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Día 29

LOST

( o Perdido)

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Continuación inmediata del día 28: In between.

Muy relacionado con la conversación entre Felix y Marinette del día 22: Tattoo Artist.

Marinette en un movimiento desesperado, decide convencer a Adrien que la deje de amar...Y lo besa...lo besa para darle una muestra de lo nunca tendrá...¿Será ésta una buena idea? ¿o es el peor remedio para la enfermedad?


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La certeza de un futuro aterrador la dejaba preocupada y sin fuerzas, pero faltaba poquísimo para su boda, así que supo camuflar su preocupación con los preparativos de ésta. Por las mañanas, al despertar, observaba con tristeza su vestido de novia: blanco, impoluto, con incrustaciones de piedritas Swaroski en su velo, con el corpiño ceñido ribeteado con flores bordadas, y su larga falda satinada, con una, dos o tres capas de seda blanca por debajo. Las mangas largas de encaje, desde el hombro hasta el puño, el escote no muy profundo pero delicado. Suspiró, pasando sus dedos sobre su creación. Era el vestido de sus sueños, o el de su pesadilla hecha realidad.

Y en tanto los días para su boda pasaban, Marinette recordaba su conversación con Félix el Guardián tatuado, aquel día cuando él le reveló la identidad de Chat Noir. Félix le explicó a ella, el porqué de los actos malignos de Adrien, el porqué del levantamiento del nuevo Papillón. Él le contó sobre el amor imposible de Adrien hacia ella, le habló de su obsesión y de su persistencia.

Marinette recordaba también que, allí, en ese distópico Londres, sentados alrededor de una mísera y destartalada mesa, bebiendo un té caliente y pastitas, el Félix del futuro le narró, a la joven Ladybug, muchos detalles de su matrimonio, pero algunos no. Él explicó y explicó, respondió a sus preguntas, resolvió sus dudas. Para finalizar esa historia, Félix la abrazó con delicadeza y le besó la frente:

- El destino - le dijo. - el destino era que ustedes dos debían amarse, a pesar de todo. El gato negro, la mariquita. La destrucción y la creación. El principio y el fin. ¿No te parece correcto, Marinette? ¿No te parece que así deba ser?- preguntó con sus labios rozándole la frente.

Ella negó, casi a punto de llorar. Se soltó del cuerpo triste y tatuado de Félix, para alejarse un poco de él:

- Es cierto que lo amé, a Adrien. Pero ya no lo hago. No puedes obligarme, Félix, no podría olvidarte. No puedes mandarme al infierno cuando he conocido el paraíso. Y aún si no lo conociera, te conozco a tí, y eres lo que más quiero. Fé, Fé. ¿Qué va a ser de mí sin ti? ¿Acaso se puede ser feliz con otra persona? Y no me digas que debes morir, no lo acepto...si eso sucediese, si tu murieras, yo moriría contigo...-

La joven Ladybug acercó sus dedos enguantados hasta tocarle los tatuajes en su mejilla.

- Cuando supe que tu corazón ya no latía, yo tampoco quería que el mío siguiera latiendo...- ella continuó diciéndole. -Así que te lo advierto, Félix, no vuelvas a hacer eso, ¡porque me lanzaré de cabeza desde el Big Ben! ¡o bajo las vías del tren, o me colgaré de mi balcón! o...-

Él le tapó la boca con una de sus manos, ancianas y cansadas, y suspiró triste y decaído. No había salvación, no había solución.

- Marinette...- empezó a decir, él quería insistir, convencerla, obligarla a dejarlo.

Pero Ladybug retrocedió un poco más y giró observando todo a su alrededor nuevamente: un departamento sucio y desvencijado, con cristales opacos y bombillas a punto de fundirse, paredes sucias, grises, muebles viejos y a punto de romperse, alguna gotera cerca al recibidor, una vieja estufa que funcionaba alicaída en medio del salón. Aún sorprendida del futuro, ella caminó paseándose por todo ese lugar. Tocaba con sus dedos enguantados cada metro de la pared, pasaba el pulpejo por el mostrador y veía el contenido de los estantes de la cocina: té, café, galletas. Observó las tazas de té puestas en la mesa, y los rastros del queso que Plagg se había comido. Miró a Félix, entonces, le sonrió con pena, y siguió examinando ese sitio. En el salón, en la mesilla del centro y al lado de la estufa, ella encontró un libro, un libro viejo, usado y pequeño, pero muy gordo, con mucho contenido... parecía un diario. Ladybug se acercó curiosa y acarició una de sus páginas reconociendo la letra de Félix.

