Las circunstancias II


Ya habían ido a algunos lugares antes de ir a las afueras de la ciudad, debían descartar todo por más que lo más lógico en su investigación haya sido que se encontrarían en la mansión entre las montañas.

– Será mejor que desde aquí apagues las sirenas y las luces – Habló Yukino que tenía el GPS en la mano mientras veía por la ventana hacia la noche

– ¿Bajarás tú? – Cuestionó guiando el volante por la solitaria carretera

– Sí – Asintió viendo hacia la enorme casa que se veía cada vez más cerca de ellos – Accionaré el Walkie Talkie cuando note algo raro, tú irrumpes en la casa sin importar qué

– Bien – Afirmó no sintiéndose seguro de esta misión, prefería hacer una investigación más larga antes de ponerse en acción, creía que era demasiado riesgoso

– Si Ultear no recibía esa carta este sería un plan muy perfecto – Añadió bajando la velocidad

– Si Ultear no recibía esa carta – Repitió – Ahora estaríamos diciéndole que su prometida la dejó y esa pobre chica se quedaría siendo maltratada quien sabe hasta cuando – Endureció la voz – Lastimosamente para la gente que hace esta clase de planes, siempre deben dejar un cabo suelto, algo que no pueden controlar, pues su ego no les deja ver más allá de su propia maldad

– A veces no entiendo el punto de este trabajo – Suspiró recostándose en una de sus manos

– El punto de nuestro trabajo es que en verdad no debería existir – Finalizó sus palabras estacionando algo alejado del lugar

– Es hora – Suspiró la albina bajándose del auto

Rogue se quedó con una horrible sensación en el estómago, no porque no confiara en su compañera en el caso, de hecho su mente estaba en la estación de policía, no sabía si dejar que Minerva se quede ahí esperándolos había sido algo positivo para ella, bueno, para alguien en general, no quería que las viejas vivencias salgan a la luz y menos esa noche.

Jellal continuaba abrazando a Erza, Ultear seguía caminando de un lado a otro mientras veía su reloj con desesperación, sabía que no podía hacer nada más que eso, ninguno de los tres, solo tenían que esperar, y esperar no se le daba bien a ninguno.

– ¿Cómo conoces a los detectives? – Soltó el peli azul de repente atrayendo la mirada de la pelinegra que lo amenazaba con los ojos intentando evitar que vaya por el camino que ella creía él iría en la conversación

– ¿A qué te refieres? – Cuestionó la peli escarlata alejándose un poco para verlo a los ojos

– Tú y ellos parecían ser muy amigos – Se explicó ignorando la mirada de su amiga – ¿Cómo los conoces?

– Hace años ayudé a Laxus con una cinta policial, así que vine aquí a hacerles algunas preguntas, me invitaron a patrullar con ellos y así nos hicimos amigos – Se encogió de hombros restándole importancia, aunque claramente se dio cuenta de la mirada que se dirigían entre él y Ultear – ¿Por qué?

– Curiosidad – Jellal se encogió de hombros intentando restarle importancia también

También le daba demasiada intriga saber cómo se conocían ellos, pero no parecía el mejor tema de conversación en ese instante, y menos después de la cierta hostilidad que sintió se generaba cuando según ella los estaba presentando.

Esperó pacientemente a que le abran la puerta, quien lo hizo fue la ama de llaves principal, una señora de avanzada edad que a estas altas horas obviamente dormía, la cual al ver a Yukino se alarmó un poco.

– Detective Agria – Se presentó con su respectiva placa – Policía de Magnolia, necesito hablar con la señorita Kyoka Reiseiten

– Seguro – Emitió con cortesía – Pase por favor, la llamaré en este instante

– Gracias – Sonrió con amabilidad siguiendo a la anciana hacia la sala de visita, en la que habían apenas unas cuantas plantas y una mesa con cojines alrededor

– Siéntese – Ofreció y la albina hizo caso agradeciendo con la cabeza – ¿Gustaría un poco de té?

