Desesperación

Nico siente la desesperación subir por su garganta y le quita el aire. Frank dejó de atacarlo y mira, de nuevo con su forma humana, al cuerpo ensangrentado de Leo y a Nico tratando de tapar la hemorragia con sus manos, sin percatarse de que es demasiado tarde.

Percy ataca a Ares con locura haciéndole imposible evitar las ciento de heridas. El dios tiene miedo. Poseidón deja de ocultarse y levanta el rostro con preocupación. Siente el agua que se acerca, sube amenazante por las avenidas y calles de Nueva York, arrastrando carros, árboles y personas. Intenta detenerlas, debería poder, es el maldito dios de los mares y los ríos y Percy, aunque es su hijo, es mortal. Pero nunca se había enfrentado con algo así.

El agua es como el odio y la ira que embriaga a Percy, la desesperación. Como un animal herido que no tiene nada más que perder y que ataca aunque eso le cueste la vida. Además, está sin control.

Atenea lo mira con reproche y le dice:

—Es tu culpa. Tú lo protegiste.

—Percy, detén esto —suplica Poseidón.

Pero Percy ya no escucha, ni ve. En su mente sólo pasa frente a él la sonrisa de Leo, su risa, sus chistes tontos, la sensación de sus besos una noche antes y como una película que se repite una y otra vez, la sangre manando de su cuerpo, llevándose su vida. Grita como loco, sin darse cuenta de que también él está herido. Sin darse cuenta de que Nico llora sobre el cuerpo de Leo y rechaza los intentos de Frank por separarlo. Sin darse cuenta que los monstruos han sido vencidos y que los mestizos sobrevivientes miran atemorizados y, a la vez compungidos, los hechos.

La ola llega al Empire State y llamada por el poder de Percy sube por las paredes, concentrándose de nuevo para llegar hasta la cima.

Nico ha sufrido mucho, toda su vida. De la muerte de su madre no se acuerda, no estaba ahí para ser testigo, pero perdió a Bianca, luego sufrió de un corazón roto por años, pasó penurias en el tártaro y fue casi consumido hasta la muerte prisionero de los gigantes, y ahora Leo. A Percy. A todos.

Mira a Percy enloquecido, piensa que debe detenerlo, antes de que se haga daño, pero ya no tiene fuerzas y no quiere separarse de Leo. Ve a Annabeth y Reina acercarse a Percy, Nico sabe lo que va a ocurrir y de pronto piensa en detenerlas, pero decide que ya no importa.