Capítulo: 26
Advertencia este capítulo contiene lectura para adulto
—Queeee quieres que los lleve cargando hasta allá —
—Claro es más ya están listos, los acomode para que los puedas llevar sin ningún problema— me dijo y al instante me entrego los tres pasteles, luego tomo mi mano y escuche —te alcanzo más tarde si te preguntan del permiso solo diles el nombre de George —
—Queee no entiendo…espera no quiero ir— le grite pero el, solo tomo mi mano y me llevo a la puerta, sacándome de la cafetería, sin darme cuenta ya estaba fuera con los pasteles, no quería ir a la plaza pero necesitaba el dinero, sostuve con gran fuerza los pasteles tome un fuerte respiro y comencé a caminar.
Sentía como mis manos sudaban al sostener los pasteles, pero eso no me importaba por qué lo único que pensaba era como todas las personas me quedaban mirando, me miraban y sentía que iba a morir, nunca pensé que las miradas me disgustaran, es mas en algún momento de mi vida me gustaba que todos, voltearan a ver me, pensaba que admiraban mi grandeza pero ahora por primera vez me sentía tan insignificante y para darme fuerza repetía una y otra vez en mi cabeza —el dinero es para ellos, para ellos —
Repetí esta palabra una y mil veces hasta llegar, a la plaza, en ese momento recordé todas las veces que de niña mis padres me llevaban de compras, recordé también las veces que me escape del colegio para ir a la plaza o cuando caminaba con mis antiguas amigas por toda la plaza en todas esas ocasiones, nunca me preocupe por la gente pero ahora sentía que moriría de vergüenza el simple hecho de poner un pie.
Regrese de todos mis recuerdos cuando el sol me estaba quemando la cara y grite «Maldición este pinche calor que no me deja » mire los pasteles y también les estaba afectado no tenía otra elección que entrar a la plaza.
Mis piernas me temblaban no sabía qué hacer, solo me dijo que aquí vendiera los pasteles, pero como, como los vendo maldición que voy hacer, camine en círculos en medio de la plaza observando todos los establecimientos, comida, ropa, joyería, etc.
Miraba las personas que se encontraban atendiendo a los clientes, todas ellas sonreían muy alegres y amables pero me encontraba tan angustiada que no sabía por dónde empezar, es mas no sabía dónde tenía que vender los pasteles, mis manos ya no soportaban más, mire a unos cuantos metros había mesas, así que camine y coloque los pasteles sobre las mesas, mire de un lado para otro y nadie se acercó para decirme algo.
Durante un tiempo me quede parada esperando que alguien se acercara pero nadie, nadie se detenía solo pasaban a un lado y me miraban con desagrado, solo pensaba «Maldición y mil veces maldición que rayos estoy haciendo acá» regrese de mi pensamiento cuando escuche —¿Señorita a quien espera?, ¿por qué razón no se mueve?, esta zona esta, reservada por los restaurantes de la plaza —
—Lo que pasa vera…mmm es que —
—Señorita será mejor que se retire, no puede estar en este lugar sin consumir — cuando sentí un fuerte jalón y grite —Nooo señor policía no me jale nooo —
—Le dije que se fuera acaso no entiende, no puede estar en este lugar asunta a la gente—
—Queeee como es que, la asusto — por empezar a discutir, no me dije y por poco tiraba los pasteles al piso y grite muy fuerte —Mis pastelesssssss—
Al gritan tan fuerte el policía, me soltó la mano y me pregunto — ¿Esos pasteles para qué son? — en ese momento recordé las palabras de Albert y rápidamente le conteste al policía —Son para vender el Sr. George— al escuchar el policía ese nombre lo mire un tanto confundido y por otra parte asombrado ya que, al momento se comportó de otra manera, se disculpó y me dijo —Perdóneme señorita, por mi comportamiento solo estoy haciendo mi trabajo —
No comprendía el comportamiento del policía, pero después de disculpaste con mucho cuidado me pidió permiso para llevar los pasteles a otro lugar, el cual era el correcto, solo comencé a caminar hasta que me llevo casi en medio de la plaza donde se encontraba una pequeña carpa con una mesa y con el letrero de venta de pasteles, el verlo me quede estática, realmente no quería vender pasteles mucho menos estar casi en medio de la plaza donde todas las personas pasarían.
Comencé a retroceder unos pasos pero el policía me dijo —Señorita es en este lugar—
—Pero… yo no…—
—No se preocupe, aquí puede estar todo el tiempo hasta que cierra la plaza— me dijo y al momento dejo los pasteles en la pequeña mesa dentro de la carta, por último escuche —Que tenga una gran venta— y se alejó sin que me diera cuenta, me encontraba tan impactada que no me di, cuenta a que dicción se fue el policía.
