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Retomar la esperanza
Sakura
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El día menos pensado ocurrió, o sólo yo no le había prestado la debida atención hasta ahora. Fue un cambio gradual, de eso estoy segura, pero... resultó ser demasiado notorio en cuanto puse un pie la habitación el día en que dieron de alta a mamá del hospital.
Su rostro lucía más resplandeciente y sus fracciones distintas, ¿o acaso es mi imaginación por tener mi mente rodeando la última conversación que tuve con Ryu-san? En cualquier caso, confirmé que sucedía algo cuando me sonrió y abrazó con toda la alegría del mundo, comportándose cómo lo recordaba antes de que se sumiera en su realidad. Me llevó unos minutos procesar la información, observándola estupefacta, sintiéndola extraña con sus ojos rebosantes de vida y lucidez.
Mis sospechas aumentaron cuando Karin apareció y mamá preguntó si Sasori llegaría por nosotras después del trabajo, lanzando comentarios al aire que quería preguntarle muchas cosas al respecto, lo decía como si se hubiera ido de viaje tanto tiempo y estuviera ansiosa de escuchar lo que sucedió en su ausencia.
No pude hablar, las palabras se atoraron en mi garganta, sólo atiné a enfocarla entre ratos, absorta.
—Estoy tan feliz de que hoy estaremos todos en casa. ¿Qué les parece si hago un poco de mochi esta noche? Sé cuanto les gusta, podemos ver películas o, mejor aún, preparar un pastel juntas.
Karin y yo nos miramos, atónitas y coincidimos en una sola cosa: mamá no era la misma de siempre. Lo que encendió más la mecha de esperanza en mi interior, esa que yacía opacada por el futuro incierto de los resultados del tratamiento —el cuerpo de mamá no lo rechazó por completo, se adaptó a él, pero tan lento que fue sufrimiento prologado—. Contuve un poco mi emoción, ansiosa, esperando que no fuera una mentira o la realidad sería dura.
Al hablarlo con su psiquiatra durante la tarde, nos aseguró que al parecer mamá parecía estar lista para salir de su fantasía autoimpuesta para enfrentar la realidad a raíz de algún suceso reciente. Hice memoria para tratar de descubrir el suceso en cuestión, pero lo único destacable eran las visitas de Mikoto-san durante la semana, aparte de eso, quizás algo interno en la mente de mamá detonó.
Tal cambió nos tomó desprevenidas a los tres, cuando se lo dije a Sasori por teléfono —no pude esperar a verlo en la recepción para darle la buena noticia—, se quedó callado e intuí su asombro al preguntar si acaso le estábamos jugando una broma pesada, porque no era gracioso.
—No es ninguna broma —susurré demasiado bajo, ahora que mamá parecía más atenta a nuestras acciones, debía ser cuidadosa. Ella estaba a cinco metros lejos de mí doblando su ropa en la maleta que traje para que guardara sus cosas—. Hasta a mí me parece un poco extraño, es la costumbre, supongo.
Sasori no dijo nada del otro lado de la línea, me removí inquieta. ¿Acaso la noticia parecía el mismísimo milagro encarnado? No supe interpretar la reacción de mi hermano sin verlo de frente, por un momento la confusión me embargó, pensando que Sasori no compartía la misma emoción que nosotras, hasta que pronunció las siguientes palabras:
—¿No ha tenido un ataque de pánico?
De reojo miré a mamá que hablaba con Karin, le cuestionaba sobre la universidad, y ella le respondía con toda la alegría del mundo. Insisto, la actitud de mamá se asemeja a un viajero que estuvo fuera mucho tiempo y regresó de improviso a casa.
—Ninguno ¿por qué...?
—Hablaremos esto en casa —me interrumpió serio—. Pagaré la cuenta, las espero aquí abajo.
Miré la pantalla de mi celular, el adjetivo "hermano" me parecía cada vez más grande, ¿de qué quería hablar específicamente? Pude imaginarme muchas cosas basándome por lo mencionado. Un ataque de pánico, la razón de porqué caería en ello sería al no saber cómo soportar una situación, y la única extrema que tenía conocimiento hasta ahora era que Kizashi golpeaba a mamá desde mucho antes y eso le provocó su aislamiento.
Quizás mi hermano se refería a eso. Apreté el aparato entre mis dedos.
—¿Está lista? —pregunté avanzado a mamá, obtuve mi respuesta ante la maleta cerrada sobre la cama y a mamá asintiendo distraídamente dando un vistazo a la ventana abierta—. Es hora de irnos, Sasori nos espera en la salida.
Mientras jalaba la maleta un extraño silencio nos envolvió, enfoqué mi vista al frente. Esta sensación de alivio y felicidad que embarga mi pecho no me dejó ni siquiera hablar cuando pareció que mamá o Karin me habló, apenas se trató de susurro en mi mente. Enfocada en caminar, mi andar aminoró al sentir las cálidas manos rodearme por la espalda, obligándome a detenerme por completo.
—Creo que te estoy asustando, mi niña, pero no debes temer a que me iré de nuevo —la gentil voz de mamá resonó detrás de mí. Junté tanto los labios intentando que no saliera ningún ruido de mi boca y revelara cuán afectada estoy—. Soy la de siempre, sólo que ahora sí puedes contar conmigo para cualquier cosa.
Cerré los ojos. No me percaté de que hasta ese momento contuve las lágrimas, rodó por mi mejilla. Siempre intenté aparentar fuerza ante las adversidades, por lo que cuando algo como esto me hace tan feliz me cuesta más trabajo externarlo debidamente. La alegría que desborda en mi pecho llegó a su límite.
Dejé la maleta y abracé a mamá, llorando como la pequeña niña que siempre estuvo esperando su regreso, que anhelé con todas mis fuerzas desde que ella se perdió en el mar de sus memorias, cada noche rogando al cielo que le devolviera su estabilidad y felicidad. Se perdía cada día de nuestros avances, de la realidad.
Hubo un tiempo que estuve enojada con ella, ¿por qué encerrarse en su mente cuando nos tenía a nosotros? ¿Es que acaso no somos importantes para mamá que también nos quiso olvidar? Sin embargo, no fue así, mamá siempre nos recordó, distorsionados, pero lo hizo. Cuidó a su manera de nosotros, tejiéndonos bufandas, cocinando cuando parecía recordar, sonriéndonos con esa sonrisa cálida que jamás perdía ese toque. Defendiéndome de Kizashi.
Y por fin ella está aquí.
—Te extrañé tanto, mamá...
Encontramos rápidamente a Sasori, de pie frente a la recepción. Desde la distancia noté su espalda tensa y sus manos en ademanes, al ladear el rostro y verle el ceño fruncido supe que algo no andaba bien, se veía irritado y a la vez molesto. Discutía de una forma muy pacifica con la recepcionista, una característica de Sasori es que, a pesar de la situación, mayormente mantenía la calma y no se exaltaba a grandes rasgos cómo Kizashi, el mismo decía agradecer no heredar esa genética de él.
