entonces ¿se quedarán a vivir aquí?

-Por supuesto. El pobrecito no tiene donde más ir…

La señora se quedó pensando un momento, para luego decirle - ¿Sabes si hay alguien interesado en comprar alguna propiedad, aquí en el barrio?

- ¿Van a vender su casa?

-Este, sí… Mi esposo se retiró al fin de la guardia del Rey y queremos vivir nuestra vejez en un lugar, tu sabes, menos ruidoso…

-Comprendo – le dijo Bunny - La Capital del Oeste es muy bulliciosa…

-Sí… la Capital… - asintió Sally, con algo de ironía.

Bunny se quedó pensativa un momento, pero después exclamó – Pero Sally ¡Puede que a mi esposo le interese!… Apenas vuelva le preguntaré y te aviso.

-Ay ¿serías tan amable?

-Por supuesto, querida.

-Muchas gracias, Bunny… - dijo Sally, comenzando a despedirse - ¿me llamas entonces?

-Sí, querida… Que estés bien.

-Tú también…Nos vemos… ¡Ah! Y espero tu llamada!

Bunny se despidió con su mano en alto y enseguida continuó con lo suyo.

Bulma estaba sentada en el suelo de la cámara terminando la configuración, con su procesador en las piernas. Estaba al lado de la tapa del sistema de gravedad, que ahora al ser más potente, yacía bajo la habitación. Se sentía realmente agotada y solo esperaba poder terminar pronto para poder ir a dormir un momento "¡Saiyajin idiota! Por su culpa es que me siento así ahora… Pero ni crea que lo dejaré entrenar como un maníaco… Además si no le doy el máximo ahora, tendré más opciones de negociar con él en caso de que siga insistiendo con que regresemos sin disculparse"

Tecleaba y tecleaba concentrada hasta que sintió unos pasos detrás, por lo que se detuvo girándose para saludar a su padre, pesando en que venía a avisarle que había vuelto. Pero como de costumbre, no era él sino que era Vegeta, vestido con solo sus pantaloncillos de entrenamiento y zapatillas, además de afeitado y, por lo visto, dispuesto a usar la cámara cuanto antes.

- ¿Terminaste? - le preguntó, cuando estuvo a unos pasos de distancia de ella.

Ella rodó sus ojos y volteó a su ordenador, sintiendo que era como haber retrocedido en el tiempo.

- ¿Dónde quedó ese saiyajin considerado y gentil? – preguntó, sin verlo.

-No sé de quién hablas… - respondió, llevándose las manos a las caderas - Además, yo pregunté primero.

Bulma pensó que en ese momento que su príncipe se había convertido definitivamente en sapo, pero se animó a seguir charlando al ver que él venía de buen humor.

- ¿Estás de buenas?… Me alegro que por lo menos uno de los dos esté feliz… - continuó tecleando, sin verlo - En unos minutos tendrás a tu disposición seiscientas unidades.

-Tu padre pudo haber hecho eso… ¡Auméntalo! - exigió él.

-No pienso hacerlo… ¡Si querías un límite específico pudiste haberlo dicho!… Tu solo dijiste "Deja de perder el tiempo y alista la cámara de gravedad, mujer" – dijo, imitándolo.

Vegeta se sonrió y se cruzó de brazos, al tiempo que cerraba sus ojos - De acuerdo… - hizo una pausa dramática y volvió a mirarla para decir - Tú ganas… Lo lamento.

Bulma dejó de teclear, sintiendo como si su corazón se hubiera detenido. Volteó para poder verlo a los ojos y preguntarle - ¿E-es en serio, Vegeta?

-Por supuesto… En este momento lamento no haberte dicho que necesitaba una gravedad mínima de mil unidades…

Bulma lo miró molesta y volvió a teclear - No sé por qué te pongo atención, siquiera… No sabes más que decir tonterías para molestarme ¿Tanto te gusta verme furiosa?

-En realidad…sí. Es un buen pasatiempo.

Bulma apretó sus dientes para no alterarse y comenzar a gritarlo. "Tranquila Bulma, debes ser diplomática… él solo busca sacarte de quicio, tú puedes con esto"

-Ah, por cierto, Vegeta ¿lo trajiste? - le comentó de manera casual, intentando sonar desinteresada.

- Siempre lo llevo conmigo… - respondió burlón. Bulma volvió a rodar sus ojos - ¿Puedes hablar en serio un momento?

-Lo intento… - aseguró, dando unos pasos más hacia ella - pero tu ingenuidad me lo impide...

-No intentes cambiarme de tema… ¡Gané tu estúpido juego!

-No lo he olvidado… Aunque lo que mereces más bien es un "duro" castigo…

Los ojos de Bulma se estrecharon "Menos mal que me detesta… Pero te conozco lo suficiente Vegeta, tu no me odias… Solo sigues dolido porque te abandoné ¿verdad? … No pienso enojarme, no te daré el gusto. A ver qué opinas de los nuevos arreglos que estoy ingresando" -Está bien, la aumentaré a mil unidades- dijo, pareciendo despreocupada, reingresando unas líneas y luego cerrando el ordenador.

