Me levantas el corazón
Cuando el resto de mí está abajo
Tú, tú me encantas, incluso cuando no estás cerca
Si hay límites, intentaré derribarlos
Me estoy agarrando, nena, ahora sé lo que he encontrado
Siento que estamos lo suficientemente cerca
Quiero encerrar tu amor
Creo que estamos lo suficientemente cerca
¿Puedo encerrar tu amor, nena?
Ahora te tengo en mi espacio
No te voy a dejar ir
Te tengo encadenado en mi abrazo
Me estoy agarrando a ti
Estoy tan atrapado, me envolvió en tu toque
Me siento tan enamorado, abrázame fuerte dentro de tu embrague
¿Cómo lo haces? Me hiciste perder todo el aliento
¿Qué me diste, para que mi corazón me golpeara el pecho?
Latch (traducida), Disclosure feat. Sam Smith
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Capítulo 24
Deseo
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Esa mañana se probó tres vestuarios diferentes, y ninguno le convenció del todo. Suspiró varias veces a su reflejo, al mismo tiempo se regañaba mentalmente por estar preocupada de su aspecto, miró la hora en su móvil, pronto estaría servido el desayuno y ella aún no estaba lista. Era el primer desayuno en la tierra de Trunks después de dos años y quería que fuera especial, pero ahí estaba, pensando si usar una minifalda era poco apropiado para la ocasión. Resopló con fastidio ¿qué pasaba con ella? debería preocuparse de pasar tiempo con su hijo y no de verse bien, frunció el ceño al pensarlo. No porque tuviera razón, sino que al pensar en su hijo recordó la plática de la noche anterior, de pronto ver tan temprano al menor no le llamó del todo la atención. Aun no tenía preparado un discurso, no sabía cómo enfrentarse a su hijo, tenía claro que debía explicarle que no podía hacer lo que le pedía por muchos motivos y que, sobre todo, pedir aquello estaba mal. Tenía mucho que decirle, pero no sabía cómo empezar ni en qué momento hablarlo.
Con las manos en la cadera, se quedó viendo la ropa que tenía sobre la cama, mordió su mejilla interna, sin darse cuenta movía nerviosa su pie derecho. Despertar en la cama con Vegeta la había inquietado demasiado, y era en lo único que había pensado desde que abrió los ojos ese día. Había olvidado por completo que había ido a hablar con el rey por Trunks en primer lugar y no a beber y dormir juntos.
—Idiota —susurró avergonzada. Algo molesta consigo misma, tomó un jean un poco más delgado que lo usual de color celeste claro, lo sacudió y se vistió en unos minutos con el vestuario más simple que encontró, en parte para no seguir perdiendo el tiempo y para obligarse a restarle importancia a su apariencia, porque sabía que si intentaba arreglarse no era para ella, no esa vez al menos.
Se perfumó y peinó como de costumbre, se dio un último vistazo en el espejo y asintió a su reflejo, lucía bien como de costumbre y sin mayor esfuerzo. Salió de su habitación sin ordenar el desastre sobre su cama, pocas veces se preocupaba, pero esa mañana en particular no tenía cabeza para nadie más que su hijo y el padre de éste. Ya había bastante movimiento en el palacio, después de todo tenían a cuatro saiyajin puros y un medio saiyajin alojándose, las pobres cocineras estarían prácticamente todo el día preparando alimentos, definitivamente ese mes recibirían una gratificación extra.
Bulma avanzó rápido por el pasillo, pensó en ir a ver a Trunks antes de bajar al primer piso, pero se arrepintió apenas se imaginó conversándole sobre la noche anterior. Suspiró con hastío ¿por qué ser madre era tan complicado? No recordaba haberle dado tanto quehacer a su madre, apenas lo pensó, frunció el ceño al recordar cada regaño y frases de la mujer rubia que había memorizado de tanto oír "Bulma bájate de ahí; Bulma compórtate; Bulma no comas tantos dulces; Bulma el laboratorio de tu padre no es un parque de diversiones; Bulma duérmete temprano", y podría seguir todo el día, medio sonrió al pensarlo. Quizás eso significaba la maternidad entre otras cosas, pensó. Sin embargo, una idea pasó por su mente apenas lo consideró ¿todas lidiaban con hijos tan fríos e indiferentes? Supuso que no, pero el contexto en que había crecido su hijo no podía compararse al de otro niño normal.
Trunks estaba siendo criado para ser un rey, y no cualquiera, iba a heredar el imperio más importante a nivel galáctico, no podía esperar que se comportara como cualquier niño. Pero Kyabe no era apático como su hijo, pensó, entonces ¿por qué Trunks actuaba de esa forma? Con su padre no era un niño cruel, tal vez Vegeta no lo notaba, pues para él era normal ser reservado y distante. Frunció el ceño, sabía que el rey se comportaba como un padre ejemplar con ambos hijos, por lo que estaba casi segura de que su hijo no estaba imitándolo, solo era su personalidad. Pero no conseguía asumirlo del todo, se negaba a creer que su tierno hijo se había convertido en un príncipe frío y desagradable con todo el mundo.
—Buenos días —la voz de Laurel la pilló desprevenida, pegó un pequeño brinco al mismo tiempo que le sonreía a modo de saludo. La joven saiyajin alzó una ceja, la miró de pies a cabeza y con su característico tono de voz, serio y casi inexpresivo, murmuró—¿pasó algo? Te ves rara.
—N-no —sonrió forzosamente—solo pensaba en cómo…—pensó unos segundos antes de hablar, intentando suavizar sus palabras y a la vez, no asumir de forma directa su fracaso como madre, pero no encontró nada. Por lo que prefirió ser honesta con ella, relamió sus labios y se encogió de hombros—pensaba en Trunks.
—Ah —soltó la saiyajin—¿qué te preocupa? —caminaron a paso lento hacia el comedor, bajando el tono de voz, haciendo que la plática se volviera un poco más íntima.
—Que no es un niño —murmuró mirando la punta de sus zapatillas—sé que tiene deberes como príncipe y que le gusta eso, pero… lo siento tan frío y distante, y quiero creer que es porque juega a ser un príncipe, sé que puede sonar tonto —dijo volteando a verla, los ojos grises de Laurel estaban fijos en su rostro, atenta a sus palabras y eso le dio más confianza para explayarse—siento que algo no anda bien. Aunque le pregunte no me dirá nada, quizás no pasa nada, pero no es el mismo niño de hace dos años.
—Tarble piensa q—no alcanzó a terminar, los pasitos de niños corriendo para alcanzarlas les interrumpieron, ambas voltearon para ver a Kyabe y Ery correr hacia ellas, como si compitieran por quien llegaría primero. Bulma sonrió al verlos, imaginó a su hijo entre ellos, ganándoles y sonriendo alegre al abrazar sus piernas. La pequeña princesa lo hizo con Laurel, se impactó fuerte en los muslos de la guerrera y levantó la barbilla para observarla. Bulma no alcanzó a sonreír al verlas en complicidad madre e hija, el golpe en su pierna izquierda la distrajo.
Se sorprendió por un par de segundos cuando Kyabe se abrazó a ella y le sonrió alegre. Bulma contuvo la emoción y las ganas de tomarlo en brazos y mimarlo, no quiso incomodar al pequeño, que, a pesar de mostrarse abierto con ella, prefería ganarse su confianza de a poco. En cambio, le devolvió la sonrisa y le revolvió el cabello, al mismo tiempo el pequeño cerró sus ojos, complacido al sentir la caricia maternal.
—¿Cómo durmieron? —les preguntó cuando el niño soltó su pierna. Kyabe iba a hablar, pero Ery le ganó. La pequeña aun abrazada a su madre, murmuró seria mirándola hacia arriba, para que sus ojos se encontraran.
—La cama es cómoda y las sábanas suaves —dijo y Laurel asintió. Bulma sonrió ante el parecido de ambas.
—¡Me dormí enseguida! Normalmente me cuesta y me doy muchas vueltas y termino desordenando todo —explicó el niño mientras movía sus manitos con entusiasmo. Bulma amplió su sonrisa, por un momento recordó a su hijo cuando tenía 3 años, alegre y explorador, todo lo quería saber y en todo quería estar.
—Que bien, vamos al comedor. Imagino tienen hambre —ambos niños asintieron, y caminaron junto a ellas, iba a preguntarles qué querían para comer, pero la palabra le quedó en la boca cuando sintió la pequeña manita de Kyabe rodear la suya. Volteó a verlo, el príncipe le sonrió con tal ternura que la encandiló, volvió a preguntarse cómo una criatura tan adorable había salido de Riander y Vegeta.