No fui la única que lo notó.
—¿Qué habrá pasado? —preguntó preocupada mamá a mis espaldas.
—No creo que sea algo grave —aseguré haciendo un ademán a Karin para que se llevara a mamá afuera—. Iré a ver que sucede.
—Esperemos en las bancas —la alentó Karin obligándola a avanzar jalando a la vez la maleta. Un momento de duda y mamá se dejó ser, me dirigió una mirada rápida, silenciosa, me parecía irrealista su comportamiento.
Aspiré con fuerza esperando no tener los ojos rojos y fui con Sasori. A medida que me acercaba a su lado, pude escuchar mejor la conversación, apenas fui notada al llegar a su lado.
—Le estoy diciendo que me está dando la cuenta equivocada —decía Sasori señalando el papel sobre la barra, no alcance a ver nada porque su otro brazo me obstruyó la vista. Por un momento pensé que quizás la cuenta de la estancia de mamá superó nuestros ahorros y sudé frío, pero...— ¿Cómo diantres van a estar en ceros si la paciente lleva internada dos semanas?
¿Qué dijo?
Le aparté la mano de la hoja y la tomé entre mis dedos, mis ojos recorrieron cada concepto de la cuenta, ahí alado venía la cantidad por cada tratamiento y pago de la habitación por noche, hasta abajo la cuenta total... en ceros. Ensanché los ojos y revisé más el nombre del paciente, sí, Haruno Mebuki, no es erróneo —una parte de mi quiso aclararle a la mujer que en realidad era Aria Mebuki, ya no más Haruno, por fortuna—.
Volteé la hoja, tal vez atrás venga la cantidad total.
—También hice lo mismo —replicó Sasori tras intuir mis pensamientos.
—¿Acaso alguna fundación de ayuda nos hizo un descuesto del cien por ciento? —pregunté incrédula.
Cualquier persona normal lo dejaría pasar, diría «¡Que suerte!» y se marcharía sin pedir explicación alguna, pero, por supuesto, el sentido de la honestidad de Sasori no lo dejó hacer lo que cualquier persona, insistiría en pagar la cuenta, aunque eso sea perderse tal ganga. Pensé un segundo convencerlo de que lo dejara así antes de que la recepcionista se diera cuenta de su error.
Cuando la vida te da una oportunidad tú sólo la tomas y punto.
La recepcionista claramente se hizo de mucha —demasiada paciencia, diría yo— y nos miró con un gesto de que no aceptaba replica alguna a su explicación.
—Cómo le decía al caballero, su cuenta ya está pagada.
—¿Pagada? ¿A que se refiere?
—Que alguien pagó por nosotros —respondió entre dientes Sasori, fulminando a la mujer con la mirada—. Le pedí que me dijera el nombre de esa persona, pero no ha querido decirme.
¿Alguien pagó la cuenta del hospital de mamá?
Mi mente comenzó a trabajar más rápido, bajando la vista y pasando un mechón detrás de mi oreja que impedía mi visión, en un gesto al ayudarme a concentrarme.
¿Quién haría tal cosa? ¿Mikoto-san? Ella siempre insistía en contribuir con los gastos hasta que Sasori le decía que no era necesario, además, si tenía pensado pagarlo, Sasuke me hubiera comentado —siempre lo hacía— o mínimo yo lo habría sospechado.
¿Mis tíos? No, definitivamente tío Minato me informaría al respecto, poniéndome al tanto antes de hacerlo porque ya le había dejado muy en claro que le devolveríamos el dinero prestado en algún momento.
La tercera opción...
Ensanché los ojos, estática.
La única persona que sé que conoce a mamá y que es capaz de hacer algo así es Ryu-san.
Recordé la última vez que lo vi una semana atrás, la revelación de que él fue el primer amor de mamá, su últimas palabras lo dieron por sentado, estoy más que segura. Él alegó haber visitado el hospital a causa de un amigo, pero no volví a verlo en estos días, y, además, cuando buscamos la habitación parecía saber a dónde se dirigía, lo cual tendría sentido si preguntó o vio el número de la habitación en el estado de cuenta.
Efectivamente, en la hoja venía el número de habitación. Me quedé muda observando el pedazo de papel con la idea siendo más convincente.
—Quién pagó su cuenta pidió no revelar su nombre —aseveró la recepcionista con voz forzada.
—Necesito saber el nombre para...
—Muchas gracias por su explicación —le interrumpí colgándome de su brazo, Sasori me miró con el ceño fruncido—. Que pase bonita tarde.
Antes de que mi hermano pudiera replicar lo jalé a rastras hasta la entrada del hospital. Se negó a cooperar alegando que debíamos aclarar el malentendido, contra todo pronóstico, pude sacarlo del hospital.
—¡Sakura! ¿Qué crees que haces? No podemos marcharnos sin pagar la cuenta.
—Ya está pagada, técnicamente no estamos cometiendo ningún delito —repliqué deteniéndome al pie de las puertas automáticas, localicé a mamá y Karin esperándonos sentadas en una de las bancas del jardín delantero del hospital, inversas en su plática. Perfecto. Me giré a mi hermano con las manos en la cadera, completamente seria— y creo saber quién fue.
Sus ojos cafés se consternaron por mi afirmación, y a la vez parecían desconfiar de mis suposiciones. Cruzó los brazos, en una ironía que destilan sus gestos, parecía burlarse de mi ingenuidad.
—Ah, ¿sí? ¿Y quién crees que fue el alma caritativa que pagó una cuenta ajena?
Aspiré con fuerza por lo que iba a decir.
—Fue Ryu-san.
De inmediato frunció más el ceño.
—¿Estás de broma? Imposible que él haya hecho tal cosa, es demasiado dinero —sonrió divertido por mis locuras, pero tras ver mi expresión inmutable a seriedad, pronto su expresión cambió por completo a uno de alerta—. Espera un segundo, ¿por qué ese señor haría esto?
Torcí el gesto pensando si contarle lo que sé o no, pero de pronto Sasori abrió la boca, y me miró con ojos muy abiertos.
—Sakura, ¿acaso él y tú...?
Casi me da ganas de vomitar su sugerencia, sobre todo porqué a cada palabra ensanchaba los ojos, no soporté que insinuará algo así, no lo dejé ni acabar la frase cuando agité las manos frente a él y lo encaré de inmediato.
—¡No es lo que piensas, hermano! ¡Ryu-san es mucho mayor que yo, hasta podría ser mi padre! —dije escandalizada por sus ideas—. Y sabes perfectamente que jamás engañaría a Sasuke con nadie, ¡ni siquiera me ha pasado por la cabeza!
—Entonces ¿cómo explicas tu suposición?
—Mamá.
