CAPITULO 25:

UNA BATALLA A NUESTRO FAVOR

Durante todo el día siguiente, ambos magos convivieron con los padres de Hermione. Aunque ellos no recordaban que la joven bruja era su hija, la trataban como si fuera parte de su familia. Tomaron el té, comieron al atardecer y después Draco y Hermione dieron un paseo por la orilla de la playa.

Aquel lugar era totalmente maravilloso, no había nada de gente al alrededor y así pudieron contemplar el color rosado y anaranjado del atardecer.

–Es hermoso. –Acurrucándose junto a él, el frío aire que llegaba hacia ellos la hacía temblar.

–Hay que entrar, estás temblando. –La abrazó, haciendo que su abrigo también la cubriera a ella.

–No quiero entrar, quiero estar aquí, contigo. –A Draco le pareció tierno.

–Tus padres son muy amables. Aunque no te recuerden, les causas alegría al estar cerca de ellos. –Se sentaron en unos columpios que había frente a la playa. Ella le mostró una sonrisa triste.

–Cuando todo esto acabe, utilizaremos todos los recursos que podamos para regresarle la memoria a tu madre. Sé que no será fácil, pero estoy segura que hallaremos la forma.

– ¿Lo crees de verdad? –Postró sus ojos grises sobre ella.

–Sí. –Le dio un tierno beso en la frente y después entraron a la casa.

– ¡Qué bueno que ya llegaron! La cena está lista y los estábamos esperando. –Dijo el padre de Hermione desde la cocina.

–Iré a revisar a mi madre, en seguida vuelvo. –Le murmuró Draco al oído.

–El amor joven es muy puro. Se ve que los dos se aman mucho. –La madre de Hermione le sirvió un plato de carne y puré de papas. Hermione solo sonrió muy sonrojada, jamás había hablado con su madre de novios. – ¿Tienen planeado casarse pronto?

Hermione se atragantó con el sorbo que tomó del vaso con agua.

– ¿Casarnos? Pero si yo recién cumplí los 18 años, y él todavía no los cumple. –Actuaba muy nerviosa, esa pregunta la incomodó mucho.

–Mi esposo y yo nos casamos a los 20 años. Creo que me emocioné de más. –Se disculpó con una risita y Hermione se relajó.

–Si soy sincera, creo que no puedo visualizar otro futuro para mí si no es con Draco. –Murmuró hacia su madre.

– ¡Aquí está lo que faltaba! –Llegó el padre de Hermione con una bandeja llena de pan y más guarniciones para la cena.

Draco bajó y también se sentó junto con ellos. Era muy raro para Draco estar en un ambiente tan familiar, por lo general las cenas en la Mansión Malfoy eran muy distintas a lo que estaba experimentando.

– ¿Ustedes estudian? –Preguntó el padre de Hermione.

–Sí, aún nos falta un año para acabar la escuela. –Respondió Draco.

– ¿Y piensan entrar a la universidad? Yo siempre quise ser dentista, pero heredé esta casa de mi familia y desde entonces mi esposa y yo la rentamos para los vacacionistas. –Añadió con un tinte de tristeza.

–Lo siento mucho. –Hermione se sintió mal, ella era la culpable de que sus padres hayan perdido su identidad y su verdadera vida.

–Tranquila querida. –Le dijo afable. –No cambiaríamos nuestra vida aunque quisiéramos, al tener esta casa podemos conocer a mucha gente nueva, como a ustedes y a Narcisa.

–Claro… –Dijo cabizbaja.

– ¿Qué es lo que más les gusta de vivir aquí? –Interrumpió Malfoy para cambiar de tema.

–Definitivamente las auroras boreales. Son mágicas… –Contestó la Señora Granger.

– ¡Por supuesto! Me leíste la mente querida. –Dijo el padre de Hermione.

Después de cenar, Draco volvió a pasar más tiempo con su madre, mientras que Hermione aguardaba en su habitación. Luego de unos minutos de total silencio, escuchó como si alguien dijera su nombre muy sutilmente.

– ¿Draco? –Pero él seguía en el cuarto de Narcisa.

Creyó que lo había imaginado, hasta que volvió a escuchar su nombre a la lejanía, siguió el sonido de esa distorsionada voz hasta que se detuvo en su bolso. Sacó todas sus cosas y envuelto en la Capa de Invisibilidad que le había prestado Harry, estaba un comunicador portátil.

– ¡Her…! ¡Hermione! –La voz de Ron resonó por el aparato.

– ¡Ron! ¿De verdad eres tú? ¿Cómo todos están allá? ¿Cómo está Harry? –Chilló de emoción.

