¡Hola! Sí, ya lo sé. Desaparecí por otro mes, perdón por eso. Para no continuar retrasando la lectura, les dejo continuar, espero que les guste.

CANCIÓN: Lovefool - The Cardigans


CAPÍTULO 19: Detrás de la penumbra

Hermione bajó el libro que estaba leyendo a su regazo al oír que llamaban a la puerta. Era antes del mediodía y se suponía que las visitas estaban restringidas; aunque claro, Draco, Narcissa, Theo y Blaise, exceptuaban esa regla, pero Narcissa estaba en Malfoy Manor con Scorpius y los demás estaban en sus respectivos trabajos.

Volvieron a llamar, y la castaña se percató de que se había quedado divagando e hilando sus pensamientos. Algo que últimamente le estaba sucediendo más a menudo de lo cotidiano.

—Adelante. —Alzó un poco la voz, colocando un marca páginas en su libro y dejándolo cerrado en su regazo.

—Buenos días. —Saludó una voz femenina y de elegante tono.

Hermione comenzó a detallarla. Era alta, su brillante y largo cabello oscilaba entre el rubio y el castaño claro, vestía una blusa blanca de gasa, una falda gris, un delgado cinturón negro rodeaba su cintura y de sus hombros colgaba un blazer del mismo gris que su falda.

Era obvio que era alguien de dinero.

Y luego su rostro, era bonita, no, era hermosa, con rasgos delicados y cincelados. Su nariz, el arco de sus cejas y el contorno de sus labios eran iguales a los de ella. Fueron esos detalles los que le ayudaron a Hermione a confirmar su identidad.

Daphne Nott, de soltera, Greengrass.

—Hola. Yo… —Rió nerviosa. —Realmente no esperaba verte aquí.

—Sí. —Suspiró con suavidad. —Bueno, yo tampoco esperaba venir aquí.

— ¿Enton...

Daphne levantó una mano y detuvo la pregunta de la otra bruja. Se tomó unos segundos, estrujando su bolso entre sus manos y pasando una mano por su frente, suspiró por segunda vez y decidió hablar.

—Quería disculparme contigo en nombre de Astoria. —Dijo rápidamente, sin embargo manteniendo su mirada fija en los ojos de Hermione. —Es mi hermana pequeña y sé que hizo muchas cosas malas, interponiéndose en tu relación Draco y haciéndote daño.

—Esas son solo dos de todas las cosas malas que hizo. —Su voz fue dura y autoritaria. —Intentó secuestrar a mi hijo y llegó a hacerle daño, trabajó junto a Adrian Pucey atacando a mestizos y nacidos de muggles. No, matando a muchas personas. —Se corrigió. —Y ellos sí me secuestraron, me retuvieron y torturaron por horas, y tu hermana fue su cómplice.

Los nudillos de Daphne se hicieron más blancos cuando ella volvió a estrujar su bolso.

Ninguna de las dos quería engañarse. Eso estaba siendo incómodo desde el momento en el que Daphne llamó a la puerta. Y aún así, ella no se marcharía hasta conseguir aquello por lo que estaba allí.

—Te prometo que ella se alejará de ustedes, se irá de Londres, pero por favor, retira todas las denuncias que pusieron en su contra. Ya ni siquiera se casará con Adrian, se desligará por completo de él y de los demás. —Dio unos pasos hacia la cama en la que la castaña descansaba. — Podrás seguir tu vida con Draco como antes, solo… deja que Astoria sea libre y no la volverás a ver en tu vida.

Hermione estaba estupefacta. Hasta donde sabía, la hija mayor de los Greengrass era soberbia y orgullosa, muy distinta a la mujer que tenía enfrente justo en ese instante. Y no estaba segura de qué la sorprendía más, si su expresión o su petición.

Menos de un minuto después, fue capaz de encontrar las palabras.

—Es admirable que vengas en nombre de tu hermana, a defenderla. —Inició, deshaciéndose del nudo en su garganta. —Sería, de mi parte, muy egoísta si únicamente culpáramos a Astoria de lo que sucedió entre Draco y ella. Él también es un adulto, estaba al tanto de sus actos, de lo que hizo, pensó y sintió. Tomó parte en ello. Y si uno u otro lo comenzó, al final fue algo que sucedió entre dos. —Se obligó a permanecer firme. —Y muy aparte de eso, Astoria fue cómplice de Pucey, pudo avisar a alguien o pedir ayuda, y evitaré pensar en cuántas vidas se pudieron salvar, pero no lo hizo, se quedó con él, estando al tanto de sus planes y a penas molestándose por detenerlos. Todas esas personas, todas esas familias, merecen justicia.

Daphne dejó caer sus hombros, respirando aceleradamente, con el rostro compungido.

Para Hermione fue difícil interpretar sus acciones y eso la inquietaba, no quería sorprenderse o dejarse ver desentendida con lo que Daphne le decía. No obstante, esperó que ella rompiera con el silencio.

Y por más que durante varios minutos, hasta que Daphne habló, ella trató de pensar en distintas posibilidades de lo que sucedería a continuación, lo que salió de los labios de la otra bruja, la desencajó.

—Poción afrodisíaca. —Dijo en voz baja.

— ¿Perdón? —Frunció el ceño. Queriendo admitir que estaba confundida, aunque ciertamente perdida era la palabra correcta.

