NT: Los nombres, lugares y otros detalles aquí mencionados pertenecen a la saga de Harry Potter creada por J.K. Rowling y las adaptaciones cinematográficas del mismo nombre por parte de Warner Bros. El fanfic en su idioma original pertenece a Winterblume, yo sólo lo traduzco.
Buenos días, tardes o noches. Aquí Victory Reed al teclado, por tercera semana consecutiva tenemos nuevo capítulo! Estoy muy emocionada porque ya estamos a punto de romper el récord de traducción, así que esperemos vernos la próxima semana con el Capítulo 29 ¿Quién es Ron?
Como siempre muchas gracias a todos por tomarse el tiempo de leer esta historia que es un placer traducir. Sobre todo a ti Astrid!
-VR.
Ultima Ratio
Capítulo 28
Te amo
Después de una noche sin apenas descansar Hermione despertó y gimió cuando se dio cuenta de que era lunes. Normalmente le gustaban los lunes, ya que eran el comienzo de otra semana de clases, tareas y cosas que aprender. Pero últimamente había llegado a odiarlos. En realidad la ponían bastante nerviosa, Hermione se levantó de la cama y se arrastró hasta el baño, ignorando la charla de sus compañeras de habitación.
La razón de su nueva aversión hacia los lunes era la primera clase directamente después del desayuno: Pociones. Realmente no quería continuar preparando una poción que bien podría significar su fin. La poción Ortus todavía pesaba sobre su mente. Mezclada con su sangre, esa poción era capaz de dar la fecha exacta del nacimiento de la persona que la hiciera. De ninguna manera permitiría que alguien viera esa poción con su sangre. Por lo que Hermione había decidido sabotearla, a pesar de que todavía no había hecho nada. No sería prudente hacerlo ahora, ya que no habían progresado mucho con la poción, si ella la arruinaba ahora todavía tendría tiempo para comenzar una nueva. Hermione no creía que pudiera sabotearla una vez más, Tom seguramente sospecharía si su poción se arruinaba dos veces seguidas. Era increíblemente observador.
Hermione se lavó y suspiró con cansancio mientras se cepillaba el cabello. Bueno, al menos tratóde cepillarlo, se dio cuenta mientras miraba irritada su cabello rizado. Al cabo de un rato se rindió y regresó el cepillo al lado de sus otros artículos de aseo personal que estaban en el anaquel.
Tom realmente era demasiado observador para su propio bien, pensó decididamente mientras sus pensamientos vagaban de nuevo hacia el día anterior. ¿Cómo se las había arreglado para averiguar sobre el manuscrito de Peverell? Ciertamente no había mencionado el libro de ninguna manera en la presencia de Tom. De hecho, nunca había hablado con nadie sobre el libro de Peverell, se exprimió el cerebro para saber cómo Tom lo había descubierto aunque no tuvo éxito. Era un misterio. Pero aunque su inexplicable conocimiento complicaba la situación, no era nada comparado con su otro problema. Hermione dejó de pensar en su novio y movió sus pensamientos hacia los hombres que la habían emboscado ayer. Cuanto más pensaba en ellos, más segura estaba de que eran hombres de Grindelwald. Ese emblema en las capas negras de sus atacantes era sin duda un símbolo que Grindelwald había utilizado. En realidad, reflejaba su obsesión por las Reliquias de la Muerte, que Grindelwald estuviera tratando de robar un libro escrito por uno de los creadores de las Reliquias tampoco era ninguna sorpresa.
Hermione salió lentamente del cuarto de baño. Aliviada se dio cuenta de que sus compañeras de dormitorio ya se habían ido, tomó la mochila escolar sobre la cama mientras su mirada barría el baúl donde sabía que el manuscrito de Peverell estaba oculto.
Que Grindelwald hubiera aparecido en el panorama era un grave problema, tuvo que admitir a regañadientes. Desde luego no quería luchar contra él o sus hombres, ya había luchado contra suficientes magos oscuros, pero aparte de eso, todavía tenía el problema de la línea del tiempo. Obviamente había robado un libro que de otro modo habría caído en las manos de Grindelwald. ¿Había cambiado el pasado con sus acciones? La culpa la inundó de nuevo en ese pensamiento.
¡Contrólate! —Se dijo entre dientes.
Después de todo, no sabía a ciencia cierta si era posible cambiar el pasado. De ser así, entonces estaba en grandes problemas, incluso sin haber robado el manuscrito, pensó cuando de repente una imagen de Tom apareció en su mente. Sacudió la cabeza en un intento de deshacerse de sus perturbadores pensamientos, no servía de nada lamentarse por cosas que ya no podía cambiar. Obviamente era un hecho que Grindelwald ahora iba tras ella. Afortunadamente, estaba relativamente a salvo tras los muros protectores de Hogwarts. Pero aún con eso, no podía bajar la guardia Hermione decidió. Los hombres de Grindelwald parecían estar bastante bien entrenados, tal vez sería una buena idea entrenar sus propias capacidades para estar preparada en caso de que decidieran atacar de nuevo. Hacía tiempo que no lo hacía, admitió con aire de culpabilidad. Últimamente no había trabajado mucho con la Magia Mayor. No había decidido conscientemente abandonar sus intentos de obtener un mayor control sobre la Magia, siempre había otras cosas que tenía que hacer. Había tenido que ir a clases, hacer su tarea y por supuesto estaba Tom. Durante todo ese tiempo realmente había descuidado la Magia Mayor, por lo que debía arreglarlo. Así que Hermione decidió empezar a trabajar con la Magia Mayor de nuevo. Después de todo, había ganado algo como un control rudimentario sobre ella. Incluso había logrado utilizar la magia para realizar hechizos. Sin embargo, había espacio de mejora. Sí, después de clases volvería a entrenar la Magia Mayor, Hermione pensó de alguna manera tranquilizada, ignorando convenientemente el pequeño libro que se ocultaba en el baúl.
Salió del dormitorio y bajó las escaleras hacia la sala común. Pero antes de llegar a la planta baja, escuchó unas voces procedentes del piso de abajo.
—¿Cómo te atreves…? —una furiosa voz que se parecía sospechosamente a la de Longbottom gritó con furia.
—Por favor, ¿no podemos simplemente resolverlo? —Otra voz, calmada y exageradamente amable, respondió con falsa sinceridad.
Hermione suspiró cuando reconoció la segunda voz, debería haber esperado algo así. A pesar de que estaba contenta de que a Longbottom, obviamente, le caía mejor, sabía que él no mejoraría su actitud potencialmente peligrosa hacia Tom. Sobre todo ahora que pensaba que Tom era un maltratador. Hermione consideró brevemente darse la vuelta, volver a su cama y pasar por alto que había oído algo. Pero eso sería imprudente, admitió a regañadientes. Así que bajó por las escaleras y entró en la sala común.
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Tom estaba demasiado cansado para reflexionar sobre lo mucho que odiaba los lunes mientras se levantaba. ¿Por qué tenían que empezar las clases en medio de la noche? Se preguntó de mal humor mientras lentamente se levantaba de la cama, veinte minutos más tarde salió de la sala común de Slytherin, perfectamente vestido y con el pelo ligeramente húmedo de la ducha. Tenía tiempo más que suficiente antes de que su primera clase comenzara. Pociones. Ese día se había levantado antes de lo normal porque tenía previsto visitar la sala común de Gryffindor para ver a Hermione. Quería asegurarse de que estaba bien. Después de todo, el día previo había sido atacada.
Tom se estremeció al recordar cómo la había encontrado en el patio trasero. Ese patético hombre la había agarrado mientras sangre goteaba por su boca, Tom volvió a sentir como su furiosa magia despertaba sólo de pensar en esa imagen. Trató de impedir que su magia oscura se arremolinase en torno a él, no quería que ningún profesor le viera así. Sin embargo ayer, no había podido contenerse. Había estado muy furioso cuando encontró a Hermione amenazada por aquellos hombres, estaba realmente sorprendido de que no hubiera matado a uno de esos imbéciles de cuarta. Habían herido a Hermione, pensó mientras apretaba los puños. Nadie tenía permitido tocarla, y mucho menos hacerle daño. Esa bruja le pertenecía, después de todo.
Tom apretó los dientes y trató de calmar la magia que hervía con rabia al recordar las heridas en el cuerpo de Hermione. Ese asqueroso realmente se había atrevido a golpearla, tenía un moretón en el rostro y su brazo tenía un corte profundo. No sabía quiénes eran, pero la siguiente vez que se los encontrara tendrían suerte si no los mataba, Tom no tenía mucha indulgencia cuando las personas intentaban dañar sus posesiones. Sin embargo, algo lo desconcertaba. Cuando había visto a Hermione apretada contra la pared, mientras el hombre la amenazaba, la furia de Tom se había mezclado con algo más. Algo ajeno, pero aún no podía descubrir qué.
¿Miedo? Era extraño. ¿Cómo podía haber tenido miedo por la vida de otra persona? Eso era nuevo y, bueno, extraño.
Lo que sea que fuere, su rabia cayó al fondo de todos modos. Tom aún podía sentirla hirviendo dentro de él, esa ira. ¿Quiénes eran esos hombres? ¿Por qué habían atacado a Hermione? Obviamente tenía algo que ver con el libro que había robado del apartamento de Flamel. Era lo suficientemente importante como para que esos hombres atacaran a Hermione para quitárselo. Tom se sintió inmensamente irritado por el hecho de que Hermione no le hubiera mostrado el libro, se había negado en rotundo a dejarle ver el libro cuando le había dicho que quería echarle un vistazo.
Que insolente.
Después de todo era suya, por lo que no debía tener secretos con él. Al convertirse finalmente en su novia había admitido el hecho de que era su propiedad ¿no? Aun así, tercamente insistía en mantener secretos con él. La chica no era fácil de manejar. Sin embargo Tom sabía que por la fuerza no lograría nada. No, tenía que tratar de obtener información de alguna otra manera. Gracias a la tendencia de Slughorn por parlotear, sabía que el nombre de Peverell parecía estar relacionado con las Reliquias de la Muerte. Había estado haciendo algunas investigaciones desde la primera vez que había escuchado sobre las Reliquias. Obviamente había tres, cada una con propiedades cuestionables. Tom sacudió la cabeza con desaprobación, todo el tema era demasiado ambiguo para su gusto. Las Reliquias eran más un mito que otra cosa, incluso había rumores sobre un culto buscando las Reliquias.
Idiotas.
