Cap. 24

Arrepentimiento.

Llevaba acostado alrededor de dos horas desde que me había despertado. Era de madrugada y había dormido fatal, pero eso ya era común en mi día a día. No tenía un descanso decente desde hace mucho, específicamente, desde que me había alejado de Ren y los demás.

Era una herida abierta que ardía constantemente.

Aun tenía grabado como Ren corría atrás del auto de mamá, diciéndome que me quería, mientras botaba lagrimas como jamás lo había visto, parecía tan destrozado que me dolía cada vez que lo recordaba. Y para mi mal estar, lo recordaba a diario.

Pase las manos por mi cabello. Me sentía en un agujero, aislado de todo que yo quería.

Me parecía irreal el hecho de tener todo y de pronto quedarte sin nada.

La mente humana era todo un caso, cuando uno más triste se sentía tu voz interna en vez de hacerte sentir bien comenzaba a bombardearte con más y más recuerdos que tocaban las fibras más sensibles dentro de tu corazón. Refregándote en la cara tus errores más malditos, reprendiéndote sin piedad sobre tus actos y recordándote que eres peor de lo que pensabas.

Lo llamaría algo injusto, pero al final de cuentas era uno mismo atacándose, un autocastigo que provocaba tu inconsciente.

Hoy era otro día mas, así que como siempre debía poner mi mejor cara. Fingir que todo estaba bien, que nada estaba roto en mi interior.

Así era yo, intentando siempre lucir alegre, aunque por dentro me doliera.

—Horo, ya levántate. Tenemos que ir a la entrevista —Me dijo mi papá.

Me estiré en la cama, tenía una pereza tremenda, no me quería mover.

—Horo. Respóndeme cuando te hablo.

—Ya te oí, voy, voy —Alcance a decir antes de que un bostezo se apoderara de mí.

Escuché como mi viejo se fue de la habitación.

Bufé con fastidio.

Ya me había acostumbrado a no tener la voz de él en las mañanas despertándome. Extrañaba la dulce voz de mi mamá diciendo que ya estaba listo el desayuno.

Me levanté arrastrando los pies por el piso, sin contar con que estos se enredarían en la colcha.

¡Maldición!

Caí al suelo enrollado con las sábanas y rebotando en la madera.

—¡¿Otra vez te caíste Horo?!

—¡N-No!

Cuando estuve listo me subí al auto con mi papá y nos largamos a la entrevista para ingresar a una nueva escuela. Esta era como la quinta entrevista que tenía, pero por mis notas me habían rechazado en todas, ya que ellos decían "¿para qué va a ingresar a una escuela a estas alturas del año y con esas notas?" "Ya no tiene salvación".

Prácticamente todos decían que mis notas no tenían remedio, así que pensaban que lo mejor para mí era reprobar el año.

¡Pero yo estaba en desacuerdo totalmente!

De hecho, por lo regular era un alumno promedio, pero este año me había enfocado demasiado en Ren, tanto, que solo en la asignatura que él me hacía tutorías me había ido bien y en todo lo demás había fallado. Así que, ahora que no estaba con él, podría recuperarme…

Tenía que recuperarme, en todo sentido.

Sabía que mis notas las podría subir a unas que me hicieran pasar al siguiente año. Pero nadie confiaba en mí, solo mi papá, que no se rendía y me seguía llevando de lugar en lugar, en busca de alguien que me aceptara.

Ya no llevaba la cuenta de cuánto tiempo era que me había marchado de mi antigua escuela. Creo que alrededor de dos meses. Había preferido dejar de contar, porque en un punto me estaba obsesionando, contando incluso hasta los segundos de mi martirio.

No tenía contacto alguno con mis amigos. Ya que mi mamá le había dicho a mi papá que tenía prohibido tener celular durante un tiempo, para que así me alejara de lo sucedido. Aun así, podría perfectamente conectarme por mi laptop, pero la verdad, es que no tenía ganas.

En todo este tiempo me había dedicado a procesar la mierda que había hecho

¿Cómo es que había sido tan mal hermano? ¿Qué pasaba por mi mente en ese momento?

Me había dejado llevar por la calentura y la adrenalina.

Mamá tenía razón. Me había dicho que había actuado como un completo egoísta. Ella no entendía por qué me había comportado de esa manera, de hecho, creo que ni yo me entendía todavía.

Cuando pensaba en lo que hice, recordaba enseguida el momento en que Ren me había comenzado a lanzar aquellas miradas persistentes, lo había visto mirarme varias veces de lejos, a pesar de que peleábamos, él parecía estar interesado en mí.

En mí.

Él era un chico guapo, esa fue mi primera impresión de él. Que era apuesto, refinado e inteligente. Cuando lo conocí más, le vi otras virtudes.

Para mí era algo irreal.

Ren, un chico así de hermoso y de carácter fuerte, estaba mirándome de esa forma tan sugerente.

Siempre sentía esos ojos dorados observándome cuando me cambiaba en los camerinos, o cuando andaba sin polera por mi casa. Era algo que parecía un sueño, así que inconscientemente me interesé en él, me acerqué y me insinué sin darme cuenta.

