Buenas, queridos lectores :D
Aquí trainer con un nuevo capitulo de esta historia.
Realmente espero que la disfruten :D

Enjoy :D


Entrada 28.- Entropía

20 de Junio, Lugar desconocido.

El último recuerdo de la heredera fue ver una gigantesca luz que le provocó desmayarse después de ser teletransportada por Gallade. Luego de eso la mujer entró en un profundó sueño, sueño que fue interrumpido gracias al fino sonido de un láser.

Con la cabeza adolorida y la mente confusa, Platinum abrió los ojos y solo pudo observar cuatro paredes blancas. Cuando se levantó de la cama blanca en la que estaba acostada se encontró que no tenía sus ropas originales.

La mujer ahora portaba una especie de traje azul y mallas negras, además de llevar unas sandalias y una pañoleta en el pelo. Su respiración se agitó conforme la idea de ser desnudada y obligada a vestir aquellas ropas inundó su mente.

—¡Ahh! —gritó, asqueada y aterrorizada.

No hubo respuesta alguna, solo silenció. La mujer intentó buscar su cinturón, pero no encontró a ninguno de sus pokémon. Aquella situación le provocó un pánico extremo, por lo que se levantó de golpe e intentó golpear con fuerzas las paredes de su habitación, intentando romperlas.

Sin embargo, esta vez sí hubo una respuesta. Detrás de ella se dibujó una pequeña barrera en forma de puerta de la cual salió Troupy. Platinum miró con horror al extraño invitado, alejándose de él.

—¿Qui-quién eres? —preguntó, asustada.

—Es un placer para mí verla, conocedora —Troupy hizo una pequeña reverencia, mientras que Gothitelle aparecía—. Mi nombre es Troupy, el arlequín.

Platinum no respondió en lo absoluto a aquella presentación, sus pensamientos estaba congelados ante la tétrica presencia del chico.

—Lamento que mi aspecto le intimide, pero no soy yo del que debe de temer —Troupy sonrió y se acercó a ella—, princesa.

Ese último honorificó causó confusión en la mente de Platinum, tanto así que no se alarmó tanto cuando Troupy se sentó al borde de la cama, a escasos centímetros de donde ella estaba.

—¿Princesa? —preguntó, confundida.

—Escuche con atención, princesa —Troupy habló con un tono burlón—. El cielo oscuro se aproxima, el rey tiene todas las cartas que necesita, exceptuando una —su dedo le apuntó directamente—. Usted, la princesa, podrá activar el cielo gris con su sumisión, o el cielo más oscuro con su resistencia.

Platinum se quedó en silenció por un momento, intentando procesar lo que Troupy le decía. Aunque no entendía ni una sola palabra a la claridad, el hecho de hablar de sumisión le daba una idea.

—Sumisión, ¿sumisión a qué? —preguntó, confundida.

—Usted no es como la infiltradora de su hija —Troupy sonrió de manera macabra—. El cielo gris nutre más que el cielo completamente oscuro. Sólo de esa forma los retoños no se extinguirán en la nada.

—¡¿Conoces a Níquel?! —preguntó más confusa.

—Aquello no es algo que deba ser importante —aseguró, levantándose—. Solo recuerde mis palabras, princesa, en el juego del rey usted elegirá si nutrir a esos retoños o cortarlos de tajo. Usted decidirá qué hacer.

Las palabras de Troupy eran confusas, cómo siempre. Sin embargo, Platinum parecía querer encontrarse un significado. Tal vez se refería a que debía cooperar, que de aquella manera lograría "ayudar" de alguna manera a sus aliados. ¿Pero cómo lograría eso?

Quiso contestarle, pero de inmediato la extraña puerta por la que entró Troupy volvió a materializarse, dejando entrar a otra persona. Los ojos de la mujer se abrieron de par en par al verse frente a frente con el rey, llevando su túnica roja y su corona.

Al verle, Troupy y Gothitelle hicieron una reverencia ante él, por lo que Platinum entendió a la perfección de quien se trataba el "rey" del que tanto hablaba. Lo que le seguía era saber qué es lo que quería aquel esqueleto con aquellos penetrantes ojos rojos que le miraban directamente.

—Platinum Berlitz —el rey se acercó—. Mira cómo te han tratado, mi pequeña.

Un sentimiento de repudió recorrió su cuerpo al escuchar cómo se refería a ella.

—¿Qui-quién eres? —preguntó, nerviosa y asustada.

—Un antiguo descendiente tuyo, un viejo miembro de tu familia —el hombre se sentó al filo de la cama y extendió su mano esquelética—. Este mundo bastardo te ha tratado de manera miserable, un pecado que no pienso perdonarles.

—¿Acaso me has estado espiando? —preguntó, asustada.

—Te he estado observando desde que tuve el poder suficiente, y los resultados fueron exitosos —riendo y acercando su mano a su cabello—. Eres tan hermosa como lo era mi hija, tan elegante y sofisticada.

Platinum comenzó a entender cuál era el origen de esas ropas. Pero sobretodo, las palabras de Troupy hicieron todo el sentido del mundo. Cuando las manos del rey tocaron su cabello, luego de reprimir su sentimiento de asco, miró con ojos confusos al rey.

—¿Hija? —preguntó, fingiendo curiosidad.

—Sí, de otros tiempos —el tono de voz era bastante calmado—. Yo volví, pero ella no lo hizo, por lo que quiero que tomes su lugar, te vuelvas la princesa del reino.

Princesa, esa era el título que le abría los brazos. Un título que solo había recibido de una sola persona.

—¿Por eso me trajiste aquí? ¿Tú plan es convertirme en tu princesa?

—Lo ha sido desde el comienzo, o al menos desde que supe lo que te pasó —admitió el rey, acercando sus dedos al rostro de la mujer—. Los he visto, a toda esa gentuza tratándote así, te han negado el puesto que mereces por derecho. Toma el cargo que te corresponde y aplastaremos sin piedad a aquellos que te hicieron esto.

—¿Eso incluye a Yake? —preguntó, arqueando la ceja.

El rey respondió con una pequeña risa, dejando de acariciar la mejilla de Platinum.

—Todos aquellos recibirán su castigo —respondió, volteando a ver a Troupy—. El arlequín me contó que tu odio seguía vivo, y no mentía. Si las ganas de venganza aún permanecen, yo mismo me encargare de llevarlas a cabo.

Había algo que no podía negar, ella amaría hacerles pagar a los que le hicieron esto. Una pequeña sonrisa de satisfacción se dibujó en sus labios mientras imaginaba a Yake y Cooper sufriendo lo mismo que ella sufrió. Una retribución se le ponía en bandeja de plata. O al menos era su forma de auto convérsese. Sin embargo, había algo que no encajaba.

—¿Y qué le pasara a mi esposo y a mi hija? —preguntó.

De la garganta del rey salió un pequeño quejido eléctrico que reflejaba clara molestia. Lentamente volteó a verla con los ojos envueltos en odio.

—¿Acaso crees que ellos merecen algo de tu compasión? —preguntó el rey— Aquel hombre tal vez pueda recibir nuestro perdón, pero la niña no, es una aberración que tan siquiera fuera aceptada en tu familia, ¿no lo crees? Manchando nuestro apellido.

Un sentimiento de ira nació en Platinum al escuchar aquellas palabras. Dejo salir solo un poco de ese enojo para mantener las apariencias, pero en ese momento quería abalanzarse contra él y exigirle una disculpa por referirse así de su familia. Debía mantener las apariencias, pero le estaba costando.

—Solo quiero que nada les pase —admitió, suspirando.

—Has generado un vínculo, pero estoy seguro que con el tiempo aprenderás a verlos como la escoria que son —el hombre se levantó y le alzó la mano—. Entonces, mi pequeña, ¿quieres ser la princesa de este reino?

La respuesta era clara, pero difícil de expresar. No solo por mantener la fachada, si no que en realidad la propia Platinum estaba confusa. Se preguntaba si realmente aquel era el camino correcto, si estaba interpretando correctamente las palabras de Troupy. Debía mentalizarse de que aquella respuesta conllevaría consecuencias que tal vez no le gustarían.

