Hola a todos, me costó mucho trabajo el poder escribir este capítulo, no porque me haya quedado sin ideas, sino porque ya tenía 2 capítulos generando tensión entre los personajes. No hay que olvidar que, además de ser una comedia romántica, también hay algo de dramatismo en esta historia, y en ocasiones necesito dejar pasar los chistes, los malos momentos, y las vulgaridades, para proseguir con la progresión de la historia. Este es uno de esos capítulos, esos que se sienten un poco fuera de lugar al ser un tanto más serios, pero que normalizan la historia para su continuidad. Como podrán ver, este tipo de capítulos son los que más se me dificultan escribir, pero sirven como parte aguas para el resto de la temporada, que será un poco más amena y agradable. Habiendo dicho esto, a contestar reviews:

Condesa De La Fere: Lo de la buena comedia me está costando un poco últimamente, pero haré mi mejor esfuerzo por conservarla, aunque este capítulo no es tan cómico por las razones explicadas arriba, pero aun así espero que lo disfrutes.

TsukihimePrincess: Pronto espero poder darte otra cita entre Milo y Saori, de entrada, lo que sí te puedo adelantar es que mientras más pasa el tiempo, Saori se vuelve más impaciente, parte de lo que pasará en este capítulo tiene que ver con eso específicamente. Pandora y Shura también tendrán sus momentos, lo prometo, pero no aún. Definitivamente no hay manera de que los 12 Caballeros Dorados queden como nobles, además de que dudo mucho que ellos quisieran ser nobles, tienen sus razones para ganar claro, pero ser nobles no es parte de sus motivaciones. Al termino de este capítulo, esas edades, serán todavía más un problema para los dorados, ya verás por qué.

Blinky: ¿Eres uno de los fantasmas de Pacman :V? Es broma, una muy mala, pero era broma, jajaja. En el primer párrafo de tu review me compraste jajajaja, la verdad me gusta mucho recibir ese tipo de reacciones, que bueno que te esté agradando tanto la historia, espero algún día terminarla. En efecto, en esta historia, los antagonistas son los titanes, los otros están regados por aquí y por allí, pero ninguno tendrá un rol de antagonista, tal vez a nivel de mini boss, pero no de antagonista. Jasón y Aquiles no van a aparecer, lo siento, ya hice la excepción con Yalemo y con Lino, pero nada más de ellos, hay muchos personajes para hacer un anime school life como para meter a más OCs. Y bueno, no juego Awakening, tengo muchos videojuegos pendientes como para meterle otra adicción, Fire Emblem Heroes también acabó con mis finanzas, así que no creo jugar ese juego a corto plazo.

LunaDax: Me da nostalgia que me digan que son fans de Guerras Doradas, jajaja, además de que ese sentimiento de no poder superarme a mí mismo… me deprime… (autor entró en modo emo), bueno, ya salí del modo emo, concentrémonos en la comedia. Jajaja esa es nueva, me los imaginaré cantando el intro también. Ya sé que me tardo en actualizar, lo siento, estoy casado y tengo trabajo, jajaja, pero trataré de actualizar más seguido.


Saint Seiya: Academia Sanctuary.

Tercera Temporada.

Capítulo 3: El Síndrome de las Olimpiadas.


Londres, Inglaterra. Academia Olimpus para Mayordomos. 10 de Abril de 1987.

Un Cadillac Sixteen Convertible de 1930 color negro con adornos dorados estacionaba frente a una inmensa academia de alta sociedad. Rejas de oro sólido, muros de mármol, incluso azulejos de marfil suplantado a los ladrillos del suelo. Todo en esta academia denotaba no solo nobleza, sino excentricidad y opulencia.

Tatsumi, el mayordomo de la familia Depranon, asignado actualmente a la familia Souma por su negación a regresar a la servidumbre Depranon bajo mando de Milo, se dirigió a la puerta de pasajeros y la abrió, permitiendo a Cronos salir, mientras miraba el reloj de arena atado a una cadena que llevaba amarrada a su cinturón.

—Tiempo perfecto, aunque en esta ocasión, no me complace —agregó Cronos, notando entonces que, pese a que Tatsumi abrió la otra puerta, su acompañante no bajaba del automóvil—. ¿Rea? —preguntó Cronos curioso, mientras se asomaba, y encontraba a su esposa firmemente abrazada de Mayura, quien intentaba tranquilizarla con gentiles caricias sobre su cabeza— Ya es muy tarde para arrepentimientos. La declaración de guerra ya la lanzaste —le recordó.

—Mis hermanas van a estar aquí… y me van a recriminar… si me gritan… yo lloro… —sorbió Rea, y Cronos tan solo suspiró, pero le ofreció su mano a Rea para ayudarla a salir. Rea, en descontento y temor, tuvo que aceptar la ayuda de Cronos, quien la invitó a seguirlo, a momento que un mayordomo se acercaba, con una siniestra mirada en su rostro.

—Vaya, vaya —habló el mayordomo de piel morena, cabellera larga, ojos rosados, y quien miraba a Cronos fijamente—. La cabeza de la familia por fin se digna a visitarnos. Perdóname si no encuentro la visita placentera, hermano menor —se burló el mayordomo.

—No me dirijas así la palabra, Hyperión, no te lo permito —habló Cronos sombríamente, con un aura oscura rodeándole, misma que en esos momentos rodeaba a Hyperión—. Le vendieron su alma a la bruja, no eres más mi familia, ninguno de ustedes lo es —declaró Cronos.

—Eso lo comprendo perfectamente, hermano. Pero que no se te olvide, que el primer traidor fuiste tú, cuando aceptaste a la niña Kido, a una bastarda, y la declaraste tu heredera —prosiguió Hyperión, perdiendo el temple, y moviendo su mano para intentar estrangular a Cronos, pero conteniéndose al final—. Que no se te olvide tampoco… que servimos a quien tú elegiste como yerna —continuó, y ambos hermanos se vieron con repudio—. Ama Souma —agregó Hyperión, con una visible vena saltada en su rostro.

—¡Presente! —exclamó Rea en nerviosismo, levantando su invitación, Cronos en respuesta, sacó su invitación de igual manera. Hyperión accedió, de mala gana, a dejarlos pasar, y mientras las enormes puertas de oro se habrían, la pareja entró a la academia— Sentí como me consumía el alma… su mirada asesina… si regreso a la casa Souma envenenará mi sopa y moriré sin haber probado el postre… después de todo, si envenenan el postre, el azúcar podría ayudarme a sobrevivir… no se arriesgarán, me asesinarán con la crema de brócoli… —declaró Rea, sobresaltando a Cronos.

—Somos una comedia romántica, no una novela de drama y crimen —declaró Cronos, y ante el extraño comentario, Rea lo miró con sorpresa—. ¿Qué? Solo dije lo que leí en uno de los mangas de Aioria —le explicó Cronos, sacando un manga del bolsillo de su traje—. Dejó muchos de estos por la mansión mientras vivió en ella… pensé que una línea del manga te ayudaría a relajarte, pero en vista de que no funcionó, el asesinato por envenenamiento es el arma de las mujeres… si Hyperión quisiera matarte, lo haría parecer un accidente automovilístico —declaró Cronos.

—¡No me ayudas! —gritó Rea, temblando de miedo— No puedo regresar con los Soumas porque les declaré la guerra, ni tampoco a la mansión Depranon porque, aunque elegí bando, por conflicto de intereses me descalificarían de las Olimpiadas de Mayordomos… solo me queda un cuarto en un segundo piso de un negocio de venta de malteadas y postres, con solo Mayura para protegerme. Es obvio que esté aterrada —declaró Rea, y en respuesta, Cronos tan solo le acarició la cabeza—. No soy un perro… —se quejó Rea, y Cronos quitó su mano—. Tampoco dije que te detuvieras… —agregó apenada, y Cronos siguió frotándole la cabeza.

—Oh, la cabeza de chorlito hizo acto de presencia, que sorpresa —agregó una mujer de elegante porte a la entrada de un auditorio, su cabellera era de un verde suave que podría confundirse con rubio, y se encontraba adornado en un par de esferas de cabello. Al verla, Rea se fastidió, mientras humo le salía por los oídos—. Oh, lo siento, debería deberte respeto por ser mi hermana mayor… pero, a decir verdad, el respeto que te tenía, que de por sí no era mucho, se acabó el día que nos traicionaste —apuntó la mujer.

—Febe… me sorprende que te hayan dejado salir sola. ¿No te perdiste de camino al auditorio? —agregó Rea, cubriéndose los labios como señal de burla, mientras Febe se mordía los propios con desprecio—. ¿No quieres darle la mano a tu hermana mayor? No te vayas a perder, tendría que bocearte por la Academia de Mayordomos, eso sería vergonzoso —agregó con picardía.

—¿Tomar la mano de un ser tan repulsivo? Estaría desinfectándome la mano por semanas —respondió Febe, molestando a Rea—. Además, si llegara a perderme, solo tendría que seguir el olor a animal callejero. ¿Te estuviste revolcando con algún perro otra vez? O solo te revuelcas con tu marido —miró Febe con desprecio a Cronos, quien ya sostenía un reloj de arena y apuntaba al mismo en dirección a Febe.

—Al menos mi marido aún se revuelca conmigo, no puede negarse a mis atributos, ¿sí sabes a lo que me refiero? Tabla de planchar —declaró Rea, ruborizando a Febe—. La más lista de las Soumas te dicen. ¿Cómo no te iban a decir así si la opción no la tenías? Estabas por ser la única solterona, por eso le apostabas a ser más lista que las demás —se burló Rea.

—No quería terminar tan descerebrada como tú —se defendió Febe, olvidándose de los modales y encarando a Rea fijamente—. Al menos tengo algo además de ubres para presumir —agregó Febe en descontento, ganándose las miradas de los nobles que llegaban.

—No necesito mi personalidad para ponerte en tu lugar, renacuajo. O lo siento, insulté a los renacuajos —miró Rea con desprecio, y relámpagos parecieron salir de sus ojos para chocar con otros salidos de los ojos de Febe.

—Si me gritan voy a llorar, ¿verdad? —le recordó Cronos, mientras caía el ultimo grano de arena—. Ya es todo el tiempo que podemos perder, ¿terminaste? —preguntó Cronos, mientras ambas seguían en su combate de miradas.

—Terminé… además, ¿quién lloraría porque una tabla le gritara? Vámonos, cariño —abrazó Rea el brazo de Cronos, asegurándose de que su pecho se presionara lo suficiente para molestar a Febe, quien la miró con descontento y rabia, Cronos por otra parte, la miró con curiosidad—. Tú déjate querer, eres daño colateral, colateral —explicó Rea, y Cronos suspiró, mientras guiaba a Rea al interior del auditorio, donde la presentación tenía a lugar.

—Ver, oír, callar, actuar… y hacer las cosas bien… muy bien… —escucharon ambos, a una mujer que enfurecía a Rea con cada palabra que salía de su boca, una mujer pelirroja, y con atributos más sobresalientes que los de Rea, lo que la molestó en ese momento, ya que era del tema en que había estado discutiendo con su hermana, y Cronos, se limitó a suspirar en señal de molestia—. Estos son los pilares que sostienen a esta academia, y lo que se espera de nuestros mayordomos. Ningún mayordomo que no cumpla con estos requisitos, ha sido aceptado por nuestro evaluador, y es por esto, que quienes representan a la siguiente generación de concursantes son, únicamente, lo mejor de lo mejor. Así es como debe de ser, así es como se espera de nuestros contendientes, ya que, para un mayordomo, la excelencia… es lo cotidiano —finalizó la mujer, y en la inmensa pantalla al fondo, los nombres de las familias nobles aceptadas, y las fotos de sus respectivos mayordomos, fueron desplegadas—. Hoy comienza, el largo camino a las Olimpiadas de Mayordomos, y yo, Hera, seré su anfitriona —finalizó la mujer, y los aplausos, no se hicieron esperar.

Atenas, Grecia. Prefectura de Megara. 11 de Abril de 1987.

—Veamos… —mencionaba Mu, quien en esos momentos viajaba por autobús junto a Aldebarán y Aioria, mientras veía un mapa en sus manos—. Seguimos el camino sin perder el Golfo de Elefsina, por Olimpia Odos, bajamos en Phournos, y seguimos a pie por Platonos… —explicó Mu.

—¿Eh? Pero eso está en dirección contraria a la Isla de Salamina —enunció Aioria, mirando en el mapa, y apuntando a la isla en cuestión—. Pensé que la Mansión Cefius estaría en la costa con vista a la isla, ¿estás seguro de que tienes la dirección correcta? —preguntó Aioria.

—Tonto, June es una presta nombres, no tiene una mansión —le respondió Aldebarán, pero Aioria estaba visiblemente confundido—. Escucha, te lo vuelvo a explicar. June solo es una noble por compromiso con… ¡bajan! —gritó Aldebarán, asustando a todos los presentes, y al chofer, que se espantó por el poderoso grito. El trio entonces tomó sus maletas, y bajó del camión— ¿En qué iba? Ah sí, te decía… June solo es una noble por derecho de matrimonio con Ikki, que es un Heinstein. Estuvo viviendo con ellos, pero por inicios de las Olimpiadas de Mayordomo, vamos a vivir en su casa para servirle, y su casa, no es ninguna mansión —finalizó Aldebarán.

—Damos vuelta en Loukianou, pasamos Lisioi, damos vuelta en Xenofontos… —continuaba Mu, sin prestarle mucha atención ni a Aldebarán, ni a Aioria, mientras buscaba la dirección que June le había escrito en el mapa.

