Disclaimer: Los personajes de Sherlock Holmes no me pertenecen, sino a su autor Sir Arthur Conan Doyle, la serie "Sherlock" pertenece a la BBC, la serie Grimm pertenece a Stephen Carpenter inspirada en los cuentos de los hermanos Grimm. Este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.
Personajes: Sherlock, John Watson y otros.
Aclaraciones: Esté fic es del fandom de Sherlock de la BBC, únicamente tomaré algunas características del universo de Grimm (y quizás menciones de los personajes), por lo que no es un crossover como tal.
Advertencia: Este fic contiene Slash, lemon, mpreg (algo de omegaverse), y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.
Beta:.
Resumen:Sherlock, uno de los mejores Grimm del clan Holmes, tuvo que dejar a su hijo al cuidado de su hermano Sherrinford, pues no se sentía apto de hacerlo después de la muerte de su pareja. Todo su mundo fue cuesta abajo desde que Víctor fue asesinado, pero un Wiender Blutbad llamado John Watson llega a la vida del detective. ¿Podrán ser felices a pesar de sus diferencias?
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Grimm
Capítulo 25.- La carrosa fúnebre vacía
William miró a la niña que jugaba con su equipo de química. Tenía una larga cabellera castaña clara y rizada; había heredado la heterocroma de Sherlock, incluso los mismos tonos que cambiaban al capricho de la luz. Era simplemente extraordinario
No lo negaría, extrañaba a su padre, los casos, verlo interactuar con John, molestarlos a ambos; había perdido todo eso, pero su hermana perdió aún más.
William no lo admitiría jamás, pero se sentía en parte responsable del suicidio de Sherlock. Fue su deseo de venganza lo que hizo que su padre se enfrentara a Moriarty, era su caso y dejó que él se encargara. Permitió que sus deseos infantiles de recuperar a su pequeña familia, involucraran a personas inocentes.
Él le arrebató a Sherly la posibilidad de conocer a su padre.
—Deja de pensar, es molesto —William sonrió. Esa pequeña diablilla era toda una Holmes.
—Bueno, alguien tiene que hacerlo por los dos, ¿no crees? —la niña bufo molesta y continuó con su experimento.
—Papá saldrá hoy con Mary —dijo fingiendo no tomarle importancia al tema. —Le pedirá que se case con él.
William asintió. John había estado saliendo con Mary desde hace un año. Era agradable, por supuesto; amable con él y cariñosa con Sherly, y una blutbad como Watson. Era perfecta.
Y los dos hermanos la odiaban y querían por partes iguales.
—Será una buena madre para ti —Sherly hizo una mueca de disgusto. Detestaba cuando su hermano mayor quería actuar como adulto, sobre todo porqué él, odiaba tanto como ella el hecho de que alguien usurpara el lugar de Sherlock.
—… quizás si me enfermo… —Mary le agradaba a la niña, aun así, no quería que su papá se casara con ella, aunque ya vivían juntos, era un arreglo que se podía terminar con mayor facilidad.
William suspiró con pesar. No le gustaba ver que su hermanita de casi tres años estuviera pensando en cómo boicotear la posibilidad de que su papá se uniera a otra persona, solo porque guardaba la esperanza de que su padre regresara de alguna milagrosa manera.
—Escucha Calaverita —dijo al tiempo que la obligaba a sentarse en sus piernas. —John merece estar con alguien que lo ame —la niña hizo una mueca idéntica a la que él y Sherlock hacían cuando algo les desagradaba.
—Pero me tiene a mi —William sonrió.
—Eres lo más importante, no solo para mí, también para John, pero… —el rey Grimm se mordió el labio inferior —. Calaverita, los adultos necesitan estar con otros adultos y…
—¿Tener sexo? —William asintió con la cabeza —. ¿Cómo tú y James?
El Holmes mayor no pudo evitar sonrojarse. Bond había logrado su objetivo; desde hace casi tres meses, él y William habían iniciado una relación romántica, todo gracias a que el agente estuvo con él durante los meses posteriores a la muerte de Sherlock.
—Sí… algo así… —contestó con cierta vergüenza.
