Santa Iglesia

El grupo caminaba entre los árboles del bosque con paso lento pero seguro. Las escasas fuerzas que la mayoría de los supervivientes conservaba nos les permitían aligerar su ritmo, así que instintivamente todos fueron caminando con lentitud procurando hacer el menor ruido posible. Sobre ellos, la cúpula celeste iba clareando con la cercanía de la salida del solo y al sonido de los gruñidos de los caminantes que rodeaban su posición se unió el cantar de los pájaros.

Abandonar la cabaña que a primera visa podría haber parecido un refugio, aunque fuera temporal, no había sido fácil. El exterior era peligros y todos los sabían, pero aquellas cuatro paredes de madera se hubieran convertido en una trampa con el pasar de las horas, ya fuera porque los muertos los hubieran terminado rodeando hasta hacer de su huida un imposible o porque allí no tenían vivieres ni agua con la que haber podido aguantar un día más. Salir era arriesgado, sin embargo exponerse era la manera más probable en la que podrían sobrevivir, sino todos sí la mayoría.

Mara sabía perfectamente que en esos momentos era el eslabón más débil, e intentaba mantener la cabeza serena para controlar su aguante físico. Necesitaba comer y también hidratase, sentía su boca seca y sus piernas débiles, pero intentaba aguantar paso tras paso para no desvanecerse. Carl había encontrado un nogal con algunas nueves que había abierto con su navaja y le había repartido, especialmente entre los que habían sido capturados y también ella. Cada tanto Daryl la lanzaba una mirada, estaba a un par de metros de ella, intentando controlar el perímetro disparando con la ballesta a cuanto caminante se acercase a ellos de forma peligros y alguna que otra ardilla desafortunada, Mara siempre le devolvía la mirada intentado trasmitirle que se encontraba bien. Beth, que caminaba a su lado portando a Judith de vez en cuando la tomaba del bazo para darla confianza. Todos vigilaban al resto, procurando que el grupo no menguase de nuevo.

La pérdida de Bob había sido un golpe repentino que aún no habían tenido tiempo a asimilar. Cuando se carecía de un refugio seguro el instinto de supervivencia prevalecía ante todo lo demás, incluso a la necesidad de duelo, antes de llorar a los muertos debían asegurarse de seguir con vida. Incluso Sasha caminaba en silencio, ahogando su dolor en lo más profundo se sí, aunque tal vez su estado ausente se debiera a que todavía no era consciente por completo de lo que había sucedido, y de que los restos de Bob se habían quedado en aquella cabaña maltrecha que habían abandonado llevando con ellos cualquier cosa útil antes de prenderle fuego.

El olor a madera ardiendo era fuerte y se extendía por el bosque, tal vez atraería a los caminantes o al menos el fuego atraería a los caminantes más cercanos, incluso a los supervivientes de la terminal si es que aún los seguían buscando. Cualquier cosa que pueda aumentar sus posibilidades de sobrevivir debían emplearla.

La carretera no quedaba lejos y, si lo que Dillan había escuchado era cierto, muy probablemente en ella hallarían la caravana en la que el grupo encabezado por Abraham tenía pensado desplazarse a Washington, allí habría víveres y suministros. Incluso podrían usarla para desplazarse por un tiempo, por muy apretados que se sintieran todos en un solo vehículo. Ninguno quería pensar en que sería de ellos si no encontraban el auto.

El sol comenzaba a despuntar y Mara miró a lo alto, pensando que la luz siempre tría esperanza. Durante un segundo cerró los ojos para escuchar con más claridad el piar de los pájaros en busca de algo que llenara su espíritu de optimismo, más sus oídos repararon en un llamado que en nada se parecía al piar de los pájaros y que en absoluto la tranquilizó. Al abrir los ojos llena de incertidumbre agudizó aun más el oído para reconocer aquellos sonidos, reconociendo en ellos los gritos de un persona. Pronto fue evidente que ella no era la única que los había escuchado pues Rick y Michonne que iban en cabeza junto a otros parecieron desconcertados. Sin embargo nadie reaccionó con tanta determinación como el joven Carl, que en cuanto fue evidente que a unos cientos de metros bosque a dentro alguien se encontraba en problemas salió corriendo en su dirección. Rick intento impedírselo, pero no fue lo suficientemente rápido como para detenerlo.

—No debemos separarnos —pidió Glenn casi desesperado cuando Michonne también salió en busca del muchacho.