—No entiendo de verdad el mundo de los nobles… pero… ¿no deberíamos servir en una mansión? Servir a June en su casa suena un poco… —prosiguió Aioria, confundido, mientras Mu los guiaba a través de un parque, aparentemente cortando camino en su mapa—. ¿Qué clase de mayordomos vamos a ser? —preguntó nuevamente.

—De la clase que enaltezca a su señorita —le recordó Aldebarán—. Milo, Shura y Camus son los que la tienen más fácil, ya que viven en una mansión con Saori. Después están Saga, Dohko y Aioros, con el maestro Dohko siendo egresado de la Academia Librus para Mayordomos, aunque Saga y Aioros no tengan una señorita noble a la cual servir, estarán bien asesorados. Diría que Mephisto, Shaka y Afrodita estarán al mismo nivel que nosotros, pero sabemos lo bueno que es Shaka, además de que el Noble Café de Afrodita les da la oportunidad perfecta, para entrenarse. Eso nos deja a nosotros para aprender por nuestra cuenta, con lo que nos enseñó el Maestro Dohko, y los libros que nos prestó —le explicó Aldebarán.

—No es justo si tenemos una horrible desventaja, podemos darnos por derrotados —agregó Aioria de forma pesimista, pero Aldebarán le golpeó la nuca—. ¡Gagth! ¡Más cuidado, armatoste! ¡Casi me arrancas la cabeza! —se molestó Aioria, mientras Mu doblaba en otra intersección, y el grupo se sentía cada vez más perdido.

—De modo que, ¿vas a aceptar la derrota ante Milo? —preguntó Aldebarán, sobresaltando y molestando a Aioria—. Si ya admites la derrota, entonces ya estamos perdidos. Tenemos que armarnos con las herramientas que poseamos, y demostrar que podemos hacerlo —enunció Aldebarán, orgulloso.

—Las herramientas con las que disponemos… no son del todo fiables, Aldebarán… —esta vez fue Mu quien habló, y para sorpresa de Aldebarán, y de Aioria, la decepción llegó en la forma de Cheshire, con su cabello adornado en una coleta, y vistiendo un traje de criada de falda corta.

—Sean bienvenidos… mis amos y señores… —agregó Chechire, con una voz femenina, misma que deprimió a Mu, Aldebarán y Aioria, mientras Ikki, detrás de Cheshire, se cubría la boca intentando no reírse, June a su lado, se aguantaba la risa de igual manera, mientras Shun, miraba a Cheshire con depresión, sabiendo que su amigo y mayordomo estaba pasando una horrible vergüenza—. ¡Amo Heinstein! ¡No puedo hacer esto! ¡Señorito, sálveme! —lloró Cheshire, lo que por fin derrotó a Ikki y a June, quienes estallaron en carcajadas— ¡No es divertido! ¡Señorito! —lloró Cheshire con mayor intensidad.

—Lo siento… Cheshire… pero eras tú o yo… y bueno… sobraban mayordomos… —declaró Shun, y Cheshire lloró con mayor intensidad, mientras Ikki y June caían al suelo y rodaban por este, cosa que no era para nada normal en Ikki, y que mantenía al trio de nuevos mayordomos en agónica depresión—. Ya que mi hermano y June parecen estar indispuestos… les explicaré… —mencionó Shun, y tanto Mu como Aldebarán y Aioria asintieron—. Mi padrastro aceptó el que June ingresara a un equipo… pero solo patrocinará la entrada, no incluía criadas como servidumbre, ni ninguna forma de ayuda para su entrenamiento… así que, Pandora me pidió que ordenara a Cheshire a servir como instructor… pero, como están en entrenamiento… y son los mayordomos asignados, pues… —intentó explicar Shun.

—Necesitábamos una criada, para tomar el papel y permitirles ser mayordomos a ustedes —les explicó Ikki, mientras June seguía inmersa en su ataque de risa—. Lo sé, es depresivo, pero es lo que tenemos. Así que, Cheshire será la criada, nos servirán a Shun y a mí, y tendrán la dura tarea de convertir a la señorita masculinidad en una señorita de alta sociedad —declaró Ikki.

—¿Señorita masculinidad? —enfureció June, encarando a Ikki, quien simplemente le dirigió una mirada burlona— De modo que no soy lo suficientemente femenina para ti. ¿Es eso? Pues perdóname por preferir usar pantalones de mezclilla que faldas. Además, si querías que me vistiera más femenina, solo debías decirlo —declaró June en señal de molestia.

—¡Ja! ¡Eres tú quien debe de complacerme visualmente! —refutó Ikki, mirándola fijamente en señal de desafío— ¡Hasta Cheshire se ve más femenino que tú! Si no fuera porque sé lo que hay debajo, dudaría que eres una chica —insultó Ikki.

—¡Oye! —gritó June, sumamente apenada, mientras Shun se ruborizaba al extremo— Eso fue demasiado, además, no enfrente de Shun —se apenó June, y entonces miró al trio de mayordomos, quienes la miraban de forma acusatoria—. Esperen… no es lo que… —intentó defenderse.

—Señorita Cefius… —comenzó Mu, entrando en el papel de mayordomo, lo que sorprendió a June—. Es trabajo de un mayordomo el conocer a su señorita mejor que nadie, pero le imploro no nos la ponga tan fácil. Al amo Heinstein definitivamente le gusta sin importar lo que esté usando, solo la molesta para obtener lo que quiere —declaró Mu, y ante el comentario, la apenada de June miró a Ikki, quien se mordía los labios de forma molesta.

—Tal parece que nos espera un largo camino. Mu, creo que serás el capitán nuevamente, si no hay quejas del grandote —declaró Aioria, y Aldebarán asintió en ese momento—. En ese caso, dejaré las decisiones administrativas en tus manos. Criada, prepara nuestros cuartos, y lleva nuestras maletas. Amo Heinstein, seré su mayordomo personal, salvo que la ama Cefius piense lo contrario —miró Aioria a June, quien recordó entonces que ella era la ama Cefius, y entró en su papel de ama noble.

—Ah, no me incomoda, por favor sirve a mi prometido de la forma más apropiada posible, Aioria —agregó June, mientras Ikki le dirigía una mirada fulminante a Aioria—. Por cierto… no seas rudo con él… no creo que deba decirte lo importante que es Ikki, y no te hagas malas ideas, él me respeta… la mayor parte del tiempo —declaró June.

—Mientras seamos sus mayordomos, esa "mayor parte", será una totalidad —declaró Aioria, fastidiando a Ikki, quien intercambió miradas de desprecio con Aioria—. ¿Hay alguien más a quien debamos servir? —salió de repente de su papel Aioria, mirando a June fijamente— Quiero decir… ¿no vives sola con este? ¿Verdad? —apuntó de forma despectiva Aioria.

—Obvio no… mi hermano vive conmigo, él es el dueño de la casa, aunque normalmente no está —se susurró a sí misma June, y el grupo entonces recordó a Albiore—. Además, ellos aún viven en la mansión Heinstein, llegada la noche se van —declaró June.

—Ni loco te dejo viviendo con estos 3 —agregó Ikki, y la mirada de desprecio de Ikki incineró las auras de ambos nuevamente—. Me quedo con mi prometida, les guste o no, ve y prepárame el cuarto de visitas, mayordomo Cefius —insultó Ikki, y Aioria así lo hizo, Shun en todo momento se mostró tenso por la situación.

—Supongo que eso nos deja a nosotros, señorito —agregó Aldebarán, sobresaltando a Shun—. Seré su mayordomo personal, mi señorito, cuento con usted —y Shun asintió en ese momento.

—Está decidido entonces, es una casa de 2 pisos, pero no es muy amplia, no nos tomará mucho tiempo acostumbrarnos a los quehaceres —explicó Mu, quien entonces miró a sus compañeros fijamente—. Esta será la distribución entonces. Seré el Jefe de Mayordomos, Aioria será el mayordomo de Ikki, y Alde el de Shun. Funciones secundarias… Aioria, administración de personal, Cheshire está bajo tus órdenes, mientras yo lo considere pertinente. Se encargarán de seguridad y movilidad, con rotación con el resto de nosotros para abarcar todas las áreas posibles. Aldebarán, estarás encargado de alimentación, suministros y servicios. Cheshire, la limpieza será parte de tus funciones. Barrer, trapear, lavandería y trastes, mientras más ocupado estés, nos permitirás labores de mayordomo más que de servidumbre —finalizó Mu, y Cheshire lloró por ser tratado como una criada.

—Entonces yo soy seguridad, transporte, y Jefe de Personal, y Alde es cocina y servicios —meditó Aioria al respecto—. Si Cheshire es limpieza, entonces tú serás… —se rascó la barbilla Aioria, no comprendiendo la distribución de Mu.

—Además del Jefe de Mayordomos, mi tarea es la más compleja —miró Mu a June, y de reojo a Ikki—. June debe convertirse en una señorita de alta sociedad antes de las Olimpiadas de Mayordomos, así pues, seré su sombra, y me encargaré de su educación —finalizó Mu.

—¿Mi… mi educación? —comenzó June, notando entonces que Mu sacaba una cinta de costura— espera, ¿eso para qué es? —preguntó June ruborizada, lo que molestó sumamente a Ikki.

—Debido al nivel socioeconómico, tendremos que usar nuestros sueldos de mayordomos patrocinados por los Heinstein para cumplir con lo que sea necesario —declaró Mu, mientras se acercaba a June—. Para ahorrar un poco, y poder comprar todo lo que requerimos, uniformes incluidos, tendré que confeccionar sus atuendos. Afrodita me salve, afortunadamente sé cómo hacerlo, pero para eso necesito sus medidas —se acercó Mu, cuando Ikki le arrebató la cinta de medir—. ¿Amo Heinstein? —alzó una ceja Mu.

—Te pasaré las medidas —agregó apenado, y aquello escandalizó a June—. Andando… más te vale complacerme, mayordomo de tercera, ¿lo has entendido? —sentenció Ikki con desprecio.

—No seré Afrodita, pero haré un buen trabajo, amo Heinstein —aclaró Mu, Ikki asintió, y forzó a June a seguirlo, lo que incomodaba sobremanera a June. Una vez que se retiraron, Mu suspiró—. Esto… es en verdad un reto… —aceptó Mu, el grupo asintió, y todos entonces escucharon un grito de sorpresa, y se viraron para ver a Albiore, quien llegaba con la despensa.

—¿Capitán Mu? Oigan… ¿qué hacen todos ustedes en mi casa? —preguntó Albiore, y Aldebarán tan solo miró a Cheshire, quien, deprimido, fue por las bolsas de la despensa— ¿Ese es Cheshire? Oigan… ¿de qué me perdí? —preguntó Albiore, y Mu volvió a suspirar.

Atenas. Academia Sanctuary. Sala de Maestros.

—Aioros… —comenzó Yoshiko, en medio de la sala de maestros, soportando las miradas lujuriosas de su marido, además de las de Thanatos. Saga miraba por fuera de la ventana junto con Hypnos, siendo un poco más respetuoso, Dohko sonreía de manera entusiasta, y Shion por otra parte, se encontraba incomodado—. Accedí a esto, porque eres mi marido, porque Shion es mi patrón, y principalmente, porque Cronos me obligó… pero dime… ¿¡por qué diantres tengo que vestir una falda tan corta, calcetas con tirantes, y faja para pronunciar mi busto!? —gritó Yoshiko furiosa, mientras vestía como una criada, y Aioros temía por su vida.

—¿Fan service? —preguntó Aioros, ganándose una patada por parte de Yoshiko, quien entonces miró a Thanatos, cuya nariz sangraba de forma pervertida.

—Si me pateas, ¿puedes quitarte la zapatilla? Es mi fetiche —enunció Thanatos, Hypnos entonces resopló con fuerza—. Oh, también es el de Hypnos, que pervertido —se burló Thanatos, y Aioros, furioso, comenzó a estrangularlo.

—Alguien quiere decirme por favor, ¿por qué este par está aquí para la sesión de entrenamiento? —sentenció Aioros con desprecio, mirando a Hypnos fijamente al mismo tiempo que estrangulaba a Thanatos, notando el rubio entonces que Saga lo miraba fijamente por las miradas lascivas que lanzaba en dirección a Yoshiko.

—Hay una explicación razonable para nuestra presencia, venimos a ayudar —declaró Hypnos en su preocupación, aunque ni Saga ni Aioros le creían—. Momento por favor, sé que no se ve bien por nuestra relación con la familia Heinstein, pero les aseguro que nuestra presencia es por genuina mortificación por… —pero la mirada de Saga le decía a Hypnos que este no le creía en absoluto, por lo que Hypnos soltó aire, deprimido—. Yo vine por Thanatos… él es el que tiene razones secretas —finalizó Hypnos, y las miradas se dirigieron a Thanatos.

—Ah, yo solo quiero que me lleven con ustedes a Inglaterra, tengo asuntos pendientes allí, y el trato era que, si ayudaba a Yoshiko, me llevarían con ustedes —les explicó Thanatos, y Yoshiko asintió en ese momento, lo que preocupó a Aioros—. Hypnos es el que viene de colado, pero bien que te gustó, ¿verdad? —agregó Thanatos mientras miraba a Yoshiko y salivaba.

—Miko… necesito que te replantees tus selecciones de amistades, porque estoy por matar a Thanatos —declaró Aioros, pero Yoshiko tan solo miró a Aioros con molestia.

