Primer capítulo actualizado desde la app, yeiii
22. Condiciones extremas
Smith acarició los senos de Elaine, quien lo montaba con tanto desenfreno y pasión que la costaba no dejar salir su orgasmo; todo este sueño -porque sabía lo que era- estaba atrapándolo poco a poco. Detrás de ella sólo alcanzaba a ver la infinita oscuridad, pero después de cada beso parecía sumergirse más y más en ese sueño, sin cansarse de controlarlo todo. Dejando que su mente y su corazón por fin se desahogaran. Olvidándose por un momento de Luan.
—Amor, te extraño —decía Smith envuelto en pasión.
Su cabello no tenía rastro alguno de canas. Su cuerpo seguía con piel firme y sin muchas arrugas. Más allá de la sensación de sentirse joven y revitalizado, no quería que acabara este momento con su difunta esposa, mucho menos luego de acurrucarse y por fin volver a sentir su respiración en el pecho tal como hace años.
—También te extraño, muchísimo.
¿Se trataba de un sueño o una ilusión? No estaba seguro, y tampoco quiso indagarlo. Todo regresaba: el aroma de su sudor luego del sexo, sus voces agitadas, los alientos cálidos y caricias fugaces pero cariñosas.
—John, ven a casa conmigo.
De pronto abrió los ojos y salió de su ensoñación. Una vez más, estaba canoso, viejo, desgastado, vestido con su típico saco negro y pantalón de mezclilla. Elaine seguía viéndose joven, aunque sin el aspecto desmejorado de su tratamiento por leucemia. Sonreía de aquella forma tan cálida y amorosa con la cual la recordaba. Con su vestido blanco de flores negras, sus tenis converse y la diadema de girasol en su cabeza. No faltaba tampoco el valioso collar con el cual la había enterrado.
—A casa… —repitió Smith con tono endeble.
—A casa —reafirmó ella—. Por favor, John.
Y el doctor sonrió al caminar hasta Elaine y tomarla de la mano, perdiéndose en la oscuridad abismal donde estaban, escuchando sus pasos y el sonido de sus risas. Como si volvieran a ser los adolescentes recién entrados en la adultez de cuando se conocieron.
Sin embargo, igual que las horas anteriores, John despertó con un tremendo vacío en su interior pero percatándose que estaban en las cercanías de Michigan. Su amigo se veía cansado y algo desmejorado, por lo cual John hizo lo propio y cuando se orillaron intercambiaron lugares. Desde este punto, el psicólogo manejaría hasta Royal Woods para reunirse con los Loud, tal como lo pautó con Luna.
—Oye John, ¿es normal tener algún tipo de regresiones en una situación de presión como esta?
— ¿Por qué lo preguntas?
—Vaya, porque estabas soñando con Elaine hace sólo un momento.
John se sintió avergonzado, como si lo hubieran capturado en una infidelidad por mucho que parecía una ridiculez. Joel le dio un trago a su café y luego una mordida voraz a su dona, quedándose casi con migajas entre los dedos.
—A este punto ya no sé cómo sentirme, no te mentiré —confesó John—. Estoy preocupado por Luan y sus hermanas, claro, pero… Dios, sigo extrañando a mi esposa.
Joel asentía conforme con su respuesta, pero el sueño pareció abandonar su cuerpo de un momento a otro. Cuando se detuvieron a cambiar de lugares aprovecharon para ponerse un abrigo y encender la calefacción para que no se empañara el parabrisas.
—Te diré algo, John —dijo con seriedad su amigo—. No te vi tantas veces como quisiera desde que murió Elaine, pero sí escuché tu voz por teléfono y Dios sabe que muchas veces le pedí que estuvieras mejor.
John sonrió ante la confesión de su amigo, mas no esperaba lo siguiente.
—Te tuve envidia cuando te casaste y tuviste a tu hija, por ver el amor que derramaban tú y tu familia por todas partes. Ahora, con lo que me cuentas de Luan, puedo darme cuenta que no han cambiado las cosas. Toda esta autocompasión te nubla la vista. Entiendo que extrañes a Elaine, pero fue tu pasado. Luan es tu presente y quién sabe si será tu futuro, pero no podrás disfrutarlo hasta que hagas las paces con ese John triste que resiente la pérdida de Elaine.
—Sí, todo esto es nuevo para mí.
Eso fue todo lo que dijo John y al cabo de un rato Joel se quedó dormido. Al paso que iban llegarían a Royal Woods al anochecer. Lo único que John odiaba de viajar en carretera era las idas y venidas de la señal telefónica. Ahora más que nunca debía estar al pendiente de los Loud.
