**Peeta's POV**
Katniss ha terminado por dormirse; el cansancio ha podido con ella. Por un momento temí lo peor pero antes de que empezara a hiperventilar me aseguraron que era normal y que solo necesitaba descansar. A penas supe lo que hacía cuando la señora Everdeen me dijo que le diera a Willow. Yo obedecí y las Everdeen se la llevaron para asearla. Me quedé ahí como un pasmarote, pegado a la camilla de Katniss que trasladaron a una pequeña habitación individual (no me moví de su lado, me aseguré de vigilarla como si fuera un perro guardián). Cuando empezaba a impacientarme por no tener noticias las Everdeen volvieron con el bebé ya vestido y envuelto con una mantita. Se me olvidó cómo hablar, pero ellas interpretaron correctamente mi mirada ansiosa y me la depositaron en los brazos.
- Es preciosa –dice Prim con una cálida sonrisa. Ellas también se habían aseado y ya no llevaban las batas ensangrentadas.
- Lo es –corroboro. Sé que todos los padres dicen lo mismo de sus hijos, pero juro que esta vez estaba siendo objetivo. Ahora que no estaba llena de sangre y líquido amniótico podía ver cómo de bella ella, a pesar de seguir teniendo el cuerpo enrojecido.
- Yo creo que se parece a Katniss, tiene los ojos grises –dice Prim con verdadera ilusión. Ahora Willow está durmiendo y antes no he podido fijarme mucho entre tanto llanto, pero acepto lo que me dice fácilmente porque me entusiasma la idea de que mi hija se parezca a Katniss. "Mi hija". No me acostumbro, pero se me queda cara de bobo con solo de pensarlo.
- Eso no significa nada, los bebés cambian mucho, sobre todo al principio –nos aclara la señora Everdeen.
- Y también creo que tiene la barbilla de papá –comenta Prim que se niega a dejar de buscarle parecidos.
- Es toda una Everdeen –digo sin poder dejar de sonreír.
- Sí, pero del lado paterno, una Everdeen de la Veta –me corrige su madre y es cierto, Katniss es como su padre con la piel aceitunada y cabello negro, mientras que Prim es como su madre y como yo, gente rubia y de ojos azules de la ciudad. Willow tiene el aspecto de una niña de la Veta y no podría encantarme más; yo me enamoré de alguien de la Veta.
- Así se podrán hacer compañía entre tanto rubio –digo riéndome como un tonto. Todo esto me parece absolutamente fabuloso y maravilloso–. A no ser que le cambie el color del pelo también.
- Oh no, lo tiene tan negro que va a ser difícil. Es morena de verdad –dice su madre y entonces esboza una sonrisa sincera. Me pregunto si Willow le recordará a su propia hija.
Por primera vez me tomo la molestia de observarla y de tratar de averiguar qué siente la señora Everdeen. Sé que no se hablan mucho con Katniss pero sé que la quiere, sobre todo después de ver cómo ha actuado durante el parto y por la sonrisa que ahora trae. Han tenido sus diferencias pero puedo ver cómo se alegra de que todo hay salido bien y de que quiere de verdad a su nieta.
Seguimos hablando un poco más de cómo de genial es esta nueva integrante de la familia y luego me recomiendan dejarla en su cuna y aprovechar para comer mientras duerme. Prim le da un delicado beso en la frente antes de dejarnos. "Yo fui quién te vio primero y quién te sostuvo por primera vez, no lo olvides" son las palabras que utiliza justo antes de despedirse de ella, lo que me hace sonreír y me obliga luego a decirle también con un susurro: "yo fui el tercero, pero te quiero más que ella". Vuelvo a sonreír, todo esto es maravilloso.
La dejo con cuidado en la cuna y aunque intento comerme estas patatas asadas, no puedo. No dejo de mirarlas a las dos y de dar gracias porque todo haya salido bien. ¡Por una vez en nuestra vida la suerte ha estado de nuestra parte! Ahora mismo ni me acuerdo de los Juegos ni de mi estrés post-traumático ni de nada. Solo siento felicidad y amor porque las amo con locura.
- Toc, toc, ¿se puede? –dice Haymitch entrando en la habitación.
- Claro, pasa –me levanto para recibirlo con una sonrisa que no me cabe en la cara. Él va directo a la cuna.
- Así que ya la tenemos aquí, ¿eh? –dice en voz baja porque Katniss está durmiendo. Me siento muy orgulloso de poderle presentar a mi hija.
- ¿A que es encantadora?
- Supongo, aunque todos los bebés son feos cuando nacen, parecen monos –eso me ofende, o lo haría si no lo conociera. Aunque es complicado no tenérselo en cuenta porque he tenido muy mala experiencia con los monos y no me ha gustado para nada el símil con mi dulce Willow.
