A Eri no le gustaba cumplir años, así que cuando se acercaba su fecha y tocaba hacer una celebración, la mujer optaba por tomar algo con su hija y sus amigos. El ambiente joven siempre le transmitía más vivacidad.
"La verdad es que fue un detalle." Comentó Eri. "Pero en ese entonces era todo distinto."
Su madre disfrutaba de las conversaciones que tenía con las amistades de su hija, pero ella, se limitaba a asentir su bromas y reír sus historias. No disfrutaba de esas noches, pero era gracioso ver lo que se esforzaba Shinichi por contentar a su madre. Era realmente muy atento con su círculo íntimo y familia.
"Perdona Eri, es una llamada importante, no tardo nada." Dijo excusándose hacia la salida.
Ran se quedó extrañada pero le dejó marchar después de colgar la llamada.
Al poco de marcharse sonó su teléfono y ella se sorprendió al ver que era su propio marido el que le llamaba.
"¿Sí?" Preguntó cogiendo la llamada discretamente.
"No me puedo creer que tu madre nos esté contando esa historia otra vez. No puedo escucharlo una vez más." Le comentó riendo. "Escucha, ¿Por qué no nos reunimos y aprovechamos mejor el tiempo haciendo el amor?" Le propuso.
"¿Ahora?" Preguntó Ran muy sonrojada y sorprendida. "Me pillas fuera de la oficina." Se excusó mientras veía a sus amigos mirarla de vez en cuando de reojo.
"Sal de ahí." Le dijo Kudo. "Invéntate una excusa y huye de ahí."
"No sé…debería revisar los horarios."
Kudo rió. "Aquí soy yo quien va a revisar algo, y va a ser tu cuerpo en cuanto te vea. Invéntate algo, porque nos vamos de aquí."
Para cuando Kudo volvió a la mesa, Ran estaba gesticulando sutilmente mientras trataba de engañar a su madre y salir de ahí sin preguntas incómodas.
"…es un trabajo importante y debería revisarlo en casa antes de volver a hacer la llamada." Se inventó mientras se intentaba no sonrojar al ver aparecer de nuevo a Kudo.
"Eri, perdona, podrías repetir esta última parte, que me la he perdido." Intervino él con una sonrisa.
"Si bueno, en realidad, le estaba comentando a mi madre que me tengo que ir a mirar una cosa a la oficina." Le comentó su mujer.
Un mensaje apareció en el móvil de Kudo y su expresión cambió drásticamente.
"Cariño, relájate esta noche y continua con el trabajo mañana. Yo me tengo que ir un momento."
"Sí, nos vamos."
"No." Le frenó. "Yo, me tengo que ir, es urgente." Dijo muy serio. Se giró hacia su suegra e intentó poner un rostro más calmado. "Es un caso importante, me reclaman urgentemente." Dijo antes de salir escopeteado, mandándole una mirada confidente a Akai, que se encontraba en unos asientos alejado a él.
Ran suspiró, los casos siempre fastidiaban sus planes.
Pero esa vez, ella no sabía de que no se trataba de un caso. Si no de una mujer.
Kudo circuló por la carretera al limite de velocidad, sin perder ni un solo segundo. Se alejó de la ciudad velozmente y pidió a Shuichi que se encargase de Ran. No sabía si volvería esa misma noche y no quería reocuparla.
Aparcó en el parking del hospital unos cuarenta minutos después y se dirigió rápidamente hacia la pelirroja, que se encontraba fumando un cigarrillo sentada en la acera de la salida de urgencias.
"Shiho." Le llamó parando a su lado. "¿Cómo está Aiko?"
La pelirroja se sorprendió al verle ahí y se levantó para poder hablar bien con él. "¿Qué estás haciendo aquí? Te he dicho que no hacía falta que vinieras."
"¿Pero como no voy a venir? Está ingresada." Contestó el moreno preocupado.
"Pero ya te he dicho que no es miningitis."
"¿Y qué es?"
"Pues no sé. La tripeo amigdalitis tal vez." Contestó confusa.
Kudo se sentó en la acera suspirando lentamente. "Joder, que susto me he llevado." Dijo a la vez que ella se sentaba a su lado y le acariciaba la espalda. "¿Puedo entrar a verla?"
"Le están haciendo análisis y analíticas así que… tienen para un rato aún." Le explicó acercándose para besar su mejilla. "Deberías irte."
"No, tengo que quedarme."
"Kudo, está bien. No es nada grave y yo estoy aquí." Le dijo intentando tranquilizarle. "¿Estabas en una celebración, verdad? Pues venga, ve." Le dijo apartándole cariñosamente de su lado.
Shinichi la besó antes de marcharse. Era la persona que más podía entenderle en todo el mundo.
Media hora después, gracias a un tráfico fluido, volvió a aparecer a la mesa que había abandonado una hora y algo antes. Ran amplió su sonrisa al verle de nuevo ahí y él, se dirigió directamente a Eri, para entregarle un ramo de flores blancas.
"Perdonar la espera, es difícil encontrar flores naturales a estas horas."
"Son preciosas, me encantan." Contestó Eri entusiasmada.
La morena sonrió mientras su marido le guiñaba un ojo y volvía a sentarse a su lado.