—Astoria le dio a Draco una poción afrodisíaca. —Sus ojos se quedaron fijos en algún punto detrás de la cabeza de Hermione. —Después de… de su primer encuentro, Astoria estaba convencida de que Draco la iba a volver a buscar. Luego de un mes no lo hizo y… —Tomó aire. —Fui yo. Yo le dije que lo buscara y que si parecía que él estaba desinteresado, entonces que le diera un pequeño empujón. —Agitó una de sus manos. —Si ya se había acostado con ella, seguramente había una razón para que eso sucediera en primer lugar, tal vez un segundo encuentro terminaría por convencerlo de que ella era mejor opción que tú. —Sus pestañas se agitaron al elevar la cabeza y volver a enfrentar a Hermione. —Aunque la rechazó tras eso, la… la tercera vez, esa sí fue plena decisión de ambos. No hubo poción, ni licor. —Quizá notó lo adormecidos que debían estar sus nudillos, y estiró los dedos, desviando la mirada por cuarta o quinta vez. —Astoria le pidió a Draco reunirse y él asistió, no estuvieron juntos en el bar más de treinta minutos antes de que él la llevara consigo, y…

—Eso ya lo sé. Le envió una carta cuando regresó a Londres. —No iba a haber una tercera oportunidad recordando eso. —Lo que quiero aclarar Daphne, es que no hay ley que diga que puedo denunciar a la amante de mi esposo con el fin de mandarla a Azkaban. Es decir que si Astoria está arrestada no es porque se haya acostado con Draco, es debido a todos los crímenes que cometió. —Iba bien, estaba utilizando el mismo énfasis que en sus reuniones en el Ministerio y eso la hacía oírse imparcial. —Ese día en el callejón Diagon, estaba con Ginny Potter, ella está embarazada. No es el hecho de que específicamente me haya herido a mí, sino que pudo herir a Ginny, o a la anciana que pasaba por nuestro lado, o al niño que tomaba la mano de su madre, entusiasmado por entrar a alguna tienda. No es que su objetivo al ir a mi casa y hechizar una escoba, fuera que mi hijo se cayera de ella, es en realidad, que le hizo daño a un niño de casi tres años. —Despejó su mente de las imágenes de Scorpius en el suelo y con un corte en la frente. —Lo siento, su castigo se hará según lo que el Wizengamot crea conveniente, y si hay algún tipo de favoritismo hacia ella, tomaré cartas en el asunto, la justicia debe hacerse.

—¿Por qué no eres así de ecuánime con Draco? —Soltó enojada.

—Daphne, te he repetido que el juicio que va a tener Astoria, no tiene nada que ver con lo que pasó con Draco. Estoy buscando justicia y hacer lo que insinúas es un acto de hipocresía.

La mujer correspondió su mirada insistente y Hermione notó cuando endurecía su mandíbula, finalmente asimilando la verdad de sus palabras.

Su pecho se elevó con una profunda respiración.

—Cuando me dijeron lo que Astoria te había hecho y que estaba arrestada, me di cuenta de lo lejos que había llegado a causa de su afán por Draco, y me sentí culpable. —Esas nuevas palabras sonaron más sinceras, sinceras y abatidas. —Por no detenerla al ser su hermana mayor y por empujarla a involucrarse con Draco. Así como lo dijiste, muchas cosas pudieron cambiar si ella hubiera pedido ayuda, del mismo modo en el que habrían cambiado si yo le hubiese hecho ver a Astoria lo mal que estaba interponerse en una relación, si yo hubiese hecho algo para detener a nuestros padres de meterla en un compromiso con alguien que no quería, evitar que así se acerque a Adrian. —Abrió su bolso y sacó un bonito pañuelo, pasándolo por debajo de sus ojos. —No es hasta ahora que me pongo en tu lugar y me siento fatal por haber tomado parte en separar a tu familia. Tengo un esposo y es muy doloroso imaginar que él se involucre con otra mujer. Lamento que te haya sucedido.

La castaña se quedó impávida. Daphne le estaba dando muchas sorpresas y si su condición no estuviera mejorando de manera tan eficaz como lo iba haciendo, habría tenido un colapso.

No sabía qué responder. Intentó de muchas formas desviar el tema de Astoria y Draco, fallando estrepitosamente ya que Daphne retornaba a ese punto una y otra vez. Sin embargo, esas últimas palabras, las sintió llenas de honestidad.

—Daphne… —Pretendió hablar siendo interrumpida porque alguien llamaba a la puerta. —Discúlpame, debe ser alguno de los sanadores. Adelante.

—Mira esto. —Draco entró como un torbellino. —Fui a comprarte el almuerzo a Quo Vadis y pasé por donde venden periódicos. Ten. —Se lo entregó y al girar para coger la bandeja y colocar la comida, vio a Daphne. — ¿Qué haces tú aquí?

Hermione los miró de reojo, y se concentró en el periódico muggle.

Leer el titular fue arrollador.

"Diecinueve niños mueren a causa de experimentación científica en guardería de Elmbridge"

— ¡Oh Merlín! —Exclamó, intercalando su atención entre el titular y la fotografía en la que se veía la entrada de la que había sido la guardería de Scorpius.

Se apresuró a buscar la página y leer el artículo.

Los niños eran de entr años, leyó entre ellos el nombre de Jack, un amigo de Scorpius, y pensó en sus padres. Eran una pareja, a mitad de sus 30s', y durante una conversación, le contaron lo difícil que había sido traer a Jack al mundo. No podía hacerse una idea de cómo podrían estar sintiéndose.

Además la noticia reportaba que había más de cincuenta niños en el hospital, en distintos grados de gravedad.

Y todo se debía a la vacuna que muchos padres seguramente autorizaron creyendo erróneamente que estaban protegiendo a sus hijos.

La desinformación era un terrible enemigo.

—No sé si agradecer que la magia de Scorp apareciera tan pronto o tu esmero por mantenerlo protegido y con buenos cuidados. —Dijo Draco a su lado. —Es muy bueno que nuestro hijo cuente con ambos.

—Pero... los padres de Jack, y los de los demás pequeños. Se siente incorrecto estar aliviada. —Pasó una mano por su frente.

No podía dejar de pensar en que Scorpius podría haber sido uno de esos niños.

— ¿Puedo hablar contigo, Draco? —Solicitó Daphne, de pie tras de él.

— ¿Por qué? —Aburrido, giró hacia ella.

