14 DE OCTUBRE DE 2013. 9:20 A.M. BROOKLYN. TORRE DE DEPARTAMENTOS. 2º PISO. DEPARTAMENTO 221. (8 DÍAS DESPUÉS)
Steve despierta gracias al Sol que le da en la cara. Antes de salir de la cama nota la presencia de otra persona a su lado, ni siquiera tiene que voltear para saber que Sophia está acurrucada en la parte más lejana de su cama para evitar tocarlo en su sueño.
Las noches siguientes de la visita a Moriarty Sophia a veces se ha escurrido a la cama del rubio cuando tiene pesadillas, al parecer la idea de quedarse en el mismo cuarto para que con solo despertar y verlo a su lado se relajara sí la ayuda. Así que Steve se ha acostumbrado a despertar y encontrarla a su lado.
Se levanta y se prepara para un día común en SHIELD, lo que generalmente significa detener algún desastre que amenace el mundo. Sale del cuarto dejando a la castaña aún dormida, por experiencia propia sabe que si Holmes se despierta y encuentra al rubio despierto a su lado entra en pánico y se encierra en su cuarto por dos horas. El hecho de necesitar de alguien aún no es bien recibido en su cerebro.
– ¡Holmes! ¡La puerta! – grita Steve 30 minutos después escuchando el timbre.
– ¡Tu abre! – grita devuelta Sophia, su voz sale amortiguada por el sonido de la regadera.
– Me estoy vistiendo – alega el soldado.
– Me estoy bañando – responde con obviedad la chica – Tu estás más presentable. Abre la puerta – ordena
Steve suspira, poniéndose rápidamente su playera sale de su cuarto para llegar a la puerta de la entrada.
Para evitar sospechas que sólo ellos vivieran en el edificio, Sophia ha comenzado a rentar el resto de los departamentos. Evadiendo los que están cerca de ellos para evitar fugas de información. Además, ella investiga a fondo a cada aplicante para asegurarse que no sean agentes enemigos antes de aceptarlos.
Así que a lo largo de la última semana algunos nuevos residentes han paseado por los departamentos ocupados para presentarse y conocer a los vecinos, por lógica el rubio espera que su visitante sea un inquilino nuevo.
Sin embargo, cuando abre la puerta encuentra a un hombre joven de traje, guapo con cabello castaño claro, ojos azules y un ramo de rosas azules. Aun con la falta de conocimiento en prácticas sociales actuales Steve sabe que esta persona definitivamente no es un nuevo vecino tratando de conocerlo.
– ¿Puedo ayudarlo? – pregunta tratando de sonar amable.
– Yo… – inicia el hombre revisando algo en su teléfono, tan desconcertado como el rubio.
En ese momento Sophia sale del baño envuelta en su bata. En su cara se encuentra una cálida sonrisa, probablemente también pensó que iba a conocer "oficialmente" a un nuevo vecino. Su mirada vacila cuando nota lo confundido que está el rubio, inmediatamente sus ojos verdes se convierten en hielo analizando al recién llegado en busca de cualquier amenaza.
– Lo siento – dice el hombre con una sonrisa arrogante – No esperaba que tuvieras compañía – sus ojos recorren el escaso vestuario de la chica para luego mirar al rubio.
Steve es hiperconsciente de lo extraño que debe parecer con el cabello aún húmedo por la ducha que tomó antes de Holmes y su ropa ligeramente desordenada por lo apresurado que tuvo que vestirse. Ve a Holmes, cubierta solo con una bata. Entiende como puede interpretarse que ambos estaban tomando una ducha juntos hasta que él tuvo que vestirse apresuradamente.
– No sabía que eras ese tipo de mujer – agrega el hombre con desdén paseando su mirada entre el rubio y la castaña.
Los ojos de Sophia se encienden en llamas verdes. Una parte del soldado quiere ver como su compañera destruye a este hombre por hacer una suposición tan errónea de ella y aparte juzgarla por ello, pero la parte prudente gana instándolo a calmar las cosas.
– Compartimos departamento, nos estamos preparando para ir al trabajo. ¿De todos modos quien eres? – pregunta secamente.
El hombre baja los ojos, avergonzado, mientras sus mejillas se cubren de rojo.
– Oh… Lo siento – empieza vacilante – Pero pueden entender de dónde saqué ese error – intenta tratando de ganar simpatía.
Sin embargo, Holmes lo mira como si fuera una cucaracha que acabara de aparecer en la cocina.
– Eres Alexei Lansister. Tu padre es fundador y CEO de Lansister Inc. ¿Qué haces aquí? – pregunta fríamente.
Alexei recupera la compostura para adoptar un semblante seguro y arrogante que ha visto demasiadas veces en la castaña.
– Nuestra cita por supuesto – anuncia.
– ¿Cita? – pregunta Steve asombrado que la chica haya conseguido una cita y no le haya dicho. Aunque conociendo a Holmes, es muy probable que incluso ella lo haya olvidado.
– Nunca nos hemos conocido antes, ¿Cómo tenemos una cita? – replica ella.
Quizás no tan probable, reflexiona el rubio.
– Se arregló todo a través de mi secretaria. Pero debo decir, si sabía que eras tan hermosa te habría invitado a salir hace mucho tiempo – dice Alexei guiñándole un ojo.
Steve mira a la chica en espera de sorpresa, repulsión o cualquier reacción. Pero simplemente la encuentra impasible y fría, está vez él sabe que eso es una máscara para ocultar sus verdaderas emociones.