- ¿De verdad me la estás comparando con esas bestias? –él se encoge de hombros y cuando ve mi desilusión sonríe y hace un esfuerzo por enmendarlo.
- Pero eso es solo los primeros días, luego ya parecen personitas –se da cuenta que con eso no basta–. Pero da igual, se ve a simple vista que ella va a ser bonita, es decir, miraos –nos señala con la barbilla–, sois jodidamente atractivos, esta niña no podría ser fea ni aunque quisiera –supongo que no voy a conseguir sacar nada más amable por parte de él así que se lo dejo pasar de momento–. Es increíble –dice al cabo de un rato de quedarnos en silencio. Primero pienso que lo dice por Willow, porque lo es, pero luego me doy cuenta que lo ha dicho mirando a Katniss– Supongo que no hace falta que te lo diga pero... es una chica verdaderamente excepcional.
- Si, lo sé –digo orgulloso de ella. Siempre lo he sabido, lo supe ver incluso con seis años.
- Me alegro mucho por vosotros. Después de todo lo que ha pasado merecíais que esto saliera bien –no podría estar más de acuerdo. Si algo malo hubiera llegado a pasar... ahora ya sí no habríamos podido levantar cabeza, hubiera sido la gota que hubiera colmado el vaso.
- Aunque el peligro no ha pasado –había intentado no pensar en ello, pero es verdad. Estamos en guerra en una base rebelde, con un tirano que mataría por hacerse con la noticia de que Willow existe. Su vida, si se descubre, estará sentenciada.
- No le va a pasar nada, no mientras yo sea responsable de vosotros –me dice con una seguridad que muy pocas veces he visto en él. Sé que asiste a algunas reuniones del gobierno de los rebeldes y también sé que nos ayudará y defenderá si se enterara de cualquier cosa. Pero eso también lo sabe el resto del mundo, de modo que si alguien planeara hacernos algo, se encargarían de escondérselo a Haymitch. Él puede ayudarnos en muchos aspectos pero tampoco dispone de un poder absoluto.
- Ahora mismo no hay nada más importante que ella –le aseguro.
- Lo sé bien. Katniss encontró la manera de perdonarme que te dejara atrás, pero no me perdonaría que hiciera lo mismo con ella –se inclina sobre la cuna y toca levemente la mejilla de Willow con su dedo índice–. Por una vez estamos de acuerdo sobre a quién tenemos que proteger –eso me hace reír porque sí, ya te puedo garantizar yo que sí que nos ha costado.
- Por fin.
Katniss abre los ojos despacio y al cabo de unos momentos los fija en nosotros.
- Mira quién ha decidido unírsenos. ¿Cómo estás preciosa? –frunce el ceño y tarda en responder. Analiza la habitación como si no entendiera donde está pero luego abre los ojos de golpe.
- Willow está aquí, está bien. La hemos estado cuidando –me apresuro a decir. Sus ojos salen disparados hacia la cuna. Desde donde está puede verla así que relaja su expresión y vuelve a dejarse caer sobre el cojín.
- Me encuentro fatal –dice con voz ronca.
- Acabas de dar a luz, no es para menos –dice Haymitch. Yo me siento a su lado y le toco las mejillas y la frente para ver cómo se encuentra.
- ¿Te has mareado?
- No, es... cansancio –entonces acerca las manos a su tripa, examinando cómo se le ha quedado ahora el cuerpo.
- Bueno, creo que va siendo hora que os deje tranquilos –interviene Haymitch justo cuando parecía que Katniss iba a subirse la bata para verse. Katniss se detiene aunque parece que le hubiera dado igual hacerlo con Haymitch delante (creo que aún tiene la mente un poco embotonada). Pero antes de irse Haymitch se acerca a ella y le da un beso fraternal en la frente. Es la primera vez que le veo hacer algo semejante–. Hoy has estado muy bien –dice con dulzura.
- Gracias –le responde con una sonrisa.
- Nos vemos pronto, descansa –le da un toquecito cariñoso en la mejilla y a mí me da un golpecito en el hombro. Luego le echa un último vistazo a Willow y se va.
- ¿Cómo sienta un beso de Haymitch? –digo burlándome un poco porque esto me ha dejado en estado de shock.
- Mejor de lo que cabría esperar.
**Katniss's POV**
El beso de Haymitch, aunque un poco torpe y rudo, se ha sentido extrañamente sincero y dulce. Debe ser el primer beso que da desde... ¿desde sus Juegos? ¿Desde hace unos 26 años? Y me lo ha dado a mí, lo más parecido que tienen a una hijastra. No puedo evitar emocionarme.
- ¿Qué ha dicho cuando ha visto a Willow? –Haymitch se ha ido demasiado rápido, no hemos podido hablar mucho. La pregunta parece divertirle a Peeta, porque sonríe de una forma curiosa.