—Al final esto es tu problema, yo no soy parte de él. —Dijo la bruja, sin dirigirse a nadie en específico. —Astoria está metida en esto por tu culpa. Apareciste en su vida y le diste esperanzas. Ella ha estado enamorada de ti desde que era una niña, siempre lo supiste. —Apretó los dientes, sus labios formando una línea, siendo parte de su enojada expresión. —Puedo decir que tú te lo buscaste pero no apruebo las acciones de mi hermana. Utilizó una poción afrodisíaca la segunda vez que se encontraron, creyendo que si descubrías lo bueno que era estar con ella, la elegirías por sobre tu familia. Hizo mal, lo sé. —En un aliento dejó caer e irguió sus hombros. —Nunca me ha caído bien Adrian Pucey, mi instinto me hizo sospechar de él desde el inicio. Es astuto y manipulador. Astoria se fue con él cuando la rechazaste luego de que esa segunda vez y Adrian supo manipularla con eso. Ideó un plan donde él se quedaba con Granger para que Astoria se quedase contigo. —Para finalizar intercambió su mirada de Draco a Hermione. —Me lo dijo mi hermana, la fui a visitar a Azkaban. Aunque comprendo que sus acciones, sea bajo coacción o no, hicieron mucho daño, ese lugar ha comenzado a mermar parte de ella y… es mi hermana, por eso vine.

—Respeto completamente tus intenciones, Daphne, pero el juicio continuará.

Draco fijó su atención en Hermione. Una cosa era que Daphne lo culpara de las acciones de Astoria y otra muy distinta era que intentara comprar la libertad de Astoria con justificaciones. Por otro lado, ¿cómo que poción afrodisíaca?

—Claro que continuará, y si decides acudir al juicio, te darás cuenta del por qué. —Acotó a la respuesta de Hermione, sin embargo a diferencia de ella, su tono fue brusco.

—Es evidente que estaré ahí, Astoria es y seguirá siendo mi hermana. —Caminó hacia la puerta. —Y creo que tú, Draco, comprendes que alguien de nuestra sangre, está por sobre la moral y los valores.

—Y creo que tú, Daphne, comprendes que solo protejo a quienes lo merecen. —Cruzó los brazos sobre el pecho, en una postura segura.

Daphne le sostuvo la mirada por casi diez segundos, hasta que no pudo seguir haciéndole frente a la seriedad y firmeza de Draco, sus dedos se ciñeron en su bolso mientras asentía hacia Hermione con la mandíbula apretada y pasó por el lado del mago al irse.

Lo había intentado, tenía todas las intenciones de ayudar a Astoria y aun cuando no lo consiguió, era más de lo que sus padres habían hecho. Ellos seguían maldiciendo y buscando sobornar a los miembros del Wizengamot con el dinero de Theodore. Daphne contuvo un poco femenino resoplido. Sus padres ni siquiera podían jugar sucio con su propio dinero.

Únicamente deseaba que no le fuera tan mal a Astoria, los Malfoy estaban muy decididos a hacer que diera su último suspiro en Azkaban, y estando al tanto de su poder e influencia, sabía que tenían muchas posibilidades de lograrlo.


Hermione alisaba su falda constantes veces, en tanto Draco se sentaba frente a ella con sus rodillas sacudiéndose de arriba hacia abajo y mordiendo la uña de su pulgar, y Theo iba de un lado a otro con pasos fuertes.

Estaban comenzando a considerar que llegar temprano había sido más un error que una formalidad con la que quisieron cumplir.

Hasta entonces, tan solo dos miembros del tribunal del Wizengamot habían llegado, y eso les hacía sentirse más nerviosos. Por suerte, Draco envió a Blaise adentro, junto con Narcissa, con él seguramente todos ya habrían explotado en ansias.

— ¡Ay Morgana bendita! —Exclamó Hermione en voz queda, escondiendo su rostro entre sus manos.

Draco saltó de su asiento y se arrodilló frente a ella.

— ¿Qué pasó? ¿Qué tienes?

Los hombros de Hermione se elevaron por las respiraciones que tomaba.

—Las pruebas. Tengo… tengo fotografías de Astoria entrando a casa el día que Scorpius se cayó de tu escoba. —Miró las manos de Draco, apoyadas al lado de sus rodillas. —Olvidé que las tenía. ¿Creen que todavía puedan recibirlas?

— ¿Cómo es que tienes esas fotografías? —Le preguntó el rubio, tratando de sonar calmado.

—Solo… solo las encontré en mi escritorio un día, quizá… —Paseó la mirada por ambos magos. —Quizá Adrian Pucey me las envió, tal vez en su mente retorcida sabía que haría pagar a quién le hizo eso a mi hijo.

Draco se puso de pie, ninguno dijo nada en los siguientes dos minutos.

—La sesión aún no ha comenzado, podemos entregar las fotografías. —Razonó Theo. — ¿Dónde las tienes?

—En mi escritorio, en el cajón de la izquierda. Tres alohomora, uno en sentido horario, dos en antihorario. Es un sobre parecido al que… —Dejó el resto al aire, y Theo supo qué significaba. Parecido al que mandaron con las fotografías de Scorpius.

Sin duda a Draco le intrigó el que Theo hubiera entendido lo que Hermione omitió decir en voz alta. Trató de no tener una fijación en ello, porque de lo contrario, comenzaría a hacer preguntas y le causaría más agobio a Hermione.

Notaba lo nerviosa que ella estaba, aunque incluso así, retiró las manos de él de su lado, una invitación a alejarse. Draco lo hizo, dolía, pero lo hizo; era un dolor con el que tendría que aprender a lidiar, porque a pesar de que ella todavía no se lo había dicho, él llevaba años en la práctica de leer personas y sabía lo que en su mente se iba consolidando.

—Lo hice. —Regresó Theo, agitado. —Encontré al que se encarga de juntar y verificar las pruebas, le entregué el sobre y dijo que lo guardaría con lo demás.

—Gracias a Merlín. —Suspiró Hermione.

Y esperaron, por más de una hora, comentando lo que podría suceder, escuchando los pasos y las puertas cerrarse en la antecámara de al lado, recordando a los testigos de lo sucedido en el Callejón Diagon que se habían acercado a Draco y a Harry cuando se supo el estado de Hermione y que habría un juicio en contra de Astoria.