– Te dieron mal mi horario. Salgo a las 6:30, podemos encontrarnos a las 7 en algún lugar – dice Sophia con una sonrisa amable.
– Oh, supongo que entonces te veré entonces. Nos veremos en el café de la 7th – dice Alexei sin cuestionarse el cambio de la actitud de la chica.
Se voltea con completa seguridad, pero al ver que sigue sosteniendo las flores se regresa para entregárselas a Sophia.
– Hermosas, como tú – habla sugerentemente. La frase suena falsa y repetida en sus labios.
A pesar de la sonrisa en la cara de Sophia, Steve puede distinguir el asco en sus ojos. Ni siquiera espera que Alexei desaparezca en el elevador para cerrar la puerta de un portazo.
– ¿Puedes creerlo? Ese patético intento de ser humano en verdad piensa que voy a ir – exclama hecha una furia la chica – Espero que el golpe que le va a dar a su ego cuando no aparezca sea igual de fuerte al que le quería dar en la cara – bufa dejando caer las flores en la mesa de la cocina.
– Yo digo que deberías ir – sugiere Steve.
– Creo que tienes demencia senil – dice la chica dándole un golpe amistoso en la cabeza.
Steve no puede evitar una sonrisa.
– Te trajo rosas azules – argumenta.
– ¿Y? – inquiere la chica con desdén.
– Son tus favoritas – responde.
– Pudo haberlas comprado en cualquier lado, no es poco común regalar flores – se encoje de hombros.
– ¿En serio crees que eso fue un accidente? – levanta una ceja.
– No. Sé que es un plan de mi padre, lo cual no es mejor – gruñe cruzando los brazos.
– Hey, nosotros iniciamos nuestra amistad odiándonos. Aparte te haría bien tener una distracción – sugiere el rubio – Si quiera que la distracción sea pelear con alguien más que yo –
– Para mí una distracción implica ser algo divertido – resopla la chica.
– Tu me obligas ir a citas, yo te obligo ir a citas. Así funcionan las amistades – sonríe el soldado.
– Corrección, tu me obligas a ser sana y yo te obligo a ir a citas –
– Si vas a la cita te compraré helado – propone Steve.
Sophia rueda los ojos, puede distinguir que en verdad está considerándolo. La idea que Holmes salga a una cita generalmente no seria una muy buena, sobretodo si se preocupa de la integridad de Alexei, pero Sophia necesita una distracción. Aunque sea mala y patética como el hombre, si quiera para que ella se de cuenta que ella puede vencer a la mayoría de los hombres sólo con sus palabras o para tener una historia ridícula y graciosa que recordar.
14 DE OCTUBRE DE 2013. 7:25 P.M. NUEVA YORK, NUEVA YORK. PARK CAFE, 7TH AVE. (10 HORAS DESPUÉS)
[Estúpida], me reprende la voz de mi cabeza. Lamentablemente no puedo hacer más que darle la razón.
Me dejé convencer porque el soldado me prometió helado y porque, a pesar de las divertidas historias que han surgido, Steve todavía no ha tenido una cita lo suficientemente mala como para que renuncie a salir. Supuse que yo no podía tenerla mucho peor, así que después de SHIELD decidí ir a la cita a distraerme un poco. Pero como siempre el universo me odia.
Por esto perdí la fe en la humanidad hace mucho tiempo.
– No hablas mucho, ¿verdad? – se burla Alexei luego de su quinta historia sobre su "divertido" tiempo en la universidad.
No con idiotas que no me agradan, quiero decirle. Pero sé que no es lo correcto así que simplemente le sonrió apenada mientras juego con mi collar, al parecer también tengo la costumbre de jugar con el cuando estoy incómoda.
Alexei continúa hablando, ignorando que pienso en las diferentes maneras que podría matarlo con el cuchillo de la mesa. Habla de mucha estupidez, logros y cosas banales que he oído un millar de veces en reuniones familiares. Al parecer nadie le dijo que tengo 3 doctorados y que los logros de la universidad que aprecio son lo que aprendiste y no el hecho que hiciste las 10 fiestas más grandes del campus.
Por lo menos el mesero captó lo miserable que va la cita y cuando pedí un refill de mi café le agregó un shot de Whiskey. Le doy un sorbo saboreando el amargo sabor de la bebida y finjo que la voz de Alexei es ruido blanco.
– ¿Entonces a dónde vamos? – pregunta sacándome de mis pensamientos.
– ¿Disculpa? – pregunto enarcando una ceja. No recuerdo haber accedido a más tiempo de esta tortura.
– Sí, ¿tu departamento o el mío? – dice con obviedad – Todavía podemos divertirnos un poco juntos – añade coquetamente.
Intenta tocar mi pierna por debajo de la mesa, pero me aparto de inmediato. Por suerte estoy demasiado indignada para dejarme consumir por el miedo que me provoca su toque.
– No gracias, está cita termina aquí – respondo tajante.
– Vamos, no seas tímida. Sé que ese hombre no era tu compañero de cuarto, tienes suficiente dinero para comprar todo el edificio. Así que no tiene sentido que lo compartas – explica arrogantemente.
Ni siquiera puedo apreciar que no es tan estúpido como creía porque aún es un idiota.
– Lo que haga o no haga es mi problema – sentencio tomando de golpe el resto de mi café.
Malditos hombres heterosexuales que suponen que porque eres sexualmente activa significa que te vas a acostar con ellos también. Aunque en mi caso está brutalmente equivocado.