– Sí, gracias – Aceptó con una sonrisa

– Bien, ahora se lo traen – Emitió complaciente y salió de la habitación hacia el pasillo – En seguida viene la señorita Reiseiten

Yukino asintió tamborileando un poco los dedos en la mesa, no había nada fuera de lo común, era un lugar de ricos y ya, había estado en anterioridad en lugares así, suspiró esperando que llegue Kyoka o el té, lo mejor era actuar con naturalidad, nunca le daba un sorbo a la bebida, pero era una estrategia, pues al parecer por más que seas un criminal, no te atreves a ser descortés con alguien que no termina el té que le ofreciste.

Lógica humana.

Escuchó unos pasos aproximarse hacia ella desde la puerta, para su sorpresa era quien menos esperaba, llevaba la bandeja de té hacia la mesa junto con dos tazas.

– Buenas noches – Saludó la mujer de largos cabellos negros con rostro inexpresivo

– ¿Seilah Ryogets? – Cuestionó viendo a la chica que según ella reconoció

La pelinegra se alarmó un poco no entendiendo porque la detective sabía su nombre, y menos porque estaba ahí, aunque sabía que no debía ser un genio para ver las circunstancias y entender que tenía algo que ver con su repentina desaparición esa noche.

– Por tu expresión veo que te consterna mi presencia – Decía Yukino, apoyando su mejilla en una de sus manos mientras la chica enfrente suyo le servía el té hirviendo de una tetera de porcelana – Y debes de saber porque estoy aquí – Intentaba decir con cuidado – Pero esto te beneficia… – Bajó el tono de voz – Tienes el control ahora, sabes muy bien que si llega Kyoka y la interrogo contigo aquí, mi presencia será en vano, la policía lo tomará como un caso que se archivará sin más, tú no quieres ser un expediente – Intentó ser persuasiva, pero sabía que el miedo invadía a muchas víctimas, era casi irracional como se controlaban a estas personas por más que solo hayan pasado horas – Ultear te está buscando – Atrajo su atención con esa frase – Ella está ahora mismo en la estación de policía

– Yo… – Intentó hablar, pero aunque le venían ideas de como se reencontraría con su prometida y sus amigos, también le venían imágenes de cómo eso podría salir mal, muy mal en muchas maneras; pero decidió arriesgarse – Yo… no estoy aquí por mi propia…

– Buenas noches, detective – Llegó Kyoka entrando con claro fastidio al lugar por la presencia de la policía en su propiedad, aunque sabía que eso tarde o temprano sucedería – ¿Cuál es el motivo de su visita? – Cuestionó acercándose a la pequeña mesa en la que estaba servido su té

Seilah así como vio su oportunidad llegar, la vio irse instantáneamente, se arrepentía, sí, pero no veía cómo las cosas mejorarían para ella; cuando la mujer de cabello verde ocupó su lugar ella se retiró hacia atrás esperando que la detective se vaya, sabía lo que sucedería, le tomaría una declaración a Kyoka por ser la sospechosa principal, después ella misma declararía lo mismo, la albina agradecería el té después de haber extendido lo máximo que podía la conversación para notar si veía algo extraño, lo cual no pasaría.

Veía como empezaban a hablar, se extrañó cuando el sonido de las voces se convirtió en ruido sordo y todo alrededor suyo se nublaba, sentía que su espalda le escocía al igual que su abdomen, no entendía qué le estaba pasando.

Yukino empezó a dar las palabras de siempre, intentando lucir lo más natural posible y a la vez viendo alrededor, tratando de decir el nombre de la víctima lo más posible para que no sea extraño que le dirija a ella la mirada, hasta que al fin lo vio, algo inusual y altamente sospechoso.

Activó con total discreción su walkie talkie – Gustaría por favor dos cucharaditas de azúcar para mi té – Sonrió con gracia

La peli verde frunció el ceño extrañada por la solicitud que interrumpía su declaración, pero no podía darse el lujo de ser descortés, volteó para solicitarle a Seilah ir por el dichoso azúcar y al hacerlo los ojos se le engrandecieron con una muy mala sorpresa.

– No se mueva – Escuchó con claridad el sonido del seguro del arma

– Mierda – Susurró Kyoka cerrando los ojos con fuerza para abrirlos y ver a la pelinegra inconsciente tendida en el piso

Había contestado el celular hace unos cuantos minutos, él se moría de curiosidad por lo que le decían aunque se alegraba del alivio en su voz, al fin todo había terminado o eso esperaban.