—No me molesta en absoluto que Hypnos o Thanatos me vean vestida así… en todo caso me preocupa más que tú me veas así, señor poco autocontrol —aclaró Yoshiko, y Aioros sintió su corazón partirse a la mitad, y se deprimió—. No lo expliqué de forma correcta creo, me refiero a que, si ellos me ven de esa forma, no me importa, a mí solo me importa que Aioros me mire así, porque es el único que se beneficia —explicó Yoshiko, Aioros resucitó, y Thanatos miró a Yoshiko con ojos llorosos y depresivos—. ¿De qué te quejas? Sales ganando, no me importa lo que pienses y al mismo tiempo te deleitas visualmente —declaró Yoshiko.

—Viéndolo de esa manera… sí… me beneficia… —aceptó Thanatos, pero Aioros enfureció, e intentó golpear a Thanatos, quien bailoteó fuera de su alcance—. Pero volviendo al tema, tenemos prohibido por Miko usar nuestros poderes para convertirlos en buenos mayordomos, pero ayudaremos en lo que sea necesario, bromas aparte —aceptó Thanatos.

—No es necesaria su intervención —declaró Saga, mirando a Hypnos fijamente, quien se mostró sorprendido por semejante desprecio—. Sé perfectamente lo que hicieron con Derbal, y lo que le hicieron a Milo. No queremos su ayuda para ser tan buenos mayordomos como Derbal, ni necesitan rectificarse ante Milo. En todo caso, Milo eligió su vocación —finalizó Saga.

—Allí es donde te equivocas, Saga —comentó Dohko, y todos lo miraron—. Principalmente en lo de que no necesitamos ni a Hypnos ni a Thanatos, pero también en la vocación de Milo, pero me concentraré en la primera parte si no te molesta, hablaremos de la vocación de Milo después —le explicó Dohko, y Saga pensó al respecto, teniendo una genuina preocupación por Milo—. Necesitamos a Miko para que desempeñe el papel de criada, además de que, al ser yo el único mayordomo certificado, ustedes tienen mucho que aprender. Es por eso, que serán los mayordomos personales de Hypnos y Thanatos, Saga de Hypnos y Aioros de Thanatos —finalizó Dohko, y el par de mayordomos provisionales se estremeció.

—Aioros, vino y una reservación en el Status, voy a hacer que tu hijo me diga padrastro —ordenó Thanatos, y ante la broma, Aioros le propinó un tremendo golpe a Thanatos en la nuca—. ¡Óyeme que ese sí me dolió! —se quejó Thanatos.

—Esa sí te la ganaste, esta vez no te defenderé —respondió Yoshiko, mirando a Thanatos fijamente—. Además, estás casado, tenle un poco de respeto a tu mujer, ¿o prefieres que le vaya con el chisme a Macaria? —preguntó.

—Me comportaré… —respondió Thanatos, ya más tranquilo tras la amenaza de decirle a su mujer lo que su depravado esposo pensaba de Yoshiko—. Además, solo era una broma, de mal gusto, pero una broma —finalizó.

—Ya fue suficiente de burlas —agregó Shion ya muy molesto—. Escuchen… esta academia por mucho tiempo ha estado rodeada de la polémica, y los riesgos de clausura de varios tipos. Como forma de recuperar la reputación perdida, es que me estoy aventurando en permitirles la participación en las Olimpiadas de Mayordomos —les recordó Shion, y el trio de mayordomos asintió en ese momento—. Esta es una oportunidad dorada, no me interesa ni el título nobiliario para el ganador, ni el premio del equipo ganador. El premio a la familia ganadora lo conservará la academia, pero lo más importante es la reputación. Ante las familias nobles, otras academias como Elysium se han convertido en las prioridades, y es nuestro deber que la Academia Sanctuary recupere su nivel —finalizó Shion.

—Eso significa que, les guste o no, ambos necesitan aprender a ser buenos mayordomos —declaró Dohko, y tanto Saga como Aioros asintieron—. Así pues, ambos necesitan a un amo al cual servir, allí es donde Hypnos y Thanatos entran, y por el desprecio que sienten por ellos, es la oportunidad perfecta. Hypnos, Thanatos, sean cuan severos deban de ser, este par deberá cumplirles todos sus caprichos, por más ridículos que sean. Esta, será la mayor prueba de autocontrol de todas —finalizó Dohko.

—¿Autocontrol? —enfureció Aioros— Con este par… no existe el autocontrol… terminaré sacándole el corazón con la cuchara de postres a la primera oportunidad —apuntó Aioros con desprecio.

—¡Pido cambio! ¡No porque le tenga miedo a Aioros! ¡Pero porque estoy sumamente interesado en verlo sacarle el corazón a Hypnos con una cuchara de postres! —respondió Thanatos, incluso alzando la mano de forma infantil, lo que solo fastidió a Aioros aún más.

—Lo dejo en tus manos, Dohko —fue la respuesta de Shion, quien ignoró rotundamente a Aioros, y salió de la sala de maestros, dejando al grupo envuelto en sombrías intensiones, mismas que Dohko se encargó de disipar.

—Me gusta divertirme con las tonterías de esta academia al igual que todos ustedes, pero, es momento de tornarse serios por un momento, ¿quieren? —agregó Dohko, y ante su madurez y tranquilidad, tanto Saga como Aioros asintieron y escucharon— Yo no tengo una verdadera motivación para ganar, pero creo que todos coincidimos en que, no nos gustaría ver a Saori perder —Saga y Aioros asintieron, y Yoshiko sonrió ante la determinación de su marido—. Pero, no es solo por Saori, sino por ellos. Si no los llevamos a sus límites, habremos fracasado como sus maestros. No estoy diciendo que vamos a dejarnos ganar, hay mucho peligro si la familia equivocada vence. En mi caso, voy a por todo, voy a intentar ganar, y si así lo hago… sé perfectamente lo que voy a hacer con mi premio. ¿lo saben ustedes? —preguntó Dohko, y tanto Saga como Aioros lo pensaron.

—Yo… ya tengo todo lo que quiero en la vida —mencionó Aioros, mirando a Yoshiko fijamente—. Todo lo que pudiera ganar de esta competencia, solo sería un extra, para una vida exitosa y llena de alegría… pero… si pudiera… le entregaría a Aioria un título nobiliario, para qué él pueda cumplir sus sueños, como yo cumplí los míos —aceptó Aioros.

—Entonces, tendré que derrotarte —fue la respuesta de Saga, misma que sorprendió a Aioros—. Puedes hacerlo por Aioria todo lo que quieras, no es mi problema. Pero yo soy más egoísta, y tengo una razón para obtener ese título —aseguró Saga—. Solo un noble o un mayordomo puede desposar a una criada —ante la mención, Yoshiko hizo una mueca de picardía, misma que incomodó a Saga—. Dejando eso a parte… no estarás en servicio, pero tú eres… —miró Saga fijamente a Dohko, quien asintió.

—Un mayordomo certificado, así es —declaró Dohko—. Si yo lo quisiera, no tendría problema alguno, no es que lo quiera, digo tampoco es que no lo quiera, pero hasta yo tengo mis límites, no soy un depravado como ustedes —declaró Dohko, molestando a Saga más que a Aioros, quien se salvó de la comparativa porque su esposa era mayor que él—. Lo que yo haré con el premio… es fundar mi propia escuela de mayordomos. Así pues, no me descarten, porque soy un egoísta. Yo también tengo sueños… y los voy a ver cumplidos, así que… trabajemos juntos, ganemos las Olimpiadas de Mayordomos, pero al final… nos enfrentaremos en nosotros para ver quién de los 3 cumple su sueño —finalizó Dohko, y ambos asintieron.

Noble Café.

—Bienvenida, nuestra ama y señora —exclamaron Shaina y Geist al unísono, mientras Rea llegaba, totalmente exhausta, y tiraba la maleta a un lado, antes de lanzar sus zapatos por la cafetería, forzando a Mayura a atraparlos, y ante los rostros molestos de los comensales.

—Vivo aquí, así que pueden mirar feo a la pared para lo que me importa —agregó Rea con molestia, y los comensales todos se estremecieron. Mephisto y Afrodita, quienes en esos momentos fungían como mayordomos y meseros, se estremecieron por lo que estaban escuchando, pero fue Shaka, vestido de mayordomo, quien se adelantó.

—Shaina, junta más las piernas al saludar a los comensales, Geist, lleva las maletas de la ama Souma —ordenó Shaka, y ante la orden, Geist se molestó—. Y no se me está subiendo el poder a la cabeza, sé que no te gusta, pero soy tu superior, y firmaste un contrato con los Souma —terminó Shaka.

—A la orden… mi amo y señor… —agregó Geist a regañadientes, tomó la maleta de Rea, y comenzó a subirla por las escaleras y en dirección al segundo piso—. Maldición… me estoy esforzando, pero no tiene que comportarse como un engreído. Soy su novia, no su sirviente, y ya sé que me escuchaste —finalizó Geist, mientras continuó con su camino, Shaka tan solo suspiró en señal de molestia.

—Falta algo de refinamiento, pero estará lista, ama Souma —agregó Shaka, y Rea asintió, comenzó a caminar dentro del establecimiento, y lo hubiera hecho descalza, si Mayura no se hubiera apresurado a ponerle pantuflas al caminar. Rea entonces se dirigió a una mesa que se encontraba reservada, y se sentó, siendo servido en ese momento por Afrodita, quien no se hizo esperar.

—¿Puedo servirle algo de beber, ama Souma? —preguntó Afrodita, entregándole el menú, Mephisto se acercó entonces con el carro de postres, Rea cerró el menú entonces, y miró a Afrodita con descontento— Este… —se preocupó Afrodita.

—Una malteada de cacao molido con leche deslactosada —respondió Shaka, aunque Rea se molestó—. Deslactosada, ama Souma, es por su bien —insistió Shaka, y Rea infló sus mejillas, pero asintió.

—Aquí tiene, ama Souma —agregó Mephisto, sirviéndole la bebida, pero Rea lo miró de forma fulminante—. ¿Qué hice ahora? No la llamé Rea esta vez, ni se me derramó la bebida, oiga que estoy haciendo todo lo que… —se quejó Mephisto.

—Mephisto… la taza que estás usando, es una taza para el té… no es apropiado ni a estas horas, ni para servir una malteada. Por más refinado que te parezca, una malteada va en un vaso para malteadas, no en una taza de té, pon más atención —sentenció Shaka, Mephisto se molestó, le arrebató la malteada, y la vació en un vaso de malteada—. Esa malteada ya no sirve… ve y prepara una nueva, y esta vez, no la batas —finalizó Shaka, y las venas se saltaron por todo el rostro de Mephisto, Geist, quien llegaba del segundo piso, también sentía venas saltándose en su rostro, ambos en extremo molestos con la forma de ordenar de Shaka. Por otra parte, Shaina y Afrodita eran más pasivos, e intentaban calmar e incluso ayudar a Geist y a Mephisto a tranquilizarse. En todo ese tiempo, Mayura silenciosamente atendía a todos los clientes, y en el establecimiento parecía que nunca faltaba personal ya que ella hacía el trabajo de todo un equipo de meseros tan eficientemente.

—Aquí tiene su malteada… ama Souma… —prosiguió Mephisto sombríamente, Rea tan solo lo miró sin decirle nada, por lo que Mephisto de inmediato viró para ver a Shaka, quien asintió y le pidió retirarse—. Maldición… el Jefe de Mayordomos es ciego y la ama es muda. ¿Cómo pretende que estemos listos para las Olimpiadas de Mayordomo a este ritmo? —se fastidió Mephisto, y Afrodita lo siguió con intranquilidad.

—Tranquilo Mephisto, tranquilo… mejor… vamos a preparar el baño para la ama Souma… —intentó mediar Afrodita, y Mephisto lo miró de forma fulminante—. Yo… iré a preparar el baño para la ama Souma… tú… puedes encargarte de los clientes por ahora —y Mephisto asintió a duras penas, pues estaba furioso—. Ah, pero entonces prepara el uniforme de la ama Rea para mañana, y esta vez que no le queden arrugas, plánchalo bien —terminó Afrodita, y Mephisto lanzó una sonora rabieta.

—El tratamiento silencioso parece estar brindando frutos —comentó Shaka, sonriendo en dirección a Rea, con sus ojos lechosos bien abiertos, fingiendo que podía verla—. Tenía razón, ama Souma, ellos no aprenderán con instrucciones ni enseñanzas comunes. Son más instintivos, su fastidio por sus respectivas actividades y el sentirse menospreciados los invita a esforzarse más en lograr sus respectivos objetivos. Cada vez hacen más sin que yo se los pida, aunque las rabietas no dejan de llegar —confesó Shaka, y Rea comenzó a soplar burbujas en su malteada, antes de que Shaka la reprendiera y le hiciera la malteada a un lado.

—Han progresado mucho, no lo niego, pero tienen un grave problema de actitud, y eso los descalificará en las Olimpiadas de Mayordomos —le explicó Rea, y Shaka asintió—. Con el tratamiento silencioso, ellos están obligados a adivinar mis exigencias, aprendiendo por prueba y error, y forzándose a sí mismos a encontrar una respuesta que acabe con las molestias. Pero no es suficiente, mi apuesta es a que se descalificarán y todo quedará en tus manos, no confío en ellos para nada, mucho menos en ese despreciable cangrejo —declaró Rea.

