Primavera Fría II
Flashback 10:
Aprender no fue difícil, su cuerpo ya había convivido con la energía resentida. Conocía la investigación de los padres de Wei Wuxian y después de estar cuidado del joven en numerosas batallas pudo memorizar las melodías que usaba, incluso las más agresivas.
Tuvo que disculparse con Shuoyue, si no quería dañarla debía dejarla de lado, pero su disculpa más sincera y con más pesar fue para Liebing.
Podía arriesgarse y tomar a Chenqing, ¿lo reconocería como un maestro? No, aun si lo hiciera ¿qué tan bien podría tocarla? No estaba acostumbrado y no tomaría más riesgos.
Las primeras notas hicieron que el corazón de Wei Wuxian se oprimiera. Eran desgarradoras. Desde el inicio Chenqing fue diseñada para la energía resentida, ¡Liebing no! Nota tras nota, el instrumento se negaba a ceder, entendía que su amo saldría dañado. La atronadora melodía era una tortura para Liebing, los dedos de Lan Xichen comenzaron a sangrar sobre el xiao, ambos intentaban ganar.
Pero Liebing no podía hacer más que rendirse. La melodía se tornó clara y suave, la energía que había atropellado a los primeros soldados pareció tomar sentido. Los cuerpos tirados comenzaron con pequeños espasmos, dislocaciones accidentales y uno que otro dócil gruñido que provenía desde el fondo de sus gargantas secas.
Wen Ning no era suficiente. Lan Xichen necesitaba más, todo cuanto pudiera tomar.
Wei Wuxian había arrastrado a Xiao Xingchen a su lado, lo colocó sobre sus piernas y revisó que no se atragantara con su propia sangre. Hizo una inspección rápida, su energía espiritual estaba agotada, las heridas en sus ojos empeorarían si no recibía atención… atención que él no podía darle porque la energía resentida no era opción. Antes de seguir sintiéndose impotente, un movimiento llamó su atención.
El cuerpo de Song Lan estaba levantándose.
Wei Wuxian volteó a ver los demás cadáveres, sus propios soldados estaban pasando por lo mismo. Por respeto él nunca había usado los cuerpos de sus aliados, volvió a Lan Xichen. No sería raro que le costara dar órdenes adecuadas a la energía resentida, debía guiarlo —¡A-Huan! ¡Tienes que-
Los rojos de Lan Xichen estaban totalmente enfocados en Song Lan. Sabía lo que estaba haciendo.
Song Lan tardó más que los demás en reaccionar, Wei Wuxian supo la razón, en él se estaba concentrando una enorme cantidad de energía. Con Wen Ning no había sido diferente, pero en su caso Wei Wuxian se había tomado más tiempo y cuidado para no cometer un error y terminar con un Wen Ning esparcido por todos lados. Lan Xichen no estaba teniendo la misma consideración.
Todo pasó tan rápido.
Los cadáveres creados actuaban ferozmente contra los enemigos. Sí, Lan Xichen ya no hacía las cosas con elegancia, pero esto era totalmente diferente. Una carnicería, una batalla ganada y sin misericordia.
Cuando los soldados querían huir, más cadáveres se formaban a su alrededor y los obligaban a regresar o ser desmembrados en el momento. Y en el centro de todo el caos Song Lan era una obra maestra, tan violento y voraz como las notas que lo controlaban.
Había soldados que preferían lanzarse al fuego que orgullosamente se mantenía alzado, otros tropezaban al correr y acompañaban ese triste destino. Un trozo de brazo volaba mientras la garganta de alguien era arrancada de un mordisco. La carne blanda era desgarrada con dientes sin filo. Gritos que rasgaban sus cuerdas vocales hasta hacerlas sangrar.
El olor era apenas soportable, Wei Wuxian estaba sensible por el embarazo y tuvo que dejar a Xiao Xingchen de lado para vomitar. ¿Esto era ser un espectador? ¿Esto era lo que sentían los jades cuando él bebía y se ahogaba en la locura del poder? Demasiado para soportar sin poder hacer nada que pudiera ayudar a Lan Xichen.
Fue menos de lo que hubiera durado cualquier otra batalla.
Era todo, ya no quedaba nadie más en el lugar, la sangre era suficiente como para llenar un río, los cuerpos atacados eran irreconocibles dado que los cadáveres estaban mancillando lo último de su honor al arrancarlos en pedazos y tragar cuanto pudieran.
Wei Wuxian admiró a Lan Xichen, tan bellamente adornado en sangre y energía resentida. Desde antes él sobresalía por su energía espiritual, su núcleo sólidamente formado era lo que seguramente lo había ayudado a controlarse y no enloquecer.
