Aunque nunca fue sencillo confiar en Haggard, no podía negar que la loba lo dotó de grandes recursos a lo largo de las últimas semanas a cambio de trabajos que, al menos para él, eran sencillos. Además de su secretismo, su inusual forma de operar, su red de información y el haber ocupado un rol en la ZPD que le correspondía a alguien más, ahora se le sumaba una fuerte discusión con Raines. Ni siquiera Bogo tras tantos años al mando fue capaz de hablar así con el alcalde de turno frente a uno de sus oficiales; ya fuese un simple duelo de egos o una gran muestra de coraje, su enfrentamiento dejaba en claro su enemistad.

¿Podían confiar en ella? Tanto Skye como Viktor afirmaban que era ajena a la Hermandad, además de que sería de gran ayuda para luchar contra Raines dada su rivalidad, pero no por ello debían descuidarse. Haggard concentraba mucho poder y, al aliarse con ella, le darían acceso a la información más rica de toda Zootopia.

El código 5F15 implicaba que debían reunirse a las 6:15 en un lugar que desconocía hasta que Judy le entregó el mensaje de la loba: un departamento que quedaba sobre Cactus Groove, en el quinto piso. El establecimiento estaba lejos de ser pintoresco, como la mayoría de lugares en Sahara Square. Bien se lo hizo saber una y otra vez su acompañante, que por suerte mantuvo la boca cerrada durante la mayor parte de su trayecto.

Haggard había insistido demasiado en reunirse, pero a cambio de lo que exigirían, seguro pediría algo más a su favor; la información que Viktor pudiera dar de su hermano debía ser más que suficiente para poder negociar con ella. El tiempo apremiaba y cuanto antes contaran con ella, estarían mejor parados.

En cuanto su teléfono dio las 6:15, Haggard abrió la puerta y lo invitó a pasar. Sin embargo, al ver al felino lampiño les bloqueó el paso a ambos. La loba pidió explicaciones mientras estudiaba a Viktor con la mirada, pero Nick antes de aclarar sus dudas exigió pasar. Su postura era inflexible y la jefa de la ZPD tenía una gran curiosidad, por lo que los dos ingresaron luego de un breve silencio.

—Sé que has confiado mucho en mí al pedirme que venga aquí, Kate, pero necesito romper un poco los límites para pedirte ayuda. —El vulpino dio un rápido vistazo al lugar: la iluminación era tenue, había papeles y fotos por todos lados, innumerables cajas apiladas una encima de la otra con archivos a por montón, varias computadoras encendidas y una cafetera en medio de la mesa principal. Debía ser uno de los escondites principales de Haggard—. Drew ya está a salvo, mis allegados en general, pero hay algo muy grande que todavía debemos resolver.

—Aunque este lugar pueda demostrar lo contrario, necesito cierto orden para trabajar, así que haremos esto: me dices quién es el caballero que te acompaña, luego te digo lo que yo quería explicarte y al final me pides lo que quieras, para empezar a negociar. —Nick asintió ante la solicitud de la loba y luego dirigió la mirada hacia el felino para que se presente.

—Madame, mi nombre es Viktor Raines —dijo el lince luego de hacer una reverencia. Haggard sonrió y luego volvió la vista al vulpino.

—Si en serio es quien dice ser, ¿de qué me sirve el fallecido hermano del alcalde y por qué lo has traído? —Nick permaneció serio.

—Él es Arcagma —exclamó el zorro, sin contemplaciones. Por primera vez en todos sus encuentros, la loba se dejó ver sorprendida, con el hocico ligeramente abierto y los ojos abiertos del todo, en su garganta se había formado un nudo que no le permitía hablar—. Puedes hacerle preguntas para corroborarlo si quieres, responderemos todo —indicó Nick ante su silencio.

—Un poco tarde, pero veo que al fin confías en mí, Nicholas. —Haggard tomó asiento en una silla y por medio de una seña los invitó a hacer lo mismo—. ¿Tu hermano también estaba implicado en el caso Arcagma?

—Era un trabajo a partes iguales, es tan responsable como yo de todo lo acontecido —respondió Viktor—. Mycroft decidió desviarse de nuestros objetivos iniciales, razón por la cual estamos aquí. Estoy dispuesto a lo que sea con tal de que pierda todo el poder que ha conseguido.

—¿Todo lo que han hecho tiene que ver con un grupo de mamíferos que ha concentrado gran poder? —La pregunta de Haggard sembraría duda e inquietud en ambos.

—Tal vez —indicó Viktor, antes de que Nick responda—. Ya dijimos quién soy, así que ahora esperamos que comparta sus intenciones, jefa Haggard.

—Sé que mi presencia al mando de la ZPD, en el lugar que debería ocupar Lionheart, ha dejado incómodos a varios. Del mismo modo, intuyo que es por eso que algunos no confían en mí. —Sin necesidad de ver al zorro, Kate se dirigió de forma directa a él—. Cuando el líder del recinto uno de la ZPD se retira, aquel que presida al recinto dos toma el cargo. Hay algunas excepciones, puede pasar que el oficial de mayor cargo dentro del recinto uno tome el rol de jefe, si es que tiene más años de servicio que el jefe del recinto dos y más condecoraciones, o que el líder del tercer recinto entre en consideración, pero esos ejemplos son escasos. Es parte de los protocolos estándares, para no perder demasiado el tiempo. También se busca evitar que los políticos de turno pongan a alguien de su agrado y ya, sólo aquellos que sean lo suficientemente capaces tendrán el premio gordo.

—Por ende, Lionheart o Rogers se disputarían el cargo —señaló Nick—. ¿Eso tiene algo que ver con que quisieran jubilar a Bogo antes de tiempo?

—Se podría decir que sí, tiene que ver —indicó Viktor, anticipándose a la loba—. Pero Bogo no se retiró, murió en combate.

—Así es, a raíz de eso el protocolo cambia, aunque han pasado tantos años de la última vez que esto se repitió que muy pocos están al tanto. El heroísmo que representa morir en combate se recompensa cumpliendo la última voluntad del fallecido. Bogo quería que yo fuera la jefa principal de la ZPD y su criterio debió respetarse a rajatabla. —Las palabras de Haggard tenían sentido, pero Nick todavía tenía dudas.

—¿Y por qué tú? —preguntó el vulpino—. Además, con Bogo muerto, podrían haber manipulado sus órdenes para darle lugar a alguien más.

—La relación que tenía con el alcalde Lionheart era pésima, pero con su sobrino no había demasiado problema. Sin embargo, un día llegó un individuo a reportar el robo de un libro.

—¿Goldschmidt y el libro de la Hermandad? —consultó Nick.

—Exacto. Además del título sospechoso, desaparecieron los mamíferos acusados o vinculados al robo, luego de ver a Crncevic por la zona. —Viktor sonrió, la discreción nunca fue uno de los puntos fuertes de la pantera—. Que Arcagma pudiera guardar un mínimo de relación con algo parecido a una secta, por loco que fuera, tenía cierto sentido. Siempre hubo movimientos raros detrás de las entidades más fuertes de la ciudad, muchas irregularidades, saber de la existencia de la Hermandad nos permitió atar cabos que llevábamos tiempo sin resolver.

—¿Qué tipo de relación tenían con Bogo? —Esta vez, Viktor formuló la pregunta.

—Bogo y mi hermano mayor fueron amigos desde antes de entrar a la academia. El tiempo terminó por ocultar nuestro vínculo, y más desde el fallecimiento en combate de mi hermano, pero siempre trabajamos en conjunto: él tapaba mis rastros y yo conseguía información. Formé mi red de datos desde antes de dirigir el precinto tres, donde llegué por recomendación de él. —Con la conversación desviándose, Haggard retomó el rumbo—. En más de una ocasión pude haber ocupado el puesto de segunda de la ZPD o de jefa del recinto dos, pero tener tanta cercanía con Bogo podría haber sido contraproducente. Si alguien descubría la relación de Bogo con mi red de trabajo, podrían haberlo acusado de espionaje, corrupción o conspiración. El tercer recinto era la distancia justa y necesaria, pero estando el caso abierto debimos arriesgarnos con su testamento. Era obvio que Lionheart estaba vinculado con la Hermandad, y dejarle el lugar a su sobrino implicaba dejar la ZPD a cargo de ellos. Bogo fue al enfrentamiento con Tora dispuesto a morir si era necesario, como así fue.

—He de admitir que es interesante, muy interesante de hecho. —Viktor inspiró profundo y cerró los ojos, luego fijaría su mirada en la de la loba—. ¿Han conseguido nombres, descubierto casos concretos o atrapado a alguien?

—En este apartamento se encuentra toda la información con la que contábamos, desde antes de saber que se hacían llamar "la Hermandad de los Lirios de Sangre". Son ciento veinticuatro causas abiertas, la gran mayoría irresolutas y un alto porcentaje de sospechosos fueron encarcelados pero salieron rápido, algunos murieron en prisión o sólo desaparecieron antes de dar con ellos. —Pese a no conseguir grandes victorias, el felino se sorprendió por los pequeños triunfos y el gran esfuerzo que la loba y el búfalo consiguieron, trabajando la mayor parte del tiempo desde el lado de la ley.

—Es una pena que no nos hayamos conocido antes, Haggard, juntos podríamos haber lidiado con ellos mucho mejor de lo que yo tuve el agrado de hacer. —La jefa de la ZPD no se inmutó ante las palabras de Viktor.

—Trabajar en el límite de la ley no es lo mismo que romperla una y otra vez, nunca nos cobramos ni una sola vida ni lastimamos inocentes. Tus métodos y los nuestros son incompatibles, así que guárdate los halagos, Arcagma, no guardo respeto por ti ni por nada de lo que has hecho. —Lejos de enojarse, Viktor sonrió.

—La moral nunca es inquebrantable, ansío ver el momento en que se derrumbe, Haggard, recuerde mis palabras.

La loba se puso de pie, buscó tres tazas y encendió la cafetera. La charla estaba pronto a terminar y se encontraba bastante satisfecha. Ahora que conocía a las dos versiones de Arcagma, y en base a lo que había recolectado de la Hermandad, podía darlo por hecho: tras años de trabajo, tanto ella como Bogo tuvieron razón.

Sirvió el café en las tres tazas, todas ellas de porcelana, pequeñas y circulares. Después, de una alacena, tomaría una botella de coñac para servirse a sí misma con el café. Al ofrecerle a sus invitados, ambos rechazaron. Viktor era un individuo llamativo, pero que Nick fuera su acompañante luego de todo lo que había sucedido con su familia, era mucho más interesante.

—Tú y yo hablaremos luego, Raines, tengo muchas preguntas y todas ellas deben ser contestadas —exigió Haggard.

—Lo siento, Kate, pero él se vuelve conmigo, lo tenemos que tener vigilado. No es sólo por él, sino por su hermano que lo quiere recuperar a toda costa. —Sabiendo que sus palabras no serían suficientes, Nick prosiguió—. Todavía lo necesitamos para un par de tareas.

—Tendremos mucho tiempo para hablar, además conozco un par de lugares donde se come bien y tendremos privacidad. —Esta vez, fue Haggard quien sonrió ante los dichos del felino.

—Prefiero permanecer lejos del mundo de las citas, mejor búscate una chica joven y estúpida que se encandile con tu ego y tus historias aberrantes. Te será más fácil que lidiar con ella que con una cuarentona caprichosa y malhumorada como yo.

—Está bien, me gustan los desafíos —indicó Viktor, acercándose el café.

—Y como dato menor, estoy casada.

—Mejor, más desafiante. —La sonrisa inicial de Haggard desapareció por un gesto de desagrado.

—Kate, es momento de negociar —interrumpió Nick, luego de ignorar lo que acababa de pasar.

—Necesariamente. ¿Qué quieres? —consultó la loba, yendo directo al grano.

—Para ayudarnos, Viktor quiere que lo dejemos huir junto a Crncevic.

—¿Algo más? —Nick se sintió abrumado por un momento, la ambición de la loba la llevaba a aceptar casi sin meditar los riesgos.

—Nos hará falta una prueba de ADN rápido, pronto conseguiremos algo de Raines y te daremos algo de Viktor ahora. Queremos que, durante el juicio de mañana, Viktor se haga presente para denunciar las atrocidades de su hermano y tener una prueba que respalde su parentesco. —Haggard se tomó un momento para analizar la situación.

—Su plan es muy osado, pero hay que ir más allá de nuestros límites en momentos como este. Para que el juicio se haga…

—Mi primo tiene que estar presente, lo sabemos y nos arriesgaremos. —Llegado el punto en el que estaban, Kate no se sorprendió.

—¿Crees que la Hermandad interceda de algún modo? —La duda de la loba se enfocaba en cómo procederían sus rivales.

—Tenemos un plan de respaldo para tenerlos distraídos, lo primordial es acabar con Mycroft. —Haggard asintió sin preguntar ante la explicación de Viktor—. Luego puede discutir detalles si quiere, pero es momento de que nos diga sus exigencias.

—Quiero adjudicarme el reconocimiento del caso en su totalidad. Necesito echar raíces en mi puesto para perdurar y, luego de esto, tanto la población como la fuerza policial creerán en mí de forma ciega. Quiero estar fuerte para lograr oponerme a la Hermandad.

—¿Qué razones tienes para querer algo así? —preguntó Nick, sorprendido al conocer los verdaderos motivos de Haggard.

—Si moldeo Zootopia a gusto con mi metodología y mi red de información, luego tendré la posibilidad de ascender y hacer lo mismo a mayor escala. De aquí a un puesto nacional, sólo hay un paso.

—Planea crear un ente similar a la Hermandad, pero a mayor escala. —Las palabras de Viktor trajeron silencio a la mesa.

—No exactamente, la información sólo se usará para establecer equilibrio en este mundo tan alocado en el que vivimos.

—Fue así como surgieron los Lirios, buenas intenciones, mucho poder y mamíferos que con el tiempo aumentaron sus ambiciones —exclamó Nick, para luego ponerse de pie—. Tal vez tú lo manejes bien, pero luego habrá alguien más, y luego alguien más que lo suceda, no puedes tener control a futuro. Buscamos desmantelar la Hermandad justo por eso.

—Es necesario hacer mucha limpieza, Nicholas, y estoy dispuesta a hacer mucho con tal de dejarle a mis hijos un buen lugar donde vivir. No me importa si no confías en mí, será la historia quien me juzgue. —Haggard se pondría de pie y le daría a Nick su pata para estrecharla—. ¿Tenemos un trato?


. . . . . . . . . .

Su instinto, aquel que la había salvado tantas veces, clamaba por una huida. Desde el comienzo hizo oídos sordos, dada la importancia de su trabajo, pero a medida que se acercaba le gritaba con mayor fuerza. Entrar y salir de un hogar ajeno no le suponía desafío alguno con su vasta experiencia, mucho menos con el artefacto que Skye le otorgó para hackear las cámaras; pareciera que una eternidad se imponía entre ella y aquel día en que Nick y Tora lo usaron para infiltrarse en la ZPD.

