Aclaraciones: Mo Dao Zu Shi no me pertenece.
Esta historia está ambientada en el universo de la novela.
— Capítulo 26 —
Cierto o equivocado
Encontrarse nuevamente con los ojos claros de Lan WangJi, tras seis días de angustia, trajo de vuelta a Wei WuXian las fuerzas a su cuerpo y latidos renovados a su corazón. Sin embargo, el descubrir que posiblemente escuchó su confesión, borró la sonrisa que se instaló espontáneamente en su rostro y el pánico lo invadió.
¿Cuánto rato llevaba consciente? ¿Cuánto había logrado escuchar? Quiso creer que no fue demasiado para descubrirlo y decidió fingir que su confesión no había sucedido.
—¡HanGuang-Jun! —exclamó con emoción—. ¡Finalmente despertaste! —Se aferró con fuerza a su mano y se la llevó al pecho. —Creí que no tendría la suerte de volver a ver tus ojos.
Él no respondió y solo se dedicó a observarlo contemplativo. A pesar de su confusión inicial, había logrado escuchar cada palabra que declaró su boca. Por un instante se sintió en un sueño del cual no quería despertar, pero pronto descubrió que aquel delicado susurro que resonó en sus oídos y estremeció su corazón era la realidad, y se esforzó por abrir los ojos para ver nuevamente el rostro de Wei WuXian y confirmar que él estaba a su lado.
Al ver sus ojos expectantes quiso decirle que ya lo sabía todo, que no necesitaba continuar fingiendo frente a él y que lo amaba con la misma pasión —e incluso más— de hacía diez años, pero temía asustarlo y echar por tierra todo lo que habían progresado. Tal vez para cualquiera aquello podía resultar insignificante, incluso un avance absurdo, pero para él le era suficiente saber que Wei WuXian lo amaba una vez más. Y aun cuando tuviera que esperarlo el resto de la vida, su cuerpo y su alma continuarían amándolo.
—Nos tuviste seis días muy preocupados —señaló Wei WuXian—. ¿Cómo pudiste usar tu cuerpo como escudo? Estás loco HanGuang-Jun, ¿lo sabías?
En respuesta, Lan WangJi entrelazó su mano a la de Wei WuXian y se aferró a ella con fuerza. No era difícil intentar entender su sacrificio; antes también lo había hecho y sabía que lo volvería a hacer las veces que fuera necesario para protegerlo y asegurarse de tenerlo a su lado para siempre.
Wei WuXian correspondió el gesto de su mano y esbozó una sonrisa. Después de seis días de incertidumbre finalmente podía disfrutar nuevamente de los pequeños gestos de Lan WangJi que inundaban su corazón y reafirmaban lo que sentía por él.
—A pesar de todo —continuó—, me alegra que estés despierto. Podrás quedarte con nosotros un tiempo más.
—Para siempre —contestó Lan WangJi, y vio que las mejillas de Wei WuXian apenas se sonrojaron. De pronto advirtió su aspecto desmejorado y frunció el ceño.
Con cuidado alcanzó su rostro y rozó con el dorso de la mano el rasguño en su mejilla derecha, notándola fría al tacto.
Wei WuXian entendió su reacción y se encogió de hombros mientras soltaba su mano.
—No estás en condiciones de preocuparte por nada. —Se puso de pie con algo de incomodidad por el tiempo que llevaba hincado y caminó hacia la puerta. —Le avisaré a HuiYing que despertaste. Él no se ha despegado de tu lado en todos estos días. Es un buen discípulo.
Lan WangJi lo vio dejar el dormitorio mientras un sentimiento de pesar inundaba su corazón al imaginar todo lo que Lan HuiYing debió haber sufrido por su causa. En el minuto que decidió proteger a Wei WuXian, jamás cruzó por su mente lo que podría sentir Lan HuiYing si algo malo le sucedía y lo dejaba solo. Fue un acto irresponsable; le había fallado como padre, y esperaba disculparse apropiadamente con él.
A los pocos segundos que Wei WuXian se retiró, la figura de su pequeño hijo cruzó la puerta del dormitorio y se detuvo bajo el dintel con una expresión compungida pero con tintes de alivio que atenuó la ansiedad en su mirada. Sus labios temblaron y Lan WangJi supo bien lo que quiso pronunciar en ese momento.
—Lo siento.
Se apresuró a decirle, y Lan HuiYing se le acercó con los ojos vidriosos. Sus manos pequeñas, pálidas y temblorosas alcanzaron las suyas y se aferraron con fuerza. Las lágrimas finalmente se desbordaron y sus labios volvieron a temblar.
—Creí que...
Lan WangJi alcanzó su rostro y lo acarició despacio, secando sus mejillas empapadas.
—Nunca te dejaré solo —musitó—. Nunca.
Sobrepasado por la tensión que vivió por seis días, Lan HuiYing se inclinó sobre él y le rodeó el cuello con los brazos.
—Te quiero, papá —le dijo entre sollozos—. Te quiero.
Lan WangJi correspondió su abrazo, estrechándolo contra su pecho. En su intento por calmar su llanto, hundió la nariz en su cabello y respiró su inconfundible aroma; el mismo que tantas veces reconfortó su corazón cuando la ausencia de Wei WuXian amenazó con consumirlo por entero.
Con ternura acarició su cabeza y le susurró:
—Y yo a ti, HuiYing.
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Sentado frente a un estanque de carpas del patio central del palacio, Wei WuXian intentaba darle quietud a su mente. Admitir su amor por Lan WangJi aún le hacía temblar el cuerpo y latir el corazón de forma descontrolada contra el pecho. No había resultado fácil aceptarlo, pero sabía que el sentimiento llevaba allí desde hacía tiempo. Durante semanas se había estado engañando a sí mismo, pues no era una simple atracción física lo que sentía por Lan WangJi ni mucho menos un interés pasajero producto del pasado que compartían. De nuevo, después de morir y regresar a la vida, había vuelto a enamorarse... y de la misma persona. Y ahora que lo admitía, simplemente no podía arrepentirse y fingir desconocimiento de aquello. Amaba a Lan WangJi, y sentía que contra más lo repitiera ese amor se volvía cada vez más fuerte en su interior, como una corriente que ascendía por su cuerpo y estallaba en su corazón.
