Muchas gracias por su apoyo, espero que esto les guste.
Oficialmente es el penúltimo episodio de esta historia.
Declaimer:
Naruto NO es mío, es de Masashi Kishimoto.
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Episodio
XXVII
No está bien
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"Creo que, a pesar de todo, fui feliz junto a ti"
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Cerró la puerta con un golpe suave, y al ritmo de su propia respiración dio pequeños y contados pasos hacia el interior de su habitación. La oscuridad bañaba todo y sólo era débilmente interrumpida por la luz de la luna que se colaba por las ranuras de las cortinas. En realidad, no recordaba muy bien cómo había logrado regresar a casa, luego de su conversación con Sasuke, su entorno se había vuelto ligeramente surrealista, cómo una pintura abstracta que no lograba entender del todo. Ninguno de los dos había pronunciado algo demasiado significativo al terminar de derramar sus lágrimas y sólo se sujetaron fuertemente el uno al otro, como si mantenerse en una sola pieza dependiera completamente de quedarse unidos de aquella forma. La petición de su querido gato seguía latente en su cabeza, esa súplica que jamás esperó oír de sus labios le había roto el alma en más de un sentido.
Desde el inicio, su encuentro estaba destinado a ser una gran tragedia, pero ella lo había ignorado completamente.
A partir de que supo que estaba condenada por su pequeño monstruo voraz, había decidido no aferrarse a nada que no fuera tan sólo los recuerdos que podía llevarse consigo al otro mundo. Sin embargo, había descubierto que podía ser bastante egoísta cuando se trataba de Sasuke. El amor que sentía por él, era tan grande como doloroso, una emoción profunda, un poco espesa y turbia a ratos, pero que sin lugar a dudas le sabía tan pura como ninguna otra. Había sido muy tonta, y realmente no sospechó las verdaderas consecuencias de sus decisiones cuando le espetó que quería que él la hiriera para sentirse un poco más viva. Después de todo, el verdadero sufrimiento no había hecho mella en su sistema hasta ese momento, cuando ya ninguno de los dos quería lastimar al otro; fue hasta entonces que entendió lo descuidado de su deseo.
Si ella se dañaba, él también lo haría.
Y eso era absurdamente agonizante.
Enloquecía al pensar que Sasuke podría salir lastimado debido a ella, la sola idea de que él sufriera de dolor en cualquier parte, física o mental, le atravesaba el corazón como un centenar de agujas hirvientes.
No podía permitirlo.
Se dejó caer junto a la cama y el cabello le cubrió el rostro cabizbajo. Las lágrimas brotaron de la comisura de sus orbes perlados en menos de un segundo y una horrible punzada se alojó en la boca de su estómago.
—¿Qué debería hacer?—gimió llevándose una mano temblorosa al pecho.
Su corazón…
Su maldito corazón, vibraba y dolía.
—Preferiría que dijeras una mentira.
La voz del morocho la hizo jadear de la sorpresa.
Levantó el rostro y su mente dibujó la sutil silueta de su amado gato callejero frente a ella. El recuerdo de sus palabras parecía querer ser pragmático e imposible de ignorar.
—…—estiró su mano libre para tratar de alcanzar el semblante de aquella quimera fantasmal.
— Di que tratarás de quedarte.
Los oscuros ojos del muchacho se clavaron en los suyos y ella pensó que debía aplaudir a su cabeza por el excepcional trabajo que estaba realizando al hacerla sentir una devastadora culpa por la expresión tan desolada de ese espejismo.
—Yo… no creo que eso sea posible—apretó la mano en un puño impotente.
Tenía tanto miedo de aferrarse a una esperanza vacía.
¿Cómo podía confiar en que funcionaría?
—Tú nunca quisiste ser salvada, ¿verdad?
Jamás consideró ese camino.
—Pero eso también es una mentira—murmuró.
Sí, nunca pensó en querer ser salvada, sin embargo, una parte de ella anhelaba que eso pudiera volverse una realidad a la que podría aspirar si daba los pasos correctos.
¿Tenía el valor para dar ese salto de fe?
—Vive junto a mí.
Abrió los ojos de par a par.
Sintió que aquella frase le caía como un balde de agua helada.
No era por o para sino un con, una petición tan dulce, honesta y demoledora que le resultaba imposible no querer concederlo.
Sasuke ya había perdido demasiadas cosas valiosas y su mundo se había derrumbado más de una vez, no quería ser el motivo de otra cicatriz en su alma, al mismo tiempo, eso parecía algo inevitable con su despedida amenazando en la distancia. Ella sabía que él no podría hacerle más daño del que su adiós causaría. Su existencia misma ahora era un arma que apuntaba directo al corazón de su querido gato.
Tan cruel e irónico.
¿Y si sólo se rendía?
Sonrió para sí.
—Estoy acabada, ¿no es así?—dejó caer la cabeza sobre el colchón y su cabello serpenteó por el edredón.
Parecía que sólo podía dar vueltas en círculos. Después de todo, estaba completamente arrinconada. No había ningún argumento que la excusara y la verdad ya no quería seguir negándose a ello.
Era muy agotador.
¿Por qué luchaba tanto contra la esperanza?
En realidad, nunca trató de correr hacia la línea de meta, ella había decidido desechar cualquier oportunidad de ganarle al destino cuando fue testigo del fatídico final de su madre.
No quería terminar como ella.
No quería herir a sus seres queridos con su debilidad y tampoco quería sentirse culpable e impotente como aquella vez.
Si no podía darles felicidad, ¿por qué les traería más sufrimiento con una guerra inútil?
—¿No quieres vivir?
Sí…
Sí quería, con todo su ser.
Era el deseó que jamás se había permitido admitir.
—Quiero vivir junto a todos…
Honestamente, odiaba las palabras de despedida, odiaba lo efímera que podía ser la eternidad con un corazón a medias y por, sobre todo, odiaba aceptar que se había comportado como una verdadera cobarde todos esos años.
¿Sería ya demasiado tarde para ella?
— Di que tratarás de quedarte.