–Estoy bien, todos estamos bien. ¿Tú cómo estás? ¿Estás con Draco? ¿Encontraron a su madre? –Ahora le contestó Harry.

– ¡Me alegra escuchar sus voces, estaba tan preocupada! Y nosotros estamos bien, encontramos a Narcisa y la trajimos a Noruega junto a mis padres. ¿Cómo lograron que esto funcionara a una distancia tan larga?

–Harry tuvo la idea, yo lo ayudé a hechizar este artilugio muggle… ¿Están con tus padres? ¿Cómo? –Preguntó Ron.

–Es una larga historia... –Añadió. – ¿Es hora de que regresemos, cierto? –Se escuchó que su voz se apagó.

– ¿Qué pasa, Hermione? –Preguntó Harry.

–Pensaba en quedarme un día más aquí.

– ¿La estas pasando bien allá, no es así? –Hermione no respondió.

– ¿Se encuentran a salvo allá? ¿Te sientes segura? –Preguntó Harry.

–Sí. Es un lugar hermoso. –Contestó nostálgica.

–Si quieres puedes quedarte más días. Si alguien de nosotros tiene la oportunidad de estar en paz, debe tomarla, aunque sea solo por un tiempo. Cuando te necesitemos te llamaremos.

–Gracias. –Se sintió muy agradecida con su amigo. –Por favor comuniquémonos todos los días. No quiero perder comunicación con ustedes.

–Por supuesto. Hasta mañana, Hermione. –Ron terminó la transmisión.

– ¿Quieres acompañarme a la azotea? –Entró Draco al cuarto.

–Harry y Ron se comunicaron conmigo. –Le informó camino a la parte más alta de la casa. –Hechizaron ingeniosamente un radio portátil, la frecuencia solo se comunica conmigo. –Él elevó sutilmente una ceja. –Todo está bien, tienen todo bajo control.

Al llegar a la azotea, las auroras boreales cubrían completamente el cielo, entregándoles un espectáculo de luces y colores totalmente hermoso. El frío aire invernal estaba aumentando y Draco la abrazó con su largo abrigo para calentarla con su cuerpo.
Hermione no dejaba de mirar hacia el cielo con asombro, logrando suspirar con una total serenidad.

– ¿Por qué insististe tanto para quedarnos aquí? –Le quitó un mechón de cabello del rostro.

– ¿A caso importa? –Ella se alejó de él, escapándose de la prisión de sus brazos.

Draco la tomó de la cintura y la giró hacia él sin dificultad. Obligándole a hablar con solo el poder de sus ojos grises.

–Para mí sí.

–Todos los días muere gente inocente durante esta guerra y estamos perdiendo a muchos de nuestro lado. Jamás pensé que mis padres y tu madre estarían bajo el mismo techo, y esta era una excelente oportunidad para estar con ellos… –Se detuvo y tragó saliva. –Seamos realistas, el día de mañana que estemos en la última batalla, es probable que alguno de los dos no sobreviva, no quería perder esta ultima oportunidad de convivir con ellos, de estar contigo, de estar juntos. Quería que ellos te conocieran y yo conocer más a tu madre. Sé que no fue la mejor decisión, pero… –Hizo una pausa, ya no sabía que más decir, reconocía que había actuado egoístamente.

La mirada de Draco se enterneció por todo lo que ella le decía, no podía apartar su vista de ella, sus sentimientos estaban a mil por hora. En esos instantes, él se convenció que solo muriendo, dejaría de amar a Hermione Granger.

Le tomó la mano con calidez para hacerle notar su presencia y reconfortarla. Ella lo miró sorprendida. –Haré todo lo necesario para siempre estar contigo, mientras siga vivo, estaré para ti. –Sintió un nudo en la garganta, ser fiel a sus sentimientos siempre le habían causado conflicto, pero sincerarse con Hermione, le llenaba de paz.

Acarició suavemente su rostro para besarla fuertemente, dejándola sin aliento en un instante. Tomándola de la cintura, la dirigió lentamente hacia la silla reclinable de exterior que estaba cerca de ellos. Él se sentó primero y luego la colocó sobre sus piernas frente a él.

Sentía que su cuerpo ardía a pesar del viento tan helado que se colaba por su suéter. Alejó un poco sus labios de los de él solo lo necesario para que pudiera hablar. –Hace demasiado frío aquí. –Le murmuró al oído mientras temblaba. Él solo asintió y entraron a la casa.

