CAPITULO 26:

EL VIEJO ALIADO

Los Mortífagos se posaron frente a la Mansión oculta de Grimmauld Place y comenzaron a lanzar hechizos, tantos como pudieron pero al parecer ninguno funcionaba. Las demás casas de los muggles se estaban cayendo a pedazos pero la Mansión con el numero 12 no se visualizaba.

– ¡Sigue sin funcionar! –Bellatrix gritó con enojo. – ¡Son unos idiotas débiles, no pueden derribar una simple casa! –Estaba colérica, estalló frente a los demás.

– ¡Pues tú ya has estado aquí, intentando lo mismo y tampoco tuviste éxito! ¡Tú tampoco lograste entrar, ni mucho menos derribarla! ¡La débil eres tú! –Le gritó un Mortífago de aspecto muy tosco.

– ¡Cómo te atreves! –Alzó su varita pero no hizo nada pues Yaxley se interpuso. – ¡Basta! –Gritó. Bellatrix volteó a verlo con furia. –Creo que tengo una idea… –Interrumpió Yaxley.

– ¡Quién! –Ya estaba muy irritada.

–Conozco a un idiota que podría ayudarnos a entrar.

– ¡Pues tráelo aquí! ¡Qué esperas!

Yaxley desapareció por unos diez minutos y regresó al mismo lugar, junto con un hombrecillo de aspecto indeseable, Mundungus Fletcher.

– ¡Les juro que no sé nada! ¡Después del incidente en la boda de los Weasley, jamás regresé con ellos! –Se tiró de rodillas y le suplicó a Bellatrix.

– ¡Ay ya cállate! –Le dio una patada mientras el ladrón seguía en el suelo. – ¿Tú sabes cómo entrar aquí? ¿Conoces la clave? –Comentó iracunda.

– ¡Si lo sé! ¿Si logro hacer que entren, me dejarán en paz? –Dijo entre tartamudeos. Yaxley asintió.

Mundungus no dudó y les proporcionó la contraseña para poder entrar a la casa de seguridad de los Black.
A la casa solo entraron Bellatrix, Yaxley y Mundungus para que él los guiara, trataban de ser lo más cuidadosos posibles para no alarmar a quien ellos creían que estaba adentro.

Después de unos minutos de larga búsqueda se dieron cuenta que en esa antigua y descuidada casa no había ningún habitante vivo.

– ¡Maldición! –Gritó la bruja con desesperación.

–Será mejor irnos, solo perdemos el tiempo. –Dijo Yaxley. Mundungus quien estaba frente a la chimenea principal, trato de alejarse poco a poco de ellos pero Bellatrix elevó su varita hacia él.

– ¿A dónde crees que vas? ¿Crees que tienes el derecho de escapar? –Le dijo mientras se acercaba a él. –Eres un inútil… –No terminó la oración, pues se dio cuenta que detrás de Mundungus había unas fotografías. Llegó hacia ellas, las tomó y sonrió. Con una mirada penetrante se dirigió a Mundungus de nuevo. –Después de todo, si fuiste de ayuda.

– ¿En… entonces me puedo ir? –Dijo tartamudeando y mirando hacia el suelo.

– ¡Pero por supuesto! –Le contestó Bellatrix.

Luego de que Mundungus sonriera con alivio, Yaxley le lanzó por la espalda la maldición asesina, haciendo que este muriera al instante. Bellatrix solo sonrió y caminó hacia la salida.

– ¿Ahora qué? ¿Encontraste algo que nos sirva? –Le preguntó uno de los Mortífagos que seguían afuera.

Bellatrix lo miró sonriendo. –Mucho mejor. –Y desapareció frente a él.

Estaba en la sala principal, observando el fuego de la chimenea con determinación, a pesar de que en esa habitación había un bullicio extremadamente fuerte, parecía que a Hermione no parecía perturbarla nada.