—No es secreto para nadie que lo eligió por la artimaña que le hizo cuando fue su mayordomo provisional. Todavía tiene resentimiento contra Mephisto, ama Souma —sonrió Shaka, y Rea volvió a soplar burbujas en su malteada, aunque Shaka se la retiró—. Y, aun así, estoy seguro, de que ellos pueden llegar más lejos que yo en las Olimpiadas de Mayordomo, si no me lo propongo enserio —aceptó Shaka, lo que sorprendió a Rea.

—Que tonterías, sacando a Dohko, entre el resto de los 12, pienso que eres el mejor mayordomo, aunque Milo se muera de envidia —declaró Rea, analizando unos archivos que tenía en su poder—. El equipo Cefius está conformado por Mu, Aldebarán y Aioria. Mu posee el portee, la elegancia y la determinación, además de la motivación al Tethis ser una criada de los Solo. Hipotéticamente hablando, si el romance no se queda solamente en una atracción física, Mu tiene razones muy importantes para vencer, así que él es el rival a vencer en la familia Cefius. Por otro lado, Aldebarán no tiene una motivación clara, él dice que lo hace por Saori, pero Shaina no es una criada, al menos no aún, está contratada temporalmente a mi servicio, pero eso Aldebarán no lo sabe, así que su motivación es meramente una ideología de servicio. Aioria por otro lado, es incompetente, terco, obstinado, y no tiene cualidades para el servicio, aún si tiene la motivación, que es Shoko, su motivación es cuestionable, no es siquiera una amenaza —declaró Rea, cerrando el archivo.

—Subestimar a Aldebarán y a Aioria podría ser un error, ama Souma —intentó explicar Shaka—. Aldebarán, puede que no lo parezca, pero hay alguien a quien desea vencer… a mí —le explicó, y Rea se mantuvo curiosa—. Es por eso, que aún si la motivación de Aldebarán no es clara… puede estar segura de que hará todo lo que pueda, ya que Aldebarán, su más grande deseo… es caminar los pasos de sus amigos… no puedo explicarlo con claridad, pero Aldebarán… su motivación, es no quedarse atrás. En cuanto a Aioria, su rivalidad con Milo, celos contra Camus, y su deseo de seguir el camino de Mu puede hacer una gran diferencia, e indudablemente, no creo que Shoko sea una cualquiera para él… Aioria, es igualmente peligroso —explicó Shaka.

—Pero mi equipo tiene las motivaciones más certeras, Shaka —le recordó Rea—. Mephisto, es codicioso, pero no es su codicia lo que lo motiva, no enteramente al menos. Mephisto lo hace por Afrodita… si él puede ganarse el premio económico, y darle el título de nobleza a su mejor amigo, para Mephisto, hay mucho que ganar, y poco que perder. Realmente no le interesa Erda al nivel de querer ser un noble por ella como eso sí motiva a Mu, el punto fuerte de Mephisto, es que muy en su interior, es un buen amigo, y luchará por Afrodita —Shaka asintió ante aquellas palabras—. El punto fuerte de Afrodita, es Mii… nada lo detendrá por poder estar con Mii… esa determinación, es inquietante. Alguien tan inútil como Afrodita, ha cambiado inmensamente por amor, y con el apoyo de Mephisto, juntos llegarán muy lejos, y sin embargo… Shaka es la carta del triunfo, porque Shaka… es el dorado más egoísta de todos —sonrió Rea, y Shaka bajó la ciega mirada, y asintió—. Geist no es una criada, pero es natural ver que lo que motiva a Shaka no es el amor. Después de todo deseaba alcanzar el Nirvana, lo que motiva a Shaka es el egoísmo, un egoísmo muy interesante, propio de un mayordomo —aclaró Rea.

—Ama Souma… voy a tener que pedirle que no continúe indagando sobre mis motivaciones por favor… yo ganaré, téngalo por seguro —aseguró Shaka, y Rea asintió—. De modo que usted cree que nuestro equipo es el más fuerte —prosiguió Shaka.

—¿Cómo no va a serlo? —continuó Rea sombríamente— En el equipo Starlight está Dohko, quien Derbal cree que será el próximo campeón, pero su motivación no es tan fuerte, si su deseo no se cumple, buscará otra forma, ese es el viejo maestro. Dará todo de sí, pero naturalmente es porque desea que los 11 se superen. Aioros por otra parte, lo hace por Aioria, pero si no gana, no se pierde mucho, ya que Aioros confía en Aioria. Saga… él sí es un problema, mientras más tiempo pasa, más se convence de sus deseos, y de una avaricia muy similar a la de Shaka, él desea poder, ese equipo, es fuerte, pero no muy preocupante —aseguró Rea.

—Olvida al equipo más peligroso de todos, y que tiene toda la experiencia de su parte —recordó Shaka, pero Rea no estaba preocupada—. Además, en ese equipo está Milo —aseguró.

—Es precisamente Milo quien es el más débil de todos —le aseguró Rea, lo que sorprendió a Shaka—. Será el de mayor experiencia después de Dohko, será el más motivado de todos, y tendrá un par de años de ventaja, 3 cuando comiencen las olimpiadas, pero… él va a autodestruirse —aclaró, y Shaka no lo comprendió—. Solo basta ver quiénes son sus compañeros y lo que perderían. Si Camus, el mejor amigo de Milo, llegara a perder, Hilda, al ya ser mayor de edad, terminaría siendo desposada por Sigmund, su prometido… él es el más próximo a ver lo que más ama perdido. Por otro lado, los Heinstein son una familia muy poderosa e influyente, y Shura tiene la única oportunidad de reclamar a Pandora, convirtiéndose en el campeón de las Olimpiadas de Mayordomo. No existe ninguna otra oportunidad para Shura, es más fácil convencer a Derbal que a Hades. En otras palabras, si Camus o Shura pierden, su infelicidad está asegurada, en cuanto a Milo, él también tiene algo que desea, y aun así… no lo obtendrá, ¿sabes por qué? —preguntó Rea.

—Porque Milo vela ante la felicidad ajena antes que la propia… —se susurró a sí mismo Shaka—. ¿Quiere decir, ama Souma, que Milo se dejará perder? —preguntó Shaka, y Rea asintió— Ya veo… eso convierte al equipo de Milo… en el más volátil de todos. Si Camus pierde, Hilda se casará con Sigmund… si Shura pierde, Pandora se casará con Radamanthys, y Milo… él tiene más tiempo, pero quien tiene la mano de Saori en promesa es… —se preocupó Shaka.

—Julián Solo —recordó Rea—. Las próximas Olimpiadas de Mayordomo, serán durante el último año escolar de Julián Solo, eso significa, que Milo tendría una segunda oportunidad. Solo tendría que esperar 4 años más, pero, supongamos que somos Milo, y sabemos que Camus podría perder a Hilda para siempre en las actuales Olimpiadas de Mayordomos —sonrió Rea.

—Milo ayudará a Camus a ganar —dedujo Shaka, aunque la revelación de lo que sucedería 4 años después, fue lo que lo alertó. Al ver su reacción, Rea sonrió—. 4 años después Milo tendría una segunda oportunidad de competir, pero, para ese entonces… Pandora aún no se habrá graduado —dedujo Shaka, y Rea asintió—. En la segunda oportunidad, Milo volvería a competir, y si todo resulta como usted lo cree, entonces… Milo se aseguraría de que Shura ganara, y si eso pasa… —concluyó Shaka.

—Camus y Shura estarían felizmente casados con sus amores, pero Milo… con Julián Solo recién graduado… —metió su mano dentro de su bolsa Rea, y sacó un reloj de arena, uno que pertenecía a Cronos—. Fin del juego… se acabó el tiempo de Saori —finalizó, y Shaka se inquietó por lo que estaba escuchando—. Milo puede pretender ser un mayordomo todo lo que quiera, solo ser campeón de las Olimpiadas de Mayordomos le daría un título de nobleza, pero para Milo, su propia felicidad, siempre pasa a segundo plano. ¿Vez como es el equipo más débil de todos? —finalizó Rea, y Shaka asintió.

—Y me está diciendo todo esto… por alguna razón, creo yo —dedujo Shaka, y Rea sonrió con malicia—. Ya veo, la razón por la que usted me eligió, en lugar de a Mu como era lo más obvio, es porque yo soy… —intentó decir.

—Sumamente egoísta, igual que yo, Shaka… —finalizó Rea—. Entonces, mi querido y egoísta mayordomo, ahora que sabes mi proyección. ¿Qué tan egoísta eres en realidad? Si las cosas que yo he predicho se cumplen, tu felicidad, se esfuma. ¿Eres lo suficientemente egoísta para cambiar esto? —preguntó Rea, y por un tiempo, Shaka mantuvo su silencio.

—Por fin entiendo, lo importante que es Saori para usted, ama Souma —fue la respuesta de Shaka, misma que derribó las defensas de Rea, quien se ruborizó, viró su rostro, y tosió con fuerza—. Destruiré esa predicción… esté tranquila, ama Souma… viajamos en el mismo barco —le aseguró, haciendo una reverencia, y Rea sonrió.

—Y serás recompensado, si las cosas salen como mejor me beneficien, Shaka… mi mayordomo más valioso —sonrió Rea, calculando perfectamente, el camino a su propia victoria personal.

Mansión Depranon.

—¿Qué ha dicho? —en la mansión Depranon, todo parecía correr con normalidad, o al menos es lo que le había parecido a Saori, en esos momentos recostada sobre el sofá de la estancia principal y leyendo un libro, cuando el sonido de un plato rompiéndose, cayendo de manos de Mii, interrumpió el silencio. Mii se encontraba empujando el carrito de postres, mientras Milo había estado acomodando y sacudiendo los libros en el librero de la estancia principal, todo el personal había estado ocupado hasta el momento del quiebre del plato, con Camus sosteniendo una escalera, en la cual Katya estaba parada limpiando los vidrios más altos, mientras Erda y Xiaoling sostenían los instrumentos de limpieza. Shura llevaba su sombrero de chofer, y caminaba por la puerta principal con Kyoko y Shoko cargando bolsas de despensa desde la limusina, pero todo aquello fue interrumpido por las reacciones de Mii— ¿Reasignada? ¿Yo? ¿Cómo que reasignada? Oiga, si hice algo mal le pido que me lo explique, yo he sido su criada asignada desde que llegó, incluso cuando me cambiaron de puesto, no es que no confíe en las habilidades de Shura, pero yo, verá, usted, yo, ¿cómo que reasignada? —se preocupó Mii.

—Eh, eso suena sospechoso, pensé que te gustaban más femeninos. No creí ser tu tipo —agregó Milo a tono de burla, lo que terminó con Saori escupiendo su té por la sorpresa, y tosiendo violentamente, mientras Mii se ruborizaba, pero estaba tan aterrada por las reacciones de Saori, que no se dignó en ir en su auxilio mientras se ahogaba, por lo que Kyoko rápidamente limpió el desastre ocasionado por Saori, mientras Shoko le golpeaba alegremente la espalda para ayudarla a respirar—. Bromas aparte, aunque no tan bromas al parecer —se burló nuevamente Milo, por lo que Mii desvió la mirada, intranquila—. No te estoy reasignando solo a ti, sino a Kyoko y a Shoko también —exclamó Milo, y ante el comentario, el siguiente golpe en la espalda de Saori por parte de Shoko, fue sumamente violento, tanto que Saori lloró de dolor, mientras a Kyoko se le caía de las manos la taza de té de Saori.

—¡Shoko! —gritó Saori violentamente, aterrando a Shoko, quien notó la marca de su mano en la piel de la espalda de Saori— ¡Estoy a nada de despedirte! ¡Me dolió! —lloró Saori, mientras se frotaba la adolorida espalda— ¿Cómo que reasignar? No me has consultado nada de esto, Milo, aunque por las reacciones de Mii, probablemente deba considerarlo —sentenció Saori.

—No es lo que cree, ama Saori… digo, sí hubo algo, pero eso ya… —intentó defenderse Mii, sin darse cuenta de que se estaba hundiendo más y más, y de que la molestia de Saori crecía con cada palabra—. Mejor guardo silencio —agregó, mientras Milo se tragaba la risa.

—Si ya acabaste de humillarte a ti misma, déjame terminar —agregó Milo, aunque era evidente que aún se reía de las desgracias de Mii—. Soy el mayordomo de más experiencia de los 3, y las Olimpiadas de Mayordomos no son algo sencillo. Tenemos vacantes para 3 criadas adicionales al servicio de Shura, pero no pretendo que desperdiciemos el tiempo entrenando nueva servidumbre. Seremos más efectivos si por medio de reasignaciones, podemos pulir las faltas de Shura para que todos estemos al mismo nivel, así que, desde mañana, Mii, Shoko y Kyoko estarán asignadas a Shura, yo atenderé solo a Saori —finalizó Milo.

—No me molesta que me monopolices, pero… ¿por qué? Shura es lo suficientemente confiable —agregó Saori preocupada, y Shura reverenció aceptando el cumplido—. Actúas como si tuvieras todo bajo control. ¿Ocultas algo? —preguntó Saori.

—No sería justo… enfrentarme a mis amigos, con todo lo que está en juego, si tengo ventaja —respondió Milo, mirando a Shura y a Camus fijamente—. Vamos a ganar las Olimpiadas de Mayordomos, pero solo uno puede ganar el título de nobleza… y no es secreto para nadie, que quien tiene más posibilidades de los aquí presentes, soy yo —se apuntó Milo a sí mismo.

—¿Es un reto? —sacó su espada Shura, y Milo hizo un ademán de superioridad, uno que fastidió a Shura— Puedo contigo cuando quieras y donde quieras, escorpión testarudo e ingenuo. Lo que no te perdono es que por blandengue me tengas misericordia —le aseguró Shura en tono de desafío, y tras ver la mirada de Milo, deprimida, aquello lo intranquilizó.

