Heredero
El gran comedor se encontraba maravillosamente decorado. Al igual que el innecesario viaje a través del lago, la costosa platería y el falso cielo estrellado tenían por objetivo deslumbrar a los magos recién llegados.
- Weasley, Ginebra- llamó la profesora McGonagall
Una niña pelirroja, la última del grupo de selección, salió de su estupor y avanzó al frente del gran comedor. Su caminar presentaba claros signos de nerviosismo, y no dejaba de alisar las arrugas de su túnica con las manos. Una vez se sentó en el taburete, la profesora McGonagall le sonrió de forma tranquilizadora y colocó el sombrero seleccionador sobre su cabeza.
Los minutos lentamente se empezaron a acumular.
Harry golpeteó la mesa con sus dedos, profundamente impaciente. Se estaba muriendo de hambre y la espera para el banquete se le estaba haciendo eterna. Miró a la mesa de profesores, pero ninguno de ellos parecía dispuesto a interrumpir la ceremonia. Era obvio que la niña acudiría al mismo lugar que todos sus hermanos, bien podrían dejar de perder tiempo y mandarla de una vez a…
- ¡GRYFFINDOR!
La mesa roja y dorada al otro extremo del comedor empezó a aplaudir como si la vida se les fuera en ello. Un grupo en especial, liderado por unos gemelos pelirrojos, continuó con el escándalo mucho después de que la niña tomara asiento. En circunstancias normales a Harry no le hubiera importado, pero ahora mismo estaba de tan mal humor que se sentía seriamente tentado a echarles un embrujo.
De pronto, Hermione se irguió y su frondoso cabello se cruzó en su línea de fuego. Estaba de espaldas y no podía ver su rostro, pero por sus movimientos parecía estar regañando a sus compañeros.
- ¡Bienvenidos!- habló Dumbledore, extinguiendo el alboroto con solo una palabra- Como todos los años, quiero informar a los recién llegados que los bosques alrededor del castillo se encuentran completamente prohibidos para todo el alumnado, sin excepciones. Es un lugar mortal y engañoso que ha cobrado muchas víctimas en el pasado, y que de ninguna forma está destinado a ser una prueba de valor con la que impresionar a una señorita…
Hubo unas pocas risas incomodas por todo el comedor.
- Ahora, volviendo a la agenda escolar, me complace presentaros a vuestro nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras: Gilderoy Lockhart. Ya lo debéis conocer gracias a sus grandes éxitos literarios, y este año tendrán la oportunidad de disfrutar de su instrucción personal. Recibámoslo con un caluroso aplauso
Estalló una fuerte ovación.
En la mesa de profesores un hombre muy atractivo, rubio y de ojos azules se puso de pie y posó con los puños en las caderas, como si esperara recibir los flashes de cientos de cámaras. Vestía las ropas más finas que Harry había visto en su vida: una túnica púrpura con bordados de oro en las mangas y el cuello, un sombrero puntiagudo inclinado a la derecha y una capa negra que parecía estar encantada para ondear sin necesidad de viento.
Al cabo de un tiempo considerable, y solo por insistencia de los profesores cercanos, Gilderoy Lockhart tuvo que retomar su asiento en medio de una multitud de suspiros femeninos.
- Finalizados los anuncios, solo me queda desearles: ¡Buen provecho!
Las bandejas parpadearon de la existencia, y cuando volvieron a aparecer se encontraban llenas de comida.
Harry se saltó las verduras y fue directo a por los gruesos trozos de carne asada. Llenó su plato, devoró dos porciones casi sin respirar y luego bebió media jarra de jugo calabaza sin importarle los modales en la mesa. Fue un espectáculo poco elegante, pero a nadie pareció importarle. Crabbe y Goyle los tenían acostumbrados a cosas peores.
- Ya casi es hora- dijo Draco al cabo de una hora, mientras se servía el postre- Vayan y guárdennos los lugares al lado de la chimenea
Crabbe y Goyle se detuvieron con el tenedor en la boca, miraron sus platos a medio terminar y asintieron con tristeza. Cargaron sus bolsillos de panquesitos y algunas tajadas de tarta, y salieron a toda prisa del comedor.
No más de diez minutos después los prefectos de las cuatro Casas también se levantaron y empezaron a reunir a los estudiantes recién clasificados. Harry no lo había notado el año pasado (¿cómo podría?), pero el final del banquete no marcaba el término de la fiesta. De hecho, esta se animaba aún más con los alumnos de todas las Casas aprovechando el tiempo libre para reencontrarse con sus amigos. Todos, excepto los Slytherin.
La mesa se empezó a vaciar con rapidez, parecían ansiosos por dirigirse a la sala común. Algunos incluso corrían.
- ¿Qué sucede?- preguntó Harry con curiosidad- ¿Por qué nadie se queda?
- Porque nadie quiere perderse la repartición de dormitorios- respondió Draco, limpiándose las manos con una servilleta y poniéndose de pie- Vamos, las apuestas cierran temprano. Tú también Potter, no querrás perderte esto
La repartición de dormitorios en Slytherin. Esa extraña tradición en el que supuestamente los estudiantes de primer año competían por las mejores habitaciones, pero que en realidad era una excusa para jugarles novatadas. El año pasado, Malfoy, Nott y Zabini se habían salvado de sufrir tal abuso gracias al peso de sus apellidos, y quizá por esa razón ahora deseaban presenciarlo.
