Capítulo 28
Fenrir apenas podía hablar del asombro. El chico aclaró la garganta e intercaló las miradas entre Hange, Mike y Levi, dispuestos alrededor de dos mesas anchas en el comedor.
-A ver si entiendo -dijo Fenrir-. ¿Me están diciendo que Paige está viva y con el grupo de rebeldes que lanzó la bomba que mató a Conan?
-Así es -contestó Mike, sentado al lado de Nanaba.
Fenrir se tomó unos segundos para contestar.
-El destino es cruel.
-Cruel es ella -refutó Nifa-. Lo siento, líder de escuadrón y subteniente Moblit. Sé que eran muy unidos a Paige, pero esto no es obra del destino. Ella eligió a quien unirse. Nadie la obligó hacerlo.
-Eso todavía no lo sabemos -masculló Fenrir-. No saques conclusiones antes de tiempo, Nifa. ¡Tú ni siquiera la conoces!
-¿Y qué con eso? -demandó Nifa, alzando el mentón-. ¿Por qué era tu amiga es diferente?
-¡No era mi amiga! -rezongó Fenrir-. Cierra la boca.
-No -Nifa sacudió la cabeza-. No lo haré. ¡Estás defendiéndola!
-¡Deténganse! -intervino Nanaba-. O los golpeó a los dos.
Fenrir resopló visiblemente enojado mientras que la chica soltó aire y tomó asiento junto a Petra. Era la primera vez que Levi veía una mueca de irritación en la joven. Nifa era bastante aniñada e inmadura. Con frecuencia, el capitán se preguntaba que fue lo que llevó a alguien como Nifa enlistarse en la Legión. Sin embargo, por más infantil que era con sus actitudes, esta vez estaba de acuerdo con ella.
-Estoy un poco sorprendido -confesó Moblit-. ¿Líder de escuadrón, por que no me lo ha dicho antes?
De pie y recostada contra una mesa a la derecha de Levi, Hange se encontraba extrañamente callada y seria. El capitán no sabía si era por lo que había pasado entre ellos. O porque Erwin atrapó a Paige. O por ambas cosas a la vez.
Hange exhaló.
-Lo siento, Moblit -dijo-. Fueron órdenes de Erwin. Espero que no te enfades conmigo.
-No me enfado -contestó Moblit-. Estoy sorprendido.
Mike reunió a los tres escuadrones en el comedor, luego de recibir la carta del comandante Erwin. Ricco, de la Fuerza de Guarnición, la había traído a caballo hasta el fuerte de la Legión. La joven se encontraba alejada en una esquina, con las piernas cruzadas y las manos entrelazadas en las rodillas. La oficial escuchaba atentamente la conversación entre los soldados del Cuerpo de Exploración.
-Siempre me ha parecido una persona conflictiva -comentó Nanaba. Mike asintió, dándole la razón.
-Conmigo fue bastante amable -dijo Gergal, junto a Henning.
-No importa -expresó Mike-. Lo importante es que mañana partiremos a Mitras.
-¿Qué pasará con Hunter y Sean? -preguntó Lynne, con un viso de terror en la mirada-. Alguien tiene que quedarse con ellos y decirles la verdad.
-Shadiss se encargara de eso -contestó el líder de escuadrón-. El ex comandante vendrá con los cadetes del cuerpo de entrenamiento a hacerse cargo de los novatos y heridos. Erwin ya le ha mandado una carta. Mañana a primera hora estará aquí.
El capitán estaba sentado a un costado, tomando té y comiendo un pedazo de pan que robó de la cocina. Tan pronto Mike mencionó a Shadiss, volvió a mirar a Hange de refilón. Quería ver el comportamiento de la chica al enterarse de que el jefe de entrenamiento regresaría de manera momentánea a la Legión.
La sorpresa llevó a Hange a mover a gatas las cejas, pero no se sobresaltó. Tampoco enrojeció de la ansiedad o la vergüenza. Simplemente se abstuvo de cualquier tipo de comentario u opinión. ¿Qué demonios le pasaba? ¿Por qué no decía nada? ¿Por qué no actuaba con su habitual e insoportable histrionismo?
-Erwin dice que es muy probable que las tres fuerzas se enfrenten a los rebeldes -intervino Ricco, acomodándose en la silla.