—Por eso debes estar en mejores condiciones que yo… para así no tener que contenerme —aclaró Milo, y la sorpresa de Shura no se hizo esperar—. Si me la ponen fácil, solo harán que les tenga pena, y eso sería algo malo para mí, ¿no lo creen? —sonrió Milo con malicia.

—Solo uno de nosotros… puede obtener el título de nobleza… —susurró Camus, y entonces asintió con determinación—. No es nada personal, pero, definitivamente, yo obtendré el título de nobleza. Así que, decide lo que quieras, Shura. De todas formas, yo voy a ganar —aseguró Camus.

—Tsk… que fastidio… —aceptó Shura, y entonces sonrió—. ¿Estamos todos seguros entonces? ¿No habrá consideraciones ni resentimientos? —Milo asintió, Camus asintió de igual manera, y el grupo de criadas y Saori todas intercambiaron miradas de curiosidad— ¿Qué se le va a hacer? Prepárate para morder mi polvo, Milo, y lo siento Camus, pero no eres siquiera una amenaza para mí —agregó de forma arrogante.

—Continúa diciéndote eso, Shura… —sonrió Camus con determinación—. Así será más sorpresiva mi victoria —aclaró, y todos volvieron a trabajar, aunque Saori no estaba del todo tranquila.

—Milo… —agregó Saori, y Milo la observó con curiosidad—. ¿Qué fue todo eso? Pareciera que todo está bien entre ustedes, pero pude notar algo de resentimiento en todos sus comentarios. ¿Qué ocurre? —preguntó sin rodeos.

—Tan solo aceptamos lo inevitable… —prosiguió Milo, limpiando otro libro de la estantería—. Solo uno puede ganar… pero de esta forma, los 3 sabemos, que no nos contendremos. Si alguno de nosotros se contuviera, sería un insulto para los demás. Así que estate tranquila, pase lo que pase, ya hicimos las paces con nosotros mismos. No habrá dudas… ¿lo escuchó, amo Cronos? —miró Milo al segundo piso, donde recargado en el barandal, se encontraba Cronos, a quien Saori no había notado hasta ese momento.

—Eso espero… —respondió Cronos con una sínica sonrisa—. No sería divertido si hubiera consideraciones. Además, me fastidiaría mucho si Rea me venciera esta vez, tengo una apuesta personal que cumplir, Milo —aseguró Cronos, Milo asintió, y Saori, se tomó la cabeza con una jaqueca que recién se estaba dando cuenta que la embargaba.

Academia Sanctuary. 13 de Abril de 1987.

—Siento mucha tensión… a mi alrededor… —se dijo a sí misma Saori, mientras su limusina estacionaba en la Academia Sanctuary. Habían llegado más temprano que de costumbre, aunque no fue lo único peculiar de aquella mañana. Recién se había levantado Saori, pero el desayuno ya se encontraba al lado de su cama, y su uniforme había quedado planchado a la perfección. Su baño había estado listo también, a la temperatura correcta, y los quehaceres de la casa habían terminado sin complicaciones, además de que, la conducción de Shura había sido tan impecable, y utilizando rutas alternas, que habían llegado a la academia con más de media hora de ventaja. Aquello era evidente, cuando encontraron las rejas de la Academia Sanctuary aún cerradas—. Llegamos muy temprano —aseguró Saori.

—Tonterías… —sonrió Milo—. Llegamos justo a tiempo —fue su respuesta. Y tras haberlo dicho, Saori notó a Aioros y a Saga, vistiendo como mayordomos, abriendo las rejas e invitándolos a pasar. Ambos estaban impecables, irradiaban nobleza, si es que aquello era posible, y se movían con gracia y elegancia.

—Muy buenos días, señorita Depranon —comentó Shion, con Dohko sirviendo como su sombra, y para sorpresa de la joven, y aún con Xiaoling babeando al verlo, Dohko no había presumido sus músculos—. Todo parece indicar, que los días en la Academia Sanctuary, serán más controlados a partir de ahora —se alegró Shion, pero Saori no estaba del todo agradecida, y mientras veía a Saga, Dohko, y Aioros retirarse, la duda la embargaba.

—Algo… no está bien —se susurró a sí misma Saori, mientras Aioros reverenciaba e invitaba a las recién llegadas a pasar, mientras Saga realizaba labores de administración, y mientras Dohko charlaba con Shion de forma amable y decorosa—. No se siente… genuino… —prosiguió Saori, algo deprimida.

—¿Enserio? No me hubiera dado cuenta si no lo comentas —exclamó alguien a sus espaldas, y tras darse la vuelta, Saori se escandalizó, mientras veía a June, con maquillaje perfecto, con su cabellera atada de forma principesca, con trenzas lustrosas y joyas, sus uñas pintadas y bien pulidas, e incluso emanando un aroma a perfume bastante inquietante.

—¿Eh? ¿Quién eres? —escuchó Saori a Shunrei, quien acababa de llegar junto con Shiryu, y mientras ambos se mostraban horrorizados por la joven frente a ellos, quien se encontraba más que ruborizada— ¿June? ¿Eres tú? —exclamó Shunrei, enfureciendo a June.

—¡No se muestren tan sorprendidas! —exclamó June en descontento, portándose de forma muy poco femenina pese a su maquillaje y joyas que la hacían verse como una señorita de alta sociedad.

—Ama Cefius… su postura —exclamó Mu, vistiendo como mayordomo, y sobresaltando a Saori, quien lo miró a los ojos, notando que estos reflejaban algo extraño, principalmente cuando fueron desviados en dirección a Milo—. El cambio que ha logrado hasta ahora, no debe verse mermado por sus inquietudes actuales, incluso su prometido está complacido, por favor esfuércese —sonrió Mu.

—Hablas de más, mayordomo moroso —se quejó Ikki, quien llegaba vistiendo su uniforme, tan impecable, que parecía un traje de gala, incluso su cabello estaba bien peinado, sus zapatos bien boleados, y su postura, parecía haber cambiado—. Tampoco es que no me agrade el cambio… simplemente… no me esperaba que me involucraran a este nivel —aseguró Ikki, apenado.

—Un Heinstein siempre debe estar bien presentable, amo Heinstein —aclaró Aioria, cargando los maletines tanto de June como de Ikki—. Y debo agregar, que su porte ha cambiado, ya no camina con esa joroba, se ve más alto, y ante los ojos de su prometida, aún más atractivo —aclaró Aioria, dando en el clavo de la debilidad de Ikki, quien dejó de quejarse, tosió haciéndose el rudo, y le ofreció su brazo a June.

—Puedo acostumbrarme… definitivamente puedo acostumbrarme… —agregó June con su rostro ruborizado, mientras Mu le limpiaba los labios pues había estado salivando—. Lo siento, am… —intentó concentrarse June—. Mi estimadísima Saori, será para mí un gran honor si me acompaña a las aulas. ¿Se encuentra dispuesta? —preguntó June con modales, y con Ikki a su lado tomándole de la cintura, aquello lanzó varios choques eléctricos por las columnas de Saori y de Shunrei, incluso de Shiryu.

—¿Me encuentro… dispuesta? ¿Quién eres y qué hiciste con June? —se estremeció Saori, pero entonces se escandalizó aún más, cuando Shun llegó, vistiendo su traje, y con su cabello acomodado en una coleta de apariencia masculina, seguido de Aldebarán, quien al parecer había logrado que Shun fuera más seguro de sí mismo en el transcurso de un fin de semana.

—Buenos días, Saori —agregó Shun con entusiasmo, y las chicas a la entrada de la academia lo miraron con lujuria, Shun de alguna forma inexplicable, irradiaba masculinidad, fuera por el reloj de oro y los anillos, o por la esclava y su camisa bien abotonada, o por el olor a colonia, la verdad era que Shun los había sorprendido a todos.

—Mi señor —comentó Aldebarán, y Shun lo volteó a ver con curiosidad—. Me es importante recordarle la forma de dirigirse a otro miembro de la alta sociedad. Una disculpa de antemano si mis comentarios lo han molestado —reverenció Aldebarán.

—No me has molestado, Aldebarán, y tienes razón —reverenció entonces Shun delante de Saori—. Señorita Depranon, espero verla en clases. ¿Nos vamos, Aldebarán? —sonrió Shun, y Aldebarán siguió a Shun a su aula.

—¿Qué está… pasando aquí? —se estremeció Saori, notando a June, a Ikki, y a Shun, y su gran cambio, mientras se dirigían a sus respectivas aulas seguidos de sus mayordomos—. De pronto… siento que la que no encaja con la alta sociedad soy yo. Mii… una explicación sería agradable —miró Saori a Mii.

—Se la diría si la tuviera, pero estoy increíblemente sorprendida… —agregó Mii, y de pronto, todo su temple se derrumbó, cuando Afrodita entró por las puertas de la academia Sanctuary, vestido de mayordomo, con su cabello amarrado en una coleta, y con una rosa roja adornándole el uniforme de su bolsillo de pecho.

—Que nostalgia… aunque no sea el momento de demostrar debilidad —se dijo a sí mismo Afrodita, mientras se viraba a la limusina en que había llegado, y abría la puerta, ayudando a Rea a salir de la limusina. Sus movimientos fueron gráciles y gentiles, y todo aquello aceleró el frágil corazón de Mii.

—Estacionaré y me reuniré con ustedes —escuchó el grupo, y a Erda casi le sangra la nariz, mientras Mephisto, con su barba bien cortada, su cabello bien peinado, y una mirada despierta y animosa, conducía la limusina en dirección al estacionamiento.

—Maldición… creo que me emocioné de más… —comentó Erda, cubriéndose la nariz, Xiaoling por su parte, le entregó algo de papel para detener su hemorragia nasal—. Gracias… pero finjamos que esto nunca sucedió —suplicó Erda, mientras Katya movía su cabeza en negación, sintiendo pena ajena.

—Abuelita, ¿qué haces aquí? —preguntó Saori sobresaltada, aunque antes de responder, alguien empujó a Rea tras chocar no tan gentilmente con su hombro, y Saori divisó a una furiosa Geist, que caminaba rápidamente en dirección a su salón, evitando a la persona que caminaba tras Rea y Afrodita, a Shaka, quien dirigió su lechosa mirada en su dirección, como si fingiera poder verla—. Shaka… entonces es cierto… de verdad son los mayordomos de mi abuelita —se deprimió un poco Saori.

—Así es, ama Depranon —respondió Shaka, virando el rostro lechoso en dirección a Milo, quien hizo una mueca, y no se dignó a mirarle a los ojos ciegos—. Y todos… nos estamos tomando nuestro papel muy enserio… espero lo entiendas… Milo… —sentenció Shaka.

—Eso ha sido incomodo, pero lo comprendo, Shaka —respondió Milo, y Shaka siguió con su camino, y una vez que el trio de mayordomos Depranon quedó solo frente a las puertas de la Academia Sanctuary, Milo se estremeció—. Su no mirada me erizó la piel —declaró Milo.

—No soy el único que lo notó, ¿verdad? —preguntó Shura, y tanto Milo como Camus lo miraron fijamente— Todos y cada uno de ellos… nos declaró la guerra… —aclaró Shura, y las criadas y Saori se horrorizaron por lo que habían escuchado.

—No son los únicos que nos declaran la guerra —miró Camus en dirección a unos árboles en la zona de recreación, donde un grupo de 3 mayordomos atendía a Hilda, estos conformados por Siegfried, Hagen y Mime, quienes pese al calor que hacía, no permitían a Hilda dormir, se notaba en la mirada de pocos amigos que tenía Hilda dibujada en el rostro, y en el cómo Siegfried miraba a Camus con desprecio.

—Ya me di cuenta… comienza a apestar a rata —declaró Shura, mirando a una limusina, desde la cual Radamanthys, ayudaba a Pandora a bajar—. Aunque esta rata no puede entrar en la Academia Sanctuary, las otras 2 me asesinan con la mirada —agregó Shura, viendo a un par de profesores, vistiendo ahora como mayordomos, mientras ayudaban a una muy molesta Pandora a caminar con modales y elegancia por la academia—. Minos y Aiacos, ya me trataban mal en la mansión Heinstein, pero ahora parece que se regocijan como lobos acechando a su presa —declaró Shura con molestia.

—¿Eso crees? A mí me parecen pavorreales en época de apareamiento —insultó Milo, y ambos mayordomos viraron a ver a Milo con desprecio—. Sigan caminando, mayordomos Heinstein… su ama no les ha ordenado morder —insultó Milo, y Pandora, reverenció en dirección a Milo, mientras el par de mayordomos continuaba con su camino—. Eso se sintió terrorífico… de verdad sentí como me rompían el cuello con la mirada —confesó Milo, pero no era lo único que incomodaría a Milo, ya que pronto vio a Julián Solo, siendo guiado por sus mayordomos: Kanon, Sorrento y Krishna, todo mientras Julián Solo lo miraba con soberbia.

—Toda la academia se ha convertido en un campo de batalla —concluyó Camus, mirando a los alrededores, y a más tercias de mayordomos, algunos siendo caras conocidas, otras no tanto, mientras servían a sus respectivos amos o amas, y se pavoneaban con una inmensa superioridad por sobre los demás mayordomos.