—¿Le molesta? —le preguntó curioso, la joven negó rápido meciendo su cabello—eso pensé, ayer le tomó la mano a mi hermano todo el día. Mi madre no me toma de la mano —Bulma miró a Laurel, un poco aturdida por la personalidad del niño, la saiyajin se encogió de hombros y le susurró un "es así, habla mucho" —no quería que viniera, pero papá sí, y mi papá siempre tiene la última palabra.
—Sí, es verdad —murmuró conteniendo la risa. Volteó hacia la entrada del comedor, los guardias que escoltaban la puerta los reverenciaron y abrieron ambas puertas para que pasaran.
—¿También tenía que hacer lo que mi padre decía? —le preguntó mientras avanzaban hacia la mesa. Bulma abrió los ojos de par en par, sin poder ocultar su asombro con rapidez, pero se recuperó a los segundos. Relamió su labio inferior y negó, sorprendiendo al niño—¿no le hacía caso? —preguntó pasmado.
—Nunca —mintió sin dejar de sonreír—él hacía lo que yo quería —dijo con arrogancia, volteó hacia la mesa y su sonrisa titubeó cuando vio al rey sentado junto a su hijo. —¿Cierto, Vegeta? —le preguntó sonriendo nerviosa. El rey la miró serio, luego a su hijo, y asintió una vez, sorprendiendo a ambos. —Ya ves, soy más mandona que tu padre. Siéntate aquí, cariño —dijo acompañándolo a la silla.
—No lo parece —dijo el niño sin dejar de mirarla, luego miró a su hermano y con inocencia, preguntó—¿te ha castigado alguna vez? —Trunks no respondió, en cambió estrechó sus ojos, mirándolo con desprecio que el niño reconoció. Kyabe agachó la mirada, normalmente no continuaría la plática ni se atrevería a dirigirle otra vez la palabra, pero estar con su padre y la madre de Trunks presentes le dio un poco de confianza. —Mi madre siempre me regaña y castiga —explicó mirando a Bulma.
—Bueno, las madres solo queremos lo mejor para nuestros hijos —dijo no muy segura, conteniéndose para no hablar mal de Riander. Caminó hacia su puesto y se sentó sin dejar de mirar a su hijo, evitando mirar al rey—¿cómo dormiste?
—Con los ojos cerrados —respondió Trunks, miró de soslayo a la princesa y luego a su padre, y al ver su ceño fruncido y ojos estrechos, resopló con disimulo y añadió—bien.
Bulma asintió, intentando controlarse y no llamarle la atención delante de todos. Porque podía amarlo mucho, querer consentirlo y saber de él, pero no por ello seguiría tolerando esos comportamientos, si tenía algo que decirle o reprocharle, prefería que lo hiciera, no soportaba esos desplantes cortantes. Mordió su mejilla interna, observar a su hijo era como ver una nube negra sobre su cabeza, lucía demasiado sombrío para ser un niño. Suspiró y giró a ver a Kyabe, y al hacerlo, no pudo evitar sonreír ante el radiante y alegre niño, si tan solo su hijo fuera la mitad de feliz que Kyabe. No entendía cómo podían ser tan diferentes, ambos habían sido criados por Vegeta y sabía que el rey no hacía distinciones, era justo y correcto con ambos por igual. Entonces, ¿cuál era la receta para un niño feliz? Su semblante se ensombreció, pues a la única conclusión que llegó fue a que Kyabe se crío con su madre y padre, y Trunks con su padre y madre a la distancia.
Eso definitivamente hacía la diferencia.
(…)
Bulma miró aburrida como Trunks daba golpes y patadas al aire, porque se había negado a entrenar con Kyabe y Ery, estos últimos luchaban entre ellos. Miró la hora en su móvil, habían llegado al consenso de que entrenarían tres horas por la mañana, llevaban casi una hora y ya se había aburrido. No logró convencerlo de descansar, es más, el niño quería entrenar toda la mañana, solo el rey logró tranzar con el príncipe terco. Bostezó aburrida, alcanzó a cubrirse la boca con la mano, miró a Ery que lucía más aburrida que de costumbre, defendiéndose sin ganas de los predecibles golpes de Kyabe. No sabía mucho de peleas y entrenamiento, pero recordaba los de su hijo cuando estuvo en Vegetasei, incluso para ella fue notorio que los dos niños solo cruzaban puños por cumplir con el entrenamiento. Ninguno quería hacerlo, y estuvieron de su parte cuando discutió con Trunks para que no entrenaran, solo su hijo abogaba por no interrumpir su rutina.
Miró de soslayo al rey, que estaba sentado en un par de bancas cerca de los niños. Su atención se desviaba entre los príncipes entrenando y su tableta de trabajo. Laurel guiaba el entrenamiento, corrigiendo posturas o indicando qué hacer según la situación, solo ella estaba un poco apartada del grupo. Bebió un sorbo de jugo natural de fresas y sin pensarlo demasiado se puso de pie y caminó hacia el rey. En cada paso que daba, sentía que las tripas más se le revolvían, era tonto sentirse nerviosa después de tanto tiempo, pero a esas alturas no se lo cuestionó, ya no podía hacerlo, debía asumir de una vez por todas que Vegeta siempre le provocaría tempestades de sentires, tenía que aprender a vivir con eso.
Él levantó la mirada cuando la oyó acercarse, tragó con disimulo y volvió su atención a la pantalla que tenía en frente, intentó leer el párrafo otra vez del informe que Tarble le había enviado, pero no pudo concentrarse. Inhaló fuerte, justo cuando una brisa sacudió el cabello de la princesa, en unos segundos pudo sentir el aroma de su pelo y nuca, volvió a tragar y levantó la mirada. Ella le sonrió y se sentó a su lado, extendiéndole su vaso de jugo. Él negó y volvió a mirar su tableta, aunque sabía que ya había perdido por completo la concentración por su presencia.
—No se ven muy motivados —murmuró Bulma mirando a los niños. Vegeta la imitó, observando a sus hijos y sobrina, medio sonrió y negó dos veces, volteó a verla y respondió sin apartar sus ojos de los de ella, y mientras su boca escupía palabras, su atención iba por completo a sus grandes y azules ojos. En ese momento, su mente hacía dos trabajos de los cuales era consciente, iniciar una plática cortes y fantasear con la mujer que amaba sin demostrarlo.
—Ninguno lo está—dijo—ni siquiera Trunks, está entrenando solo para llevarnos la contraria. —Bulma suspiró y miró hacia su hijo, el niño parecía concentrado, pero sus golpes eran cada vez menos intensos. —No te sentí… —volteó hacia el rey al oírlo, y apenas le observó a los ojos, sintió sus mejillas sonrojarse y tuvo que esquivar su mirada, centrándose nuevamente en su hijo—te fuiste en la mañana, ¿no?
Asintió sin mirarlo, soltando una sonrisa boba y nerviosa. No esperó que tocara el tema tan pronto, así como no quería enfrentar a Trunks, tampoco quería hablar de lo que había hecho la noche anterior, sabía que no habían tenido sexo, pero el no saber con exactitud lo que había pasado y el cómo se había comportado le hacía sentir en desventaja y la timidez impropia en ella salía a flote. Carraspeó la garganta y sin mirarlo, se atrevió a preguntar.
—¿Qué fue lo que hice anoche? —preguntó en un susurro, al no oír respuesta volteó hacia él, el rey la miraba en silencio. Por un momento se sintió un poco expuesta y pensó en mirar hacia otro lado, pero se forzó a mantener su mirada—¿dije alguna tontería?
—No —respondió—solo bebiste demasiado, deberías moderar la bebida —dijo en tono acusador y fue él quien apartó la vista ¿cómo no hacerlo? Había despertado de buen humor, ella lo había intentado besar y eso significaba algo, estaba seguro. Quiso creer que lo que había pasado no había sido por la bebida, pero oírla decir que no recordaba nada le hirió en lo profundo de su ego. Se había ilusionado, otra vez, y la caída era un golpe duro. Intentó no exhalar muy fuerte, para no demostrar su descontento.
—No suelo beber —se defendió con rapidez—pero lo que me pidió Trunks me dejó mal… lo siento —susurró avergonzada. Él giró a verla, expectante, con el ceño fruncido y serio, parecía molesto—por si hice algo tonto —se explicó.
—Estoy acostumbrado a tus tonterías —respondió, dejó la tableta sobre la banca y se cruzó de brazos—una más, una menos. Ya me da igual.