Como era obvio, que su objetivo fuera la vivienda de Raines catalizaba la gran mayoría de sus temores, aunque de todos modos sentía un pavor excesivo que era atípico en ella. El alcalde ya se había ido para cumplir sus tareas, habría como mucho un par de guardias que podría evitar con facilidad y las cámaras no registrarían actividad alguna al pasar grabaciones en bucle de los últimos segundos, no había razones para sentirse así.

Ubicada en el centro de una calle concurrida, la enorme edificación contaba con un frente amplio que marcaba su límite con la vereda usando rejas azabaches de gran altura y una puerta que se abría de forma remota. Podría trepar las rejas si no fuera por la gran cantidad de mamíferos que circulaban, pero la forma de ingresar sería mucho más sencilla. Vestida con un abrigo negro, gorro, unos auriculares por debajo de este y lentes de sol, se movió de forma casual entre los ciudadanos que pasaban la por la zona; activó el dispositivo para hackear las cámaras y luego, estando ya frente a la entrada, usó la llave que Viktor tenía en su poder. La ventana de tiempo entre la pelea con su hermano y ese preciso momento no había dado tiempo al alcalde de cambiar la cerradura. Tal vez se confiaba de sus cámaras de vigilancia, un grosero error de su parte.

Llegando a la puerta principal, sacó de su cartera una pistola amplificadora de sonido, la conectó a los auriculares y apuntó hacia la casa para percibir el sonido de algún guardia que pudiera estar en la entrada. Al no percibir nada de esto, guardó la pistola, sacó una cargada con balas y silenciador, y se inclinó hacia delante para espiar a través de la cerradura. Observando la ausencia de mamíferos, tomó una vez más el llavero de Viktor y se adentró en la boca del lobo.

Con sólo dar un rápido vistazo al lugar, pudo entender por qué Harkness se adentró a robar: los gustos ostentosos de Raines rompían todos los esquemas, nunca antes había visto tantas cosas de valor fuera de un museo o tiendas de joyas. Negó con la cabeza un par de veces y volvió a centrarse en su tarea, acallando su cleptomanía, debía salir tan rápido como fuese posible.

Viktor le había dado instrucciones simples mientras le dibujó un mapa para saber cómo se distribuían las habitaciones. Sabía que en la sala de estar había un cenicero y que en el segundo piso estaban su dormitorio y el baño, por lo que los visitaría en ese orden.

Dando cada paso en puntillas, teniendo los oídos bien afinados y estando lista para combatir de ser necesario, avanzó en línea recta en busca de las colillas de cigarrillo que podían tener restos de saliva de Raines. El cenicero estaba a la vista, posado sobre una mesa de cristal que se interponía entre la televisión más grande que vio en su vida y un sillón sacado del palacio de algún príncipe; el alcalde exprimía al máximo los beneficios de su puesto y de su empresa.

Tomó con una pinza todas las colillas que no estaban demasiado sucias con cenizas y las colocó en una bolsita de plástico. Si bien no eran las mejores pruebas de ADN y seguro estaban contaminadas, sabía de sobra que un llamado de la jefa de la ZPD bastaría para que den todo por asegurado rápidamente. Raines podría negar las pruebas, pero estaría obligado por la presión social a realizar una contraprueba con su hermano y todo saldría a la luz de un modo u otro.

De forma fugaz, se escondió detrás del sillón al escuchar pasos de más de un mamífero bajando las escaleras, un par de segundos después los sonidos serían acompañados por voces. No logró reconocer ninguna de ellas, pero por lo que oyó eran tres sujetos que se fueron directo al sótano para descansar jugando cartas. Luego de inspirar profundo, agradeció que de un momento a otro su trabajo se facilitara de dicho modo.

Todavía alerta, se encaminó al segundo piso y fue al dormitorio. Abrió la puerta pintada de blanca y fijó su objetivo en la cama, tomaría de ella varias muestras de pelo y las colocaría en una bolsita aparte. Asimismo, tomó un vaso de vidrio que se encontraba en una mesa de luz y pasó un hisopo alrededor de los bordes del mismo, buscando saliva. Por último, se acercó a un pequeño sesto que estaba a la par de la cama lleno de pañuelos usados, que tomaría con pinzas, sólo por el asco que le producía tener que tocarlos. Sin nada más a la vista que pudiera ser útil, sólo restaba ir al baño y huir.

La mapache apenas tuvo que salir de la habitación y girar hacia la izquierda. Encendió las luces para tener mejor visibilidad de la zona: buscó el cepillo de dientes, encontró restos de uñas cortadas y también de piel muerta. Cada material fue depositado en diferentes bolsas y, ya sin razones para seguir estando allí, volteó para irse de una vez por todas.

Su sorpresa al ver al tigre de blanco pelaje aceleró su ritmo cardiaco al punto en que su corazón saldría despedido en cualquier momento. "Es de mala educación dejar la puerta del baño abierta", indicó Tora con una sonrisa socarrona para luego dejarla atrapada.


. . . . . . . . .

Luego de desvelarse toda la noche, repasando los cuentos escritos por su padre, decidieron tomar tres locaciones para investigar, dejando de lado otras veintiocho. Si bien era sólo una corazonada de Jack, la apuesta por los cuentos era lo único a lo que podían apelar de momento. El trabajo exhaustivo consistió en una investigación donde se combinaron los relatos, la información otorgada por el libro de Gormsson y los conocimientos, escasos pero útiles de todos modos, de Viktor.

Algunos cuentos no contaban con un escenario detrás; eran historias breves donde dos o tres personajes interactuaban para dejar una moraleja detrás, encontrándose varios de este tipo en un mismo libro incluso. Por el contrario, casi la mitad consistía en historias de entre cincuenta y setenta y cinco hojas. Hicieron hincapié en aquellos lugares que fueron más mencionados de forma directa o indirecta, ya fuese a través de metáforas o referencias, los de mayor relevancia para la familia Gormsson y los que pertenecían a los relatos preferidos de su padre, los que más supo leerle en su infancia. Considerando el hecho de que podían ser perseguidos, o que tal vez hubiera mamíferos que custodiasen los diferentes lugares, decidieron formar tres equipos: Nick y Finnick por un lado, Clarke y Fowler por otro, y por último Jack sería su acompañante, como no podía ser de otra forma.

El dúo de zorros se encaminó hacia una antigua catedral, que formaba parte de la escuela religiosa en la cual los Gormsson mandaron a sus hijos en las primeras generaciones y donde invirtieron grandes sumas para su edificación y mantenimiento. Varios de los cuentos tomaban como punto de partida el colegio, y sumado al carácter religioso de algunos relatos era una opción más que lógica. Daba las gracias de haber ido a una escuela común y corriente, no habría tolerado nada de ese tipo de cosas en su infancia.

En el extremo contrario, Clarke y Fowler se acercaron al museo que contaba con la estatua del fundador en su entrada. Pese a que sería un escondite más que obvio, el tener todos los cuentos a su disposición les permitiría buscar de forma más fina en caso de toparse con pistas de algún tipo.

Por último, ella y el conejo se debían encaminar hacia un club privado que, desde las sombras, era controlado por la familia Big. Un cuento, que era tanto su preferido como el de su padre, tomaba como protagonista a un espadachín; a través del libro de Romberg, descubrieron que el club perteneció a los Gormsson en un comienzo y fue empleado para aprender esgrima. Décadas más tarde, habiendo perdido su dinero y siendo perseguidos por toda la Hermandad, fue vendido a los Big a un precio razonable, dada su generosidad y la infinidad de favores a pagar. Un par de miembros de la familia Gormsson utilizó el club como refugio, siendo además la última propiedad de la cual se desprendieron. Era la opción con mayores posibilidades para tener éxito.

Sin mediar palabra alguna, tomaron rumbo al club ubicado en las afueras de Tundratown, el cual se encontraba cerrado desde la desaparición, y fallecimiento todavía no confirmado por los medios, de Mr. Big. Siendo usado sólo por el círculo cercano a la familia, principalmente en eventos especiales, cada vez concurrían menos mamíferos al lugar y, con los hechos recientes, ya nadie había vuelto a visitarlo.

La muerte de Big a garras de Viktor caló hondo en ella, pese a la distancia que hubo entre ellos durante largos intervalos de tiempo y más en los últimos meses. Si bien nadie le preguntó sobre el tema, todos esquivaban su mirada cada vez que la musaraña y su familia fueron mencionadas, su melancolía y pesar estaba a la vista. Desearía poder llevarle la verdad a su familia, pero Big siempre quiso mantenerlos alejada de la Hermandad, por lo que respetaría su decisión y se mantendría en silencio, al menos hasta encontrar alguna posible solución. En contraparte, no pensaba dejársela pasar a ninguno de los hermanos Arcagma, buscaría cómo vengarse de ambos tarde o temprano.

Así como estuvo merodeando en las sombras para alejarse de todos, ahora seguía imponiéndose cierta distancia entre los demás y ella misma, como si nunca hubiera regresado en verdad. Sabía muy bien que no le guardaban empatía, pese a su regreso milagroso, la importancia que había alrededor de su figura para luchar contra la Hermandad y el rescate de Drew. El propio vulpino se mostró muy agradecido apenas lo salvó de una muerte segura, pero luego todo volvería a la normalidad; a los ojos de sus aliados era una herramienta, un cascarón vacío que ya no valía la pena, estaba más que claro. No podía culparlos, pero tampoco gastaría sus energías en buscar su perdón, sólo tenían objetivos en común.

Si bien deseaba con muchas de sus fuerzas que Jack no siguiera las actitudes del resto, el conejo terminó siendo el más esquivo de todos. A raíz de esto mantuvo su decisión de mantenerse al margen, al menos mientras los demás estuvieran presentes. Contar con él una vez que tuviera la declaración en sus patas podría serle de gran ayuda para imponerse dentro de la Hermandad, consiguiendo así sus dos más grandes anhelos.

Intentó romper un poco el hielo de camino al club, pero Jack seguía reacio a hablar con ella para todo aquello que no tuviera que ver con su trabajo. Al observarlo detenidamente, pudo notar que en varias ocasiones intentaba tomar la palabra, pero luego tragaba saliva y permanecía en silencio, era cuestión de tiempo para que su compañero la escuchara.

Habiendo llegado al club, y después de un par de intentos fallidos por entablar una conversación, rodearon el lugar a pie hasta toparse con una de las salidas de emergencias. Aprovechando que bajo el cielo gris de Tundratown no había demasiados mamíferos circulando, forzaron la puerta y se adentraron.

El olor a encierro y humedad los impactó de lleno, en verdad nadie se había acercado al lugar en el último par de meses a, cuanto menos, ventilar un poco. Al encender las linternas se podía ver el polvillo flotando, era una pena tener un lugar tan antiguo y de tanto valor sentimental tan abandonado. A su mente comenzaron a llegar varios recuerdos de fiestas y un par de bodas, a los cuales acudió con su padre en más de una ocasión, pero Jack pronto la hizo abandonar la nostalgia.

—¿Cómo seguimos ahora? —consultó el lagomorfo, después de aclararse la voz.

—Había una oficina que le pertenecía a Big, está en el segundo piso, es el "corazón" de este sitio. Ya sabes, el cuento hablaba…

—El corazón del héroe guardaba secretos como el de cualquier otro, pero algunos eran mayores de lo que muchos hubieran pensado —citó Savage, leyendo la frase que tenía anotada junto a tantas otras en una hoja—. Tú me dices por dónde. —Exhalando de forma sonora, e intentando no molestarse más de lo que ya estaba, comenzó a caminar a lo largo del pasillo en busca de unas escaleras.

—No recuerdo este lugar a la perfección, me guío un poco más por la descripción del Romberg.

—Me parece bien, tenemos algo de tiempo.

Al cabo de unos pocos metros, dieron con unas escaleras a su izquierda, mientras el pasillo continuaba varios metros más. Jack tomó las escaleras sin meditarlo, pero Skye se tomó del barandal y no subió ni un escalón. Al no escuchar pasos, el conejo se detuvo y la vio de reojo, a la espera de que dijera algo.

—¿Vas a venir? ¿O quieres explorar y ver si hay otra forma de subir? Tal vez si nos separamos podamos encontrar lo que buscamos más rápido.

—Sí, será mejor, no vaya a ser que esta zona luego nos bloquee el paso hacia la oficina de Big —exclamó la vulpina, desviando tanto la mirada como en su recorrido.

—Si encuentras algo o me necesitas háblame por el intercomunicador, intentaré llegar donde estás sin perderme.

—Como quieras.


. . . . . . . . . .

En un principio Leonard sería el único en ir, pero Abel insistió en acompañarlo para facilitar la búsqueda. Ambos pidieron el día libre en su trabajo; el ZBI restó uno de los días de vacaciones pendientes de Fowler, mientras quien conducía faltó a costa del salario del día. De todos modos, no le molestaba en lo más mínimo el perder unos pocos billetes a cambio de una jornada compartida con su hermano del alma, hasta podría decirse que lo hacía con total gusto.

El trayecto hacia el museo era extenso, por lo que tuvieron tiempo de sobra para ponerse al corriente de sus cosas. Si bien vivían bajo el mismo techo, sus horarios se contraponían y apenas tenían tiempo para compartir una que otra charla trivial, sin tocar temas demasiado profundos.

Abel sería el primero en tomar la palabra para explicarle a Leonard el incidente con Grace. El lobo comentaría con lujo de detalles las similitudes entre Miki y Grace, junto a las sensaciones que tuvo desde que la conoció hasta su posterior pelea. Lejos de sorprenderse por los sentimientos de su amigo hacia la vulpina, Leonard apenas le dirigió una sonrisa burlona.

—No entiendo qué te hace gracia —exclamó Fowler con su honor herido, mientras Clarke sólo mantenía la vista en el camino y permanecía en silencio—. ¿No tienes nada para decir?

—¿Y qué quieras que te diga, Abel? Te enamoraste de una hembra de otra especie, una vez más, que encima está casada con un tipo que estuvo en peligro de muerte este tiempo y cuyo único atractivo es su similitud con Miki. No llego ni a procesarlo del todo siquiera, pero si quieres que te diga lo primero que se me viene a la mente, es que tienes un fetiche por las zorras que debes tratar. —Fowler lo golpearía en su hombro, no podía esperar menos de él—. ¿Acaso me equivoco?

—Tampoco es para que lo resumas de ese modo, es un tema más profundo, mucho más que la idiotez que acabas de decir.

—Aunque no comparto tu idea, entiendo que hayas querido dar con Arcagma para ganar un ascenso y proteger a Harkness, no obstante lo que viene después… Sé muy bien lo que es no superar una pérdida, pero comparar al amor de tu vida con una hembra que conoces desde hace poco tiempo no tiene sentido. Le quitas a Grace su autenticidad e identidad mientras al mismo tiempo le quitas valor a Miki, intentas hallar a alguien igual que ella cuando sabes que para ti fue única, diferente a todas las demás, irremplazable.