En cuanto Draco entró detrás de Hermione a su habitación, él la tomó fuertemente del cuello hasta tenerla contra la pared. Ella sintió un escalofrío que la recorrió por todo el cuerpo, dejándola helada. Granger amaba su lado dominante, pero también sabía que ella era la presa.

–Nos escucharan. –Draco sacó su varita y apuntó hacia la puerta, lanzando un hechizo no verbal para mantener bien cerrada la puerta.

–No hables. –Le exigió, ella le obedeció de inmediato.

Su cuerpo ya no le hacía caso, solo se dejaba llevar por la fuerza que ejercía Draco sobre ella.
Continuó besándola con tal fuerza que a ambos les dolía. Logró deshacerse del largo abrigo de Hermione y ávidamente desabrochó cada botón de su blusa, repasando sus frías manos sobre su cálido cuerpo. Ella sabía que Draco estaba más que listo para poseerla, pues lo sentía cuando él se deslizaba sobre su entrepierna.
Con sus manos, le sujetó las suyas, tomando por completo el control. Exhalaba intensamente sobre el oído de Granger, haciendo que su mente se nublara.
Pasó sus dedos sobre la boca de Hermione para que ella los besara y terminaran un poco húmedos, repasó sus muslos con la yema de sus dedos índice y medio hasta llegar a su entrada, tocándola suavemente por fuera, introduciéndolos completamente para observar su placentera reacción.
Con un brazo rodeó completamente su cintura, levantándola para maniobrar su pantalón con su otra mano libre, logrando desabrochándolo audazmente. Después ella se arrodilló para satisfacer sus deseos, lentamente y luego más fuerte, haciendo que Draco gruñera de placer. Se levantó para volver a besarlo, ella sintió como Draco la cargaba con facilidad y entraba en ella, haciéndola perder el control, se encontraba en el éxtasis. Justo cuando pensó que había terminado con ella, él la cargó hasta la cama, para seguir cumpliendo sus más profundas fantasías.

Pasaron los días y Draco y Hermione seguían en Noruega, junto a sus padres. Narcisa estaba completamente recuperada de sus heridas, pero sus recuerdos e identidad seguían ausente.
Cada día por la mañana y la noche, se reportaban con Harry, después pasaban el resto del día conviviendo con sus padres. Aunque disfrutaban el tiempo que pasaban alejados de todo, no podían bajar la guardia, siempre estaban a la expectativa de lo peor. Al final del día, sus problemas seguían ahí y no podían estar en paz.

Narcisa y la madre de Hermione estaban sirviendo el té, mientras que el padre se encontraba en la cocina trayendo la mermelada y crema para acompañar los scones.
Hermione y Draco bajaron a la sala para tomar el té todos juntos.

– ¿Qué haremos hoy? –Preguntó Hermione afable mientras tomaba su taza de té.

–El Señor Wilkins y yo queremos hacer una cena en su honor, los tres han sido más que simples huéspedes, de verdad nos sentimos muy agradecidos de tenerlos aquí. –Tomó ambas manos de Hermione, ella sintió su calidez de madre.

–¿Podemos ayudar en algo? –Draco preguntó educadamente.

–Me preguntaba si podían ir al pueblo para conseguir algunas cosas para la cena. ¿Podrían? –Insistió.

–Mmm. En realidad nosotros… –Se apresuró Hermione a decir. Draco tomó su mano rápidamente para indicarle que dejara de hablar.

–Traeremos todo lo que necesiten. –Interrumpió Malfoy. –Iré por los abrigos para salir de inmediato. –Hermione rió nerviosa y fue tras él.

– ¿Qué te pasa? No podemos salir por ahí como si nada. Seguimos en guerra, este es un lugar seguro, pero no podemos arriesgarnos. –Llegó a la habitación algo desubicada.

–Recuerda que tenemos la Capa de Invisibilidad de Potter, sí observamos que algo no va bien, la usamos. –Tomó su abrigo y se lo puso. – Además tú madre nos pidió algo que en verdad necesita, sería descortés no hacerlo. –Acercó el abrigo de Hermione y la ayudó a ponérselo, aunque ella se notaba no muy convencida, decidió ir para no dejarlo ir solo al pueblo.

Conforme llegaron al inicio del pequeño pueblo, Hermione comenzó a sentirse muy ansiosa así que Draco apretó su mano para que se sintiera un poco más segura. Al seguir caminando y adentrarse más, las casas se veían mucho más amigables y hogareñas.

Poco a poco dejó de sentirse tensa y disfruto la agradable y amable bienvenida de los lugareños, todos los recibían con una cálida sonrisa o un estruendoso saludo.