Durante unos segundos el desconcierto de todo el grupo era palpable. Carol negaba con un gesto que mostraba que ella intuía que una situación de peligro como aquella los condenaría a todos y Abraham maldecía de manera visible.

—No nos separaremos, sigamos —sentenció Daryl con determinación, girándose para seguir el camino que había tomado Carl.

Mara asintió cuando cruzó la mirada con ella, pero pese a que se mostraba firme no fue capaz de instar a s cuerpo a que acelerara el paso, así que se limitó a caminar con firmeza sujetándose el vientre, obligándose a que sus fuerzas duraran un poco más. Las palabras de Beth sobre que solo debía preocuparse si sentía dolor la habían ayudado, e incluso quería convencerse de que aquellos retortijones que notaba en su estómago no eran a causa del hambre sino de Hope haciéndose notar.

Poco a poco se fue quedando atrás en el grupo, solo seguida por Dillan que cargaba con su sobrino, quién llevaba tanto tiempo en aquella situación de peligro e incertidumbre que en lugar de mostrar su temor se limitaba a mirar a alrededor como si buscara por donde llegaría el nuevo problema.

—Espero que después de esto encontremos la tierra prometida —comentó intentando ser gracioso, pero mara sintió un extraño escalofrío al escucharle.

—Me conformo con hallar una lata de judías con tomate—respondió.

Unos metros por delante Daryl había acelerado el paso para encontrarse con Rick. Sentía el temor de que Gareth les hubiera tendido una trampa y Carl hubiera caído de lleno en ella. Sin embargo en cuanto llegó a verlos lo que halló fueron un grupo de caminantes demasiado centrados en un superviviente desconocido de piel oscura como para reparar en ellos de los que Carl, Rick y Michonne se estaban ocupando. Apenas le dio tiempo a ensartar la cabeza de uno de los muertos que se aproximaba peligrosamente por la espalda a Rick.

El superviviente que se encontraba aterrado sobre una roca gimoteaba invadido aún por el terror, de tal manera que era imposible saber si seguía pidiendo ayuda o comenzaba a mostrarse agradecido.

El resto del grupo llegó hasta ellos, con paso acelerado pero tan solo pudieron intuir lo ocurrido al llegar. Aunque Rick invitó al desconocido a que bajara de la roca este parecía aún demasiado asustado y Glenn y Maggie se aproximaron a ayudarle, ante la mirada recelosa del resto del grupo. EN cuanto la joven reparó en el alzacuellos que coronaba la camisa negra del tipo mostró su desconcierto, compartiendo una cómplice mirada con su hermana. Un sacerdote en ese lugar, en ese momento, era más que una ironía, parecía una broma macabra.

—¿Se encuentra bien? —preguntó Glenn.

El hombre hizo un ademán de contestar, pero en lugar de palabras se dobló sobre si mismo para vomitar.

Mara se acercó al semicírculo que sus compañeros habían hecho alrededor del tipo en el momento en el que los restos de su ultima comida se precipitaban contra el suelo, mostrando una mueca de desagrado y desconcierto, como el resto, y también se mostró sorprendida al ver el alzacuellos que relucía blanco en su cuello. Sintió un ligero escalofrío, no tanto porque los sacerdotes le repelieran, nada más lejos, pero aquella vestimenta era propia de otra época, una que había llegado a su fin cuando los muertos comenzaron a caminar. Las ultimas personas que había visto vestidas de una manera que no correspondía al estado actual del mundo eran los policías que decían proteger el Hospital Grady Memorial y su recuerdo fue la que hizo que se sobrecogiera.

—¿Lleva armas? —preguntó Rick, con un tono desconfiado.

El hombre pereció desconcertado, pues no esperaba que el mismo hombre que le acababa de salvar la vida se mostrase tan a la defensiva para con él, pero si hubiera sabido algo de que Rick había vivido hasta la fecha no le hubiera resultado nada extraño. Aunque negó aquello no tenía sentido, pero el tipo alegó que no las necesitaba que tenía la palabra de Dios con él.

—Pues no lo parecía… —declaró Daryl.

—Pedí que me ayudan y vinieron —respondió.

Mara miró a su alrededor al escuchar aquella respuesta para comprobar que si solo era a ella a la que esa afirmación le parecía asombrosa y la llamó atención que Beth sonreía, no con ironía sino con esperanza.

