Hola hermosas, muy buenas días, antes de iniciar a leer este capítulo les recuerdo que esta historia al igual que todas mis historias son para mayores de edad (21+) y para las personas que no se sienten incómodas con los temas de contenido adulto y con amplio criterio, esta escrita sin ánimo de ofender, es solo con fines de entretenimiento, así que recuerdo una vez más que es clasificación M, te pido de la manera más atenta y educada posible que si no tienes la edad suficiente para leer por favor retírate, de lo contrario eres bienvenida. Gracias por tu comprensión.
LA MATRIARCA DE LOS ANDLEY
UN VIAJE INNECESARIO
CAPÍTULO 26
Archie llegaba al puerto de Nueva York listo para embarcarse a la nueva travesía que lo llevaría el barco para averiguar lo que verdaderamente había sucedido con el tío William y el por qué George ya no se había comunicado. En la mansión de los Andley en Escocia nadie sabía nada, ni en la de Londres, en ambas partes desconocían qué había sucedido con el administrador de la familia.
Mientras Archie abordaba el barco y comenzaba su viaje, Albert y George estaban hospedados en la mansión de Nueva York listos para emprender su camino hacia Chicago para después ir a Lakewood, sin sospechar que el elegante chico iba precisamente en busca de George y de los supuestos restos de Albert o por lo menos averiguar dónde habían quedado depositados.
-¿Estás listo William? – Preguntó George con un poco más de confianza a su protegido. Albert le sonrió ilusionado y con felicidad, ya que estaba desesperado por volver a su hogar, para él Lakewood siempre había sido su casa ya que ahí era donde más libre podía sentirse.
-Listo George. – Dijo con entusiasmo. - ¿Hablaste con la tía abuela? – Preguntó nuevamente y George asintió.
-Envié un telegrama para avisar que vamos para allá. – Dijo en respuesta. Albert sonrió al imaginar la cara que pondría la vieja Elroy.
El telegrama que había enviado George había llegado a Lakewood a la mañana siguiente de la partida de Archie, y solamente Elroy se encontraba en la mansión de las rosas, ya que Anthony se había ido a Chicago para estar al pendiente de los negocios y dirigir la búsqueda de Candy desde ese lugar y las familias de los Cornwell se habían ido de regreso junto con él.
Elroy leyó y releyó el telegrama varias veces, intentando comprender lo que decían aquellas letras escritas por el hombre del telégrafo, la cual tenía que advertir que no era muy legible que digamos, pero que a pesar de ello no creía lo que leía en aquel papel que había sido llevado a sus manos urgentemente o de plano sus ojos la estaban engañando.
-Regresamos pronto a Lakewood. William y George. – Elroy comenzó a temblar de nuevo al releer aquel trozo de papel, con la mirada perdida, pensando que tal vez había leído mal o que el que había descifrado el mensaje había cometido algún error en su escritura.
-¡Alfred! – Llamó al mayordomo para darle la carta y que la leyera él mismo, corroborando que era lo que ella había leído. - ¡Dorothy! – Llamó también al ama de llaves, no podía comprender lo que decía.
-¿Vienen juntos? – Preguntó Dorothy y Elroy no sabía qué responder.
-¡No sé! – Decía sorprendida, no quería ilusionarse y darse cuenta que a lo que se refería George fuese a los restos de William, su William aquel niño tan hermoso y risueño que fue puesto a su cargo desde la muerte de su hermano y su cuñada.
La anciana se comunicó rápidamente con Anthony quien tomó la llamada de inmediato al saber que la anciana lo llamaba urgentemente y le decían que estaba alterada en su voz.
-¿Qué sucede tía abuela? – Preguntaba con el corazón alborotado, esperando que la noticia que tuviera que dar la mayor fueran noticias de su amada Candy, un mes ya sin saber de ella era mucho para soportar.
-¡William! – Decía sin poder hablar mucho.
-¿Qué pasa con el tío? ¿Llegó George? – Preguntó entendiendo que tal vez George ya había llegado con los restos del patriarca.
Elroy explicó lo que decía en el telegrama que había recibido aquella mañana y Anthony se sorprendía con lo escrito, sin embargo al igual que la tía abuela no quiso mal interpretar lo que decía aquel pedazo de papel, sería más doloroso una nueva desilusión si se dejaban llevar por los deseos que tenían en sus corazones.