–Entremos ahí. Se ve que es un buen lugar. –Dejó que ella entrara primero.

Un hombre de avanzada edad, rollizo y de gran bigote, los recibió con mucha energía.

– ¿Hay algo con lo que pueda ayudarlos? –Agregó con intensidad mientras terminaba de despachar a una madre que cargaba a su pequeña hija.

Draco le entregó la lista de cosas que le pidió la madre de Hermione y el encargado rápidamente juntó todo lo que necesitaban.

Hermione aprovechó para recorrer la tienda y dar un vistazo a las cosas que tenían en venta.

– ¿Desde cuando llegaron? –Preguntó el gran hombre.

– ¿Disculpe? –Hermione se incomodó. Draco solo lo miró seriamente sin contestarle.

–No quise sonar grosero. El pueblo es muy pequeño y todos nos conocemos aquí. Así que cuando vemos alguna pareja joven como ustedes, es porque se acaban de mudar o están hospedados en la gran casa de los señores Wilkins. –Le entregó la comida a Draco.

–Sí, tiene razón. No somos de aquí. –Tomó la bolsa de los víveres y también sujetó la mano de Hermione para sacarla de ahí lo antes posible.

–No creo que haya preguntado con mala intención. –Trataba de seguirle el paso.

–No hay porque darle el beneficio de la duda. Ya tenemos lo que queremos, no creo necesario dar más explicaciones.

Hermione se quedó observando una casa que estaba a las afueras del pueblo, muy cerca de la casa de sus padres. Era color café muy claro y gris, la adornaba un jardín tremendamente grande y en la entrada había una pequeña escalinata para llegar a la puerta.

–Mira… –Jaló a Draco hacia la casa para ir a observarla de cerca. –Es tan hermosa. –Draco se sonrió al ver la ilusión de su novia.

– ¡Buen día! ¿Están interesados? –Una mujer de mediana edad los sorprendió. –La casa está en venta, si quieren verla por dentro pueden pasar.

–No, no será necesario, gracias. Solo estamos de paso, no vivimos aquí… –Contestó Hermione.

–Bueno, si buscan establecerse, este pueblo es muy pacifico. Aquí está mi tarjeta, búsquenme cuando se decidan. –Draco tomó la tarjeta y salieron de ahí.

– ¿Te gustaría vivir aquí? –Le preguntó casualmente.

– ¿Qué? –Se ruborizó al imaginar una posibilidad en dónde ella y Draco vivieran juntos. –Jajaja pues… es un lugar muy hermoso, pero no es una posibilidad, al menos no por ahora. –Le sonrió y siguieron caminando, pero Draco no se quitó la idea de la cabeza.

Durante el resto del día, todos ayudaron con la gran cena que se celebraría esa misma noche. Entre risas y bromas, todos convivieron como si fueran una familia unida sin ninguna preocupación mientras cenaban.
Hermione se la pasaba observando de reojo a Draco, pues pocas veces lo veía sonriendo y conviviendo con mucha comodidad.

–Yo quiero hacer un brindis. –Levantó al aire su copa con vino. –Por Draco, Hermione y Narcisa. –Todos comenzaron a chocar sus copas para continuar con el brindis.

Su madre le obsequió un vestido que ella misma confeccionó para Hermione. Ella lo miró con ilusión y le sonrió agradeciéndole. –Espero que no me esté sobrepasando. –Dijo su madre. –Pero antes de tenerlos a ustedes como huéspedes, nos sentíamos con un vacío emocional. Tal vez fue porque jamás logramos tener hijos… –Su esposo le tocó el hombro. Hermione quería abrazar a su madre, pero sabía que sería inapropiado, sus padres no la recordaban y así debería de seguir, por lo menos hasta que toda la guerra terminara.

Al terminar la cena, Draco acompañó a Narcisa a su cuarto y los demás se quedaron a recoger la mesa.

Draco utilizó su varita e hizo aparecer algunas flores para dárselas a su madre. Ella le sonrió con calidez y colocó las flores en el florero que estaba a un lado de la puerta de su habitación. Él le sonrió de vuelta.

–Prometo que cuando pase todo esto, haré hasta lo imposible por ayudarte. –Le dijo con tristeza, sabía que su mente aún seguía muy mal. Se volteó para tratar de limpiarse una lágrima que amenazaba con rodar por su mejilla. Narcisa lo notó y evitó que se fuera tomando gentilmente su brazo.

