06 DE OCTUBRE DE 2013. 7:12 A.M. BROOKLYN. TORRE DE DEPARTAMENTOS. 2º PISO. DEPARTAMENTO 221. CUARTO DE STEVE (4 DÍAS DESPUÉS)

Steve Rogers se despierta sintiendo la dureza del piso en su espalda, lo cual no es una manera extraña de despertar en su caso, a veces no soporta lo suave que es su colchón y tiene que dormir en el piso para evitar entrar en pánico. Sobretodo luego de una pesadilla que lo remonta a su tiempo combatiendo en Europa en los 40's, cuando pasaba meses sin dormir en una cama.

Se levanta pesadamente encontrando que su cama no está vacía, la pequeña castaña duerme plácidamente acurrucada en la esquina más cercana a él. Los recuerdos de la noche anterior le llegan en pequeñas fracciones.

Recuerda haber sido despertado por la castaña todas las madrugadas en los últimos días, incluso dos o tres veces por noche. Cada vez fue lo mismo, la chica mirándolo con sus hermosos ojos verdes envueltos en pánico para pasar a vergüenza una vez que se asegura que Steve esta bien y luego se encierra en su cuarto. Cada noche la recibió con la misma paciencia y tranquilidad que ella muestra cuando lo ayuda en un momento de pánico.

Hasta la noche anterior.

El soldado podría tratar de argumentar alguna razón para callar la parte tradicionalista que aún conserva, aún luego de haber compartido un cuarto y un departamento con Sophia, algo que justificara porque dejo entrar a una chica a su cuarto en la madrugada y la dejo dormir en su cama. Pero la verdad es que simplemente estaba agotado.

Días yendo a misiones y tratando de investigar quien de los agentes de SHIELD es seguro confiar, sin levantar sospechas. Además de esquivar las constantes preguntas del billonario sobre su relación con Holmes, y cuidarla a ella porque a pesar de que es horrorosamente orgullosa, por fin parece aceptar su ayuda.

Sin embargo, cuando Holmes aporreo su puerta luego que él durmiera apenas 20 minutos, simplemente tomó una decisión precipitada que supuso le concedería algunos minutos más de sueño.

– Cuando te despiertes me verás en el piso, y si necesitas más prueba de que estoy vivo puedes llamarme y me moveré o me despertaré. Todo sin necesidad de levantarte de la cama, lo que significa que volveremos a dormir más rápido – explicó el rubio tomando una almohada y una cobija para acomodarse en el piso.

Sophia, aún anonada por su pesadilla, asintió con la cabeza y se acomodo en la cama de Steve sin objetar en lo más mínimo. En el momento sonaba como un plan infalible, pero ahora…

Steve puede estar seguro de que Sophia no lo va a malinterpretar, pero no quiere ni pensar que dirían sus compañeros Vengadores si se enteraran que Sophia pasó la noche en su cama. Probablemente Clint y Tony lo matarían mientras que Bruce y Natasha solo recogerían sus ganancias de alguna apuesta.

Suelta un suspiro cansado y vuelve su mirada a la chica.

Viéndola dormir nota lo relajado que se ve su semblante. Siempre ha pensado que Holmes parece más joven cuando duerme, pero la verdad es que ella es demasiado joven, sólo que nunca actúa como tal. Es demasiado joven para arrastrar tantos demonios, demasiado joven para tener tantos fantasmas… Demasiado joven para estar tan dispuesta a morir. No es una exageración tomando en cuenta todas las veces que dice "Si es que sigo viva" en sus conversaciones sobre el futuro.

Sus reflexiones son interrumpidas cuando la chica comienza a despertarse. Conociéndola va a mortificarse el haber necesitado ayuda así que el rubio considera que la mejor opción es simplemente huir a la cocina hasta que ella se sienta lista de enfrentarlo.

06 DE OCTUBRE DE 2013. 7:20 A.M. BROOKLYN. TORRE DE DEPARTAMENTOS. 2º PISO. DEPARTAMENTO 221. CUARTO DE STEVE.

Antes de abrir los ojos soy consiente de la dureza de la cama, mi mente lo asocia automáticamente con el colchón especial de Rogers de una marca exclusiva que ayuda a adaptar a los veteranos a la vida civil, si es que puedes pagar sus precios. Pero no es hasta que percibo el olor a jabón y menta que me doy cuenta de que estoy en su cuarto.

Abro los ojos admirando como el Sol matutino comienza a iluminar la habitación tiñéndola ligeramente de dorado. Busco automáticamente al rubio, encuentro la cobija y almohada en el piso y un ruido que proviene del pasillo que me indica que está en la cocina. Lo que me hace soltar un suspiro aliviado.

La vergüenza me recorre mientras caigo en cuenta que en realidad estoy en su cuarto, durmiendo en su cama y que fui yo quien vino a buscarlo en la madrugada. En realidad, no es muy diferente que cuando compartíamos cuarto en SHIELD y uno dormía en la cama mientras otro ocupaba el sillón. Aunque hay algo íntimo de estar en su cuarto.

No suelo entrar seguido por lo que apenas noto que lo ha decorado. Sigue siendo igual de minimalista con sólo el mobiliario básico, de hecho, lo único que resalta a parte de su enigmático escudo, es su tocadiscos, una camita rosa donde Watson sigue dormida, su escritorio rebosante de materiales de pintura y un pequeño collage en la pared que incluye distintas fotos con los Vengadores e incluso una conmigo y Charlie. No es mucho, pero tomando en cuenta lo vacío que estaba, es un avance.

Dejo pasar algunos minutos mirando fijamente el techo y considerando mis posibilidades de huir por la ventana. Aunque, luego de interrumpir el sueño del rubio y dormir en su cuarto le debo una explicación, con eso reúno el valor de salir a su encuentro.