– Oh, no trato de ofenderte – alega luego de soportar mi mirada de muerte – Después de todo yo también tengo mis "compañeras de cuarto", y claro mientras ese sea el único tuyo nuestro matrimonio funcionará muy bien – añade guiñándome un ojo.
La comprensión de lo que está pasando me cae como un golpe en el abdomen. Estaba tan sumida en la incomodidad de la cita que ni siquiera me puse a pensar que significaba que mi padre concretara una cita.
Me levanto de un salto dispuesta a marcharme e ir a buscar a mi padre por mandarme a está locura, y tampoco estaría mal gritarle a Steve por convencerme de venir. Debí suponer que mi padre no dudaría en casarme con el mejor postor cuando el momento fuera el correcto.
– Puedes disfrutar tus "compañeras de cuarto" nosotros nunca vamos a casarnos – sentencio dejando caer un billete en la mesa y saliendo hecha una furia.
Encuentro un taxi y entro bramando la dirección. El taxista como un buen Neoyorquino simplemente emprende el camino en silencio, una mujer furiosa no es ni de cerca lo más raro que ha visto. Luego de media hora me deja en un edificio que apesta a petulancia y presunción, y que en la parte más alta tiene la oficina de mi padre.
La recepcionista del edificio me deja pasar sin ningún problema, hace años que no pongo un pie en este lugar, pero deduzco que mi padre me espera. Cuando llego a su piso todos se mueven para dejarme pasar y una mujer joven que reconozco como su nueva secretaria me conduce hasta su oficina.
Al entrar mi mente viaja automáticamente a la oficina de su casa, al igual que en ella lo más predominante son los muebles caoba y los numerosos libreros. Aunque esta oficina es más espaciosa y es iluminada por un gran ventanal que da una vista sorprendente de la ciudad. Como siempre mi padre está sentado detrás de su impresionante escritorio, ocupado en su computadora.
– ¿Has perdido la cabeza? – pregunto fríamente en cuanto la secretaria nos deja solos.
Ignoro deliberadamente las sillas frente a su escritorio y me acerco quedándome parada a unos metros de él.
– ¿Eso es lo que usaste para la cita? – pregunta con desdén dedicándome una mirada antes volver su atención a su computadora.
Siento la ira recorrer mi cuerpo. A pesar de los lujosos estándares de mi padre, estoy bien vestida. Antes de salir del trabajo cambié mi uniforme por un conjunto casual pero bonito, incluso me puse un poco de maquillaje. Pero por supuesto si no estoy usando algo que tengo una marca importante, mi padre piensa que no estoy lo suficientemente arreglada.
– Aunque me alegra que hayas ido. Hubiera sido un desastre justificar tu ausencia – agrega con desinterés.
– ¿Por qué planear la cita? – cuestiono fríamente.
– Te lo he dicho, Sophia. Ha llegado el momento que tomes tu lugar – deja de ver su computadora para cargarme todo el peso de sus palabras con su mirada.
La sostengo sin el menor temor.
– ¿Y mi lugar está a lado de ese imbécil? – exploto incapaz de contener mi enojo.
– No, él solo era para que vieras lo bajo que pueden ser algunas personas – se encoje de hombros.
Mi garganta quema por responder, por gritarle, por hacer algo. Pero si algo he aprendido es que nada de eso funcionará con él. Si tengo alguna oportunidad de salir victoriosa y alejarme de sus maquinaciones tengo que ganarle en su propio juego. Tengo que mostrarle que le valgo más libre.
– ¿De verdad crees que un hombre me va a aguantar? – inquiero con humor, aunque la veracidad de mis palabras da un deje de amargura a mi tono – Dejando de lado mi trabajo en SHIELD, que no pienso cambiar. No creo que muchas personas acepten ser el tonto de una relación, o incluso ser manipulados por ti –
– Has convivido con Mathias Lane – dice sin interés ignorando todo mi argumento.
Frunzo el ceño, pero asiento lentamente con la cabeza. Al crecer en este mundo conozco a muchos de los nuevos políticos, hijos de los viejos políticos, desde que eran niños.
– Su familia es poderosa en California, una unión de esa familia nos ayudaría a controlar la Costa Occidental – continua – Además él siempre ha sido un chico amable, simpático y muy calmado, manipulable se podría decir –
– Es gay –
Por supuesto nadie lo dice en voz alta y él no ha dicho nada al respecto, pero para mis ojos es tan claro como si llevara un letrero arcoíris en la frente.
– Y tu te rehúsas a tener relaciones sexuales – responde con completa tranquilidad – Así que puedes estar tranquila que no te va a forzar. Y en el momento de buscar herederos podrían adoptar y alegar que buscan un pequeño para darle las oportunidades que yo te dí a ti – explica en un tono benevolente, como si me estuviera haciendo un favor al planear mi vida
– ¿Y qué esperas? ¿Qué esté agradecida porque decidas casarme con un hombre que no piense violarme? – exclamo.
Rueda los ojos con desaprobación. Por un momento me siento de nuevo una niña pequeña siendo regañada por su padre, pero es muy diferente no querer comer espinacas porque piensas que saben mal a ser vendida en matrimonio como una campesina en el siglo XV.
– No pienso hacer nada que te ponga en peligro, pero la ventaja de tu trabajo es que sabes protegerte – comenta con aburrimiento para volver su atención a la computadora.
Mis manos se convierten en puños por la ira. Él es mi padre, él debería protegerme. Suelto un suspiro tembloroso, honestamente no sé porque me sorprende.