—Yo…
Tal vez sólo tenía que confiar en lo sabio que era el destino. A fin de cuentas, esa nueva oportunidad era también una oferta de él. El futuro no estaba escrito en piedra, las probabilidades de que hubiera una continuación en su historia si decidía hacerlo, era proporcional a las de adelantar el desenlace fortuito que tenía cualquier ser vivo.
Era un juego sencillo, ganaba o perdía, así de simple.
Entonces, ¿por qué seguía dudando tanto?
¡Plaf!
El sonido de aquella bofetada resonó por todo el salón del bar, el eco se propagó gracias a que las mesas estaban siendo limpiadas en la parte de atrás del local y éste había quedado ligeramente vacío. Karin se llevó las manos a la boca y miró sorprendida a Suigetsu quien le devolvió la misma expresión desde la parte posterior de la barra. Gojiki resopló llevándose una mano al puente de la nariz para tratar de controlar su temperamento.
Aunque parecía una proeza imposible tras escuchar las palabras del mocoso que tenía frente a él.
Al ver su condición cuando llegó al bar, no pudo evitar preguntar el motivo, pues aquello parecía estar relacionado con que hubiera estado ignorando sus llamadas luego de que el plazo que habían acordado tras el último incidente se cumpliera. Quizás si hubiera sido alguien más lo habría dejado pasar, después de todo sólo sería un empleado que estaría desertando del trabajo sin una sola palabra, pero algo en su interior no le dejó estar tranquilo hasta que logró localizarlo para oír sus motivos. Vale, quizás estaba siendo un imbécil y un hipócrita, después de todo, no se había comportado como un adulto responsable en el pasado con ese niño en especial. No obstante, de alguna forma simplemente no podía quedarse quieto y las ganas de darle una buena paliza le mermaban el autocontrol luego de saber a grandes rasgos la situación que lo había dejado en esas condiciones.
¿En serio había tratado de terminar con su vida?
Sasuke no lo dijo con esas palabras, pero Kazuto Gojiki no era ningún tonto. Había vivido tantas cosas a lo largo de su vida, que no necesitó las frases exactas para dar con el significado.
Esa conclusión lo hizo enojar.
Ciertamente se había mostrado como alguien demasiado condescendiente e indiferente ante los modos del ojinegro, nunca le paró cuando buscaba pleito y hasta le ayudó en sus cazas algunas veces, sin embargo, quizás era debido a que lo estaba tratando de consentir—como si eso fuera suficiente para proveerle una especie de consuelo—que ni siquiera pudo distinguir el error que estaba cometiendo.
—No vuelvas a repetir esa mierda en mi presencia—escupió sintiendo la mano algo entumecida.
Sasuke se mantuvo quieto, por muy extraño que aquello resultara. No sintió ganas de replicar y mucho menos le carcomía el deseo de devolverle el golpe.
—…
—Más vale que ya hayas desechado esas ideas o te daré una paliza tan grande que tu cabeza no querrá pensar ni siquiera en ir a cagar—agregó cruzándose de brazos.
—…
—Arg, sí que me hiciste enojar—se rascó frenéticamente la cabeza—Tch, como sea… ¿ya comiste?—Sasuke se irguió automáticamente ante estas palabras.
—¿Qué dem…?
Karin volteó a ver a Suigetsu con las cejas alzadas.
—¿El jefe enloqueció? Primero lo golpea ¿y ahora le pregunta por su estómago? —susurró el albino.
—Shh, cállate, será mejor que no digas mucho sobre esto, el jefe está tan furioso que podría comernos vivos.
—¡Que si ya comiste pedazo de idiota!
—No…—pestañeó algo aturdido—, ¿y… eso qué importa? Sólo vine por el bono y a aclarar la renuncia—masculló.
—¿Renuncia? —Gojiki estiró la mano para coger el hombro del moreno con una fuerza que le hizo apretar los dientes—, de verdad eres muy valiente para estar hablando de renunciar cuando ignoraste mis llamadas por 3 semanas—arrastró las palabras—, no pienses que te dejaré renunciar tan fácilmente—frunció el ceño—. Sólo podrás dejar el trabajo hasta que ya no esté enojado por toda la mierda que acabo de oír—aseguró dándole la espalda—, Karin…
—¿S-sí?
—Prepara un poco de arroz frito—miró a la pelirroja quien atinó a sacudir su cabeza antes de ponerse a buscar los ingredientes que utilizaban para preparar aquel platillo que ofrecían a los clientes para acompañar sus bebidas—, y tú…—dirigió su mirada al de dentadura afilada.
Suigetsu tembló.
—¿Sí, jefe?
—Dale el nuevo uniforme que estamos usando, hoy cubrirá el turno de Kabuto—musitó sacando su móvil para llamar al susodicho y avisarle que ese día le modificaría el horario.
—¿P-perdone…?
—¿No hablé en japonés? Que le des el nuevo uniforme—ladró.
—¡S-si!
—Jefe…—Sasuke hizo amago por protestar.
—Te vas a quedar a trabajar—lo miró por sobre el hombro, en realidad, no le estaba preguntando si estaba de acuerdo o no, era una orden.
—…
—Pero primero comerás lo que te dé Karin.
—…
—Y más vale que ya dejes de meterte en problemas, ya no voy a dejar que hagas lo que se te pegue la gana, y ni pienses que volveré a ayudarte, mucho menos a hacer cualquier cosa que vayan contra la ley—masculló.
—Pero…
—¿Qué?
—Siempre ha sido contra la ley que trabaje en este lugar—apuntó.
El señor Gojiki se giró hacia él.
Cierto.
Un menor de edad en realidad no debería estar trabajando en un establecimiento como ese.
No era seguro para un niño.
La ley del trabajo no prohibía que los menores de veinte trabajasen, pero si lo regulaba con condiciones óptimas y seguras para ellos.
—¿Qué edad tenías?
—Dieciocho.
—¿Te vas a graduar de la preparatoria esta primavera?
—Se supone que sí…
—Entonces no importa—sacudió la mando y por consiguiente le dio la espalda—. "Ya no es un niño del todo"—pensó para sí.