- Sólo apunto ahí algunas cosas importantes, para no olvidarme de ellas. Y atesoro mis recuerdos...Yo...yo...yo ya soy viejo, Marinette, y me olvido de algunos detalles.- escuchó que él le decía en voz baja y cansada.

Ella asintió y siguió pasando páginas, sin detenerse demasiado en el contenido de las palabras. En algunas de ellas, Félix había pegado con cinta algunos objetos con valor sentimental. Encontró una pequeña penca seca perteneciente a un cactus, una moneda de un euro, un mechón de cabello negro. Lo que no pudo pegar con cinta, lo había engrapado: cachitos de papel de colores, hojas de árboles, flores secas, un trozo de una tela estampada que lucía tonos apagados y gastados, y en una página aparte, él había pegado un sobre de papel y dentro del sobre, había un par de alianzas de matrimonio. Ella las cogió con cuidado y leyó la inscripción grabada por dentro: "una flor entre las espinas". De marcapáginas, él usaba un carnet de conducir fechado justo antes del fin del mundo. Con suavidad, Ladybug volvió a guardar sus alianzas y acarició el sobre antes de cerrar el libro, pero al hacerlo, de una de las últimas hojas, cayó una foto. Ella la recogió y la contempló, maravillada.

- Fé, ¡es una foto de nuestra boda!- Era tan antigua, estaba recortada en algunos bordes, pero se podía apreciar en ella que ambos estaban abrazados, mirándose mutuamente, ella con su vestido blanco níveo, espectacular, y su velo de novia lleno de piedrecitas brillantes bailando al viento. Él sonreía a pesar que el viento le desordenaba el pelo rubio, e iba vestido con un traje oscuro, zapatos brillantes, una corbata de pajarita. Y sonreían, felices.

- ¡!- le volvió a decir, mientras abrazaba el libro de los recuerdos.

- Nada de esto debe existir, Marinette.- se apresuró a decir el anciano guardián. - Seremos felices, me amarás y yo te amaré. No hay duda de ello, pero Mari, nuestros niños, nuestra familia, todo se desvaneció en un instante, y el mundo...míralo, el mundo dejó de ser cómo era.- El Guardián tatuado se acercó a la heroína y la sujetó de los hombros, meneándola levemente. - Entiéndelo, mi amor, entiéndelo.

Ella susurró su detrasformación y volvió a ser una simple diseñadora de modas, Tikki, la Tikki de la joven Ladybug, desapareció en medio de las ropas de Marinette, ocultándose para no ser vista por los demás. Félix del futuro resopló, aquejado nuevamente por el dolor en el pecho, y también él susurró su detrasformación, pero sus kwamis, los que estaban bajo su cuidado, se quedaron a su lado, expectantes. Félix caminó hasta el sofá, sentándose agotado. Marinette lo siguió y también se sentó a su lado, abrazándolo por los hombros, luego ella le dio al Guardián un beso en la mejilla y posó su cabeza sobre un costado.

- Marinette.- dijo el anciano Félix cogiendo la mano a su joven mujer. - Te he extrañado tanto.- y girando su rostro hacia ella, él le besó tiernamente los labios, degustando por última vez, quizá, su sabor. Y aunque no quiso seguir torturándose, Félix no dejó de besarla y ella no se separó de él, sino que lo tomó de la nuca y evitó que se alejara, prolongando la unión por mucho tiempo. Con suavidad y delicadeza, él se detuvo y se separó milímetros para declararle nuevamente su amor. - Te amo tanto, siempre lo haré, incluso si cambias las cosas sin matarme, siempre lo haré, en cualquier tiempo, en cualquier dimensión, de cualquier manera.

