Disclaimer: Yu-Gi-Oh! no me pertenece. Sólo esta historia llena de clichés y el OC.


Actualización 12/05/21: Corrección de errores menores, y reescritura de algunos párrafos para hacerlos más claros. Los cambios son menores, y no implican alteraciones para la trama general de la historia.


Libro II

Capítulo 23


Juicio del Faraón

[Carta de Trampa]

Paga la mitad de tus Life Points. Selecciona y activa un efecto apropiado, si es posible:

● Si "Amistad Yu-Jo" está en tu Cementerio, hasta el final de este turno: tu adversario no puede Invocar monstruos de Modo Normal, Colocar, Invocar por Volteo o Invocar de Modo Especial o activar el efecto de un Monstruo de Efecto.

● Si "Unidad" está en tu Cementerio, hasta el final de este turno: niega los efectos de todas las Cartas Mágicas y de Trampa en el lado del Campo de tu adversario, y tu adversario no puede activar o Colocar Cartas Mágicas o de Trampa.


La oscuridad se arremolinaba a nuestro alrededor como una bestia hambrienta deseando devorarnos. No era como la Oscuridad Gentil, eso es obvio. Lo que podríamos llamar la «oscuridad buena» se sentía como el cálido abrazo de una madre en comparación con esta otra oscuridad.

El flujo de energía entre mí y los Heraldos se detuvo a los pocos minutos, lo cual me empujó hacia atrás, como si alguien hubiera cortado de forma repentina una cuerda de la cual me sujetaba. No caí al suelo gracias a que William me sostuvo.

Aturdido, y algo mareado, miré a mi alrededor. Salvo por Judai, Haou y Yubel, quienes hacían todo lo que podían para mantener a raya a esa otra oscuridad, solamente vi el miedo reflejado en los rostros de los demás. Podía entenderlos. Mi rostro debía expresar la misma emoción, a juzgar por la sensación de hundimiento que había en mi estómago.

Rei era la más afecta, al ser también la más joven del grupo. Completamente aterrada, se había refugiado en los brazos de Johan, a pesar de la antipatía que le mostraba la mayor parte del tiempo por ser más cercano a Judai que ella.

Fubuki abrazaba a Asuka, tratando de confortarla haciendo círculos en su espalda con su mano derecha, mientras ella no paraba de temblar. Algo natural, considerando que era una niña de doce años quien hasta ese momento no había estado expuesta a los peligros reales del Duelo de Monstruos. Su hermano, por otro lado, tenía una expresión entre la ira y el pánico.

Ryo dividía su atención entre los hermanos Tenjouin y su propio hermano menor. Su rostro expresaba más confusión que miedo. A diferencia de Sho, quien, aunque no parecía tan afectado como Asuka, sin duda no era indiferente al fenómeno que ocurría alrededor de él, a juzgar por la forma en que su rostro había palidecido.

Saio, sentado en una de las mesas, parecía estar ocupado haciendo una tirada del tarot, tal vez tratando de ver si saldríamos de eso. No puedo decirlo.

Edo estaba cerca de él, de pie, con los puños apretados y una expresión concentrada a pesar del miedo, tal vez luchando por no caer presa del pánico. Su disco de duelo estaba activo, como si estuviera preparado para invocar a uno de sus héroes en cualquier momento. Considerando que Pegasus tenía su custodia en este mundo y no DD, es de suponer que el presidente le advirtió sobre la parte más sobrenatural del duelo, quizá incluso le había enseñado como lidiar con los Juegos de lo Oscuro.

Daichi quizá era el más desconcertado por lo que ocurría. A su mente racional debía estarle costando mucho más que al resto aceptar lo que pasaba a su alrededor. Una parte de mí sintió cierta identificación con él. A pesar de mi gusto, obsesión dirían algunos, con lo sobrenatural, sólo cuando comencé a vivir en un mundo donde era algo tangible, más allá de las pruebas poco fiables de las que disponíamos en mi mundo original, fue que mi mente realmente llegó a considerar esas cosas como algo más que simples cuentos para asustar en Halloween.

Mi atención regresó a la oscuridad que nos rodeaba cuando lo que parecía ser una especie de serpiente de color púrpura se precipitó hacia donde estábamos. La serpiente fue detenida cuando el enorme dragón que era «Yubel Terror Encarnado» lo repelió con su poder para reflejar el daño.

—¡Ryo, debemos ayudarlos! —gritó Fubuki.

Me volví a verlo justo en el momento que activaba su disco de duelo, y colocaba una de sus cartas de monstruo en él. Al instante, el «Dragón de Oscuridad de Ojos Rojos» se materializó rugiendo de una forma que el sonido de los hologramas de los discos de duelo era incapaz de reproducir: un rugido que helaba las venas y paralizaba del miedo.