– Buenos días – murmuro revelando mi presencia cuando llego a la cocina.

– Holmes, buenos días – me sonríe Steve cocinando unos huevos revueltos.

Me siento en una silla, Steve continúa dándome la espalda y cocinando nuestro desayuno con la tranquilidad típica en él. Incluso ha cambiado su pijama por ropa casual que me indica que tiene la intención de salir.

– Lo siento… por lo de anoche… y en general por lo de toda la semana – digo con voz queda manteniendo la mirada fija en mis pies desnudos.

– No hay problema, sabes que estoy para apoyarte. Aún cuando sean pesadillas – me asegura el rubio poniendo una taza de café recién hecho frente a mí.

– Supongo que era más fácil apoyarme cuando no soñaba que morías – digo en un intento de desviar lo oscuro que es el tema con humor – Y yo que pensaba que al ir a terapia me iba a acabar con el combustible para pesadillas – digo sarcásticamente en un suspiro.

Aún a la distancia percibo como el cuerpo de Steve se tensa. A veces olvido que cuando intento meter humor a algo malo que me pasa solo hace que le preocupe más. Así que me refugio en la taza de café.

– ¿Por qué tienes esas pesadillas? – pregunta el rubio después de un silencio.

– ¿Por qué sueño con Ramón el Dragón? ¿Por qué sueño con Da Vinci cantando una mala versión de "Dancing Queen"? Los sueños son representaciones del inconsciente y el Estrés Post Traumático no ayuda que mis sueños sean menos raros – me encojo de hombros restándole importancia.

El Estrés Post Traumático causa cosas raras en las personas, como pesadillas que no tienen que ver con su trauma original pero que las aterra en lo más profundo de su alma.

– Lo entiendo – responde Steve con la mirada perdida, probablemente rememorando sus propios temores – Mis pesadillas también empeoran cuando no he descansado lo suficiente –

Esa frase me saca de sumirme en mi propia vergüenza y me hace verdaderamente analizarlo por primera vez en días. Las bolsas de sus ojos me indican que casi no ha dormido, incluso para sus bajos estándares, ha estado estresado y probablemente el poco descanso que ha conseguido se ha visto interrumpido por su traumada compañera de departamento.

– En serio lamento haberte despertado y básicamente arrebatado de tu cama – me disculpo sintiéndome culpable.

– No te preocupes – responde negando con la cabeza – Dije que siempre iba a apoyarte de la manera que pudiera. Así que ahora vamos a desayunar e iremos con tu terapeuta – anuncia.

– Sólo acepta mi disculpa y deja sumirme en el trabajo como distracción – gimo.

Tengo un montón de trabajo en SHIELD, y a pesar de que están acostumbrados a que falte, me he ausentado demasiadas veces en el último mes. Sin embargo, el rubio no parece estar de acuerdo, mi respuesta lo hace detener la preparación del desayuno para verme con seriedad.

– Podrías manejar las cosas de forma saludable de vez en cuando, ¿sabes? – dice tranquilamente, pero es inconfundible el deje de desaprobación en su tono.

– Hago cosas saludables – replico rodando los ojos.

Steve responde con un resoplido que podría quitarle legitimidad a la Ley de Gravedad.

– Decidí tomar terapia, ¿No? Además, cuando lo de tocar gente se convirtió en un problema decidí pedí ayuda – insisto.

– ¿Y eso fue porque casi le rompiste la mano a Clint o porque te diste cuenta de que no podías luchar cuerpo a cuerpo sin entrar en pánico? – inquiere levantando una ceja.

Rebusco mi mente en busca de una respuesta, pero no encuentra nada que no sea insultarlo.

– Prefería cuando simplemente me odiabas – suspiro teatralmente.

Espero que responda con una broma, en su lugar sus ojos azules se suavizan.

– Un amigo te va a decir la verdad, aún cuando te duela –

– Lo sé – murmuro en respuesta.

Esta vez me dejo envolver en la cálida sensación que rodea mi pecho con la seguridad que el apoyo del rubio no va a desaparecer mágicamente.

– Mañana tengo programada una sesión de terapia. Iré entonces – alego.

06 DE OCTUBRE DE 2013. 5:20 P.M. NUEVA YORK, NUEVA YORK. CENTRO DE COMANDO DE SHIELD. (10 HORAS DESPUÉS)

Luego de nuestro desayuno y una discusión sobre cuándo voy a ir a terapia que dura 20 minutos, me dirijo a SHIELD donde paso las siguientes horas encerrada en mi oficina resolviendo los problemas del mundo. Porque al parecer está es mi vida ahora. Llega el punto donde ni siquiera puedo avanzar en mi trabajo porque cada 5 minutos llega un agente para pedirme ayuda con el suyo.

Generalmente no tengo mucho problema en revisar archivos de otros agentes. Sé que es bueno intentar ayudar a las demás personas, sobretodo en cosas que eres buena y lo puedes hacer 10 veces más rápido. Pero están en ese punto donde porque saben que los voy a ayudar ya no quieren hacer nada por sí mismos.

Así que luego de 6 horas y 115 agentes ayudados, pero sólo el 12% de mi propio trabajo del día hecho, decido poner un letrero enorme en la puerta de mi oficina que dice "NO MOLESTAR. HAGAN SU PROPIO TRABAJO POR UNA VEZ". Los agentes entienden la muy directa orden y me dejan en paz por algunas horas para hacer mi trabajo.

Suelto un gemido cuando por fin termino de revisar todos los archivos. Apago la computadora con movimientos mecánicos para quitarme los lentes y frotar mis ojos esperando regresar del lugar donde todo son ecuaciones, probabilidades y estúpidos que no pueden hacer su trabajo.

