Capítulo 29

La líder de escuadrón echó hacia atrás la capucha de su capa y suplicó una vez más.

-Paige -dijo-. ¿Quién es tu líder y qué es lo que quiere?

-Ya te he dicho que no diré nada -masculló la chica-. ¡Lárgate de aquí!

Hange exhaló con amargura.

-Levi...

El capitán atravesó con la hoja metálica el hombro de Paige. La joven soltó un grito angustioso y sus ojos verdes se llenaron de lágrimas cuando el metal le perforó la piel. Acongojada, Hange apartó la vista, engulló aire y volvió la cabeza hacia su amiga una vez que Levi sacó la cuchilla del interior de su hombro.

-Paige, por favor -susurró Hange.

-Pueden torturarme todo lo que quieran -contestó la joven, sobando las lágrimas por la nariz. Su aspecto era débil y macilento-. No hablaré.

Los cinco miembros de la Legión estaban en una habitación fría y húmeda. La misma que el comandante había indicado. El suelo era de madera ahuecada mientras que las paredes estaban embadurnadas con tierra y cal. No había muchas cosas. Solo se hallaba un camastro viejo y mancillado, junto a una cómoda podrida y cubierta de polvo. El capitán reconocía el estilo precario e inhóspito. Era como si hubiera vuelto al burdel donde vivió con su madre. ¿Cuantas mujeres habían sido sometidas y maltratadas sexual y moralmente en ese mismo lugar? Levi no quería imaginarlo.

Paige se encontraba en el centro de la habitación. Mike y Levi le habían reforzado el agarre de sus muñecas y amarrado los pies a las patas de la silla para que no se moviera. Hange había tomado asiento frente a ella. Su expresión era severa, pero Levi podía percibir lo mucho que la angustiaba lastimar a su mejor amiga. El desánimo también la tenía agotada. Hacía más de una hora que estaba instando a Paige para que hable y no había conseguido más que risas y muecas socarronas de su parte.

El comandante Erwin encendió tres lámparas de aceite para iluminar el espacio oscuro y estrecho. Erwin había decidido no intervenir en el interrogatorio, pero si estar presente con el resto de sus soldados por el bienestar de Hange. Paige era peligrosa.

-No hagas esto más difícil, Paige -le suplicó la líder de escuadrón.

-Lo siento, Hanji -contestó Paige-, pero no hablaré.

La mirada de Hange se cristalizó y volvió a suspirar. Levi, de espaldas a Paige, observó a Hange esperando su señal que no tardó en llegar. La soldado le hizo un gesto con la cabeza. El capitán asintió, rodeó a Paige y volvió a insertar la cuchilla en el hombro herido de la chica mientras la sangre brotaba a través de toda su ropa. Estaba ataviada con una camisa negra y unos pantalones grises, embebidos de su propia sangre.

Paige echó el cuello hacia atrás y se dirigió a Levi. La sangre de su frente, que había caído alrededor de la nariz, estaba seca.

-Estás disfrutando esto, ¿verdad, capitán?

-No tienes idea -contestó Levi al tiempo que tomaba distancia de ella y limpiaba la sangre sobre el filo de la hoja metálica. Luego, el capitán se colocó a la derecha de Hange.

-Paige, por favor -intervino la líder de escuadrón-. Necesitamos resolver esta situación de inmediato. No hace falta que te lastimemos.

La chica irguió el cuello, bajó la vista y alzó las comisuras de sus labios en una sonrisa ladina.

-No le diré nada, Mayor Hange -siseó ella-. No insista.

El sarcasmo de Paige provocó que Hange pierda la paciencia.

-¿Qué demonios sucede contigo? -gruñó-. ¿En qué te has convertido, Paige?

-No me he convertido en nada, Hange -la chica levantó el mentón-. Siempre he sido la misma persona. Solo que recién lo has descubierto.

-Tú no eres así -refutó Hange, con una expresión lastimera en la cara-. Tú eres una buena persona. Lo sé. Tú...

Paige la interrumpió.

-Vete de aquí y llévate a Moblit contigo -dijo-. O ambos morirán.

-Sabes que no me iré -replicó Hange-. Y Moblit tampoco. Así que dime, Paige. Quieren tomar la ciudad, ¿no es así?

Paige sacudió los hombros.

-Tal vez, sí. Tal vez, no -dijo-. Todo es posible.

Hange continuó.

-Quieren apropiarse de la ciudad para después ir contra el Rey ¿Por qué?

La joven soltó una carcajada gutural que le heló la sangre a Levi.