Bulma alzó ambas cejas al oírlo, pensó en excusarse o reprocharle, pero sintió que tenía razón, por lo que prefirió guardar silencio. Volvió a mirar a los niños, en ese momento la tensión se sentó entre ambos, ella no supo interpretar el silencio ni el ambiente que de repente surgió. Acercó el vaso a su boca y bebió otro sorbo, incómoda, quiso romper el hielo. Volteó hacia él para hablarle, pero lo vio concentrado escribiendo en su tableta.
—¡Estoy cansado! —se quejó Kyabe, Bulma sonrió y se puso de pie.
—Les traeré jugos para que descansen ¿de cuál quieres? —preguntó y el niño sonrió alegre al escucharla.
—Del que toma usted —dijo ansioso. Bulma asintió y miró a Laurel y Ery, ambas se encogieron de hombros al mismo tiempo y la joven soltó una pequeña risa, la princesa saiyajin era la copia de su madre, por un momento pensó en lo lindo que sería tener una pequeña Bulma, pero desechó la idea tan rápido como vino, no se soportaría. Se verían lindas, sin embargo, discutirían seguido, estaba segura.
—¿Agua para ti? —preguntó la joven hacia Trunks, pero el niño no respondió, solo la miró. Bulma inhaló profundamente, y se repitió mentalmente "cálmate", volteó hacia Vegeta y éste no la miró, siguió fingiendo que le ponía atención al archivo, cosa que la joven notó, blanqueó los ojos y murmuró—¿agua con sabor está bien para ti?
—Lo que sea —dijo y la joven volvió a repetirse "cálmate". Tener dos Vegetas era agotador, porque así sentía a su hijo, era igual de pedante y antipático que el rey, pensó que Vegeta estaba cambiado, y lo estaba en su gran mayoría, pero cuando algo le molestaba podía volverse insoportable. O tal vez era ella la que no estaba acostumbrada a que no le prestara atención, frunció el ceño al pensarlo. Contuvo el suspiro y caminó hacia el palacio.
(…)
Trunks cerró sus ojos por unos minutos, intentó concentrarse lo suficiente como para no oír ningún ruido. Pero el sonido de los niños comiendo palomitas lo distrajo, frunció el ceño, no quiso mirar a Kyabe o a Ery, si lo hacía terminaría de peor humor. Además, ya estaba lo suficientemente enojado con su medio hermano como para seguir sumándole malos ratos. La mayoría eran bobos, pero había un par de situaciones en particular que no lograba olvidar, aunque se obligaba a dejarlo pasar, el ver a su madre tomada de la mano con el crío lo había perturbado más de lo que quisiera reconocer.
El mocoso había perseguido a su madre todo el día, incluso ahora quiso sentarse entre ella y su padre a ver una estúpida película de superhéroes, y él en un asiento aparte. Estaba molesto, sin embargo, se aguantó las ganas de tomarlo del brazo y sacarlo de allí para sentarse en su sitio, no quería que lo malinterpretaran, se trataba de jerarquía nada más ni nada menos, era él quien debía estar entre sus padres, no un crío débil y llorón. Miró de soslayo a su madre, compartía palomitas con el niño que susurraba preguntando cosas que no tenían nada que ver con lo que se proyectaba en la pantalla grande. Esperó que hiciera algún gesto de hastío, como la mayoría hacía después de escuchar las charlas aburridas del niño, sin embargo, al igual que su padre, esperó paciente para que terminara de hablar y le respondió, al mismo tiempo que le ponía atención y le miraba con ternura.
Tragó saliva, aquella escena jamás esperó verla y estarla presenciando le dolió. Recordó inconscientemente cuando dormía con ella, su madre le instalaba una tv en el dormitorio y se quedaban viendo películas infantiles mientras comían golosinas, ahora pudo ser igual. Pero no, él había preferido aislarse y refunfuñar con disimulo. Miró la pantalla, las luces y poderes irreales que tenían los personajes en un combate no le llamaban la atención, volteó hacia su madre otra vez y frunció el ceño apenas vio como el mocoso apoyaba su cabeza en el brazo de ella. Pensó en decir algo, no se le ocurrió nada, mordió su mejilla interna derecha y se cruzó de brazos. Sentía la cabeza caliente, miraba a cada rato hacia ellos, dejó de hacerlo cuando se encontró con los ojos negros de su padre, la suspicacia y reprobación en su mirada bastó para que dejara de caer en esa tontería, porque así lo sentía. Que su madre pasara tiempo con su medio hermano no tenía importancia, pero no pudo evitar pensar que, si hubiera ido solo, toda esa atención sería para él.
(…)
El sol le golpeaba el rostro, tenía las mejillas sonrosadas y parecía no importarle, se veía alegre jugando con Kyabe dentro de la piscina. Ery nadaba alrededor de ambos, y sorpresivamente, estaba riéndose. Laurel estaba sentada en la orilla, mojándose solo los pies, viendo como su hija chapoteaba feliz de allá para acá. Su hijo mayor por su parte estaba sentado en el otro extremo de la piscina, donde le alcanzaba un poco de sombra. Él fingía trabajar sentado en una reposadera de madera, tenía el archivo abierto en la misma página desde que vio a la princesa quitarse la ropa para quedar en un bikini blanco que se robó toda su atención. No alcanzaba a leer dos palabras cuando sus ojos viraban hacia ella, oírla gritar y reír mientras escapaba de su hijo menor le distraía.
Antes estaba tranquilo observando como su hijo menor se divertía, al final el viaje lo estaban disfrutando los menores, Trunks parecía serio y molesto todo el tiempo, pero bastaba con que los pequeños estuvieran disfrutando. Pero ver a Bulma desvestirse le había dejado pasmado, recordaba esos vestuarios diminutos, la vio en un par de ocasiones si es que no más, y siempre le provocaba lo mismo. Se veía demasiado atractiva, la erección que le provocó apenas la vio ya se había calmado, y ahora podía levantar la tableta de sus piernas, pero solo le servía de coartada, para que nadie sospechara que acechaba a su exmujer con la mirada. Esperaba que desde la distancia en la que estaban no pudieran distinguir su rostro, porque estaba seguro de que la perversión se le notaba en la mirada. Estaba mal, lo sabía, pero le habían puesto una dura prueba a superar, y para él ya era un logro el no tomarla del brazo y llevársela. Tragó saliva al pensarlo, años atrás no lo habría dudado, ahora le parecía una pésima idea en muchos sentidos.
Intentó concentrarse nuevamente en su trabajo, lo consiguió por tres o cinco minutos, los gritos de su hijo lo hicieron levantar la mirada bruscamente, solo para encontrarse al niño riéndose mientras nadaba alejándose de Ery. Medio sonrió al verlos, iba a mirar la pantalla cuando Bulma se cruzó en su panorámica mientras subía la escalera para salir de la piscina. Tuvo que recordarse cerrar la boca cuando vio el agua deslizarse por su cuerpo, como la tela ya ajustada, se pegaba como una segunda piel a sus curvas gracias al agua. La vio caminar con calma hacia Laurel, ajena a sus ojos depredadores que estaban al acecho, se relamió el labio inferior para intentar humedecer un poco la boca que tenía seca de tanto tragar, tenso observó como la joven se sentaba en el borde junto a la saiyajin y se inclinaba hacia delante para ver a los niños jugar. Tenía un perfecto ángulo de su escote desde su reposadera, soltó un largo suspiro y se obligó a ver la pantalla entre sus manos.
—¿Qué estás haciendo, papá? —estuvo tan embobado viendo a la joven que no sintió a su hijo acercarse. Levantó la vista hacia él al oírlo, el niño parecía aburrido, se sentó en la reposadera de al lado bajo la sombrilla y tomó un vaso que estaba en una pequeña mesa entre ambas sillas. Lo llenó de agua fría desde el jarrón que le habían dejado antes y bebió un sorbo sin dejar de mirarlo.
—Intento leer el informe que me envío tu tío —reconoció, y volvió a intentarlo—pero las risas de tu hermano y Ery me distraen.
—¿Solo eso te distrae? —Vegeta no le observó apenas le escuchó, en cambio, levantó la mirada hacia el frente para ver a Bulma. Ella pareció notarlo, o quizá fue coincidencia, pero a los segundos miró hacia su dirección y les sonrió a ambos. El rey frunció ligeramente el ceño y giró hacia su hijo, mirándolo con sospecha y a la vez, escondiendo el pánico por ser descubierto.