Su mirada verde era lo único que no había envejecido, ella pudo ver que dentro de sus iris, que algunas manchas habían aparecido, pero no le quitaban brillo, sino que embellecían su mirada salvajamente. Marinette, emocionada, estiró su mano libre y acarició otra vez la mejilla de Félix.

- Cambiaré todos nuestros recuerdos, todo lo que hicimos en este tiempo...yo lo cambiaré...quizá si hago las cosas diferentes, esto saldrá bien.- susurró esperanzada contra su boca.

- Aún si lo haces, hay algo que no puedes cambiar, Mari...y eso es...eso es lo que Adrien siente por tí.- Le dio un beso corto, ligero y cariñoso, antes de continuar. - Así que estoy dispuesto a perderte con tal que no suframos esto. Ni tu, ni yo, ni nadie.

El amor de Adrien.

Había pensado mucho tiempo qué hacer con eso. Cuando tocó volver por el portal del tiempo, Marinette se trasformó otra vez, rescató a su Chat Noir de la dimensión desconocida y ambos, la mariquita y el gato negro, volvieron al presente. Pero Ladybug no pudo ver igual a su compañero, ya no.

Concluyó que quizá dejarle el prodigio había sido un error, un gran error.

Pero primero, debía cambiar el presente a como diera lugar.

*.*.*.*.*


Y empezaría por su boda, por eso ella recuperó sus joyas familiares e importó en tiempo récord, una tela de satín rojo larguísima e inmensa y se sumergió durante días enteros dentro del barrio chino parisino, donde encontró a costureros y bordadores, quienes gustosos, aceptaron preparar la tela roja con sus diseños. Y en tanto, ellos trabajaban, Marinette forró sus zapatos blancos con seda roja y consiguió un manto también de seda para cubrirse el rostro durante la boda.

Una de esas noches, en una cena, le comunicó a sus padres los cambios que ella estaba haciendo y ordenó encargar claveles, claveles rojos, cientos, miles. Le pidió a Félix cambiar el lugar de la celebración, porque recordó que su primera boda, la del futuro, se realizó al aire libre.

Pues entonces, ella llevó su nueva boda al salón de un hotel.

Su novio aceptó cada cambio con sorpresa y con resignación. Después de todo, también era la boda de Marinette y debía ser perfecta para ella.

- ¡Y no llevarás pajarita!, llevarás una corbata normal, con un pequeño clavel rojo en la solapa. Y nuestras alianzas, creo que ya sé qué debemos poner en la inscripción.- le ordenó a Félix uno de esos días, mientras luchaba alborotada y excitada intentando arrancarle la ropa, antes de amarlo salvajemente en su departamento.

- Lo que quieras, cielo, lo que quieras.- mascullaba él, antes de quitarle las bragas y el sujetador.

Y así, cada noche, antes de casarse, ella lo tumbaba boca arriba y se abalanzaba sobre él, exprimiéndole todo raciocinio y dejándolo a su voluntad. Félix aceptaba lo que ella decía, sin puntos ni comas, sin peros ni porqués. Se dejaba llevar, se dejaba hacer.

*.*.*.*


Lo siguiente que hizo tendría que ver con Adrien. Ella lo había amado tanto, había llorado tanto, tenía cuadernos llenos de bocetos de Adrien, dibujándolo y diseñándole indumentarias, y tenía un baúl en su ático, lleno de recuerdos, de jerseys, camisetas, chaquetas, guantes y mitones, calcetines, gorras, bufandas, sombreros.

En cambio a Félix, sólo le había diseñado una cosa, su traje de novio:

Ella había elegido el material y había tomado las medidas, y luego cortó los patrones y las telas y, en la máquina de coser que su novio le regaló, cosió no sólo su atuendo sino también su destino. Félix le besaba el cuello, jugueteando con su pelo, mientras ella apretaba el pedal.

Puntada recta del hilo, y una flecha ardiente al corazón.