Él se cruzó de brazos - ¿Qué pretendes ahora, Bulma?

-Nada, Vegeta… - dijo ella, comenzando a desconectar, con una voz algo más aguda de lo habitual - ¿por qué dices eso? - él entrecerró sus ojos- Hmn…Es sospechoso que aceptaras tan fácilmente...

-¿? ¿Quién te entiende? … - preguntó Bulma, mientras cerraba la tapa del centro de gravedad – Primero quieres que aumente la gravedad y después desconfías de mí porque lo hago… De todas maneras ya está operativa para mil unidades ¿No era eso lo que querías?

El saiyajin se la quedó mirando un momento, durante el cual la muchacha se puso nerviosa. Sentía sobre ella la profunda mirada de su ex y solo esperaba no delatarse.

-Sé lo que piensas hacer… - le soltó el saiyajin, de manera suspicaz.

Ella puso cara de loca, pero no volteó a verlo al preguntarle - ¿y qué es lo que pienso hacer según tú?

- Sé que tienes en mente algún loco plan, pero lamento decirte que no te servirá de nada.

- ¿Por qué dices eso?

El saiyajin cerró sus ojos, molesto – Porque sin importar sus artimañas no lograrás que me disculpe por lo que…

-Yo tampoco – lo interrumpió, volteando a verlo y apoyando una de sus manos en el suelo – Solo quiero que saques de su error a mis padres… Error que tú les metiste en la cabeza.

- ¿Error dices? - preguntó él, mirándola de nuevo – Ja, ja, ja… pero si todo lo que dije era verdad.

- ¿En serio, Vegeta? ¿Ataques de paranoia e histeria?

- ¡Eres la prueba viviente de ello!

- ¡Por favor! – exclamó Bulma, levantándose de su lugar, para enfrentarlo – ¡Tú sabías que me alteraría por todas las estupideces que les dijiste!

Vegeta se puso las manos en las caderas y le sonrió, comentando tranquilamente - Corrección, mujer… Fuiste estúpida al alterarte por lo que les dije… Si hubieras sido más astuta, simplemente los habrías convencido de lo contrario con diplomacia y ellos te hubieran creído a ti en vez de a mí. Sin embargo, cada maldita palabra que dije era cierta… - se llevó una mano a la barbilla y agrego – Hmn… Aunque ahora que lo pienso tal vez exageré con lo de la paranoia…

- ¡Por supuesto que exageraste! – exclamó ella, agitando sus brazos.

-Pero funcionó bastante bien… - le sonrió Vegeta - Ahora, déjate de idioteces y sal de una vez, para que pueda entrenar.

Bulma lo miró desafiante - No me moveré de aquí hasta que me entregues el otro pendiente… No es que me importe realmente, pero es la prueba de que te vencí en tu juego - él frunció un momento y luego le dijo, cruzándose de brazos - De acuerdo, mujer… está en mi habitación.

Bulma se lo quedó viendo - Me parece muy bien que aprendas a aceptar que perdiste alguna vez -le comentó con su tono de autosuficiencia, caminando hacia la salida, siendo seguida de cerca por el saiyajin. Pero la muchacha no se esperaba lo que pasó a continuación, porque apenas traspasó la compuerta, él cerró ésta, dejándola fuera.

-VEGETA, ERES UN MALDITO TRAMPOSO – gritó Bulma, furiosa al darse cuenta del engaño.

El saiyajin la miró por la ventanilla y le sonrió de lado, para después ir hacia los controles que estaban cerca de la entrada. Pero no activo la gravedad, en cambio cerró sus ojos y esperó.

Mientras tanto, Bulma comenzó a patear la puerta, y a gritarle - ¡Abre la maldita puerta, desgraciado! ¡No puedes tratarme así! ¡No he sacado mi computadora! ¡VEGETA! ¡POR UN DEMONIO! ¡DEJAME ENTRAR!

Él no podía oírla, pero luego de un par de minutos salió de la cámara y vio que Bulma estaba tirada en el suelo. Se acuclilló junto a ella y la observó - De no ser porque siento la presencia de la criatura, no sabría que la está cargando… - dijo, llevando una mano al vientre de la muchacha con cuidado. Se mantuvo así un momento, pero enseguida la miró asustado al notar que la muchacha respiraba con dificultad.

- ¡Mierda! - exclamó llevando su mano a la yugular de ella, notando que el pulso era irregular. De inmediato la cargó en sus brazos, llevándola al cuarto de él, que por suerte era el más cercano a la cámara.

Voló por los pasillos con ella, sintiéndose como un cretino, puesto que sabía de su condición y aun así la fustigó para provocarla. Y, aunque su intención era otra muy distinta a asesinarla, la culpa comenzó a invadirlo. Pero no era momento para pensar en eso, por lo que se apresuró y una vez hubo llegado, abrió la puerta de un puntapié, prosiguiendo a dejar su carga sobre la cama. Enseguida se fue directo a su morral, comenzando a rebuscar en este. Pero la presión del momento lo traicionó, por lo que le costó más de lo que esperaba encontrar lo que buscaba.