—¿Qué más podría ser? —preguntó sin apartar la mirada de los ojos celestes de su hijo. El niño medio sonrió, una sonrisa llena de burla, haciendo relucir su arrogancia innata. Vegeta se vio reflejado en ese simple gesto, y no supo cómo asimilarlo, si sentirse orgulloso por el parecido, o preocupado porque su primogénito había heredado sus defectos.
—Tal vez una sirena —dijo y Vegeta se congeló—mi abuela me contó que su canto enamora. —No fue la metáfora lo que le sorprendió, había oído antes de esos seres mitológicos, pero escuchar a su hijo hablar con tal soltura sobre lo que le estaba pasando, le causó escalofríos. Entonces entendió el susto de Bulma que siempre se quejaba de lo preocupada que estaba por él, Trunks se estaba comportando como un adolescente, quizá su rol como futuro rey le había forzado a madurar con rapidez, pero no era solo eso. Su intuición le alertaba que había algo más, su hijo no demostraba lo que quería sin segundas intenciones, su mente trabajó rápido llegando a la conclusión «ahora es mi turno» pensó.
—Una sirena —repitió observándolo serio, el niño no parecía intimidado, por un momento se sintió hablando con un espejo, comprendió aún más el temor de Bulma, si no atajaban a su pequeño diablillo, el asunto se les podía escapar de las manos—creí que aparecían en el mar.
—Tu sirena no —respondió sonriéndole. Vegeta intentó no demostrar ninguna reacción, parecer lo más inexpresivo posible, pero la risa de Bulma le distrajo y volteó a verla. La joven se burlaba de Kyabe que se le había dado vuelta el flotador, haciéndolo caer al agua—sigues interesado en mamá ¿verdad?
Ahí estaba, el niño había hecho su jugada y era su turno. El rey no respondió en seguida, se quedó unos minutos observando a la mujer de sus sueños, la que podía motivarlo a vivir o querer pudrirse en el infierno con una simple mirada. No creía que fuera un tema para discutir con su hijo, no era muy expresivo con sus pensamientos y sentimientos, hablar de Bulma y lo que sentía por ella no estaba en sus planes, ni mucho menos se pondría a conversarlo con su hijo. No le parecía correcto, además, lo que pasaba o no con la princesa, era asunto de ellos dos solamente.
—Son temas de adultos —optó por responder. Trunks frunció el entrecejo y volteó a ver a su madre, que seguía riendo y le tiraba agua en la cara a los niños, y ellos intentaban defenderse desde su posición, tirándole agua con más fuerza. Su padre no dejaba de observarla, no se molestaba en hacerlo con disimulo y eso le había motivado a hablarle de lo que necesitaba. Esperó ingenuamente que sería sincero con él, después de todo, su padre nunca le ocultaba nada, que se mostrara esquivo le inquietó, pero más que nada porque las cosas no se estaban dando como él quería.
—¿Por qué no vuelves con ella? —preguntó en cambio, el rey giró en su dirección con la boca abierta por la sorpresa. Había sido directo, pero necesitaba irse sin rodeos para llegar a un consenso a su favor.
—Sabes que no puedo —respondió—ya tengo una reina —quizás debió dar un argumento más sólido, pero hacerlo era exponer parte de su pasado y no estaba listo para hablarlo con su hijo, probablemente nunca lo estuviese. Trunks arrugó aún más el entrecejo, se inclinó hacia él para no alzar su voz pero que fuese oído con claridad. Notó el enojo en sus facciones que intentaba disimular, pero él era un experto en leer el lenguaje no verbal.
—¡Eres el rey! —exclamó molesto. Como su padre no le respondió enseguida, resopló fastidiado, sin preocuparse de controlar su temperamento—¡Puedes hacer lo que quieras! Si quieres estar con mamá nuevamente solo debes quitar…—Vegeta no lo dejó terminar, en un tono serio, pero de mando, habló.
—Te equivocas —le interrumpió, Trunks le miró confundido, no supo a qué se refería. — Ser rey es velar por tu pueblo, no por tus deseos personales y egoístas.
—¿Prefieres a Riander antes que, a mi madre, por tu pueblo? —le preguntó indignado, con el ceño arrugado y respirando agitado. Sentía el corazón latirle deprisa al verse perdiendo ante Riander y su linaje, la desesperación se le subió a la cabeza.
—Tu madre no puede ser reina del imperio saiyajin —le respondió con calma que no sentía, a esas alturas hablar de ese tema con su hijo le alteró, porque se sentía igual que Trunks, pero debía fingir, convencerse a sí mismo que su decisión era correcta y que no había que darle más vueltas al asunto. —Tu madre cometió traición al reino.
Trunks frunció abrió la boca para argumentar su defensa, pero se quedó en blanco ¿traición? Sabía que por un malentendido ella lo había parido cuando su padre ya había unido su vida con la de Riander, pero traición era algo muy diferente a la versión que conocía. Lo miró confundido, estrechó sus ojos con sospecha y él pareció notarlo, pues se apresuró en hablar.
—Y lo más importante —continuó diciéndole—tu madre no quiere ser reina. —Trunks alzó su barbilla, escondiendo su orgullo herido, pero sin disimular su enojo. No estaba acostumbrado a no obtener lo que quería, a no salirse con la suya y en la pieza más importante del juego había hecho una mala jugada. Ahora su plan no tenía sentido, que su madre estuviera ya poniendo de su parte no serviría si su padre no la hacía reina, no servía que fuera su amante, debían destituir a Riander.
Se levantó bruscamente, dejó el vaso sobre la mesita y le dio la espalda para alejarse, no quiso pensar que estaba huyendo, pero prefirió irse antes de decir alguna tontería. Pasó por los pies de la reposera cuando se encontró con su madre que caminaba hacia ellos, la vio sonreírle y levantar la mano, quizá para saludarlo o abrazarlo, la esquivó magistralmente y siguió caminando, alejándose de todos.
Bulma frunció el ceño confundida, su hijo parecía más irritable que de costumbre, se apresuró para llegar donde Vegeta, se paró donde antes vio a Trunks sentado, el rey levantó la mirada hacia ella, pero tardó en llegar a sus ojos. La princesa prefirió no darle importancia, no porque estuviera acostumbrada a ser su objeto de deseo, sino porque estaba más preocupada por su hijo. Se sentó en la reposadera de al lado y tomó una toalla que estaba cerca, se la puso en la espalda y cubrió los hombros con la tela.
—¿Qué le pasó a Trunks? —preguntó—estaba enojado ¿discutieron? —insistió. Vegeta tragó saliva, sus ojos viraban desde su rostro hasta sus senos, la tela no se traslucía, sin embargo, se apegaba a su piel y podía ver el relieve de sus pezones y se distraía. Verla a la distancia era un placer, pero tenerla tan cerca era tortuoso. Se obligó a desviar la mirada, sonrió sin ganas y le respondió.
—Fue mi turno —explicó—vino a pedirme que te hiciera reina. —Bulma abrió los ojos de par en par, sintió sus mejillas ruborizarse al pensar en esa opción, en él seduciéndola para convencerla en ser su mujer oficial y las tripas se le revolvieron.
No pudo hacer otra cosa que reír, una risa nerviosa que seguramente él notó, pero no supo reaccionar de otra manera. Hace días que se imaginaba volver a estar con él, ver lo cambiado que estaba le hacía idealizarlo. Presenciar lo buen padre que era le encantaba en muchos niveles, ahora entendía esos artículos en que decían que los esposos que eran buenos padres y proveedores eran atractivos, lo estaba comprobando. Vegeta le parecía más interesante, maduro, agradable y guapo que antes, se encontraba a menudo observándolo, imaginando sus manos sobre su cintura, o abrazándola, dándole refugio. No estaba bien. Despertar en su cama había sido el comienzo, ahora parecía estar completamente bajo su embrujo.
—Debes hablar con él —dijo después de unos minutos—está inseguro por la sucesión, le hace mal estar pensando estas cosas.
—Siempre me he preocupado de que sepa que él es el siguiente rey —murmuró pensativo, buscando algún comentario o momento en su memoria que le dijera lo contrario—Trunks está obsesionado con asegurar su sucesión, no sé qué más hacer o decir para que le quede claro.
—Algún detalle se nos debe estar escapando —dijo seria, relamió su labio inferior y notó que tenía sed. Tomó el vaso que usó su hijo antes y se sirvió un poco de agua—no está siendo sincero con nosotros.
«¿Alguno de nosotros lo es?» pensó el rey. Ella se puso de pie al mismo tiempo que bebía el agua, ninguno dijo algo más, la vio volver a la piscina a paso lento, él volvió su atención a su tableta, pero la discusión con su hijo le desconcertó a tal punto que le fue imposible retomar su trabajo, por lo que prefirió observar la diversión en el agua, perdiéndose en los movimientos de su sirena.