Una nota mal tocada.
Segundos de silencio.
Lan Xichen vomitó sangre negra, espesa. La energía no había sido disipada adecuadamente y comenzó a atacarlo. Wei Wuxian alguna vez pasó por eso, los jades pudieron apoyarlo… ¿y él? ¿Cómo podría hacerlo?
—¡LAN HUAN!
No pudo ni acercarse, una ráfaga lo empujó con la fuerza justa para hacerlo retroceder, más no caer. Lan Xichen no dejaría que Wei Wuxian pudiera salir herido.
Wei Wuxian llevó instintivamente sus manos a su barriga, gritó —¡Tienes que seguir tocando, canaliza la energía hacia los cadáveres restantes, si luchan entre ellos será más fácil! —Más sangriento y menos soportable de ver, indudablemente.
Lan Xichen pareció oír, y con dificultad siguió tocando. Los cadáveres comenzaron a destrozarse entre sí…
Song Lan. Wei Wuxian se llevó a Chenqing a los labios, tocó una melodía más suave. Lan Xichen afiló la mirada hacia él. Wei Wuxian no planeaba tocar con energía resentida, sólo le indicaba qué melodía era la mejor, más suave, más tranquila, lo suficiente como para darle la ventaja a Song Lan. Lan Xichen volvió a obedecer.
Cuando el campo se quedó en silencio, cuando las llamas se calmaron, Wei Wuxian corrió a lado de Lan Xichen. Un poco de esperanza recorrió su sonrisa, esperanza que se desvaneció al ver cómo Lan Xichen caía en un charco de sangre.
Wei Wuxian llegó y para examinar casi tuvo que arrancar las prendas empapadas en sangre. Su respiración se congeló. Las heridas de la energía resentida seguían ahí. Wei Wuxian negó, era imposible —¿Por qué no te regeneras? —siguió negando —A-Huan, ¿qué te hice?
El joven cortaba en trozos su atuendo, debía detener los sangrados, estaba solo, no quedaba nadie —¡Mierda! ¡¿Por qué las heridas siguen ahí?! ¡Vian! ¡¿Dónde está tu puta regeneración?!
Apretó los puños por sobre los vendajes improvisados, otra vez estaba llorando. Creyó que podría tener felicidad en su vida, una familia, un hogar… Si las heridas se regeneraran tendría eso ¿por qué no se regeneraban? —La bendición… —sus ojos se ensancharon. Tocó el pecho de Lan Xichen, la fuerza abrumadora que despedía con la bendición se estaba disipando, al igual que la sensación de su vínculo.
Lan Xichen logró romper su bendición… corrompiendo su núcleo.
Wei Wuxian rió con amargura —¿Justo ahora? ¿En serio?
¿Cómo lograría completar el camino de regreso? Siguió riendo, todo era tan jodidamente ridículo. Inhaló —Wen Ning. Song Lan.
Para su sorpresa, ambos respondieron y se colocaron al frente. Sin un amo dirigiendo, su mirada no existía, apenas eran restos de su propia consciencia. Wei Wuxian confió en que Song Lan pudiera reconocerlo —Song Lan. Tu amo está herido, tendrás que dar todo lo que te queda para salvarlo.
Con esfuerzo se colocó de pie —Wen Ning. Lo mismo. Perdóname, te has extralimitado al no tener mi apoyo como antes. Por favor, tenemos que llegar al palacio. ¿Puedes con Xiao Xingchen?
Con movimientos pausados lograron hacerse de los Emperadores en brazos, Wen Ning colocó a Xiao Xingchen en su espalda y Wei Wuxian amarró sus manos contra las de él para que no cayera en el camino. Vio a Lan Xichen antes de ponerse en marcha —Dijiste que regresarías a mí.
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Jin Guangyao estaba en su estudio hablando con uno de sus organizadores, enviaría una escolta para recibir a los Emperadores a partir del camino acordado.
Las ventanas se arrancaron con el viento y en un parpadeo cinco personas estaban en el suelo. Wei Wuxian cortó la tela que lo unía a Xiao Xingchen y se levantó deprisa —¡Wen Qing! ¡MianMian!
El consejero corrió hacia las puertas y ordenó a los soldados de guardia que trajeran a la doctora urgentemente. No preguntó nada, entendía que no había tiempo para hacerlo.
Abrió un pasaje secreto hacia un estudio que sólo ellos tres conocían e indicó a su organizador que lo ayudara. Se mantuvo tan tranquilo como pudo, pero sus uñas raspaban desesperadamente su propia piel.