En otro tiempo pensaría que nadie me protegería, no mi padre, ni mis hermanos, ni Fury, absolutamente nadie. Pero Steve siempre ha tratado de ayudarme, ha jurado protegerme de la forma que pueda. Una vez escuchando la pequeña voz que habla en favor del rubio recuerdo la voz de mi terapeuta recordándome que no estoy sola. Tony, incluso con sus formas raras de demostrarlo, hace lo que puede por ayudarme, al igual que Joey, Clint y otras personas que me quieren.
Es cierto que puedo protegerme sola, sólo que con su apoyo puedo vencer lo que sea. Incluso la influencia y manipulación de mi padre.
– No lo voy a hacer. Hagas lo que hagas, no hay forma que puedas forzarme – digo tranquilamente.
– Supuse que a ti no tendría que recordarte que los sentimentalismos no son buenos – responde fastidiado –Tu madre y yo nos casamos por amor, y mira lo bien que terminó – agrega con ironía.
Mis ojos viajan automáticamente a la puerta para asegurarme que esté cerrada. Cuando regreso la mirada lo veo mirándome con burla. Casi nadie sabe que pocos años antes de que mi madre muriera, ellos ya no eran propiamente un matrimonio. Si sale a la luz mi padre dejaría de parecer un honorable hombre de familia, así que cuando tenía 10 años y se separaron fui obligaba a proteger ese secreto con mi vida. Patéticamente casi 15 años después, sigo protegiéndolo.
Pero ese fue el argumento favorito que usó para organizar los matrimonios de mis hermanos, además de negarles casarse con las personas que verdaderamente amaron.
– He soportado torturas por meses por varias mafias, vi a mi madre ser asesinada ante mis ojos. Hagas lo que hagas, no puedes obligarme – repito con toda la seguridad que soy capaz de reunir.
Veo su mirada sorprendida antes de moverme hacia la puerta.
– Veremos – musita.
No necesito voltearme para saber que me está dedicando su clásica mirada envenenada. Pero no me detengo, sea lo que sea que este planeando sé que no estoy sola para enfrentarlo.
15 DE OCTUBRE DE 2013. 12:15 P.M. NUEVA YORK. TORRE STARK. PENTHOUSE. (DÍA SIGUIENTE)
Luego de una noche despertándome cada 17 minutos, está vez no por pesadillas sino por ansiedad de lo que he desencadenado con mi padre, llegué a SHIELD para encontrar la indicación de consultar algunos artículos nuevos con Stark. Parece un trabajo sencillo y relajante que tomara algunas horas, y que después podré desahogarme bailando en el estudio de danza o durmiendo una siesta de 15 horas.
Así que estoy sentada tranquilamente en la sala de la Torre tomando un café para no parecer zombie mientras leo un estudio de nanotecnología, esperando pacientemente a que llegue el billonario. Me estiro en el sillón sacando un gemido de satisfacción cuando escucho mi espalda tronar.
– ¿Qué estabas haciendo con él? – me sorprende Tony lanzando una revista a mis piernas.
Maldita sea, ni 20 putos minutos de tranquilidad.
Acerco la revista, la cual es una típica revista de chismes, encontrando que en la portada hay una foto borrosa de dos personas en un café con la frase "Sophia Hodge y Alexei Lansister, ¿Dos grandes legados unidos por el amor?".
Vaya, ni siquiera tuvo que pasar 24 horas para que lo publicaran, pienso con amargura. Aunque tengo la sensación de que el publicista de mi padre estuvo detrás de esto.
– Ignóralo, no es importante – respondo devolviéndole la revista.
– ¿Conoces su reputación? – insiste mi padrino fulminándome con la mirada.
A pesar de su usual sobreprotección su reacción me desconcierta.
– Un junior gastando el dinero de su padre en sus excesos. Te lo digo no es importante, ya sabes como la prensa… – intento.
– ¿El te está dando droga? – me interrumpe secamente.
Frunzo el ceño. ¿En serio? Ya no puedo hacer nada sin que alguien piense que voy a tener una recaída. Cuanta fe tiene en mí.
– No, y no estoy de humor para tus acusaciones – sentencio con rudeza.
Me levanto tomando mi taza para llevarla a la cocina. Este iba a ser un día de trabajo sencillo de análisis y prueba, no un interrogatorio de porque salgo con personas. Menos uno del que dude de mi sobriedad.
– Sophia, no has sido tu misma las últimas semanas. Lo que sea que haya pasado… – comienza mi padrino siguiéndome. A pesar de sus buenas intenciones su tono sigue siendo tosco.
– Estoy bien, ya déjalo – zanjo todavía no preparada de decirle la verdad.
Llegamos a la cocina, en una esquina de la mesa están Steve y Natasha discutiendo lo que deduzco es una nueva misión en Praga. Perfecto, justo lo que necesitamos para esta discusión, público.
– Oh no señorita. Jugué a eso que estabas bien muchas veces – me reclama Tony ignorando que tenemos compañía.
– Irónico que tu te quejes, Stark – me burlo dejando la taza en el fregadero.
– Tengo derecho a preocuparme, Sophia – grita haciéndome detener de golpe.
– ¿Por qué? ¿Por qué sientes alguna maldita responsabilidad porque eres mi padrino? Dime, ¿dónde estuviste los primero 6 años de mi vida? ¡Muy ocupado en fiestas, drogas y alcohol como para pensar otra cosa! – suelto mordazmente y no pasa desapercibido el acento británico que acompaña mis palabras.
