Hola hermosas, muy buenas días, antes de iniciar a leer este capítulo les recuerdo que esta historia al igual que todas mis historias son para mayores de edad (21+) y para las personas que no se sienten incómodas con los temas de contenido adulto y con amplio criterio, esta escrita sin ánimo de ofender, es solo con fines de entretenimiento, así que recuerdo una vez más que es clasificación M, te pido de la manera más atenta y educada posible que si no tienes la edad suficiente para leer por favor retírate, de lo contrario eres bienvenida. Gracias por tu comprensión.
LA MATRIARCA DE LOS ANDLEY
GENIO Y FIGURA
CAPÍTULO 28
Albert sonreía feliz de ver a dos de las personas que más le importaban tan enamoradas y sobre todo agradecía el tener la oportunidad de poder ser testigo de ese amor que sabía había florecido en su más tierna infancia y que nunca había podido apreciar de frente. Salió de la habitación sin hacer mucho ruido, mientras Anthony se acercaba hacia la cama de la rubia para poder alimentarla personalmente.
-¿Tienes hambre? – Preguntó con una sonrisa al ver que los ojos de Candy se abrían iluminados por la comida que le ponía enfrente su amado rubio. Ella asintió a su pregunta al sentir que su estómago comenzaba a reclamarle alimento de inmediato.
-Me da mucha hambre últimamente. – Dijo con un poco de timidez. Sus mejillas se ponían rojas por la pena que le daba confesar esa parte, pero era verdad lo que decía. Anthony sonrió con ternura ante su gesto.
-Es normal princesa. – Le dijo acariciando su vientre con ternura, mientras se perdía en sus hermosos ojos verdes. – Necesitas alimentarte bien para que tanto tú como nuestro hijo estén sanos. - Candy le sonrió feliz por sus palabras, y a la vez haciendo una cara de niña pequeña al ver que Anthony le daba la comida en la boca, un gesto tierno que a pesar de avergonzarla le agradaba.
-Puedo hacerlo sola... – Le dijo apenada y un tanto divertida por la actitud que el rubio tenía con ella.
-Lo sé. – Le respondió él con su cálida voz. – Pero yo quiero hacerlo. – Le dijo de nuevo. Candy lo miró aceptando que lo hiciera mientras sus ojos se perdían en los de él, obligándoles a que un brillo muy particular resplandeciera en ellos.
Albert se había regresado a la mansión de las rosas sin mencionarlo y había dejado a Anthony para que acompañara a Candy y regresaran cuando él lo considerara prudente.
-¿La encontraron? – Preguntó la tía abuela a Albert, quien venía entrando junto con su fiel George.
-Así es tía abuela. – Dijo con una sonrisa. – Hemos encontrado a Candy, se encontraba en el rancho de Tom, tal como lo había imaginado. – Dijo mientras la anciana lo seguía de lado.
-¿Cómo está? ¿Y Anthony? - Preguntaba al ver que solo Albert había llegado al lado de George.
-Anthony se quedó con Candy, hasta que él considere adecuado que Candy pueda trasladarse. – Dijo en respuesta a las preguntas que le hacía la dama.
-¿Está enferma? – Preguntó un tanto sorprendida por aquella respuesta que le había dado su sobrino.
-No es como yo lo llamaría. – Dijo con una sonrisa amplia llena de felicidad. Elroy lo observó intrigada por la expresión que su rostro demostraba, a pesar de su aspecto aún demacrado la alegría que lo delataba era genuina.
-¿Entonces? – Preguntó de nuevo esperando una respuesta.
-Tía, creo que es necesario que hablemos. – Dijo levantándose de la silla que empujaba George para dirigirse a su paso hacia el despacho, mientras la vieja Elroy lo seguía al ritmo que él indicaba.
-¿Y bien? – Preguntó la anciana al entrar al despacho un tanto ansiosa por saber qué era lo que había pasado para que Anthony se hubiera tenido que quedar al lado de Candy.
-Tía abuela, como ya sabes mi matrimonio con Candy fue anulado hace algunos meses. – Dijo comenzando aquella plática que tenía que tener con la anciana. Elroy asintió.
-Hubiera sido mejor si me hubieran hecho caso desde un principio. – Dijo la matriarca mientras cruzaba los brazos, demostrando una vez más la inconformidad que había tenido cuando decidió pedirle matrimonio a Candy desde un principio.
-Bien, reconozco que tenías razón. – Dijo Albert mientras se colocaba en el sillón frente al gran escritorio de madera que había en el lugar. – Pero también tienes que reconocer que fue tu culpa a no hablar antes y confesar que Anthony estaba con vida. – Dijo Albert reprochando ahora la actitud que había tenido la matriarca por tal de considerar a Anthony para Elisa. Elroy bajó la mirada reconociendo que era verdad lo que él le decía. – Me imagino que era por tu insistente idea de casarlo con Elisa. – Dijo el patriarca ante la mirada de sorpresa de Elroy que rápidamente se convirtió en molestia.