Algo cohibido por la mala reacción que sus palabras habían tenido en la mayoría del grupo el sacerdote preguntó si tenían algo de comer, lo que desanimó a algunos que esperaban que aquel tipo al menos contara con un refugio o suministras, pero tras recibir unas nueces de Carl, las últimas que le quedaba, reconoció que se refugiaba en una Iglesia.

—Es un bebé precioso… —dijo, en un intento final de tener un acercamiento con el grupo, pero solo logró poner aún más a la defensiva a Rick.

Cuando Rick le hizo las tres preguntas, al igual que tenían por costumbre hacer a cada superviviente que llegaba hasta la prisión con intención de integrarse las respuestas negativas que dio el párroco a muchos les hicieron creer que podía mentir. ¿Cómo sería posible sobrevivir sin matar a ningún caminante? Pero lo cierto era, que tras cachearle también era cierto que no llevaba ningún tipo de arma consigo.

—Debemos movernos, aquí no estamos seguros —comentó Carol.

—¿Dice que tiene una Iglesia…? —preguntó Michonne.

—Sí, no está lejos… —aseguró él–. Os guiaré.


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La pequeña iglesia de madera blanca apareció entre los árboles con su alto campanario de pronto resultando reconfortante para los supervivientes. A su alrededor se sentía una calma casi palpable, no parecía haber caminantes cerca, habían dejado la horda que avanzaba hacía la terminal muy al oeste, y parecía que si, como todo indicaba aquel lugar era seguro, podrían descansar merecidamente.

Rick, Michonne, Daryl y algunos otros entraron antes que el propio sacerdote a comprobar que en el interior todo era tan tranquilo y seguro como el exterior hacía indicar, saliendo un par de minutos después.

—Al fondo hay una sala donde los niños estarán bien y tú podrás descansar —dijo Daryl a Mara, que se había quedado fuera con Eugene, Beth, Dillan y con los niños.

—Aquí estaremos bien —dijo Mara al pequeño Dylan intentando darle ánimos, pero el niño ocultó la cara en el hueco del cuello de su tío.

—Tranquila, es más fuerte de lo que parece —dijo Dillan.

—Todos lo somas —afirmó ella, acariciando la cabellera pelirroja del niño levemente, pero no les siguió al interior de la Iglesia, sino que se giró hacía Daryl—. ¿Hay agua? Hace casi un día que muchos no tomáis ni una gota, hasta yo tengo una sed que me asfixia y me hidrataron con suero durante un día.

—Ahora nos encargaremos. Algo debe haber si ese inútil ha sobrevivido aquí todo este tiempo—dijo el cazador.

—Sí, biblias, él solo necesita la palabra de Dios —bromeó la chica.

—Te han sentado bien las nueces —comentó, viendo que parecía más confiada.

—Sí, las nueces y que viniendo hacía aquí he sentido una patada, muy clara y fuerte.

Daryl se acercó hacía ella y sin apenas dudar posó la mano en su vientre, pero no sintió nada.

—Ha sido hace unos minutos, pero sé que está bien. —Él asintió.

—Ve dentro y di lo del agua, seguro que muchos quieren descansar, pero si el cura no tiene suficiente para todos hay que conseguirlo, y a ti te harán más caso —dijo Daryl—. Yo voy a examinar el perímetro, no tengo ardillas para todos.

—No te alejes mucho —pidió viendo como se alejaba y asentía con la cabeza sin volverse, sintió una rara punzada en el pecho, hacía solo unas horas que habían estado separados, que temía que tal vez no volvería a encontrarlo, otra vez, y aún así sabía que no podía solicitarle estar pagado a ella, que no podía temer perderle de vista para estar tranquila. Y pese a ello el temor a no volver a verle cada vez que se alejaban era real.

Se encaminó al fondo de la iglesia, donde vio que Beth se encontraba, sin apenas reparar en el altar mayor ni fijarse en las figuras religiosas que para ella, por la educación que había recibido, no tenían ningún significado. Pero inconscientemente entre aquellas paredes se sentía segura, no solo en un sentido físico.

—Rick —instó a su compañero, interrumpiendo la conversación que tenía con Abraham sin reparo—. Necesitamos agua, lo primero de todo —y miró a Abraham, que se contrario al ser interrumpido—. Todos los que fuisteis capturados lleváis más de un día sin tomar líquidos, aunque no lo percibamos nos deshidratamos. Debemos conseguir agua o muchos enfermarán en cuestión de horas.

