Capítulo 30

-Cincuenta y uno -dijo Hange, y se desplomó en la hierba.

-No es suficiente.

Ella apenas levantó el cuello y miró a Levi arbitrariamente por encima del marco de sus gafas.

-¿Cómo que no es suficiente?

-Debes llegar hasta cien.

Hange se sentó al instante.

-Ni hablar

Había empezado a caer la tarde cuando Levi decidió volver a entrenar a Hange en la parte de atrás de la casona. Erwin le dio la autorización de continuar con su entrenamiento, pero les prohibió a ambos usar el equipo de maniobras. Enterado de las declaraciones de Paige, Darius estaba preocupado por un posible ataque rebelde y dio la orden de reforzar la seguridad del refugio tan pronto comenzara a anochecer. El escuadrón de Mike estaba señalando sus respectivas ubicaciones dentro del terreno a través de un mapa que Levi les había dado con anterioridad. Lynne y Henning se hallaban reunidos con dos miembros de la Fuerza de Guarnición. La mujer se llamaba Anka y el hombre Tidian.

-Eres una floja -le dijo el capitán a Hange.

-¡No puedo más! -rezongó la líder de escuadrón-. Es demasiado. ¡Ya hice cuatro series! ¡Me duele la panza!

-Para ser una soldado de alto rango tienes un pésimo estado físico.

-Eso no es cierto -masculló la chica entre dientes-. Soy muy rápida y hábil.

-Pero te falta fuerza -contestó Levi-. Y no he dicho que pares, cuatro ojos. ¡Vamos!

Con un fastidio palmario, Hange resopló, echo la espalda hacia atrás, contra la hierba, y cruzó los dedos detrás de la nuca

-Cincuenta dos -contó, a la vez que hacía un abdominal-. Cincuenta y tres...

Levi la observaba con los brazos cruzados. ¿Qué mierda eran esos abdominales? ¡Ni siquiera alzaba el pecho!

-¡Tienes que hacer más fuerza con el abdomen! -gritó.

-Capitán Levi -Petra apareció desde la derecha-. Hemos terminado de limpiar el baño del subsuelo y el resto de las habitaciones.

-De acuerdo -contestó Levi -. Continúen con los dormitorios restantes. Menos el primero a la izquierda. Allí está el rebelde.

La chica movió la cabeza y apretó un puño en el pecho.

-Sí, señor.

Hange volvió a incorporarse sobre la hierba. Cualquier excusa era perfecta para interrumpir su entrenamiento.

-En serio no puedo creer que hayas hecho a limpiar a tu escuadrón todo el subsuelo.

-En realidad, mayor Hange -intervino Petra, con cierta deferencia-. Había demasiada mugre. Creo que ninguna persona normal permanecería mucho tiempo en las condiciones en las que encontramos el baño y los dormitorios.

-Ella no entra en la categoría de persona normal -apostilló Levi

-Él tampoco entra en esa categoría -se rio Hange-. ¡Muero de ganas de que la humanidad se entere que, el hombre más fuerte que existe, es en realidad un monstruo obsesivo de la limpieza!

-Me da igual -dijo Levi-. Al menos no me comporto como un titan anormal.

Petra soltó una carcajada y miró a ambos soldados de hito a hito.

-Ustedes dos son muy buenos amigos, ¿cierto? -expresó-. ¡Nifa siempre lo dice!

El capitán sintió un vuelco en el estómago. ¿Qué demonios le decía Nifa? ¿Acaso Petra sabía lo que pasaba entre ellos? Levi guardó silencio y fingió desinterés. Se dispuso a hacer un ligero movimiento de hombros mientras Hange agachaba la cabeza, dejaba de sonreír y sus mejillas se prendían fuego. Levi no sabía exactamente cómo definir su relación con Hange, pero estaba convencido de que defería bastante de la idea de amistad que cualquier miembro de la Legión tenía en mente.