Wen Qing y MianMian llegaron escoltadas, fueron introducidas a empujones. Una vez todos estuvieron dentro de la habitación secreta, Jin Guangyao reunió a su organizador y a los soldados que no sabían por qué habían traído con urgencia a las damas. El consejero detuvo cualquier intento de cuestionamiento o preocupación. Fue un movimiento rápido, todos cayeron al suelo con las cabezas separadas limpiamente de sus cuerpos. Preparar una trampa en su mismo estudio resultó ser útil.
Era mucho más fácil justificar las desapariciones de personas reemplazables a confiar en que mantuvieran la boca cerrada.
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Después de horas, Wen Qing logró estabilizar a todos, Wei Wuxian fue el primero en ser dado de alta debido a que no tenía daños físicos más allá de rasguños y moretones, además de que necesitaban que alguien hablara y apaciguara a todo mundo.
Tuvo que informar que Lan Xichen había logrado acabar él solo con los enemigos, logró regresarlos a todos al Palacio y se estaba recuperando rápidamente, pero por consejo de Jin Guangyao y las constantes súplicas de Wei Wuxian descansaría en el Hanshi.
Nie Mingjue no dejaba de gritar por el palacio que si Lan Xichen no lo recibía armaría un gran revuelo. Jin Guangyao tranquilizó asegurando que no lo haría, a lo máximo dañaría algunas paredes, pero no sería un problema.
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Wei Wuxian se llenó de audiencias y tuvo que atender personalmente todas ellas para que la gente se tranquilizara con la imagen de su buena salud. Moverse de estudio a estudio era agotador, sus pies hinchados, tanto por el embarazo como por el ajetreado horario, no hacían más fácil la labor.
Tras una de las tantas reuniones con el resto de ministros, Jin Guangyao acorraló a Wei Wuxian en una habitación común antes de que éste pudiera evadirlo —¿Cómo fue? —Preguntó con calma. Se había contenido lo suficiente.
Wei Wuxian se abstuvo de hablar, negó, estaba demasiado agotado como para discutir. Vio la ira de Jin Guangyao reflejada en cada gesto incorrecto que hacía.
—Bien. Le preguntaré a él cuando despierte. También sugeriré a los ancianos la anulación de su matrimonio. Él no debería seguir contigo.
—No.
El Jin resopló con altanería —¿No?
La voz del joven fue decisiva —No dejaré que ni siquiera intente apartarlo de mí lado.
—¿Ah? ¿Y qué vas a hacer para impedirlo? Maldita zorra que lleva al hijo de otro hombre.
Jin Guangyao se aprovechaba de la ausencia de Lan Xichen. Si su plan era ese, menospreciar a Wei Wuxian y a su hijo, no quedaba más alternativa que establecerle un límite, uno que no olvidara. Wei Wuxian fijó su mirada en él —El Emperador está en recuperación, qué fácil sería para mí llenar mis ojos de lágrimas, colocar mi estómago más alzado y decir: "Jin Guangyao orquestó todo esto" —dijo —. No se meta conmigo ni con mi hijo.
Jin Guangyao no dejó de lado su victoriosa sonrisa —Pequeña basura, nadie te creería.
Wei Wuxian siguió —Oh, pobre de mí. No sé los motivos ni razones, pero vi lo que vi, emblemas de la peonia chispeante en medio de la nieve. ¿Acaso fue Jin Guangshan? —se corrigió —No, a él no le importará apoyarme con tal de salvar su reputación y deshacerse de un bastardo en el camino.
Jin Guangyao frunció el ceño, ¿un insolente cualquiera intentaba asustarlo? —Wei Wuxian… Las cosas no son tan fáciles como eso…
El joven se encogió de hombros —Espere aquí y veremos —salió antes de que el consejero pudiera objetar. Casi enseguida cuatro soldados imperiales entraron y sin demora tomaron a Jin Guangyao y lo obligaron a arrodillarse.
Cuando Wei Wuxian volvió a entrar, lágrimas corrían por sus ojos e intentaba torpemente secarlas con las manos —Consejero Jin, diciéndome palabras tan crueles. Sigo siendo el cónyuge de su Majestad, sigo siendo la Emperatriz y llevo al niño que heredará este Imperio.
El consejero forcejeó —¡Tú! —El intento de soltarse fue impedido y con más fuerza lo regresaron al piso.
—¿No conoce su lugar? Quizá su voz sólo sirve para maldecirme… —con un suave movimiento acunó su estómago —o amenazarme.