—Ya sé, es algo que no pude ni puedo quitar de mi cabeza, es más fuerte que yo. —Fowler desvió la mirada hacia la ventana—. Aun así, las similitudes con Miki fueron sólo el comienzo, Grace es la hembra con más coraje que conocí en mi vida y tiene una fortaleza envidiable. Además es muy inteligente, siempre se preocupa de los demás y está dispuesta a lo que sea con tal de protegerlos.

—Quién diría que volvería a escucharte hablar así de nuevo, parece mentira.

—Que no quieras volver a enamorarte no significa que yo deba ser un amargado como tú —indicó con ironía.

—Auch, golpe bajo. —Ambos comenzaron a reír, hasta que Abel volvió a tomar la palabra.

—Vamos, tú comenzaste con lo del fetiche con las zorras.

—No mentí con eso, fíjate que estamos yendo a buscar un tesoro que quizás esté custodiado por una secta secreta sólo porque quieres caerle bien a Grace.

—Tus niveles de idiotez nunca dejarán de sorprenderme, Clarke.

—Vamos, Abel, si no es por ella, ¿por qué estás aquí en primer lugar?

El silencio que se hizo presente entre ellos fue diferente al resto, sus sonrisas jocosas se borraron y permanecieron con un temple serio y melancólico. La pregunta de Leonard terminó calando en ambos y la respuesta no llegaría de primeras. ¿Qué hacían allí arriesgando sus vidas, luchando codo a codo con mamíferos que apenas conocían y sin recibir nada a cambio?

—No lo sé. —Abel esperó una respuesta de su amigo que no llegaría—. Se podría decir que es lo correcto, ¿no? —indicó con una tímida sonrisa.

—Eso es muy trivial. Ayudar a ancianas a cruzar la calle también es lo correcto, pero no por eso frenamos en las calles para tenderles una pata.

—Decir que estoy aquí jugándomelo todo por Grace me hace sentir estúpido. —Leonard sonrió.

—Dímelo a mí, que estoy aceptando trabajar con Langley y los mamíferos por los cuales perdí mi empleo, sin contar al propio Arcagma.

—Supongo que es muy tarde para dar un paso al costado.

—¿Lo darías si la cruzada apenas comenzara y quedara mucho por recorrer? —Fowler ni siquiera tuvo que meditar su respuesta.

—No, creo que no. Aunque suene muy trivial como dijiste, creo que es lo correcto, estamos obligados a actuar del lado del bien.

—Nadie nos obliga a nada… pero creo que tienes razón. Sabiendo todo el trasfondo de la situación, es difícil alejarse.

—Te estás jugando la vida y tu hija necesita un padre, nadie te recriminaría nada si te vas.

—¿Qué clase de padre sería si no lo diera todo por dejarle un buen legado? —esbozó Leonard, mirando de reojo a su compañero y con una sonrisa cómplice en su hocico. Sabía leer muy bien sus intenciones, y aunque apreciaba que se preocupase por él, no lo dejaría solo—. No sé cómo miraría a Lily a los ojos después de dejar que la ciudad se pudra, aunque ella no sepa nada no podría tener la conciencia tranquila. —Abel no tenía respuesta para ello, su silencio le daría la razón a Leonard—. Se podría decir que esto es lo que soy, un lobo que va de aquí por allá intentando buscar algo más que sólo balas y sangre. Me he pasado la vida correteando de un lado a otro, fallando misiones, matando mamíferos y viendo amigos morir, y al final nada de eso tuvo sentido. —El lobo tomó aire—. Sentido, una palabra tan abstracta que a la vez significa tanto en nuestras vidas, tal vez sea eso. Poder cumplir con este trabajo le daría un sentido a todas las cosas buenas y malas que me fueron sucediendo hasta traerme a este auto, en este preciso momento. Mi sufrimiento no sería en vano y podría darle un significado a mi dolor, ese vacío tan grande que siento desde la partida de Astrid podría llenarse. Tú podrías hacer lo mismo, así como fue mi esposa también fue tu hermana, sin mencionar que también has perdido a Miki. ¿Acaso tú no buscas una explicación por todo lo que hemos pasado? Todo lo que hemos sufrido no puede ser por nada, tiene que haber algo más.

—Leonard… —Fowler apoyó una de sus patas sobre su hombro.

—Lo siento, sólo estoy desvariando, me dejé llevar. —Abel volvió a su posición normal y se dejó caer sobre su asiento.

—Tranquilo, está bien. No quiero darle un sentido a las cosas, creo que simplemente pasaron y ya, es cuestión de avanzar y canalizar toda esta mierda para hacernos más fuertes, pero dejar cuentas pendientes por miedo a sufrir de nuevo no es una opción. Alejarme no me haría sentir bien conmigo mismo, tal vez si no hubiera perdido a Barnes y Ed me lo pensaría dos veces, pero tengo que terminar con esto. —Con el zorro nunca hubo una gran amistad, pero de todos modos su pérdida todavía le dolía en lo más profundo—. Le prometí a Miki que iba a protegerlo y fallé, así que ahora no puedo darle la espalda a mis responsabilidades, aunque estas se impongan contra mi voluntad.

Leonard estacionó el auto a un par de calles del museo, donde el mayor monumento a Gormsson estaba presente. Junto con Abel tomaron sus libretas con todos los apuntes escritos la noche anterior, tenían muchos indicios y a su vez nada concreto. Luego de caminar en silencio y a pocos metros de la entrada del museo, Fowler retomaría la palabra.

—Deberíamos prometer algo y cumplirlo una vez que terminemos con esto, sería una forma de llamar a la buena suerte. ¿Qué te parece?

—¿Algo como qué? —preguntó Clarke, con cierta curiosidad tras la propuesta, Abel nunca había hablado de suerte, destino ni nada similar.

—Tendría que ser algo coherente con todo esto que estamos viviendo, nada de tonterías como vestir algo humillante o simple como una ronda de tragos. Algo personal, que nos ayude a dar un paso adelante con nosotros mismos. —Mientras Leonard pensaba, Abel terminó por decidirse—. Yo prometo dejar el ZBI, me gané mi ascenso por investigar a Arcagma, pero Barnes y Ed perdieron sus vidas en el proceso, yo sólo tuve un poco de suerte a mi favor y por eso estoy aquí con vida. Creí que tomar el empleo sería una buena forma de honrar su sacrificio, era una muestra de que hubo un mínimo de éxito, pero de nada sirve si no puedo disfrutar de esto junto a ellos, no vale la pena el costo que pagué.

—¿Estás seguro? Soñaste con esto durante años, te será muy doloroso dejarlo. —Abel metió sus patas en los bolsillos y volteó por un momento, luego asentiría—. Yo ya no tengo un empleo bonito al que renunciar, así que no sé qué decir. Tal vez yo… —Clarke tomó aire, en tanto pensaba con frialdad la idea que acababa de llegar a su mente—. Tal vez pueda perdonar a Nick y compañía. Si al final las cosas salen bien, pese a las grandes adversidades que superamos y todavía nos quedan, supongo que podría borrar el pasado y quedar en buenos términos.

—¿Al decir Nick y compañía haces referencia a lo que yo creo?

—Supongo que las acciones de Langley demuestran que ha cambiado, o que quiere dejar su pasado atrás en busca de un nuevo rumbo. Pese a que su hermana ya está a salvo sigue con nosotros, sólo pelea por lealtad a la causa y es algo que, aunque venga de ella, considero digno de admirar. —Leonard sonrió, no podía creer las palabras que estaban saliendo de su hocico, mucho menos Abel—. Si sacrificar aquello que anhelabas te ayuda a honrar la memoria de los tuyos y a crecer, espero que dejar de lado la ira y el odio que siento desde hace tantos años me ayude a cicatrizar mis heridas de una vez por todas.


. . . . . . . . . .

Al escuchar sus palabras cargadas de desgano, Jack apretó su puño y cerró los ojos por un momento. Volvió sobre sus pasos para observar cómo Skye continuaba su camino y al cabo de unos segundos hizo lo propio subiendo las escaleras. Sólo había un trayecto para seguir, por lo que lo avanzó sin pensar demasiado en la distribución del lugar.

Por el contrario, la vulpina de las nieves seguía invadiendo sus ideas y tenerla tan cerca empeoraba la situación. Sin haber tenido tiempo de superar el luto ni para hallar la paz que tanto anhelaba, ahí estaba de nuevo, tan enigmática, tan fría y tan Skye como siempre. Se sentía tan perdido y temeroso alrededor de ella como en sus primeros días en la academia, era patético ¿Qué rayos lo congelaba hasta dicho punto? Parecía un jodido púber con miedo a hablarle a la chica bonita del salón.

Después de esparcir sus supuestas cenizas, las dudas sobre el estado de Skye se acentuaron más que nunca. Por el bien de su salud mental, se limitó a creer que ella había huido para ser feliz en otro lado y proteger a sus allegados de la Hermandad; la posible fantasía era un buen cierre para su historia, a diferencia de lo que había pasado entre ellos en realidad. Así y todo, nunca deseó tenerla a su lado de nuevo; mal que le pese, siempre terminaba dañado por sus actitud y accionar y estaba demasiado cansado del ciclo interminable de sufrimiento que suponía acompañarla. Sin importar todo lo que la amó, aprendió a quererse a sí mismo lo suficiente como para dejarla ir, decirle adiós era la única forma de sobreponerse a la adversidad y crecer.

De todos modos, una vez más Skye estaba ahí para hacer de las suyas y sus esfuerzos quedaron en la nada. Fue todo un iluso al creer que podría superarla, ella sólo necesitaba un suspiro para darle vuelta la cabeza y desordenar sus ideas. Por poco y le daban ganas de reír, era tragicómico ver cómo se desmoronaba sin importar todo lo que trabajase en sí mismo.

¿Qué sucedería si intentaba solucionar las cosas? ¿Volvería a salir lastimado como siempre? ¿Estaría ofendida por su último encuentro? ¿Qué pensó de él mientras vigilaba desde las sombras? ¿Pensó en él realmente? ¿Cómo era posible que mantuviese una relación con Blackwell? ¿O Blackwell mentía? ¿Podía confiar en ella después de darse cuenta que desconocía mucha de las cosas a su alrededor?

La suma de incógnitas terminó por congelar el tiempo a su alrededor, hacía tan sólo un segundo había subido las escaleras y ahora estaba frente a una oficina con el nombre de Big en un recuadro dorado. Tomó el picaporte pero la misma estaba cerrada, decidió que lo mejor sería llamar a la vulpina y avanzar en conjunto. La voz de Skye se hizo presente a través del intercomunicador un momento antes de que lograse buscarlo en su bolsillo.

—¿Jack?

—Skye, acabo de encontrar la oficina. Sólo tuve que tomar las escaleras y caminar derecho. —El silencio al otro lado de la llamada le dio un escalofrío—. ¿Skye?

—Voy en camino.

La gélida respuesta de la vulpina fue un duro revés, una vez más. Intentó forzar la cerradura en lo que ella llegaba para aprovechar el tiempo, quería irse de allí cuanto antes, pero su bajo nivel de concentración y movimientos torpes se lo impedirían. Harto de la sensación de inutilidad que lo envolvía, lanzó las ganzúas a un costado y se recostó contra la pared.

Sin tiempo suficiente para serenarse a través de su respiración, Skye hizo acto de presencia; tan fugaz como lo fue su aparición, el lagomorfo se puso de pie. Con una mirada indescifrable, la zorra de las nieves mantuvo la distancia en un silencio absoluto. Suspiraría con desgano mientras sus ojos lo esquivaban, para luego avanzar e intentar abrir la puerta ella misma.

Pasando a su lado, Skye se frenó al sentir cómo Jack la tomó con fuerzas de su antebrazo. Así como no esperaba dicho gesto, tampoco imaginó cruzarse con sus ojos penetrantes clavados en ella; en su rostro había una evidente sorpresa. Ambos se quedaron esperando una reacción o palabra del otro, pero mientras los segundos pasaban ninguno tomó la iniciativa. Poco a poco el agarre fue cediendo, pero en lugar de huir ambos terminaron poniéndose de frente.

—¿Entonces…? —Observando que Jack intentaba tomar valor pero de todos modos seguía petrificado, la vulpina intentó romper el hielo, aunque no supo bien cómo hacerlo.

—Sí, eso… Yo…

—¿Quieres que abra la puerta? —Por primera vez, Jack desvió la mirada. Sin embargo, a diferencia de todas las otras veces que intentó acercarse o ponerlo a prueba, en esta ocasión el conejo dio un paso hacia adelante.

—Lo haré yo, pero mientras quiero que me digas lo que quieres decirme desde que llegamos.

A continuación, Jack fue en busca de las ganzúas y se acercó a la oficina una vez más. La vulpina continuó estoica ante su determinación; no había logrado articular palabra alguna y el conejo ya había abierto la puerta. Dejó escapar una leve sonrisa, algo en él había cambiado.

—¿Recuerdas cuando dije que ascendimos en la ZIA sólo por mi logros dentro de la Hermandad?

—Fue un golpe muy bajo de tu parte —indicó Jack, con una seriedad que dejaba en claro que no estaba bromeando.

—No fue cierto. Poco de lo que dije fue cierto por ese entonces, pero lo hice porque quería que me perdones. —La puerta se abrió ante ambos. El conejo sería el primero en ingresar, seguido un par de segundos después por Skye—. Cuando dije que en el último tiempo veía mis errores con mayor claridad también mentí, siempre supe donde me metía, con quién trataba y a quiénes podía lastimar. Creí que podría tener todo bajo control y salirme con la mía como siempre, pero no fue así.

—Lo sé, eres lo suficientemente lista como para saber qué haces y por qué lo haces. —Ambos alumbraban en diferentes direcciones buscando algo que llamara su atención, sólo un escritorio, un archivador de cuatro cajones y un par de estanterías resaltaban—. Desde que descubrí lo de la Hermandad, y a medida que fue pasando el tiempo, fui entendiendo cada vez más cosas. Hablé con Big también, antes de saber de tu muerte, o bueno, falsa muerte… El punto es que… —Jack se quedó en silencio por un instante, buscando cómo ordenar sus ideas—. Tengo un panorama muy amplio ahora, y sé con mucha más firmeza qué es lo que quiero, o lo sabía hasta hace veinticuatro horas.

—No tienes por qué perdonarme, Jack, tampoco quiero que te pongas en mi lugar e intentes empatizar, aunque no negaré que daría todo porque así fuera. Sólo quería que me escuches, tenía esperanza en que tal vez… No sé, pudiéramos volver, aunque sea por un momento, a los viejos tiempos. Trabajar juntos, salir victoriosos, dejar las cosas en claro.