¿Pero ese amor era nuevo o pertenecía al pasado? Dilucidarlo no era simple, pero por ahora solo quería vivirlo y sentirlo sin cuestionamientos, porque incluso si formaba parte de su otra vida, era suyo.
—Amo a Lan Zhan —repitió en su cabeza, y una sonrisa apareció en su rostro—. Lo amo.
Tan siquiera decirlo para sus adentros lo emocionaba, y al pensar en ello ya no sentía la misma sensación de ahogo que en los días pasados le había mantenido sumido en una desgastante desazón. Su mente estaba despejada y su corazón tranquilo. Ya no continuaría angustiándose por lo que pudiera pensar o sentir por Lan WangJi. Lo amaba, y eso era todo lo que ahora le importaba.
Se vio las manos y recordó que, por seis días, había sostenido las de él. Su calor se había impregnado en su piel y, aunque de algún modo lo reconfortaba, sabía que todo ese amor que explotaba en su interior no tenía futuro. Lan WangJi no lo amaba. El sentimiento que alguna vez tuvo por él formaba parte del pasado ¿porque quién podía amar a un muerto por diez años? Era consciente que no debía ilusionarse; era egoísta continuar dándole esperanzas a su corazón por una relación que nunca iba a producirse en realidad, y de ser posible, sería tomando la identidad de Mo XuanYu, y estaba dispuesto a ser amado fingiendo ser alguien más.
Se llevó las manos al rostro y respiró profundamente. Un ligero aroma a sándalo inundó su nariz y estremeció su cuerpo. Podía aferrarse a pequeños detalles como ese tan solo un poco y mantener bajo control sus sentimientos para impedir que se desbordaran.
—Puedo hacerlo —murmuró viendo su reflejo en el estanque—. Dejaré que Lan Zhan me ame siendo tú, Mo XuanYu.
Dejó escapar un profundo suspiro y cerró los ojos un momento. La brisa de Qinghe traía el aroma fresco del bosque de la serranía y de algunas flores del jardín que impregnaban el ambiente con una fragancia dulzona. El trino de los zorzales revoloteando alrededor suavizaba el momento y Wei WuXian pudo remontarse a los pequeños fragmentos que lo conectaban con Lan WangJi en su otra vida. Su mente pudo viajar de recuerdo en recuerdo en los que él aparecía, y no fue difícil sonreír al reconocer cómo esos momentos juntos detonaron el amor que después de muchos años por fin regresó. ¿Pero por qué los demás recuerdos se habían perdido? ¿Por qué había regresado con la mitad de ellos? Si se trataba de un castigo por todo el daño que había causado en su otra vida entonces lo aceptaría, pero se aseguraría de atesorar los que le quedaban en el corazón y se aferraría a ellos con todas sus fuerzas para no perderlos.
El crujir de la gravilla que rodeaba el estanque le hizo abrir los ojos y voltear con sorpresa. De pie a unos pasos de distancia se encontraba Jiang Cheng y, para variar su expresión era hostil e intimidante. Al percatarse que se trataba de él, volvió la vista al frente y lo ignoró.
—Eres un desastre —le oyó decir con un desagradable tono adusto.
Volteó a verle y se encogió de hombros.
—Debe sobrarle el tiempo al líder de la secta Jiang —soltó indiferente—. Se queda en Qinghe solo para molestar a lo que él considera un desastre.
Él tampoco iba a guardarse los comentarios ácidos y darle la oportunidad a Jiang Cheng de provocarlo gratuitamente. Aguardó paciente por su reacción y sonrió cuando vio que su ceño fruncido se contraía en una mueca de enfado. Aun así, Jiang Cheng no caería en su jugarreta; conocía su petulancia y de qué forma lidiar con ella.
—Por lo visto ni si quiera en tu actual condición muestras algo de vergüenza. —Empuñó las manos y siseó: —Eres una basura.
Indolente a sus insultos, Wei WuXian volvió a encogerse de hombros y regresó la vista al frente.
—Si ya terminaste puedes irte. No estoy de humor para escuchar la amargura y el resentimiento que sale de tu boca.
Ya era bien sabido que la paciencia de Jiang Cheng era casi inexistente, por lo que en dos zancadas llegó hasta Wei WuXian y lo agarró de un brazo. De un solo tirón brusco lo obligó a ponerse de pie y a verlo de frente.
—Nunca cambiarás esa actitud despreciable que jamás soporté.
—Lo dice el que tiene la peor de todas —contestó Wei WuXian—. Nunca fue fácil tolerar tu amargura.
—¡Suficiente! —sentenció Jiang Cheng, zamarreándolo con brusquedad—. ¡No estás en posición de burlarte!
Wei WuXian alzó el rostro y mostró una mirada más oscura de lo habitual.
—Si te quedaste porque tu intención es matarme, entonces hazlo. —Alzó los brazos en señal de sumisión. —Lan Zhan no está aquí para protegerme; es la gran oportunidad del líder de la secta Jiang para eliminarme como tantas veces lo ha dicho.
Era realmente la oportunidad de Jiang Cheng de ponerle fin a la existencia de Wei WuXian pero, a pesar de tenerlo entre sus manos sin que nada ni nadie pudiera interponerse, no experimentaba el sentimiento de satisfacción que había imaginado.
Zidian chasqueó en su dedo y finalmente decidió soltarlo.
—Si estoy aquí soportando ver tu cara, es para que me expliques lo que está pasando.
Los ojos de Wei WuXian viajaron hasta los de Jiang Cheng y se mostraron con algo de frialdad.
—Eres listo, Jiang Cheng —contestó mientras se frotaba el brazo aprisionado; —averígualo por ti mismo.
—¡No me provoques, Wei WuXian! —exclamó él—. ¡Estoy exigiéndote que hables porque eres responsable de todo!
—Responsable... —Wei WuXian suspiró con desgana. —Tienes razón. Yo inicié esto, y por eso debo terminarlo.
—¿Terminarlo dices? —Volvió a sujetarlo; esta vez del cuello de su ropa. —¡¿Terminar qué?! ¡Desde que volviste no has hecho otra cosa que culpar a otros de tu desastre! ¡¿Qué piensas terminar si ni siquiera eres capaz de admitir que tú asesinaste a mi hermana?!
—¡De eso se trata todo! —Con un movimiento vehemente de su brazo, Wei WuXian apartó la mano que le sujetaba. —No voy a descansar hasta encontrar al asesino de shijie, ¡así que deja de interponerte en mi camino!
