X X V I

—YA ESTÁ. Ya se está despertando.

Oía esa voz en la lejanía. Quería moverse pero no podía. Tenía frío y se sentía drogada. ¿Dónde se encontraba? ¿Dónde estaba Sasuke? ¿Qué habían hecho con él? ¿Si él estuviera muerto ella lo sentiría físicamente?

Agitándose, intentando recuperar la movilidad, se percató de que estaba atada. Una luz potente la iluminaba y ella quiso abrir los ojos, pero esa luz la cegó.

—Levanta la lámpara —ordenó otra voz.

¿De qué le sonaba? No. No quería que fuera cierto. Era Daibutsu. Inspiró trémulamente, como si hubiera estado llorando durante horas, y olió a podrido. Esa peste insoportable provenía de él.

Tenía la boca pastosa y sabía perfectamente que la habían drogado y que además estaba atada sobre una mesa metálica y muy fría.

—Hola, sobrina —Daibutsu sonrió con cinismo—. Te hubiera llevado a una de mis casas, pero tus amigos las han cercado y las han quemado muy amablemente. Incorporadla —ordenó.

La mesa metálica giró ciento ochenta grados y la dejó en posición vertical, como si estuviera de pie. Los brazos extendidos a los lados y las piernas abiertas.

Sakura miró a Daibutsu. Era un vampiro. Pálido, con los ojos ojerosos y rojos, los dientes amarillos y los labios morados.

—Suéltame —murmuró intentando vocalizar lo mejor posible. Sus músculos se despertaban poco a poco—. ¿Dónde estoy?

Daibutsu se echó a reír.

—Mírala, Sasuke. Está aquí por tu culpa.

—En Glastonbury Tor, álainn —murmuró Sasuke.

Cuando Sakura oyó esas palabras supo que Sasuke estaba con ella y que si podía hablarla era porque seguía vivo. La alegría y la esperanza se desbordó en su interior.

—No has sabido protegerla, como tampoco hiciste con nosotros hace tantos años.

—No... —gimió Sakura intentando enfocar la mirada. No permitiría que hiciera culpable a Sasuke de eso. Ni hablar. Suficiente acarreaba Sasuke con sus recuerdos.

Sakura se esforzó un poco más arar ver dónde estaba. El suelo empezó a delinearse. Un suelo grisáceo, sucio. Alzó la vista y vislumbró una madera clavada en el suelo. Unos centímetros más arriba unos pies sucios y sangrantes estaban clavados por el empeine con una estaca a la madera. Sakura apretó la mandíbula al ver esa imagen. Siguió ascendiendo y sintió que el corazón se le partía a cada milímetro. Unos pantalones negros de cubrían unas piernas poderosas, pero ahora, sin embargo, indefensas y en muy mala posición. El torso desnudo tintado con churretes de sangre por doquier que empapaban el pantalón y los brazos abiertos en cruz se sostenían porque las muñecas estaban clavadas a la madera con unos clavos. Pensó que si seguía subiendo se echaría a llorar si además de todo eso le hubieran colocado una corona de espinas. Pero aunque el rostro de Sasuke, porque era Sasuke, estaba teñido de sangre y lleno de cortes no tenía ninguna corona de espinas.

Cuando lo miró a los ojos empezó a sollozar abatida.

—Sasuke... ¿Qué te han hecho?

—No llores, querida —le dijo Daibutsu cogiéndola bruscamente del pelo—. Se lo merecía. Ha matado a más de quince de mis hombres él solo y además te ha puesto en peligro después de decirle que si se resistía a mí te mataría.

—Sasuke... ¿Estás... estás...? —Sakura ignoró su comentario.

—No te preocupes, álainn —susurró Sasuke forzándose a sonreír.

Daibutsu se giró y le dio un puñetazo en el estómago. Sasuke expulsó el aire bruscamente y se quedó lívido.