Para sorpresa de él, Narcisa lo abrazó. –Eres un buen chico. –Acarició su rostro maternalmente. –Yo no tengo hijos, pero me hubiera gustado tener un hijo como tú, eres muy dulce. Cuídate mucho querido. –Draco sonrió con los ojos vidriosos y salió de la habitación.

– ¿Estás bien? –Hermione lo estaba esperando en el pasillo. Él se aclaró la garganta y recobró la compostura.

–Sí. ¿Sucede algo? –Preguntó con interés. Hermione exhaló, estaba exhausta de fingir frente a su familia.

–Solo estoy cansada. ¿Quieres ir a la azotea? –Asintió.

Al estar al aire libre, respiró profundamente y se recargó sobre el barandal para mirar hacia la playa.

Hermione dudó, pero decidió interrumpir el momento de silencio que estaban disfrutando.

– ¿Has pensando en buscar a tu padre? –No dejó de mirarlo para observar su reacción.

–No. –Se tensionó al instante.

–Pero…

–Hermione, basta. Te pediré que de ahora en adelante no menciones nada sobre mi padre. No quiero retomar ese tema. –Le dijo fríamente.

–Lo siento. No quería hacerte sentir incomodo, es solo que…

– ¡Arde! –Vociferó. Comenzó a buscar en su bolsillo.

– ¿Qué?

De inmediato sacó el galeón falso que serviría para comunicarse. Ambos se miraron alarmados y corrieron hacia su habitación para buscar la manera de comunicarse con los demás. Para su suerte, ellos ya se estaban tratando de comunicar.

– ¡Draco! ¡Hermione! Respondan… –La voz de Ron estaba sonando por toda la habitación.

Draco llegó corriendo a la habitación y tomó el radio para contestarles.

– ¿Qué sucede? ¡Weasley! ¡Aquí estamos! –Estaba alterado.

– ¡Regresen, ahora! –Dijo seriamente. –Nos han informado, mañana él atacará. Debemos estar listos, ustedes deben de estar listos.

–Ya vamos. –Terminó la comunicación y Draco miró a Hermione exaltada. –Debemos irnos ahora.

–Todos están dormidos.

–Así será mejor. Evitaremos despedidas innecesarias. Solo hay que dejar una nota y dinero para que siga cubriendo la estancia de mi madre.

–Hazlo tú. Yo recogeré todo. –Le confirmó Hermione.

Tomaron no más de 10 minutos para tener todo resuelto antes de partir. Dejaron la nota en la sala junto con suficiente dinero para que Narcisa no tuviera que salir de ahí por bastante tiempo. Se colocaron la Capa de Invisibilidad, tomaron sus manos y Hermione los dirigió de nuevo a Inglaterra.

Entraron rápidamente hacia la casa y ahí, todos los recibieron con preocupación.

–Llegamos lo más rápido que pudimos. ¿Qué pasó? ¿Qué debemos hacer? –Dijo Draco dejando su túnica en la sala.

–Mañana atacará, pero aún no sabemos exactamente en donde lo hará. –Respondió Harry.

– ¿Cómo que no saben? Pensé que para este punto lo sabrían. –Draco se molestó.

–No sabemos la ubicación exacta, pero tenemos un área determinada en dónde podría atacar. Entre Escocia y Londres. –Añadió Remus Lupin.

–Ese es el recorrido del Expreso de Hogwarts. Atacará a los estudiantes cuando regresen a sus vacaciones de navidad. –Murmuró Hermione.

–Así es. Debemos mantener a salvo a todos esos estudiantes.

–Y también a mi hermana.

–Neville y Luna también estarán ahí.

– ¿Cómo mantendremos a salvo a todos? Solo somos seis. –Preguntó Draco.

– ¡8! –Respondió Fred.

– ¡11! Bill, Fleur y Charlie también vienen. –Comentó George.

– ¿A qué hora partiremos?

–Aún es temprano, el Expreso de Hogwarts saldrá de la estación de Hogsmeade hasta dentro de cinco horas. –Replicó Remus.

–Entonces aún tenemos tiempo para preparar las cosas que necesitaremos.

–No es necesario. Recuerden que tenemos tiempo preparándonos para esto. Las pócimas que ustedes ayudaron a hacer y los artefactos están empacados, es solo cuestión de esperar. –Comentó Tonks.

Aguardaron las horas necesarias, cada quién tomó algunas cosas para protegerse y salieron de la casa, esperando poder regresar todos.

En el tren, Ginny, Neville y Luna estaban juntos hablando entre sí, estaban cabizbajos y tenían un mal presentimiento.