-¿Por que? -repitió Paige. La ira rezumaba en sus palabras-. ¿En serio me preguntas por qué? ¿¡En serio no lo sabes!?

Paige empezó destornillarse de la risa. Moblit y Hange se miraron con espanto. Levi podía comprender lo que ambos se decían. Paige había perdido el juicio y se retorcía en espasmos amarrada a una silla. El subteniente, de pie al lado de Erwin, soltó aire y dio un paso al frente.

-Paige -la llamó Moblit, con seriedad-. No tienes escapatoria. Coopera con nosotros. Tu amigo está siendo interrogado también. Tarde o temprano alguno de los dos hablará.

Paige dejó de reírse e hizo una pausa. Su mirada cavilosa y tenebrosa por partes iguales sostenía la de Moblit firmemente El subteniente lejos de amilanarse por su escudriño, se adueñó de una valentía y seguridad poco frecuentes en él.

-Eres un gran chico, Moblit -susurró Paige con melancolía-. Mereces ser feliz. Vete de aquí.

-Habla, Paige.

La joven parecía conmocionada por ver a Moblit de ese modo tan serio y áspero hasta que, de repente, una nueva emoción la asaltó y su expresión apesadumbrada y lánguida cambió. Giro la cabeza y sus ojos verdes miraron a Erwin.

-Voy a contar una triste historia -anunció, y regresó su atención hacia Hange-. Es un poco curiosa, pero triste. ¿Quieres escucharla, Hanji?

Hange respiró hondo.

-Adelante.

Ella entornó la mirada y sonrió. La forma de su sonrisa no le gustó para nada a Levi. Paige tomó aire con exageración.

-Había una vez un profesor que tenia un hijo algo curioso -empezó diciendo la rebelde-. Un día, el profesor le contó a su hijo lo que creía que había en el mundo exterior. La ingenuidad y el entusiasmo del pobre niño hicieron que se lo contara a sus amigos de la escuela. Era cuestión de tiempo hasta que llegara a los oídos indebidos y, entonces, un día sucedió. La policía interior se llevó al profesor y nunca más regresó. Lo habían matado por órdenes de la Corona, por cuestionar lo que no debía cuestionar y por decir lo que no tenía qué decir. ¿no es triste? A la Corona y a la Corte no les importó dejar un pobre niño solo y desamparado sin su padre ¡Qué crueles!

Hange ignoró la burla de Paige y le echó un vistazo furtivo a Erwin. El comandante miraba fijamente a Paige. No parpadeaba, pero tampoco revelaba alguna emoción. Erwin se mostraba tranquilo y circunspecto. Las luces de las lámparas de aceite le daban un aspecto soberano y fantasmagórico.

Levi desconocía si Hange sabía del pasado del comandante, aunque supuso que siguió la mirada significativa de Paige. El capitán se preguntaba si esa historia era cierta y si realmente estaba vinculada a Erwin. ¿Qué era lo que había dicho el padre del comandante para que lo asesinaran? ¿Qué había descubierto? ¿Qué había pensado? ¿Eso era lo que motivaba a Erwin a descubrir la verdad? ¿O había algo más?

-¡Oh! -exclamó Paige, cortando el silencio-. Tengo otra historia. Es muy triste también.

Hange la miró con cansancio.

-Paige, ¿a dónde quieres llegar?

La chica dejó de lado la pregunta y siguió hablando a viva voz.

-Resulta que había una mujer muy, pero muy hermosa, que se enamoró de un hombre casado y con hijos -dijo Paige-. Ese hombre casado no era cualquier hombre. Era un miembro de la Corte. Tuvieron un romance de un año. Al poco tiempo, la mujer quedó embarazada y fue madre de un niño. ¿Sabes que sucedió después, Hanji? El hombre desechó a la mujer como un trapo de piso y jamás reconoció a su hijo. Cuando el niño tenía seis años, la madre fue a pedirle al padre que se haga cargo y le diera su apellido, pero eso nunca pasó. ¿Cómo alguien tan prestigioso y ético como un miembro de la corte podría tener un hijo ilegítimo con una don nadie? Así que no transcurrió mucho tiempo después de eso cuando la mujer murió en circunstancias sospechosas en el interior de su casa y el niño tuvo que ser criado por su pobre tía alcohólica.

Tan pronto terminó de hablar, Mike se precipitó hacia Paige. Su movimiento fue muy rápido, como una bala, una sombra casi imperceptible a los ojos del capitán. Mike rodeó a la joven, apretó su garganta y empezó a ahorcar a Paige con la mano.