Henning se rascó la perilla. Sus ojos rasgados y retintos expresaban interés. Era un hombre tranquilo e introvertido, aunque daba la impresión de que lo habían despertado abruptamente. El pelo castaño lo llevaba revuelto y no se había molestado en ponerse el uniforme. Estaba con una camisa de mangas largas y unos pantalones cortos.
-Eso quiere decir que es algo así como una guerra -dijo.
-No -replicó Ricco-. Lo que queremos evitar es precisamente una guerra civil.
-¿Y que sucede con el Rey? -quiso saber Petra.
-Está escondido en algún lugar seguro -contestó Keiji, del escuadrón de Hange. Era un chico de cara cuadrada, nariz en forma de botón y ojos caídos.
-¡Eso no es justo! -gruñó Petra-. ¡Debería dar la cara por las víctimas!
-¡Petra no te alteres! -murmuró Auruo, avergonzado-. Está el capitán.
Petra le echó un vistazo a Levi, su cara se puso roja como la sangre y la chica se disculpó con embarazo. Al capitán su reacción le pareció de todo menos alterada. Quizás era porque estaba acostumbrado a tratar con Hange que exageraba cualquier tipo de emoción. Levi bebió su té y no dijo nada. Había decidido mantenerse callado durante la reunión.
-Erwin ha estado interrogando a Paige, pero no quiere hablar -informó Mike, después de una pausa-. Hange, Moblit dependemos de ustedes.
-Son los únicos que pueden hacer hablar a Paige -añadió Abel, quitándose las gafas que era idénticas a las de Hange. Levi ya había notado la influencia de la líder de escuadrón en los nuevos miembros de su unidad -. ¿No es así? ¡Confiamos en ustedes!
-¿Por que no se deshacen de ella y ya? -sugirió Henning, y Gergel le pegó un codazo.
Hange respiró hondo.
-Erwin aún no nos ha dicho que es lo que piensa hacer -contestó-. Lo único que sabemos es que quiere hablar con el líder de los rebeldes.
-¿Y si no tienen un líder? -preguntó Auruo. Levi notó que estaba asustado-. ¿Y si son un grupo organizado?
-Eso es imposible -refutó Erd-. Siempre hay alguien que toma el mando.
-Así es -coincidió Gunther-. Siempre hay un líder.
Cuando terminó la reunión, Levi despidió a su unidad, llevó la taza al fregadero y se encaminó hacia su oficina nuevamente. Mike se quedó junto a Nanaba en el comedor hablando de cosas que al capitán le interesaban poco y nada. Moblit también estaba allí, con Ricco, informándole en que barracón pasaría la noche hasta salir mañana por la mañana. Un rato antes, Hange se había ido con Nifa y los demás para dar indicaciones.
El capitán no podía dejar de pensar en los planes de Erwin, en cómo tomarían la noticia Hunter y Sean, y lo que había sucedido con Hange. Ahora entendía lo que la líder de escuadrón le dijo cuando se besaron en Mitras. Su cabeza iba a explotar. Necesitaba dejar de pensar. Debía descansar para la misión de mañana, pero estaba tan inquieto que dormir le resultaba imposible. Lo único que quería era volver a estar con Hange.
¡Qué idiota era! ¿Por qué estaba pensando en eso justo ahora? ¡Debía concentrarse en lo que realmente era importante! ¡No podía caer en sentimentalismos! Además... ¿Qué le hacía pensar que la chica desearía volver a acostarse con alguien tan inexperto y frío como él? ¡De seguro se habría llevado una gran decepción con Levi!
El capitán reprimió un suspiro y tensó los labios. Se sentía frustrado y algo triste también. No entendía porque estaba triste. Lo de Conan le había afectado, pero no era solo eso. Tenía miedo. ¿Y si no le había gustado? ¿Si la había lastimado demasiado? ¿Si ya no le parecía interesante? No quería perder a Hange. Al menos deseaba que continúen siendo amigos, más allá de todo lo que había sucedido entre los dos.
Llegando al final de la escalera, el capitán escuchó el chirrido de la puerta de entrada contra la cerámica. Levi desanduvo sus pasos sobre los escalones y descendió hasta el rellano. Sabía quien era la única persona atolondrada que haría un ruido tan escandaloso. Distraída y con una mueca pensativa en el rostro, Hange ingresaba al vestíbulo camino a su dormitorio ubicado a la derecha; sobre el pasillo corto que se abría a lo largo de las escaleras.