–Jamás habían mandando a los Dementores a seguir el Expreso de Hogwarts. –Dijo Neville. –Me siento como un habitante de Azkaban.

–Fueron órdenes de Snape. Pero no sé porque lo habrá hecho. –Le respondió Ginny.

Unos chillidos de tristeza se hicieron notar en el compartimiento de junto, Luna salió a ver que sucedía y encontró a una chica trigueña de grandes ojos, cabello corto y castaño, su amiga de curso, Jessica, llorando sin consuelo.

– ¿Jessy, estás bien? –Luna y Ginny llegaron hacia ella. La alumna de Gryffindor sostenía con fuerza una carta.

Jessy estiró su mano entregándosela a Ginny, mientras que Luna la reconfortaba con un abrazo. La pelirroja leyó la carta y sintió un vació en el estómago.

–Lo siento mucho, Jessy. –Dijo Ginny acercándose a ella.

– ¿Qué sucede? –Preguntó Luna.

–Mis padres fueron asesinados. –Neville también llegó al cubículo para saber qué era lo que sucedía. –Me acaban de entregar esa carta.

– ¡Lo siento mucho! –Dijo Neville muy sorprendido. –Espera, dijiste… ¿asesinados?

–Mis padres eran hijos de padres muggles. –Comenzó a gimotear. – ¡Ellos los mataron! –Arrebató en rabia. –No tengo duda.

–Perdona la pregunta pero… ¿A dónde irás bajando del tren? –Preguntó Neville tímidamente. – ¿Tienes algún familiar cerca a quién acudir?

–No. –Se limpió las lágrimas que recorrían su rostro. –Mis padres era la única familia que tenía. La verdad no sé lo que haré. Sigo siendo menor de edad y soy una bruja mestiza, tengo miedo de que el Ministerio me encarcele o peor…

–Puedes ir a mi casa. –Le dijo Ginny.

–A la mía igual. –Continuó Luna.

–No te conozco, pero también te ofrezco mi casa, sé lo que es perder a tu familia en manos de unos Mortifagos. –Confesó Neville. Jesica le sonrió fugazmente a los tres.

No pasaron ni 10 segundos con serenidad cuando escucharon que algo golpeó duramente en la parte lateral del tren.

– ¿Qué fue eso? –Se alarmó Neville. Los cuatro magos tomaron sus varitas y se pusieron alerta.

– ¡Allá miren! –Por la ventana se podía observar como algunos magos tenebrosos estaban atacando el tren. Entraron al vagón varios Mortifagos, lanzando maldiciones a los alumnos más jóvenes.

Los alumnos más grandes no dudaron en contraatacar para defender a sus compañeros. Ginny y los demás decidieron combatir a los Mortífagos que estaban frente a ellos.

De pronto todo el vagón en dónde estaban los cuatro magos, se tornó totalmente oscuro y se escucharon varios golpes.

– ¡No logro ver nada! –Gritó Neville. – ¡Manténganse juntos!

Cuando volvió a haber visibilidad dentro del vagón, los Mortífagos estaban inconscientes en el suelo y frente a ellos estaban los gemelos.

– ¡Ginny! –Los dos la abrazaron. – ¿Querías dejarnos fuera de la diversión? –Comentó George.

– ¡Fred, George! –Se alegró de ver a sus hermanos.

–Todos estamos aquí, nos aseguraremos de que estén a salvo.

Mientras que los alumnos más experimentados luchaban dentro del tren, la Orden del Fénix defendía el expreso por afuera.

Lograron derribar a varios Mortífagos y muchos de ellos fueron intervenidos por los Dementores que volaban alrededor.

Tonks y Remus estaban sobre el techo del tren, tratando de evitar a toda costa que los Mortífagos intentaran entrar, estaban lanzando tantos hechizos como les era posible, no podían dejar que los magos tenebrosos asesinaran a los alumnos.

Harry estaba luchando contra sí mismo, a él le ordenaron no revelarse hasta que todos los Mortífagos estuvieran fuera de combate, pues si se daban cuenta que él se encontraba en la pelea, todos irían contra él para matarlo. Seguía sobrevolando el expreso debajo de su capa de invisibilidad, solo observando, pero sabía que si alguien necesitaba de su ayuda, no le importaría revelarse.

– ¡Bill! –Gritó Fleur, lanzando un hechizo sobre su cabeza para evitar que un Dementor lo sorprendiera.

Charlie volaba con gran velocidad, dejando sin estabilidad a varios Mortífagos, parecía que era invisible para todos, derribaba a todos los magos tenebrosos que se cruzaban en su camino.