(…)
Se miró en el espejo, lo estaba haciendo más seguido que de costumbre y ya no podía seguir negando el motivo. No se sentía orgullosa al respecto, pero ¿qué más podía hacer? Tragó saliva, tomó el cepillo y comenzó a pasarlo suavemente desde su cabeza hasta las puntas de su cabello lacio. Estaba recién lavado y seco, podía sentir el aroma del champú, y en cada cepillada la suavidad de los mechones. Su mirada bajó hasta su clavícula, estaba un poco marcada, quizás había perdido peso muy bruscamente, pensó. Detuvo sus movimientos y se miró fijamente a los ojos, buscando imperfecciones en su rostro, arrugas o manchas, celebró mentalmente por no encontrar nada a sus 29 años, esperaba mantenerse joven como su madre. Suspiró, la indecisión se instaló en su vientre e hizo pequeños estragos, los nervios pronto se sumaron y no dejó de preguntarse ¿estaba segura de lo que haría? No es que buscara alguna reacción por parte de él, pero ir a verlo nuevamente por la noche no era muy sensato de su parte.
Tres días habían pasado desde la plática que tuvieron cerca de la piscina, no habían vuelto a conversar a solas, sin embargo, constantemente estaban mirándose a hurtadillas, ella lo había notado, y seguramente él también. Cuando se sorprendían mirando en la dirección del otro, ella le sonreía, y Vegeta le regalaba una media sonrisa que le sacudía por completo. El Vegeta que había llegado con su hijo era un hombre diferente al que había conocido y que se mostraba en ocasiones, el que la había enamorado. El saiyajin en que se había convertido era un hombre mucho mejor, ni siquiera podía decir que se trataba del saiyajin que la había enamorado y que ahora siempre se comportaba así, pues no había destellos del en ese entonces príncipe celoso y posesivo. El rey había cambiado, no necesitaba mostrarse apático ni cruel para provocar respeto y miedo, había madurado y era un padre protector y preocupado de sus hijos, y eso era lo que más la cautivaba. Parecía haber aprendido de sus errores, o trabajado en sus defectos, pues el saiyajin en que se había convertido parecía casi perfecto y no podía sacárselo de la cabeza.
Cada sonrisa, gesto amable con sus hijos, la genuina atención con la que escuchaba al menor parlotear de cosas sin sentido, su preocupación constante por el mayor, y su trato con el resto, cordial y distante. Seguía reservado y eso solo conseguía llamarle aún más la atención, preguntarse qué estaría pensando, qué quería, porqué la miraba de esa manera. Al recordar sus ojos negros fijos sobre ella, sintió sus mejillas sonrojarse y no pudo evitar sonreír tontamente. Suspiró profundamente, sabía lo que quería y estaba segura de que él no se lo negaría, pero no estaba bien, más aún en su situación. Se mordió el labio inferior, «solo iré a conversar» se dijo, intentando convencerse.
No quiso seguir postergándolo, se puso de pie con más confianza, se miró una última vez en el espejo y decidió salir de su habitación, a esa hora no había servidumbre y los niños debían estar dormidos hace horas, era el momento.
(…)
Era el último informe que leería y se iría a dormir, se dijo. Estaba cansado, y necesitaba dormir un poco, los líos con otros cuadrantes estaban preocupándole, no quería avanzaran hasta volverse un conflicto armado, quería evitar a toda costa más guerrillas y revueltas. Era irónico, pensó, jamás imaginó que estaría buscando la diplomacia y no la violencia. Las cosas habían cambiado, se dijo, no estaban los tiempos para seguir exhibiendo fuerza militar, ya todos sabían que eran el imperio más fuerte y consolidado, debían avanzar y para ellos necesitaban ser como su hermano Tarble.
Iba a avanzar a la siguiente página cuando leyó la notificación de su hermano, frunció el entrecejo. La situación era delicada, debía marcharse al día siguiente para representar al reino en la disputa con el cuadrante Zeta-mx, no podía dejar que Tarble se hiciera cargo, podía considerarse como una falta de respeto para el líder del cuadrante. Bostezó, vio la hora y frunció el ceño, era tarde para hablar con Trunks, estaba seguro de que tendría una fuerte discusión, el niño no iba a permitir que lo dejara en la tierra, pero estaba decidido, le dolió la cabeza de solo pensar en los reclamos de su hijo.
Dos golpecitos suaves en la puerta le interrumpieron, frunció el entrecejo un poco desconcertado por no haber oído los pasos acercarse, segundos después alzó ambas cejas cuando notó su presencia. Sintió los latidos de su corazón acelerarse al saber que ella estaba detrás de la madera reforzada, tragó saliva, un poco nervioso y levantó las cobijas. Se bajó de la cama con prisa, dio pisadas largas para poder llegar hasta la puerta, en el camino se pasó la mano derecha por su melena, intentando peinarla un poco. Cuando posó su mano en el picaporte dio un profundo respiro y lo giró empujando hacia él cuando sintió la cerradura ceder. Alcanzó a abrir un poco la puerta cuando vio su cabello turquesa y sus grandes ojos azules observándolo, con una sonrisa tímida adornando sus labios rosados.
—¿Estabas dormido? —preguntó encogiendo las cejas a modo de disculpa, sin dejar de sonreírle. Vegeta le dio un vistazo rápido a su cuerpo, vestía una camisola delgada de dormir, no llevaba ni siquiera una bata para cubrirse. Volvió a tragar saliva, notó rápido que tras esa tela fina no usaba sujetador y la idea le desconcentró más de la cuenta.
—N-no, trabajaba —titubeó nervioso. Se maldijo mentalmente por su actitud inexperta. Se quedaron en silencio, él esperando que Bulma le dijera a qué había ido, y ella pensando en qué decir. Vegeta alzó ambas cejas, expectante y ella meneó la cabeza, casi sacudiéndola para obligarse a hablar.
—Fui a ver a los niños —explicó—pensé si necesitabas algo… —murmuró no muy convencida, esperando que su mentira pasara desapercibida.
—No, gracias. Estoy bien —dijo. Bulma asintió sin dejar de mirarlo, sentía las manos sudadas y las pasó por la falda de su camisola con disimulo, relamió su labio inferior y miró hacia dentro del dormitorio, pensando qué excusa dar para prolongar la plática o que al menos le invitara a pasar. Ahora que lo pensaba, nunca había tomado la iniciativa, antes podía refugiarse en la excusa de que eran una pareja y podía exigir un abrazo que terminaba en algo más, pero ahora no eran nada y no sabía cómo romper el hielo.
Vegeta se quedó viendo sus labios por un par de segundos, se obligó a mirarle a los ojos y fue cuando notó que ella parecía igual de nerviosa o tímida. Frunció el ceño, un poco confuso, intentando leer el ambiente que surgía entre ellos, los nervios no le dejaban comprender qué ocurría o qué podía esperar. Se sentía a la deriva, inquieto y ansioso. Respiró profundamente, inflando el pecho en el proceso y sin pensarlo demasiado, habló.
—Debo irme mañana —le contó. Bulma frunció el ceño, decepcionada al oírlo, y él celebró mentalmente por su reacción, pero se respondió rápido en por qué le afectaba a la princesa su partida, volviendo a la realidad—Trunks se quedará —le explicó.
—Pero ¿por qué te vas? —le preguntó desanimada, sintiendo que el tiempo se le escapaba entre los dedos. Se imaginó levantándose cada día sin esperar a verlo y el corazón se le encogió.
—Problemas políticos —intentó explicar—pero Trunks se quedará —repitió, intentando disipar la tristeza que se asomaba por sus ojos.
Y guardaron silencio. Se quedaron viendo fijamente a los ojos, no necesitaron más palabras para entenderse, de pronto él supo a qué se debía su visita, y ella se decidió a actuar. Sin dejar de mirarse, él se hizo a un lado abriendo la puerta para ella, la vio entrar sin dejar de observarse, y con esa invitación bastó para ambos.
El ambiente se volvió cálido, ella vestía solo una camisola para dormir, y aunque él tenía la ventana abierta de su habitación, la brisa nocturna no le molestó. Bulma no quitó la mirada de la del rey, tragó saliva y sin poder-ni querer-prolongar más esa tortura de estar en el mismo cuarto y no poder rodear su cuello, decidió dar el primer paso. Se acercó un par de pasos, él no se movió, la observó fijamente sin perderse detalle de lo que estaba por hacer, lo que antes la habría cohibido, ahora solo la incentivó a actuar. Se puso de puntillas y se lanzó a su cuello, rodeándolo con ambos brazos, él acercó su rostro para el encuentro y los segundos se hicieron lentos para la ansiedad de ambos amantes, pero la realidad era otra, no tardaron en encontrarse sus bocas. Los labios encajaron en un torpe beso, que a los segundos se transformó en movimientos expertos y necesitados.