Nop, espera ese último es el mundo real.

Un pequeño golpe en mi puerta me ayuda a terminar de regresar a la realidad.

– Pasa – grito acomodando mis lentes.

Charlotte entra, lo primero que me doy cuenta es que por fin ha dejado las muletas, su pie debe de haber sanado correctamente porque apenas cojea a pesar de que no tiene mucho tiempo de recuperación. Sin embargo, al levantar los ojos para asegurarme que su color natural haya regresado a su cabello encuentro su cara llena de culpa.

– No, absolutamente no – sentencio levantándome pesadamente de mi escritorio.

– Sé que dijo que no quería más archivos hoy, pero hay una emergencia… – inicia la pelirroja apenada tratando de entregarme una carpeta.

La esquivo dirigiéndome a la puerta.

– Siempre hay una emergencia, y es terrible. Pero mi agenda está llena – digo sin mucho interés saliendo.

Sin embargo, tras un segundo de reflexión concluyo que escapar de esto puede que no sea la mejor acción.

– ¿Es de Fury o de otro agente? – pregunto asomando solo mi cabeza de regreso a la oficina.

Sí Fury me pide revisar un caso o asistir en una emergencia, no tengo más opción que hacerlo, pero si otro agente solo quiere una salida fácil, simplemente no estoy en el humor de colaborar.

– De Smoak – responde con una mueca, presintiendo mi rechazo.

– Si, mi agenda está llenísima – exclamo volviendo a salir.

Doy dos pasos, para exhalar frustrada. Me maldigo internamente por asociar tanto a Charlotte con mi pequeña sobrina Charlie, sin embargo, regreso a mi oficina por última vez.

– Si es sobre el caso del 084, deberían hablar con la policía local. Se supone que Panamá tiene convenio con SHIELD y probablemente podrán obtener mejor ayuda si colaboran. Pueden preguntar por el detective García, él los ayudará – digo conjuntando en mi mente lo que deduje del exterior del archivo.

Los ojos de la pelirroja se iluminan mientras anota rápidamente mi sugerencia.

– Gracias – sonríe para salir corriendo.

Por mucho que me guste trabajar y sumirme en análisis para olvidar mi vida y mis problemas, con todo lo que ha pasado últimamente estoy a un sobre trabajo de tener una crisis. Así que voy a desestresarme un poco con ejercicio, aparte que tengo que recuperar toda la fuerza y condición que perdí en el último mes.

En cuanto entro al gimnasio siento como el ambiente se tensa ligeramente, lo que sólo significa que Steve también está aquí. Han pasado meses desde nuestra pelea en el gimnasio, rumores que salimos juntos y aún así los agentes siguen temiendo quedarse solos con nosotros.

[Probablemente es porque siguen discutiendo], se burla la voz de mi cabeza.

La ignoro y me concentro en calentar en una esquina alejada, lo que me permite visualizar la sala completa y distinguir al rubio boxeando contra un saco. Cuando me ve me saluda con un pequeño asentimiento de cabeza el cual respondo igual, este pequeño gesto provoca que el ambiente se tense aún más.

En lugar de irritarme hace que tenga que concentrarme en reprimir una risa.

Algunos agentes me ofrecen entrenar en una pelea conmigo, pero dado que apenas puedo recibir un corto abrazo o un poco de contacto humano de algunas personas sin entrar en pánico e intentar arrancar extremidades, decido declinar la oferta. Simplemente me quedo en la periferia haciendo algunos ejercicios que me ayudarán a ganar fuerza.

Pasan un par de horas en relativa tranquilidad, o por lo menos para mí y para el soldado, el resto de los agentes están llenos de pánico al punto donde la mitad se tiene que retirar porque son un manojo de nervios y no paran de tirar equipo o tropezarse. Estoy cambiando el peso de una máquina cuando el sonido de una tela rasgándose atraviesa el espacio.

Un latido después ya no estoy en el gimnasio. Estoy en un sucio sótano escuchando la tela de mi playera rompiéndose mientras el idiota de los ojos grises me azota contra el piso. Siento unas manos fantasmas por mi cuerpo que no puedo detener por más que intente.

No puedo respirar. Quiero vomitar. Quiero llorar. NO PUEDO RESPIRAR.

Todos los estímulos que producen los demás agentes me llegan como una ola que me revuelca y me ahoga con información, como si mi cerebro analizara absolutamente todo en espera que encuentre algo que le ayude a sobrevivir. Capto el olor de 34 desodorantes distintos, el zumbido de 52 máquinas de ejercicio, los golpes de alguien hacia una bolsa a 90 golpes por minuto.

Puntos negros comienzan a teñir mi visión advirtiendo que voy a desmayarme. Doy una bocanada de aire en un intento desesperado de conseguir oxígeno para mi sistema, pero solo logro que los agentes cercanos me miren con curiosidad.

A pesar de todo soy consciente que no puedo derrumbarme en medio de agentes de SHIELD, no puedo dejar que me vean así. Corro lo más rápido que puedo fuera del gimnasio.

Conforme huyo capto pequeños fragmentos a mi alrededor. Un grupo de agentes que me miran con curiosidad, una mujer en el fondo que ayuda a un hombre que rompió su chaqueta. Los ojos zafiro de Rogers envueltos en conflicto entre correr a ayudarme o parecer indiferente.