—¡No lo haré hasta que admitas que fuiste tú! —bramó Jiang Cheng.
—¡Eres un completo idiota! —Wei WuXian le respondió con el mismo tono colérico. —¡Por eso no puedes ver la verdad aunque la tengas frente a tus ojos!
Jiang Cheng cerró los puños con fuerza y Zidian volvió a chasquear amenazante.
—¿Qué mierda dices? —inquirió furioso.
Sobrepasado por la rabia que en ese momento había comenzado a bullir en su interior, Wei WuXian contestó.
—No haces otra cosa más que quejarte y enfocar tu rabia contra mí, ¡pero no tienes idea de nada! —Las palabras surgieron violentamente de su boca, como si llevaran mucho esperando una oportunidad así para ser por fin pronunciadas. —Fui asesinado por la persona que amaba y forzado a volver después de diez años sin la mitad de mis recuerdos. Sé que en mi otra vida cometí errores irreparables y dañé a muchas personas, pero no me arrepiento ni un solo día del camino que elegí, porque gracias a ese camino logré vengar a la que consideré mi familia. —Tomó aire y continuó. —Nunca te traicioné, Jiang Cheng. Mis decisiones fueron por ti, y ahora quiero que el maldito asesino de shijie sufra mil veces más que los malditos perros Wen.
Por un instante pareció que Jiang Cheng había comprendido y sentido cada palabra, pero sus ojos solo mostraron una profunda indolencia y un incontenible resentimiento.
—¿Qué esperas que sienta? —espetó—. ¿Lástima? —Su tono fue cáustico—. Incluso si tú no asesinaste a mi hermana, el culpable lo hizo porque tú le diste las herramientas para hacerlo.
Wei WuXian asintió, aceptando esa responsabilidad.
—Por eso quiero encontrarlo y arrancarle las entrañas.
Tras una breve pausa, en la que ambos pudieron recuperar el aliento, Jiang Cheng llegó a una rápida conclusión.
—¿Es el que hirió a Lan WangJi? —preguntó—. ¿Lo enfrentaste? ¡Dime quién...!
No alcanzó a terminar la frase, porque vio cómo Wei WuXian negó con la cabeza.
—Las pistas han estado frente a ti durante todo este tiempo, Jiang Cheng —declaró él—. Durante la cacería de cultivadores y en YiLing viste con tus propios ojos a dos cadáveres luchando y sabes bien que uno de ellos era Wen Ning.
Jiang Cheng entornó la mirada.
—¿Acaso el otro no está bajo tu control? —cuestionó suspicaz.
Wei WuXian volvió a negar con la cabeza.
—Su dueño es quien ha tomado mi identidad todos estos años —explicó—. Es el asesino de shijie.
—¡Lo que dices es absurdo! —Jiang Cheng caminó de un lado para otro sin poder creer ni una sola palabra. Se detuvo en seco y miró a Wei WuXian con recelo—. ¿Esperas que crea que un lunático tomó tu apariencia e imitó tu poder para causar daño durante todos estos años?
—No sé qué respuesta quieres escuchar, Jiang Cheng —adujo Wei WuXian, encogiéndose de hombros.
—La verdad —reparó.
—La verdad es que jamás podré devolverle la vida a shijie y a quienes murieron por mi causa. Y tienes razón al responsabilizarme por sus muertes, porque de no haber fundado la cultivación demoniaca, no habría un demente tomando mi identidad para sus propios fines.
Un gesto contrariado cruzó por el rostro de Jiang Cheng.
—No te hagas la víctima —masculló irritado—; no te sienta.
Wei WuXian resopló.
—No espero que entiendas mi postura; tampoco haré el intento porque lo hagas. —Dio un paso hacia adelante con determinación. —Encontraré al verdadero culpable, y solo espero que no te interpongas. Luego podrás matarme si quieres.
Jiang Cheng se dio cuenta que tenía dos opciones: creerle o matarlo en ese preciso instante. Pensó en ambas opciones detenidamente, sintiendo gusto por la segunda pero, como venía sucediendo desde que Wei WuXian volvió, algo en su interior le impedía acabar con él aun cuando fuera su mayor deseo durante los últimos diez años. Al principio no entendió la traición que sufría de su propia voluntad, pero luego comprendió que, a pesar de todo lo que Wei WuXian podía decir o hacer, y lo que realmente pensaba de él, sabía que su determinación era incuestionable, y que si durante los últimos años el verdadero culpable se burló de todos, no se iba a quedar de brazos cruzados.
—Si vas a ir tras ese enfermo, no permitiré que te lleves el crédito.
Sorprendido por su abrupta resolución, Wei WuXian finalmente suspiró resignado. A pesar de la frialdad y arrogancia con la que Jiang Cheng podía actuar y de los años que llevaba encima, él no había cambiado. Su personalidad influenciada en gran parte por su madre, había terminado por moldear a un hombre de mentalidad dura y a ratos cruel, pero si escarbaba un poco en su interior, podía ver en su corazón la bondad heredada de su padre y el sentimiento de afecto que forjaron en la infancia.
No sería simple sanar las heridas del pasado; tal vez era imposible, pero Wei WuXian estaba dispuesto a intentarlo con tal de recuperar su relación con Jiang Cheng. Quizá nunca volvería a ser la misma, pero deseaba algún día poder verlo a los ojos sin sentir ninguna clase de resquemor.
—Puedes darle el golpe de gracia si quieres —resopló—, solo déjame buscarlo en paz.
Parecía que esa simple petición era suficiente para Jiang Cheng, porque sin más que decir dio media vuelta, y antes de marcharse dijo:
—No me digas qué hacer.
Regresó al palacio y Wei WuXian aguardó de pie junto al estanque de carpas mientras los sentimientos que dejó la conversación reverberaban en su cabeza. Esperaba que, a partir de ahora, Jiang Cheng no fuera un obstáculo en su búsqueda y abriera sus ojos a la verdad que el impostor se había encargado de ocultar todos estos años.