Sam estaba al teléfono con Tabby y los demás para comunicarles lo sucedido, mientras Luna seguía hablando con la policía junto con Lori, ya que el señor Loud estaba demasiado ocupado tratando de reconfortar a Rita, quien estaba tan desconsolada que hasta podía jurar que perdió algunos kilos con aquel susto. Y es que no se trataba de una simple desaparición en la que podían esperar 72 horas para ver si regresaban a casa; sobraban tres testigos y una familia numerosa exigiéndole a la policía resultados lo más pronto posible, resaltando entre ellos a la explosiva rockera que gritoneaba allá dentro.
— ¡Hace casi dos días que los secuestraron! —gritaba Luna golpeando el escritorio del recepcionista encargado.
— ¡Son literalmente los policías más idiotas de todos! —acompañaba Lori en el enfurecido griterío de Luna.
—Les repito que el caso ya está siendo investigado, hoy por la tarde irá un equipo especializado para intervenir los teléfonos de su casa para poder rastrear la llamada del secuestrador. De igual modo, por favor, estén atentos al celular por si se comunican con ustedes por separado.
Por esta vez Luna pareció calmarse, pero Lori la apartó del escritorio en cuanto vio cómo agarraba del cuello de la camisa al novato uniformado, por lo menos antes de que los dos oficiales de guardia la quitaran con más fuerza. Podía entenderla, por supuesto, ya que el tono tan estúpido y formal del tipo las estaba sacando de quicio. En cuanto salieron al estacionamiento la rubia Sam se acercó a abrazar a Luna, dándole besos en la mejilla para poder calmarla, cosa que dio resultado muy fácil.
—Ya hablé con Tabby, cariño —dijo Sam sin dejar de abrazarla—. Va a hacer algunas llamadas, también imprimirá algunos afiches para que Chunk los pueda entregar en algunos bares y tiendas.
—Gracias, Sam —dijeron las dos hermanas a la vez.
En ese momento llegaron Bobby y Leni en el auto del doctor Smith sonando el claxon para decirles que subieran. Luna no pudo evitar dar un suspiro al recargar su cabeza en el hombro de Sam al sentirse aliviada de que la relación de Luan con el viejo psicólogo les hubiera ayudado a no quedarse sin transporte ahora que su Torino volvía a estar inhabilitado por los malhechores que, para que nadie los siguiera, decidieron apuñalar los neumáticos traseros. Por otro lado, todos estaban igual de confundidos por todo lo sucedido, pero de los más afectados sin duda era Lola por no haber podido hacer nada. La pequeña diva entro en crisis estos dos días por haber visto cómo se llevaban a sus hermanas y la dejaban indefensa.
— ¿Les dijeron algo? —preguntó Bobby.
—Nada, sólo que luego irán a intervenir los teléfonos para rastrear la llamada del secuestrador, claro, si se comunica —contestó Lori.
—Y una mierda —rezongó el chico—. Estuve hablando con Ronnie Anne, ella tampoco sabe nada, pero estará al tanto de cualquier cosa.
—Bueno, al menos Lincoln y sus amigos ya debieron atestar las páginas de Facebook de la ciudad con fotos de las chicas, papá también dijo que les prestó a Vanzilla para que fueran a casa de un tal Liam y se llevó a Lucy con él —dijo Luna con algo de tranquilidad.
Leni y Bobby voltearon a mirarse y luego el chico miró a la rockera por el retrovisor con un gesto de confusión y preocupación. Esto hizo que la castaña se apartara del hombro de su novia al sentir un escalofrío recorriéndole la espalda.
—Lincoln y Lucy no están con Liam, él está con Ronnie Anne y otros chicos en casa de Clyde —contestó Leni.
— ¡¿Qué?! —gritaron Luna y Lori.
—No están con ellos.
Se pusieron rumbo a la casa de los McBride para aclarar este malentendido. En medio de todo este caos, lo último que necesitaban eran otros dos hermanos desaparecidos. Por poco destruyen el timbre de la casa y tiran la puerta de tantos golpes, pero Haikú les abrió dándoles el paso hasta la sala para ver a Clyde, Ronnie, Cookie, Rusty, Zach y Liam haciendo llamadas telefónicas tratando de convencer a sus amigos y más chicos de la escuela para ayudar. Antes de hacer cualquier cosa los buscaron con la mirada para corroborar que fuera cierto, y vaya si lo era.
—Ronnie, ¿dónde están Lincoln y Lucy? —preguntó Bobby con voz agitada.
— ¿De qué hablas? ¿No estaban con ustedes?
— ¿Lo has llamado al celular? —fue turno de Luna, quien trataba muy en vano de guardar compostura.
—Me manda directo a buzón, ¡pensé que su celular se había descargado!
— ¡Yo literalmente pensé lo mismo! —gritó Lori comenzando a llorar por el enojo y la preocupación.
Una vez más empezó el griterío, esta vez con más inquietud y rabia. En medio de todo esto, la gótica no pudo dejar de ver cómo Clyde estaba temblando sin atreverse a meter en la discusión, por lo cual lo jaló de una mano al corredor de las habitaciones bastante enojada.