La chica notó la presencia de Levi y se detuvo en el vestíbulo. Ambos jóvenes se miraron en silencio. El corazón del capitán se sacudió con fuerza y apartó la vista de ella. ¡Diablos! ¡No podía mirarla a la cara!
-Me iré a dormir -explicó, sin saber muy bien por qué.
Levi vio de costado como Hange jugueteaba con una llave entre sus dedos. Era la llave de su habitación.
-Que descanses -respondió la chica.
Levi sintió una molestia en el pecho. Era como si se estuviera por enfermar o algo punzante lo atravesara intermitentemente hasta dejarlo sin aire. ¿Por qué no le decía más nada? ¿Por qué no se ponía a farfullar sobre un montón de cosas absurdas? ¿Por qué huía de su mirada? ¿Lo había arruinado? ¿O es que la noticia de Paige la tenía muy preocupada?
El capitán tuvo el ademán de irse, pero se arrepintió. Necesitaba hablar con ella. Necesitaba responder algunas de las miles de preguntas que le torturaban la cabeza.
-¿Te encuentras bien? -quiso saber. La pregunta estaba relacionada a Paige y a lo que había sucedido esa misma noche entre los dos.
Hange forzó una sonrisa.
-Sí, estoy bien -contestó-. ¿Y tú?
-Bien.
-Genial.
El capitán la observó una fracción de segundos. La profundidad que rugía en sus ojos azules incomodó a Hange. La chica se rebulló en el lugar y su incomodidad le dio la pauta a Levi de que Hange no tenía ánimos de hablar con él. Movió la cabeza y dio media vuelta en dirección a su oficina. Un vacío abismal emergió en su pecho ¿Qué es lo que le pasaba? ¿Por qué estaba actuando así? ¿Qué era lo que había hecho mal?
Avanzó unos pocos pasos sobre los peldaños, cuando la voz de la líder de escuadrón le erizo los vellos de la nuca.
-Siento haberte presionado, Levi -el capitán se volvió hacia la chica y regresó al rellano. Cuando él la miró, Hange se mostró avergonzada y cabizbaja. La líder de escuadrón juntó los brazos detrás de la espalda y recostó el cuerpo contra la pared a la derecha de la escalera-. Sé que soy rara, exagerada, que hablo sobre un montón de cosas que a nadie le importa y que a veces son demasiado embarazosas. La realidad es que cuando algo me emociona mucho no logro pensar con claridad o lo pienso desde un lado más frío y racional. Me dio tanta curiosidad el sexo que nunca me puse en tu lugar. Me he quedado pensando en lo que sucedió. Pensé en todo lo que dije, en todo lo que hice y me rio, pero también me molesta. No sé cómo actuar con normalidad. Simplemente hago las cosas y después me regaño a mi misma. No tuve que haber hecho todo lo que hice. No tuve que haberte presionado. Estaba tan ansiosa por acostarme contigo que no priorice tus traumas. Quizás tuvimos que haber esperado un poco más. Me comporté de una forma patética. Lo lamento de verdad.
-No me has presionado -contestó Levi-. Lo hice porque quise.
-No lo veo desde el mismo modo -terció Hange-. Si no te lo hubiera propuesto, tal vez lo hubieses hecho en el momento en el que realmente te sentías preparado para hacerlo. Tal vez, ni siquiera lo hubieras hecho conmigo sino con alguien que tuviese más experiencia.
Levi apoyó la cintura contra la baranda de la escalera y cruzó los brazos.
-Supongo que si no me lo hubieras propuesto, jamás lo hubiera hecho -confesó-. ¿Estás arrepentida de lo que pasó?
-No estoy arrepentida de lo que pasó -se apresuró a decir Hange-, sino cómo fue que pasó.
El capitán no sabía como interpretar lo que le estaba diciendo.
-Ya veo.
La líder de escuadrón subió la escalera hasta quedar un poco más abajo del relleno. Era la primera vez que Levi la pasaba en altura.
-Ha estado bien -espetó-. No te preocupes por eso.
-¿Te he lastimado?
-No -replicó la chica-. Has sido muy dulce conmigo. En realidad eres más dulce de lo que crees.