Lo que no podía hallar era un dispositivo que había adquirido en su último viaje, y, aunque en su momento se maldijo por gastar esa cantidad exorbitante en una chatarra que usaría solo unos meses, lo compró de igual forma.

Flash Back

Entró a aquella cantina, con su disfraz de mercenario. Recordó que, en la base de ese planeta, había visto alguna vez utilizar aquel aparato. El problema era que aun reinaba el caos y la mayoría de los asentamientos habían sido saqueados. Debía obtener información y pensó que ese era el mejor lugar para hacerlo.

Se acercó a la barra, guardó sus gafas y pidió algo de beber para no levantar sospechas. Estaba seguro que encontraría alguna pista de lo que buscaba, ya que el mercado de ese lugar era uno de los más grandes del imperio.

Una mujer, de piel verdosa se le sentó al lado

- ¿Buscas compañía?

Vegeta la miró de soslayo. Era una mujer bastante voluptuosa, pero el olor que desprendía le fue realmente desagradable por lo que disimuló su molestia volteando su rostro hacia otro lugar para decirle – No exactamente… Dime ¿conoces a un sujeto llamado Jorko?

-¡Así que eres de esos depravados!… No es que sea mi asunto, pero hay un cobro extra por esa clase de seervicios…

Vegeta levantó una de sus cejas y volteo a verla. Si no fuera porque estaba unido a la terrícola, no hubiera dudado en saltarle encima a la tipa esa a pesar de su olor, sobre todo, porque hacía mucho que se había dado cuenta de lo que se perdió cuando se negó a ir de fiesta con sus subordinados, sin contar que estaba bastante necesitado de sexo en ese momento. Pero su unión era más fuerte de lo que pensaba y supuso que por eso el olor de ella se le hacía asqueroso.

-No me malentiendas… No estoy buscando aquello, solo quiero ubicar al bastardo… ¿sabes donde está?

-De hecho, sí… pero lo que sé te va a costar…

- ¿Cuánto?

- ¿Qué ofreces?

Vegeta metió una mano a su chaqueta y sacó un par de gemas.

- ¿Es suficiente?

La mujer se quedó mirando extasiada la mano del saiyajin. Iba a cogerlas, pero Vegeta apretó su mano y las volvió a guardar.

-Quieta, perra… No, hasta que me des su ubicación.

La mujer se sonrió - Sígueme… - dijo, luego de unos momentos en los que pareció evaluar la situación. Enseguoda se puso de pie y avanzó hasta la salida, volteando a ver seductoramente si es que Vegeta la seguía.

Él así lo hizo. La siguió fuera de la cantina y luego por unos callejones, hasta que llegaron a uno sin salida.

Vegeta observó que la mujer se detenía, dejándolo adelantarse un par de pasos.

- ¿Qué mierda intentas, maldita? – preguntó, algo intrigado.

La mujer le sonrió y luego llevando su mano a su boca, dio un silbido. Inmediatamente dos enormes tipos aparecieron a sus espaldas.

Vegeta sonrió y volteó a verlos - ¿Ladrones? Vaya si escogí buena compañía… - se llevó las manos a las caderas y agregó – Me parece justo decirles que solo perderán su tiempo… así que lárguense y les perdonaré la vida…

-¡Cállate y entrega tus pertenencias!

-Sí… De lo contrario te moleremos a golpes.

El príncipe amplió su sonrisa y con un gesto de su mano los retó a pelear.

Los hombres de inmediato saltaron a atacarlo, dando unos alaridos horrorosos, pero Vegeta los esquivó con gracia. Acto seguido, golpeó con su codo a uno en la nuca y al otro que se volteó, luego de errar su golpe, lo pateó en su estómago con tal fuerza que lo hizo escupir un enorme buche de sangre. Ambos sujetos cayeron murieron antes de siquiera darse cuenta que ocurrió.

La mujer que lo había guíado abrió con espanto sus ojos y se dispuso a correr. Pero Vegeta fue más rápido y de un solo golpe la hizo volar unos metros estrellándola en un muro, derribando éste.

El saiyajin avanzó hasta quedar detrás de la mujer y escupió asqueado -Maldita puta mentirosa…

Levantó su mano derecha, para terminar con la vida de la alienígena, pero se detuvo, al ver que del agujero salió un sujeto de piel anaranjada, calvo y con antenas en su cabeza, en la que se apreciaba un par más de ojos - ¿Quién derribó mí muro?

Vegeta se quedó mirando al sujeto y preguntó sorprendido - ¿Jorko?

El alienígena lo observó y preguntó - ¿Tú eres el culpable?

-Ja, ja, ja – rió escandalosamente el saiyajin. No podía creer su buena fortuna.