-Tranquilízate tía abuela. – Dijo Anthony intentando él mismo poner en orden sus ideas. – Tal vez George ya viene en camino junto a los restos del tío William. – Dijo con dolor en su corazón. Elroy guardó silencio al pensar que era lo mismo que ella había pensado después de la confusión que le había llegado a su cerebro.
-Tienes razón hijo. – Dijo la vieja Elroy. – Me gustaría que estuvieras junto a mí cuando eso pase. – Dijo con tristeza, sabía que no podía soportar enfrentar sola aquel golpe tan duro que se avecinaba. Había sido duro enterarse de su muerte, pero sabía que sería aún más difícil tener frente a ella los restos de su amado sobrino.
-No te preocupes tía abuela, mañana por la mañana llegamos a Lakewood. – Dijo Anthony seriamente, con la mente casi en blanco por lo que estaba sucediendo.
A la mañana siguiente emprendió su viaje junto a Stear quien había enviado un telegrama directo al barco en el que su hermano viajaba para que no se molestara en buscar, sino que George por fin se había comunicado con ellos y que su viaje a Europa había sido en vano, así que tenía que regresar en cuanto pudiera hacerlo.
-¿Cómo estás tía abuela? – Preguntó Anthony al llegar a Lakewood, observando que la vieja Elroy parecía más vieja aún, su tristeza se había acentuado y solo podía atinar a abrazarse a sus dos queridos nietos para soportar lo que el golpe de la pérdida de su sobrino le había provocado. Elroy volvió a llorar, sobre todo cuando veía en los ojos de Anthony todo el sufrimiento que estaba cargando con él.
-Tranquila tía abuela. – Decía el inventor quien también intentaba ser fuerte a todo lo que estaban pasando. - ¿Cuándo decía que llegaría? – Preguntó Stear con su voz rota, adolorida.
-No tenía fecha de llegada. – Respondió la tía abuela, mientras caminaban dentro de la mansión para intentar a comenzar el desayuno que todos habían omitido esa mañana.
No habían llegado al comedor que escucharon el ruido de otro automóvil que se adentraba a los límites de la mansión de las rosas, un auto que era imposible confundir ya que era uno de los preferidos del tío William, un Rolls Royce color gris con bordes rojos y plata que portaba al frente el emblema de la familia y que a la vista de los integrantes de la mansión se estacionaba justo enfrente de la puerta y enseguida del auto similar en el que habían llegado Anthony y Stear.
Anthony pasó saliva al observar el automóvil que imaginaba él era el del patriarca y por consiguiente al chofer que llegaba conduciendo, era el joven que trabajaba en la mansión de Nueva York y que había sido el encargado de llevarlos en ese recorrido hasta Lakewood.
El joven se bajó de su puesto saludando con una reverencia a los tres miembros de la familia que caminaban para encontrarse con George de frente, sin embargo su mirada curiosa no se apartaba de aquel vehículo, mucho menos cuando el chofer rodeaba el auto para llegar hasta la parte trasera del mismo, abrir la portezuela y ayudar a alguien a bajar del mismo. Anthony, Stear y la tía abuela estaban expectantes sin comprender quien era aquel que necesitaba ayuda para descender del vehículo.
-¿William? – Preguntó Elroy al identificar al joven de rubios cabellos que bajaba con la ayuda de ambos empleados. El chofer dejó un momento a su patrón y abrió el maletero para poder sacar de ahí la silla de ruedas que servía de apoyo al patriarca de los Andley. - ¡William! – Gritó con el corazón alborotado, queriendo correr en esos momentos para llegar y poder abrazar con desesperación a aquel que le habían dicho había muerto hacía dos meses.
-¡Tío William! – Gritó de igual manera Stear al reconocer en aquella figura demacrada a su tío Albert, sus ojos azules no habían cambiado a pesar del bajo peso que mantenía ahora su cuerpo y las bolsas negras que enmarcaban sus bellos ojos, así como la pálida piel que lo cubría.
Anthony se acercaba junto con los demás, sorprendido por aquella aparición que si bien lo alegraba no podía ser completa aquella dicha, simplemente al recordar lo que había sucedido con la rubia aun siendo la esposa de él.
-¡Tía abuela! – Dijo por fin Albert al ver que se habían acercado impacientes a él, su sonrisa era la misma sonrisa hermosa que lo caracterizaba, era una de las pocas cosas que no habían cambiado en él, eso y su voz que era la misma voz varonil y grave que se unía a sus gritos de alegría.