Aunque había algo que Tom encontró bastante intrigante. Decía que si alguien se las arreglaba para combinar las tres Reliquias, sería capaz de vencer a la muerte, un cuento interesante. Pero seguía siendo un cuento. Por lo que Tom sabía, sólo existía una forma de evadir la muerte, había hecho una amplia investigación sobre eso. Pero aunque las Reliquias de la Muerte eran poco fiables, parecía que Hermione de alguna manera estaba interesada en ellas. Todavía quería saber por qué.
A esas alturas, casi había llegado a la entrada de la sala común de Gryffindor. Todavía le molestaba que Hermione hubiera terminado en esa fastidiosa casa, esa gente realmente lo ponía de los nervios. Con placer pensó en el día que casi había maldecido a Longbottom, después de la última fiesta de Slughorn. Realmente lamentó que Hermione lo hubiera interrumpido antes de que pudiera disparar la maldición, en aquel entonces le había dicho que no iba a aceptar ese tipo de comportamiento hacia sus amigos. Aunque Tom no creía que estuviera en posición de prohibirle nada, todavía no quería que se enfadara con él, podía ser bastante difícil cuando se enojaba. A pesar de eso, no sabía si podría seguir con la imposición de no maldecir a sus amigos, pensó cuando por fin llegó al ridículo retrato que conducía a la sala común de Gryffindor. Al entrar en la sala común fue golpeado inmediatamente por aquellos colores dorados y rojos insoportablemente brillantes.
Dios, ¿qué están tratando de decir? —Tom se preguntó con condescendencia.— ¿Mírenme, soy un idiota hiperactivo?
Intentó ignorar ese ataque al buen gusto y dejó que su mirada barriera sobre la sala. Estaba llena de idiotas ridículamente alegres pero no vio a Hermione por ningún sitio, se dio cuenta cuando no pudo localizarla. Tal vez todavía estaba en su dormitorio. Consideró brevemente ir hacia allí, pero al final decidió no hacerlo. No beneficiaría a su reputación que el perfecto estudiante modelo entrara en el dormitorio de chicas a pesar de que no le importaría echarle un vistazo a Hermione sin ropa, pensó mientras una sonrisa aparecía en su rostro. Estaba perdido en sus felices pensamientos así que no se dio cuenta de cómo un grupo de Gryffindor se dirigía hacia donde estaba parado en el hueco de la entrada.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Tom fue sacado de sus sueños por una voz hostil.
Encontró a Longbottom y a sus dos cómplices, Weasley y Lupin, directamente delante de él. Tom trató de suprimirla, pero una sonrisa malvada tiró de las comisuras de sus labios cuando sus ojos se posaron sobre el grupo. Longbottom parecía ser un verdadero Gryffindor con la aversión y el odio abiertamente presente en su rostro mientras le fruncía el ceño oscuramente. Los otros dos chicos, también lo miraban con desaprobación.
Oh no, ¿qué van a hacer? —Tom se preguntó con sarcasmo.— ¿Tal vez intentar maldecirme con su magia inmensamente superior? —No pudo evitar burlarse ante ese pensamiento.
—¡Escucha, repulsivo enfermo! —Longbottom escupió enfurecido.— Esta es la sala común de Gryffindor y ciertamente no queremos a gente como tú aquí.
El deje despreciativo en su voz logró elevar el propio temperamento de Tom. Aunque tuvo que admitir que no estaba haciendo mucho por contenerse, era una pena que no pudiera maldecir a ese estúpido ahí, pensó mientras observaba brevemente a los otros estudiantes presentes. Algunos de ellos estaban viendo la conversación descaradamente.
¡Malditos Gryffindor! —Pensó y decidió actuar como el inocente prefecto.
—Sólo estoy esperando a mi novia, —Respondió, su voz goteaba sincera amabilidad.— No quiero molestar a nadie.
—No creas que nos engañas, Riddle. —Longbottom bramó.— Todos sabemos qué tipo de monstruo eres.
Qué difícil. —Tom apenas podía contener su furiosa magia de atacar a Longbottom. De todos modos, valía la pena al ver esa impotente mirada rabiosa en el rostro del idiota.
—Lo siento, —susurró Tom, sin dejar de asegurarse de que todo el mundo entendiera sus palabras.— sé que también te gusta Hermione. Pero sigo sin ver una razón para que expreses tu enojo hacia mí.
Después, fácilmente organizó sus facciones en una sincera mirada de simpatía mientras veía a Longbottom. Con placer observó como conversaciones en susurros de repente empezaron a escucharse a su alrededor.
—¿Cómo te atreves…? —el rubio de Gryffindor ladró furiosamente, sus amigos tuvieron que detenerlo para que no embistiera a Tom.
—Por favor ¿no podemos simplemente resolverlo? —dijo con sinceridad filtrándose en su voz.
Sabía que estaba exagerando un poco, pero era demasiado divertido fastidiar a ese idiota. Obviamente los otros estudiantes se lo habían tragado, observó satisfecho al ver miradas de indignación en sus rostros.
—¡Marc! ¡Basta! —Tom suprimió una perversa sonrisa cuando una chica interfirió en la divertida conversación.
La chica tenía el pelo largo color azabache, y obviamente era la cabecilla de un grupo de chicas de Gryffindor. En ese momento, todas fulminaban con la mirada a Longbottom.
—Diana, mantente al margen. No sabes de qué se trata esto. —dijo Longbottom entre dientes a la chica de pelo negro.
—No, en serio. —Otra chica de voz dolorosamente estridente dijo en tono de reproche.— No puedes tratar a Riddle de esta manera. No te hizo nada.
Tom tuvo que esforzarse para no romper a reír perversamente. Pero se alegró de haber logrado contenerse cuando otra chica apareció inesperadamente.
—¿Que está pasando aquí? —preguntó Hermione con una mirada amargada en el rostro.
Ya estaba lamentando no haber seguido su primer impulso de volver a la cama, pensó mientras dejaba que su mirada rápidamente entendiera la situación frente de ella. Longbottom estaba claramente irritado, mientras que Weasley y Lupin trataban de frenarlo de alguna manera. Sus queridas compañeras de dormitorio también estaban ahí, mirando con desaprobación a Longbottom. Finalmente los ojos de Hermione se posaron en Tom. Estaba allí, delante de Longbottom tan fresco y sosegado. Su rostro estaba cubierto por una máscara de falsa cortesía, pero podía decir que estaba inmensamente divertido por todo el incidente. Le frunció el ceño molesta, lo que sólo le hizo arquear una ceja con elegancia.
—Olvídalo, en realidad no quiero saberlo. —Suspiró finalmente con cansancio.
Se volvió hacia la salida de la sala común para dirigirse al Gran Comedor. Tom le abrió la puerta-retrato antes de que él se hiciera a un lado para dejarla pasar.
—Hermione, en serio no puedes querer quedarte a solas con ese bastardo. —gritó Longbottom tras ella preocupado.
Hermione se dio la vuelta y le sonrió.— Te lo dije, no tienes que preocuparte por mí. —Trató de calmarlo.
Finalmente salió de la sala común de Gryffindor, seguida de cerca por Tom. Hermione, alcanzó a oír la aguda y molesta voz de Rose,— Para de insultar a Riddle de esa manera. —afortunadamente el retrato se cerró, callando cualquier conversación. Hermione continuó su camino hasta el Gran Comedor mientras Tom caminaba al paso a su lado.
—¿Qué le pasa a ese idiota ahora? —Tom le preguntó después de un momento.— Pensé que te odiaba.
—Bueno, muchas gracias Sr. Sensible —respondió con brusquedad.— Pero, evidentemente, Marc ha terminado con su "odio".
Tom simplemente la miró con expectación lo que provocó que Hermione suspirara de nuevo.
—Vio esto en mi cara, —dijo haciendo un gesto hacia la mandíbula todavía magullada y el corte en el labio.— así que por supuesto estaba un poco preocupado por mí.
—Hmm. —dijo Tom mientras estrechaba sus ojos con sospecha.— eso podría ser cierto, pero todavía no explica por qué hace un momento trató de asesinarme en el instante en que puse un pie en tu sala común.
Hermione apartó la vista de su penetrante mirada, en realidad no quería decirle por qué Longbottom volvía a hablar con ella.
—Ayer mis amigos me preguntaron en la sala común cómo me hice daño, — dijo torpemente y le lanzó una mirada a Tom, pero rápidamente volvió a apartarla.— por supuesto no podía decirles quienes eran esos tipos que me atacaron. Nadie sabe que robé el manuscrito de Peverell. —Lo dijo tan rápido que las palabras resultaron un gran balbuceo incomprensible,— Y ahora creen que fuiste tú quien me golpeó.
Hubo una pausa en la que ninguno de los dos dijo nada. Hermione comenzó a juguetear nerviosamente con un mechón de pelo rizado, mientras seguía evitando mirar a Tom.
—¿Y por qué iban a suponer algo así? —Finalmente preguntó con exigencia en su voz ligeramente teñida por la ira.
—Eh... ¿no lo sé? —Hermione respondió con timidez.
Ella volvió la cabeza y lo miró, lo encontró frunciéndole el ceño. Tenía un furioso ceño entre las cejas y apretaba la mandíbula con fuerza.
—Mira, realmente no me importa lo que tus idiotas amigos piensen de mí. —Declaró en un tono terriblemente frío.— Sin embargo, el comportamiento de Longbottom es bastante molesto. ¿No le dijiste que no fui yo?
—Lo hice, —Hermione le aseguró rápidamente antes de continuar con voz mansa:— pero no me creyó.
Tom entrecerró los ojos con ira, entonces se burló— Que amigos más buenos tienes.
—No es como si alguna vez hubieras intentado ser remotamente civilizado con ellos. —Le reprendió en un tono bastante claro.
La ira era claramente visible en su rostro cuando la miró. Hermione suspiró suavemente y se acercó un poco más, lentamente deslizó un brazo alrededor de su cintura.
—Marc es un poco impetuoso, —explicó en tono suave, tratando de calmar a Tom.— es estúpido así.
Ella sintió que se relajaba un poco mientras su brazo lo rodeaba. Pero entonces un siseo amenazante la hizo estremecer un poco,— Cualquiera que sea la razón, alguien debería retener a ese imbécil cuando está a mi alrededor. O le demostraré que puedo ser tan malo como supone que soy.
—¿Qué tal si simplemente lo ignoras? —sugirió Hermione en voz baja mientras empezaba a conducirlo aún con un brazo alrededor de su cintura.