Llego al baño adyacente al gimnasio y me encierro en el primer cubículo que encuentro, el cual es una ducha. Muevo mi cuerpo tratando de sacudir la sensación de sus manos en mi torso, pero nada parece apartarla. Intento concentrarme en el olor a cloro del baño. Pero cuando eso falla entierro las uñas en mis palmas en busca que el dolor ayude a centrarme, en el fondo de mi cerebro puedo oír la voz de Rogers reclamándome por hacer algo que me dañe.

Sin embargo, logro alejar la visión del idiota de los ojos grises. El aire comienza a llenar mis pulmones de forma irregular. Consigo estar lo suficiente lúcida para intentar suprimir todas mis emociones y meterlas en una caja en el fondo de mi mente hasta que pueda lidiar con ella. Por un momento pienso que estoy recuperándome. Luego, como siempre, todo se va al demonio.

Una mano toma mi hombro. Sé que estoy a salvo, sé que estoy en SHIELD, pero eso no me detiene de golpear ciegamente a mi atacante. Una voz grave gruñe cuando mi puño se estrella contra su mandíbula.

– Steve – susurro reconociendo sus ojos zafiro.

No responde, entra cerrando la puerta del cubículo a su espalda.

– Lo siento, yo… – sollozo mientras las lágrimas caen de mis ojos.

Extiendo mis manos tratando de revisar el golpe de su mandíbula que ahora tiene una mancha roja.

– Esta bien, esta bien. Solo respira – dice Steve tranquilamente tomando mis manos – No tienes que preocuparte por nada, estoy aquí – continúa acariciando el dorso de mi mano con su pulgar.

Me repite palabras de aliento mientras nos sentamos en el piso. Me ayuda a hacer los ejercicios que me dio la Doctora Kat para calmarme cuando entro en pánico. La mayoría son ejercicios de respiración y de anclaje que insistió que alguien más aprendiera cuando se dio cuenta que mi respuesta principal es enterrar mis sentimientos hasta que explote.

No se cuanto tiempo nos quedamos ahí, parecen miles de horas y pocos segundos al mismo tiempo, pero Steve no se aleja. Se queda a mi lado esperando que regrese del mundo de mis demonios y que el toque de sus manos me ayude a alejar mis pesadillas.

– ¿Hay alguien afuera del baño? – pregunto con un hilo de voz cuando me he recuperado lo suficiente.

– El baño estaba vació cuando llegué y puse el pestillo en la puerta de la entrada por precaución – responde aún acariciando el dorso de mi mano.

Asiento lentamente con un suspiro.

– Quizás deberías irte – sugiere, lo miro enarcando una ceja – No es una orden, ni nada. Pero creo que podrías tomarte el resto del día para descansar un poco. En un lugar seguro – agrega haciendo énfasis en sus últimas palabras.

– Tengo una clase de Ballet en una hora, además tengo que regresar para una misión cerca de las 2 de la mañana – explico – Estaré bien. SHIELD no tiene cámaras ni micrófonos en los baños, así que por ahora estamos a salvo – no es necesario explicar que no tardará mucho en que algún agente curioso venga a revisarnos – Solo necesito recuperarme un momento y volveré a actuar normal –

Mi mente vaga con rapidez buscando una excusa que justifique haber huido de esa manera del gimnasio, aunque la ventaja es que la mayoría de los agentes me tienen el suficiente miedo como para no preguntarme.

Aún así, Steve rueda los ojos en claro desacuerdo.

– Debería obligarte a ir con tu terapeuta – resopla.

– Y yo debería obligarte a ver a un terapeuta – contrataco.

Nos vemos fijamente. Espero que se convierta en una pelea de miradas, pero su boca se tuerce en una media sonrisa.

– Touche – responde simplemente.

Sin embargo, al ver que no le respondo la sonrisa, su mirada cambia a una preocupada.

– ¿Quieres decirme lo que pasó? – pregunta suavemente.

[No], sentencia la voz de mi cabeza, pero he dejado de hacerle caso desde hace un largo tiempo.

– Él me rompió la playera cuando estábamos forcejeando – respondo bajando la mirada – El sonido me lo recordó –

Ni siquiera tengo que especificar quien, solo hay una persona que me ha causado pesadillas últimamente. Además, el soldado fue quien me encontró medio vestida con la playera destrozada.

– Creo que deberías verlo… – inicia Steve.

– No –

– Siento que enfrentarlo te puede ayudar, terapia de exposición ¿no? Enfrentar el contacto físico te ayudó – intenta de nuevo.

La sugerencia me llena de un miedo tan profundo que ni siquiera razono que el rubio está usando argumentos lógicos para intentar convencerme.

– No es lo mismo – niego frenéticamente con la cabeza – A parte no recuerdo haberte pedido ayuda – agrego fríamente.

Un músculo de su mandíbula sobresale cuando la tensa con irritación. Sus ojos tienen un brillo herido que me hace arrepentirme de mi comentario.

– Todo es tu culpa – me quejo ocultando la cara en mis manos.

– ¿Disculpa? – inquiere ofendido.

Exhalo bruscamente antes de levantar la cabeza y mirarlo directamente a los ojos.

– Antes de ti podía encerrar mis emociones y traumas al fondo de mi mente y no tenía que lidiar con ellas. Luego llegaste tu con tus intentos de ayudarme y apoyarme que me hacen abrir esa parte de mi – explico molesta.

– Ah claro, encerrar tus emociones hasta que te sobrepasen en la noche y te lleven a hacerte daño para poder alejarlas. Eso es muy sano – rueda los ojos, exasperado.

– Por lo menos me dejaban trabajar con relativa normalidad – argumento.

Steve bufa.

A pesar de todo, somos conscientes que en realidad ninguno está ofendiendo al otro, él no está verdaderamente regañándome y yo no estoy activamente alejándolo, lo cual es un verdadero avance. Aún así, sé que tiene razón. Tengo que enfrentar al idiota de los ojos grises, entre más tiempo pasé evitándolo más tiempo estará acechándome en mis pesadillas.