—Nos vamos a poner a ello…, no te preocupes —aseguró, y se giró bajando el tono —. Tú ocúpate de los niños, como hacías antes, el chico me preocupa —dijo refiriéndose a Dylan—, y descansa, lo necesitas.

—Está bien —aceptó, y fue a reunirse con Beth.


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Judith dormía plácidamente en el regazo de Mara, como si supiera que por fin había llegado el momento de poder descansar sin peligro, y la joven la acariciaba el nacimiento del cabello rubio con la yema de los dedos, imaginando que algún día lo haría con su propia hija y preguntándose cuál sería el color de sus cabellos. En un pequeña mesa junto al sillón que ocupaba la chica, Dylan pintaba con los materiales que había en aquella sala, que en otro tiempo se usaba para las actividades de los niños de la congregación. Siempre le había gustado usar los dibujos como método para que los niños mostraran sus sentimientos, sus miedos y sus anhelos sin sentirse coaccionados a sincerarse, y observaba con curiosa antención los trazos que el niño dibujaba, aunque según fue reconociendo que mostraban se sintió desconcertada.

Daryl entró en la habitación portando su ballesta al hombro.

—Algunos vamos a salir a por suministras, el cura nos ha dicho que hay un sitio con mucha comida —explicó—. No tardaremos.

—¿Quienes?

—Los que puedan, nos repartiremos, hay que conseguir munición y el agua, pero sabemos dónde… No tardaremos.

—¿Carol se queda o se va? —preguntó ella, y Daryl la miró contrariado—. No he cambiado lo que pienso ni lo que siento.

—Irá conmigo a por agua.

—Dillan dice que se queda, y Ty también para estar a Sasha… Estaréis bien…

—Daryl, ven —le instó alargando el brazo.

Aún incómodo por lo que había insinuado de Carol él se acercó con reticencias cabizbajo, pero en cuanto ella tomó su mano y la apretó tuvo que mirarla, fijando su vista en aquellos grandes ojos dorados que le suplicaban.

—Vuelve conmigo, ¿sí?

Instintivamente y sin pensarlo se agachó ante ella y asintió.

—Tengo que ir, pero voy a volver, tranquila. —Ella asintió y llevó su mano hasta el rostro de Daryl acariciando su mejilla y el vello de su incipiente barba—. Salgo para volver contigo.

Rick entró junto cuando Daryl se estaba incorporando, reclamando pasar unos minutos con su hija antes de irse, y Mara se la entregó con cuidado para no despertarla.

—Estaré de vuelta antes de que te des cuenta —dijo Daryl antes de salir.

Pero para Mara esas palabras no fueron suficente y se acercó hasta él, aprovechando que Rick se llevaba a su hija y el niño dibujaba ajeno a todo lo demás, se abrazo a la cintura de Daryl.

—Te amo —susurró.

—Lo sé —dijo él con complicidad—. ¿Y tú?

Ella sonrió, aliviada de que le hubiera contestado aquello en lugar de corresponderla con las mismas palabras, pues indicaba que ya no estaba molesto.

—También lo sé. No tardes… pero ya te estoy extrañando.

Daryl negó ante aquella cursilería, pero la besó en los labios antes de salir de la habitación.

Viéndole alejarse Mara luchó por desterrar sus temores y decidió obligarse a estar ocupada hasta su regreso, girándose para dedicar su atención al niño que dibujaba a sus pies.

—¿Me enseñas el dibujo? —preguntó arrodillándose junto a él.

El pequeño se encogió de hombros, y se apartó un poco para que viera su dibujo, pero sin entusiasmo. La imagen reflejaba un edificio grande, rectangular y tosco, con muchas ventanas y una gran cruz en lo alto. Claramente era un hospital, en lo alto había dos figuras, dibujadas con simpleza pero reconocibles, sobre todo por el color de cabello, uno rubio y otro monigote más pequeño con el cabello pintado en naranja. A los pies del edificio había un coche a medio dibujar, por lo que Mara intuyó que ya había dibujado todas las figuras de personas.

—Oye, dibujas súper bien, ¿lo sabes? —dijo con ánimo, para motivar al niño, pero este pareció indiferente—. ¿Qué más vas a dibujar?

—El coche del tió D.

—¿Y ya está? —El niño asintió.