En vez de responderle, Tom simplemente la miró sombríamente. Pero el maligno brillo dejó sus ojos rápidamente cuando su mirada vagó sobre su rostro. Levantó una mano y suavemente rozó el hematoma en su mandíbula.
—¿Todavía te duele? —le preguntó preocupado.
Ella sonrió.— Me conoces. He pasado por cosas peores.
—Sorprendentemente, eso no me consuela en lo absoluto —dijo con sequedad.
Envolvió un brazo alrededor de sus hombros y la atrajo hacia él. Ese gesto fue bastante posesivo pensó Hermione, pero no dijo nada. Sabía que Tom debía haber estado bastante preocupado cuando la encontró arrinconada por los hombres de Grindelwald. Así que decidió pasar por alto su comportamiento posesivo y permitió que él la condujera hacia el Gran Comedor. Casi habían llegado a la primera planta cuando Tom habló de nuevo.
—¿Quienes eran esos hombres? Dime —su repentina demanda la tomó desprevenida.
—Um ... ¿no lo sé?
No le sorprendió en absoluto que volviera a fulminarla con la mirada.
—¿No lo sabes? ¿O no me lo quieres decir? —preguntó con frialdad.— Al igual que como no quieres mostrarme el libro.
Hermione tuvo que apartar la mirada de la expresión de enojo e incluso de reproche en su rostro. Sabía lo mucho que Tom odiaba que no fuera abierta con él, pero eso era una parte de su vida que no podía contarle.
—De todos modos ¿por qué es tan importante? —dijo en voz baja.— No lograron herirme gravemente. Es agua…
—Agua pasada —Completó Tom la frase por ella en tono bajo y conciso. Giró la cabeza y volvió a fruncirle el ceño.— Eso me recuerda a una conversación similar que una vez tuvimos en un bar del Callejón Diagon. ¿Recuerdas?
Hermione levantó la vista hacia él, pero no respondió. Sin embargo, recordaba la conversación.
—Ese mismo día estaba caminando por Londres, pensando en mis cosas, cuando de repente una chica chocó conmigo. Seguida de cerca por un grupo de magos enfurecidos, —dijo Tom, la irritación rezumaba de su voz.— y puede que te sorprenda saber que los magos llevaban el mismo estilo de capas que los hombres que te atacaron de nuevo ayer.
—¿En serio? —preguntó inocentemente
—Hermione, deja de hacerte la tonta. —Dijo entre dientes en voz aguda.— ¿Por qué esos hombres van detrás de ti?
Ella se limitó a mirarlo sin responder nada. A Hermione no le gustaba tener que mentirle por lo que prefirió no responder en absoluto, ya habían dejado de caminar. Él se colocó delante de ella y la miró sombríamente.
—¿Por qué necesitas ese libro? —exigió saber.
Hermione continuó mirándolo. Vio un brillo peligroso en sus ojos y sabía que estaba enfurecido por su silencio. Pero tendría que aceptarlo.
—¡Dime! —dijo entre dientes con voz mandona.
Hermione suspiró mientras volvía a ser golpeada por su furiosa mirada. Extendió una mano hacia él poniéndola suavemente sobre su brazo.
—Tom, —Comenzó en tono tranquilo.— estoy segura de que tú tampoco me dices todo. Acepta que tengo mis propios secretos.
Él continuó mirándola enfurecido mientras ella le devolvía la mirada con el rostro en blanco. Sabía que él no estaba de acuerdo en absoluto con su declaración pero después de un tiempo pareció llegar a la conclusión de que en ese momento no sería capaz de sacarle nada.
—¡Bien! —gruñó con rabia.
La agarró del brazo y reanudó el camino hacia el Gran Comedor, Hermione lo siguió. Mientras caminaban por los corredores, una vez más se preguntó cómo había averiguado sobre el libro de Peverell. Sabía por experiencia lo persistente podría ser Tom, estaba segura de que aún no se había dado por vencido. Entraron en el pasillo que conducía al Gran Comedor cuando de pronto le preguntó en voz baja:
—¿Crees que volverán a atacar?
No se había dado la vuelta, todavía la arrastraba tras de sí. Hermione frunció el ceño, pero luego respondió en voz baja,— No lo sé.
Eso lo hizo detenerse y girarse. Volvía a mirarla furiosamente, pero también vio preocupación brillando en sus ojos.
—Realmente no lo sé —susurró con honestidad.
Él no respondió nada, simplemente continuó mirándola. La rabia había desaparecido pero seguía mirándola con preocupación. Entonces, de repente se acercó a ella, atrayéndola hacia él para que se apoyara en su pecho, sus brazos la envolvieron abrazándola con fuerza. Volvió a terminar el abrazo un momento después, le tomó de la mano y continuó el camino hacia la entrada del Gran Comedor. Hermione estaba un poco confundida por su repentino cambio de humor, pero decidió no hacer comentarios al respecto. Cuando finalmente entraron en el Gran Comedor, Tom la llevó hasta la mesa de Gryffindor. De alguna manera, Hermione estaba contenta de que al menos para desayunar, sería capaz de escapar de su interrogatorio.
Se sentó a la mesa, feliz de encontrar un plato de bocadillos de jamón justo en frente de ella. De alguna manera estaba bastante hambrienta, después del fiasco del día anterior en Hogsmeade, no había sido capaz de comer algo. Hermione tomó uno de los sándwiches cuando sintió a alguien dejárse caer en el asiento de al lado. Miró hacia arriba y levantó las cejas con sorpresa cuando se encontró a Tom sentado a su lado.
Lo observó por un momento antes de preguntar confundida:— ¿Qué estás haciendo aquí?
Tom ni siquiera la honró con la mirada, sólo alcanzó los sándwiches de jamón colocando uno en su plato antes de servirse a sí mismo.
—¿Qué te parece que estoy haciendo? —preguntó en un tono de voz perfectamente normal.— Estoy desayunando.
Hermione frunció el ceño y continuó mirándolo como se servía una taza de café.
—¿No tendrías que sentarte en la mesa de Slytherin? —Finalmente le preguntó, lentamente.
—No —respondió con calma.
—¿No qué?
Tom finalmente giró la cabeza y la miró. Sus ojos grises la escanearon y pudo ver una cierta cantidad de diversión bailando en ellos.
—No tengo que sentarme allí, —dijo ligeramente.— no hay ninguna regla de la escuela que prohíba sentarse en la mesa de otra casa, ¿verdad?
Hermione abrió la boca, pero en realidad no sabía nada acerca de alguna norma sobre eso, por lo que volvió a cerrarla. Trató de ignorar la mueca triunfal en su rostro y volvió a su plato, esperaba que Tom solo estuviera sintiéndose demasiado sobreprotector y que no estuviera ahí sentado para continuar con su interrogatorio. Empezó a comer su sándwich y dejó vagar la mirada sobre los otros Gryffindor. La mayoría ya se había dado cuenta del Slytherin sentado en su mesa, pero nadie parecía estar ofendido por ese hecho.
Por supuesto que no, —pensó Hermione con sequedad.— porque todo el mundo ama a Tom Riddle.
Incluso vio a Rose, Lucía y Viola, sus siempre serviciales compañeras de dormitorio contemplando a Tom con miradas vidriosas en sus ojos. Entonces la mirada de Hermione viajó a la mesa de Slytherin. Se encontró con algunas personas, sobre todo chicas mirándola sombríamente. Todavía no la habían perdonado por robarle a su apuesto prefecto. Sin embargo, ni uno de los Slytherin se atrevía a mirar a Tom. Sus seguidores ignoraban el asunto por completo, Hermione se encogió de hombros y tomó otro bocadillo. Fue entonces cuando Longbottom, Weasley y Lupin se sentaron en los asientos frente a ella, Hermione no se sorprendió en absoluto al encontrar a los tres chicos mirando a Tom con rabia. Sintió como su estomago caía cuando vio la expresión asesina en el rostro de Longbottom.
Esto no es bueno —suspiró hacia sus adentros.
Los tres Gryffindor continuaron mirando a Tom como si estuvieran pensando la mejor forma de matarlo. Tom, por otro lado estaba sentado elegantemente, comiendo su sándwich como si no tuviera ninguna otra preocupación en el mundo.
—¿Por qué no te sientas allí? —Le preguntó Weasley a Tom, su voz era inusualmente fría, mientras hacía un gesto hacia la mesa de Slytherin.— ¿Con las otras serpientes?
Tom se limitó a observar a los tres chicos con aburrimiento antes de decir con indiferencia,— Me puedo sentar allí todos los días. Hoy sólo quiero estar con mi novia.
Entonces colocó una mano en el antebrazo de Hermione lo cual hizo que Longbottom estrechara los ojos.
—¡Pero no te queremos aquí! —Bramó el rubio de Gryffindor mordazmente.
Tom simplemente sonrió ligeramente y dijo comprensivamente,— Eso es bastante malo.
Aún así, permaneció sentado sirviéndose con calma otra taza de café. Siguió desayunando ignorando completamente a los tres vengativos Gryffindor.
Tiempo después Longbottom volvió a hablar. Le preguntó a Tom en tono acusador y con su voz temblando de rabia apenas contenida— Entonces, ¿cómo te fue ayer, Riddle?
Hermione rodó los ojos cuando vio la sincera sonrisa formándose en el rostro de Tom mientras miraba hacia Longbottom.
Entonces dijo con voz insoportablemente amable,— ¿Por qué? Fue bastante intenso. —Antes de volverse hacia ella y sonreír con malicia dijo,— ¿No te parece, Hermione?
Ella lo miró con la boca abierta, no acababa de decir eso. Su expresión de sorpresa sólo ayudó a ensanchar la sonrisa malvada en su rostro, Hermione casi no se atrevía a mirar a sus amigos, pero se recompuso y giró la cabeza. La expresión en el rostro de Longbottom decía sólo una cosa: peligro. Su rostro se había vuelto completamente púrpura, una aguda línea había aparecido entre las cejas y temblaba terriblemente por rabia reprimida. En pocas palabras, estaba hirviendo de furia. Lupin y Weasley fueron capaces de contenerse mejor, pero también estaban lejos de la calma cuando fulminaron con la mirada a Tom.