A Harry realmente no le interesaba, pero tampoco es que quisiera quedarse solo en una gran mesa vacía. Se levantó y junto con ellos formó uno de los pocos grupos que decidieron tomar la ruta oeste. Más larga y sinuosa que la ruta seguida por los prefectos, pero libre de los molestos tiempos de espera frente a las escaleras móviles.
Siguieron la ruta estándar hacia la enfermería. Una vez ahí siguieron de largo, bajaron por una escalera oculta y se adentraron en un largo pasillo colmado de pinturas de bodegones.
Era uno de los lugares más monótonos del colegio, así que nadie notó que Harry aminoraba su paso. teniendo cuidado que nadie lo estuviera mirando, palpó la base de una lámpara de pared y delineó con sus dedos el bajo relieve de una serpiente. Esta era una de las entradas a la Cámara Secreta. De hecho era la entrada más recóndita en todo el castillo, mucho más que la del baño de Myrtle o la del callejón sin salida del segundo piso.
Harry sonrió. Recordaba muy bien la noche en que la descubrió. Acababa de rechazar la oferta de Malfoy y todavía mantenía la esperanza de que un acto heroico le ganara el favor de su padre. Cielos, se sentían tan lejanos aquellos días en que no tenía poder, ni aliados, ni un objetivo claro… solo una ambición remota. Tanto había cambiado desde entonces. Tanto había cambiado desde que conoció a…
- ¡Harry!
El grito lo tomó por sorpresa, el abrazo por la espalda aún más. No creyó que se encontraría con Hermione esta noche, ni mucho menos que ella se atreviera a bajar hasta aquí.
Dos Slytherin mayores pasaron junto a ellos, les dirigieron muecas desagradables y aceleraron su paso.
Harry vio como Zabini los miró con indiferencia y le proponía a Malfoy y Nott que los ignoraran y siguieran caminando, pero estos últimos se negaron. Estaban ofendidos, este pasaje era una ruta directa a las mazmorras y no podía ser posible que alguien tan ordinaria como Hermione pudiera deambular por aquí sin consecuencias.
Draco la señaló y dio un paso al frente.
- Hey tú…
- ¿Si?- Hermione se separó de Harry y volteó hacia Draco- ¿ocurre algo?
El rubio se detuvo en seco, la miró estupefacto y pareció olvidar lo que iba decir. Detrás de él, Nott había desertado de la arremetida de su amigo y lucía indeciso sobre a donde enfocar su mirada.
- No, nada- dijo Draco en un hilo de voz
Hermione lo miró confundida, se encogió de hombros y se giró hacia Harry. Solo entonces él pudo entender por qué sus compañeros habían reaccionado de esa forma.
La chica parada frente a él era muy bonita. Muy, muy bonita.
Parpadeó un par de veces para recuperar la compostura y la miró con más atención. No, no podía ser llamada bonita. Sus dientes delanteros seguían siendo igual de grandes, su cabello se había vuelto más espeso y tampoco es que hubiera desarrollado las curvas de la adolescencia. Sin embargo, de una forma que no podía precisar, su aspecto era abismalmente superior.
- Ah, hola, Hermione. Te ves muy… saludable
"¿Saludable?"
- Gracias. No les molesta si los acompaño, ¿verdad?
Draco, quien parecía haberse recuperado de la impresión, quiso negarse. Pero cuando buscó el respaldo de Nott y Zabini, ambos esquivaron su mirada. Supo entonces que discutir con Potter y su sirviente sería una causa perdida. Chasqueó los labios y asintió a regañadientes.
El grupo se dividió en dos. Los tres sangre pura al frente, y Harry y Hermione en la parte de atrás. Casi a seis metros de distancia.
- ¿Sucedió algo?- preguntó Harry en un tono preocupado- ¿Estás bien?
- Sí, no te preocupes- respondió ella- Solo extrañaba tener una conversación cara a cara. No es lo mismo… ya sabes…
Harry asintió, sabía muy bien a qué se refería.
El vínculo mental era extremadamente útil. Permitía conversar con alguien al otro lado del mundo, ilustrar conceptos subjetivos y compartir experiencias sin necesidad de extensas narraciones. Sin embargo, también presentaba un defecto siniestro. Al usarlo de forma exclusiva por un periodo prologado de tiempo, uno lentamente empezaba de desasociar la voz dentro de tu cabeza con el amigo que no veías hace meses.
- Te comprendo perfectamente, ¿de qué quieres hablar?
- De cualquier cosa. Oh, es cierto. Te quería contar que pude conseguir los rollos de soldadura…- miró al frente, hacia Draco y los demás, y pareció pensárselo mejor- Mejor hablamos de eso en otra ocasión
- Sí, mejor
- Entonces… vale, ya sé- Hermione se acercó un poco más y bajó el volumen de su voz- Cuéntame cómo perdiste el tren
- ¿Estas segura? Es una larga historia
- Sí, quiero saber que pasó. Lo último que supe es que estabas llegando tarde
Harry soltó un suspiro de auto compasión, lo que menos quería era recordar este terrible día. Sin embargo, extrañamente, cuando empezó a hablar, lo hizo con una media sonrisa en los labios.