Sasuke enarcó una ceja y observó atentamente cómo el mayor se retiraba hacia la parte trasera del local con una parsimonia bastante antinatural considerando los hechos recientes. En realidad, no entendía del todo el comportamiento de su jefe, siempre habían mantenido las distancias entre ellos desde que su relación laboral se había establecido poco después de que sucediera lo de su hermano. No era un hombre de muchas palabras y dado que siempre le dejaba descargar su ira contra los idiotas que le buscaban pelea, de alguna forma supuso que su moral era cuestionable.
¿Por qué de pronto todos los adultos a su alrededor comenzaban a actuar como si fuera su deber mantenerlo en el buen camino?
Dado que había sido ignorado e incluso tratado con condescendencia en el pasado, encontraba un poco inorgánico la forma en que sus lazos se estaban desarrollando ahora. Primero Izumi, cuya última conversación todavía le rondaba la cabeza al pensar en el futuro que Kakashi, otro más de la lista, le había espetado que buscase, y ahora, incluso su jefe se unía a la formación con una extraña sensación de responsabilidad. Bufó, la cabeza le dolió al tratar de encontrar un patrón lógico en esa secuencia de comportamientos que estaban cayendo como las fichas de un dominó. No había manera de saber qué mierda estaba pasando, pero algo le dijo que todo se debía a que las piezas atascadas en su propio mecanismo habían sido liberadas y con ello, daban paso a un cambio que le sabia un poco amargo e irreversible, no obstante, eso no era realmente malo.
Él estaba avanzando.
Sintió un pequeño toque en el hombro, giró el rostro y sus orbes negros se encontraron con los borgoñas de la universitaria.
—Está listo—anunció depositando un plato repleto de arroz sobre la barra—, será mejor que lo comas mientras está caliente—aconsejó limpiándose las manos con el agua del grifo que estaba bajo la cava de Wisky al otro lado del mostrador.
—Hmm…
—Por cierto…—la joven entrecerró los ojos y sus lentes cayeron un poco por el filo de su nariz.
—¿Qué?— cuestionó dejando caer su mochila sobre uno de los bancos antes de tomar asiento en el puesto donde había dejado la comida.
—¿Te dejaste crecer el cabello?—Karin lo observó fijamente.
No tenía curiosidad por eso, pero no quería recibir un contundente "cállate" si le preguntaba cualquier otra cosa sobre el tiempo que había dejado de ir al Bar. Había estado presente durante la explicación que le había dado al gerente, sin embargo, había partes que no le habían quedado del todo claras, más no era lo suficientemente cercana como para plantearlas de buenas a primeras.
—No—respondió luego de una larga pausa. Tomó asiento y cogió la cuchara que estaba acomodada a la orilla de la vajilla.
—Oh, ya veo…— exclamó frunciendo ligeramente el ceño.
Su personalidad arisca era algo que siempre le había gustado desde la primera vez que lo conoció, pero de alguna forma era como si hubiera dejado de ser honesto en sus palabras.
—…
—Aun así… ¿quieres un recorte? —Karin se recargó sobre la madera del mostrador y colocó una de sus manos bajo la base de su mandíbula.
Sasuke la miró sin mucha emoción.
Levantó la mano y cogió los mechones que le enmarcaban el rostro. Ciertamente, estaba más largo de lo usual. Normalmente no tomaba cuidado de esas cosas, tan sólo lo recortaba con las tijeras de vez en cuando, pero últimamente lo había dejado de lado por bastante tiempo.
Bien, ¿qué más daba otro pequeño cambio?
Estiró los brazos por cima de su cabeza y arqueó la espalda para poder destensar los nudos que se le habían formado al estar en la misma posición por tanto tiempo. Suspiró para sí misma y se pasó una mano por los mechones que se escapaban de su media coleta. Había estado toda la tarde revisando los exámenes parciales de su clase y gracias al cielo había terminado el vaciado de calificaciones justo a tiempo para ir a casa. Sonrió, si se apresuraba un poco, quizás tendría oportunidad de pasar por la tienda de su vecindario y comprar algo de cerveza y bocadillos para ver la repetición de su programa favorito. Pegó un salto de su asiento y tarareó feliz mientras recogía sus cosas del escritorio
—Buen trabajo Ichido-sensei—le tocaron el hombro y Hanare giró el rostro.
Una mujer de complexión menuda y cabello castaño la recibió con una sutil mueca de diversión en su rostro.
—Oh, Kumata-sensei, igualmente, buen trabajo.
—¿Te estás yendo a casa?
—Sí, ya terminé por hoy.
—Me alegro, entonces ve con cuidado—pidió amablemente y la de cabellos verdes le sonrió en respuesta—, por cierto, quería darte esto—sacó un sobre de su bolsa—, mi madre los ganó en la lotería del supermercado, pero no creo que podamos usarlos antes de que la fecha de expiración por los preparativos de la boda de mi hermano—le entregó la envoltura amarilla y Hanare lo recibió un tanto curiosa—. Es para dos personas, así que, si tienes a alguien con quien ir, deberías aprovechar—se despidió amistosamente.
Hanare enarcó una ceja ante esto último y acto seguido abrió el paquete con sumo cuidado.
—¿Y con quién se supone que debería ir a esto?—exclamó mirando fijamente los boletos para un fin de semana en las aguas termales.
Se encogió de hombros y los volvió a guardar en el sobre. Quizás podría dárselos a alguien más, o bien, sólo utilizaría uno para no darlo por perdido en su totalidad. Metió los boletos en su maletín y se dispuso a coger su abrigo del perchero para colocárselo antes de dirigirse hacia las taquillas de los profesores para cambiar sus zapatos. En el campus tan sólo quedaban aquellas estudiantes que estaban en medio de sus actividades extracurriculares, por lo que caminó tranquilamente por los pasillos del colegio mientras retomaba la melodía que había estado canturreando por lo bajo. El aire fresco del exterior le picó un poco la cara, pero no fue algo que no pudiera tolerar del todo. Por lo tanto, no sería tan difícil regresar caminando a casa, después de todo su coche estaba en la revisión anual y no se lo entregarían hasta pasado mañana. Qué bueno que no había escogido llevar tacones altos, sus dedos todavía recordaban la odisea de la vez que había andado de un lado a otro en víspera de año nuevo.
—Parece que estas de buen humor—profirió una voz gruesa que reconoció casi al instante.