Sin embargo, dando ese pequeño salto de fe, la mujer tomó la mano esquelética del rey y la apretó firmemente, aceptando el trato.

—Si prometes destruir a mis enemigos, estaré encantada de ser tu princesa, su majestad —luego de apretar su mano, Platinum se levantó de la cama para hacerle una reverencia.

—Esa es la actitud que esperaba de una Berlitz —el rey rió con satisfacción—. En unos momentos llegarían guardias para guiarte a tus nuevos aposentos. Más vale que te prepares, pues demostraras que eres leal a mí.

Platinum solo asintió con calma, mientras el rey y Troupy abandonaban la habitación. La apuesta ya estaba tomada, ahora debía llevarla hasta sus últimas consecuencias para asegurar un resultado prometido. Lo único que Platinum hacia era tener esperanza en que las palabras de Troupy fueran reales.

Mientras tanto, el rey y el arlequín caminaban de manera solemne por un enorme pasillo blanco. Troupy parecía disfrutar el recorrido, dando pequeños saltitos para avanzar, mientras que el rey avanzaba con un porte elegante, ocultando sus manos en sus espaldas.

—Me sorprende que le hayas convencido tan fácil —admitió el rey, con una mueca torcida.

—Las palabras adecuadas alinean a todos los elementos del juego, su majestad —respondió con una sonrisa burlona—. Sin embargo, no parece creer del todo en ella.

—Es demasiado pronto para ello, tal vez deba ponerle una prueba para asegurarnos que esta de nuestro lado —volteando a ver a Troupy—. Confió en tus predicciones, pero quiero asegurar.

Troupy se quedó parado por un momento, mirando al piso. Luego de un rato una sonrisa tétrica se formó en su rostro.

—Hágalo, y si falla, mátela, eso es lo que puedo decirle.

La rota mandíbula del rey formó una tétrica sonrisa al escuchar aquello. Aquel extraño chico no solo resultó ser increíblemente útil, si no que le había ahorrado mucho tiempo de trabajo. De alguna forma estaba en deuda con él.

Luego de avanzar por un rato, ambos se detuvieron frente a una puerta de cristal por la cual se podía alcanzar a ver a Gaudimia, sentada al fin lo del asiento. El rey se acercó, pero antes de atravesar la puerta se giró y miró a Troupy.

—¿Necesitas hablar con ella también? —preguntó

—La reina no necesita del arlequín, todo saldrá como usted quiere —admitió Troupy, con una sonrisa—. El odio olvidado será la moneda de cambio para usted, señor.

El rey volvió a sonreír, realmente disfrutaba con las palabras del chico y quería escucharlas antes de que se fuera esa misma tarde a atender unos asuntos importantes. Sin más dilación ambos entraron al recinto de Gaudimia, la cual parecía estarlos esperando.

La expresión de la mujer no cambió en lo absoluto al ver el aspecto del rey, de alguna forma ya sabía cómo se vería a aquel del que tanto había escuchado hablar. Sin embargo, cuando su mirada giró hacia Troupy, sus ojos se llenaron de asco y repudió puro.

—Deberías estar muerto —dijo llena de repulsión.

—El arlequín fue hecho para no morir, y lo sabes —una risa aterradora salió de sus labios.

Gaudimia intentó levantarse para atacar de manera directa a Troupy, pero el rey la detuvo en secó y la lanzó devuelta a su cama con fuerza. Mientras aquel chico le sirviera él se encargaría de protegerle.

Luego de eso se acercó a la líder del Team Age, se inclinó para verla directamente a los ojos y sonrió de manera tétrica.

—Tengo una propuesta que no podrá rechazar —admitió dejando escapar un tono robótico.

[…]

20 de Junio, Ciudad Jubileo

La luz y el ruido de las voces lograron despertar a Gold de su letargo. El hombre abrió con paciencia sus ojos, sintiendo una extraña sensación de descanso. Luego de tallarse los ojos para quitarse las lagañas que tenía, el hombre volteó a ver hacia donde se encontraban las voces.

Las voces provenían de Pearl y Lionel, los cuales hablaban con una asustada y preocupada Moon. También pudo ver a Diamond sentado, con una mirada perdida y las manos en su barbilla. Sin embargo, lo que más le causó sorpresa fue ver al hombre pelirrojo al lado de la profesora.

—¿S-Silver? —preguntó Gold con la voz débil.

El pelirrojo contestó con apuro el llamado, acercándose a su viejo amigo. El azabache estaba bien, bastó un poco de tiempo para que pudiese acomodarse en su cama y estar completamente despierto, mirando con preocupación a un Diamond serio y a una Moon asustada, casi aterrada.

—¿Sí pasó? —preguntó Gold con resignación.

—Así es —admitió amargamente Moon.

Pearl y Lionel estaban confundidos sobre lo que se referían, pero Gold tomó la iniciativa para explicarles.

—Antes de despertar tuve un sueño. Había tres lagos, tres pokémon, y en medio de ellos un niño con aspecto de arlequín morado con un parché. El me advirtió sobre un ataque, y fue entonces que desperté —dijo para después tomar un poco de agua.

La descripción de aquel chico le hizo recordar algo a Lionel, provocando que chasqueara los dedos al entender de lo quien se podría tratar. Luego de un par de confirmaciones por parte de los débiles recuerdos de Gold pudo confirmar sus sospechas.

—Ese niño, ¿cómo lo había llamado Níquel? —llevándose las manos a la barbilla—. Troupy.

Diamond y Pearl reaccionaron de inmediato al escuchar aquel nombre, ya lo habían escuchado antes.

—Rose me contó sobre ese chico, parece alguien bastante extraño —dijo Pearl.

—Y peligroso, atacó a Níquel la primera vez que lo vio —Diamond se acercó a Lionel.

—Tal vez él tenga algo que ver en esto, pero no sé cómo pudo aparecer en el sueño de Gold —se cuestionó Pearl.

—Tiene un Gothitelle, seguramente lo usó para adentrarse a sus sueños —contestó Diamond—. Ese maldito debe ser parte de esto.

Fue ese momento en el que se decidió explicarle a Gold lo que había ocurrido el día anterior: los ataques a los lagos, el secuestro de Uxie y Platinum y la desaparición de Rose, Níquel y Titan y lo que le había pasado a Cynthia. No solo eso, Diamond también le explicó cómo no habían encontrado nada en la guarida del Equipo Galaxia en Vetusto y como Mesprit y Azelf habían desaparecido en la madrugada, abandonando sus lagos.

Toda aquella información era una difícil de procesar, tanto así que Gold tuvo que tomarse unos minutos para digerirla. La última que estaba despierto el único problema era el Corazon de la Vida, pero ahora los problemas habían escalado tan rápido que hasta podía sentir vértigo.

Mientras Silver seguía ayudando a su amigo, Diamond intentó de manera desesperada recordar todo lo que Níquel le había contado sobre Troupy. Para su desgracia, la chica jamás le había mencionado donde había sido atacado. También intentaron llamarles, pero toda llamada no recibía una sola respuesta.

—Maldición —dijo Diamond, enojado—. No solo Platinum no está, Níquel tampoco.

—Por lo que sabemos, ellas están juntas, no debió pasarles nada malo —aseguró Pearl, ligeramente confiado.

—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? —preguntó Diamond, inquieto.

—Alcance a ver a Rose antes de irse. Su rostro no era cómo el de alguien siendo secuestrada.

—¿Estas sugiriendo que era un plan para escapar? —preguntó Moon.

—Iban a arrestar a Titan, y yo los vi demasiado unidos, es casi seguro que si —lanzado un suspiró—. Deben estar ocultándose hasta que se calmen las cosas.

Si le dijeran eso de la antigua Níquel, Diamond no lo creería. Sin embargo, desde la última vez que habló con ella sintió que aquella teoría no era tan lejana. Aquello solo le irritaba a la par que le alegraba un poco. De verdad quería encontrar a ese Troupy, interrogarlo.