- Los problemas comenzaron temprano en la mañana. Durante el desayuno un trabajador le notificó a mi padre de una gigantesca colonia de gnomos viviendo cerca de los viñedos. Eso es muy malo, pues nadie compra vino procedente de una cosecha contaminada. Así que tuvimos que esperar a que convenciera al fiscalizador del Ministerio que la plantación estaba a limpia
- ¿Tenían que esperarlo?- preguntó extrañada- ¿No bastaría con que tu madre los acompañara a tomar el tren?
- Oh no. Él nunca se perdería la oportunidad de despedir a Gerald, su querido y amado… Pero eso no importa, ya que esa no es la razón por la que llegamos tarde. El fiscalizador terminó su trabajo a eso de las diez y media. Con algo de prisa todavía era posible llegar a tiempo, así que tomamos la red flu hacia una tienda de mascotas cercana a la estación
A pesar de que estaban teniendo una conversación "cara a cara", Harry compartió sin querer el recuerdo de una lúgubre tienda colmada hasta el techo de peceras, pajareras y jaulas de madera. Hermione tampoco se dio cuenta de que habían usado el vínculo, estaba demasiado concentrada en la multitud que "veía" agolpándose en la acera del frente de la tienda.
- ¿Qué pasó?
- Tuvieron un fallo con su hechizo repelente de muggles. La dueña nos aseguró que lo arreglarían en unos minutos y que evitáramos salir, pero traíamos mucha prisa y la ignoramos. Atravesamos la multitud e intentamos ir lo más rápido posible hacia la estación. Te juro que no sé como los muggles pueden caminar por sus calles, todos los semifonos siempre están en rojo…
- Semáforos Harry, no semifonos
- Sí, eso. El punto es que cuando llegamos, nos encontramos con otro problema: cinco trenes muggles acababan de averiarse- Harry abrió los brazos para indicar la magnitud de la escena- La estación estaba a no dar más de gente empujándose y exigiendo reembolsos. Ni siquiera los empleados del Ministerio (ninguno de los dos ministerios) pudieron ayudarnos. Finalmente las manecillas dieron las once en punto y el portal se cerró
- ¿Y qué hicieron?
- Bueno, todavía era posible interceptar el expreso en su siguiente parada, así que caminamos de vuelta a la tienda de mascotas. Habían arreglado su problema con el hechizo repelente de muggles, pero apenas entramos una pecera encima de la chimenea se quebró y los polvos flu se empaparon. Tuvimos que caminar más de veinte cuadras para acceder a otra chimenea
- ¿En serio? No puede creer que hayan tenido tan mala suerte
- Oh no. Todavía falta lo peor. La chimenea de ese lugar se encontraba defectuosa. Nuestros padres terminaron en una floristería en Kensington, Gerald en el callejón Diagon y yo…- Harry suspiró cansadamente- …regresé a la tienda de mascotas. ¿Puedes creerlo?, es como si alguien nos estuviera saboteando. En fin, para cuando nuestros padres nos encontraron era demasiado tarde para alcanzar el tren y, sinceramente, estábamos hartos de tantas complicaciones. Así que simplemente nos aparecimos en Hogsmeade
- Pero eso es ilegal- señaló Hermione, escandalizada- los menores de edad no pueden viajar por aparición
- Muy cierto, creo que es una multa de trescientos galeones. Pero en ese punto a mis padres no les importó. Pero cuéntame cómo fue tu viaje, ¿es cierto que los carruajes son arrastrados por…?
Draco tosió de forma ruidosa delante de ellos. Habían llegado a un bifurcación del corredor, y ninguno de los tres sangre pura parecía dispuesto a dejar que esta situación continuara ni un segundo más.
- Me lo tendrás que contar en otra ocasión- dijo Harry- Ya no puedes seguir acompañándome, estamos demasiado cerca de la entrada a nuestra sala común
- Bueno, está bien- Hermione se acercó y le dio un abrazo de despedida- Te lo contaré después
Ese "después" ocurrió de inmediato. Harry sintió el pinchazo del vínculo mental, y en un par de segundos los recuerdos de un largo camino de tierra, diligencias moviéndose por sí solas y una animada conversación con Parvati y Lavender inundaron su mente.
Esto último era extraño. Luego de que Hermione fuera dada de alta de la enfermería, Gerald dejó de invitarla a su grupo de amigos. No sabía que ella hubiera logrado conservar algunas de esas amistades por cuenta propia.
- Adiós a todos- se despidió, agitando su mano suavemente
La única respuesta que obtuvo fue un murmullo inteligible. Hermione no esperó algo mejor, giró sobre sus talones y emprendió el camino de regreso.