La verdad, es que no pensé con la cabeza fría, o más bien, no pensé con la cabeza correcta. Y cuando me di cuenta ya era demasiado tarde.

—Llegamos.

—Otra vez lo mismo.

—Vamos, pon tu mejor cara, hijo. Si no eres muy inteligente, al menos que vean que eres simpático —Se burló.

—¡Oye! —Le dije codeándolo con diversión. Este hombre nunca se tomaba las cosas con seriedad, supongo que era como yo.

Nos bajamos y caminamos hacia la oficina del director. Tenía que admitir que ya estaba harto de hacer esto.

Entre nervioso al lugar. Esta venía siendo una de mis últimas oportunidades.

Un hombre joven entró a la oficina. Tenía el cabello largo y una mirada amable. De cierta forma me recordaba a los Asakura. Sobre todo, a mi querido Hao.

Extrañaba tanto a Hao, que podría llorar. Y para que mencionar a Ren… eso ya era una angustia que me hacía trizas.

—Buenos días caballeros. Mi nombre es Silver, soy el director de esta escuela.

Es un gusto —Respondimos en conjunto.

Qué vergüenza. Los dos estábamos nerviosos.

Charlamos un rato con él, hasta que llego al punto que yo tanto temía.

—He visto tus notas Horokeu —Me dijo con calma el director.

Toque mi nuca con incomodidad. No sabía qué decir.

—Si bueno…

—Revise tus informes y no siempre fueron así. Creo que debe haber una buena razón para eso, me podrías comentar que paso en el camino.

—Si la hay, estuve mal enfocado y pasaron muchas cosas que, en realidad, son difíciles de explicar —Dije dejándome llevar.

—Ya veo. Entonces, cuéntame de ti y cómo podemos solucionarlo.

—Ah ¡sí! —Respondí feliz.

Salimos de la entrevista totalmente eufóricos, al parecer Silver tenía esperanza en que podía ayudarme a mejorar mis notas. Así que, finalmente había aceptado recibirme en la escuela.

Para celebrar, mi papá me llevó a comer a un local de comida rápida.

Él estaba aliviado de que yo al fin ingresara a una escuela. Confiaba en el director, decía que le daba una buena vibra. Yo había sentido lo mismo, se veía que era buena persona.

Cuando volvimos a casa nos fuimos cada uno a nuestros respectivos cuartos. Mañana comenzaba mi segundo primer día, así que debía prepararme.

Prendí mi laptop y abrí el chat que tenía con Pilika. Ella era la única a quién le había escrito, porque sentía que le debía tanto.

Yo siempre había intentado ser un buen hermano con ella, pero esta vez me había equivocado de una manera terrible y aceptaba mis errores.

El día en que se decidió mi regreso acá, me había disculpado con ella como correspondía. Le había expresado que entendía que una disculpa no quitaba el hecho, pero si debía seguir disculpándome cien veces más, lo haría, o doscientas veces, ¡las que necesitara!

La esperaría hasta que ella pudiera perdonarme. Y si no podía… no sabía que haría en ese caso, pero no quería pensar en esa posibilidad.

Le iba a escribir que al fin me habían aceptado en una escuela, pero me sorprendí al ver que tenía un mensaje sin leer. Ella no me respondía jamás, y ahora, después de dos meses, me había escrito.

De pronto, mi estómago comenzó a doler y mi corazón se apretó.

Tenía miedo de abrirlo. No tenía idea de lo que había escrito, pero me hacía sentir con ansiedad.

¿Y si decía que no me quería ver nunca más?

Si escribía que ya no éramos hermanos y que quería romper nuestros lazos.

¡Me negaba!

No. No podía ser.

Eso sería lo peor que me pasaría en la vida, de solo imaginarlo me daban ganas de llorar a mares.

Ella era mi hermana menor, a quien amaba tanto y había cuidado. Aunque muchas veces había sido al revés, ella me cuidaba a mí, me hacía hacer los deberes de manera correcta, o en realidad, me obligaba a hacerlos. Cuidaba de mí cuando estaba enfermo y si mamá no se encontraba en casa, me cocinaba. Pilika era muy buena, nunca se hubiera merecido nada de esto.

Ren había sido su primer amor.

Abrí el mensaje con miedo, podría encontrarme con algo bueno o, al contrario, con algo que me hiciera querer pudrirme en mi habitación.

Recorrí los reglones con velocidad, a medida que avanzaba mis ojos comenzaron a botar lágrimas sin poder retenerlas. Haciendo que mi corazón se apretara y latiera con fuerza.

Me sentía tan feliz. Tan feliz que podría gritar.

—A LA MIERDA —dije para luego pararme y gritar por la ventana de mi cuarto a todo lo que daban mis pulmones.

—¡¿Pero qué rayos te pasa Horokeu?! —mi papá entro confundido y asustado. Me lance a abrazarlo, dejándolo sorprendido.

Tenía que escribirle a Hao cuanto antes. Tenía que hacer algo. Tenía que volver a ver a Ren lo antes posible, con esto ya no lo dejaría ir.


Muchas gracias a las nuevas personitas que se unieron a leer el fic, hace tiempo no tenía lectores nuevos, así que me puse demasiado feliz AYY😭💕💕 jajaja Mil gracias