El alíen ahora abrió todos sus ojos como platos. Esa risa le era inconfundible - ¿Ve-Vegeta?

- ¿Quién más? Justamente te estaba buscando, desgraciado.

- ¿Qué quieres? Te ves diferente…

Vegeta lo miró a los ojos y dijo bastante serio - Necesito cierto dispositivo… un brazalete de vida… pensé que tu podrías ayudarme a encontrarlo, por los viejos tiempos.

-Em… seguro… Todo por un viejo conocido, pasa… ¿Tienes hambre? Tengo carne de prito … ¿la has probado, supongo?

Vegeta asintió, mientras sentía que su boca se hacía agua.

El sujetó miró al montón de rocas y vio a la mujer que estaba enterrada de la cintura para arriba y que parecía intentar liberarse, sin resultado.

-Oye… esta se te quedó viva …- le comentó Jorko a Vegeta.

-Mhn… no me interesa.

- ¿Puedo follármela?... Hace mucho que no lo hago con un humanoide – preguntó, haciendo un ademán con su abultado abdomen.

-Como gustes… Pero asegúrate después de lavarte todas tus manos…

Jorko se sobó sus dos pares de manos y se dispuso a tomar a la mujer.

Vegeta ingresó a la vivienda por el mismo agujero que había hecho e ignoró los gritos del exterior. Observó el lugar notando que era un verdadero basurero, pero no podía ser de otra forma, conociendo al propietario.

Una vez dentro tomó uno de los cigarrillos negros que estaban desparramados sobre una caja metálica y luego de encenderlo tomó asiento, mientras esperaba que volviera su contacto. Una vez que entró Jorko, lo obligó a asearse antes de servirle. Después cenaron y conversaron de muchas cosas, como de lo que ocurría ahora en el Imperio. Una vez terminaron de comer, Vegeta le explicó lo que necesitaba nuevamente, sin decirle el motivo, y el sujeto le dijo que justamente por la mañana harían una subasta de artículos médicos en el mercado. Él podía robarlo sin problemas, pero debía seguir pasando desapercibido. Así que participaría como un comprador común y corriente, ya que tampoco era seguro que tuvieran aquel dispositivo.

Al día siguiente acudió, pero nunca pensó que le saldría tan cara la postura. Al parecer ese objeto era bastante escaso ahora.

Fin Flash Back

Cuando al fin lo halló, lo cogió y lo más rápido que pudo lo instaló en la muñeca de la joven. Era un brazalete redondeado de color blanco, como una rosquilla de un par de pulgadas de grosor, con unos botones junto a una pequeña pantalla.

Aguantó la respiración, oprimió el botón rojo un par de veces y esperó.

El aparato zumbo suavemente y de uno de sus costados comenzó a aparecer una especie de cápsula transparente que crecía rápidamente al llenarse con la sangre de su compañera "Maldita sea, funciona" pensó, sin atreverse a respirar, mientras permanecía al pendiente del ki de Bulma y de su vástago.

Luego de unos segundos más, el aparato emitió un pitido y se encendió la pantalla. El saiyajin al fin exhaló y procedió a retirarlo, para enseguida mirar el rostro de Bulma, el que ahora lucía apacible.

-Al menos sé que funciona a la perfección… Ambos parecen estar bien, pero supongo que querrá asesinarme cuando despierte… - llevó su mano a la frente de la joven y apartó un mechón de cabello que le cubría el rostro – Maldita hembra… ¡Cómo te gusta hacerme perder el tiempo!… Solo espero que valga la pena – la levantó nuevamente en sus brazos y la llevó a la habitación de ambos, donde la recostó con cuidado sobre la cama. Enseguida se dirigió a la puerta y volteó a verla una ultima vez.

– Hmn… - hizo, frunciendo. Sabía perfectamente que por poco la mata esta vez.

Regresó a su habitación por la cápsula, llevándola luego a la oficina del profesor.

-Está hecho… déjala con el resto – le dijo, dejándola en el escritorio.

- ¡Oh!... – dijo el señor Briefs, mirando confundido la extraña capsula - Sí, en seguida… - Luego la tomó y agregó, comenzando a avanzar hacia la salida - Oye, muchacho, ¿Ella está bien?

Vegeta se lo quedó mirando un momento y después respondió - Sí. Tu hija está bien.

Bulma abrió sus ojos de golpe y se incorporó inmediatamente sobre la cama. Miró el reloj y vio con desilusión, que ya eran pasadas las once de la noche.

- ¡No otra vez! – exclamó e inmediatamente lo recordó y susurró, llevándose una mano a la frente - Vegeta… estaba en la cámara con él cuando…

Encendió la lámpara y miró su brazo, buscando alguna marca de aguja. Pero descubrió que no tenía un parche como la otra vez, en cambio encontró un pequeño corte en su muñeca, como de un centímetro "¿Qué es esto? Genial, ahora pareceré suicida… ¿? ¿está cicatrizado?… Esto no se consigue con el gel que creamos… Si Vegeta sabía hacer esta clase de cosas ¿Por qué no lo aplicó cuando quedó herido aquella vez? Es muy extraño… Creo que deberé preguntarle como fue que lo hizo…" Se dirigió al baño, donde se dio una rápida ducha y al salir se vistió con una camisola blanca. Secó y cepillo su cabello, para luego meterse de vuelta a la cama, dispuesta a descansar un poco más.