La vieja Elroy sentía como que el aire la iba a abandonar, mientras su cuerpo cansado comenzaba a temblar, junto con el aceleramiento de su corazón, no comprendía lo que había pasado, sin embargo, en ese momento no importaba mucho, lo que importaba era que lo tenía ahí frente a ella y a pesar de su frágil apariencia seguía respirando y hablándole de nuevo.
-¡William! – Dijo dejando toda etiqueta a un lado, abalanzándose sobre el cuerpo de su sobrino desesperada por tocarlo y convencerse de una vez por todas que no era una alucinación de su mente.
-He vuelto tía abuela. – Dijo con una sonrisa, correspondiendo al abrazo tan efusivo que aquella mujer le regalaba. – He vuelto a mi hogar. – Decía feliz. - ¡Anthony! ¡Stear! – Dijo feliz de tener a ambos, pero sobre todo de volver a abrazar a su único sobrino directo, extendiendo sus brazos efusivo para poder abrazarlo.
Stear y Anthony lo abrazaron con mayor cuidado una vez que Elroy lo había liberado, felices los dos de volver a tenerlo ahí frente a ellos, pero la sombra de lo sucedido con Candy y sobre todo su desaparición no dejaba que Anthony disfrutara del todo su llegada, no porque no quisiera que regresara, sino por la culpa de haberle fallado.
-¿Pero qué fue lo que pasó? – Preguntó Elroy a su sobrino.
-Permíteme llegar tía abuela y te explicaré todo. – Dijo Albert mientras George y el chofer comenzaban a llevarlo dentro de la mansión. Los demás empleados veían con lágrimas en los ojos el regreso de su noble patrón, sonriendo y llorando casi todo al mismo tiempo. Albert correspondía a esa sonrisa de la misma forma y dando un apretón de manos a los que se habían atrevido a recibirlo.
Una vez dentro de la mansión, la familia y George se adentraron al salón principal para que Albert pudiera estar más a gusto que en el despacho para así explicar lo sucedido con su supuesta muerte.
-¿Y Candy? ¿Y Archie? – Preguntó por fin el mayor, tenía la duda de dónde pudiera estar su protegida y su sobrino, sobre todo la rubia y poder darle la noticia personalmente de que su matrimonio había sido anulado desde hacía un buen de tiempo y que ahora sí podía ser libre para amar a su sobrino, ese era el motivo principal de su apuro por llegar hacia ellos. Anthony bajó la mirada con dolor al escuchar aquella pregunta. Stear y Elroy se quedaron en silencio cuando el rubio habló y los empleados se retiraban para darle privacidad a la familia. - ¿Anthony? – Preguntó directamente a su sobrino al ver que sus ojos lo esquivaban y se nublaban con lágrimas.
-Archie salió rumbo a Europa a buscarte. – Dijo Stear para darle tiempo a su primo de responder aquella pregunta que sabía era difícil para él responder. Albert negó con una sonrisa la acción de Archie ya que él sabía bien que aquel chico elegante lo apreciaba mucho.
-Candy se fue tío. – Respondió Anthony después de Stear, viéndolo directamente a los ojos para enfrentar por fin su responsabilidad. Una responsabilidad que no evadiría por ninguna razón, como siempre sin temor a lo que él consideraba su deber hacer.
-¿Se fue? – Preguntó sorprendido, intentando moverse de la silla de ruedas, pero George se lo impedía. Albert lo veía molesto por su restricción. – Estoy bien George. – Le dijo firme. George se hizo hacia atrás para dejarlo mover por su cuenta, sin embargo continuó sentado. - ¿Cómo que se fue? ¿Qué fue lo que sucedió? - Preguntó un tanto inquieto, sorprendido por aquella respuesta que era la que de todas menos esperaba.
-Tío es algo que me gustaría hablar en privado contigo. – Respondió el rubio, no quería exponer a Candy más de la cuenta frente a la familia, aún había cosas que nadie más sabía, solo él y Candy eran los únicos que sabían qué pasaba entre ellos.
- Creí que tú la cuidarías Anthony. – Dijo mirando con severidad a su sobrino. Anthony fijó sus ojos en él, nunca los desvió manteniendo firme su mirada, no desafiante, sin embargo si era una mirada firme. – Cuando me enteré que estabas vivo, confíe en que ella estaría protegida por ti y que no permitirías que se alejara de la familia. – Decía indignado, creyendo que se había ido porque no la habían aceptado en la familia finalmente y que Anthony no había hecho nada por evitarlo.
