.
CAPÍTULO 27:
"Cosas del amor, cosas de la vida"
.
Luego de guardar el teléfono en la caja, Blaine extendió la mano para devolvérselo a Kurt.
—No sabes cuánto te lo agradezco, pero no podría mantener un celular así.
—¿Mantener?
—Me refiero al consumo. Lo que hay que pagar por las llamadas, los mensajes y esas cosas. Supongo que todo debe ser más caro en esta clase de teléfono que lo que tengo pensado adquirir.
—No tienes que preocuparte por nada. Saqué un plan para los dos.
—¿Para los dos? ¿Cómo es eso?
—Es un plan en el que se realiza un solo pago por las dos líneas y los servicios.
—¡Oh! —lo miró sorprendido— Amm… ¿y cuánto tendría que darte al mes?
—Creo que no estás entendiendo, Blaine. No tienes que pagar ni un centavo porque yo me voy a hacer cargo.
—No puedo permitir que hagas eso, ya bastante te costó el teléfono.
—El contrato ya está hecho, y no me pesa ni me molesta o ninguna cosa que estés pensando. Todo lo contrario.
—Ay Kurt, es que…
—Un celular es una necesidad porque es importante tener cómo comunicarse.
—Lo sé, y de verdad te lo agradezco, pero…
—Antes de que me des cualquier argumento, por favor escúchame. Supongamos que no hubiera venido el día que te pusiste mal y te tomabas esas pastillas raras. ¿Te imaginas todo lo que pudo haber pasado?
Tenías tanto dolor y mareos que no podías mantenerte en pie, peor salir a buscar ayuda. Para cuando Scott hubiera llegado quizá te habría ocurrido algo grave.
No quiero que se presente alguna emergencia y no puedas ni pedir auxilio.
—He pensado en eso, pero, ¿no crees que es un poquito exagerado plantearlo de esa forma?
—No lo es. ¿Tienes idea de cuántas personas han sufrido algún tipo de daño por automedicarse? Incluso muchos han muerto por hacerlo.
—Todos lo hacen.
—Eso no significa que sea correcto. Basta que seas alérgico a uno de los compuestos para que te provoque desde una intoxicación severa hasta la muerte. Y no estoy exagerando, son cosas que pasan con más frecuencia de lo que muchos imaginarían, está comprobado estadísticamente, y más todavía con esos medicamentos de dudosa procedencia, sin registro ni nada.
—N-no lo sabía —respondió preocupado.
—Ahora lo haces, y si en algún momento te vuelves a sentir mal, lo cual espero que no ocurra, confío en que no recurrirás a ese tipo de solución, además, al tener un teléfono podrás pedir ayuda oportunamente.
—Sí, entiendo —dijo desviando la mirada con una expresión de niño regañado.
Aquello no pasó desapercibido por Hummel, y aunque le pareció tierno el gesto, ya que su amigo siempre parecía muy maduro, no tenía la intención de hacerlo sentir mal, así que rápidamente cambió el enfoque del tema.
—Pero no vamos a centrarnos sólo en esas cosas.
—¿Qué?
—Que, aunque el objetivo principal de los celulares es la comunicación, también tienen otros usos. Es mucho lo que se puede hacer con ellos en la actualidad, y lo mejor es que podremos estar en contacto todo el tiempo.
La expresión en el rostro de Blaine cambió y su mirada se iluminó ante esas palabras.
—¿Todo el tiempo?
—Claro. Podremos mandarnos mensajes o hablar cada vez que queramos y a la hora que sea ya que no estaríamos limitados como nos pasaba con la cabina.
—La verdad es que sí era algo frustrante.
—Mucho, pero ya no tendríamos ese inconveniente si te quedas con el teléfono.
—Eso me gustaría —sus labios fueron curvándose en una sonrisa amplia, lo cual provocó un nerviosismo inexplicable en el decorador.
—De ti depende.
—Amm…
—Piensa en todas las cosas que podrías hacer, a más de que el internet es veloz y…
—¿Tiene internet?
—Por supuesto. Tiene acceso ilimitado a todo lo que quieras.
—¿Ilimitado? ¿Eso se puede?
—Sí.
—¡Oh! En mi antiguo celular tenía internet, pero debía cuidar los megas para que no se me terminaran rápido… —suspiró— En una ocasión en la que no podía dormir me puse a ver videos y de pronto me llegó un mensaje de que había consumido mi tiempo y que podía comprar más si quería, pero mis papás ya hacían un esfuerzo para que yo tuviera ese teléfono, y no podía pedirles que pagaran otro valor extra por no haber sido prudente, así que me quedé sin internet durante el resto del mes.