—Pero cuando padre regrese, se pondrá triste si papá se casa con Mary —Sherly podría ser tan inteligente como cualquier Holmes, pero John se había asegurado de que su hija tuviera una infancia normal, algo de lo que William estuvo más que de acuerdo, aunque en momentos como ese, lo detestaba.
¿Cómo le dices a un niño que su padre murió y jamás regresará?
Por suerte, no fue necesario iniciar esa incómoda conversación; su móvil había comenzado a sonar. William miró la pantalla, frunció el ceño al ver de quién se trataba: Mycroft.
No había tenido una buena relación con su tío desde la muerte de Sherlock, no cuándo supo que él era responsable directo de que Moriarty supiera cosas muy privadas del detective.
Por un momento, pensó en no contestar, pero sabe que su tío no lo llamaría para socializar, no, debía existir una razón de peso, sobre todo si dicho tío había salido de viaje de "vacaciones", sin su esposo e hija menor.
—Holmes —dijo serio, respondiendo del mismo modo que haría con cualquier persona ajena a su familia. Escuchó a Mycroft e hizo una mueca, bufó con fastidio —. Bien, estaré ahí en cuanto pueda.
Al colgar, maldijo para sus adentros. Miró a Sherly y sonrió; no podía irse y dejarla sola, John se encontraba en el trabajo y la Sra. Hudson había salido con sus amigas, Greg y Molly también estaban ocupados y ni loco dejaba a su hermana al cuidado de su incompetente novio que, si bien podía salvar de una organización malvada con las manos atadas a la espalda, era un idiota cuando se trataba de niños, en especial si se trataba de un Holmes, solo tenía una alternativa.
—¿Te gustaría comer una enorme rebanada de pastel de triple chocolate frente a Mycroft? —Sherly asintió más que feliz. Era divertido acompañar a su hermano a sus reuniones o deberes como rey Grimm.
…
William se dejó guiar por el empleado de Mycroft; la niña descansaba en su cadera, observando todo con ojos inquisidores. Muchas veces le había dicho a su hermano que ella se convertiría en la próxima reina Grimm y que, por tanto, debía aprender todo lo necesario desde ahora.
A medida que se acercaban a la habitación, un sentimiento extraño se apoderaba de William, era como el preludio de algo que no podía discernir.
El sirviente se detuvo frente a una puerta de metal. William frunció el ceño y se tensó creyendo que tal vez no fue buena idea traer a su hermana. Si su tío planeaba asesinarlo…
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando la puerta se abrió. Mycroft estaba sentado tras un escritorio y su expresión le daba muy mala espina al rey Grimm.
—Ok, ya estoy aquí —dijo serio —. ¿Qué es eso tan importante que necesitabas decirme? —sin embargo, el Holmes mayor no respondió, por el contrario, aguardo un momento hasta que una segunda puerta (que por supuesto, William había notado), se abrió, dejando ver la alta figura de Sherlock.
Al verlo, la niña lo reconoció de inmediato, ¿Cómo no hacerlo?, su papá y hermano le enseñaban fotos de su padre y contaban todas sus hazañas.
¡Lo sabía!, ¡ella sabía que su padre iba a regresar.
Sherly intentó zafarse del agarre de su hermano, pero éste la tenía bien sujeta.
Por otro lado, William se encontraba debatiéndose entre la ira, la felicidad y la tristeza. Su padre estaba vivo, siempre lo estuvo; dejó que creyera que se había quedado solo en el mundo, ¡permitió que su hermanita creciera sin su presencia!
Sherlock observó a su hijo y a la niña en sus brazos; no le resultó difícil dedusir que era su hija, tenía muchas características de él, la heterocromía, cabello ondulado (aunque del mismo tono que John), la forma de la boca y otros detalles también eran suyos.
—Mycroft. Tómala —era una orden, el tono usado por su sobrino no dejaba espacio a la insubordinación.
El rey Grimm se acercó a su padre, permitiendo que éste contemplara a su hijo, ahora un hombre de 21 años, todo un adulto, aunque su gusto por a ropa informal no había desaparecido.
—Will… —se vio interrumpido abruptamente por el joven que le dio dos fuertes puñetazos, uno izquierdo y otro derecho, antes de lanzarse a sus brazos y llorar como el niño que dejó de ser al perder a Víctor.