—Para, maldito cerdo... —gritó Sakura.

Daibutsu la miró con los ojos encendidos de rabia.

—Ni una palabra más ¿Me has oído? A no ser que quieras que lo desfigure ante tus ojos.

Sakura frunció los labios. Haría lo que fuese con tal de que no le hicieran más daño.

—¿Qué quieres de nosotros, Daibutsu? —preguntó Sasuke recuperando el aire.

—Ya te lo dije, perdedor. En realidad nada. Sólo quiero demostrar lo que he descubierto y para eso la necesito a ella. Una vez muestre que mis sospechas son ciertas a ti ya no te necesitaré, pero me quedaré con Sakura.

Sasuke gritó y aulló como un animal herido, sacudiéndose intentándose desclavar él mismo de la cruz, pero a cada tirón su carne sufría nuevos desgarros.

—Sasuke... —sollozó Sakura. No por ella, sino por verlo a él tan desesperado.

Sakura cerró los ojos e intentó entrar en comunicación mental con él, pero cuando lo intentó Daibutsu la agarró y le dio un puñetazo en plena mejilla.

—Cabrón, hijo de puta —gritó Sasuke ofendido y dolido por ella—. Te mataré si vuelves a tocarla...

Sakura, que escupía sangre por el labio partido, miró de reojo a Daibutsu.

Daibutsu sacó una daga de su pantalón oscuro. Su puñal distintivo. Le puso la punta dos centímetros por encima del ombligo a Sakura y esperó a ver la reacción de Sasuke. Sakura tomó aire y metió la barriga para adentro y Sasuke enseguida se serenó. O eso. O ver como Daibutsu hacía daño a Sakura.

—Bien —sonrió Daibutsu—. Veo que entendéis qué idioma hablo. Dejad de estimularos, Sakura —la miró recriminándola—. No se te ocurra entablar comunicación con él. Ni con él ni con vanirios, ni con berserkers, ¿me entiendes? Yo hablo en esa frecuencia y puedo detectarlas. Si intentas alertar a alguien de lo que está pasando simplemente lo mataré —se encogió de hombros—. Pero sería una pena porque entonces no podrá ver lo que te vamos a hacer.

Orochimaru apareció justo al lado de Daibutsu. Llevaba una maleta negra consigo y estaba pálido y ojeroso. Sakura no había sido fácil de reducir y puesto que Orochimaru no lo alimentaba, se veía forzado a beber sangre de humanos. La sangre lo mantenía vivo, pero al no ser el tipo de hemoglobina que él necesitaba para mantener las características vanirias lo estaba mutando a pasos forzados en un vampiro.

—¿Por qué haces esto, Daibutsu? —preguntó Sakura acongojada y asustada.

—Puede que esté hastiado de todo —contestó llanamente—. Abre la maleta, Orochimaru. Puede que me harté de vivir a la sombra de la vida, esclavizado por un ser mucho más débil y menos poderoso que yo. ¿Qué sentido tiene? Llevo tantos siglos en vida que me ha dado tiempo de ver el esplendor del ser humano, y estoy harto de proteger a algo tan estúpido, ignorante y vanidoso. La raza humana debe llegar a su fin.

—¿Así que quieres acabar con todos los humanos?

—No —sonrió sin que le llegara a los ojos—. Una de dos: o acabo mejorando la raza o simplemente los haré desaparecer.

—No eres Dios —replicó Sakura.

—No. Pero gracias a él, a mi Dios, hoy soy lo que soy.

—Un asesino —replicó esta vez Sasuke.

—Un visionario. Sasuke —se agachó y observó los instrumentos que disponía Orochimaru en su maleta—. ¿Qué has logrado desde que te transformaron? ¿Has pensado alguna vez en eso? ¿Sirve de algo tantos siglos de hambre y de sufrimiento para que luego no salgas ni en los libros de Historia?