-Lo bueno es que supe rectificar a tiempo. – Exclamó cómo si hubiese sido su idea el dejar por la paz aquel matrimonio que le causaba tanta alegría en sus tiempos de casamentera. Albert la miró incrédulo en lo que decía, sin embargo la mujer seguía con su pose fría y altanera cuando decía e imponía algo, como si lo que ella dijera fuera la única verdad a lo que existía.
-Nunca me contaste… - Dijo Albert buscando las palabras adecuadas para que le contara aquel suceso que había provocado el distanciamiento definitivo de los Leagan de la familia, no era el rompimiento del "compromiso" que querían imponer a Candy, porque Elroy seguía viajando a Florida seguido para ver a sus queridos Leagan, pero de pronto un viaje cualquiera regresó como cualquier otra visita realizada a esa familia y nunca más regresó. - ¿Por qué no volviste a Florida? – Preguntó sin referirse específicamente a visitar a los Leagan, pero Elroy sabía bien que esa era la pregunta formulada. Un pensamiento paso rápidamente por su cabeza, sin embargo sabía que ya no tenía caso seguir ocultado aquella falta que habían cometido los Leagan en su contra.
-Desde que me convertí en la "madre" de Sara fue una niña muy difícil. – Dijo la matriarca para comenzar aquel relato que había ocurrido años atrás y que pocos sabían. – Nunca me aceptó como la figura materna que su padre le había impuesto con mi presencia, era grosera y siempre buscaba la manera de desobedecer mis órdenes. – Albert la escuchaba atento, era la primera vez que hablaba de la vida que había llevado con su difunto marido, el viejo Sr. Briand, un hombre viudo que había sabido mover su labia con sus padres y los había convencido para que le cediera en matrimonio a la más pequeña y única hija del antiguo Patriarca del Clan Andley.
-Jamás me imaginé que Sara hubiese sido así contigo. – Dijo sincero Albert, ya que él al ser muchos años menor que ella siempre la vio como a la dama que era, altanera y con ínfulas de grandeza, pero al fin y al cabo una dama. – Siempre la vi muy dedicada a obedecer lo que tú decías. – Volvió a decir recordando la impresión que le daba Sara.
-Un día de pronto cambió su manera de ser conmigo, después de años y años de batallar con su rebeldía… ella cambió. - Decía Elroy con la mirada fija en un punto, recordando aquellos años y analizando una vez más el comportamiento de la ahora Sra. Leagan. – Atribuí su cambio a la edad y la madurez que ya comenzaba a nacer en ella y a la amistad que había demostrado con tu hermana. – Decía suspirando. – Cuando se casó, solicitó mi ayuda para que su padre no la comprometiera con alguien al que ella no quisiera, sin embargo Louis a pesar de ser una persona muy noble y trabajadora, la fortuna de su familia era inferior a la de los Andley. Pude convencer a Harold de que aceptara aquel compromiso y desde entonces tomé bajo el cuidado de los Andley a los Leagan, cosa que Sara me agradeció muchísimo y reforzó más el "respeto" que me mostraba. – Decía ironizando la palabra respeto, ya que ahora sabía muy bien que no era precisamente eso lo que sentía por ella. Albert la escuchaba tranquilamente, sin sorprenderle en lo más mínimo aquel relato que escuchaba, era de esperarse de una persona con ese comportamiento. – Nacieron sus hijos y los ofreció como mis ahijados para que yo los guiara y los aconsejara a lo largo de su niñez y su juventud. Dejó que opinara y decidiera en la manera que debían ser educados y formados y muchas veces permitió que los reprendiera y los castigara con mano dura. – Dijo como si realmente eso hubiera sido cierto, ya que Albert sabía perfectamente que el comportamiento de los Leagan no era en lo más mínimo parecido al comportamiento que tenían sus sobrinos y que estaban bajo el cuidado y la tutela de la tía abuela.
-Creo que tu mano dura no funcionó con ese par. – Dijo Albert ante la mirada de añoranza de la tía abuela. – Lo que quiero decir es que contigo se comportaban de una manera "cariñosa" y hasta me atrevo a decir zalamera. – Dijo Albert tranquilamente, sin temor de ofender a los Leagan. Elroy asintió a su comentario.