—Nadie me dijo lo que sucedió en el juicio de Pucey y los demás. —Draco elevó una ceja. —Sí me dijeron sobre los más de cincuenta años en Azkaban y el Beso, pero no lo que sucedió durante.

—Fue un juicio largo. —Nott se apoyó en la pared, como si necesitara un soporte antes de empezar a enumerar. —Hubieron seis ataques, destrucción e invasión de propiedades, asesinato, tortura, acoso, secuestro, extorsión y Merlín sabe que cosas más.

La bruja se estremeció pensando en el resto de atrocidades que se cometieron, y lo que habrían hecho si no hubieran sido detenidos. Y su condena. Tras la Guerra, se esperaba que el Wizengamot dejara de ser tan autoritario y pasara a ser más equitativo y analítico, y en parte lo era, sin embargo, eran más críticos cuando se trataba de mortífagos o sus aliados. Y era eso lo que se dejaba ver con su posición firme y su posterior actuar respecto a Adrian Pucey y sus secuaces.

Por ende, los tres allí reunidos, confiaban en que funcionara de manera similar con Astoria.

Entonces la puerta se abrió.

—La sesión comenzará, pueden ingresar.

Theo fue el primero en entrar, luego de arreglar su saco. La discusión respecto a su papel como defensa de Hermione, ya se había resuelto. Los Greengrass no volverían a salirse con la suya, así Daphne le pidiese el divorcio.

Después de él entraron Draco y Hermione, y ninguno se sorprendió al ver que la mitad de la sala era ocupada por periodistas. La otra mitad estaba ocupada por su familia y amigos, y por los Greengrass.

Frente al estrado estaba Astoria con cadenas alrededor de sus muñecas y tobillos, siendo supervisada por media docena de aurores, con un mago de edad media a su lado, seguramente su defensa. Su cabello estaba enredado y opaco, su piel más pálida de lo que se consideraba saludable, tenía las manos descuidadas y las uñas rotas, lo más notable era que estaba más delgada.

En cuanto se hizo el silencio, la sesión dio inicio.

Se presentó la razón por la que se reunían ese día, se dio lectura a los delitos por los que se acusaba a Astoria, se mostraron las pruebas, se oyó el testimonio de tres personas que presenciaron lo sucedido en el Callejón Diagon, además de oír a Ginny y Carlson, el medimago que estuvo a cargo de Hermione leyó el informe de su estado al llegar a San Mungo, así como también el medimago que atendió a Scorpius luego de su accidente, Blaise y Hermione dieron su testimonio del intento de secuestro a Scorpius el día de su cumpleaños. Para entonces, Astoria lloraba en su sitio.

Lo que sucedió después, fue la reluciente joya de la corona.

Un auror se puso de pie y leyó la declaración de Adrian Pucey, Cassius Warrington, Barnaby Lee, Roger Davis, Lucian Bole y Scott Ancrum; todos y cada uno implicando a Astoria en sus planes, haciéndola su cómplice.

El Wizengamot necesitó tan solo diez minutos para deliberar.

Y cuando volvieron a la sala, Hermione apretó la mano de Draco, a su lado, al tiempo que Astoria rompía en llanto y caía sobre sus rodillas.

—Si pudieran calmar a la acusada. —Solicitó un mago.

Los aurores sostuvieron a Astoria, haciendo que se ponga de pie. Su madre, lloraba en los brazos de su padre, y Daphne se paraba junto a ellos con entereza, sus ojos rojos no dejaron escapar ninguna lágrima.

—La decisión ha sido unánime. —El jefe supremo elevó la voz, clara y firme. —Astoria Greengrass, es acusada de intento de secuestro e intento de asesinato al menor de edad, Scorpius Malfoy, por lo que se le otorgan doce años de prisión en Azkaban.

La señora Greengrass soltó un grito agudo, soltándose de los brazos de su esposo y luchando por llegar hasta la menor de sus hijas, un grupo de aurores la retuvo y tras aclararse la garganta, el jefe supremo del Wizengamot, continuó.

—Por utilizar una maldición en un lugar público, en contra de la señora Hermione Jean Malfoy, y considerando el hecho como un intento de asesinato, se le otorgan diez años de prisión en Azkaban. —Cambió de pergamino. —Por la demanda que se le interpuso debido a sus declaraciones en la revista "Corazón de Bruja", en las cuales hizo uso de expresiones de discriminación y difamaciones, se le otorgan dos años de prisión en Azkaban.

Veinticuatro, iban veinticuatro años.

En ese instante, Draco apretó la mano de Hermione. Y ella supo que aquello último era obra suya.

—Por su participación como cómplice de la organización liderada por Adrian Pucey, se le otorgan veinticinco años y se le condena a recibir el beso del dementor. —Dejó frente a él el último pergamino y entrelazó sus dedos. —En consecuencia, la señorita Astoria Greengrass es condenada a cuarenta y nueve años en la prisión de Azkaban. Y de acuerdo a las disposiciones de la J.A.L.M.C.M.M.O, terminada su condena, recibirá el beso del dementor. —Miró a los aurores que resguardaban a Astoria, dándoles una orden tácita, ellas la sujetaron con más fuerza y comenzaron a dirigirla hacia la puerta de la antesala para presos.

Y la sala estalló en un caos.

Los periodistas comenzaron a abrirse camino a empujones para hacerle preguntas y tomarle fotografías a Astoria, lo mismo para intentar llegar hasta Draco y Hermione. La señora Greengrass, golpeó a los aurores que la retenían, Daphne y su padre intentaron calmarla. Los miembros del Wizengamot fueron dejando sus lugares e ingresando a su propia antesala, sin darle relevancia al desorden ni tampoco a los gritos de la madre de Astoria que les exigía liberar a su hija.

Theodore y Draco escoltaron a Hermione, también a su antesala, donde encontraron a Narcissa y Blaise que habían logrado escabullirse hasta allí.