Los demás estaban en la misma habitación, hablando en voz alta. Ginny, Tonks y Jessy estaban conversando sobre cuánto tiempo pasaría antes de que el Ministerio de Magia se hiciera cargo de ella ahora que sus padres estaban muertos.
Fred, George y Ron estaban peleando por cosas sin sentido como acostumbraban siempre.
Luna y Neville le estaban contando a Harry todo lo que lograron hacer durante el tiempo que continuaron en Hogwarts.
Draco mantenía sus brazos cruzados, aislado en la esquina de la gran habitación, no le quitaba su afilada mirada a Hermione, parecía que podía leerle la mente.

Se aclaró la garganta y decidió ir directamente hacia allá. Se inclinó enfrente de ella y la tomó de las manos.

– ¿Sigues pensando en ellos, verdad? –Ella lo miró aún confundida. –Ya ha pasado algo de tiempo, debes dejar de preocuparte por ellos, están bien, están a salvo.

–Cuando abandoné mi hogar la primera vez, me tomó un par de días en darme cuenta que dejarlos era lo correcto, pero esta vez es diferente. Convivir con ellos y contigo, fue algo que me conmovió. ¿A ti no? –Le respondió.

–Tú sabías desde el principio que solo era por un par de días. Ellos estarán bien. –Acarició su rostro con gentileza.

– ¡Oh rayos! Jamás me acostumbraré a esto. –Replicó Fred. –No lo veas, George. –Cubrió el rostro de su hermano.

Draco volteo a verlos sin inmutarse y los demás observaron la escena con atención.

–Basta. Si van a estar haciendo este tipo de comentarios, mejor váyanse a las cocinas. –Les llamó la atención Bill.

– ¡Supérenlo! –Los regañó la más joven de los Weasley.

–No se preocupen, a mí me tomó mucho tiempo en asimilarlo. –Respondió Ron murmurándole a sus hermanos gemelos.

Luna notó que Tonks no dejaba de mirar directamente hacia el pasillo principal, como si estuviera esperando a que alguien llegara. Miró a su alrededor y se percató que Remus no estaba por ningún lado.

– ¿El profesor Lupin volvió a salir? –Preguntó la joven rubia.

–Es cierto, lleva varias salidas durante este tiempo. –Intervino Harry. – ¿Por qué sale tanto?

–Últimamente está más en contacto con el informante en cubierto que tiene. –Se veía incomoda. –Pero siempre que sale de la casa no puedo evitar preocuparme.

–Jamás les pregunté pero ¿Por qué comenzaron sus vacaciones de navidad tan pronto? –Preguntó Hermione para cambiar el tema, intentando dejar de incomodar a Tonks.

–Nosotros también pensamos que era raro, en realidad no sabemos la verdadera razón. Además de que fueron órdenes directas de Snape que los Dementores nos siguieran en todo el camino. –Respondió Luna.

–Pero ahora sabemos porque fue. –Insistió Neville. –Los Dementores ayudarían a los Mortífagos a atacarnos, seguramente Voldemort le ordenó que apresurara el regreso a Londres de los alumnos.

Malfoy solo se quedó en silencio, tratando de desviar su atención de la plática.

Durante todo ese día, Remus no regresó a la casa de seguridad como era de costumbre, por lo general solo salía un par de horas y regresaba antes del anochecer. Tonks se quedó toda la noche en vela esperándolo y siguió despierta por la mañana, temía que algo pudiera haberle pasado.

–Ven a dormir un poco, Tonks. –Le dijo Draco tocándole el hombro. –De seguro le tomó más tiempo de lo debido, si no aparece hoy, te prometo que mañana saldremos a buscarlo. –Tonks asintió.

Draco la acompañó hasta el cuarto que compartía con Remus y él se dirigió a la biblioteca para reunirse con Harry, Ron y Hermione.

– ¿Qué sucede? –Preguntó al llegar con los Gryffindor.

–Debemos tomar en cuenta los últimos eventos, ya no podemos confiarnos en que sus siguientes ataques serán pasivos. Si queremos atacar, debe ser ahora. Aun no destruimos ni la copa, ni la diadema y aún faltan dos más por encontrar. –Comenzó a explicar Harry.

–Podemos invocar fuego demoniaco. –Propuso Ron.