Estaba por dormirse de nuevo, cuando una brisa movió un poco las cortinas. Frunció y se levantó a cerrar su ventanal, ya que sintió un escalofrío. Se levantó y caminó hacia él con la intención de cerrarlo pero vio que Vegeta estaba en el balcón, apoyado en el barandal mientras miraba hacia el exterior. Se había cambiado de ropa, ahora en vez del pantalón de entrenamiento, vestía uno holgado de color negro y una camiseta azul de manga corta.

-Al fin despiertas, mujer… - le dijo sin voltear.

- ¿Tú me hiciste el procedimiento? – preguntó de manera cordial - Hmn… - lo vio asentir levemente con la cabeza.

Bulma sonrió. Al parecer había logrado ponerlo incómodo, y eso era una ventaja para ella porque estaba segura de que Vegeta estaría accesible para sacarle información. Así que avanzó unos pasos y se paró al lado de él, imitándolo - ¿Qué tal tu entrenamiento? - le preguntó mirando hacia la calle también.

Vegeta la miró de soslayo - Espantoso… Pero sabía que algo tramabas.

Bulma rio ruidosamente un momento, pero luego se tranquilizó y le dijo con una voz suave - Lo de la compuerta también fue astuto… Pero debo darte las gracias, digo, por lo otro…

El saiyajin se volteó a mirarla, confundido. Él esperaba gritos y recriminaciones, en cambio ella parecía feliz y encima le daba las gracias.

-¿? …Tal vez me excedí con la cantidad…

-No. Me siento muy bien… - le respondió Bulma, agregando enseguida - Vegeta ¿Cómo le hiciste para que quedará así? – dijo, enseñándole su muñeca.

Vegeta sonrió "Ahí está el motivo… quiere información... Después de todo no somos tan diferentes…"

- ¿Por qué quieres saber? ¿No te basta con poder hacer lo que más te gusta sin desplomarte?

Bulma lo miró a los ojos y frunció un momento - Está bien si no quieres decirme…

- ¿Por qué estás tan amable? - le preguntó Vegeta.

- ¿Por qué no? Tú fuiste amable conmigo…

Vegeta frunció. Él no había sido amable con ella, solo había hecho lo que le correspondía hacer. Por mucho que estuviera aun molesto con ella, no podía arriesgarse a perderla y con ella a su poderoso descendiente. Los sentimientos que habían comenzado a crecer en él, lo hacían sentir ahora remordimiento y eso era algo indigno de un príncipe de la raza guerrera. Y aunque sentía deseos de aceptar que su parte de culpa, su orgullo se sobrepuso recordándole que él había dicho ya todo lo concerniente a ese asunto.

- Te dije que ya no soy ese… - le respondió, mientras giraba sobre sus talones para dirigirse a la habitación – Supongo que es mejor que me vaya a dormir... Tú también deberías hacerlo. Mañana deberás reparar la cámara…

No quería reconocerlo pero se sentía cansado y algo adolorido, ya que después de dejar al profesor, se había ido a probar su nueva cámara de gravedad y descargar un poco de tensión por lo ocurrido. Pero no le fue posible, ya que gracias a los arreglos de Bulma, cada vez que digitaba un valor, la gravedad que se producía era otra totalmente distinta. Estuvo varios minutos tratando de descifrar el truco, pero no lo halló, consiguiendo en cambio solo terminar con el cuerpo entumecido por estar expuesto a valores de gravedad exagerados cada tanto. Por lo mismo se dio por vencido y decidió ir a esperar a que despertara Bulma para recriminarle eso pero dadas las circunstancias no pudo hacerlo.

La peli turquesa lo vio irse de su lado, comprendiendo que se había terminado la magia y que era momento de volver a su guerra de voluntades. Entró tras él y lo vio abriendo la cama para acostarse - ¿Que crees que haces? – preguntó molesta.

- ¿Qué? ¿Acaso no puedo? – contra preguntó, deteniéndose.

- ¡Claro que no! – exclamó ella - ¡Te dije que no voy a dormir contigo! ¡No hasta que reconozcas tu error!

El hombre reaccionó, pestañeando un par de veces. Creyó que las cosas estaban bien y ella le salía otra vez con eso.

Se giró a verla y observó que la muchacha, nuevamente estaba furiosa. Verla enojada siempre lo hacía desearla más de lo normal, sin mencionar esa energía extraña que le brindaba su estado. Luchó internamente para no gritarle – Argg… Te dije que no voy a volver a discutir sobre eso… Además tú también me debes una explicación satisfactoria la respecto – se cruzó de brazos y volteó su vista hacia el cuarto – Por lo demás, esta es mi habitación también y voy a dormir aquí te guste o no – aclaró, finalmente.

