Hola a todxs feliz martes, ¿cómo van empezando su semana?, espero que muy bien. Yo quiero vacaciones, unas vacaciones urgentes encerrada en mi casita sería genial.

También estoy empezando otra historia, otro Sevmione, bastante diferente a este, ya veremos si propera porque lo he reescrito como tres veces.

Disclamer.- Todo esto pertenece a la Warner, a JK Rowling y no sé a quien más, la estrofa del principio pertenece a la canción Hijo de la Ira del grupo Warcry. Mío solo es la historia y escribo sin ánimo de lucro.

Espero que lo disfruten.


PENUMBRA

por

Adrel Black


28. GRIETAS

El enemigo habita en tu interior…

Un paso atrás, dentro de la evolución.

(Warcry, Hijo De La Ira)


Severus se desliza como un fantasma en el pasillo de entrada de Grimmauld Place, caminando con paso quedo se dirige hasta el lugar desde el que todo el barullo nace: la cocina.

—Las intenciones de Dumbledore no están a discusión, —resuena la voz de Arthur Weasley.

—No tenemos manera de saberlo, —dice a voz en cuello Sirius, —no nos dice nada, nos hemos enterado de los ataques por El Profeta y por Kingsley, antes que por el propio Dumbledore.

—Ambos tienen que calmarse, —murmura Shacklebolt, —la realidad es que no tenemos suficientes pruebas para sacar conclusiones.

— ¿Qué más pruebas quieres? —se alza la voz de Black

—Los niños deben salir de aquí, —se escucha decir a Molly.

—Ya no somos niños, —aclara Harry.

—…nos mantiene aquí encerrados mientras Voldemort hace lo que le place.

—Si empezamos a dudar entre nosotros, —Arthur niega con la cabeza cuando Snape llega al dintel de la cocina. —Dumbledore es nuestro líder, no podemos darnos el lujo de dudar de él.

—Tal vez él tiene razón, —dice y su voz sibilante se escucha en el silencio que ha caído de golpe, todos le miran.

Puede ver como Hermione hace un amago de levantarse, pero con solo una mirada él le advierte que no lo haga, puede ver como la chica se empequeñece de nuevo en su lugar al fondo de la habitación.

—Severus, —Snape parpadea un momento antes de asimilar que, aquella mujer de cabello gris y ropas marrones es Nymphadora, el contraste con su apariencia de habitual estridente es más estridente aún. —¿Tú estabas con Remus? ¿Él está bien? —Las palabras salen de su boca como un torrente imparable, —Dumbledore no nos dice nada y yo solo quiero saber que él está bien.

Mientras la mujer habla él mira a Hermione, gruesos lagrimones le corren por el rostro, pero, aun así hay un atisbo de sonrisa en su boca y alivio en su mirada, estuvo preocupada por él y ahora está llegando a ella el consuelo de saber, que él está en una sola pieza.

—Lupin está herido, pero está bien, no creo que haya problema si le visitas en Hogwarts, de seguro la Señora Pomfrey te recibirá.

La mujer se le lanza a los brazos en un sinfín de sollozos de alivio e histeria. Snape trata de zafarse con una mueca de asco.

—La próxima vez que traiga noticias, —dice mientras se aparta, —me mantendré fuera de tu alcance. —A pesar de sus palabras la mujer le sonríe y se acaricia el vientre. El profesor lo entiende entonces, está embarazada, la mira, la sonrisa resplandeciente, el batiburrillo de emociones en los ojos brillantes y un ligero abultamiento en el bajo vientre. Así que el estúpido lobo lo hizo, por un segundo Severus quiere sonreír, tal vez no todo está perdido en aquel mundo, se contiene y murmura —ve a Hogwarts, seguro despertará pronto.

La mujer asiente.

— ¿Tienes noticias o solo has tenido el antojo de pasarte por aquí?, —pregunta Black.

