Capitulo 29.
-Maestro Skywalker – dijo un hombre mientras apuntaba su bláster hacía él – Tenemos ordenes de apresarlo, coopere con nosotros o nos veremos en la necesidad de tomar medidas más fuertes.
Anakin miró detenidamente a los hombres que estaban frente a él, siete en total, nada difícil de manejar.
-Antes de que me apresen – dijo el Sith.-¿Puedo saber bajo que cargos?
-Por ser un espía imperial.
¿Cómo es que Bail se había enterado de que era un espía? El Sith, durante su pequeña estadía con los rebeldes, nunca había mostrado señales que lo delatara, bueno, si admitía que de vez en cuando se le había escapado una que otra palabra o frase comprometedora, pero en su defensa, había sido en situaciones en las que nadie le prestaba atención o en donde no tuviesen la oportunidad de cuestionarle. Si Bail estaba seguro de que el castaño era un espía, era porque alguien tuvo que haberle dicho, alguien que sabía que él era un Lord Sith encubierto y que estuviera en contacto con el gobernador todo este tiempo, pero ¿Quién de todos era el soplón?
Fue entonces que un nombre se formó en su cabeza.
-¿Cómo es que no lo pensé antes? – dijo el castaño con sorpresa en su voz e ignorando que aun tenía a siete hombres amenazándole. - ¡Obi-Wan fue todo este tiempo!
Ahora todo formaba sentido, Obi-Wan durante estos diez años estuvo contacto con Organa, y no era de sorprenderse que ese viejo jedi fuera también parte de los rebeldes. Y ahora que lo recordaba bien, Bail se había mostrado sorprendido cuando le vio decender de la nave junto a la togruta, había mostrado un poco de recelo y precaución, y esas preguntas personales en la comida fueron la cereza del pastel de sospecha de Bail. Era de esperar que le mandase un mensaje a Obi-Wan sobre la mágica aparición del "hombre sin miedo".
Eso tenía que ser, y ahora que sabía eso, se juró que mataría a Obi-Wan en cuanto le encontrase.
-Anakin, vuelve a la realidad – dijo Vader en su cabeza. - Hay siete hombres con blásters frente a ti, algo que puedes manejar con facilidad, pero entre tú y yo sabemos que cuando nos metemos en nuestros pensamientos las cosas no salen muy bien que digamos.
-¡Lo diré una vez más, cooperé o…
-¡Alto! - gritó Ahsoka al mismo tiempo que se ponía entre el castaño y los rebeldes.
-General Tano, tenemos ordenes de detener al maestro Skywalker, por favor no interfiera – dijo el hombre.
-Yo...me haré cargo de que eso sea cumplido.
-Pero general, son ordenes de el Gobernador.
-Sé cuales son las ordenes de Organa, pero sé que ustedes no pueden hacerle frente. Así que si me permiten yo me haré cargo de él a partir de ahora, con su permiso.
Apenas la togruta hubo terminado de decir eso, de un movimiento rápido se apoderó del bláster del castaño y le aplicó una llave que con tan solo torcer un brazo, le impedía realizar movimientos bruscos sin sentir un terrible dolor.
-¿Pero que demonios? - exclamó Anakin volviendo a la realidad.
-Shhh, confía en mi – dijo su ex-padawan mientras lo hacía moverse a fuera de la habitación.
Ahsoka y Anakin cruzaron en medio de los hombres y caminaron por escasos segundos por el largo y estrecho pasillo, hasta que dieron vuelta a la izquierda en otro pasillo desapareciendo y estando a una muy buena distancia de los hombres de Organa. Una vez allí, la togruta liberó al castaño y le devolvió su arma, no sin antes decir:
-¡Quiero la verdad Skywito! - exigió Ahsoka fulminándolo con la mirada. -¿Por qué Bail dice que eres un espía del imperio?
-Ahsoka, no hay tiempo para eso – dijo Anakin preocupado. - Tengo que ponerte a salvo.
-¡No necesito que me protejas! ¡Te recuerdo que ya no soy una padawan!
-¡Para mi aun sigues siendo mi pequeña padawan! ¡ Y es por eso que quiero que salgas de este planeta antes de que…!
-¿Antes de qué?
-¡Antes de que Tarkin acabe con todo rebelde de este planeta!
-¿Entonces es cierto que ...?
Ahsoka no pudo terminar la frase cuando una enorme explosión resonó por el lugar, provocando que temblara el suelo y que varios cables y fuentes de luz estallaran con varias chispas.
-¡Tenemos que salir de aquí! - dijo Anakin sujetándola de la mano y corriendo por los pasillos en busca de una salida.
Ambos ex-jedi se desplazaron por los pasillos esquivando todo tipo de gente que se les cruzase en el camino. El único objetivo de Anakin y sorprendentemente también el de Vader, era mantener a la togruta a salvo y estarían dispuestos a lo que sea por conseguirlo. Por otro lado Ahsoka no peleó para zafarse del agarre de su antiguo maestro, su mente en esos momentos estaba llena de pensamientos confusos acerca de las intensiones del castaño, podía ver claramente como este tenía la intención de protegerla, algo que agradecía, pero justo en ese momento podía sentir como la fuerza le gritaban que se alejara de él. Durante la mayor parte de su vida se le había enseñado a confiar en la fuerza, pero su maestro también le había enseñado a que hay momentos en que la fuerza puede equivocarse, ¿Sería esa la excepción?