El poderoso dragón se elevó sobre la zona donde estábamos. Fue cuando me di cuenta de que todos los muros y techos habían desaparecido. La oscuridad parecía haber engullido todo a nuestro alrededor. El dragón comenzó a arrojar bolas de fuego rojo contra las serpientes de oscuridad que trataban de atraparlo. Una de ellas consiguió envolverlo y casi lo arrastra al abismo, cuando el «Dragón Ciber Final» se unió a él liberándolo y ayudándolo a luchar contra las serpientes de oscuridad.

Los minutos pasaban como horas, mientras la lucha de los monstruos continuaba. Judai y Haou no se movían en lo absoluto, concentrando toda su atención en mantener la burbuja que nos protegía. Me pregunté cuanto podrían resistir. Esta oscuridad que nos rodeaba no era nada comparado a lo que reflejaba el anime o el manga. Incluso dentro de la burbuja protectora, era difícil respirar, no quería pensar como era estar atrapado en ella

Un montón de preguntas pasaron por mi mente: ¿Y si Yugi y Kaiba habían perdido el duelo? En la película su enfrentamiento no duró más de diez o quince minutos. En este lugar, parecía que habían pasado horas. Además, ¿qué pasaba con quienes estaban atrapados dentro de esa oscuridad? Si había llegado desde ciudad Domino hasta Alcatraz, y considerando la distancia entre ambas debió ser en cuestión de minutos si no es que segundos, casi como un tsunami, seguramente a esas alturas bien podría haber engullido al planeta entero. Millones de personas debían de estar siendo consumidas por ella. El abuelo, la tía Megumi, el tío Kouji, el señor Pegasus y los empleados que trabajaban en la isla, mis padres, toda la gente en Japón… ¿Realmente todo se resolvería cuando Yugi y Kaiba ganaran? Era más difícil de creer ahora que todo eso sucedía en la realidad y no en la pantalla de un televisor.

El sonido de más invocaciones llenó el lugar. Edo, en un movimiento que no me esperaba, invocó a «Héroe del Destino - Dusktopía», una carta publicada durante la era Vrains en mi mundo, quien se unió a los monstruos de la baraja de Judai para defendernos de las serpientes de oscuridad que atacaban la burbuja protectora. Ryo y Fubuki, jadeaban, cada uno con las cinco ranuras de monstruos ocupadas por sus invocaciones más poderosas. Los poderosos Ciber Dragones, y los dragones negros sobrevolaban la burbuja intentando mantener a raya a la oscuridad que amenazaba con tragarnos a todos.

Asuka y Sho se miraron un momento, antes de activar sus propios discos de duelo para invocar algo.

—No invoquen más de tres monstruos —les indicó Fubuki—. No están acostumbrados a este nivel de poder. Esto ya no es un simple juego.

Asintiendo, Asuka invocó a sus tres Ciber Ángel: Benten, Dakini e Idatem; mientras que Sho invoco a «Solidroid α», «Solidroid β» y a «Súper Vehicroid - Unión Sigilosa».

Daichi se unió a ellos con sus dos dragones: el de fuego y el de agua. Johan hizo lo propio, llamando a las siete Bestias de Cristal, sin necesidad de usar su Disco de Duelo para materializarlas.

Moví mi mano en dirección a mi propio disco, pero William me detuvo sujetándome por la muñeca.

—Estás casi agotado —me indicó—. Podrías morir si gastas más energía.

Sintiéndome completamente inútil, no pude hacer más que hundirme en mi mismo. ¿De qué sirvieron los últimos cinco años si en momentos como este no podría hacer nada?

—Entregaste casi toda la energía que tenías a los Heraldos —me explicó—. Has hecho todo cuanto podías por ayudarlos.

Eso no hizo mucho para reconfortarme, pero asentí indicándole que entendía.

Poco a poco, los monstruos invocados fueron desapareciendo. Sho, Asuka y Daichi fueron los primeros en caer agotados. Edo los siguió, y luego, para mi sorpresa (aunque tal vez debía preverlo debido a su menor experiencia en algo tan complejo como materializar a sus propios monstruos de duelo como algo más que un holograma) fue Ryo, Fubuki lo siguió un poco después, quedando solamente Johan, además de Judai y mi Maestro.

El sonido de una silla al ser arrastrada y caer llamó mi atención. Saio se levantó apresuradamente, con una carta de tarot en su mano.

—Terminó —dijo, por una vez su voz mostraba emociones: alivio mezclado con algo que podría considerarse felicidad.