— ¿Sabes algo de esto, Clyde? —preguntó con un tono amenazante.
El chico estaba a punto de desmayarse del susto, pero Haikú logró despejarle la mente al amasarle las mejillas de forma cariñosa aunque algo apresurada.
—Vampirito, es un momento de crisis —decía sonriendo para tranquilizarlo—. Si sabes a dónde fueron, es mejor que lo digas. Ningún "trato de amigos" vale que una familia entera esté tan preocupada.
Vaya que Haikú sabía cómo tratarlo, no pudo evitar mirarla enternecido por aquel apodo tan simpático con el que se dirigió a él. Una vez recompuesto, se dirigió a la multitud de voces enojadas e intranquilas para decirles algo que quizá fuera peor.
—Di-disculpen, yo estuve llamando a Lincoln desde ayer porque… yo sí sé que salió, no sé dónde está.
La mirada de Luna le estremeció hasta el último rincón de su cuerpo, por fortuna Lori se le adelantó y lo sujetó con cuidado de los hombros bajo la atenta mirada de Haikú por si se ponía igual de agresiva que la rockera.
—Clyde, tienes que decirnos a dónde fue, ¿por qué ahora?
—Cuando se fueron esto todavía no ocurría, me dijo que no tardarían, se fueron la tarde que raptaron a sus hermanas.
— ¡¿A dónde fue?! —preguntó Ronnie Anne, sin importarle lo agresiva que sonó, siendo retenida por Cookie mientras Haikú se ponía en su paso hasta Clyde.
—N-no me explicó muy bien, dijo algo sobre un lugar que Lucy le contó. Dijo que iban a resolver un problema, no dije nada hasta ahora porque me pidió cubrirlo, ¡juro que yo no sabía nada! De saber cómo estarían las cosas no le hubiera dejado irse.
Entre todos no dejaban de compartir miradas de asombro enardecido por el secretismo de sus hermanos ausentes. En tanto, Luna trataba de recapitular los hechos en su mente, siendo que Lincoln y Lucy se fueron en la tarde que Luan, Lana y Lily fueron secuestradas y Clyde no se enteró hasta la mañana de ese día cuando levantaron el reporte para comenzar las llamadas.
—Lo siento, no dije nada sólo por cubrirlo, sino porque a estas alturas pensé que ya estaría de regreso, no pensé que fueran a tardar tanto.
— ¿Lincoln y tú hacen estas estupideces muy seguido? —fue turno de Cookie para abrir la boca.
El chico estaba a punto de responder hasta que notó el sarcasmo en su tono de voz. Ahora toda la familia Loud se encontraba en un predicamento porque a dos de sus hermanos se les ocurrió hacer una idiotez en medio de una crisis. Vale, nadie tenía forma de saber lo que ocurriría, pero sigue sin tener excusa.
—Bueno, ¿alguna idea de dónde pueden estar? —preguntó Sam.
—Fue todo lo que me dijo antes de irse, no sé a qué lugar se refería, pero tal vez Ronnie Anne lo sepa.
Todos voltearon a ver a la morena, quien en un gesto de amargo desconcierto negó moviendo la cabeza, notándose cada vez más frustrada.
— ¿Por qué lo sabría?
—Tal vez porque eres su novia, ¿no? —le contestó Zach.
Y aunque eso tenía muchísimo sentido, la verdad es que Ronnie Anne no tenía ni la más ligera idea de dónde pudo meterse su novio junto con su hermana menor. De nuevo, al saber que la había cagado un poco más sin querer, Clyde cerró los ojos mordiéndose la lengua por su torpeza.
—Muy bien, estando aquí parados no sabremos nada. Por el momento mantendremos la calma —indicó Luna—. Sam y yo iremos con los chicos pidiendo informes.
—Nosotros trataremos de hallar a Lincoln y Lucy —se apuntó Leni, sujetando a Bobby por el brazo sin importarle que Lori les dirigiera una rápida mirada de vergüenza y algo de enojo—. Conozco algunos lugares a los que le gusta ir a Lucy, puede que anden por allí.
—Entonces yo iré a casa con Lynn y Lola para recibir a los policías que harán lo del teléfono —convino Lori.
—Chicos, ¿pueden seguir con lo que estaban? Necesitamos toda la ayuda posible.
Ronnie Anne y todos los demás amigos de Lincoln asintieron sin decir nada y en caso de Ronnie, sin siquiera mirar a Bobby, porque seguía atrapada en ese pensamiento de lo que Zach y Clyde pusieron sobre la mesa. Sí, era novia de Lincoln, ¿entonces por qué le ocultó esto? Al mismo tiempo se encontraba dividida entre su enojo y su preocupación; si fue capaz de ocultarle esto, ¿qué más le podía estar escondiendo? Pero ¿escondiendo qué? ¡Estaba con su hermana menor! No pudiendo procesar esto se fue a encerrar al baño dejando atónitos a los todos sus amigos, hasta que Cookie fue tras ella, todos se sobresaltaron al escuchar el portazo.