Ambos miramos a nuestra progenitora a lo lejos, más radiante que nunca bajo los pétalos de los árboles danzando a su alrededor. Decidí contarle mis sospechas a Sasori, dos cabezas piensan mejor que una, o eso decían. Tal vez él supiera más sobre la situación de mamá y Ryu-san.
—¿Sabías que mamá tuvo un amor antes de casarse con Kizashi y tenernos? —pregunté alzando un dedo, Sasori de pronto fue prestando más atención, asintiendo con seguridad. Bien, creo que no soy la única que sabe de esto—. Hace poco descubrí que Ryu-san es ese amor que tuvo mamá, él mismo me lo dijo... indirectamente, pero lo hizo.
—Un momento, ¿Ryu-san es Ryuichi? —inquirió sorprendido Sasori.
—¿Eh? Bueno... jamás le pregunté su nombre completo, pero... supongo que sí —atiné a decir preguntándome cómo es que Sasori conocía el nombre, apenas mamá quiso ventilarlo conmigo. Por un lado, tendría sentido, puesto que él creció en los años lucidos de mamá.
Se quedó repentinamente callado, mirando al frene, ausente. Parecía realmente consternado por la noticia, incluso miró de reojo a mamá y después a mí, de pronto sus ojos parecían tan cansados y llenos de remordimientos.
—¿Qué te hace pensar que fue él quién pagó la cuenta? Claro, suponiendo que Ryu conoce a mamá.
—Cómo sabes, ese día que lo vimos me lo encontré justo aquí, me comentó que visitó a un amigo —hice comillas con mis dedos—. ¿Qué tal si en realidad vino a averiguar el estado de mamá? Tiene sentido contando el hecho de que parecía saber dónde estaba la habitación de mamá y que nunca apareció de nuevo por el hospital si en verdad visitaba a un amigo. Además —agregué convenciéndonos a los dos más—, se nota que tiene mucho dinero para cubrir un gasto así tan repentinamente y sin saber
Mi último argumentó pareció convencer a Sasori por fin también lo consideró. Arrugó los labios en un gesto de disgusto, serio y a un punto de frustración, con los ojos cafés clavados en mí, pero sé que no se encuentra enfadado conmigo, sino, con la situación. Es comprensible, repentinamente un hombre ajeno a nuestra familia pagó los gastos hospitalarios de mamá.
A cada segundo me convencí más.
—Ryuichi... —murmuró, lo pude escuchar, dudosa, lo miré y mi hermano sonrió apenas con un deje de tristeza—. Sólo conocía su nombre, jamás vi su rostro.
—¿Mamá no te habló de él?
Sasori negó con la cabeza, frotándose el rostro con una mano.
—No me lo dijo consciente. Ella constantemente decía ese nombre entre sus sueños justo después de ser golpeada por Kizashi —sus manos en puños, furia recorriendo sus ojos.
Mi corazón se encogió al descubrir algo nuevo de mi hermano que jamás nos había dicho.
—Hermano...
—Lo llamaba tan desesperada —siguió diciendo, sin aparta la vista de mamá, yo seguí su mirada—, con tanto añico, como si esperara a ser rescatada. Pero, como es la realidad, ese hombre nunca apareció. De niño no comprendía porqué lo llamaba, ahora que lo veo desde otra perspectiva... Mamá esperaba, muy en el fondo, que apareciera a salvarla de su vida desdichada.
—Aún me sigo preguntando porqué se casó con Kizashi —dije para mí, me parecía cada vez más confuso las decisiones de mamá.
Una mano en mi cabeza. Sasori acarició mi cabello, una mirada cálida en sus ojos me reconfortaron gratamente de mis pensamientos de preguntas sin respuestas, por lo menos por ahora.
—Ni siquiera yo tengo la respuesta.
Incluso Sasori lo ignoraba. Por eso ahora que mamá parecía recuperar su conciencia, esas dudas serían dispersadas en su momento, ella era la única que conocía las respuestas a las preguntas entorno a Kizashi y su matrimonio.
Justo antes de regresar con mamá una camioneta muy conocida se estacionó frente a nosotros, sonreí abiertamente en cuanto la ventana se bajó y la figura elegante de Mikoto-san se reveló, nos devolvió el gesto tan gratamente.
—Hola, hola. Escuché de Mebuki que le dieron de alta y vine a buscarlos —dijo tan jovial mientras se bajaba del asiento y rodeaba la parte delantera del automóvil hasta llegar a nosotros. Me saludó con una abrazo cariñoso al igual que a Sasori.
—¿Buscarnos? —pregunté confundida.
—Mebuki me llamó hace una hora preguntándome si estaba disponible —comentó sujetando las llaves del coche, y frunció ligeramente el ceño al vernos intercambiar miradas rápidas—. ¿Sucedió algo malo?
Me apresuré a negar con la cabeza al notar la preocupación de la mujer.
—No, ninguno. Es sólo que... —no supe cómo decirle correctamente.
Sasori tomó ese rol y le explicó los detalles sobre la regresión de mamá con sumo cuidado. A cada palabra los ojos de Mikoto-san se extendían, impresionada y tan conmovida, llena de esperanza al igual que nosotros en su momento. Expresando tanta felicidad, tomándonos de las manos, compartiendo la alegría que nos unía, esa espera que parecía eterna parecía culminar frente a nuestras narices.
Mis ojos querían derramar lágrimas de nuevo, pero las sequé a tiempo con el antebrazo.
—Esto es una gran noticia, estoy tan feliz de que Mebuki esté regresando —expresó con toda sinceridad, incluso sus ojos parecían brilla de lágrimas contenidas. Soltándonos, se abanicó un momento con su mano libre, esperando que la emoción no le ganara—. ¿Les importaría si llevo a Mebuki a mi casa? El hecho de que me haya llamado significa que quiere hablar conmigo.
—Tal vez no sea lo correcto, apenas la dieron de alta —dijo Sasori removiéndose, inquieto.
—No te preocupes, Sasori-kun. No pretendo forzar sus recuerdos —atinó a los pensamientos de mi hermano, incluso los míos—, mi intención es sólo brindarle consolidación. Lo menos que deseo es provocarle un daño. Claro, igual puedes venir conmigo, querida nuera —se refirió a mí con una sonrisa más pronunciada.
Desde que Mikoto se supo de mi noviazgo con Sasuke, no perdía la oportunidad de decirme "nuera". Todos se enteraron de la forma más vergonzosa que existía para mí: nos vieron besándonos, apenas nos percatamos de su presencia hasta que Mikoto-san soltó una exclamación de asombro y Karin algo cómo «ya se habían tardado». Yo sólo atiné a sonrojarme a más no poder tratando de ocultarme en Sasuke y él de lo más tranquilo del mundo.
Me sentía halagada y avergonzada a la vez de que se refiriera a mí así, con tanto cariño y aceptación a que estuviera con su hijo menor. Froté mis manos, incapaz de pronunciar palabra de negación en su contra, igual se veía tan emocionada de la visita de mamá a su casa.