Aunque un hecho que lastima duramente mi orgullo, es que también sé que no lo puedo enfrentar sola.

– ¿Podrías ir con…? – inicio.

– Por supuesto que no te voy a dejar ir sola – responde el rubio ofendido.

– Ah, ahí está el bastardo sobreprotector que conozco – digo medio en broma.

Aparta la mirada divertido, pero sus mejillas se tiñen ligeramente de rosa haciendo que el moretón de su barbilla que comienza a tornarse verde, resalte.

– Necesito arreglar algunas cosas antes de ir – digo – No es un plan para escapar – aclaro cuando me mira con suspicacia.

– Seria raro que te acompañará – reflexiona el rubio.

– Sí, también tenemos que fingir una pelea para salir de aquí – explico, pero solo voltea a verme extrañado – Nos odiamos, ¿recuerdas? – inquiero con humor.

– Nunca pensé que llevarse mal con alguien fuera tan complicado – suspira exasperado

Tiene un punto, nos comenzamos a llevar tan bien que cada vez es más complicado fingir que no nos agradamos. Por lo menos tenemos demasiadas opiniones contrarias que nos ayudan a tener desacuerdos en público.

– Bueno, siquiera tengo el moretón para fingir que tuvimos una pelea – señala.

– Lo siento – me disculpo sintiéndome culpable, pero le quita importancia con un gesto.

Nos levantamos, y mis piernas protestan por el movimiento. Camino torpemente a los lavabos con el rubio siguiéndome de cerca. Me reviso en el espejo y luego de mojarme un poco la cara para que no parezca que acabo de llorar, nos dirigimos a la puerta.

– ¿Listo para traumar nuevos agentes? – pregunto.

– Peleando contigo… Siempre – responde juguetón.

Saco aire transformando mi cara a una seria y tomo la manija de la puerta, dejando un par de segundos para que el soldado se prepare. Me da un pequeño asentimiento.

– ¡Hazme un favor y vete el infierno! – grito abriendo la puerta y asustando a algunos agentes que esperan afuera.

– No, gracias. Ahí también estarás – responde enfatizando sus últimas palabras.

Ambos gruñimos y salimos a lados contrarios del pasillo mientras el grupo de agentes nos mira con miedo. Bueno la mayoría, en el fondo hay una chica que tiene unas palomitas y debió de haber esperado unos 10 minutos para vislumbrar nuestra pelea. Me grabo su cara y hago una nota mental para agregarla a mi próximo equipo.

06 DE OCTUBRE DE 2013. 9:03 P.M. NUEVA YORK, NUEVA YORK. CENTRO DE COMANDO DE SHIELD. ZONA DE DETENCIÓN. SÓTANO.

Dejamos pasar casi una hora de nuestra "pelea" para encontrarnos en la zona de detención. Steve ha cambiado su ropa de deporte por algo más casual y discreto, lo cual agradezco porque no quiero llamar mucho la atención. Yo estuve ocupada en otras cosas, así que se nota que pase el día trabajando en una computadora y haciendo ejercicio, además mis ojos vacíos muestran que estoy a un cabello de Fury de otra crisis. Lo bueno es que la mitad de los agentes lucen así

Antes de pasar a la zona de máxima seguridad nos hacen entregar todas nuestras armas. Steve no trae ninguna, pero yo dejo 9 cuchillos y dos armas calibre 22. El rubio no hace ningún comentario al respecto, pero cuando ve los dos cuchillos que él me regaló en mi cumpleaños, me da una pequeña sonrisa.

Caminamos por filas y filas de pasillos blancos llenos de puertas. Damos 8 vueltas, 5 a la derech la izquierda, pasamos 38 puertas, cruzamos con 3 agentes. Siento mi corazón martillar en mi pecho a un ritmo tan acelerado que parece que estoy corriendo un maratón, pero fuerzo mi cara en permanecer impasible.

Nos detenemos en la celda 1893. Por algunos minutos lo único que hacemos es quedarnos parados y agradezco que no nos acompañara ningún guardia. En el fondo de mi mente vuelvo a considerar todas las rutas de escape, y estoy a punto de echarme a correr cuando Steve me da un apretón de mano para mostrarme su afecto. Me suelta rápidamente por temor a que alguien lo vea por las cámaras que vigilan los pasillos, pero su toque es suficiente.

Inhalo todo el aire que puedo adoptando una postura altiva y por fin entro.

La luz fluorescente del techo reflejada en todas las superficies me deslumbra. A través de un vidrio enorme que divide la habitación consigo distinguir el poco mobiliario de la celda, un retrete, un lavabo y una mesa. Detengo mis ojos antes de llegar a la cama, sé que él está ahí. Me permito sentir la cercanía de Rogers, tan cerca que si estiro el brazo puedo tocarlo, me concentro en el calor que emana su cuerpo y la seguridad que este me da.

Subo la mirada.

Sabía que Steve lo había lastimado para quitármelo de encima en la misión, aparte del pequeño encuentro que tuvieron durante mi cirugía. Pero su estado maltrecho me sorprende. Se inclina hacia la izquierda protegiendo una costilla rota, sus brazos están cubiertos de vendas como si hubiera intentado detener los golpes con ellos. Pero lo más sorprendente es su cara aún roja, hinchada y llena de costras que solo intensifican el color de sus ojos, los cuales me miran tratando de desnudarme con la mirada.