Por la ventana, Pansy observaba todo. De pronto, volando por un lado del vagón, apareció Draco Malfoy en su escoba. Pansy quedó boquiabierta al verlo, pues hasta dónde ella sabía, él estaba muerto.

– ¡Draco! ¡Mira atrás! –Ella observó como un Mortífago estaba a punto de golpearlo por la espalda y ella comenzó a gritar su nombre pero sus esfuerzos era en vano, la ventana era demasiado gruesa y no podía llamar la atención de él, pero no fue necesario pues antes de que pudieran atacarlo, Hermione llegó volando ávidamente y derribó a ese mago tenebroso. – ¡Es Granger! –Gritó. Corrió hacia la ventana del otro vagón para seguir observándolo, pero varios Dementores acorralaron a ambos magos. –Draco… –Murmuró, creyendo que ese sería el final para él. Pero para no su no grata sorpresa, tanto Draco como Hermione evocaron un Patronus corpóreo en forma de nutria, dejando a Pansy totalmente atónita.

Toda la Orden se mantuvo peleando durante un buen rato pues los Mortífagos eran demasiados para ellos.

Lograron terminar esa batalla, salieron vencedores, pero no todo estaba bien, pues varios alumnos salieron lastimados de gravedad.

Harry entró al vagón justo antes de llegar a la estación de King's Cross para llegar hacia sus amigos.

– ¡Harry! –Llegó hacia Ginny, abrazándola y besándola profundamente. Hermione y Tonks también llegaron con ellos, abrazando a sus demás amigos.

–Debemos irnos, ahora. –Hermione comentó. Harry tomó a Ginny, Hermione a Luna y Tonks a Neville.

– ¡Esperen! No podemos dejarla… –Todos la miraron sin expresión. –Ella no tiene a donde ir y está en peligro. –Dijo con firmeza. Harry la miró por unos segundos.

–Bien, pero ya nos tenemos que ir. –Harry también tomó el brazo de Jessy y todos desaparecieron. Justo cuando se fueron, Pansy llegó hasta ese vagón, observando con ira el compartimiento vacío, estaba furiosa porque no logró llegar antes para confrontar a Hermione.

Llegando a la casa, todos comenzaron a hablar entre sí, hace mucho tiempo que no estaban juntos y necesitaban hablar de todo lo que estaba pasando en Hogwarts y fuera de ella.

Jesica observó como todos hablaban cómodamente, ella solo conocía a Ginny y a Luna y en ese momento estaban ocupadas. Se sintió desplazada y se alejó un poco de los demás. Ron la observó y decidió seguirla.

– ¿Tú como llegaste aquí? –Dijo sin ningún tipo de tacto.

–Harry me trajo, soy Jesica. ¿Tú eres el hermano de Ginny, verdad? –Le dijo con poco entusiasmo. –Te reconozco de los años anteriores.

–Sí, soy Ron. ¿Por qué no regresaste a tu casa? Tus padres deben de estar esperándote. –Le dijo sin más.

Los ojos de ella comenzaron a humedecerse y se fue corriendo la siguiente habitación para que Ron, ni nadie la vieran llorar.

– ¡Ronald! –Ginny lo reprendió. – ¡Eres un insensible! –Todos se dieron cuenta de lo que estaba pasando.

– ¡No hice nada! ¡Solo pregunté por sus padres! Además no sé porque la trajiste contigo, no la conocemos y no creo que sea bueno que esté aquí. –Comentó Ron excusándose.

–Sus padres fueron asesinados por los Mortífagos… hoy se acaba de enterar. –Rodó los ojos en forma de desaprobación. –Iré a verla.

–Yo iré contigo. –Dijo Luna siguiendo a Ginny.

El ambiente se tornó tenso y tanto Bill como Remus trataron de aliviarlo.

– ¿Por qué no cenamos? Hay muchas cosas de las que aun debemos terminar. –Comentó Remus.

– ¡Sí! Además debemos ver en dónde dormiremos. ¿Cuántos cuartos disponibles hay? Las chicas pueden utilizar los cuartos y nosotros dormir en la sala. –Añadió.

– ¿Piensan quedarse aquí? –Preguntó Ron.

–Por supuesto… si es que para Harry no es ningún inconveniente. –Bill se dirigió a Harry, pero este no pudo concretar ninguna palabra, esa pregunta lo tomó por sorpresa.

–Bueno… eso lo hablaremos después de la cena. Hay que comer y descansar. –Dijo Fleur y todos comenzaron a ayudar en las cocinas.

