Capítulo 29

-¿Cómo te trata la vida de roomie?- le preguntó Sebastian cuando caminaban nuevamente por la orilla del lago, comenzaba a hacerse un hábito entre los tres.

-Es diferente- Scorpius pateaba una piedrita-. No puedo pasearme desnudo como antes.

Los chicos rieron.

-Pero Potter es callado, no desordena- se encogió de hombros-. De hecho no lo veo muy seguido, creo que se esconde en algún lugar del castillo.

-No lo he visto hablar con sus amigos.

-Dudo que lo sigan siendo. Ahora Potter es un traidor para ellos.

-Deberíamos hacer que se siente con nosotros- sugirió Jesse-. En las comidas, ir juntos a las clases, teñir el cabello de Sebastian.

-Más despacio ricitos- dijo el chico que ahora llevaba las puntas moradas-, nadie se mete con mi cabello.

-¿Te pintas tú solo?- preguntó Scorpius, que nunca había pensado en ello.

-Sip. Una vez vi a mi hermana mayor hacerlo, y como tenemos el mismo color rubio pensé que me quedaría igual. Así que robé uno de esos tintes y lo hice, desde entonces no dejo de cambiar los colores. Desde hace dos años. He querido convencer a Jesse de que se tiña, pero no quiere.

-Si pierdo mis rizos qué sería de mí.

-¿Qué me dices Scorp? ¿Un cambio? No le hace mal a nadie.

-No me imagino con el cabello de otro color que no sea platino.

-Apuesto a que el verde se te vería bien. Te daría contraste.

-¿Contraste?

-Eres una cosita blanca- señaló su rostro y cabello- y negra- señaló su cuerpo-. Siempre así.

-Creo que él puede estar como quiera- replicó Jesse.

-Claro, pero un toque de color nunca está de más.

-Pero a él le gusta su estilo. No puedes obligarlo.

-No lo estoy obligando.

-Pero lo criticas.

-Yo no...

-Ya cállense- intervino el rubio-. En realidad... me gustaría intentarlo.

-¿QUÉ?- exclamaron los dos.

-Quiero probar.

Sebastian miró a Jesse con una sonrisa triunfante, y este parecía no estar muy convencido. Bott tomó el brazo de Scorpius.

-¡Vamos ahora mismo!

Se lo llevó corriendo a rastras hasta su habitación, donde lo hizo sentarse en un banquito mientras él preparaba las cosas.

-¿Seguro de esto Scorp? Aún puedes arrepentirte- Jesse se quitó el suéter y los zapatos.

-Seguro- Scorpius se pasó una mano por el cabello-. Da igual. Estoy en tus manos Bott, has lo que quieras, no puedo verme peor.

Sebastian, muy emocionado, le tiñó el cabello con algo que olía como a ron y que en un principio era casi negro. Lo dejaron secar un rato, luego lo llevó al baño y casi lo ahogó en el lavabo. Después le puso una toalla, lo dejó secar nuevamente y finalmente dijo que estaba listo.

-Dame el cepillo Jesse- decía él que asumió su papel de estilista muy en serio y Jesse era su asistente-. Solo te arreglaré un poco. ¡Hey! Vas a sorprender a Sil mañana en su cita.

-No es una cita- masculló.

-Claro que sí.

-No lo es. ¿Y si piensa que me teñí por ella? ¿Qué dirá de mí?

-Nah, Sil sabe cómo eres. Y si fuera así, ella no diría nada. En verdad tienes suerte, ella apenas y les hace caso a los chicos, hasta que llegaste tú. Quizá siempre tuvo interés en ti.

Scorpius solo podía ver cómo el semblante de Jesse cambiaba, ahora lucía decaído, pero nunca dijo nada. Luego, cuando Sebastian terminó, se miró al espejo.

-¿Qué opinas?

Scorpius hizo su mejor intento de sonrisa.

-Me gusta- le tiñó las puntas de un verde oscuro que parecía tener ciertos reflejos plateados-. Nunca me había hecho algo. No me interesa cómo me veo en realidad, ya hago demasiado con bañarme a diario y eso es todo lo que sé arreglarme.

-Te queda bien- dijo Jesse.

-Vas a lucir radiante en tu cita Escorpión- Bott le revolvió el cabello.

-Que no es cita.

Mientras se veía Scorpius no pudo dejar de pensar en lo que diría Delphi cuando lo viera. Tal vez se animó a hacerlo por ver a Delphi, con su cabello plata y azul, tan único. Cuando volvió a su habitación se encontró con Potter, que leía algo en su cama. Se miraron unos segundos, luego Scorpius caminó apresurado hacia su baúl, notando la mirada de Albus sobre él, hizo como si buscara algo y luego comenzó a cambiarse.

-Cool- fue el único comentario de Albus.

-Gracias- murmuró, tomó su ropa y fue a cambiarse al baño. Al salir, Potter estaba desvistiéndose.

-Lo siento.

-No importa, somos hombres- al parecer el chico estaba acostumbrado a desvestirse en frente de otros-. No tiene por qué darte pena a ti tampoco.

Pero Scorpius jamás podría desvestirse frente a nadie, no luego de dos años de acumular cicatrices en sus brazos y piernas.

-Prefiero no hacerlo- dijo con simpleza y se acostó-. Buenas noches.

-Buenas noches.