-Tío, Candy se fue después de la carta que tú enviaste. – Dijo Anthony para comenzar a hablar de alguna manera de aquella plática que tenía que empezar de una u otra manera.
-¿Carta? ¿Qué carta? – Preguntó confundido. – Yo pedí a George que enviara un telegrama. - George abrió los ojos sorprendido por lo que había dicho Anthony, recordando hasta ese momento las cartas que había enviado cuando Albert entró a su cirugía, y que había olvidado por completo.
-Las cartas que me pediste enviarles William. – Dijo George para sacarlo de su confusión.
-Esas cartas serían enviadas solo y sí yo hubiese muerto. – Dijo firme a su administrador, sin embargo a pesar de haber cometido ese error no podía molestarse con él ya que era el único que había permanecido a su lado fielmente. Albert negó en desacuerdo por lo sucedido, sin embargo no comprendía aún la huida de Candy ya que de ser así ella quedaría como la matriarca de los Andley a pesar de todo, ya que ella aún no sabía que su matrimonio con él había quedado rescindido como el contrato que había representado.
-Lo siento William, lo hice en el momento que entraste a cirugía por las malas expectativas que el médico me había dado. – Se defendió George en su acción. Albert negó con pesar. - Y te confieso que lo había olvidado. - Dijo nuevamente apenado por la situación que había generado sin proponérselo.
-¿Sabes a dónde fue? – Preguntó Albert a Anthony de nuevo un poco más tranquilo por la explicación que había recibido, le provocaba algo de paz saber que no fue por el rechazo de la familia el motivo de su huída.
-No he podido localizarla tío. – Dijo Anthony frustrado, sintiendo impotencia en su corazón por haber fallado en esa tarea.
-Bien, tenemos que encontrarla lo antes posible. – Decía firme. - ¿Ya fueron al hogar de Ponny, me imagino? – Dijo más como afirmación que pregunta.
-Sí, pero el huracán que azotó a Lakewood también afectó al hogar de Ponny. – Dijo Anthony. – Está completamente destruido y la hermana María y los niños que estaban bajo su cargo se fueron al rancho del Sr. Cartwright. – Decía impaciente al recordar lo que había vivido esos días. – Candy no está con ellos ya que el joven que andaba por ahí nos dijo que nadie con las características de Candy vivía junto a ellos. – Albert se frotaba el mentón pensando dónde más podría estar, él más que nadie era el que conocía las reacciones de la rubia y sobre todo se imaginaba dónde podía haberse refugiado, no había muchas opciones de búsqueda en las que ella pudiera esconderse. - Tampoco está en el departamento que compartió contigo algún día. - Explicó de nuevo, mientras Albert seguía pensando.
-Debe de haber sucedido algo más para que ella se fuera. – Anthony asintió, reflejando en su mirada decisión y valentía. Había llegado la hora de hablar con su tío.
Stear y la tía abuela, así como George salieron en ese momento del salón principal, con la duda aún de qué era lo que había pasado con Albert todos sus meses de ausencia, pero comprendían que lo que Anthony tenía que hablar con Albert era prioridad, después de todo él estaba vivo y eso era lo que importaba, las explicaciones podían esperar, ya tendrían tiempo de hablar con más calma o comenzar a cuestionar a George lo sucedido, ahora lo más importante era que ellos hablaran de hombre a hombre.
-Tío. – Dijo Anthony con pesar, sin embargo como hombre que era estaba dispuesto a hablar de su falta de frente.
-Me da gusto verte con vida Anthony. – Dijo Albert de pronto con una sonrisa sincera.
Anthony sintió que aquellas palabras le dificultaban más lo que tenía que decir. Sonrió de lado pensando que después de lo que tenía que decirle tal vez no pensaría lo mismo.
-Créeme que entiendo ese sentimiento. Yo también estoy feliz de volver a verte tío. – Le respondió Anthony viendo que se sentaba una vez más en aquella silla que lo ayudaba a desplazarse.
-Veo que ya has recuperado tu memoria. – Dijo de nuevo Albert. Anthony asintió con una sonrisa. – Me alegro. – Dijo sonriéndole de nuevo. Anthony pasó saliva con dificultad. – Anthony, sé perfectamente que tú y Candy se aman. – Dijo para su sorpresa. – Y me imagino que Candy te contó el motivo por el cual yo le propuse matrimonio. – Anthony asintió a ese comentario.