"¿Me has echado de menos?" Le preguntó con una sonrisa cariñosa.
Shiho salió del cuarto de Aiko para volver al comedor y coger el paquete de cigarrillos de encima de la mesa. Sacó uno del interior y buscó el mechero entre sus bolsillos para encenderlo.
Había dicho tantas veces que iba a dejar de fumar.
Recordaba como Kudo siempre la cuestionaba cuando pretendía hacerlo.
"No, no…ni se te ocurra. Te prohibo dejar de fumar." Le comentó Kudo negando con la cabeza.
"¿Cómo que me lo prohibes?¿Como puedes prohibir algo así?" Le preguntó ella riendo.
"Porque luego te entra el mono a las dos de la mañana y me tengo que recorrer todo Hakone para conseguir un paquete de cigarrillos." Se quejó.
Ella entrecerró los ojos y se giró para ponerse cara al lago mientras alzaba la mano para lanzarlo y deshacerse del paquete.
"No, no, no." Le volvió a negar Kudo mientras le frenaba la mano y le intentaba quitar el paquete de su mano.
"Pero, quiero dejar de fumar." Se quejó ella.
"Sí, yo lo se que tú quieres dejarlo cariño, claro que sí." Dijo deshaciéndose de sus dedos que aún intentaban coger el paquete.
"De verdad que esta es la definitiva."Le intentó convencer.
"Entonces, yo te lo guardo, y así no le tiras el tabaco a los patos." Le contestó riendo.
"Dámelo." Se quejó ella, intentando recuperarlo inútilmente. "¿Y si te lo pido bien?" Le preguntó acercándose mucho a él.
"Pues…" Contestó a milímetros de su cara. "…todavía no te lo daría."
"¿Y si chillo?"
"Si chillas…puedes acabar asustando a los patos." Le comentó observándolos caminar tranquilamente a varios metros suyo.
"Dámelo."
"Ni aunque supliques." Contestó alejándose de ella rápidamente. "Voy a esconderlo y nadie sabrá dónde está."
Shiho resopló y se quedó ahí fuera con los brazos cruzados, mientras Kudo seguía encerrado en el interior de la casa.
"Problema resuelto." Dijo Shinichi alegre mientras salía de la casa.
"¿Dónde está?" Le preguntó atacándole a cosquillas.
"No, para. Por favor." Suplicó.
"Dímelo."
"Vale." Se rindió, haciendo que ella frenase. "Lo he escondido tan bien, que no me acuerdo." Contestó bien alegre.
"Muy bien." Dijo separándose para entrar a la casa. "Pues lo voy a encontrar por mi cuenta."
Shiho volvió en si cuando la ceniza cayó a sus pies descalzos. El cigarro se había consumido prácticamente mientras ella estaba inmersa en otro mundo. Sacudió la cabeza antes de levantarse y se dirigió a la cocina para servirse un café y despejarse un poco.
Y cómo si se tratase de una señal, su pie hizo sonar una baldosa de sus pies al caminar hacia ella.
Frenó el paso y comprobó las baldosas de los lados con cuidado. El sonido era diferente a cuando pisabas las otras. Se agachó lentamente e intentó levantarla por los lados, encontrando un pequeño agujero debajo de ella.
Y su pequeña pitillera perfectamente escondida en él. Pero no parecía ser lo único que había ahí.
"Cariño." Le llamó Kudo repetidamente mientras le daba un toque en el hombro.
Ran se giró un poco sorprendida. No se acostumbraba a tenerlo de vuelta. "Perdona. Dime."
"¿Me ayudas con las cosas antes de irnos?" Le preguntó guardando todo en su neceser.
"Claro." Le contestó con una sonrisa amable.
Parecía mentira que volviese finalmente a casa. Estaba feliz. Realmente feliz. Pero una parte de ella se sentía dolida. Los tramites del divorcio sólo estaban pausados y la pelirroja se había distanciado drásticamente.
No había vuelto a ver a Shiho desde hacía casi un mes. Se había presentado a devolverle el coche que había tenido que recoger en el depósito y ella misma había subido a Hakone para pasar la noche junto a ellas. Pero desde que había vuelto a su trabajo y a ocupar su tiempo libre en visitar a Kudo, no había sabido prácticamente nada sobre la pelirroja.
Akai y Heiji, las tenían apartadas del caso, y eso también había frenado los motivos de sus llamadas y mensajes.
"Me declaré en Londres, ¿verdad?" Le preguntó Kudo repentinamente, mientras se abrochaba la camisa blanca que Ran le había traído.
La morena sonrió al recordarlo y apartó un momento a la pelirroja de su mente. "Sí. Te costó bastante tiempo armarte de valor…pero fue un momento muy especial."
Kudo le cogió la mano para besársela con cariño. "Perdona por no acordarme de todo."
Ran sonrió tristemente. Ese último mes, parecía que le venían lagunas sobre su infancia, sobre su relación y matrimonio. Pero ningún recuerdo le había hecho recordar a la pelirroja y la pequeña que vivían fuera de la ciudad.
Solo la recordaba a ella y sus momentos.
Ran aún no sabía que iba a pasar con su matrimonio, pero lo claro era que no que no podía hacer nada tal y como estaban las cosas. Kudo necesitaba recordar.