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Decidió permanecer frente al estanque la siguiente media hora, repasando la conversación que sostuvo con Jiang Cheng. No fue mucho lo que pudo decirle, y no se debió a una falta de interés; tampoco a un recelo por hacerlo partícipe de su investigación. Jiang Cheng se volvía irracional cuando las emociones lo embargaban, y cualquier pista que pudiera obtener del impostor podría colocarlo en sobre aviso y echar por tierra todo sus progresos. Y al final, aunque no hubo mucho progreso entre los dos, le alegró ver que no intentó expulsar su alma con Zidian, como sucedía cada vez que se encontraban.
Cuando se sintió más repuesto y aquietó su mente, decidió volver al dormitorio de Lan WangJi. La intromisión de Jiang Cheng le había impedido continuar pensando en su reciente confesión y en cómo afrontar sus sentimientos a partir de ahora. No quería continuar pensando en los recuerdos perdidos de su otra vida ni en su mala suerte de no ser correspondido. Estaba tranquilo con el amor que sentía por Lan WangJi, y haría lo posible por evitar que se desbordara.
Al llegar al dormitorio, contuvo un instante la respiración y se aseguró de controlar los latidos de su corazón. Nunca se imaginó estar en esa situación, y se sentía un poco torpe por eso. Pero aunque tan solo el imaginar cruzar su mirada con Lan WangJi se estremecía de pies a cabeza, se aseguraría de no exponerse y, de ser necesario, recurriría a la locura de Mo XuanYu para no ser descubierto.
Abrió la puerta con cuidado y entró sin prisa. Lo primero que sus ojos vieron bajo la luz que se filtraba por las ventanas fue a Lan WangJi sentado en la cama. Lucía más repuesto; casi parecía una visión luego de seis días de incertidumbre. Sintió alivio en su corazón y no pudo evitar sonreír al ver cómo Lan HuiYing le ayudaba a comer. Presenciar tal escena le causó ternura, y la contempló unos segundos antes de hacerse notar.
—HanGuang-jun —pronunció mientras se acercaba—, ¿ya te sientes un poco mejor?
Él asintió y continuó recibiendo la sopa de verduras que Lan HuiYing le daba con dedicación.
—El médico dijo que aún debía descansar por los siguientes tres días —comentó Lan HuiYing.
Poco convencido del diagnóstico, Wei WuXian se cruzó de brazos.
—Pienso que debería quedarse un mes en cama. No podemos arriesgarnos a que la herida se abra.
Lan HuiYing dejó la cuchara con sopa a medio camino y miró con sorpresa a Lan WangJi.
—El maestro Mo tiene razón.
—No es necesario —le atajó Lan WangJi—. En tres días estaré en pie.
Wei WuXian resopló.
—Es inútil intentar persuadir a un hombre testarudo como HanGuang-Jun. —Negó con la cabeza. —Siempre ha sido así.
Lan HuiYing volteó a verle.
—¿Cómo sabe eso, maestro Mo? —preguntó con curiosidad—. ¿Cómo sabe que HanGuang-Jun siempre ha sido testarudo?
Los hombros de Wei WuXian dieron un pequeño sobresalto y su semblante se tornó nervioso.
—Debe serlo ¿no? —respondió enérgico—. Uno no se hace testarudo de la noche a la mañana. ¿No es así, HanGuang-Jun?
Él no dudó en asentir con la cabeza sin quitarle los ojos de encima, sin embargo notó cómo estos lo pusieron nervioso. Escuchar de sus propios labios decir que lo amaba le había causado una conmoción que a duras penas podía disimular, pero se esforzaría por actuar indiferente a ello y evitaría exteriorizar la intensidad de las emociones que lo dominaban cuando sus miradas se encontraban por temor a que pudieran asustar a Wei WuXian.
De pronto Lan HuiYing y Wei WuXian percibieron la presencia de Wen Ning. Sabían bien que no podía ingresar al palacio debido a las barreras de contención puesta en el terreno, por lo que Wei WuXian se apresuró a salir de la habitación.
—Maestro Mo, puedo ir yo —se apresuró a decir Lan HuiYing—. Usted debería descansar.
—Me encuentro en perfectas condiciones —contestó abriendo la puerta—. Además, HanGuang-Jun debe terminar su sopa.
Lan HuiYing no insistió; comprendía que Wei WuXian se sentía responsable de lo que le había sucedido a Lan WangJi, y la participación de Wen Ning esa noche fue importante.
Lo vio marcharse y luego volteó hacia su padre. Tras un intercambio de miradas, continuó ayudándole a comer.
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A pesar del cansancio que resentía su cuerpo, Wei WuXian se las arregló para eludir a los guardias que custodiaban la entrada del palacio y se internó en el bosque para hablar con Wen Ning. No le fue difícil encontrarlo; su presencia era fuerte y solía usar como escondite arbustos y rocas. Finalmente, su energía lo llevó hasta un pequeño montículo en los alrededores del castillo de la serranía Xinglu.
—¿Cómo te sientes? —preguntó al verlo con rastros de sangre en el cuerpo.
—Bien, amo Wei. —Aunque su respuesta fue alentadora pese a su aspecto, lucía avergonzado, como si supiera que sería reprendido. Se arrodilló y apoyó la frente en el suelo. —L-lamento no haber podido detener a ese cadáver. Por mi culpa el segundo maestro Lan...
—No sirven los lamentos a estas alturas —aclaró Wei WuXian—. Lo que importa ahora es que él está mejor.
Aun con esas palabras de consuelo, Wen Ning lucía como si fuera a llorar en cualquier momento. Wei WuXian advirtió aquello y se adelantó.
—Wen Ning. —Se le acercó y palmeó su espalda para que se incorporara. —Eres el general fantasma, no es posible que te muestres así. ¡Ni siquiera te he regañado!
—Le fallé, amo Wei —se quejó Wen Ning aún sin apartar la frente del suelo—. No pude protegerlo, y el segundo maestro Lan casi muere por mi incompetencia.
A pesar de la fortaleza incomparable de su cuerpo y de la imagen de temor que proyectaba, la mentalidad de Wen Ning era como la de un niño tímido que le asustaba decepcionar a los demás.
Wei WuXian resopló resignado al ver que nunca cambiaría, y le ayudó a levantarse.
—Wen Ning, déjate de lamentos y compórtate como el cadáver feroz que eres. Lan Zhan está bien, ¿de acuerdo? Ahora, lo que importa es detener de una vez por todas a ese impostor miserable y su cadáver acosador.
Aún apenado por la situación, Wen Ning alzó apenas la mirada.