No sabía qué hacer, era la primera cuando observe como unas personas entraban a la carpa y comenzaron a voltear a todos lados, en ese momento corrí para entrar y grite —se vende…se vende pasteles —
—Cuánto cuestan —
—$300 —
—Están muy caros, aparte no se ven tan ricos — al escuchar estas palabras, pensé « Queeee caros, no están caros son los más grandes y claro que están ricos los preparo Albert» regrese de mi pensamiento cuando mire como se alejaban y grite —Pero que rayos, para que van a preguntar si no van a comprar nada— y fue así como las horas siguientes eran exactamente iguales, la gente preguntaba y luego se iba.
Ya no lo soportaba más nadie me compraba nada, solo preguntaban, pero que rayos era eso, no sé cuántas horas pasaron, solo mis piernas ya no soportaban más, mi estómago comenzaba hacer ruidos muy extraños, tenía mucha hambre, quería salir corriendo pero lo único que me detenía era el pensar en mis padres en mi mente me imaginaba a Niel corriendo a mis padres de la empresa y esa era la única razón por el cual no salía corriendo de ese lugar.
Cuando ya me encontraba casi al borde de la desesperación escuche —Tienes hambre — levante la mirada y grite —Albert llegaste— corrí directo a sus brazos, nunca me había sentido tan feliz al verlo, pero me hacía tanta falta que sin dudarlo corrí a sus brazos.
Con una gran sonrisa que abrazo y escuche —Creo que si tienes mucha hambre — ya que en ese momento mi estómago comenzó hacer ruidos, el me dio una torta de jamón que al instante la tome y la comí tan rápido que en fracción de segundo ya no tenía nada en las manos, luego me dio una botella de agua, que sin dudarlo la tome.
Una vez que termine de tomar agua, le conté todo lo que me había pasado, que nadie me había comprado ningún pastel y todas las personas me miraba extraño, Albert solo escucha mi conversación sin decirme ninguna palabra, cuando termine de explicarle todo el solo me dijo —Tienes que aprender a vender, recuerda es para ayudar a tus padres —
— ¿Pero cómo?... ¿cómo maldita suerte cómo se vende?—
—No te preocupes te voy a enseñar en este momento— esas fueron sus últimas palabras y rápidamente, comenzó a gritar —Ricos pasteles, pasteles caseros, venga pasen a comprar sus pasteles —
Con los gritos de Albert comenzó a llamar la atención, de las personas y poco a poco las personas comenzaron allegar al tener una pequeña multitud de gente, abrió uno de los pasteles y lo corto en pequeñas rebanadas, a toda esa gente les dio a probar una rebanada de pastel, que al probarla todos ellos quedaron fascinados.
Luego a la gente no le importaba mucho el precio, se comenzaron a vender los primeros pasteles, solo estaba tan sorprendida como, era posible que tan fácil él logro vender los pasteles en tan poco tiempo, logro hacerlo lo que yo no puede hacer en todo el día.
Antes que la plaza cerrara ya casi habíamos terminado de vender todos los pasteles solo nos quedaba dos pasteles, en ese momento Albert dijo—ya nos podemos ir, estos pasteles serán para las pruebas de mañana — y comenzamos a limpiar para salir de la plaza.
Estaba tan cansada que lo único que pensaba era en llegar al departamento y aventarme a la cama, y eso fue exactamente lo que hice cuando llegamos al departamento estaba tan pero tan cansada que no me di cuenta a qué hora llegamos ni como me quede dormida.
Solo abrí mis parpados y nuevamente ya era de día, de regreso a la misma rutina, Albert tan apresurado para hacer los pasteles, y yo tan nerviosa por venderlos, pero él siempre me decía que me tenía que esforzarme para venderlos ya que esa era la única forma de ayudar a mis padres.
No quería hacerlo pero mi conciencia no me dejaba tranquila el simple hecho de que les quitaran la empresa por mi culpa no me dejaba tranquila, por tal motivo intente hacer todo lo que Albert me dijo para vender los pasteles.
Los días siguientes eran exactamente iguales, Albert me despertaba muy temprano, íbamos a la cafetería para preparar los pasteles y luego salía a la plaza para venderlos ya en la tarde, Albert llegaba por la tarde y me ayudaba a venderlos.