A pesar de el entusiasmo que ella mostraba el pequeño no parecía en absoluto receptivo, por lo que no quiso insistir demasiado. Viendo el dibujo y su nueva actitud para con ella podía intuir qué era lo que le sucedía y no podía culparle.

—Te traeré más hojas para que dibujes todo lo que quieras, ¿de acuerdo, mi vida?

El niño asintió cabizbajo y Mara se alejó de él. Fuera de la habitación donde se encontraba se sentía el trajeteo entre aquellos que iban a salir y Mara salió para cerciorarse de quienes se quedarían con ella en la iglesia.

—Glenn y yo no vamos a por armas con Tara, necesitamos munición porque apenas tenemos, pero Beth prefiere quedarse. Vigila que no se termine peleando con Tyreese por quien pasa más tiempo con Judith, ¿de acuerdo? —la pidió Maggie.

—Haré lo que pueda —asintió con complicidad—. ¿Sabes cómo está Sasha?

—Está descansando, dudo que pueda conciliar el sueño pero… —Su semblante se ensombreció al hablar de su compañera—, sabe que estamos ahí si lo necesita.

—Siento que apenas conocía a Bob —comentó Mara—, y aun así…

—Yo también siento que me falta algo…

—Sí —asintió sin más.

Aquel refugio les había dado ánimos, era evidente que pese al cansancio, el hambre y la sed acumulados por gran parte de ellos estaban con fuerzas para luchar por sobrevivir un día más, pero la perdida reciente de Bob era una sombra que se cernía sobre ellos. Tal vez por ellos estaban tan dispuestos a mantenerse ocupados, para postergar enfrentarse a la realidad que les dominaría cuando sus estómagos estuvieran llenos y sus espaldas descansadas. Sin embargo, Mara sentía que ya no debía posponer más el duelo y que lo más útil que podía hacer era estar con Sasha en aquellos momentos. Cuando Daryl regresara y el resto trajeran lo necesario todo volvería a precipitarse hacía el destino al que debían encaminarse, pues aunque la iglesia era su refugio entonces solo era momentáneo y la joven sabía con total seguridad que pese a todos los contratiempos sufridos Abraham no cejaría en su empeño de ir a Washington e instarlos a que le acompañasen.

Tyreese salió de una habitación al otro lado de la iglesia cerrando con lentitud la puesta, y Mara supuso que hay estaría Sasha descansando así que se dirigió hasta él.

—¿Duerme? —preguntó y el hombre se limitó a negar—. ¿Crees que… ?

—Sí, pasa…

Mara asintió y entró lentamente en la habitación encontrando a Sasha abrazada a sí misma con la vista fija en la ventana que había frente a ella. No dijo nada para descubrir su presencia, tan solo se limitó a acercarse a ella y acariciar su hombro cuando la tuvo cerca, pues la joven no parecía haber notado que estaba allí. Cuando Sasha la miró con ojos vacíos Mara la estrechó entre sus brazos, con fuerza, siendo correspondida casi con desesperación por una sollozante Sasha.

Ninguna dijo nada, no era lo que necesitaban.

En aquel momento Mara no pudo evitar recordar a Hershel sintiendo que no le había llorado lo suficiente y que seguramente jamás lo haría, jamás lloraría a nadie perdido en aquel mundo de pesadilla como debería o que de hacerlo lo haría tarde, como con su hermano. Así que no intento consolar a Sasha, al contrario, la dejaría llorar tanto como quisiera para que pese a la realidad ella pudiera llevar su duelo como lo necesitase.

Pasaron los minutos y Sasha se alejó lentamente.

—Creo que va a abrir la puerta, que entrará con su sonrisa y dirá algo que me anime, algo esperanzador y que haga que vea este mundo de mierda de otra manera… —dijo Sasha—. Cuando no separamos del grupo y estábamos solos con Maggie, él fue capaz de darnos fuerzas, de mantener nuestra esperanza en que no podíamos rendirnos y limitarnos a sobrevivir. Tenía… Tenía muchas esperanzas en que podíamos encontrar la paz… Habíamos conseguido un hogar en la prisión, lo habíamos hecho… podríamos volver a lograrlo, porque el hogar estaba en nosotros, éramos nosotros, solo teníamos que encontrar un sitio…

»Cuando Abraham nos habló de la cura, no dijo que había un lugar… Él me convenció a mí, ese era nuestro destino; salvar el mundo, ¿qué más le podíamos pedir a la vida? Decía. Salvaremos el mundo y seremos recompensados con un mundo nuevo, diferente a todo y sobre todo lleno de vida…

»Si ese mundo llega… Él no estará… así que…

Mara no la contradijo, entendía su abatimiento, era lógico, intentar que viera algo de luz en aquel momento no tenía sentido ni serviría de nada.

