N/A: Soy novata, pero novata de verdad en esto de escribir así que tenedme paciencia. Siento si se me escapan algunas faltas de ortografía.
Y como siempre, muchas gracias a esas personitas por los Reviews.
Disclaimer: Personajes, hechizos, lugares, etc... es todo propiedad de la maravillosa J.K Rowling.
-Granger.- La llamó en un susurro, que fue lo único que le salió por el aturdimiento, antes de que sus pulmones respirasen un poco de humo y empezase a toser. Miró a todos lados buscándola, pero solo era capaz de ver el fuego, y el humo gris que el estallido había dejado por todos lados.
Los guardias del interior que los acompañaban tiraban de ellos para volver a ponerlos a salvo dentro del Ministerio. Se soltó del agarre de su madre, sintiendo como un escalofrío le recorría el cuerpo al tener un mal presentimiento. Ordenó a Astoria que se quedase con ella, mientras él se escabullía de los hombres, y volvía a salir decidido por la puerta.
Los guardias que salieron en horda detrás de él, empezaron a extinguir el fuego, y disipar el humo con sus varitas, mientras otros comenzaban a socorrer a la gente herida, y el resto acotaba la zona, y pedían a la gente que se alejaran por seguridad.
Volvió a llamarla, ahora con mas fuerza. Caminó esquivando varios trozos de piedra que no sabía muy bien de adonde permanecían. Según pasaban los segundos, la opresión que sentía en el pecho aumentaba progresivamente, dificultándole el respirar con normalidad.
Eso no podía acabar así.
Según iba recorriendo metro a metro la distancia que había calculado a la que podría encontrarla, su angustia iba aumentando a una velocidad frenética. Había al menos una decena de personas cubiertas de sangre, y polvo, en su mayoría periodistas, que aun estaban en estado de shock ante lo ocurrido. Muchos no se movían del sitio donde habían quedado, ya fuese por la heridas, o por que su cuerpo se había paralizado por el miedo, y el desconcierto. Draco podía haber ayudado a alguno de ellos a reaccionar, por lo menos para que socorriesen a los que peor pinta tenían, pero él tenía un claro objetivo en mente, y no iba a parar hasta encontrarla.
Durante esos minutos angustiosos, decenas de escenarios pasaron por su cabeza aumentando su desasosiego. "No vas perderla" empezó a repetir como un mantra para ahuyentar los malos pensamientos que le aguijoneaban con dureza la mente.
Cuando sus ojos divisaron una melena castaña tendida sobre el suelo, a lo que calculaba mas o menos unos 12 metros del punto de la explosión, corrió hacía ella, clavando sin delicadeza las rodillas en el suelo al dejarse caer junto a su cuerpo para socorrerla.
-Granger, ¿Estas bien?.- La dio la vuelta para poder verla la cara, colocándose bajo su espalda para que estuviese mas cómoda. Tenía la cara parcialmente llena de sangre y suciedad. La tomó el pulso al no recibir ninguna respuesta por su parte. Respiró aliviado cuando en seguida lo encontró. "Solo está inconsciente"- Granger, Granger...
La dio unos suaves golpes en la mejilla para ver si reaccionaba. Esta abrió los ojos unos segundos.
-Malfoy... .- Su voz sonaba tan débil.
-Estoy aquí.- La vio hacer un gesto de dolor al intentar mover el brazo derecho dándose cuenta en ese momento, que este tenía una trayectoria físicamente anormal.- Tranquila, no te muevas.
Sus ojos volvieron a cerrarse, aunque él intentó mantenerla despierta. Volvió a sumergirse en la inconsciencia. Se quitó su propia chaqueta, y la rompió para poder utilizarla como tapón para cortar la sangre que salía de alguna parte de su frente.
-¡Ayuda!.- Gritó lo mas alto que pudo.- ¡Aquí!
Miró a todos lados buscando a alguien cerca, y fue cuando vio a su abogado tendido unos metros mas para allá de donde estaban.
-¡Mice!.- El hombre reaccionó a su llamado moviendo una mano lentamente, mientras se arrastraba hasta quedar apoyado en al pared que tenía a su espalda.- ¡Voy a buscar ayuda!
Lanzó al hombre que asentía el otro trozo de chaqueta para que detuviese la hemorragia que tenía en una de las piernas.
Con cuidado metió ambos brazos por debajo de su menudo cuerpo, descartando la posibilidad de dejarla sola, y la levantó estrechándola contra su cuerpo. Sintió su débil respiración contra su cuello, y agradeció en silencio a todos los dioses que conocía, que no se la hubieran arrebatado.
Una vez la tuvo segura entre sus brazos, caminó con ella hasta donde empezaban a aparecerse los primeros medimagos. Un agente se acercó a ellos en cuanto le reconoció. Draco se tensó cuando se interpuso en su camino.
-Démela, y vuelva al interior Sr. Malfoy.- Volvió a acomodar su peso, y se inclinó peligrosamente hacía el hombre que intentaba quitársela de encima.
-Mas vale que te quites de en medio, por que como algo la ocurra por tu estúpida idea de detenerme, te juro por lo mas sagrado que el próximo juicio por el que se me acuse, será por el tuyo.
El guardia dudo unos segundos, y tragó nervioso bajo su penetrante mirada antes de hacerse a un lado y dejarles pasar.
-En la esquina oeste hay un hombre mal herido.- Le dijo alto mientras él continuaba con su camino. Cuando llegó a la primera ambulancia un medimago en seguida se le acercó, y le ayudó a tenderla en la camilla. Inmediatamente después, conjuró un Lumos para observar la reacción de sus pupilas, para luego reconocer el resto de sus lesiones.
-Bien, debemos trasladarla.- En cuanto la camilla se movió él lo hizo con ella.- Señor es mejor que...