La prioridad entonces se volvió encontrarle, encontrar al extraño chico de ropas moradas y parche. Era más que claro que él estaba detrás de todo esto y estaban dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de encontrarle.

Diamond y Moon intercambiaron miradas por un minuto. Sus rostros compartían la misma desesperación por la pérdida de un ser querido; Platinum. Ambos deseaban recuperarla a como diera lugar. Fue entonces que Diamond recordó algo, algo que le hizo sacar su pokédex ante la mirada de confirmación de Moon.

—Puedo encontrarlos, pero será en secreto, ¿de acuerdo? —dijo en voz baja a todos los presentes.

—¿No quieres que Titan se meta en problemas? —preguntó Lionel, arqueando la ceja.

—Obvio, estoy segura de que él no tiene nada que ver en esto —aseguró, con un tono irritado—. Además, de esa manera podremos saber dónde vive Troupy y encontrarlo, podremos entregarlo a la policía.

—¿Cuándo crees que podamos hacerlo? —preguntó Diamond, preocupado.

—Esta misma tarde me darán de alta, esta noche los buscaremos —dijo Moon, determinada—. Sin embargo, soy yo la que debe buscarlos.

Aquella revelación dejó a todos sorprendidos. El terror de Moon parecía haberse transformado en determinación absoluta, determinación por encontrar a los holders, sus holders.

De inmediato se le increpó, pero respondió con argumentos que no podían refutar. El principal era no llamar la atención de las autoridades o asustar a los chicos, después de todo ella era la única figura neutral en todo este embrollo, razón por la cual se quitó de encima a Pearl y Lionel, además ellos debían ir al evento del Frente de Batalla.

Diamond fue el más difícil de convencer, después de todo él está igual o más interesado en encontrar respuestas que Moon. Sin embargo, con Platinum secuestrada, era cuestión de tiempo para que intentasen comunicarse con él, debía estar en la mansión junto a la policía esperando la llamada por Platinum.

Por último, Silver debía quedarse a cuidar de Gold y Crystal. Esta última mostraba señales parecidas a los que Gold y Moon tuvieron al despertar, por lo que era probable que ella despertara en breve.

Con eso acordado, solo quedaba esperar a que se hiciera la hora en la que la dieran de alta dentro de algunas horas. Había descansado lo suficiente y estaba lista para ir a buscar a sus holders.

Su preocupación no era solo por Titan, también le preocupaba Níquel y Rose. La nueva crisis de la región estaba por comenzar, y necesitaba estar segura de que podría contar con aquellos niños que escogió. La región entera dependía de ello.

[…]

Ruta 217, 20 de Junio

Para fortuna de todos, Cynthia se había recuperado del incidente que tuvo con Troupy. La campeona ya se encontraba estable en la madrugada y en la tarde le daría de alta, por lo que ya no era necesario que Wake y Marley estuvieran con ella.

Esa misma tarde, al salir, debía hacer unas cuantas llamadas y hablar con ciertas personas. La expresión en su rostro denotaba muchas inquietudes y preocupaciones, a la par de tener las primeras ideas de un plan. Era como si su breve estancia en las aguas árticas le hubiera mostrado algo que todos desconocían.

Aquel hecho le permitió a Wake darle uno o dos días de calma antes de que Cynthia les dijera el plan a seguir, después de todo la crisis estaba por comenzar. Aunque el ambiente pesado de la zona indicaba que algo iba a salir terriblemente mal, Wake decidió ir al recinto donde Cryoneth y Harold habían estado acampando.

Cryoneth se había recuperado de sus heridas, teniendo solo algunos dolores musculares leves que podían ser aliviados con un medicamento que le habían dado. La chica se sentó en la esquina de la casita del árbol, abrazando sus piernas y mirando con algo de tristeza la televisión que tenían.

Se sentía culpable e inútil por lo que había pasado. Pero sobre todo, se sentía débil. Por su culpa habían capturado a Uxie, por no ser lo suficientemente fuerte fue incapaz de defenderse cuando Sableye la atrapó en aquella dimensión oscura.

—Lamento haber sido una carga —admitió amargamente.

Estaba sumida en una gran tristeza y en ese sentimiento de inutilidad que te hace querer tirarte en el piso y no hacer nada. Harold intentaba levantarle el ánimo echándose la culpa, después de todo él había sido el responsable de ponerla en peligro. Sin embargo aquello no parecía aliviar el sentimiento de Cryoneth.

Wake se quedó en silenció, observándoles. Había entendido el rol que su hijo había tomado como maestro de aquella chica de piel pálida y quería averiguar si realmente estaba listo para ello. Iba a ayudar, pero quería saber si su hijo podría manejar una situación así.

Harold lo volteó a ver como buscando consejo, a lo que este respondió con una mirada suave y calmada. Se llevó las manos a la nariz, acariciándole levemente imitando el movimiento de las olas con sus dedos. Aquel mensaje cifrado pareció no llegar a Harold en primera instancia, hasta que sus ojos se iluminaron al recordar una vieja escena de él y su hermana en el mar. Se giró con impaciencia y se acercó a Cryoneth, poniendo sus manos en sus hombros.

—Cryo, s-sé que no es fácil sentirse así, yo ya lo he vivido —admitió, tragando saliva—. Cuando era niño, pasé por algo parecido. Mi hermana y yo entrenábamos en el mar, peleábamos contra un fuerte Gyarados e íbamos ganando. Sin embargo, me metí más en el mar y en un punto me sumergí demasiado. Mi hermana tuvo que salvarme, perdiendo el combate. Me sentía igual que tú, pero aprendí qué lo importante era usar esos sentimientos para mejorar, para ser más fuertes.

No era exactamente como Wake lo recordaba, pero aquello pareció hacerle efecto a Cryoneth. Dejando el confort que le daban sus piernas, la chica alzó el rostro y miró a Harold a los ojos, con dudas.

—¿Tú eras como yo? —preguntó, confusa.

Harold se quedó en silenció por un momento, su mente comenzó a volar entre pensamientos de empatía y de ego. Empatía para ayudar a la chica que se encontraba frente suya, ego por sentirse agraviado de ser comparado con ella, por más que pasara el tiempo esa parte suya no se iba. Luego de unos momentos más de silenció, Harold habló.

—Alguna vez fui algo parecido —dijo, tragándose su orgullo—. El punto es mejorar para qué eso no vuelva a pasar. Ese es el punto de todo entrenador, volverse más fuerte.

Aquello pareció animar un poco más a Cryoneth, una tímida sonrisa se deslizó por sus labios mientras miraba con esperanza a su amigo. Sin embargo, aún quedaba la inquietud de Uxie, una inquietud que hasta el mismo Harold tenía. Esta vez tuvo que intervenir Wake, asegurando que ya se estaba poniendo en marcha un plan para poder dar con él pokémon.

—Es algo que les puedo decir a ambos —Wake se acercó a ambos—. Vuélvanse más fuertes, sigan entrenando y podrán ayudar a salvar a ese pokémon, se los aseguró —Wake sonrió, mientras sus ojos giraron hacia un pequeño librero improvisado—. Sigan esos consejos, nunca dejen de entrenar.

Ambos chicos aceptaron con la cabeza para después voltear a ver el librero. En este se encontraban cinco libros sobre entrenamientos escritos por varios autores, entre ellos Palmer y el mismo Wake y Fantina. Aquellos artículos fungieron como conocimiento teórico para la recién iniciada Cryoneth.

Aquello le hizo recordar algo a la chica, aquello le hizo levantarse y caminar hacia el estante, tomando él libro amarillo escrito por el antiguo As del Frente. Al verla tomar ese libro Harold recordó algo que tenía que hacer.

—Padre, Cryo y yo queríamos pedirte consejo sobre algo —preguntó, con un poco de pena.

—Claro, ¿en qué les puedo ayudar? —preguntó con una gran sonrisa.