–Es muy difícil controlarlo, incluso para nosotros. Si lo hacemos, probablemente alguno de nosotros termine muerto. –Le respondió Draco.

–Entonces hay que practicar ese maleficio, no podemos quedarnos con los brazos cruzados. –Pero Harry fue interrumpido por un fuerte estruendo en la sala principal. Los cuatro salieron corriendo de la biblioteca hacia el primer piso con sus varitas en alto.

– ¡Qué sucede! –Gritó Harry.

– ¡Fue George! Él no calculó la formula exacta para hacer esto. –Todo el primer piso estaba cubierto por un pantano.

– ¡Vamos! –Gritó Ron muy irritado.

Harry se cubrió el rostro, estaba exhausto y harto de las bromas de Fred y George.

–No me importa quién lo hizo. Solo… límpienlo. –Dijo con decepción en su rostro.

Harry subió de nuevo y los demás se quedaron a ayudar a limpiar a los gemelos. Ginny subió justo después de él para alcanzarlo en el segundo piso.

–Sé que no debería pedirte esto, pero tenles paciencia. Todos estamos hartos y ellos solo quieren tener un poco de diversión. –Le dijo Ginny tratando de aliviar la molestia de su novio.

–No importa. Son problemas míos, no estoy enojado con ellos. –Harry se veía cabizbajo. –También estoy preocupado por Remus, espero que esté bien.

–Estará bien, tal vez se retrasó con algún asunto. Él es un mago excepcional, regresará a salvo. –Harry asintió.

–Por cierto. ¿Dónde está Bill y Fleur?

–Están en la Madriguera. Fueron por ropa y comida. Además le prometieron a mi madre que irían para que ella no estuviera preocupada.

Los demás seguían limpiando la sala, al parecer la broma de Fred y George del pantano portátil, no fue bien recibida por los demás en la casa.

– ¿No vas a ayudar? –Ron le replicó a Draco, quien se mantenía con los brazos cruzados, observando todo el desorden.

–No son mis hermanos. ¿Por qué debería limpiar su desorden? –Alzó una ceja y le respondió sutilmente a Ron. Charlie comenzó a reír por la pequeña discusión de los jóvenes magos.

– ¿Y cuál es tu excusa? Ellos son tus hermanos. –Dijo con un ligero tono rojo en su cara.

–Son mis hermanos, sí. Pero no quiero limpiar. –Se excusó Charlie burlonamente.

– ¡Ustedes inventaron esta cosa! Deben saber cómo quitarla. –Refunfuñó Ron.

– ¡Podemos! –Dijo Fred descansando en una silla alejado del desorden de la sala.

– ¡Pero no queremos! Creo que jamás te habíamos visto limpiar tan duro, Ron. –Continuó George.

Pero antes de que pudiera seguir burlándose, una bola de lodo aterrizó en la cabeza de George.

– ¡Entonces ven tú y límpialo! –Dijo Ron furioso.

– ¡Acabas de empezar algo que no podrás acabar! –Gritó Fred con una sonrisa malévola.

Fred comenzó a aventar lodo a diestra y siniestra, empapando a Luna, Jessy, Neville y Hermione quienes estaban a un lado del pelirrojo.

Una guerra de lodo se inició en la sala de la casa de seguridad de Harry. Por un momento todos menos Draco, comenzaron a lanzarse lodo, hasta que Hermione fue la primera en empapar a Malfoy, haciéndolo participar con todos los demás.

Harry, Ginny y Tonks bajaron las escaleras para observar porque había tanto ruido en el piso principal, encontrándose con la sala y a sus amigos llenos de lodo.
Bill y Fleur entraron a la casa y se dirigieron a la sala, encontrándose con la misma escena.

– ¿Qué les sucede? –Elevó la voz el mayor de los Weasley. Alzó su varita y en cuestión de segundos, el pantano marca Weasley desapareció.

–Estábamos aburridos. –Dijo George con tono despreocupado.

–Pues distráiganse con otra cosa, esta no es su casa, no le den más problemas a Harry. –Su semblante se miraba serio.