El calor amenazó con adueñarse de las mejillas de Levi y el capitán aclaró la garganta.
-Me refiero a si estás adolorida -farfulló, con timidez y en voz baja.
-¡AH! -expresó Hange-. Lo que siento es normal. O sea me duelen las piernas y...
-Entiendo -le cortó Levi-. No hace falta el detalle. Tampoco soy tan ignorante. Está bien que estés bien.
Hange se rascó la coronilla y reprimió una carcajada.
-¿Está bien que esté bien? -repitió, divertida. Levi le enarcó una ceja. ¡Maldita! ¡Se estaba burlando de su timidez! -Sé que no eres ignorante, Levi. Eres un chico muy inteligente -alegó-. Solo quería que no te sientas mal. Perdón.
-¿Por que te estás disculpando por todo?
-Estoy algo sensible -Hange bajó los parpados y negó con la cabeza-. No importa. Son mis propias inseguridades. Todos tenemos miedos ocultos al final de cuentas.
¿Y por qué no se los decías? ¿Por qué no confiaba en él? ¿Qué era lo que le generaba tanta inseguridad? Ella no lo había presionado para nada. Fue muy cálida y comprensiva. Él se sentía pésimo. Tenía la virilidad y el autoestima enterrados a varios metros bajo tierra.
El capitán se centró en las puntas de sus botas lustradas.
-Quería saber...
-No volveré a molestarte, si eso es lo que te preocupa -lo interrumpió Hange, y Levi alzó la cabeza-. Quédate tranquilo. Lo lamento. Adiós.
El capitán observó todo como si sucediera muy lento: Hange giraba sobre sus pasos, bajaba los peldaños y se alejaba de él. Su mente gritaba que no se vaya, que por qué lo lamentaba, que no le molestaba para nada y que él también se sentía igual o peor de inseguro que ella.
-Hanji -la llamó Levi con la voz ahogada. Ella se volvió, extrañada por escuchar su nombre de ese modo-. No seas tonta.
La líder de escuadrón lo miró fijamente a través de sus gafas y Levi le devolvió la mirada con su habitual mueca adusta. Sin embargo, el capitán se daba cuenta de que ella estaba interpretando su laconismo en silencio.
Hange tragó saliva.
-¿Tú te acostarías de nuevo conmigo? -preguntó con cautela.
-¿Y tú?
-Sí
-Yo también.
La chica se sonrojó y sus ojos marrones se iluminaron.
-Me alegra escuchar eso.
-Deja de pensar tonterías -dijo Levi, sintiéndose extrañamente aliviado por la respuesta de la chica. Él también debía dejar de pensar tanto.
-No es tan fácil como crees -murmuró Hange.
Levi estuvo tentado a sonreír, pero se contuvo. No era propio de él ese tipo de actitudes. Le causaba cierta ternura que Hange tuviese las mismas dudas que él, pero tenia que concentrarse y estar preparado para lo que se venía.
-Iré a dormir -aviso, y adoptó una postura más rígida-. Sabes qué mañana enfrentarás a Paige, ¿verdad?
Hange agachó la cabeza de nuevo.
-Sí -contestó- y tengo miedo de lo que sucederá.
-¿Con respecto a Paige?
-Con respecto a todo.
-Solo hay que proteger a Erwin y los civiles -sostuvo Levi-. El Rey y la Corte me dan igual. Aunque creo que la muerte del Rey sin un sucesor legítimo traería varios problemas.
-Sí, yo también lo creo. No se conoce mucho de Rod Reiss a decir verdad. La Corte suele ser quien imparte las órdenes a la humanidad y da la cara por él.
Levi soltó un bufido.
-Patético.
-No entiendo mucho al poder, pero debo creer que es una forma de protegerlo a él.
-¿De qué?
La líder de escuadrón alzó los hombros.
-Quien sabe -dijo-. Deben esconder varios secretos. Cosas que tal vez nosotros ni imaginamos.
-Cuando estaba en la Ciudad Subterránea no solo negociaba con miembros de la Policía Interior, algunos de la corte mandaban a su ge... -Levi dejó de hablar, sorprendido por donde lo llevó su raciocinio-. ¿Y si la misma Corte está involucrada? Nunca supe el nombre de ninguno miembro en el contrabando. No me interesaba. Solo quería el dinero, pero...