-¿Cómo mierda sabes eso? -le gritó, con los ojos verdes oscuros y desorbitados de furia. Levi jamás había visto a Mike tan enojado. Tenía las venas crispadas.

-¡Mike! -tronó Erwin-. ¡Suéltala!

El soldado ignoró la orden del comandante. Estaba rojo de la ira. Hange quiso detenerlo, pero Mike se zafó de su agarre.

-¡Te estoy hablando! -le gruñó el soldado a Paige-. ¡Respóndeme!

La chica se encogió de hombros, pero no dijo nada. Estaba perdiendo el color del rostro bajo la presión de los dedos de Mike. El capitán estaba convencido de que la iba a matar.

-¡Mike! -gritó Erwin de nuevo, y miró a Levi-. Detenlo.

Paige tosió y escupió saliva cuando el capitán agarró a Mike por la espalda, cerró el agarre y lo arrastró hacia atrás. Levi empujó al soldado a pocos centímetros del camastro. Mike golpeó de lleno y cayó al suelo. Su compañero le propinó una patada en la cara y después en el pecho tan pronto anticipó las ansias de Mike por incorporarse y atacar de nuevo a Paige.

-Contrólate, perro gigante y rabioso -le escupió Levi, y apretó el pie en su garganta-. Estamos en algo importante. Todavía la necesitamos viva.

El soldado chasqueó la lengua y le apartó el pie a Levi de un manotazo. Luego, se limpió con el antebrazo la sangre que salía de su nariz.

La risa de Paige hizo hundir el entrecejo a ambos soldados. Mike se levantó del piso demasiado iracundo como para aminorar los ánimos caldeados.

-¡Qué divertidas mis historias, ¿no creen?! -canturreó la joven. Levi siseó de fastidio y regresó frente a Paige, que se tambaleaba excitada sobre la silla.

Hange volvió a tomar asiento.

-¡Ya basta! -le suplicó a Paige-. ¿Cómo es que sabes todas esas cosas? ¡Dinos algo!

Pero la joven lejos estaba de querer terminar.

-¡AY! ¡Tengo más! ¡Mucho más! -gritó. El capitán no sabía si lo irritaba más que se estuviera divirtiendo o que este completamente loca-. ¿Nunca dudaste de la muerte de tus padres, Hanji? ¿No te ha parecido extraño que los dos mueran de neumonía al mismo tiempo?

Levi miró de refilón a Hange y, por primera vez, desde que había empezado a interrogar a Paige, la duda se manifestó en su cara. La líder de escuadrón enmudeció y su boca quedó ligeramente entreabierta del asombro.

-No -aseguró Hange volviendo en si, pero a Levi no le resultó muy convincente. Estaba pálida-. Mi padre cayó enfermo y mi mamá enfermó cuidándolo en el hospital, Paige. Tú lo sabes. Te lo he dicho un montón de veces

-Mientes -soltó Paige-. Nunca te has podido convencerte de la muerte de tus papás. Lo sé. ¿Quieres saber cómo realmente murieron? -El mutismo por parte de Hange hizo que la rebelde continuara hablando-: Pues, en realidad, lo que te dijeron en el hospital fue mentira. Tú nunca viste el estado de sus cuerpos. Solo le has llorado a dos féretros viejos y cerrados. A tus padres lo mató la Corona, Hanji. Una reducción de población con personas enfermas. Estoy segura que tu mamá pudo haberse salvado, pero... ¿Quién quiere gastar insumos e impuestos en unos pobres y miserables enfermos cuando puedes deshacerte de ellos? Entonces... ¿Por qué los están defendiendo? ¿Por qué están arriesgando sus vidas? ¡Cuando a ellos les importa una mierda todos ustedes!

Paige los había dejado sin palabras. El mutismo por parte de los soldados divirtió a la joven y volvió a reírse de manera frenética. Levi se cansó. La tomó detrás de la cabeza y jaló de su cabello enmarañado. El capitán se inclinó hacia ella, apoyó la cuchilla en su garganta y le dijo:

-¿Piensas que los tuyos van a ser diferente a toda esta mierda que acabas de contar? Siempre te has creído muy inteligente y no eres más que una idiota. ¿Sabes lo que hizo la última bomba de tus amigos? ¿Quieres saberlo? Te encantara al final.

-¡Quiero un pueblo con igualdad de condiciones! -bramó Paige-. ¡Donde no nos marginen solo por ser pobres! ¡Estoy cansada de las injusticias! ¡Estoy cansada de la monarquía corrupta! ¡Harta de que por el esfuerzo de mucho se beneficien unos pocos!