Lloró. Lloró sin importar que Mycroft estuviera presente, cuando logró calmarse, le pidió que regresaran al 221 B para hablar con más calma y por supuesto que Sherlock aceptó.
El camino en auto fue un tanto incomodo con William y su padre en extremos contrarios del asiento trasero y Sherly en una silla especial, entre ellos. Eduardo Chávez, mejor amigo del rey Grimm era quien manejaba. El chico, cada tanto miraba por el retrovisor para asegurarse que su amigo se encontrara bien.
—¿Dónde estuviste todo este tiempo? —preguntó William sin dignarse a verlo, la niña fijó su atención en el detective.
—La red de Moriarty. Me tomó tres años* desmantelarla —respondió Sherlock; el rey Grimm lo miró con enojo.
—¿Y lo hiciste? —más le valía que así fuera o el menor se iba a volver huérfano y esta vez, de verdad.
—El flanco serbio, fue la última pieza —el rey Grimm asintió con molestia, pero hacía lo posible para contenerse. Mycroft le había entregado la información de esa misión antes de irse; le tomó algunos minutos leer todo el papeleo.
—¿Mataste a los malos? —preguntó la niña emocionada. Sherlock le sonrió y asintió con la cabeza.
—¿Y John?, Creo que lo sorprenderé —la pequeña Sherly aprobó la idea, e incluso le dijo a su padre que podría salir de un gran pastel.
—Él ya no vive en Baker —dijo William tajante. Era increíble la desfachatez que su idiota padre podría llegar a tener. El rey Grimm usó su teléfono para encender la pantalla ubicada detrás del asiento del piloto y copiloto. Le mostró fotos de John con ese horrendo bigote que todos odiaban —. Pasaron 3 años. Siguió con su vida.
—¿Cuál vida? Yo no estaba.
—¿Enserio Sherlock? —dijo su hijo mirándolo con enojo. Sherly se rio haciéndole notar a su hermano que tenía esa vena graciosa en la sien, otra vez. William dejó que su molestia se disolviera mientras inhalaba y exhalaba, pero con su padre, era una labor titánica.
—Tenemos que hacer que se quite eso —la niña asintió más que de acuerdo con Sherlock. Su papá se veía mal con bigote, a su parecer, era como si él tuviera una oruga fea en la nariz —. No pueden verme con un anciano.
William hizo una mueca; se hundió en su asiento, dispuesto a ignorar al mayor hasta que el viaje terminara.
—¿Sabes dónde está John?
—Papá va a cenar con Mary —la niña arrugó la nariz en un gesto idéntico al de Sherlock cuando algo le desagradaba. —Piensa pedirle matrimonio.
El Holmes mayor intentó ocultar su desconcierto y dolor; quizás le habría funcionado con personas normales, pero no con sus hijos, que lo leyeron sin dificultad.
—Algunas personas son fuertes y logran avanzar después de una pérdida dolorosa —dijo William intentando romper el horrible silencio —. Los corazones se rompen y sanan. Cambian. No puedes culpar a John por querer volver a amar.
Sherlock permaneció en silencio. ¿Qué podría decir para refutar lo dicho por su hijo? Tenía razón, John merecía ser feliz.
Quizás no debió regresar, pero era un hombre egoísta, quería estar con su pareja, conocer al bebé que no pudo ver nacer, estar con William y contemplar de primera mano, el gran hombre en el que se convirtió y del que Víctor estaría orgulloso.
El auto se detuvo en el 221 B. Eduardo se apresuró a abrir la puerta para dejar que sus pasajeros bajaran. Sherlock ayudó a su hija a salir de su silla; la cargó en brazos, pero no entró, aguardaba a su hijo.
—Adelántense, necesito hacer unas llamadas —dijo el rey Grimm, tan pronto bajó del auto. Sherlock lo miró; sabía que su hijo mayor necesitaba un poco de tiempo a solas para procesar todo. Aun siendo un Holmes, William tenía un corazón tan grande como el de Víctor.
El detective ingresó al edificio, permitiendo a los dos jóvenes estar a solas.
William suspiró derrotado, apoyó la frente en el capó del auto en un gesto poco elegante, tan atípico en él que preocupó a Eduardo.