-No pienso dejarla.- Le cortó rápidamente, esperando que el hombre no tuviese ganas de abrir una nueva disputa, en la que claramente él no iba a dar su brazo a torcer. No iba a dejarla sola, y nada, ni nadie podía lograr que lo hiciese.
El hombre asintió después de unos segundos, y le dijo que se agarrase bien. Sintió el tirón de la aparición, y un segundo después se encontraban en la sala de urgencias de San Mungo.
-Bien, ahora si que le tengo que pedir que deje que me la lleve, necesito hacerle unas pruebas.- Draco asintió algo reticente ante la idea de soltar su mano. Pero sabía que allí no correría ningún peligro, así que tras acariciar sus nudillos, dejó que se la llevasen.
No supo exactamente cuanto tiempo estuvieron trabajando con ella tras esa malditas puertas que le impedían ver lo que allí sucedía. Cada minuto le parecía eterno, y solo rogaba por que la sacaran de allí, y le volvieran dejar verla, y asegurar su mano entre la suya.
-¡Joder!.- Dijo entre dientes apoyándose contra la pared mas cercana. Si algo la pasaba, si algo iba mal... no quiso pensar en eso. No podía ni siquiera imaginar un mundo sin ella... su mundo.
Y ese fue su golpe de realidad.
Sentía algo mucho mas profundo de lo que siempre había querido ver hacía la castaña. No era una simple atracción hacía algo que no podía tener, era algo más.
Ese algo mas que había tachado de obsesión en el colegio, pero que ahora se daba cuenta de que ahí había estado todo ese tiempo. De que "ese algo" le había hecho tomar decisiones que ni él mismo había sido capaz de entender después; como cuando la dejo libre en los mundiales de Quidditch, o cuando se murió de celos al verla del brazo de Krum en el baile de cuarto, y un tiempo después, deseó partirle la cara al estúpido de Weasley al verla llorar, por preferir a la descerebrada de Lavender Brown, en vez de a ella. "Ese algo", que le había hecho ir en incontables veces a la biblioteca solo para poder observarla sin fingir desinterés, o el habitual desprecio que demostraba cuando estaba con sus amigos.
"Ese algo" que le había empujado a no descubrir su identidad en la mansión, y había hecho que se partiese en dos cuando su madre le agarró del brazo para que mantuviese su posición, y presenció su dolor mientras su tía la torturaba sin piedad. "Ese algo", que le había puesto en alerta cuando fue ella la elegida para convivir con él, como si internamente hubiese sabido que esta sería la consecuencia de aquello. Y "ese algo", que después le había empujado a besarla esa noche en las escaleras, y que había puesto tanto empeño en esconder, o ignorar, y que ahora salía a flote sin remedio.
La quería, la quería de una forma hasta ahora desconocida para él.
-La quiero.- Dijo en voz baja poniendo por fin nombre a lo que le llevaba ocurriendo con ella desde hacía tanto tiempo.- Estoy enamorado de Hermione Granger...
Y solo había hecho falta que casi la perdiera para darse cuenta de ello. Y por Merlín, que no lo hiciera por que si no el que estaría perdido sería él.
Cerró los ojos, y tiró la cabeza hacía atrás hasta apoyarla también en la pared. Era mucho que asimilar. Se acababa de dar cuenta de que estaba enamorado por primera vez. Y eso le hacía sentirse raro...
-Malfoy.- Abrió los ojos al escuchar su nombre para ver como la pequeña de los Weasley corría en su dirección.- ¿Qué ha pasado?, ¿Dónde esta Hermione?
Draco se incorporó separándose de la pared para informarla de todo.
-Oh, por Merlín.- La pelirroja comenzó a llorar, y Draco se sintió incomodo al no saber como reaccionar. Por eso agradeció cuando enseguida la chica le dijo que tenía que llamar a su familia, y desapareció volviendo a dejarle solo. Al parecer Ginny había estado en el baño cuando escuchó la explosión, y fueron los guardias quienes la informaron de lo que había ocurrido con su amiga.
Por suerte cuando la chica volvió, le anunció que por orden del ministro, y el director de San Mungo, habían ordenado inmediatamente que los hospitales prohibiesen la entrada de visitas hasta que la situación se normalizara. Por lo que no vería a decenas de cabezas pelirrojas vagando por allí. Con una le era suficiente.
Cuando las puertas se abrieron, ambos se acercaron para recibir al doctor que las atravesaba para preguntarle por el estado de Hermione.
-Sigue inconsciente, pero sus constantes son normales. Por lo que no corre ningún tipo de peligro.- Ambos suspiraron aliviados.- No hay daño cerebral, que era lo que mas nos preocupaba...
-Seguro que a ella también.- Si se encontrasen en otras circunstancias, hasta se habría reído ante el comentario de la pelirroja.
-Tiene varias fracturas en el brazo, y varias contusiones, además de diversos cortes debidos a la explosión en rosto y cuello, pero nada de importancia. La mantendremos en observación unos días.
Ambos asintieron y se miraron compartiendo su alivio, olvidando por un instante quienes eran. Draco se dio cuenta de como le miraba, y volvió a su imagen habitual de desinterés. Agradeció que la pelirroja no decidiese hacerle preguntas.
Unos minutos después de que el medico despareciese de nuevo por las puertas, una enfermera salió con Hermione, ya acostada en una de las camas del hospital. Siguieron a esta hasta la habitación individual donde la dejarían ingresada, y cuando la mujer les informó de que solo se admitía una persona como acompañante, fue la chica Weasley quien le preguntó si le importaba que fuese ella quien pasase a verla.
Al rubio le molestó la pregunta, por que quería decirle que no, y ser él quien entrase, pero aun así asintió con la cabeza. Le dio las gracias y se internó en la habitación rápidamente.