Hanare se detuvo justo en el portón de la academia y distinguió una mata grisácea y despeinada. Kakashi estaba recargado contra la columna de ladrillos que exhibida el cartel de la escuela para señoritas y tuvo que admitir que su pose era tan perfecta como la de un modelo de trajes.
Frunció los labios y cruzó los brazos mientras ladeaba el cuerpo.
Qué irritante.
—Hey—exclamó alzando una mano para saludarlo con un poco de suspicacia.
Realmente, ¿qué hacía ahí?
—Me apetecía tomar algo—levantó una bolsa de plástico que llevaba en su diestra, casi pareció adivinar sus pensamientos.
Hanare enarcó una ceja.
—Oh, me has leído la mente—confesó—,justo estaba pensando en comprar un poco—agregó sacudiendo la mano en un ademán inconsciente—. ¿También compraste bocadillos Premium?
—¿Crees que soy rico?
—Tacaño.
—No soy tacaño.
—Entonces supongo que igual tendremos que llegar a la tienda antes de ir a casa—musitó girando un cuarto sobre la punta de sus pies.
El hombre ladeó el rostro.
—¿No puedes dejar de comer bocadillos por una vez?
—¿Cocinaras para mi si lo hago?—gruñó acomodándose la correa del maletín.
—Supongo que puedo hacer eso.
—¿Huh? Estas siendo extrañamente "cariñoso" el día de hoy, ¿qué mosca te picó?
—¿No puedo ser amable con mi amiga?
Sería un poco patético admitir que estaba algo deprimido debido a la conversación que había tenido con Sasuke. Honestamente, antes de siquiera pensar cuidadosamente en sus acciones, ya se encontraba caminando hacia el lugar donde trabajaba ella. Aunque sabía que Hanare no le reprocharía su actitud y mucho menos le regañaría o algo parecido.
Quizás se reiría.
Presentía que, al verla burlarse de su situación, lo animaría un poco.
Al fin y al cabo, le gustaba la cara sonriente de Hanare.
—Aun así, también sigo siendo tu ex—le recordó tosiendo un poco para aclarar su garganta en un fallido intento de sonar seria—. No deberías actuar así si no quieres que haya malentendidos—regañó.
—Vale, tendré cuidado.
Se miraron el uno al otro por un rato y luego rieron por lo bajo.
Era muy agradable conversar de esa forma.
—Deberíamos irnos ya.
—Si—asintió ella antes de posicionarse a su lado para comenzar a caminar.
—El clima pronto estará cambiando, huh—musitó el Hatake mirando el cielo teñido por los colores del atardecer.
—¿Eso crees?
—Hoy estuvo más cálido que otras veces.
—Supongo que sí.
—Espero que la primavera de este año sea más bella que otras—susurró bajo su aliento.
La mujer le miró por el rabillo del ojo y poco después volvió a fijar su atención en las líneas doradas de los rayos de sol que surcaban las nubes del firmamento.
—Lo será…
—…
El silencio se instaló entre los dos un par de segundos después. Era encantador como el mutismo que los rodeaba era débilmente rasgado por los sonidos de la calle, como una sinfonía natural que los envolvía a ambos.
—Ah—profirió cuando llegaron a la intersección principal y tuvieron que parar por el semáforo peatonal.
Kakashi alzó una ceja y la volteó a ver interrogante.
—¿Qué sucede?
—¿Te gustan las aguas termales?
—¿Qué?
—Ah… bueno, una compañera me dio esto—se apresuró en buscar el sobre amarillo—, dijo que lo usara para que no se desperdiciaran y realmente no tengo con quien ir, así que sólo pensé que estaría bien si fuéramos… juntos… ¿Qué?
Hanare sintió de pronto que un picor extraño le atajaba las mejillas al sentir la profunda mirada de Kakashi sobre ella. Un poco molesta por la forma en que le observaba dejó que sus ojos se trabaran largo y tendido.
Los números del semáforo iniciaron la regresión para comenzar a avanzar.
— No deberías actuar así si no quieres que haya malentendidos—soltó el Hatake al tiempo que se llevaba la mano libre al puente de la nariz.
—¡¿Eh?! ¿Por qué usas mis palabras conmigo?
—Olvídalo, no importa…— se encogió de hombros.
La luz verde apareció.
—¡Hey, vuelve aquí!—exclamó ella al verlo cruzar.
No había nada en este mundo que pudiera permanecer igual, era un hecho que quizás hubiera preferido ignorar.
El ambiente se volvió pesado, tanto que parecía que alguien había jugado con el valor de la gravedad que afirmaba la física. Los mormullos se hicieron constantes y se volvieron más parecidos a un zumbido que a un sonido entendible cuando tiró de la silla para poder acomodarse en su lugar. Gruñó para sí mismo y dejó caer los brazos sobre la paleta del pupitre para poder recostarse contra ellos. La férula de su mano crujió un poco, pero no dolió. Cerró los ojos y trató de concentrarse en cualquier cosa menos en la decena de ojos que observaban sus movimientos como si alguien hubiera puesto un animal peligroso en una zona libre de cadenas. Con el paso de los días, asistir a la escuela se había hecho algo más sencillo. Sin embargo, era un tanto molesto tener que presentarse a todas sus clases sin la opción de saltarse una que otra como en el pasado. El trato que había hecho Kakashi para que dejaran de considerar la idea de expulsarlo había sido no solamente tomar a los cursos de recuperación y presentar todas sus tareas atrasadas, sino también mantener un ritmo apropiado y decente en lo que restaba del ciclo escolar.
Sasuke pensó que aquello era tan banal y estúpido, e intentó que su aburrimiento no lo dominara para echarlo a perder.
Resopló y hundió los dedos de su mano sana en los mechones de su nuca. Inesperadamente Karin había hecho un buen trabajo al recortar el exceso de cabello. Ya no se veía desprolijo y abundante como antes. El volumen y el largo eran bastante adecuados, tanto así que incluso Hinata lo había notado al día siguiente de hacerlo cuando se encontraron en la escuela.
—Te sienta bien—había dicho mientras le acariciaba inocentemente una de las crines que le enmarcaban el rostro—. Todos están cortando su cabello ahora, ¿huh? ¿Debería cortar el mío también?
—No lo necesitas.