Odio que él precisamente se queje de mis métodos de afrontar las cosas cuando él hizo lo mismo y peor por la mayor parte de su juventud. Además, ya no soy una pequeña niña para requerir su constante sobreprotección.
– ¡No puedes jugar esa carta! – estalla Tony – No luego de las decenas de veces en las que te tuve que sacar de basureros porque estabas demasiado dopada para caminar a casa –
De reojo noto como los dos Vengadores dejan su conversación para mirarnos con interés. En consecuencia de lo que dijo Tony, Steve se tensa luchando por no meterse en la discusión.
Yo ruedo los ojos, agotada, no quiero tener está conversación. No después de ser casi vendida como ganado por mi padre, no después de no dormir, no luego de semanas de pesadillas de las que no soy capaz de hablar con nadie que no sea Steve. Me incorporo para irme antes que la discusión empeore, pero Tony me detiene tomando mi brazo
– No puedes decir eso luego que pasé 5 horas a tu lado en una cornisa, convenciéndote que no saltaras – agrega con la voz quebrada.
La sala se queda en silencio, todos aguantan la respiración esperando mi respuesta. Pero lo único que puedo pensar es que un hombre está tocándome sin mi consentimiento, la fuerza con la que sostiene mi brazo, los recuerdos que esto me trae.
– Quita tu brazo o te lo arrancaré y te golpearé a muerte con él – amenazo.
No pasa desapercibido que no es una fría amenaza como siempre lo hago. Está llena de fuego que pretende cubrir mi miedo. Stark entrecierra los ojos percibiendo la diferencia en mi voz, pero en lugar de soltarme aprieta su agarre.
– Dime que sucede – suplica.
Mi mente se consume en los recuerdos de aquel sótano mientras siento las manos invisibles recorrer mi cuerpo. La respiración acelerada a mi lado de mi padrino me recuerda a la de Moriarty…
Antes de que pueda seguir cayendo en una espiral de pánico escucho un golpe atronador un segundo antes de que mi padrino libere mi brazo. Regreso al presente al momento justo en que Tony cubre su nariz sangrante y suelta una sarta de maldiciones alegando el escandaloso precio de su traje. Steve pasa detrás de nosotros aún fulminando con la mirada a mi padrino.
Me toma unos segundos comprender que Steve golpeó la cabeza de Tony contra la encimadera, rompiendo su nariz en el proceso, para que dejara de tocarme.
Tanto Natasha como yo nos quedamos estáticas por la sorpresa, cuando mis ojos se encuentran con los de ella lo único que atino a hacer es salir lo más rápido que puedo de la habitación. Para mi suerte nadie me sigue.
Camino por los pasillos de la Torre sin un camino fijo, simplemente esperando que la caminata ayude a aclarar mi mente y alejar los recuerdos de las manos en mi cuerpo. Un escalofrío recorre mi columna mientras acelero el paso y me fuerzo a pensar en otra cosa.
Una parte de mí entiende que Tony solo se preocupa por mí, y que después del desastre que he sido los últimos meses, tiene razones para hacerlo. Sin embargo, es muy diferente preguntarme si estoy consumiendo droga a acusarme de salir con alguien porque me da droga solo por una mala foto en una revista de chismes.
[¿No qué podías contra todo con ellos a tu lado?], se burla la voz de mi cabeza.
Era más sencillo creer en el poder del amor y amistad cuando había dormido, le respondo.
Aunque la verdad es que aún me cuesta bajar las barreras que he construido. Al menos con otras personas que no sean Steve, y eso porque llevo meses practicando con él, además de ya haber cometido muchos errores en el camino. Asimismo, el hecho que lo primero que me haya dicho Tony fuera una acusación de consumir drogas no ayudó.
Siempre alejas a las personas cuando intentan ayudarte
Escucho en el fondo de mi mente, no puedo distinguir si lo dice la voz de mi cabeza, la voz de la razón o es el recuerdo de algo que me ha dicho mi terapeuta o Steve. Puedo seguir huyendo como lo he hecho toda mi vida, o puedo poner en buen uso todo lo que he aprendido y gastado en terapia y tratar de enfrentar esto.
Suspiro, derrotada. Tiene razón, mierda, odio cuando tiene razón.
Cambio mis pasos hacia el laboratorio que es donde deduzco que estará mi padrino. Me paro afuera de la puerta, escuchando las maldiciones de mi padrino mientras Bruce le ayuda a acomodar su nariz. Considero las posibilidades de huir e inventar una nueva vida en Holanda, pero la parte racional de mi cerebro me obliga a avanzar.
– ¿Puedo pasar? – pregunto como una niña temerosa entreabriendo la puerta.
– Mientras no tengas a otra persona lista para golpearme – responde el billonario con su típico humor.
Se encuentra sentado sobre una mesa de trabajo frente a Banner mientras este le ayuda a quitar los restos de sangre de su cara. Su nariz ya ha vuelto a su posición normal y gran parte de la sangre se ha limpiado de su cara, aunque una cortada aún se mantiene en la parte superior de su nariz y su camisa blanca tiene una mancha enorme roja.
– Les daré tiempo a solas – dice Banner dándome una mirada comprensiva antes de salir.
– Lo siento – murmuro con la mirada baja.
– ¿Por qué exactamente? – pegunta mi padrino con su actitud altiva.
– Por todo, supongo – murmuro lo último.
Simplemente me mira enarcando una ceja, dejando claro que esa no es una disculpa suficiente.