Al comienzo sentí mucho coraje conmigo por haberlo gastado todo en una sola noche, sin embargo, luego decidí enfocarme en el hecho de que de los errores se aprende, y esa experiencia me estaba enseñando a ser más cuidadoso y a tomar mejores decisiones.
—Tu madurez me sorprende cada vez más —dijo levantando las cejas—. A esa edad yo era incapaz de pensar así, pero tienes razón, aprendemos de nuestros errores, y es eso justamente lo que nos hace crecer.
En cuanto al celular, no tendrás que preocuparte por nada. Si quieres ver videos todo el día, sobre todo ahora que estás casa, puedes hacerlo tranquilamente. Es más, puedes usar el internet como quieras durante el mes y no te vas a quedar sin megas porque…
—Es ilimitado… entiendo… —exhaló— Nunca creí que algo así existiera… Claro que imaginaba que los ricos tienen planes caros con muchas ventajas, pero no pensé que… —negó con la cabeza— ¡Increíble!
La plática continuó durante varios minutos antes de que Blaine se quedara en silencio.
—¿Qué te pasa? —preguntó Kurt curioso.
—Pensaba en todo lo que me estás diciendo y me tiene sorprendido —suspiró y miró hacia un costado.
—¿Seguro?
—S-sí.
—Me parece que hay algo más.
—Mmm…
—¿Te sientes mal? —preguntó asustado— ¿El dolor regresó? ¿Estás mareado o…?
—No, no… Me he sentido mejor en estos días.
—¿Tiene que ver con el celular?
—Amm…
—No creas que estoy tratando de imponerte algo, lo único que quiero…
—Lo sé, Kurt. Tengo claro que lo haces porque te importo, y eso significa mucho para mí.
—¿Entonces? Porque es evidente que hay algo que te incomoda o te preocupa. No estoy seguro de qué es, pero siento que hay algo que quieres decirme. ¿Es el modelo acaso? Porque si no te gusta…
—Claro que sí, es sólo que… —empezó a jugar con sus dedos nerviosamente.
—¿Qué ocurre?
—Es que… —se mordió el labio— ¿Puedo pedirte algo?
—Por supuesto.
—No me gustaría que pienses que soy desagradecido ni nada parecido, pero… ¿habría la posibilidad de cambiar el teléfono?
—Es lo que te acabo de decir. Si no te gusta ese modelo, puedes elegir otro. No hay problema.
—No es el modelo. Realmente me encanta.
—¿Entonces? ¿Por qué lo quieres cambiar?
—Estaba pensando en uno más económico.
—¿Por qué? Sin importar el teléfono, el plan que contraté seguirá siendo el mismo y no…
—N-no… Tampoco es por eso.
—No entiendo.
—Quisiera cambiarlo por dos teléfonos sencillos para darle uno a Scott. Estoy seguro de que hasta sobraría dinero que te pueden devolver y…
—Espera, ¿qué? —frunció el ceño en confusión.
—¡Perdón! —exclamó alarmado al ver la expresión en su rostro— ¡Haz de cuenta que no dije nada! ¡De verdad lo siento, lo siento mucho!
—Blaine, cálmate.
—Lo lamento. Haz de pensar que soy un atrevido.
—No pasa nada, tranquilo, sólo me tomó por sorpresa tu pregunta —lo tomó de la mano—. No tienes por qué ponerte así.
—Por ninguna razón quiero que pienses mal de mí. No estoy tratando de abusar de tu amistad o de tu generosidad.
—Te conozco y sé que no es así. De hecho, jamás pensaría nada malo de ti.
—¿De verdad?
—Absolutamente, así que ahora respira profundo y relájate.
—Pero…
—Me alegra saber que confías en mí lo suficiente como para pedirme algo, y también me alegra que seas un gran amigo. —Blaine hizo un pequeño gesto cargado de nerviosismo.
Comprendo que Scott es importante para ti, que ustedes son muy unidos y todo eso, no obstante, aunque me gustaría complacerte…
—Nosotros pagaríamos el consumo mensual —dijo presuroso—. Jamás sería de otra forma.
—No me estoy refiriendo a eso. Es tu teléfono y puedes hacer con él lo que quieras —trató de disimular la punzada incómoda que estaba sintiendo—, la cuestión es que no creo que Scott acepte ninguna cosa que provenga de mí, porque vas a tener que explicarle de donde sacaste dos celulares.