—La cantidad de nobles en la Academia Sanctuary es inquietantemente alta después de todo —le recordó Milo con entusiasmo, mientras observaba a todos los mayordomos buscando identificarlos, hasta que, de pronto, su mirada se quebró—. Él… —se escandalizó Milo, encontrando a un mayordomo de tez morena, ojos rosados, y con una sonrisa malévola, mirándolo fijamente desde la rama de un árbol. Inmediatamente, el recuerdo del sujeto que tomó aquellas fotos de Saori, y logró quitarle su moño de mayordomo a Milo, se hizo presente.

—Vaya, que hostiles ojos —habló el mayordomo en la rama del árbol—. Pero con una extraña pasividad, Antares Milo… ¿será que esta vez realmente estás al pendiente de tu señorita? ¿O debería profanarla como la última vez y quitarte ese moño? —insultó el mayordomo, mientras las 6 criadas de Saori la rodeaban de forma sobreprotectora.

—¿Quieres que caiga en tu provocación como la última vez? En ese entonces era un novato —se burló Milo, aunque una gota de sudor le caía el rostro, Saori lo notó.

—Aún eres un novato, mayordomo de tercera —declaró el hombre, bajando del árbol, y de un movimiento rápido, tomando a Milo del moño de su cuello, lo que llamó la atención de Milo, y lo enfureció—. Estás a un nivel muy inferior al mío… Antares Milo… ¿qué pasaría si tirara en este momento? Sería como… si alguien profanara a tu señorita… —susurró el hombre, Milo enfureció, pero Camus lo detuvo de cometer una imprudencia, al sujetarlo del hombro.

—Es mi señorita también, papanatas —escucharon ambos a Shura, quien tenía su espada de madera al cuello del mayordomo que sujetaba del moño de Milo—. Tira de su moño… y yo cortaré el tuyo… —aseguró Shura, y el mayordomo, con una sonrisa inquietantemente tranquila, soltó el moño de Milo.

—Que divertido… creen que existe la amistad entre mayordomos —continuó el mayordomo, incluso metiendo sus manos en sus bolsillos, como señal de que Shura no era siquiera una amenaza para él—. No voy a descalificarte aún, pretendo enfrentarte en Inglaterra, no aquí —aseguró el mayordomo.

—Recuérdame tu nombre… ya que aparentemente eres tan insignificante para mí que seguro lo he olvidado —se burló Milo, y ante el arrogante intento de desafío, el mayordomo simplemente se rio un tanto sonoramente.

—Hyperión Depranon —pero fue Saori, quien recordó el nombre, mismo que al salir de sus labios, sobresaltó al trio de mayordomos—. Eres mi… tío abuelo Hyperión… ¿verdad? ¿Por qué eres un mayordomo? —preguntó Saori, pero Hyperión fingió que no escuchaba, y comenzó a retirarse— Hyperión… ¿por qué? ¿Qué hace él aquí? —preguntó Saori conmocionada.

—No es la primera vez que veo a ese bueno para nada, pero ahora que sé que es un Depranon, me cae peor que aquella vez —declaró Milo, y tanto Shura como Camus asintieron—. Hay mucha hostilidad… en esta academia… —continuó Milo, mientras Saori tan solo bajaba la cabeza, sumamente deprimida.

Ala Bronce. Aula 3-A.

—Mii… haz algo… —susurraba Erda a Mii, quien nerviosamente miraba en dirección a Saori desde su pupitre, mientras un aura oscura la rodeaba, misma en la que casi podía ver dibujadas las palabras molestia, una y otra y otra vez emanando del cuerpo de Saori—. La señorita está de un humor sepulcral, jamás la había visto tan enojada en mi vida —prosiguió Erda, mientras Saori escribía en su cuaderno tan sonoramente, que era evidente que la fricción no tardaría en romper las hojas de su libreta.

—¿Qué puedo hacer? Esperaba que Aioros llegara y se sentará en medio de nosotras para alegrar un poco a la señorita, pero… simplemente no sucedió —exclamó Mii, ganándose un tirón de orejas por parte de Derbal, quien la había escuchado susurrándose con Erda.

—Te di ventaja porque normalmente no interrumpes mi clase, pero ya fue mucho de susurrar —mencionó Derbal, y todos en el salón se burlaron de Mii, todos menos Saori, quien seguía tomando notas en silencio y molestia, misma molestia que Derbal notó—. Bien, me rindo, alguien explíqueme —preguntó Derbal, esta vez dirigiéndole la mirada a June, quien era toda sonrisas mientras se miraba en el reflejo de la pantalla de su calculadora—. Tendremos un pequeño receso de la perfección de nuestra clase, para esclarecer un misterio que me está inquietando bastante. ¿Qué hay de diferente en esta clase a con los otros días? —preguntó Derbal, y Shun alzó la mano, lo que era una sorpresa.

—¡Aquí! —agregó Shun con entusiasmo, mientras todas las chicas en el salón babeaban por él, salvo criadas, June y Saori por supuesto— Quiero aprovechar la oportunidad, para mencionar que June se ve especialmente radiante el día de hoy —agregó Shun con entusiasmo, y en ese momento, el lápiz de Saori se partió a la mitad, además de que June se ruborizó al extremo por la mención.

—¡Un par de años tarde, Shun! —recriminó June, ganándose las risas de todos en el salón, mientras Derbal analizaba la situación a su alrededor, y notaba el cómo June se aclaraba la garganta, tocía fingiendo demencia, y agradecía con modales— Quiero decir… agradezco el gentil comentario, querido Shun. Pero he de recordarte de mi compromiso con tu hermano, y que él seguramente no va a estar muy complacido con lo que estás diciendo —aseguró June, con porte y elegancia.

—Qué asco, no te queda esa actitud —habló Seiya, y todos en el salón palidecieron, recordando lo volátil en el temperamento de June, pero para sorpresa del grupo, y pese a que June se mordió los labios momentáneamente, sonrió en dirección a Seiya.

—Agradezco la crítica constructiva, joven Sainto… pero he de pedirle que se dirija a mí con mayor refinamiento —declaró June, cruzándose de brazos, y dándole la espalda a Seiya.

—Es verdad, Seiya, has sido muy grosero —interrumpió Shun, con una mirada fiera en su rostro, una mirada ante la cual todas las chicas del salón, salvo las mismas de siempre, exclamaron: 'Kya', de forma tierna—. He de pedirte que te disculpes ante June por favor —aclaró educadamente, pero con firmeza.

—¿Qué dices? Shun, ¿desde cuando eres tan directo? Incluso pareces molesto —declaró Seiya, sobresaltando a June por lo que estaba oyendo—. Si hubieras sido así desde siempre, June estaría contigo, no con Ikki —aseguró Seiya.

—¿Eh? —se apenó June, pero rápidamente movió su cabeza un buen número de veces para recuperar su temple— Joven Sainto, está equivocado… —fingió demencia June nuevamente, y mientras lo hacía, más se molestaba Saori, cosa que Derbal notó—. He de pedirle por favor que desista de su comportamiento tan vulgar —agregó ella ofendida.

—¡YA BASTA! —gritó Saori, y todos en el salón se sorprendieron, e incomodaron, Mii y Erda se levantaron para intentar ayudar a Saori a calmarse, pero Saori las miró con un desprecio tal, que ambas se congelaron en seco— Dices algo, una palabra, y te despido… —apuntó Saori, y Mii de inmediato se sentó en su pupitre—. ¡Seiya! ¡Se llama Seiya! ¡No joven Sainto! ¡Deja de hablar como una retrasada! —insultó Saori, y June se estremeció en ese momento. Shun por su parte, estuvo por intervenir, cuando Saori lo miró con tristeza— Shun… basta… eres gentil… eres sensible… te comportas como un pedante, arrogante, y con aires de superioridad, ¿qué no lo ves? —preguntó Saori, y Shun reflexionó sobre su comportamiento— ¿Por qué todos se están comportando como unos… falsos…? Me duele… me lastima… que intenten pretender algo que no son. ¿A quién intentan impresionar? —preguntó Saori, y tanto June como Shun hicieron silencio.

—Vaya… el síndrome de las Olimpiadas de Mayordomo se ha hecho presente —concluyó Derbal, y Saori hizo una mueca, al borde de estallar en lágrimas—. Tiempo fuera, no me mires así, respira, tranquilízate, y siéntate que yo te explico —Saori asintió, y se sentó sintiéndose levemente regañada—. Lo primero que tienes que saber, es que las Olimpiadas de Mayordomos son un deleite de los nobles, el nivel de exigencia es muy elevado, pero no son más que un circo. A los nobles no les importa el esfuerzo de los mayordomos en estas olimpiadas, solo les importa divertirse, pero para los mayordomos, las Olimpiadas de Mayordomos son una oportunidad, un escape, la forma de conseguir sus más anhelados deseos —le explicó Derbal, y Saori asintió a sus palabras—. Es entonces, que los mayordomos que compiten, empiezan a declarar la guerra a sus contrincantes, no desean verse débiles ante sus rivales, y se fuerzan unos a otros a ser perfectos. No es que haya algo malo con la perfección, pero la perfección… jamás debe de opacar a su deber en el servicio —aseguró, sacando un pañuelo, y limpiándole las lágrimas a Saori—. En todo caso, el amo noble es siempre la prioridad, convertir a sus amos en sinónimos de perfección, contra sus respectivas voluntades, es una gran falla —apuntó Derbal a June, quien se apenó—. Ignorar sus convicciones y alegrías personales, buscando la perfección, es también una gran falla —mencionó Derbal, mientras pedía silencio, y todos en el aula podían escuchar perfectamente la lección de Aioros, quien hablaba y hablaba, como un profesor universitario, sin bromas, sin alegría, solo perfección—. El único momento en la cual la perfección es importante para un mayordomo es… cuando no va en contra de los designios de su amo… y cuando no está siendo evaluado. Tus mayordomos, en su afán de demostrar que son dignos, están cayendo en lo que se conoce como el síndrome de los mayordomos… anteponiendo el deber… por sobre la complacencia de su amo, porque, señorita Depranon… usted es la ama… le estén sirviendo o no… el mayordomo, escoge siempre a sus amos… —finalizó Derbal.

—¿Cómo… cómo saco a mis mayordomos… del Sindrome de las Olimpiadas de Mayordomos? —preguntó Saori, y Derbal le sonrió— ¿Cómo puedo lograr… que vuelvan a ser quienes eran antes? ¡No me gusta la frialdad! ¡Mu no está alegre! ¡Aldebarán no es sensible! ¡No hay calidez en las acciones de Saga! ¡Mephisto no es aterrador! ¡Aioria no me hace reír! ¡Shaka me da miedo! ¡Dohko no me da tranquilidad! ¡Incluso Milo parece que está inmensamente triste! —cerró sus manos en puños Saori, y sus lágrimas comenzaron a caer sin control— Y eso me pone inmensamente triste a mí… Aioros… ya no es divertido… Shura parece más distante que nunca… Camus ya no me proporciona calma… y Afrodita… pareciera no estar allí… es como si… se hubiera apagado… los quiero de vuelta —insistió Saori, y Derbal asintió.

—Saori conoce a sus mayordomos mejor que nadie, y sus mayordomos deberían ser quienes conocen a Saori mejor que nadie también… si alguien puede regresarlos a la normalidad, esa es Saori —finalizó Derbal, y Saori asintió—. Bueno, ya dije mucho. Es una pena que tenga que destruir el record perfecto de Saori pero, supongo que Saori hoy no vino, le mandaré su tarea con su criada Mii —sonrió Derbal.

—¿No vine? —preguntó Saori, mientras Derbal la tachaba de la lista de asistencia, y Saori entonces lo comprendió— Muchas gracias, maestro Derbal… le diré a Hilda que usted no es tan malo como ella decía —declaró con una sonrisa.

—Doble falta —respondió Derbal con una vena saltada en su frente, y Saori se espantó—. Ahora vete antes de que sea triple —sentenció, Saori reverenció, se retiró, y sus criadas intentaron ir tras ellas, pero Derbal no se los permitió—. Ustedes no van a ningún lado, y June, déjate de andar viendo en el espejo, Shun, tienes prohibido hablar en clase el día de hoy. Seiya, deja de sacarte los mocos, es asqueroso —reprendió Derbal, y la clase volvió a la perfección habitual.

Aula 1-B.

—Esos del aula 3-A son muy escandalosos, ¿no les parece? —agregó Aioros con firmeza, mientras los estudiantes el 1-A amenazaban con quedarse dormidos— Espabilen, aún hay mucho que aprender de la lección de hoy —prosiguió Aioros, incluso golpeando el pupitre de uno de sus estudiantes con una regla de madera—. Atentos, no se distraigan, es de vital importancia que… —intentó decir Aioros, cuando la puerta del aula se abrió, y Saori entró, con un rostro de pocos amigos—. ¿Señorita Depranon? Esta no es su aula, le pido una disculpa, pero creo que… —intentó decir, cuando Saori extendió los brazos—. ¿Señorita? —preguntó Aioros confundido.

—Aioros… —comenzó Saori, con sus labios temblando, y el rostro ruborizado, como si le incomodara sobremanera lo que estaba haciendo, mientras todos en el aula 1-A la miraban y susurraban sobre Saori, llamándola la princesa de bronce, sin darse cuenta, que nuevamente, se iba a convertir en el tema de conversación de toda la academia—. ¿Me abrazas? —preguntó Saori, y ante aquello, Aioros hizo una mueca.