Draco observó su alrededor, y decidió sentarse en la pequeña sala de estar que había enfrente. Así podría ver cuando la chica salía, y así poder entrar él. Aunque sabía que no sería pronto.
...
Al cabo de unas horas el sueño le venció por aburrimiento. Se quedó dormido a pesar de la incomodidad de la silla.
De repente se vio sumergido en otra pesadilla, pero esta vez no había ni rastro de Voldemort, o de la guerra en esta. Si no que volvía a repetir lo sucedido esa mañana. Veía su cuerpo inerte en el suelo, y por mas que gritaba y corría, jamás llegaba ella.
-Sr. Malfoy... .- Draco se despertó sobresaltado cuando alguien le sacudió del hombro.- Disculpe.
El Sr. Marrus que se hallaba frente a él era quien le había despertado. El hombre se incorporó cuando Malfoy se levantó, casi le sacaba dos cabezas. Miró por encima de su cabeza el reloj que había en la pared. Nueve horas, llevaban nueve horas en el hospital.
-¿Y mi madre, se encuentra bien?.- Preguntó mientras se frotaba los ojos con una mano despejándose del recuerdo de la pesadilla.
-Se encuentra en la mansión, esta perfectamente.
-¿Y Astoria?
-Su amigo Theo fue a buscarla, y la llevó a su casa.- Marrus se subió de nuevo las gafas sobre el puente de la nariz.- Nos costó mucho convencerla para que no viniese a por usted.
Draco rio para si, imaginando lo que les habría costado convencer a la testaruda de su amiga. Menos mal que Theo la conocía, y sabía como tratar con ella.
-¿Usted como se encuentra?.- Le preguntó amablemente.
-Bien. Sucio, pero bien.- El hombre le recorrió con la mirada antes de darle unos golpecitos en el brazo.
-¿Y ella?.- Hizo un gesto con la cabeza apuntando en dirección a la puerta de la habitación.
-El medico a dicho que no corre peligro. Pero quieren tenerla en observación.
-Gracias a Merlín.
-¿Se sabe algo?.- Marrus lo miró dubitativo, lo que no le dio buena espina.- No fue un accidente ¿Verdad?
El hombre negó y volvió a colocarse la gafas con nerviosismo.
-Creen que no fue planeado.
-¿Tienen al culpable?.- Draco esperaba que le diese un nombre, para ir personalmente a por ese capullo que había osado dejarla en ese estado.- ¿Saben quien lo hizo?
Marrus volvió a negar.
-Creen que escapó con el revuelo. Se esta mirando las cámaras para ver si consiguen identificarlo, pero... .- Draco observó como el hombre carraspeaba la garganta no muy seguro de continuar, mientras se ajustaba la hebilla del cinturón.
-¿Pero...?
-La primera idea que se tiene, es que el ataque no iba dirigido a ella.- Malfoy sintió su pulso descender de golpe, y como un escalofrío le recorría de pies a cabeza.- Creen que el objetivo era usted...
Todo cuadraba, habían esperado que saliera por la puerta para hacerlo, y habían fallado.
El la había puesto en peligro.
Un sudor frio bajó por su espalda, y sintió como las manos le temblaban de rabia. Era él el que tenía que estar en esa cama, no ella... Si llegaba a enterarse de quien había sido el cobarde que la había hecho eso...
La entrada de unos guardias del ministerio le distrajeron momentáneamente. Los dos hombres se postraron a cada lado de la puerta de la habitación donde estaba Granger.
-¿Que ocurre?.- Preguntó confuso.
-El Ministro le ha puesto vigilancia durante su estancia en el hospital, no quiere arriesgarse hasta que no sepan algo con seguridad. También aseguró que usted se encontraría aquí, así que también esta protegido.
Escuchar eso no le tranquilizó. Pensar que esos malnacidos podían volver a hacerla daño hacía que la ira vibrase en su interior. Nadie iba a hacerla daño, no mientras él pudiese evitarlo.
Otras cuantas horas después, gracias a Merlín la puerta por fin se abrió, y por ella vio como se asomaba la cabellera pelirroja de Ginevra Weasley. Se levantó inmediatamente acercándose a ella cuando la vio caminar preocupada hacía ellos.
-¿Que ocurre?.
-Te esta llamando.- Malfoy sintió como su corazón golpeaba con fuerza bajo su pecho. Ginny se hizo a un lado y dejó que pasara primero. Cuando los guardias la detuvieron él se giró a mirarla, y fue el Señor Marrus quien dio la orden de que la dejaran pasar también. Malfoy continuó andando hasta internarse en la habitación, y verla por fin.
Se acercó rápidamente a un lado de la cama al ver como Hermione se movía aun con los ojos cerrados y pronunciaba su nombre casi en un susurró. Cuando llegó a su lado tocó su frente perlada, y noto la elevada temperatura de su cuerpo.
-Tiene fiebre.- Miró a Ginny preocupado.
-Si, dijeron que es normal.- Draco quitó los mechones que se habían quedado pegados por el sudor de su rostro, y se agachó para hablarla de cerca.- Poción Crece Huesos.
-Tranquila Granger, ya estoy aquí... .- Su voz pareció calmarla un poco, pero no fue hasta que agarró su mano, que Hermione dejó de moverse, y volvió a quedarse tranquila. Malfoy contuvo una sonrisa cuando la notó apretar su mano.
-Vaya... .- Draco se giró tenso al recordar que no estaban solos. La pelirroja le observaba con los ojos como platos.
-Ni una palabra Weasley.- Ginny asintió sintiendo como si se hubiese perdido algo en la historia de esos dos. Y ya podía rezar su amiga, por que en cuanto estuviese recuperada le iba a pedir explicaciones.