Draco tosió un poco y recobró su compostura, Hermione se dio cuenta de esto y no pudo evitar el soltar una risita.

– ¿Dónde está Remus? –Preguntó Bill a Tonks.

–Aún no está aquí. –La voz de Tonks apenas y se escuchó.

– ¿Aún no llega? –Bill cambió su cara de inmediato.

– ¿Cómo están mamá y papá? –Preguntó Ginny.

–Mamá está bien, a papá no lo vi. –Respondió. Los hermanos Weasley se acercaron. –Mamá dijo que él estaría aquí esperándome junto con Remus, que tenían algo que decirnos, por eso pensé que para cuando volviéramos aquí, ellos ya estarían aquí.

–Es extraño…

–Lo único que nos quedaría sería esperarlos. –Todos siguieron la orden de Bill y descansaron en la ahora limpia sala.

Ron estaba sobando su propia mano y deliberadamente hacia ruidos de dolor para quejarse en voz alta.

–Cállate, no seas quejumbroso. –Le dijo Ginny sin paciencia.

–Me lastimé la muñeca por tratar de limpiar el desastre que hicieron aquellos dos. –Le respondió a Ginny con pocos ánimos.

–Déjame ver. –Jessy llegó hacia él y tomó su mano rápidamente.

– ¿Qué haces? –Ron se puso totalmente rojo.

–No es nada grave, puedo ayudarte. –Alzó su varita y atrajo hacia ella un vendaje.

– ¿Eres una clase de prodigio en la medicina o algo así? –Le preguntó Ron algo desconfiado.

–No. –Jessy forzó el vendaje para provocarle un poco de dolor. –Mis padres trabajaron en San Mungo, aprendí alguna cosa de ellos. –Ron se sintió mal por sus comentarios indiscretos.

Luego de un rato, escucharon un ruido de la entrada. Tonks vigilaba el pasillo principal a la espera de que Remus entrara a la sala, todos los demás estaban expectantes.

El primer mago que entró fue Arthur con un temple serio. Tonks sentía un nudo en la garganta al no ver a Remus, hasta que este entro justo detrás del patriarca de los Weasley, ella saltó del sofá y fue corriendo hacia él para darle un abrazo.

– ¡Me tenías tan preocupada! –Le murmuró al oído.

–Lo sé, lo siento. Pero las cosas se complicaron un poco. –Dijo este.

Para la sorpresa de los demás, el sonido de unos pasos que se aproximaban les llamó la atención.

– ¿Hay alguien más con ustedes, papá? –Preguntó Bill.

Justo detrás de los otros dos magos, apareció la silueta alta, delgada y lúgubre del nuevo director de Hogwarts; Severus Snape.

Todos quedaron atónicos ante el mago que apareció justo enfrente de ellos. Harry, los gemelos y Ron alzaron su varita y lo amenazaron pero el Señor Weasley, Remus y Draco, fueron más rápidos para protegerlo.

– ¡Qué les sucede! –Harry les gritó. – ¿Por qué lo han traído aquí? ¿Por qué lo están protegiendo? ¡Aléjense de él, yo mismo lo mataré!

– ¡Harry cálmate! –Remus insistió.

– ¡Muchachos, ustedes también! –Arthur alzó la voz y a duras penas sus hijos bajaron sus varitas.

Hermione no tomaba crédito de lo que estaba pasando, jamás se hubiera imaginado que fuera Snape quien aparecería por esa puerta.

– ¡Él lo mató! ¡Él mató a Dumbledore! ¡Él ha intentado matarnos! –Gritó con rabia.

–Harry sé que esto es difícil, pero por favor, escucha lo que Severus tiene que decir. –Le dijo Remus.

–Como siempre, Potter actuando antes de entender la situación. Creo que todo este tiempo no te ha servido de nada, sigues siendo el mismo muchacho impulsivo. –Snape respondió con su característica voz ronca. Harry no podía dejar de verlo con rencor.

– ¿Cómo ustedes pueden confiar en él? ¿Cómo me piden que confíe en él? –Preguntó Harry con desilusión.