– Sí, muchas gracias – Sonrió con algo de emoción – En serio te lo agradezco… no te preocupes – Negó mientras seguía hablando por teléfono – Está bien… yo le digo… gracias, adiós – Colgó

– ¿Qué pasó? – Insistió Jellal viendo a su novia

– Resulta que Seilah sí había sido llevada en contra de su voluntad – Empezó diciendo – Y ya vienen para aquí

– Que bueno – Botó aire como si estuviera exhausto – Ultear va a estar en serio aliviada – Se alegró por su amiga

– Solo que específicamente Seilah, no viene para acá – Soltó no sabiendo cómo decirlo con exactitud

– ¿A qué te refieres? – Cuestionó con el ceño fruncido

– Ella está gravemente herida, se la llevaron al hospital, Yukino fue con ella en la ambulancia – Respondió rápido – Deberías decirle a Ultear ¿Dónde está por cierto?

– Se fue a fumar afuera – Suspiró despeinándose el cabello

– Será mejor que vayas con ella directamente al hospital – Sugirió Erza

– ¿Porqué al hospital? – Cuestionó la pelinegra volviendo por el pasillo, la nicotina la había ayudado un poco, pero el ansia seguía ahí

– Escucha Ul – Jellal se levantó de la banca caminando hacia su amiga – Lo importante es que encontraron a Seilah y ella está estable – La vio

– ¿Estable? – Se llevó la mano a la boca – ¿Cómo que estable?

– Cuando Yukino hablaba con Kyoka, Seilah estaba detrás encargada del té, de repente empezó a desangrarse…

– Erza no – Intentó detener lo que decía su novia

– Será peor que lo escuche de la policía – Emitió la peli escarlata antes de seguir hablando – Al Yukino darse cuenta de eso, fue cuando la policía entró, no sabremos la gravedad de las lesiones hasta que llegue al hospital, ella fue en la ambulancia junto a Seilah, Kyoka ya no es sospechosa, es culpable y la traen hacia aquí para procesarla

– Voy a matarla – Susurró Ultear con la voz rota – En serio que la voy a matar

– Vamos al hospital – Ofreció el peli azul – Lo mejor que puedes hacer ahora es estar con Seilah – Le tendió la mano – Vamos

La pelinegra estaba a punto de tomarla, cuando escuchó la patrulla llegar, una rabia inmensa la invadió rápidamente, y sin pensarlo ni un poco fue hacia donde escuchaba todo ese barullo, entonces la vio, esa mujer que jamás le había agradado, ahora la odiaba, era capaz de todo.

– Te voy a matar – Determinó al verla esposada entre otros policías

– Ultear cálmate, no vale la pena – Emitió Jellal tomándola con suavidad del brazo

– Te voy a matar – Repitió como si no hubiera nadie más en el lugar, como si solo ella estuviera enfrente suyo

– ¿Ah, sí? Quiero ver que lo hagas – Soltó la peli verde venenosamente mientras la jalaban hacia atrás de los brazos con ninguna gentileza

– ¡Púdrete en el infierno, perra! – Exclamó Ultear sacando un arma de su bolso

Todos se agacharon instintivamente.

– No te atreverías – La retó con la mirada, mientras la peli negra direccionó para un certero disparo

– Ul… – Escuchó tras ella la voz de su mejor amigo – No lo vale, posó una mano en su hombro. Piensa correctamente – Insistía

Pero las ganas de hacerle daño a esa mujer eran tantas, que no pensaba con claridad lo que hacía, no quería pensar, solo devolverle todo el daño que le había causado.

– Seilah seguramente está esperando por ti en el hospital – Dio un paso hacia ella – Suelta el arma – Intentó sonar persuasivo

– Nada vas a lograr disparándole – Añadió Erza acercándose al brazo que se extendía hacia Kyoka – No me imagino el dolor que debes estar sintiendo ahora, pero así no solucionas nada – Pasó la mano hasta alcanzar la de Ultear

– Dale el arma a Erza – Insistió el peli azul

– No – Decía la pelinegra con lágrimas, sintiéndose impotente a la vez – No es justo..

La peli escarlata con agilidad y rapidez logró quitarle el revólver que sostenía no con tanta firmeza, las lágrimas empezaron a brotarle amargamente de los ojos, mientras Erza la atraía hacia ella para abrazarla con fuerza dejándole el arma a Jellal para poder acariciar el cabello de su amiga.