-Me dijo que era porque querías protegerla de aquel con el cual querían te reemplazara. – Dijo soltando un suspiro porque sabía que era él a quien se refería. Albert asintió.
-Esa fue la verdad que yo le di a ella. – Dijo Albert ante el asombro de Anthony, quien pensó que su tío realmente estaba enamorado de su amada Candy. – Pero la verdad era que al estar yo condenado a muerte sabía bien que ella quedaría desprotegida del resto de la familia y que lo más seguro era que anularan su adopción, en ese momento yo no sabía que tú eras el que tenían en mente como mi sucesor. – Dijo Albert descubriendo que sabía que él era al que se habían referido en las cartas que le habían enviado. – Sabía que se quedaría sola y que la tía abuela no tendría la intención de evitarlo. – Anthony sonrió al pensar que la tía abuela había cambiado mucho con respecto su sentir por la rubia. – Así que cuando me enteré que eras tú quien tomaría mi lugar pude relajarme por completo a sabiendas que no permitirías que nadie la dañaría así tuvieras o no tus memorias contigo. – Albert hablaba y Anthony no comprendía mucho todo lo que decía ya que parecía que amaba a Candy a ratos y a rato no.
-Tío ¿Tú estás enamorado de Candy? – Preguntó Anthony un tanto incómodo y hasta celoso de que eso pudiera pasar, a pesar de que sabía que era la esposa de su tío, porque ella volvía a estar casada con él. Albert sonrió por la pregunta formulada por su sobrino.
-¿Estás celoso? – Preguntó con una mirada traviesa. Anthony no pudo evitar que sus ojos se abrieran sorprendidos. Albert soltó una carcajada al ver su reacción. – No te preocupes Anthony. – Respondió por fin a su pregunta relajando por completo la expresión de su rostro. – Candy para mí es parte de la familia, es como una sobrina. – Dijo viéndolo a los ojos, al insinuar que al ser él su sobrino ella se convertía como tal en su sobrina.
-Tío, a pesar de saber que Candy estaba casada contigo no pude evitar enamorarme de ella. – Dijo ya sin darle más vueltas a la situación. Albert lo observó con una sonrisa, sabía que eso sucedería y no lo tomó por sorpresa.
-Déjame confesarte algo. – Dijo Albert al ver el problema en el que se estaba enfrentando su sobrino ya que veía en su rostro la dificultad que le causaba hablar del tema con él. Anthony prestó atención una vez más a lo dicho por el mayor. – Mi matrimonio con Candy fue anulado en cuanto me enteré que estabas con vida. – Dijo ante la sorpresa del menor quien soltó un suspiro de alivio al sentir como en su corazón se desprendía un gran peso que lo había estado aprisionando cada vez con mayor intensidad.
-¿Anulado? – Preguntó sin comprender, sin embargo en su voz se podía escuchar el alivio que esa noticia le provocaba en su alma. Albert asintió.
-Efectivamente, cuando me enteré de tu regreso no pude dejar de pensar que tus sentimientos por ella renacerían al verla nuevamente. – Anthony lo escuchaba atónito y agradecido por haber liberado su alma de aquella tremenda culpa que lo aquejaba. – Así que a pesar de que ella sería viuda si yo moría en la cirugía, no quise dejarlos con ese posible remordimiento en su alma. – Anthony se acercaba a él para abrazarlo con infinito agradecimiento, su tío había pensado en los dos para que pudieran ser felices por fin.
-No sabes el peso que me has quitado de encima. – Dijo Anthony sin soltar a su tío, al cual tenía entre sus brazos ahora con mayor alegría que al principio. Albert correspondió a ese abrazo recordando a su hermana una vez más, sobre todo al haber sido él, el primero en vencer aquella enfermedad congénita que aquejaba a la familia.
Una vez que terminaron de hablar, en una plática en la que Anthony se atrevió a confesar a su tío el romance que había surgido entre ellos, la culpa que ambos habían sufrido y las palabras tan duras que Annie había dicho a Candy y que estas habían sido el detonante perfecto para que la rubia de nueva cuenta se hiciera a un lado agobiada por la culpa y por el deseo de ella de que Anthony fuese feliz y aceptado por su familia.