Un soldado no esperó una orden, desenvainó su espada y colocó el filo en el cuello del consejero. Jin Guangyao lanzó una mirada furiosa a los soldados ¿qué tenían en la cabeza? ¡Él era el consejero y hermano jurado del Emperador!
Wei Wuxian evitó sonreír el leer su confundido rostro, decidió explicar —Lan Zhan estaría muy feliz por los soldados que ha entrenado, son tan perceptivos, tan leales —"A mi".
Jin Guangyao explotó en furia —¡Lan Wangji no tiene autoridad aquí!
Otro soldado siseó, el agarre en el hombro del consejero se volvió más profundo. Todo el poder militar estaba de lado de Lan Wangji, habían aceptado a Lan Xichen, pero ellos seguirían a su capitán hasta el infierno y sabían que Wei Wuxian era su amor verdadero.
Wei Wuxian fingió molestia —¡Jin Guangyao! ¿Qué está insinuando? ¿Piensa que no fue suficiente desquitarse conmigo, sino que ahora va a insultar a Lan Zhan? ¡Los solados imperiales son leales a la corona! —sonrió —¿O acaso no ve cómo esa espada quiere terminar el corte?
Jin Guangyao bajó la mirada hacia la hoja de la espada que se había acercado peligrosamente, la mano del soldado temblaba de ira. Wei Wuxian no quería demostrar la lealtad a la corona, quería dejarle en claro que él tenía el poder y por él seguiría respirando.
Wei Wuxian alzó el índice y los soldados colocaron al consejero de pie, se acercó lo suficiente y con sus habilidades habló sólo para él —Intente alejarlo de mí y su cielo se volverá tan rojo como lo fue el mío. Soy la Emperatriz del maldito Imperio de Gusu Lan, mi palabra vale más que la de un bastardo olvidado —se burló —. Limpie el desastre, baje la cola y haga lo que le diga o llevaré un acto más lamentable a Lan Wangji, lloraré, gritaré y haré que él mismo se encargue de su miserable vida. ¿Entendido?
La piel de Jin Guangyao se erizó, ¿este era el Wei Wuxian que odiaba actuar con formas bajas? El Jin no comprendía que el joven había sufrido lo suficiente como para tirar todo por la borda, su orgullo incluido.
Wei Wuxian habló fuerte —Sáquenlo de mi vista.
Los soldados se inclinaron —Su majestad —Antes de salir voltearon, cómo si esperaran otro tipo de orden, matar al consejero quizá.
Wei Wuxian terminó de limpiarse las lágrimas falsas, colocó una sonrisa nostálgica y suavizó su voz —Descuiden, muchas gracias a todos. Los soldados entrenados bajo el mando de Lan Zhan son increíbles. Me aseguraré de hablar con él y decírselo. Por ahora, estoy tan cansado, iré con el Emperador, mis deberes continúan.
Los soldados asintieron con una sonrisa comprensiva. Wei Wuxian resultaba fácil de querer, entendían por qué su capitán lo seguía anhelando, quizá darle unos momentos a su lado valía mucho más que cualquier otra cosa.
Cuando estuvo solo, Wei Wuxian caminó en círculos, no iba a dejar que Jin Guangyao intentara quitarle poder dentro del Palacio, no se pondría en una posición desfavorable pues tenía que cuidar de la reputación de Lan Xichen y la seguridad de su bebé.
Debía cuidar sus palabras frente a los soldados, llamar "esposo" a Lan Xichen podría entorpecerlos, también fue necesario aclarar la parte del "deber" porque, obviamente, su príncipe merecía respeto y algo como "voy a cuidar amorosamente a mi A-Huan" no le jugaría a favor. Ah, comenzaba a ser agotador estar en el Palacio sin Lan Xichen cerca para pensar en todos esos detalles.
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Wei Wuxian intentaba enfocarse en los problemas que generaba la ausencia de Lan Xichen y no en la razón de dicha ausencia. Wen Qing tuvo que aprender correr de un extremo a otro para informar constantemente la condición de Lan Xichen, los demás creían que ella se enfocaba en el estado del bebé.
Entre pasos. Un sirviente desvió el camino del joven y lo introdujo en un pasillo vacío. Habló con inquietud —Su majestad, tómese un tiempo. Lo necesita.
Wei Wuxian no entendió hasta que el sirviente le extendió un pañuelo. ¿Cuándo había comenzado a llorar? ¿Por qué comenzaba a sentirse tan vacío y triste? Necesitaba ver a Lan Xichen, verlo y calmar su angustia… su vínculo comenzaba a perderse y era demasiado doloroso para su corazón.