–Harry. Él nos ha estado informado todo este tiempo, sin él, pudimos haber sido emboscados muchas veces. –Dijo Remus.

– Antes de la muerte de Albus, nos pidió que nos reuniéramos, nos explicó lo que pasaría después de su muerte y nosotros juramos lealtad a Dumbledore. –Dijo Arthur.

–Él… –murmuró Draco. –él me salvó. –Cuando estaba a punto de morir, él arriesgó su vida para salvarme. –Dijo sin elevar la vista.

–Te escucharé. Si quieres que tenga consideración y te crea, debes contar toda la verdad. –Le dijo Harry con seriedad. Snape asintió tenuemente.

Después de una larga platica, Snape logró resumir las cosas para poder explicarlo todo. Luego que terminó, hubo un gran silencio incómodo.

–Entonces… –Neville se atrevió a hablar, todos lo miraron. – ¿Por qué mandaste a los Dementores a seguir el Expreso de Hogwarts?

–Es obvio, Señor Longbottom. –Su voz ronca resonó. –Sabía que los seguidores de Voldemort atacarían a los estudiantes tarde o temprano, decidí que sería mejor que ustedes regresaran antes a sus casas para estar más protegidos. Además, ningún Mortífago es capaz de realizar un encantamiento Patronus. Ustedes fácilmente podrían deshacerse del ellos, mientras que los otros no.

Harry pensó en aquel ataque al Expreso de Hogwarts y recordó que a pesar de que los Dementores los atacaron, los verdaderos afectados fueron los Mortifagos.

Los demás miraron a Harry, esperaban a que fuera él dijera algo.

Suspiró ampliamente. – ¿Ustedes confían en él? –Le preguntó a Remus y a Arthur, ambos asintieron. –Entonces no hay nada más que decir. ¿Qué es lo que sigue?

–Voldemort todo este tiempo ha estado buscando la varita que Dumbledore tenía a su disposición. Dumbledore, precavió esto y me pidió que yo la cuidara. La escondí en Hogwarts. –Confesó Snape.

Comenzaron a hablar de todos los artefactos que Voldemort tenía a su disposición y a todos los magos que han matado a su nombre. Duraron todo el día hablando y horrorizándose por los planes a futuro que tenía el Señor Tenebroso.

Harry subió a su habitación y detrás de él, entró Snape, cerrando la puerta a su espalda.

–No quise decir nada sobre esto allá abajo, pero… ¿Cómo van con los Horrocruxes? –Le preguntó su antiguo profesor.

–No muy bien. –Dijo distante. –Aún me faltan dos por encontrar y otros dos por destruir. –Snape giró los ojos con disgusto.

–Uno de los últimos dos Horrocruxes, es Nagini, así que cuando te cruces con eso, mátala. – Le dijo. – Toma esto, sé que sigues desconfiando de mí, pero cuando estés solo puedes mirarlo. –Le entregó un frasco con un recuerdo adentro de él. Snape salió de la habitación ondeando su gran túnica. Harry se quedó mirando el frasco y cerró la puerta de su cuarto.

Snape estaba a punto de bajar las escaleras cuando Draco salió de su cuarto y lo interceptó en el pasillo.

– ¿Estás bien? –Dijo con una voz casi imperceptible.

Snape analizó lo que Draco le dijo y se dio cuenta de que Malfoy estaba preocupado por él.

– ¿Tú como estas? Escuché lo de tus padres…

–Estoy bien. –Dijo de la forma más fría posible.

–Entonces te veré luego. –Dijo Snape con nerviosismo, se dio la media vuelta y se fue de la casa. Draco se cubrió la cara, estaba agotado y se sentía impotente. Se sentó en un escalón de la escalera y se quedó ahí en silencio.

Después de un rato, Hermione salió de su habitación en busca de Draco, él ahora estaba en el sofá de la sala. – ¿Quieres venir a dormir? –Se sentó a un lado de él.