Recordó el día que encontraron a Bob, como el tipo caminaba sin nada que temer por mitad del camino, sin voltearse siquiera cuando se acercaron a él, y pensó que entonces morir no le hubiera importando, sintiendo rabia por que ahora, que tantas ganas y motivos tenía para seguir adelante hubiera perdido la vida.

Poco rato después Maggie también entró en la habitación tras su regreso de buscar municiones, no comentó qué habían encontrado, eso no era lo importante, y permanecieron juntas hablando y llorando por momentos hasta que Sasha se quedó dormida. Tyreese entró y dijo que velaría su sueño, por si tenía pesadillas, como a él le había sucedido con tras la muerte de Karen.


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Todos los grupos que habían salido a por diferentes recursos estaban de nuevo de regreso sanos y salvos sin ninguna incidencia, por lo que pasaron la tarde más tranquilos pese a que quedaba mucho por hacer, se quedasen o se fueran, debían proteger aquel lugar durante el tiempo que estuvieran.

Mara recogió los dibujos de Dylan y los examinó con cuidado, sintiendo como se le hacía un nudo en el estómago. Mientras evaluaba uno de ellas sabiendo que no encontraría nada diferente a los anteriores Dillan entró en la habitación.

—¿Puedes ocuparte un rato de Dy, vamos a hacer una defensa en la entrada…? —preguntó, pero mara negó lentamente, desconcertando al hombre— ¿No?

—Ven, mira estos dibujos que ha hecho el niño —dijo Mara, invitándole a sentarse junto a ella en el suelo.

El rubio obedeció y miró los dibujos sin saber qué debía buscar, para él eran unos dibujos normales, e incluso buenos para ser de un niño de la edad de su sobrino.

—Este por ejemplo, es el hospital —comenzó diciendo Mara—. Aparecéis tú, él y un coche patrulla…

—Sí, ¿y qué? Lo típico es papá, mamá, los niños, la casa y el coche…, pero él no…

—Exactamente, sigue viendo el hospital como su casa y a ti como su única familia —le enseñó otro —. ¿Te resulta familiar? Me ha dibujado como a una bruja malvada…

—No eres…

—D, me encantaría cuidar de Dylan, pero ahora mismo me odia. Me culpa a mí por que os fuerais del Hospital, me hace responsable de que ahora esté en peligro… y tiene sentido.

—Le diré…

—No, no servirá. Lo mejor es que me aparte un poco, pero sobre todo necesitamos darle un nuevo hogar. Además, debes integrarte más con el resto del grupo, apenas te relacionas con nadie mes Beth, Tara y yo. Hasta la propia Tara esta más integrada… Vamos, pídele ayuda a Maggie, lo hará encantada.

—Está bien…

—De otra manera pensaré que sigues obsesionado conmigo o enamorado de Beth —bromeó Mara.

—No digas tonterías, es una niña —se rio Dillan, mostrando por unos segundo la misma expresión encantadora que tenía cuando eras un adolescente, y salió de la habitación.

Sin embargo, a pesar de que se había tomado a broma la insinuación de Mara, en cuanto vio a Beth con la bebé al otro lado de la planta de la Iglesia se le quedó mirando recordando el beso que le había dado en la terminal apenas una noche antes. En realidad no tuvo que recordarlo, pues aquel beso había dado vueltas por su cabeza desde ese instante.

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*FETWD*


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Buenas, gente bonita.

Según las estadísticas de flujo de visitantes hay quien sigue leyendo el fanfic, así que voy a seguir poniendo mensajitos al final de los capítulos, por si alguien los lees.

Los personajes, muchos de ellos, ya han comenzado a cambiar a como son en la serie, porque mi historia y la serie no siguen el mismo camino y por lo tanto los personajes no vivien las mismas cosas. Maggie no va a estar tan triste porque no va a perder a Beth, y obviamente Daryl tampoco... Es un ejemplo de que habrá personajes que para nada actuarán como lo hacen en la serie, pero está justificado, según el canon del fanfic...

Yo seguiré tecleando e imaginando a los personajes, espero que todos estéis bien.

Abrazos.