—Ronnie, ¿estás bien? —preguntó la pequeña castaña.
Ella negó con la cabeza, tratando de no llorar.
—Siento que me estoy enojando por una tontería, no es momento para ponerme así si las hermanas de Lincoln fueron… me siento como una egoísta. Sólo necesito calmarme.
Cookie tampoco era una tonta, sabía muy bien a qué se refería con eso, y dada la confianza entre ellas dos, no dudó mucho en sentarse junto a ella en la bañera para consolarla, ya que al mismo tiempo le daba la razón: sonaba como una tontería.
—Bueno, está con su hermana, no es una señal de alarma.
—De eso hablo, es mejor que vayamos a seguir con esto.
—Sí, cuando aparezca te darás gusto de molerlo a zapes por estúpido.
Esto las hizo reír a ambas, pero no tardaron mucho más allá dentro. Sin embargo, y aunque no quiso admitirlo frente a su amiga, Ronnie se estaba cuestionando bastante sobre su relación con Lincoln.
Luan agarró a sus hermanas y las ocultó detrás de ella cuando la puerta se abrió, siendo la única protección que podía ofrecerles. Lana se sobaba la mejilla hinchada y sus manos temblaron cuando oyeron los pasos de Charlie al entrar en el sótano medio destruido de aquella casa. Se quedaron mirando por largos segundos en los cuales el arquitecto no paraba de escudriñarlas con una mirada entre ausente y cansada. Traía un paquete de donas en las manos y una botella de gaseosa que les hizo rodar con el pie.
—Coman algo, no quiero que estén sin energía.
—Vete a la mierda —dijo Lana, siendo callada por Luan.
Charlie le sonrió con sorna al acercarse, deteniéndose cuando la mayor de los Loud se interpuso para que no se acercara a sus hermanitas.
—Lo último que quiero es hacerles daño, las cosas podrían arruinarse, así que no me lo compliquen, ¿está bien? En cuanto todo termine, las sacaré de aquí. Por ahora, sólo quiero que coman algo.
Cediendo al hambre, Lily agarró una dona sin pensarlo ante la mirada atónita de Luan, que le dio un golpe en la mano para tirársela antes de que la mordiera.
—No le puse nada a la comida, por todos los cielos —reclamó Charlie.
— ¿Por qué íbamos a confiar en ti? —retó Luan.
—Porque no tienen opción.
Se quedaron mirando frente a frente, aunque Luan estaba temblando bastante. El duelo de miradas no duró mucho, pues la comediante le dio permiso a Lily y Lana de que comieran algo. No duró mucho su alimento, pero ella no ingirió nada. Una vez que acabaron, Charlie se marchó y ellas por fin pudieron respirar tranquilas.
—Ese tipo me pone nerviosa —dijo Lily.
—Ya lo sé, hermanita, pero deben estar buscándonos, alguien vendrá pronto —dijo Luan tratando de tranquilizarla, aunque no quiso prometerle cosas que no podría cumplir.
—Al demonio con esto, debemos salir por nosotras mismas —le recalcó Lana en voz baja y casi al oído—. Somos 2 contra uno, Lily podría correr hasta la casa y avisarles donde estamos.
—No sólo es él, ¿olvidas a los secuestradores? Es un maldito delincuente, y movernos de aquí puede provocar que nos maten, ¿quieres darles ese pesar a nuestros padres también?
Lana no pudo objetar nada, en parte porque estaba demasiado desvelada y cansada. El día que las secuestraron estaba trabajando y fuera del desmayo provocado, el sueño fue nulo por sus intentos de escape que culminaron con un fuerte golpe en la cara por Charlie rompiéndole el pómulo. Ni siquiera imaginaron que ese sujeto pudiera ser un delincuente, mucho menos un secuestrador. Y aunque Luan no quiso darlo a notar, el hecho de estar en una construcción era preocupante por una razón: nadie encontraría cadáveres bajo el pavimento de una avenida.
—No se me ocurre otra cosa —dijo Luan—. Creo que tienes razón, podríamos luchar. No confío en ese sujeto, puede matarnos al final o dejarlo para dentro de cinco minutos.
Lana tuvo varias ideas, pero casi todas asumían por completo que las ataduras de sus pies con la soga no serían revisadas en un buen rato. No les quedaban muchas opciones y entonces decidió tomar el riesgo.
En el escritorio estaba desplegado un mapa de toda la nación; Charlie lo inspeccionaba con calma y muchísimo cuidado porque no quería cometer una equivocación como la del incendio de la universidad. Ya había sido demasiado engorroso echar a perder un edificio cuando el sitio para llevar a cabo el ritual estaba a menos de una hora de camino en un fraccionamiento abandonado, pero ahora todo estaba casi completo. Le dio un sorbo a la taza de café sin notar que entraba uno de sus matones al despacho.