Poco a poco, la oscuridad a nuestro alrededor comenzó a disiparse. Las mesas, sillas, los muros y el techo parecieron emerger como si el mundo fuera un videojuego de gráficas hiperrealistas cargando a nuestro alrededor. Las luces parpadearon un par de veces, y luego se encendieron. Salvo por la silla que Saio había derribado, y los sonidos de cansancio de casi todos en la habitación (sólo Haou y Judai parecían no estar tan afectados), era como si nada hubiera pasado.

—¿Terminó? —preguntó Sho como si no lo creyera.

—Sí —le respondió Fubuki—. No fuimos engullidos por el Vacío, así que sí, ha terminado.

¿El Vacío? Bueno, eso explicaba la expresión de Fubuki: debió estar recordando cuando fue manipulado por Darkness.

Además, si eso era el Vacío, ¿significaba que las cosas sucedieron como en la película? Si fue así, quería decir que de alguna forma Diva fue corrompido por la Sortija Milenaria. ¿Qué había pasado entonces con la Luz? Haou dijo que era imposible que se destruyeran mutuamente, siendo así, lo más que podíamos esperar era que ambas fuerzas se hubieran debilitado. Ojalá fuera el caso, tal vez así tendríamos algunos años de respiro.

Por ahora, todo indicaba que la profecía de Shadi se había cumplido: el Faraón volvió por un breve momento, y con ello la Prana se había ido del mundo. Con suerte, eso haría que Diva fuera inútil para el enemigo y nos librara al resto de otro obstáculo. Quizá eso también había liberado a los duelistas cautivos y restaurado la memoria de mis padres.

No pude seguir pensando, mis párpados se sentían muy pesados. William todavía me sostenía cuando perdí la consciencia y me sumergí en un sueño profundo.

- GX -

Los médicos de Corporación Kaiba me prohibieron estar siquiera cerca de una baraja de duelo por lo menos una semana, y sostener cualquier clase de duelo, así fuera en una mesa, estaba fuera de cuestión por un mes. Y eso significaba no volver a clases de momento. No es que mis profesores de Joran fueran a dejarme pasar todo ese tiempo ocioso. Vi cómo me mandaban montones de lecturas y trabajo extra. Mentalidad japonesa: lo mejor para la salud es trabajar más.

Suspiro.

Sobre lo sucedido la noche después del enfrentamiento, mientras yo estaba completamente rendido por el cansancio, Yugi, Kaiba y Mokuba tardaron horas en regresar. No volvieron hasta después de la media noche, según escuché más tarde de Judai. Haou se había quedado esperando, y el mismo Judai fue incapaz de estar tranquilo con la mayoría de sus amigos sufriendo las consecuencias del agotamiento por el uso excesivo de su energía de duelo (en ese sentido fui el peor parado, y me llevé una buena reprimenda del médico, el abuelo, la tía Megumi y el tío Kouji por haber consumido mi energía cuando, obviamente, mis reservas estaban bajas, debido a haber sostenido durante años a un par de espíritus sin cartas).

Kaiba no estaba interesado en dar muchos detalles sobre el enfrentamiento contra Diva, y Mokuba no estaba seguro de si era algo que debía hablar libremente. Yugi nos dio más información, aunque muy vaga para el gusto de quienes sabíamos, o intuíamos, la verdad de lo que pasó esa noche.

Tuve razón en pensar que la catástrofe se había extendido a una gran escala, no precisamente global, pero al menos lo suficiente para alcanzar todo el océano Pacífico y gran parte de Europa y el norte de África. Siendo la presencia de Ishizu en Alcatraz los siguientes días a esa noche una prueba más que contundente de esto. La mujer estaba muy enfadada con Kaiba, tanto por ocultarle la realidad detrás de su interés por la Prana y la identidad del responsable de las desapariciones de duelistas, aunque más por el hecho de que hubiera desenterrado los Objetos Milenarios.

¿Cómo se enteró de lo último? Al parecer la Sortija no era el único que tendía a regresar como si de un boomerang se tratase, como bien dejó claro la gargantilla dorada con el Ojo de Wdjat que ahora la mujer egipcia llevaba en el cuello.

Claro, me fui enterando de mucho de esto poco a poco, a veces por mera deducción y prestando atención a lo que me decían los chicos cuando me permitieron recibir visitas, pues mientras el control de daño era hecho (y mientras los médicos no decidieran que podíamos hacer el viaje de regreso a ciudad Domino) estábamos atrapados allí.

En esos días, quienes más tiempo pasaban por allí eran Judai, el abuelo, la tía Megumi (quien asumió el papel de enfermera) y el tío Kouji. No había noticias de mis padres, y eso no era una buena señal.