Sólo pudo obtener de Félix algunos minutos al día para dedicarse a esa labor, porque apenas él se cansaba, la cogía de la cintura levantándola del taburete y la llevaba a la cama, para meterse debajo de las colchas y amarla hasta que a ella le temblaban las piernas y se sujetaba fuerte de las sábanas. Él acallaba sus gemidos besándola con fuerza, y ella le abrazaba las caderas con sus piernas, atenazándolo y logrando que él se enterrara en ella, más y más. Y justo cuando él caía dormido y agotado, complacido, ella le besaba el pecho y volvía a su tarea.

Coser, bordar, zurcir, pegar botones, plisar, planchar.

Ella suspiraba cada vez que le probaba su traje, él la miraba sonriendo.

Quizá para Adrien, ella había realizado muchísimos trabajos, pero para Félix había realizado el trabajo de su vida. Sólo que eso, Félix no lo sabía.

Estaba sorprendida de las revelaciones del Guardián del futuro: Adrien Agreste amándola, en secreto, por tantos años. Ironía del destino. Marinette, mientras confeccionaba el traje de Félix, recordaba la intensidad de su amor de juventud, sus lágrimas y el dolor. Entendió que el amor a destiempo puede ser más cruel que el desamor. Mucho más cruel.

Debía confrontarlo entonces, a Adrien, a Chat Noir.

Hacerle comprender y convencer, que amarla ya era inviable y que debía aligerar su corazón, quitándose ese amor imposible. Luego de mucho pensar, decidió que la confrontación debía ser directa y cara a cara. Y le daría un beso, el único de sus vidas, no porque se lo merecían, sino porque debía mostrarle lo terrible que era amarse en este contexto.

Un beso corrupto, una bomba con reloj y cuenta atrás.

Lástima que la explosión pudiera alcanzarla a ella también.

Así que reservó ese peligroso movimiento como un recurso final y desesperado, en caso que su nueva boda no surtiera el efecto deseado.

- "Adrien"- pensó Marinette, al hacer la última puntada sobre el traje de novio de Félix. - "Te daré un beso amargo y eso será todo, y representará lo que pudimos haber sido, y lo que nunca seremos."-

*.*.*.*


Lo que no sabía Marinette, era cómo iba a explotar esa bomba. Esa bomba lanzada justo después de casarse, justo después de volver de Londres, justo ahora.

- Félix, Félix.- Marinette tocó levemente el antebrazo de su marido, para llamar su atención. Él, en cambio, se sorprendió y retiró su brazo, alejándose de ella. – Félix – insistió su mujer. – Mi madre te ha preguntado algo.

Cuando él la observó finalmente, Marinette le sonreía, tranquila y alegre, mientras esperaba su respuesta.

- Perdón, no escuché, ¿Qué preguntó? - Félix habló rápidamente, mirando con tristeza a su suegra.

- Pregunté si te gustó la cena, hijo. Es que no has comido nada. – señaló Sabine.

Félix bajó la mirada hacia su plato, sólo para comprobar que, efectivamente, él no había cortado ni un trocito del filete ni había comido las setas de la guarnición. No le apetecía nada la verdad, aunque el vino hubiera entrado muy fácil en su cuerpo.

- No… no tengo mucha hambre, Sabine, pero luce muy bien y quizá si pruebo algo…- Félix trató de animarse y con velocidad, pinchó el filete y rebanó en un instante un cachito pequeño, tragándolo casi sin respirar. – Umm…delicioso, lo sabía, lo sabía, lamentablemente merendé mucho esta tarde, así que lo siento…no puedo más- se disculpó nuevamente, cruzando sus cubiertos sobre el plato.

Tom Dupain gruñó, rellenando las copas de vino tinto.

- Y sin embargo, siempre hay espacio para esto. - regañó el panadero, criticando abiertamente a su yerno.

Félix se preguntó si Tom Dupain sería distinto con Adrien, se preguntó si sus suegros tratarían a su primo mejor que a él…Sabine parecía apreciarlo, y parecía sincera. Pero Tom…no había manera de llevarse bien con él. Y francamente, hoy Félix no tenía ánimos para soportar a su suegro, así que, sin bajarle la mirada, cogió la copa y se la zampó de un sorbo entero.