-No…Tú ya tienes asignada una habitación y no es precisamente esta – le dijo ella, molesta. Aunque en el fondo quería ver que tanto estaba dispuesto a hacer él con tal de recuperarla. Pero Vegeta no se dio por vencido y frunció profundamente - Termina con tus estupideces de una maldita vez… ¡Esta es mi habitación, esa es mi cama y tú eres mi mujer! - sentenció, señalando cada cosa que mencionó - Ahora voy a ir a descansar y voy a dar por terminada esta patética charla.

-Oye, yo no soy tu mujer. Además, pudiste dormir casi un mes en un cuarto de invitados… ¿Por qué no vuelves ahí? o acaso ¿estás esperando que te saque yo misma otra vez?

Él volteó su vista hacia la cama mientras cerraba los ojos y declaraba su victoria - Sabes perfectamente que no tienes la fuerza suficiente para hacerlo sin recurrir a tus sucios trucos. Por lo que no pienso moverme de aquí.

Bulma mordió su labio inferior. Efectivamente, ella no tenía la fuerza para sacarlo aunque lo deseara, pero debía aceptar que en el fondo no quería que se fuera de su cuarto simplemente porque, pese a lo ocurrido, ella aún lo amaba. Fue entonces que pensó en que era momento de ofrecer una tregua, ya que estaba comenzando a cansarse de que la discusión diera vueltas en círculos entre culpas mutuas, segura de que el saiyajin se sentía igual. Los dos eran demasiado tercos y orgullosos como para dar su brazo a torcer, pero ella era lo bastante inteligente como para hallar una salida que los satisfaciera a ambos y dar por terminado este tema de una vez por todas. Lo pensó un momento y encontró una solución satisfactoria. Solo esperaba que Vegeta aceptara, pero sinceramente ya no tenía mucho que perder. Así que avanzó con seguridad hasta él, consiguiendo que él se tensara en su sitio y abriera sus ojos. Enseguida respiró hondo y le dijo - Tienes razón, Vegeta. No puedo echarte pero reconozco que tampoco tengo la intención de seguir en este ridículo juego de culparnos el uno al otro de lo ocurrido en Temkari… Lo pensé y creo que solo nos queda una opción…

El saiyajin abrió sus ojos y sintió su corazón apretarse pero no alcanzó a reaccionar o a pensar en algo ya que ella continuó -.. dime, Vegeta ¿Qué tan familiarizado estás con el término "juego de suma cero"? - enunció, ofreciéndole una sonrisa cálida.

Los ojos de Vegeta se abrieron en sorpresa al oír su proposición y volvió a ver a la joven. Enseguida suavizó su gesto al darse cuenta de que definitivamente no se había equivocado en elegir a esa humana como su compañera. Sonrió, aunque más bien fue como una mueca de rendición y le dijo - Sé a que te refieres y estoy de acuerdo… Es una salida digna de la realeza… Lo que me recuerda… - bajó su vista para sacar algo del bolsillo de su pantalón. Luego extendió su mano y cogiendo la de Bulma, depositó con suavidad la joya que le debía. Con ambas manos rodeó la de la muchacha, haciendo que ella apretara su puño con el pendiente en su interior.

- Ve – Vegeta...

- Hmn… Esto da por sellado nuestro asunto – murmuró, mirándola a los ojos, para enseguida agregar -Una vez me preguntaste como elegíamos a las madres de los descendientes a la corona… y yo te pregunte si acaso querías ser reina - hizo un alto, en el cual suspiró, pues lo que iba a decir le resultaba bastante difícil y agregó – Eres la hembra más malditamente astuta y audaz que he conocido... y por eso eres la más idónea para cargar con mi descendiente...

Bulma lo miró sorprendida, sintiendo que su estómago se apretaba y que unas lágrimas de emoción caían por sus mejillas.

El príncipe de los saiyajins le había hecho un cumplido. Un cumplido que le revelaba un secreto que ella quería conocer hace mucho. Al fin comprendía que para los saiyajin la elegida no solo debía ser su compañera, sino que debía aceptar cargar con su descendiente y demostrar ser digna de ello. No esperó más y depósito un beso en los labios de Vegeta, quien reaccionó sorprendido para enseguida sujetarla por la espalda, como para no dejarla ir jamás.

El beso comenzó suave, cada cual saboreando los labios del otro hasta que, poco a poco, fue subiendo la intensidad. Bulma, aun sosteniendo el pendiente en su puño, rodeó su cuello, mientras él comenzaba a recorrer su cuerpo, por sobre su ropa, desde la cadera hasta su espalda.

Profundizaron el beso, ella se rindió definitivamente y el olvidó todo su rencor. Vegeta, supo entonces, que quería más de ella, necesitaba volver a ser uno con ella.