Sintió sus grandes manos tomar su cintura, sabía lo que pasaría ahora, él la tomaría sin esfuerzo y ella aprovecharía para abrazar su torso con sus piernas. Así pasó ¿Cuántas veces lo había hecho antes? Había perdido la cuenta, sus cuerpos se conectaban en un punto de no retorno, sus pieles recordaban la caricia del otro, como si esos seis años no hubieran pasado, como si fuera una noche más en sus vidas.
Sus bocas se movían en completa sincronía, pero no era suficiente. Bulma introdujo su lengua y él no tardó en seguirle el juego. La necesidad por el otro era evidente, con cada beso, cada caricia y gemido, no era suficiente para expresar lo mucho que les urgía poseerse sin reservas. Y era mutuo. El deseo que había sido destapado no podía contenerse, no podían ni querían detenerse.
Vegeta no la soltó, sentía que, si dejaba de tomar su cintura o besarla, ella se alejaría y todo se habría terminado. Y no lo permitiría, ahora que la tenía entre sus brazos no pensaba dejarla ir, había soñado mucho con volver a estar con ella, volver a ser uno, el tener una nueva oportunidad y amarla como debía ser, como lo merecía. La llevó hasta la cama, la dejó sobre la colchoneta con suavidad y se alejó lo suficiente como para quitarse la remera, no alcanzó a acercarse nuevamente para besarla, ella se le acercó primero. Observó atento y ansioso como la joven se acercó a los pectorales, levantó la mirada hacia él por unos segundos, para luego acariciar sus músculos con ambas manos al mismo tiempo que besaba suavemente su pecho. El calor que provocó Bulma con unos cuantos besos bastó para que su miembro despertara, verla proactiva e igual de ansiosa por lo que estaban por hacer le reconfortó. No era el único que había sufrido con verse a la distancia, podía comprobarlo ahora.
Ella había ido a verlo, quería lo mismo que él y no temía demostrarlo. Así debía ser, lo que sentían por el otro no tenían porqué esconderlo de ellos mismos, no ahora, ya no tenía sentido después de todo lo que habían vivido. Ya no había secretos, se conocían y no eran los mismos de antes. Nada los obligaba a estar juntos, no había un compromiso de por medio impuesto por sus familias, solo eran una pareja. Una pareja que se deseaba y les urgía demostrarlo.
Vegeta soltó un profundo suspiro, los labios de la joven se deslizaban suavemente por su pecho, podía sentir como su aliento cálido le cosquilleaba la piel, los pelos de su cola se erizaron por la excitación que no podía contener, estaba desesperado por empujarla contra el colchón y follarla sin parar. Sin embargo, se contuvo, esta vez lo harían como ambos querían, su necesidad no era más importante que la de ella y era su deber el esperar y adaptarse a sus ritmos.
Bulma subió desde su pecho hasta su cuello, al mismo tiempo que sus manos acariciaban con urgencia sus músculos duros. Sentía que con cada beso que le daba, sus labios se quemaban y no podía parar de respirar agitada por la pasión que estaba dejando salir. Había estado mucho tiempo encerrada en una pequeña caja, Vegeta tenía la llave y ahora era libre, no podía contener lo mucho que necesitaba estar con él y que la hiciera suya. Sintió las manos de él posarse en su espalda, una la empujó hacia él y la otra bajó hasta su trasero, dándole un agarrón firme en su nalga izquierda. Ella gimió en la curva de su cuello, luego lo besó y le mordió levemente, y él se descontroló por completo.
«Un poco más… más fuerte» pensó y cerró sus ojos mientras los dientes de la joven mordisqueaban su cuello ¿podría pedírselo? «no» se respondió. Hacerlo era exponerse a preguntas y con ello, explicaciones y el fuego que estaba envolviéndolos terminaría por extinguirse, podía seguir esperando por su unión con ella. Ya había esperado bastante, pero no podía desperdiciar la noche ni arruinarla por ningún motivo.
Sus manos fueron deslizándose lentamente por su forma femenina, buscando el borde de su falda, cuando lo encontró lo sujetó con fuerza y tironeó hacia arriba, ella entendió sus intenciones. Se alejó brevemente de su cuello y estiró sus brazos para que pudiera quitarle la camisola sin problemas. Tenía razón, estaba sin sujetador y no pudo evitar quedarse embobado viendo sus senos desnudos. Relamió sus labios, su mano derecha fue directo hacia uno de sus pechos y lo sujetó con suavidad, levantó la vista hacia su rostro. Bulma lo miraba a los ojos, atenta a sus movimientos y reacciones. Se quedaron viendo por unos minutos, él tocándola y ella respirando pausadamente ante su caricia. Parecían admirarse e investigar las reacciones del otro como si fuera la primera vez, a pesar de la ansiedad que tenían por concretar aquello, buscaban memorizar cada caricia, beso y mirada.
Ella perdió la guerra que nadie declaró y se lanzó a su boca, robándole un beso rápido, luego otro, hasta que él evitó que se alejara sosteniendo su cintura, jalándola hacia su torso, pegando sus cuerpos. Volvieron a besarse, besos intensos, la pasión estaba desbordada y no había forma de apaciguarla. Bulma rodeó su cuello con ambos brazos, haciendo que su pecho desnudo chocara con el suyo, al mismo tiempo que acariciaba su entrepierna con su muslo. Los jadeos eran cada vez más ruidosos, pero en el contexto no molestaban, eran la prueba de lo ansiosos que estaban por tenerse.
Vegeta fue empujándola hacia la cama, para recostarla. Ella no protestó, en cambio se abrió de piernas para refugiar su cintura. Cuando sus pelvis chocaron, él soltó un profundo suspiro que ella devoró en cada beso, el rey soltó su boca para bajar por su barbilla, dando besos y sorbiendo su piel, al mismo tiempo que sus manos daban caricias demandantes a sus senos desnudos. Bajó por su cuello, intentó no quedarse demasiado en ese lugar a pesar de los suspiros que la joven emitía, se quedó en su clavícula, lamió el contorno unos segundos hasta llegar a su pecho, se decidió por su seno izquierdo, se llevó la cúspide a la boca con hambre, succionando y mordisqueando suave, ella levantó su pelvis, invitándolo, atrapándolo. Captó su urgencia y sin decir una palabra, ni soltar su botín, comenzó a menearse sobre ella, la joven no se quedó atrás y no tardó en seguirle el mismo ritmo, la diferencia radicaba en que, a esas alturas, Bulma gemía sin pudor.
«Fóllame ya» se repetía una y otra vez en su mente, «te necesito ahora ya», pero los gemidos que se le escapaban le impedían formular una frase coherente. Sus uñas rasguñaban con urgencia la espalda vigorosa del rey, levantaba y meneaba su pelvis sin tregua, sentía como su dureza empujaba contra su intimidad aun cubierta por la tela de su calzón, y decidió en ese instante que no podía seguir esperando. Mientras él besaba y chupaba sus pezones, con sus manos empezó a empujarlo, le costó trabajo, Vegeta pesaba demasiado, pero estaba al pendiente de sus movimientos por lo que le obedeció sin dejar de mirarla, un poco confundido por la distancia que puso entre ambos. Bulma no dijo nada, no dejó de observarlo mientras sus manos se movían desesperadas por su cadera para buscar el borde de su ropa interior para bajarlos, y él le ayudó apenas lo notó. Bulma levantó las caderas para que pudiera bajar su calzón y antes de que pasara por sus pies, se lanzó nuevamente a besarlo.
Vegeta sonrió apenas sintió sus labios sobre los de él. Ella estaba excitada, igual o más que él, le urgía follar tanto como a él. Nuevamente la empujó contra la cama, sus manos esta vez atraparon sus muñecas y las dejaron fijas sobre la almohada, tomando el control de la situación. Fue el turno de ella para sonreírle, dejó de besarla y bajó a su cuello, recorrió su piel hasta llegar a su vientre, al mismo tiempo que su rabo rozaba tímidamente su muslo, y ella abrió las piernas otra vez. Se coló entre sus piernas algo desesperado, pero no le importaba, a esas alturas demostrar que la necesitaba no era un problema para él.