—La noticia empieza a correrse, jefe —el hombre le echó encima del mapa un montón de carteles de "Se busca" con las fotos de las tres hermanas.
—No importa, todo quedará hecho a más tardar esta noche —dijo tirándolos al suelo con una mano—. Diles a los demás que se preparen, esto será un poco escandaloso y no podemos permitirnos fisgones, si sabes a lo que me refiero.
El tipo asintió y volvió a ponerse la capucha de su gabardina al salir. En tanto, Charlie se quedó mirando el sitio de la construcción; el dichoso árbol seguía escondido por ahí en alguna parte, quizá en lo que fue la pequeña área verde del antiguo fraccionamiento. Antes de seguir, con un marcador rojo decidió dar un repaso a todo su trabajo en 5 años. Desde Royal Woods, Michigan, fue pintando líneas hacia varias ciudades, dando como resultado una forma de heptágono entre Canadá y Estados Unidos, siendo este maldito vecindario el epicentro de un jodido terremoto que estaba por ocurrir. Aunque no de forma literal.
De un cajón del escritorio sacó un libro delgado y desgastado con la marca de una estrella de siete picos y un ojo en el centro. Siete recortes de periódicos con las tragedias que la constructora Cons4You se encargaba de resolver; 3 edificios construidos en ciudades cualquiera, 2 escuelas, 1 Hotel y una remodelación en un estadio de béisbol, dando como resultado un total de 7 víctimas fatales, sin contar a la chica quemada en la universidad de su equivocación, pero debió de sospecharlo al notar que no estaba en el centro exacto del radio de muerte que dibujó a lo ancho de 2 países. Mordiendo su marcador, sacó el celular para ver la hora y darse cuenta de que eran pasadas las 2 de la tarde. Faltaban 10 horas para dar comienzo a todo, pero debía irse preparando.
Al salir de la oficina se encaminó por el paraje nevado y terroso de la construcción, echando una mirada muy larga al cielo de la tarde. Su boca formó una sonrisa melancólica al recordar su paso hasta este día, en cómo le dedicó la vida a un proyecto que llevaba planeando muchos años junto a sus padres. A lo lejos llegó la camioneta con los demás hombres a su cargo, bajándose con un gesto nada amistoso que comenzaba a disgustarle. Y no era para menos, estaban juntos más por compromiso que por verdadera camaradería.
—Hola, Charlie —se apresuró a saludarlo el conductor mientras le daba la mano en un apretón educado y algo flácido—. Veo que ya estás muy adelantado con el proyecto.
—Todo para los mejores clientes —dijo con una sonrisa orgullosa de sí mismo—. Adentro de esa casa están las 3 chicas, pero los demás están peinando la ciudad buscando a la indicada.
Esto pareció molestar al hombre, quien pasando las manos por su calva cabeza para limpiarse el sudor casi le gritó al hablar.
— ¡¿Cómo que "buscándola"?! Se supone que vinimos porque ya todo estaba listo, ¿o no?
—Relájate, cuando comencemos la invocación ella llegará sola, no te desesperes.
—Por tu bien, espero que no falles.
Con un movimiento de su mano, el hombre le indicó a sus compañeros que sacaran sus cosas de la camioneta. Charlie se quedó mirando cómo llevaban diversas cajas de plástico no muy grandes a lo que antes fue una de las tres rotondas del vecindario. Entre el cableado y los reflectores en las cajas, fueron sacando costales de lona con tres diferentes colores: rojo, azul y verde. Seguido de esto se acercaron a las diferentes entradas de la construcción, delimitando todo con la típica cinta amarilla.
—Por cierto —le volvió a decir el calvo—. Me costó un poco limpiar el desastre que dejaste en la universidad, tendremos suerte si la policía no viene a acosarnos durante todo el ritual.
—Por favor, es víspera de año nuevo, a los polis en servicio no les importa una mierda mancharse hoy las manos. Lo importante es estar con la familia, ¿no crees?
Esto último de verdad disgustó a su compañero. No se dirigieron la palabra el resto de la tarde, sólo se encargaron de vigilar que todo estuviera en orden para comenzar dentro de unas horas.
— ¡¿Hicieron qué?! —gritó el señor Loud.
Le costó trabajo a Luna atraparlo para sentarlo en el sofá con ayuda de Sam, mientras que Lori salió corriendo de la alcoba de sus padres dejando a Rita dormida con un tranquilizante, cosa un poco drástica, pero realmente lo necesitaba por tanta preocupación en un sólo día.
— ¡No, no puede ser! ¿Dónde están? —preguntaba hecho un mar de lágrimas.
—Aún no lo sabemos, sólo que no estaban con Liam —dijo Luna—. Los hemos tratado de llamar, pero ninguno contesta, sus celulares no están la zona de cobertura.