—Es por eso que estamos aquí ahora, Skye —expresó el lagomorfo con las orejas gachas, en tanto se acercaba al escritorio; la vulpina hizo lo propio con las estanterías. El tamaño de los muebles no era tan grande como para que osos polares los usaran, la habitación era pequeña y no lo permitía. No requirieron de un esfuerzo adicional para explorar—. No puedo prometer que las cosas serán como antes, pero tampoco quiero que sean como lo han sido hasta recién. Me gustaría pensar que vales la pena y que pese a todo puedo seguirte con la misma confianza de siempre, que puedo en verdad tenerte a mi lado y sentirme bien.

—¿Eso no sucederá, verdad? —preguntó mientras se alejaba de las estanterías para buscar en el archivador.

—Es difícil. —Jack volteó a verla, luego de terminar de revisar el escritorio, en vano—. Me vi forzado a ordenar mis ideas, se dio todo demasiado junto, pero estoy contento conmigo mismo ahora. Comencé a valorarme más y ya no quiero ser lastimado, ni que me engañen o manipulen, ahora sólo dependo de mí.

—Supongo que no encontraste nada por ahí, ¿eh? —Aunque las palabras de Jack marcaban cierta distancia, se alegró mucho por su crecimiento personal. El conejo negaría con la cabeza—. Aquí tampoco hay nada, deberíamos buscar una pared hueca o algún interruptor —indicó, dándole la espalda—. Mis planes actuales eran un tanto desordenados, quería evaluar a los miembros actuales de la Hermandad y ver si podía controlarlos de algún modo para que actúen en pos de la ciudad. Con Viktor dándome la ligera posibilidad de estar al frente y hacerlo de forma directa, creo tener una buena oportunidad.

—¿En serio crees que los Lirios dejarán sus intereses de lado para proteger a la ciudad? —Skye permaneció en silencio—. Me costó formar una opinión respecto a ellos, si eran buenos o malos, hasta que me hice una pregunta que terminó por darme una respuesta por fuera de algo tan trivial y dicotómico como el bien o el mal.

—¿Y cuál fue? —consultó con gran intriga.

—¿Son necesarios? —La vulpina bajó sus orejas y volteó para verlo de reojo, luego las volvería a elevar—. ¿Por qué tenemos que depender de otros para que la ciudad funcione? La corrupción, el crimen y el duelo de egos existen en cada rincón del mundo, como también la benevolencia de los mamíferos y los ideales de aquellos que en serio quieren traernos algo mejor. La balanza a veces se inclina más hacia un lado que a otro, pero no por ello hacen falta titiriteros de ningún tipo, somos nosotros los que tenemos que generar el cambio.

—Con todo lo que hemos visto, recorrido y experimentado, ¿en serio crees eso?

—Judy ingresó a la academia por sus propios intereses y con la ayuda de Nick, contagiado por la voluntad de ella, lograron resolver el caso de los Aulladores. Por lo que Viktor y tú me han dejado entender, la Hermandad no actuó en ningún momento a favor de un bando o del otro en ese entonces, ¿así que para qué están? —Luego de explorar una de las paredes en busca de espacios huecos o interruptores, Jack caminó hacia Skye para quedar enfrentados—. Tal vez hayan traído cosas buenas a Zootopia y ayudaron a que crezca para ser lo que es hoy, pero lejos de ser buena o mala, la Hermandad es innecesaria a día de hoy. Si ellos no son los héroes alguien ocupará ese lugar, pero arriesgarnos a que tarde o temprano alguien corrompido se aproveche de semejante concentración de poder es una probabilidad que, más allá de lo grande o pequeña que pueda ser, debemos erradicar.

Acorralada como si fuera una presa ante un enorme depredador, Skye dio un paso hacia atrás y ya no movió ni una fibra de su cuerpo. Jack la había dejado al desnudo, sin posibilidad alguna de defender a la Hermandad ni a ninguno de los principios que juró defender. Intentó balbucear algo, pero ya no había nada que agregar.

—Deberíamos seguir buscando, esta era la pista más viable, pero quizás pasamos algo por alto —exclamó Jack, intentando que se enfocara de nuevo.

—Tienes razón, deberíamos explorar las habitaciones de al lado y sino explorar otras alternativas. —El conejo asintió ante sus palabras y luego se dirigió hacia la puerta—. Jack.

—¿Qué sucede?

—Estás en lo cierto, en todo, pero no es tan fácil. —El lagomorfo bajó sus orejas y bufó, desviando la mirada—. Algo que existe desde hace tanto tiempo no puede desaparecer de un momento a otro.

—Tiene que hacerlo —dijo con total convicción—. Si en serio quieres que las cosas vuelvan a ser como antes, sólo cuentas con esta oportunidad. Yo… Yo estoy dispuesto a traicionarme a mí mismo y romper las promesas que me hice con tal de estar contigo, pero no seré el único que pague un precio, tiene que ser equivalente.

—Siendo líder de los Lirios podría ir quitándoles poder para que no supongan una gran amenaza, tú podrías ayudarme trabajando en conjunto y verás todo el provecho que se le puede sacar.

—Skye… —La vulpina suspiró y evitó su mirada por un momento, luego se agacharía un poco para estar a su misma altura.

—Yo en serio creo en esto Jack, y aunque tengas razón en muchas cosas, hacerme cambiar de parecer en una charla de cinco minutos luego de años recibiendo el mismo mensaje no me es para nada fácil.

—Si prefieres estar con ellos antes que conmigo, sólo tienes que decirlo.

—No es así, desearía mucho poder reparar nuestro vínculo, pero también deseo poder seguir el legado que forjó la Hermandad en su comienzo con los Gormsson, mi familia. Es quizás lo último que me queda de ellos.

—Es imposible tenerlo todo, tan sólo mira hasta donde te trajo tu ambición. Querías que trabajemos juntos mientras te ganabas la confianza de Arcagma y los Lirios a la vez, tres bandos en simultáneo. Los Lirios pensaban matarte, luego Arcagma te desechó y casi me pierdes también, pero no has aprendido.

—Eso fue diferente porque tú no estabas al tanto, quise protegerte, pero ahora ya lo sabes todo desde el comienzo y no volveré a lastimarte, ya no tengo que mentir. —Skye lo tomaría de sus hombros —. No quiero perderte, no soportaría que me vieras con los mismos ojos que me viste en el hospital. —La vulpina lo envolvería con sus patas para abrazarlo, Jack se dejaría llevar—. Sé que puedo hacerlo bien, esta vez no será igual. Tengo otras prioridades y conozco mejor mis límites.

—Si te acompaño como pides, ¿me prometes que con el tiempo la Hermandad desaparecerá por completo? —Skye dibujó en su rostro la mayor sonrisa de los últimos tiempos, había obtenido justo lo que quería.

—Haremos lo mejor que esté a nuestro alcance y luego dejaremos que se convierta en historia, lo prometo.

Lejos de sentirse feliz consigo mismo y la reconciliación, Jack experimentó un calor en el interior de su cuerpo que distaba de ser positivo. Se sentía impotente y furioso, Skye se apoderó de su voluntad una vez más y él dejó de lado sus principios y todo lo que construyó en el último tiempo… ¿pero cómo evitarlo? Combatirla y alejarse estaba por fuera de sus capacidades.

Sería una nueva oportunidad donde todo sería diferente, tenía que serlo. La vulpina se mostró más sincera que nunca y en serio lo valoraba, le daba importancia a lo que sentía y a su sacrificio. Al final, ambos terminaron siendo los de siempre, con sutiles diferencias, pero sin crecer lo suficiente. ¿Debía maldecirse a sí mismo por arrastrarse nuevamente al vórtice infinito de frustración, sufrimiento y autodestrucción, o bendecido por tener consigo a Skye?


. . . . . . . . . .

Cada segundo que pasaba era vital. Tomó su arma y se preparó para disparar desde detrás de un mueble donde había toallas, cremas para el pelaje y perfumes. Dispararle a la cerradura era una posibilidad, también arremeter contra la puerta si es que Tora seguía frente a ella, pero sabía que, pese a ser muchas cosas, no era descuidado.

A medida que corría el tiempo, las incógnitas comenzaron a presentarse y no le dejaban pensar con claridad. Si Raines embaucó al tigre, hizo que lo humillaran y que lo envíen a prisión, ¿por qué rayos ahora era uno de sus matones? Obvio que el propio Raines debía de haberlo sacado de la cárcel, y de seguro le ofrecía una cantidad obscena de dinero, pero así y todo, ¿sacrificó la casi nula dignidad que le quedaba para ser una mascota del alcalde? Era impropio de un tipo cargado con tanta soberbia y orgullo, debía de haber algo más detrás.

—¿Acaso te comió la lengua el tigre? Podrías al menos saludarme por los viejos tiempos, Sarah. —Sus provocaciones debían de tener algún fin, que los demás guardias se fueran a otro lado segundos antes de que él llegara para encerrarla no podía ser una simple coincidencia. Sentía nauseas de sólo pensar en dirigirle la palabra, pero al menos el retrete estaba cerca.

—¿Dónde están mis modales? Muy buenos días, traidor asqueroso, basura andante, hijo de una grandísima…

—Tranquila, cola anillada, acepto tus halagos pero mi madres no es merecedora de nada de esto, ella sí era una buena hembra.

—Una buena para nada tal vez, criar una pila de estiércol no es el mayor logro de todos… —Si bien perdía tiempo al entrar en su juego, quería que el tigre se confiara, tentándolo al error.

—Oh, vamos, tú no eres una santurrona tampoco. Además, mi madre al menos estuvo conmigo para criarme.

—Y un carajo, no te atrevas a ponerme a tu altura, yo tengo códigos y dignidad. Tú te rebajaste hasta ser el perro faldero del tipo que arruinó tus planes a cambio de unas monedas.

—Tus conclusiones son muy apresuradas, Sarah, esto es sólo una… sociedad temporal. —El felino terminó por morder el anzuelo, su ego no le permitía quedarse callado—. Que Raines sea un imbécil de primera línea, no significa que no podamos trabajar juntos. Él confía en mis habilidades y mi sed por los billetes, piensa que puede tenerme controlado, en tanto yo estoy listo para escupir en su sopa.

—Uy, que malote. ¿Qué sigue? ¿Hacerle cosquillas mientras duerme?

—Tu humor sigue intacto, me alegro por ello. El punto es que voy a pagarle con la misma moneda, y que estés aquí me es sumamente beneficioso.

—Hablas como si no se lo esperase de ti, no tienes opciones contra él.

—Claro que las tengo, aunque él sepa que en cualquier momento puedo traicionarlo. Si bien soy su gran herramienta para dar con ustedes y con su hermano, también soy desechable, así que será mejor pasar todo en limpio de una vez por todas.

—¿Quieres que confíe en ti de nuevo? ¿Por quién me tomas?

—Cuando me percaté de que las cámaras mostraban un loop y los mamíferos que pasaban se repetían, supe que era uno de ustedes, y así y todo te dejé entrar con total comodidad. Los demás guardias podrían haberte atrapado, pero los envié al sótano para que no intervengan, estás aquí porque quiero que estés aquí. —El tigre se quedó en silencio esperando una respuesta, Langley no acotó nada—. Te dejaré ir, y con información jugosa, sólo quiero que me escuches.

—¿Cómo puedo saber que no me estás engañando?

—Ahí está el truco, no puedes, pero tampoco tienes opción. —El silencio de la mapache terminó sirviendo de afirmación, estaba entregada—. La pasé bien contigo y con el resto en su momento, hubiera preferido que las cosas fueran diferentes, en serio.

—Déjate de cháchara y ve al punto, ser sentimentaloide no servirá conmigo, aborrezco tu existencia y así será hasta el final de los tiempos.

—Tu corazón es tan gélido que bajarías la temperatura de Tundratown con sólo un suspiro, no esperaba menos de ti —exclamó con una leve sonrisa—. Para empezar, ¿qué tanto saben?

—No te interesa, sólo dime lo que consideres importante, no compartiré información.

—Eres más cabeza dura de lo que esperaba, pero bien. Raines y Arcagma son hermanos, y el primero de ellos está al frente de la Hermandad. Seguro ya estás al tanto de algo de eso, sino no estarías aquí, pero no me interesa. Lo que sí me interesa, y debería interesarte a ti, es que Raines sigue contando con el explosivo más grande que mandó a construir Arcagma, y está dispuesto a usarlo en cualquier momento. —Esperó algún comentario de Langley, quería cuánta información tenía, pero ella no pensaba cooperar—. Escuché que estos dos idiotas se pelearon y ahora Raines tiene la bomba preparada para contener a su hermano. La llevaron a Troop Street, cerca del corazón de la ciudad, usando la entrada de una estación fuera de funcionamiento.

—¿La de Hill Street que marca el límite entre el Distrito Forestal y el centro?

—Esa misma, tal vez quieran llevarla a Savanna Central, pero es sólo una suposición, esto es todo lo que tengo.

—¿Por qué estás haciendo todo esto, Gabriel? —El felino no recordaba haber sido llamado por su nombre de parte de ella, lo tomó con la guardia baja—. ¿Qué ganas pasándote de bando una y otra vez? —La mapache oyó un suspiro al otro lado de la puerta.

—Raines me conoce desde hace tiempo, desde antes de que se concibiera la idea de Arcagma. No es la primera vez me traiciona, sabe que a cambio de mucho dinero yo puedo serle fiel durante un tiempo, pero esta vez le pondré punto final a todo. Me cansé de ser su prostituta y hacer todo lo que me pide, aunque me pague cada vez más mientras me pisotea en el camino. ¿Me gusta el dinero? Demasiado, aunque no lo suficiente como para dejarle pasar una más, esta vez seré yo quien lo vea derrumbarse desde la cima y voy a gozarlo mucho.

El tigre abrió la puerta y tomó su pistola, aunque para su sorpresa Langley salió caminando desarmada. Le dirigió una mirada vacía, sin luces ni sombras, y sólo volteó. Sabía dónde estaba la puerta y se encaminaría hacia ella, pero se detuvo antes de bajar por las escaleras.

—¿Por qué no lo matas si lo tienes aquí contigo?

—Su sufrimiento valdrá más, quiero que todo el mundo vea quién es en realidad, y en ese entonces, su destino será peor que la muerte.

—Lo entiendo, podría dispararte ahora mismo y privarte del gusto de ver a Raines caer, pero prefiero dejarte vivir por ahora. Luego me vas a conocer en verdad y estarás en la misma situación que Raines.

—¿Conocerte? —Tora dejó escapar una risa apenas audible—. Somos iguales, Sarah, por eso congeniábamos tan bien, y por eso mismo también sé de lo que eres capaz. Saluda al resto de mi parte, tal vez nos volvamos a encontrar pronto.

—Tal vez, posiblemente antes de lo que imaginas.


. . . . . . . . . .

Skye hablaba y él respondía en modo automático, pronto el silencio volvería a interponerse entre ambos; era evidente que estaba molesto y la vulpina pareció entenderlo al dejar de interactuar. No lograron dar con ninguna pista, interruptor, pasadizo, pared hueca ni nada de utilidad, por lo que decidieron salir de ahí y buscar en las habitaciones vecinas.