Los dos días primeros tenía un poco de pena de hablar con la gente pero poco a poco se me fue quitando al ver que la gente solo llegaba y luego se iba, así que los días restantes me fue un poco más fácil vender, ya solo faltaba un día para vencer el plazo, Albert me dijo —Este es el último día, tienes que vender con todas tus fuerzas, vender todos los pasteles que puedas —
Con esas palabras en mi cabeza ya me encontraba en la plaza desde que la plaza abrió, tenía que vender comencé a gritar con todas mis fuerzas y la gente comenzaba a llegar, ya la pena se me había quitado, Albert me dijo que para quitarme la pena solo pensara, en mis padres y solo al pensar en ellos me daban las fuerzas necesarias para vender
Al medio día me encontraba muy feliz ya casi había vendido la mitad de pasteles, cuando de repente escuche —Pero mira nada mas quien esta acá— al momento grite —Eliza—
—Por fin… por fin estas en el lugar que te corresponde —
—Eliza que dices—
—Lo que escuchaste, estas con toda la gentuza —
—Pero quien te crees que eres para hablar de esa forma —
—Simple soy una verdadera hija de familia rica de los altos círculos sociales que jamás regresaras a formar parte de ellos—
—Y quien te dice que quiero regresar —
—Por supuesto que jamás regresaras y menos con esto— me dijo al momento que saco su celular para tomarme una foto, lo hizo tan rápido que no me dio tiempo de hacer nada, después de tomarme la foto comenzó a reír muy fuerte al instante le grite —si eso es todo lo que viniste hacer ya te puedes ir, ya te burlaste ahora vete de mí vista —
—Noo querida que crees que con eso es suficiente, no maldita arrogante cuando andabas con mi hermano de arrastrada, te sentías intocable pero ahora mírate —
—Lárgate Eliza o llamare a la policía—
—y que harás dime, en este momento ya le mande un mensaje a mi hermano para que venga a verte —
—Eliza vete por favor, por lo que más quieres vete —
—Y quien eres tú para darme órdenes, sabes perfectamente que tenemos inversiones en esta plaza así que si quiero, en este mismo instante te puedo correr a patadas de esta plaza —
—Eliza ya te burlaste que más quieres —
—Que más quiero, que más quiero maldita mosquita muerta esto es lo que quiero — me grito al momento que tomo un pastel y lo tiro al piso, no lo pude reasignar a tiempo no detuve su mano solo mire como el paste cayó al piso y grite —Eliza nooooo— rápidamente me arrodille para levantarlo pero al hacerlo, Eliza me arrojo otro pastel al piso, le volví a gritar —Eliza detente— pero ella solo se burlaba.
Al gritar muy fuerte llame la atención la gente que hizo que se acercaran a la carpa, pero todo esa gente solo me miraba con risa en el rostro al verme tirada en el piso cubierta de pastel, me sentí tan mal, tan desdichada pensé que no podía caer más bajo, cuando escuche una voz de entre todo el público que me llamo la atención.
—Pero mira nada más, quien nos honra con su presencia en esta plaza — no lo podía creer era el, lo mire directo a los ojos y escuche como dijo —Mi vida si necesitabas dinero me fueras visitado yo te hubiera atendido de la mejor manera, ya sabes— y me guiño el ojo al ver su rostro me causo repulsión solo dije—Niel—
—Corazón levántate que en verdad tengo vergüenza en decir que algún día fui tu novio —
—vete no te quiero ver— le grite con todas mis fuerzas al momento que me levante del piso, solo miraba como Niel me miraba con una sonrisa de triunfo y miraba a la demás gente como que también cómo se reían, luego escuche como Niel dijo —vámonos por el día de hoy, ya me reír lo suficiente —
—Niel quiero que la corran de la plaza—
—te dije que fue suficiente por día de voy— Niel le grito a Eliza jalándola de entre la gente, y con ese grito la gente comenzó a dispersarse, me sacudí el pastel de la ropa no quería llorar enfrente de todo esa gente, así que con todas mis fuerzas logre que mis ojos no derramaran ni una gota de lagrima.
Pero en ese momento volví escuchar —Ten con esto se arregla lo que hizo mi hermana— levante la mirada y era Niel que saco su billetera y aventó un buen manojo de billetes en sima de la mesa, al momento le grite —No lo quiero llévatelo —
—Estúpida, conmigo lo tenías todo yo te fuera tratado como una reina pero preferiste estar en la calle antes de ser mi esposa ahora sufre las consecuencias — le iba a responder pero sin más se fue de mi vista, dejándome sola en la pequeña carpa.
Continuara…