El rostro se le calentó ligeramente al recodar su negativa inmediata ante esa idea. Pero no estaba mintiendo al decir eso, el cabello de Hinata estaba bien con su largo actual, aunque seguramente luciría linda incluso si lo cortara.
Probablemente sólo estaba siendo quisquilloso con sus gustos personales.
—Hey, Teme—la escandalosa voz del Uzumaki interrumpió sus cavilaciones y un rezongar profundo brotó desde su pecho.
—Dobe…—en otro tiempo, el moreno lo hubiera ignorado con seguridad al llamarle, pero, ese ya no era más el caso.
Había costado un poco más de una veintena de veces para que el malhumorado gato humanoide le contestara el saludo.
—¿Qué te sucede? Parece que hubieras tomado leche agria—musitó llevándose una mano a la barbilla al mismo tiempo que se inclinaba sobre su asiento para examinar el rostro del Uchiha.
Su expresión se pareció a la de un zorro.
—No te acerques tanto, idiota—lo empujó con una patada a las patas de la poltrona.
—¡Ah! ¡Hey! ¡Eso es peligroso bastardo!
—Hmmp—viró la cara hacia la ventana.
Naruto apretó los dientes en un intento de ahogar sus ganar de pegarle un par de puñetazos.
—Por Dios, es muy temprano para que ya estén peleando—la voz de la Haruno parecía harta de esa escena en particular.
Si bien ahora el gato no les ignoraba, lo cierto es que su relación no era ni por asomo algo tranquilo y amistoso, más bien, era como si una guerra fuera a estallar en cualquier momento entre los dos.
—Sakura-chan, es culpa del Teme—expuso alargando un dedo acusatorio hacia el morocho.
—Sí claro, como si fuera a creer eso, seguramente es más tu culpa por provocarlo que suya por contestar tus boberías—entrecerró la mirada.
—¡No es cierto-ttebayo!
—Ay ya cállate—rezongó zampándole una galleta en la boca.
El Uzumaki abrió los ojos de par a par al sentir la crujiente textura de una mezcla de miel y almendras chocar contra su lengua y dientes-
Fue dolorosamente dulce.
—¿Qhes esh eshto?—soltó con la boca llena y la ojijade lo fulminó con la mirada mientras dejaba el resto de las galletas sobre su regazo, el rubio hizo una pequeña reverencia en muestra de agradecimiento por el inesperado regalo.
Aunque la cocina de la Haruno apestaba, los dulces eran algo que se le daba bien pese a ello.
—Primero traga y luego hablas, cerdo—regañó sacando una segunda bolsa de celofán de su bolso.
—¿No me vas a dar de esas-ttebayo?—cuestionó llevándose otra pieza a la boca.
Ah, ahora era sabor naranja y canela.
—Estas no son tuyas glotón, me pidieron que las entregara sin importar qué—se giró hacia el Uchiha quien la miró un poco extrañado y luego dirigió sus ónix hacia el paquetito que ella le tendía.
—…
—Ayer invité a Hinata a pasar el rato en mi casa, y ya que Ino quería aprender a hornear, aprovechamos los ingredientes entre todas para hacer esto—estiró el brazo para poder dejar la entrega en manos de su destinatario—. Dijo que hoy estaría ocupada con un control en el hospital, así que me pidió que te diera esto, supongo que deseaba que las disfrutaras cuanto antes—agregó.
—Hmm.
—Al menos sé agradecido, bastardo—susurró el bermejo.
—Déjalo en paz—ordenó la pelirosa acomodando su mochila en la aza del escritorio—, además no escucho que me estés agradeciendo por traerte las que sobraron.
—¡¿Eh?! ¡¿Las que sobraron?!—exclamó herido—, ¡¿No las hiciste con mucho amor para tu mejor amigo-ttebayo?!
—Amor mi pie, hice muchas mientras les enseñaba a ellas ¿de acuerdo?, estas son las que mamá no dejó que papá comiera para cuidar su azúcar—espetó cerrando los ojos ligeramente mosqueada por sus palabras.
—¡Eres tan fría!
—¡¿Hah?! ¡Antes di que te traje un poco pedazo de burro!
Sasuke observó atentamente la envoltura de plástico. Podía notar lo cuidadosa que había sido la persona que lo hizo, y casi logró imaginar el rostro sonriente de la muchacha al acomodar cada una de las pequeñas galletas en forma de estrella. En realidad, no le gustaban los dulces, pero podía darle una oportunidad ya que ella se había tomado la molestia de hacerlas y, naturalmente, no las tiraría ni nada parecido. No era tan desalmado. Deshizo el listón que lo adornaba y extrajo una pieza, la cual observó atentamente por un par de segundos antes de darle un mordisco.
Ah, no eran dulces para nada.
No estaban nada mal, probablemente ella había recordado que él detestaba los sabores empalagosos. La pimienta negra de hecho era una elección rara para un postre, pero, no parecía desatinada. Ladeó el rostro con un poco de curiosidad al notar que había un pequeño trozo de papel entre las figurillas de masa. Lo sacó cuidadosamente y lo colocó sobre la mesa para revisar el contenido.
La comisura de sus labios se arqueó ligeramente.
—¡Ah, estás sonriendo!—Naruto se puso de pie escandalosamente mientras apuntaba a con su mano el rostro del pelinegro—, ¡No seas engreído sólo porque tu novia las hizo especialmente para ti-ttebayo!—reclamó irritado.
Sasuke le lanzó una mirada furiosa y helada.
—Muérete.
Escondió la nota con su palma y volvió a recostarse sobre el escritorio lánguidamente.
"Tengamos una cita"
Hinata estaba siendo un poco temeraria.