La pelirroja fue hacía el sillón, y recogió su chaqueta.
-Bueno yo os dejo.- Draco la miró mientras se acercaba por el otro extremo de la cama y dejaba un suave beso en la frente de Hermione, junto a su mano.- Iré a casa a ducharme, cambiarme e informar a mis padres, que deben estar subiéndose por la paredes. Estaré aquí por la mañana.
El rubio asintió en respuesta.
-Cuídamela.- Tras esa ultima palabra, la pelirroja salió de la habitación, y escuchó como Marrus la preguntaba por el estado de Granger, y como se ofrecía a acompañarla. Lo ultimo que escuchó por parte de esta, antes de irse fue "La dejo en buenas manos". Comentario que hizo que rodase los ojos exasperado con sigo mismo por no haber sido capaz de disimular sus sentimientos ante ella.
¿Pero como hacerlo?
Como ahora que había abierto los ojos y descubierto lo que sentía por ella, podía volver a enmascararlo. Draco la observó dormir aun con su mano refugiando la suya. Era la primera vez que se sentía tan complejamente lleno emocionalmente, y no sabía como lidiar con aquello.
Hermione sintió un dolor punzante cada vez que respiraba. Se sentía pesada, y adolorida. Abrió los ojos lentamente, era como si sus parpados pesasen mas de lo normal. Cuando sus pupilas se adaptaron a la poca luz que había donde quisiera que estuviese, recorrió con la mirada la estancia en la que se encontraba. Estaba en el hospital, en San Mungo.
Intentó moverse cuando flashes de lo sucedido avasallaron su mente, pero un intenso dolor en el brazo derecho, y parte del torso la detuvieron haciendo que un leve quejido escapase de sus labios. -Eh, tranquila.- Reconoció su voz al instante, él estaba allí. Miró a su izquierda, donde el rubio se levantaba del sillón en el que había estado sentado, y se acercaba a ella.
-Tienes un aspecto horrible.- Mintió divertida. ¿Cómo era posible que a pesar de encontrarse cubierto de polvo y restos de sangre siguiese manteniendo su atractivo?
-Pues anda que tu... .- Hermione rio, pero el esfuerzo la hizo toser, y él la puso una mano en el hombro bueno para tranquilizarla.- ¿Qué tal te encuentras?
-Como si un tren me hubiera pasado por encima.- El sonrió por su comentario.- ¿Qué ha pasado?
-¿No recuerdas nada?
-Recuerdo estar hablando con la prensa, y de repente todo se volvió negro.- Malfoy se peinó el pelo con la mano en un gesto nervioso.
-Hubo un ataque.
-¿Quien?
-Aun no lo saben, pero están investigando.- Hermione apartó la mirada, y cerró los ojos intentando recordar algo mas de lo sucedido.
-Mice, él... él estaba a mi lado.- Comentó preocupada.
-Esta en otra habitación, fui a verlo hace unas horas, y se encontraba bien. Va a pasar una temporada con la pierna inmovilizada, pero bueno...
-¿Ha muerto alguien?
-No lo se.- Hermione miró el reloj que había en una de las paredes y vio que era aun era de madrugada, no eran ni las cuatro de la mañana.
-¿Cuanto tiempo llevo aquí?.
-Desde ayer.
-¿Y tu?
-Desde ayer.
-¿Me trajiste?.- El asintió brevemente.
-Bueno, un medimago nos apareció directamente, pero no quiero restarme el merito de haberte salvado la vida.- Dijo con una sonrisa de medio lado.
Hermione volvió a reír, y toser por el esfuerzo, que a su vez hizo que sus costillas volviesen a quejarse haciendo que un gesto de dolor cruzase su rostro.
-No me hagas reír.
-Esta bien, dejaremos el humor para otro momento.- Draco volvió a acercarse y subió su mano hasta acariciar su frente con cuidado de no tocar la zona del corte. Peinó su pelo hacía atrás en la caricia.-Menudo susto nos has dado Granger.
Ella observó algo diferente en sus ojos, en la manera en la que la miraba. Ambos se quedaron en silencio mirándose el uno al otro, hasta que fue el rubio, que ante el riesgo de verse descubierto de nuevo, apartó la mirada.
-Weasley ha estado aquí.- Volvió a incorporarse y tomó asiento de nuevo en el sillón.- Volverá en un par de horas, así que puedes volver a dormirte de nuevo.- Hermione notó que algo le ocurría, pero estaba demasiado cansada para intentar sonsacárselo.
Imaginó que la causa de su lasitud era debida a alguna poción de las que le habían dado.
-¿Te quedarás?.- Le preguntó girando la cabeza en su dirección, volviendo a sentir como su cuerpo cedía ante el agotamiento.
-Todo el tiempo que me dejen.
...
Draco la observó dormir, hasta que su propio sueño le venció. No fue hasta que entraron las enfermeras a las ocho de la mañana, que se despertó. Al verlas allí se asuntó y enseguida se levantó para mirar a Hermione y asegurarse que nada le hubiese pasado. Las mujeres le tranquilizaron en seguida. Venían a curarla, y lavarla.
Malfoy las dejó a solas cuando Hermione despertó al escuchar sus voces, y ellas apartaron la manta que la cubría para empezar con su tarea.
Se masajeó las sienes intentando aliviar un poco la jaqueca con la que se había levantado mientras devolvía el saludo a los guardias con un asentimiento de cabeza.
-Necesito un café.- Dijo para si. Y como si de un genio se tratase sintió como alguien se lanzaba a sus brazos pillándole por sorpresa.- ¿Que...
Astoria se separó de él, y le tendió el café que le había traído.
-Astoria.- Draco la miró confuso.- ¿Qué haces aquí?. Creía que no dejaban pasar a nadie...