-Muchas veces me demostraron que eran unos niños bien educados, nobles y sobre todo al ser de una buena familia y haber tenido los mejores instructores e institutrices, serían unas personas dignas de admirar y fácil de querer, no comprendía porqué los muchachos preferían a Candy, quien no tenía ninguna de las ventajas que tenían sus primos. – Decía revelando que realmente ella no comprendía el proceder de sus nietos. – Antes de Candy, Anthony era atento con Elisa, la cuidaba y ella era una niña muy dócil y tranquila, pero los celos que ella provocó en Elisa la convirtieron en una chica desconfiada y hasta manipuladora. – Decía aun disculpando el comportamiento de Elisa.
-Permítame que difiera en ello tía abuela. – Dijo Albert casi de inmediato para defender a Candy una vez más ante la tía abuela. – Pero Elisa siempre fue una chica caprichosa y malhumorada. – Dijo directo. – Tú debes de recordar las veces que lloró y pataleó para que Anthony la acompañara en la cabalgata de las cacerías o cuando quería que fuera su acompañante en algún baile. Anthony aceptaba porque no quería escuchar sus reclamos o las reprimendas que en más de una ocasión tú le hacías, sobre todo quería evitar la manera tan posesiva en la que ella reaccionaba cuando no la tomaba en cuenta. – Dijo refrescándole la memoria en los comportamientos que tenía la odiosa muchacha. – Además qué me puedes decir de Neal, él siempre se comparó con Anthony, no había cosa que Anthony hiciera que él quería imitar, sin embargo trataba con desprecio al mismo Anthony, Stear y Archie, por eso ellos nunca se entendieron con él. – Decía Albert abriendo los ojos a la matriarca quien veía a Neal como el más pequeño de sus nietos y por ello siempre lo había disculpado. – Más de una vez los incautó en sus maldades, robó cosas, quebró reliquias por andar haciendo fechorías y culpaba a los chicos, especialmente a Stear y Archie, que eran los que menos se defendían de sus atrocidades. – Decía comenzando a indignarse al recordar todo lo que él veía desde las sombras. Elroy escuchaba como si esa vez fuese la primera vez que le decían que así era, como si nunca hubiera observado el comportamiento de aquel par y hasta ahora le abrieran los ojos por completo. – El comportamiento de Elisa se incrementó cuando llegó Candy, sin embargo, antes de que Candy y Anthony se conocieran, Elisa y Neal ya la tenían en la mira, era como si sus padres les hubieran comprado una mascota nueva a la cual hacer sufrir, solo que esa "mascota" hablaba y pensaba y sobre todo resultaba tener más belleza y carisma que la misma Elisa. – Elroy escuchaba incómoda lo que Albert decía, sin embargo reconocía que ella misma se había sentido atrapada con los valores de Candy cuando vivió con ella, sin embargo el lazo que la unía con Elisa la hacía rechazar aquel sentimiento que nacía en su corazón, ¿Cómo iba a querer más a una chica adoptada a alguien que era su familia, casi casi su sangre? Esa pregunta se la había hecho más de una vez, aunado al comportamiento inapropiado que para ella tenía siempre Candy, muy al contrario de Elisa que era elegante y refinada.
-Elisa era una chica elegante y sabía comportarse ante la sociedad. – Dijo a modo de disculpa, no tanto de Elisa, sino de su pensamiento de aquellos tiempos.
-Eso no le sirve de nada a alguien que es cruel y ruin tía abuela. – Dijo Albert. – Además son comportamientos que se pueden aprender, tú misma has visto el cambio que ha sufrido Candy. – Dijo alabando a su protegida. – Ella ha salido adelante por sus propios medios, es noble, inteligente y sobre todo justa con las personas. – Dijo una vez más. Elroy lo observó esta vez estando de acuerdo con él. – Además sus modales se han pulido bastante y ahora es una digna representante del clan. – Decía con orgullo.
-Elisa y Neal, cambiaron mucho al irse a Florida. – Dijo la tía abuela por fin. – A pesar de mis consejos y recomendaciones, comenzaron su vida con escándalos y malos negocios. – Dijo revelando que se había enterado de los negocios que Neal comenzaba a involucrarse, sin embargo Albert sabía que ese comportamiento era desde que vivían en Chicago, solo que la anciana no lo sabía. – Los negocios en los que se involucró Neal eran turbios y con ello consiguió que Elisa se involucrara, a pesar de mis consejos no pude hacer nada para alejarlos de ese camino. – Dijo con pesar.
-¿Y Sara? ¿Y Louis? ¿No pudieron hacer nada? – Preguntó Albert intrigado, le preocupaba la tristeza que causaba ese tema en la mayor. Elroy negó.
