.


CAPÍTULO 28:

"Hay que tomar decisiones"


.

—Has estado muy callado desde que llegaste —dijo Trevor sentándose en uno de los muebles frente a Kurt—. ¿Qué te ocurre?

—No puedo dejar de pensar en algo que me dijo Blaine.

—¿Otra vez fuiste a verlo?

—Ya sé lo que vas a decir, y conoces mi posición al respecto, así que, por favor te pido que nos ahorremos la discusión. Agradezco que te preocupes por mí, pero estoy bien, y si en algo ayuda a tu tranquilidad, voy a mantenerme en contacto con él sólo por teléfono durante unos días para evitar salir tanto.

—¿Por teléfono? Pero si dijiste que él no tenía, y anulaste tu línea.

—Ahora ya tiene, y yo solucioné ese asunto —sacó su dispositivo nuevo—. Te voy a enviar mi número.

—Es bueno que adquirieras uno para poder comunicarnos. Y en cuanto a Blaine, no voy a discutir contigo, al contrario, me gustaría que me hablaras de él.

—¿En serio? —lo miró extrañado— ¿Por qué?

—Porque es evidente que te importa mucho, así que quiero saber quién es este chico y cómo ha ido ganándose un lugar en tu vida.

La expresión en el rostro de Hummel fue cambiando y una suave sonrisa apareció.

—Gracias. No sabes cuánto significa para mí esto.

El timbre sonó interrumpiendo la plática y Trevor frunció ligeramente. No esperaba a nadie, pero por la forma en que presionaban el botón sólo podía tratarse de una persona.

—Es Dante —dijo con seguridad.

—¿Qué?

—Es Dante. Hasta dormido reconocería esa forma de tocar el timbre después de todas las veces que ha venido.

El castaño miró a su amigo con total nerviosismo. Tenía dos opciones en ese momento: hablar con su ex o seguirse escondiendo, y miró hacia arriba como esperando que alguien le diera la respuesta. De pronto una duda lo asaltó.

—¿Cómo supo que estoy aquí?

—Eso es raro.

—Mucho… ¿Será que me está vigilando?

—Ve a la habitación que yo me encargo de que averiguarlo y de hacer que se vaya.

—No —pasó saliva con dificultad debido al nudo en su garganta—. Déjalo entrar.

—¿Qué?

—Tengo que hablar con él.

—Estás seguro?

—En lo absoluto —exhaló—, pero mientras más tiempo siga transcurriendo, creo que va a ser peor. Necesito aclarar todo con él porque no puedo ni quiero seguir viviendo de esta forma.

—Estoy de acuerdo, sin embargo, si no te sientes preparado todavía para esa conversación o…

—Mierda… —se inclinó hacia atrás mientras negaba con la cabeza— Esto va a ser más difícil de lo que había imaginado, pero ya no voy a posponerlo. Él está aquí, y es ahora o nunca.

Roo apareció apresurada y se dirigió hacia la puerta.

—El señor Dante —dijo segura y resignada, más Trevor la detuvo.

—Yo abro, no te preocupes. Gracias. —La mujer asintió, retirándose tan rápido como llegó, y él regresó la mirada hacia su amigo— ¿Quieres que me quede?

—Ah… No… no, pero sí te agradecería que estuvieras cerca por cualquier eventualidad.

—Seguro, estaré pendiente —se levantó y caminó hacia la puerta.

Con una profunda inhalación abrió, y el hombre del otro lado intentó pasar sobre él.

—¿Qué se te ofrece? —preguntó tapándole el paso.

—¡Sé que está aquí! ¡Un amigo lo vio entrar!

—Por lo menos saluda, ¿o es que no te han enseñado modales?

—No estoy para esas cosas —dijo sacudiendo la mano.

—Y yo no estoy para tolerar tu comportamiento, Dante.

—¡Por favor! —dijo con un gesto.

—Como quieras —empujó la puerta para cerrarla.

—¡Espera!

—¿Entonces?

—Kurt está aquí, y no puedes negarlo.

—No lo haré. Nunca te he mentido. Cada vez que viniste a buscarlo y te dije que no estaba, es porque así era, pero hoy vino a visitarme.

—Quiero verlo.

—No hasta que te calmes.

—¡Déjame cruzar! —gritó— ¡Quiero ver a mi prometido!

—En primer lugar, ya no es tu prometido. En segundo lugar, no voy a permitir que vengas a mi hogar con exigencias ni malos modos, así que te tranquilizas y bajas la voz.