-Me he colado cariño, ya sabes que cuando se trata de ti, no hay quien me pare.- La rubia acercó la mano a su mejilla donde limpió una pequeña mancha que debió dejarse cuando intentó adecentarse un poco.- Y como sabía que no te apartarías de ella, te he traído esto... .- Draco cogió el vaso de cartón lleno de café que ella le tendía.- … y un poco de ropa.
Agachó la cabeza para ver la bolsa que llevaba colgada del brazo, y agradeció internamente tener a alguien como Astoria en su vida. Pasó un brazo por sus hombros acercándola a él, para darla un cariñoso beso en la coronilla mientras caminaban hacía la sala de espera.
-¿Que tal esta?
Draco la hizo un breve resumen de lo sucedido, y del estado de la castaña mientras ambos bebían de sus respectivos cafés.
-¿Te quedaras aquí?.- El asintió, y Astoria le sonrió haciendo que le resultase incomodo mantenerla la mirada.- Lo suponía.
-No puedo dejarla sola, no después de haberla puesto en peligro.- Confesó sinceramente.
-El único culpable aquí fue el que hizo esto, no tu, así que no añadas esto a tu lista de culpabilidades...
"Tarde" pensó él.
-¿Y mi madre?.- Quiso cambiar de tema, para que no ahondara en ello.- ¿La has visto?
-Cuando fui a por tu ropa esta mañana, me encontré con tu querida Pansy llorando a mares en el salón de tu casa, mientras tu madre la consolaba.- Draco se dejó caer en la silla que le daba mejor visión de la puerta de la habitación, y chascó la lengua molesto ante la actitud exagerada, y cargante de Pansy.- Tu madre se muere de ganas por que la conviertas en su nuera...
Miró a Astoria con las cejas levantadas, y rio cómplice con ella cuando la chica soltó una carcajada, que hizo que su cuerpo descargase un poco de la tensión que aun sentía por lo sucedido.
-Seguro que si, pero no estoy por la labor...
-Pues deberías decírselo, a ambas.- Su amiga le dio unas palmadas en la pierna.- Por que apuesto mi mano derecha, a que Pansy piensa que eso será lo que ocurra en algún momento.
-No creo.
-Vamos Draco, no sean ingenuo... .-La miró por encima del vaso mientras bebía otro sorbo.- Pansy lleva detrás de ti desde el colegio, y por ahora se conforma con ser tu concubina ocasional, pero pronto te pedirá mas. Y ambos sabemos que cuando eso pase te libraras de ella. Si es que no has pensado hacerlo ya...
A pesar de los años que llevaban siendo amigos, le seguía sorprendiendo la facilidad con la que Astoria era capaz de analizar las cosas, y saber lo que haría antes incluso que él mismo. Claro que quería deshacerse de Pansy, antes le resultaba cómodo recurrir a ella cada vez que lo necesitaba, pero Astoria tenía razón. A pesar de que la dejó claro desde el principio que sería una relación puramente sexual, hacía mucho tiempo que se había dado cuenta de que el único que se había ceñido a esa norma había sido él. Y era cuestión de tiempo que Pansy le pidiese algo que él jamás le daría. Algo que en estos momentos solo quería mantener con otra persona.
-Quiero a Granger.- Soltó de repente, haciendo que su amiga se atragantase y terminase escupiendo café sobre su ropa y parte del suelo. Astoria tosió hasta que sintió que volvía a respirar con normalidad, y se giró hacía su amigo, que la miraba fijamente esperando su reacción.
-¡¿Que?!.- El gritó de la muchacha sobresaltó a un par de enfermeras que la llamaron la atención, y la dijeron que guardase silencio. Astoria se limpió la barbilla con la manga de su chaqueta y se acercó tanto a él que Draco sintió su respiración chocar contra su mejilla.- Repítelo, vamos. Vuelve a decirlo, por que no se si he escuchado bien.
El rubio suspiró, y fijó sus ojos en ella antes de volver a hablar.
-Estoy enamorado de Granger.- Astoria se quedó quieta, observándole con esos enormes ojos azules, y el rostro impasiblemente serio durante unos segundos, que le parecieron los mas largos de su vida.
-¡Ja!.- El rubio se sobresaltó ante el cambio de humor de la chica, que se lanzó de nuevo a sus brazos y le besó sonoramente en la mejilla.- ¡Ya era hora!.
-Yo... .- Volvió a cerrar la boca al no saber como reaccionar.
-Tu, has tardado una eternidad en darte cuenta de algo que yo sabía desde el primer momento.- Draco arrugó el entrecejo ante el tono de retintín que su amiga uso en la ultima parte de la frase. Podía recriminarla el por que no se lo había planteado antes, pero echando la vista atrás, no podía hacerlo. Por que habían sido incontables veces en las que ella se lo había dicho, y él la había tachado de loca.- Por Merlín, es la mejor noticia que podía haber escuchado hoy.
Malfoy rodó los ojos cuando esta volvió a besarle en la mejilla. Ahora se sentía mejor, necesitaba hablar con alguien, y esa persona no podía ser otra que Astoria. La persona a la que podía contarle todo, sin el temor a ser juzgado, la que siempre estaba allí para apoyarle, y su mejor amiga.
-¿Que voy a hacer?.- La preguntó liberando las dudas que llevaban martilleándole la cabeza desde ayer.
-Díselo.
-Si, claro. Hola Granger, ¿Qué tal tu brazo? Por cierto me he dado cuenta que llevo años enamorado de ti... .- Dijo irónicamente.
-Por ejemplo.- Le contestó en el mismo tono haciendo que su entrecejo volviese a ceñirse.- Perdona. Hablando en serio... ¿Sabes si ella siente lo mismo?