La zorra de las nieves decidió ir a su lado, pero él prefirió tomar caminos diferentes para ahorrar tiempo. Sin argumentos para oponerse a su idea, Skye refunfuñó y le dio la espalda para ir hacia la habitación que se encontraba a la derecha de la oficina de Big. Jack suspiró, tendría algunos minutos para acomodar sus ideas y tranquilizarse. Apenas se alejasen unos metros comenzaría a pensar con mayor claridad. Todavía se sentía aturdido por lo que acababa de pasar, pero tenía que dejarlo de lado para buscar la maldita declaración e irse de una vez por todas.

Ya frente a la puerta, la forzó con sus ganzúas necesitando un esfuerzo mayor a lo que esperaba. La cerradura parecía estar oxidada, el lugar no se habría desde hacía tiempo. Al alumbrar con su linterna no encontró nada fuera de lo normal, apenas había un par de muebles, estanterías, una alfombra en medio de la habitación y unas pocas sillas. Una vez que se adentró volvió a buscar pistas, pero no había nada fuera de lo normal, la única diferencia con la oficina de Big era el tamaño. Solía sentirse abrumado al ingresar a espacios diseñados para otros animales, pero allí no era lo mismo.

Salió del lugar y se acercó a la habitación de enfrente, cuya puerta estaba en dirección recta a la que acababa de atravesar. Llevó su pata hacia el picaporte, pero la detuvo en el aire y alzó las orejas. Alumbró en dirección a la oficina de Big y a la habitación que esta tenía como espejo, sus entradas estaban también a la misma altura.

Siguiendo su instinto, volvió sobre sus pasos y reingresó al lugar que acababa de abandonar. Se paró frente a una pared y comenzó a caminar en línea recta hacia adelante para calcular la distancia entre estas, para luego salir al trote y hacer lo mismo en la oficina de Big. La diferencia era notable, unos dos metros y medio aproximadamente, debía haber una habitación interpuesta entre las paredes. Para dar mayor validez a su teoría, fue a las habitaciones de enfrente y volvió a medirlas con sus pasos, también a la que se encontraba a la izquierda de la que podría tener una medida dispar. Contando los pasos de nuevo, terminó por confirmar que las habitaciones tenían las mismas dimensiones, a excepción de aquella que le despertó la duda.

Sin pensarlo dos veces, llamó a Skye y la esperó mientras volvía a la oficina de Big; se quedó observando la pared buscando alguna forma de entrar al espacio que había entre ambas habitaciones. La vulpina llegó sin ocultar su emoción, en tan solo un momento tendría en sus patas la clave para estar al frente de la Hermandad.

—¿Qué es lo que tienes? —consultó en un tono de voz raro en ella.

—Cuando fui a la habitación de la izquierda me di cuenta de que era más pequeña, pero todas las puertas están a la misma altura. Comencé a medir otras habitaciones y son todas iguales a esta donde estamos, bastante más grandes en comparación, es como…

—¿Si hubiera una habitación secreta en medio? —Jack asintió—. Tiene lógica, nos guiamos bajo la pista del corazón del héroe. El corazón no está centrado sino un tanto hacia la izquierda.

—Pfff, que detalle más tonto —exclamó el conejo, dejando escapar una sonrisa—. La cuestión ahora es cómo hacemos para entrar, las paredes son de concreto.

—¿Había algo en la habitación más pequeña que estuviera fuera de lugar?

—No desentonaba en nada, había un par de muebles mayormente vacíos, estanterías sin nada, un escritorio sin nada… —El silencio de Jack no sería ajeno a la vulpina.

—¿Qué más?

—Había una alfombra circular, busqué debajo de ella pero no tenía nada. No era demasiado grande, se podría decir que desentonaba con el resto de cosas.

—Tal vez funcione como señal. —Jack chasqueó los dedos en respuesta.

—¡Eso es! Hay que intentar alcanzar el techo, sino buscar en la habitación de abajo o de arriba en el mismo punto donde está la alfombra. Es como si fuera la gran "X" de un mapa del tesoro.

Skye asintió y corrió hacia la habitación en cuestión, en tanto Jack caminó detrás de ella. Para cuando entró, la vulpina ya había comenzado a empujar un mueble bastante alto en dirección a la alfombra. Comenzó a ayudarla, con el malestar todavía presente al ver cómo se dejaba llevar por su obsesión. Lo siguiente fue empujar el escritorio, que sería usado como escalón para trepar al armario. Apenas terminaron, la vulpina subió encima e intentó tocar el techo, pero le faltaba bastante.

—Jack, pásame una silla—ordenó frustrada.

—Creo que todavía te faltarán unos centímetros.

—Sube tú también entonces, yo me subiré sobre la silla y tú sobre mis hombros.

—No tengo opción, ¿verdad? —dijo en tono irónico, mientras Skye pasó de él. Estaba demasiado ensimismada en sus ideas.

Siguiendo sus peticiones, Jack subió una silla al escritorio y luego se la alcanzó a la vulpina; él sería ayudado por ella para subir. En primer lugar ella se paró sobre la silla y luego le exigió que subiera. Evitando mirar abajo, Jack comenzó a trepar por las piernas y luego la espalda de Skye, algo que habría disfrutado como antaño de no ser por el contexto.

El techo estaba cubierto por maderas y al golpear pudieron escuchar que estaba hueco. Sonrieron en simultáneo y Jack comenzó a golpear en diferentes zonas, usando ahora su pistola para no lastimarse la pata. Segundos después, una madera se aflojaría y caería al suelo. El conejo introdujo su pata buscando algún interruptor pero sus dedos no lograban dar con nada.

—Vamos, Jack, no puede estar vacío.

—Hacer esto a oscuras mientras parecemos mamíferos de circo le suma algo de dificultad, ¿sabes? —dijo en tono de broma, pero la zorra ártica no parecía de estar con humor para ello—. Espera —exclamó al rozar algo que parecía ser metálico—, creo que di con algo.

—¿Quieres que me ponga en puntas de pie?

—Voy a probar con algo más, no quiero arriesgarme a una caída. —Jack volvería a tomar su arma y con ella iría lanzando golpes al aire, hasta que logró darle al elemento metálico. Habiéndolo localizado, se preparó para dar un golpe más potente y le dio de lleno.

Un leve temblor se hizo presente y Skye comenzó a perder el equilibrio. La vulpina cayó mientras Jack se quedó colgando del espacio que había quedado en el techo, pero la madera terminó por aflojarse y caer, al igual que la anterior. Estando él sobre sus espaldas, y ambos quejándose por el golpe, surgió un ruido que les marcaría su éxito: un pasadizo se estaba abriendo.

—Sé que disfrutas mucho estar sobre mí, Jack, pero me gustaría poder moverme.

—¿No se pueden cinco minutos más? —Skye rio por lo bajo, ahora más tranquila al haber tenido éxito en su búsqueda.

—No seas baboso —indicó ella, intentando levantarse de a poco—. ¿Estás bien?

—Dolió, pero estoy bien. ¿Tú espalda qué tal?

—Intacta, no es que peses demasiado, chiquitín. —El tono cómico de la vulpina fue reconfortante, llevaba mucho sin oírlo.

Ambos cruzaron sus miradas y un leve destello se hizo presente. La vulpina cruzó su pata por encima de sus hombros y juntos se encaminaron hacia el pasadizo. Con las linternas en alto y sus corazones acelerándose, ambos se adentraron; Jack se frenaría para dejarla ingresar primero y luego iría tras ella.

Las telarañas y un aire pesado invadían el lugar, que contaba con un ambón barnizado que llevaba el logo de los Lirios en su parte delantera y un cofre metálico y negro encima. Skye permaneció quieta por un par de segundos, pero al ver que Jack avanzó hacia el cofre se adelantó en un movimiento rápido, quería ser la primera de todos en tomar el cofre y ver su contenido. El conejo cayó sobre un costado y alzó la vista para ver a la vulpina con sus patas sobre su ansiado tesoro.

Jack cerró sus ojos, inspiró hondo y salió por el pasadizo, mientras Skye intentaba forzar la cerradura en vano. Tomo su teléfono descartable y envió un mensaje a los suyos, la búsqueda parecía ser todo un éxito. Acto seguido, se sentó en el suelo y se recostó sobre una de las paredes. Pese a concretar su objetivo, algo en su interior no le permitía disfrutar del momento, algo que sabía muy bien qué era. Skye lo llamó para pedirle ayuda con la cerradura, pero él se negó, ya lo harían cuando estuvieran todos juntos en el refugio.


. . . . . . . . . .

Aunque en sus mejores épocas lograba estar largo rato frente a las pantallas durante jornadas interminables, se sentía incapaz de trabajar en una computadora durante poco menos de una hora. Ya se había tomado un calmante para el dolor de cabeza y había logrado que le diesen gotas para los ojos, también descansaba de a ratos, pero nada podía ayudarlo a recuperar el nivel de eficiencia que tuvo antaño.

Para obtener un mejor rendimiento, decidió junto con Grace que ella se encargue de monitorear las cámaras. Tenían visión de la zona y la vulpina prestaba atención en casi todo momento, pero además de ello usaban las cámaras de la ciudad en busca de indicios de dónde podría esconderse el explosivo de Raines. Era prácticamente imposible poder abarcar toda la ciudad sólo ellos dos, pero no perdían nada con intentarlo.

Por su parte, Scott solía aprovechar que sus padres estaban juntos al fin y en una misma habitación; hasta las charlas más triviales le hacían bien. De a ratos se aburría y se encerraba en una habitación a dormir, tampoco es que tuviera demasiado para hacer. Ahora que estaba en una de sus largas siestas y los demás se encargaban de tareas varias, Grace aclaró su garganta y comenzó a hablar por lo bajo.

—Drew. —El vulpino alzó sus orejas ante la mera mención de su nombre—. ¿Has estado pensando qué haremos una vez que esto termine? —preguntó al ver que ya contaba con su atención.

—Pensé en diferentes posibilidades cuando estaba en prisión, creyendo que el juicio tal vez podía salir a nuestro favor. Las cosas cambiaron un poco desde entonces y ya no he tenido mucho tiempo de analizar qué haremos, pero sí tengo un par de ideas.

—Sé que tenemos que esperar y ver cómo avanza todo, pero aun así no dejo de pensar en esto. —La vulpina se tomó un momento para tomar aire—. Quiero que nos vayamos de la ciudad.

—También creo que es lo mejor. Hay que ver qué sucede con el juicio, al demostrar los crímenes de Raines estoy seguro de que me absolverán, pero tal vez tenga que entrar en un programa de protección de testigos o algo así. Tal vez sea lo mejor que nos pueda pasar, estaremos cuidados por Haggard y quizás lejos de aquí.

—No había pensado en algo así, aunque no sé hasta dónde es lo mejor. Scott no puede estar toda la vida huyendo de un lado a otro, arruinaremos su infancia y quién sabe cuánto más. —Drew suspiró molestó, Grace tenía la razón, como casi siempre.

—Buscaremos la forma de negociar, ya te dije que tengo un par de ideas.

—¿Negociar? ¿Con qué? Si acabamos con Raines y Viktor termina tras las rejas, siendo el mejor de los escenarios, ya nadie volverá a meter el hocico en el caso. Luego con los Lirios no es que tengamos muchas opciones, apenas sabemos cosas de ellos y dependemos de la voluntad de Skye si es que se hace con el control.

—Tú tampoco confías en ella, ¿verdad? —Grace negó con la cabeza sin pensarlo dos veces—. Estamos igual entonces. Puede que me haya traído hasta aquí, que haya arriesgado su vida allí en la mina por los demás, pero hay algo en ella… No sé cómo describirlo, pero es como si hubiera dos Skyes: una casi muere para rescatarnos y la otra está dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias para satisfacer sus obsesiones.

—Si lo que hizo con Nick es cierto…

—Lo es, y eso es una fiel muestra de que cualquier cosa puede pasar. —La vulpina se mantuvo en silencio, la situación le era repugnante. Toda su vida había sido juzgada bajo los estereotipos hacia su especie, y que Skye fuera el estereotipo personificado le causaba demasiado rechazo—. Quiero creer en ella, le debo la vida y por duplicado, pero también es responsable de que yo haya terminado en las garras de los Raines.

—Big fue una rata de la peor calaña, pero así y todo tenía sus códigos. Si él, que quiso acercarla a la Hermandad, perdió confianza en ella, no creo que haya mucho más para decir —respondió tajante, llamando la atención de Drew—. Yo buscaría la forma de deshacernos de la declaración una vez que acabemos con Raines, dejar a Skye frente a la Hermandad es un cincuenta y cincuenta de que las cosas se vayan al demonio.

Drew se quedó meditando la situación en silencio. Sabía muy bien que su esposa se dejaba llevar mucho y varias veces era irracional, pero no faltaban razones para desconfiar de Skye. Lo que más dudas le causaba era el tiempo que tardó en volver la vulpina. ¿Qué estuvo haciendo dos meses desaparecida? ¿Qué estaba buscando? Si en serio quisiera redimirse debería haber buscado a los suyos y luchado contra la Hermandad, o si quisiera protegerlos habría ido a por Raines o miembros importantes ella misma; información para combatirlos no le faltaba.

—¿En qué habías pensado para negociar? —consultó Grace, apartándolo de sus ideas—. Tú sueles ser el de las buenas ideas.

—No tengo ganas de volver a vivir cerca de tus padres —Grace no acotó nada, no podía culparlo, su familia no era fácil de llevar—, tampoco me dan ganas de quedarme en Zootopia donde siempre tenemos problemas, pero el dinero no nos sobra, aunque vendamos la casa. O entramos en un programa de protección de testigos a cambio de algo jugoso, o sacrificamos nuestra comodidad para irnos a algún pueblito donde se vendan casas baratas.

—Mientras haya internet para Scott, supongo que cualquier lugar estaría bien —dijo con una sonrisa, la cual el zorro imitaría.

—Si digo que soy el Archimago…

—Drew, ni lo pienses. Eso no es algo que esté en discusión, nos traería más problemas.

—Podría trabajar como asesor en alguna agencia de seguridad, apuesto a que cualquier estaría interesado en mis servicios, aunque esté muy oxidado. —La mirada fría de Grace y su ceño fruncido lo decían todo—. Scott merece ir a una buena escuela, a una buena universidad y también a un buen psicólogo, y aunque trabajemos los dos juntos no conseguiremos nada de eso a menos que nos quedemos en Zootopia, cosa que ninguno quiere. Además estaría muy protegido, sería un recurso muy valioso.

—Pondrás un gran blanco en tu espalda, más grande del que tienes ahora. La Hermandad no tendrá motivos para perseguirnos cuando acabemos con Raines, además están muy debilitados e invertirán su tiempo en otras cosas. Un programa de protección estaría bien para comenzar, Haggard nos ayudará, pero tampoco vamos a salir de un problema para meternos a otro.

—Tenemos que considerar la posibilidad.