—No necesito ser recordado por nada cuando yo mismo soy más longevo que la memoria de los demás. ¿No crees?

Daibutsu apretó la mandíbula ante su respuesta.

—Pero no te engañes, Daibutsu —continuó Sasuke—. Siempre quisiste tener el protagonismo. Siempre quisiste ser el líder y sin embargo nunca te eligieron. Un hombre que es tan vanidoso y tan egoísta no puede pensar en los demás. ¿Qué bien podrías haber hecho tú, aparte de llevarnos a guerras y más guerras entre clanes y seguramente al final entre nosotros y los humanos? Nunca fuiste conciliador y tuviste siempre una lucha particular. No odias andar bajo la sombra del ser humano. Ni odias andar bajo la noche. Odias andar bajo la sombra de un hombre que fue mejor que tú en todo, tú no le llegabas ni a la suela del zapato, de ahí tu rabia. Kizashi siempre fue el mejor de nosotros y eso te corroía las entrañas. Eres un jodido traidor.

Daibutsu arqueó las cejas y lo desafió con la mirada.

—Yo os pude haber ofrecido muchas más cosas de las que Kizashi os dio. Tenía conocimientos, estaba investigando sobre nosotros, sobre nuestra maldición.

—No. No es una maldición —aseguró Sasuke mirando fijamente a Sakura.

Daibutsu miró a Sakura con sus ojos casi blancos y le acarició una mejilla. Esta se encogió esperando recibir otro golpe y Sasuke se tensó creyendo que llegaría. Sasuke odiaba no poder protegerla. Necesitaba tiempo para sacarlos de allí. ¿Cómo iba a hacerlo?

—Ahora no lo ves así porque has encontrado algo que te calmará por la eternidad —ronroneó Daibutsu—. Qué suave es... Es realmente hermosa. En fin, yo esperaba encontrar al menos una fórmula para que nos permitiera salir bajo la luz del sol —Orochimaru le ofreció un bisturí y él lo aceptó sin inmutarse.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Sasuke entre dientes—. No le hagas nada, por favor. Si tienes que hacer algo házmelo a mí.

—Oh, cállate. Das pena —le espetó Daibutsu furioso señalándole con el bisturí—. Sabía que la sangre guarda fórmulas, rompecabezas que si se consiguen descifrar pueden reconstituir aquello que ha sido malogrado. Como nosotros. A nosotros nos mutaron.

—Asesinaste a berserkers, torturaste a vanirios. A niños y niñas. Mataste a Kizashi y a Jade —Sakura le sentenció tirando de su amarre y la camilla se agitó—. No te escudes en tu afán de encontrar una cura para vuestro defecto. No te cree nadie.

—Ése no era el fin. El objetivo era encontrar la fórmula perfecta que reconstituyera nuestro ADN y rectificara nuestra deficiencia. El fin era convertirnos en el clan más poderoso del mundo una vez pudiéramos salir también bajo la luz del sol. Seríamos invencibles. Seríamos reyes.

—Loki te ha tentado y no te has podido echar atrás, ¿verdad? Lo hiciste por avaricia. Todo lo has hecho por avaricia —Sasuke le escupió—. Un hombre que no puede ganarse el respeto de los demás a través de su actitud y sus palabras siempre quiere hacerlo al final a través de la extorsión. Cobarde genocida. Kizashi era el líder y tú quisiste su puesto, Kizashi se enamoró y quisiste a su mujer. Kizashi tuvo a una hija y ahora quieres a su hija. Es triste ir siempre detrás de todo aquello que no puedes tener...

—¿Quién te ha dicho que no puedo tener a Sakura? Mírate —se acercó a ella y le puso una mano sobre el pecho, apretujándoselo—. La estoy tocando y si quiero ahora mismo le subo el camisón y me la follo delante de tus ojos. No podrías detenerme ¿Te gustaría?