El negó con la cabeza analizando todos los momentos que habían compartido en esos meses, y sobre todo esas ultimas semanas.
-La atraigo.- Dijo como si eso fuera lo único que tuviese seguro en esos momentos. Se habían besado, y ella reaccionaba a todo y cada uno de ellos con la misma intensidad que él... pero de ahí, a que pudiese sentir algo mas...
-Eso seguro cariño.- La rubia empezó a limpiarse las manchas de café con ayuda de su varita.- ¿Pero seguro que no hay nada más?
-No, no estoy seguro de nada en estos momentos.- Draco se tapó la cara con amabas manos mientras dejaba que su cabeza cayese hacía atrás sintiendo como todo eso le sobrepasaba.
-No te agobies.- Retiró una mano de su cara, y la miró con un ojo.
-¿Qué no me agobie?.- El rubio se levantó y comenzó a andar en círculos.- ¿Cómo no me voy a agobiar Astoria? Esto es nuevo para mí. Se supone que a mi no me pasan estas cosas, yo veo, aprovecho y dejo, no me enamoro...
Astoria se levantó y se puso delante de él para que parase de moverse. La vio abrir la boca anunciando su respuesta, pero la salida de las enfermeras les interrumpieron. Las mujeres se acercaron para decirle que debería de traerla algo de ropa, y sin demorarse mas de la cuenta, se marcharon.
-Tengo que pasar.- Dijo aprovechando la ocasión para dejar el tema.
La rubia le acarició la mejilla, y luego le abrazó cariñosamente.- Tómatelo con calma.
…
A los pocos minutos de haberse marchado Astoria, unos golpes en la puerta interrumpieron la conversación que mantenía con la Griffindor sobre lo que la habían dicho sobre sus heridas. Draco resopló pensando que era su amiga, que volvía para decirle algo, pero lo que no esperaba encontrarse era con el Ministro de frente en cuanto abrió la puerta. Y no venía solo, su abogado que aun permanecía con la pierna escayolada, iba en una silla de ruedas que era empujada por uno de los guardias del Ministro.
-Hola Señor Malfoy.- Le saludó el hombre con un educado movimiento de cabeza.- ¿Puedo?
Draco asintió haciéndose a un lado dejándoles pasar.
-Quédese Malfoy.- El rubio que iba a salir por la puerta para darles intimidad, se detuvo y volvió al interior. Saludó a la Griffindor, y tras preguntar cortésmente por su estado de salud, el semblante del hombre cambió de manera radical, a uno serio que hizo que ambos cruzasen una mirada preocupados.
El ministro rodeó la cama y se acerco a él que aun se encontraba de pie al otro lado de la cama. Cuando llegó a su altura, la forma en la que lo miraba empezó a ponerle nervioso.
-Bien Señor Malfoy... .-Sacó un sobre marrón de uno de los bolsillos de su larga y colorida túnica.- … no dispongo de mucho tiempo, así que si me permite iré al grano.
-Lo prefiero.- El hombre asintió y le entregó el sobre.- ¿Qué es esto?
-Ábralo.- Malfoy volvió a mirarla antes de abrir el sobre, mientras centenares de posibles ideas sobre le contenido de este rondaban por su cabeza en esos momentos. La que mas miedo le daba, era que fuese la notificación inmediata de su ingreso en Azkaban. Pero no podía ser... ¿El no había hecho nada...?
¿O si?
Sacó el contenido con un leve temblor involuntario en las manos. Cuando sacó una fina carpeta con el sello de ministerio en su portada, la abrió ante la atenta mirada de Shacklebolt, y la castaña desde su cama, mientras su abogado miraba sus propios papeles, supuso relevantes a lo que iba a leer. Se desinfló aliviado cuando el nombre que leyó en la ficha era el de otro hombre, y no el suyo.
Dio la vuelta a la hoja, y encontró una foto de un hombre de unos treinta años, de barba fina y recortada, y pelo azabache, que iba enfundado un traje claro que hacía que el brillo de la foto fuera mas luminoso de lo normal.
Draco subió la mirada confuso hacía el ministro.- ¿Quién es?
-¿Le reconoce?.- Preguntó su abogado. Negó con la cabeza repasando el rostro del chico.
-No lo he visto en mi vida.- El rubio sospechó en seguida de iba todo eso.- ¿Es el que atacó en el Ministerio?.- Draco le entregó la foto a la Griffindor, que extendía su brazo bueno pidiéndosela.
-No exactamente, es el hijo del hombre que lo hizo.- Respondió el Ministro.
-¿Y que tengo que ver yo con ese hombre?.- Draco ojeó el resto de las hojas con rapidez, hasta que Kingsley posó la mano sobre una de ella deteniéndolas en una en concreto. Cuando leyó lo que él le señalaba sintió como la presión le bajaba de golpe, y tuvo que sentarse para asimilar lo que allí ponía. Escuchó como Granger lo llamó, pero su voz la escuchó lejana, mas como un eco, mientras lo que acababa de leer se repetía una y otra vez con fuerza en su cabeza.
-¿Que pasa?.- Hermione se quejó al intentar incorporarse que fue lo único que le hizo reaccionar.- ¿Quién es?
Malfoy se sintió incapaz de mirarla a los ojos.
-Los Mortifagos atacaron su barrio en uno de sus primeros ataques.- Shacklebolt fue quien respondió las dudas de la chica, que lo miraba angustiada y confusa por la reacción que había visto en él.- Vivían al oeste del Londres Muggle. Su mujer y él se salvaron, pero Michales, el chico de la foto se quedó con su hermano a defender a los vecinos, lo que le costó la vida, y el pequeño, Kyblen aun sigue en coma...