-Puede ser -intervino Hange con emoción-. Mañana le diremos a Erwin
Levi recordó una frase que le había dicho el comandante.
-Las personas inteligentes cuestionan a sus gobernantes, incluso cuando persiguen los mismos ideales.
Hange sonrió.
-Eso es cierto.
-Eso es lo que me dijo una vez Erwin cuando regresamos de Mitras, luego de entregar a Lobov -comentó el capitán-. Él debe estar pensando lo mismo que nosotros y por eso quiere hablar con el líder de los rebeldes.
-¿De qué hablan? -Moblit entró junto a Mike y Nanaba al edificio principal. El joven tenía dos tazas en la mano y unos papeles bajo el brazo.
Levi lo observó con suspicacia.
-Nada en particular.
-¿Qué haces aquí Moblit? -preguntó Hange -. ¿Y tú Nanaba?
La chica fue la primera en responder.
-Voy a entrenar con Mike.
Levi la estudió de arriba abajo. Tenía puesto el equipo de maniobra y el uniforme se le ceñía al cuerpo. Nanaba era una mujer seria e intimidante como Mike. Su figura estaba cada vez más atlética y fornida, debido a sus arduos y constante entrenamientos físicos.
Los dos eran iguales en todos los sentidos: parcos y obsesivos. Sin embargo, Levi notaba mucha más sensibilidad en Nanaba que en Mike. Recordó la vez en que la chica cocinó una sopa exquisita para la tropa durante el invierno. Levi nunca había probado algo tan delicioso.
-¡Tan tarde! -exclamó Hange-. Admiro su tenacidad, chicos.
-Es cuestión de práctica -le dijo Nanaba-. ¿Quieres venir?
-No, gracias -replicó Hange-. He tenido suficiente con los entrenamientos de Levi. ¿Y tú, Moblit? ¿Vas a entrenar también?
El subteniente actuó con pudor.
-No -murmuró-. Estoy algo preocupado por lo de Paige. No creo que pueda dormir. ¡Lo siento, líder de escuadrón! ¡Sé que usted necesita descansar! Pero... ¿Puedo ayudarla con los legajos de los novatos? Si quiere le hago un poco de té o jugo de sandía.
Hange pegó un brinco y bajó a trompicones. El capitán se estaba poniendo de muy mal humor. No tenía por qué molestarse. Hange le había dicho que gustaba de él y que Moblit era su amigo, pero era muy notario que el chico no buscaba solo una amistad y cualquier excusa le venía bien para pasar tiempo con ella.
-¡OH! ¡Jugo de sandía! - exclamó Hange emocionada, y tomó una de las tazas que sostenía Moblit entre sus manos-. ¡Mi favorito, Moblit! ¡Muchas gracias! -el subteniente miraba a su superior con adoración y una mueca estúpida en la cara-. No creo que pueda dormir tampoco -siguió diciendo Hange-. ¡Andando! ¿Te he contado sobre el extractor de células de titanes?
-Sí -contestó Moblit, y soltó una carcajada-. Es la novena vez que me lo dice, líder de escuadrón.
Hange también se rio mientras caminaba con Moblit hacia la habitación. El capitán tenia ganas de partirle la taza en la cabeza al subteniente, pero no tenía razón para hacerlo. Sus celos eran injustificados. Hange se había acostado con él y le había dicho que lo haría de nuevo. A ella le importaba.
-¡Ay! ¡Estoy tan ansiosa por usarlo! -expresó la chica, girando tras un chasquido la llave en la cerradura de su habitación-. ¿Sabías que con Nifa estamos planeando hacer capas impermeables para que no se manche con la sangre de los titanes?
La voz de Hange se terminó cuando los dos soldados entraron al dormitorio y Moblit cerró la puerta a sus espaldas. Levi los siguió con la mirada turbada y los dientes apretados. ¿Por qué estaba tan molesto? ¡Moblit era su amigo! Ella tenía todo el derecho del mundo de estar con él. Sin embargo, no podía evitar sentirse amenazado por el subteniente. Sus sentimientos hacia Hange le bajaban el ego y despertaban un montón de inseguridades que nunca antes había experimentado.