—Querida. —Narcissa estrechó a Hermione cariñosamente. —Lo lograste.

La bruja más joven apretó más los brazos alrededor de su todavía suegra, ambas envueltas en calma y satisfacción, la primera permitiéndose reflejar todo lo que sentía por medio de lágrimas, un silencioso llanto de sosiego.

—Ustedes realmente lo consiguieron. —Dijo Blaise, dando cortos pasos y apretando el hombro de Draco, y luego el de Theo, con un poco más de duda. —Es una jodida mierda, ella ha hecho tantas cosas y se lo merece, dejando de lado lo que sucedió. —Enfatizó en dirección a Draco, provocando un debate implícito entre los dos.

—Se siente como hace diez años. —Comentó Theodore de la nada.

Sonrió cuando los otros dos giraron la cabeza hacia él, casi gruñendo por haberlos interrumpido.

— ¿Qué quieres decir?

—Nosotros tres juntos, ustedes intentando matarse con la mirada y…

—Y tú con la mente en la luna. —Una sonrisa se extendió en los labios de Blaise.

Draco se enfocó en ambos riendo. Ciertamente, parecía que estaban diez años atrás, los tres compartiendo habitación, paseando por Hogwarts y bebiendo Whiskey de Fuego en las tribunas del campo de Quidditch a altas horas de la noche.

—Creo que después de todo, podemos volver a ser amigos, como entonces. —Les dijo sintiéndose cohibido.

—La diferencia es que ahora somos adultos, y yo ya no tendría que obrar de mediador entre ustedes. —Resopló Theo.

—Solo tienen que abrazarse, muchachos. —Narcissa se acercó a ellos sin poder ocultar su risa. —Sabía que llegaría el momento en el que los tres se reconciliarían, prácticamente comenzaron a caminar juntos.

Theodore estrechó a sus dos amigos tan pronto Narcissa terminó de hablar. Sus palabras le hicieron reflexionar sobre todos esos años que fueron como vivir sin algo esencial, sin un órgano o alguna extremidad. Habían crecido juntos, aprendido a utilizar cubiertos y a volar, abierto sus cartas juntos, sus primeras compras para el colegio y cientos de otras experiencias compartidas durante su adolescencia, tantas que eran imposible de ignorar u olvidar.

—Está bien, pero no te haremos nuestro socio. —Dijo Blaise, apretando a sus amigos con más fuerza.

Narcissa rió tras ellos, con Hermione todavía entre sus brazos, sin embargo sus lágrimas dieron paso a una suave sonrisa.

Aún cuando podían escuchar el revuelo fuera de esa estancia, aún cuando la señora Greengrass todavía gritaba en la sala, Hermione sentía que esa etapa estaba concluyendo.

Daphne le había ofrecido una manera de alejar a Astoria de sus vidas, no obstante, la manera correcta era una en la que se ejercía la justicia y aunque podía ser dura o frívola, o tener un poco de juego sucio, de todas formas enviaba a Astoria a Azkaban, por el daño que hizo, el que pudo haber hecho y el que pudo evitar.


Él le había dicho que se haría lo que ella ordenaba.

En un inicio, poco después de todo el desastre de los ataques y Adrian Pucey, estaba contenta con que la demanda de divorcio continuara su curso.

Meses atrás, cuando había llenado la solicitud, la pluma y la tinta rasgaron con desesperación el pergamino. Quería y anhelaba cortar los lazos con Draco, no los que los unían por Scorpius, esos nunca se podrían cortar, no es que tampoco lo quisiera, sino los lazos de matrimonio, esos que se entrelazaban desde su núcleo, no sabría especificar si del núcleo de su alma, corazón o de su magia, solo quería eliminarlo.

Y Draco se había negado a firmar el divorcio, orillándola a optar por el proceso largo. Y más tarde, cuando ese tedioso proceso se reanudaba, él le decía que haría lo que ella deseaba, ya sea si decidiera perdonarlo o retomar su plan inicial.

Habían sido horas y horas de pensamientos y reflexiones, hubo momentos en los que se sintió regresar al punto inicial, cuando todo se había desatado. Y los recuerdos la habían inundado, palabras, acciones, el fugaz roce de una caricia, un susurro en medio de la noche, el murmullo de las sabanas deslizándose en su cuerpo, sonrisas cómplices, un arrollador y apasionante beso.

Fue analítica, casi crítica, evaluando cada pequeño aspecto, cada posible daño colateral. Y mientras sus pasos la iban acercando a su destino, supo que estaba eligiendo bien.

Una de sus compañeras de trabajo, del tiempo que pasó en Francia, solía decir que mientras más rápido se arrancaba la curita, menos duraría el dolor.

Y era eso lo que haría.

—Buenas tardes. Quiero… quiero anular una demanda de divorcio que tengo curso.

Suspiró. La curita había sido arrancada. Solo que nadie le advirtió que si bien el dolor fue rápido, no dejó de ser intenso.

El papeleo no tardó. Al reanudar el Wizengamot sus labores, fueron encargándose de los asuntos según su prioridad, y debido a que no habían muchos divorcios en el mundo mágico, su prioridad era baja. La demanda pasó de pendientes a en proceso. Por lo tanto, aún estaban en discusión las fechas y quién estaría a cargo de presidir las sesiones.

La sensación de haber elegido bien la acompañó en su camino hacia la salida del Ministerio. Su licencia luego del hechizo seguía vigente hasta la siguiente semana, así que regresaba a casa, o quizá iría a comprar comida, verduras y frutas, Scorpius se había quedado sin manzanas y...

— ¿Hermione? —Preguntó un mago pelirrojo, al llegar al vestíbulo.

— ¡Charlie! —Saludó deteniéndose y dándole un ligero abrazo. — ¿Qué haces por aquí?

—Es tiempo de regresar al trabajo, viene a sacar el permiso para mi traslador. —Le mostró una radiante sonrisa. —Es bueno verte recuperada.