-Las personas con las que estás haciendo todo esto no están marginadas por ser precisamente pobres -farfulló Levi-. Y dudo que le hagan bien a la humanidad.

-No todos son delincuentes -murmuró Paige, y elevó aún más el tono de su voz-. Y tú mismo lo sabes. Algunos simplemente han nacido ahí adentro y no han tenido otra opción más que delinquir para sobrevivir.

Levi la miró con los ojos entrecerrados y chasqueó la lengua. ¡Esa maldita los estaba manipulando! Levi sabía que en parte tenía razón, pero no podía dejarse influenciar por ella. No podía justificar la muerte de gente inocente por las injusticias que acontecían en la Ciudad Subterránea.

-La bomba que han lanzado a la arbolada ha matado a mucha gente, pedazo de escoria mal naciente.

-La bomba de la arbolada no fue obra nuestra -reveló Paige.

Los ojos azules de Levi se llenaron de recelo.

-No te creo nada.

Paige rio una vez más.

-Eso es porque es un idiota, capitán Levi.

Erwin decidió intervenir. El hombre caminó lentamente hacia la rebelde y le ordenó a Levi que la soltara. El capitán se alejó y el comandante la observó con frialdad. Ella no se intimido ante la presencia de Erwin. Paige bajó el mentón y enfrentó al comandante, con una sonrisa tétrica y su mirada brillando de astucia.

-Sabemos que tienen tomada la Ciudad Subterránea y que han matado a mucho de los que custodiaban la seguridad allí -dijo Erwin-. ¿Qué es lo que quieren? ¿Por qué han matado a todos esos civiles?

-Nosotros no hemos tirado esa bomba -contestó la chica-, pero parece que no somos los únicos que buscan revolucionar a la humanidad, comandante Erwin.

Tiempo después, los cinco miembros de la Legión salieron de la habitación silenciosos y pensativos. Hange se recostó a un costado de la puerta donde Paige estaba cautiva. La líder de escuadrón exhaló y se deslizó por la pared hasta sentarse en el piso.

-Eso si que ha sido agotador -comentó Hange.

El capitán se encontraba abstraído. En realidad, estaba mareado y confundido. ¿Quién había lanzado esa bomba si no fueron los rebeldes? ¿Por qué querrían matar gente inocente? ¿Quién más buscaba adueñarse del liderazgo de la humanidad? Levi no ansiaba creerle a Paige, aunque debía reconocer que tanto su comportamiento como sus dichos lo hacían dudar bastante. Maldita zorra astuta.

Mike y Erwin también permanecieron callados un buen rato hasta que el líder de escuadrón decidió hablar.

-No van que creerle, ¿verdad? -inquirió Mike, avizorando a sus colegas-. No podemos confiar en ella. ¡Nos ha manipulado a todos!

El capitán cruzó los brazos y apoyó el cuerpo de lado.

-¡Qué curioso que tú lo digas, Mike! -dijo con ironía-. Teniendo en cuenta que casi pierdes la cabeza ahí dentro.

-Al menos hemos conseguido que Paige hable -intervino Erwin, antes de que Mike y Levi comenzaran a pelear-. Le notificaré a Darius todo lo que hemos podido sonsacar hasta el momento, aunque debemos seguir intentándolo. El otro rebelde se llama Linus y es lo único que sabemos de él hasta el momento. La Fuerza de Guarnición se está encargando de su interrogatorio. Tal vez el chico dijo algo más. Hange, definitivamente Paige tiene una debilidad emocional por ti. Debemos aprovecharla. La seguirás interrogando hasta que nos dé toda la información que necesitamos. Levi, tú la acompañaras. Si lo que Paige dice es cierto, es muy probable que no sepa de la muerte de Conan. Así que podemos utilizar lo que pasó a nuestro favor. Tú sabrás cómo, Hange.

La líder de Escuadrón tragó saliva con fuerza. Levi supo que Hange aceptó la orden de Erwin sin un ápice de consentimiento

-Entendido, Erwin.

-Por cierto -expresó el comandante-. No sabremos cuanto tiempo permaneceremos aquí, por lo que los escuadrones estarán en el piso de arriba y ustedes se encargaran de vigilar su guardia. Hay varias habitaciones en este pasillo. Pueden instalarse en la que quieran. Aunque Levi, creo que sufrirás un poco tu estadía en este lugar.

El capitán emitió un sonido sibilante.

-Ni que lo digas.

Una de las mejillas de Erwin se inclino a gatas hacia un lado, como si hubiera reprimido una mueca jocosa.