Una vez ella desapareció de la vista, Malfoy se acercó por detrás a Harry y colocó una mano sobre su hombro como si se compadeciera de él. Sin embargo, Harry podía vislumbrar cierto sarcasmo en su elección de palabras, como si lo estuviera regañando por el mal comportamiento de una mascota.
- Lo ves, esto es lo que pasa si les das demasiada confianza- dijo Malfoy, lo bastante fuerte como para que todos lo escucharan- Empiezan a perder el respeto e ignorar los límites. Si permites que siga comportándose de esa forma, te vas a meter en muchos problemas
- Eso es muy cierto, no todos son tan tolerantes y progresistas como nosotros- añadió Zabini, y su comentario fue acompañado por las risotadas de sus amigos- Pero ya en serio, es bastante malo que esa chica sepa la existencia de esta ruta, no empeores la situación dándole derechos que no corresponden a su condición
- Ustedes no me dan órdenes- dijo Harry, dando un codazo al aire y apartando la mano de Draco- Haré lo que me parezca
- Lo decimos por tu bien, no vas a querer que…- empezó Malfoy, pero fue interrumpido
- No tiene caso- habló Nott, con más aversión que burla- Esa niña no se detendrá hasta lavarle completamente el cerebro. Típico de las de su clase
- ¿Qué demonios quieres decir con eso?
- Venga, no me digas que no te diste cuenta- Nott gimió en una voz aguda- Oh Potter, ahora soy un poco menos fea. Ya puedo dejar de caminar tres pasos detrás de ti
Su imitación le valió las risas cómplices de sus amigos.
- ¿Un poco menos fea?, ni siquiera podías mirarla a los ojos
- Me agarró desprevenido- replicó apresuradamente- Jamás me fijaría en alguien tan vulgar
- Bueno, no debes preocuparte- miró de arriba abajo a Nott, fijándose en los sutiles defectos de la endogamia- Dudo que alguna vez tengas ese problema
Las risas volvieron a sonar, esta vez a favor de Harry.
- Yo no estaría tan seguro- dijo Nott, acercándose a Harry en actitud amenazadora- A diferencia de ti, yo sí heredaré la fortuna de mi familia. Y todos sabemos que la única meta de una sangre sucia es atrapar a un hombre rico para…
Zabini dio un salto y se interpuso entre los dos. Con un brazo mantuvo a raya a Harry, mientras que con el otro le indicaba a Nott que no se acercara.
- ¡Detente Potter! ¡Él no quiso decir eso!- le dirigió una mirada severa a Nott- ¿No es cierto, Theodore?
Nott se quedó atónito, sin entender por qué Harry había arremetido contra él. Solo después de unos segundos recordó que la madre de Harry también era una sangre sucia.
- Está bien, hablé sin pensar. Retiro mis palabras
- Muy bien- habló Zabini en tono autoritario- Ahora dejemos de perder el tiempo. Si queremos ver el final de la repartición, será mejor que nos apresuremos. Malfoy, ¿puedes abrir la puerta?
Draco parecía decepcionado de que el intercambio de hostilidades hubiera terminado, pero no se opuso a la idea de Zabini. Empujó un bodegón de la pared y reveló unas escaleras que descendían hasta el nivel de la sala común.
Los bordes de la sala se encontraban colmados de Slytherin de diversas edades, todos con la mirada fija en el espectáculo en el centro, donde los alumnos de primer año eran castigados por una interminable lluvia de maldiciones y resistían a duras penas gracias a la fuerza del número y la protección de algunos muebles.
Harry y los demás avanzaron en silencio abriéndose paso entre la multitud, dando un gran rodeo para llegar a los lugares que Crabbe y Goyle les estaban guardando.
- ¡Ahí están!- exclamó Goyle al divisar el cabello rubio de Draco- ¡Apartaos! ¡No me obliguen a sacar mi varita!
Los estudiantes cercanos obedecieron. Aunque daba la impresión que lo hacían más por el tamaño de Goyle que por miedo a sus aptitudes mágicas.
Draco avanzó por el camino despejado por sus compinches y ocupó un lugar junto a la chimenea. Observó por unos segundos la lucha de los primeros años, y luego fijó su vista en las puertas de las dos habitaciones principales (para hombres y mujeres). Esas eran las únicas resguardadas por estudiantes de quinto, a diferencia de las demás que solo eran protegidas por los de cuarto.
- ¿Quiénes ingresaron a las habitaciones principales?- preguntó, alzando su voz por encima del ruido ambiental- Supongo que habrán prestado atención a algo más que poneros como cerdos
Crabbe guardó a toda prisa el pastelillo que tenía en la mano y contestó:
- Astoria Grengrass fue la única que entró por su apellido. No hubo nadie más, creo…
- ¿Crees?
- Solo Grengrass. Estamos completamente seguros- corroboró Goyle- Los demás pagaron treinta galeones para entrar, aunque hubo algunos que gastaron más que otros…
"¿Treinta galeones?", Harry dejo de prestarle atención a su conversación y observó las habitaciones secundarias. Las puertas estaban abiertas, probablemente para exponer las fuertes discrepancias de comodidades y darles motivos para resistir con todas sus fuerzas.