—No pienso considerar un carajo. —Drew se quedó en silencio, cuando su esposa comenzaba a elevar el tono de voz no había mucho que hacer—. No voy a dejar que vuelvas a tus andadas, así que ve descartando toda idea de convertirte en Archimago, pirata informático o idioteces así. Lo importante es que estemos bien, nada más. —Drew desvió la mirada hacia su monitor.

—Grace…

—Grace nada, lo único que quieres es volver a sentirte joven de nuevo, es normal cuando pasas cierta edad y no tiene nada de malo, pero no voy a dejar que cruces estos límites. —El vulpino seguía con los ojos fijos en el monitor—. Como te vea haciendo cosas raras frente a una pantalla te voy a colgar de tus…

—¡Grace! —El zorro le dirigió una mirada fulminante y señaló la pantalla—. Cállate y lee esto.

Un mensaje se Langley se había hecho presente a través de un mail y su información era vital. La mapache les había ahorrado horas de búsqueda y un riesgo inconmensurable si llegaban a fallar en su búsqueda; tenían la localización del explosivo y la fuente era ni más que menos que Tora. Evitarían pensar en el tigre y su huida de prisión, primero debían cerciorarse de que lo que decía era verdad.

Grace le dejó paso a Drew y este comenzó a abrir varias pestañas mientras tecleaba a gran velocidad. Buscó de forma precisa en base a todos los detalles que Sarah les escribió y su trabajo pronto rindió sus frutos. Luego de revisar grabaciones de horas previas, el zorro observó a varios de los matones que conoció en la mina ingresar a la estación abandonada que les indicó Tora.

El vulpino pensó aprovechar el momento para presumir de sus habilidades frente a Grace, luego de los reproches de esta, pero de un segundo a otro se quedó sin palabras. Mientras iba avanzando y retrocediendo las grabaciones, un felino de gran tamaño y negro pelaje fue visto más de una vez por la zona. Raines había sacado a Herbert de prisión y lo puso a custodiar el explosivo. No sólo tenían un gran obstáculo frente a ellos, sino que además la presencia de la pantera funcionaba como una amenaza contra Viktor: si Raines detonaba el explosivo, Herbert sería de los primeros en morir.

—Tenemos que avisarle a todo el mundo de esto —exclamó Grace.

—No tan rápido, hay que tener cuidado con esta información. —La vulpina se quedó viéndolo confundido—. Necesitamos a Viktor con nosotros para que el plan resulte, pero si llega a enterarse de que Herbert está libre podría huir. Hablaré con Nick y luego con los demás, de momento sólo diremos que encontramos la bomba.

—Me parece bien, no había pensado en eso.

—Estabas muy ocupada pensando en mis… —Grace lo golpearía en su hombro antes que terminara la oración—. ¡Hey! Eso dolió…

—Tienes que cuidar más tus palabras en presencia de una dama —indicó la vulpina, con una sonrisa burlona.

—No iba a culparte por pensar en eso, sé que te… —La vulpina se limitó a arquear una ceja, a lo que el vulpino se pausó—. Ya entendí, ya entendí, no hace falta repartir más golpes a nadie.


. . . . . . . . . .

La mayoría estaba fuera buscando la condenada declaración y los que estaban con él en el escondite ignoraban sus llamados desde hacía largo rato. No tenía con quién hablar, libros para leer, revistas, periódicos, televisión, acceso a internet ni nada que ayudara a pasar las horas más rápido; su aburrimiento llegaba a límites que jamás se habría imaginado. Entendía que los demás le temieran, pero aislarlo en una habitación durante varias horas sin nada que hacer era una tortura de lo más innecesaria, detestaba que lo trataran como un prisionero.

Nunca temió ir a la cárcel, aunque al analizar su situación en ese preciso momento, sabía muy bien que no lo soportaría. Lejos estarían de dejarlo en una celda común, buscarían aislarlo del resto del mundo en algún sitio de máxima seguridad; la muerte era, sin la menor duda, su mejor opción. Una vez que derrumbase a su hermano y lo condenara a perder todo lo que alguna vez deseó, escaparía con Herbert o moriría en el intento, no había lugar para grises.

Alzó una de sus orejas al escuchar nuevas voces, varios de sus aliados estaban de regreso. Logró identificar al par de lobos, a Wilde y al enano malhumorado que no soportaba; también sabía que Hopps estaba fuera cumpliendo con su parte del trabajo y Langley había vuelto horas atrás. Apostaría todas sus fichas a que Steppefurd y su mascota habían dado con la declaración; todos habían vuelto antes de lo previsto, pero el dúo lagomorfo-vulpino menos interesante todavía no, pese a ser quienes más cerca estaban de su destino.

Esperó con toda la paciencia que le restaba a que alguien fuera a por él, mas nadie llegó. El correr de los minutos conllevó un aumento de su ansiedad y poco a poco su sangre comenzó a arder. Comprendía que nadie guardara respeto por él, aunque mantenerlo al tanto de cualquier novedad era una necesidad de lo más imperiosa, podían aprovechar sus conocimientos para evaluar cómo y por dónde avanzar. Extrañaba el poder que tenía en la mina, rebajarse a ser un simple mortal era de lo más tedioso y molesto.

La voz de Nicholas comenzó a sentirse cada vez más cercana y pudo oír cómo se pausó frente a su puerta. Se puso de pie antes de que el vulpino abriera y se acercó en su dirección. Para cuando el zorro giró y jaló del picaporte, él ya estaba listo para dar un paso adelante. Sin embargo, antes de que pudiera ir rumbo a los demás, Nicholas se interpuso en su camino interrumpiendo su avance.

—Tranquilo, anciano, sólo vengo a ofrecerte algo de beber. —El vulpino colocó una de sus patas en su pecho—. Ya te dije que no sales de aquí a menos de que el grupo lo decida.

—Soy tan parte de este trabajo como cualquier otro, necesito estar al tanto de lo que sucede. —Nick hizo una mueca, en tanto el lince sostenía su mirada. El zorro bajaría su pata a continuación.

—Estamos esperando a Skye y Jack.

—Y encontraron la declaración, ya lo sé.

—¿Entonces para qué quieres salir? —preguntó reticente.

—Quiero que me pongan al tanto de lo que encontraron, de cualquier cosa que pudieran haber hablado en llamada. —Nick permaneció en silencio—. ¿Encontraron el bendito cofre al menos? ¿Pudieron abrirlo? ¿Había algo más?

—¿Cómo sabes que es un cofre? —consultó el zorro con desconfianza.

—Porque no soy un inútil a diferencia de ustedes. —Ambos desviarían la mirada en dirección a la sala de estar, donde estaban los demás, Jack y Skye estaban de regreso—. ¿Y bien?

—Esperarás aquí un momento. —Nick volteó, pero Viktor lo tomó de su pata.

—No me pienso quedar al margen, si quieren que colabore tienen que respetar mi lugar. O me dejas ver la declaración…

—Ya déjate de dramas, ¿quieres? Tú no tienes poder aquí, así que acostúmbrate a ello. —Nick se soltaría con un movimiento brusco—. Scott quería entrar un poco en contacto con los demás y conocerlos, ahora le pediré a Grace que vaya con él a su habitación. Lo quiero tan lejos de ti como sea posible, así que te esperas hasta que venga a buscarte.

—¿Vas a hacerme esperar por los caprichos de un cachorro? ¿Quién te crees que eres?

—Podría hacerte la misma pregunta, ¿quién carajo te crees tú que eres? Puede que seas importante para la misión, pero ahora me preocupa más satisfacer las necesidades de mi sobrino y cuidarlo antes que soportar tu ego. —Viktor dejó escapar un gruñido y volvió al interior de la habitación, cuanto antes terminaran con esto más rápido se pondría al tanto.

Luego de escuchar cómo Nicholas cerraba la habitación con llave, golpeó la pared y tomó aire tan profundo como le fue posible. Estaba por debajo de un cachorro que se cagaría encima con sólo verlo, a ese nivel lo habían dejado. Maldijo para sus adentros, pero pronto recobró la calma. Tenía que centrarse, sabía que todos allí se necesitaban mutuamente, para irse con Herbert sólo podía colaborar y tragarse su orgullo.

Al cabo de un par de minutos volvieron a abrir la puerta, pero en esta ocasión sería Savage quien fue a por él. El orejón no le dirigió la palabra y él tampoco lo haría, su humor estaba demasiado ácido y sería mejor no sembrar discordia. Al llegar con los demás todas las miradas se clavaron en él, menos la de Steppefurd que estaba con la antigua daga en sus patas, analizando cómo abrir el cofre; era demasiado grande para entrar en la cerradura.

—La daga no es para abrir el cofre, es el contenedor de la llave —indicó Viktor, mientras extendía su pata en dirección a Skye. Esta le otorgó la daga y, luego de girar con gran fuerza la mitad inferior de la empuñadura, logró aflojar la hoja para que caiga al suelo. La parte que se encontraba dentro de la empuñadura tenía el tamaño exacto como para ingresar en la cerradura del cofre; la vulpina intentó tomarla, pero el lince lampiño sería más rápido—. Agradecería que, como gesto de buena fe, me dejasen abrir el cofre y ver la declaración primero, hay un detalle que quiero observar.

—¿Disculpa? —Skye alzó la voz—. La declaración le pertenecía a mi familia, yo seré la primera en verla.

—Chicos… —Clarke intentó aplacar los ánimos, pero su intento fue en vano.

—¿Puedes dejar de lado tu estúpida obsesión con la Hermandad por tan solo cinco minutos? —exclamó Langley, llamando la atención de todos—. Da igual quién lo hace y él tiene la llave en sus patas ahora, así que mueve tu trasero albino y deja que abra el cofre.

—¿Cuál es tu problema? ¿Sigues teniéndome rencores de algún tipo? —preguntó la vulpina en respuesta—. Tora admitió que fue él quien nos vendió cuando rescatamos a tu hermana, no tienes por qué actuar así. ¿Además dejarás que él se dé el gusto de ser el primero después de todo lo que nos hizo pasar?

—Que tú no hayas tenido nada que ver en lo de mi hermana tampoco te convierte en una santa. Además, él desea destruir la Hermandad tanto como nosotros, a diferencia de ti. —Skye se quedó en silencio y comenzó a observar a los demás, apenas un par le sostuvieron la mirada.

—¿Es eso? ¿Dudan de mi compromiso? ¿Y encima lo prefieren a Arcagma antes que a mí? —esbozó con un tono de voz cada vez más alto—. ¡Jack! ¡Di algo tú también!

—Da igual quién abra el condenado cofre, sólo háganlo de una vez. —La vulpina gruñó ante sus palabras.

—Que en el pasado haya trabajado para la Hermandad no quiere decir que esté apoyando lo que hacen —explicó la zorra de las nieves—. Nuestro objetivo es derrumbar a Raines y evitar que la Hermandad haga de las suyas de nuevo, y mi compromiso con dicha causa es total.

—¿Entonces por qué no apareciste antes para ayudar al resto? —preguntó Drew, dejándola con la guardia baja.

—¿Te salvé la vida y así me agradeces, maldito hijo de…?

—Skye. —La voz de Nick la frenaría—. A todos nos vendrían bien tus explicaciones, ayudaría a traer claridad. —La vulpina entrecerró los ojos y lanzó una mirada fulminante a todos.

—La muerte de los líderes anteriores a manos de Viktor dejó un gran caos interno y muchos problemas de organización, Raines concentra el poder y tiene a varios de su lado pero a varios en contra. Quería ver quién era quién en esa batalla por el poder y para eso tuve que acercarme demasiado, no volví con ustedes porque ya no quería traerles problemas. —Skye esperó comentarios de algún tipo, aunque nadie dijo nada—. ¿Están conformes con eso? ¿Quieren saber algo más?

—Lo único que quiero es abrir el cofre, ver si la firma de mi familia está allí y luego te la dejo para que hagas un barco de papel si quieres con ella, pero muévete del medio. —Nadie terminó de entender la mención de Viktor hacia su familia, los Raines no llevaban tiempo suficiente en Zootopia como para haber firmado la declaración—. ¿Y bien?

—Dame esa mierda, anciano. —Antes de que Viktor pudiera reaccionar, Finnick se acercó y tomó la hoja de la daga mientras tenía un trapo en su pata para no cortarse con ella—. Acabemos con esto de una vez —indicó en tanto se acercó al cofre sin que nadie lo detenga. Al cabo de un par de clics, logró abrirlo y todo el mundo se acercó.

—Te arrancaría la cabeza ahora mismo, enano, pero admitiré que tienes coraje. — Finnick sólo observó a Viktor de reojo y tomó la declaración con sus patas, para luego dejarla con brusquedad en su pecho.

—No sé qué tenga que ver tu familia, pero revisa esa cosa y luego se lo das a Skye—. El felino evitaría observar a la vulpina luego del comentario del fénec, aunque imaginar su rostro le producía regocijo.

—Si tu familia firmó la declaración, ¿eso significa que los Raines estuvieron escondidos en Zootopia durante décadas? —consultó Nick, intentando traer lógica a la situación. Viktor negaría en respuesta mientras sonreía, causando mayor curiosidad en los presentes, luego su rostro se impregnó de seriedad.

—Esto sí que es decepcionante. —El lince enrolló el manuscrito y se lo entregó a Skye, cumpliendo con el trato—. Los Raines tuvimos dos etapas en Zootopia, ambas muy separadas en el tiempo. A algunos miembros de la familia se nos cría con historias de nuestro legado y del poder que nos robaron en su momento, de cómo los Gormsson se rieron en nuestras caras, y al final… Todo es mentira, todas esas historias que nos inculcaron de cachorros y a nuestros padres antes que nosotros.

—En ningún momento de la historia de la Hermandad se habla del apellido Raines, hasta que llegó tu hermano —indicó Skye—. ¿Quiénes son en realidad?

—Según esta declaración, miembros comunes de la Hermandad sin poder, de acuerdo a los relatos de mi familia, los cofundadores de esta ciudad, los que sufrieron la primer gran traición en la historia de la Hermandad, los…

—¿Los Edevane? —La pregunta de Jack posaría las miradas de todos sobre él, Viktor asentiría en respuesta—. Ahora… Ahora lo entiendo todo, las narraciones del libro de los Edevane, el asesinato de tu padre, tu venganza contra la Hermandad. Todo está conectado

—Esperen, esperen, me estoy perdiendo —expresó Langley, hablando por ella y por varios de los presentes—. He escuchado más de una vez a los Edevane en nuestras charlas, pero ni siquiera recuerdo qué tienen de importante.

—¿Explicas tú, Savage? —El conejo respondió con su silencio, cediéndole a Viktor el honor de explicar—. Supongo entonces que les daré una versión completa. Al tiempo de que los Gormsson tomaran el timón de los Lirios, varios se pusieron tanto a su favor como en contra, los Edevane fuimos de los primeros en aliarnos y reconocer su poder. Pasaron un par de generaciones y nuestras familias estaban muy hermanadas, compartían negocios y se hacían favores sin problemas de ningún tipo. Sin embargo, había una regla muy importante: todas las familias debían rendir cuentas a los Lirios y dejar un porcentaje de su botín.