– Tranquila… ya todo está resuelto – De reojo veía como la policía se llevaba a Kyoka a las celdas del fondo – Llévala al hospital – Le dijo a su novio que estaba justo enfrente de ella

– Sí, no te preocupes – Sonrió levemente tomando a su amiga de los hombros

– Como yo hice la denuncia me quedaré a firmar algunos papeles aun – Explicó apartándose de Ultear con cuidado

– Vuelvo por ti después ¿Bien? – Conectó su mirada con la de ella

– Sí, nos vemos – Se acercó a darle un rápido beso – Vayan con cuidado – Se despidió con la mano viendo como se alejaban por la puerta

La peli escarlata suspiró viendo el arma que Jellal había dejado en el escritorio principal que fue tomada por alguno de los detectives que estaban en el caso, suspiró con las manos en la cintura sintiéndose agotada, no recordaba haber estado tanto tiempo en una estación de policía desde…

Agitó la cabeza espantando esa clase de pensamientos, no era momento para tener un ataque de ansiedad, solo unos minutos más y después estaría en cama junto a su novio descansando de la horrible noche que habían tenido.

Su amiga tenía la mirada apagada, se sentía totalmente ausente, no había ansias de llegar, tampoco agobio, no había nada, era como si se hubiera apagado de repente, tal vez estaba mentalizándose para ver a su prometida de una forma en la que en vez de llevarla hacia la estación de policía fue a parar al hospital, la observó de reojo mientras se detenía por el semáforo, no sentía que sea algo que deba cargar ella sola.

Continuó por el trayecto, Jellal estacionó a la entrada del hospital para dejar a Ultear lo más cerca a la puerta posible, al detener el auto se volteó casi al completo hacia ella.

– ¿Quieres bajar ahora o esperas a que me estacione para ir juntos? – Cuestionó expectante a cualquier reacción de ella

Mordió su labio inferior sintiendo como los ojos se le volvían a cristalizar – Prefiero ir ahora – Respiró profundamente

– Bien – Asintió abriendo el seguro de la puerta

– Gracias – Tomó la manija y la jaló para salir del auto hacia la entrada del hospital

Sus acciones empezaron en automático, preguntó cuál era la habitación de su prometida en recepción y se guió por las palabras de una enfermera, no pensaba, solo caminaba, no sabía si era porque quería tener la mente en blanco o solo estar preparada para lo peor, no le habían dicho por qué Seilah estaba en el hospital, y si lo habían hecho no lo recordaba, no quería sentir tristeza, ni enojo, ni nada; solo tenía en mente caminar lo más rápido que podía para poder verla.

Finalmente llegó a la habitación, no fue consciente de esto hasta que vio el número en la puerta, se detuvo, claramente supo que era su prometida, pero quería asegurarse de ello, no dejar que las esperanzas la embarguen cuando puede ser todo un invento de su cabeza, claro que la sonrisa que le dirigió al verla eliminó todas sus dudas, sin más corrió hacia ella y se agachó para empezar a besarla.

Seilah no tenía mucho en mente, no recordaba cómo había llegado al hospital, tenía imágenes al azar del recorrido y la atención que le habían dado, había pasado por una máquina para ver si tenía lesiones internas, la llevaron a su habitación y después de recordar que le pondrían analgésicos para el dolor, la imagen de su futura esposa se extendía en la por la puerta, lo mejor fue probar su boca después de tanto tiempo apartadas, habían sido horas, pero ambas necesitaban ese contacto.

– Te dije que no me buscarás – Habló con la voz en un hilo levantando la mano con debilidad para limpiar sus lágrimas

– ¿Cómo no iba a hacerlo? – Negó intentando calmarse – No me vuelvas a pedir algo así jamás – Respiró profundamente tomando su mano libre entre las suyas

Continuaba acariciando su mejilla – ¿Podrías pedirles mi anillo, por favor? Se lo llevaron al internarme

– Lo haré – Asintió intentando dejar de llorar

– Y… – Apretó su mano con delicadeza – Por favor que nadie me vea así, no quiero visitas – Pidió

– No te preocupes – Asintió levemente llevándose la mano que sostenía a los labios