—Sobre eso, amo Wei... —Sacó un objeto de entre sus ropas y se lo entregó. —Encontré esto en el lugar donde el segundo maestro Lan fue herido.
Wei WuXian observó el objeto y un pequeño escalofrío ascendió por su espalda. Debía ser un error que el abanico de Nie HuaiSang fuera hallado en ese lugar.
—¿Estás seguro que lo encontraste allí? —preguntó perplejo.
Wen Ning asintió.
—Cuando desperté y me oculté de los cultivadores, lo encontré en el lodo.
Intrigado, Wei WuXian lo examinó detenidamente.
—Es extraño... —señaló reflexivo—. Se supone que HuaiSang regresó al palacio con HuiYing y Jin Ling. ¿Entonces por qué...?
Sin una respuesta clara en su cabeza, decidió guardar el abanico entre sus ropas y dio media vuelta.
—Volveré al palacio; mientras tanto no dejes que nadie te vea por aquí. —La orden vino acompañada de un ademán con la mano, señalando el montículo en el cual se había mantenido oculto. —En especial mantente lejos de Jiang Cheng, o causará problemas.
Wen Ning no dudó en asentir con la cabeza.
—¿Qué piensa hacer con el joven maestro Nie? —preguntó curioso—. ¿Va a interrogarlo?
Wei WuXian pensó en ello un momento.
—De eso me encargaré después —contestó—. Ahora iré con Lan Zhan.
Aún abrumado por lo que había ocurrido con Lan WangJi, Wen Ning bajó la mirada.
—El segundo maestro Lan... —murmuró—, se sacrificó por usted. Debe quererlo mucho.
Al escuchar esas palabras, una sonrisa amarga se dibujó en los labios de Wei WuXian.
—Quiere a Mo XuanYu —aclaró abatido.
La expresión de Wen Ning se llenó de sorpresa al ver la inmensa tristeza en los ojos de Wei WuXian. Comprendió entonces que él finalmente había aclarado su corazón.
—¿Está seguro, amo Wei? —indagó vacilante—. ¿No ha pensado en que tal vez el segundo maestro Lan sabe su identidad? ¿Cree eso posible?
Wei WuXian negó de inmediato.
—Es imposible, Wen Ning. Si lo supiera me habría enfrentado. —Se cubrió el rostro por un instante. —Él piensa que sigo muerto, y es mejor así.
Wen Ning permaneció en silencio mientras Wei WuXian se marchaba. Lo siguió con la mirada hasta que lo vio desaparecer tras la espesura del bosque y, al perderlo de vista, soltó un profundo suspiro. Podía insistirle o decirle toda la verdad, pero sabía que solo causaría confusión en su mente y complicaría las cosas entre él y Lan WangJi.
Tras un nuevo suspiro, regresó al montículo donde se había mantenido oculto y aguardó hasta que fuera prudente dejar las tierras de Qinghe.
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Finalmente, Wei WuXian regresó al palacio y aceptó comer y cambiarse de ropa. Sentía que ya no podía seguir postergándose. Su cuerpo lo sentía cada vez más agotado, y sabía que no resistiría un día más. Con energías renovadas tras darse un baño y llenar el estómago, regresó al dormitorio donde descansaba Lan WangJi, y se sorprendió cuando vio que Lan XiChen estaba cambiando sus vendajes. Lan HuiYing también le acompañaba.
—Puedes quedarte —se apresuró a decir Lan WangJi al advertir sus intenciones de marcharse.
Pero Wei WuXian no respondió; sus ojos se habían quedado fijos en el torso expuesto de Lan WangJi. Quiso apartar la mirada, pero le fue imposible dejar de ver la cicatriz inconfundible que dejaban los perros Wen con su hierro caliente de marca espiritual. Desde la primera vez que la vio —al igual que las marcas en su espalda— tuvo un mal presentimiento de ella y, al ser consciente de eso, negó rápidamente y dejó la habitación con prisa.
Permaneció de pie en el corredor, repasando en su mente las cicatrices que marcaban el cuerpo de Lan WangJi. Sabía que había una historia detrás de ellas, que los motivos para flagelar la carne de alguien intachable como él debieron ser poderosos, y se preguntó si era responsable.
"¿Acaso tendrá que ver conmigo?".
La idea se instaló en su mente y no le pareció tan descabellada; después de todo, la secta GusuLan se caracterizaba por su disciplinado e incorruptible estilo de vida. Y ciertamente, la relación amorosa de dos hombres no se ajustaba a ella. Lo que no entendía era cómo llegó la marca de los Wen a su pecho.
—¿Por qué...? —Su pregunta quedó en el aire.
Escuchó el sonido de la puerta del dormitorio abrirse y vio salir a Lan HuiYing con algo de curiosidad. Dejó que se le acercara y esperó su pequeño interrogatorio.
—Maestro Mo, ¿se encuentra bien?
Wei WuXian asintió entusiasta.
—Mejor que nunca, luego de bañarme y comer.
Su respuesta y actitud lo animaron, sin embargo se sentía inquieto, y, dudoso de continuar, se atrevió a preguntar por Wen Ning. Había notado algo diferente en Wei WuXian tras regresar del bosque, como si su mirada hubiera cambiado y fuera más notorio frente a Lan WangJi. Lo supo cuando lo vio entrar al dormitorio y luego salir casi corriendo.
—¿Se encontró con Wen Ning? —preguntó de pronto.
—Sí, y está bien —respondió Wei WuXian—. Algo estropeado pero sobrevivirá.
Lan HuiYing apenas sonrió. La forma en la que Wei WuXian se refería a Wen Ning le resultaba graciosa y particular; porque incluso cuando se refería a él solo como un cadáver, su trato denotaba cierto afecto y respeto.
—Me alegro que esté bien —comentó más tranquilo—. Debe sentirse muy mal por el ataque que sufrió HanGuang-Jun.
Wei WuXian se encogió de hombros.
—Lo está, pero le dejé claro que no debía hacerlo.
Lan HuiYing observó fijamente a Wei WuXian mientras este respondía, y una idea fugaz cruzó de pronto por su mente al recordar cómo sus ojos vieron a Lan WangJi.
—Maestro Mo... ¿puedo preguntarle algo?
Las cejas de Wei WuXian se alzaron con curiosidad.
—¿No es lo que has estado haciendo?