Di Marco comenzó a caminar en círculos mientras respiraba pesadamente.

—Es que no entiendes… Todo esto que estoy sintiendo es más fuerte que yo.

—Tienes que aprender a controlarte porque de esa forma no vas a conseguir nada.

—Quiero hablar con Kurt.

—Y lo vas a hacer, pero no en ese estado.

—No puedo evitarlo. Estoy estresado, angustiado, me siento mal por las cosas que ocurrieron, estoy lleno de dudas y…

—Dante —colocó una mano sobre el hombro de este y lo hizo detenerse—, respira y relájate.

—Kurt se puede ir y tengo que verlo. Necesito saber tantas cosas. Por favor entiéndeme.

—Él quiere hablar contigo, así que no va a ir a ninguna parte.

—¿Estás seguro?

—Sí.

—Bien, bien… —exhaló— Eso es bueno, ¿cierto? —lo miró con duda— No pueden ser malas noticias si quiere verme.

—No tengo la menor idea de lo que vaya a decirte.

—Eres su mejor amigo, por supuesto que ha hablado contigo sobre esto.

—No lo ha hecho. Lo único que sé es que me pidió que te dejara pasar, y la verdad es que me sorprendió.

—¿Va a terminar conmigo?

—Ustedes ya no están juntos.

—No es así. Kurt canceló la boda, pero eso no significa que la relación se haya terminado.

—Él rompió contigo. No fue una pausa ni un "vamos a seguir siendo novios mientras resolvemos nuestros problemas". Lo sabes muy bien, y tú y yo tuvimos una conversación profunda y muy significativa acerca de todo eso hace unas semanas, y dijiste que ibas a respetar su espacio y aceptar cualquier decisión que él tomara.

—Lo sé, y no busco presionarlo ni quiero hacer las cosas mal, pero tampoco puedo quedarme de brazos cruzados mientras lo pierdo. Lo amo demasiado y… ¡No puede ser! —frotó su rostro con ambas manos— ¿Él… ya no… me…?

—Lo ignoro. No ha hablado sobre sus sentimientos o la situación de ustedes. Cuando volvió pidió que no le tocara el tema y que le diera tiempo para procesar todo, y es exactamente lo que he hecho.

—Pero algo debes saber.

—No es así, y como te he recalcado en otras ocasiones, no tengo por qué mentirte.

—Entiendo —desvió la mirada y suspiró—. ¿Ya puedo pasar?

—Sí, y espero que te comportes adecuadamente porque si te escucho gritar o hacer algo inapropiado, no voy a dudar en sacarte de mi casa.

—Lo único que quiero es hablar con Kurt.

Trevor asintió y se hizo a un lado, dándole acceso a la entrada.

Dante ingresó a la casa a paso lento, sintiendo como su corazón bombeaba con fuerza mientras sus manos sudaban y le costaba respirar.

Aquello le hizo recordar el día en que fue a casa de los Hummel por primera vez para conocer a Kurt, un chico del que no sabía nada, pero con el cual su familia esperaba que llegara a tener una relación seria.

Cuando sus padres le hablaron al respecto, se sintió indignado y se negó rotundamente, pero luego de una larga y acalorada discusión, terminó yendo sólo para que lo dejaran en paz.

A la espera de que ese extraño apareciera, toda clase de pensamientos cruzaron por su mente, atormentándolo y volviendo cada minuto en una tortura. De pronto vio una silueta asomarse y sintió un nudo en el estómago sin saber por quién debía lamentarse más, si por él o por el chico, que seguramente también estaba nervioso. Ambas familias los habían puesto en una situación incómoda y esperaban en la sala de alado que todo saliera perfecto entre ellos.

Con cada paso que lo vio dar, su estomagó fue encogiéndose más y las ganas de decirle que se apurara surgieron, porque era innegable que caminaba muy despacio, probablemente queriendo retrasar ese atropello tanto como fuera posible.

Y como si estuviera en un sueño, un precioso ser apareció finalmente frente a él robándole el aliento y atrayéndolo como el más poderoso imán.

Se levantó rápidamente para poder mirarlo de cerca y asegurarse que no eran sus nervios haciéndolo imaginar cosas, pero estaba en lo cierto, Kurt era realmente precioso, y de inmediato supo que la atracción era mutua por la forma en la que este lo miraba.

En cuestión de segundos empezaron a conversar y sus temores se esfumaron. El primogénito de los Hummel no sólo lucía como un ángel, sino que también era carismático y muy inteligente, además, la química y la conexión entre ellos fue instantánea lo cual lo llevó a pensar que, si con él debía pasar el resto de su vida, lo haría gustoso.