– Te amo – Sonrió lo mejor que pudo – Ya no llores – Continuó acariciando su mejilla – Estoy bien, eso es lo que importa

– Ya no lloraré – Respiró profundamente intentando calmarse – Yo también te amo – Asintió acercándose a dejar un rápido beso – Descansa

– Bien – Bajó la mano de su mejilla y no sabía si por la noche tan larga o todos los analgésicos más los medicamentos cayó completamente dormida en segundos

Las últimas horas de su vida eran algo que desearía jamás volver a recordar, no tenía ni la más mínima idea de cómo habría sido para Seilah, al fin estaba segura, estaba con ella, sentía aún tanta adrenalina, por más que intentaba calmarse, continuaba tomando su mano entre las suyas, como si quisiera asegurarse que no se fuera, aunque eso era imposible, escuchó unos pasos dirigiéndose hacia ella, instintivamente se llevó una mano a los ojos limpiándose las lágrimas.

– Buenas noches – La pelinegra frunció el ceño recordando dónde había escuchado esa voz antes – No sabía que tenías prometida

Alzó la mirada no creyendo que era la voz de la persona que tenía en mente, pero resultó que sí, ahí estaba, una albina de largo cabello vestida con un clásico uniforme de doctor más la bata blanca, la sonrisa que le daba la hizo olvidar por unos pocos segundos porque estaba ahí.

– ¿Sorano? – Decía como si aún no creyera que estaba frente suyo – ¿Qué haces aquí?

– Trabajo aquí – Contestó con una sonrisa mientras evaluaba sus vitales, el suero, los medicamentos y anotaba los datos en una tablet que tenía en manos – Yukino se aseguró de dejarla conmigo y tu sabes que no le puedo decir que no – Alzó la mirada hacia Ultear

– Lo sé – Asintió estando agradecida por el gesto

– Pero a ti, si podría pedirte algo a cambio – Alzó la cejas sugestivamente – Como por ejemplo un café mientras me cuentas que ha sido de tu vida todos estos años

– Un día de estos – Asintió cortez con leve tono de incomodidad en la voz

– Un día de estos – Repitió con la misma sonrisa – Bueno… me alegra decir que Seilah está bien, solo la quiero tener esta semana en observación, tiene laceraciones menores como también algunas profundas en espalda y abdomen, le aplicamos algunos medicamentos para prevenir infecciones o enfermedades, analgésicos para el dolor, fluidos para la deshidratación por la pérdida de sangre y si responde bien a todo ya pueden irse a casa – Explicó

Ultear asintió teniendo una pregunta en concreto en la cabeza, no quería hacerla en voz alta y menos saber la respuesta, aunque por la explicación de Sorano sabía que no tenía ni porque cuestionarlo.

– ¿Podrías...? – Señaló la tablet extendiéndole la mano

– No es cómo que deba, pero claro – Asintió pasándole la tablet yendo hacia la puerta para cerrarla – Si no entiendes algo, solo pregúntamelo – Emitió con amabilidad

– No seré doctora, pero recuerdo haber sido yo la que te ayudó para todos y cada uno de tus exámenes – Soltó con suficiencia

– Lo recuerdo – Hablaba nostálgicamente – Por cierto, aquí está el anillo de tu prometida – Sacó un pequeño pañuelo que envolvía el aro – Tienes un muy buen gusto déjame decirte – Sonrió extendiéndole el anillo

– Gracias por guardarlo – Lo tomó devolviéndole la tablet – Y por dejarme ver el expediente – Decía con más tranquilidad

– No hay problema – Asintió – Mandaste a traerlo desde Magnolia – Agregó

– Sí, Jellal me hizo el favor – Sonrió un poco recordando, aunque parecía que habían pasado años desde que ocurrió – ¿Cómo lo supiste?

– Esos diamantes no los encuentras aquí – Contestó como si fuera lo obvio – A parte de mi experiencia vendiendo joyas en esa galería ¿Que puedo decir? Lo que bien se aprende, jamás se olvida – Se encogió de hombros

Ultear asintió soltando una pequeña risa, Sorano tenía un montonal de actividades en su horario diario, la escuela de medicina, trabajar en la joyería para mantenerse ella y su hermana, a parte formaba parte de Crime Sorciere, en el cual siempre se hacía cargo de todo, le encantaba dirigir.