-Hablaremos más tarde -dijo el comandante-. Mike, ven conmigo.

Mike y Erwin caminaron hasta el final del pasillo y subieron la escalera que conectaban al primer piso. Levi estaba convencido de que Mike recibiría alguna especie de escarmiento por su reacción durante el interrogatorio de Paige. "Ojalá lo haga limpiar", pensó el capitán. Sin embargo, Erwin era más riguroso con sus castigos.

Levi recordó aquella vez cuando lo encerró durante tres días en la mazmorra por ir a matar a Lobov y todo su séquito de maleantes. El capitán lo había sobrellevado bastante bien. Al fin y al cabo, se había criado bajo tierra, en la miseria y sin ver la luz del sol por años. Levi había aprendido a acatar las ordenes al pie de la letra y, si bien en un principio no le gustaba ni un poco las jerarquías, descubrió que las estaba empezando a respetar. Erwin y Darius era eminencias para Levi. A excepción de Dot Pixis, ese viejo borracho aún no se había ganado su respeto.

-¡Líder de escuadrón! -irrumpió Moblit de pronto, despabilando a Levi-. ¿Se encuentra bien?¿Necesita algo? ¿Quiere que hablemos de lo que dijo Paige?

-Estoy bien, Moblit -contestó Hange, todavía sentada en el piso-. Ve con los demás y replica la orden de Erwin a los tres escuadrones.

-De acuerdo -Moblit estuvo a punto de irse, pero se arrepintió. Volvió sobre sus pasos y miró a Hange de nuevo-. Estoy orgulloso de usted, Mayor Hange. ¡Es increíble!

Hange le esbozó una mueca simpática y Moblit le sonrió. Levi estuvo tentado a escupirle la cara cuando se despidió de él, pero prefiero ignorar su ramalazo de celos. Se esforzó para que la líder de escuadrón no notara su malestar y le ordenó al subteniente que le diga a su escuadrón que busquen enseres para limpiar las instalaciones.

Cuando Moblit se fue, Hange derrumbó su pantomima. La chica relajó el porte, se agarró la cabeza y la giró de un lado al otro.

-¡Esto ha sido terrible! -exclamó-. ¡Estoy muy cansada!

Levi frunció el ceño.

-Levántate del suelo, cuatro ojos -dijo-. ¡Está sucio!

-Lo que menos me importa es la suciedad, Levi.

-Debería importarte -sugirió el capitán, y su voz se endulzó un poco cuando le pregunto a la chica-: ¿Piensas realmente que a tus padres lo mataron?

Hange estiró las piernas y fijó la vista en la punta de sus botas mientras movía los pies de arriba abajo. El capitán se estaba poniendo nervioso. ¿Es qué acaso no veía como las motas de polvo se le adherían a la ropa? ¿Acaso no le picaba la nariz y los ojos? ¿Por qué demonios era tan descuidada?

-Siempre me ha parecido extraña la manera en que murieron -confesó Hange, y Levi volvió a concentrarse en ella-. Pero no estoy triste. Estoy sorprendida, quizás. Aunque, no del todo. Es algo que lo he pensado en varias ocasiones -La chica recostó la cabeza en la pared y levantó la vista hacia el techo-. Los he llorado tantos años que no ha cambiado nada. Ellos ya han muerto. No regresaran. Solo espero que no hayan sufrido demasiado.

El capitán la observó un instante mientras sus sentimientos le entibiaban el pecho. Tenia ganas de estrecharla entre sus brazos y acariciarle el cabello. Sin embargo, no lo hizo. Por más que había logrado dar rienda suelta a lo que sentía por Hange, todavía le costaba bastante expresar sus emociones.

Levi era consciente de su personalidad fría, neurótica, histérica y veleidosa. En ocasiones se sorprendía de lo cálido y humano que era con ella. Probablemente Hange era la única persona que lograba sacar lo mejor de él y hacerlo descubrir aspectos de su personalidad que desconocía hasta el momento.

-¡AH! -Hange sacudió las piernas otra vez-. ¡Extraño preocuparme por los titanes! ¡Ver sus maravillosos ojos brillando por el deseo de devorarnos! ¡La adrenalina que siento al escapar de ellos! ¡Son tan interesantes! ¡Realmente los extraños! ¡Los titanes son mucho más divertidos, ¿no crees, Levi?!

Ya para ese momento el capitán había dado media vuelta y echado a andar hacia el lado contrario de donde Hange se encontraba. Todo sentimiento de amor fue remplazado por una gran irritación hacia ella.