Sintió su cuerpo reaccionar al contacto del de su mujer, sin embargo, la apartó un momento para decirle

-Póntelos.

Bulma lo miró un momento y comprendió de inmediato. Fue hasta su alhajero y sacó el compañero del pendiente, procediendo a colocárselos. Una vez lista, se volteó a verlo, con su rostro cubierto con un intenso rubor y una enorme sonrisa.

- ¿Qué tal me veo? – preguntó.

Vegeta le sonrió complacido y le hizo un gesto para que se aproximara nuevamente a él, sin decirle nada, y no porque no quisiera hacerlo, sino porque no habían palabras en ningún idioma que conociera que describieran lo hermosa que era.

Una vez la tuvo enfrente se la quedó viendo un momento y luego volvió a besarla. Retomando lo que habían comenzado.

Bulma comenzó a enredar sus dedos en aquel extraño cabello que tanto le gustaba, sin creer aún, que estuviera nuevamente entre esos brazos, que la hacían sentir mil y una sensaciones. Comenzó a gemir suavemente en la boca del saiyajin, percatándose en ese momento que ya no había marcha atrás.

-Te extrañé tanto – susurró contra los labios de su amante.

Vegeta no respondió, pero sintió que su pecho se inundaba de aquella energía que le gustaba tanto sentir, la misma que lo hizo suspirar fuerte como si rebalsara su cuerpo.

La tomó por la cintura, haciéndola retroceder hasta que toparon con un muro, junto al ventanal. La aprisionó con su cuerpo y. luego deslizó sus manos bajo el camisón, para poder acariciar los muslos de la joven.

Bulma suspiró al sentir el contacto de sus manos con su piel nuevamente y como pudo, deslizó una de sus manos hasta alcanzar la erección del saiyajin, comenzando con un juego morboso por encima de su ropa, que hizo gruñir bajo a Vegeta. Él a su vez continuó subiendo, pasando por su suave trasero, deteniéndose un momento en sus caderas, las que apretó posesivamente.

Bulma se vio obligada a soltar a su presa, cuando el saiyajin bajó los tirantes de su camisón. La prenda descendió, dejando a la vista sus senos.

Vegeta la alzó por las axilas, obligándola separar sus piernas y a rodear su cadera, mientras se afirmaba de sus hombros y sostenía su peso en la muralla. Vegeta no perdió el tiempo y bajó su rostro hacia los montes de ella que se le ofrecían tan apetitosamente. Los atendió con pasión, lamiendo y succionando alternadamente. Luego deslizó una de sus manos a las nalgas de la muchacha. Apretó una con descaro, mientras rozaba su miembro sobre la pelvis de Bulma, volviendo a besar sus labios, para después desviar el camino de sus besos hacia el cuello de la joven, donde comenzó a deslizar su lengua suavemente hasta alcanzar su oído, donde le susurró - Para ser una perra desgraciada, sabes delicioso…

Bulma se sonrojo intensamente ante el comentario del saiyajin. Esa era una de las cosas que extrañaba de él. La forma en que hacía que un insulto resultara completamente lleno de erotismo. Suspiró con fuerza y le respondió - Y tú un hijo cretino egoísta que sabe muy bien lo que quiero– contra atacó, obligándolo a besarla.

El saiyajin sonrió contra su boca y expiró con fuerza, mientras comenzaba a dar pequeños mordiscos sobre sus labios.

-Eres mía…

Ella sintió que perdía la razón ante las sensaciones que le proporcionaba él, por lo que se aferró con más fuerza al cuerpo del saiyajin. Ese hombre sabía perfectamente como volarle la cabeza pero era su turno de contra atacar - Tú también eres mío, Vegeta… solo que aún no lo comprendes.

Él se sonrió contra sus labios y luego volvió a profundizar su beso, invadiéndola completamente con su lengua. Había comprendido perfectamente lo dicho por ella, pero en su cultura los hombres jamás pertenecerían a una hembra y él no sería el primero. Pero no estaba dispuesto a echar a perder el momento con explicaciones así que decidió que lo mejor era hacerla creer que estaba de acuerdo, por ahora.

Bulma respiraba con dificultad, sin embargo, respondió a la profunda intromisión. El beso terminó convirtiéndose en una batalla por el control, pero el placer de hacer explotar al otro los hizo cambiar el campo de batalla de sus bocas a sus cuerpos. Así fue como él no esperó más y llevó una de sus manos a la intimidad de Bulma. Apenas la alcanzó comenzó a mover sus dedos tal como ella le había enseñado, pero se detuvo al sentir como ella se estremecía contra él, alcanzando su primer orgasmo. Él, algo sorprendido, la sostuvo, presionando su centro hasta que la sintió ponerse laxa. Acto seguido, se giró, con ella a cuestas y la llevó a la cama. La dejó caer con rudeza y comenzó a lamer la parte interna de uno de sus muslos, para enseguida subir por la pierna, observando como su compañera se retorcía de placer y acariciaba ella misma uno de sus montes. Sonrió y levantó su camisola, dejando a la vista sus bragas. A continuación, se lanzó a lamer su intimidad por sobre la prenda haciendo que la muchacha gimiera tan fuerte, que instintivamente mordió su labio, como para no hacer escándalo. Vegeta se sonrió contra la intimidad de ella y ayudándose con una de sus manos, la estimuló, mientras su respiración se entrecortaba.