Asintió —Dígale al consejero Jin que dejo el resto en sus manos, regresaré por la tarde —Ya no podía estar más tiempo así. Desde que regresó al palacio tuvo que atender todas las preocupaciones y quejas.
A los nobles y ministros no les importaba su estado, ellos entraban uno tras otro y se confiaban en que el tiempo que tardaba en atenderlos se debía a que estaba descansando. No iba a corregirlos, sería perder más tiempo que no tenían. Entre más rápido los atendiera, menos preguntas harían, pero era suficiente.
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El Hanshi parecía estarlo esperando, Wen Ning y Song Lan se mantenían firmes a los costados de las puertas. Con una sonrisa somnolienta agradeció a ambos cadáveres y entró a la habitación.
—¿A-Huan?
Lan Xichen lo recibió despierto. Estaba sentado en la cama, con el torso desnudo y vendas que ocultaban las heridas que cicatrizaban lentamente, aún más lento de lo que alguna vez su original núcleo dorado hizo. Era a causa de corromperse, Wei Wuxian lo sabía, sacrificabas una cosa para obtener otra…
Oh, cómo quería correr a sus brazos y besarlo, anhelaba su toque y su voz, sin embargo, debía asegurarse de que su mente estuviera bien —A-Huan, llamaré a Wen Qing —rápidamente volteó hacia la puerta e intentó abrirla, la puerta no se movió.
Lan Xichen se mantuvo en silencio, pero Wei Wuxian escuchó su llamado. Su mente se perdió unos momentos y caminó hacia él hasta ponerse a unos pasos, por instinto extendió una mano y cuando Lan Xichen la tomó un frío recorrió su cuerpo y lo hizo despertar.
Admiró la sonrisa del hombre frente a él. No importaba lo mucho que se esforzara en imitar a su esposo, ese no era su Lan Huan.
Wei Wuxian sintió que no debía estar ahí, por la seguridad del bebé debía salir. La sonrisa que llegó hasta los ojos del jade le hizo comprender que no podría.
—A-Ying —cantó suavemente —¿Qué debería hacer? Justo ahora no sé a quién sentenciar —atrajo al joven y acunó su rostro entre sus manos, los dedos vendados comenzaron a sangrar —¿A ti? ¿A ese bebé?... o… ¿A mí?
Wei Wuxian abrió la boca, intentando al menos respirar por ella. Su corazón comenzó a latir dos veces más rápido. Los ojos de Lan Huan eran tan azules, tan aterradores.
—A-Ying, A-Ying —volvió a usar una melodiosa voz —¿A quién debería sentenciar?
Lan Wangji ¿dónde estaba él? Las noticias debieron haber llegado rápidamente, él podría ayudarlos. Él podría… O quien fuera. No importaba quién, Wei Wuxian volvía a sentirse completamente solo en el campo de batalla.
Tragó seco —Lan… Lan Xichen —inhaló —, mi Emperador… está tan agotado —tomó una de las manos que comenzaban a sentirse húmedas en su mejilla. Intentó un gesto de cariño —¿gusta que le prepare un poco de té? Podemos discutirlo con más calma después de eso.
Lan Xichen se vio complacido con las palabras elegidas, su orgullo y narcisismo estaban subiendo —Bien dicho. Buenas decisiones no se toman a la ligera —separó su mano libre del rostro de Wei Wuxian dejando al menos tres caminos rojos. Alzó dos dedos y Shuoyue se elevó en lo alto apuntando hacia ellos —. Pero la sentencia debe ser inmediata.
Wei Wuxian sintió su cabeza tan pesada y la bajó con sumisión —Como ordene. Mi deidad.
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Notas finales:
Uff, terminé con este.
Una mega disculpa con todas las faltas del anterior ¡no me di cuenta hasta que lo leí ya publicado!
Tuve una especie de bloqueo con el capítulo que sigue, me costó decidir qué parte poner, así que quizá tarde en publicarlo.
Aclaración: No sé si lo recuerden, pero en el flashback anterior a este expliqué que lo de la Primavera Fría se veía como un ritual necesario, pero sencillo. El Santuario exigió el menor número de personas posibles, además de no querer llamar la atención era necesario como tradición.
Vale, ya, seguían en guerra, pero para este punto los Wens habían perdido su arma principal y sería muy raro que ellos lograran ingresar a territorio de Gusu sin ser notados.
Idealmente, el camino era secreto y seguro debido a una gran defensa que se extendía a lo largo y ancho, pero bueno… una vez que esa defensa cayó desde dentro todo fue en picada.
Supongo que era todo lo que tenía que explicar.
¡Nos vemos! \(≧▽≦)/