- Sí, siempre hay espacio para el vino. – masculló Félix, al terminar la copa. Con soberbia, cogió la servilleta y se limpió los labios, sin quitarle la vista al padre de Marientte.

- ¿Sabéis para qué también hay espacio?...– interrumpió felizmente Sabine - ¡Para el postre!- Y. Poniéndose de pie con mucho ruido y meneo, cortó las miradas asesinas que los dos hombres se mandaban.

En menos de un santiamén, todos estaban alabando la asombrosa tarta de queso casera con arándanos que Tom Dupain había estrenado, días antes, en la panadería.

Todos excepto el inglés gruñón y callado que estaba sentado entre ellos.

Marinette volvió a llamar su atención golpeando débilmente su mano.

- Félix ¿te sientes bien? – preguntó suavemente.

- Por supuesto, cariño, sólo creo que no he dormido bien, debe ser por el cambio horario…sí, seguro es por eso…- murmuró Félix, matando la rabia, el desconcierto y el horror de la traición de su esposa, tratando de no hacer una escena en casa de sus suegros.

- Félix, Londres y París tienen la misma hora. – respondió su mujer, extrañada de escuchar semejante tontería de su boca.

Él pestañeó varias veces, mientras clavaba el tenedorcillo en el trozo de tarta.

- Pues quizá debería tener otro huso horario, cariño. - A continuación, y casi sin poderse contener, Félix arrastró la silla hacia atrás y resoplando, se puso de pie, agradeció a Sabine y a Tom por la cena y subió, casi a borde del llanto, hasta la habitación de Marinette. Abrió la trampilla por donde se accedía al ático para luego, colocarse el pijama con furia. Salió sólo un momento para ir al aseo.

Apenas volvió a la habitación de su mujer, subió las escalerillas hacia la cama y abriendo el edredón, se metió bajo las mantas, tratando de dormir.

No pudo, obviamente.

Habían pasado días desde que observó aquella monstruosidad, aquel beso funesto entre su mujer y su primo.

Sus peores pesadillas hechas realidad.

- Pensé que me amabas, Marinette – susurró, mientras una lágrima caía por sus mejillas.

Se la limpió con los dedos, casi instantáneamente, porque escuchó cómo alguien entraba al ático.

- ¿Fé? ¿estás despierto? - Marinette hablaba bajito, casi sin hacer ruido.

Sintió cómo ella subía la escalerilla y asomaba la cabeza….

- No, ya veo que no. – Marinette suspiró cansada y preocupada, mientras retrocedía sobre sus pasos, para vestirse con su camisón.

Mañana, pensó la Guardiana, mañana hablaré con él.

Definitivamente lo haría mañana, notaba a Félix incomodo desde hace ya varios días y ella no entendía la razón.

Al día siguiente, Marinette despertó sola y con frío. El edredón nórdico era pequeño para los dos, pero ella sentía frío no por eso, sino porque el cuerpo caliente de su marido ya no estaba ahí. Suspiró, preocupada. Ya eran varias mañanas que Félix despertaba antes que ella, incluso antes que sus padres, y desaparecía por horas. Él desaparecía entre el desayuno y la comida. Durante la cena, él jugueteaba con su plato, y luego ambos salían juntos, paseando por el Sena, bebiendo alguna copa observando el ocaso sobre el río. No hablaban de nada, y Félix no le dedicaba ni una mirada. Marinette podía jurar que lo conocía en profundidad, y a pesar de saberlo silencioso y parco, ella sabía que algo no estaba bien.

Marinette sabía que él era callado y pensativo, pero ahora él estaba perdido en sus pensamientos.

Primero pensó que era por su padre, Tom, por lo agrio de la relación entre ellos dos.

Luego pensó que era porque él no estaba cómodo, viviendo esos días en su ático.

Después ella atribuyó el extraño distanciamiento de Félix por sus responsabilidades, sus trámites en la universidad, por la sustentación de su tesis y al progreso de su doctorado.

Finalmente, y sólo por exclusión, Marinette cayó en cuenta que pudo haber sido por Adrien, que tal vez ambos primos hubiesen hablado de algo, de ella y del beso.