-¡Levi! -Hange corrió y caminó a su lado, abrazando los brazos detrás de su espalda-. ¿Me has escuchado?

-Sí -contestó el capitán mientras abría las puertas de las habitaciones lindantes y las observaba de reojo.

-¿Y qué opinas? -dijo Hange-. ¿No crees que los titanes son mucho más divertidos e interesantes que todo este drama? ¡Además es cuando te vemos en acción, Levi! -Hange se llevó las manos a la cara para ocultar su rubor-. ¡Eres tan increíble cuando enfrentas a los titanes! ¡No por nada eres el hombre más fuerte de la humanidad!

-Ya veo -expresó el capitán al tiempo que se inmiscuía en otro dormitorio. Levi abrió la puerta y la cerró de inmediato al ver demasiado polvo y hasta barro por encima de los muebles. Estaba seguro que había una filtración de agua por algún rincón de la casa.

-No me estás prestando atención, ¿verdad?

Levi volvió a asomar la cabeza por otro dormitorio y se alejó espantando. Se estaba empezando a marear de la impresión. Cada vez que sujetaba una aldaba, y sentía polvo y óxido entre los dedos, se limpiaba la mano con histeria. La estaba pasando muy mal.

-Claro -exclamó. Lo cierto es que también la estaba escuchando. Solo que no tenía ganas ni voluntad de hablar de titanes con Hange. Ni con nadie.

La chica resopló, adelantó unos pasos, y colocó los brazos en jarra. Hange giró, inclinó la postura hacia el capitán, y el chico retrocedió por su cercanía.

-¿Qué estás haciendo? -quiso saber, con una mueca de reproche-. ¿Estás buscando una habitación para los dos?

La ilusión en la última pregunta de Hange le dio un vuelco en el estómago al capitán.

-No -se apresuró a responder Levi-. Para mí solo. Muévete.

Hange hizo un mohín con la boca.

-¿Vas a dejar a tu pobre Hanji durmiendo sola en una habitación fría y sucia?

Levi le enarcó una ceja. ¿Mi pobre Hanji?

-Ya eres sucia -contestó-. No veo la diferencia

La líder de escuadrón estaba desilusionada. Enderezó la espalda, cruzó los brazos y movió el mentón hacia un costado.

-Eres menos romántico que un titán -dijo, y se llevó los dedos a la boca-. Aunque aún no sabemos si los titanes tienen sentimientos.

Levi exhaló con fastidio, la esquivó y siguió caminando. Atrás había quedado la chica vergonzosa y tímida que preocupó a Levi. Hange había vuelto a la normalidad. La líder de escuadrón lo alcanzó rápidamente.

-No -murmuró Levi, anticipándose a su pregunta-. No dormiremos juntos. No dormiré contigo.

-¿Por qué? -preguntó Hange con desilusión-. ¿Por qué no quieres dormir conmigo, Levi?

-Porque no -contestó el capitán-. Eres escandalosa.

-Ayer no te parecía escandalosa.

El capitán se volvió en redondo. Hange se echó hacia atrás y, en el movimiento, se golpeó la cabeza con una antorcha vieja y oxidada. La chica maldijo por lo bajo su torpeza.

-¡Deja de decir esas cosas en voz alta! -masculló el capitán, con la respiración agitada y tratando de controlar los nervios-. ¡Nadie puede enterarse lo que pasó!

Levi era muy reservado y tímido con sus asuntos personales. No quería que Erwin, Mike ni mucho menos sus subordinados estén al tanto de su vida privada. Al final de cuentas, ser capitán era una enorme responsabilidad, pero también se trataba de su trabajo.

La líder de escuadrón se rascó el mentón.

-Tampoco pensaba gritarlo a los cuatro vientos -replicó Hange.

-Estás gritando en estos momentos -apostilló Levi.

-¡Ay! ¡Lo siento! -exclamo Hange-. ¡Me lleva la emoción!.

-Déjame en paz.

Ella movió la cabeza y sus ojos se arrugaron cuando sonrió de manera pletórica.

-Aunque quisiera contárselo a Moblit.

A Levi se le aceleró el corazón del pánico.

-De ninguna manera

-¿A Nifa? -preguntó-. Creo que me entiendo muy bien con ella.

Levi sabía la razón: las dos eran extremadamente desenfadadas, excéntricas y raras.

-Menos que menos -sentenció. Le quedaban tan solo dos dormitorios por ver. Debía existir alguno cuya suciedad no lo haga desfallecer. El capitán resopló con molestia cuando descubrió que una de las puertas daba a un baño aún más desagradable que las habitaciones.