-Nunca pensé que podrían darse así las cosas. – Dijo Albert sintiéndose un poco culpable por haber escrito aquellas cartas, creyendo que les haría un bien a ambos. – De haber sabido no le hubiera dicho a George que las enviara, aunque tengo que admitir que las envió antes de asegurarse de que yo estaba tocando el arpa y confeccionando vestidos para los santos. – Dijo queriendo hacer un poco de broma con lo que le había pasado, a pesar de que había sufrido bastante.
-No fue tu culpa tío. – Dijo Anthony para reconfortarlo un poco.
-Tenemos que buscar a Candy. – Dijo Albert a Anthony viéndolo a los ojos.
-Tengo gente buscándola en Chicago y Nueva York. – Dijo Anthony. - ¿Por dónde empezamos? – Preguntó el menor a su tío al advertir en su rostro que estaba pensando en algo nuevo.
-Primero que nada empezaremos por quitarte esa barba. – Le dijo Albert con una sonrisa. – Parece que estoy frente a mí en mi época de vagabundo. – Dijo ante la carcajada que salía de la boca de Anthony, la primera que había salido de su boca en varias semanas.
-Lo haré tío. – Dijo Anthony mientras se frotaba aquellos cabellos que cubrían su bello rostro.
-Además no querrás que Candy se arrepienta de haberse enamorado de ti si te ve en ese estado. – Dijo el mayor con travesura.
-¿Sabes dónde puede estar? – Preguntó esperanzado.
-Tengo una idea. – Dijo Albert en respuesta.
-¿Dónde? – Preguntó ansioso, levantándose de su lugar para poder salir a buscar a su pecosa, ahora sí podía llamarla así su pecosa, ahora era realmente suya.
-Primero la barba… - Le dijo sonriente. – Y después vamos directamente al hogar de Ponny. – Anthony se sorprendió con lo dicho.
-Ya fuimos ahí ¿Recuerdas? – Preguntó Anthony. Albert le sonrió de lado.
-Pero no fueron al rancho de Tom ¿Oh si? – Preguntó nueva cuenta. Anthony negó y su rostro se ilumino esperanzado y a la vez sintiéndose como un tonto por no haber reparado en ese detalle. Albert apuntó con su índice a su rostro.
-Cierto… la barba. – Dijo Anthony para salir de inmediato del salón para ir a su recámara y afeitarse por fin después de semanas de no haberlo hecho.
-Dile a George que venga. – Dijo Albert antes de que saliera por completo del salón, asintiendo Anthony apurado para ir a buscar a George y emprender de nuevo la búsqueda de su amada Candy.
En el barco Archie disfrutaba melancólico la brisa que el mar le regalaba, al sentir como sus cabellos eran acariciados por el viento marino que golpeaba su rostro, su mirada triste se perdía en el horizonte, mientras las miradas femeninas se posaban en él como en busca de ser correspondidas, llamando la atención de cada una de ellas por lo atractivo y elegante de su aspecto, sin embargo el guapo chico no se percataba de que estaba siendo observado con tanta insistencia por las solteras que viajaban al mismo lugar que él.
Archie iba sumido en sus pensamientos, recordando con dolor lo sucedido con su adorada Annie y Candy. Archie amaba a su esposa, era la persona con la que había jurado estar hasta el último de sus días y por ningún momento le había pasado la idea de dejarla, mucho menos cuando en la época eso era impensable y por supuesto un gran escándalo ante la sociedad, sin embargo no podía negar que en su corazón estaba profundamente desilusionado de ella, al no creerla capaz de lastimar o juzgar a Candy de esa manera.
Había lastimado a Candy quien seguía siendo muy importante para él y si bien ya no tenía sentimientos románticos hacia ella, la había guardado en un lugar muy especial en su corazón, en un lugar donde había guardado sus sentimientos por ella así como todos los recuerdos y los celos que había generado alguna vez en él y que había sabido dejar muy bien encerrados para así continuar con su vida.
-Damita, no puedo creer lo que hiciste a tu hermana. – Decía aún para sí mismo, recordando los ojos tristes de su dama que lo veía con pesar y arrepentimiento. – Sé que no fue tu intención que se fuera de nuestro lado, sin embargo ese fue el resultado. – Archie intentaba comprender la reacción de Annie y los motivos que esta tenía para estar criticando las actitudes de su hermana, aquella que decía que amaba y que quería tanto, ninguna de las razones por las que le llegaban a su mente eran suficientes, la única que podía acercarse más a lo que había provocado aquel ataque era de nuevo los celos que su esposa pudiera llegar a tener por Candy, celos que él creía que eran infundados ya que no había demostrado nuevamente algún interés fuera del fraternal en ella.