—Tendrías que hacer algo útil y mantener a este grupo unido, —responde Snape, todos le miran, —Dumbledore sabe lo que hace y por qué lo hace.

—Claro… es fácil decirlo, tú estás allá afuera, mientras que a nosotros nos trata como imbéciles.

—Es porque lo eres.

Black se levanta con la varita ya en la mano, Severus ya está apuntándole. La sorpresa es que Hermione también lo hace.

—¡Hermione!, —exclama Arthur, —baja la varita.

—Que Sirius lo haga primero.

—Hermione, ¿qué haces? —pregunta Ron a su lado.

—El profesor tiene razón, están dividiéndose, él solo viene a traernos noticias y Sirius le ataca, como hace siempre.

—No necesito de su defensa, Señorita Granger, —la voz de Severus suena tan venenosa como siempre, aun así, Hermione le mira y tal vez por primera vez sabe ver bajo la máscara.

—No estoy defendiéndole, estoy defendiendo lo que yo creo, —hay fiereza en los ojos de la chica, el hombre se siente orgulloso de ella. —Creo que debemos estar unidos y si, en esta unión, tengo que caminar al lado del Profesor Snape o al lado de Sirius Black, en contra del Señor Tenebroso lo voy a hacer, pero la Orden del Fénix no puede tener rencillas internas. O estamos juntos o no lo estamos, pero no vamos a pelear más entre nosotros.

—Baja la varita Sirius, —Arthur se vuelve llamando a Black, —ellos no van a atacarte, estamos juntos en esto.

Sirius baja la varita, pero no se queda, sale de la cocina golpeando con el hombro a Severus en su salida dramática, como si fuera un adolescente enfadado.

El silencio parece caer en la estancia, Hermione guarda la varita y Severus hace lo propio. El maestro de pociones mira a su alrededor, tiene que hacer algo, ella tiene razón, si la Orden se quiebra están perdidos.

—Debo ir con Voldemort, —un escalofrío recorre la estancia, aun así, nadie dice nada. —Weasley, asegúrate de que Black no haga nada estúpido. —El silencio persiste, siente que todos esperan que diga algo más, pero él no sabe qué más decir. —Dumbledore dará instrucciones cuando lo crea conveniente, si ha ordenado esperar, es porque es lo único que podemos hacer en este momento, —con algo más de convencimiento termina: —el final de la guerra se acerca todos debemos de estar preparados.

Ve los rostros que le regresan la mirada, rostros asustados, de hombres y mujeres temerosos pero decididos. Ve el rostro de Hermione, una mirada de absoluta confianza, como si pensara que él puede detener la guerra con sus manos desnudas.

Severus hace un asentimiento y se aleja de la cocina hacia su habitación, desearía no haber estado en medio de aquella extraña conversación.

Cruza el vestíbulo a grandes zancadas dirigiéndose hacia la escalera, rumbo a su habitación.

—Profesor Snape, —le llaman en voz baja. Hermione al pie de la escalera le mira con ojos decididos. —Tenga cuidado con Voldemort.

Snape baja unos cuantos escalones, quiere tocarla, saber que ella realmente está ahí. Sin embargo, se detiene, aun fuera del alcance.

—La situación actual no es sostenible, no hay manera de estar seguro, pero parece que todo esté precipitándose. —Snape mira alrededor, están solos, pero les llega desde lejos el ruido de la cocina, el resto de los ocupantes de Grimmauld Place caminan hacia el vestíbulo, vuelven a sus ocupaciones, —llegado el momento debe tener cuidado Señorita Granger, —ella asiente, —te avisaré esta noche cuando regrese, —susurra de nuevo.

El hombre da media vuelta y termina de subir la escalera. Quiere detenerse y decirle que todo irá bien, pero no puede, no está seguro

.o.O.o.