Por supuesto, sin la posibilidad del duelo, así que tuvimos que buscar algo más que hacer, tomando la palabra de Mokuba de usar sus juegos de mesa. Había un poco de todo, desde los clásicos juegos japoneses como el go, hanafuda o el shogi; hasta otros como el mahjong, y juegos occidentales como Monopoly, Clue, Risk, entre otros. Por cierto, tomamos nota de no jugar Risk cuando Judai se las arreglaba para arrastrar a Haou allí: era imposible ganarle, y era una suerte que no termináramos arrojando el tablero como en Malcolm.

Pasó una semana antes de que los médicos decidieran que podíamos volver a ciudad Domino. Los chicos volverían a clases el lunes después de ese fin de semana, pero yo tendría que estar fuera otro largo rato, como dije antes.

Dos días antes de regresar, fui llamado a una reunión en la cual estábamos presentes los mismos que la noche en que nos avisaron a los gemelos y a mí sobre las malas noticias respecto a nuestros padres. Más la adición de los tres hermanos Ishtar.

Yugi, a quien no había visto en realidad desde antes que se fueran a la batalla, estaba sentado en la sala de conferencias donde nos reunimos, a la derecha de Kaiba, y luciendo muy cansado. De inmediato me llamó la atención el reluciente Puzle Milenario colgando de su cuello.

Kaiba, con su usual mirada impasible, golpeaba los dedos contra la mesa, mientras el Cetro Milenario descansaba cerca de él. Pegasus no lucía con mejor aspecto, pareciendo de pronto que había envejecido diez años: ojeroso, con la piel cetrina, y el cabello luciendo descuidado, algo que resultaba antinatural en un hombre como él. Pero esos dos estaban en buenas condiciones en comparación con Bakura: tenía la mirada ojerosa posada en la Sortija Milenaria que se encontraba frente a él, como si temiera que en cualquier momento esa cosa fuera a saltar para incrustarse en su piel y controlarlo.

En el centro de la mesa, descansaban la Balanza y la Llave sin que nadie las reclamara de momento. Aunque, más que ser reclamados, la realidad era que los mismos objetos parecían haber decidido ir de vuelta con sus respectivos dueños, legítimo en el caso de Kaiba. Considerando esto, podía intuir en donde estaba el Ojo Milenario.

Cuando entré a la habitación, acompañado por mi tío Kouji, solamente faltaban los Ishtar. Ellos llegaron cinco minutos más tarde. Ishizu, Malik y Rishid, se acercaron a donde Yugi para hacer una profunda reverencia.

—Disculpe la tardanza, mi faraón.

Yugi suspiró profundamente ante la disculpa de Ishizu.

—Nunca voy a acostumbrarme a esto —murmuró.

Malik le sonrió con indulgencia. Ninguno de ellos hizo amago de sentarse, claramente esperando el permiso de Yugi.

Con otro suspiro, finalmente les pidió que tomaran asiento.

—¿El faraón Atem regresó? —pregunté un poco confundido ante la escena.

Me encogí un poco cuando noté las miradas de los Ishtar sobre mí. No tenía idea de cuánto sabían sobre lo que había estado pasando en Ciudad Domino durante los últimos cinco años, o sobre lo que Yugi, Kaiba y Pegasus habían hecho en el futuro. A juzgar por las cejas alzadas de Malik y Rishid, y la intensa mirada de Ishizu, no mucho.

—Volvió por un momento —me respondió Yugi.

Muy bien, entonces, ¿por qué el Puzle colgaba del cuello de Yugi?

—Lo suficiente para nombrar un heredero —concluyó Pegasus.

—Oh —fue todo lo que pude decir, sorprendido—. ¿El tío Yugi es el nuevo faraón?

Más cejas alzadas y miradas de sorpresa para mí por parte de los tres egipcios. Judai, a mi izquierda, soltó un pequeño chillido como de ratón.

—Eso es lo que Atem dijo —volvió a responderme Yugi en un suspiro—. La verdad, no me siento como un faraón.

—Esa es la voluntad de los dioses, mi faraón —se apresuró a recordarle Rishid.

Esa respuesta no hizo nada para aliviar el claro disgusto de Yugi por ese resultado.

—Muy bien, comencemos con esto de una vez. Tengo trabajo que hacer —dijo Kaiba con más malhumor del usual, golpeando la mesa con su puño.

—No lo dudo, como un miembro de la Corte Sagrada tienes mucho que aprender —agregó Malik con un deje de burla hacia Kaiba.

Se ganó ser fulminado con la mirada por el mordaz empresario. Ishizu, con un tono de voz más mesurado que el de su hermano menor, atrajo la atención del joven presidente:

—Kaiba, el hecho de que los dioses hayan decidido otorgarte tu derecho legítimo sobre el Cetro Milenario te vuelve parte de la Corte Sagrada. Debes asumir la responsabilidad.