-La última vez que los vi, escuché sin querer una discusión entre Sara y Louis, él le reclamaba el comportamiento de sus hijos y ella los justificaba. – Albert sonreía irónico, nada nuevo en Sara pensaba él. – Pero lo que realmente me desilusionó de ellos, fue la manera en la que se referían a mí y a los Andley. – Dijo ofendida de pronto. – Nunca pensé que Sara lo único que quería era el respaldo de la familia, el buen renombre de los Andley y las relaciones que podía obtener con el simple hecho de mencionar que yo era la matriarca del Clan... – Decía con sus ojos llenos de lágrimas, unas lágrimas que demostraban la frustración y la desilusión que sentía su corazón. – Sara dijo que lo único que por lo que seguía tolerando mi presencia era porque su padre le dijo que si no hubiera sido por nuestro matrimonio él se hubiese ido a la quiebra, y ese contrato que hizo con tu abuelo era lo que los había salvado de la ruina, confesándole que todo el dinero que tenía ahora era gracias a mi nombre y que había mantenido su postura para conmigo porque había heredado el poder total de la familia. – La voz de Elroy sonaba con rencor, un rencor que había sido imposible de creer antes en ella para los Leagan, quienes no se habían enterado de que había escuchado aquella conversación "privada" sin querer, regresándose a Chicago sin darles ninguna explicación a su hijastra.
-La verdad nada de lo que me dices me parece descabellado. – Dijo Albert atreviéndose a decir lo que opinaba al respecto. – Sara siempre mostró ser una persona interesada, sobre todo cuando veía la posibilidad de que su hija se casara con Anthony, sabiendo que él sería el heredero directo de mi padre algún día, por consiguiente ella deseaba el puesto que tú portaste en Elisa. – Ese era el parecer de Albert y no se equivocaba ya que Sara siempre vio en Anthony al más alto portador de los Andley y al no saber que el "tío abuelo" era realmente un joven de 20 años en ese entonces, Anthony era según ella el más poderoso del clan después del tío abuelo.
-Creo que mi amor por ellos me cegó en su momento. – Dijo la tía abuela suspirando decepcionada por lo ingenua que había sido con ellos.
-No te culpo tía. – Dijo de nuevo el patriarca. – La verdad es que supieron bien cómo jugar sus cartas contigo. – Elroy sonrió con ironía, esas palabras no la reconfortaban en lo más mínimo muy al contrario la hacían sentirse más como una ingenua y era algo en lo que ella siempre se había preciado de no serlo.
-¿Entonces? ¿Qué sucede entre Candy y Anthony? – Dijo por fin para saciar la curiosidad que tenía.
-Tía abuela, sé que lo que voy a decirte no te va a agradar en lo más mínimo, sin embargo es un hecho que está pasando y hay que afrontarlo. – Dijo haciendo que Elroy abriera los ojos, preocupada con lo que tenía que decirle. – Candy está embarazada. – Dijo tranquilamente, para que según él tomara la noticia de la misma manera. Elroy abrió los ojos sorprendida y hasta escandalizada porque nunca creyó que ellos cruzaran la línea de la decencia a su parecer.
-¡Esto es inaudito! – Dijo levantándose de pronto de su lugar, mientras Albert la observaba sin inmutarse mucho, sabía que su reacción no sería la más indicada. -¡Tenemos que hacer algo! ¡No es posible que los Andley tengan ese tipo de escándalos! – Decía caminando de un lado a otro demostrando lo indignada que estaba por aquel comportamiento.
-No te preocupes, Anthony se encargará de responder como el hombre que es. – Decía Albert seguro.
-¡Anthony es un hombre! ¡Pero ella debió darse su lugar, sobre todo porque en ese momento creía que estaba casada contigo! – Dijo de nuevo molesta, sus ojos lo demostraban.
-Tía abuela, te recuerdo que tú fuiste la primera que los dejaste solos a sabiendas de los sentimientos que había entre ellos. – Elroy guardó silencio por unos minutos. Eso era verdad, pero nunca le pasó por la mente que podrían llegar tan lejos. – Además lo más sensato es arreglar todo para la boda y no para buscar culpables, al contrario lo hecho, hecho está y ellos se aman, eso es lo importante. – Dijo sabiamente el rubio, dejando a la matriarca con la boca cerrada. - ¿O prefieres que Candy quede deshonrada por tu nieto? – Preguntó con ironía al saber cuál sería su respuesta.
-¡De ninguna manera! Hay que remediar esto lo antes posible, antes de que la gente comience a hablar de nuestro buen nombre. – Decía demostrando que lo que le preocupaba más era el buen nombre de los Andley, uno que rara vez salía a la luz en escándalos, pero al fin y al cabo ya había salido.