– Sé que soy una persona difícil. Y que suelo preocuparte porque mi trabajo es peligroso y mi forma de lidiar con el estrés es quizás más peligrosa. Pero no necesito que estés cuidándome las 24 horas del día –
– Oye … – replica Tony molesto.
– Aunque – lo interrumpo rápidamente – Me alegra que lo hagas… generalmente –
Mi padrino me mira con ternura en sus ojos.
– ¿Me vas a decir que te sucede? – pregunta, esperanzado.
Evito su mirada mientras intento descifrar que le voy a decir. Aún cuando quiero, de todo corazón, ser honesta con él, no me siento preparada para decirle lo que sucedió en esa misión. Sé que si no hablo de ello no va simplemente a desaparecer, pero aún no me siento lista de decirle.
– Te puedo decir que no estoy consumiendo drogas – intento luego de reflexionarlo.
Él suelta un bufido inconforme.
– Estoy yendo a terapia – suelto, pero él no parece sorprendido en lo más mínimo – Ya lo sabías, ¿por qué? –
– Hablé con el Capileta. No me quiso decir que te sucede, pero me dijo que ibas a terapia – suspira resignado. Puedo oír lo mucho que le duele que no confíe en él, pero sí en mi supuesto enemigo.
Tomo su brazo en un gesto conciliador.
– Estoy mejorando – aseguro – Puede que no parezca, pero en verdad estoy mejorando. Poco a poco, pero lo hago. Es solo que el contacto físico es difícil para mí si no soy yo quien lo inicia – explico.
Mi padrino exhala profundamente para posicionar lentamente sus manos en mis hombros, dándome tiempo de quitarme. Sus ojos buscan los míos, esos cálidos orbes cafés oscuro transmiten toda su preocupación hacia mi.
– No me voy a disculpar por ser tan sobreprotector. Tengo tanto miedo de tener que recuperar tu cuerpo de algún lugar de mala muerte porque tuviste una sobredosis – suspira y siento la culpa como una bola fría que se aloja en mi pecho – Y no es como que pueda construir un traje para protegerte de todo… o espera un segundo… – reflexiona perdiéndose en las probabilidades.
– Por favor no lo hagas, los trajes no son lo mío – respondo frenando sus ideas.
– Eso es porque nunca has tenido uno de mis trajes – alega arrogantemente, luego su expresión se transforma a una más seria – ¿Me dirás si tienes una recaída? – pregunta acariciando mi cabello.
Puedo ver que no está seguro si le voy a decir cuando me pase algo o voy a hacer como lo he hecho siempre, alejarme de todo y sufrir en la soledad.
– Lo juro – aseguro tratando de transmitirle que en verdad confío en él.
18 DE OCTUBRE DE 2013. 08:15 P.M. NUEVA YORK. TORRE STARK. PENTHOUSE. (DOS DÍAS DESPUÉS)
Luego de reconciliarnos pasamos a la verdadera razón por la que estoy en la Torre. Revisar los nuevos artefactos de SHIELD, incluso Banner al ver que no tenemos intenciones de pelear y alterarlo decide quedarse a ayudar.
En menos de 20 minutos ya hemos dejado los sentimientos para concentrarnos en las cosas que traigo, Tony desarma completamente un cañón de hielo de un estudiante de ciencias de SHIELD para buscar errores. Bruce se concentra en descifrar un gas paralizante que parece atacar solo a personas con cierto ADN y yo reviso el estudio de nanotecnología y su uso para camuflaje.
La orden de Fury es traer los artefactos para que entre los tres veamos cualquier debilidad o defecto y lo corrijamos. Así que pasamos el día ocupados y rodeados de ciencia, hasta que Pepper viene a interrumpirnos para mandarnos a dormir porque al parecer son las 4 de la mañana y no hemos descansado en 12 horas.
Subestimé brutalmente el trabajo que nos iba a costar analizar todo, porque los siguientes dos días los pasamos iguales, comunicándonos con gruñidos, tazas de café y números. Jarvis nos manda comida y nos recuerda cuando es hora de irnos a dormir, aunque tiene que llamar a Pepper para que en verdad le hagamos caso.
Ahora estoy revisando los planos de un arma inspirada en los Chitauri porque de los tres, yo soy quien tiene más conocimiento de esas armas. Anoto algunas correcciones en una hoja, pero al tomar un sorbo, gran parte de mi café le cae. Tomo lo hoja y la hago una pequeña bolita con gestos cansados.
Levanto la vista y escaneo la habitación, noto por primera vez que Tony ha desaparecido en algún momento.
– No está Rogers aquí – bromea Brucen sin levantar la vista de sus notas.
Frunzo el ceño confundida. Apenas he visto a Steve en los últimos días, cuando llego al departamento él ya está dormido y cuando me despierto ya se ha ido. Lo único que se me viene a la mente es que anoche me escurrí a su habitación como refugio de mis interminables pesadillas, pero no hay forma que Banner sepa eso.
– Estoy buscando un bote de basura – respondo – Y no empieces que por tu culpa muchos están convencidos que somos pareja – agrego irritada recordando que él es una de las razones por las que todos piensan eso.
– No es mi culpa que durmieran juntos – replica, aunque tiene la decencia de parecer un poco avergonzado.
– Compartimos habitación – corrijo rodando los ojos – Pero no tenías que contárselo a todos –
– Parecen cercanos. Por ejemplo, sé que te prestó su chaqueta – dice por fin levantando la vista de sus notas para mirarme.
