Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de RMacaroni, yo solo traduzco con su debido permiso.

Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from RMacaroni, I'm just translating with her permission.

Capítulo beteado por Yanina Barboza

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Todavía estoy de pie como un idiota, comiéndome con los ojos a Bella, hipnotizado por la forma en que los músculos de sus piernas se flexionan mientras corre. Estoy luchando duro para que mi cuerpo salga de este lugar antes de hacer algo estúpido.

Mi cuerpo está reaccionando a Bella de una manera que no ha reaccionado a nadie en mucho tiempo. Como si ella pudiera sentirlo, su cabeza gira levemente en mi dirección, y cuando sus ojos se encuentran con los míos, vacila en la caminadora, pero afortunadamente agarra los barrotes antes de caer.

No me doy cuenta de que estoy caminando hacia ella, hasta que estoy justo al lado de la máquina y ella baja la velocidad.

Su pecho se mueve hacia arriba y hacia abajo mientras jadea. Una gota de sudor le corre por el cuello hasta la clavícula y desaparece entre los picos de sus senos, llevándose consigo mis pensamientos. No sé qué estoy haciendo, o por qué estoy parado junto a su máquina de correr, mirando sus tetas. Cierro los ojos y trato de respirar profundamente, y ella se aclara la garganta.

Cuando abro los ojos, ella me mira con las mejillas enrojecidas.

—Hola —es todo lo que puedo decir.

—¿Hola? —Detiene la máquina por completo y me mira con las cejas arqueadas, las comisuras de la boca se arquean en una pequeña sonrisa—. ¿Quién eres y qué le hiciste a mi amargado estudiante de posgrado?

—¿Q-Qué? —Mi voz se quiebra, por tercera vez hoy, y de repente estoy contemplando si uno puede atravesar la pubertad dos veces en la vida.

—Nunca me saludas.

—Entonces, ¿me has visto aquí antes?

Ella pone los ojos en blanco antes de responder.

—Sí.

—Bueno, ahora te estoy diciendo hola. Así que, hola.

—Hola... —Se ríe y creo que gimo.

Odio esto. Odio el efecto que está teniendo en mí. Odio no tener control sobre mi pene, que amenaza con ponerse completamente duro, aquí mismo, ahora mismo, como si fuera un jodido adolescente.

Odio no tener el control, punto.

—¿Cómo está tu mano? —le pregunto con los dientes apretados, deseando que mis ojos permanezcan en los de ella y no se den cuenta de las otras gotas de sudor que continúan corriendo por su cuello.

—Está bien —dice y procede a mostrarme su mano vendada, dándole la vuelta. Ella sigue hablando, pero ya no le presto atención.

Todo lo que está haciendo me excita. La forma en que mueve sus labios. La forma en que se mete el pelo detrás de la oreja. Cómo se seca el cuello con la toalla.

Necesito salir de aquí antes de que mi situación comience a ser aún más incómoda. Así que la interrumpo, le doy un adiós tembloroso y salgo del gimnasio.

¿Qué me está pasando?


Qué creen que le está pasando?