Hermione volvió a mirar a Tom, ahora estaba enojada. Él bebía a sorbos su taza de café mientras sonreía maliciosamente a los tres Gryffindor en frente a él. Era evidente que estaba disfrutando del espectáculo, a Hermione le hubiera gustado estrangularlo. ¿Tenía que comportarse así? Ahora sus amigos creerían que Tom la había herido. Hermione rechinó los dientes cuando entendió las acciones de Tom, era evidente que todavía estaba enfadado con ella por no decirle la verdad sobre el libro de Peverell, y por negarle dejarle ver el libro. Así que intentaba hacerle la vida imposible.
—¡Sádico idiota! —Clamó finalmente Longbottom rabiosamente, lo que ganó algunas miradas bastante conmocionadas e indignadas de los demás en la mesa de Gryffindor.— Haré que te arrepientas de lo que le has hecho.
Como respuesta, Tom tranquilamente se recostó en la silla, sonrió a Longbottom de una manera ofensiva y levantó una ceja con gracia, como diciendo '¿En serio? Pruébame.' Hermione entrecerró los ojos con ira, era un mentiroso adulador. Le dio una patada en la espinilla con rabia debajo de la mesa. Desgraciadamente consiguió reprimir el grito doloroso y siguió sentado casualmente en la silla. Por el rabillo de sus ojos vio como la mano de Longbottom se contraía hacia la varita y sabía que tenía que evitar que ocurriera un duelo en el Gran Comedor.
Así que, se inclinó un poco hacia delante sonriéndole tranquilizadoramente a Longbottom, antes de decir algo que esperaba fuera tranquilizador,— No le hagas caso. Está siendo un tonto.
Longbottom siguió frunciendo el ceño, pero al menos no alcanzó de nuevo su varita. Hermione se dio la vuelta hacia Tom y le siseó,— Y tú, Riddle. ¡Cállate!
Tom la miró y ella casi gimió cuando siguió viendo diversión brillando en sus ojos. Aunque no se reflejó en su rostro cuando a pesar de su aparente deleite, se las arregló para fruncir el ceño sombríamente.
—No me gusta ese tono, querida. Parece que no aprendiste nada ayer. —reprendió en voz baja, y Hermione estaba bastante segura de que sus amigos eran los únicos lo suficientemente cerca para poder escuchar cada palabra.
Tom se inclinó ligeramente, extendió una mano hacia ella rozando con sus dedos cuidadosamente el hematoma en su mandíbula.
—No quieres que te lo vuelva a enseñar ¿verdad? —Su voz era fría como el hielo mientras la amenazaba, pero Hermione aún veía el brillo travieso en sus ojos.
Ella lo miró con expresión de horror. Sabía que exactamente eso no beneficiaba su situación, pero simplemente no podía evitarlo. ¿Cómo podía ser tan retorcido? Se preguntó mientras una vez más le regalaba una de sus sonrisas de marca registrada, su cabeza se giró hacia Longbottom que había saltado de su asiento. Estaba temblando de furia mientras miraba a Tom.
—Tú... tú... —Gritó obviamente, demasiado enfurecido para encontrar un buen insulto.
Hermione también se había levantado rápidamente del asiento. Eso se le estaba saliendo un poco de las manos, pensó con rabia.
—Mira la hora, —dijo en voz alta, tratando de desviar la atención de los Gryffindor lejos del furioso Longbottom.— vamos a llegar tarde a pociones.
Se inclinó hacia abajo, agarró el brazo de Tom y tiró de él. Era evidente que todavía no quería irse, pero cuando vio en su rostro la mezcla de pánico e ira se compadeció de ella, reconsideró su decisión y se levantó de la mesa. Hermione lo agarró de la muñeca y tiró de él en dirección a la salida del Gran Comedor. Respiró aliviada cuando finalmente salieron, aún se aferraba a Tom con fuerza como si tuviera miedo de que en cualquier momento volviera y causara más estragos. Lo escuchó reír exasperantemente. Se giró hacia él y vio una expresión divertida en su rostro mientras se reía de ella. Entrecerró los ojos con ira.
—¡Tal vez yo debería enseñarte cómo comportarte! —Logró decir con mucho esfuerzo.
Tom dio un paso atrás y la miró con ojos muy abiertos, fingiendo miedo.
—¿Me estás amenazando? —Se burló, falsa ansiedad entrelazando sus palabras.
—¡Para! —Ladró.— ¿No te dije que te mantuvieras alejado de mis amigos?
—Sí, y lo haré —volvió a responder ya perfectamente tranquilo. Entonces añadió inocentemente,— Pero no esperes que no me defienda en caso de que alguna vez decidan atacarme.
Hermione apretó los puños mientras lo miraba enfurecida, Tom simplemente sonrió con arrogancia. En un arrebato de ira, chasqueó la muñeca de modo que su varita aterrizara en su mano. La giró en un furioso movimiento enviándole un hiriente hechizo. Desafortunadamente Tom lo había visto venir y había sacado su propia varita, la cual ahora agitaba para desviar el hechizo. Hermione levantó las manos en señal de frustración al ver que había fallado y gruñó con ira antes de continuar su camino hacia las mazmorras. Tom caminó detrás de ella, todavía sonriendo con satisfacción. Mientras se dirigían a la clase de pociones, Hermione no paró de despotricar.
—No puedo creer que hicieras eso. Quiero decir, ¿no tienes ningún sentido del decoro? Y después de que te dijera que te mantuvieras alejado de ellos. —Lo sermoneó.— ¿Sabes lo que deberías hacer después de terminar la escuela? Ser actor. Estoy segura de que todo el mundo te amaría. O mejor aún... político. Nadie esperaría que mintieras. Es perfecto para ti.
Así continuó todo el camino hacia las mazmorras. Tom, obviamente hacía rato había dejado de escucharla y caminaba con confianza tras ella, sonriendo con arrogancia sin decir nada. Estaban caminando por un pasillo vacío cuando cambió de opinión interrumpiendo su despotrique en voz suave.
—¿Sabes qué, Hermione? —Ella volteó hacia él y lo encontró sonriendo de forma atractiva lo cual sólo le hizo fruncir el ceño.— Te ves linda cuando estás así de irritada.
Hermione se limitó a mirarlo enfurecida. Torció la mano, pero esta vez resistió el impulso de sacar la varita. En cambio, se dio la vuelta y continuó pisoteando por el pasillo. Su suave risita no ayudó a levantar su estado de ánimo. Furiosamente reajustó la mochila que colgaba sobre su hombro izquierdo, la mochila se deslizó hacia abajo y golpeó su brazo. Un dolor agudo ardió a través de ella al chocar contra el profundo corte que había recibido ayer. Hermione jadeó y acunó el brazo izquierdo. Tom al instante fue a su lado, tomó la mochila y la sujetó. Toda burla había abandonado su rostro mientras examinaba su brazo con preocupación. Deslizó un brazo alrededor de su cintura y la llevó hacia una de las puertas del pasillo. Cuando iba a abrir una puerta Hermione se había recuperado lo suficiente para susurrar.
—¿Qué…?
—Tengo que checarte esto —La interrumpió mientras señalaba su brazo.
Abrió la puerta y la empujó dentro.
—Tom, es el baño de chicas —exclamó indignada cuando entró.
—Sí, y eres una chica. ¿Dónde está el problema? —replicó distraídamente mientras tiraba de ella hacia los lavabos.
–Pero tú no —dijo, todavía siguiéndolo.
Se volvió hacia ella y sonrió.— Me alegro de que te dieras cuenta.
Hermione ignoró su burla, sólo dijo:— Vamos a llegar tarde a pociones.
Se encogió de hombros y la ayudó a quitarse la túnica negra antes de tomar el brazo izquierdo y enrollar la manga. Con un movimiento de varita quitó el vendaje alrededor del antebrazo y el codo, Hermione no pudo ver muy de cerca el corte, pero lo que vio no se veía demasiado bien. La herida se veía profunda y en carne viva, pero ahora también purulenta. Tenía venas negras producidas que incluso se extendían sobre su piel intacta.
—Hmm. —dijo Tom mientras examinaba su brazo.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—También lo pensé ayer pero no estaba seguro, —explicó levantando la vista de su brazo.— es una maldición.
—¿Qué?
Hermione se preocupó. Sabía por experiencia que una herida por maldición no era cosa de risa. Su brazo definitivamente le dolía más de lo que cabría esperar si fuera un pequeño corte.
—No entres en pánico, —dijo con voz tranquilizadora.— creo que puedo romper la maldición.
Sacó la varita y comenzó a ondearla sobre su brazo mientras susurraba un encantamiento que nunca había oído. De hecho, ni siquiera conocía el idioma que usaba. De repente una agradable frialdad se propagó a través de su brazo, logró adormecer el palpitante dolor y las venas negras lentamente desaparecieron. Tom detuvo el hechizo y examinó otra vez la herida. Después la miró con una pequeña sonrisa tirando de su boca.
—¿Ves? Quité la maldición. —Agitó la varita y un vendaje se enroscó alrededor de su brazo.— Ya se curará correctamente.
Hermione miró la venda blanca alrededor de su brazo contemplativamente. Ni siquiera se había dado cuenta de que algo iba mal, sus ojos se posaron en Tom, que parecía bastante satisfecho de sí mismo mientras la escaneaba. A veces se olvidaba del excepcional mago que era en realidad.
—Gracias —susurró.
Él sacudió la cabeza con tristeza antes de decir con fingida preocupación— Eres tan inútil sin mí.
Hermione se rió en voz baja. Lo tomó del brazo y le dijo:— Vamos muy tarde a pociones.
—Sí, y te culparé si el viejo Slug quiere darnos una detención.
—¿Qué pasó con la caballerosidad? —preguntó irónicamente.
—Soy un Slytherin, ya sabes —dijo con voz firme mientras la sacaba del aseo de las chicas.— Nunca hacemos eso de sacrificarnos.
Basta decir que Slughorn no les dio detención, ni siquiera les quitó puntos. Hermione pensaba que el profesor nunca le daría a su alumno favorito una detención independientemente del crimen que hubiera cometido.
¡Prejuicioso Slytherin! —Se quejó mentalmente mientras se acercaba a su mesa, trató de ignorar las miradas preocupadas que le estaban lanzando sus tres amigos de Gryffindor. Obviamente se dieron cuenta de que había llegado tarde y por la expresión de sus rostros habían pensado en varios escenarios bastante horribles en cuanto a como la había retenido. Sobre todo porque su compañero era el malvado Tom Riddle.
—¿Dónde estabamos? —dijo Slughorn con voz estridente, mientras sonreía a la clase.— Ah sí, el siguiente paso para elaborar la poción Ortus.