La líder de escuadrón estuvo a punto de decirle algo a la chica, pero no pudo. Un ruido hueco y seco los sorprendió. Mike apareció junto con Nanaba arriba del tejado de la casona. Esta última había desvainado las hojas metálicas del equipo de maniobra

Azorado por la actitud de la soldado, Levi se giró en redondo y alertó el gesto de concentración de Mike. El líder de escuadrón miraba un punto indefinido en el claro del bosque. Nanaba también observaba expectante la vegetación en la dirección opuesta a donde se encontraba Levi con Hange y Petra. Al capitán le daba la sensación de que la chica estaba esperando que algo emergiera de los matorrales y los atacara inmediatamente.

Levi deslizó la mano hacia sus cuchillas. Algo malo estaba sucediendo.

-Petra, estás desarmada -observó-. Cúbrete.

La chica parpadeó con confusión.

-¿Por qué?

-Solo obedece.

Petra pegó un brinco por la actitud amedrentadora de Levi.

-Si, señor -contestó de nuevo, pero con la cara arrebolada.

Petra acató la orden de su capitán y se pegó a la estructura de la casa mientras se agazapaba y echaba miradas furtivas hacia todos lados.

Hange se levantó del piso en estado de alerta. La forma en la que Levi se hallaba de pie, el tono de su voz y el color frío de sus ojos azules hicieron que la líder de escuadrón pregunte:

-¿Qué sucede?

El capitán no le respondió. Levi levantó la vista y recorrió con la mirada las copas de los árboles. La Fuerza de Guarnición todavía no había detectado ningún movimiento sospecho, sin embargo, Levi era consciente de que Mike tenía una habilidad poco común y bastante bien desarrollada como para dudar de él. Los dos jóvenes se llevaban como perro y gato, pero ninguno ponía en tela de juicio la capacidad y la fuerza del otro. Eran buenos compañeros de trabajo, aunque Levi odiaba admitirlo.

-Alguien se acerca -dijo el capitán, tan pronto ascendió hacia el tejado de la casona para escoltar a Mike. Hange lo imitó y se ubicó al lado de Nanaba.

Los cuatros soldados de la Legión de Reconocimiento miraban los matorrales con preocupación, pero preparados para pelear. ¿Los rebeldes los habían encontrado? ¿Cómo era posible? La Fuerza de Guarnición estaba a cargo de los movimientos tanto afuera como adentro del distrito.

El capitán agudizó el oído y percibió el crujido de unas pisadas contra la hierba seca. La primavera había traído sequia, como era de esperarse, y hacía más de un mes que no llovia.

Mike movió la punta de su nariz y olfateó el aire. Levi solo era capaz de percibir el olor a madera húmeda combinada con pino.

-Son tres o cuatro. No logro distinguirlos del todo -anunció el líder de escuadrón.

-No será problema entonces -respondió Nanaba, con firmeza. Levi estaba seguro de que ella estaria dispuesta a cortarle la cabeza a quien sea con tal de salvar a Mike y a sus compañeros. A Levi le agradaba Nanaba. Era una mujer decidida.

-Si están armados, serán un problema Nanaba -retrucó Mike.

-Somos mayoría -alegó la soldado-. Los superamos en números y también tenemos armas.

-Iremos directo al cuello -resolvió decir el capitán-. No le permitiremos accionar contra nadie. Cuatro ojos, cúbreme la espalda en caso de que sean más.

La líder de escuadrón se inclinó hacia adelante.

-Entendido.

-¡Alguien viene! -prorrumpió un oficial de la Fuerza de Guarnición desde los árboles.

Levi reprimió un escalofrío. Ricco y un oficial más se personaron junto a los soldados de la Legión.

-Tenemos visitas -dijo la chica, y se volvió hacia su compañero-. Hannes da la orden de posición de ataque.

Levi soslayó a ese tal Hannes. Supuestamente había oído que el hombre era capitán de las tropas de Guarnición, sin embargo, el brillo en su mirada resina y achispada y el rubor en las mejillas le recordaba a la cara alcohólica de Dot Pixis. Hannes era un hombre de edad madura. Desconocía cuantos años tenía exactamente, aunque Levi le daba un par de años más que él. Tal vez unos treinta y tantos. Era alto, rubio y pálido. Tenia pinta de ser algo desenfadado, pero también aguerrido.

