Henry bufó molesto.

Demasiado molesto.

¿Cuántas veces le tenía que decir al pequeño que no le siguiera?

—Orión, cariño, no es necesario que me sigas a todas partes, ¿lo sabes? —siseó con suavidad.

—Riddle me pidió que te cuidara —contestó el menor sonriendo de forma burlona.

Ese pequeño demonio sabía que Tom lo decía de broma, sólo para que se molestara y, aún con eso, fue fiel a la petición del mayor sólo porque había decidido que Henry era una buena persona a la cual fastidiar.

—Black, juro que te voy a...

—Llegan tarde.

El siseo hizo que el ojiverde diera media vuelta y mirara a su novio con un puchero.

—¡Es su culpa! —chilló señalando al demonio— No ha dejado de hacerme bromas en todo el camino... ¡Hizo que me cayera encima de la profesora Pussett!, y también...

—¿Por qué están gritando? —Avery asomó su cabeza— Oh, ya veo —susurró después de ver a los dos más pequeños del grupo—... ¡Hola, Orión!

—¡Hola, Zigor! —chilló el niño sonriendo con la alegría que sólo les mostraba a esos dos— ¡No creerás lo que pasó!

—Pequeño hijo de...

—Henry —dijo Tom en advertencia—. Ya entremos.

Henry siseó y, cruzando sus brazos, entró a la sala donde tendrían una reunión con los Caballeros de Walpurgis, sentándose lo más alejado de Orión, pero lo más cercano a Tom... si es que Orión no ponía al lado de su novio. Lo dudaba, ya que se sentaban conforme la afinidad del ojiazul y... bueno, Henry siempre sería su prioridad.

Se estaba sentando en su lugar cuando Avery, quien se sentaba a su lado, le enterró su codo en sus costillas.

—No te enojes. No sé porqué pelean entre ustedes cuando pueden hacerle la mejor broma de todas a Dumbledore —comentó poniendo los ojos en blanco.

Tras decir eso, los menores de la habitación se miraron entre sí y sonrieron, creando una tensión en el ambiente.

—¿Bombas fétidas? —preguntó Orión mirándolo con la sonrisa burlona que tan bien conocía y, en esos momentos, estaba imitando.

—Conozco algo mejor que eso.

Tom suspiró y, poniendo los ojos en blanco, inició la reunión.


El ojiverde miró a su novio y suspiró. Los exámenes finales estaban a la vuelta de la esquina y Tom parecía tener una manía por acabarse todos los tomos de libros existentes.

Trató de mirar el libro, no parecía ser del tipo que él leía, mucho menos de los temas que vendrían en el examen. Sus manos tapaban la portada, así que no podría apreciar con claridad el título del libro.

Abrió su boca para preguntarle cuando...

—Riddle, ¿qué estás leyendo?

La pregunta hizo que un tipo de tic se colocara en la nariz de Henry y que Tom simplemente contestara:

—Un libro de criaturas mágicas —contestó sin separar su mirada del libro. El pequeño Black sólo asintió.

—¿Tienes examen de Criaturas? —volvió a cuestionar, esta vez acercándose por arriba del hombro del ojiazul para mirar un poco la lectura.

Tom levantó la mirada esta vez, dirigiéndola hacia el menor de su grupo.

—No, ese examen ya lo tuvimos —respondió.

Orión asintió y se recortó un poco en el hombro del prefecto, sin notar la mirada que todo el grupo le estaba mandando.

El tic de Henry se hizo más notorio y levantó su libro para tapar esa visión. La acción no le pasó desapercibida a Tom, quien levantó una ceja y, separando al niño de su persona, se recargó en la mesa para estar más cerca de su novio.

El ojiverde siempre hacía eso cuando quería esconder algo, desde pequeños siempre había tenido esa costumbre y, bueno, Tom no se quejaría por tener una muestra clara de que algo no iba bien con su chico.

—¿Está todo bien, Henry?

—Claro, ¿por qué no lo estaría? —escupió sin bajar el libro ni un centímetro.

Tom miró a sus seguidores notando la constante mirada que pasaba de Orión a Henry. Suspiró profundamente y se levantó de su silla para caminar al otro lado de la mesa y mirar fijamente a Avery, quien rápidamente se levantó y le dio pase al prefecto para sentarse en su silla.

—Responder a una pregunta con otra pregunta es de mala educación —comentó dirigiendo una feroz mirada a los presentes, quienes volvieron a sus actividades para no molestar al ojiazul.

—Pero sí respondí —siseó molesto el menor.

—Henry... —una mano pasó por la mejilla del nombrado, logrando que éste bajará un poco el libro— ¿Estás seguro que todo está bien?

El pequeño miró a su novio haciendo un puchero y cruzando sus brazos, dejando el libro en la mesa para no arruinarlo.

—¿Cómo va ha estar todo bien cuando ese mocoso no se separa de ti? —chilló para luego señalar al menor de la mesa.

