Fic

Unidos por la Pasión

De Mayra Exitosa

Capítulo XXVII

Reflexión del momento

Para Annie, ir todos esos días de cena y cine con Tom, fueron agradables, la realidad Tom no solo era un hombre atractivo sino muy caballeroso y dedicado a hacerte pasar de maravilla no solo las tardes, sino las salidas y deseaba por mucho que ella se diera una oportunidad con él.

- Annie, podemos ir a tomar una copa si quieres, - Me gustaría Tom.

Para Archie, estaba a reventar de rabia, ya los había visto en dos ocasiones por coincidencia en su auto, pero siempre los perdía en el centro o en algún lugar con excedente de tráfico, más al llegar al domicilio de Tom este regresaba solo y tranquilo, no sabía dónde vivía Annie y al parecer se paseaba con él, más no se quedaba y eso calmaba, estaba sintiéndose un lunático con solo imaginarla, recordaba como le había tomado su primera vez, le había prometido el cielo y las estrellas, habían estado sucumbiendo a todos los deseos carnales y el departamento de Annie ya era bastante conocido por los vecinos que cuando él llegaba no salía por horas.

La locura comenzó cuando apareció en su vida ese par de esmeraldas y fue a buscarla para conquistarla como una meta, trato de finalizar las salidas con Annie, más nuca pudo durar dos noches seguidas sin tenerla en sus brazos. Se había comprometido con las encargadas del orfanato donde Candy había vivido y les había hecho lo mismo que a Annie, prometerles boda y matrimonio, más eso jamás llego, pasaron los meses y nunca cedió a sus encantos ni se quiso dar una oportunidad con él, mientras que Annie era su mujer en todos los sentidos, siempre lo procuraba, importaba poco que él no hiciera su trabajo, ella lo hacía por él y para que, para que en la primera despertara los celos y resulta que ella se daba cuenta que tenía novia y ella era solo la amante, esos duró bien por un tiempo, más Annie soportó cosas que jamás nadie hubiera soportado, para al final, Candy ya no lo soportaba, lo rechazaba y hasta lo amenazaba con unas dichosas cámaras dentro e su oficina que jamás había visto. Lo que si, es que ya no podía entrar al pasillo de los archiveros y la amistad con William había disminuido por mucho, debido a qué él se ponía del lado de Candy.

Estaba perdiendo todo, desde que Annie salió a ese baile con Anthony las cosas no fueron igual, sentía una impotencia y un dolor que no soportaba de solo imaginarla en otros brazos, tenía que recuperarla, pero todavía no había descubierto como hacerlo, ahora iría a esa fiesta de su tía que ya lo tenía harto con solo obligarlo a que debía sentar cabeza, tuvo que contratar a una acompañante y ni siquiera era de su total agrado, pero ya no podía hacer nada.

- Lorena, pasaré pro ti esta noche, para que estés lista, - Por supuesto Archivald. Estaré lista para las siete. - Perfecto.

La oficina lucía tranquila ese día era un viernes social, muchos de los directivos ya no estaban y habían salido temprano, más ella aun tenía cosas por finalizar para tener listo para el lunes, agendaba un par de citas, miraba los pendientes de las cotizaciones por confirmar y otra lista de actuales citas que se tenían en espera. Para finalizar el sonido del teléfono la interrumpía y era su amado, que la llamaba a su oficina, - Por supuesto, ya voy.

Al entrar Albert le sonreía y ella se mordía el labio inferior al verlo tan coqueto con ella, - Esta noche saldremos a la mansión de mi familia, sé que estaremos muy vigilados, pero te prometo que pasaremos lo mejor que podamos, - Podré esperar a nuestro regreso, nos portaremos bien. - Ese es el problema, no me quiero portar bien. - ¡eres tremendo! - ¿No te gusta? - No me estoy quejado. - Ya salieron todos, vi que se iban uno a uno y traigo cierta preocupación, - Si deseas no asistiré. - Esa no es la preocupación, es Archie, el estará ahí, por lo que veo, o creo es que pensará que te pedí el favor de que em acompañes y el creerá que te pedí que fingieras ser mi pareja. - Actuare lo mejor que pueda para serlo. - ¡Tramposa! Sabes a lo que me refiero, temo que vaya a incomodarnos. - Ya no me preocupa lo que diga o haga, me preocupas tu y es por lo mismo que si deseas puedo quedarme. - No puedo estar una sola noche sin tenerte en mis brazos, te compré un regalo, quiero que lo tomes como un símbolo de nuestro noviazgo.

- ¿símbolo? - La noche donde estuviste comprado ropa yo… escuche cuando le decía a ese tonto que me amabas, y yo… siento algo muy fuerte aquí dentro, que me gustaría creer que significa que es amor, nunca he estado enamorado y… solo pensarte que ese hombre estaba acercándose y estrechándote, me hizo comportarme como un loco desesperado. No quería que te tocara, que te rozara siquiera y… no podría pensar en estar en su lugar, y desearte y no tenerte. - ¡Albert! yo soy muy feliz desde que estamos juntos, lo sabes. - Si, no solo lo sé porque yo me siento igual de feliz, sino porque comparto ese sentimiento que hace que te sienta mía y que no deseo cometer alguna tontería o perderte porque no quiero imaginarme estar en el lugar de ninguno de ellos, ni de aquel mucho menos en el de Archie. Por eso, mira,

William sacaba una cajita y había un precioso anillo sencillo de oro blanco con un diamante dentro de una rosa. - Es hermoso. El se lo colocaba y sacaba un estuche colocándole un dije en su cuello a juego del anillo y le mostraba el estuche con los aretes que lucían igual. - Quiero que lo tomes como el primero de muchos regalos que deseo hacerte, pero no como el de un regalo sino como algo mucho más, tan exquisito, único e increíblemente bello, como tú, este juego esta hecho de manera exclusiva, el diamante fue dividido en seis partes, míralas bien, en los aretes hay uno en cada uno en tu anillo igual y aquí en esta pulserita hay dos uno es mi corazón unido al tuyo. - Es hermoso, no debiste hacerlo, para mi no es necesario nada de esto. - Para mi si, quiero que sepas que mi corazón sufrió algunos problemas y tuve algunas tristezas y desilusiones, pero cuando estoy contigo es como si estuviera recibiendo el regalo por haber pasado tantas amarguras y tristezas. - ¡Albert! Creo que en ocasiones pasamos por malos momentos, para poder valorar los buenos. - Si, también lo creo. Y tu eres el momento que deseo que dure para siempre.

El tomaba su boca con avidez para luego estrecharla fuertemente y deshacerse en caricias y besos apasionantes que solo ella le provocaba cada que iniciaba con probarla y saberla suya.

- ¡Te amo, Candy! - También te amo.


Gracias por leer y comentar por la espera y la paciencia a darle continuidad a más historias

seguiremos escribiendo más Historias de Albert y Candy

Un Abrazo A la Distancia

Mayra Exitosa