Lynn, Lola y Lisa escuchaban todo desde arriba en las escaleras, no sabiendo cómo proceder con todo esto. Jamás en su vida habían visto a su familia tan derrotada y confundida, sabiendo que incluso ellas trataron de localizar a Lincoln y Lucy con el celular, pero jamás respondieron. Todo se fue al garete en menos de 24 horas y una calamidad surgía tras otra.
—No pensé que fueran a hacer esa idiotez, no lo pensé —seguía lamentándose mientras se limpiaba la nariz— ¿Ya los reportaron? La policía debe estar buscándolos junto con las demás, eso los hará apresurarse.
—Todo lo que le dijeron a Clyde es que tenían cosas que hacer en un lugar favorito de Lucy, no sabemos dónde puede ser, pero Leni y Bobby los están recorriendo justo ahora —dijo Lori.
Lejos de tranquilizarlo, el señor Loud cayó en cuenta de su craso error, ¡La maldita cabaña de Harriet! Dejando salir toda su rabia en un sólo impulso, manoteó hacia el florero del buró y lo hizo pedazos en el suelo con un estruendo que les heló la sangre a todas las féminas de la casa.
— ¡Papá! —gritó Luna al sujetarle la mano, pues en su blandengue intento de sacar su frustración se había cortado el dorso y la sangre brotaba con perturbadora rapidez.
— ¡No, su hermanita está a punto de hacer una locura! —dijo con una expresión de terror puro en su cara — ¡Vamos por ellos, no deben hacerlo!
— ¿Hacer qué cosa? —preguntó Lori, recibiendo el botiquín que Lola le pasó del baño a Sam desde las escaleras.
Con una mano comenzó a frotarse la sien y trató de ordenar sus ideas antes de hacer otra idiotez, pues ya habían sido demasiadas en tan poco tiempo. Todos los secretos de Harriet fueron revelados ante Lucy, de eso estaba seguro, y si la conocía tan bien como creía, ella no dudaría un segundo antes de poner en marcha todo lo que Harriet dejó escondido en ese lugar maldito. Todos estaban hechos un manojo de nervios, la situación empeoraba a cada segundo.
—A las afueras de la ciudad está la antigua casa de su bisabuela Harriet, en el bosque. Estoy casi seguro de que fueron hacia allá.
— ¿Para qué? —preguntó Luna.
—No lo sé, pero no puede ser nada bueno —contestó quedándose sin aire—. Nada que esté ahí puede ser bueno.
—Vale, entonces todo lo que podemos hacer es esperar a Leni para poder irnos y…
—Creo que lo mejor es que vayan ellos dos solos, Luna —Sam por fin se atrevió una vez más a controlar a su alterada novia—. Las cosas no están para separarnos todos. Hay que llamar a Leni o Bobby y decirles que vayan hacia la cabaña para que los busquen.
— ¿Y creen que Leni pueda con esto?
La osada pregunta de Lori fue respondida por una molesta mirada de la rockera, en un gesto que bastaba para acallar a cualquiera; siendo así, mientras sus hermanas menores bajaron para atender a su padre echándole aire y destapándole una soda para que recuperara un poco de color. En tanto, Lori buscó el número de su hermana para darle la nueva instrucción por parte de su padre, que más a regañadientes que por querer hacerlo, le dio indicaciones precisas para poder llegar.
—No me siento bien por dejarte ir así, ¿de verdad puedes manejarlo?
Leni alzó su pulgar con una gran sonrisa, sonrojando por un segundo a Bobby antes de recordar la situación en la que estaban.
—Descuida, no soy una niña, puedo hacerlo —aseguró con mucha confianza la rubia—. Sólo es una visita a un club de poesía, no te preocupes. Te llamaré si algo pasa, ¿sí? ¡Cuídate!
Y luego de despedirse se dirigió hasta el club al cual le gustaba ir a Lucy. No era como que nunca hubiera ido, pero lugares como esos la deprimían un poco, pero sus hermanos menores la necesitaban y no los defraudaría; debía mostrarles a Luna y Lori que no era una tonta descuidada como ellas creían. Además, no era una tarea difícil. Entonces el tono de marcado la asustó un poco, pero no lo dio a notar cuando respondió.
—Hola, Leni.
— ¿Qué pasa, Lori?
Hubo un momento de silencio antes de escuchar la respuesta.
—Nada, sólo que papá acaba de decirnos dónde podrían estar Lincoln y Lucy, no sé si puedas ir a recogerlos.
— ¡Claro! ¿Dónde están?
—En una cabaña a las afueras de la ciudad, ¿sí sabes cómo salir?
Leni rodó los ojos con bastante molestia, ¿por qué le hacían estas preguntas tan tontas? Aun así, trató de contestar de buen modo.
—Sí, no hay problema.
—Vale, busca el kilómetro 57, creo que está un poco más adelante de la gasolinera a la que pasamos cuando salimos, sigue estando un poco lejos, pero no hay forma de perderse.