- A grandes rasgos ha dicho que en cuanto crezca un poco será muy guapa porque cree que tiene buenos genes.
- ¿Buenos genes? ¿Qué tonterías es esa?
- De hecho estoy de acuerdo con él. Siendo tu hija tenía que ser fabulosa como mínimo –eso me hace sonreír con escepticismo.
- ¿A caso has olvidado todos los errores que he cometido? Si esta niña llega a hacer algo remotamente bueno será porque se parecerá a ti –eso me da tranquilidad, saber que Peeta es su padre me da confianza. A pesar de todo lo que ha vivido y de cómo lo ha tratado la gente, sigue siendo un trozo de pan.
- Aunque es nuestra responsabilidad hacer que se convierta en alguien de provecho –dice mirando a Willow con ojos soñadores. Parece que tenga miles de planes para ella y yo no podría alegrarme más. Está bien que al menos uno de los dos tenga algo claro en relación a esto.
Vuelvo a mirar a mi hija. Sus manitas, su naricita, la pelusilla morena que tiene en la cabeza… irradia ternura sin parar. Es curioso como algo tan pequeño puede hacer despertar en mí algo tan grande. Deseo volver a tenerla entre mis brazos pero me da cosa coger a Willow mientras duerme porque no quiero que se despierte, sin embargo me impaciento porque quiero tocarla otra vez. Cuando se despierta no pierdo la oportunidad y hago que Peeta me la de inmediatamente. Me deleito observándola y besando su cabecita, pero de repente empieza a berrear y a llorar con desespero. Peeta se pone nervioso.
- ¿Voy a buscar a tu madre?
- ¿Harás eso cada vez que llore? –digo divertida.
- Bueno, es médico –mezo a Willow con cariño pero no se calma.
- ¿Ha comido algo mientras dormía?
- No –no me lo pienso dos veces y me bajo el escote del camisón– ¿Ya te ha subido la leche? –dice sorprendido pero yo no pierdo tiempo y me coloco a Willow lo mejor que puedo para alimentarla. Peeta mira expectante.
- Shhh… –le digo mientras acerco el pezón a su boca, pero Willow está demasiado ocupada llorando y no parece terminar de decidirse a cogerse a él–. Shhh, vamos pequeña, cógelo... –susurro e insisto hasta que finalmente acepta mi pecho y empieza a succionar. Suspiro con alivio al ver que esto funciona y que puedo alimentarla.
- ¿Cómo sabías que era esto lo que necesitaba? –dice aún sorprendido.
- Porque sé de hambres –digo con una sonrisa. Siento una tremenda satisfacción al verme capacitada de alimentarla por mí misma. Aunque es muy curioso, porque siempre me he encargado de alimentar a mi familia pero jamás de una manera tan directa. Mientras come la peino el poquito pelo que tiene con los dedos–. Despacio… no hay prisa –Willow ha aprendido cómo se hace y ha empezado a succionar con ganas, haciendo unos graciosísimos ruiditos en el proceso.
- Sí que tenía hambre… –dice Peeta sonriendo.
Nos quedamos mirándola sin decir nada más hasta que termina, porque es hipnótico verla comer. Cuando se separa la pongo derecha y me la apoyo en el hombro. Le doy pequeños golpecitos en la espalda hasta que suelta un mini eructo. Peeta se ríe con cariño.
- Parece que lo hayas hecho toda tu vida.
- Vi a Hazelle hacerlo montones de veces –la madre de Gale estaba embarazada cuando murieron nuestros padres en la mina. Cuando conocí a Gale y a su madre, Posy aún era un bebé, así que recuerdo lo que hay que hacer–. No me creo que sea tan perfecta… –esta idea me obsesiona; Willow está sana y salva. ¡Es un bendito milagro!
- Yo tampoco me lo creo, parece que sea un sueño –Peeta le coge la manita y Willow cierra sus deditos alrededor de su pulgar. A Peeta se le escapa una risita de alegría.
Peeta se convierte en mi enfermero y ayudante, me coloca bien los cojines, me trae todo lo que necesito, me recuerda que tengo que comer y cosas así. De vez en cuando también se pasan los médicos y mi familia viene a verme también. Cuando nos quedamos solos Peeta se sienta conmigo en la cama y nos ponemos a Willow entre los dos, nos deleitamos comentando sus características y repartiéndole besos en su cabecita y sus manitas. Pobre, no la dejamos tranquila. Entonces Peeta saca a relucir un tema muy delicado.