Agitó la varita y repentinamente aparecieron instrucciones en la pizzarra negra tras él, Hermione gimió mientras lo leía. ¿Por qué Slughorn siempre tenía que complicarle aún más la vida?
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Ese mismo día, Hermione estaba sentada en DCLAO tratando de escuchar al profesor McGray hablar por horas sobre algunas criaturas oscuras u otras cosas.
—…y aquellos primeros signos serán una severa y repentina caída de temperatura seguido por un extraño sentimiento de tristeza. Aunque existe un hechizo protector contra ellos, lo mejor es evitar…—
Hermione tenía la pluma en la mano y estaba realmente concentrada en lo que decía el profesor. Era muy probable que ella ya se hubiera encontrado con la criatura de la que estaba hablando pero aún así, no quería perderse nada de la clase. Parecía ser que su naturaleza sabelotodo no le permitía no prestar atención. Pero resultó ser bastante difícil, ya que sus vecinos de asiento insistían en discutir con ella.
—¿Por qué no te das cuenta de que es peligroso? —susurró Longbottom, su voz mezclada con ira y preocupación.
Aquí vamos otra vez —pensó Hermione con cansancio.
—No puedo creer que lo perdonaras después de golpearte —continuó.
—Te lo dije, —finalmente silbó.— no fue Tom.
—Él lo admitió abiertamente durante el desayuno —respondió indignado.
Hermione suspiró y miró a Longbottom. En ese momento la examinaba con preocupación.
—Mira, Tom estaba bromeando. ¿De acuerdo? —respondió con impaciencia.
—Él no se veía como si bromeara —Weasley elevó la voz, metiéndose en la grotesca conversación.
—Y realmente no encuentro divertido esto en absoluto. —Susurró Lupin desde la derecha.
—Bueno, él tiene muy mal sentido del humor —dijo Hermione con dulzura, tratando de compensar el daño causado por Tom.
Las miradas de preocupación en los rostros de sus amigos le dijeron que no estaba teniendo mucho éxito. Hermione giró la cabeza y dejó que su mirada se desviara hacia el lado de los Slytherin. Rápidamente encontró a Tom sentado en una de las mesas, en ese momento la estaba mirando con una desagradable sonrisa satisfecha. La boca de Hermione se tensó en una línea delgada mientras le devolvía la mirada con rabia. Él incluso le guiñó. Ella apretó los puños y le envió una mirada mortal. Pero Tom se limitó a sonreír inocentemente; era evidente que estaba disfrutando de la situación.
Conspirador hijo de...
Si no fuera tan talentoso con la magia, habría dejado que Longbottom lo atacara. Pero como sí lo era, de alguna manera necesitaba calmar a sus amigos.
—Entonces ¿qué ocurrió después del desayuno? ¿Por qué llegaste tarde? —dijo Longbottom insistiendo en el tema.— Estabas muy pálida cuando llegaste a pociones. ¿Te amenazó o algo?
—No pasó nada, —dijo Hermione rotundamente.— es mi novio, ¿por qué haría algo así?
Sabía que era una excusa bastante débil, pero se estaba quedando sin explicaciones.
—Hmm, ¿tal vez por qué sólo te utiliza? —respondió Longbottom esta vez en tono bastante agudo. Cuando la vio abrir la boca para decir algo, continuó seriamente,— Tienes que dejarlo. No es bueno para ti.
—¿Por qué dices eso? —se irritó.— En realidad, no lo conoces.
—Nosotros te advertimos sobre él ¿recuerdas? —interrumpió Lupin con tranquilidad.— Que Riddle era peligroso. Existen todo tipo de extraños rumores sobre ese pequeño grupo que tiene.
—Escuchen, no voy a dejarlo —susurró con insistencia.
—¿Incluso después de lo que te hizo? —dijo Weasley, mirando el hematoma.
—Por enésima vez, Tom no me golpeó —dijo Hermione entre dientes.
—¿No comprendes que estamos preocupados por ti? —dijo Lupin en voz baja.— Sólo queremos protegerte.
Hermione suspiró, se giró y le dijo comprensivamente,— Lo entiendo. Realmente lo entiendo. Pero ustedes tienen que entender que no necesito que nadie me proteja. Puedo cuidar de mí misma ¿de acuerdo?
Las miradas escépticas sobre los rostros de sus amigos le dijeron que, de hecho, no lo entendían o no querían hacerlo. Dejaron la conversación de manera intermitente. Pero después de un rato, Longbottom volvió a empezar:
—No puedes decirlo en serio. ¿Ya se te olvidó como te trataba antes de las vacaciones de Navidad? Y ahora es aún peor. Está abusan-
—¡Basta! —exclamó Hermione en voz bastante alta.— ¡No voy a discutirlo más!
—¡Señorita DeCerto! —intervino otra voz exasperada.
Alzó la vista y encontró al profesor McGrey frunciéndole el ceño, entonces la reprendió,— Entiendo que si saca tiempo para charlar con tus amigos es porque ya conoce el nombre del hechizo capaz de ahuyentar a un dementor.
Hermione sintió que su rostro se calentaba cada vez más mientras el profesor le fruncía el ceño.
—S... sí, —susurró con vergüenza.— el encantamiento Patronus.
McGrey levantó las cejas. Era evidente que no esperaba que supiera la respuesta ya que no había prestado atención en absoluto.
—Eso es correcto, —dijo entonces.— pero todavía quiero que preste más atención en mi clase.
—Sí, señor —respondió Hermione en voz baja.
El profesor McGrey frunció el ceño hacia sus vecinos de asiento y dijo:— Eso también se aplica a ustedes señores.
McGrey volvió a apartarse y continuó con su clase, Hermione le echó otra mirada a Tom y lo encontró sonriéndole. Eso más bien la enfureció, Tom sabía exactamente lo que provocaría su inadecuado comportamiento durante el desayuno. Parecía disfrutar por completo de los problemas que le había causado. En un ataque de infantilismo le sacó la lengua. Vio como sus ojos se abrían ligeramente con sorpresa, pero entonces pareció reír. Hermione suspiró y apartó la mirada de él para volver a escuchar las explicaciones del profesor McGrey sobre los Dementores.
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Un rato después de que las clases hubiesen terminado, Tom se sentó en la sala común de Slytherin, inmerso en un rollo de pergamino. Algunos libros estaban esparcidos sobre la mesa frente a él mientras se ocupaba de la tarea.
—¿Tom? —una voz perturbó su línea de pensamiento.
Irritado por la interrupción, volvió la cabeza para mirar a su interlocutor. Gimió interiormente cuando sus ojos se posaron en Melanie Nicolls. Estaba justo al lado del sofá donde estaba sentado, y lo observaba con una ridícula mirada seductora y con un hambre bastante inquietante en sus ojos mientras lo escaneaba.
—Melanie —respondió en tono glacial pero aún así educado.
Nicolls le sonrió, obviamente tomando su respuesta como una invitación a sentarse junto a él. Casi tuvo nauseas al oler su pesado perfume cuando se sentó tan cerca de él.
—¿Qué vas a hacer hoy? —murmuró Nicolls.
Tom consideró brevemente cruaciarla. Al diablo con su impoluta reputación.— Sí, y directamente a Azkaban si Dumbledore tuviera algo que decir en el asunto, —bufó burlonamente.
—No mucho —respondió en cambio con aburrimiento.
Y era verdad, Hermione le había dicho que necesitaba algo de tiempo para completar su ensayo para Binns. No le había creído nada. Era imposible que Hermione DeCerto no hubiera terminado el ensayo del día siguiente. No, probablemente necesitaba tiempo para estudiar el libro que había robado, pensó molesto. ¿Por qué no se lo había mostrado? Esperaba que sus estúpidos amigos estuvieran tan preocupados por ella que no la dejaran sola ni un segundo para leer ese libro. Por otra parte, no sabía si preferiría que Hermione pasara más tiempo en la presencia de Longbottom en lugar de leer ese misterioso libro. Al pensar en el rubio de Gryffindor el temperamento de Tom se levantó.
Que cabeza hueca. —¿Cómo ese idiota podría pensar que la había golpeado?— Como si alguna vez lo hiciera. —A no ser que tuviera una muy buena razón no tenía la intención de hacerle daño jamás.
Fue sacado de sus pensamientos por una voz engatusadora,— Si estás libre. Entonces ¿qué tal si hacemos algo juntos?
Giró la cabeza y vio a Nicolls aferrada a su brazo mientras alzaba la vista en lo que probablemente suponía era una mirada atractiva. La chica era bastante persistente, ¿no?
—Hmm... no, lo siento. Quiero terminar este ensayo. —respondió Tom, sin sentirlo en absoluto mientras hacia un gesto al rollo de pergamino situado en frente de él.
De inmediato un ceño fruncido apareció en el rostro de Nicolls.
—Vas a quedar con esa chica de Gryffindor ¿verdad? —Se quejó.— ¿Por qué estás con ella de todos modos? Es una Gryffindor y ni siquiera es bonita. Estoy segura de que puedes encontrar a alguien mejor...
Tom la observó con el rostro en blanco, aunque tenía un peligroso ceño fruncido.
—No deberías hablar así de mi novia. No aprecio mucho que alguien la insulte —dijo conversacionalmente, sin disminuir el deje duro oculto en su tono.
Vio como un profundo rubor aparecía en el rostro de Nicolls, torpemente desvió la mirada mientras murmuraba una disculpa. Sin embargo a Tom no le importó. La chica realmente lo ponía de los nervios, así que volvió a su tarea ignorando por completo que estaba sentada a su lado. Empezó a revisar su ensayo de Aritmancia para el profesor Gauss, a pesar de que realmente no necesitaba hacerlo. Nunca tenía menos que una A en Aritmancia. En realidad, en ninguna de sus clases conseguía menos que una A, pensó mientras una sonrisa altanera aparecía en su rostro, no fallaba en ninguna clase. Bueno, aparte del fiasco en la clase de vuelo en primer año.
O Transfiguración... —Admitió y la sonrisa cayó de su boca. No era por su incapacidad para hacer magia, era más por el hecho de que Dumbledore lo odiaba. Distraídamente se dio cuenta de cómo Nicolls se levantaba del sofá con una expresión de decepción en su rostro, no le importó en absoluto.