—Ah… Tienes razón… Me dejé llevar y no pensé en eso… —apretó los labios en una mueca— Difícilmente él acepta algo de alguien, y, ¿un celular? Nunca permitiría algo así… —bajó la mirada y al observar cómo la mano de Kurt envolvía la suya, dejó salir el aire lentamente por la nariz—. ¿Estás enojado o decepcionado?
—¿Por qué habría de estarlo?
—Por lo que hice.
—¿Y qué fue lo que hiciste?
—No acostumbro pedirle nada a nadie, salvo que se trate de algo extremo o urgente, pero no sé qué me pasó para atreverme a…
—No tiene nada de malo lo que me preguntaste, así que deja de atormentarte. Ya te dije que lo veo como una muestra de confianza. ¿O me equivoco?
—Claro que no. Confío en ti, y mucho.
—No te imaginas lo feliz que me haces —le sonrió—. Y quiero que te quede claro que puedes pedirme lo que sea, cuando quieras.
—¡No! ¡Nunca! ¡Eso sería un abuso!
—Si te estoy dando la libertad de hacerlo, no es ningún abuso.
—No me parece correcto… Simplemente no puedo.
—¿Por qué?
—Porque es una situación muy delicada, Kurt. Tú tienes mucho dinero y… bueno, yo…
—¡Oh, no! No trato de hacerte sentir mal, si es que te refieres a lo que estoy pensando. Lo único que quiero es que sepas que cuentas conmigo siempre.
—Nunca me has hecho sentir mal, al contrario, a tu lado me siento… especial.
—Eres especial, Blaine. Te aseguro que eres diferente a cualquiera que haya conocido y me siento muy dichoso de que seas parte de mi vida.
El menor pasó saliva con dificultad al notar como aquellos hermosos ojos del color del cielo lo miraban con un brillo particular, y un cosquilleo se hizo presente en su estómago, provocando que sus pensamientos corrieran veloces.
¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué estaba sintiendo todas esas cosas?
Tal vez se debía a que Kurt era muy bueno y se preocupaba por él, pero, Scott también lo hacía y nunca había sentido algo parecido por este. No era lógico. ¿Por qué esa diferencia si los dos eran sus amigos?
—El día que te conocí no imaginé que… tú y yo… ya sabes… —dijo con una timidez que no era característica en él— y doy gracias por ello siempre… —fue enredándose cada vez más con las palabras, así que realizó una pequeña pausa en la que inhaló profundamente e intentó relajarse—. Lo que trato de decir es que también me hace muy feliz que estés en mi vida y que valoro demasiado la amistad que tenemos.
—Blaine… —sonrió al sentir una cálida sensación inundarlo.
—Por eso me preocupa lo que pienses de mí.
Sé que rebate en cierto modo a lo que te dije acerca de no tomar en cuenta la opinión de otros, pero en este caso es diferente porque no se trata de buscar aprobación o vivir acorde a las creencias de alguien más, sino a que eres mi amigo y quiero que tengas claro quién soy.
El punto es que nunca he sido un interesado o un aprovechado, y contigo menos que con nadie.
—No comprendo por qué aún lo dudas, pero sé muy bien la clase de persona que eres, y tengo la certeza de que no me ves como un símbolo de dinero ambulante que sólo vale por su apellido o posición.
—¡Jamás! Todo lo que veo es a un hombre bueno, dulce, increíble y generoso que merece ser inmensamente feliz.
—Oh, Blaine… —suspiró.
—Eres muy importante para mí, Kurt —sujetó con fuerza los pálidos dedos.
Aquella presión produjo sensaciones inexplicables en Hummel, pero que ciertamente le gustaron.
Con un movimiento de cabeza apartó cualquier pensamiento extraño que se presentó inesperado y buscó algo sobre lo cual hablar, aunque le resultara difícil ordenar sus ideas cuando esos enormes ojos dorados permanecían fijos en los suyos.
—¿Vas… a… conservar… el teléfono? —preguntó finalmente con torpeza.
—¿Ah? ¿Qué?
—Que si vas a quedarte con el teléfono.
—No estoy seguro.
—Por favor. Sabes que es importante que tengas un medio para comunicarte.
—Ah… —se mordió el labio— No sé qué decir.
—Que lo aceptes es más que suficiente.
—Gracias por ser tan bueno conmigo.
—No necesitas agradecerme.
—Claro que sí. No sólo por esto sino también porque te preocupas por mí y… No tengo muchas personas a las que les importe y… Siempre estaré agradecido de que la vida te pusiera en mi camino.