Volvió a menearse sobre su pelvis, sintió como la calidez de su interior humedecía su pantalón, y la necesidad por tocar su carne se hizo difícil de ignorar. Soltó sus muñecas para bajar rápido sus pantalones, no se preocupó de quitárselos por completo, ambos estaban desesperados por follar, seguir postergando el asunto era una tortura que no podía seguir soportando. Dejó su miembro erguido libre, ella se reincorporó hasta sentarse, y antes de que pudiera volver a empujarla para que se acostara, ella posó una de sus manos en su cadera y la otra agarró con cuidado su masculinidad. Miró mudo como la princesa se llevaba su erección a la boca, le dio unas cuantas chupadas que le estremecieron, pero bastaron para lubricar su carne caliente.
La separó con cuidado de su miembro y ella se recostó ansiosa, estirando ambos brazos para poder rodearlo. El rey sintió que estaba en un hermoso sueño, pensó por unos segundos si no estaba alucinando otra vez, pero desechó la idea rápidamente cuando sus pechos se tocaron y ella lo besó intensamente. Sujetó una de sus piernas para acomodarse, con la otra mano guio su erección a su interior, primero tocó con la punta dando suaves vaivenes, ella levantó sus caderas para acelerar el encuentro, y él le dio en el gusto empujando con suavidad, pero metiéndolo de un movimiento.
Ella gimió en su boca, él no se movió de inmediato, disfrutando la sensación que tanto extrañó. Memorizando su calor y humedad, su olor y reacciones. Bulma apartó su boca e inclinó su cabeza hacia atrás al mismo tiempo que estiraba todo el cuerpo, sintiéndose plena por fin, tragó saliva y sonrió cerrando sus ojos, al mismo tiempo que sus manos buscaban su espalda y lo empujaban hacia ella en un peligroso abrazo. Vegeta se sintió completamente atrapado por su calor, era una trampa excitante que le seducía y le convencía de que no había nada mejor que estar allí entre sus piernas. Se movió con calma, si aceleraba los movimientos no duraría demasiado y necesitaba controlarse.
Pero Bulma no quería control, quería todo y no tardó en hacérselo saber, moviendo sus caderas, rodeando su cintura con sus piernas, empujándolo más a su centro. Y él no podía no darle en el gusto. Besó su cuello expuesto, subió hasta su mejilla para buscar su boca y ella fue a su encuentro, reincorporando la cabeza para besarlo, y él aceleró el ritmo. La joven no tardó en gemir contra su boca, podía sentir como el clímax se aproximaba con excesiva rapidez, su cuerpo estaba hipersensible a cada movimiento eficaz del saiyajin. Meneaba su cadera al mismo ritmo, sentía como su miembro salía y empujaba en un ritmo constante y la respiración le faltaba con cada vaivén. No pudo mantener besos, el aire escaseaba con cada gemido, sujetó su rostro con ambas manos sin dejar de gemir contra su perfil, mientras él gruñía en respuesta.
Sentía su orgasmo próximo, casi podía tocarlo entonces su sentido común le hizo aterrizar, temiendo que él también estaba en su límite, murmuró con la voz ahogada por el placer.
—No… —le costaba hilvanar las ideas, cerraba los ojos intentando captar cada sensación que el rey le causaba, suspiró profundamente y susurró—n-no dentro… —pidió entre jadeos, el rey frunció el ceño cuando la oyó murmurar.
Estaba tan concentrado en penetrarla que no alcanzó a oír su petición, continuó moviéndose y al mismo tiempo que ella enterró sus uñas en sus hombros, él eyaculó en su interior dando unas últimas estocadas. Ella se meneó rápido al mismo tiempo, haciendo que la sensación se prolongara y de paso llegar a su clímax, lo supuso al verla tensarse y oírle gemir. Respiró agitado sintiendo como su erección se estremecía dejando salir todo lo que tenía para ella, iba a recostarse sobre su pecho para descansar, pero recordó que le había hablado antes, con la respiración cortada, le respondió.
—¿Qué me habías dicho? —le preguntó y se recostó en su pecho, cerrando los ojos mientras reposaba en su cuerpo, alcanzaba a escuchar sus latidos acelerados, sonrió en respuesta.
—Q-que no te corrieras dentro —respondió aun agitada. Vegeta frunció el entrecejo, siempre le gustó hacerlo así, pero también entendía que podía ser incómodo para ella. Levantó el rostro de su pecho y la miró, ambos lucían fatigados pero satisfechos con el sexo rápido pero intenso que habían tenido.
—Lo siento —de disculpó llamando la atención de la joven—no te escuché —reconoció, soltó un profundo suspiro y volvió a recostarse en su pecho.
Bulma no respondió, cerró sus ojos intentando recuperar el aliento, su mano derecha se posó en la melena del saiyajin y sin pensarlo demasiado, enredó sus dedos en el espeso cabello negro, dándole mimos suaves que relajaron al rey. Sentía el cuerpo pegajoso por el esfuerzo, el cansancio le vino de golpe, pero no le importó, había valido la pena. Más ahora al recordar que el saiyajin se iría al día siguiente, había actuado justo a tiempo, pensó.
—Tendré más cuidado la próxima vez —Bulma frunció el ceño y sonrió al escucharlo, abrió los ojos lentamente y le miró, él seguía recostado, solo podía ver su cabello y su frente.
—¿Para la próxima? —preguntó coqueta, y él se reincorporó para verla. Lucía serio, sus ojos negros no se apartaban de su rostro, supuso que estaba ruborizada, pero tener su atención de ese modo siempre le ponía un poco nerviosa.
—Deberías saber que nunca quedo conforme con una sola vez —le susurró en un tono grave y varonil que le estremeció. Bulma relamió su labio inferior, sentía su corazón latirle deprisa de pura ansiedad de pensar en que la follara nuevamente.
—Creí que, con los años, su alteza tendría la libido un poco… oxidada —le respondió sonriéndole, una sonrisa felina que solo provocó al rey. Vegeta le respondió la sonrisa, una media sonrisa que alcanzaba a exhibir sus colmillos, soltó una carcajada corta y grave, haciendo que el calor en el pecho de la joven bajara por todo su cuerpo.
—Ponme a prueba —le desafió—eres tú quien lo provoca después de todo.
Bulma abrió la boca para responder, pero su mente se apagó. Ninguna idea coherente vino en su rescate, tragó saliva y sin pensarlo más, estiró el cuello para poder alcanzar sus labios, él le ayudó en el proceso y se acercó para besarla. Sus bocas se movían con calma esta vez, saboreándose y demostrándose lo mucho que se conocían, movimientos en completa sincronía. Él volvió a menearse sobre su cuerpo sin sacar su miembro ahora nuevamente erecto, y ella sonrió en contra de sus labios en respuesta.
(…)
Aun no amanecía, y después de casi cuatro encuentros, sentía el cuerpo completamente adormecido. Hizo un esfuerzo para reincorporarse y buscar su camisola, la luz estaba encendida por lo que no tardó en encontrarla cerca de la bajada de cama. Se agachó con mucho esfuerzo, sentía todo el cuerpo adolorido y estaba segura de que después de dormir el dolor sería peor. Tomó la tela con movimientos perezosos, antes de poder ponérsela sintió a Vegeta sentarse en la cama.
—¿Qué haces? —le preguntó somnoliento. Bulma giró para verlo, notó el cansancio en sus ojos, seguramente no se amanecía hace años, medio sonrió al pensarlo.
—Me visto —respondió volviendo su atención a la tela, buscando el cuello para poder ponérsela.
—¿Por qué? —quiso saber frunciendo el ceño, antes de que la joven le respondiera supo el motivo. —Te vas —asumió incómodo, ella asintió sin mirarlo. Se acercó a la espalda de la joven y besó su nuca, Bulma estiró el cuello hacia el costado para hacerle espacio, la sintió estremecerse entre cada beso—no te vayas —le pidió en un susurro.
—Debo irme —se apresuró en responder, para no dudar ni ceder a su petición—si los niños me ven salir de tu cuarto lo pueden malinterpretar —explicó y volteó hacia él para observarlo—nos puede meter en muchos líos.
—¿Malinterpretar? —preguntó desconcertado, ella agachó la mirada y entonces lo supo. El rey sonrió sin ganas, asintió y murmuró dolido—¿por qué viniste?
—¿Cómo? —Bulma lo miró confundida, notó enseguida que algo no andaba bien. Vegeta lucía serio, pero no molesto, más bien parecía inquieto y frustrado.