No puede ser tan complejo como lo hacen ver, él puede comprender que Voldemort es poderoso, recuerda perfectamente el terror que le recorría el cuerpo cada vez que, durante la primera guerra, estuvo cerca de él.

Recuerda aquellas luchas, rodeado por sus amigos, en las que huyó apenas por obra de la suerte, recuerda como la piel se enchinaba, el vello de la nuca se erizaba y los testículos se le encogían. Recuerda perfectamente la sensación de miedo, de terror y de nitidez. Recuerda que nunca se sintió tan vivo, como en esos momentos en los que, había estado al borde de la muerte.

Y ahora, luego de doce años en Azkaban, ha sido reducido a ser un buen perro hogareño —nunca mejor dicho.

Sirius sacude la cabeza, mira desde lejos la impresionante Mansión de los Malfoy. Alta, tétrica, imponente, impresionante, pero descuidada.

El clima parece ir acorde con el lugar, el viento gélido a pesar de ser verano, los grandes nubarrones grises circundados, oscureciendo el ambiente hasta donde alcanza la vista, rematando el cuadro las sombras de montones de dementores dando vueltas en torno a la mansión, como si fuera el ojo de un huracán.

Aquella casona se erige en una leve depresión de terreno, eso hace fácil que Sirius la vea desde mucha distancia.

Quizás… están equivocados, tal vez la Orden contra los mortífagos no es tan buena idea. Quizás, Dumbledore no es tan inteligente como se supone. Quizás, un solo hombre infiltrado, desde las sombras pueda hacer lo que Quejicus siempre se ha negado, un Avada Kedavra en la espalda de Voldemort. A nadie le importará si lo mata por la espalda al maldito, al contrario, para todos será un héroe.

Además, aun y cuando entre los mortífagos hay suficientes lunáticos como Bellatrix o Lucius la mayoría son inútiles sin su Amo. La mayoría intentarán volver al lado de la luz una vez que la cabeza de Voldemort caiga. Así fue antes y así será ahora. Pero, en esta ocasión las cosas son diferentes, Sirius se asegurará que Voldemort muera realmente.

Anda lentamente el largo camino alrededor de los jardines de setos y abedules que rodean la casa, ni siquiera será tan difícil pasar a los dementores, lo hizo una vez en Azkaban, lo hará de nuevo.

Se transforma en un enorme perro negro y corre, es mucho más fácil y rápido correr en cuatro patas. Sortea con facilidad los troncos lisos y largos de los árboles. Las ramas, crecen después de cierta altura, por lo que nada impide ni su vista ni su avance. Los olores mezclados le invaden la nariz, tierra húmeda, viento frío y algo mucho más desagradable, putrefacto, el olor de los dementores.

Sacude la cabeza y enseña los colimillos, durante un momento intenta serenarse. Anda más despacio conforme se acerca, un grupo de pavorreales aletean al otro lado de la verja.

Su cuerpo delgaducho de perro callejero le ayuda a pasar por entre los barrotes diseñados para contener cualquier ataque mágico o el intento de cualquier persona de cruzar, pero nadie esperaría la esencia animal que su "yo" animago desprende.

Pasa sin problema, los pavorreales se agitan aún más y huyen de su presencia. Sobre la casa los dementores continúan dando vueltas, debe encontrar la manera de ingresar a la mansión.

Da vuelta a la propiedad. En el lado opuesto a la puerta principal una puerta sin ornamentos se emplaza, parece una puerta de servicio, vieja y sin usar. Si consigue volver a su forma humana abrir la puerta con magia y entrar a la mansión lo suficientemente pronto, los dementores ni siquiera lo notarán.

Se convierte en humano y lanza el hechizo, la puerta se abre con un ligero click.

—Cada fortaleza tiene su punto débil —dice para sí mismo.

Pero cuando toma el picaporte para abrir, siente un escozor que le recorre la mano y el antebrazo.

