*Aviso de escena con contenido perturbador/macabro*

Harry no necesitó mucho para dar con el sitio, su cerebro contenía datos que él ni siquiera era consciente de haber albergado. Como una biblioteca, como una máquina que se había alimentado en silencio y que ahora obtenía datos sin problemas de su entorno.

El cementerio estaba en calma, algo que no era de extrañar, sus tíos había tenido un pequeño terreno dentro del cementerio donde querían ser enterrados. Harry lo había registrado en algún momento de su vida, y se encontraba delante de la tumba de su tío.

El cuerpo le temblaba, era tal la ira que sentía, que la losa con el nombre de su torturador estalló en cientos de esquirlas de piedra.

—No vas a descansar en paz.—Y su humo negro, se convirtió en llamas, quemando la tierra bajo sus pies. El ataúd en llamas negras salió de la tierra para quedar abierto ante él.

Ahora no era nada más que carne corrupta y descompuesta.

¿Dónde estaba su venganza? ¿Quién pagaría por todo lo que él había sufrido?

Cayó al suelo, por primera vez desde que había abierto los ojos tras su muerte, derrotado. Allí no había paz ni consuelo, allí no había venganza ni justicia.

Solo un cadáver hinchado y putrefacto.

Después de un tiempo que no sabía calcular se levantó, la tierra estaba caliente por el efecto del fuego. Pero él se sentía frío, y ni siquiera sus llamas negras que trataban de animarlo pudieron darle calor.

Se arrebujaban acariciándole, escuchaba un suave siseo que no llegaba a nada más. Estaban triste, porque él lo estaba.

Y sintió una nueva rabia.

—¿Dónde estuvisteis todos estos años? ¡Os necesité!—les gritó, y estas se retorcieron como si sintieran su dolor, pero no lo hacían porque él siempre había estado solo. Y ahora seguía estándolo, no había justicia, no había olvido.

Si ellas habían vivido dentro de él ¿por qué nunca se manifestaron? ¿Por qué nunca le ayudaron como lo hacían ahora?

Destrózalo, el siseo era cada vez más alto y él lo entendió por primera vez. Destrózalo.

Destrózalo—dijo reproduciéndolo y los restos de su tío explotaron, ensuciando todo como él lo había hecho con él.

Allí también había acabado y seguía sintiendo que le quedaba mucho por hacer.

Su primo aún estaba vivo, y otros que le habían hecho daño, que se habían aprovechado de él cuando más vulnerable había sido.

El humo negro lo envolvió, lo acarició, le pedían perdón. Le prometían jamás volver a dejarlo solo.

Y desapareció en la noche que comenzaba a aclarar con la luz de un nuevo día.

El lugar le era reconocible, y no tardó mucho en verlo.

Un tipo delgado, sucio, el que pidió su cuerpo a cambio de un trozo de comida.

Él sí estaba vivo.

Harry sonrió.

Destrózalo—le sisearon sus llamas.


Remus encontró en Godric Hollow una patrulla de aurores entorno a la casa-monumento de los Potter.

Harry había estado allí y había destrozado todo el sistema de seguridad. No le culpaba, él mismo si se hubiera encontrada en la situación del muchacho hubiera querido ir, esa seguía siendo su casa. El problema era que Harry se suponía que estaba muerto. Y era incluso peor que eso.

El horrible pensamiento de que hubiera sido mejor que Harry nunca hubiera sobrevivido le hizo sentir mal. Ese niño asustado, maltratado que había recogido Severus, con ayuda se había abierto y lo habían perdido.

Remus no sabía cuanto de Harry quedaba allí, pero sí que hablaba con sus recuerdos. Salvo que estaba ahogado en magia negra, era malditamente palpable.

¿Era solo la magia de Voldemort o era la unión de ambos lo que había creado eso?

Como en una película muggle Remus vio lo que pasaría, los aurores acabarían cercándolo, la verdad saldría a la luz y la vuelta de un mago oscuro sembraría el pánico de nuevo. El daño y la huella que había dejado Voldemort aún era latente. Muy pocos habían vuelto a nombrarlo por su nombre y usaban la supersticiosa fórmula del que no debe ser nombrado.

Él lo había combatido y Voldemort nunca había tenido semejante poder, Harry era mucho más.

Y quería venganza.

Remus estaba entre los curiosos que se habían agolpado entre las ruinas del hogar de sus amigos, pero Remus estaba buscando algo más, no lo encontró pero sí notó el pavor de los que se reunían allí.

Aquel sacrificio les había devuelto la tranquilidad, la libertad, la alegría.

A él, sin embargo, le habían robado todo.

Salió de aquel corrillo para ir a visitar la tumba de sus amigos, la tumba del mismísimo Harry que bien sabía no estaba allí.

Cerca de ellas había un auror en previsión que el mismo que había vandalizado la casa quisiera hacerlo con los restos de los héroes.

Remus solo lo miró desde una distancia prudencial, suspiró tristemente. ¿Qué diablos iban a hacer? A cada momento, Harry era más consciente de su poder, a ellos los había inmovilizado solo con una palabra, ¿qué ocurriría cuando no fueran ellos sino un escuadrón de aurores?