Cryo se apresuró a abrir el libro, hojeando con agilidad entre las hojas del mismo hasta detenerse en una con el borde doblado y los dibujos de un Pokémon esquivando dos ataques con gran maestría.

—¿Qué es lo que sabes del sobre la fusión de mentes? —preguntó Harold, mostrando la página del libro.

Wake no entendió del todo a que se referían. Tomó el libro con curiosidad y sus ojos comenzaron a seguir cada palabra que yacía escrita en la hoja. Su expresión pasó de alegría a seriedad conforme recordaba más sobre ese estilo de pelea.

—Sí les soy honesto, conozco casi lo mismo que lo que dice el libro —admitió, para después cerrarlo—. Ahora que recuerdo, ¿no es lo que quiso lograr tu hermana?

—Sí, y falló —admitió Harold, ligeramente sorprendido—. Pensé que sabias como desarrollar esa habilidad, tú mismo lo habías dicho.

—Investigue al respecto, pero no había demasiada información al respecto. Incluso le pregunté a Caitlin, pero me dijo que era una habilidad demasiado difícil de desarrollar, lo más cercano es lo que logro Rose —el hombre se llevó la mano a la barbilla, para después chasquear los dedos—. ¿Quieren intentar aprender esta habilidad?

Cryoneth afirmó con mucha energía. Sin embargo, el rostro serio y dudoso de Wake hizo que su energía se apagara un poco.

—No quiero decir que sea imposible, sin embargo —el hombre se llevó las manos a la barbilla—. Primero, Cryoneth, creo que debes mejorar tu técnica general de combates. Después podrían pedirle ayuda a Rose, su estilo es parecido y sería una buena forma de como iniciar.

Harold pareció recio a la idea. Recordaba lo que esas chicas le habían hecho pasar y no estaba dispuesto a colaborar. Sus ojos rodaron hacia Cryoneth, sus papilas brillaban y su boca marcaba una sonrisa de orilla a orilla al saber que tal vez había una oportunidad de aprender esa poderosa habilidad. Luego de maldecirse, el chico dio un fuerte suspiró.

—De acuerdo, lo hare —admitió, amargamente.

Cryoneth solo dio un pequeño gritó de alegría. El verla tan animada hizo que una pequeña sonrisa se dibujara en el rostro de Harold.

Luego de aquello, Wake les dijo que tal vez podrían encontrar a Rose en Ciudad Vetusto, y como él pasaría por ahí, les propuso llevarlos junto a su Pelipper. Luego de pensarlo un poco ambos aceptaron la ayuda del líder de gimnasio. Después de todo Gardenia y Roark eran los líderes más recomendados para empezar el desafío de los gimnasios. Desafío que Cryoneth estaba dispuesta a retar.

Luego de una tarde de charlas y algún que otro consejos por parte del líder, Harold y Cryoneth empacaron y acompañaron a Wake en su viaje hacia el sur. Con la esperanza de terminar el camino que los llevaría a dominar la fusión de mentes.

[…]

Ruta 206, 20 de Junio

El viaje hasta la ruta 206 no fue sencillo. Luego de escapar de los policías, los holders debieron atravesar los grandes pantanos hasta el frondoso bosque en las faldas del Monte Corona. Lo realmente complicado era evitar asentamientos humanos.

Pasar el Monte Corona fue otro pequeño tormento. El evento con Zinnia aún era reciente y no podían arriesgarse a encontrársela una vez más. Eran más fuertes, pero no había garantía que esa fuerza sirviera de algo contra una entrenadora que seguramente ya sabría cómo contraatacar.

La primera idea fue sobrevolarlo, pero, exceptuando Yanmega, ninguno de los pokémon del trio sería capaces de soportar su peso por un periodo tan largo. La otra idea era rodearlo, pero el viaje se alargaría demasiado.

Al final se les ocurrió usar un atajo. Una cueva más estrecha que Titan conocía y que permanecía bloqueada gracias a una gran roca. Era un túnel alterno y un poco complicado, pero lo suficientemente estable para permitirles sortear todo el Monte Corona sin mayores contratiempos.

Fue así que finalmente llegaron a la ruta 206. Arribaron cuando el sol había desaparecido y una tímida luna con una forma cortada reclamaba el firmamento. La ruta se encontraba vacía y apenas iluminada por algunas pocas farolas.

Al recordar un viejo letrero en la entrada de Pirita, un escalofrió recorrió el cuerpo de Rose.

—¿Sera buena idea estar aquí de noche? —preguntó Rose, con su Lopunny siguiéndole de cerca—. Se supone que aquí han ocurrido asesinatos.

—Oh, había olvidado eso —una risa burlona salió de los labios de Níquel—. No se han reportado asesinatos desde que vencí a Gardenia.

—¿Has notado la coincidencia, Níquel? —preguntó Titan, arqueando la ceja.

—¿Te refieres a Troupy y los asesinatos? Es algo poco probable, honestamente —su rostro reflejo más seriedad—. Eso es lo que espero.

Es lo que quería creer. No había contemplado la posibilidad hasta que Titan se lo dijo. Se maldijo entre dientes al no notarlo antes. Sin embargo no tenía demasiadas opciones de todas formas, además de que su sed por respuestas era más grande que el miedo por otro asesino.

—Ya he enfrentado a asesinos antes —dijo con voz seria.

Titan y Rose se quedaron de una pieza al escuchar aquello. Sus miradas se cruzaron ante aquellas palabras. Ambos holders no sabían con exactitud a que se refería Níquel con aquella afirmación, pero el tono de voz les indicó que era algo bastante personal.

Su caminata siguió, acompañados por un silenció incómodo y abrigados por la luz de la luna. Los únicos ruidos eran los sonidos algunos pokémon voladores y el crujir de sus pies sobre el pasto. Aquella caminata se vio terminada cuando encontraron la casa de Troupy.

Al verla un pequeño flashback apareció en la mente de Níquel, provocándole un escalofrió a la par que sacaba de su pokébola a su Banette. Al saber que estaban en el lugar correcto, Rose y Titan se pusieron alerta mientras Níquel se acercaba a la fachada.

La estructura estaba completamente oscura, no había una sola alma dentro de ella. Intentó entrar, pero el extraño conjuro se lo impidió por completo. Un escalofrió recorrió su cuerpo al ver que es lo que tendría que hacer. Se sujetó los hombros mientras volvía con Rose y Titan.

—No está, tendremos que acampar —admitió Níquel, ligeramente asustada.

—¿Estas segura que quieres quedarte aquí? —preguntó Titan, arqueando la ceja.

—Si vamos a la ciudad podrían reconocernos y atraparnos, además de que es probable que Troupy llegue en cualquier momento, lo mejor será empezar un campamento en las cercanías —admitió, apuntando hacia unos árboles—. Ese podría ser un buen lugar.

No podía negarlo, estaba asustada, sus planes no contemplaban quedarse tan cerca de la casa de Troupy para descansar. Sus ojos giraron hacía Rose, quien se encontraba temblando ligeramente antes de aceptar la idea. Níquel hizo una pequeña mueca al escuchar la confirmación, como si buscara una excusa para no hacerlo.

Luego de decidir quedarse avanzaron hasta su pequeño campamento. Una pequeña zona plana y despejada fue la elegida para que los tres holders empezaran a montar un pequeño campamento improvisado.

Titan recolectó un poco de leña, Rose puso las casas de campaña y Níquel trajo unos grandes troncos para poder sentarse en el área designada para ser la fogata de la noche.

No tardaron mucho en crear la fogata. El pequeño fuego, proporcionado por la pequeña flama de Rotom, irrumpió en la negra noche, dándoles un fulgor con el cual calentarse y calentar algunas golosinas que traían consigo. Sería una noche larga.