Yo, por mi lado, tendría la oportunidad de pasar un rato con Sasuke, no lo veía desde hace días, la temporada alta del restaurante en dónde trabaja estaba llegando a su fin y estos días serían los últimos que su jordana sería tan pesada. Con suerte la charla de ambas se extendería hasta la hora que Sasuke llegara, así que aprovecharía la más mínima oportunidad.
—Cuidaré de mamá —aseguré a Sasori en cuanto nos dejó solos. Mi hermano me miró indeciso—. Descuida, sabes que Mikoto-san es muy cuidadosa.
—No me preocupo por eso, es que... —se quedó callado.
Le froté los brazos intentando consolarlo. Muchas veces él era quién se acercaba a mí y me abrazaba hasta que mis lamentaciones pasaran cuando Kizashi me maltrataba, conteniendo su propia furia en su interior. Ahora es mi turno de brindarle cierta seguridad, los hermanos mayores siempre consuelan a los menores, pero ¿quién consuela a los mayores? Los padres, empero los nuestros por obvias razones no lo hacían, debió ser duro para Sasori sobrellevar todo esto.
—Me aseguraré de que esté bien, así que ve a casa y descansa, te avisaré en cuanto estemos de regreso.
Asintió al final, relajándose un poco.
Mamá se montó en el asiento del copiloto, se veía tan tranquila ante la idea que me hizo considerar lo que dijo Mikoto: a lo mejor su intención al llamarla fue esta. Lo pensé mientras me subía a los asientos de atrás y abrochaba el cinturón de seguridad, me quedé con medias palabras en la boca para recordarle a mamá que debía hacer lo mismo, cómo siempre lo hacía.
Pero cuando la vi, ella ya lo tenía puesto.
Sasuke
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Cerré la puerta de mi casillero al finalizar mi turno exhaustivo en el trabajo, lo único que quería era llegar a casa, darme una ducha y dormir. Giré en círculos mis muñecas y extendí los dedos, repetí la acción un par de veces tratando de disipar el dolor en mis manos.
A unas puertas más adelante, Sai terminaba de colocarse el chaleco negro y sonreía con esa extraña mueca que parecía más bien un gesto falso en su rostro. Enarqué una ceja sin darle demasiada importancia a su monologo de que Ino por fin aceptó salir con él en otro plan; yo sólo asentí un poco sorprendido de que Ino haya aceptado, esperaba que este tipo no dañara a Ino de alguna forma, la consideraba cómo una amiga para mí.
En mis divagaciones noté algo que llamó mi atención en su casillero, era un volantín muy colorido. Sin pedirle permiso a Sai extendí mi mano y lo tomé impulsado por mi curiosidad. Se trataba de propaganda de un salón de baile, el nombre "Star up!" relucía en grande; la información relevante era las inscripciones al nuevo curso de baile que estaría próximo.
—Oh, es propaganda del salón dónde Ino y yo vamos a bailar jazz los jueves en la noche —comentó Sai mientras yo leía el folleto, relativamente interesado—. Me lo dio para ayudarle, pero cómo vez no he tenido tiempo de repartirlos por ahí.
Lo miré de reojo y volví a centrarme en el volantín. Quizás esto le interese a Sakura, una vez dijo que uno de sus anhelos era volver a bailar, sus ojos resplandecían de emoción cada vez que hablaba sobre el baile; y Naruto solía decir que ella practicaba por su parte —yo jamás la había visto—. Consideré que convencerla de que se inscribiera sería lo ideal, últimamente se veía demasiado estresada con la situación que está viviendo al tener el peligro casi sobre ella; aunque no lo dijera abiertamente, sus expresiones la delataban.
Una distracción perfecta sería esto, su sueño.
—Oh, ¿estás interesado? —preguntó Sai al ver que guardé el papel en el bolsillo trasero del pantalón—. La información más detallada la tiene Ino, envíale un mensaje.
Asentí a medias despidiéndome con la mano, yendo directamente a la puerta trasera deseando llegar pronto a casa. En la vereda maldije en mi mente al no tener conmigo el automóvil, no tenía humor de montarme en el metro y soportar el congestionamiento de la cuarta hora de la tarde. Sospesé distraídamente si era momento para comprar una motocicleta nueva con mis ahorros, extrañaba montarme en una de esas bestias.
Además... llevar a Sakura conmigo en la motocicleta, con sus pequeños brazos alrededor de mi cintura no suena nada mal.
Sonreí de lado ante la idea mientras me detenía en la orilla de la acera, observando el cielo repleto de nubes que brindan una agradable sombra. Junto a la muchedumbre que aguarda paciente al cambio del color del semáforo. Hasta ese momento me enfoqué de admirar el cielo cuando noté un hecho relevante.
De rojo observé un automóvil negro estacionado a unos metros lejos de la parada; pasaría por cualquier otro automóvil, sin embargo, después de unos segundos en mirar la placa lo reconocí: era el mismo que memoricé el día en que Ryu llevó a Sakura el día que intentaron secuestrarla.
El semáforo cambió de color y las personas comenzaron a avanzar. Me quedé de pie, observándolas, considerando mis opciones. Podría hacerme de la vista gorda y seguir mi camino aparentando que no noté nada, así descubriría si me seguían o eran ideas más; o, yendo por lo más obvio y darlo por sentado desde el principio, enfrentarlo de nuevo.
El semáforo cambió de color de nuevo.
Aún seguía en mi mente los retrasos de esa noche lleno de descubrimientos que Itachi y yo encajamos. De eso casi dos semanas y hasta ahora Itachi se enfrascó en una ardua investigación sobre los hechos ocurridos, mientras yo, frustrándome a cada día porqué lo único que podía hacer era esperar por noticias. Muy patético de mi parte que me daban ganas de reír por la ironía.
Todavía no asimilaba el hecho de que Fugaku se fue por una causa mayor, el hecho de que Ryu pertenecía a los yakuza y estuvo involucrado de alguna forma con mi padre. Entrecerré los ojos. El semáforo cambió de color para avanzar y mis piernas por fin se movieron.
Me detuve enfrente frente a la ventanilla trasera y toqué el cristal dos veces, segundos después se bajó revelando la figura de Ryu con un escéptico rostro ladeado a mí. Enarcó una ceja y un deje de sonrisa se asomó en sus labios, me mantuve serio.
—Lo notaste demasiado rápido —comentó, un dejé de impresión se dejaron entrever en sus ojos verdes—, no esperaba menos del hijo de Fugaku. ¿Cómo te percataste?
Mantuve mis labios cerrados y fruncí el ceño en disgusto, hace tiempo que dejó de molestarme del todo que a las personas se les olvidara mi limitación con el habla, a este sujeto no parecía importarle y me hablaba con tal naturalidad, como si le fuera a contestar con palabras. Entorné los ojos apartando un momento la mirada.
—¿El color del auto o fue a mi guardaespaldas rondando?