—¡Hey, yo no soy un mocoso! —dijo el contrario dispuesto a crear una de sus muy vistas peleas con Henry, pero un golpe en su cabeza lo cayó.

—¿Qué no tienes una pizca de autoconservación? —preguntó Avery, quien ya había ocupado el anterior lugar de Tom.

El Black simplemente bufó.

—Necesitaría dejar de ser un Black para tener autoconservación —contestó cruzando sus brazos—. ¿Qué no ven a Walburga?

Todos se callaron ante la pregunta.

Bueno, sí, la familia Black era de las familias sangre pura más... extravagantes. Siempre haciendo lo que querían cuando se les antojaba y, sobre todo, poniendo una pizca de locura a todo lo que hacían.

Avery sólo negó con la cabeza y siguió con su lectura, dando por terminada la conversación con el niño y, de paso, dejando a los dos novios hablar con tranquilidad.

Henry se levantó de la mesa, bufando sin importarle acomodar de forma ordenada las cosas en su mochila. Niñato idiota.


Tom acomodó el cabello de su novio mientras éste se encontraba sentado en su cama comiendo un chocolate que Roberts le había mandado esa misma mañana, diciéndole que estaría presente en toda la ceremonia. El mayor también le mandó algo al ojiazul, pero no era un chocolate, a él le regaló un pequeño broche con el escudo de la familia Sayre, Henry le comentó que se le daba al segundo descendiente.

Todo eso llegó con una explicación sobre la familia de Henry que, si bien ya conocía, el Premio Anual se encargó de escuchar con una sonrisa en sus labios. En pocas palabras, Roberts había estado de acuerdo ante la sugerencia de tomar a Tom como parte de la familia y eso era lo suficiente para hacer ese día aún más perfecto de lo que ya era.

El heredero de Slytherin miró a su novio y, como último detalle, quitó una mancha de chocolate en la mejilla del menor, quien simplemente se sonrojó y sonrió agradeciendo el detalle.

—Deberías dejar de comer —comentó Tom acariciando el cabello ya ordenado de su niño.

—Estoy nervioso —susurró sin dejar de morder la gran barra de chocolate—. Roberts vendrá y no quiero caerme cuando recoja mi diploma —comentó negando con la cabeza—, ¿sabes cuánta burla significaría eso?

—No lo harás, entre tus características no se encuentra el ser torpe y —dio un pequeño beso en los labios del menor—: Apostaría todos los galeones que tengo a que no lo harás.

Henry hizo un puchero.

—Eso no me convence —dijo mirando los ojos de Tom—, no tienes mucho que perder.

Su hombro recibió un pequeño golpe por parte de su novio, quien se encontraba sonriendo para darle un poco de ánimo, pero, bueno, lo único que animaba a esa sonrisa era a deshacer todo el esfuerzo de mantener presentable a su pareja y dejarlo sin aliento antes de que toda la ceremonia inicie.


—Es un estúpido —gruñó el menor cruzando sus brazos—, estúpido e injusto.

—Sabe qué es lo que quiero hacer —comentó dando un beso en los labios del ojiazul—. No te enojes, también es un maldito astuto cuando le conviene.

—Sigue siendo estúpido que me haya pedido que sea maestro de Runas cuando a ti te dijo que eras muy joven para enseñar Defensa. —bufó ocultando su cabeza en el pecho de su novio, quien recibió gustoso el afecto y abrazó la cintura de su pequeño con protección— Que se vaya al diablo.

—Supongo que el plan B continúa —susurró acariciando de forma perdida el cabello de su novio—. Borgin y Burkes no suena tan mal.

—Suena horrible, Tom.

—Bueno, pero me ayudará a recolectar artefactos raros...

Henry levantó su cabeza y besó la barbilla de su novio con cariño.

—Sigo diciendo que es una tontería querer hacer tantos Horrocrux —comentó a la ligera, ahora acomodándose en el pecho del mayor—, pero estoy dispuesto a hacer todo lo que tú creas necesario.

Tom miró a Henry por un largo rato, Henry sosteniéndole la mirada con tranquilidad antes de recibir los ya muy normales besos intensos de su novio.

Desde que el ojiazul había hecho su primer horrocrux, Henry se había dado cuenta de los efectos secundarios que tenía dicho artefacto. Su Tom había cambiado, era más frío y distante con los demás, claro, seguía siendo el mismo chico educado de siempre, pero... No sabía qué pensar. También había notado que, si bien podía controlar la mayoría de las emociones, la furia solía asaltarlo de un momento a otro, dando paso a unos asombrosos ojos rojos. Ojos rojos que a Henry le habían dado mucho trabajo en ocultar.

La pasión y el contacto físico era lo que también había incrementado. Bien, eso no estaba tan mal, pero... ¿Hasta qué punto era causado por la lujuria y no por el descontrol emocional? Quería tocar el tema, claro que querría, pero... nunca se iba a quejar por un Tom más enfocado cuando de satisfacerlo se hablaba.

Miró a su novio, dejándose hacer por éste. Siempre sería así.