Kaiba resopló.

—Tengo muchas cosas de las que ocuparme como para perder mi tiempo jugando al mago. Tus dioses deben entender que este ya no es su tiempo.

Malik estaba listo para responder a la blasfemia de Kaiba, pero esta vez fue Pegasus quien llamó la atención de todos aplaudiendo.

—Por favor, caballeros, dama, terminemos esto para poder retirarnos a hacer nuestras labores. Todavía queda mucho control de daño por hacer. Sin más dilataciones, debo volar a Washington está misma noche. El Congreso ha pedido mi comparecencia respecto a los sucesos ocurridos la semana pasada. Y no dudo que el gobierno japonés vaya a hacer lo propio en unos días —terminó mirando a Kaiba.

—No hay nada de que preocuparse al respecto —le espetó el hombre más joven—. Si el Primer Ministro desea conservar su puesto, no se atreverá a cuestionarme. Puedo desaparecerlo con una simple firma.

—Oh, chico Kaiba, de verdad que eres un mafioso.

Kaiba lo fulminó con la mirada.

—¿Cuál es el motivo por el que mi sobrino haya sido llamado aquí de nuevo? —se apresuró a interrumpir la discusión mi tío Kouji.

—Principalmente, informarle sobre los arreglos de vivienda que hemos hecho para él —dijo Yugi—. Por supuesto, lo mismo para Haou y Judai.

Kaiba miró a los gemelos.

—No tienen familia más allá de sus padres. No al menos familia que valga la pena. Mientras hablamos, los buitres que dicen ser sus tíos están pagando a los mejores abogados que pueden para dejarlos en la calle.

Haou entrecerró los ojos, mientras Judai bajaba la mirada, entristecido.

Pegasus suspiró decepcionado. Puedo entender por qué: la misma historia de nuevo que en el caso de Edo, e igual lo que vivieron los hermanos Kaiba. ¿Qué pasaba con este mundo que todos querían despojar a los huérfanos?

—Tienen dos opciones —prosiguió Kaiba—: permanecer en Japón, en cuyo caso usaré a mis abogados para destruir a esos buitres y nombrarlos protegidos de la Familia Kaiba.

—Si eligen esto —agregó Mokuba—, tendrán la elección de quedarse en su departamento por su cuenta, y recibir una mesada para cubrir los gastos hasta que sean mayores de edad y puedan acceder a su herencia; o mudarse a la Mansión Kaiba.

Por el tono apagado de Mokuba, podía intuirse que elegir a los Kaiba era elegir una prisión. Y mi maestro no aceptaría eso. Cosa qué quedó claro cuando preguntó:

—¿Cuál es nuestra segunda opción?

—Salir de Japón —respondió Pegasus—. Diva murió, pero la Luz lo abandonó antes de eso. Seguramente está por allí tramando algo más. Personalmente, creo que lo mejor es que salgan del país. Por supuesto, no será algo permanente. Sólo hasta que las cosas se calmen. O, si prefieren, puedo extender la misma oferta de la Familia Kaiba por parte de la Familia Crawford.

—Otra prisión —escupió mi maestro.

—¡Nada de eso! —se apresuró a decir Pegasus horrorizado—. Serán libres de marcharse en cuanto las cosas se calmen. O, si lo prefieren, puedo adoptarlos como hice con Edo. Eso me daría más libertad para actuar en defensa de sus deseos.

Mi maestro asintió, mientras Judai por fin se atrevía a levantar la mirada.

—Kenichi —comenzó Yugi—, tu situación es un poco más complicada. Kouji y tus abuelos tienen derecho de custodia. Y no hay ningún motivo que nos haga pensar que estás en riesgo de ser despojado.

—¡Por supuesto que no! —se apresuró a decir mi otro tío con indignación.

Yugi le hizo una señal con la mano para que le permitiera terminar de elaborar su punto.

—Eso, sin embargo, no quita el hecho de que la Luz parece haberte señalado como un objetivo. Correrías el riesgo con cualquiera de tus abuelos, ya que eso te deja dos opciones de vivienda: Sapporo o Tokio, muy lejos de ciudad Domino. Kouji podría obtener tu custodia, pero al estar en la Isla Academia la mayor parte del tiempo, no es un candidato viable.

La expresión de mi tío era de disgusto, pero no se atrevió a contradecir un punto que era correcto. Y algo me decía que Kaiba no le permitiría rescindir su contrato como profesor.

—¿Papá y mamá? —me atreví a preguntar.

Yugi suspiró.