– Por fin has decidido aparecer, preciosa – dice el idiota de los ojos grises con arrogancia. El simple sonido de su voz me produce arcadas – Esperaba que pudiéramos repetir nuestro último encuentro –

Steve se tensa a mi lado. Decidido a terminar el trabajo y mandarlo al otro mundo da un paso adelante, pero lo detengo levantando mi mano.

– Tenia cosas más importantes que hacer. Y no tan lamentablemente, esta será la última vez que nos veamos – digo.

Hasta a mí me sorprende lo fría y calculada que suena mi voz. Sin embargo, mi seguridad es suficiente para que la arrogancia en su mirada vacile. Sus ojos se vuelven hacia el rubio cargados de miedo.

[Déjalo que lo haga, si no me dejas hacerlo a mí déjalo que él lo haga], sisea la voz de mi cabeza, aunque en lugar de su tono burlesco ha adoptado uno lleno de odio. Pero, por más tentadora que sea su propuesta, ya he tomado mi decisión.

– No te preocupes. No vine a dejar que el rubio terminé el trabajo – continuo tranquilamente – Serás trasladado a la Penitenciaria de Atlanta. Te alegrará saber que no es la misma que tus amigos – termino dedicándole una sonrisa burlona.

– ¿Por qué me alegraría saber eso? – pregunta confundido, aún con el deje de arrogancia presente en su mirada.

– Ellos creen que tu eres la razón que los encontramos y capturamos. La razón por la cual ahora están tras las rejas – explico para sorpresa de ambos hombres. Espero que Steve sea lo suficiente prudente para no parecer sorprendido.

– Ellos nunca lo creerían – replica de inmediato el idiota de ojos grises.

Pero puedo ver como la duda comienza a implantarse en su mente.

– ¿En serio? Ellos no saben que pasó contigo luego de que fueran capturados. Sólo saben que te separaste del grupo cuando llegó SHIELD y que no te pusieron en contención con el resto. Además, que eres impulsivo, impredecible y harías cualquier cosa para salvar tu patético trasero – explico con desprecio.

– No, estás mintiendo – chilla atemorizado. Sabe que sus "amigos" no tienen una política tolerante hacia los soplones – No estarían los dos aquí si eso fuera verdad – agrega señalando al soldado.

– En realidad no estamos por ti. Venimos a ver a un prisionero, uno que en verdad importa – responde Steve con su voz cargada de tanto asco y desprecio que me sorprende que ese sonido salga de sus patrióticos labios – En la entrada nos dijeron que necesitaban la celda, así que tenemos que vaciarla –

– No me hubieras golpeado si no fuera importante – insiste.

Le dedico una sonrisa burlona y lo miro como si le tuviera que decir a un niño pequeño que Santa Claus es en realidad sus padres.

– En realidad no eres importante. Digamos que no los apresamos siguiendo realmente la ley, entonces necesitamos un chivo expiatorio para justificar como los apresamos. Golpearte fue la manera más sencilla de separarte de los demás – respondo sin mucho interés.

Niega con la cabeza, frenético. Me permito saborear su miedo. Grabarme está imagen y dejar que aleje la sensación fantasma de él tocando mi cuerpo.

– No, él dijo que tu estabas lastimada. Cuando me golpeó lo dijo – grita señalando a Steve – Están aquí por venganza – agrega haciendo un intento poco convincente de su actitud altiva.

Por razones lógicas, no sé lo que el rubio le dijo mientras desahogaba su ira con golpes y dado lo impredecible que llega a ser, no es algo que pueda deducir. Sin embargo, cuando cruzo miradas con el rubio sus ojos parecen querer decir "lo siento". Desvío la mirada de sus ojos zafiro antes de que el idiota pueda ver entre nuestras mentiras y decido crear una nueva.

– De hecho, no me lastimaste, solo estaba arreglando el transporte de las chicas – miento con facilidad – Sólo dijo eso para que los guardias lo dejaran golpearte. Veras es más barato que lo dejen golpear a los prisioneros a que le consigan terapia. Podrías intentar apelar eso en tu juicio. Pero… ¿quién te creería? –

Veo como el hecho que en realidad no es nadie importante le cae como otro golpe en sus costillas lastimadas. Algo que sabía que le iba a doler más que la cárcel, cualquier golpe o incluso la muerte, era saber que es una basura que no vale nada. Algo que le dolería profundamente en su orgullo. Romper un cuerpo es sencillo, pero no todos pueden romper el espíritu. Y por todo lo que hizo este idiota merece ser destruido parte por parte.

Veo todos los marcadores de miseria, miedo e ira en su desfigurada cara. Me permito unos segundos para poder grabarlos en mi memoria.

– En fin, vendrán por ti como en 5 minutos – anuncio revisando un reloj invisible en mi muñeca.

– Espera ¿Qué? – pregunta el idiota con la desesperación desfigurando aún más sus facciones.

Comienza a gritar una sarda de groserías e insultos que incluyen incluso a mi abuela. En lugar de responder a sus gritos simplemente saco un suspiro cansado.

– Es hora de irnos, ya perdimos el suficiente tiempo en estupideces – anuncio.

Me dirijo a la salida con completa tranquilidad, manteniendo mi barbilla alta y mi cara impasible. No le permito saber lo importante que fue para mi ganar está batalla.

En cuanto se cierra la puerta a nuestra espalda mis rodillas fallan. Lo único que detiene mi caída son los rápidos reflejos de Steve que me toma por los brazos. Él se prepara para quitarse, consciente de las cámaras que nos vigilan, pero aprieto su chaqueta, no quiero soltarlo todavía.

Quizás tenía razón, debería descansar un poco.

Sin embargo, cuando inhalo profundamente el aire parece llenar mis pulmones con facilidad, mi mente se despeja.

– ¿Estas bien, Holmes? – pregunta Steve con preocupación.