—Gracias. Todos me han ayudado a tomar las cosas con calma y espero que siga así por un largo tiempo. Demasiados sobresaltos en este último año.

Se hicieron a un lado al percatarse de que estaban parados en medio de uno de los pasillos.

—Me puedo hacer una idea, Ginny me habló sobre el juicio. Estuve un par de semanas donde Bill y Fleur, en Cornwall. —Explicó. —Pero finalmente todo se solucionó, ¿cierto?

—En parte… sí. —Omitió comentar las tantas otras cosas pendientes. —Supongo que Molly no está contenta con tu partida, has estado aquí por… ¿dos meses? —Él asintió. —Y va a extrañarte, conociendo como ella adora a cada uno de sus hijos.

—Creo que es algo que todas las madres hacen. —Inclinó la cabeza en un gesto contemplativo. — ¿Qué te parece si te invito a tomar algo, como en los viejos tiempos?

Hermione se esforzó por no balbucear. Claro que esa invitación era como los viejos tiempos, solo que esas eran citas. Charlie en algunas ocasiones la recogía del trabajo e iban a un café en el Callejón Diagon, o paseaban por Londres muggle hasta dar con un restaurante. Había sido hacía seis años atrás.

—Yo… — ¿Por qué dudaba? Ya no era la chica con poco más de veinte años, de ese entonces. Era una mujer adulta y madura, podía salir a tomar algo con un amigo, claro que podía. —Por supuesto, no hay problema.

—Genial. —Deslizó una mano en el bolsillo de su pantalón y lideró el camino. —Cuando vine aquí pasé por el café al que solíamos ir. —Giró un poco hacia ella. —El de los dueños franceses, y los croissants….

—Ah, los croissants de mantequilla. —Sonrió mirando su reloj. —Si no me equivoco, a esta hora salen del horno, aunque para los dueños es un insulto porque para ellos es parte de su desayuno.

—Puedo imaginar sus caras fruncidas cuando ven el escaparate, o cuando pedimos algunos.

Hermione rió. Era cierto, los croissants se incluían en el desayuno, sin embargo muchas personas los compraban para la cena o para ir comiéndolos de regreso a casa por la tarde. Y eso no era del agrado de los dueños.

Llegaron al café entre más conversaciones y preguntas sobre la estancia de Hermione en San Mungo, intercambios de ideas sobre la prensa y los medios de comunicación en su mundo. Eran trivialidades y cuestiones fáciles de lidiar.

Bonsoir. —Saludaron al unísono, el pelirrojo con un torpe acento francés.

—Parece que ahora tienen una mesera. —Le susurró Charlie, al notar una joven acercarse a ambos.

Bon après-midi, où voudriez-vous vous asseoir? —Les sonrió.

Charlie elevó una ceja mirando a Hermione. Una obvia petición de que fuera ella quien siguiera con esa conversación. La bruja evaluó el lugar en una rápida revisión.

Là c'est parfait, c'est juste nous deux. —Apuntó hacia una mesa junto a la ventana, la iluminación era adorable.

D'accord.

Se ubicaron en la mesa y la joven deslizó el menú delante de cada uno.

—No sé cómo sentirme respecto a que todavía no he aprendido francés y sigues teniendo una ventaja. —Dijo Charlie, sin molestarse a ojear el menú. —Tampoco entiendo lo que dice ahí y probablemente tú y la chica de la boina en algún momento me insultaran.

—Tú hablas rumano y nunca me has visto quejarme por eso. —Cerró la carta.

—Es por el trabajo, eso no cuenta.

Hermione rodó los ojos.

—Mi hijo se queja menos que tú. —Resopló. —Ahí regresa la chica de la boina. ¿Qué vas a pedir?

—Un café espresso doble y el postre de fresas con azúcar. —Respondió sin dudar, a pesar de no haber revisado el menú.

—Bien. —Esbozó una sonrisa cordial. —Nous prendrons un fraises au sucre, café expresso double, chocolat viennois et croissant au beurre. S'il vous plait.

Charlie la observó mientras hacía el pedido. Su tono era suave y atento, como si estuviera solicitando en lugar de ordenar.

Ella siempre había sido así, era de esperar que fuera amable con la mayoría de personas. Y si era así incluso con personas desconocidas, no debió haberle sorprendido la manera en la que actuaba con su hijo, aquella vez que visitó su casa.

Ronald, estando ebrio, la había catalogado como un rayo de sol. Apretó los labios al rememorar la boba sonrisa de su hermano menor. En cambio para él, Hermione era la luz de una estrella. Brillante, brillante, brillante, aún con toda la oscuridad a su alrededor. Así de deslumbrante.

—Pensé… que no volverías a hablar conmigo después de lo que sucedió. —Murmuró por lo bajo, queriendo que tal vez no lo escuche. Ella lo hizo. —Siento que debo disculparme por eso. Llevábamos semanas saliendo y yo te propuse marcharnos juntos a otro país.

—No. —Dijo pacientemente. —Fue apresurado, sí. Eso no significa que me enoje contigo, éramos amigos y espero que lo sigamos siendo. En ese tiempo, era todo tan reciente, creo. Estaba… en medio de la nada, solo tenía a mis amigos y mi trabajo, no me vi dejándolo todo y mudándome lejos. No tenía que ver contigo.

—Y luego encontraste lo que querías, ¿no es así? —Se reclinó en su asiento. —Te enamoraste, te casaste, tuviste un hijo y fuiste exitosa en tu trabajo. No abandonaste nada, y lograste ser feliz aquí.

— ¿Es eso un reproche?

—No. —Saltó y negó con la cabeza. —No, para nada. Es… me siento feliz por ti… aunque…

Se vio interrumpido por la llegada de sus bebidas y postres. La mesera colocó todo frente a ellos.

Je vous remercie. —Agradeció Hermione, compartiendo un asentimiento con la chica. — ¿Qué ibas a decir?

Charlie miró a través de la ventana y echó algunos terrones de azúcar en su taza. Todo bajo la mirada de inquisición de Hermione sobre él. No iba a esquivarla, lo sabía.