—Lo que la Luz y Diva hicieron parece ser permanente. Lo siento, los médicos siguen recomendando que no hagamos nada que pueda alterarlos o podrían caer en un brote psicótico.

Cerró los ojos un momento antes de proseguir:

—La opción de vivienda más viable que veo es que te mudes con nosotros a la casa del abuelo. La casa está perfectamente protegida contra cualquier ataque externo. Después de la mansión Kaiba y Kaibalandia, es el lugar más seguro de toda la ciudad. Por supuesto, significa que compartirías habitación con Johan, cosa que a él no le molesta. Después de todo, dado que las cosas salieron bien, desde las doce de la tarde de ayer, es oficialmente tu primo adoptivo.

Yugi se permitió una sonrisa y yo también me sentí feliz por Johan. Era bueno saber que alguien estaba recibiendo buenas noticias en medio de todo ese desastre.

—Muy bien —asentí entendiendo que la decisión estaba tomada, y únicamente me informaban por cortesía.

—¿Qué hay con respecto a Diva? —preguntó Haou.

—Como Pegasus lo dijo, está muerto —le respondió Yugi—. Durante la batalla, la corrupción de la Sortija Milenaria y la Luz de la Destrucción lucharon dentro de él. Su esencia sobrevivió a que la Luz lo dejara, pero una vez que Atem usó el poder de los Dioses para desterrar la maldad de su alma, su cuerpo no soportó la tensión y colapsó.

—¿Qué hay con la Sortija? —me atreví a preguntar.

Bakura se tensó visiblemente.

—Atem dijo que toda influencia de Zorc había sido desterrada de ella y los demás Objetos Milenarios. Ahora por fin podrán cumplir la función para la que fueron creados. Por ese motivo, los dioses decidieron nombrar a un faraón: el descendiente más cercano a la Dinastía que los forjó en primer lugar.

Yugi hizo una mueca de desagrado. En lo que cabía, era bueno que no deseara el trono y el poder que parecía venir implícito con él. Si aprendí algo viendo Xena: la Princesa Guerrera, era que, si ibas a dar objetos místicos de gran poder a un humano, era preferible que fuera a alguien que no los quisiera en primer lugar. Había menos probabilidades de que abusaran de esos poderes.

—No harás esto solo, mi faraón —se apresuró a asegurarle Ishizu—. La voluntad de los dioses ha sido expresada, y su Corte Sagrada —Kaiba gruñó—, la mayoría de ella, estará allí para ayudarle.

Yugi suspiró por centésima vez ese día.

—Muchas gracias, y eso me lleva a la cuestión de por qué quería que Malik y Rishin estuvieran aquí hoy.

Yugi alzó las manos, y al instante la Llave y la Balanza volaron hacia ellas.

—Malik, te concedo el poder de la Balanza Milenaria. Sé que tú, que has luchado duro por equilibrar tanto el bien como el mal dentro de ti, podrás aprovechar su poder mejor que nadie.

Malik aceptó el Objeto con una reverencia, sin atreverse a discutir. Recordé que la tradición egipcia indicaba que el faraón era la Estrella de la Mañana y de la Tarde, su palabra era ley y no podía ser cuestionada.

—Rishid, te concedo la Llave Milenaria. Sé que podrás usar su poder para ayudarnos en la guerra que viene en los próximos años.

—Supongo que eso es todo —espetó Kaiba poniéndose de pie. Iba camino a la puerta, cuando el Cetro Milenario comenzó a brillar.

A regañadientes, regresó sobre sus pasos, tomó el objeto de oro, y salió de la habitación dando grandes zancadas, mientras apretaba el Cetro con su puño derecho en un claro gesto de furia y desdén.

—Judai, Haou —fue el turno de Pegasus de hablar—. Volveré a Japón en aproximadamente una semana, si las cosas van bien en el Capitolio. Tienen ese tiempo para pensar que van a hacer.

- GX -

Al día siguiente a esa reunión, mi maestro, Judai y Fubuki acudieron a mi habitación mientras la tía Megumi estaba fuera. Judai miraba a su hermano expectante, mientras Fubuki esperaba mirando a ambos gemelos de forma intermitente, como en un juego de pingpong invisible.

—Supongo que comienzo yo —dijo finalmente Judai al ver que Haou no pensaba hacer un solo movimiento—. Kenichi, considero que el servicio que prestaste en nombre de la Corona de Kronet es más que suficiente para pagar cualquier deuda, supiéramos de ella o no, que tuvieras con ella y por tanto te libero de tus obligaciones para conmigo y mis descendientes, si llegase a haberlos.

Parpadeé sorprendido cuando sentí como los lazos que unían mi juramento de lealtad a Judai se rompían. De pronto fue como si un gran peso se hubiera retirado de mis hombros.