– Estaré bien – respondo.

Y por primera vez en meses, realmente lo creo.

Sacudo mi cuerpo un poco y regreso a mi actitud impasible. Ya que el rubio no puede revisarme sin despertar sospechas, iniciamos nuestro trayecto a la salida.

– Me sorprende que no lo mataras – murmura Steve después de algunos minutos.

Su voz sale calmada pero su cuerpo aún se encuentra en tensión en espera de una pelea.

– Siempre he pensado que si alguien te lastima debes destrozarlo – respondo en el mismo tono luego que me aseguro de que no hay nadie cerca – Agregué un par de cargos falsos para asegurarme que no salga, aunque no son lo suficiente graves para mandarlo a la silla eléctrica. Además, tiene la posibilidad de pedir libertad condicional o liberación por buena conducta. Va a tener esa pequeña esperanza, y cada intento que haga yo estaré para destrozarla y asegurarme que se quede ahí – respondo con frialdad.

Caminamos unos pasos más, sé que lo más prudente es callarme y decirle todo hasta que lleguemos a un lugar seguro. Pero luego de las semanas de pesadillas y miedo, mi deseo de venganza es más fuerte que nunca.

– Además, ¿Sabes lo que les hacen a los violadores en las cárceles? Y uno de los cargos falsos es abuso infantil – agrego sintiendo el ardor de la venganza calentando mi pecho.

Por la forma en que Steve se tensa a mi lado determino que sabe que no les sucede nada bueno a los criminales con esos cargos. Definitivamente está en lo correcto.

– Dejarlo vivo no es clemencia – sentencio con una sonrisa cruel – Esta es la forma en que me aseguraré de que su vida sea larga y miserable – termino dejando que la parte oscura de mí se regocije de su desgracia.

Volteo al rubio buscando alguna clase de asco o desprecio en su mirada, pero lo encuentro inmutable. La parte lógica de mi mente sabe que es porque somos vigilados por las cámaras, pero otra parte quiere pensar que por fin ha aceptado mi lado oscuro. Y luego de que el fuera quien moliera a golpes a ese idiota, no me parece una teoría tan descabellada.

06 DE OCTUBRE DE 2013. 10:21 P.M. NUEVA YORK, NUEVA YORK. ESTACIÓN DE METRO ST PENN STATION, LINEA 2.

Para la alegría del rubio, nos fuimos de SHIELD a descansar. Mas bien, yo decidí irme a descansar y Steve me acompañó para asegurarse que iba directo al departamento en lugar de hacer alguna locura. Dado que estoy lo suficiente conmocionada por el día, él no insistió en irnos en su cacharro de la muerte y optamos por usar el metro. Luego de que él salió 15 minutos antes que yo tomando otra ruta, nos encontramos en la estación.

No hay demasiadas personas, pero sí las suficientes para que nos ayuden a pasar desapercibidos. Tomamos asiento en el fondo de un vagón y esperamos pacientemente llegar al departamento. Nuestro trayecto es sólo interrumpido por el constante tono de mi teléfono avisándome de nuevos mensajes.

Algunos son de mi maestra de Ballet, molesta que no haya ido a clase, pues prometí no faltar luego de las muchas semanas que falté por el "secuestro" y recuperación. Otros mensajes son de un Fury furioso que haya cancelado mi participación en la misión, llamándome irresponsable entre otras cosas menos amables.

– ¿No crees que sería más comprensivo si le dijeras la verdad? – pregunta Steve leyendo mis mensajes encima de mi hombro.

Generalmente estaría furiosa por está forma de sobreprotección, pero supongo que ayudarme mientras tengo dos colapsos en el mismo día lo hacen un poco paranoico a que un mensaje de texto desencadene un tercero.

– Él lo sabe, ¿recuerdas? – respondo aludiendo a la conversación que tuvimos con Fury en el hospital.

– Pero no sabe que fuiste a… –

– Es el director, seguramente alguien le avisó que lo transferimos – lo corto.

– ¿Entonces simplemente no le importa? – pregunta atónico.

Sus ojos están abiertos de par en par y su cara contraída en un gesto entre indignado y enojado.

– Te dije que Fury es mi jefe, no mi amigo – me encojo de hombros.

– A veces olvido que Fury es Fury – suspira tallando sus ojos.

Reprimo una sonrisa, mi siguiente comentario es interrumpido por el sonido de un teléfono, esta vez el del rubio. Steve lo saca con movimientos cansados, cuando lo revisa algo en él lo hace ahogar una risa.

– ¿Qué? – pregunto intentando mirar el teléfono, pero el rubio lo esconde en su espalda antes de que pueda tomarlo.

– No me lo vas a creer – sentencia y el brillo travieso en su mirada activa una alerta en mi cerebro.

– ¿Qué? – repito cautelosamente.

– Se llama James Moriarty – explica dándome su teléfono.

Frunzo el ceño confundida, pero lo tomo. En él hay un mensaje de alguien guardado como "Jared Guardia SHIELD" que dice:

El detenido James Moriarty ha sido trasladado a la Penitenciaria de Atlanta

Levanto la vista esperando que sea una broma, pero algo en sus ojos azules me indica que es en serio. Así que saco el archivo de transferencia de mi mochila, cuando leo el papel veo que efectivamente el nombre del idiota de ojos grises es James Moriarty.

– ¿Y? – inquiero fingiendo que no sé de donde viene ese nombre.

– No te hagas, Holmes. Moriarty es el principal enemigo de Sherlock Holmes – responde el rubio sin poder contener su diversión.

– Él no es mi mayor enemigo – murmuro insultada.

– Aún así debes reconocer que la coincidencia es asombrosa – insiste.