En cambio, se preguntó si Hermione también empezaría a fallar en Transfiguración como él. Obviamente, Dumbledore ya no era tan aficionado a ella, Tom se devanó el cerebro de nuevo sobre cómo había logrado chantajear al profesor para dejarlo en Hogwarts. Todavía se negaba a decírselo, insistiendo en que no era "nada de que lo enorgullecerse '. Su negativa a divulgar sus secretos realmente lo molestaba enormemente.
Fue sacado nuevamente de sus pensamientos cuando Avery se acercó al sofá, se paró delante de él cautelosamente y preguntó con vacilación,— Nos preguntábamos si tendríamos una siguiente reunión.
Tom furiosamente alzó la vista del ensayo, Avery se encogió cuando vio la oscura mirada en su rostro. Ligeramente satisfecho por su miedo, consideró su petición. No se habían reunido desde hacía más de una semana. Tal vez aliviaría algo de su estrés maldecir a uno de esos imbéciles.
—Estás de suerte. No tengo nada mejor que hacer, —declaró Tom condescendientemente. Entonces ordenó secamente:— llama a los demás.
_._._._._
En ese momento, Hermione estaba en una de las muchas aulas no utilizadas del castillo de Hogwarts. La puerta estaba cerrada mágicamente y protegida de modo que si alguien trataba de entrar, lo sabría. Se alegró de haber logrado escapar de sus muy preocupados amigos. Después del retorcido comportamiento de Tom durante el desayuno, estaban más convencidos que nunca de que era mala compañía.
¡Maldita serpiente! —pensó con rabia sintiendo como la magia se arremolinaba furiosamente dentro de ella.
Había entrado a esa aula para entrenar la Magia Mayor. Tomó alientos profundos y constantes para volver a calmar su temperamento, rápidamente sintió como su magia se transformaba en un flujo constante. Todo lo que tenía que hacer era encontrar la Magia Mayor dentro de ella, comprenderla y lanzarla a realizar un hechizo. En realidad ya lo había hecho antes, la primera vez que sucedió fue con el hechizo Confero. Después de eso, había intentado realizar otros hechizos simples usando la Magia Mayor. Aunque no había sido tan útil como probablemente debería haber sido.
Hermione cerró los ojos, frunció el ceño por la concentración y estrechó la mano con fuerza alrededor de la varita negra. Apretó los ojos, gotas de sudor se formaron en su frente mientras trataba de recurrir a toda su magia. El flujo en su interior se intensificó, podía sentirlo. La Magia Mayor no podía esconderse en ningún sitio más pulsaba a través de su cuerpo con el resto de su magia. Hermione se concentró en la Magia Mayor. La acarició, atrayéndola para sacarla de su escondite e intentar agarrarla. No era fácil, pero al final lo consiguió, entonces envió la Magia Mayor fuera de su cuerpo. Crujió a su alrededor con fuerza.
Cuando la Magia salió, invadiendo su entorno, Hermione pudo sentirlo de nuevo, ese extraño pulso procedente del castillo de Hogwarts. Zumbaba través de todo, las paredes de piedra del castillo, los cristales de las ventanas, las armaduras en los pasillos, los retratos en las paredes. Hermione abrió los ojos e incluso pudo ver ese azulado pulso de nuevo. Todo el interior del castillo zumbaba al ritmo de esa poderosa fuerza, incluso sus habitantes. Hermione no estaba completamente segura pero suponía que ese pulso eran los hechizos protectores de Hogwarts.
La Magia Mayor que se arremolinaba a su alrededor, estaba separada de alguna manera del poderoso pulso. La magia de la Varita de Sauco parecía servir como un escudo a su alrededor y detenía a los hechizos protectores de que la alcanzaran. Hermione se quedó allí, protegida por ese capullo mágico su alrededor, de repente se le ocurrió una loca idea. Normalmente nunca habría considerado algo tan loco como eso, pero el poder de la Magia Mayor chisporroteando a su alrededor la hacía sentirse un poco mareada.
¡Ah, qué diablos! Voy a intentarlo.
Así que sin dudar decidió usar la Magia Mayor. Agarró la varita con más fuerza antes de pasar por las conocidas preparaciones. Entonces se arremolinó, se quedó casi sin aliento por la sorpresa cuando la oscura presión realmente la envolvió.
Segundos después, la presión sobre su cuerpo la abandonó. Los ojos de Hermione aún estaban cerrados, tenía miedo de abrirlos y encontrarse con partes de su cuerpo por todo el castillo. Sin embargo, notó que no le dolía ninguna parte del cuerpo, cuando aspiró una bocanada de aire, percibió el rico olor a tierra y a madera en descomposición. Hermione abrió los ojos y se encontró en medio de un claro en el bosque prohibido, se quedó mirando el asombroso árbol Bellota de Sangre en frente a ella. Era el claro donde tuvo la detención recolectando semillas de bellota de sangre con Tom y el profesor McGray. El claro donde se había concentrado aparecerse.
¡Y había funcionado! —Pensó emocionada mientras giraba alrededor de sí misma, se quedó mirando con asombro los altos árboles del Bosque Prohibido que la rodeaban. No podía creerlo. Acababa de aparecerse dentro de Hogwarts.
¡Al diablo contigo "Hogwarts: Una historia!"
Hermione rió. Era simplemente inconcebible. Asombroso. Su segundo pensamiento fue que tenía que mostrárselo a Tom.
Así que se apareció de vuelta al castillo. Funcionó de nuevo, incluso le resultó más fácil que la primera vez, se sentía mareada. Ese nuevo poder fluyendo a través de ella la hacía sentir como si hubiera bebido demasiado alcohol. Se sentía un poco intoxicada, la sensación de vértigo no desapareció cuando volvió al castillo. Probablemente no debía tomar ninguna decisión importante en ese momento, ya que el poder detrás de la Magia Mayor obviamente influía en ella, pero no le importó. Se sentía demasiado a gusto para considerar sus opciones, por una vez no quería actuar responsablemente. Por lo tanto, puso la varita de vuelta en su funda, salió del aula vacía y comenzó a buscar a Tom.
Tom era frustrantemente difícil de encontrar, pero finalmente pensó en bajar a las mazmorras. Idea estúpida, porque le tomó menos de cinco minutos verse irremediablemente perdida en los laberintos de los corredores. Pero no se preocupó ya que se sentía inspirada, y la Magia Mayor fluyendo a través de ella la hacía sentir invencible. Afortunadamente, después de un rato, tropezó con un grupo de Slytherin en uno de los oscuros pasillos.
¿Quién hubiera pensado que un día llamaría afortunada a tal situación? —pensó impresionada mientras recorría al grupo con los ojos. Estaba Alba, Lestrange, Avery, con aspecto un tanto agitado, a unos pocos que no conocía y Tom. Él la miró sorprendido antes de dar un paso hacia ella.
—Hermione, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó con voz profunda.
Ella le sonrió,— Buscándote.
Entonces lo agarró de la muñeca y tiró de él tras ella. Se preguntó brevemente que estarían pensando sus seguidores mientras lo arrastraba de esa manera detrás de ella. Volvió a reír.
Hermione escuchó a Tom detrás de ella. Parecía un poco irritado, pero también divertido,— ¿A dónde me arrastras?
Se dio la vuelta y le sonrió,— No te lo vas a creer.
Se encontraron con una puerta de madera. Hermione la abrió. Conducía a una antigua aula sin usar. ¡Perfecto! Entró en la oscura habitación. Tom la siguió.
—Bueno, creo que ya me gusta tu plan. —Le susurró en el oído con voz sensual.
Hermione sintió como serpenteaba un brazo alrededor de su cintura mientras seguía detrás de ella. Giró en sus brazos y lo miró.
—Estoy segura —dijo con diversión mientras sonreía.— ¿Estás listo para algo malditamente impresionante? —preguntó mientras movía la muñeca de modo que su varita aterrizara en la mano.
—¿'Malditamente impresionante'? —le preguntó confuso.
Hermione volvió a reír, envolvió los brazos alrededor de Tom antes de convocar a la Magia Mayor. Con un chasquido de sus ropas, la pareja desapareció de la oscura aula, no dejando más que una pequeña nube de polvo atrás.
Reaparecieron en el otro extremo del país, se tambalearon un poco, ya que aterrizaron en un callejón de Londres. Hermione soltó a Tom y miró a su alrededor, era simplemente perfecto. Exactamente donde había querido aparecerse. La Magia Mayor era realmente impresionante. Y absolutamente útil, por lo que parecía.
—¿Qué…? —Escuchó a Tom decir sorprendido.— ¿Dónde estamos?
—¿En serio Tom? —Hermione rió.— Habría pensado que serias capaz de reconocer tu ciudad natal.
Los ojos de Tom vagaron de nuevo hacia ella. Sonrió por su confusa expresión, realmente era un extraño y divertido acontecimiento verlo de esa manera.
—¿Qué quieres decir? —preguntó finalmente, sus ojos grises se clavaron en ella.
—Como he dicho. Estamos en Londres, —respondió al mismo tiempo que sonreía.— así que divirtámonos un poco.
Lo alcanzó, agarró su mano y empezó a alejarse. Pero él no la estaba siguiendo. Por lo que Hermione se dio la vuelta y levantó las cejas inquisitivamente.
—¿Pasa algo? —le preguntó.
—¿Qué ...? ¿Qué quieres decir con que 'pasa algo'? —Resopló.— Por supuesto que pasa algo. ¿Cómo diablos hemos terminado aquí?
Hermione puso los ojos en blanco. La Magia Mayor seguía zumbando dentro de ella haciéndola bastante descuidada.
—¿Siempre tienes que hacer tantas preguntas? —dijo.— Es complicado.
Observó cómo le estrechaba los ojos. Entonces, dijo entre dientes peligrosamente,— Hermione, ¿cómo hemos terminado aquí?
Fue entonces, cuando finalmente le entraron las dudas sobre sus recientes acciones. ¿Qué la había invadido para agarrarlo y aparecerse atravesando las protecciones de Hogwarts? Por supuesto, comenzaría a sospechar algo. ¿Quién no lo haría? El fogonazo de poder de la Magia Mayor la había hecho actuar estúpidamente y ser imprudente. Hermione se mordió el labio con nerviosismo mientras miraba a Tom, estaba frente a ella y fruncía el ceño de forma oscura.
—Eh... —murmuró.— Yo... yo sólo pensé...
El problema era que no había pensado. Se había puesto una vez más, en una desagradable situación. Tom seguía frunciéndole el ceño, Hermione notó la inminente sospecha en sus ojos grises.