»Los Edevane comenzaron a amasar una gran fortuna y despertaron la envidia de los demás, el ambiente estuvo cada vez más tenso, pero seguían siendo aliados con los Gormsson. Todo iba bien, hasta que los Edevane encontraron una mina de oro, en sentido literal, y quisieron ocultarla para que nadie les exigiera dejar su parte en la Hermandad. Pidieron ayuda a los Gormsson para comerciar el oro en secreto, pero ellos pronto quisieron un pago más alto, querían saber dónde estaba la mina y llevarse la mitad del botín. Los Edevane sabían muy bien de la ambición de sus colegas y mantuvieron su locación escondida durante un par de años, lo cual llevaría a su perdición.

»Al notar que los Edevane tenían mayores riquezas que ellos, los Gormsson pausaron el negocio y comenzaron una disputa, amenazaron a sus aliados de generaciones de darles la mitad de la mina o denunciarlos frente al resto. No hubo acuerdos de ningún tipo y los Gormsson no tardaron en hacer cumplir su amenaza: los Edevane huyeron con las riquezas pero comenzaron a ser cazados por la Hermandad. Con el tiempo se descubrió también que los Gormsson sacaron rédito de la mina, fue imposible tapar tantas huellas, y se usó eso como excusa para cazarlos también.

»La mina nunca fue encontrada y los Edevane comenzaron a cosechar éxitos lejos de las tierras zootopianas, bajo el apellido Raines. Con el tiempo, la ambición llevó a que volviéramos a Zootopia, a seguir explotando la mina. Por desgracia, ya casi no quedaban reservas de oro y al poco tiempo nos dimos cuenta de que todo era en vano a cambio de grandes riesgos.

»La riqueza de nuestra familia llamó la atención de la Hermandad, que a través de mi abuelo intentó afiliarnos, pero el estallido de los Giesler y Dalton terminó por retrasar el asunto. Luego mi abuelo murió y los Lirios contactaron a quien había ocupado su lugar, mi padre, que al desistir un par de veces sus ofertas fue asesinado. Apenas un puñado de miembros de mi familia estaba al tanto de nuestro pasado como Edevanes, pero ninguno de estos sabía que la Hermandad contactó a nuestro padre, más que Mycroft y yo. Buscando vengarnos del asesinato de nuestro padre, e intentando recobrar el sitio que alguna vez nos perteneció, comenzamos con esta cruzada hace unos quince años, hasta que nuestro plan fue un éxito y mi hermano se convirtió en el líder de la Hermandad.

Viktor culminó su relato con un imponente silencio y una amarga sonrisa. Al final, su familia había logrado su venganza sobre la Hermandad y los Gormsson, efectivamente habían ganado, pero a la larga no sirvió de nada. La codicia de su hermano terminó por evitar la desintegración completa de su enemigo, además de ponerlo en su propia contra. Se alejó de su familia y amistades, vio morir a quienes quería, sacrificó su vida entera y, con el éxito cosechado al acabar con los principales miembros de los Lirios, todo se fue a pique.

Por un breve momento sintió nostalgia, no había pasado mucho tiempo de su victoria y sentía como si fuera toda una vida, vida en al cual terminó por alejarse del último mamífero que lo conectaba con su yo anterior. Solía echarle la culpa a Mycroft, ¿pero era en realidad el único responsable? ¿Era justo al evitar compartir sus errores? ¿Cómo es que no lo vio venir ni lo frenó a tiempo?

—¿Preguntas, señores y señoras? —Jack daría un paso al frente luego de que Viktor retomara la palabra.

—Si la firma de tu familia no está allí, ¿qué significa? Algo de verdad debe haber en tu relato, aunque por lo visto tus parientes no estaban al tanto de todos los detalles.

—No estoy del todo seguro, tal vez los Edevane crearon esta historia para engañarse a sí mismos y agrandar su figura. Quizás tomaron mayor poder con el correr de las décadas y para cuando se firmó la declaración estaban por debajo de los demás. Dudo que algún día sepamos la verdad del todo —explicó Viktor—. ¿Alguien más?

—¿Crees que la ausencia de la firma de los Edevane pueda influir en el plan de mañana? —La pregunta de Drew sorprendió a varios de los presentes, por poco y se pasan un detalle tan importante por alto.

—Ahora que lo dices, mi hermano enloquecerá si ve que todo nuestro trabajo fue en vano y que, por linaje, se puede quedar por detrás de algunos miembros. —Tras el análisis de Viktor, todos comenzaron a murmurar—. Mycroft no puede ver la declaración, negará que es la real y podría responder con una ofensiva, es demasiado peligroso.

—¿Y si hacemos una falsificación? —Una vez más, Drew sorprendió al resto. La charla que tuvo hacía rato con Grace influyó mucho en su idea—. Sarah, tú que has robado arte de todo tipo, ¿crees poder falsificar la declaración o conseguir a alguien que lo haga?

—Un conocido de confianza puede hacerlo rápido, aprovecharé que me debe varios favores. —Los dichos de Langley trajeron alivio a la sala.

—Tengo una pregunta, Viktor —exclamó Abel—. ¿Qué sucedió con la mina de oro?

—Todos aquí la conocen, fue mi escondite. —Nadie acotó nada en respuesta, si bien no lo habían pensado de primeras, la aclaración de Viktor tenía sentido—. Ahora que lo veo en retrospectiva, tiene sentido que mi familia no encontrase oro al venir aquí, todos los relatos tenían incoherencias respecto a lo apuntado en el Romberg y otros libros de la Hermandad. Nuestros ancestros acrecentaron la historia para limpiar su orgullo, condenando a las generaciones venideras.

—Teniendo la declaración lista, ¿continuamos con el plan? —preguntó Nick, para aprovechar el poco tiempo que les quedaba. Los presentes comenzaron a asentir mientras él se acercó a Skye y le dio un teléfono descartable—. Yo iré ahora a por Judy, luego nos llevamos a Drew y tú haces la llamada.


. . . . . . . . . .

¿Sería la puntualidad de Ben o la incapacidad de Nancy por llegar a tiempo a cualquier compromiso? Si se le hubiera ocurrido antes habría apostado con Nick, que llegaría en cualquier momento también. Agradecería que apareciera cuanto antes, ser una reconocida oficial en medio de un bar de mala muerte no le entusiasmaba del todo. Comprendía que el bar tuviera túneles que fueron usados durante la época de la Ley Seca, pero podrían haber buscado cualquier otro lugar que estuviera cerca de su escondite.

A falta de un par de minutos para la hora estipulada, su único entretenimiento era una partida de billar que observaba a la distancia. De a poco fue acostumbrándose al ambiente y se tranquilizó; si bien todo el mundo la miraba de reojo, nadie se había sobrepasado. Además, la mesera fue muy amable al acercarse para ofrecerle una bebida de parte de la casa, aunque no le esclareció los motivos de ello. No insistiría demasiado, un vino de zanahorias era un vino de zanahorias y no podía ser rechazado. Si bien no era fan de la bebida, añoraba todo lo que venía de su pueblo y simple y llanamente era incapaz de negarse. Sólo presentaba una única queja y era respecto al hedor a lavanda, era demasiado fuerte y su olfato lo sufría demasiado.

Dejó de prestar atención a su reloj, el tiempo pasó rápido y para cuando volvió en sí, Ben y Nancy ya estaban por cruzar la puerta. El guardia no los quiso dejar pasar en un primer momento, pero luego una cebra le susurró algo al oído y ambos dieron un paso adelante. Con rapidez la encontraron con la mirada y se acercaron, mientras Nancy miraba de forma poco sutil en varias direcciones.

—¡Judy! —Ben fue directo hacia ella para abrazarla—. Nans me dijo lo que pasó ayer mientras estábamos de camino, ¿estás bien?

—¿Nans? —El ceño de la jabalí se frunció luego de la pregunta de Judy. Sin siquiera pensarlo, tomó a Ben de su ropa para que se aleje de su amiga y le dio un golpe con su cartera.

—¿Qué te dije, Ben? —El cheetah asintió un par de veces con gran velocidad y se sentó. Sin mediar palabras, imitó a su acompañante y abrazó a Judy de forma afectuosa—. Me alivia tanto que estés bien, no te imaginas todo lo que sufrí al ver cómo te alejabas en ese auto —expresó luego de separarse un poco para verla a los ojos—. ¿Qué rayos fue lo que pasó?

—Yo también me alegro de verte, a ambos de hecho —indicó la coneja dirigiéndole una mirada a ambos, luego tomaría asiento—. En cualquier momento llegará Nick, les explicaré junto con él.

—Espera… —Los ojos de Ben tomaron un brillo especial—. ¿Esto es una cita doble?

—Oh, por un demonio, ya hablamos de esto, sólo son amigos —exclamó Nancy—. Lleva la loca idea desde hace tiempo de que tú y Nick están saliendo a escondidas, pero ya le dije que es imposible, él tiene algo con Skye y tú no podrías porque… Ya sabes… —La jabalí comenzó a hacer señas con sus patas para referirse a la diferencia de tamaño, Judy se sonrojó mientras se intentaba contener una risilla nerviosa.

—No es una cita doble, o bueno, no era la idea principal, aunque los cuatro vengamos juntos a un bar. —Al notar que su amiga comenzó a tartamudear y ponerse nerviosa, Ben sonrió.

—Te lo dije, nada es esquivo bajo la mirada del gurú del amor. —Nancy rodó los ojos, esperando que nadie alrededor lo hubiese escuchado.

—Ben, Judy viene de una familia de conejos, lo que más adoran es tener crías y Judy con Nick no podrían siquiera… ya sabes —argumentó la porcina, Judy se sonrojó más y bajó las orejas.

—Técnicamente, eso no es un problema… —Nancy arqueó una ceja y la observó con asombro. Sin más que decir, tomó su cartera, buscó dinero y se lo entregó a Ben, quien permaneció en silencio mientras su sonrisa lo decía todo—. ¡Hey! ¿Apostaron con nosotros?

—Te sorprendería la cantidad de mamíferos que van a tener que pagarme mañana por esto —indicó Ben, sin ocultar su felicidad—. Ahora, coneja picarona… Detalles, los quiero todos. Cómo, cuándo, dónde, qué pasó con Skye, cómo lo castigaste, ¿le gustó el castigo? ¿Qué tanto pueden hacer siendo tu tan pequeñita y él tan…? Ah, ¡ya sé! ¿Es él quien tiene problemas de tamaño y lo hace todo más fácil?

—Eso tendría sentido. —Por primera vez a lo largo de la noche, Nancy le dio la razón a su compañero—. Nick no es el tipo más masculino del mundo, sin ofender, puede ser que tenga…

—Por favor, no hablemos de lo que hay entre las piernas de nadie, ¿puede ser? —Tanto Ben como Nancy permanecieron en silencio. Al dar un vistazo rápido al lugar, los mamíferos dejaron de observarlos y siguieron con lo suyo; sería mejor no prestar atención a ello—. ¿Qué hay de ustedes? ¿Cómo lo están llevando? Ya no es secreto en la ZPD que están saliendo, ¿no sienten algo de presión?

—Oh, bueno, lo llevamos bastante bien —respondió Nancy con un ligero tartamudeo mientras Ben recurrió al silencio—. Llevamos saliendo desde poco después que comenzase el caso, había que lidiar con mucho estrés y nos terminamos acercando… de este modo. Nos conocemos desde hace bastante y hubo algunos… ¿Roces? Tú me entiendes, mucho estrés, buena amistad, algo de lo que tú has de haber tenido con Nick, supongo. Luego una cosa llevó a la otra y nos dimos que teníamos muchas cosas en común, así que dijimos, ¿por qué no?

—Lo nuestro era un amor imposible desde el comienzo, y aunque quisiéramos negarlo por ser de especies diferentes, con el tiempo decidimos asumirlo y avanzar juntos a escondidas, hemos hecho un gran trabajo hasta ahora para que nadie sospeche. —Judy no pudo evitar sonreír ante el comentario del cheetah.

—Sí, un trabajo fenomenal —esbozó con un sarcasmo más que evidente, que ninguno de los dos terminaría de captar—. Me alegro mucho por ustedes chicos, hacen una pareja bonita y que nadie diga lo contrario.

—¿Entonces tenemos que esperar a que tu novio llegue para hablar? —preguntó Nancy de forma provocadora, intentando desviar el tema que todavía le causaba algo de incomodidad.

—Así es, hay que esperar a que ese torpe zorro… —La coneja no siguió hablando, sintió una pata posándose sobre su hombro y se quedó callada—. Es un zopenco con aires de grandeza y nunca llega a horario, apenas lo soporto.

—Vaya, no sé de quién estén hablando, pero ya me está cayendo mal —exclamó Nick mientras tomaba asiento—. ¿Cómo están, damas y caballero? Creí que pasaría más tiempo hasta que pudiéramos verlos juntos fuera de la ZPD. —Nancy hizo una mueca y Ben desvió la mirada.

—Estoy con algo de hambre a decir verdad, ¿podemos ir ordenando? —Nick alzó la pata para llamar a una camarera, luego de la petición del felino—. Hola, Lindsey, ¿podrías traernos algo de beber y un par de emparedados especiales para mi amigo? Anótalo a mi cuenta. —La camarera anotó el pedido y se alejó para continuar con su trabajo—. No tenemos demasiado tiempo, así que entre antes terminemos mejor. ¿Han hablado algo ya? —preguntó a la coneja, que negó con la cabeza—. Bien, entonces lo haremos rápido y resumido.

—El auto que me llevó ayer después del trabajo pertenece a Raines, que intentó chantajearme. Está bastante desesperado por la huida del primo de Nick. —Ben alzó la pata para hacer una pregunta, como si se tratara de una clase escolar.

—¿Ya saben por qué se pelearon? —consultó con tanto entusiasmo como curiosidad.

—Raines y su hermano, que en realidad fingió su muerte hace varios años, trabajaban juntos siendo Arcagma. Cuando Drew los descubrió, Raines se lastimó a sí mismo para que se lo lleven a prisión y luego poder deshacerse de él con mayor facilidad, mientras recibía apoyo de todos lados. —Nick le dio un momento a la jabalí y el cheetah para procesar lo que acababa de oír, luego de la explicación que dio con el menor volumen posible—. Ambos peleaban con un grupo de mamíferos que controlan la ciudad, pero en lugar de destruirlo Raines se hizo con su control y se distanció de su hermano, ahora están enfrentados.

—¿Nuestro enemigo es el animal con mayor poder de la ciudad? ¿Y encima es Arcagma?—Nancy pudo sentir cómo un escalofrío recorría su espalda luego de preguntar—. Judy, dime por favor que no te subiste al auto con ese psicópata.