Elroy salió del despacho molesta por la situación, si bien sabía de la relación que Anthony había mantenido con Candy, nunca pensó que las cosas habían llegado tan lejos y debía poner remedio a eso, ya de por sí era bastante humillante el que la gente se enterara de que le sobrino se casaría con la esposa del tío y más ahora que esperaban un hijo sin ellos estar casados. La cabeza comenzó a dolerle de la preocupación mientras Albert se quedaba en el despacho suspirando por la intransigencia de la dama, bien decían que genio y figura… hasta la sepultura.
-¿Qué sucede tía abuela? – Preguntó Stear quien era el que la vio salir con el rostro desencajado del despacho, poniéndose de pie para escuchar el motivo de su queja, él lo sabía solamente de verle su rostro.
-¡Es inconcebible! – Decía molesta. Stear la miraba sin comprender, pensando en qué había sucedido ahora con Anthony y Candy, sabía que debía ser de ellos el problema ya que no había regresado con el tío Albert.
-¿Qué es inconcebible tía abuela? – Preguntó de nuevo al ver que la mujer no respondía y solo miraba de un lado a otro como si buscara la respuesta en sus alrededores.
-Candy está esperando un hijo. – Dijo para sorpresa del inventor. Lo mencionó con un volumen de voz tan bajo que apenas pudo entender qué era lo que decía.
-¿Un hijo? – Preguntó más feliz que sorprendido por esa revelación. -¡Un hijo! – Dijo más entusiasmado de nuevo. - ¡Eso es fabuloso! – Dijo de nuevo al imaginarse un hijo de su primo y de esa persona que seguía siendo especial para él.
-¡Silencio! – Dijo la anciana animándose a levantar la voz un poco más reprochando el entusiasmo innecesario para ella.
-¿Qué sucede tía abuela? – Preguntó Anthony de pronto, entrando de la mano de Candy, quien lucía hermosa para la mirada de Stear quien al verla se dejó ir sobre ella para recibirla con alegría y entusiasmo. Anthony le sonrió por ese recibimiento que le daba a su mujer, pero algo le decía que precisamente ellos eran el motivo de la molestia de la tía abuela. Elroy lo miró con esa mirada fría que tenía.
-Lo que ustedes han hecho es inaudito. – Dijo Elroy a su nieto, que favorito o no, no dejó de dar su opinión a lo que las buenas costumbres marcaban. Anthony levantó una ceja molesto, no permitiría que recibieran de esa manera a su amada Candy.
-¿Qué es lo que supones inaudito? – Preguntó sin soltar a Candy de la mano, mucho menos cuando en ella sintió el nerviosismo de la rubia y el intento de soltarlo. - ¿Qué nos enamoramos siendo niños? ¿Qué me hubieses escondido por mantener la esperanza de que me casara con Elisa? ¿O que estemos esperando un hijo? – Preguntó rápidamente ante la sorpresa de la matriarca. – Tú sabías lo que iniciamos Candy y yo desde un principio, no puedes negarlo, te fuiste a Chicago y me dijiste que lo que sentía por Candy era normal, que siempre lo había sentido que no me preocupara. – Dijo ante la sorpresa de todos los presentes por aquellas palabras, palabras que Elroy sabía eran verdad.
-Pero nunca imaginé que llegarían tan lejos. – Dijo de nuevo escandalizada. Anthony sonrió de lado y acercó a Candy a él para abrazarla con ternura.
-¿Tan lejos? – Preguntó con ironía. – Tía abuela, Candy se fue porque sintió que por su culpa me alejarían de la familia, pensó que sería rechazado y repudiado por usted y por todos en el clan, sin embargo usted misma me animó a ir por ella y convencerla de que formemos una familia, ¿Qué cambió ahora? – Preguntó queriendo comprender la postura de la anciana. Candy bajaba su vista cuando Elroy la posaba en ella. – Candy sigue siendo la mujer que amo, además ¿Qué de extraño será que se enteren en el pueblo de que mi esposa está esperando un hijo mío? – Pregunto ante la sorpresa de todos.
-¿Esposa? – Preguntó Elroy sorprendida, al igual que Stear quien los miraba sin comprender mucho lo que decía Anthony.
-En el pueblo la gente piensa que Candy y yo somos marido y mujer. – Dijo Anthony mostrando las manos que ambos mantenían entrelazadas la argolla matrimonial que ambos usaban, no era por un matrimonio entre ellos, sino por sus respectivos enlaces, sin embargo al no saber nadie de la boda de Albert y Candy y al ser ambos anillos tan similares entre sí, no hubo necesidad de aclarar nada mucho menos si a ellos convenía aquella creencia, sin embargo ni uno ni otro confesó lo contrario o demostró su amor más allá de una sonrisa.