Hannes levantó la mano e hizo una seña con el dedo. A continuación, se oyeron los chasquidos de las armas apuntar hacia algún rincón del bosque. El capitán contuvo el aliento y ancló los pies a las tejas del techo. No se movía. Tampoco pestañaba. Se encontraba expectante, ansioso y atento a cualquier movimiento.

Levi no era de tener miedo, pero desde que entró a la Legión se había vuelto más prudente y cauteloso. La vida de personas importantes estaba en sus manos. Era su responsabilidad como capitán velar por el bienestar de Erwin, Darius y el resto de sus colegas.

Le había indicado a Hange que le cuidara la espalda adrede. Si por algún motivo las cosas salían mal, podía socorrerla con rapidez. No dudaba de las virtudes de su compañera, pero los rivales estaban entrenados para matar y a ella le faltaba entrenamiento. Si la mitad de los rebeldes tenía el mismo rendimiento y soporte físico que Paige, serían un gran dolor de huevos para las fuerzas.

El lugar se silenció de repente. Ya no se escuchaba el gorjeo de los pájaros, el zumbido de los mosquitos o la brisa primaveral meciendo las hojas de los árboles más copiosos. Toda la atención se centraba en la vegetación y en un posible ataque rebelde. El capitán perdió el calor del cuerpo cuando oyó los primeros pasos aproximándose lentamente hacia ellos y los contó uno por uno.

Dos, tres, cuatro pasos...

Los saldados se prepararon para atacar y el olor a pólvora colmó el espacio.

Cinco, seis, siete pasos...

Los ojos de Levi se movían expectantes y veloces hacia cualquier recodo libre. Temía que los ataquen por la retaguardia.

Ocho, nueve, diez...

Mike se acuclilló a punto de saltar hacia los intrusos.

Once, doce, trece...

Nanaba se adelantó hacia el borde del tejado.

Catorce, quince, dieciséis...

Hange enarboló las cuchillas y las colocó a lo alto.

Diecisiete, dieciocho, diecinueve...

Y entonces... los matorrales se sacudieron, se oyó el ruido metálico de las armas y el corazón del capitán dejó de funcionar. La luz baja y cálida del sol vespertinl proyectó una sombra y... Nile apareció.

El jefe de la Policía Militar se adelantó sobre la hierba con las manos en alto en señal de redención. Nile tenía una expresión temerosa en la cara.

La adrenalina desapareció y Levi sintió a sus extremidades ablandarse como algodón. Un alivio repentino lo llenó. Hubiese jurado escuchar una exclamación ahogada entre los miembros de las fuerzas.

El jefe de la policía militar estaba con ropa de civil y acompañado por tres persona más que tampoco llevaban uniforme, pero camuflaban su rostro con una capa grisácea como las que la Legión había utilizado para arribar al refugio. Cuando se dejaron ver, el capitán reconoció a la amiga de Fenrir y a ese tal Chad escoltando a una mujer embarazada, de cabello largo, rizado, del color de la zanahoria.

-¡Es Nile! -grito Hannes-. ¡Falsa alarma! ¡Continúen con la guardia!

-¿Los han seguido? -le preguntó Levi a Mike.

El líder de escuadrón negó con la cabeza.

-Por el momento son ellos cuatro -explicó, y olisqueo otra vez el aire-. El aroma de Nile se mezcló con el de los demás por eso no lo reconocí.

Ricco y Hannes descendieron frente a Nile. Levi y Mike los siguieron detrás.

-Por poco y nos mata de un susto, eh -le dijo Hannes a Nile, propinándole un codazo simpático.

Ricco le dirigió a Hannes una mirada tétrica y el hombre retrocedió.

-Disculpe el desacato de mi colega -dijo con énfasis-, pero lo cierto es que no estábamos informados de su visita.