—¿Cómo pudiste aparecerte atravesando las protecciones de Hogwarts? —le preguntó impérrito.
Hermione desvió la mirada antes de decir en voz baja,— Yo... no puedo decírtelo.
Su cabeza se disparó cuando sintió como Tom la agarraba de los brazos con dureza. Estaba mirándola y la rabia era claramente visible en sus ojos.
—Estoy cansado de tus secretismos, —dijo entre dientes con frialdad.— ¡Vas a decirme todo ahora! —Había un tono aterrador en su voz cuando dijo esa orden entre dientes.
Hermione lo miró con los ojos muy abiertos. La agarraba de los brazos dolorosamente fuerte y sus ojos eran de un peligroso color carmesí, observó sus ojos rojos quedando atrapada en la familiar cólera que irradiaban. Todo lo demás se redujo a un segundo plano, lo único que veía eran esos ojos carmesí.
...Y sus recuerdos. Se precipitaron de nuevo sobre ella. Invadieron su mente y la inundaron tanto que no había espacio para nada más. Vio los combates, los mortifagos, su desesperación, gente sufriendo, mucha sangre y oscuridad. Y la propia muerte. Pero sobre todo, de fondo vio unos terribles ojos rojos.
¡Abicere! —Gritó Hermione en su mente.
Tom soltó sus brazos apartándose de ella por la magia, Hermione vio como fue arrojado contra la pared. Entonces giró y escapó. Mientras se precipitaba por el pequeño callejón sintió la varita en la mano, ni siquiera se había dado cuenta de que la había sacado. Apretó con fuerza la mano alrededor de la madera, como si se aferrara a un salvavidas. Corrió más y más por el callejón. Dobló esquinas y cruzó pequeños patios traseros, las casas eran muy estrechas, el suelo estaba sucio y lleno de basura. Pero no le importó. En ese momento sólo podía concentrarse en una cosa y eso era correr. Ni siquiera sabía de lo que huía, estaba asustada y las imágenes seguían desgarrando su mente. Su respiración era irregular, pero no paró de correr. Hacía mucho tiempo que los recuerdos y el miedo habían desaparecido, no estaba preparada para que se presentaran de nuevo.
Pasó otro callejón dejando atrás el laberinto de callejuelas para llegar a una de las calles principales. Coches pasaban por la calle y gente caminaban por el pavimento, Hermione se detuvo con los ojos abiertos ante la escena extrañamente tranquila delante de ella. Su respiración era dificultosa y sentía todo el cuerpo tembloroso. Se sentía enferma y le dolía mucho la cabeza, con una mano temblorosa guardó la varita en la funda y dio un paso vacilante saliendo de las calles para caminar por la acera.
Pasó a una mujer con falda azul que iba de la mano de un niño pequeño. La mujer la miró con el ceño fruncido. Entonces agarró al niño con más fuerza, parecía querer arrastrarlo lejos de Hermione. Mientras caminaba se dio cuenta de que algunas personas la miraban con la boca abierta, se miró a sí misma. De repente la golpeó que todavía llevaba el uniforme de la escuela. Llevaba el uniforme de una escuela de magia en el Londres muggle. Por supuesto que la gente miraría su túnica negra que gritaba "bruja".
La Magia Mayor la había hecho abandonar toda precaución. Se había sentido muy intoxicada con el poder de la magia zumbando po su cuerpo. Eso la había conducido a cometer errores, como por ejemplo aparecerse en un Londres muggle con el uniforme de Hogwarts.
O llevar a Tom.
Suspiró con fuerza, lo cual provocó que un anciano que pasaba por allí sacudiera la cabeza con desaprobación. Lo ignoró, giró hacia la entrada de una casa y se sentó en los escalones que conducían a la puerta principal. Se sentía tan agotada y cansada, y de alguna manera, incluso hueca por dentro. Hermione se sentó en los escalones de piedra y se quedó mirando fijamente la calle en frente de ella, sin ver nada.
¿Qué había sucedido? Cuando Tom la había agarrado con tanta dureza, los viejos recuerdos de la guerra habían resurgido de nuevo. Por un tiempo ellos habían desaparecido. ¿Por qué tenían que volver?
_._._._._
Tom se frotó el hombro. Le dolía donde había golpeado la pared, tenía que admitir que en absoluto había esperado el repentino ataque de Hermione. Tenía que atribuir ese lapsus al hecho de que todavía seguía más que confundido de que se hubieran aparecido a través de las protecciones de Hogwarts. ¿Cómo podía hacer eso? Se suponía que era imposible.
¿Qué le permitía a Hermione hacer lo imposible? Ya había hecho algo así. Se había aparecido en el Callejón Diagon atravesando las protecciones. ¿Pero eso? La magia protectora de Hogwarts, era completamente distinta. Los hechizos protectores de Hogwarts tenían siglos de antigüedad y cada generación de magos había añadido conjuros al castillo de modo que fueran impenetrables.
Bueno, casi impenetrables —se corrigió.
¿Cómo lo había hecho?¿Por qué no quería decírselo? Ese no era, ni de cerca, su único secreto. Tenía un montón, los cuales no estaba dispuesta a revelar. La cólera que sentía por su secretismo lo había hecho reaccionar agarrándola. En ese momento, había estado preparado para sacarle la verdad. Pero entonces, lo había atacado de manera bastante inesperada. Ahora, estaba desaparecida en ese laberinto que eran las calles de Londres. Tom sabía exactamente dónde estaba. Pero ese conocimiento no lo ayudaba a encontrarla, requería un poco de magia, pensó mientras sacaba la varita.
—Señálame —susurró hacia la varita tendida en la palma de su mano.
Caminó en la dirección que señalaba la punta de la varita, no tardó mucho en llegar a una calle principal. Había una gran cantidad de muggles, así que se quitó la túnica negra que parecía fuera de lugar en una zona muggle, anduvo por la acera. Tras un rato, finalmente vio a Hermione. Respiró aliviado cuando la vio sentada en los escalones de la entrada de una casa. Tenía una expresión vacía en el rostro mientras miraba hacia delante, casi la había alcanzado, cuando Hermione finalmente se fijó en él y alzó la vista. No parecía sorprendida de verlo, seguía con el rostro en blanco. Tom se sentó a su lado pero ella continuó contemplando la calle.
Al cabo de un rato dijo con voz hueca— Lo siento.
Tom se impresionó por el tono muerto de su voz, no coincidía con su habitual alegría. Sin embargo, no debía sorprenderle. No después de haber visto la mirada en su rostro cuando él la había agarrado, Tom sabía que ella siempre se veía así cuando pensaba en su pasado. Odiaba esa mirada de tristeza y dolor en su rostro, se había sentido bastante desconcertado cuando lo había mirado con miedo en los ojos. ¿Alguien en su pasado la había agarrado igual que él lo había hecho? Ese pensamiento lo enfureció ligeramente.
Miró a la bruja sentada a su lado y vio que seguía mirando aturdida al espacio. De repente, ya no le importó qué estuviera constantemente ocultándole cosas. Lo que único que le importó era que no quería volver a verla tan triste. Levantó el brazo, lo envolvió alrededor de sus hombros y tiró de ella hacia él. Hermione se tensó al sentir su brazo alrededor de ella, pero Tom se mostró satisfecho por el hecho de que se apoyara en él. Podía sentir cómo se relajaba mientras le acariciaba la mejilla con suavidad.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —Tom le preguntó tras un rato.
Ella lo miró confundida. Él le sonrió.
—Dijiste que fuéramos a pasar un buen rato. Entonces, ¿qué has planeado?
Tom tuvo el placer de ver como una sonrisa aparecía en su rostro mientras lo miraba.
Hermione se apoyó en él, se sentía aliviada por tenerlo sentado a su lado. Era terrible tener que hacer frente a los recuerdos por su cuenta. Necesitaba a Tom de modo que no se expusiera a esos fantasmas sin piedad, no podía luchar sola contra ellos. Deslizó los brazos alrededor de su cintura y se pegó a él.
—Bueno, estamos en Londres, así que vamos a un bar —Hermione sonrió.
Tom arqueó una ceja con elegancia.— Hm, y yo que pensaba queerael malo de esta relación —dijo divertido.
Hermione le sonrió y lo abrazó con más fuerza.
_._._._._
—¿Sabes lo que no entiendo? —dijo Hermione arrastrando bastante las palabras, aunque se las arregló para apuntar con el dedo índice a Tom, más o menos.
—No, no lo sé —dijo tranquilamente.
En ese momento, estaban sentados en una mesa de uno de los muchos pubs de Londres. Era bastante turbio, en opinión de Tom. Y un poco mugroso, pero al menos no vacilaban en servir alcohol a dos estudiantes menores de edad.
En este momento, Tom tenía una cerveza delante. Era la primera. Algo que no podía decir de la chica sentada a su lado, frunció el ceño. Realmente no había esperado que terminara tan borracha cuando propuso ir a un bar. Hermione estaba recostada relajadamente en su silla mientras lo miraba con ojos vidriosos. Tenía que admitir que era algo divertida borracha, pero aún así, era extraño verla perder el control. Nunca habría pensado que Hermione se emborracharía así. Una arruga apareció entre sus cejas cuando la miró. Recordó la mirada de miedo en su rostro cuando la había agarrado en ese callejón. Sabía que de alguna manera sus viejos recuerdos de la guerra habían regresado. Su magia se arremolinó furiosamente alrededor, mientras se preguntaba si se había emborrachado porque no quería pensar más en esos recuerdos.
—Quiero decir... ¿por qué francés? —preguntó Hermione de repente. Trató de levantar una ceja interrogante, pero fracasó rotundamente. No le importó, continuó:— De todos los idiom... mmh... idiomas. Eliges el francés. ¿Hablas francés? Es una bell-... bello... , un bonito idioma, te lo concedo. Pero aún así... ¿por qué francés?
—Creo que ya has bebido demasiado, Hermione —dijo Tom mientras fruncía el ceño.
—O... tu también has tomado —exclamó alegremente antes de romper en risas, se agarró al brazo de Tom para no caerse de la silla.
Tom sonrió. Nunca la había visto reír tan estúpidamente, era un poco extraño. Aunque su próxima declaración borró inmediatamente la sonrisa de su rostro.
—Folder- No, no, eso no es. Espera... ya lo tengo. —Entrecerró los ojos para concentrarse antes de continuar— Vol… estoy casi segura de que hay un 'mor' en alguna parte. Volmor…No. —Entonces sus ojos se iluminaron y sonrió a Tom.— Volde... mort. Eso es. Te lo dije, lo averigüé. Voldemort.