-¿Eso es verdad? – Preguntó Elroy a Dorothy quien intentaba pasar por el salón sin ser vista para que no la tacharan de entrometida, siendo sorprendida por aquella pregunta por la tía abuela.
-Eso es verdad señora Elroy. – Dijo un poco tímida. – Nadie de los empleados, salvo mi esposo, Rose y yo sabemos la verdad y como nos dijo el Sr. William que mantuviéramos esto a discreción de todos ninguno hemos dicho nada. – Dijo para aclarar que nadie había hablado nada al respecto. – Y en el pueblo se comenta de la pareja de los Andley que ayudó al pueblo cuando más lo necesitó. – Dijo para beneplácito de la anciana ya que los comentarios que comenzaban a correr por el pueblo eran a favor de los Andley. La sonrisa de Elroy no se hizo esperar y a pesar de ser una sonrisa corta era una sonrisa.
-¡Anthony, Candy, volvieron! – Dijo la voz de Albert que apenas iba saliendo del despacho. Anthony volteó a verlo aún con el semblante incómodo por el reclamo de la tía abuela. – Iba a enviar a George por ustedes. – Dijo agregando a su comentario lo que pensaba hacer, mientras caminaba con cierta dificultad.
Candy y Anthony caminaron hacia él para que se apoyara en ellos para ayudarlo a caminar.
-¿Cómo te sientes tío? – Preguntó Anthony al poner más atención a él y verlo más pálido de lo que lucía antes.
-Bien, no te preocupes. – Dijo con una sonrisa. - ¿Qué sucede? – Preguntó al ver a todos presentes, volteando a ver a la tía abuela dándose cuenta de lo que seguramente hubiese pasado.
-Nada, no te preocupes. – Dijo Candy en respuesta. Dorothy se había retirado en un descuido de la matriarca y Anthony y Stear miraban aún molestos a la tía abuela, lo mismo que Albert quien seguía molesto con ella por su actitud.
-¿No les habrá reclamado, verdad? – Preguntó a Elroy sabiendo que así era. Elroy desvió su mirada hacia un lado.
-Alguien tiene que decirles sobre las buenas costumbres. – Dijo en su defensa.
-Tía abuela, lo que ha sucedido entre Candy y yo es normal entre dos personas que se aman, yo la amo y es mi mujer, pronto será mi esposa y nuestro hijo es una bendición que llegó a nuestras vidas para completarla y llenarla de felicidad y no voy a permitir que ni usted ni nadie la vuelva a hacer sentir culpable por lo sucedido. – Dijo Anthony firme. La tía abuela a pesar de sentir indignación por las palabras que le dirigía su nieto, en el fondo sintió orgullo por el valor para defender su amor, sin embargo no dijo nada se guardó para ella ese sentimiento manteniendo hasta ahí esa discusión. - ¿Albert, estás bien? – Preguntó a su tío de nuevo cuando sintió que se aferró más a él. Albert negó a la pregunta. – Ayúdame. – Le dijo a Stear para que entre los dos lo llevaran hacia su habitación.
-¡William! - Dijo la anciana asustada, mientras Candy y ella seguían a los chicos hasta la habitación y George llegaba corriendo al escuchar el grito de alarma de la mujer.
-¿Qué sucede? – Preguntó preocupado.
-Tranquilo George, voy a revisarlo. – Dijo Anthony manteniendo la calma que todo médico necesitaba en acción.
Candy sentía que su corazón latía aceleradamente, tenía miedo al ver que el semblante de Albert había cambiado de pronto, centrándose ahora en él y olvidándose por completo del recibimiento que le dio la vieja Elroy, comenzando a prepararse para ayudar a asistir a Anthony.
Anthony y Candy fueron los únicos que se quedaron dentro de la habitación para poder auscultar al patriarca y dar así un diagnóstico y proceder lo antes posible. La revisión fue detallada y Anthony estudiaba con cuidado el cuadro que presentaba su tío, así como los medicamentos y los cuidados que George le había llevado en el amplio expediente que Albert poseía.
-¿Qué sucede Anthony? – Preguntó Candy preocupada por su amigo. Anthony le sonrió con ternura acariciando su rostro con delicadeza, observando en ellos el amor con el que ella lo miraba, suspirando por esa demostración silenciosa que ella le demostraba.
-No te preocupes hermosa. – Le dijo con el volumen bajo para no molestar a su paciente. – El tío William está bien, lo único que le ha sucedido es que tuvo una baja de presión. – Dijo Anthony para tranquilizarla.
-¿Seguro? – Preguntó Candy, no porque dudara de su capacidad como médico ya que ella misma lo había visto en acción y sabía que era muy capaz, sino por la preocupación que le daba el saber a Albert enfermo. Anthony asintió con una sonrisa, tomándola por la cintura para darle un beso en sus labios. Candy lo aceptó con gusto.