Y vaya que lograban su objetivo. Si bien las habitaciones secundarias estaban limpias y bien cuidadas, resultaban muy inferiores a la que él ocupaba. Menos de la mitad de tamaño, sin candelabros de techo y con un dosel como única forma de privacidad. Carecían de mesas, escritorios o libreros; todos ellos sumamente útiles durante la temporada de exámenes. Y, lo más grave de todo, no poseían baño propio.
Únicamente por este último punto, era entendible que la lucha fuera tan sangrienta.
- …las apuestas cerraron hace rato, pero no han llegado demasiado tarde- siguió hablando Goyle- por lo menos todavía no cae nadie
Apenas acabó de decir esas palabras, un primer año voló por los aires y se estrelló contra uno de los sillones. Intentó levantarse varias veces, pero el humo que salía de sus oídos evidenciaba que una maldición le había arrebatado el equilibrio.
- Oye… ¿este no es el hermano de Flint?- preguntó Nott
- Sí- respondió Zabini- Es una vergüenza que haya caído primero
Fuera una vergüenza o no, el hecho es que esa primera baja socavó la moral de los demás. A partir de ahí fue como ver caer un castillo de naipes. Cada vez más a prisa, cada vez más estrepitoso: Estalló un resplandor violeta en el centro de un grupo y dos niños huyeron con las cabezas completamente calvas, una niña gritó que se rendía justo después de ser alcanzada por un hechizo punzante, un grupo de cinco niños gordos que había decidido usar sus puños terminó atado con sus propios uniformes, y tres chicas chillaron en pánico cuando sus broches se convirtieron en cucarachas.
- ¡Levántate! ¡Vamos!
- ¡Maldita sea, acabo de perder doce galeones!
- ¡Juro que si no te levantas va a ser peor! ¡De pie!
El público parecía haber entrado en un frenesí. La mayoría alentaba a sus favoritos, otros se enfurecían por sus apuestas perdidas y solo unos pocos vigilaban que los perdedores no estuvieran demasiado heridos. Finalmente, al cabo de dos minutos de intenso alboroto, el ambiente empezó a tranquilizarse. Quedaban tan solo diez alumnos en pie de guerra, y los guardianes de los dormitorios parecieron considerar ese número como apropiado. Alzaron las manos en alto y exclamaron:
- ¡Se acabó! ¡Superaron la prueba!
Frente a las miradas desconfiadas de los sobrevivientes, Adrián Pucey, uno de los guardianes, avanzó hacia ellos y ordenó en voz alta:
- Van a entrar de uno en uno, para que podamos deshacer las maldiciones. Aquel que se cuele y nos haga perder el tiempo, irá al final de la fila
Y así fue. Aunque nadie felicitó a los "ganadores", el solo hecho de que algunos entre el público (probablemente los que ganaron las apuestas) los ayudaran a llevar sus baúles bastó para que saborearan la victoria. Los perdedores, por otro lado, tendrían que soportar casi una hora hasta que las maldiciones se extinguieran por sí solas.
- ¿Siempre es así?- preguntó Harry, rememorando su primera noche en Hogwarts- No recuerdo haber escuchado un escándalo como este
Crabbe negó con la cabeza.
- Generalmente se deja que los de primer año luchen entre sí, es más interesante de esa manera. Pero este año fue diferente- señaló a uno de los perdedores- Ese de ahí convenció a sus compañeros para negarse a pelear y decidir la repartición por sorteo. El público lo abucheó, y los guardianes tuvieron que cambiar el modo de repartición
Harry miró al pobre niño con una mueca de lástima. Seguramente en su cabeza le había parecido una idea brillante.
- Ya no hay nada que hacer aquí- dijo Malfoy, llamando la atención de todos- Les quiero mostrar algo realmente genial. Lo tengo en mi baúl
- ¿Qué es?- preguntó Zabini- Si vas a volver a presumir tu escoba de carreras, ya la vimos lo suficiente en el tren
- No es eso. Síganme, no me creerán si se los cuento
Harry miró a los alrededores mientras los seguía. Con la repartición finalizada, la mayoría de los Slytherin se habian retirado a sus dormitorios o regresaban al banquete. La sala se encontraba prácticamente vacía, a excepción de los perdedores y un puñado de guardianes.
Entonces, justo cuando Harry estaba a punto de descender a su habitación, un guardián alto y delgado lo detuvo.
- Tú eres Harry Potter, ¿verdad?- el individuo que le habló era Cassius Warrington. Su nombre era todo lo que Harry sabía de él- Ha habido un ligero cambio, tus cosas fueron movidas a la segunda habitación
De inmediato Harry sospechó de Malfoy, pero este parecía estar tan sorprendido como él.
- ¿Y se puede saber quién va a ocupar mi lugar?
- Mi hermano menor- Cassius se inclinó ligeramente hacia adelante y lo amenazó con la mirada- ¿Algún problema?
La intimidación pilló desprevenido a Harry, y no supo qué responder. El área alrededor de ellos se despejó de los otros guardianes. Draco y sus amigos retrocedieron un par de pasos. No iban a ayudarlo, de hecho parecían curiosos en ver como se desarrollaba la situación.