Sakura se asqueó ante lo que le hacía Daibutsu. Le hacía daño en el pecho, era brusco y su aliento apestaba. Supo que aquello no acabaría bien si no sucediera algo que realmente sorprendiera a todos y les hiciera bajar la guardia lo suficiente como para que ella pudiera entrar en contacto con alguien... No podía hablar con vanirios ni con berserkers, sólo tenía... a Temari. Temari era especial. Lo había dicho tanto Konan como Obito. Ambos coincidían en que era poderosa mentalmente. ¿Habría una posibilidad? Y Koharu... Aquella mujer tenía un sexto sentido para las cosas. ¿Y si lo intentaba también con ella?

Sakura observó a Sasuke. El irradiaba odio por sus ojos negros y además se sentía impotente e indefenso.

Sí, Temari. Se anclaría a esa única salvación. Cerró los ojos con fuerza y se aisló de lo que le estaba haciendo Daibutsu que ahora le tocaba el otro pecho clavándole las uñas. La estaba lastimando.

—Temari, soy Sakura... y están a punto de matarnos...

Temari acababa de despertarse rodeada por dos berserkers. No estaba desnuda, simplemente dormía apoyada, o mejor desmayada, sobre el pecho de uno de ellos.

Alrededor, varios miembros del clan también se despertaban. Konan se acercó por detrás y le dio la mano para que se levantara.

—Chica, ese hidromiel es... —comentó Temari aceptando la mano de Konan. Se puso una mano sobre la cabeza y apretó los ojos con fuerza—. Siento que me va a estallar la cabeza.

—¿A sí? —sonrió Konan—. Serías la primera persona que conozco a la que le da resaca el hidromiel.

Temari sonrió y se limpió el vestido con las manos.

—Me pitan los oídos —murmuró meneando la cabeza.

Konan se extrañó al oír eso.

—¿Y Sakura? —preguntó Temari haciéndose un moño mal hecho—. Debo de estar hecha un guiñapo.

—No estás en tu mejor momento y llevas dos chupetones en el cuello —señaló Konan cruzándose de brazos—. Sakura desapareció tras esos matorrales de allí —señaló con el dedo—, siguiendo a mi hermano, por supuesto.

—Por supuesto —puso los ojos en blanco—. Ah, joder...

—¿Tan mal te encuentras? —Konan la ayudó a sentarse. Temari se tambaleaba.

—No, nunca me había pasado.

—¿Qué sientes?

—Es el pitido este... me molesta mucho —se tapó los oídos.

—Un pitido...

—Es como si algo quisiera entrar en mi cabeza. Es como si...

—Temari...

—Konan —susurró Temari—. Siento la voz de Sakura...

—¿Qué? —Konan se alteró.

—Temari... Daibutsu nos ha capturado a Sasuke y a mí.

—¿Qué? Sakura. Es la voz de Sakura —repitió Temari sosteniéndose la cabeza con dos manos.

—Escúchame, Temari. Tienes que avisar a mi abuelo y a Konan ¿Me oyes? Nos han capturado. Estamos en Glastonbury Tor, creo que estamos en unos túneles... Quedan pocas horas para amanecer y si no os dais prisa nos van a matar. Ayúdanos, Temari. Avisa a la gente.

Temari se levantó como alma que lleva el diablo y cogió a Konan por los hombros.

—¿Qué sucede, Temari? No me asustes.

—Sakura... Sasuke... Los han capturado. Hay que avisar a los berserkers y darse mucha prisa antes de que salga el sol. Los van a matar.

La mano de Daibutsu le había subido el camisón y arañado el estómago. El vampiro se pasó la lengua por los labios morados y admiró la escultural figura de Sakura.

—¿Quieres ver lo que le hago, Sasuke? Me la voy a tirar aquí delante de ti, sólo para verte sufrir. ¿Te gustaría? —sus ojos blancos e inyectados en sangre.

Sasuke a duras penas se controlaba. La cruz en la que estaba clavado temblaba debido a la fuerza que contenía el vanirio.