-Me atrevo a decir que la falta de alimento fue el motivo de esa baja de presión y sin hacer estudios puedo decirte que también le bajó la glucosa. – Dijo Anthony un poco más alto, al sentir que su tío había despertado. - ¿No es así tío? – Preguntó Anthony levantando más la voz para que Albert lo escuchara. Albert comenzó a reír por haber sido descubierto.
-Creo que no puedo mentirle doctor. – Dijo en respuesta, ante el rostro tímido de Candy por haber sido sorprendidos en aquella demostración de amor.
-¿Qué sucedió? – Preguntó Anthony al haber descubierto su padecimiento momentáneo.
-Cuando llegué después de haberte acompañado, la tía abuela me acaparó para que le contara lo que había sucedido y… - Dijo incómodo por la plática sostenida con ella.
-Entiendo. – Dijo Anthony al comprender lo que había sucedido. – Amor, puedes decirle a Dorothy que le prepare un almuerzo para el tío bajo en sodio por favor. – Dijo buscando entre las hojas que le había dado George las recomendaciones del Dr. Relish para la dieta que debía llevar y eso incluía no tener períodos de más de cuatro horas con falta de alimento.
Candy salió de la habitación, sabía que era para darles un momento a solas, así aprovecharía para ser ella misma la que ayudara a Dorothy a preparar el almuerzo e informar a los demás miembros sobre la salud de Albert.
Una vez que había informado lo que realmente había sucedido Elroy la miró agradecida por aquellas palabras, sin embargo las disculpas no eran para ella, solo se limitaba a sonreír complacida a la rubia.
-¿Cómo volvieron? – Preguntó Albert.
-Tom nos acompañó en su carruaje. – Respondió Anthony a la pregunta que le hacía su tío. - ¿Fue mucho el reclamo? – Preguntó ahora él a Albert, lanzando un suspiro frustrado.
-Tienes que comprender que ella siempre será así. – Dijo Albert disculpándola un poco, entendía que Elroy había sido educada de diferente manera.
-Lo sé, pero no tiene derecho a hacer sentir mal a Candy, ya suficiente tuvo con lo que Annie le dijo y eso que ella no sabía que Candy estaba embarazada. – Dijo de nuevo molesto con aquella situación. – Si las cosas siguen así, creo que será necesario hacer lo que tenía pensado desde un principio. – Dijo ante la incógnita que mostraba Albert en su rostro.
-¿A qué te refieres? – Preguntó intrigado por la manera en la que Anthony hablara.
-Me casaré con Candy y me la llevaré lejos de aquí. – Dijo en respuesta, seguro de que sería lo mejor para ambos.
-Anthony, no es justo que te alejes de nuevo de nosotros por la actitud de la tía abuela. – Dijo Albert intentando convencer a Anthony que esa no sería la solución. – Ni los muchachos, ni yo tenemos culpa de ello. – Decía negándose a volver a perder a lo único cercano que le había dejado su hermana.
-Lo sé tío, pero tampoco es justo que Candy viva toda su vida sintiendo que todo lo que hace está mal, ella merece ser feliz, creo que ya fue suficiente de tanto sufrimiento. – Albert lo veía orgulloso, eso era lo que él quería para Candy, un amor sincero, valiente y sobre todo que la antepusiera ante todo y todos y eso era precisamente lo que Anthony le ofrecía. – Tío yo la amo de verdad. La he amado desde que era un chiquillo y la amaré hasta que dé mi último suspiro, yo daría todo lo que tengo por ella. – Dijo sin dejar de ver a su tío a los ojos quien le sostenía la mirada con una sonrisa.
-Eso lo sé Anthony y no sabes el gusto que me da que la ames de esa manera. – Dijo sincero. – No será necesario que se alejen de la familia, volveré a hablar con la tía abuela. – Dijo con una sonrisa, seguro de lo que haría para que la tía abuela dejara en paz a la pareja y se concentrara en su vida.
En ese momento Candy entró acompañada de Dorothy, quien llevaba la charola para alimentar a Albert, una charola que mostraba diferentes tipos de alimentos, todos ellos saludables pero que alimentarían por lo menos a cuatro personas.
-¡Vaya! – Dijo Albert sorprendido. – Creo que no voy a querer levantarme de la cama con ese tipo de atenciones. – Dijo mientras Anthony lo ayudaba a acomodarse para que comenzara a comer.
-Pues si sigues dándonos esos sustos, da por seguro que así seguirá siendo. – Dijo Candy con una sonrisa. Anthony y Albert comenzaron a reír por las palabras de la rubia, mientras Candy le ayudaba a Albert a comer, sin embargo el estómago de Candy comenzó a quejarse también del hambre lo mismo que el de Anthony.