—Judai…

—Es lo justo —me interrumpió.

Se giró a ver a Haou. Mi maestro me miró un momento, antes de decir con tono autoritario:

—Hay condiciones que deberás jurar cumplir antes de que te libere.

—¡Hermano! —se apresuró Judai—. Lo prometiste.

—Son las condiciones o nada.

Judai hizo mala cara.

—Supongo que por eso estoy yo aquí —dijo Fubuki por fin.

—¿Recuerdas tus obligaciones?

—Lo hago. ¿Quieres que prepare a Kenichi para que tome un verdadero título de Caballero de Kronet?

Haou asintió.

Judai pareció entender las implicaciones detrás de eso, ya que miró a Haou con sorpresa y luego asintió.

—Sí Kenichi está de acuerdo —dijo—. Pero, incluso si no lo está, cumplirás lo que me dijiste. Casi lo matamos de nuevo, es lo menos que podemos hacer.

—Estaba cumpliendo su deber para con sus amos —espetó Yubel.

—No tendría que haber hecho eso si ustedes…

Yubel le sonrió.

—Estoy de acuerdo con eso.

Parpadeé sorprendido de nuevo. ¿Yubel del lado de Judai en lo que correspondía a mi situación? Supongo que hay una primera vez para todo.

—¡Muy bien! ¿Qué dices, hermanito? Hay muchas cosas que puedo enseñarte.

—Nada que tenga que ver con cosas pervertidas, por favor.

—¡Pero eso es lo mejor! —medio gritó con tono dramático.

—Una última cosa —dijo Haou—. Muéstrate, Señor de los Vampiros.

William apareció junto a mi cama, haciendo una corta reverencia ante el Rey Supremo.

—El clan de la noche tiene una deuda pendiente, una que no cumplió. Cuando Kronet fue atacado por la Luz, ninguno de ustedes se presentó a honrar el viejo pacto.

William, pareciendo avergonzado, no se atrevió a decir nada.

—No eres más el Vaivoda de la Noche Eterna.

—El trono fue usurpado —admitió William con voz baja—. Los leales a mí ahora están muertos, o dispersos en el mundo humano sellados en las prisiones de piedra.

—¿Quién? —exigió saber Haou.

—Aquel de quien las leyendas y la literatura humana hablan: Vlad III, Drácula, el hijo del Dragón.

—¿Él es real? —pregunté sorprendido.

William asintió, antes de aclarar:

—Necesitaba un duelista compatible para reclamar de nuevo el trono.

Estando completamente superado por la sorpresa de que Drácula todavía estaba vivo, y además era un espíritu de duelo, sentí ganas de preguntar tantas cosas. En primer lugar, el sinsentido que había respecto a Drácula vivo miles de años antes de cuando se suponía había vivido el Príncipe Vlad III (entre 1431 y 1476 o 77), considerando que el reino de Kronet supuestamente cayó cinco mil años antes de la época en la que nacimos.

—Muy bien —asintió Haou—. Servirás a mi caballero, honrando el viejo pacto, y cuando llegue el momento, reclamaremos el trono de tu vieja patria.

—Como deseé, su Alteza.

La mirada de Haou se posó en mí. Sus ojos brillaron con esa intensidad que nunca me agradó mucho. Luego, repitió las palabras que Judai dijo antes.

Así fue como quedé libre de mi estado de sirviente, por no decir esclavo, y comencé a prepararme para el día que me postraría de nuevo ante los Heraldos para pronunciar un juramento diferente.

- GX -

Los gemelos pospusieron su despedida hasta que el médico consideró que podía asistir a una fiesta. El ambiente no era el mejor, aunque todos nos esforzábamos por poner nuestra mejor sonrisa para Judai.

Haou, aunque tenía ganada una reputación, ese día no pareció querer mostrarse tan distante como de costumbre. Eso sí, pasó la mayor parte del tiempo vigilando desde lejos.

Rei era la más afectada: no quiso apartarse del lado de Judai en todo el rato. Y luego de ella, era Sho quien lo estaba pasando peor. Después de todo se quedaba sin su Aniki.

Por mi parte, había sentimientos encontrados. Ahora que estaba libre de cualquier obligación, mi mente regresaba una y otra vez a todo lo que tuve que renunciar por Haou. Todos esos duelos en los que me llevó al límite. Sus miradas medio sádicas cuando sabía que estaba a punto de hacer algo que me lastimaría.