El sonido de un carraspeo lo regresó al presente y exhaló con fuerza al ver al hombre con el que estuvo a punto de casarse, y este una vez más le estaba robando el aliento.

—Kurt… —avanzó en su dirección.

—Hola… —lo detuvo con el movimiento de la mano—. Mantén la distancia, por favor.

—No voy a hacerte daño. No sabes cuánto lamento haber reaccionado de aquella forma ese día, pero no volverá a suceder, te lo juro.

—De todas formas, prefiero que no te acerques.

—Está bien. Me duele porque deseo tanto abrazarte después de todo este tiempo, pero lo entiendo porque fui yo quien provocó este desastre, y haré todo lo que me pidas para demostrarte lo arrepentido que estoy y lo mucho que deseo recuperar tu confianza.

Estoy consciente de que lo arruiné y que tal vez no lo merezca, pero voy a esforzarme cada día para ganarme tu perdón y volver a ser el hombre del que te enamoraste.

—Vamos a sentarnos. Tenemos tanto de qué hablar.

—Lo sé, y te agradezco que me estés dando esta oportunidad.

Kurt asintió y se dirigió hacia uno de los muebles. Dante hizo lo mismo, sentándose al frente.

—Quiero empezar disculpándome por haber cancelado el ensayo y la boda de esa forma. No fue correcto ni justo para ti. Supe que tuviste que enfrentar a todos y explicarles lo sucedido, y estoy seguro de que no debió ser nada fácil.

—He pensado mucho en eso y creo que, si no hubiera adelantado la fecha, no habrías sentido tanta presión, pero sobre todo estoy seguro de que, si no hubiera actuado como un idiota y tratado de agredirte, no te habrías asustado y tomado esa decisión apresurada.

Y dicho esto, quiero pedirte que me perdones por mi comportamiento soez. Me cegué por completo y no me di cuenta de lo que estaba haciendo hasta que fue muy tarde.

—Yo también he pensado mucho en ese día, pero también en nosotros, en los altibajos por los que atravesamos y en todos los matices que tuvo nuestra relación a lo largo de los años.

—Sé que las cosas se volvieron complicadas en algunos momentos, pero lo que tenemos es fuerte, Kurt, y puede superar cualquier obstáculo. Nos íbamos a casar, ¿qué mejor prueba hay de eso?

Te amo y quiero envejecer a tu lado, por eso te pido que me des la oportunidad de enmendar mis errores y poder así construir juntos la vida que siempre soñamos.

Hummel escuchaba con calma todo lo que su ex prometido decía y lo analizaba con cuidado. Cuando este se quedó callado, cerró los ojos durante unos segundos hilvanando sus ideas.

—Dante…

—Kurt, te amo. Eres todo para mí. Eres mi mundo, mi…

—Tu mundo gira alrededor de los caprichos y exigencias de tu padre.

—Te prometí que una vez que nos casemos nos iremos lejos, donde nadie nos conozca y podamos hacer todo lo que queramos, sin presiones, sin que nadie intervenga ni…

—¿Por qué tenemos que esperar a casarnos? ¿Por qué no puede ser de inmediato? Si te digo que quiero posponer la boda un año, ¿durante todo ese tiempo vas a seguir anteponiendo el trabajo y lo que a tu padre se le antoje?

—¡No! ¡Claro que no! —frunció el ceño— ¿Un año?

—Es simplemente un ejemplo.

—Oh… bueno… Me asusté… —soltó el aire retenido— Kurt, voy a hacer las cosas bien esta vez, y quiero empezar dándote algo que te pertenece —sacó del bolsillo el anillo de compromiso que este le había devuelto.

El diseñador jadeó ante la sorpresa y empezó a negar con la cabeza.

—Dante… no…

—¿No qué? ¿Acaso vas a decirme que ya no quieres esto? ¿En un par de meses te olvidaste de lo que tuvimos durante cinco años? Sí, las cosas a veces se complicaron, pero… ¿Por qué estás llorando? ¿Kurt? —se levantó y fue acercándose a paso lento, con la esperanza de no ser rechazado nuevamente— ¿Es que ya no me amas?

—¿Y tú realmente me amas? ¿O es el recuerdo de lo que tuvimos a lo que te aferras?

кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε ღ кℓαΐиε

—Que mires con intensidad ese teléfono no va a hacer que él te escriba —dijo Scott terminando de vestirse mientras su amigo estaba sentado con las piernas cruzadas en la cama y sujetaba el teléfono con fuerza.

—Estoy preocupado por Kurt. En el último audio que me envió dijo que había hablado con Dante, y de eso han pasado varios días.

—Y tú le escribes y le llamas, pero él no te responde. ¿Y ahora qué va a decir? ¿Qué volvió a anular su línea? ¡Por favor! —resopló— ¡Nunca creí esa historia!

—Kurt siempre ha sido honesto conmigo.

—Blaine, abre los ojos ya y deja de confiar en ese sujeto que sólo te trae angustias.

—¿Por qué eres así con él? ¿Qué te ha hecho para molestarte tanto?

—No quiero que te haga daño, es todo. Conozco a la gente como él y…

—¿A qué clase de personas te refieres? ¿A las que tienen dinero? Porque yo también conozco a otras, como los O'Donnel por ejemplo, y Kurt no se parece en nada a esa familia.

—Sólo intento protegerte porque cada vez te veo más involucrado con él, y eso me preocupa.

—Kurt es una buena persona a la que quiero mucho, y si tanto te importo, entonces deja de criticarlo y dale una oportunidad porque me duele esa tensión que hay entre ustedes y que tú provocas.

—¿Yo provoco?

—Sí, porque él es amable contigo y siempre le hablas de mal modo. Si te saluda, no le contestas o lo dices alguna grosería.

—Nunca lo he insultado.

—Ser grosero no sólo implica usar insultos, es también tu forma de tratar a otros.

—Es que ese sujeto no me agrada. Lo siento, pero, ¿cómo no quieres que me enoje con las cosas que hace?

Te regaló ese celular, según él, para mantenerse en contacto todo el tiempo, pero a la primera oportunidad se desaparece y no te contesta, luego, cuando se le antoje o no tenga nada mejor que hacer te escribirá inventando quién sabe qué excusa.

—¿Por qué siempre piensas lo peor de los demás?

—Porque la gente es una mierda que sólo sirve para lastimarte. Cuando más confías y bajas la guardia, es cuando más se aprovechan y te hacen daño.

—No todos son así. Ahí tienes a don Giuseppe, él es bueno, generoso y nos ha ayudado mucho. ¿Y qué hay de mí? Yo nunca te lastimaría ni abusaría de ti en ninguna forma.

—Él es un caso aislado, y tú eres distinto a los demás, por eso me preocupas. Confías demasiado en las personas, y sigo sin entender cómo es posible con todo lo que te ha ocurrido.

—Vivir de los vestigios del pasado te ata, y eso no es lo que quiero, prefiero enfocarme en el presente y trabajar en mis metas para el futuro, y es lo que deberías hacer también. No digo que sea fácil olvidar y hacer de cuenta que nada te ha ocurrido o que nadie te ha hecho sufrir, porque incluso hay ocasiones en las que los recuerdos se presentan inesperados y te paralizan, pero no te puedes quedar ahí estancado.

—No estoy estancado, simplemente soy precavido y estoy atento a todo.

—Y eso está bien, pero… —lo miró intrigado— ¿Estás llorando?

—¿Cómo crees? —caminó hacia el otro lado de la habitación pretendiendo buscar algo y se limpió el rostro con disimulo.

Blaine se levantó y lo siguió, parándose a un costado.

—Scott —colocó una mano sobre el hombro de este—, no tiene nada de malo llorar o mostrar tus emociones.

—¿Estás loco? No estoy llorando, ¿por qué haría algo tan estúpido?

—¿Estúpido?

—Así es. Llorar es de débiles. Recuerda bien que nunca puedes mostrarte vulnerable ante otros porque van a juzgarte y hacer que te vean como un blanco fácil.

—Tal vez no frente a todos, pero sí con las personas en las que confías y que consideras tu familia. Yo nunca te juzgaría, pensaría mal de ti ni…

—¡Déjate de tonterías! —sacudió el hombro y se alejó.

El de rizos suspiró y volvió a acercarse, arriesgándose a abrazarlo por detrás.

—Siempre voy a estar aquí para ti.

La tensión en el cuerpo del chico mayor se hizo evidente, y Blaine estaba a punto de soltarlo cuando lo sintió temblar.

»Scott…

Este negó con la cabeza y reprimió un sollozo. —Déjame.

Anderson lo hizo girar y lo miró a los ojos, sintiendo su corazón agrietarse.