-Vaya, por lo que escucho no soy el único que tiene hambre. – Dijo Albert comenzando los tres a reír por el comentario, y así era, el alimento que Candy pedía también era por su estado, así que agradecía que hubiese llevado más de la cuenta porque Albert les brindó a ambos para que lo acompañaran.
Poco después se unían Stear, Elroy y George quien seguía preocupado por su patrón. Anthony se dirigió a él para explicarle bien lo sucedido, tranquilizándolo un poco.
-No te preocupes George, estudiaré bien el caso del tío y hablaré con el Dr. Relish para estar al pendiente de su recuperación. – Dijo mientras palmeaba su hombro en señal de que podía confiar en él.
-Muchas gracias Anthony. – Le dijo con verdadero agradecimiento, sonriendo a aquel que tenía el mismo rostro de la mujer que tanto había amado.
Continuará…
Hola hermosas aquí estoy de nuevo actualizando esta historia que ya falta muy poquito para que llegue a su fin, se ha convertido en la que más he tardado en actualiza y no precisamente por larga, sino porque se me empalmó con la anterior, espero no las esté enfadando con mi tardanza.
Julie-Andley-00, Hola hermosa ¿Cómo estás? Espero que estés muy bien, tienes razón, si Albert hubiera muerto ninguno de los dos hubiera sido completamente feliz, los dos tendrían en el fondo de su corazón esa culpa y les impediría alcanzar la felicidad plena. Aún faltan algunos pendientes que se irán resolviendo poco a poco. Espero que sigas hasta el final de la historia. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Aminaabud, Hola hermosa, me da mucho gusto saber que te gustó el capítulo, la verdad que a mi también me emocionaba mucho escribir ese reencuentro y me alegra saber que tuvo el resultado esperado. Muchas gracias por dejarme tu comentario, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones amiga.
TeamColombia, Hola hermosas, ¿Cómo están? Espero que muy bien. Muchísimas gracias por todas sus flores, les agradezco siempre estar ahí al pendiente de la historia, gracias por dejarme siempre un bonito comentario y sobre todo por halagar mi esfuerzo, sus bendiciones como siempre son bien recibidas y van multiplicadas de regreso. Les mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Carolina Benitez, Hola hermosa, no te preocupes, al contrario muchas gracias por leer y dejarme un comentario en este capítulo es igual bien recibido. Siempre me ha gustado el personaje de Albert, pero como siempre lo he dicho como un amigo o como el protector de Candy a pesar de que tiene muchas más admiradoras que Anthony no me apasiona, pero eso sí no me atrevo a hacer algo malo con él, al contrario me gusta saber que es una persona justa y así trata a su sobrino. Cada quien escribe y deforma a los personajes a su antojo, pero sigo insistiendo si Anthony pudiera elegir creo que elegiría seguir muerto a estar sin Candy. Muchas gracias por tu comentario hermosa, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Vanessa, Hola hermosa! que bueno que te emociona el siguiente capítulo, espero te haya gustado también este o por lo menos que te sirva de entretenimiento. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Mitsuki Leafa, Hola hermosa! Que gusto volver a leerte, me da mucho gusto que me dejes un comentario y sobre todo tu opinión al respecto, pronto volverá otro capítulo candente ya que todo quedó arreglado. Muchas gracias por estar al pendiente de las actualizaciones y sobre todo por leer cada una de mis historias. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Ster Star, Hola hermosa, siento mucho leer que estuviste enferma pero es bueno saber que ya pasó el peligro, espero que te sigas cuidando y que quede atrás todo ese malestar. Tienes razón a veces el leer muchas historias a la vez genera mucho estrés sobre todo si algunas de ellas tardan en actualizarse, espero que esta no te genere mucho estrés porque está escrita precisamente para que no te estreses y te relajes un poco en tus tiempo de ocio, si hay y si se puede jajaja. La tía abuela como siempre con sus cosas, si ya sabía que estarían juntos para qué se enoja pues... de todas formas no tiene voz i voto para Anthony jajaja puro gastar bilis deoquis, pero pues ya la pusieron en su sitio a la viejita remilgosa jajaja. Hermosa te mando mis mejores vibras y sobre todo mis mejores deseos, cuídate mucho por favor y no te preocupes cuando hagas tu comentario te aseguro que lo leeré. Saldos hermosa amiga.
Hermosas, muchísimas gracias a las demás personas que siguen pendientes de cada actualización que hago, gracias por estar a pendiente de la historia y sobre todo gracias por leer. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes, saludos y bendiciones. Hasta la próxima!
GeoMtzR.