Terminaron de cenar, convivieron un poco en la sala y luego Remus y Bill, llamaron a Harry para que lo acompañaran a un cuarto para mayor privacidad.

–Harry, quería disculparme por haberte puesto en esa situación tan incómoda… no debí asumir que tu estarías de acuerdo al tenernos a todos aquí, en tu casa. –Confesó Bill.

–No es eso, Bill. –Le dijo. –Saben que esta también es su casa, los Weasley y todos ustedes –refiriéndose a Remus– me han ofrecido su casa y todo lo que tienen, pero… si se quedan aquí significa que están dejando todo para ayudarme, de nuevo.

–Exacto. Pensamos que es mejor estar todos juntos para ayudarte, sé que Dumbledore les dejó una misión secreta y en eso no nos meteremos, pero en todo lo demás sí, como lo que sucedió hoy. –Añadió Remus. –No estás solo Harry.

–Déjanos ayudarte, Harry. Si estamos juntos, estaremos a salvo. –Reafirmó Bill. Harry asintió un poco más convencido.

– ¡Escuchen! Todos nos quedaremos aquí, nos encargaremos de ayudar desde aquí y sobre todo facilitarle las cosas a Harry. –Vociferó Remus.

– ¿Pero cómo le avisaré a mi abuela? –Comentó Neville preocupado.

–No te preocupes por eso, antes de venir hacia acá le hicimos una pequeña visita. –Agregó George con una risita.

–Aún hay varias habitaciones, Remus y yo compartiremos una, Fleur y Bill otra, George y Fred también compartirán. –Tonks dividía las habitaciones.

–Yo la puedo compartir con Jessy. –Dijo Ginny.

–Y yo la puedo compartir con Neville. –Murmuró Luna y Neville rió avergonzado.

–Yo la puedo compartir con Ron. –Dijo Harry.

–No, yo la compartiré con Ron. –Dijo Charlie. –Ya es demasiado con que vivamos aquí, lo justo es que tú sigas solo en tu habitación.

–Solo queda… –Miraron a Hermione y a Draco.

–No importa, al igual Draco siempre dormía en la habitación de Hermione. –Resaltó Ron. Hermione se ruborizó completamente y los demás rieron sutilmente.

Todos fueron a sus respectivas habitaciones para descansar y dormir. Draco llevó sus cosas a la habitación de Hermione y desocupó la habitación que ya no habitaba para que Luna y Neville la ocuparan.

– ¿Por qué había Dementores? –Preguntó Hermione acurrucándose en la cama con Draco.

–No tengo idea.

–Ginny dijo que fue Snape quien los había autorizado para seguir al tren. –Draco se incomodó, no quería hablar de Snape.

–Dejemos eso atrás y quedémonos con que ganamos esta batalla. –Hermione sonrió y se acercó para besarlo.

– ¡Avada Kedavra! –Voldemort mató al Mortífago que estaba más cerca de él. – ¡Cómo pudieron fallar! – Había una hilera de sus seguidores que estaban haciéndole una reverencia. Frente a él estaban Snape y Bellatrix.

–Mi Señor… yo no estuve ahí. Yo estuve buscando a Narcisa y a Lucius, pero siguen sin aparecer. –Dijo ella con miedo. –No es mi culpa.

– ¡Cállate! ¡No me importa lo que tengas que hacer, mata a los Malfoy y tráeme de vuelta la copa que fue robada por tu culpa! –Siseo frente a su cara. Voldemort desapareció frente a los ojos de sus seguidores.

–Severus, debes ayudarme. –Le exigió.

–No es para nada mi problema. –Snape se dio la vuelta y entró a la chimenea para desaparecer de ahí e ir directo al Ministerio de Magia.

–Llevamos algunos días vigilando la Mansión de los Black, creemos que ahí se encuentra el hijo de Lucius. –Comentó uno de los Mortífagos.

–Llévame ahí. –La expresión de Bellatrix cambió de inmediato, ahora tenía una oportunidad.

Aparecieron frente a la casa de Grimmauld Place, todavía había varios Mortífagos vigilándola.

–Estamos seguros de que están adentro… jamás vimos que hayan salido. –Comentó uno.

– ¿Por qué aún no la han derribado idiotas? –Preguntó Bellatrix con enojo.

–No queríamos que escaparan… seguíamos esperando ordenes de Lord Voldemort. –Agregó.

–Ya fue suficiente espera. –Bellatrix sonrió con perversión.

¡Hola! Gracias por seguir leyendo el fic. Ya casi se llega el final de esto, estoy muy emocionada. ¡Espero lo hayan disfrutado! ~Expelliarmus x.