—Yo también doy gracias cada día, Blaine. No te imaginas todo el bien que me haces —le sujetó la mano con más fuerza.
El estómago del menor dio un vuelco y tras eso permaneció en silencio durante varios segundos observando detenidamente cada detalle en el rostro de su amigo y perdiéndose en el inmenso cielo que brillaba sólo para él.
—Me gustas… —dijo suspirando— Ah… eh… me… me refiero a que me… me gusta mucho… el… el teléfono.
—Qué… bueno… —respondió perplejo, intentando comprender si había escuchado bien o si aquellas palabras habían sido producto de su imaginación— ¿Eso quiere decir que vas a quedarte con él?
—S-sí… ¿M-me enseñas a… a usarlo? —preguntó inquieto, removiendo la mano del agarre y tomando la caja.
—Sí, claro.
Un silencio extraño se hizo presente en el que los dos se cuestionaron lo que estaba pasando en ese momento. ¿Por qué el nerviosismo repentino cuando las cosas entre ellos fluyeron de forma natural desde el principio?
Kurt realizó el primer movimiento al tomar la caja, y cuando quiso sacar el teléfono, este se le resbaló. Las manos de Blaine se movieron ágiles y lograron atraparlo antes de que cayera al suelo.
—Eso fue rápido —dijo el diseñador.
El de rizos levantó la mirada, cruzándose una vez más con la de su amigo, y permanecieron conectados en silencio durante varios segundos.
Tras reaccionar y aclararse la garganta, Kurt comenzó a explicarle las diferentes funciones, y Blaine no dejó de maravillarse con tal tecnología.
Pronto la dinámica entre ellos fue retomando su forma y ritmo habitual y las risas y la comodidad se hicieron presentes.
Luego de revisar todo y agregar sus respectivos números, Hummel pidió la comida a través de una aplicación, y una vez más Blaine se sorprendió de que algo así fuera posible.
Tras una corta espera, sentados a la mesa mientras almorzaban, varios temas fueron saliendo a la luz.
—¿Puedo preguntar algo? —indagó el de ojos como la miel.
—Todo lo que quieras.
—Por más que lo pienso no logro entender por qué no has denunciado a Dante si intentó golpearte.
—No lo hizo.
—Te empujó y te gritó. Eso es agresión, y si no te golpeó fue porque tu hermana entró en ese momento junto a uno de tus amigos. De no ser así, quién sabe lo que habría pasado. Y obviamente estás asustado porque sigues escondiéndote de él.
—Primero, no puedes poner una denuncia porque alguien te grite.
—Pero él te iba a golpear, y tienes testigos.
—Sí, Blaine, pero…
—Nadie te va a culpar por sentir miedo o por tomar precauciones. Es obvio que no te sientes seguro y que estás buscando protegerte.
—No voy a negar que al comienzo sentí temor, no obstante, ahora las cosas no son iguales porque…
—Y ya estás justificándolo otra vez.
—No lo hago. Estás sacando conclusiones apresuradas cuando ni siquiera he terminado de hablar.
—Bien —hizo una mueca—. Tienes razón, es sólo que me molesta tanto ese sujeto que… —cerró los ojos y negó con la cabeza— Lo siento, no volverá a pasar.
Kurt asintió con un suspiro.
—No voy a negar que lo que hizo Dante ese día estuvo mal y que me asusté ya que nunca lo había visto así, pero si bien es cierto que lo he estado evitando por la incomodidad que siento al pensar en aquello, no es el único motivo.
—¿Y qué otra razón puede existir?
—Culpa.
—¿Culpa? ¿Por qué?
—Por haber cancelado nuestra boda. Las cosas no debieron suceder así y me siento mal y responsable por ello.
No puedo esconderme para siempre, eso lo tengo claro, y en algún momento tendré que enfrentarlo, pero todavía no sé cómo hacerlo.
—¿Por qué?
—Porque no encuentro la manera. Y tal vez suene absurdo, pero por más que lo pienso, no logro entender cómo es posible que me resulte tan complicado hablar con la persona con la que solía sentarme a conversar de cualquier tema con tanta facilidad.
—Tal vez porque ni él ni tú son los mismos de antes, por lo tanto, las cosas dejaron de fluir entre ustedes y ahora te sientes incómodo a su lado.
Kurt lo miró atónito. —O tú eres muy maduro o yo soy… —negó con la cabeza y le dio un trago largo a su bebida— Cada día me sorprendes más.
—¿De forma buena?