—Dame más señales de que voy bien, por favor.
Lori carraspeó y Leni cambió su expresión esperando que ella no le indicara volver; al cabo de pocos segundos escuchó murmullos y la voz algo acongojada de su padre.
—Es una senda de pinos, al final hay un portón con un búho y un gato, es la única casa con esas cosas por los alrededores.
—Lo tengo, ¿algo más?
—Nada, sólo comunícate para cualquier cosa, ¿está bien?
—Bien, nos vemos.
Las cosas eran fáciles -o al menos eso pensaba Leni- todo lo que tenía que hacer era salir de la ciudad hasta el bosque, una vez en la carretera buscar el kilómetro 57 y en el intermedio, desviarse hacia los árboles. La instrucción se grabó a fuego en su mente y como un mantra se lo fue repitiendo mientras se alejaba del vecindario donde vivían los Santiago. A estas alturas, regresar por Bobby se trataba de algo imposible pues sus hermanos dependían de ella y no podía darse el lujo de perder el tiempo, por lo cual aceleró el paso hacia el puente poniendo rumbo hacia las afueras de Royal Woods esperando no haber actuado demasiado tarde.
Casi al anochecer, con la nieve cayéndole por los hombros, Lisa había salido a refrescarse un poco. En cierto modo no estaba cómoda encerrada en su habitación-laboratorio, por lo que se sentó en los escalones sin importarle nada. Por primera vez en su corta vida se sentía vacía, o lo más cercano que su mente le permitía alejarse de su zona de confort; no había mucho que pudiera hacer más allá de lamentarse por haberles hecho caso a sus hermanas y no ponerles un localizador en las muelas. Eso hubiera facilitado las cosas.
—Oye, ¿estás bien? —preguntó Lola a sus espaldas, cerrando la puerta tras de ella.
— ¿Cómo voy a estar bien? Por primera vez en mi vida no sé qué hacer y estoy dependiendo de un montón de come-donas para encontrar a mis hermanas. No hay por qué sentirme bien.
Lola se sentó al lado suyo, molestándola un poco más aunque no lo supo. Muchos no notaban la molestia de Lisa al acercarse tanto. Hasta Darcy tenía más cercanía con ella para hacer un movimiento así de confianzudo.
—Sé cómo te sientes, las raptaron frente a mí —dijo con su voz quebrándose y sorprendiendo a Lisa—. Yo también quisiera, no sé, tener súper poderes para encontrarlas y hacer pagar a los desgraciados que lo hicieron, pero todo lo que podemos hacer es confiar en la policía.
—Ellos son unos idiotas —espetó Lisa con furia—. Lo único que he conseguido todo este tiempo es sentirme como una tarada. No pude ayudar a Lucy, mis esfuerzos de ayudar a Luna son interrumpidos, y ahora no sólo 3 sino 5 de mis hermanos desaparecen yo estoy aquí sin hacer o decir algo —Lisa se sacudió la nieve del cabello de forma agresiva.
Las dos hermanas se quedaron mirando al cielo sin más, sus mentes estaban acabadas por hoy y seguían despiertas más por la preocupación que por querer hacerlo, aunque fuera algo temprano. Ninguna de las dos estaba con el ánimo suficiente para seguir la conversación, ni siquiera notaron el relámpago que iluminó la zona por unos segundos. Todo apuntaba a un fin de año bastante triste y, en el peor de los casos, fatal.
—No creo que debas mortificarte así, Lisa —dijo Lola al cabo de un rato—. Es decir, nadie tenía forma de saber que esto iba a ocurrir, y por Dios, lo demás son cosas que están fuera de tu control. A veces las cosas son así, no tienes que sentirte mal por eso.
—Lo sé, es sólo que a veces quisiera estar en todos lados para hacer las cosas bien por ustedes…
Lisa se cerró la boca antes de seguir diciendo disparates que sus hermanas podían usar para molestarla, pero en cambio Lola sonrió enternecida por el impulso de sinceridad de su hermanita. A su modo todos eran distintos, pero si pudieran cambiar de lugar por cualquiera de sus hermanas, lo harían. Así de grande era el amor que sentían los unos por los otros, aunque de vez en cuando quisieran arrancarse la cabeza como Luna y Lori unas semanas atrás. A lo lejos vieron que Lynn llegaba con las manos vacías, y por el gesto de su cara, no era muy alentador tomando en cuenta que salió con una carpeta llena de fotos de sus hermanas para pedir información.
—Hola, ¿pasó algo?
—Mandaron a Leni por Lincoln y Lucy, pero nada más, ¿tú averiguaste algo?
Lynn denegó con la cabeza.