—No tengas miedo de mostrarte tal como eres ante mí. Yo también sé lo que es vivir en las calles y toparte con personas malas, sé lo que es confiar en alguien y que te lastime, entiendo bien lo que se siente pasar de casa en casa esperando que alguna se convierta en tu hogar, pero que con ninguna familia funcione o que nadie te quiera y preguntarte constantemente qué hay de malo contigo.

Quizá tu historia y la mía no sean iguales, aunque sí son muy similares, así que comprendo por lo que has pasado y todo lo que has sentido, pero no puedes permitir que eso te defina, no puedes alejar a las personas ni dejar que tu corazón se endurezca y te convierta en un ser frío.

Sé que tienes sentimientos y que eres una buena persona, aunque te esfuerces por aparentar lo contrario. Una muestra de ello es que te preocupas por mí siempre.

Me salvaste cuando llegué a esta ciudad, por si lo has olvidado, porque yo no. Si no fuera por ti, quién sabe lo que habría ocurrido conmigo esa noche o dónde estaría en este momento, y te lo voy a agradecer por el resto de mi vida.

Sorpresivamente Scott empezó a llorar, y luego del impacto inicial, Blaine lo abrazó.

Las palabras no fueron necesarias. El chico más alto se aferró a su amigo, y este lo sostuvo con fuerza preguntándose qué podía hacer para ayudarlo a lidiar y superar todo ese dolor y resentimiento que llevaba guardados.

Tiempo atrás él también estuvo mal, pero tuvo la suerte de conocer a los Anderson y que ellos le enseñaran lo que era sentirse amado, protegido y que la vida puede ser buena. Obviamente su amigo nunca había tenido algo como eso, y su corazón dolió más con sólo pensarlo.

—L-lo s-siento —pronunció Scott con dificultad y sorbiendo la nariz luego de un largo tiempo.

—No hay nada que debas lamentar —dijo con un pequeño sollozo.

—¿Por qué lloras? —le preguntó moviéndose un poco para mirarlo.

—Porque me duele saber que sufres.

—Blaine… —se tapó el rostro con ambas manos— No quiero que me veas así.

—Te lo dije, no tiene nada de malo demostrar lo que sientes —fue en busca de un vaso con agua para su amigo.

Paulatinamente todo volvió a la calma y los dos se encontraban conversando sentados en una de las camas. Una notificación entró al celular y Blaine se emocionó, pero se contuvo de cogerlo para revisar el mensaje porque no era el momento.

—Está bien —dijo Scott con una pequeña mueca—. Vamos a ver lo que Hummel tiene que decir.

—Tú y yo estamos…

—Coges el celular o lo hago yo.

El de ojos dorados tomó el dispositivo y frunció al ver que se trataba de un extraño.

—No es Kurt, ni don Giuseppe, y son las únicas personas que tienen mi número.

—La única forma de saber de quién se trata es que abras el mensaje.

—Ah… sí… Tienes razón —colocó el teléfono en medio de los dos para que pudieran leer juntos.

"Hola Blaine. Mi nombre es Trevor y te escribo para decirte que Kurt está bien y que no ha dejado de insistir en que me comunique contigo ya que debes estar preocupado por su ausencia.

Bernard y yo lo secuestramos prácticamente y lo trajimos a la playa para que se distraiga porque estaba muy decaído. Estoy seguro de que cuando regresemos te contará todo con detalle ya que no tiene aquí su teléfono.

Que pases un excelente día."

—Tú muriéndote de la angustia, y él está en la playa con sus amigos. ¿Te das cuenta?

—Le pidió a Trevor que me escribiera.

—Blaine, ellos están divirtiéndose.

—Dijo que Kurt estaba decaído, eso significa que algo pasó con Dante, aunque no me queda claro si es bueno o malo.

—Si está así es porque debieron terminar definitivamente.

—Pero, no debería ponerse triste.

—Seguramente todavía lo ama.

—¡Eso no! —exclamó molesto cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.

—¿En qué te afecta? —lo miró con atención— ¿Es que acaso tú…?

—¡Yo nada! ¡Simplemente me molesta porque ese sujeto no merece su sufrimiento y ni una sola de sus lágrimas!

—¿Estás seguro? Porque me da la impresión de que estuvieras celoso.

кℓαΐиε кℓαΐиε кℓαΐиε кℓαΐиε кℓαΐиε

Era ya el tercer día que al volver del trabajo Scott encontraba a Hummel en el departamento, y aunque no le hacía gracia alguna, intentaba no realizar comentarios ni intervenir de ninguna forma, aunque le resultaba difícil, sin embargo, por Blaine se estaba esforzando.