—Contigo todo siempre es bueno.
Blaine sonrió sintiendo una vez más que sus mejillas ardían, habiendo perdido la cuenta de cuántas veces llevaba sucediendo en ese día.
—Pienso que deberías dejar de preocuparte porque no le debes nada a ese sujeto. Las cosas entre ustedes cambiaron, y estoy seguro de que él también lo sabía.
—Quisiera que fuera así de simple y sólo olvidarme de todo, pero no lo es. Tengo que hablar con Dante de lo que sucedió el día del ensayo y cómo fue que llegamos a ese punto.
Yo estaba nervioso, estresado e incluso algo preocupado debido a los altibajos que atravesamos, y él lo sabía y me prometió que todo estaría bien, que nos iríamos lejos para empezar una nueva vida, y decidí creerle.
Cuando adelantó la fecha para la boda, me emocioné mucho porque eso significaba que estaríamos más cerca de ese nuevo inicio, sin embargo, con el pasar de los días lo que sentía empezó a volverse muy confuso, aunque no lograba definirlo.
Todos me decían lo incómodo que lucía, que no estaba feliz, que no debía seguir adelante con los planes, pero, siendo honesto, no lo veía de esa forma. La ilusión de casarme era grande y… es que… siempre soñé con una boda por todo lo que representa, sin embargo, cuando pienso en ello ahora, se siente distinto y eso me ha llevado a cuestionarme acerca de muchas cosas —dijo con desánimo.
Conforme se acercaba la fecha, más extraño me sentía, pero seguía sin descifrar qué era lo que me estaba pasando, y con ello una gran incomodidad fue creciendo, aun así no le dije nada porque se lo atribuí a los nervios.
Cuando el día del ensayo llegó, se suponía que debía estar feliz y emocionado, sin embargo, estaba lleno de miedo y angustia. Trevor no había ido porque no estaba de acuerdo, y eso me dolía, a la vez que me hizo pensar en todas las cosas que todos me habían dicho, y antes de darme cuenta empezaron a repetirse en mi mente sin cesar haciéndome sentir sofocado —cerró los ojos durante unos segundos y permaneció en silencio—. Con cada minuto que pasaba me resultaba más difícil respirar, al punto que quería salir corriendo a un lugar donde ni Dante ni nadie me conociera —exhaló con fuerza por la nariz—. Fue realmente horrible y atemorizante.
Blaine recordó el día en que los O'Donnel llegaron intempestivamente a la panadería y se estremeció de pies a cabeza. Aquellas palabras pronunciadas por Kurt se ajustaban a la perfección a lo que sintió con sólo escucharlos.
—Entiendo a lo que te refieres —dijo con voz trémula.
—No creo que un chico de tu edad conozca esa clase de sentimientos.
—La edad no tiene nada que ver con las experiencias.
Tal vez no haya vivido una situación como la tuya, pero te aseguro que sé lo que es sentir tanto miedo y desesperación que te resulta difícil respirar y tu pecho duele fuertemente mientras tus pensamientos cruzan a tal velocidad que tu cabeza punza.
Kurt lo miró sorprendido y se inclinó lentamente, colocando una vez más su mano sobre la de este.
—¿Qué fue lo que te sucedió? Es poco lo que sé de tu pasado, pero por lo que acabas de decir, obviamente fue algo grave.
—No me gusta hablar del pasado porque no le encuentro ningún sentido a enfocarme en cosas que ocurrieron hace mucho y que no se pueden cambiar. Lo considero un desgaste inútil de energía.
—Entiendo, pero lo que sea que hayas vivido, es obvio que te sigue afectando.
Blaine hizo un pequeño gesto y suspiró. —Quizá en algún momento te cuente un poco más, sin embargo, esta no es la ocasión para ello. Estamos hablando de ti y de lo que vas a hacer.
—Hemos hablado demasiado sobre ese tema, y en este momento no puedo dejar de pensar en lo que dijiste y en las cosas que pudieron pasarte.
—Algún día te contaré, lo prometo, pero ahora no podemos perder el enfoque de tu situación.
—Ya te dije todo. Soy un desastre y no tengo idea de lo que vaya a suceder el día que vea a Dante o a mi familia… Y ni para qué mencionar a todos los invitados al ensayo ni a las personas que conozco.
—¿No has visto a tu familia?
—No, y no creo que sepan que volví. Los únicos que están al tanto de todo son Trevor y Bernard, por obvias razones.