—Aun nada, pero dejé mi número apuntado en varias fotos, tal vez alguien nos llame pronto, ya no resisto las…
Lynn se sacudió una gota de agua de su barbilla y luego miró al suelo, creyendo que la nieve estaba borrosa; terminó atribuyéndoselo a las lágrimas asomándose por sus ojos. Su distracción no duró mucho pues muchas gotas empezaron a caerle por la cara, dando una extraña ilusión óptica a las hermanas, quienes miraban con algo de recelo la forma tan extraña del líquido escurriendo por sus manos. Aún en la oscuridad de la noche y con el viento soplando con delicadeza en sus caras.
Las voces de la gente en la calle las hicieron voltear, fue entonces que se dieron cuenta de algunos vecinos saliendo a mirar el cielo. No pudieron ver nada a primer vistazo, sin embargo, varios destellos como los de hace un momento les hicieron ver que algo andaba bastante mal. Los relámpagos y los truenos espantaron a la gente, fueron tan potentes que iluminaron el cielo de un blanco tan brillante que de no ser porque apartaron la vista, los hubiera enceguecido. En medio de la espesa blancura pudieron ver diferentes líneas púrpuras en donde pasaron los rayos, Lisa tuvo la impresión de que fueran venas en una piel blancuzca y sin color.
Fue un espectáculo tan espeluznante a pesar de durar pocos segundos, tanto así, que hasta a la pequeña castaña se le puso la piel de gallina, incluso de forma instintiva buscó el brazo de Lynn y Lola para obtener un poco de confort. Entonces empezó la lluvia. Una llovizna tan helada que logró enfriar aún más el ambiente invernal de la ciudad; los rayos seguían apareciendo, difuminando el cielo con un color blanco cada vez más sombrío, casi tornándose gris o negro. La gente comenzaba a aglomerarse porque no sólo los rayos, sino la lluvia estaba empezando a notarse extraña. Lisa no pudo ni hablar bien por los segundos que le duró la impresión al mirarse el dorso de las manos. Hasta que Lynn la sacudió fue como pudo ordenar las palabras de su boca.
—E-está… está lloviendo hacia arriba.
— ¿Qué? —se preguntaron Lynn y Lola al mirar las gotas empapándoles la ropa y comprobarlo por ellas mismas.
Mucha gente comenzó a caminar en medio de la extraña lluvia, grabando con sus celulares y compartiéndolo en todas sus redes sociales. En medio de todo el gentío sonaban los truenos haciendo retumbar las ventanas, espantando a los niños pequeños y los animales de la zona, hasta las mascotas de la casa Loud. Las tres hermanas se dirigieron hacia el medio de la calle junto con los vecinos dándose cuenta de que si el clima era extraño, en la zona de construcción de la Calle Orwell era mucho peor. Los rayos habían "delimitado" la zona del cercado con esporádicos choques eléctricos alrededor.
Del otro lado de la tormenta, sin que nadie lo supiera o tan siquiera lo sospechara, la lluvia ni tocaba el antiguo vecindario de la Calle Orwell, más en específico, la casa donde Luan, Lana y Lily estaban secuestradas; las tres fueron puestas en medio de la calle por los hombres armados, quienes tomaron posición alrededor de la antigua rotonda, adoptando la apariencia de alguna zona arqueológica por las ruinas de las demás casas. Las tres contemplaban con horror el paisaje demencial de los alrededores, con el cielo pintado de blanco y el agua negra yendo hacia arriba, provocando un olor a fuego y humo que no podían ver por ninguna parte.
—Magnífico, ¿verdad? —dijo Charlie llamando su atención.
—Estás loco —contestó la pequeña Lily con gesto severo.
—Oh, vamos, están a punto de formar parte de algo grandioso ¡algo nunca antes visto y que jamás se volverá a repetir!
—Eso confirma lo que dije —volvió a decir Lily.
Sin embargo, Charlie sonrió con sorna y con un gesto de la mano le hizo una indicación a un par de sus matones, quienes fueron a recoger algo al remolque donde tenía su oficina. Las hermanas Loud observaron con curiosidad y miedo cómo empezaron a pintar algo alrededor suyo, dejándolas en medio de un ojo pintado con tiza azul. El ojo fue rodeado con símbolos extraños pintados en polvo rojo que pareció fijarse al suelo como si fuera una mancha de pintura. Un escalofrío recorrió la espalda de las tres chicas cuando vieron encenderse todos los símbolos en fuego y entonces un trueno ensordecedor les erizó cada vello del cuerpo. El ojo azul comenzó a brillar con una llama blanca alrededor de ellas y todo empezó a cubrirse de humo.
Y bueno, con eso terminamos por esta ocasión. Espero que les haya gustado, nos estaremos leyendo muy pronto con otro capítulo. Les recuerdo que es la primera vez que actualizo desde la app, así que cualquier error, pues disculpen jajaja. De paso los invito a pasarse por mi fanfic de Gravity Falls, si les gusta la serie, les encantará. Hasta la próxima uwu
—Slash.