—Tal vez no tenía opción, pero ella está bien, no te preocupes. —Las palabras de Ben ayudaron a que la jabalí se calme. Antes de que siguieran hablando, la camarera volvió con dos emparedados—. Al fin, ¿de qué son, Nick?

—Prueba y verás, amigo mío. —Con tan solo un bocado, los ojos del cheetah se abrieron de par en par. ¿Cómo era posible que en un bar de mala muerte sirvieran algo tan delicioso?—. No sé de qué son, nadie lo sabe de hecho, pero Beth mezcla unas cuantas cosas y sale eso… De hecho, creo que es mejor no saber qué es lo que estás comiendo.

—Nans, tienes que probar esto, dios mío. —La jabalí negó con la cabeza mientras usaba su pata para frenarlo, después de las palabras del zorro no se le antojaba demasiado.

—Concéntrate, Ben, esto es importante. —El cheetah se calmó y sólo siguió comiendo, en tanto se reanudaba la conversación—. ¿Qué hacemos entonces?

—Mañana por la mañana es el juicio de Drew, pero mientras transcurre el mismo necesito que hagan equipo con el resto de la ZPD. Raines tiene un explosivo de los que pensaba usar Whitewind, montaremos una distracción para darles tiempo a que vayan por él, ustedes de seguro tendrán que combatir con sus matones. —La jabalí suspiró profundo, desvió la mirada hacia Ben, que había parado de comer luego de escuchar las indicaciones de Nick, y luego observó a Judy.

—Hablaré con los que te acorralaron ayer. ¿Haggard sabe algo de esto? —La coneja asintió, Nancy guardó silencio analizando qué más preguntar—. ¿Hay algo más que debamos saber? ¿Algo que vayamos a hacer ahora?

—Nos iremos desde aquí para buscar a Drew, vamos a entregarlo para que se celebre el juicio —explicó Judy—. Esa es una de nuestras distracciones, hay otra más pero se las explicaremos mientras vamos a buscarlo. Van a escoltarlo y protegerlo junto con Haggard.

—Pero, Judy, si a Nick lo están buscando, podrían atraparnos a todos si viene con nosotros, demasiado nos arriesgamos al venir aquí. —El zorro sonrió al ver que Ben tenía un mínimo de sentido común.

—Tranquilo, Ben, elegimos este bar especialmente por eso. Hay túneles de la Ley Seca, escaparemos por allí. —Los dichos de Judy ayudaron a que el par se tranquilizara.

—¿Cuándo nos vamos entonces? —preguntó Nancy.

—Ya mismo si quieren, cuanto antes mejor —respondió Nick, mientras luego enfocaba la mirada en Ben—. Y podemos llevar algunos de esos para el camino, no es un camino corto.

—Nick, no termino de entender toda la situación que nos rodea ahora mismo, ni siquiera tomo dimensión del peligro al que nos vamos a enfrentar, pero si me compras una docena de esos magistrales bocadillos contarás con todo mi apoyo. No sólo ahora, sino que mi lealtad durará hasta el final de mis días. —Nancy rodó los ojos, Judy río y Nick elevó la pata para volver a llamar a la camarera. Era sabido que convencer al cheetah era sencillo cuando se trataba de comida, pero eso no lo volvía menos chistoso.


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Adoraba lo que hacía, luchar durante años por sus objetivos había valido la pena por completo, pero había días en los que definitivamente quería mandar a todo el mundo al carajo. Nadie en la Hermandad estaba en condiciones de pasar por sobre su opinión, no había mamífero alguno que pudiera hacerle frente en jerarquía, influencia, liderazgo y poder, y así y todo ahí estaban, desobedeciendo sus órdenes, haciendo cualquier cosa en vez de lo que él les exigía.

Aprovechando que sus tareas como alcalde ocupaban buena parte de su tiempo, y que en la semana estuvo más ocupado por el juicio de Wilde, varios grupos pequeños comenzaron a actuar por su cuenta. Aunque todo el mundo tenía trabajos asignados, preferían ir por ahí como los rebeldes que eran en busca de sus objetivos personales. Iba a encargarse de ellos con el tiempo, no perdonaría la insubordinación a ninguno de esos irresponsables.

Todo lo referido al juicio tenía que ver con papeleo, ir de un lugar a otro haciendo declaraciones, dar varias entrevistas y tener encuentros con sus abogados. Wilde estaba perdido desde el primer momento y ahora con su huida sólo terminó por empeorar su condena; daría con él tarde o temprano, quería capturarlo para deshacerse de él, estaría más seguro así. Aun así, su desaparición en cierto modo le hizo un favor: al empeorar la imagen del zorro la suya aumentó de forma proporcional. Sumado a ello, podía incluso no asistir al juicio, el veredicto sería definitivo al no presentarse el acusado.

Harto de la sucesión de hechos que se dieron a lo largo de la semana, cruzó todo su hogar hasta llegar a su despacho, donde tenía su colección personal. Revisó lo que tenía a su predisposición, pero se terminó por deslizar, como casi todas las veces, por el Jack Daniels Honey. Utilizó la medida de siempre, seco como siempre, pero lo disfrutó más que otras veces. Estar al frente de todo era desgastante, aunque no tanto como lidiar con estúpidos.

Habiendo terminado el primer vaso se dispuso a servirse un segundo, necesitaba dormir bien por primera vez en la semana. Mientras el whisky se vertía en el vaso su teléfono comenzó a sonar, pero colgó sin ver siquiera quién llamaba, ese momento era de él y planeaba disfrutarlo. Sin embargo, el teléfono volvió a sonar una segunda vez y luego una tercera, para la cual se dio el lujo de revisar quién rayos insistía tanto.

El número era desconocido, tal vez fuera alguna compañía estorbando o alguna encuesta. Si se atrevían a llamar una vez más, contestaría sólo para mandarlos al infierno, no estaba de humor para nada. La Hermandad terminó por sacarlo de sus cabales el último par de días; la ausencia de más líderes de jerarquía como los que mató Viktor se echaban en falta, no pasarían por alto con tanto descaro si algunos de ellos estuvieran presentes. Quizás necesitaba eso, ceder poder y responsabilidades a otros, aunque le costaba confiar en los ineptos que tenía alrededor, no estaban listos para la exigencia que se requería.

Una cuarta y última vez volvería a escuchar el tono de llamada, por lo que se aclaró la voz, atendió y lo llevó en dirección a uno de sus oídos. Antes de hablar esperaba que alguien lo hiciera al otro lado, pero sólo oía a alguien respirar. Inspiró hondo, dejó el vaso y se centró, no era una llamada como cualquier otra.

—Mycroft Raines al habla, ¿quién es? —preguntó ante el irritante sonido que llegaba al otro lado de la línea.

—Usted y yo no nos conocemos personalmente, alcalde, aunque apuesto a que reconocerá mi nombre, soy Skye Steppefurd. —El pelaje del lince se erizó, mas no por la sorpresa, sino porque ahora varias cosas cobraban sentido—. Tengo un par de demandas que debe cumplir.

—¿Y por qué lo aceptaría? —La vulpina se sorprendió al escuchar su tono de voz, era desafiante y se percibía cierta ansiedad, lejos de preocuparse pareciera que estaba encarando un desafío—. ¿Crees que le temo a lo que puedan decir con Andrew Wilde? ¿Piensas que puedes venir a exigirme cosas bajo amenaza? A estas alturas sabes quién soy, puedes incluso grabarme en este preciso momento y con el poder que tengo en mis garras puedo ordenarle a todos los medios que salgan a desmentirlo haciendo no más de dos llamados. Soy intocable, así que no pienso acatar las órdenes de nadie y menos de una zorra que se pasea entre machos para conseguir lo que quiere.

—Si tan sólo lo grabara esto perdería toda la diversión, al llamarlo consideré todas las variables y entiendo muy bien su influencia, no necesita presumir.

—¿Vas a decirme qué cuernos quieres, Steppefurd? —Una sonrisa comenzó a dibujarse en su hocico, al final la llamada terminó por interesarle más de lo que hubiese imaginado—. Estoy cansado luego de una semana atroz, tú sabes lo idiotas que pueden ser dentro de la Hermandad.

—A decir verdad, justo vengo a hablarle de eso, de la Hermandad. —La sonrisa inicial de Raines terminó por extenderse mucho más—. Hay algo que todos los miembros conocen, anhelan y buscan, un tesoro que llevamos demasiado tiempo buscando. —Los labios del lince no podían extenderse más.

—¿Hablas de cierto manuscrito antiguo?

—Efectivamente. —El lince tomó asiento y Skye comenzó a sonreír también, ya tenía toda su atención.

—Necesito verla, si no me traes la declaración no…

—Es por eso que lo he llamado. —Raines odiaba que lo interrumpieran, pero esta vez lo dejaría pasar—. Quiero volver a la Hermandad, así que quiero que nos veamos, tanto nosotros como los miembros que mayor jerarquía tengan hoy por hoy, tantos como sea posible.

—Dime hora y lugar. —El lince se dio cuenta de que estaba siendo demasiado impulsivo, necesitaba controlarse, por poco y caía en sus garras—. Ten por asegurado que sólo iré con mis guardaespaldas y ante la mínima sospecha de una trampa volarán balas. —Skye sabía a lo que se enfrentaba, que el felino lo anticipara no era una sorpresa.

—Yo también iré con mis allegados, así que estaremos en igualdad de condiciones. —Raines guardó silencio, la ausencia de una respuesta negativa la tomaría como que no le importaba demasiado—. Será mañana por la tarde, en el sótano del salón que está frente al museo del fundador —Raines cedió ante su petición con un nuevo silencio. El territorio era muy conocido para ella, mientras que al ser territorio de la Hermandad estaría bien para el resto. Sumado a ello, podían acceder por medio de diferentes túneles subterráneos para no ser vistos todos juntos, ningún otro lugar encajaría tan bien—, y lo haremos al mediodía.

—Ya veo dónde está la trampa. —El lince borró su sonrisa, además ya no se escuchaba tan confiado—. ¿Acaso piensas que voy a aceptar así nada más? ¿Crees que soy tan estúpido como el resto de la Hermandad que irían sin pensarlo? —La vulpina ya estaba preparada para llegar a dicho punto de la conversación—. Podría ser una declaración falsa, o podrías no tener nada siquiera. ¡No jodas conmigo Steppefurd!

—Sé muy bien que es la hora del juicio de Andrew Wilde, por eso lo traje conmigo, quiero ver qué tan comprometido está el líder actual con la Hermandad. Al encontrar la declaración y ser un miembro antiguo me corresponderá un buen puesto, por lo que voy a analizar si está dispuesto a sacrificar sus propias pretensiones en pos de algo tan importante como esto. —El lince no tenía cómo zafarse—. He aprovechado este tiempo para evaluar la dinámica de los diferentes miembros y usted concentra la mayor parte del poder, lo cual entiendo y respeto, pero es a raíz de esto que debo exigirle algo de este calibre. Si no está de acuerdo lo comprenderé, pero si me rechaza voy a llamar al resto de miembros para reclamar el lugar que merezco y actuaré en consecuencia al momento de distribuir este poder que ostenta, los miembros más fieles serán los más recompensados.

Lo había acorralado por completo y ya se encontraba saboreando la victoria, sabía que no tenía tiempo suficiente para vislumbrar otros escenarios y negociar en consecuencia. Pudo escucharlo rechistar, la idea le desagradaba, pero su ambición le podía más. Para Raines, tanto su influencia social como dentro de los Lirios era muy alta, perder un tanto de ella por ausentarse del juicio no le molestaría demasiado.

—Escúchame, y escúchame muy bien Steppefurd, como mañana me hagas perder el tiempo…

—No pienso quedarme fuera de la Hermandad, dé por hecho que tengo lo que todos quieren —exclamó Skye, el felino había terminado por aceptar sin decirlo de forma explícita, su amenaza era prueba de ello.

Sin mediar más palabras, la zorra de las nieves colgó. Raines se quedó en la misma posición donde estaba durante varios segundos, acto seguido volvió donde había dejado el vaso con whisky todavía servido. Terminó por llenarlo al completo y con unos pocos sorbos lo bebió del todo. Con toda la impotencia y rabia que sentía por encontrarse acorralado como una presa, lanzó el vaso al demonio y este explotó en muchos fragmentos.

Comenzó a jadear, estaba fuera de sí y lo sabía. Quiso calmarse pero no encontraba cómo, seguir bebiendo no era una opción. Decidió encaminarse hacia la sala principal, con su televisión de quién sabe cuántas pulgadas. Se dejó caer en su sofá aterciopelado, suspiró y tomó el control para encender la televisión.

Su corazón casi da un vuelco al ver el canal de noticias: Wilde se había entregado, el juicio se celebraría en condiciones normales. Comenzó a buscar en varios canales y en todos la noticia era la misma, el zorro decidió presentarse en el momento menos idóneo. Estaba parado entre la espada y la pared, sin escapatoria alguna. Como hizo tan solo un momento atrás, lanzó el control remoto hacia la pantalla de la televisión y esta cayó de frente. Sintió un estallido y una vez más saltaron muchos fragmentos en todas las direcciones posibles.

Si no iba con la jodida zorra, perdería influencia en la Hermandad; si no iba al juicio, su imagen social caería demasiado. Tenía que pensar cómo sacar el mayor rédito posible y rápido, odiaba perder. Sin idea alguna que llegase a su mente, comenzó a reír. La leve risilla se transformó en una carcajada, abriendo su hocico de par en par. ¿Querían pelea? Iba a demostrar de qué era capaz.


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Nota de autor: muy buenas, estimados lectores, gracias una vez más por leer este humilde escrito. Como notarán, estamos ante el final de este fic, el cuál ya tengo armado en un bosquejo y planificado bastante al dedillo. Sólo restan el final y un posterior epílogo, pero no llegarán muy pronto que digamos. Estimo que el capítulo final puede extenderse demasiado, quizás el doble de estos últimos capítulos, por lo que veré de dividirlo en dos partes para que sea más cómodo de leer.

Con esto dicho, no tengo pensado publicar primero una parte y luego otra, sino las dos juntas, la idea de dividirlo es únicamente para hacer más sencilla su lectura. Considerando su longitud, la gran cantidad de eventos a desarrollar en mayor profundidad y mi poca disponibilidad horaria el último tiempo (ya cuento con un par de empleos) tomará su tiempo poder traer una nueva actualización. Si veo que se hace muy difícil traer todo junto, publicaré la primera parte para no tenerlos esperando demasiado tiempo, aunque todo depende de las circunstancias que se presenten a futuro. Fuese cual fuese el caso, en mi perfil iré actualizando qué tanto llevo escribiendo y si hay alguna novedad respecto a la publicación.

Sin nada más que decir, procedo a agradecer una vez más su presencia. Ha sido un camino muy largo pero me han acompañado varios prestándome un poco de su tiempo, razón por la cuál no dejaré de agradecerles una y otra vez. Hasta pronto, tan pronto como se pueda, cuídense ;)