Supe que no me dejaría en paz hasta saber, así que negué con la cabeza mientras sacaba un lapicero y escribí en la palma de mi mano. Al leer "por la placa" torció el gesto enarcando una ceja a mi dirección.
—Eres más observador de lo que pensé —dijo e hizo un gesto con la cabeza—. Entra, necesito decirte un par de cosas.
El cristal se subió y yo me quedé ahí, observando el cristal polarizado. Me debatí internamente si fue buena idea acércame al automóvil y los pasos que tendría que dar en llegar al cruce, pero al irme demostraría que me intimida este sujeto cuando es todo lo contrario, y le daría la ventaja sobre la situación —que de por sí es ventajosa para él por donde quiera que le viese— lo cual debía de cambiar.
Rodeé el automóvil, justo el mismo sujeto de cabellos naranjas salió del lado del piloto y se quedó de pie, observando a su alrededor con esas gafas oscuras. Entorné los ojos sin que me viera, su aspecto resulta demasiado obvio incluso para un ciego.
Me adentré al automóvil, quedándome quieto y tenso en mi lugar. Ryu veía por la ventana, apoyando la quijada en su mano, cuyo codo descansaba en un costado.
—Por la forma en que me miraste un momento atrás debo suponer que Itachi y tú hicieron sus investigaciones y descubrieron mi verdadera identidad —dijo solemne, entrecerré los ojos a su dirección confirmando mis sospechas, en un principio al conocerlo y observarlo fue solamente una teoría cercana, pero Itachi terminó por confirmarlo días atrás: Hiryū Ryuichi, jefe yakuza.
Leí el expediente apenas por poco—sí, ilegalmente lo hice, a costa de mi hermano. Él solamente dejó la carpeta abierta encima de su escritorio—, a pesar de ser el jefe yakuza no se sabía demasiado de su vida pasada antes de unirse al clan, más que sus primeros avistamientos fueron cuando él apuñaló brutalmente a un hombre que intentó violar a una mujer en un bar y permaneció detenido por unos meses antes de salir en libertad. Fue lo único que logré a leer antes de que llegara un policía por el área e impidiera que siguiera husmeando; no podía preguntarle de frente a Itachi porque él me dijo que me revelaría la información cuando los confirmara.
Sin embargo, aún no llegaba a una conclusión de cómo este sujeto está relacionado con Fugaku y Madara; la única pista era esa fotografía vieja en el que se encontraba Ryu y Fugaku juntos en sus años de preparatoria, quizás antes fueron amigos, esa sería la relación dada por sentada.
¿En que momento los caminos se torcieron?
—Y por esa mirada supongo que descubriste algo más de mí —siguió diciendo Ryu entrecerrando los ojos—, les dije que se pusieran en marcha, pero no creí que fuera tan rápido. Son agiles y perceptivos, a estar alturas debes saber que tuve relación con la desaparición de tu padre.
Ensanché los ojos de sopetón, llenó de sorpresa, sospecharlo era muy distinto a saberlo. Rápidamente escribí sobre la palma de mi mano.
"¿Dónde se encuentra ahora?"
Ryu me miró por unos segundos, moviendo el dedo sobre su rodilla. Lo detuvo al mismo tiempo que comenzó a hablar.
—Sasuke, sabes que toda respuesta de mi parte tiene un precio, así que negociemos —recalcó de forma paulatina—. Puedo decirte dónde se encuentra tu padre si tú haces algo por mí.
Por supuesto, tenía que dar algo a cambio, lo supuse desde el principio.
Permanecí mirándolo, tratando de adivinar sus pensamientos, pero este sujeto era la persona más enigmática que he conocido en mi vida. La chispa del peligro al filo de sus ojos y una amenaza implícita a que advertí que, si ponía un pie fuera del auto o me negaba a sus peticiones, el perjudicado no sería él, sino yo saldría perdiendo demasiado.
Entrecerré los ojos e hice un gesto con la barbilla a que prosiguiera. Pareció satisfecho a que cayera en sus intrigas, ¿Qué otra opción me quedaba más que escuchar?
—Información. Es lo que necesito —dijo solemne—. Cómo sabrás, los Hyūga son el otro clan yakuza con territorio en Tokio y debo erradicarlos de esta zona a como dé lugar. Sin embargo, son unas malditas cucarachas escurridizas —eso salió con un tono lleno de frustración—. Hay alguna razón por la que se aferran demasiado a este lugar, solamente sé que están buscando algo en particular en la familia Haruno.
Tensé los hombros al escuchar ese apellido. Mis sentidos se dispararon al instante al saber que esos tipos tenían en la mira a todos, especialmente a Sakura. Y la razón...
—Ahí es dónde entras tú —apuntó el pelirrojo. No me gustaba el rumbo de sus peticiones—. El hijo del líder el clan parece... obsesionado con Sakura por alguna extraña razón. Utilizarás eso como ventaja para descubrir qué es lo que buscan en realidad. Eres muy cercano a Sakura —no fue una pregunta, sino una afirmación—, así que cuando llegue el momento en que la busquen de nuevo para raptarla, actuarás e investigarás porque se mantienen en la ciudad.
Mi mente trabajó rápido a medida que Ryuichi pronunciaba las palabras, una petición iracunda y casi imposible de lograr contando mis antecedentes con Neji; pero, tras ir comprendiendo de inmediato a lo que conlleva el método a cuál conseguir respuestas, especialmente en que afectaría a Sakura, la estaría exponiendo al peligro sólo para descubrir el paradero de Fugaku.
¿Valía la pena ponerla en peligro para obtener respuestas de mi padre?
No, por supuesto que no. Me niego a ponerla en peligro sólo por esto.
Le dediqué a Ryu una mirada llena de desprecio, ¿no se suponía que este tipo veía a Sakura cómo una hija? Claro, eran sólo palabras. Incluso un hombre jodido cómo él no mantiene sus decretos, casi me reí en su cara por tal oferta: exponer al peligro a mi novia a cambio de información de mi padre.
Fugaku era mi pasado y Sakura mi presente; no arriesgaría tal tesoro por una situación que, incluso ahora, aunque moría por saber la verdad, el método en conseguirlo no lo aceptaré.
Y Ryu lo supo de inmediato, porque su semblante sereno cambió a uno lleno de tensión y seriedad.
—¿Qué sucede, chico? ¿Te niegas?
Lo miré sin caer en su provocación, un tono burlón y grutesco.
—Este mundo es conveniente y para obtener lo que quieres incluso debes sacrificar cosas importantes para ti —objeto.
Ni siquiera tuve el reparo de responderle, abrí de sopetón la puerta y salí de inmediato. De reojo miré al sujeto peli naranja que apenas recayó su mirada en mí. No iba a seguir perdiendo mi tiempo en propuestas y tratos que no estoy dispuesto a aceptar.
—Detente, Sasuke. —Ryu habló desde la ventana abierta, me giré apenas para verlo asomarse—. Estás dejando ir una gran oportunidad de saber de Fugaku.
