Athanasia miro a Zenith quien se encontraba en la mesa de té, su rostro estaba cubierto de lágrimas y su labio sangraba, le habían avisado que ella llevaba horas esperando.

—Lady Magrita -le llamó muy nerviosa y Zenith le miro- debería entrar al palacio, enfermara si sigue aquí...

—¡No! -grito triste provocando un salto en Athanasia y se cruzó de brazos- ¡Kiel dijo que vendría y él siempre cumple!

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Papá me mando una carta que vendría... -dijo Athanasia temblando de frío- debo esperarlo.

Princesa, Su Majestad nunca vendría -dijo Lily llorando al ver a su niña temblando de frío y se podía ver que sus labios ya estaban azules- vamos adentro Princesa, debe arroparse para no enfermer.

No debo seguir esperando... Es la primera vez que papá me mando una carta y me dijo que quería tomar té conmigo...

Lily cubrió su boca sintiéndose furiosa Claude le había mentido a una niña tan pequeña dejándola sola en medio de un fuerte frío.

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Athanasia sentía como si fuera un dejavu, ya había algunas cosas que no recordaba del paso y eso la tenía un poco inquieta dio un suspiro, Kiel se había ido con Isela cuando llegaron.

—Mejor ve adentro -pidió acercándose a ella y tomando su abrigo colocándoselo a Zenith- vamos, la llevaré directo a su habitación necesitará abrigarse.

La levantó comenzando a caminar necesitaba llevarla inmediatamente a la habitación para volver ella al Esmeralda, debía ir con su padre y llevarle su regalo.

—Bien Lady acuestese -pidió Athanasia una vez dentro de la habitación- ahora le pediré a una de las sirvientas que preparen un baño para usted.

—Gracias Hermanita -agradeció cubriendo la mitad del rostro- gracias por ser considerada conmigo.

—De nada, ahora debe recuperar algo de calor.

La castaña asintió haciéndole caso, Athanasia suspiro saliendo de la habitación dando indicaciones y una vez hecho utilizó su magia para transportarse al Garnet que al aparecer en la oficina observó a Claude haciendo papeleo.

—¿Como te fue? -preguntó Claude sin dejar de escribir en los documentos- ¿te divertiste?

—Sí -dijo sentándose frente a él sosteniendo la bolsa contra su pecho, sabia ella que a pesar que él estaba escribiendo y estaba atento, la escuchaba- como lo prometí te traje un regalo que te gustara mucho, tarde una hora en tratar de encontrar uno perfecto para ti.

—¿Qué es?

—Algo, pero te lo daré más tarde -comentó sonriendo bajando la bolsa- te ayudaré con los papeleos para que vayas a dormir temprano.

—Tu debes dormir.

—Los dos debemos dormir a la hora que nos corresponde -dijo tomando unos documentos del pilar que tenía Claude al igual que una pluma y el sello imperial- no por ser el Emperador tienes que descuidarte, tu pueblo te necesita activo y muy bien de salud.

—Soy responsable.

—Lo se papá, pero también debes descansar un momento -insistió mirándole a los ojos con una gran sonrisa en su rostro- vamos, entre los dos podemos terminar estos papeles.

Sin saber Claude que él miraría por última vez esa bella sonrisa en el rostro de su amada hija a la cual había prometido amar y cuidar de todos cuando volvió al pasado.

Fin