-¿Pero que tiene que ver Malfoy en eso?.- Preguntó confusa la castaña.- Fue Mortifago, pero eso fue años mas tarde del momento del ataque.
-Fue Lucius Malfoy, quien orquestó el ataque, y quien mató a Michales.- Hermione se quedó en silencio, analizando la información que le acababa de dar el abogado de la familia. Miró a Malfoy, que tenía la cabeza apoyada en una de sus manos, mientras notaba la rigidez de sus músculos bajo su ropa.
-Pero eso no tiene nada que ver. Ese hombre los atacó, y puso en riesgo a mucha gente, entre las que se encuentra usted Srta. Granger.- Apuntó el abogado.
-¿Donde esta?.- Preguntó Draco sintiendo como sus entrañas ardían por la rabia, el rencor, y la culpa. Como era posible que las decisiones de una sola persona, repercutiesen en la vida de tantas otras. Como era posible que su padre fuera el origen de todo lo negativo de su vida...
Cerró la carpeta y la apretó en sus manos inconscientemente al imaginar el rostro de su padre mientras mataba a ese chico.- No puedo facilitarle esa información.- Shacklebolt tragó un par de veces antes de volver a hablar.- Verán, no pretendo justificar, y exculparle, simplemente quería que ustedes conociesen el resto de la historia.
-Se lo agradecemos.- Escuchó a la chica contestar.
-Hiugal Solís se ha entregado esta mañana, y a confesado que perdió el control cuando le exculparon de haber atacado a esos chicos, al parecer recordó lo que hizo su padre y perdió la cabeza. No pretendía herir a nadie mas... así que depende de usted.
El abogado hizo rodar su silla para acercarse a su cliente.- Señor, podríamos utilizarla como un mártir, para que la gente que vea ese ataque como un acto de justicia divina, lo vea como lo que realmente es.
-No.- Dijo el chico mirando de manera severa a su abogado. No es que recriminase su idea, de echo era una muy buena idea, pero no en esa ocasión.- Esa familia ya ha sufrido bastante, mi padre mató a uno de sus hijos, y dejó en coma al otro así que no pienso sumar otra desgracia.
-¿Entonces?.- Preguntó Kingsley.
-Si lo que quiere es saber si voy a tomar represalias legales contra él, la respuesta es no.
Hermione miró al rubio sorprendida y fascinada por el camino que había decidido tomar en tan complicada situación. Sintió el impulso de querer acercarse a él, y maldijo no poder hacerlo.
-Bien, e de confesarle que me sorprende y alegra a partes iguales.- Dijo el Ministro antes de dirigirse a ella.- Usted Srta. Granger a sido una de las principales afectadas, así que podrá presentar cargos.
Miró al abogado, que asintió con la cabeza validando esa posibilidad, y volvió a mirarle a él, y esta vez encontró sus ojos cuando los buscó.
Podía hacerlo, al fin y al cabo ella había sido una victima colateral de algo que ni siquiera la tocaba de cerca. Pero lo que si la tocaba y mucho era la forma en la que la devolvía la mirada. No hablaba para no condicionarla, pero tampoco hacía falta. Sus ojos hablaban por él, sus ojos que eran el reflejo cristalino del afligimiento, y la culpa que en esos momentos sentía. Y por ellos negó la posibilidad de hacerlo.
Sabía que el hombre que perpetuó el ataque que la había dejado con suerte en ese estado, y no muerta, acabaría pagando por lo sucedido. Que ellos no presentaran cargos, no evitaba que el resto de personas a las que se había llevado por delante los imitaran.
De echo, una mínima parte de ella esperaba que no los tomasen por ejemplo, y el tal Señor Solís se enfrentase a las consecuencias de lo que había hecho. Que su familia fuera azotada por la crueldad de Lucius Malfoy, no le eximia de su culpa. Y su hijo no debería pagar por los pecados de su padre, no al menos cuando ese hijo repudiaba los delitos cometidos por su padre, y por los que se le quería hacer pagar injustamente.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando imaginó que hubiese pasado si ese hombre no hubiese errado en su ataque. Tal vez la menor de sus consecuencias, hubiese sido que Malfoy se encontrase en la misma cama que ella, pero luego estaba la otra, la que de solo pensarlo su pecho se encogía...
¿Y si Malfoy hubiera muerto?
Lo miró de nuevo. Tenía la cabeza entre los brazos mientras sus suaves manos masajeaban con fuerza sus sienes, y su pesada respiración hacía que su espalda se moviese lentamente.
Recorrió su escultural figura, que ahora se reflejaba abatida. Miró su pelo rubio, el contorno de su mandíbula perfilada, que se contraía por la tensión, y el de su perfecta nariz recta. Observó el vello blanquecino de su pecho, que asomaba por la abertura de su camisa siempre que la llevaba abierta, y la tirantez de la tela de esta, debido a la rigidez de sus músculos. Y deseó poder tocarlos para aliviar su tensión.
Miró el perfil de sus labios, y recordó entonces las ganas que había tenido de volver a besarlos cuando despertó esa madrugada por segunda vez, y se lo encontró dormido, recostado como podía en el incomodó sillón del que le había escuchado quejarse sin parar.
Las mismas ganas que tenía ahora de que el ministro y que el abogado se marchasen para poder abrazarle. Para que él la besase, y utilizase ese beso para calmar su mal estar. Y ella al mismo tiempo poder volcar en su boca, todo el desconcierto, angustia y el miedo por el que había pasado. Para aplacar ese temor oculto de todo lo que podía haber perdido, entre otras muchas cosas, la posibilidad de volver a sentirle, o de volver a refugiarse en sus brazos. De volver a sentir ese consuelo y esa verdad que había encontrado en él.