Fruncí el ceño y agarré con fuerza el lapicero, escribí en el espacio que quedaba en la palma de mi mano y se lo mostré.
"Lo único innegociable para mí es la seguridad de Sakura, búscate a otra persona"
Y me marché sin molestarme en mirar atrás, sin arrepentirme de dejar ir la oportunidad de saber el paradero de mi padre. Lo único que acaparó mi mente es proteger a Sakura en lo que estuviera e incluso lo que no estuviera a mi alcance; ella era lo único importante en mi vida como para provocarle un mal o que otros lo hicieran.
Entrecerré los ojos, sulfúrico, no con nadie en concreto, más bien con los hechos mismos.
Sólo una cosa confirme con Ryu: los Hyūga querían algo de la familia Haruno, y a juzgar por sus palabras y a pesar de la obsesión de Neji, no era la misma Sakura. Ella, más bien, también parecía ser un medio para un fin diferente.
¿Qué era lo que buscaban esos tipos?
Al entrar a casa lo primero que esperé fue que Hunter viniera a mí, pero no apareció mientras quitaba mi zapatos. Supuse que estaría más ocupado enterrando algún juguete en el patio o tratando de comerse las plantas de mamá a costa suya, ya escucharía próximo el regaño y no lo defendería.
Me quité la gorra al avanzar a la sala, al poner un pie dentro permanecí quieto al presenciar una escena que provocó algo cálido en mi pecho.
Sakura estaba acostada en el sofá, durmiendo, con una mano estirada a peso muerto al suelo dónde yacía Hunter —que se percató de mi presencia— antes recostado; seguramente lo estuvo acariciando hasta que cayó rendida en un sueño profundo.
Hunter se aproximó a mí y quiso empezar a lloriquear, pero le hice una seña de silencio y que se sentara, obediente lo hizo y no paró de agitar su rabo. Le dejé de prestar atención para acercarme a Sakura, seguía sumergía en la inconciencia. Con su otro brazo prensaba un cojín y entre sus piernas tenía otro. Recorrí su silueta lentamente con mi mirada, traía un short corto y debajo unas mallas grises y terminaba en unas calcetas blancas, junto a una blusa manga larga del mismo color y estampados de pétalos de flores moradas, vagamente recordé que aquella prenda se la regaló Hinata.
Me intrigó su presencia en mi casa, pero no cuestionaría al respecto, este momento cambió radicalmente mi humor espantoso que emergió desde mi plática con Ryu, y saber que él quería que yo sacrificara la seguridad de la chica que quiero por algo tan... patético como información sobre el paradero de mi padre. ¿Creyó que podía utilizarme para sus fines? Le salió el tiro por la culata.
A diferencia de él, yo sí tenía escrúpulos y no sacrificaría a nadie querido a mí.
Despejé todos esos pensamientos abrumadores, lo único que quería en este momento era ver aquellos ojos verdes que eclipsan todo de mí, olvidar por un momento la situación que nos envolvían a ambos, la pulsera especial que le dio Itachi seguía prensada a su muñeca, a la espera de ser utilizada —y yo esperaba que jamás sucediera—.
Apoyé un brazo a un lado de Sakura y me incliné a ella pensando en una manera de despertarla sin tanta brusquedad. Sonreí de lado cuando una idea vino a mi mente. Terminé de inclinarme y uní mis labios con los de ella, una semana privándome del sabor de sus labios fue el impuso a insistir en el movimiento, saboreando un exquisito sabor de fresas que traía en su labial.
Poco a poco pareció reaccionar, al principio sólo soltó un suspiro y se removió quedando boca arriba con los brazos a sus costado; me aparté un momento para admirarla mejor, ella se había expuesto lo suficiente y tener el pecho descubierto de la almohada no me ayudó a controlarme. Volví a besarla con cierta insistencia, y en esta ocasión abrió los ojos lentamente, sentí su renuencia a despertarse. En cuanto nuestros ojos se conectaron, abrió la boca, gratamente impresionada intentando pronunciar mi nombre.
—Sas-
Aproveché la acción para intensificar el beso, buscando su lengua provocando que soltara un gemido por debajo, apoyando las manos en mis hombros y apretando la camisa. Correspondió de inmediato al beso y pronto sentí su cuerpo junto a mí, ¿o seré yo quien casi la aplasto? Sin embargo, mi intención no era llegar a más. Reuní toda mi fuerza de voluntad y me separé de ella. Sus mejillas adquirieron ese característico tono rosado y mantenía el ceño ligeramente fruncido, y ojos adormecidos no me perdían de vista.
Se veía tan hermosa incluso la maraña de cabellos rosados sobre el cojín, se me escapó una sonrisa.
—No es justo que hagas eso —susurró lo bastante audible, le presté más atención. Ella rozó sus labios con los míos—, te alejaste muy rápido.
La mueca socarrona de mi rostro reveló mis pensamientos y ella hizo un puchero de molestia. Reí apenas entre dientes y le di un casto beso en los labios, cerró los ojos disfrutando de la caricia, pero no iba a tentar mi estabilidad, así que tuve que separarme lo suficiente para tranquilizarme y no seguirle mi mismo juego, debía tener autocontrol sobre mí.
Cerré los ojos mientras me sentaba en el espacio que Sakura hizo en el sillón, la escuché reírse al abrazarme, de nada me ayudaba a serenarme su cercanía, pero lo disfruté. Acaricié con cierta dulzura su cabello largo, los mechones se colaron entre mis dedos, una y otra vez. Mis acciones en ocasiones me inquietaban y sorprendían a la vez, con ella sacaba aquel lado dulce que no creía poseer.
—Pensé que no te vería hoy —dijo ella alzando la cabeza, yo la miré intrigado—. Mikoto-san me comentó que vendrías hasta tarde, y bueno... no respondiste el mensaje que te envié.
—"Lo hice, pero seguramente no lo viste a tiempo por quedarte dormida" —respondí tranquilo, y ella lo pensó un momento, moviendo sus ojos a su celular encima de la mesita de noche. La flor de hoy dentro del jarrón era una orquídea, mamá cambiaba la flor todos los días sin falta.
Sakura regresó a mí, sonriendo dulcemente.
—Me quedé dormida esperando una respuesta, que curioso.
Volvió a apoyar su cabeza en mi pecho y aspiró con fuerza tomando mi mano que descansaba en mi rodilla, entrelazando nuestros dedos, al hacerlo apretó un poco y por inercia extendí los dedos debido al dolor. Sakura notó mi rechazó involuntario y me miró, pensé que lo había malinterpretado y estuve a punto de explicarle, pero tomó mi rostro y un dedo se posó en mi frente, hasta ese momento no me percaté de que tenía el ceño fruncido. Mi semblante se relajó ante su toque.
—¿Sucede algo?
Agradecí en ese momento que no haya malinterpretado mi gesto. Moví mis manos.