Para cuando Ahsoka se había dado cuenta, ambos ex-jedi habían llegado al hangar de naves rebeldes. El lugar estaba repleto de pilotos que iban de un lado a otro y de naves de combate que despegaban listo para la batalla.
-Necesitamos una nave – dijo Anakin mientras observaba a su alrededor en busca de algo que les pudiese servir.
-Anakin detrás de ti – dijo Vader .-Hay un carguero no muy grande, pero puede sernos de utilidad.
-Tienes razón – dijo el castaño en voz alta. -Pero necesitaremos un droide astro mecánico.
Justo en ese momento, un pitido familiar resonó cerca de ellos y el Sith no pudo evitar sentirse muy feliz al ver a su unidad R2.
-¡Artoo! Llegas en el momento adecuado – exclamó él. - Tienes que acompañarnos.
La unidad R2 emitió varios pitidos rápidos, entre ellos, algunos muy fuertes que se traducían como gritos de odio.
-Artoo por favor, no es el momento para discutir eso ahora – dijo Anakin con desesperación .- Ahora lo que importa es que Ahsoka salga sana y a salvo del planeta. Por favor
El droide emitió otros sonidos, pero cedió ante la petición del castaño al ver sus puras intenciones de proteger a la togruta.
-Bien, tenemos que irnos– exclamó el castaño y cuando estuvo a punto de avanzar con destino al carguero, la ex-jedi volvió en si y se detuvo firmemente.
-¡NO! - exclamó ella. - ¡No puedo irme y dejar a mi compañeros y amigos enfrentarse al imperio solos!
-Claro que puedes – dijo Anakin tirando de su brazo.
-¡¿Qué es lo que pasa contigo?! - dijo zafándose del agarra y mirando con enojo a quien fue su maestro. - El Anakin que conozco jamás hubiese huído de una batalla dejando todos a su suerte.
-¡Pues nuevas noticias, ese Anakin evolucionó a un Anakin que busca sobrevivir!
-¡Si tanto te preocupa tanto sobrevivir, mejor vete de una vez, yo me quedaré pelando por una causa justa, tal como me enseñó mi maestro!
-¡Ahsoka por favor, entiende, no hay posibilidades de que le ganen a Tarkin, por eso tienes que venir conmigo!
-¿Cómo sabes eso?
-Yo…
-Entonces es cierto, ¿verdad? - dijo abriendo los ojos sin poder creérselo .- Eres un espía del imperio.
-Ahsoka, todo tiene una explicación.
-No.
La togruta se apartó unos cuantos pasos del castaño, tenía la intensión de correr lejos de él, pero eso se vio truncado cuando de repente una nave imperial lleno de soldados clon entró en el hangar hecho trizas y explotando al instante que tocaba el suelo, aunque a pesar de ello, varios soldados del imperio lograron saltar antes de la explosión y ahora se encontraban disparando a todo rebelde que veían.
-¡Ahsoka! - gritó Anakin al mismo tiempo que corría hacía ella para protegerla de la explosión.
La onda explosiva, provocó que ambos jedi cayeran al suelo, no obstante Anakin había logrado abrazar a la togruta protegiéndola de algún posible proyectil.
La cabeza de Ahsoka estaba dándole vueltas, su visión era borrosa y todo a su alrededor se escuchaba como en un eco profundo. Pudo percibir como el castaño la abrazaba fuertemente y que alrededor de ellos había varios soldados imperiales rodeandoles.
Era el fin, estaban atrapados.
El Lord Sith y la togruta fueron esposados con unas esposas especiales que impedían a los usuarios de la fuerza ejercerla, por lo que los dos, incapaces de hacer algo para salir de esa situación, fueron llevados hasta la nave de Tarkin, donde éste mismo les esperaba con una sonrisa de triunfo dibujada en toda su cara.
Una vez estando en el hangar, ambos ex-jedis se llevaron la sorpresa de que también habían capturado a Bail Organa, y este al ver al castaño se limitó a mirarlo con odio, un odio que decía mucho. Anakin trató de no prestarle mucha atención al gobernador y sin decir nada dejó que los clones lo escoltaran junto a los demás rebeldes capturados. En eso, sintió algo terrible en la fuerza.
-¡Oh no! - dijo con evidente miedo en su voz.
A lo lejos se podía ver como seis guardias rojos se acercaban a buen paso hacía donde estaban todos los rebeldes capturados, y en medio de ellos se hallaba una figura encapuchada.
El emperador.
-Vaya, vaya, ¿pero qué tenemos aquí? - dijo Sidious colocándose frente a los rebeldes para observarlos detenidamente. - ¿Acaso es usted senador Organa? ¡Quién lo diría, que después de todo, usted resultase ser el líder de los rebeldes! ¡Y no viene solo, Padawan Tano, cuánto ha crecido, ya no es la tierna niña que yo recordaba, ahora es toda una mujer y por supuesto una rebelde!