- ¿En serio vas a hacer esto?- preguntó Harry en un susurro- ¿Sabes la diferencia entre nuestros apellidos?
A Cassius se le amargó la expresión. Si bien era cierto que los Warrington eran reconocidos sangre pura, carecían de una historia familiar extensa o un patrimonio abundante.
- Los Potter no tienen influencia en Slytherin, y hace mucho tiempo Malfoy se rindió contigo- le puso una mano sobre el hombro y lo presionó ligeramente hacia abajo- Te lo voy a preguntar de nuevo, ¿tienes algún problema?
Harry metió nerviosamente sus manos en los bolsillos y tragó saliva de forma visible.
- Tal vez exista otra forma de arreglar esto- dijo en un susurro que se volvía cada vez más débil- Podríamos llegar a un acuerdo monetario
La risa se contagió rápidamente entre los guardianes, incluido Cassius. Sin embargo, esos segundos de distracción fueron justo lo que Harry necesitaba. Ajustó el agarre de su varita dentro de su bolsillo, bajó la cabeza (como si se sintiera avergonzado) y masculló un par de palabras mientras se burlaban de él. Cualquier brillo quedó amortiguado por sus túnicas negras.
- Lárgate niño- ordenó Cassius, empujándolo fuera de su camino
Harry retrocedió dos pasos por el empujón, y cinco más por su propia voluntad. En ningún momento cortó el contacto visual con Cassius.
- ¡Si eso es lo quieres, entonces que así sea!- exclamó Harry, sacando su varita- Dale, empezamos cuando quieras
Los pocos Slytherin que quedaban se giraron con los rostros llenos de interés. Ninguno imaginó que disfrutarían de un segundo show esta noche.
Cassius observó a Harry adquirir una postura de duelo y maldijo su mala suerte. No porque desconfiara de sus propias habilidades en duelo (la diferencia de nivel era demasiado grande), sino porque temía las consecuencias de humillar al apellido Potter. Consecuencias que no lo afectarían en Hogwarts, pero que podrían perseguirlo una vez se graduara.
Realmente había creído que Harry no se atrevería a luchar una batalla imposible.
Cassius sacó su varita y ponderó su próximo movimiento. No podía avergonzar a Potter en público, ni tampoco darle la oportunidad de avergonzarse a sí mismo. Sus únicas opciones eran arrebatarle la varita o derrotarlo de un solo golpe.
Desarmar o aturdir. Expelliarmus o Desmaius.
- ¡Aquí no hay árbitro!- exclamó alguien desde el fondo- ¡Peleen de una vez!
Cassius tomó una decisión.
- ¡Desma…!
- ¡Petrificus…!
Ambos adversarios iniciaron sus encantamientos de forma simultánea, lo que en teoría debía darle una pequeña ventaja a Cassius producto de la brevedad de su conjuro. Desgraciadamente para él, su enemigo ni siquiera necesitó terminar su hechizo para atacar. Al mismo tiempo que canalizaba su magia hacia su varita, Harry realizó un brusco movimiento con el brazo y una cobra saltó desde su manga directamente al rostro de su adversario.
La mente de Cassius se puso en blanco. Luego, más por instinto que por buen juicio, levantó el brazo para protegerse y rotó dolorosamente la muñeca para que su encantamiento no perdiera el rumbo.
- ¡…ius!
La serpiente se retorció en el aire e interceptó magistralmente el rayo rojizo. Cassius juraría que el animal lo había hecho a propósito.
- ¡… Totalus!
Cassius perdió el control de su cuerpo. Sus extremidades se pusieron rígidas, el mundo se puso de cabeza y su cabeza golpeó sin dolor contra el suelo. Escuchó de forma lejana como sus amigos protestaban violentamente, pero Malfoy escogió ese preciso momento para intervenir. Oportunista como era, había esperado hasta el último segundo para estimar el auténtico valor de Harry. Y ahora que lo conocía, consideró que valía la pena ayudarlo.
Los hechizos de Malfoy fueron mucho más rápidos y complejos que los de Potter, y jugaba con la ventaja de que nadie se atrevía a responderle. Cassius escuchó como sus amigos se derrumbaban sobre la alfombra uno tras otro, hasta que por fin se hizo el silencio.
La puerta de los dormitorios de segundo año se abrió de un portazo.
- Eso fue genial- rio Draco, golpeando la espalda de Harry mientras lo felicitaba- En especial cuando arrojaste el baúl de su hermano al otro lado de la sala común. Fue increíble
- No sabía que podías ser tan salvaje- dijo Zabini- hiciste llorar al pobre chico
La habitación que ellos ocupaban tenía varios paneles divisores que separaban cada cama de forma individual. Estaban hechos de madera delgada, de escasos seis pies de altura, de forma que cumplían su función de brindar intimidad sin que realmente se pudieran ocultar actividades clandestinas.
- No me vengan con esas- dijo Harry, alejándose de los halagos hipócritas mientras levitaba su baúl hacia su cama- Ninguno de ustedes desgraciados hizo algo para ayudarme
- Hey, eso no es cierto- dijo Draco- Te advertimos que esto pasaría
- ¿Advertirme?