¿Podría perdonar esas cosas? Tal vez, no. A veces simplemente quería soltarle un puñetazo. Y luego estaba el hecho de que había pasado mucho de mi tiempo de reposo meditando sobre lo que había pasado los últimos años. Seguía pensando una y otra vez en las similitudes que había entre ambos. ¿Qué tan cerca estuve de llevar una actitud tan fría como él? Seguía convencido que se debía a que nunca llegó a aceptar su nueva vida del todo. Y eso me llevó a preguntarme si era por eso que Judai no parecía recordar vívidamente sus vidas pasadas en el anime, funcionando como un mecanismo para proteger su psique al permitirle vivir en vez de ser solamente una continuación prolongada de lo que había pasado en su anterior reencarnación.

Por ahora, tocaba dejar los rencores de lado, y despedir a Judai como lo merecía.

—No será lo mismo sin Judai por aquí —suspiró Johan.

—Lo veremos en la Academia de Duelos —le recordé.

Habíamos hecho esa promesa: reunirnos todos allí en unos años.

—Además, el señor Pegasus no se pierde la Golden Week de Domino por nada del mundo. Estará aquí el próximo año.

La mirada de Johan se iluminó al recordar eso.

—Y por supuesto, habrá otras muchas fiestas en donde vamos a vernos. Ahora que estoy viviendo con el tío Yugi, creo que tendré que ir igual que tú.

—A Yu… papá no le molesta.

Era divertido ver como a Johan le costaba trabajo referirse a Yugi como su padre.

Sobre eso, para muchos todavía era raro que Yugi hubiera adoptado a alguien que nació cuando tenía como diez años; pero claro, ellos no sabían que mentalmente Yugi era muchas décadas mayor. Posiblemente, en su mente rondaba los sesenta o setenta años.

—Bueno, hermanito, logré convencer a Ryo —dijo Fubuki acercándose a nosotros—. Ocuparás el lugar de Judai en el equipo de Joran. ¿No es fantástico? Así que apresúrate y recupérate, porque no te lo va a dejar fácil con las prácticas.

—Eso va también para ti —nos interrumpió Ryo.

—¿Qué? ¿Yo por qué?

—Si sigues perdiendo el tiempo coqueteando con Ran en vez de hacer tus deberes, entonces tendré que asegurarme que no te quede tiempo libre para eso.

—Ah, vamos. ¡No es justo!

Judai se rio de las payasadas de Fubuki.

—En serio, chicos, voy a extrañarlos.

Fubuki le revolvió el cabello en un gesto cariñoso.

—No más que nosotros a ti, eso es seguro. Lo más probable es que, sin ti por aquí, las cosas se pongan un poco aburridas.

—Si algo como lo que paso hace tres semanas es lo divertido, no gracias —agregó Asuka.

—Acostúmbrate, hermanita —le aseguró Fubuki—. Piensa en esto: somos como súper héroes, salvando al mundo con nuestros mazos y todo eso.

Asuka alzó una ceja inquisitiva ante la elección de palabras de Fubuki. Sonaba más a algo que Judai diría. Su hermano sólo se encogió de hombros.

Misawa, todavía con actitud pensativa, agregó:

—Por cierto, todavía no me queda muy claro que pasó esa noche.

—Daichi —lo interrumpí—. Míralo de esta forma: fue un fenómeno que pude catalogarse como sobrenatural, pero, de igual forma, hace miles de años los humanos pensaban que los rayos y los truenos eran debido a las fuerzas sobrenaturales.

Esto pareció encender un foco en la cabeza de Daichi.

—Ya veo, el que la ciencia actual no pueda explicar lo que sucedió, no significa que sea algo verdaderamente sobrenatural. Únicamente hay que estudiar el fenómeno de la misma forma que hemos estudiado al resto de la naturaleza.

—Me entiendes: todo es magia, hasta que la ciencia llega, lo estudia y le pone un bonito nombre en latín.

Con suerte, eso le ahorraría muchos dolores de cabeza y lo llevaría por el camino adecuado.

Dos días más tarde, volvimos a reunirnos todos en el aeropuerto para despedir a los gemelos, y también a Yubel y los demás espíritus que siempre los acompañaban, incluyendo a Kuriboh Alado y a Renunkuriboh (quien resultó ser la carta que Yugi le había obsequiado a Haou el día que lo conoció en mi fiesta de cumpleaños).

Quedaban dos años y medio de estudio duro por delante para poder vernos de nuevo en la Academia de Duelos.

Por otro lado, la predicción de Saio se había hecho real: una de las fuerzas que intentaba controlar mi destino había cedido, al menos en parte. La Luz, por otro lado, todavía estaba allá afuera conspirando. Y debía estar listo para cobrarle por lo que había hecho a mis padres. La guerra todavía nos amenazaba en el horizonte; pero, por ahora, teníamos algo más de tiempo para prepararnos y estar listos cuando comenzara el siguiente asalto.