Las puertas de cristal se abrieron de par a par. El viento ligeramente frío sopló gentil sobre su rostro y los largos mechones azulados bailaron por detrás de su espalda. Pasó una delicada mano por la crin que se le había enredado en el cuello y tiró hacia atrás para acomodarla. El sol era brillante, l menos lo suficiente para ser cálido y acogedor. Miró por sobre su hombro y distinguió las siluetas sonrientes de las enfermeras que le habían acompañado amablemente hasta la salida del hospital. El chequeo de rutina había salido bastante bien, aunque le supo un poco raro terminar tan temprano y a media semana. Usualmente lo hacía un sábado o domingo y la hora siempre era después de que el sol se había escondido era bastante refrescante ahora que lo pensaba. Suspiró profundamente y se aferró con fuerza a la correa de su bolso; al ser miércoles, no había nadie que pudiera recogerla, y como sólo era un chequeo, le había dicho a su familia que no se preocuparan demasiado por hacer espacio en sus apretadas agendas para acompañarla de vuelta a casa. Sacó el móvil del bolsillo de su abrigó y buscó la aplicación para pedir un taxi. Deslizó los dedos ágilmente, pero luego se movió un poco nerviosa al notar que los datos le estaban fallando.
—¿Huh? Estoy segura que Neji-niisan pagó la factura de este mes—musitó elevando el teléfono como si haciendo eso la señal fuera a llegar sin problemas.
—La recepción está siendo un asco porque se quemó la antena esta mañana—pestañó aturdida ante esas palabras y tan rápido como pudo, giró sobre la punta de sus pies.
Perla contra ónix.
—Sasuke—no pudo ocultar su sorpresa al verlo parado detrás de ella.
De pronto su visión fue bloqueada con el logo de una bolsa de papel.
—No has comido todavía ¿cierto?—articuló desviando ligeramente la mirada. No estaba acostumbrada a la visión de él siendo tan considerado.
La muchacha abrió la boca y dio un paso hacia atrás para poder apreciar mucho mejor la forma de su rostro.
Estaba conmovida.
Quería guardar esa expresión en lo profundo de su memoria.
—Gracias—sonrió—, pero ¿cómo supiste que salía a ésta hora? ¿No se supone que debería estar en clase?—cuestionó recibiendo el empaque de almuerzo que el moreno le estaba ofreciendo—. Kakashi-sensei podría regañarte.
—Eso no importa—respondió seco, se inclinó ligeramente para tomar el bolso que ella cargaba sobre su hombro y como quien no quiera la cosa, tomó su mano para comenzar a caminar sendero abajo.
Después de que la hermana de Hinata lo hubiera interceptado a la hora de la salida para decirle cuándo sería dada de alta, había tenido que doblegar su orgullo para pedirle un favor a su profesor. Era muy vergonzoso admitir que había hecho uno y mil malabares para poder estar con ella. La verdad es, que no sería regañado, Kakashi estaba al tanto de su paradero e incluso había colaborado para tener un justificante con los otros profesores.
—Vale, supongo que no es malo saltarse las reglas un poco—concedió entrelazando sus dedos felizmente.
—Hmm
—¿Puedo asumir que aceptaste mi sugerencia?— lo miró de soslayo al llegar a la entrada del terreno hospitalario.
—No te emociones demasiado—tajó sintiendo sus orejas arder.
Hinata arqueó las cejas con asombro.
¿No estaba siendo demasiado sincero?
Ah, tenía muchas ganas de besarlo.
—Si es así, ¿podemos ir a donde sea?
Era como un sueño.
—…—miró fijamente su rostro, sus ojos resplandecían como un par de perlas y la curva de sus labios era amplia. Podía notar lo extasiada que estaba debido a esa idea y él mismo se halló bastante emocionado en el fondo—. Mientras se pueda regresar hoy mismo, no importa—concedió.
Ya sea que quisiera ir a la montaña o a la bahía, si podían ir y volver con sólo coger el tren, no le importaba llevarla a donde su loca imaginación pidiera.
—Bien, no te arrepientas, ¿si?—pidió ladeando el rostro.
Sasuke suspiró y atinó a acomodarse el bolso de ella.
—Lo que digas.
—Sasuke…
—¿Hmm?—giró el rostro hacia ella.
Hinata se paró de puntita y tiró suavemente de cuello para obligarlo a bajar hasta su altura y de ese modo, estampar sus labios sobre los ajenos.
El morocho abrió los ojos como platos.
¿Acaso estaba loca? ¿Por qué hacia una jugada tan sucia a plena luz del día?
Gruñó.
Velozmente pasó su mano enyesada por la parte trasera de su cintura y se pegó a ella para profundizar la caricia. En realidad, no le importaba estar en un lugar donde serían vistos por más gente, y mucho menos le molestaba ser tachados de indecentes por estarse besando frente a un hospital.
Lo único que quería, era besarla más, mucho más.
Ah, probablemente si se arrepentiría al final.
El olor salado le llenó las fosas nasales cuando las puertas del Yurikamome* se abrieron, Hinata tiró de su mano para hacerlo descender y no tuvo más opción que obedecer al ser levemente empujado por las personas que iban detrás de él. Cuando la Hyuuga había dicho que deseaba visitar Odaiba*, no creyó que realmente terminarían ahí. Tokio era inmenso, y había cientos de lugares a los que ir para tener una cita, pero no es como si pudieran visitar todos, debido en parte a que eran sólo un par de estudiantes, pero, sobre todo, porque ella no debía exponerse demasiado debido a su condición.
—Probablemente sea demasiado temprano para hacer esto, pero siempre he querido subir al Daikanransha*—explicó mientras caminaba enérgicamente por la estación para dirigirse hacia la salida.
El Uchiha pensó por un segundo que ella lucía como una niña.
—Da igual la hora, es lo que quieres, ¿no?—pronunció mirándola directo a los ojos.
Ah, lucían hermosos y claros.
La verdad es que, si realmente estuviera en sus manos, haría hasta lo imposible por proteger esa sonrisa. Pero, no tenía semejante poder, lo único que podía hacer era permanecer a su lado. No era capaz de obligarla a luchar por su vida, si ella no quería ser salvada, él sabía muy bien que nada de lo que intentara funcionaria. Era patético, sí, pero no estaba avergonzado de sus limitaciones. Ella tampoco tenía un poder omnisciente para salvarlo, lo único que había hecho, era aferrarse a su mano. Había sido él y sólo él quien había permitido que llenase los espacios vacíos de su corazón y se convirtiera en una especie de luz en su existencia.
Hinata era el motivo por el que había decidido permanecer en esta vida, pero no sería la razón por la que seguiría caminando hacia adelante, eso lo haría por él.