—A mí sí —contestó Sakura poniéndose una máscara de indiferencia. Necesitaba tiempo.

Sasuke entornó los ojos hacia ella.

—No, Sakura. ¿Qué haces?

Daibutsu la miraba asombrado y Sakura tenía una mirada fría y calculadora. Si no la conociera, Sasuke pensaría que ella hablaba en serio. Sin embargo, confiando en ella como ahora confiaba... Sakura tramaba algo. Pero eso la pondría en peligro y él no lo podría permitir.

—Basta, Sakura.

—Cállate. Eres penoso, Sasuke. Y ya me he cansado de ti.

Daibutsu soltó una carcajada de incredulidad.

—Siempre igual —continuó ella—. Eres débil y cometes muchos errores. ¿Por qué hoy me has dejado sola? Sabías que nos iban detrás y me has abandonado. Ni siquiera me has avisado a dónde ibas. Lo has vuelto a hacer, Sasuke —a Sakura se le rompía el corazón al ver la cara de dolor de su pareja.

Sasuke gimió. Un puñetazo en el estómago no lo habría sorprendido más. ¿Sakura estaba actuando, verdad? Ya no estaba seguro.

—¿Tú me habrías dejado sola hoy, Daibutsu? —lo miró seductoramente.

—Daibutsu, cuidado... —murmuró Orochimaru atónito ante la actitud de Sakura.

—Cállate —ordenó Daibutsu—. No te habría dejado sola —afirmó negando con la cabeza—. Yo soy un buen líder. No cometo errores.

—No lo dudo. Te ves seguro y firme. Dime, Daibutsu. ¿Por qué soy importante para ti? —le preguntó ella ronroneando.

Daibutsu dudó. ¿Sakura estaba jugando?

—¿Qué te propones? —Daibutsu achicó los ojos y dejó de manosearle el estómago.

Sasuke observaba la escena como si aquello no fuera con él. Pero sí que iba con él. Se trataba de su cáraid. Y su cáraid estaba coqueteando ahora con el asesino de su padre, y lo estaba rechazando a él.

—Orochimaru, explícaselo —ordenó Daibutsu—. Tu padre te lo dirá.

Sakura se mordió la lengua. Tenía muchas cosas que decirle a su «padre».

—Hace dos semanas, en la última extracción de sangre que te hicimos, nos dimos cuenta de que tu ADN empezaba a mutar. Ésa era la conversión que esperábamos desde hacía años. Daibutsu ha ido probando tu sangre religiosamente...

—Deliciosa, por cierto. ¿No estás de acuerdo, Sasuke? —Daibutsu encaró a Sasuke y se echó a reír.

Sasuke ya no hablaba. Simplemente se limitaba a escuchar.

—La última extracción que te hicimos confirmó nuestras sospechas —explicó Orochimaru—. Después de años de búsqueda y de experimentos por fin lo tenemos.

—¿El qué?

—Tu sangre es un antídoto a nuestra fotodermatitis —dijo Daibutsu centrándose de nuevo en ella.

—¿Mi sangre? —repitió ella sin poder creerse lo que intentaban decir.

—Experimenté con berserkers. —Daibutsu volvió a levantar su camisón y acarició sus muslos—. Ellos no eran humanos y sin embargo podían salir de día. Pensé que su sangre podría darme las respuestas que necesitaba —acercó su cara a su estómago e inhaló—. Hueles tan bien...

—Continúa, por favor —suplicó Sakura todavía seduciéndolo.

—Los berserkers no nos dieron los resultados que buscábamos —aseguró Orochimaru observando la piel de alabastro de Sakura.