—Ron me contó sobre lo que pasa entre Malfoy y tú. —Ella apretó el agarre alrededor del cubierto que sostenía. —No lo culpes, estaba ebrio, fue en la víspera de navidad, y hablamos de una y otra cosa. Conoces a Ron, se enojó y terminó dejándolo escapar.

—Es un adulto, Charlie, puedo culparlo porque es responsable de sus acciones. —Masculló entre dientes. Inhalando y exhalando con calma. — ¿Qué te dijo?

—Eh… mmh… ¿Infidelidad? ¿Astoria Greengrass y él? ¿Que Malfoy es un idiota bastardo? —Frunció el ceño, recordando. —Ciertamente no puedo repetir el resto.

Ella desvió su atención hacia su chocolate, generando un silencio incómodo. Charlie no insistió. La conocía lo suficiente como para saber que necesitaba tiempo para ordenar su mente antes de responder.

La música del local llenó su silencio. Una mujer cantando sobre la vida en rosa y palabras de amor que un hombre le decía, sobre noches de amor sin fin, sobre problemas que se borran y corazones que laten.

—Es cierto. Aunque me gustaría aclarar que el desarrollo del juicio no tuvo nada que ver con eso, ni por asomo. —Jugueteó con las migajas que estaban alrededor del croissant en su plato. —Draco y yo finalmente estamos solucionándolo.

— ¿Qué quieres decir? —Bajó su taza con rapidez, salpicando un poco de café en la mesa.

—Prefiero mantener eso al margen.

Y no dijo nada más.

Su mentón se mantuvo firme y su frente en alto. A Charlie le alarmó que ella pensara que él actuaría de manera hostil o que daría algún tipo de crítica.

—Seguimos siendo amigos, Mione. Y soy Charlie, no Harry ni Ron. —Colocó una mano sobre la de ella. —No tengo ninguna rivalidad con Draco Malfoy, no podría juzgarte o juzgarlo a él. Puedo escucharte, sabes que lo haré.

Hermione contempló su ofrecimiento. Charlie era un amigo, y así como sus conversaciones podían ser triviales, habían llegado a ser muy íntimas, con pequeñas confesiones y temerosas reflexiones.

Ya había terminado de debatir lo que sucedería en su relación con Draco. No obstante, tenía algo que todavía no dejaba salir y era tal vez porque no había alguien con quien tratar eso. Tenía a Narcissa, que era más que una suegra, pero al final del día seguía siendo la madre de Draco. Con Harry y Ron, nunca podría hablar sobre ese asunto, serían testarudos e irracionales. Ginny era una buena amiga, el obstáculo era que compartía esas reacciones irracionales con Ron. Blaise tenía su lado impulsivo y grosero, y Theo, tampoco contaba, apenas estaba reparando su amistad con Draco. Y lo que Hermione sentía que necesitaba era una charla tranquila, justo lo que el pelirrojo frente a ella le ofrecía.

—Duele, sabes. —Comenzó, con el tono más transparente que Charlie nunca hubiese escuchado. —Draco… era… mi mundo entero, Cuando lo veía pensaba en familia, amor, refugio y soporte. Y ahora, todo en lo que él se traduce es en ser el padre de mi hijo y alguien en quien dudo volver a confiar. Todo lo que teníamos se derrumbó y no sé sobre qué cimientos podríamos volver a formar algo.

— ¿Has hablado con él sobre lo que pasó, por qué lo hizo?

—Sí. —Se mordió el labio inferior, deliberando que decir. —Fue difícil de escuchar. Es decir, fue distinto a cuando descubrí lo que había hecho. Al inicio, Draco se comportó de manera terrible cuando lo enfrenté y se escudó tras una excusa mediocre. Dijo que fue porque en realidad no estaba listo para lo que vino junto con Scorpius, que estaba desesperado, que no estaba llevando la vida que quería. —Y la sonrisa que esbozó, fue otra cosa que Charlie nunca había visto. — ¿Sabes cuándo lo descubrí? La noche antes de nuestro tercer aniversario. —Ni tristeza ni resignación, era amargura. —Yo tenía un regalo, incluso, y me sentí como una idiota. Él no merecía nada de eso. No merecía que le diera un regalo, tampoco que me enojara o llorara por lo que hizo. —Suspiró lentamente. —Fui inflexible con lo que elegí, tanto como él fue indiferente. Luego no tengo idea de qué fue lo que pasó para que terminara pidiendo disculpas; y aun así, no pude creerle, aunque lució arrepentido y sincero, era imposible creerle. Y cuando ocurrió el accidente, decidí escucharlo. —Lo miró por debajo de sus pestañas.

—Está bien, Mione. —Nuevamente apoyó su mano en la suya. —Estás diciendo lo que sientes, no te voy a juzgar. Continúa si deseas, estoy aquí. Aunque… ¿no te parecería mejor cambiar el chocolate por una copa de vino?

Ella no lo dudó. Lo que llevaba comiendo del croissant, se sentía pesado en su estómago.

Hicieron el pedido y llenaron sus copas con vino.

— ¿Cómo fue luego de que hubiesen hablado? —Retomó Charlie.

—Después de la Guerra pude diferenciar a Draco. —Vació su copa y se inclinó un poco hacia adelante. —Podía reconocer el contraste entre cómo era antes de la Guerra y en lo que se convirtió después. Y me quedé con esa idea de él. Al comenzar a salir juntos, descubrí otro lado suyo y también me aferré a eso. En este momento, veo una tercera versión suya, sin importar que la marea esté baja ahora, él para mí es alguien distinto.

—Las situaciones nos hacen cambiar, muchas veces. —Rellenó ambas copas, en gesto galante. —Dices que él fue indiferente al inicio y terminó arrepintiéndose, cual sea la razón que lo haya llevado de un lado a otro, es evidente que cambió y no únicamente ante tus ojos. Aunque es razonable que eso haya ocurrido, cabe la posibilidad de que tú no seas la misma mujer que eras la noche que descubriste lo que pasaba.