Porque no todo se reducía a lo físico entre ellos, ya no, no por su parte al menos. Y que él estuviese aun allí, a pesar de estar sucio, cubierto de polvo y sangre, su sangre, la sangre de alguien a la que se suponía que había despreciado durante años, y que aun así, no había dejado sola ni un momento, la daba esperanza de que para él tampoco se redujese a eso.
Y seguir negando que lo que habían compartido no había cambiado nada en ella, en la forma de verle, era mentirse así misma. Había encontrado en Malfoy algo especial que hacía que su mundo interior se tambalease cada vez lo tenía cerca...
Y fue entonces cuando se dio cuenta, de que sin saber como, ni por que, Draco Malfoy se había colado en su corazón de una forma tan sigilosa, que ni ella misma se había percatado de en que momento había sido.
Y que sentía algo por él era una verdad tan abrumadora que no sabía como enfrentarla...
La despedida que Kingsley rompió el hilo de sus pensamientos. Sonrió amablemente al Ministro cuando este le deseó una pronta recuperación, que tras estrechar su mano, y tocar con su frente el dorso de esta, abandonó la habitación.
El abogado de la familia Malfoy se quedó con ellos con la intención de no dar por zanjado el tema, supuso Hermione. El hombre se atrevió a posar una de sus manos sobre el hombro del joven, que permanecía con la mirada perdida en algún punto del suelo. Mice no era mucho mayor que Bill Weasley, tenía el pelo perfectamente cortado y peinado en una forma clásica que conjuntaba con su estilo personal. Mice Rebenoru, era la cuarta generación de abogados al servicio de la familia Malfoy, y gracias a Merlín que este había sustituido a su padre hacía unos años atrás, por que por lo que había escuchado de él, y de sus antepasados tenían casi el mismo arraigo a la pureza de sangre que los Malfoy, bueno al menos la mayoría de ellos. En cambio Mice, aunque se veía que se había criado en ese ambiente, y lo inculcado es lo mas difícil de erradicar, Hermione debía confesar que desde que le conoció el hombre había mantenido siempre una buena actitud con ella, y jamás había visto un mal gesto en su cara.
-Señor Malfoy, piense bien antes de tomar una decisión como esta. Podría resultarle muy beneficiosa para el juicio final.- Malfoy levantó la vista, y clavó sus ojos en el hombre. Tal era su mirada, que precavido, el abogado apartó con lentitud la mano de su hombro, y se encogió involuntariamente ante esta.
-He dicho que no.- Su voz sonó tan dura que hasta a Hermione sintió la prudencia del hombre a la hora de dejar el tema, y simplemente asentir.- Pero lo que si puede hacer por mi, es conseguir toda la información al respecto de esa familia, quiero direcciones, cuentas, todo...
El hombre asintió de nuevo, elevando la cabeza al mismo tiempo que Malfoy se levantaba imponente con ese metro noventa y cinco de altura.
-Y sobre todo quiero la ubicación exacta de donde se encuentra Kyblen Solís.- El rubio rodeó la silla de su abogado y Hermione supo que se iba a ir.
-Malfoy... .- Un quejido involuntario escapó de sus labios cuando intentó moverse, lo que le hizo detenerse.
-Le diré a Weasley que entre.- Y sin nada mas que decir, y sin ni siquiera voltearse a mirarla, Malfoy abandonó la habitación. Hermione sintió como su marcha dejó la estancia mas fría, como la pesadumbre de no poder seguirlo y apoyarle como él lo había hecho con ella la fastidiaba mas que nada en esos momentos. Por que sabía que Malfoy la necesitaba, bueno tal vez a ella en especifico no, pero necesitaba a alguien, y ella quería ser esa persona.
Cuando el abogado salió unos segundos después dejándola sola, agotada por todo lo que en esos momentos la rondaba por la mente, echó la cabeza hacía atrás, y volvió a preguntarse que era lo que sentía hacía ese chico, que la hacía pensar, sentir y actuar de esa forma. Como podía ser que tras años de enemistad, y desprecio por ambas partes, ahora sintiese esa apabullante conexión con el Slytherin.
Recordó las palabras de Astoria, "cada vez estas mas cerca de conocer al verdadero Draco Malfoy".
Tal vez tuviese razón, tal vez él cretino, egoísta, y malcriado Draco Malfoy, al que llevaba conociendo desde los once años, no era mas que su parte no tan buena, o una simple imagen... Una imagen que se iba difuminando cada vez que la dejaba que se acercase un poco más a él.
Tal vez su yo de verdad, era el que afloraba en tales ocasiones como cuando la había protegido al soltarse del traslador en aquella ocasión, o el que la había defendido cuando ese idiota la empujó al intentar detener la pelea, el que la había confesado su culpa días atrás, o el que después de haberla refugiado entre sus brazos consolándola durante toda una noche, le pidió que le dejara besarla antes de su juicio...
Y tenía que admitir, que si ese era el verdadero Malfoy, quería seguir conociéndole.
NOTA FINAL: ¡Hola personitas! Por aquí ando de nuevo. Siento la tardanza como siempre.
Respecto al cap: Por fin ambos se han dado cuenta de lo que sienten el uno por el otro. Hermione aun no sabe el que exactamente, pero ha averiguado que nuestro querido Draco se ha colado en su corazón, y al parecer esta por la labor de dejar que lo siga haciendo. Y nuestro Slytherin por fin ha visto lo que le llevaba pasando con la Griffindor desde hace tanto tiempo, y el pobre aun no sabe lo que es estar enamorado...
Bueno por lo menos Hermione esta bien.
En el próximo capitulo la noticia de la vuelta de una persona complicará todo un poquito mas entre ellos.
Como siempre, muchas gracias por la paciencia y vuestros comentarios.
¡Un abrazo mis personitas y nos vemos en el siguiente cap!