—Así que… tu viejo volvió como zombi —Eduardo se recargó en el auto, junto a William, quien gruñó su respuesta. —Y yo que pensé que lo mas raro que te pasaría, sería el salir con 007 —el joven Holmes gimió sin dejar su posición. El wesen miró a su amigo. Sabía lo difícil que le resultaba al Grimm, expresar sus sentimientos, aún a él.
—Ella está feliz —dijo sin mirarlo. Entonces Eduardo comprendió lo que en verdad le molestaba.
Sherly había sido el centro del mundo para William desde que Sherlock se fue. Estuvo con John en los largos y complicados meses de gestación, posterior al supuesto suicidio. Watson había tenido un embarazo de alto riesgo y varias amenazas de aborto a causa de su última aventura con el detective. La bebé nació prematura y fue el joven rey Grimm quien permaneció día y noche en el hospital hasta que su hermanita fue dada de alta.
Después de dar a luz, John sufrió depresión post parto. Cuando no estaba llorando por la supuesta muerte de Sherlock, se la pasaba dormido, no comía y no quería estar cerca de su hija, lo que provocaba que llorara más por sentirse un pésimo padre. Estar en Baker lo estaba destruyendo.
Entonces William trajo a los mejores médicos wesen, compró una pequeña pero acogedora casa con jardín muy lejos del 221 B, ayudó a John a abrir su propia clínica y cuidaba de Sherly mientras él trabajaba, si ninguno podía estar con la niña, pedían ayuda a Molly o la Sra. Hudson, incluso a Eduardo y a los otros.
—Eres más padre de Sherly de lo que Sherlock jamás será —William levantó la cabeza para mirar a su amigo, el wesen le sonrió; sacó una caja de pockys del bolsillo de su chaqueta, los favoritos del Grimm. —Tú has estado con ella desde que nació, ¡Dios!, incluso la gente cree que en verdad eres su verdadero padre.
—Eso no importa al final de cuentas, ¿o sí? —comentó mientras extraía uno de los palitos de galleta y lo miraba con cierta nostalgia.
Una de las primeras golosinas que le dio a Sherly fue precisamente esas galletas en particular. La niña tenía poco más de seis meses y ya comenzaba a articular palabras complejas para su edad. Fue mientras le leía la historia de la familia Holmes; la bebé comenzó a sentir hambre, pero aún faltaba mucho para su próxima comida, por suerte, llevaba la caja de pockys que Eduardo le había regalado esa mañana.
Aun William recordaba el rostro brillante de su hermanita al probar el primer palito de chocolate y de la llamada de atención de John por darle dulces a su hija entre comidas.
—Sherly te quiere, hermano —Eduardo le dio una palmadita. No le gustaba ver a su amigo en ese estado —. Sonará cruel, pero Sherlock se dará por vencido cuando el Dr. Watson lo mande al diablo y saltará al primer caso que le pase por enfrente.
—Y entonces Sherly quedará con el corazón roto y yo tendré una nueva calavera en mi chimenea.
Era una amenaza que Eduardo sabía que su amigo cumpliría de ser necesario y por supuesto que pensaba ayudarle. Sherly era el tesoro de William y también de Diana, Clarisa, Raven y por supuesto que para él también. Luego de la muerte de George Adams (su líder), se habían vuelto más unidos.
—Llamaré a las chicas; beberemos hasta que Clarisa se ponga tan ebria que comience a perseguir a Chuleta y Reven tenga que usar su atomizador para castigarla —Will dejó escapar una risilla. Agradecía tanto tener a ese grupo de idiotas en su vida, sin ellos probablemente se habría vuelto loco hace mucho tiempo.
—Sí, creo que John querrá unirse a nosotros después de que mi padre interrumpa en su cena de compromiso —Eduardo silbó.
—Viejo, quisiera ver eso —dijo el wesen con humor —. Mejor que telenovela mexicana.
Ambos rieron al imaginar la cara de John al ver que el idiota de su novio no estaba muerto y que no había escogido un mejor momento para demostrarlo que irrumpir en su cena de compromiso.
Continuará…
…
Y que regreso a la vida. Admito que no pensaba seguir con este fic, no porque no quisiera, pero ya no tenía inspiración. En fin, espero que mis Musas les dé por acabar esto.
Saludos.
Nota: Sé bien que en la serie menciona que fueron 2 años, pero no quería que Sherly fuese tan pequeña.