—Experimenté con humanos —Daibutsu lamió la zona del ombligo de Sakura y esta dio un respingo que él malinterpretó como placer. Sonrió complacido—. Los humanos son más débiles que nosotros, su sangre no nos potencia los poderes, simplemente nos sacia el hambre. Entonces, cuando ya estaba en un estado de desesperación absoluto, apareció Jade —Daibutsu acarició la mejilla contra el interior del muslo derecho.

—Mi madre —asintió Sakura.

—Ya sabes la historia. Kabuto tuvo que contártela antes de que lo matarais.

—¿Te enamoraste de ella?

Daibutsu dudó en la respuesta.

—Ella me tenía la mente comida. Era tan seductora. Su manera de caminar, de sonreír, de apartarse el pelo de la cara. Su tono de voz, lánguido... arrastraba las palabras. Yo la espiaba. La seguía. La escuchaba a escondidas. Me volvió loco.

—Pero apareció mi padre —dijo Sakura alzando las cejas y observando la reacción de Orochimaru.

—Ese mal nacido de Kizashi... —musitó Daibutsu soltando su pierna con un gruñido—. Se la quedó él.

—Mi madre lo escogió, dirás. Tú nunca te presentaste. Nunca te hiciste conocer. Fuiste un cobarde.

—Es su manera de actuar —contestó Sasuke desafiándolo.

Daibutsu cogió el bisturí y sin avisar se lo clavó en el muslo a Sakura. Ésta se tensó, apretó los ojos y gritó hasta que no le quedó voz ni aire.

—Déjala, Daibutsu... Te mataré —gritó Sasuke.

—Te he dicho que no juegues conmigo, Sasuke. No tengo paciencia. Esto es por desafiarme antes —retorció el bisturí en la pierna de Sakura—. Orochimaru, inyéctale un tranquilizante.

Sakura apretó los labios. No quería darle el gusto de que supiera que estaba haciéndole muchísimo daño.

Orochimaru se acercó a Sasuke y le clavó con rabia una aguja en el centro del pecho.

—Dai... Daibutsu —le dijo Sakura entre labios—. Déjalo. Es... es un necio y un perdedor. No me castigues a mí por sus errores.

Daibutsu alzó la vista y quiso averiguar si Sakura decía o no la verdad. Le desclavó el bisturí y observó ensimismado como su sangre salía a chorros de su piel.

Orochimaru gruñó ante el olor, pero Daibutsu lo advirtió con la mirada de que si intentaba probarla antes que él era hombre muerto.

—Cuando Jade y Kizashi huyeron yo los seguí. Más tarde descubrí que estaban esperando un niño. Me lo dijeron los humanos que tenemos trabajando en los Cárpatos. Quise llevarte conmigo nada más nacer, pero los clanes de allí estaban muy bien organizados y gozabas de la protección de todos sus miembros. Kizashi se enteró de todo lo que había alrededor de los vanirios y los berserkers. Descubrió nuestra organización y regresó decidido a advertir a los clanes y a unirlos a todos. Por suerte, los intercepté antes.

—Yo los intercepté —rectificó Orochimaru.

—Eso no importa —aseguró Sakura—. Los matasteis.

—Con el tiempo —explicó Daibutsu—. La primera extracción de tu sangre me dio una pequeña muestra de lo que podrías hacer cuando mutaras.

—¿Qué puedo hacer?

—Así que viendo que Jade y Kizashi habían creado algo como tú —ignoró su pregunta. Realmente hablaba orgulloso de sus proezas—, los obligué a tener más niños mientras estaban en cautividad. Ambos se negaban con uñas y dientes, nunca mejor dicho. Quería verificar lo que tenía entre manos y a ti podría pasarte cualquier cosa, así que... ¿Por qué no hacer más Sakuras?

—No pudieron —las lágrimas inundaron sus ojos turquesa.

—No. No pudieron —afirmó como si diera la hora—. Cuando me encargué de tu madre personalmente intenté acostarme con ella, ella no me dejó y yo simplemente me descontrolé. Sólo recuerdo que había hundido mi puñal en su vientre. Después de eso no pudo volver a tener hijos.