—¿Por qué te acostaste conmigo? —insistió, ella alzó ambas cejas en respuesta, desvió la mirada incómoda y Vegeta estrechó los ojos, buscando alguna señal en su rostro o movimientos. La antes dispuesta Bulma se había ido, dejando una princesa reservada y esquiva, frunció el ceño y sin esconder la decepción en su voz, continuó hablando—¿pensabas que podíamos follar a escondidas como críos hormonales? Somos adultos, Bulma. —Le recordó, pero ella no le dio la cara y eso le enfureció aún más—¿si sabes que aun te amo? ¿verdad?
Bulma se encogió en su sitio, el nudo en su garganta se formó al instante, la culpa no tardó en sumarse y las ganas de salir corriendo le acecharon. Pero el tenía razón, eran adultos y no podía huir después de lo que había hecho, relamió su labio y volteó hacia él. Sentía los ojos arderles, y no entendía bien porqué quería llorar al verse expuesta ante sus ojos negros recriminadores.
—Lo sabes —asumió él ante su silencio—y aun así viniste a mi cuarto de noche, me dejaste follarte tres veces, dándome esperanzas. —Bulma abrió la boca por la sorpresa, quiso contradecirlo, explicarle que no estaba segura de que él siguiera amándola como le confesó hace seis años, pero era una burda mentira. Siempre lo supo, con cada mirada, plática, atención de él hacia ella, con su disposición y ayuda para que se llevara bien con su hijo. Cada acción del rey le demostraba que lo que antes sentía seguía igual, pero era un amor diferente, un amor sano y la culpa agarró el pecho con fuerza, doliéndole.
—Lo siento —pudo decir.
Vegeta no respondió. No podía, no tenía nada más que decir. La vio vestirse y salir rápido de la habitación, en vez de sentirse usado o decepcionado, lo único que pudo pensar fue en lo estúpido que había sido por pensar que podían estar juntos otra vez. Bulma había madurado a su manera, ella podía separar las cosas como él antes pudo hacerlo a su edad, pero él ya no estaba para aventuras. Suspiró derrotado, la habitación olía a ella y a sexo, al notarlo medio sonrió sin ganas, burlándose de su propia debilidad.
(…)
Trunks miró confundido como la servidumbre empacaba las cosas de Kyabe y Ery, la desesperación le invadió cuando notó que sus cosas seguían en su dormitorio. Bajó rápido hacia el primer piso buscando a su padre, no tardó en encontrarlo sentado en el comedor, estaba solo bebiendo una taza de té.
—¿Qué pasa? —preguntó llegando a su lado—están empacando las cosas de los demás.
—Nos iremos a Vegetasei —explicó sin mirarlo, sentía los ojos pesados y arderles, la luz del comedor le irritaba aún más. Ya no podía aguantar el trasnoche como antes, o había perdido la costumbre.
—¿Y por qué mis cosas no las están empacando? —preguntó temiendo por la respuesta. Vegeta suspiró y volteó a verlo, no necesitó abrir la boca para que el niño comprendiera—no… no me voy a quedar solo —murmuró negando hacia ambos lados.
—No estarás solo —respondió, suspiró y murmuró—le dije a tu madre que te quedarías y eso harás. No hay discusión en el tema.
—¡No es justo! —exclamó perdiendo la paciencia—vine porque tú también vendrías, no quiero quedarme acá ¡odio este lugar!
—Te dije desde el comienzo que te quedarías más tiempo —murmuró cansado, era demasiado temprano para lidiar con los berrinches de su hijo.
—¡No quiero! —gritó Trunks—¡No quiero quedarme con mamá! ¡No puedo aguantarla ni un minuto más! Llévame contigo —exigió rechinando los dientes, su rabo se soltó de su cintura y se meneó de lado a lado, mostrando la desesperación que le causaba la situación. Vegeta resopló cansado, iba a regañarlo cuando notó a Bulma detrás del príncipe. Se quedó tensó en su sitio, sintió el pecho oprimido al pensar en que ella había escuchado el berrinche del niño y lo mucho que le dolería. Vio su semblante sombrío, sus ojos casi sin brillo y asumió que lo había hecho, que había oído todo.
—¿Por qué me odias tanto? —preguntó la joven, llamando la atención del niño que no la había oído acercarse. Trunks abrió los ojos de par en par cuando la vio, pero en vez de sentirse arrepentido, toda la rabia acumulada del viaje salió a flote, sintió los pelos de su cola erizarse, como si viera a un formidable enemigo y sin nada más que perder, soltó lo que pensaba.
—¡No soporto tu cara de cínica! —exclamó con rabia—¡le has hecho mucho daño a mi padre y andas por la vida como si nada! No quiero verte, aunque seas mi madre no me agradas —escupió con sorna y Bulma se congeló.
—¡Trunks! —le gritó Vegeta poniéndose de pie, el niño volteó a ver a su padre, sorprendido por su reacción. Nunca le había hablado en ese tono, se encogió en su sitio, sin siquiera ver a su madre, más preocupado de lo que su modelo a seguir tenía por decir—¡Discúlpate ahora mismo con tu madre! —Trunks frunció el ceño molesto y decepcionado por lo que le pedía, volteó hacia la princesa y la miró con rencor, culpándola por el regaño que se había ganado. La joven lo miraba seria, casi inexpresiva, levantó la barbilla con altanería y caminó hacia la salida, con calma ignorando los gritos de su padre—¡Trunks! ¡Vuelve aquí ahora mismo! —gritó furioso viendo como el niño le desobedecía y salía rápido del comedor. Se apresuró en alcanzarlo, pero al pasar al lado de la joven, sintió la mano de ella sujetar su capa. Volteó confuso a verla, Bulma parecía tranquila, pero la conocía lo suficiente para saber que estaba conteniéndose.
—Déjalo —le pidió—llévalo contigo, no puedo obligarlo a pasar tiempo con alguien que no quiere —dijo y lo soltó, sin esperar una respuesta salió rápido del comedor.
Vegeta respiró profundamente y llevó su mano enguantada hasta la frente, la sentía palpitar y el pecho le apretaba. Pensaba en sus opciones, qué hacer o decirle a su hijo, como disculparse con Bulma, pero no se le ocurrió nada. Se quedó en silencio, lamentándose a solas.
(…)
El motor de la nave estaba encendido hace un par de horas. Vegeta miró en silencio como se despedían Laurel y los niños de la familia real terrícola, centrándose en particular en Bulma, buscando algún atisbo de lo que pensaba o sentía en sus gestos. Pero no encontró mucho, seguía sintiéndose culpable por lo que acababa de pasar, miró de soslayo como su hijo mayor se despedía rápido de su tía y abuela, para luego pasar de largo por donde estaba Bulma, ignorándola y llegar hasta él.
—Sube ahora mismo a la nave, no quiero verte ni hablarte —le dijo cuando pasó por su lado. Trunks abrió los ojos de par en par al oírlo, para luego fruncir sus espesas cejas y obedecerlo, caminando rápido y furioso.
Nunca lo había visto así de enojado con él, y que fuera por lo que le había dicho a su madre le hervía la sangre. Estaba igual o más furioso que su padre, miró hacia atrás justo a tiempo para ver al resto de saiyajin subir por la rampa, su padre iba al final. Sus ojos celestes viajaron un poco más atrás, hasta ver a su madre de pie bajo un arco del castillo. No lograba ver con detalle sus facciones, y prefirió que fuera de ese modo, iba a apartar la mirada cuando vio a un hombre alto acercársele, y saludarla con un beso en la boca. Trunks se congeló antes de entrar a la nave, al punto que su padre se topó con él y le dio leves empujones en la espalda para que avanzara. Se quedó absorto viendo a su madre acompañada, no se perdió ningún detalle hasta que la imagen salió de su vista cuando la rampa subió por completo cerrando la puerta de la nave. No oyó el motor sacudirse, ni se dio cuenta cuando fue guiado a los asientos para ponerse el cinturón para el despegue, en lo único que podía pensar era en su madre besándose con alguien más.
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N/A: Holiiiiiiii no haré larga la cosa, tengo los ojos adoloridos.
Terminé el cap recién y edité rápido, así que lo siento si hay palabras revueltas, letras faltantes y sobrantes y muchos errores ortográficos.
Espero que les haya gustado el lemon, hace harto que no escribo uno y de hecho me dic cuenta que VAM tiene pocos hahahah, espero que haya sido decente dentro de lo que se puede.
Les recomiendo la canción Latch! me provoca mucho hahaha,
Espero leernos pronto, que estén muy bien y mucho ánimo para sus vidas!
PD: dejen rw o lxs golpeó con mi guitarra!
PD2: lo siento Anne, quería subirlo más temprano :c