—Pensé que…
—Eres la única persona a la que busqué y con quien me he mantenido en contacto desde mi regreso. Salgo de casa de Bernard para venir a verte y luego regreso donde él. Esa ha sido mi rutina durante todo este tiempo.
—¡Oh! ¡Guau! No esperaba eso.
—Hoy fue el primer día que me dirigí a otro lugar antes de venir, y lo hice sólo para comprar los teléfonos —hizo una mueca—. Tal vez pienses que soy un cobarde, pero no estoy listo para enfrentar a nadie todavía.
—Primero, gracias por estar aquí conmigo. Saber que soy la única persona a la que has querido ver significa demasiado para mí. Segundo, no pienso que seas cobarde. Es normal que necesites tiempo para procesar todo y ponerlo en orden, aunque sí creo que al menos deberías buscar a tu familia para que sepan que estás bien.
—Es lo que menos quiero. Prácticamente puedo escuchar a mi padre gritando y reclamándome por haberlos avergonzado de ese modo. Mi mamá también estará enojada e indignada y me dará un sermón, pero él se pondrá furioso en cuanto me vea.
—Esas son suposiciones nada más. Estoy seguro de que cuando les expliques lo que pasó y cómo te sentías, van a comprenderte y apoyarte.
—No lo harán.
—Hasta que no hables con ellos…
—Lo hice en su debido momento. Cuando todo se volvió muy complicado con Dante, les dije que quería separarme de él, que me dolía mucho porque lo amaba pero que no podía continuar en una relación que me hacía daño.
—¿Y qué pasó?
—Se enojaron mucho y me dijeron que debía madurar y saber sobrellevar las situaciones que se presentan, que la vida en pareja no siempre va a ser fácil y un montón de cosas más.
—Estoy de acuerdo en que no te vas a separar por el primer problema que surja, pero cuando las cosas dejan de funcionar y ya no eres feliz, por más que lo intentes, lo mejor es terminar esa relación.
—Sí, supongo… —elevó los hombros ligeramente— pero ellos no lo ven de ese modo. Es más, mi papá me prohibió terminar con Dante.
—¿Te prohibió?
—Así es, aunque suene a película antigua, y me advirtió que no me atreviera a deshonrar el apellido de la familia.
—¡Eso es absurdo! ¿Cómo puede ser posible que un apellido sea más importante que la felicidad de una persona?
—No tienes idea de cómo son las cosas en mi mundo, Blaine.
—¿Tu mundo? ¡Vaya!
—Lo siento, no fue mi intención decirlo así.
—No te preocupes, es sólo que se sintió raro escuchar que te expresaras de esa forma.
—De verdad lo lamento. A lo que me refería es a que… amm… en el círculo en donde me desenvuelvo… eh…
—¿Te refieres a ricolandia?
—Blaine…
—Estoy bromeando. Sé que las personas con dinero en realidad sí viven en su propio mundo, por decirlo de algún modo. Un mundo con una visión diferente de la vida y en donde tienen sus propias reglas.
—Sí… algo así… La cuestión es que la imagen que proyectas y lo que otros opinan sobre ti son lo más importante, y con mis acciones hice exactamente lo que no debía que fue deshonrar mi apellido, y, por lo tanto, avergonzar a mi familia.
Imagínate el escándalo que debió ser cuando cancelé todo el día del ensayo, y ni siquiera horas antes sino durante la recepción, con todo listo y los invitados presentes y esperando a que Dante y yo saliéramos.
—Entiendo que es una situación un tanto compleja, pero, ¿por qué le das tanta importancia a lo que un grupo de personas piensen? Tu vida no puede depender de ellos.
—No lo hace, pero sí hay cosas que…
—¿Dónde queda la felicidad, Kurt? ¿Qué pasa con la tranquilidad, con la paz mental?
—Tienes que encontrarlas en medio de todos los protocolos, y si no es posible, entonces aprendes a aparentarlas.
—¡Eso es horrible!
—La vida puede ser muy complicada, Blaine.
—Lo sé muy bien, pero también sé que tiene un lado bueno que se debe disfrutar.
—Y lo he hecho, es sólo que siempre he tenido que cuidar mi imagen porque de ello dependía mi prestigio y el valor que la sociedad me daba —resopló por la nariz—. No me gusta, pero así es como funciona, y con lo que hice aquel día arruiné todo lo que me ha tomado tanto tiempo construir, y esa es otra de las razones por las cuales me sigo ocultando desde que regresé ya que no estoy listo para enfrentar la furia de mi familia ni ser el centro de las críticas y habladurías de los demás.