—La alarma suena cuando alguien sin la marca tenebrosa toca cualquier parte de la mansión —aclara Bellatrix de pie justo a su espalda, luego todo se vuelve negro.

.o.O.o.

La Mansión de los Malfoy fue un lugar de tremendo esplendor, tal y como ahora lo es de decadencia. Cruza la baranda como si fuera solo una figura de humo, es cuando el primer pinchazo de dolor de la marca tenebrosa le atraviesa.

Voldemort le llama, suerte que él ya está ahí. Anda el camino del patio hasta la estancia principal, hay un hombre tirado en el suelo, está tan cubierto de golpes y sangre que es casi irreconocible. La visión de Lucius de pie al lado del Señor Tenebroso con las ropas manchadas lo confirma. Han estado torturando a Greyback por cinco largos días.

—Severus, —se oye la voz de Voldemort.

—Mi Lord —responde el hombre acercándose más y deshaciéndose de su máscara, al ver que solo ellos tres y Greyback están en la estancia.

—¿Eres experto en artes oscuras, Severus?

—Un aprendiz, comparado con usted mi Señor.

—Mira esto y dime qué opinas.

Voldemort dirige su varita hacia Greyback que se despierta al momento, a pesar de todas las heridas se pone de pie, está bañado en sangre, una de las rodillas hace un ángulo extraño, a los lados de la cabeza parece haberse arrancado el cabello, los ojos miran fijos un punto indefinido en la nada, pero el ceño parece de infinita concentración.

El Señor Tenebroso mira a Lucius y asiente con la cabeza, Severus se acerca a observar el espectáculo.

—¿Te rebelaste contra el Señor Tenebroso, Greyback? —dice Malfoy, el licántropo asiente. —¿Cuáles eran tus planes?

—No tengo planes.

—¿Por qué lo hiciste?

—No lo sé.

—¿Por qué te rebelaste contra tu Amo?

—No, —grita Fenrir. —No.

Aquello es extraño, pero lo que sigue es aún más. El hombre se toma los cabellos y se tira de ellos con desesperación mientras grita "no, no lo haré, no puedo, no lo haré". Luego vuelve a caer desfallecido.

Severus sabe perfectamente lo que está viendo, lo ha visto antes, no es común, porque pocos magos son capaces de hacerlo. Greyback está resistiéndose a la maldición imperio.

La cabeza le da vueltas, mira a Voldemort y a Lucius que siguen centrados en el hombre que permanece en el suelo, Lucius continúa torturándolo.

La pregunta que Severus necesita responder ahora, no es ¿qué le sucede a Greyback?, si no ¿quién lo tiene bajo su maldición?

Crucio —el hombre se retuerce de forma grotesca, parece estar convulsionando, los ojos muy abiertos inyectados en sangre. —Crucio, —grita y luego cierra la boca de golpe, se atraganta con su propia sangre, seguramente se ha seccionado la lengua, la espalda está imposiblemente rígida, luego se escucha el sonido inequívoco de los huesos al romperse, hay un ¡crack!, luego nada.

Severus se acerca al cuerpo pasa su varita sobre él y no hay ninguna reacción, Greyback está muerto, tuerce el gesto, si estuvo bajo la maldición Imperio, como Snape cree ya no hay manera de saberlo.

El Señor Tenebroso vuelve su atención hacia sus mortífagos, Lucius se aparta un paso, Severus se obliga a permanecer en su lugar. El hombre camina con sus pies descalzos hacia la silla alta que usa para presidir las reuniones. Nagini, de inmediato, se acurruca en torno a los bajos de su túnica, levanta la cabeza y olisquea a los dos mortífagos, Snape está seguro que está oliendo su miedo.

—¿Qué fue lo que viste, Severus?

—Un hombre enloquecido a causa del dolor, —Voldemort ladea un poco la cabeza, —es obvio que Lucius se extralimitó mi Lord, lo quebró antes de que pudiera usted extraer la información que necesitaba.