La risa histriónica de Mike interrumpió las reflexiones de Levi. El soldado se colocó las manos en los bolsillos y se dirigió con Nanaba a su oficina, ubicada al final del pasillo a la izquierda.
-¿Por qué estás enojado, capitán? -le preguntó al pasar Mike.
La sorna del soldado lo irritó. Levi se volvió en dirección al piso superior.
-Me suele suceder cuando veo tu cara -respondió, y subió los peldaños con una punzada de celos retorciéndole las entrañas.
Esa misma noche, limpió su dormitorio, colgó el edredón para ponerlo secar, bajó y subió las escaleras un par de veces, echando vistazo furtivos a la habitación de Hange, mientras descartaba el legajo de Conan y unos papeles que ya no tenían utilidad. El capitán terminó durmiéndose un rato antes de la madruga cuando el cansancio lo colmó.
Al despuntar el alba, los tres escuadrones ya estaban preparando sus caballos para salir. Levi observaba concentrado los cascos de su yegua cuando Petra apareció a sus espaldas.
-Todo listo para partir, capitán -informó la joven.
-De acuerdo -contestó Levi sin mirarla-. Gracias Petra
-Capitán -dijo de nuevo. Levi se incorporó y montó a su yegua-. Se que es inoportuno, pero dentro de quince días es mi cumpleaños, y quisiera invitarlo a una cena en mi casa - Por algún motivo, Levi sintió una escalofrió. La expresión de desconcierto por parte del capitán hizo que Petra se sonrojara hasta la coronilla y alce las manos en un gesto nervioso-. ¡No me malinterprete! Auruo, Erd y Gunther también irán. ¡No todos los días se cumplen diecisiete años! Mi padre está muy ansioso de conocerlo. Lo admira tanto como yo. Me gustaría que venga. Es usted alguien muy importante para mí. Si todo sale bien en Mitras y no tiene ningún otro compromiso, ¿vendrá?
Levi le tenía aprecio a Petra, como a todos los miembros de su escuadrón. Era una chica muy leal, madura y responsable. Se esforzaba diariamente por superarse como soldado y el capitán admiraba su fuerza y determinación. Sin embargo, no estaba del todo seguro que apersonarse en su casa estuviese en lo correcto. Él seguía siendo su capitán después de todo.
-Lo pensaré -dijo Levi.
Los labios de Petra se curvaron hacia arriba.
-¡Muchas gracias, capitán Levi! - expresó con entusiasmo-. Regresaré a mi posición.
El capitán la observó marcharse hacia el final de la formación. Petra tomó espacio entre Nifa y Erd. Detrás de ella se encontraban Auruo, Gunther y Keiji. Gergal, Henning, Lynne y Nanaba estaban ubicados más adelante.
-Le gustas a esa chica - soltó Fenrir, y acarició el cuello de su caballo-. No la ilusiones.
El capitán habló con seriedad.
-Es una niña -dijo-. Y no he hecho nada.
Lo cierto es que no podía ver a Petra como una mujer. No dudaba de su inteligencia. Tampoco escatimaba a su belleza. Petra era una chica muy hermosa, con un rostro fresco, ojos enormes y expresivos y una sonrisa agradable. Tenia una voz muy dulce y armoniosa, pero a Levi no le interesaba en absoluto. Además, dudaba que la joven tuviese sentimientos y otras intenciones para con él. Petra jamás le insinuó absolutamente nada. Siempre lo había tratado con cordialidad y un excesivo respeto.
-Pero el año entrante ya tendrá dieciocho -punzó Fenrir.
-Y seguirá siendo niña para mí.
Fenrir se llevó el cabello blanco hacia atrás con la mano y lo recogió con una banda elástica. Su cabello había crecido considerablemente de un año al otro.
-Como sea -expresó-. No es algo que me incumba. Solo digo que no des falsas esperanzas. Conan siempre decía que Petra estaba enamorada de ti. Creo que tenía razón. No lo veo mal. Petra sería una excelente compañera. Es todo lo apuesto a lo que tú eres y además es simpática, atlética y bonita.
-Sugiero entonces que salgas con ella si tanto te agrada.
Fenrir lo fulminó con la mirada.
-No me interesan las relaciones afectivas -contestó-. Creo que son una pérdida de tiempo.