Los nervios estaban al flor de piel; con Níquel mirando a todos lados a la misma mínima provocación de ruido, Rose distrayéndose mirando videos por su pokédex y Titan calentando algunos malvaviscos junto a su Beedrill. La presencia del pokémon veneno era indiferente para la asustada Níquel, cosa que no pasó desapercibida por el joven de cabello azul. La incomodidad y angustia en el ambiente parecían golpearle directamente en la cara, por lo que decidió amenizar las cosas un poco.

—¿Nunca antes habían acampado? —preguntó Titan, soplándole a su bombón.

—Mi papá nos llevaba de campamento a Unova algunas veces —admitió Rose, guardando su pokédex y sonriendo ligeramente.

—Bueno, no es muy diferente a como vivía antes —una pequeña risa nerviosa salió de los labios de Níquel.

—¿Un cementerio no es más tenebroso que un bosque? —preguntó Rose, curiosa.

—No, los pokémon fantasma son buena compañía —una ligera sonrisa salió de sus labios.

—Sonreíste.

Aquello fue seguido de un puchero por parte de Níquel y una risa de Titan, había pasado mucho tiempo desde la última vez que Rose fastidiaba a Níquel. La carcajada de Titan llamó la atención de esta última, la cual miró con el ceño fruncido al holder.

—¿Te diviertes con esto? —preguntó, arqueando la ceja.

—Disculpa, pero me recuerda mucho a como interactuaban sus padres, la profesora Moon tiene mucha de esas grabaciones —admitió, para después llevarse los dados a la barbilla—. Ahora que lo recuerdo, ¿Han practicado actos de comedia?

Ambas chicas se quedaron en silencio por unos minutos, intentado rescatar en el mar de anécdotas de sus padres aquel recuerdo referente a los actos de comedia. Cuando lo recordaron, una expresión de emoción se dibujó en el rostro de Rose, un rostro que reflejaba lo opuesto a la cara de Níquel.

—No, pero podríamos…

—¡No, no lo haremos! —Níquel interrumpió con un gran sonrojo.

—Vamos, nuestros padres lo disfrutaban.

—¡Diamond y Platinum ni siquiera son mis padres! —reclamó Níquel—. Además, no tenemos que recrear lo que hacían ellos.

—Lo dice la que pone las medallas en su bufanda como lo hacía Platinum —dijo Titan burlonamente.

Aquello provocó una mirada asesina hacia Titan, mirada que le intimidó y provocó que una gota de sudor frio recorriera su mejilla.

—Vamos, podría ser divertido intentarlo —Rose intervino a favor de Titan.

—¿Qué parte de "no" no entendiste? Es algo tonto.

Rose se quedó pensando en un momento ante la negativa de su amiga. Cuando esta giró su cabeza en señal de indignación, sus ojos se llenaron de un pequeño brillo malévolo.

—Tienes razón, es algo tonto —Rose suspiró y se llevó las manos a la nuca—. Después de todo nunca podrías hacerlo bien.

El ambiente se quedó en silencio, Rose actuó de manera desinteresada mientras Titan pudo ver como el rostro de Níquel se ensombrecía y mano se volvía un puño.

—¿Qué acabas de decir? —preguntó Níquel, con molestia.

—Diamond era un comediante experto, es obvio que sería imposible que tú lo superaras —admitió Rose, con un tono fingido de soberbia.

—Oh vamos, todo el acto era relacionarlo con comida, no era la gran cosa —Níquel volteó a verla y se cruzó de manos—. Cualquiera podría hacerlo.

—Excepto tú.

—Rose, no caeré en tu juego, no soy un pokémon al que puedas manipular tan fácilmente.

—Lo sé, y también sé que no podrías hacerlo. Solo decía lo evidente.

Le dolía ser tan cruel con Níquel, pero ver la expresión pensativa de esta le hizo saber que aquella era la única opción de convencerla.

Níquel sabía que el ego no existía, pero bien que estorbaba, y este era uno de los casos. No quería ceder, pero su gran orgullo le empujaba a aceptar el reto. Maldijo entre dientes a Rose hasta finalmente aceptar su juego. Pero esta sería la última vez que la manipularía.

Rose sonrió con alegría y se acercó a ella. Harían un ejercicio de improvisación, recordando los viejos videos de sus padres practicando aquellos actos. Luego de pensar en una temática, la pelirosa le hizo una señal a su compañera para abrir el acto.

—¡Cuando hablamos de pokémon! —gritaron ambas, Rose con alegría y Níquel con un tono competitivo.

—Hablamos de Pokedex Holders —dijo Rose con alegría.

—No me digas —un tono burlón salió de los labios de Níquel.

—Así es, Níquel, aquellos son portadores de la preciosa pokédex.

—Gracias por traducirlo, seguramente nadie lo vio venir —mencionó Níquel con sarcasmo.

—Oye, algunas personas se les dificulta el idioma —Rose hizo un pequeño puchero.

—No sabía que eras una Traductor Holder —esbozando una sonrisa burlona.

—¡Por Arceus, ni siquiera tengo un traductor! —gritó Rose.

El gritó pareció molestar a Níquel, malestar que expresó mientras su cabello se agitaba ante el viento. Rose se asustó ligeramente hasta que su compañera recordó que todo era parte del acto. Su rostro de recompuso y miró a Rose esperando que siguiera con el acto.

—Como decía, cada uno de los portadores de la pokédex tienen alguna habilidad especial que los diferencia del resto de entrenadores.

—¿Por eso algunos tienen títulos? —preguntó Níquel.

—Exacto —Rose comenzó a contar—. Esta el soñador, la curadora, el lobo solitario.

—Inclusive hay una evolucionadora.

—¿Y cuál sería nuestro título? —preguntó Níquel, curiosa.

—La verdad no estoy segura —llevándose los dedos a la barbilla—. ¿Cuál crees que sería?

—Las "nos dieron una pokédex solo por qué somos hijas de un Pokédex Holder" —Níquel fingió una gran sonrisa.

—¡Oye! —gritó Rose, fingiendo enojo y dándole un pequeño golpe en la cabeza a Níquel— No se supone que digas eso.

Aunque la escena fue graciosa para Titan, el chico se quedó quieto al ver que Níquel no se recomponía del pequeño golpe que Rose le había dado. Rose se asustó un poco y de sus labios estaba a punto de salir una disculpa hasta que una risa rompió el ambiente.

La risa provenía de Níquel, una risa genuina que extraño a sus dos compañeros. La de ojos cian tuvo que poner su mano en su rodilla para poder agacharse un poco poder reír más cómodamente. Aquella acción hizo que Rose riera levemente, como buscando el permiso de Níquel hasta que su risa se volvió más genuina, al igual que la de Titan.

—Por Arceus, eso fue bueno —rió de manera sincera, limpiándose una lagrima de la cara—. Tenías razón, esto es muy divertido.

—Ves, te lo dije —Rose sonrió y le dio una palmada a Níquel—. Podríamos practicar algunos otros.

—Yo creo que no —Níquel se enderezó y su risa comenzó a menguar—. Es estúpido, divertido, pero estúpido. No creo hacer esto en un largo rato.

La risa de Rose paró en seco ante aquella declaración. Intentó interrogar a Níquel sobre su cambio y ella, tan seca como de costumbre, le repitió la máxima desde que se conocían. Ellas era Níquel y Rose, no Pearl, Diamond y Platinum. No tenían que copiar cada acto que sus padres habían hecho.

Rose suspiró con resignación y aceptó las palabras de Níquel. Sin embargo, esta vez podía entenderlas a la perfección. Después del entrenamiento con Wake y de la charla con su abuelo se dio cuenta de que debía erigirse sus propias metas, su propio camino. Que debía ser Rose, no la hija de Pearl y Maylene. La lógica de Níquel le hizo sentido después de mucho tiempo.

Mientras Níquel y Rose volvieron a sus pensamientos, Titan tuvo una idea peculiar. Esas dos chicas que estaban a ambos extremos de la fogata habían sido las únicas compañeras que había tenido desde que conoció a la profesora Moon. Sin embargo apenas y las conocía.