—¿Perdone usted? —exclamó nerviosamente Aioros, mientras Saori temblaba frente a él, y los susurros en el aula 1-A se intensificaban— Orden, basta de susurros, el próximo que hable será reprendido severamente. Ahora, señorita Depranon, tengo que pedirle de la forma más amable que… —intentó decir, mientras Saori continuaba en su pose de querer un abrazo, y la ceja de Aioros comenzaba a temblarle—. Señorita… —insistió Aioros, pero Saori amplió su sonrisa—. Señorita… usted… —Aioros comenzó a sudar, apretando su regla con fuerza, mientras Saori parpadeaba un par de veces de forma dulce, mientras se mordía los labios de la vergüenza—. ¡Sa-sa-sa-sa-sa-sa-sa! ¡Saoriiiii! —gritó Aioros con fuerza, abrazando a Saori, y dándole de vueltas rápidamente, lo que la hizo gritar con fuerza.

—¡Aaaaahhhhh! ¡Auxilio! —gritó Saori, mientras Aioros gritaba como un demente en un ataque de risa, hasta que la ventana del 1-A se abrió, y una espada de madera cayó y arremetió con fuerza sobre la cabeza de Aioros.

—¡Excalibuuuuur! —susurró Shura, mientras Aioros caía inconsciente, y Saori bailoteaba mareada por todo el salón— ¡Ama Depranon! ¿Se encuentra bien? ¡Ama Depranon! —prosiguió Shura nerviosamente, sacudiendo a Saori, intentando traerla en sí.

—¡Excalibur! —gritó Saori emocionada, lo que sobresaltó a Shura— Excalibur… dijiste Excalibur… y no solo lo dijiste, lo hiciste… usaste a Excalibur. ¡Muchas gracias! ¡Shura! —abrazó Saori a Shura, quien no entendía nada de lo que pasaba— Shura… aunque Pandora no esté feliz de escucharlo… estoy inmensamente feliz de que seas mi mayordomo y no de ella —finalizó Saori, y Shura parpadeó un par de veces, sin comprender lo que estaba pasando—. ¡Nunca dejes de usar a Excalibur! ¡Es una orden! ¿Lo entiendes? ¡Una orden! Lo más importante para mí… es que siempre sean ustedes mismos… lo entiendes, ¿verdad? —preguntó Saori, y Shura lo pensó por unos instantes.

—Estoy confundido, pero… creo que lo entiendo… —reverenció Shura, mientras Aioros recuperaba la conciencia, y se frotaba la cabeza con fuerza—. ¿Quiere que use a Excalibur ahora? —preguntó Shura confundido.

—¿Y si mejor te Excabulireo yo a ti? —atacó Aioros con su regla, sobresaltando a Shura, quien cubrió a duras penas con su espada de madera— ¿Qué fue todo eso? Yo solo le di a Saori un abraaaaa… zo… eso no es muy de mayordomos, ¿verdad? —se apenó Aioros.

—No lo es… —sonrió Saori, y Aioros la miró fijamente—. No es propio de mayordomos… pero sí es propio… de mi familia… —le sonrió Saori, y Aioros se ruborizó, y sonrió de forma infantil.

—¡Llámeme Aioros Depranon! —exclamó Aioros alegremente, y Shura arremetió sobre su cabeza con Excalibur, furioso, Aioros tomó su regla, y en el 1-A comenzó una batalla de espadas, con todos los del 1-A riendo por el enfrentamiento, mientras Saori salía con una gentil sonrisa dibujada en su rostro, y suspiraba aliviada.

—Solo yo sé cómo recuperar a mis mayordomos, ¿verdad? —recordó Saori, mientras se apenaba— Aunque me dio bastante vergüenza —prosiguió ella, caminando por los pasillos del Ala de Bronce, pensando en lo siguiente que debía hacer. Al caminar frente al 3-B sin embargo, Febe, maestra de aquel salón, notó todo lo que había acontecido en las aulas de bronce, y se frotó la barbilla con curiosidad, antes de continuar con su clase.

Ala de Plata.

—Típico de la Academia Sanctuary… ya decía yo que todo estaba extrañamente callado —mencionó Afrodita, quien se paseaba con Mephisto por el Ala de Plata, por alguna razón desempeñando labores de limpieza—. Es bastante nostálgico… el volver a estas aulas… apenas y puedo creer que nos graduamos… —prosiguió Afrodita, mientras cambiaba la bombilla de una de las luces del pasillo.

—Sí, bueno, tampoco la pasamos muy bien, éramos los inadaptados sociales —le recordó Mephisto, sosteniendo la escalera—. Además, no es como que nos estemos divirtiendo. La Ama Souma nos quiere activos, no lo dice por lo del tratamiento silencioso, pero nos quiere trabajando, sin mencionar que Shion no nos firmó los papeles de servicio laboral hasta que le aseguráramos que aportaríamos en la Academia Sanctuary —le recordó Mephisto, y Afrodita asintió, estando a punto de bajar de la escalera, cuando notó a Saori en el piso del Ala de Plata.

—Por favor… —suplicaba Saori frente al aula 5-B, ante la mirada intranquila de Pandora, quien se negaba fervientemente—. Te lo pido como tu amiga, si es que me consideras tu amiga, solo tú puedes ayudarme con esto —suplicaba Saori.

—Imposible, imposible… ya me costó mucho recuperarme de la primera vez… además… ciertos mayordomos no me lo perdonarían —respondía Pandora, notando entonces a Mephisto y a Afrodita en el pasillo—. Ya hay testigos, además, no puedo, sabrán que yo lo hice —intentó entrar Pandora en su salón, pero Saori se aferró a su brazo—. ¡Que no dije! —exclamó Pandora.

—Si no lo haces jamás te consideraré mi amiga —exclamó Saori, y aquello preocupó a Pandora—. Quieres ser mi amiga. ¿Verdad? —preguntó Saori, y Pandora comenzó a rascarse la cabeza con fuerza en señal de molestia.

—¡Está bien! ¡Espera aquí! —agregó Pandora, entrando a su salón, mientras Saori dirigía la mirada en dirección a Mephisto y Afrodita, y después les daba la espalda fríamente, lo que hirió un poco a Afrodita, aunque Mephisto no se inmutó. Momentos más tarde, Pandora salió con unas tijeras, lo que confundió al par— No puedo creer que hayas jugado la carta de ser tu amiga… y no puedo creer que la estoy aceptando —finalizó Pandora.

—¡Muchas gracias, Pandora! —comentó Saori, y comenzó a jalar a Pandora en dirección a los baños de las niñas. Finalmente, Afrodita reaccionó, aunque Mephisto no le daba mucha importancia.

—¡Saori! —gritó Afrodita, intentando entrar al baño de las chicas, cosa que Mephisto le impidió— Tijeras… Pandora llevaba tijeras… —intentó explicar Afrodita, pero Mephisto seguía impidiéndole el paso.

—¿Estás demente? Es el baño de chicas, además de que no somos mayordomos de la señorita Depranon —reprendió Mephisto, pero Afrodita intentaba pasar de todos modos—. ¿Qué te pasa? Compórtate a la altura de tu puesto, mientras uses ese uniforme, y seas un hombre, no pasarás por aquí —sentenció Mephisto, empujando a Afrodita.

—No lo entiendes… —intentó decir Afrodita, notando entonces a Pandora empujando a algunas chicas fuera del baño, lo que sobresaltó a Afrodita aún más.

—Ya está solo el baño, nadie nos molestará. Mójate el cabello, Saori —prosiguió Pandora, Afrodita se escandalizó, balbuceó, pero Mephisto le siguió negando el paso.

—Entonces, no paso mientras vista este uniforme y sea un chico, ¿verdad? —se fastidió Afrodita, y Mephisto asintió—. ¡Bien! ¡Tomaré mi descanso ahora! —se fastidió Afrodita, se quitó el saco, y lo lanzó al rostro de Mephisto. Afrodita entonces corrió al aula 5-A, entró sin pedir permiso, y sacó a Kyoko a la fuerza.

—¿Señor Afrodita? ¿Qué ocurre? —preguntó Kyoko sorprendida, Katya, quien era su compañera de clases, salió tras ambos confundida. Afrodita entonces susurró algo al oído de Kyoko, quien se ruborizó— ¿Cómo dice? ¡Espere! ¡Creo que no está pensando bien las cosas! —se escandalizó Kyoko, mientras Afrodita la empujaba tras la intersección, y Katya era testigo de lo que estaba sucediendo, y se apenaba y cerraba los ojos, acto que sobresaltó a Mephisto, pero no tanto como ver a Afrodita salir, vistiendo el uniforme de Kyoko.

—¿Qué cangrejos? —se estremeció Mephisto, mientras un ruborizado Afrodita entraba al baño de niñas, más por la confusión de Mephisto, que por haberse cumplido los requisitos para que él le permitiera entrar.

—¡Pandora! —gritó Afrodita, y Pandora salió aterrada del baño de niñas, con Afrodita persiguiéndola en todo momento— ¡Aún si Shura me rompe a Excalibur en la cabeza! ¡No te permito que le hagas daño a Saori! —continuaba Afrodita, Mephisto sentía que su alma se lo llevaba el Praesepes, y Saori salía con su cabello atado en una coleta, y él la miraba con curiosidad.

—Pandora solo me estaba cortando las puntas —le enseñó Saori a Mephisto, quien hizo una mueca de descontento, mientras Afrodita, ahora en medio del pasillo mientras perseguía a Pandora, y vistiendo de mujer, miraba a Saori con incredulidad, mientras todos los estudiantes del Ala Plateada asomaban sus cabezas por las ventanas, y se preguntaban sobre la hermosa chica que perseguía a Pandora—. Gracias… Afrodita… por preocuparte por mí… de verdad… gracias… —declaró Saori, y Afrodita sonrió, aunque se encontraba en una incómoda situación.

—¿Qué hacen todos ustedes mirando tan lascivamente a mi mujer? —gritó Mephisto con fuerza, y con un aura sombría, misma que asustó a todos en el Ala de Plata, quienes cerraron las ventanas en terror— Necesitaré terapia para olvidar esto —se quejó Mephisto, mirando a Saori fijamente—. Planeaste todo esto, ¿no es así? —preguntó Mephisto furioso.

—No esperaba que Afrodita entrara vestido de mujer, pero sí —sonrió Saori, y Mephisto soltó aire en señal de molestia, pero frotó la cabeza de Saori, alegrándola, por lo que Saori supo que Mephisto había bajado la guardia.

—Oigan… —exclamó Kyoko, hecho un paño de lágrimas, y vistiendo como mayordomo, aunque el traje le quedaba enorme—. Bien me podían pedir haber entrado al baño de niñas a ayudar… ahora ya no me podré casar… —continuaba llorando Kyoko, y Katya, pese a saber que estaba exagerando, la abrazó e intentó tranquilizarla.

—Están haciendo mucho ruido, idiotas —escucharon a Geist, recargada en una pared cercana tras haberse escapado de clases, y quien miraba a Saori con una sonrisa, misma que Saori regresó—. ¿Puedo ayudar? —preguntó Geist— Mientras más vergonzoso y molesto para Shaka, mejor —insistió Geist.

—Oh, pero por supuesto, ya que estoy especialmente enojada con Shaka —continuó Saori, y tanto Mephisto como Afrodita intercambiaron miradas, aunque Kyoko tirando de la falda de Afrodita, y Afrodita intentando que no se le viera la ropa interior, interrumpió el momento.

—¡Ya deme mi ropa! ¡Devuélvame mi pureza! —exclamaba Kyoko, por lo que Afrodita accedió a hacer nuevamente el intercambio de ropa, mientras Saori le explicaba a Geist el próximo accionar, y ella sonreía con malicia, comprendiéndolo y sonriendo.

Ala Dorada. Dirección General.

—Esto es tan relajante —mencionaba Shion, disfrutando del silencio en la dirección General, ya que, en las aulas doradas, todos trabajaban sin distracción alguna—. Permitir que Saga y Dohko formaran un equipo junto a Aioros para representar a la Academia Sanctuary, es probablemente lo mejor que pude haber decidido. Estoy… tan en paz… —continuaba Shion, trabajando más feliz que nunca.

Aula 9-A.

—El aura… se siente inmensamente pesada… —comentó Milo, con Camus a su lado asintiendo, mientras Mu, Alebarán, Aioria y Shaka, tomaban apuntes frenéticamente mientras Dohko instruía usando inclusive los pizarrones de respaldo—. Incluso Aioria… está esforzándose demasiado… esto no me agrada, la competencia es… —intentó decir Camus.

—Inhumana… —concluyó Camus—. Es inquietante… incluso Aioria parece verdaderamente un rival a vencer… puede que no nos estemos esforzando lo suficiente, Milo… tal vez deberíamos redoblar esfuerzos, nos hemos relajado bastante… —prosiguió Camus, y Milo meditó al respecto.

—Saori… ya tiene demasiada tensión… —fue la respuesta de Milo, y como los susurros de Milo no se caracterizaban por ser exactamente silenciosos, Mu, Aldebarán, Aioria y Shaka, dejaron de escribir. Dohko también lo notó, pero se limitó a sonreír y a continuar con su clase, mientras veía por la ventana a Saori, quien llegaba con una Geist que sonreía de oreja a oreja—. Sé que las Olimpiadas de Mayordomos son importantes… sé que todos queremos ganar por nuestras propias razones, pero… si no tenemos cuidado… Saori va a comenzar a preocuparse, y si eso pasa… —miró Milo a Shaka, quien se puso de pie de improviso.