Me encojo de hombros mientras mi mente se vuelve un revoltijo. ¿Cómo demonios no me di cuenta de que ese es su nombre real?

[Tal vez el golpe en la cabeza en verdad lastimó tu cerebro], se burla la voz de mi cabeza.

Pero antes que me cuestione mi sanidad me recuerdo que usé únicamente su número de captura para hacer todos los trámites y que en realidad nunca me interesé en saber su nombre. Aún así me parece demasiado curioso para ser una coincidencia.

Mi mente repasa a todos mis enemigos y las razones por la cual lo enviarían. Aunque deberían tener algún informante dentro de SHIELD para saber que me llaman Holmes.

[O ser parte de SHIELD], me sugiere la voz de mi cabeza.

No, me respondo mentalmente. Ahora no es el momento de cuestionar esto, ya tuve 2 ataques y no pienso tener un tercero en el metro de Nueva York.

– De todos modos, ¿de dónde sacaste tiempo libre para leer Sherlock Holmes? – pregunto tratando de frenar el ritmo errático de mi mente.

– Eh, aquí y allí – se encoje de hombros Steve.

Aunque la verdad no me sorprende mucho. Dado lo conocido que es Capitán América su participación en misiones muchas veces es más para publicidad que para verdaderamente ayudar en una misión. Así que tiene tiempo libre para adaptarse a este siglo, dibujar y al parecer leer.

– Siempre he dicho que te pareces a Holmes, pero en realidad eres Holmes – exclama Steve asombrado.

– No es cierto – reniego cruzando los brazos.

– Claro que sí – insiste.

– No –

– Sí –

– ¡No! –

– ¡Sí! –

Nuestra discusión se interrumpe cuando nos damos cuenta de que hemos llegado a nuestra estación. Bajamos en silencio y mantenemos un concurso de miradas mientras esquivamos el flujo de las personas.

– Haber, dime una cosa en que nos parecemos – pido exasperada cuando salimos a la calle.

– Eres inglesa – responde sin dudarlo.

– Sí, al igual que 53.87 millones de personas – ruedo los ojos.

– Estuviste en el ejército – añade inmediatamente.

– ¡Ha! Ese era Watson no Sherlock – contrataco.

– Tienes un amigo que te ayuda con los misterios –

Gruño concediéndole esa. Aunque en realidad no debería contar porque trabajo para SHIELD que se encarga en encubrir los misterios en lugar de revelarlos.

Llegamos a nuestro edificio, Steve siendo él y como consecuencia un perfecto caballero me hace pasar primero. Saludamos al portero que es un exmilitar a quien pago demasiado bien como para que decida compartir algunos de nuestros secretos.

– Si mal no recuerdo, Watson tiene una esposa llamada Mary – digo subiendo las escaleras – Tu estás más soltero que Snape – me burlo.

– Hey – exclama ofendido – Osea sí. Pero hey –

Cuando llegamos a nuestro piso me retraso ligeramente en sacar la llave. Sin embargo, cuando alcanzo a Steve lo encuentro señalando la puerta donde dice 221.

– Es solo una coincidencia – me encojo de hombros.

– Vives en el departamento 221 en Baker Street, solo falta la B – dice emocionado.

No dudo que pronto decida poner un post it con la letra B solo para molestar.

– Es tu departamento – argumento.

– Tu lo compraste – me recuerda.

Al no encontrar una mejor defensa, ruedo los ojos y abro la puerta. Charlie corre a recibir al rubio como siempre mientras yo dejo mis cosas y me tiro al sofá.

– ¿No tienes un hermano? – pregunta Steve tomando a la gatita en brazos y acariciándola – ¿Cuál es su nombre? –

– John, pero no es Watson – rio.

– Sherlock tiene a Mycroft… ¿No Michael es el nombre de tu hermano biolo…? – le dedico una mirada de muerte que lo hace cerrar la boca al instante.

El tema del idiota que me abandonó de bebé sigue siendo sensible y definitivamente no pretendo hablar de él el mismo día que enfrenté al idiota de los ojos grises. O cualquier otro día en realidad.

– De acuerdo te concedo que no tienes un grupo de vagabundos que trabajan para ti – suspira dejándose caer a mi lado.

– Por supuesto que no – respondo ofendida – Yo les puse una casa, así que técnicamente ya no son vagabundos –

– ¿Qué? – exclama.

– Hay cosas que las personas normales no pueden acceder. Además, nadie les presta atención, así que no necesitan estar encubierto, sólo van y nadie va a notar su presencia o a dudar de ellos – explico.

Steve suelta una carcajada que de alguna manera me ayuda a relajarme un poco.

– ¿Por qué no te gusta el apodo? – pregunta adoptando un tono más serio – Si solo fuera porque es inteligente no tendrías tanto problema –

– Holmes aparte de inteligente es arrogante y odiado por muchas personas. La comparación de la mayoría iba por ahí – respondo secamente.

– Que amables – dice sarcásticamente.

Me encojo de hombros. Intimidé a todo SHIELD para que no me llamara así, lo único que fallé fue con Rogers, pero la verdad ya me acostumbre a ello.

– Por cierto, gracias por hoy – digo rompiendo el pequeño silencio que se formó.

– De nada – responde restándole importancia.

– No, en serio gracias – agrego con seriedad – Sé que no soy una persona fácil. Así que gracias por no rendirte conmigo –

– Nunca voy a rendirme contigo, Holmes – me sonríe.

A pesar de saber mejor que confiar en una promesa tan optimista, algo en mi pecho me indica que dice la verdad. Incluso la voz de mi cabeza que duda de absolutamente todos, no tiene oportunidad de hablar.