—¿Qué... qué puede hacer mi sangre? Dímelo.

—Como ellos ya no me sirvieron —prosiguió haciendo oídos sordos—, tenía que encontrar la manera de engendrar más híbridos. Por eso rapté tanto a vanirios como a berserkers y los obligué a mantener relaciones. Nacieron cinco híbridos más y los separamos de sus padres para estudiarlos. No aguantaron las pruebas. Simplemente murieron a los pocos días.

Ni Sakura ni Sasuke podían creerse lo que oían. Aquello era horroroso y estremecedor. Sasuke dejó de moverse. Sus músculos ya no respondían. Sus ojos era lo único que podía utilizar.

—¿Qué descubriste la primera vez que... que tomaste de mi sangre? —tenía ganas de vomitar.

—Pude salir bajo el sol unos cinco minutos —aclaró él mirando de reojo a Sasuke.

—Dios mío... ¿Y qué crees que hará ahora mi sangre?

—Tu sangre, Sakura, nos inmuniza ante el sol —explicó finalmente—. Contigo podemos volver a salir de día siempre que nos alimentes como es debido.

Sasuke abrió los ojos con sorpresa y buscó la mirada de Sakura. Cuando entraron en contacto un millón de palabras atropelladas se quedaron por el camino.

Daibutsu cogió el bisturí ensangrentado y le hizo dos cortes verticales en ambas muñecas. La sangre empezó a manar de ellas y Orochimaru se encargó de poner recipientes que la recogieran.

Sakura sintió la piel lacerarse, había hundido tanto el bisturí que seguramente había cortado un tendón. Le dolía hasta el hueso.

—Vamos a hacer la prueba —Daibutsu apretó más las muñecas.

—Pero yo... —los cortes le dolían—. No soy suficiente para todos.

—No lo eres. Pero tu sangre será suficiente ahora para mantenernos bajo el sol y hacer lo que queremos hacer. Está a punto de amanecer y los vanirios no pueden salir. Los berserkers todavía duermen y descansan después de la luna llena. Los niños son nuestros. Ellos serán los próximos que nos suministren la sangre que necesitamos. Los educaremos y cuando sean suficientemente mayores como para tener hijos los utilizaremos para conseguir a los híbridos que nos mantengan de día. Seremos invencibles.

—No... —gritó Sasuke explotando viendo como desangraban a Sakura—. No lo permitiré... —el suelo tembló ligeramente. Una sacudida pequeña pero notable.

—Sasuke, detente...

—¿Cuántas veces hay que repetírtelo? —preguntó Daibutsu riñendo a Sakura rabioso. Agarró el puñal y se dirigió a Sasuke. Tres estocadas firmes en el estómago. El puñal se hundió hasta la empuñadura las tres veces y Sasuke quedó sin respiración.

—No, no, Sasuke... —Sakura lloraba y gritaba, pero no había modo de librarse de todo aquello. Era una pesadilla.

—¿No me habías dicho que querías que yo te lo hiciera delante de él? —Daibutsu la agarró del pelo y tiró de él con fuerza. Sakura echó el cuello hacia atrás y Daibutsu inclinó la cabeza hacia su pecho. La mordió con dureza y al sacar los colmillos la desgarró.

Sakura quedó temblorosa y pálida al sentir lo que le hacían los dientes.

—Así aprenderás —le escupió Daibutsu—. No llores. Luego yo te curaré.

—Vas a morir, Daibutsu —le pronosticó Sasuke con la lengua casi dormida—. Yo te mataré. Lo juro —su voz llena de fuerza y afilada como sus colmillos que habían explotado en su boca.

—¿Lo matamos ya? —preguntó Orochimaru llenando el décimo vaso.

—No, espera. Me gusta ver cómo sufre por ella.