Hermione caviló esa reflexión. Claro que ella también había cambiado y no solo por los problemas en su matrimonio, sino también por todo el panorama en general de los meses anteriores. Eso podía explicar por qué no veía en Draco al hombre que solía ser su esposo, el hombre que despertaba al otro lado de la cama, gruñendo pero dispuesto a enfrentar un nuevo día.

—Puede ser abrumador, quizá no quieras verlo nunca más en tu vida, es lo que muchas mujeres desean. Y en tu caso es algo difícil de sobrellevar porque estarás unida a él por tu hijo. Y él es un factor importante, Scorpius es quién debe llevarse la mejor parte. Así que tú y Draco deben proteger su relación de padres, por encima de los reproches y el arrepentimiento. —Se inclinó hacia ella y su voz fue como el terciopelo. —Sin embargo, tú también eres importante. Elige lo que te haga feliz, ahora o a largo plazo y elige lo que te haga avanzar, no lo que te mantenga estancada.

Fue el turno de Hermione para apretar su mano, como respuesta Charlie le guiñó un ojo y le sonrió de esa manera en la que tiempo atrás, la hacía sonrojar.


Al llegar allí, todo le pareció horrible, era oscuro y hacía mucho frío, había moho en las paredes, y la comida era abominable. En la esquina de su celda había un inodoro que no otorgaba nada de privacidad y un lavabo de dónde salía agua helada mucho antes de que salga el sol.

Y según el Ministerio, esas eran las mejoras en Azkaban.

A pesar de todo ella lo había soportado en un inicio, comió los alimentos que parecían comestibles en los platos que esos brutos guardias le deslizaban bajo la puerta, enjugó sus dientes y lavó su rostro con el agua helada, y no importó que la cama fuera estrecha y dura, ella soportó. Tenía la esperanza de que su familia, y quizá también Draco, la ayudaran a salir de allí. Creía que iba a ser temporal, solo hasta que la zorra sangre sucia se recupere y acepten que fue un accidente, que la consideren inocente.

Hasta que se llevó a cabo el maldito juicio.

Su padre le había asegurado que algunos miembros del Wizengamot aceptaron su dinero, que fingiera estar arrepentida y que al final ella regresaría a casa.

Y al entrar en la sala vio a Draco de pie junto a esa sangre sucia. Debía haberlo esperado, sin embargo la persistente esperanza se mantuvo dentro de ella.

Draco, su Draco.

Sentada en la esquina de esa tenebrosa celda, pensó en él. El chico rubio de ojos grises que la había enamorado con una sonrisa compartida en su primer viaje en el Expreso de Hogwarts.

Sus ojos siempre lo buscaban en cada lugar al que iba, se aseguró de conocer sus horarios de clase y el del Equipo de Quidditch para coincidir con él. Su corazón se resquebrajaba cuando lo veía con una chica, cuando ellas se sentaban en su regazo y él susurraba en sus oídos. Y pidió por su bienestar cada noche durante la Guerra; ella estaba a salvo, lejos de Hogwarts, lejos de todo, pero Draco no. Y pidió y rogó que terminara pronto, que él viviera.

Él vivió pero ella no lo volvió a ver hasta casi nueve años después. Y la esperanza volvió a brillar cuando finalmente lo tuvo, cuando al fin fue suyo.

Tantos años esperando, tantos que el anhelo le hizo perder el control

Aun así ella no merecía estar allí, ella debía estar reinando en una mansión, como Daphne, estar rodeada de atenciones, joyas y finas telas.

Cerró los ojos y al abrirlos no se encontraba en esa celda, estaba en el jardín de una gran mansión. Bajó la mirada y encontró que las nefastas ropas de la prisión, le cedieron lugar a un hermoso vestido de seda tan azul como el cielo en un día de verano. Paseó su mirada por las hermosas flores y los rosales atraparon su atención, entonces oyó una risa. Giró la cabeza hacia la izquierda y allí; allí estaba un niño rubio, un precioso niño rubio que corría y reía dulcemente, y su padre corría tras de él.

Ambos continuaron jugando por el jardín, y cuando se cansaron, caminaron hacia ella y cada uno dejó un beso en su mejilla. Sus ojos se cerraron por todo el cariño que la invadió.

Al abrirlos estaba de regreso en su celda, en Azkaban.

¿Qué había sido eso? ¿Qué tipo de espejismo?

No lo sabía, pero tenía cuarenta y nueve años para averiguarlo.


Y hasta aquí.

No sé como tomaran el dato de la poción afrodisíaca, si creen que es otra justificación para Draco, les digo que fue la última, aunque repito que desde mi perspectiva personal no justifico a Draco. Yendo al grano, si se dan cuenta y a pesar de sus pocas apariciones, Daphne es un personaje importante, es la antagonista de la pareja secundaria y está relacionada con la antagonista del conflicto principal, este era otro asunto del que ella tomaba parte.

Cambiando de cuestión, no podía dejar en el aire la razón por la que Scorpius terminó con una institutriz, así lo de la Guardería no queda solo en una excusa.

Astoria, bien, espero que estén de acuerdo con su castigo. Hizo muchas cosas, más allá de lo que tuvo con Draco, y merecía un castigo. Por cierto, la canción es por ella.

Yéndonos por las ramas, les invitó a pasarse por la entrevista en la que participé con Editorial Dramione, en Wattpad, publiqué el enlace en mi cuenta de Facebook. Igual que les invito a seguirme en Instagram, donde comparto adelantos y acabo de abrir una sección para recomendar fanfics.

En fin, espero que les haya gustado el capítulo, que por cierto es el penúltimo. Lamentablemente, el que sigue es el capítulo final de esta larga travesía.

Hasta entonces, perdón por esta nota extensa. gracias por leer y me voy a dormir que mañana (en realidad hoy) tengo clase muy temprano.

Espero sus reviews, nos leemos pronto.