-¡Ay! ¡Es que mi primera vez fue tan linda! -exclamó Hange con añoranza. Levi sentía un sudor helado recorriendo su espalda, como si un fantasma hubiera pasado detrás de el y haya estado tentado en arrebatar su alma-. ¿Sabes he anotado todo lo que sentí en una libreta? Me hice un par de anotaciones y es curioso como el cuerpo humano manifiesta placer a través de...

-¡Cierra la boca! -gruñó el capitán, ingresando a la última habitación al final del pasillo. Hange lo siguió y él se detuvo. Levi giró sobre sus pasos-. Me quedaré con este dormitorio. ¡Largo! Quiero limpiar.

-¡Oh! -exclamó ella, observando como Levi sacaba un pañuelo de su chaqueta, lo anudaba detrás de la cabeza y lo colocaba a la altura de la nariz-. ¡Qué malo eres con tu pobre Hanji!

-Deja de decir que eres mía -masculló Levi, con irritación-. ¡Lárgate!

Hange hizo oído sordo y vagó la mirada por la habitación. El capitán había elegido un dormitorio pequeño, que contaba solamente con un espejo, un camastro y un armario. Había polvo por doquier y telarañas enormes. A Levi le pareció escuchar el chillido de una rata.

-¡Es una habitación muy bonita! -expresó Hange, pasando el dedo por el espejo. Levi esperaba que estuviese bromeando-. ¡Duermo del lado de la pared! -añadio de golpe, y se lanzó sobre el camastro.

Los dos soldados tosieron cuando una nube de polvo se levantó como humo. A continuación, Hange pegó un grito, brincó y se sacudió el cuerpo apenas una plaga de cucarachas salió disparada en todas direcciones. Levi pensaba en morirse ahí mismo.

-¡Ah! -chilló la chica mientras se quitaba de encima una cuchara que recorría su pierna-. ¡Está lleno de insectos!

El capitán estaba muy molesto. Caminó hacia su compañera, la tomó a por el brazo y la llevó a rastras hacia la puerta. Sin embargo, Hange logró soltarse y comenzó a llorar de la risa.

-¡Es tan divertido irritarte! -dijo entre risas, mientras se sostenía la panza y reclinaba la espalda contra el marco de la puerta-. ¡Mírate la cara! ¡Estás enojado!

Levi bajó su pañuelo.

-Estás loca.

Hange se restregó los ojos y le dio palmaditas en la coronilla al capitán.

-Me gusta hacerte enojar, Levi. ¡Es tan divertido!

-Vete

-Ya, ya -expresó entre risas, y se inclinó hacia él-. Aunque podrías darme un beso antes.

-No -respondió, y dio media vuelta.

-¡Oh! ¡Vamos! -expreso ella en tono burlón-. ¡Eres un cobarde!

-Lárgate -insistió Levi.

-No.

Entonces Hange quiso adelantarse de nuevo al interior del dormitorio, pero Levi fue más rápido. La líder de escuadrón quedó pasmada cuando el capitán la sostuvo de las muñecas y la empotró contra el resquicio e la puerta. Sus muñecas estaban apresadas cerca de la cintura.

-¿Quién sabe? -expreso Levi de repente, mirando a Hange directo a lo ojos-. Tal vez no quiera solo besarte.

Ella pestañeó sorprendida por su cambio de actitud repentino. La voz ronca de Levi puso aún más nerviosa a líder de escuadrón. Pese a su diferencia de altura, Hange parmencia pequeña y mansa bajo su dominio.

-¿Qué haces? -susurro tan pronto sintió la mano de Levi resbalarse hacia la parte interior de una de sus piernas y ascender hacia su muslo.

La chica se estremeció por el contacto y Levi supo que conseguiría lo que quería. Ella cortó la distancia entre ambos. El capitán se acercó a su boca y le desajustó con una mano el nudo de su capa gris, que terminó en el suelo.

-¿Qué quieres que te haga?

Hange apenas podía respirar. A Levi lo excitaba y enternecía su reacción.

-Puedes hacerme lo que quieras -respondió ella, con un hilo de voz.

El cuerpo de Levi tembló, soltó las muñecas de la chica y sus labios rozaron los de Hange.

-Tal vez, no sea tan dulce esta vez.

-Podré soportarlo -respondió ella-. Quizás, yo tampoco lo sea.

-Lo sé -expresó Levi, y apretó su cintura. Hange cerró los ojos esperando un beso y tal vez algo más, pero el capitán no la besó. Levi rompió el contacto con ella, se apartó y la lanzó al pasillo. La líder de escuadrón se sonrojó de la vergüenza antes de que Levi le cerrara la puerta en la cara.