Suspiró nuevamente y se incorporó de la cama. Bajó la escalerilla medio dormida, notando el ambiente fresco en sus rodillas. De un pequeño salto, terminó de bajar y se estiró, dándose cuenta que ya era tarde, muy tarde. Félix debería haber vuelto. Pero Tikki voló desde su escondite y se plantó frente a la Guardiana con una mirada de preocupación y agonía.

- Marinette- susurró la kwami. – Félix se ha ido.-

La Guardiana sonrió amargamente.

- Ya lo sé, Tikki, sale temprano y va a la Universidad, ¿no? Él me dijo que tenía que programar su lectura de tesis y finalizar todo el papeleo. Volverá pronto. -

Pero la kwami meneó la cabeza de lado a lado, y susurró, apremiante.

- No, no, Marinette, esta vez él se ha ido…se ha ido para siempre. –

Marinette Dupain Cheng abrió sus ojos llenándose de sorpresa y desesperación. Tikki le señaló la mesa y sobre ella, vio un sobre blanco. Antes de cogerlo, Marinette buscó las maletas de su marido.

No estaban.

No estaba su ordenador, ni su portafolio. Ni su estuche de violín. Tampoco su ropa estaba ahí, no había fotos de ellos ni ningún regalo que él le hubiera hecho.

- ¡No, no, no!. -

Se abalanzó furiosa sobre su mesa y abrió temblando el sobre.

Una alianza de oro macizo rodó por fuera y cayó sobre el suelo.

Ella sintió cómo sus lágrimas iban cayendo por fuera de sus ojos, cómo había dejado de respirar y ahora, ahogada en su dolor, su cuerpo intentaba coger aire, pero lo que salía sólo eran sollozos y gemidos.

- NO, no, no. -

Descubrió un folio plegado sobre si mismo dentro del sobre, y una foto, la primera foto de su matrimonio que el fotógrafo les había tomado.

Antes de leer ese folio, Marinette levantó la mirada y buscó a Tikki, preguntándole sin voz.

- Se fue hace mucho, Marinette. Casi ni había amanecido. Escribió algo ahí, sí, luego cogió sus maletas y se marchó sin mirar atrás. – Tikki lucía agobiada, pero continuó sabiendo el daño que hacía. - Pensé que lo habías hablado, que tú sabías que él se iba. Pensé….- la kwami se detuvo, triste. – Pensé que sería otra de sus salidas, pero cuando me acerqué a ver este sobre, me di cuenta que su alianza estaba dentro. Yo…yo lo lamento, Marinette. He leído la carta, lo lamento Guardiana. -

Inmediatamente la kwami voló para posarse sobre el hombro de Mari, mientras que ella, frenética, retiraba la carta y la desdoblaba para leerla.

- Sientáte, por favor. - le dijo su kwami.

Marinette obedeció y leyó la carta con rapidez, mientras una mano iba a cubrir su boca, apagando el grito que lanzó casi de inmediato.

- ¡Félix!- las manos largas y delicadas de la modista no pudieron sujetar más el papel. -¡Félix! – gritó ahora sin poderse contener.

Las lágrimas se trasformaron de inmediato en un llanto fuerte e intenso, como el de los recién nacidos al alejarse de sus madres. Sabine Cheng, entró por la escotilla, minutos después.

- ¡Marinette! – exclamó Sabine. - ¿Por qué gritas? Tu padre está en la panadería y sólo estoy yo en la casa. ¿Por qué gritas? ¿Por qué lloras?-

Sabine buscó en el ático, con la mirada. Estaban solas. No estaba Félix. Al igual que Marinette, ella se dio cuenta que no estaban sus maletas. Ni sus objetos personales. Dio un paso y se detuvo, al notar que había pisado algo con sus zapatillas. Cuando levantó el pie, también Sabine abrió mucho la boca, sorprendida.

Era el anillo de bodas de su yerno.

Segundos más tarde, Sabine se enteraría que ya no tenía yerno.

En la carta, escrita con puño y letra de Felix Graham de Vanily, él le explicaba legalmente, la anulación de su matrimonio y el fin de su compromiso. No pedía perdón, ni decía lo siento.