Pasó un largo silencio en dónde Draco no habló en lo absoluto. Hermione lo interpretó a que él quería estar solo pero en el momento en el que ella se intentó levantar, él la sujetó del brazo y evitó que se fuera.

–Tengo miedo. –Ella apenas y lo escuchó. –Desde el comienzo de esto, yo sabía que él estaba siendo un doble agente, pero ahora que lo vi entrando por esa puerta, sabía que estaría aún más en peligro. Tal vez alguien ya sospecha de él, si llegan a descubrir que está cerca de Remus, no durarán en matarlo de la forma más cruel posible. –Su voz se sentía dolida. –Hermione, –Levantó por fin su mirada húmeda hacia ella. –me siento culpable, todo este tiempo solo he estado preocupado por Severus. ¿Soy un mal hijo porque considero a mi maestro más como un padre que a mi verdadero padre? –Le preguntó entre sollozos. Draco se miraba destruido, ella sabía que esos pensamientos lo seguían atormentando. Malfoy solo se acercó y colocó su cabeza sobre el regazo de Hermione, ella acarició su cabello hasta que Draco se quedó dormido y ella junto a él.

El 24 de Diciembre, todos estaban con muy pocos ánimos. Ahora en la casa también se encontraban Molly y Arthur. Y nadie parecía recordar que día era.

– ¿Qué nadie piensa ayudarme hoy? –Dijo entre regaños. –No importa que esté pasando allá afuera. Por lo menos hoy, actuemos como si todo estuviera bien. ¡Y no se atrevan en abrir los regalos, los abriremos mañana todos juntos!

Al principio todos comenzaron ayudar con muy poco interés, pero poco a poco se empezaron a divertir. Colocaron unos viejos adornos navideños que la Señora Weasley trajo de su casa. Remus, Tonks, Charlie, Luna y ella se centraron en preparar la cena.

–Se ve bien, pero si el ángel del árbol hubiera sido un gnomo hubiera estado mejor. –Draco solo arqueó una ceja sin saber porque los demás reían.

Todo el día se la pasaron jugando, bromeando y olvidando la terrible guerra que se estaba viviendo allá afuera.

– ¡Mira George! –Fred llegó con un muérdago en la mano. – ¡Tengo una idea! –Fred tomó su varita e hizo levitar el muérdago arriba de la cabeza de Ron quien estaba hablando con Jessy.

– ¡Ron! ¡Mira allá arriba! –Ambos chicos voltearon y se pusieron muy rojos.

Todos reían, convivían, contaban historias y recordaban sus antiguas navidades con sus familias. A pesar de que no era para nada del estilo de Draco, Hermione lo miraba de reojo y de vez en cuando veía que sonreía inconscientemente con las bromas de los gemelos.

–Vengan. La cena ya está lista. –Les llamó la Señora Weasley.

–Quiero decirles que estoy agradecido por todos los que estamos hoy. Sé que hemos pasado por muchas cosas, pero estoy seguro que al final del día, todo estará bien. –Dijo Arthur, mirando a todos, dando palabras de aliento. Comieron y disfrutaron su compañía, aunque los Señores Weasley se sentían tristes pues el único de sus hijos que no estaba con ellos era Percy y temían por su seguridad.

Después de la cena, bruscamente llegó Snape, observó a todos que estaban tomando chocolate caliente.

– ¡Qué estupidez están haciendo! ¿No se dan cuenta que esto es una maldita guerra? –Dijo con un tono fuerte.

–Cálmate Severus. –Intervino Remus. –Estamos celebrando la navidad, es solo por un día que bajamos la guardia.

– ¡Pues mientras ustedes cantaban villancicos, Voldemort está reclutando a todos sus seguidores! Mandó llamar a todos los Mortífagos y a las criaturas mágicas que pudo. –Comentó firmemente. Respiró profundo y mucho más calmado dijo. –Esto comenzará mañana. –Todos se sorprendieron, pensaron que tendrían más tiempo.

–Acompáñame a hablar en privado, vamos Remus. –Dijo Arthur y ambos se levantaron de la mesa. Ya cuando casi salían del cuarto del comedor, Remus se volvió y llamó a Harry para que los siguiera.