—"Sólo tengo un poco de dolor en las manos, nada de qué preocuparse".
Fue su turno de fruncir el ceño, se veía realmente adorable.
—¿Nada de qué preocuparse? ¡Por supuesto que no! Si lo dejas pasar será molesto estar con el dolor toda la tarde, así que —hizo una pausa y se levantó del sillón, se veía decidida— te daré un masaje para ayudarte a aliviar el dolor, ¿la pomada que utilizas sigue estando sobre tu escritorio?
Sin permitirme responderle, rodeó el sillón y trotó escaleras arriba en busca de mi habitación. Ya había estado ahí una vez la semana pasada que vino de paso en busca de unas cosas para mamá que le tocó cuidar a Mikoto en la noche. La traje y le mostré mi habitación, en ese momento lo único que pude ver fue a ella en medio de mi zona de confort, maravillándose por la colección de libros de mi estantería y los colores oscuros y elegantes —así lo describió ella—.
Libré mi mente al sentir a Hunter jalarme mi pantalón, lo miré, parecía tan concentrado en su acción. Lo hubiera dejado ser si no fuera porque ahora sí podría romperlo. Lo reprendí con la mirada y forcejeé con él para que intentara soltarme. Lo hizo sólo para soltar un alarido y dar vueltas en su lugar, supuse que quería salir un rato, sin embargo, ahora no tenía ni ganas y fuerzas para hacerlo.
Busqué con la mirada su pelota, estaba debajo de la mesa y lo lancé hacia la cocina, extrañamente no fue por él, se quedó sentado queriendo jalar de nuevo mi pantalón. Su extraña actitud me confundió, ladró un par de veces más, pero no en jugueteo, a lo largo de los años supe diferenciar sus alaridos.
—Hunter, si sigues jalando el pantalón de Sasuke te castigará —dijo Sakura en cuanto bajó las escaleras. Hunter se desinteresó por fin de mi para correr a ella y pararse en sus patas traseras pidiendo mimos, apoyando su hocico entre sus...
Aparté la mirada de sopetón al televisor apagado, jamás tuve envidia de estar en el lugar del perro hasta ahora.
Sakura se sentó a mi lado cargando la pomada para el dolor que utilizaba para estas ocasiones, me tomó primero mi mano derecha dispuesta a comenzar hasta toparse con mis pulseras que le obstaculizan la labor. Apretó los labios y por la expresión retraída en su rostro seguramente está regañándose así misma por no pensar en las cosas antes de actuar.
Jamás me había quitado mis pulseras en su presencia, y ella siempre evitó verlas, apartando la mirada a tiempo. Al principio pensé que simplemente no le agradaba la idea, pero ahora, tras verla duda y apartar su mano, me convencí de que solamente quería respetar esa parte de mi pasado.
Esperando el momento a que yo decidiera mostrarle mis cicatrices.
—Yo... lo siento, sólo quería ayudarte —murmuró soltando lentamente mi mano.
¿Por qué te disculpas, Sakura? Soy yo quién debería hacerlo, has soportado tanto por mí.
Negué con la cabeza, tomando su mano contra la mía. Apreté sus dedos, pareció consternada de mi acción, asentí con la cabeza dándole a entender que podía proceder. Entreabrió los labios, indecisa, pero mi expresión serena la convenció al final de que le daba mi permiso para que lo hiciera.
Con algo de timidez, procedió a desatar el nudo de las pulseras más delgadas que eran más adorno que nada, colocándolas a un lado, prosiguió con la de cuero que ocultaba mi cicatriz. Estuve atento a sus expresiones al momento que apartó la última pulsera dejando expuesto la marca de mi pasado, de lo que me atrevía a hacer en mis antiguos años al estar lleno de desesperación tras no saber que otro método recurrir para aliviar mi dolor.
El vía aceptable para mí para ya no sufrir más.
Sentí el tacto suave de sus dedos sobre mis cicatrices, de un extremo al otro, sus ojos abatidos pronto fueron nublados por una capa brillosa, advirtiendo lágrimas acumulándose. Lo que menos quería era hacerla llorar, antes de que pudiera secar sus lágrimas, lo hizo.
Acercó su mano a su boca y besó la cicatriz de mi muñeca, me estremecí de pies a cabeza, una sensación extraña embargó mi pecho al verla con los ojos cerrados, derramando gotas silenciosas, labios sutiles pegados a mi muñeca. Una expresión llena de desconsuelo, reflejando lo que anteriormente sentí en cuanto vi las marcas que quedarían para siempre en mis muñecas.
Besó mis cicatrices.
Besó mi vergonzoso pasado.
Besó mi alma.
Apoyé mi frente con la de ella intentando no dejarme llevar por todas mis emociones, mi otra mano en su mejilla, acariciándola con tanto esmero. Sakura aceptaba cada cicatriz, y con ello, aceptaba mi pasado, mis antiguas acciones. No se avergonzaba de mí, no le daba asco mi manojo de sentimientos negativos ni los demonios que me atormentaban cada noche en mis pesadillas, nada de eso. En lugar de ello, los resguardaba, los acobijaba y le daba consuelo a mi corazón que en su momento fue desdichado ante la vida.
Aplacando mi heridas que tentaban a abrirse.
—Te tengo una grandiosa noticia... uh, lo siento.
Negué con la cabeza cuando retrajo las manos, le indiqué que continuara a pesar del dolor. Poco a poco la crema iba haciendo efecto junto al masaje continuo. Avanzó hasta mi otra mano en un silencio reconfortante, interrumpido por un taranteo ocasional que hacía casi inconsciente, no perdí la oportunidad de admirarla en silencio, mientras masajeaba el área de mis muñecas y pedía que extendiera los dedos. Por supuesto que se percató de mi constante acción y sonrió dulcemente. No es la primera vez que me atrapa admirándola.
—¿Qué sucede? —preguntó divertida.
Simplemente todavía creo que estoy en un sueño eterno, quise decirle.
Le pregunté con la otra mano cómo es que sabía los puntos exactos en apretar, me dijo que tuvo que aprender por Mebuki, en invierno le dolía demasiado las manos o cuando se afanaba tejiendo y terminaba con los dedos engarrotados difíciles de moverlos.
—Cómo te decía, en la mañana hablamos con los médicos y psiquiatra de mamá dijeron que ella está volviendo a la realidad más rápido de lo que esperaron —retomó su conversación y la sonrisa alegre en su rostro iluminaría hasta la oscuridad más densa que existiera, sus ojos igual resplandecían—. ¿No es maravilloso? Estuve esperando este momento por años, pero... ahora que se está haciendo realidad, no sé cómo reaccionar.
La seguí con la mirada, su mueca decayó un momento y después suspiró, deteniendo toda acción. Noté la preocupación de su rostro, tomé su mejilla haciendo que me mirara y retomara una sonrisa tratando de asegurarme que no ocurría nada malo.