No sabía si era genuino interés en formar lazos, o simple morbo lo que le llevó a expresar una palabras que ninguna de las dos chicas esperaba escuchar de él.

—Si no quieren ser como sus padres, y quieren ser ustedes mismas, ¿por qué no empiezan por revelar quienes son en realidad? —preguntó Titan, con una cara llena de confianza.

—¿A qué te refieres? —preguntó Níquel con cara de genuina sorpresa.

—Somos un grupo, ¿no? Estamos unidos de manera temporal, tal vez debamos mostrarnos como realmente somos para estar más unidos —aclaró Titan, con una pequeña sonrisa.

—Suena una buena idea —afirmó Rose, animada.

—Ya les dije que no somos un equipo —reclamó Níquel.

—Bueno, ustedes me salvaron, estamos juntos en esta ruta en búsqueda de respuestas y dispuestos a colaborar entre nosotros, eso para mí es un equipo —admitió Titan, cruzándose de brazos—. Temporal al menos.

Níquel quiso reclamar, pero los argumentos de Titan era demasiado difíciles de refutar, la misma Rose se lo expresó. Sin embargo, no estaba dispuesta a contar cosas sobre ella, sobre lo que había vivido.

Rose y Titan estaban dispuestos a hacerlo, y aunque Níquel se reusaba a decir algo, el chico le propuso que él sería el primero en revelar algo de su pasado. Rose propuso que ella podría empezar a decir algo, sin embargo la conversación fue interrumpida por el retumbar de dos alas acercándose. Los holders se levantaron de inmediato y lanzaron a sus pokémon, listos para atacar a cualquier enemigo que osase acercarse a ellos.

Su sorpresa fue mayúscula cuando alcanzaron a distinguir la enorme silueta oscura que se alzaba ante ellos. La cálida luz de la fogata iluminó con soberbia las plumas de un Decidueye y la bata de laboratorio de una mujer de pelo oscuro.

—¡Profesora! —gritaron todos al unísono, sorprendidos.

Moon apenas les dirigió palabra al bajar de su pokémon. Su mirada pálida por el frio se fijó en Titan mientras sus extremidades le llevaban rápidamente contra él. Cuando lo tuvo a rango lo abrazó de manera casi automática, sorprendiendo al holder. Sus brazos eran cálidos y el agarre lo suficientemente firme para que Titan alejara sus brazos y después correspondiera el abrazo.

—Gracias a Arceus que estas bien —confesó Moon, con alegría.

Las lágrimas comenzaron a brotar, serpenteando por las mejillas de Moon hasta hallar su final en la chaqueta de Titan. Aquella alegría contagió a Titan, el cual también respondió abrazando más fuerte a la profesora, como si fuera su propia madre la que lo estuviera abrazando, esa misma madre que rara tuvo esos afectos con él.

Luego de que las miradas confusas de Níquel y Rose se dejaran sentir, Moon lentamente se separó de Titan y se apartó un poco, arreglando su bata y limpiando sus cara.

—Pensé que todavía seguía en coma —admitió Rose, sorprendida.

—Me dieron de alta hace unas horas, chicos —Moon sonrió y se llevó las manos a los bolsillos.

—Espere un momento, ¿cómo fue que pudo encontrarnos? —preguntó Níquel, arqueando la ceja.

—Por las pokédex, tengo formas de localizarlas.

Aquella información no pareció agradarle a Níquel, la cual de inmediato reclamó aquella invasión a su privacidad. Moon respondió con autoridad, explicándole que se trataba de una característica de seguridad que no usaba a menos que fuera explícitamente necesario. Sus ojos retadores se toparon de frente, entrando en una pequeña pelea de miradas para demostrar quién era la verdadera autoridad ahí. Fue la profesora la que terminó ganando cuando Níquel giró la mirada y refunfuño.

—Esto me pasa por meterme a esto —dijo con molestia—. De todas formas, ¿Qué es lo que es tan importante para usar ese rastreo ahora?

—Es ese chico que tú conoces, Níquel. Troupy.

La expresión de Níquel pasó de la sorpresa a una pequeña risa irónica. Vaya que era curioso que tanto ellos como Moon estuvieran interesados en aquel chico de parche.

Fue Rose la que le explicó que ellos se encontraban donde Troupy vivía, esperando a que este volviera para interrogarlo. Moon se sorprendió bastante de que ellos hubiesen llegado a la misma conclusión que ella, por lo que decidió ayudarles en su espera.

—¿Y dónde vive ese tal Troupy? —preguntó Moon, curiosa.

—En esa casa de atrás, si quiere la podemos acompañar —declaró Titan, levantándose—. Níquel, Rose, vamos.

Las chicas aceptaron y llevaron a la profesora a la pequeña estructura de madera que fungía como hogar de Troupy. Al llegar encontraron la casa igual, con el mismo conjuro mágico, de protección, la misma madera maltratada y la extraña puerto de madera abierta.

—¡Esta abierta! —gritó Níquel, asustando a todos—. ¡Troupy!

Rose y Titan trataron de detenerla, pero Níquel se movió más rápido que ellos y logró acercarse a la casa del chico. Su Banette estaba a su lado, listo para atacar si fuese necesario.

—Níquel, vuelve acá —reclamó Titan con molestia.

—¡Sal de ahí, maldito chico raro! —reclamó Níquel, con enojo— Quiero respuestas, y las quiero ahora, no me importa que tengas que…

Su argumento no fue completado cuando Banette se abalanzó contra ella para poder lanzarla lejos de un gran rayo oscuro que salió de la casa. Aquello alertó de inmediato sus demás acompañantes, los cuales sacaron a sus pokémon para combatir.

Mientras Níquel se levantaba del suelo, una risa retorcida se escuchó del otro lado de la puerta. Las luces del exterior comenzaron a iluminar tenuemente a un Zweilous que hacia acto de presencia.

—Los visitantes han llegado, con la llave para abrir la prisión —la voz provenía de la oscuridad de la habitación.

—Tú y tu estúpida forma de hablar —reclamó Níquel de manera retadora.

—Níquel, actúas como si ese chico no te hubiese nulificado de un solo golpe —reclamó Moon—. Troupy, no queremos pelear.

—¿Acaso no quieren ser libres? ¿Acaso no quieren salir del guion impuesto por ellos? —el sonido de la madera crujiendo se hizo presente.

—Solo tenemos preguntas, Troupy —respondió Titan, ligeramente asustado—. Ya nos ayudaste una vez, ¿no?

—Y tus memorias se grabaron en la arena —otra risa perturbada salió de la casa—. Tendremos que divertirnos un poco en el carrusel y jugaremos un juego por su respuesta.

—¿Qué clase de juego? —preguntó Rose de vuelta.

Hubo un silencio sepulcral que fue interrumpido por el sonido de un proyectil que salió de la casa, cortó la atmosfera tenebrosa del lugar y se quedó incrustada en un árbol con la forma de una pica filosa. Una arma que salió del brazo de Troupy. El chico finalmente salió de la casa, dejando que la luz de la luna iluminara una gran oz ubicada donde antes estaba su mano.

—Si los latidos de su corazón llegan a cero, pierden —dijo con una sonrisa torcida.

El festival comenzó de golpe cuando Troupy se abalanzó contra Níquel, intentando atacarla con su guadaña. La chica logró esquivar el golpe, apartándose. Banette intentó atacar al enemigo, pero Zweilous lo atacó con un fuerte Mordisco que le dejó algo lastimado. Troupy atacaría por ambos lados.

Las cosas se pondrían serias, por lo que Rose, Moon y Titan lanzaron a sus pokémon para atacar al Zweilous. Sin embargo, para su sorpresa, el pokémon era extremadamente rápido, esquivando a la perfección cada ataque que le infringían.

Troupy se vió obligado a recordarles que su pokémon no era el único enemigo. Dio un gran saltó hasta Titan para intentar abrirle la cabeza con su arma, pero Moon logró lanzarse contra el muchacho para que este evitara el golpe. El arma solo cortó algo de pasto y se incrustó en la arena.

