Reacciones.

Frunció el ceño por un momento, no podía concentrarse. No con Liam a su lado. Hacía días que ya había notado los constantes coqueteos que el de hebras de sol le brindaba. Siempre sutiles y por supuesto "accidentales". Pero nada más allá.

Leves roces de manos, encuentros entre los zafiros y los rubíes, desinteresados besos indirectos, casuales caricias con su pie bajo la mesa, imprevistos choques entre sus rodillas al sentarse juntos e incluso un "accidental" roce entre sus labios sin convertirse en beso.

Sin quererlo, se sintió algo incompetente al respecto. Quería responder, pero él era definitivamente más directo y atrabancado que Liam, quién fácilmente hacía parecer todo un accidente, casi lo hacía lucir como si fuese su imaginación. Incluso hubo un breve instante en el que creyó estar enloqueciendo. Esos gestos le provocaban un fuerte latido y un cosquilleo que nunca había tenido. No era algo suyo, ni siquiera estaba interesado en ir más allá, pero esas reacciones en su cuerpo le eran curiosas.

Nuevamente era el juego del detective y el amo del crimen. Recordó su conversación en el tren y sus palabras "No puedo probar que no lo hice. Pero probar que lo hice es tu trabajo".