- Sobre darle tanta confianza a la sangre sucia, ¿acaso no te diste cuenta que Warrington pasó junto a nosotros?
Harry se quedó de piedra. No podía creer que una simple muestra de debilidad pudiera desencadenar una agresión en tan solo un cuarto de hora.
- Eso no quita que se quedaran observando como unos jodidos buitres
- Venga Potter, ¿qué hubieras hecho tú en nuestro lugar?
- …
- Lo ves
- ¡Bah!- profirió Harry, y les dio la espalda mientras entraba a su cubículo personal
Depositó su baúl al lado de su cama, lo abrió y empezó a buscar su pijama. Quería irse a dormir lo más pronto posible, y así evitar pasar más tiempo con sus compañeros de cuarto. Era muy estresante estar siempre pendiente en mostrarse fuerte.
Los escuchó conversar entre ellos al otro lado de la pared, poco a poco dejando de lado el incidente de Cassius y enfocándose en los lugares en donde pasaron las vacaciones. Draco mencionó dos veces que le compraron una Nimbus 2001, irritando a los demás, hasta que de pronto Crabbe preguntó:
- Hey, ¿no nos dijiste que querías mostrarnos algo?
- Oh, sí- escuchó a Draco destapar su baúl y luego un sonido rasposo, como si abriera un compartimento oculto- Observen con atención, esto es algo solo verán una sola vez en su vida
Pareció que lo que sea que había sacado realmente sorprendió a sus amigos. Por un largo tiempo no se escuchó ningún sonido, ni la más mínima respiración.
- ¡¿Eso es un anillo de Heredero?!- al fin exclamó alguien sorprendido
Harry saltó de la cama, descalzo y en pijama, y fue a toda prisa a comprobar que sus oídos no hubieran fallado.
Efectivamente, al llegar a la mesa de estudio vio como un pequeño objeto circulaba de mano en mano. Era un anillo de plata y malaquita, cuyos colores simbolizaban la antigua relación que los Malfoy poseían (o decían poseer) con la Casa Slytherin.
- Este es un duplicado para exhibición, ¿verdad?- dijo Zabini, examinando el anillo desde varios ángulos- Es imposible que tengas el verdadero
- Te equivocas. Ha sido transmitido de generación en generación en mi familia durante novecientos años, y jamás se realizó ninguna copia
- ¿Es cierto que con esto puedes ingresar a todas las salas de tu casa?
- Así es, sin ninguna restricción- respondió Draco, derramando soberbia por cada uno de sus poros- Incluyendo la tesorería, la biblioteca y el pensadero
Harry se acercó, recibió el anillo de Zabini y lo inspeccionó de cerca. El detalle era muy fino, se podía reconocer con total claridad el escudo Malfoy y el tenue desgaste producto del uso como sello. No existía duda alguna de que era auténtico.
- ¿Te nombraron heredero a los doce años?- preguntó Nott, con una envidia igual de evidente al del resto de los presentes
- …
- ¿Draco?
- Bueno, "primer sucesor" en realidad
Harry conocía ese título. Era dado a aquel con mayor probabilidad de heredar la Casa luego de la muerte del actual Maestro. Básicamente lo mismo que un "heredero", con la única diferencia de que un "primer sucesor" solía ser tan joven que no se le exigía defender su título de otros candidatos. Sin embargo, toda esa maraña de reglas provenía de una tradición antiquísima. Actualmente nadie designaba un "primer sucesor", pues la mayoría de familias tenían hijos únicos y era rarísimo que un familiar lejano (educado con menos recursos) decidiera competir por ese derecho.
En otras palabras, el título carecía de significado real y solo servía para alardear.
- ¿Cómo demonios lo conseguiste?- preguntó Harry, mucho más sereno
- Hubo varias razones. Pero principalmente debido a los resultados de mis exámenes
Harry alzó la vista del anillo y lo miró a los ojos. Desconocía cual era el nivel académico de Malfoy, pero lo que sí sabía es que sus principales competidores, Hermione y Gerald, no lograron desempeñarse muy bien el año pasado. Todo el asunto de la piedra filosofal había consumido gran parte del tiempo destinado a los estudios.
- Es cierto, ocupaste el primer lugar- dijo Nott, sonriendo- Según recuerdo gracias a los informes que le compraste a Potter
- Ocho informes de Historia de la Magia, seis monografías de Encantamientos, dos ensayos…- empezó a enumerar Harry
- Sea como fuere, el hecho es que fui el mejor. Ahora dame el anillo, lo vas a ensuciar
Harry rodó los ojos, le entregó la sortija y se retiró de regreso a su cama. Malfoy podía haber recibido cierta ayuda en sus tareas, pero su primer lugar en los exámenes eran enteramente merito suyo. Y las habilidades que demostró hace poco, derribando a los amigos de Cassius, tampoco podían ser falsificadas. Era un buen mago, quizá igual de bueno que él mismo.