Remus salió del cementerio, y no podía evitar además sentir el malestar porque Severus volviera a aquel lugar. Había mordido a Malfoy, tan cerca de su transformación, tan cerca de la salida de la luna llena.

No era una persona que se alegrara de la desgracia ajena, pero ese presuntuoso y supremacista mago esperaba que recibiera su ración de karma.

Siempre había temido hacerle daño a alguien, infestarlo con su maldición. Haberle mordido serían problemas seguros, pero sacó todo lo malo que habitaba en él y no era poco.

Saber a Severus allí le tensaba, era su pareja, la única verdadera que había tenido. La rabia del lobo por quererlo enlazar era su lucha constante, lo aplacaba teniéndolo cerca, metiéndolo en su cama todas las noches. Y las cosas iban a complicarse, ya se habían complicado de hecho.

Mandó al lobo callar, y comenzó su labor de rastreo. Un problema a la vez, Remus, se reprendió. Pero era incapaz de no visualizar a Malfoy como un gran lobo blanco queriendo marcar a Severus.


Severus estaba fuera de la habitación de Lucius con Draco, ninguno había dicho aún nada, pero aunque Draco hubiera estado inconsciente sabía sumar dos más dos y el resultado sería Remus.

El aspecto de Lucius era horrible, pero era incapaz de sentir nada al respecto. Se lo había ganado dentellada a dentellada.

—Yo digo que es justicia mágica—se encogió de hombros Draco.

—Tu padre podría morir en las próximas horas—dijo serio Severus, Draco le miró con aprensión.

—¿Dónde está Harry?—desvió el tema Draco.

Pero Severus no tenía la más remota idea, aunque no dudaba que acabaría llegando allí, a Draco, en algún momento. Eso era algo que el chico aún no necesitaba saber.

Se habían retirado a uno de los salones de la mansión para hablar con más privacidad.

—Mató a dos chicos sin pestañear—relató Draco—en Regent Park. Nos aparecí allí y él reconoció a alguien. Eran tres, mató a dos y se llevó al otro. No sabía que hacer, fui a tu casa y no estabais.

—Hiciste bien en venir aquí.

—Harry es peligroso, realmente peligro, Severus.

El mago solo asintió, lo era y tenía tanta rabia y dolor que eso solo iba a ser una catástrofe. ¿Si la vida de Harry hubiera estado exenta de malas experiencias cuando la magia encerrada en esa cáscara oscura salió hubiera sido la misma?

Eso ya no podrían saberlo, no podían mirar hacia detrás solo hacia delante. Por oscuro y peligroso que fuera, también era el chico que confió en él, el que descubría su propia inteligencia y valía, el hijo de su amiga. Y estaba ahogándose en su propio dolor y poder y Severus era incapaz de llegar hasta él.

—Tengo que irme, si Harry viniera tienes que avisarme inmediatamente—le dio un trozo de pergamino—escríbeme aquí, lo veré y vendré.

Draco lo tomó, y sus ojos se quedaron presos del pequeño fragmento ente sus manos.

—Todo saldrá bien, Draco.—Le agarró de un hombro. Los ojos grises de Draco querían creerle, pero le costaba, le costaba mucho.


En la habitación de Lucius el hombre temblaba incontrolablemente por a fiebre. El medimago de la familia le había recomendado ir a San Mungo, pero se había negado. Si alguien se enteraba de aquello sería su final, el final de su familia.

—Hay que llamar a los Greengrass, hay que adelantar la boda, tienen que casarse ya—gimió con dolor.

Phil le agarraba la mano consolándole, solo le pedía calma, que durmiera.

—Llama a mi esposa, llámala—quiso levantarse.

Pero Phil le empujó contra la cama y le hizo beber la poción que le había dejado el medimago.

Poco a poco Lucius fue quedándose de nuevo dormido mientras la maldición quemaba su sangre.

Si los Greengrass supieran lo que le había pasado a Lucius romperían el compromiso de inmediato. Phil sabía que esa noticia trascendería y él estaba allí mirando al hombre que amaba con todo su corazón.

¿Debería hacer lo que le había pedido? Si Draco se casaba, Lucius podría retirarse de la vida pública, podría ser el nuevo cabeza de familia y dejarlos a ellos irse lejos. Lejos para que la nueva naturaleza de Lucius no les afectara.

Pero si la noticia se llegaba a conocer antes de la boda los dejaría a todos ellos, a todos los Malfoy, en una situación muy delicada.

La ensoñación de que fuera Lucius el que se arrastrara hasta él, pidiéndole estar juntos, era demasiado tentadora.

Retiró un mechón pegado por el sudor de la fiebre de su rostro tan apuesto. Y le besó.

Adelantar una boda no era fácil, pero su hermano trabaja en departamento de aplicación de leyes mágicas y quizás pudiera acelerar las cosas.

Lucius iba a valorar ese gesto, estaba seguro.


Harry vengándose es inquietantemente agradable para mí.

Seguimos con el drama.

Hasta el viernes que viene.

Besos

Shimi