—¡Estás loco! —reclamó Moon, asustada.

—¡Todo el mundo está loco! —gritó devuelta— ¡Vamos, visitantes, juguemos!

La guadaña que sustituía su mano pareció separarse de su brazo, revelando que estaba conectada a su extremidad gracias a unas cadenas algo oxidadas. Al sacar su arma de la tierra, Níquel intuyó lo que se venía.

—¡Tírense al suelo! —gritó.

Todos obedecieron al momento que Troupy comenzó a girar sobre sí mismo, convirtiéndose en un tornado letal dispuesto a cortar en dos a cualquiera que osase interponerse contra el filo de su guadaña.

El mismo ruido de la guadaña en el aire les impedía poder ordenarles algo a sus pokémon, los cuales empezaban a ser derrotados por Zweilous. Troupy no detuvo su remolino de la muerte hasta que su guadaña se vió atrapada en la corteza de un fuerte tronco.

Con el arma clavada en el árbol, Rose aprovecho la oportunidad para levantarse y taclear a Troupy, haciéndole retroceder un poco. Debían pelear para poder sobrevivir. Luego de ordenarle algo a Banette, Níquel corrió hacia Troupy y le dio puñetazo en la cabeza, puñetazo con el cual la cabeza del chico se movió ligeramente hacía la izquierda.

—¡Finalmente nos divertiremos! —gritó Troupy en un tono de éxtasis.

Las cadenas se tensaron y la guadaña volvió a su posición original, lista para cortar a las chicas que estaban frente a ellas. Sin embargo, Titan le detuvo los brazos antes de que pudiese moverse, dándole tiempo a Níquel y Rose de golpear juntas su estómago.

Con aquella sonrisa tétrica e inmutable, Troupy dio un enorme salto, llevándose a Titan con él y azotándolo contra un árbol. Fue en ese preciso momento que las chicas observaron que los pies de su enemigo estaban unidos a sus piernas mediante extraños resortes.

—¿Acaso no es humano? —preguntó Rose, alarmada.

Níquel no estaba segura, pero no tenía tiempo de pensar en ello cuando Troupy tenía a Titan a su merced. En ese instante Troupy se alejó y comenzó a moverse de un lado a otro de manera pausada, como si estuviera bailando.

—¡Caos, caos! —gritó con alegría retorcida— ¡Expiemos nuestros pecados!

Su otra mano salió disparada gracias a una cadena que lo sujetaba, una cadena más gruesa. El puño de Troupy vió su destino en la cara de Rose, tirándola de manera agresiva al piso mientras se sujetaba la cara.

—¡Rose! —gritó Níquel.

Cuando su mano volvió a su extremidad e intentó repetir el proceso con Níquel, pero Titan logró derribarlo por la espalda. Ya en el suelo pisó el brazo que sujetaba la guadaña, le dobló el otro e intentó someterlo, pero Troupy respondió lanzando su mano hacía árbol para servirle de arpón y alejarse de Titan.

Rose finalmente se levantó con varias heridas en la cabeza y algo de sangre saliendo de su nariz, miró el extraño baile de Troupy y comenzó a sentir un fuerte escalofrió, más aún cuando se percató de que Zweilous ya había derrotado a Banette, Beedrill y Lopunny, encargándose ahora de Decidueye.

—Rayos —Rose lanzó otra pokébola—. Loom ayúdame.

—No tiene casó enfocarnos del todo en el combate, Troupy es más peligroso —dijo Níquel, lanzando la pokébola de su Rotom y volteando a ver hacia atrás—. ¿Y la profesora?

La frenética pelea les había hecho olvidarse de la profesora, profesora que se había ido para tomar la defensa con la cual atacaría a Troupy; un arco. Una flecha fue lanzada directamente a los pies de Troupy, el cual seguía en su baile.

—¡Troupy, detente ahora! —gritó Moon, amenazándole con el arco.

Troupy no detuvo su baile, miró a la profesora y comenzó a reír con un tono escabroso que les puso a todos la piel de gallina.

—¡Puedo hacer cualquier cosa! —gritó, bailando de forma más rápida— ¡Las cartas están dadas!

Troupy sacó de un bolsillo cuatro pedazos afilados de metal; un corazón, una punta de lanza, un rombo y un trébol. Con las armas en sus manos las lanzó contra sus enemigos, empezando por Moon.

El corazón afilado logró causarle una gran herida en el hombro de Moon, la cual de inmediato soltó su arma y cayó al suelo, sujetando su herida. La punta de lanza iba directo a la cara de Rose, pero ella logró apartarse de la trayectoria, logrando que solo se le fuera cortado un poco de cabello. El rombo rozó el estómago de Titan, causándole una pequeña herida y clavando su camiseta en un tronco. Finalmente el trébol iba directo al pecho de Níquel. Ella logró quitar su pecho de la trayectoria del trébol, pero este logró romper la cuerda que sostenía su brazo roto. El dolor del brazo casi curado fue apenas mínimo, por lo que Níquel decidió deshacerse de una vez del vendaje arrancándolo de golpe, después de todo había cosas más importantes de las cuales preocuparse.

—¡Profesora, está bien! —gritó Titan, arrancando el rombo que lo mantenía cautivo.

—¡S-sí! —dijo Moon, levantándose e intentando tomar su arco, pero volviendo a caer.

Este chico iba enserio, por lo que debería empezar cambiar su estrategia a una mucho más agresiva, cualquier error podría costarles la vida.

—¡Vamos, sigamos divirtiéndonos! —gritó Troupy, volviendo a lanzar su guadaña.

El arma cortó el aire en trayectoria a Níquel, la cual logró alejarse de su camino lanzándose aún lado. El arma terminó impactando en un árbol, clavándose en ella. Fue ese momento que Níquel decidió aprovechar para llamar la atención de su Pokémon.

—¡Tom, lanza un Rayo a la cadena! —gritó Níquel.

Zweilous estaba ocupado con Decidueye, por lo que el pokémon eléctrico obedeció la orden al momento. El flujo de electrones comenzó a circular por toda la cadena hasta llegar al cuerpo de Troupy. El chico comenzó a retorcerse de manera agresiva, manteniendo una risa sádica, como si disfrutara del ataque. El ataque terminó cuando la guadaña se separó de la cadena.

El ataque eléctrico solo pareció re-energizar a Troupy, el cual comenzó a bailar y saltar de manera más frenética, mientras su extraña risa comenzaba a tomar toques robóticos.

—¡Esta es la mejor diversión de todas! —gritó, metiendo su brazo sin arma en su bolsillo para recuperar otra extremidad y tomar varias fichas de hierro— ¡Expíen sus pecados!

Los pedazos de metal volvieron a volar por los aires, impactando en cuanto objeto se interponía en su camino. Titan logró esconderse en un árbol, Rose sufrió algunas cortadas en sus brazos, al igual que Níquel, mientras que Moon se puso pecho tierra y comenzó a dispararle a un blanco que se movía de forma errática y veloz, casi produciendo el efecto óptico de doble objeto.

Al cesar el ataque, Níquel tomó una gran rama e intentó acercarse a Troupy para golpearlo, pero las manos de su rival salieron expulsadas y golpearon su estómago, inhabilitándola. Cuando sus manos volvieron dio un gran saltó y volvió a lanzarle un puñetazo a la espalda, haciéndole caer al suelo.

—¡El mundo gira y gira! —gritó, viendo a Rose y Titan corriendo hacia él— ¡Héroes, únanse al carrusel!

Titan cayó de inmediato por un puñetazo, a lo que Moon respondió lanzándole una flecha al hombro. Con su cuerpo dañado, Rose logró plantarse frente a él e intentar golpearlo de manera directa. Aunque sus puñetazos lograban ser efectivos, Troupy no parecía recibir ningún daño.

Las manos de Troupy salieron disparadas hacia los troncos de los árboles, enganchándose. Y usando la propulsión de los resortes de sus pies, Troupy logró darle un potente cabezazo a Rose, tirándola al suelo.