—Ya estaba así cuando comencé a trabajar con él, Amo. —La respiración de Lucius se hace pesada, —desde el claro, usted lo recuerda. —La cara del Señor Tenebroso no varía ni un milímetro. Lucius se vuelve entonces hacia Severus. —Tú lo viste, —señala a Snape con el dedo, —el día que los emboscamos, estaba de pie mirando a lo lejos, sin moverse…

—Claro que estaba paralizado, —responde el Profesor. —Intentó rebelarse contra el Señor Tenebroso, el más grande mago que nunca ha pisado el mundo, falló y mi Señor fue por él, mi Señor y nosotros, sus leales siervos los teníamos rodeados. —Severus suelta una media sonrisa que le revuelve el estómago. —Claro que estaba enloquecido. ¿No lo estarías tú?

La tez de Malfoy toma el color de la leche agria, mira con ojos asustados a Voldemort. Sabe que el Señor Tenebroso le castigará si cree lo que Snape está diciendo.

—No, yo no… —Lucius niega un poco, —no hice nada fuera de lo común mi Lord, lo torturé tal como… —los ojos de serpiente de su amo resplandecen, —yo hice lo que siempre…

Crucio.

Malfoy cae al suelo como un fardo, Severus lo escucha, pero se niega a mirarlo, para cualquiera pasaría como altivez, como si realmente le diera igual que torturarán o mataran a aquél. En realidad, es solo que no quiere ver, lo gritos de Malfoy son suficientes.

Cuando la maldición se detiene, Lucius se pone de pie trabajosamente, no hace ni un solo ruido más de dolor, aunque se estremece constantemente.

—Ahora Greyback está muerto, mi Señor, —dice Snape, —aun así, creo que fue solo su estupidez lo que le orilló a creer que podía desafiarle y al fallar, enloqueció a causa del temor. Dudo que hubiera podido decirnos nada más.

—Hemos exterminado a los licántropos, —silencio, los gritos de Malfoy aún parecen resonar en la estancia, como ecos. —Iremos por la Orden del Fénix, aunque nuestros esfuerzos no han logrado sacarlos de su pocilga.

—Tal vez no a todos —murmura Bellatrix mientras se acerca con un séquito de seis mortífagos, en medio del séquito, avanzando a empujones por la penumbra de la estancia está Sirius Black.


Bueno, hasta aquí por hoy, no se si lo notan, pero estamos cerrando las tramas abiertas, vamos hacia el final niñxs.

Hola Lynette P. Broderick.- Cuando empecé a escribir esta historia en realidad Albus no tomaría este camino, pero se salió de control y ha hecho lo que le ha dado la gana. Si, creo que no solo Hermione, creo que todos están dándose cuenta que Dumbledore es el Master of Puppets en esta historia. No has tenido que esperar tanto, ya está aquí un nuevo capítulo. Espero que también tengas una linda semana. ¡Yo también soy de México!, del Estado grande, el que tiene nombre de perro :).

Hola AlectoSnape.- Es un gusto que estés disfrutando, yo por mi parte mi humor ha mejorado y la verdad también lo estoy disfrutando. Si fue un capítulo de transición para retomar la historia. Lo de la palabra penumbra fue un desliz, el capítulo terminaba con "En la penumbra de los terrenos de Hogwarts se dirige a Grimmauld Place", pero al copiar el texto no lo copié bien y faltó, no me di cuenta de que pasó hasta que tu lo dijiste, ya no quise corregirlo. Espero que también estés muy bien. Nos leemos pronto.

Hola Euge.- Cada vez que alguna me dice "volví a leerlo completo" me hace el día, te lo juro, es como ¡ufff! si hay gente leyendo jajaja. Te agradezco el tiempo que te tomaste en comentar, vamos a terminar pronto con esta historia. Gracias a ti.

Nos leemos en un par de días, espero que todos tengan un bello día.

Adrel Black