-Señor Archivald Cornwell. – Lo llamó un mensajero del capitán, sacándolo de sus reflexiones abruptamente.
-¿Sí? – Respondió únicamente al ser sacado de sus pensamientos un tanto confundido al ver quien era el que lo llamaba, sin comprender de momento qué era lo que sucedía.
-El capitán me ha dado este telegrama urgente para usted. – Respondió el joven, entregando un pequeño papel doblado por la mitad, aquel que contenía el mensaje que su hermano había enviado hasta el barco que abordaba.
-George se ha comunicado, regresa a Lakewood. – Era lo único que se leía en aquel mensaje, produciendo una confusión en el elegante chico al no tener más información.
-¿Regresa a Lakewood? Pero si voy zarpando. – Decía el chico, suspirando un poco cansado por tanta falta de comunicación, no comprendiendo porqué George se había tardado tanto tiempo en comunicarse y como era que precisamente ahora que había salido en su búsqueda se había reportado y ya no era necesario aquel viaje que acababa de iniciar.
El viaje duraría una semana y él apenas tenía un día de viaje, así que tenía que esperar a llegar al puerto de Southampton y esperar nuevamente a que zarpara el barco de regreso, convirtiéndose en un pasajero que solo había ido a pasearse en el barco como si se tratara de un largo crucero. Suspiró una vez más pensando que tenía un recorrido muy largo para regresar de nuevo a su tierra, por lo menos quince días más tardaría en regresar y en enterarse qué era lo que había pasado con George y su tío William.
Continuó con sus pensamientos ya más resignado, pensando que ese tiempo le serviría para extrañar a su esposa y calmar así esa desazón que le había generado su comportamiento, sin embargo tenía que reconocer que la extrañaría excesivamente, si ya tenía dos días sin verla y su presencia ya era necesaria junto a él.
La risita de un par de señoritas lo volvió a sacar de sus pensamientos, volteando sorprendido a ver el motivo por el cual se estaban riendo y cuál fue su sorpresa que se dio cuenta que era él el motivo de su sonrojo y a pesar de que le halagó aquel comportamiento no pudo evitar sentirse incómodo. Tomó el anillo que llevaba en su mano izquierda y lo giró sobre su dedo, ocasionando que aquellas damas se avergonzaran de su comportamiento, saludando él con una hermosa y respetuosa sonrisa, provocando además de vergüenza que los corazones de varias de ellas se sintieran afligidas por descubrir su situación sentimental de esa manera.
Anthony en su habitación se dedicaba a quitarse aquella barba que en su vida había dejado que creciera más de un día, un aspecto que no había reparado al no tomarle mucha importancia, todo por la preocupación que le había generado la desaparición de su pecosa, estaba más feliz que nunca, la noticia que le había dado su tío era la que lo había liberado de la culpa que lo había estado carcomiendo, al confesarle que el matrimonio con Candy había quedado anulado, lo que quería decir que en ningún momento alguno de los dos cometió un acto de deslealtad ante él, ahora lo único que faltaba para ser completamente feliz era encontrar al motivo de su sufrimiento. Un brillo de esperanza se iluminó en sus ojos a volver a ver aquella antigua imagen que ya extrañaba ver en su rostro.
Continuará…
Hola hermosas espero que estén muy bien, aquí estoy de nuevo avanzando en esta historia. Espero que estén muy bien todas ustedes y que les haya gustado el capítulo.
Vanessa, Hola hermosa, espero hayas pasado un excelente cumpleaños. Quiero pedirte una disculpa por no haber podido complacerte el lunes con un nuevo capítulo, pero no tenía editado este capítulo y no me es tan fácil hacerlo por falta de tiempo, sin embargo este capítulo lo dedico especialmente para ti, tómalo como un regalo atrasado de cumpleaños. Te mando nuevamente un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Julie-Andley-00, Hola hermosa, tenías razón como siempre Albert tiene una idea de donde encontrar a Candy, la conoce muy bien y sabe a donde puede salir corriendo, así que ya llegó el mayor para poder aclarar la mente atribulada del pobre rubio, como ya pudiste leer los remordimientos en el corazón de Anthony se van desvaneciendo al saber que Albert anuló el matrimonio con Candy. Muchas gracias por leer hermosa y sobre todo por comentar, eso me alienta mucho a continuar con la historia. Saludos y bendiciones.