Gruño recordando el día de mi presentación donde mi amiga Mary me sacó al frio de Nueva York con un pequeño vestido, consiguiendo que el rubio me prestara su chaqueta.
– Era Rogers siendo Rogers y ayudando a alguien, no sé porque les sorprende – argumento.
– Me sorprendió saber que el Capitán golpeó a Tony – dice cambiando sorpresivamente de tema.
– Si, por fin lo hizo – bromeo, pero su mirada oscura me hace quitarle el humor.
– Solo es violento cuando está protegiendo a alguien – reflexiona Bruce en voz alta, pero es claro lo que insinúa.
– Bueno, como dije Steve es un perfecto caballero que siempre ayuda a las personas – alego esperando que eso zanje el tema.
Pasamos unos minutos en silencio en el que cada uno vuelve a su trabajo. Sin embargo, siento la indecisión de Banner en cada uno de sus movimientos, su necesidad de quererme decir algo, pero su duda si le voy a gritar por lo que quiere decir. Lo que indica que tiene relación a Rogers.
– ¿Qué? – pregunto luego de otros minutos de verlo moverse nerviosamente.
– ¿Qué de qué? – responde con media sonrisa incómoda.
– Quieres decir algo, vamos suéltalo – insto.
Pasa unos segundos en silencio tratando de escoger las palabras.
– Sé que algo pasa, y que la razón por la que el Capitán es tan protectivo es porque él lo sabe – comienza calmadamente.
– Nunca dude de tu habilidad de deducción – me encojo de hombros.
Honestamente me parece más extraño que los demás no hayan llegado a esa conclusión, Steve no es tan discreto como debería en sus intentos de protegerme. O quizás si llegaron a esa conclusión, pero decidieron no decirme porque sabían que los iba a ignorar o gritar.
– ¿Quieres hablar de ello? – pregunta Bruce.
Niego con la cabeza e intento volver a mi trabajo.
– Alguien intentó sobrepasarse contigo ¿cierto? – pregunta el científico pensativo – No me tienes que decir si no lo deseas – agrega apresuradamente.
Un nudo en la garganta obstruye que hable, así que simplemente asiento con la cabeza
– Steve llegó antes de que… – intento, pero se me quiebra la voz – Técnicamente no pasó, pero no puedo olvidarlo. Nunca me ha gustado que me toquen, pero esto es diferente. Y me hizo sentir tanta… tanta… – derivo buscando las palabras
– Repulsión, horror, ira. Como si todo fuera surreal y de alguna manera demasiado real – responde con la mirada perdida en algún punto de la pared.
La última pieza de un rompecabezas se acomoda en mi cabeza.
– ¿Tu…? – pregunto, pero sé la respuesta.
– En las regaderas de un gimnasio hace años – responde con simpleza – Pude escapar antes que en verdad hicieran mucho, pero… – se que da callado dejando el peso de su confesión flotar en el ambiente.
– No lo sabía – musito.
– Nadie lo sabe –
Sé porque me lo dice, es su manera de hacerme saber que me entiende.
– No te mentiré, no siempre se siente que las cosas van mejor, que las pesadillas algún día van a acabar. Aunque el tiempo ayuda, y también los amigos – dice dedicándome una pequeña sonrisa empática.
– Gracias – respondo sinceramente.
– No diré nada a nadie, pero creo que deberías considerar decírselo a Tony. Esta a punto de perder la cabeza porque no sabe que te pasa – dice con tacto.
Reprimo una sonrisa al pensar en el sobreprotector de mi padrino.
– Cuando esté lista se lo diré – aseguro.
Con eso y un pequeño asentimiento de cabeza ambos volvemos a nuestro trabajo.
– Supongo que el Capitán es alguien especial si decidiste abrirte a él – dice Bruce luego de unos minutos.
– Solo estaba en el momento que pasó – miento sin pensarlo mucho.
Sin embargo, la mirada astuta del científico me indica que engañarlo no es tan sencillo como al resto del mundo.
– Okay, puede que el Capitán no sea tan horrible como suponía – me rindo ante su mirada.
– Es bueno saber que ambos tienen a alguien en quien confiar – me sonríe cálidamente – Ambos son tercos, orgullosos y pretenden cargar el peso del mundo entero solos –
– Sí, supongo que somos parecidos y por eso no nos agradamos mucho al principio – murmuro.
Nuestra conversación es interrumpida cuando mi padrino vuelve cargado de unas latas desconocida.
– Muy bien mi Banner y mi Soph. ¡Prepárense para meterle turbo a esto! – exclama alegremente entregándonos una bebida energética que seguramente me hará tener energía hasta que tenga 80 años.
20 DE OCTUBRE DE 2013. 1:10 A.M. BROOKLYN. TORRE DE DEPARTAMENTOS. 2º PISO. DEPARTAMENTO 221.
Un par de horas más tarde por fin terminamos de revisar los artilugios de SHIELD y podemos irnos a la cama a una hora relativamente decente, y dado que Bruce y yo rechazamos la bebida sí vamos a poder dormir. En mi camino al departamento dejo mi mente vagar un poco para despejarme de las horas de análisis.
Sin la distracción de nuevas máquinas que tengo que entender y mejorar mis pensamientos se vuelven a la inevitable verdad que mi padre va a hacer lo imposible para manipularme. Mi cerebro trata de ver todas las posibilidades y soluciones para evitarlo, pero está demasiado cansado para ser de gran ayuda. Por lo menos sé que no puede acceder ni a mis propiedades ni a mis cuentas bancarias, una pequeña precaución que tomé luego que se quedará con ellas por meses.