Silenciado por su pregunta, Lan HuiYing solo se atrevió a sonreír. La idea que había comenzado a rondar su cabeza de forma repentina le parecía demasiado incómoda de preguntar, y desconocía la reacción que tendría su maestro. ¿Le molestaría? ¿Le causaría gracia? Cualquiera de las dos opciones no le iban a brindar la respuesta que realmente quería escuchar, y de pronto guardar silencio resultaba mucho mejor que indagar más allá de lo pertinente.
La puerta del dormitorio volvió a abrirse y la figura de Lan XiChen sosteniendo un recipiente cargado de vendas ensangrentadas cruzó por ella. La escena resultaba abrumadora, pero su sonrisa cordial la atenuó.
Con un saludo casual él pretendió retirarse para reunirse con Nie HuaiSang, pero Wei WuXian lo alcanzó y se lo impidió.
—Zewu-jun, necesito saber algo. —Lan XiChen esperó. —¿Por qué HanGuang-Jun tiene esas cicatrices en su cuerpo? ¿Acaso hizo algo malo? —Corrigió su pregunta. —¿Qué hizo para recibir semejante castigo?
La expresión de Lan XiChen no mostró sorpresa por la pregunta de Wei WuXian, pero en sus ojos pudo verse un atisbo de tristeza, como si el recordar aquellos eventos fuera demasiado doloroso.
Negó con la cabeza y contestó.
—Lo lamento, joven maestro Mo, pero no me corresponde a mí decirlo. Si WangJi no lo ha revelado aún es por un motivo.
Derrotado, Wei WuXian bajó la cabeza. ¿Cómo pretendía recuperar sus recuerdos si nadie le ayudaba?
—Entiendo —murmuró y reverenció algo apenado—. Lamento haberlo importunado.
Ante tan inusual reacción por parte de Wei WuXian, Lan XiChen esbozó una nueva sonrisa.
—No son necesarias las disculpas —expresó con amabilidad—. Está en su derecho preguntar; y es el derecho de WangJi contar su pasado cuando sea el momento indicado.
Wei WuXian no se sentía a gusto con la explicación y quería insistir un poco más, por si la presión surtía algún efecto en Lan XiChen, pero sabía bien que no había forma alguna de sacarle la verdad aunque quisiera.
—Seré paciente —respondió con algo de decepción.
—Es una buena decisión —añadió Lan XiChen y, tras un ademán casual, se retiró.
Lan HuiYing escuchó atentamente la breve charla, y sus pensamientos acerca de su querido maestro Mo comenzaron a tener sentido. Las señales eran claras y, aunque era un niño, había podido advertirlas, descubriendo finalmente lo que parecía estar surgiendo entre su padre y él.
Tras quedar a solas, Wei WuXian pareció volver un poco a sus sentidos y regresó su atención a Lan HuiYing.
—Querías preguntarme algo, ¿no es así?
Lan HuiYing negó de inmediato.
—No era nada importante, maestro Mo. —Dio un paso hacia atrás. —Iré con Zewu-Jun; usted puede quedarse un rato con HanGuang-Jun... si quiere.
—Sí quiero.
Wei WuXian casi escupió la respuesta, y Lan HuiYing no pudo evitar soltar una pequeña carcajada. No necesitaba pensar demasiado acerca de los sentimientos de su maestro; conocía su carácter noble y lo que reflejaba su mente inestable.
Con eso tranquilizando su conciencia, dio media vuelta y se retiró para ir con Lan XiChen.
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Luego de respirar pausadamente un par de veces, Wei WuXian ingresó al dormitorio y vio que Lan WangJi dormía. Al menos eso pensaba, porque al dar un par de pasos al interior, sus ojos se abrieron y se encontraron con los suyos.
—Creí que dormías —comentó apresurado mientras se acomodaba a un costado de la cama.
Él negó y dejó que Wei WuXian tocara su frente.
—Me alegro que ya no tengas fiebre. —Apartó su mano con suavidad. —¿Cómo te sientes?
Lan WangJi apenas asintió con la cabeza sin quitarle los ojos de encima. Había esperado por diez años el momento en que escuchara de su boca un "te amo", que simplemente no podía contener su emoción ni podía pensar en otra cosa que no fuera aquello. ¿Pero ahora cómo debía actuar? ¿Qué debía hacer para que Wei WuXian se atreviera a decir la verdad? Podía admitir que había escuchado cada palabra de su confesión, que sabía quién era y que nunca había dejado de amarlo ni un solo día, pero también sabía que después de eso podía volver a perderlo.
De pronto el silencio que surgió de forma espontánea les resultó inusual y sus expresiones se tornaron ansiosas. No era propio de ellos ser así: Wei WuXian sin palabras; Lan WangJi incómodo por ello. Se miraron fijamente a los ojos sin saber qué decir, pero Wei WuXian decidió romper la extraña atmósfera.
—HanGuang-Jun... —Sus ojos viajaron hasta el suelo. —Me sorprendiste cuando despertaste. ¿Llevabas mucho rato...?
No terminó la pregunta; de pronto lo invadió el temor de escuchar la respuesta, y se sintió tonto por insistir. Lan WangJi sin embargo no respondió de inmediato. Advirtió el nerviosismo en sus ojos y entonces tomó una decisión.
—No. —Su voz fluyó casi como un susurro. —Lo notaste apenas desperté.
El rostro de Wei WuXian casi pareció iluminarse y dejó escapar un suspiro de alivio que no dejó indiferente a Lan WangJi. Había tenido toda la intención de admitir que había escuchado cada palabra y sentido cada toque en su piel mientras se aferraba tembloroso a su mano, pero al ver sus ojos supo que debía guardar silencio un poco más. Claramente los sentimientos de Wei WuXian estaban haciendo estragos en su mente y no podía hacer nada al respecto. Por ahora se conformaría con saber que lo amaba, y dejaría que poco a poco se acercara hasta que abriera su corazón mirándolo a los ojos, tal como había sucedido en el pasado.
—Necesitas descansar. —Optó por dejar a un lado el tema y comenzar otro—. No lo has hecho debidamente.
Wei WuXian negó con la cabeza, agradeciendo para sus adentro el cambio de conversación.
—No te preocupes por mí —respondió—. Mientras tú estés bien, yo también lo estaré.