TeamColombia, Hola hermosas, espero ustedes también estén muy bien y sobre todo que se estén preparando para el final de esta historia. Muchas gracias por dejar su comentario. Les mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones para cada una de ustedes.
Mayely León, Hola hermosa, que bueno que te puedo ayudar un poco a salir de las obligaciones, te entiendo perfecto y me imagino que ya con tres apenas te estás organizando, yo ya tengo tiempo con tres y aquí los tengo brincando frente a mi mientras escribo y ellos juegan jaja, después tendrás a tu peque haciendo lo mismo mientras los otros dos la comandan para seguir haciendo travesuras. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Aminaabud,Hola hermosa, espero estés muy bien. Temo que no puedo dejar a Annie en medio del océano porque Archie se fue solito y su alma, el viaje le va a ayudar al pobre gatito a calmar sus ansias. Albert llegó para poner calma más que nada en los corazones de los rubios y por lo pronto ya comenzó con Anthony, ahora falta ver cómo reaccionará Candy ya que sabemos que es medio cabeza dura, como dijo ella a la madre superiora un día jajaja. Muchas gracias por dejar tu mensaje hermosa, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Denisse Treviño, Hola hermosa, así es él está vivo, te confieso que no podría matarlo, creo que a ninguno de los buenos, tendría que buscar un argumento bastante bueno para hacerlo, pero para qué hacerlas sufrir si no es el objetivo hacerlo. Muchas gracias por seguir leyendo a pesar de todo. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Ster Star, Hola hermosa, espero que tu también hayas tenido un gran inicio de semana y sobre todo que tengas un excelente fin de semana. Y que lo digas, es difícil con tres hijos, pero la ventaja que la mayor ya está grande y me ayuda mucho con los otros dos pingos que tengo corriendo jajaja te vas acostumbrando y poco a poco haces malabares, aunque te confieso que con una es más difícil porque tienes que dedicarle mucho tiempo, en cambio cuando hay dos que se acompañan se entretienen un tiempo solos y es cuando aprovecho para escribir o divagar con las historias. Tienes mucha razón Candy y Anthony nunca pensaron en la protección a pesar de que él como médico y ella como enfermera deberían tener alguna opción para hacerlo, ya falta poco para que encuentren a Candy y se aclare toda esta situación y puedan ser felices, ya les toca que no? Bueno hermosa, también te envío un fuerte abrazo, saludos y bendiciones para ti y tu bebé.
Carolina Benitez, Hola hermosa, ¿Cómo estás? Espero que muy bien sobre todo de salud. Gracias por tu mensaje. Tienes toda la razón me gusta mucho desarrollar esa parte donde ellos tienen una interacción como sobrino y tío ya que ambos son muy parecidos, hubiera sido lindo verlos uno al lado del otro, pero las Albertfans se hubieran quedado llorando porque en mi opinión se hubiera quedado con Anthony, y no lo digo yo... sino la misma actrviz que dobló la voz de Candy lo dijo y el actor que hizo la voz de Anthony también quería eso, pero en fin eso solo son conjeturas que solo nos quedan en la mente para poder plasmarlas a nuestro antojo y que cada una de las lectoras elija a su personaje favorito ya que hasta con Neal la han emparejado jajaja. Bueno hermosa, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Señoras hermosas muchas gracias a cada una de ustedes que leen en silencio, que se toman el tiempo para abrir cada capítulo y buscan un lugar cómodo para leer mis locuras y mis inventos alrededor de esta pareja que no tienen que indagar mucho para saber que es mi favorita, muchas gracias a cada una de ustedes por leer y por dejar con esa lectura un registro de su visita, quiero mandar un saludo a cada uno de los países que entran a leer tal vez no es muy personal porque no sé los nombres de todas, pero por lo menos al nombrar el país de donde me leen espero lo sientan personal. Un fuerte abrazo hasta Estados Unidos (USA), México, Perú, El Salvador, Venezuela, Colombia, Chile, Francia, Europa (insisto así aparece), Italia, Brasil, Suiza, Panamá, España, Costa Rica e Indonesia, el orden de cada uno está por el número de lectores de mayor a menor. Gracias una vez más por leer, saludos y bendiciones a cada una de ustedes.
GeoMtzR.