Sakura estaba perdiendo el conocimiento y su piel palidecía por segundos. Sus ojos turquesas se quedaban sin expresión y sus labios que antes eran rosados y suculentos ahora estaban morados y secos.

—Sakura... —Sasuke la llamaba dolorido por las puñaladas—. Aguanta, Sakura...

—Llévate a veinte de mis hombres. Dales de beber. Dentro de media hora —le dijo Daibutsu a Orochimaru — saldrá el sol. Su sangre nos cubrirá unas dos horas, más o menos, debemos darnos prisa.

Orochimaru asintió.

—¿Puedo beber yo? —preguntó Orochimaru mirando hambriento uno de los vasos llenos.

—Puedes —le dio la espalda y procedió a desatar a Sakura, que cayó sobre su hombro como peso muerto.

—Temari... Temari... Los niños. Proteged a los niños. Lleváoslos de allí —no sabía si lo que enviaba a Temari le llegaba de alguna manera. Pero lo que sí supo fue que aquel iba a ser el último mensaje mental que iba a enviar en su vida si no llegaba un milagro. Tras ese pensamiento se desplomó y todo se volvió negro.

—¿Y qué hacemos con él? —Orochimaru que tenía los labios rojos de beber sangre señaló a Sasuke con un gesto despectivo de su cabeza.

—Está debilitado, no podrá escapar. Además, vamos a dejar que se regodee en su desgracia unos días más.

Sasuke tenía la cabeza hundida y los hombros le temblaban de ira o de llanto. Ninguno de los dos supo qué provocaba que su cuerpo se sacudiera. Y tampoco les importó.

Orochimaru avisó a los secuaces, entre ellos Dubv y Fynbar, y cuando bebieron todos salieron de aquel lugar dejando a Sasuke clavado en la cruz como un mártir al que Dios le había dado de lado.

Daibutsu volaba con Sakura colgada del hombro. El vampiro podía sentir el amanecer en su cara y sin embargo después de dos mil años la piel no le ardía ni le quemaba.

Orochimaru volaba a su lado y el aquelarre iba tras de ellos.

Orochimaru cargaba con una bolsa llena de bolsas de depósito negras para cubrir a los niños vanirios con ellas y así evitarles quemaduras por el sol.

—En cinco minutos me reúno con vosotros —dijo Daibutsu a Dubv y a Fynbar.

Estos asintieron y se dirigieron hacia Dudley sin rechistar.

Daibutsu se desvió y llegó adquiriendo una velocidad de vértigo a la costa inglesa. Descendió hasta la playa con Sakura en brazos y se internó en una cueva rocosa. Una gruta.

La marea subía poco a poco, pero eso a él no le importó porque él llegaría antes de que el mar se la llevara. Estaba medio muerta, casi completamente desangrada. Su camisón roto y ensangrentado. Su piel cerúlea no ocultaba las finas y delicadas venas que se asomaban por debajo, trémulas intentando bombear una sangre que ya no estaba.

—Te dejo aquí sólo un rato, Jade —le acarició los labios resecos—. Vendré a buscarte en cuanto hayamos hecho todo lo planeado —sonrió y observó la fea herida que le había hecho en el pecho—. Vas a ser mi mujer —luego acarició el sello de su muñeca. El bisturí no había logrado cortar ese trozo de carne. Daibutsu gruñó—. Esta marca se te irá. Aunque tenga que cortarte la mano para ello.

Sacó su puñal. Estaba ido y malhumorado. Puso la hoja sobre la frágil muñeca de la joven. Pero mientras la cortaba lo pensó mejor.

No había tiempo que perder. Tendría la eternidad para castigar a Jade por lo que le había hecho. Porque no era Sakura. No para él. Sakura ya no se movía. Tenía el cuello echado hacia atrás en muy mala posición, los brazos extendidos hacia los lados.

Daibutsu se incorporó y salió corriendo de la gruta.

Solo nos quedan dos capítulos más para finalizar esta historia.