–Rayos… sabía que en cualquier momento todo esto pasaría pero ya que esto será mañana, estoy muy… me siento muy… –Fred ni siquiera podía terminar la oración.

–Entonces… Hoy será nuestra navidad. –Dijo la Señora Weasley. – ¡Vayan todos al árbol a recoger sus obsequios!

Draco siguió sentado en el sofá observando a todos los demás abriendo sus regalos. Tonks recibió un suéter color amarillo en honor a su casa de Hogwarts, para divertir a los demás optó por cambiar su cabello también del mismo color y su boca se convirtió en un pico para dar la impresión de que era un pato.

Se sonrió tímidamente, le causaba alegría ver a los demás sonriendo al desenvolver los regalos de la Señora Weasley.

– ¿Creíste que me había olvidado de ti, querido? –Molly se acercó a él, en sus manos llevaba un regalo para él. Draco sonrió con timidez. –Pero primero me debes de dar un abrazo, sigue siendo navidad.

–Feliz navidad. –Se levantó a darle un cálido abrazo maternal, ella le respondió el abrazo con mucha fuerza haciendo que Draco se ruborizara y le entregó el regalo.

Espero unos segundos a que todos estuvieran distraídos y desenvolvió el paquete que le dio Molly, era un suéter celeste con una gran D de color verde esmeralda.
Por su lado, Hermione llevaba puesto un suéter de color azul oscuro y con una H de color lila.

Draco se le quedó viendo y sonrió, se podía observar que había apreciado mucho el regalo. – ¿Cómo te queda? –Le preguntó la castaña.

–Aún no me lo pruebo. –Se aclaró la garganta y comenzó a doblarlo. Hermione lo detuvo.

– ¿Por qué no? Todos nos pusimos el suéter, no puedes ser la excepción. –Se quedó en silencio y después se lo puso con orgullo.

– ¡Hay que tomarnos una foto, todos llevamos un suéter! –Dijo Tonks.

– ¿Deberíamos esperar a los demás? –Preguntó Ginny.

–Posiblemente tarden demasiado, mejor hagámoslo de una vez. –Dijo Charlie.

– ¡Oh querida, lo siento, pero no sabía que estabas aquí! –Le dijo Molly a Jessy.

–No se preocupe, Señora Weasley. –Le dijo. –Yo tomaré la foto.

– ¡No será necesario! –Ron alzó su varita y hacia él llegó un suéter con una gran R sobre él. –Este es el suéter de hace dos años, me queda algo chico, seguro a ti te quedará perfecto. –Le dijo con una gran sonrisa. Todos se acomodaron a lo largo de la sala y posaron para una divertida foto.

–Debemos decirles algo, tenemos que saber cómo actuaremos mañana. –Dijo Remus llegando a la sala junto a Arthur, Snape y Harry.

Luego de unas cuantas horas hablando, el ánimo cambió y todos permanecieron en silencio, pensando en lo que pasaría mañana.

–Vayan a dormir, yo… –Harry se calló. –Solo vayan a dormir. Mañana deben estar preparados. –Poco a poco todos subieron a su habitación, resignados a lo que sucedería.

–Severus. ¿No pasarás la noche aquí? –Le preguntó Remus.

–Nos vemos mañana.

Hermione seguía agregando cosas a su bolso, iba de un lado a otro por toda su habitación para evitar que algo se le olvidara.

–Duerme un poco. –Le dijo Draco acercándose a ella.

–No puedo. Y por lo que veo, tú tampoco. –Le dijo ansiosa.

–Ven a la cama. –La tomo de la mano y la obligó a recostarse.

Draco se recostó a lado de ella y Hermione se acomodó en su pecho.

–Prométeme que mañana no resultarás herido. –Le murmuró la castaña. Draco solo le dio un cálido beso en la frente.

Ninguno pudo dormir, pero al menos se tenían el uno al otro.

….

¡Hola! Gracias por seguir leyendo el fic. ¡Espero lo hayan disfrutado! ~Expelliarmus x.