—No te preocupes, estoy bien. Simplemente no tengo ni idea cómo será todo desde ahora, hay tantas cosas que quiero preguntarle a mamá, pero temo que, si lo hago, retroceda mentalmente y vuelva a encerrarse.
—"Lo mejor será esperar un tiempo".
—Sí, también lo pensé. Será mejor que controle mis ansías, todavía tenemos tiempo —dijo un poco divertida y un tanto distraída en su labor. Dando un último apretón a mis muñecas—. Listo, hemos terminado con tu sesión de masaje.
Al dejarme libre giré mis muñecas, se sentían mejor que antes, la frescura de la crema aliviaba mi dolor. Me coloqué magistralmente las pulseras con un poco de su ayuda, al terminar, giré a Sakura que enroscaba la crema sin borrar la sonrisa de sus labios que me tentaron una vez más.
—¿Qué tal si mientras esperamos...?
La interrumpí de nuevo con un beso, no se sorprendió esta vez. Cerró los ojos y correspondió a mi suave caricia, tomando mis mejillas para extender el momento, sonreí contra sus labios al ver su insistencia. Sentía lo mismo que yo.
—Quiero suponer que este es mi obsequió por el masaje —dijo con otro beso, riéndose para mí al ver mi ceja alzada—. Ah, ¿no? Entonces hoy estás siendo particularmente cariñoso.
¿Cariñoso?
Apoyé mi oreja en su pecho, aspirando su dulce aroma. Envolviéndola en mis brazos, sintiendo su calor junto al mío, cerrando los ojos, pude escuchar su tenue respiración y los latidos de su corazón. Una melodía perfecta para mí, las notas del piano volaron en mi mente, recreando una secuencia en sólo unos minutos en esa posición.
Una y otra vez.
Escuché pisadas provenientes de las escaleras, seguramente serían Mebuki y mamá. Iba a permanecer en la misma posición, pero no quería tener a mamá con sus miradas destilando miel por todos lados al estar contenta de que por fin tenía a alguien a quién querer. A regañadientes me separé de Sakura justo a tiempo en que hacían su aparición.
Por un momento me quedé asombrado por el cambió en el semblante de Mebuki, se veía más centrada y lúcida, sus ojos brillaban de la misma manera que los de Sakura: llenos de vida, se enfocaron en mí, y apenas unas arrugas se formaron en sus ojos cuando sonrió.
—Sasuke, que alegría verte —me dijo acercándose a mí, tomándome de las manos. Asentí sin saber que hacer o responder—. Hacía tiempo que no me visitabas en el hospital, ¿has trabajado mucho?
Volví a asentir, mirando de reojo apenas a mamá a mis espaldas, ella formulaba un "asombroso" en señas, yo le di la razón.
—Tenemos planeado organizar una cena con ambas familias el próximo fin de semana —interrumpió mamá, avisándonos a Sakura y a mí en particular, al igual que ella, Mebuki se mostró aún más emocionada—. Le diré también a Itachi e Izumi, estoy segura de que le encantará conocer a Sakura.
—Asegúrate de asistir, lo hacemos en honor a ustedes dos —dijo Mebuki mirándome con una ceja alzada, advirtiéndome que no aceptaba mi ausencia por trabajo.
—¡Mamá, ni que nos fuéramos a casar! —exclamó avergonzada Sakura.
Sonreí de lado y asentí, contribuir a verla avergonzada me divertía, sobre todo ver sus pucheros y ceño fruncido, se veía tan adorable. Le di unas palmadas en su cabeza pasé a su mueca de inconformidad a que yo disfrutara ponerla nerviosa, soltó un "¡hpm!" mostrando su indignación a que me burlara de ella y ladeó el rostro.
—No seas infantil, Sakura —le regañó su madre.
—No soy infantil, en ocasiones a Sasuke le gusta molestarme —murmuró rencorosa apartándose de mí, no me afectó, en cambio me reí entre dientes—. ¿A que hora será? Para no hacer planes con mis amigos ese día.
En ese momento supe que las tres se enfrascarían en una conversación al ver que se sentaban en los sillones, antes de tomar asiento alado de Sakura de reojo observé a Hunter que yacía acostado en el pasillo con la cabeza ladeada a la puerta. Su extraña actitud aún persistía, no indague más puesto que sonó el timbre. Hunter de inmediato levantó las orejas y soltó alaridos, corriendo a mi dirección avisando que alguien llegó. ¿Para qué tener timbre si hay uno más ruidoso?
—"Yo abro" —avisé a Mikoto que estuvo a nada de encaminarse a la puerta.
—Por favor, cariño, seguramente vienen a dejar las piezas de piano que encargue.
Hunter casi me tira al pasar entre mis piernas, dando alaridos. Estaba más alterado de lo normal. Tuve que sacarlo al patio para que no terminara abalanzándose al paquetero. Regresé esperando que la caja no fuera tan enorme como la última vez nada más conteniendo unas piezas minúsculas que cabían en la palma de mi mano.
Abrí la puerta esperando no lidiar con un incompetente que me miraría con lástima a falta de mi voz, sin embargo, apenas abrí la puerta me quedé estático en mi lugar. Con mis ojos abriéndose de par en par al reconocer a la persona que estaba frente a la puerta de nuestra casa.
Imposible... no podía tratarse de...
—Hola, Sasuke, tanto tiempo sin vernos.
Madara.
H-O-L-A
Lo que muchos esperaron, ¡la aparición de Madara! *gritos internos*
Comenzamos primero por el hecho de que Mebuki ya está volviendo en sí, ella es una pieza clave para resolver tantos misterios que pronto sabremos, sólo les diré que nos estamos acercando a la verdad, con seguridad, cuando vean ¡pum! aparecerá cuando menos se lo imaginen.
¿Qué piensan de Ryu? Sus acciones son confusas, pero tiene sus razones que pronto lo verán, él busca algo en particular al igual que los Hyuga, ¿qué creen que sea? Ya está la pista en no es Sakura en sí, más bien un medio para llegar a ese algo.
Les di sus momentos SS, disfrútenlo ~~~~ que pronto veremos si su amor es capaz de enfrentar las adversidades, las bases ya están dadas, sólo ellos tendrán su libre albedrío. Este capítulo no fue tan revelador, más bien una pequeña introducción, un momento de dicha antes de la tormenta que se avecina en lo alto y que nadie esperara.
Fantasmas del pasado aparecieron, y los misterios comenzarán a resolverse.
Bueno, en fin, esto es todo por el momento. Creo que este capítulo fue más tardado en actualiza, hahaha, casi dos meses, mil perdones (? Aunque los primeros capítulos los actualizaba cada mil años luz hahaha
No olviden decirme que les pareció el capítulo, ¡estaré ansiosa de leerles!
Gracias por leer y espero que hayan disfrutado el capítulo cómo yo al escribirlo.
Nos leemos pronto.
¡Alela-chan fuera!