Porque así estaría orgulloso cuando enfrentara a su hermano a en el más allá.
Apretó su agarré inconscientemente.
Todavía le era difícil no culparse por la muerte de Itachi, pero había decidido creer en las palabras de Izumi, así como confiar que aquel sueño que había tenido el día de su accidente.
No viviría con una culpa que no le pertenecía.
—…suke…—escuchó vagamente—, Sas… ¡Sasuke!—pestañeó dos veces al notar que su pequeña novia lo llamaba.
Enfocó su vista en ella.
—¿Qué…?
—Vamos, tenemos que tomar ese bus para llegar—indicó apuntando el transporte que se divisaba en la lejanía.
El Uchiha ladeó ligeramente el rostro y poco después asintió.
—Bien—ella sonrió nuevamente y caminó con él hacia la parada.
Subieron tranquilamente por las puertas del gigantesco armatoste. Sasuke pagó ambos pasajes y luego le indicó que tomara asiento junto a la ventana. Había bastante gente a su alrededor a pesar de ser un día entre semana. Una pareja de ancianos que se sentaron junto a ellos les sonrió al chocar las miradas.
—¿Están en una cita?—preguntó la mujer de rostro pequeño y amable.
—¿Eh? Sí, así es, ¿se ve como una?
—Oh querida, ¿qué pregunta es esa? Por supuesto que sí—rio alegremente.
—Es bueno oírlo, la verdad es que es nuestra primera cita, así que me preocupaba que no hubiera ese tipo de ambiente—entornó la mano alrededor de su boca como si estuviera confesando un secreto.
El moreno rodó los ojos.
—Ustedes son una pareja muy dulce, querida—le palmeó la rodilla—, me recuerdan a nosotros cuando recién nos casamos.
Hinata notó que el hombre a su lado, era callado, pero aun así sostenía su mano sin vacilación.
—Oh, ¿en serio?
—Sí, fue hace más de cincuenta años ya, pero sin lugar a dudas ustedes desprenden la misma energía—aseguró—, quizás sean muy jóvenes todavía, pero espero que ustedes dos puedan encontrar felicidad uno al lado del otro por muchos años como nosotros.
Tras esas palabras el silencio cayó pesadamente sobre sus hombros.
Hinata no pudo responder.
—Fumiko, deja en paz a los niños, no digas cosas incomodas como esas—el hombre habló primero al notar el ambiente—, los tiempos son distintos, no los pongas en aprietos con un deseo así.
—Ah, lo siento cariño—se cubrió la boca—, querida, perdona mi rudeza, mi esposo tiene razón, no debí haber dicho eso…
—No, descuide, no es incómodo para nada—sacudió la mano.
Sin embargo, mintió.
—Lo seremos abuela—interrumpió Sasuke sujetando su extremidad hábilmente.
—¿Oh?
—¡¿…?!—la Hyuuga lo miró sorprendida.
—Ya sea que transcurran cinco minutos, cinco meses o cincuenta años, nosotros seremos felices.
El tiempo sólo era una cosa banal y relativa.
—Eres valiente jovencito—afirmó y desvió la mirada hacia su esposo—, me recuerdas a alguien que dijo lo mismo mientras lloraba lleno de barro—sus ojos brillaron cálidamente ante el recuerdo de eso.
El amor y la felicidad, no tenían fecha de caducidad.
Hinata miró a Sasuke y éste le regresó la acción.
Sonrió con el alma un poco desquebrajada. Después de todo, era difícil cumplir esa promesa. Con una bomba cronometrada en su pecho, el futuro no era algo de lo que se pudiera hablar con tanta ligereza. Sin embargo, sabía muy bien que no era una idea imposible de lograr.
Para hacerlo, ella debía saltar aun sin saber cómo terminaría todo.
Sólo tenía que tener fe.
Fe en el cielo y sus habitantes, fe el en destino, fe en ella para aferrarse a su última oportunidad sin vacilar y, sobre todo, fe en él para aceptar el resultado final.
¿Era la villana en su propia historia por no querer hacerlo?
Ah, de algún modo supo, que no podría huir por más tiempo.
—Sasuke—llamó.
—¿Huh?
—Creo que no podremos cumplir este deseo el día de hoy—bajó el rostro con un aire triste.
—¿De qué demonios hablas?—indagó enarcando una ceja.
—Yo…tengo que volver al hospital…
Su corazón se detuvo ante esas palabras.
—¿Qué estás…?
—Por favor, llévame devuelta—pidió con la voz hecha un hilo—. Necesito ver a la Dra. Yamada.
Mierda, tenía una mala corazonada.
…
Empujó la puerta de la oficina con toda la adrenalina que le había movido los pies hasta el momento. Ni siquiera habían tenido tiempo de ver la silueta del Daikanransha cuando cogieron el bus que iba de vuelta a la estación de trenes. A pesar de no entender las acciones de Hinata, Sasuke la acompañó silenciosamente durante todo el camino. Ella se había mostrado bastante decidida mientras atravesaba las puertas del nosocomio y no fue para nada desapercibida la sorpresa de las enfermeras que la vieron arribar en la entrada.
Se supone que había sido dada de alta, ¿por qué había vuelto tan sólo unas cuantas horas después de eso?
—¡Yamada-sensei!
La Doctora Yamada la miró un poco ofuscada a medio camino de tomar un sorbo de su té. La enfermera de la recepción le había dicho que se encontraba en medio de su descanso, por lo tanto, no dudó ni un poco en interrumpir de aquel modo.
—¿Hyuuga-san?—pestañeó aturdida al verla parada en el marco de la puerta con los cabellos revueltos sobre los hombros—,¿Qué la trae por aquí? ¿No te había ido ya a casa?
—Yamada-sensei, hay… algo que me gustaría consultar con usted—exclamó dando largas zancadas hasta posarse frente a la galena.
—Hinata…—Sasuke irrumpió justo detrás.
La doctora lo miró por sobre la figura de su querida paciente, y asintió de forma permisiva para que ambos siguieran adelante
—¿Sí?
—La operación…
—¿Huh?
—¿Realmente es la única forma de salvar mi vida?
El silencio reinó por un par de segundos bastante largos.