—Va a causar alguna calamidad —dedujo Shaka, mientras Geist pateaba con fuerza la puerta del aula 9-A, y la derribaba por la potente patada—. Ya veo… tuvimos un error de cálculos, y creo que el error de cálculos es superior al que cualquiera de nosotros pudo haber anticipado —decretó Shaka, y tras Geist, no solo entró Saori, sino que lo hicieron también Tethis, Shaina, Shoko, e Hilda—. Geist… te prohíbo que… —intentó recuperar el control Shaka.

—¿Me prohíbes qué exactamente, cabellos de Barbie? —insultó Geist, Shaka se sobresaltó, y todos en el grupo comenzaron a susurrar— Antes de empezar, ¿voy a tener problemas con usted, maestro? No traje a Xiaoling conmigo, pero puede arreglarse más violentamente —se tronó los nudillos Geist.

—Nah, yo no caí en el Síndrome de las Olimpiadas de Mayordomo, solo seguí la corriente porque me estaba divirtiendo mucho —comenzó a presumir sus músculos Dohko, por lo que Saori se tranquilizó, y sonrió—. ¿Vas a seguir con esto? Van a pasar mucha vergüenza —declaró Dohko.

—Después de esto ya solo me va a faltar Saga, todavía no se me ocurre como —explicó Saori, y mientras lo hacía, Saga entró en el aula 9-A, tomó una silla, se sentó, se cruzó de brazos, y observó—. ¿Usted tampoco cayó en el síndrome? —preguntó Saori.

—No soy tan idiota como Aioros… —sonrió Saga, mirando a Saori con gentileza, y una calidez, que Saori siempre lograba ver en él—. Solo seguí el juego, porque ellos necesitaban espabilar —le explicó, y Saori asintió con fuerza, y entonces miró a Milo, quien nerviosamente no sabía cómo reaccionar.

—Estoy… muy molesta contigo… —exclamó Saori, y Milo sudó frio, mientras Saori metía su mano dentro de su vestido, tiraba de una cadena, y sacaba de su interior el anillo que Milo le dio como promesa de compromiso—. Camus, te ordeno que filmes esto —prosiguió Saori.

—Ah, yo siempre estoy filmando, solo sea gentil con lo que me va a tocar a mí por favor —pidió Camus, pero la sonrisa pícara de Hilda, le hizo saber a Camus que no sería así—. Qué se le va a hacer… el año escolar había comenzado tan plácidamente, fui un tonto al pensar que así continuaría —terminó Camus, mientras Milo se escandalizaba, intentaba correr en dirección a Saori, pero ella lo detuvo.

—Como tu señorita, te ordeno no intervenir, Milo —ordenó Saori, y Milo se detuvo en seco—. Chicos, ¿quieren saber un secreto? —miró Saori a Hilda, quien saltó alegremente, corrió en dirección a Camus, lo tomó de su chaqueta, metió la mano en el bolsillo interior, y sacó el Libro Dorado del interior de la misma, corriendo con este en dirección a Geist, a quien le entregó el mismo.

—Este salón, ¡está lleno de depravados! —comenzó Geist, los 6 mayordomos se estremecieron, pero Saori los detuvo con la mirada, no necesitando articular palabra alguna, para que ellos entendieran, aunque Shaka se mostró más desafiante, y dio un par de pasos más—. Este, es el Libro Dorado, mayor secreto de los estudiantes dorados, y en este se escriben los nombres de… —intentó decir Geist, cuando Shaka llegó ante ella, y la tomó de las muñecas con fuerza—. Ah… ¿vamos a ponernos violentos de verdad? Me pones un dedo encima, y jamás te lo perdonaré… —sentenció Geist, mientras Shaka le arrebataba el libro con violencia, lo que la molestó bastante, al grado de que una lágrima traicionera se escapó de sus ojos.

—Si este es el castigo que nos merecemos, por nuestra forma de comportarnos… —viró Shaka su rostro a Geist, como si pudiera verla, aunque su ceguera total no se lo permitía—. No solo estoy agradecido de no poder verte el rostro en este momento, sino que te pido, que no te humilles por nosotros. Aceptamos nuestra penitencia —declaró Shaka, y Geist se apenó en ese momento, mientras Shaka admitía la derrota, y bajaba su guardia—. Este, es el Libro Dorado… una tradición de Mu, Aldebarán, Aioria, Milo, Camus, y un servidor… es un libro, donde se anota el nombre de las chicas que hemos enamorado en el año escolar, un juego perverso si gustan, uno que ya, no tenemos el derecho de jugar… porque solo hay un nombre que me interesa, que esté escrito bajo mi página… y ese nombre no va a escribirse… si sigo comportándome como hasta ahora… ¿eso es lo que querías que entendiéramos, Saori? —preguntó Shaka.

—Es lo que deseaba que entendieran, Shaka —aceptó Saori, y Shaka asintió—. Son mis mayordomos… Depranon, Souma, Cefius, Starlight, no me importa… son mis mayordomos, son mi familia… y aún si deseo la felicidad individual, y que compartan sus vidas con la persona que siempre esté al principio de sus respectivas páginas… no es justo… que se destruyan a sus amigos, a sus hermanos, y a sus parejas, por sus egoísmos personales… vuelvan a mí… vuelvan a nosotras… no es divertido el cómo se están portando… —se apenó Saori, y tanto Saga como Dohko asintieron—. ¿Pueden… tener una tregua… al menos hasta el día de la competencia? —preguntó Saori— Aún son amigos, ¿verdad? —preguntó nuevamente.

—El egoísmo que sentimos es tal, Saori… que aun cuando lo olvidamos momentáneamente, lo seguimos siendo, y lo seguiremos siendo, aún si solo uno puede ganar —fue la respuesta de Shaka, y Saori asintió con sus ojos llorosos—. Supongo que eso no nos salva de la humillación —agregó Shaka con una mueca.

—Estoy tan molesta que no voy a sentir pena por ti, flacucho blandengue —desafió Geist, y Shaka asintió mientras suspiraba, y comenzaba a hojear el Libro Dorado, aunque Geist comenzó a apenarse un poco.

—La primera persona que siempre aparece en mi página, es Vampire Geist —aceptó Shaka, y las chicas de su salón todas se escandalizaron, e inclusive comenzaron a recriminar ante la salvaje que había derribado la puerta, misma salvaje que sacó sus colmillos de forma amenazadora, haciendo honor a su apellido. Shaka entonces pasó el Libro Dorado a Aldebarán.

—¡Fuerte y claro grandote! —se burló Shaina, y Aldebarán se apenó, ante los silbidos y las burlas de sus compañeros, mientras Aldebarán buscaba su página en el Libro Dorado.

—Mi página siempre está vacía… —habló de forma deprimente Aldebarán, pero entonces se armó de valor—. ¡Pero ahora! ¡Estoy feliz de qué Ofiuco Shaina, siempre esté en mi lista! —agregó Aldebarán, y entonces las lágrimas lo traicionaron, y comenzó a sorber con fuerza.

—No puedo con lo mal que me haces sentir, Aldebarán —sacó su pañuelo Mu, y le arrebató el libro—. Espero estén felices. Siempre, cuando menos nos lo esperamos, encuentran la forma de seguirnos avergonzando a niveles insospechados. A estas alturas ya parecemos masoquistas, que pena que nos recuerden así —se fastidió Mu, mientras Tethis le sonreía con picardía—. Siren Tethis… y Sorrento me va a hacer la vida imposible cuando esto se sepa —exclamó Mu en preocupación, y le entregó el Libro Dorado a Aioria—. Humíllate también —sentenció Mu.

—Si bueno… el problema es que Equuleus Shoko no es la primera que se anotó este año —aceptó Aioria, a lo que Shoko reaccionó furiosa, por lo que Aioria temió por su vida, y le entregó el Libro Dorado a Milo para distraer las atenciones.

—A Milo le espera una mayor humillación… pasa el libro… —ordenó Saori, y ante la mirada de molestia de Saori, Milo decidió no arriesgarse, pero antes siquiera de que el libro llegara a Camus, Hilda corrió y derribó a Camus de un abrazo.

—¡Camus! —tacleó Hilda, y la cámara en el aire fue atrapada por Aioria, quien siguió filmando por él— Aunque saben, yo solo vine a derribar a Camus. De todas formas, como el perdedor de hace 2 años él tuvo que confesarlo en cámara, y en el festival escolar —declaró Hilda.

—Lo que nos deja con una última revelación sorpresa, cariño —declaró Saori, y Milo suspiró, pero asintió—. Pero pretendo que sea más humillante, por lo molesta que estoy. No vas a decir cuál es el nombre en la cima de tu página del Libro Dorado, eso es obvio, no estaría yo aquí de no ser así. En su lugar, vas a decir qué significa este anillo para ti —explicó Saori, y comenzó a temblar de miedo, perdiendo todo su valor.

—¿Este es el momento donde yo recobro el control, arruinándote el plan, y demostrando mi superioridad ante lo infantil, mal planeado, e inmensamente irresponsable de lo que estás haciendo? —agregó Milo con fastidio, mientras se cruzaba de brazos, y Saori temblaba más y más, incluso se encontraba al borde de huir y olvidarse de todo su plan— El que debería estar molesto… soy yo… no me parece justo, que aproveches tu situación de noble, para humillarnos de esta manera. Porque estemos mal en comportarnos como hicimos o no, nos estás humillando —sentenció Milo, y Saori se deprimió, inclusive bajó la cabeza, apenada—. Yo quería hacer esto frente a Julián Solo, ¿sabes? Restregárselo en la cara, me acabas de arruinar la satisfacción —prosiguió, y Saori asintió como una niña regañada—. Es un anillo de compromiso… —confesó, y el grupo gritó en señal de sorpresa, los dorados todos incluso voltearon a ver a Aioria, para asegurarse de que se encontraba filmando, pero Aioria estaba disfrutándolo tanto, que no perdía ángulo alguno—. ¿Satisfecha? —preguntó Milo, y Saori asintió un buen número de veces, mientras Milo suspiraba en descontento— Ya que todo esto ha quedado claro… debes regresar a tu salón… anillo de compromiso o no, es solo un simbolismo. ¿Lo comprendes? Aún es pronto, para que te emociones por esto —sentenció, y Saori asintió con entusiasmo.

—Que agradable es verlos a todos humillarse así, el maestro Dohko está feliz —exclamó Dohko, pero no tardó en encontrar a Shion llorando en el pasillo del Ala Dorada, rodeado de estudiantes mirones de las aulas de oro, plata y bronce que habían seguido a Saori desde el primer piso—. Director Starlight… lamento desilusionarlo… —se disculpó Dohko.

—Un semestre normal, es todo lo que pido, solo un semestre normal —lloró Shion, pero evidentemente, eso jamás iba a suceder.

Mansión Depranon.

—Preparé su baño, señorita —exclamó Katya llegada la noche, mostrándole a Saori su tina llena con cubetas de hielo, mientras Katya apuntaba dentro del baño para que Saori entrara a ducharse—. ¡Tiene mucho que reflexionar! —insistió Katya.

—Milo… —miró Saori con ojos llorosos a Milo, quien no reaccionaba ante las caras depresivas de Saori—. He sentido tu desprecio… reflexionaré sobre mis actos… lo siento… —lloró Saori, entrando en el baño, cuando Milo la detuvo.

—Vete, antes de que me arrepienta —sentenció Milo, y Saori, entusiasmada, corrió de regreso a su habitación—. Prepárale el baño nuevamente, caliente… no es como que no entienda las razones que motivaron a Saori a hacer estas tonterías —exclamó Milo con molestia.

—Se ha vuelto blando, Saori se merecía la reprimenda —insistía Katya, y Milo tuvo que admitir que así era—. ¿Qué va a hacer ahora? Toda la escuela sabe del compromiso ahora. Además, con las acciones de Saori, es natural que los 12 van a relajarse. No considero que eso sea muy buena idea —aclaró Katya.

—Es mejor que la alternativa —aceptó Milo—. Una batalla campal entre los 12, es deprimente. Este es nuestro último año en la Academia Sanctuary. Si Saori no hubiera hecho lo que hizo… habríamos estado todo el año escolar del cuello de los demás —le explicó Milo, y Katya pareció comprenderlo—. Continua —ordenó Milo, y Katya asintió, Milo entonces notó a Camus y a Shura esperándolo fuera de su habitación.

—¿Vamos a relajarnos entonces? —preguntó Shura, Camus compartía las mismas dudas— ¿Será pertinente? Solo uno puede ganar, entiendo lo que la señorita intentó hacer, y creo que todos recibimos el mensaje, pero, aun así, Milo… el riesgo es… —intentó decir Shura.

—No hemos sufrido tanto para conservar nuestra amistad para lanzarla por la borda por unas chicas, Shura —admitió Camus, lo que sorprendió a Shura y a Milo—. Ya lo dije, sé que está fuera de mí, pero ya lo dije. Entonces, concentrémonos en conservar, la amistad, y a las chicas —se burló Camus.

—El sentido del humor de Camus da miedo —se quejó Milo, y en respuesta, Camus le tiró de la cabellera—. Duele… —se quejó Milo, pero Camus lo soltó—. No bajen la guardia de todos modos, esto es un cese de hostilidades únicamente… no quiero que haya dudas cuando el día llegue —finalizó Milo, entrando en su habitación, y sentándose en su escritorio, suspirando en cansancio mental—. Si esto sigue como hasta ahora, quien no tendrá la fortaleza de seguir adelante, voy a ser yo —declaró Milo para sí mismo, abriendo un libro de oftalmología—. La mirada de Shaka en ese momento… —recordó Milo, aquellos ojos lechosos, e inquietantes—. Pase lo que pase… una promesa… es una promesa… —finalizó Milo, y comenzó a estudiar.