Levi se sentía muy identificado con lo que Fenrir le decía. Unos años atrás, él pensaba lo mismo hasta que conoció a Farlan e Isabel y su vida cambió para siempre. Luego, llegó Erwin, sus compañeros y Hange. Prefirió cambiar el tema de conversación.
-Conan era bastante ingenuo y soñador -comentó el capitán.
-No siempre -espetó Fenrir -. A veces era perceptivo.
-La madre...
-Quedó destruida -continuó el soldado -. Empezó a gritar, se tiró a mis pies y me dijo que esperaba que fuera mentira. Después, lloró sin consuelo. Había perdido a su marido hace unos años y ahora a su único hiljo. La vida es injusta a veces, ¿lo crees?
-Todo el tiempo.
-Después me dijo algo que me resultó muy curioso -Fenrir se rascó la punta de la nariz-. Estuve pensando mucho en eso.
-¿Qué te dijo?
El soldado subió la vista hacia la ventana de la enfermería como si pudiera contemplar a Sean y Hunter a la distancia.
-Conan no quería entrar a la Legión, quería ser miembro de la Policía Interior, vivir tranquilo y seguro, pero como no había clasificado entre los diez mejores decidió seguir a Sean. Conan nunca quiso pertenecer aquí. Podía haber elegido la Fuerza de Guarnición, pero su amistad con Sean y Hunter lo trajo hasta la Legión. La ironía es que no murió en manos de titanes sino que en el lugar donde él quería estar seguro -el soldado resopló-. Creo firmemente que todos tenemos un tiempo marcado en este mundo.
-Siendo esclavos de nuestras propias decisiones -agregó Levi.
-¡Comandante Shadiss! -Hange salió del edificio principal y recibió con cordialidad al hombre que acababa de entrar por el fuerte. Mike le había permitido la entrada.
-Jefe de entrenamiento, señorita Hange.
-Lo siento -dijo la chica con bochorno-, aún no me acostumbro. ¿Quiere hacer pasar a sus cadetes?
El hombre movió la cabeza y un grupo de jóvenes ingresaron en fila al recinto con sus pertenencias en mano.
-Esto parece una guardería -comentó Fenrir
-No lo digas -dijo Levi, aunque estaba concentrado en otra cosa.
Al capitán le llamaba la atención la actitud de Shadiss para con Hange. El hombre se comportaba con deferencia. No había aprecio ni afecto en su trato. Levi supuso que Hange era quien idealizaba a Shadiss por haberla incentivado a enlistarse en la Legión, pero para el jefe de entrenamiento la chica era una soldado más. También se dio cuenta de que Hange no sé había entusiasmado ni ruborizado por su presencia sino que caminaba segura a su lado. ¿Le había dejado de gustar? ¿Qué era lo que había cambiado en ella?
Los tres escuadrones apresuraron la marcha y llegaron a Mitras después de dos horas de viaje. Hange, Mike y Levi encabezaron el trayecto. Los soldados no llevaban la capa de la Legión de Reconocimiento, pero si estaban armados y atentos. Hange dio la orden a las unidades de custodiar las afueras de Mitras mientras ellos trataban con los rebeldes. Recién transcurrida la media hora podían acercarse en grupos de cuatro al lugar donde se hallaba escondido Erwin con el resto de los mandatarios.
El refugio se ubicaba en una villa de casas precarias y abandonadas poco antes de la entrada al distrito. Las mismas estaban allí desde los comienzos de la humanidad. Los lideres de escuadrón, Moblit y Ricco se abrieron paso entre medio de la vegetación apiñada y llamaron a la puerta de la casa indicada por la oficial.
Levi vislumbró a los miembros de la Fuerza de Guarnición en guardia y cuidando la zona, agazapados y armados en las copas de los árboles. Dado unos segundos, la puerta se abrió y Dot Pixis sonrió del otro lado.
-Adelante, mis estimados -saludó. Levi ya le quería pegar. ¿Nunca se tomaba nada en serio ese tipo?
Los cinco miembros de la fuerza ingresaron. La casa era más amplia de lo que parecía desde afuera y se hallaba amueblada con apenas un sofá andrajoso y una mesa de cedro podrida. Las paredes estaban revestida en madera y la humedad que atestaba hacia que respirar fuese insoportable.