Rodeada de preocupación no tiene que pasar ni 15 minutos para que las pesadillas de la muerte de cierto rubio, está vez a manos de mi padre, comiencen a acecharme. Me escurro a su habitación sacando un suspiro de alivio al verlo sano y salvo durmiendo, me acomodo en la parte más lejana de su cama y me dejo llevar por Morfeo.
Despierto por el movimiento en la habitación y antes de ser completamente consciente ya estoy en posición de ataque con mi cuchillo listo. Sin embargo, cuando mi vista se aclara lo único fuera de lugar es Steve sentado en la esquina más lejana de la cama con las manos cubriendo su cara.
– Steve – lo llamo roncamente.
Ni siquiera da señales que me ha escuchado. Es entonces cuando noto que está llorando. Sus hombros se mueven ligeramente y escucho un pequeño sollozo. No sé que es lo que me motiva a moverme, sólo sé que no puedo dejarlo llorando solo en la oscuridad. Dejo el cuchillo de nuevo bajo la almohada para acercarme lentamente por la cama hasta que toco su espalda.
– Steve – intento de nuevo.
Esta vez si escucha mi voz, pero siendo un soldado de los 40's su primer instinto es alejarse para sufrir en soledad. Cuando intenta levantarse alcanzo a entrever sus ojos cargados de una tristeza y soledad tan grande que rompe mi frío corazón. Detengo su huida tomando su brazo y jalándolo a un abrazo.
El peso del rubio cuando me devuelve el abrazo me hace perder el equilibrio, así que ambos caemos a la cama juntos. Steve entierra la cabeza en mi pecho y pronto comienzo a sentir como mi playera comienza a humedecerse por sus lágrimas. Siento su cuerpo temblar entre mis brazos mientras solloza, pero por segunda vez desde que lo conozco deja simplemente ensimismarse en su tristeza mientras lo abrazo.
Luego de unos segundos, gracias a los brazos del rubio que envuelven mi cintura, los recuerdos de alguien más tocando mi cuerpo comienzan a colarse en mi mente, pero me niego a dejar que eso me impida consolar a mi amigo. Me fuerzo a concentrarme en su olor y el calor que desprende, y gracias a que es él con quien he hecho los intentos de abrazos, es más fácil dejarme envolver por el olor a menta y jabón.
No me molesto en gastar saliva diciéndole cosas positivas que probablemente no sean ciertas, simplemente le acaricio el cabello y lo dejo llorar.
– ¿En verdad intentaste suicidarte? – musita con la voz amortiguada luego de casi una hora.
– Steve, ¿Crees que deberíamos hablar justo de eso? – pregunto.
Las historias de mi pasado no son lindas, y no creo que esté del humor para soportarlas.
– Necesito una distracción – murmura – Por favor – agrega y es lo rota que suena su voz lo que me hace responder.
– Creo que eres una de las personas que mejor conoce mi estado mental, ¿de verdad te sorprende? – intento con un poco de humor.
Sin embargo, se queda callado. Suspiro fijando la vista en mis dedos jugando con su cabello.
– Acababa de cumplir 15 años – inicio captando su atención de inmediato – Para entonces ya estaba entrenando con SHIELD y estaba haciendo mi doctorado en Psiquiatría. Ya sabes, cosas comunes en alguien de 15 años –
Esta vez consigo sacarle una pequeña risa.
– Supongo que entre lo que había pasado con mi madre, mi mala salud física, los problemas psicológicos que cada vez era más consciente gracias a mi doctorado y entrenar con Garret que no era muy delicado… – enumero sintiendo como se tensa cuando menciona al mentor que me rompió el brazo como parte del entrenamiento – Simplemente llegó un punto donde fue demasiado –
– ¿En serio? – pregunta sintiendo que me estoy reservando algo.
– Sí – respondo con seguridad acariciando su cabello.
[No], sisea la voz de mi cabeza.
Quizás un día tenga el valor para decirle que intenté suicidarme cuando me di cuenta la clase de monstruo que me podía convertir, justo lo que más temía fue lo que me convertí con el tiempo. Un monstruo desalmado que asesina a sangre fría, un monstruo que, aunque no lo diga, él también teme.
Sin embargo, no tengo oportunidad de agregar nada porque Watson se escurre entre nuestros cuerpos y se deja caer justo en la frente del rubio. A los pocos segundos comienza a ronronear frotando afectuosamente su cabecilla a la de Steve.
– Creo que alguien también estaba preocupada por ti – digo conteniendo una risa.
– Mi pequeña bebé – murmura Steve soltando un brazo para acariciar a la gatita – A diferencia de ti, ella le gusta que la abrace constantemente – agrega.
Tarda un par de segundos más en reflexionar sus propias palabras.
– Mierda. No te gusta que te toquen – exclama tratando de zafarse de mis brazos y asustando a la pobre de Watson en el proceso.
Sin embargo, aprieto mi agarre manteniendo su cabeza en mi pecho y mi frente a su cabello.
– Está bien – aseguro con voz queda.
– No está bien. Has hecho procesos, pero no quiero causarte un ataque de pánico – alega mientras sigue intentando zafarse.
– Está bien. Supongo que yo también necesitaba este abrazo – musito.
Eso parece suficiente para que deje de moverse. No sé cuanto tiempo pasa, pero cuando el sueño viene a reclamarme seguimos en los brazos del otro.