De repente se encontró con la mano de Tom sobre su boca, deteniendo así sus lamentables intentos con el lenguaje humano.
—Shh, ¿qué haces? —Siseó entre dientes mientras miraba a su alrededor con nerviosismo para ver si alguien había oído su conversación.— Se supone que nadie sabe ese nombre.
Hermione rió de nuevo, aunque fue amortiguado por la mano de Tom sobre su boca. Tomó su mano y tiró de ella para ser capaz de hablar.
—¿Por qué eres tan tímido, Volde- de- mort? —Hermione levantó la vista, y trató de concentrarse en su rostro, a pesar de que no le iba muy bien.— ¿No te gusta el nombre? —Frunció el ceño por la concentración. Algo no tenía sentido en su última frase. Pero se encogió de hombros y continuó,— ¿Cuánto tiempo... lo has…estado…pensando?"
Tom frunció el ceño, aunque Hermione no lo notó, estaba muy interesada en el posavasos delante de ella. Trató de doblarlo en una grulla, pero sólo logró romperlo en dos.
—¿Cómo sabes ese nombre? —le preguntó Tom en voz muy baja.
Hermione apartó la vista de sus intentos de origami y se centró de nuevo en él. Su ebrio cerebro necesitó algo de tiempo, pero finalmente entendió la pregunta.
—¿De qué crees, tonto? —dijo no muy afirmativamente.
Entonces, de repente se dio cuenta de lo cansada que estaba en realidad. Agarró uno de los brazos de Tom acercándose un poco más hasta poder descansar la cabeza sobre su hombro.
—Leyendo libros. —Murmuró medio dormida.
Luego se deslizó lentamente hacia abajo hasta que quedó acostada sobre su regazo. Lo cual hizo sonrojar a Tom cuando fue golpeado por las muchas miradas curiosas e indignadas de los clientes, ya que habían visto como una joven desaparecía debajo de la mesa, inclinándose hacia el regazo de un joven.
—Definitivamente has bebido suficiente. —Dijo Tom de manera cortante mientras tomaba a Hermione, levantándola.
—Mmm. —Fue la única disculpa que podría esperar en ese momento.
Tom envolvió un brazo alrededor de su cintura antes de levantarla de la mesa y alzarla con él. Ella lo rodeó con los brazos agarrándose firmemente.
—¿Y cómo regresamos a Hogwarts? —preguntó irritado, sin esperar una respuesta.
Contrariamente a toda expectativa, la pregunta parecía haber alcanzado a Hermione, que de alguna manera murmuró, — No puedo llevarte.
—Bien, ¿quién lo habría pensado? —Contestó sarcásticamente, aunque su sarcasmo era una pérdida de tiempo.
—Reservé una habitación. —dijo Hermione al cabo de un rato.
Tom se quedó mirando a la bruja aferrada a su costado.
—¿Cuándo? ¿Cómo? —Tom se pasó una mano por el pelo. — Da igual. Te llevaré a la cama.
Tuvo que sacarla casi a cuestas del bar para ir a la mugrosa recepción. Un asqueroso hombre de graso pelo castaño y barba a juego estaba sentado detrás de un mostrador.
—¿Mi amiga reservó una habitación? —Preguntó, y tuvo que esforzarse por mantenerse cortés.
El hombre lo observó, pero no pareció demasiado interesado antes de decir bruscamente.— ¿Nombre?
Tom reajustó a Hermione cuando se deslizó de nuevo hacia abajo y dijo— DeCerto.
El hombre pareció comprobar una lista, aunque Tom dudó que tuviera suficientes clientes para justificar una lista. Entonces el hombre volvió a mirarlo y dijo— Nop.
—¿Riddle? —preguntó Tom.
El hombre volvió a comprobar la lista y de nuevo sacudió con aburrimiento la cabeza. Tom miró a Hermione y recordó la conversación que habían tenido, regresó la vista al asqueroso hombre. Vaciló brevemente, pero entonces dijo en voz baja:
—¿Voldemort?
El hombre comprobó la lista, mientas Tom se reprendía a sí mismo por ser tan estúpido. Seguramente Hermione no iría a…
—Ah, sí —Dijo el hombre.— Sr. y Sra. Voldemort. Sí. Que nombre más extraño.
Se dio la vuelta y tomó una de las llaves que colgaban en un tablón detrás de él. Tom maldijo entre dientes mientras miraba a Hermione.
—Cuando vuelvas a estar sobria, te mataré —susurró furioso.
—Mmmm... ¿qué hechizo usarás? —murmuró Hermione inarticuladamente.
Tom suprimió otra sarta de maldiciones, y aceptó la llave de la habitación.
—Número siete —dijo el hombre distraídamente volviendo a leer otra vez su revista.
Tom apretó a Hermione antes de subir por la escalera que parecía conducir hacia las habitaciones, rápidamente llegaron a un pasillo mal iluminado. El mugroso suelo rojo alfombrado era tan atractivo como la bombilla que parpadeaba colgando de los cables del techo. Tom trató de ignorar la capa gruesa de suciedad de la ventana que acababan de pasar y el amenazador hedor del pasillo, finalmente se pararon delante de la habitación número siete. Aunque el gancho superior del número metálico estaba de alguna manera roto, así que estaba al revés, viéndose más como una extraña L que un siete. Tom tomó la llave y trató de abrir la puerta, parecía que la cerradura estaba rota pero pudo abrir la puerta de todas formas, lo notó cuando se empujó contra ella.
Qué tranquilizador.
Tom maniobró a Hermione dentro de la habitación, con seguridad era tan estimulante como el mugroso pasillo. Arrugó la nariz mientras su mirada vagaba por la habitación, había una cama matrimonial en el centro de la habitación. A juzgar por el color gris de las sábanas dudaba que hubieran sido cambiadas recientemente, o alguna vez. La ventana era opaca por todo el polvo, y en realidad no quería saber si el extraño color marrón de la alfombra en realidad era su verdadero color o alguna otra cosa.
Tom suspiró antes de sacar la varita, primero apuntó hacia la puerta cerrándola mágicamente. Luego la agitó casualmente hacia la habitación en general. Las sabanas grises se transformaron en blancas y la gruesa capa de polvo y telarañas que había por todas partes desapareció. Aunque la ventana sucia se mantuvo sucia, ya que Tom no podía ver ninguna cortina. De nuevo dejó vagar su mirada por la habitación. No era perfecta, pero se veía muchísimo mejor que antes.
—Legifer estaría muy orgullosa de ti. —Escuchó a Hermione arrastrando las palabras.
Tom frunció el ceño.— Creo que es hora que te vayas a dormir —Le dijo antes de acercarla a la cama y sentarla.
Agitó la varita hacia ella y su ropa se transfiguró en algo más cómodo, entonces le quitó la funda de la varita que seguía unida al antebrazo derecho. Dejó la funda y la varita en la mesita de noche y se enfrentó a ella de nuevo, Tom observó divertido cómo caía lentamente hacia abajo, a su lado hasta medio yacer en la cama. Tomó sus piernas y las puso sobre la cama para que pudiera estirarse, luego la cubrió con la manta blanca.
Tom bostezó cansadamente mientras lentamente se quitaba su propia ropa. Había sido un día bastante agitado, pensó. ¿Quién habría pensado que la Gryffindor sabe-lo-todo era tan bebedora? Se preguntó divertido mientras miraba a Hermione.
Se desnudó, quedándose con una camisa negra y boxers, agitó la varita hacia la lámpara que colgaba en el techo para apagarla antes de deslizarse bajo la manta, al lado de la bruja dormida. Aunque Hermione no estaba tan dormida como había asumido. Se había dado cuenta, obviamente, cuando se acostó a su lado, ella se dio la vuelta acercándose hacia él. Pudo sentir una de sus manos deslizándose lentamente sobre su pecho mientras que la otra le revolvía el pelo. Ella se incorporó sobre un brazo mientras se inclinaba sobre él. Tom levantó las cejas cuando le dio un beso en la boca, comenzó a arrastrar más besos sobre su rostro. Tom estaba más bien disfrutando de todo el asunto hasta que su conciencia le dio una patada cuando trató de subirse encima de él y comenzó a quitarle la camisa.
No podía hacer eso, no cuando ella estaba totalmente borracha.
—No creo que sea una buena idea, Hermione —Susurró Tom casi sin aliento mientras trataba de desenredarla de él.— Me matarías por la mañana.
Le costó mucho auto-control no ceder a sus deseos. Sobre todo ahora que Hermione se había dejado caer contra él, se había detenido a mitad de camino tumbada encima de él. Podía oler el seductor aroma a lilas de su pelo mientras colocaba la cabeza sobre su pecho. Exhaló lentamente. Hermione debería estar muy agradecida de que no se estuviera aprovechando de su estado de vulnerabilidad, pensó mientras envolvía sus brazos alrededor de ella y cerraba los ojos. Podía sentir como el sueño tiraba de su mente mientras se preguntaba por qué de pronto era tan modesto.
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Eran casi las ocho de la mañana cuando Tom despertó. Al principio no supo dónde estaba, pero luego recordó cómo Hermione lo había agarrado y habían desaparecido a través de las protecciones de Hogwarts. Los ojos de Tom se posaron en la bruja dormida junto a él, se había acurrucado en una bola debajo de la manta.
¿Cómo siempre se las arreglaba para hacer lo imposible? Nadie podía desaparecerse en el interior de Hogwarts, era completamente imposible. Tom se quedó mirando a la bruja tumbada a su lado en la cama, parecía que estaba soñando. Pero esta vez no era una de sus pesadillas. Estaba hablando.
—Ron —susurró Hermione en su sueño.
Tom frunció el ceño. Los candentes celos comenzaron a elevarse en él. ¿Quién era ese "Ron" con el que Hermione soñaba? Pero fueron sus siguientes palabras lo casi le hicieron perder el control.
—Ron, —susurró de nuevo y luego— te amo.
Tom exhaló lentamente, trató de calmar su magia. Ardía dentro de él, una fuerza oscura que rogaba ser puesta en libertad, estaba durmiendo tan plácidamente y Tom sólo quería estrangularla. Existía otra parte que quería despertarla y exigirle saber quién era ese 'Ron'. Sin embargo, otra parte estaba demasiado triste para querer otra cosa que acurrucarse en un rincón oscuro y morir.
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