- Mi padre se hubiera vuelto loco de contento… –ese comentario me duele porque sé que es verdad– Me imagino que entra por esa puerta y que rápidamente coge a Willow en brazos. No lo hace con torpeza como nosotros, sino que lo hace bien y con seguridad porque ya ha pasado tres veces por esto y está acostumbrado. Vendría con juguetes y con dulces para ti –lo explica con tantos detalles que fácilmente puedo imaginármelo–. Haría un montón de promesas como que le enseñaría a hacer galletas y le restregaría a mis hermanos lo contento que está por tener por fin una nieta. Mis hermanos estarían irritados y buscarían la forma de tomarme el pelo, pero en el fondo estarían impresionados porque Willow les encandilaría des del primer momento… –sus hermanos, creo que nunca hablé con ellos y ahora me sabe mal. Me doy cuenta de lo afortunada que soy por tener a mi madre y a mi hermana conmigo.
- ¿Qué haría tu madre? –Peeta dibuja una mueca. Ambos sabemos que esa señora era una bruja.
- Empezaría a darnos lecciones y a criticar cualquier cosa que hubiéramos hecho. La vigilaría mientras estuviera cerca de la pequeña y declinaría elegantemente cualquier oferta de ayudarnos –no puedo evitar pensar que de buena nos hemos librado, aunque claro, hubiera preferido que no le pasara lo que le pasó–. No es precisamente la mejor niñera del mundo, así que nunca le pediríamos ayuda en ese sentido, aunque a mi padre sí se la dejaríamos a veces.
- ¿A tus hermanos se la dejarías?
- Tampoco. Solo a mi padre.
Nunca he lidiado con su familia y me siento mezquina al alegrarme por ello. Imagínate tener que vigilar a la suegra o a los cuñados, a quienes tampoco permitiría que se acercaran demasiado a Willow… Creo que esta conversación no nos lleva a ningún sitio, añorar a la abusona de su madre no puede ser bueno.
- ¿Estás bien? –le pregunto tocándole el brazo. Él se ha quedado absorto pensando en esa escena ficticia. Primero sonreía, pero ahora empiezo a ver la tristeza en su mirada.
- Sí. Estoy bien –Peeta le acaricia la cabecita a Willow. Mi madre y mi hermana vienen antes de que pueda decirle nada más.
La conversación con Peeta me ha revuelto por dentro, pero por suerte Prim me distrae con sus mil comentarios sobre la pequeña. Verlas juntas es una gozada, la verdad. Desgraciadamente el cansancio vuelve a cebarse conmigo y hace que se me cierren los ojos irremediablemente…
- Deep in the meadow, under the willow…–es una voz fuerte y grave, casi como la de un tenor. Reconocería su sonido en cualquier sitio; es la voz de mi padre– a bed of grass, a soft green pillow… me encanta el nombre que habéis escogido –mi padre levanta los ojos para mirarme. Está sosteniendo a Willow, la mece levemente mientras sonríe con calidez.
- Sabía que te gustaría –digo con orgullo. La sostiene con firmeza y cariño, no podría estar más contenta de verles juntos.
- ¿Le enseñarás todas nuestras canciones? –eso me hace reír.
- Por supuesto, es una tradición familiar, ¿no? –mi padre sonríe mostrándome sus dientes blancos y yo sonrío con él, porque su sonrisa es contagiosa.
- Veo que te enseñé bien –eso hace sentirme especial e importante. Siempre hemos cantado con mi padre, aunque no todos han seguido su ejemplo; ni Prim ni mi madre no cantan, aunque ahora mismo no puedo recordar por qué.
- ¿La llevarás al bosque para enseñarle a cazar? –pregunto inocentemente, pero él niega con la cabeza despacio.
- La llevarás tú, te has convertido en mejor cazadora que yo. Creo que hasta conoces el bosque mejor que yo.
- Eso es mentira, ni siquiera he descubierto tus escondites –Willow de repente empieza a llorar y yo me acerco para ver qué pasa, pero mi padre sabe cómo tratar a los niños y vuelve a entonar su canción.
- Lay down your head and close your eyes, here the daisies guard you from every harm…
Me despierto poco a poco y tardo unos momentos en darme cuenta de que esto ha sido un sueño. No parece que sea capaz de despertar del todo porque siento una gran calidez en mi pecho, como si el sueño continuara.
- ¿Cómo te encuentras? –me pregunta Peeta que ha estado vigilándonos desde su silla.
- Nunca he estado mejor.
.
.
.
.
***Nota autora: No quería prometer nada pero ¡darán! Al final me las he arreglado para subir las dos partes juntas, nada mal, ¿eh? Es un finde especial teniendo en cuenta que ayer fue el cumpleaños de Katniss y que hoy es el día de la madre, así que la ocasión lo merecía ;)
Espero que os haya gustado, a mí me ha gustado mucho poder meterme en su piel en estos momentos. La escena de los padres ha sido improvisada de última hora (¡recién salida del horno!). De nuevo no dudéis en dejarme un comentario o buscarme en mi instagram. Espero que acabéis de pasar buen finde, ¡besos!