– Te fuiste hace tantos años que ya ni lo recordaba – Emitió en un claro tono de reproche en su voz

– Como dije… – Suspiró – Yo no puedo negarle nada a Yukino, después de lo que pasó, Minerva decidió venir, Sting ya trabajaba aquí, así que prácticamente pedí mi transferencia a Crocus en una clase de efecto domino

– No me tienes que explicar el motivo de tus decisiones – Negó – No pudiste hacerlo antes, menos ahora – Soltó con el mismo tono

– Ul… yo…

– Gracias por atender a Seilah – La interrumpió no queriendo esculcar más en el pasado

– Cuando despierte presiona el botón cerca de la cama, vendré yo personalmente a revisarla

– Gracias – Asintió

– Nos vemos, Ultear – Caminó hacia la entrada – Intenta descansar

– Lo haré – Contestó amable viendo como se alejaba por el pasillo

Suspiró viendo el rostro ahora pacífico de su prometida, no sabía si podría dormir, su consciente estaba centrado en lo lógico, Seilah no desaparecería en ese momento, no pasaría nada si ella cerraba los ojos, la chica que reposaba en la cama continuaría ahí, era un hecho; lastimosamente su lado ansioso e inseguro, el lado que la hizo llorar desesperadamente las primeras horas de su desaparición no sabía de hechos, así que simplemente se quedó ahí, pidiendo a cualquier fuerza sobrehumana o al universo en sí que por favor su prometida se mejore.

Ya casi amanecía, el hospital estaba desierto, así que le era más fácil escuchar cualquier ruido externo, cuando reconoció la manera de caminar de su amigo se levantó limpiándose las lágrimas que no se daba cuenta seguían brotando de sus ojos, se encaminó hacia la puerta y lo vio en medio del pasillo.

– Seilah no quiere que nadie la vea – Alcanzó a decir intentando sonar tranquila

– Entiendo – Asintió comprensivo

– Gracias por todo – Lo vio a los ojos – Dícelo a Erza también, por favor

– No te preocupes, aquí estamos para lo que necesites – Sonrió levemente

– Yo debo volver – Asintió viendo hacia la habitación

– Primero ven aquí – Estiró sus brazos en dirección a ella – No es justo para ti tampoco tener que lidiar con todo esto mientras le das la mejor cara a Seilah

Sin más Ultear se abrazó a su amigo y a pesar de todo el alivio que sentía ahora no compensaba las horas de preocupación que aún tenía dolorosamente presentes, Jellal acarició su cabello con cariño no entendía al completo por lo que estaba pasando, pero lo que sí entendía era el dolor de perder a alguien así de rápido, esta noche no era para recordar su pasado, pero no podía evitarlo, no con tales recordatorios andantes y parlantes.

La burocracia era en serio molesta, a pesar de que se sentía bien el poder haber ayudado a su novio y a su amiga, no sentía que era lógico tener que quedarse a firmar tantos papeles, aunque también prefería hacerlo ella a dejarle tal papeleo a Ultear que sabía no lo estaba pasando bien, tenía tanto café en su sistema que no creía poder dormir, aunque ya era de día, se moría por ver a Jellal cruzar la entrada para poder irse a casa al fin, había sido una pesadilla, y aún sentía que pasaba algo de lo que ella no era consciente.

Percibía alrededor suyo que todos le ocultaban algo, por más que no lo dijeran y ella no se haya atrevido a preguntar, dejó el lapicero a un lado cuando terminó de completar los papeles, suspiró viendo el arma que había podido quitarle a Ultear, la cual estaba en una bolsa transparente, esas de las que se usan para aislar los elementos de una escena de crimen, apoyó su rostro en una de sus manos, pensaba en cómo pasar el día junto a Wen y Meredy para olvidarse un poco de la noche.

Al fin después de unos minutos llegó el peli azul, se alegró inmediatamente y después de despedirse se fueron a casa, en el auto se inclinó hacia la ventanilla, observaba como la luz del día ya invadía la ciudad, volvió a sentarse correctamente y estiró su mano a la mejilla de Jellal que claramente estaba igual de agotado que ella, gesto que a su novio le encantó.