Bulma ahora gimió y se retorció, llevando sus manos a la cabeza de su amante, estaba segura que alcanzaría su siguiente orgasmo en cualquier momento.

El saiyajin se irguió y bajó su pantalón. Tomó su miembro erecto y acarició con él la entrepierna de su compañera. Vio como Bulma lo observaba con una mirada lujuriosa por lo que no la hizo esperar más y rápidamente se deshizo de las bragas de la joven, bajándolas por sus piernas. Las lanzó a un rincón, para después ubicarse en la entrada de la joven y comenzar a acariciarla con su miembro mientras la joven movía sus caderas desesperada por que él la tomara de una vez. Pero el la hizo sufrir un momento más, volviendo a atacar sus montes para después recién volver a posicionarse. Entonces la miró a los ojos y le sonrió de lado, comenzando a entrar, primero lentamente pero después, separó aun más sus piernas con sus manos, entrando hasta el fondo, sin dejar de sujetarla por la cara interna de sus rodillas.

Bulma gritó de placer y él inmediatamente incrementó la velocidad de sus embestidas, mientras deslizaba una de sus manos para estimularla en su centro.

Bulma se estremeció, en un violento orgasmo y Vegeta al sentirla, esperó un momento para enseguida posicionarse sobre ella, apoyando sus manos a ambos lados de ella. Empujó un par de veces más, alcanzándola y desparramándose en su interior, acompañado su éxtasis con varios gemidos roncos, sintiendo aun las fuertes contracciones de su compañera alrededor de su miembro.

Permanecieron en esa posición unos momentos hasta que Bulma abrió sus ojos y vio que Vegeta permanecía con los de él cerrados, aun disfrutando de la posición.

Ella tomó su rostro y lo obligó a acercarse para besarlo. Él respondió de inmediato, sintiendo como su miembro regresaba a estar listo para un segundo ataque.

Se besaron durante mucho tiempo. Él la apretó contra su cuerpo, otra vez sintiendo sus suaves prominencias contra su fuerte pecho. Necesitaba hacerle saber que aun la amaba de la forma que ella le había enseñado, con esos extraños abrazos. De hecho, no podía sacar eso de su mente. La quería de vuelta en su vida, en su rutina, en su todo. Al darse cuenta de lo que pasó por su mente se apartó de ella, ya que de seguir besándola así terminaría aceptando verbalmente lo que se suponía debía sentir por ella. Decidió que un poco de rudeza lo haría recobrar el control sobre sus actos por lo que la tomó de las caderas, obligándola a girarse. Besó su espalda y descendió, haciendo un camino de besos, mordiscos y lamidas hasta su entrepierna, pasando por ambos glúteos. Su intención era clara, deseaba que ella volviera a explotar a su alrededor pero ahora en otra posición.

Bulma yacía boca abajo, su cabeza sobre la cama y la retaguardia levantada. Podía sentir en su entrepierna la lengua y la respiración de Vegeta. Cerró sus ojos, al tiempo que su excitación crecía, obligándola a cambiar la posición de sus brazos desde los costados al frente, enseguida hundió su rostro contra la cama, conteniendo sus gemidos, mientras sus manos arrugaban la colcha buscando de donde asirse ante lo que se vendría.

El príncipe no soportó más. Tomó posición detrás de ella y sin siquiera darse cuenta, como si su cuerpo se moviera por sí mismo, entró de una vez, sujetándola por las caderas.

La espalda de Bulma se arqueó por el placer y Vegeta comenzó a embestirla nuevamente, al tiempo que apretujaba sus nalgas. Al hacerlo su mente divagaba entre que la detestaba, la necesitaba o la amaba. No podía decidirse, eran tantas emociones y tantas sensaciones juntas para él que jamás había sentido más que desprecio y odio, que ahora se sentía casi abrumado con tanto placer y sentimientos.

Luego de varios minutos, Bulma se tensó por completo al llegar al clímax. El saiyajin, continuó embistiéndola un poco más, hasta que ya no pudo contenerlo y dejándose caer sobre ella, mientras se aferraba a sus hombros, la llenó nuevamente. Pero esta vez no gimió, en cambio un par de palabras salieron de su boca de manera casi irreconocible.

-Te amo… - susurró él, sin darse cuenta.

Bulma abrió sus ojos, sorprendida y volteó a verlo como pudo, apreciando solo parte de su rostro. Vegeta parecía aun concentrado en su propio placer por lo que volteó al frente nuevamente y se dejó caer rendida, sintiendo enseguida sobre ella el peso del cuerpo de su amado esposo saiyajin.

Continuará…