Mientras preparaba unos sánduches para la cena, los dos amigos conversaban no muy lejos, y si bien a él no le interesaba lo que pasaba con el decorador, una que otra frase se colaba de vez en cuando despertando su atención.

—¡Todavía no puedo creerlo! —dijo asombrado el de cabellera rizada.

—Yo tampoco, y mientras resuelvo todo este asunto, no tengo idea de lo que voy a hacer.

—Ya sé que puede sonar como una locura, sobre todo para ti, pero… —se mordió el labio y se armó de valor para poder continuar— tal vez, si quieres, podrías quedarte aquí.

Scott dejó caer el cuchillo y miró fijamente al par. ¿Había escuchado bien?

—Aquí, ¿dónde? —preguntó Kurt.

—En el departamento con nosotros… Sé que no se compara con tu enorme casa, pero al menos…

—¡Claro que no! —dijo el chico mayor acercándose— ¡No tenemos espacio! A parte de que…

—Kurt necesita un lugar donde quedarse, y no tengo ningún problema en cederle mi cama.

—¿Por qué no se va a un hotel cinco estrellas, de esos a los que está acostumbrado?

—Porque su padre congeló sus cuentas.

—¿Y sus amigos? Puede quedarse con alguno de ellos y va a estar mucho mejor.

—No quiero causar molestias ni tener problemas contigo —intervino el castaño—, así que no te preocupes que voy a buscar otro lugar.

—No —dijo Blaine—. Este también es mi departamento y te estoy invitando… Al menos a pasar la noche si es que no quieres quedarte de forma permanente.

—¿Permanente? —exclamó Scott— ¿Te has vuelto loco?

Anderson se levantó y tomó a su amigo del brazo, llevándolo hacia el otro extremo del lugar.

—Tú y yo sabemos lo que es no tener donde dormir —exclamó en voz baja—, ¿y crees que voy a permitir que Kurt pase por eso?

—Aunque sus cuentas estén congeladas, seguramente tiene el suficiente dinero en los bolsillos para pagar un buen hotel durante varios días.

—Eso no me importa, soy su amigo y me necesita. ¿Puedes comprender que está atravesando por una situación difícil?

—Blaine —llamó Kurt parado junto a la puerta—, te agradezco mucho tu oferta, pero es mejor que me vaya porque no quiero provocar una disputa entre ustedes.

—Scott —dijo el menor entre dientes—, por favor.

Con un resoplido el joven miró al decorador.

—Puedes quedarte a dormir. Ya es tarde y las calles son peligrosas.

—No es necesario que…

—Nunca has estado aquí hasta esta hora, y la gente no te conoce. A eso añádele tu pinta de niño rico y eres el blanco perfecto para cualquier delincuente. Lo mejor es que te quedes a dormir, ya mañana verás lo que haces.

—Ah… Gracias.

Scott asintió ligeramente. —Voy donde la señora Lidya para pedirle que nos preste un colchón de espuma.

Cuando el chico salió, Kurt se acercó a Blaine.

—No me esperaba esto.

—Scott es una buena persona, pero no confía con facilidad en otros.

—Lo sé. Me he dado cuenta por la manera en la que te cuida y te protege.

—Una vez que te conozca bien, será el mejor amigo que puedas imaginar.

Hummel suspiró bajando la mirada brevemente.

—Gracias por todo.

—No tienes nada que agradecerme. Y puedes quedarte todo el tiempo que quieras porque…

Mientras Blaine hablaba, la idea de pasar a su lado cada día no le pareció descabellada. Al contrario, le entusiasmaba saber que lo vería todo el tiempo y que compartirían sus vidas de esa forma.

—¿Estás seguro de que no voy a estorbar?

—¡Nunca! El departamento es pequeño, pero nos acomodaremos bien, por eso no te preocupes.

—No sabes cuánto te lo agradezco.

—Entonces, ¿quiere decir que te vas a quedar?

—Sí —le sonrió—. Realmente me gustaría vivir contigo… Con ustedes.

Los ojos de Blaine se iluminaron y tomaron un matiz verde-dorado mientras una amplia sonrisa surcaba su rostro.

Kurt no había sentido tal emoción en mucho tiempo, y a pesar de las circunstancias por la que estaba atravesando, no podía dejar de pensar en que a partir de ese momento iba a pasar cada día junto a Blaine, y eso hizo latir con fuerza su corazón.