Lan WangJi no insistió, pero la preocupación de que Wei WuXian colapsara no lo dejaba tranquilo. Lan XiChen le contó en detalle lo que pasó con él y lo que hizo mientras estuvo inconsciente, y aquello solo reafirmó que su confesión no fue producto de su imaginación.
—Partiremos mañana —dijo de pronto, y vio la reacción de Wei WuXian.
—Eso ni de broma, HanGuang-Jun. No te moverás de aquí hasta que te recuperes por completo. Además, aún tenemos que resolver el incidente en la serranía. —Hizo una pausa y agregó. —Hay algo que deberías saber. —Sacó de entre sus ropas el abanico de Nie HuaiSang. —En el lugar donde fuiste herido, Wen Ning encontró esto. Es del líder de la secta Nie.
Preocupado, Lan WangJi observó el abanico. Tenía una idea al respecto, pero quería escuchar la de Wei WuXian.
—Tengo dos teorías —comentó él viendo el objeto enlodado—. La primera, es que el líder de la secta Nie fue un espectador de tu incidente, lo cual resulta curioso ya que hasta el momento no ha dicho nada al respecto.
—¿Y la segunda? —preguntó Lan WangJi.
Wei WuXian pensó en ello un momento.
—El día de tu accidente, el cadáver feroz no estaba solo en el lugar. Tuve frente a mis ojos a quien lo controlaba, pero se escapó.
—¿Qué intentas decir?
—Es una idea que no me convence, pero existe la posibilidad que el líder de la secta Nie sea quien controle al cadáver feroz y esté detrás de todo. —Negó con la cabeza, como si su idea fuera completamente irracional. —Es absurdo pensar que alguien como él pudiera tramar algo tan complejo y retorcido. Pero a estas alturas no estoy seguro de nada.
La teoría a simple vista parecía posible, pero no para quien conocía a Nie HuaiSang, y Lan WangJi era uno de ellos. Sin embargo, le resultaba curioso que su abanico haya sido encontrado en el lugar del ataque.
Miró directamente a Wei WuXian y habló.
—Habrá que preguntarle qué vio y qué sabe.
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Tan pronto como Lan WangJi se sintió en condiciones de entablar una conversación y dejar la cama por unos cuantos minutos, llamaron a Nie HuaiSang al dormitorio. Para ese entonces Jiang Cheng ya se había marchado junto a Jin Ling, y Lan XiChen se alistaba para regresar a Gusu durante la tarde.
Cuando Nie HuaiSang anunció su llegada al dormitorio e ingresó a este, vio a Lan WangJi sentado tras una mesa donde yacían unos cuantos bocadillos ligeros, una tetera de loza blanca y cuatro tazas de las cuales humeaba un dulce aroma a té de hierbas. Acompañando a Lan WangJi se encontraba Lan HuiYing y Wei WuXian.
—Líder de la secta Nie, tome asiento por favor.
Wei WuXian lo saludó cortésmente y lo invitó a compartir la mesa.
Con cierto nerviosismo, Nie HuaiSang aceptó. Su mirada vacilante observó a los presentes y se atrevió a hablar con un notorio tono nervioso.
—Me alegro, HanGuang-Jun que ya te encuentres mejor.
Él asintió, agradeciendo sus buenos deseos.
Sin más que decir, Nie HuaiSang volvió a quedarse callado; fue entonces que Wei WuXian decidió hablar.
—El motivo por el cual lo llamamos, líder de la secta Nie, es por esto. —Depositó el abanico sobre la mesa y observó atentamente su reacción.
—¡Mi abanico! —Su emoción fue evidente. Lo tomó con prisa y lo estrechó entre sus manos. —Creí que lo había perdido. ¿Dónde lo encontraron?
—Cerca del lugar donde HanGuang-Jun fue herido.
La expresión de Nie HuaiSang palideció notoriamente e intentó ocultarla tras su abanico enlodado.
—Líder de la secta Nie, seré directo con usted —pronunció Wei WuXian—. Queremos saber qué hacía en ese lugar esa noche.
Expectante, Lan HuiYing observó el semblante preocupado de Nie HuaiSang.
—Yo... yo no sé nada —se apresuró a decir—. ¡De verdad no sé nada!
Su respuesta era predecible, y Wei WuXian estaba dispuesto a presionarlo hasta que confesara lo que sí sabía.
—Si dice no saber nada —continuó Wei WuXian—, ¿entonces podría decirnos qué sabe? Más específicamente: ¿qué vio esa noche?
—Nada.
—¿Nada?
Nie HuaiSang negó ansiosamente.
—Cuando regresábamos al palacio y Lan HuiYing y Jin Ling comenzaron a pelear contra cadáveres, me asusté y corrí lejos. Me dijeron que me escondiera pero entré en pánico y me alejé sin darme cuenta. Llegué entonces al lugar donde el joven maestro Mo estaba peleando con ese cadáver feroz. Entonces... vi a una persona oculta tras unos árboles.
—¿Quién era? —se apresuró a preguntar Wei WuXian.
—No lo sé.
—¿Cómo era? —insistió—. ¿Logró ver su apariencia?
Nie HuaiSang volvió a negar.
—Vestía de negro y algo cubría su rostro. No sé qué era.
Wei WuXian confirmó que Nie HuaiSang efectivamente se encontró cara a cara con el impostor.
—Quise alejarme pero por los nervios me asusté y delaté mi presencia. Esa persona se dio cuenta que yo estaba allí y se alejó corriendo. No pude detenerlo y corrí nervioso cuando vi que pretendía escapar, pero luego tropecé y me desmayé.
Wei WuXian conocía de antemano aquella explicación luego que Lan HuiYing detallara cómo y dónde Nie HuaiSang fue encontrado. Intercambió miradas con él y Lan WangJi para luego concentrarse nuevamente en Nie HuaiSang.
—Líder de la secta Nie, ¿está usted diciendo realmente todo lo que sabe?
Los hombros de Nie HuaiSang temblaron.
—¿P-por qué mentiría? —tartamudeó—. Yo más que nadie quiero que todo se aclare.
Tras un sorbo de té, Wei WuXian respondió.
—Disculpe si parezco insistente, pero es difícil confiar si la persona que está detrás de todo esto aún no quiere dar la cara.
El semblante de Nie HuaiSang pareció relajarse un poco. La perspicacia de su interlocutor lo sorprendía y le complacía ver que él podía llegar a la verdad.