Ahsoka frunció el ceño con desaprobación hacía las palabras de Palpatine y dijo:
-Yo debería ser la sorprendida, pues no esperaba que un gusano arrugado como usted siguiera con vida. ¿Cuántos años tiene, cincuenta, mil?
Ahora fue el turno del emperador para fruncir el ceño y sin advertir de sus acciones, le propinó una buena descarga de rayos Sith a la togruta, los suficientes para lastimarla pero no matarla.
-¡No! - exclamó Anakin tratando de ir hacía su ex-padawan, cosa que fue frustrada por un par de clones que se le interpusieron en su camino.
-A los jóvenes de ahora se les debe enseñar a respetar a sus mayores – dijo Sidious al mismo tiempo que ocultaba sus huesudas manos debajo de su capa y dejaba a la togruta de rodillas en el suelo con mucha dificultad para respirar.
Por último, el emperador retomó su paso hasta que se colocó frente a Anakin.
-Siempre he creído que las sorpresas son la mejor parte de todo momento – dijo este con una sonrisa que mostraba sus dientes amarillos. -¿Pero por qué se quedan parados allí? ¡Quitenle las esposas!
-Mi señor, no comprendo – dijo Tarkin confundido por la orden. - Él es un jedi.
-No Goberbador Tarkin, él es quien hizo posible esta captura. ¿O no es así? ¡Darth Vader!
Las exclamaciones de asombro entre los presentes no se hicieron esperar, tanto los imperiales y los rebeldes estaban estupefactos, no podían creer que el jedi más poderoso fuera el hombre más temido de la galaxia.
Anakin optó por no voltear a sus espadas, puesto que podía escuchar perfectamente como todos los presentes murmuraban cosas de él, cosas para nada buenas. Así que sin decir nada, dejó que un soldado clon le quitara las esposas y una vez libre dio unos cuantos pasos hacía delante, colocándose junto a su maestro para encarar a los rebeldes.
-He de admitir, mi joven aprendiz que no estaba contento cuando me enteré que desobedeciste mis ordenes – dijo Sidious. -Pero viendo lo que haz hecho, debo felicitarte. -hizo una pequeña pausa para observar las caras de sorpresa de Bail y de Ahsoka para luego agregar. -¿Sorprendidos?
Ninguno de los dos contestó, pero al emperador no le importó y prosiguió:
-De seguro se estarán preguntando cómo es que pasó, ¿verdad? pues sólo les diré una cosa, matar al maestro Windu, a los youngling, a los jedi, a los líderes separatistas y a una senadora embarazada solo es el comienzo, ¿No es así Lord Vader?
Anakin no dijo nada, solo se limitó a cerrar con fuerza los puños "¿Cómo es que se atreve?" Sidious dejó escapar una risa malvada, mientras que el castaño veía como Ahsoka lo miraba con ira. Sin embargo fue el senador Organa quien estalló en gritos.
-¡MALDITO ASESINO! - gritó Bail al mismo tiempo que era retenido por dos soldados clon. -¡¿FUISTE TÚ LA CAUSA DE SU MUERTE?! ¡PADMÉ ERA TU ESPOSA! ¡ELLA CONFIABA EN TI, TE AMABA Y TÚ LA MATASTE! ¡ERES UN ASESINO!
-Gobernador Tarkin, háganlo callar– ordenó Sidious.
-Como ordene – respondió Tarkin para acto seguido dar una señal para que un clon le disparase, pero antes de eso…
-¡Espere! - dijo Anakin.
-¿Ocurre algo Lord Vader? -preguntó Sidious fingiendo curiosidad.
-El...gobernador Organa y la señorita Tano saben donde se encuentra Obi-Wan Kenobi.
-Mi muchacho, ya habíamos hablado de esa obsesión tuya con Kenobi.
-Maestro... Si hallamos a Kenobi, podremos hallar al maestro Yoda.
El emperador pareció meditar unos segundos lo que le había dicho su mano derecha y en efecto tenía razón, de modo que hizo que el soldado clon que estaba a punto de matar a Organa se retirara.
-Lleven al gobernador Organa y a la padawan Tano a Coruscant, nos serán de mucha utilidad. - ordenó el emperador. - El resto,..mantelos.
Con eso último, cuatro soldados clon apartaron a la ex-jedi y Organa del grupo, para que el resto de soldados levantaran sus armas y tirarán a matar a los rebeldes capturados. Sin poder hacer o decir nada Anakin se alejó junto con su maestro fuera del hangar, viendo por última vez a su antigua padawan ser llevada a otra habitación.
Ya estando en otra habitación, Sidious se dio media vuelta y sin previo aviso dejó que una fuerte descarga de rayos sith fueran directo a su aprendiz, esté último cayó al suelo retorciéndose de dolor.
-Considera esto como una lección – dijo Sidious deteniendo la descarga. -A la próxima piénsalo dos veces antes de desobedecer mis ordenes. Ahora iremos a Coruscant, donde te sentenciaré a arresto domiciliario en lo que pienso un mejor castigo, ¿Está claro?
-S-si maestro – dijo el castaño con dificultad.