El golpe había causado una herida grave, haciéndole sangrar y provocando un fuerte dolor de cabeza. Titan le ayudó a levantarse, pero en ese instante las cadenas de Troupy volaron hacia sus lados. Bastó un movimiento grácil de su parte para que las cadenas quedaran aferradas a sus cuellos, quitándoles el oxígeno.

Gritos ahogados salieron de sus bocas mientras intentaban de forma desesperada quitarse las cadenas, sus rostros reflejaban como la vida parecía escapárseles, comenzando a llorar ante la risa retorcida de Troupy continuaba.

A la desesperada, Moon logró acertarle tres flechas al pecho de Troupy. Sin embargo, su rostro se llenó de horror cuando aquello pareció no importarle a su enemigo, el cual mantenía su poderoso agarre contra las holders.

—¡El caos los liberara! —gritó Troupy, con sadismo— ¡No dejen que los gusanos en sus cabezas tomen el control!

—¡Ya cállate! —gritó Níquel.

Tomando el pedazo de manera más grande que encontró, Níquel logró golpear la cabeza de Troupy. El silenció se apoderó del lugar conforme un ruido eléctrico y mojado se hizo presente. La cabeza de Troupy parecía completamente desprendida de su cuerpo, sujetada por un gran tubo repleto de sangre y varios alambres y cables empapados del líquido.

Los ojos de Níquel se llenaron de asco y miedo al ver aquella cosa, los pedazos de carne y sangre que alcanzaban a verse en la base de la cabeza de Troupy, tan calientes que lanzaban algo de humo. Fue entonces que la risa volvió, una risa más aguda y tétrica.

—¡Todos perderemos! —gritó, devolviendo la cabeza a su lugar.

Níquel se quedó de piedra, intentando procesar lo que había visto. Una pequeña voz en busca de ayuda resonó en su cabeza, pero aquella voz no devolvió a Níquel a su estado normal. Fue el golpe de ambos puños de Troupy, el cual había liberado finalmente a Rose y Titan, el que regresó a la chica al momento presente.

—Esa cosa no es humana —dijo entre tartamudeos, tirada en el piso.

—¡El mundo es solo una fantasía, héroes! —gritó Troupy, saltando de manera más frenética—. ¡Y la única forma de esconderse es la locura!

Mientras Rose y Titan recuperaban el aliento, Moon se encargó de alejar a Troupy de ellos usando su arco. Aquello no era una solución definitiva, pues el chico se acercaba peligrosamente a ella y comenzaba a lanzarle puñetazos y pedazos de metal, dañándola en sus brazos y piernas.

Cuando sus amigos la levantaron, Níquel siguió preguntándose si aquello que enfrentaban era humano o no, la escena le impedía pensar con demasiada claridad. Lo único que sentía era miedo, miedo muy parecido a los anteriores encuentros con el asesino de sus padres.

—Debó ayudarla, ustedes quédense aquí y formulen un plan —dijo Titan, corriendo hacia donde estaba Moon.

—Es probable que todos terminemos muertos —admitió Níquel, levantándose—. Esa cosa no se puede parar, es inmortal.

—No, debe haber una manera —la sangre comenzaba a escurrirse en la frente de Rose—. Vamos, seguro que podemos hacer algo.

—No podemos matarlo, y nada lo detendrá —dijo mientras sus ojos rodaban rápidamente hacia todos lados.

Mientras Titan ayudaba a la profesora, Níquel intentó buscar algo con lo cual poder vencerle. En esos momentos deseaba fervientemente tener algún cuchillo o algo así. Fue entonces que recordó aquellos artefactos que Troupy les había lanzado. Tal vez aquello serviría para poder hacerle algo de daño.

Miró a Rose y le explicó rápidamente el plan. Debía ser rápida si querían tener una oportunidad de ganar. Con la adrenalina en las nubes la chica aceptó y corrió hacia los árboles, mientras Níquel corría hacia Troupy.

—¡Hagámoslo, Troupy! —gritó Níquel, comenzando a saltar de un lado a otro— ¡Me uno al carnaval!

Troupy volteó a ver como Níquel intentaba seguir sus pasos, sin mucho éxito. Una sonrisa salió de su rostro mientras saltaba hasta ella. Teniéndola de frente, el chico comenzó a rodearla saltando alrededor a tal velocidad que parecía que se duplicaba.

—¡El mundo sigue girando, la locura sigue incrementando! —gritó Troupy, intentando golpear a Níquel.

Aunque pudo esquivar un golpe, un puñetazo sorpresa golpeó su espalda, tirándola en el piso. Un quejido salió de su boca mientras se levantaba y miraba con miedo como Rose aún recolectaba aquellas navajas.

—¡Este juego está arreglado! —gritó, poniéndose de pie y volviendo a saltar— ¡Puedes ver lo que pasara gracias a ella!

Apuntando su mirada hacia el pequeño cinturón de Troupy, Níquel pudo observar por unos pocos instantes la poco iluminada pokébola que mantenía a Gothitelle. Cuando Troupy se paró, pudo ver como el pokémon la miraba con un rostro de preocupación, como si le pidiera ayuda.

No tuvo tiempo de pensar cuando sintió la respiración de Troupy directamente en su cara, mirándole con aquellos ojos muertos y ese extraño cuello que podía separarse ligeramente de su cuerpo.

—¡La de las dos caras también lo hace, pero no desea saberlo! —gritó Troupy directamente a la cara de Níquel— La infiltradora es incapaz de reconocer la locura en la que está inmersa.

Sin poder hacer nada, finalmente las cuchillas y flechas comenzaron a golpear la espalda de Troupy. Aunque los proyectiles se encajaban en su espalda y las flechas lograban atravesarlo, todo artefacto que golpeaba su cabeza simplemente rebotaba. Cuando la lluvia de armas terminó, Troupy golpeó a Níquel en la cabeza, tirándola al suelo y dándose la vuelta.

—¡¿Es que acaso no lo pueden ver?! —gritó Troupy, eufórico, ignorante de como Níquel se levantaba lentamente— ¡La obra del mundo pecador, la fantasía se apoderó de esta historia, y no serán capaces de detenerla!

Troupy procedió a saltar, pero Níquel logró usar una cuchilla que había caído para cortar su cinturón. Cuando Troupy cayó, Níquel de inmediato tomó la pokébola de Gothitelle y la lanzó contra Troupy.

La pokébola golpeó la espalda de Troupy y la abrió de golpe, liberando a Gothitelle. Al ver a su pokémon salir, Troupy simplemente se detuvo y comenzó a reír de manera más frenética.

—Ese caminó no nos salvara, y lo sabes —dijo Troupy, mirando a su pokémon.

Gothitelle alzó sus manos y creó pequeñas ondas hipnóticas que golpearon la cara de Troupy. Su cuerpo comenzó a volverse más ligero hasta que finalmente cayó al suelo, inconsciente.

Todos los demás cayeron al suelo, agotados, apenas y podían con sus cuerpos. Conforme la adrenalina era limpiada de sus cuerpos, el dolor de las múltiples heridas comenzó a hacerse presenté. Mientras revisaban sus heridas, Gothitelle atacó a Zweilous, debilitándolo de golpe y dejando descansar a los pokémon de los demás.

—Si eres tan buen previendo el futuro, ¿por qué no previste que esto pasaría? —preguntó Níquel al pokémon, sujetándose la cabeza.

Gothitelle no respondió, solo tomó a Troupy entre sus brazos. Rose y Titan intentaron acercarse, pero Moon los detuvo, había algo raro en la mirada de aquel pokémon. Esos ojos pensativos no eran normales para un pokémon que rescataba a su entrenador. ¿Acaso ella pensaba en retribuirles?

No hubo tiempo de responder esa pregunta, pues Gothitelle empezó una gran luz desde su cuerpo. Antes de que pudieran defenderse, los cuatros se vieron envueltos en aquella incandescente luz que los envolvió por completó, para después convertirse en una oscura perpetua.