Dot los guió hacia un pasillo que se discurría de la sala de estar. El viejo frenó de golpe y se acuclilló para correr una alfombra que levantó una gran cantidad de motas de polvo. Levi esperaba que el comandante se quede estático ahí mismo, con dolor lumbar o algo parecido, pero ya había comprado que tenía un buen estado físico. El viejo reveló una compuerta, la abrió y señaló el inicio de una escalera. Ricco se quedó junto a su comandante cuando Mike, Hange, Moblit y Levi descendieron hacia el sótano.
En realidad, no era un sótano como creyó en un primer momento. Era otro pasillo que daba a más habitaciones. ¿Qué demonios era esa casa? Levi la estaba pasando mal. Le transpiraba las manos y un sudor helado le recorría la espalda. La casa estaba muy erosionada y sucia.
-¿Qué es este lugar? -preguntó Hange, con horror.
-Era un antiguo prostíbulo -contestó Darius, quien apareció encendiendo las antorchas dispuestas a los lados del pastillo-. La Policía Interior lo ha clausurado hace unos años antes de que los proxenetas se adueñen de la ciudad subterránea.
Con razón a Levi le daba tan mala espina.
-Es bueno volver a verlos -Erwin estaba junto al jefe de la fuerzas. El comandante saludó a sus subordinados con un semblante amable y divertido a la vez. El capitán no se había dado cuenta de lo mucho que había extrañado su presencia en la Legión hasta ese instante.
-Bien -exclamó Darius-. Ninguno de los dos ha hablado. Señorita Hange, Erwin me ha comentado la cercanía del vinculo con una de las rebelde, ¿Cree que pueda hacerla hablar?
Hange asintió.
-Sí, se que puedo hacerlo -la seguridad en su respuesta tranquilizó los nervios contenidos del capitán. No dudaba de la capacidad de Hange como soldado sino de la locura que acechaba a Paige.
-Vengan conmigo -ordenó Erwin, dando media vuelta y echándose andar a lo largo del pasillo. El comandante anduvo unos pasos y se detuvo en una habitación-. Es aquí. ¿Quieres que entre contigo?
-No -dijo Hange-. Será mejor si hablamos a solas.
-De acuerdo -contestó Erwi, y le colocó una mano en el hombro-. Confió en ti, Hanji.
-¡Líder de escuadrón! -Moblit se adelantó entre medio de Levi y Milke-. Lo haremos juntos.
-No te preocupes, Moblit -dijo-. Estaré bien.
Ella le sonrió con aprecio, cerró los ojos, tomo aire y se adentró en la habitación. Sin embargo, cuando Hange abrió la puerta, Paige la empujó con el cuerpo hacia afuera. El envión hizo que la líder de escuadrón perdiera el equilibrio, tropezara y estrellara la espalda contra la pared opuesta.
-¡Líder de escuadrón! -chilló Moblit, al tiempo que los tres soldados se precipitan hacia Paige y enarbolan sus hojas metálicas.
La chica alzó la vista enfurecida y retrocedió ante el filo de las hojas de los soldados en su cuello. Estaba arqueada y atada de manos alrededor del respaldo de una silla. El cabello le caía sobre la cara, su pecho bajaba y subía con violencia y de su boca se desprendía un sonoro gemido. Un hilo de sangre le brotaba de la frente y surcaba su cara contraída y sudada.
Paige dibujó una sonrisa victoriosa, un tanto demoníaca y espeluznante, se pasó la lengua por los labios y rio. Rio tan fuerte que Levi sintió asco. La chica estuvo a punto de decir algo cuando el pánico le cerró la boca y centelló en el interior de sus ojos verdes.
-Hanji -murmuró Paige, apenas la reconoció-. ¿Qué haces aquí? ¡Debes irte! ¿Por qué la han traído?
Hange tosió, se incorporó, irguió la postura y clavó la mirada furiosa en su mejor amiga.
-Debemos hablar, Paige -contestó sin que le temblará la voz-. Por las buenas o por las malas.
-¡Vete! -gruñó Paige-. ¡Sal de Mitras!
-No me iré.
-¡No diré nada! ¡Lárgate de aquí!
Hange hundió las cejas, deslizó la mano hacia el equipo de maniobra y desvainó una hoja metálica.
-Entonces serán por las malas -dijo, y Levi supo que Hange hablaba en serio.