El capitán sostuvo la aldaba del otro lado para evitar que Hange vuelva a entrar. Sin embargo, no lo hizo y se relajó cuando oyó los pasos de la chica alejarse por el pasillo. Ni siquiera sabía porque le había dicho todo eso, pero no importaba. Había funcionado. El capitán subió su pañuelo, sacudió las manos y vagó la vista por el lugar. Definitivamente le llevaría más de tres horas limpiar su habitación.

Finalmente fueron cuatro horas. Levi terminó exhausto. Había conseguido enseres de limpieza gracias al escuadrón de Mike. Nanaba se los acercó a sabiendas de su trastorno obsesivo. Nunca había visto tanta mugre en su vida. O sí. Pero no lo recordaba en ese momento. Lo único que lo tenía intranquilo era el colchón y las cucarachas, pero sabía que encontraría alguna forma de deshacerse de ambos. A la tarde, subió al primer piso y se unió a su escuadrón.

El capitán estaba ansioso por hablar con Erwin. Había estado pensando de nuevo sobre los miembros de la Corte que tenían vinculo con la delincuencia. Creía que Benton podría ayudar a la Legión con esa información. Cada tanto le llegaban cartas por parte de Benton a Levi contándole sobre su nueva vida. Había sido padre de una niña a la que llamó Greta y su negocio de alfarería iba de maravillas. El capitán se alegraba por él.

Levi estaba llevando acabo su turno de vigilancia cuando avistó a Erwin. El comandante no salia mucho del refugio por cuestiones de seguridad, aunque aparecía en intervalos concisos, en los cambios de guardia de los escuadrones de la Legión y las Fuerzas de Guarnición

Levi activó el equipo de maniobra y se propulsó hacia su dirección. El capitán aterrizó con gracia a su lado.

-He estado pensando sobre lo que dijo Paige, Erwin -comentó Levi.

-Yo también -confesó, y se volvió para regresar al interior del refugio.

Levi dudó en seguirlo hasta que Erwin le hizo una seña. El capitán guardó las cuchillas metálicas y caminó junto a él.

-¿Qué has pensado? -quiso saber Levi. El comandate tenía una perspectiva mucho más afilada y realista que él.

-No creo que Paige mienta.

A Levi su intuición le decía que tampoco, aunque la chica no era de fiar.

-No estoy muy seguro de eso -contestó-. Pero creo que existe la posibilidad de que algún miembro de la Corte esté involucrado.

Erwin sonrió de lado.

-Entonces hemos estado reflexionando sobre lo mismo.

-¿Qué piensas hacer?

-Esperar el próximo movimiento del enemigo -replicó el comandante.

Levi lo observó en silencio.

-A veces me da la sensación que disfrutas esto.

-No -respondió Erwin-. Me molesta. Creo que este conflicto solo atrasa nuestro trabajo.

-¿Y por qué has decidido cooperar? -El capitán dudaba que Erwin haya actuado solo por su afecto hacia aquella mujer llamada Marie.

Erwin detuvo su andar y Levi lo imitó. Se habían frenado cerca del nacimiento de otro pasillo que daba a más habitaciones. Ese lugar en vez de ser una casa se trataba de un caserón. Malditos proxenetas.

El comandante echó un vistazo rápido por encima de su hombro y contento en un murmullo:

-Porque al Cuerpo de Exploración todavía le conviene el apoyo de la Corona y la tranquilidad de la humanidad dentro de las murallas. No creo que los rebeldes estén equivocados con sus propósitos, pero por el momento ellos no favorecen a los objetivos de la Legión. Todavía necesitamos de la Corona y a la Corte. Por eso debemos protegerlos.

Levi arqueó las cejas.

-¿O sea que no te importa la vida de toda la gente inocente que ha muerto y probablemente morirá?

-Sí, me importa -contestó Erwin-. También estoy aquí por eso, sin embargo, la verdad acerca de los titanes es nuestra prioridad.

Levi recordó el relato de Paige acerca del padre de Erwin. ¿Seria verdad?

-¿Que sucedería si algún día la Corona va en contra de Legión? -indagó el capitán-. ¿Si tus órdenes e ideales se oponen a los de las autoridades? ¿Qué harás ese día, Erwin?

El comandante hizo una pausa y lo que dijo a continuación congeló al capitán:

-Entonces nosotros también nos convertiremos en rebeldes y fugitivos, Levi.