—Entiendo que puedan desconfiar de mí y no tengo pruebas que sustenten mi palabra, pero HanGuang-Jun sabe que no sería capaz de mentir.
Intercambió miradas con Lan WangJi y Wei WuXian lo notó. ¿Acaso ellos compartían un secreto?
—No puedo dudar del líder de la secta Nie —afirmó Lan WangJi—. Él ha demostrado ser alguien de confianza.
Wei WuXian resopló.
—Si HanGuang-Jun lo dice, no puedo dudarlo. —Se inclinó formal. —Lamento haber dudado de usted, líder de la secta Nie.
—¡No, no! —exclamó Nie HuaiSang con cierta vergüenza—. No se disculpe joven maestro Mo. Es natural que pueda haber malos entendidos si yo tampoco he sido del todo honesto. Debí decir lo que vi para ayudarlos. Ustedes... están detrás de esa persona porque inculpó a Wei-Xiong de todo lo que ha pasado. —Cerró los puños sobre la mesa. —Es... tan injusto que lo culpen si él no hizo nada malo.
Un silencio repentino se instaló en la habitación tras su declaración, y Lan HuiYing decidió romperlo.
—Ahora que HanGuang-Jun se está recuperando, podemos pensar en la siguiente jugada del impostor.
—Está claro que al impostor no le gustó que le arruináramos sus planes —señaló Wei WuXian—, y está presionando para salirse con la suya.
Nie HuaiSang lo miró con sorpresa.
—¿Creen que él esté queriendo lastimarlos porque han estropeado sus planes? —Su pregunta fue acompañada con un jugueteo nervioso del abanico entre sus manos. —¿Tienen al menos una idea de lo que pretende?
Wei WuXian reflexionó al respecto.
—Me temo que su primera pregunta no es del todo acertada —señaló mientras se cruzaba de brazos—. Estoy seguro que no estaba en sus planes que HanGuang-Jun resultara herido, o de lo contrario habría atacado para el golpe final; pero solo desapareció. Lo que significa que el incidente no era parte de su jugada.
Lan HuiYing escuchó atentamente sus palabras y de pronto una idea comenzó a tomar forma en su cabeza.
—Ya sabemos que el impostor no trabaja solo —comentó pensativo—, ¿pero existe la posibilidad que el impostor no sea necesariamente la mente maestra de todo esto? —Repasó la idea un momento y luego concluyó: —Quizá está recibiendo órdenes de alguien más.
Los ojos de Wei WuXian se abrieron con fascinación e intercambió una mirada fugaz con Lan WangJi.
—¡Es una teoría muy interesante! —exclamó entusiasta—. ¡¿Cómo llegaste a ella?!
Las mejillas de Lan HuiYing apenas se sonrojaron y respondió.
—El impostor ha dejado muchos indicios de su trabajo, pero estos han sido más evidentes en el último tiempo. Es como si de pronto su jugada hubiera cambiado por capricho o porque se vio en la obligación de hacerlo. —Hizo una pausa, repasando su idea un momento, y continuó. —No parece tener mucho sentido que el cadáver feroz persiga al maestro Mo y al mismo tiempo el impostor hace un trabajo completamente diferente con la energía resentida. ¿Por qué ahora? ¿Por qué molestarse en mostrarnos su trabajo de forma tan evidente? ¿Acaso tiene dos intereses distintos o son órdenes diferentes?
Sorprendido por su conclusión, Wei WuXian habló.
—Me inclino más por los intereses —comentó resuelto—. Lo que significa que tiene mucho sentido tu teoría. —Frotó la cabeza de Lan HuiYing. —¡Eres un pequeño genio! ¡Tienes una mente envidiable!
Las mejillas de Lan HuiYing parecieron encenderse un poco más y solo sonrió complacido por el elogio. Su idea había sido bien recibida tanto por Lan WangJi como por Wei WuXian; faltaba solo la opinión de Nie HuaiSang, y fue su rostro notoriamente pálido el que dejó en evidencia su postura.
—¿Entonces... —balbuceó casi sollozando—, existe más de un impostor?
—No necesariamente —le corrigió Wei WuXian—. La persona que ha estado urdiendo este plan por siete años no lo ha hecho sola, y es muy probable que el impostor sea su peón.
—¡¿P-pero cómo lo encontrarán si no pueden atrapar al impostor?! —insistió Nie HuaiSang quejumbroso.
—No se preocupe, líder de la secta Nie. —Wei WuXian le sonrió para tranquilizarlo. —Eso es el menor de los problemas.
—¿Por qué lo dice con tanta seguridad? —preguntó él mientras se aferraba a su abanico.
—Simple —contestó Wei WuXian—: porque una vez que la identidad del impostor sea descubierta, su jefe tendrá que encargarse personalmente de terminar sus asuntos.
Nie HuaiSang tragó con incomodidad, como si hubiera pasado un puñado de tierra por su garganta, y observó detenidamente a los tres. Le impresionaba la facilidad con la que abordaban un tema tan complejo y no mostraban temor de enfrentarlo. Por siete años alguien había maquinado un plan que hasta ahora no había dejado rastros que delataran su verdadera identidad, y estaban dispuesto a enfrentarlo. El riesgo era alto si consideraban la desventaja en la que se encontraban, tanto que incluso les podría costar la vida, pero no manifestaban temor alguno, y, al ser consciente de ese incuestionable empuje, por un momento deseó tener la mitad del valor de ellos.
Continuaron charlando de asuntos más triviales mientras vaciaban las tazas de té y desocupaban los platos con bocadillos, hasta que llamaron a la puerta. Uno de los sirvientes del palacio hizo un repentino anuncio.
—El cultivador en jefe, LianFang-Zun, ha llegado.
Wei WuXian no perdió detalle de cómo el semblante de Lan WangJi se descompuso al escuchar aquello. Nie HuaiSang en cambio casi tiró la mesa al incorporarse de golpe y comenzó a tartamudear con el rostro pálido.
—¡N-no puede ser! —exclamó—. ¡¿Por qué Tercer Hermano está aquí?!
El sirviente no tenía forma de responder por los motivos personales de Jin GuangYao al visitar sin aviso. Se retiró con una reverencia y regresó a la recepción del Cultivador en Jefe sin ser consciente de lo que su anuncio había causado.
...Continuará...