– Estaba pensando en ir a almorzar a ese lugar de pizza con juegos que tanto le encanta a Wen – Sonrió levemente tomando su celular

– Claro – Se encogió de hombros – Podemos pasar por ti a la tarde

– ¿Pasar? – Frunció un poco el ceño no entendiendo a que se refería

– Ajá – Contestó viendo a la peli escarlata de reojo – Te estoy llevando a casa para que descanses – Explicó pensando que era lo obvio

Erza torció la boca hacia un lado tensándose inmediatamente, sabía que el peli azul no la quería hacer sentir mal de ningún modo, pero creyó que irían a la casa de él, y aunque la idea de que iba a dormir entre sus brazos era lo que más la había animado mientras firmaba papeles, no iba a querer invadir su espacio cuando ahora claramente quería cuidarla.

– Ah sí, gracias – Se limitó a contestar la peli escarlata con una falsa sonrisa

Jellal era consciente de lo que hacía, se sentía mal por hacerle esto, pero necesitaba tiempo solo, quería pensar las cosas correctamente desde ahora, es decir sabía que en algún momento tendría con Erza la conversación acerca de su pasado, pero no tenía planeado que ese momento se precipitaría por una situación así y menos que la peli escarlata conociera a las personas de su pasado, era como si el universo quisiera arrastrarlo de vuelta al lugar de donde vino.

Al llegar se despidió de Erza algo cortante, utilizando la excusa del cansancio, ella lo entendió, Jellal se quedó estacionado hasta el momento en el que la vio entrar y cerrar la puerta, condujo a su propio edificio, el agotamiento mental lo carcomía, mientras subía a su departamento se sentía cada vez peor, no era justo lo que le hacía a las personas a su alrededor, pero no podía evitarlo, al entrar vio a Meredy sentada en el comedor, parecía que lo estaba esperando.

– Erza me contó todo – Se apuró a decir la peli rosa viendo como Jellal se sentaba al frente de ella

– Sí, me dijo – Asintió llevándose la mano despeinándose un poco el cabello – Perdón por no llamar, no quería preocuparte

– No importa – Negó levemente – Me dijo también que estuviste todo el tiempo con Ul ¿Cómo está ella? ¿Y Seilah? Supe que la tuvieron que irternar

– Solo sé que le están dando medicamentos, Ul se quedó con ella y no quiere que nadie la vaya a ver – Suspiró recargándose en la silla

– ¿Algo más pasó? – Preguntó con cautela, pues al conversar con Erza y escuchar tantos nombres similares de Magnolia, decidió que lo mejor era esperar a Jellal despierta

– Soy un egoísta de mierda – Soltó negando con la cabeza y apoyando la cara en ambas manos – Desde que llegué a la estación de policía no pude tener la mente en otra cosa que no sean Rogue, Minerva, Sting, Yukino y lo que pasó esa noche

– Jellal – Apretó su brazo con cariño – No eres un egoísta, estuviste ahí, a cada paso ayudando, fuiste un gran apoyo para Ultear, y aunque tu mente divagaba en esa noche, tú… tú hiciste lo que pudiste para ayudar, egoísta sería que en el momento en el que los viste te hubieras apartado de la situación – Tomó aire para decir lo siguiente – Pensé que lo habías dejado ir, no creí que te afectaría tanto

– Yo también lo creía – Emitió con tristeza en la voz

No es justo que el destino te fuerce a desenterrar situaciones o sentimientos que creías haber dejado atrás, pero a veces es la única manera en que las superes.

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Recuerda dejar tu bello review!

Hola! Cómo están?! Me emociona por fin traer la segunda parte del capítulo anterior, ya poco a poco se devela la vida de Jellal, lo que pasó en Magnolia y cómo afectaron cada uno de los personajes nuevos que intervinieron… 7u7

Espero en serio que les esté gustando el fic, me encanta que literalmente cada cosa que hago tiene un significado para el Jerza en el todo :v, el próximo capítulo tendrá un poco MUCHO drama :3 ya saben cómo soy… recordemos también que ya vuelven las grabaciones, así que… llegarán algunos otros personajes también… esperenlo

Por cierto ayer terminé mi primer fic Jerza, se llama Negándose y ojalá lo vayan a ver porfis

Bye…

Aclaraciones:

El apellido que utilicé para Kyoka es su alias en japonés.

Agradecimientos:

Pilikali