En el último párrafo, Marinette leyó las disposiciones finales de su ex-marido: dinero, joyas, el coche y del departamento donde había vivido él en París, además él le indicaba un apartado postal donde ella encontraría el resto de documentos.

Marinette seguía sollozando, abrazándose el vientre y con las piernas temblando.

Sabine se preguntaba qué había pasado entre ellos.

Marinette se preguntaba lo mismo, sólo que ella sí sabía la respuesta.

Adrien, seguro que fue eso.

Su madre la abrazó con fuerza, mientras le daba un beso en la sien.

- Volverá, estoy segura, volverá. Esto ha sido una pelea tonta. Y me has dicho que él es intenso de sentimientos y palabras. Volverá, lo sé. Deja de llorar, Marinette. Él te ama, nunca lo he dudado. -

Pero Sabine Cheng, en el fondo, no estaba tan convencida. Le dio otro beso a su hija, mientras le seguía mintiendo.

- Volverá, él te ama. Volverá –

Y juntas, ambas lloraron un buen rato más.

...

...


¡3 días de felinette!

Nos quedan dos capítulos (días) e iré poniendo las curiosidades del fic:

1) Es la primera vez que hago este tipo de cosas (retos?), lo inicié estando muy mal de salud, porque en medio de todo, cuando ves esa luz al final del túnel, uno se pregunta por qué dejó no hiciste muchas cosas...cosas como escribir un fic, como cantar una canción, o como escribir un poemario y prepararlo para concurso. Así que esta historia nació entre las Urgencias de un hospital, la planta de hospitalización, oxigeno y pinchazos.

2) Creo que el capítulo que más me gusto escribir fue el "día 16", seguido por "día 14" y luego "día 20".

3) La idea principal era narrar la vida de Félix del futuro, sus tatuajes, la guerra y la postguerra en la que estaba sumergido, pero...era demasiado demasiado dark...no me iba a leer ni yo misma. Así que ahí va otra historia que se queda en el ordenador, sin ver la luz.

4) El capítulo más triste que he escrito ha sido, sin lugar a dudas, el día 19, Fallen Angel, de hecho, no podía terminarlo porque las lágrimas no me dejaban ver nada...lo tuve que terminar (como siempre) de madrugada, porque como ya saben, esto que hago es un super secreto en mi hogar.

5) El día 24, Huntress, fue la idea que inspiró todo este fic.

6) Oigan por cierto, sé que somos un puñado de flipados ...me refiero a los que nos gusta Felix...ha sido una sorpresa no haberme encontrado tan sola en este valle de lágrimas.

7) La boda "roja": soy fanática de diversas culturas, una de ellas es la china. Me gusta ver videos de las presentaciones de la Ópera de Pekín, asisto a cinemas para ver cine chino (época pre-pandemia por supuesto), y leo a Amy Tang, una estupenda escritora chino-norteamericana... la comida china tb me gusta, los bazares chinos por supuesto!.

8) Adrien da mucho juego para hacerle de todo. Hacerlo bueno, hacerlo malo.

9) Lloré muchísimo matando a Kagami, me arrepentí, pero ya le había dado al botón de enviar/publicar. Y sí, como dice Dessirenia, Kagami merece algo mejor que Adrien. De hecho, siento que ella es una mujer a imitar, tan fuerte, con tantos huevos, tan independiente, y demonios, cuando se enamora va a por todas...me parece genial...lastima que el lukanette y el adrigami no nos haya durado ni un capitulo.

Creo que eso es todo, una vez que termine "blanco como la nieve" descansaré por motivos de salud, quizá me mude de fandom, quizá no, quizá sea fantasma y me siga quedando...pero si no me ven, es porque estaré hibernando...Gracias a todos los que han comentado, a los de otro idioma y a los que no comentan pero leen...algunas veces, sería bueno que dijeran algo, en plan "lordthunder, lo estas haciendo mal" o "lordthunder, te falta un tornillo"...y esas cosas...pero esta bien, no me quejo, con que me leáis es suficiente.

UN ABRAZO

CAMBIO Y CORTO

Lordthunder1000