—Debido a la complejidad de tu condición, es imposible hacer un trasplante, lo cual habría sido la solución absoluta desde un inicio, así que nuestra única esperanza es la operación que propone la universidad. Como ya dije, es un 51% de probabilidad de éxito. Salvo por algunos detalles que podrían surgir a raíz de ello, es casi seguro que lograríamos alargar tu esperanza de vida tanto como la de una persona sana.
—¿Y si no la hago?
—Tus estudios… mostraron un deterioro de avance rápido en el tejido coronario—musitó con suma seriedad. Como profesional, tenía que ser honesta con su paciente, pero a pesar de saberlo, era realmente difícil—. En el mejor de los escenarios puede que todo siga como hasta ahora por otros dos o tres años, sin embargo, tus chequeos y periodos en el hospital sí que se incrementarían con el paso del tiempo—aunque eso no tenía nada de alentador—, en el peor…
—En el peor… moriré, ¿verdad?
El silencio fluyó entre los presentes como una cuerda que los amordazaba.
—Lamentablemente es una posibilidad, lo siento, desearía que fuera más certero, pero…
—No… está bien, usted siempre se ha esforzado por ayudarme—Hinata bajó el rostro ligeramente.
Miró sus manos, tenía los dedos engarrotados unos contra otros, trató de calmarse y aflojar el agarre antes de atravesarse las palmas con las uñas.
Pero parecía una tarea demasiado difícil en ese punto.
Sasuke por su parte, estaba helado.
—¿Por qué…?—inició dubitativa la galena—, ¿Por qué me haces éstas preguntas?—la verdad no quería entrometerse demasiado, había líneas que como médico debía respetar, sin embargo, luego de haberla estado tratando por más de diez años, había un cariño especial que superaba cualquier directriz moral.
—Yo… no creo que haya otra oportunidad como ésta en el futuro—pronunció elevando el rostro.
Qué mirada tan seria.
—Eso no puedo negarlo—la doctora Yamada desvió los ojos, de alguna forma, no podía aguantar su foco.
—Hay mucha gente que desea lo mejor para mí— soltó y una débil sonrisa se dibujó en sus labios al recordar las opiniones de aquellos que más amaba respecto a la operación—. Sin importar lo que ellos desean, todos están de acuerdo en respetar mi decisión y estoy agradecida por eso, pero…
—Te da miedo… ¿verdad?
Hinata abrió los ojos con sorpresa.
—Sí—asintió—. Estoy aterrada—apretó su agarre una vez más.
—No voy a decir que eso es normal y que debes ser fuerte y superarlo, sé que lo sabes mejor que nadie.
Sus orbes se clavaron brevemente en la figura del muchacho que se mantenía al margen de todo en completo silencio.
—…
—Pero, si me permites dar mi opinión…—alzó la mano para recorrer la distancia que las separaba gracias al escritorio y gentilmente le tocó las puntas de los dedos para que dejara de tensarlas.
Hasta ese momento, notó lo mucho que temblaba.
—…
—A veces las cosas que más nos aterran, son aquellas que más deseamos—sonrió maternal.
Frente a sus ojos, no estaba una jovencita de dieciocho años, sino, aquella pequeña niña de ocho años que se sentó en una silla enorme con sus frágiles hombros cargados con un destino demasiado pesado para su delicado corazón moribundo.
—Yo…
—¿Lo ves ahora?
—¡…!
—La respuesta que buscabas, creo que ya es lo suficientemente clara, ¿no?
Hinata correspondió su agarre.
Sonrió.
—Sí, creo que lo es…
La mujer sintió un picor extraño en su garganta y la única razón por la que las lágrimas no abandonaron sus ojos fue porque se sentía avergonzada de actuar tan emocional frente a una de sus pacientes.
Ah, sólo un poco más.
Tenía que actuar como un buen ejemplo para ella.
Después de todo, Hinata no lloraba.
—Contrólate Sakae, aprende de esta niña, sé fuerte—se pidió mentalmente.
—Yamada-sensei…
—¿Sí?
—Yo…—se mordió el labio y aspiró profundamente antes de soltar las palabras que, desde hace rato, le taladraban la garganta para salir.
Debía dejar ir esa parte tan patética de sí misma. No necesitaba más excusas, la verdad había sido expuesta desde que puso un pie en ese lugar. Así que estaba bien si era honesta.
Ya no tenía retenerse por más tiempo.
Una solitaria lágrima rodó por su mejilla.
—…
—Yo, haré la operación.
Giró su rostro hacia atrás y sus ojos buscaron la expresión conmocionada de su querido gato.
—Tú…
—Lo intentaré—interrumpió y sus cejas se curvaron en una mueca extraña.
—…
—Trataré de quedarme—prometió—, después de todo… permanecer así…—sus ojos se opacaron ligeramente con un deje de tristeza—. No está bien… ¿Verdad?
No podía rendirse sin siquiera tomar su última oportunidad, aunque hacerlo, quizás significaría adelantar su destino tan fatal.
.
Jamás vi el final de nuestra historia.
Y tal vez fue porque nunca existió en realidad.
.
.-*+*-.
Continuará
'-+*+-´
.
Espero que les haya gustado. Muchas gracias por sus Reviews, Follows, y Favs. Me alegra saber que les gusta esta historia, en serio. Lamento los errores, trataré de corregirlos.
El próximo es el último episodio.
Muchas gracias.
#YoMeQuedoEnCasa
1*Yurikamome: En transporte público, se puede acceder a Odaiba a través de la línea automatizada Yurikamome (común y erróneamente llamado "monoraíl") desde Shimbashi y Toyosu.
2*Odaiba: Odaiba (お台場?) es una extensa isla artificial en la bahía de Tokio, en Japón. Está conectada al centro de Tokio a través del Rainbow Bridge. Se construyó inicialmente por motivos defensivos en la década de 1850 y fue expandida a finales del siglo XX, cuando en la década de 1990 se desarrolló como una importante zona comercial, residencial y de ocio.
3*Daikanransha: Una noria de 115 metros, duodécima más alta del mundo. Cuando abrió en 1999 ocupaba la primera posición de dicha clasificación.
Sin más por el momento. Esperaré ansiosa sus comentarios.
¡Yanne!