Mientras volvía a meterse debajo de las sábanas, Harry no pudo evitar pensar en cómo algunas personas parecían naturalmente propensas a destacarse de entre las masas. Malfoy era un buen ejemplo de ello, con sus estudios en magia oscura y su oportunismo casi instintivo. Pero había quienes podían ser mucho más impresionantes. Como Quirrell, Voldemort... o Gerald.
Sin embargo, dejando de lado a todos ellos, el colegio seguía teniendo más de dos mil alumnos. Tal vez en ese preciso momento alguien estuviera a punto de destacarse de entre las masas.
Un sonido de pasos resonó por los pasillos desiertos del segundo piso. Mantenía un ritmo irregular e incómodo, como el de una persona cojeando. Y, sin embargo, uno podía adivinar cierto regocijo en cada pisada. Como si el artífice de tales sonidos estuviera disfrutando de un paseo.
De pronto el sonido se detuvo.
Tom Riddle había llegado a su destino. Luego de semanas de manipulación, de paciencia y desesperantes confidencias, por fin había logrado arrastrarse lo suficientemente "cerca" de Ginny Weasley como para tomar control de su cuerpo. Aunque este control durara solo unos pocos minutos, y el control motriz tampoco fuera el mejor.
*6 minutos*
Extendió el brazo y empujó la gran puerta de madera del baño de niñas. Había anhelado tanto este momento, volver a descender hasta la Cámara, respirar el aroma a piedra y humedad… sentirse devuelta en casa.
Quizá hubiera sido más sabio de su parte esperar un par de días. Pero con los prefectos de Gryffindor volviendo a la fiesta y dejando sin vigilancia los dormitorios, la oportunidad había sido demasiado tentadora como para no aprovecharla.
Caminó hasta estar frente a un gran pilar de piedra rodeado de lavabos. Su boca se abrió de forma brusca y emitió un balbuceo sin sentido. Se quedó inmóvil, cavilando la razón de su fracaso. Tragó saliva, esperó unos instantes y volvió a intentarlo.
- Abierto- silbó en parsel
Transcurrieron unos segundos de silencio, y entonces el grueso pilar de piedra se elevó tres metros en el aire. Los lavabos, ahora sin apoyo, empezaron a girar alrededor del espacio vacío, lentamente organizándose en forma de semi círculo. Era un mecanismo muy bello, casi artístico, digno de ser obra de un antiguo descendiente de Salazar Slytherin. Alguien que no solo se conformó con proteger su herencia, sino que quiso dejar algo de sí mismo para la posteridad.
*5 minutos*
Tom se volvió a enfocar en el presente. No podía distraerse con sentimentalismos.
Los lavabos se terminaron de acomodar en lo que parecía ser una especie de ábside en miniatura. Luego, la estructura se hundió parcialmente en el piso y reveló lo que debió ser la entrada a la Cámara Secreta.
El cuerpo de Ginny se tambaleó violentamente.
"¡Qué significa esto!" gimió en su corazón, casi ahogándose en su rabia.
Delante de él no había ninguna entrada, tan solo un piso resquebrajado. Se puso en cuclillas y utilizó sus delgados dedos femeninos para inspeccionar las grietas. Lenta y meticulosamente empezó a descartar las hendiduras más superficiales, hasta que por fin pudo encontrar un pequeño orificio circular que parecía extenderse muchos metros hacia abajo.
Introdujo su dedo medio tanto como pudo, y sintió la reconfortante suavidad de la piedra pulida. Era increíble, pero excepto por la diferencia de escala, el túnel no había sufrido daños. Alzó la cabeza, comparó el diámetro de la estructura con el ancho del orificio y confirmó la proporción de cien a uno.
Este desastre había ocurrido debido a un colapso en las formaciones espaciales.
¿Pero hace cuantos años ocurrió esto?
¿Veinte?, ¿diez?, ¿uno?
*4 minutos*
Sacudió la cabeza. Ahora mismo era más urgente averiguar qué tan lejos había llegado el daño. Las entradas estaban destrozadas, pero con suerte la Cámara del Basilisco se encontraría intacta. Hizo el ademán de buscar la varita, pero se detuvo a medio camino. Ni siquiera podía caminar de forma correcta, mucho menos exprimir algo de magia de este cuerpo.
Su mente empezó a trabajar a toda máquina. Si el basilisco hubiera sobrevivido al colapso, entonces bastaría con reparar una o dos entradas para reencausar sus planes. Pero si el basilisco hubiera muerto… se vería obligado a ejecutar personalmente cada ataque sobre los sangre sucia. Con todo el riesgo que eso conllevaba.
*3 minutos*
Se puso de pie, retrocedió un par de pasos y silbó en parsel:
- Cerrado
Arregló el largo cabello rojo que caía sobre su rostro y emprendió el retorno a la torre Gryffindor, mucho menos animado que en su camino hasta aquí.
Sabía que, en cualquiera de los dos casos, tendría que invertir mucho más tiempo del previsto en consolidar su dominio sobre Ginny Weasley. No bastaba con tan solo caminar de forma torpe, necesitaba ser capaz de ejecutar un mínimo de magia. Solo así tendría una oportunidad de reingresar a la Cámara.
P.D.: Lamento la horrible demora, se agradecen las reviews