-Digamos que fue algo improvisado -replicó Nile.

-Comprendo -contestó Ricco,

-Vine a hablar con Darius.

El jefe de la policía interior tuvo el ademán de avanzar con sus acompañantes hacia el refugio, pero Levi y Mike le interceptaron el paso.

Nile observó a los soldados con reproche.

-¿Qué están haciendo?

-¿Quiénes son ellos? -preguntó Mike, dando una zancada hacia Nile

-Miembros de la Policía Militar -contestó Levi-. Los conozco.

-Dejen sus armas -ordenó el lider de escuadrón.

-No pienso dejar mi arma con rebeldes dando vuelta y secuestrando oficiales -farfulló Chad.

-No es una sugerencia. Es una orden -Mike articulaba cada palabra con violencia y brusquedad.

Nanaba desactivó el gas del equipo de maniobra y cayó de pie frente a los dos miembros de la Policía Militar, que custodiaban a la mujer embarazada. Hange hizo lo mismo, pero al bajar, se volvió hacía Nile.

-Ningún miembros de la Policía Militar puede estar aquí -sostuvo la soldado de alto rango-. Usted lo sabía y aún así los trajo armados.

Chad enrojeció de indignación.

-¡No somos traidores al Rey! -excusó. Tenía la voz grave y fuerte-. ¡Hemos perdido a un montón de amigos y colegas! ¡Aléjate de mí! ¡Voy a romperte la cara!

Mike había rodeado al oficial y le olfateaba la cabeza como si buscara algo. Chad era de corta estatura como Levi y Mike daba la impresión de ser un titan a su lado. ¿Aspiraría algún piojo de vez en cuando? Después de todo, tenía una nariz sensible, pero prominente.

-Dejen las armas -repitió Levi-. Ahora.

Nile suspiró con desanimo.

-Hagan lo que les pide el capitán Levi.

Dawn y Chad lanzaron las armas frente a Levi a regañadientes. Nanaba las agarró casi al vuelo.

-¿Por qué este tipo me está olfateando? -preguntó Chad, al tiempo que hacia un gesto con el pulgar hacia el líder de escuadrón.

-Mike posee una habilidad especial -explicó Nanaba. Chad lo observaba con repugnancia-. Puede oler y distinguir las intenciones de las personas y a los titanes a metros de distancia.

-¿Algo así como un perro de granja? ¿Una especie de pastor? -concluyó Dawn. Levi noto que la chica tenía dificultades para mantenerse en pie y supuso que era debido a los puntos de su pierna que todavía no habían cicatrizado después de la explosión-. ¿Qué harán con nosotros? ¿Nos matarán?

-Eso lo veremos -dijo Ricco con rudeza, aunque Levi dudaba que los autoricen a lastimarlos.

-He traído a los soldados en los que más confío -argumentó Nile-. No tienen por qué preocuparse.

-La Policía Militar está en la mira -replicó Mike y se movió para olfatear a Dawn.

La chica era alta, por eso cuando el soldado se arqueó hacia ella, lo observó con interés, como si estuviera midiéndolo con sus ojos grandes y verdes, y luego de juzgarlo, le sonrió ampliamente. Sus miradas se encontraron y Mike se ruborizó ante el atractivo de la chica. ¡Era muy gracioso! ¡Grandulón estúpido! Levi tuvo que apretar los dientes para no reírse. Nunca había visto a Mike tan nervioso. Sobre todo cuando Dawn batió sus pestañas de manera coqueta y movió el cabello lacio y rubio hacia un lado.

El líder de escuadrón se quedó boquiabierto y embelesado contemplando la beldad de la chica en esos nimios gestos. Estuvo así durante unos segundos hasta que Nanaba carraspeó la garganta y sacó a Mike de su encanto.

-Líder de escuadrón, ya está bien ¿no cree? -sugirió, con un timbre de voz avieso y venenoso.

El líder de escuadrón tragó saliva, se alejó de Dawn y cruzó los brazos sobre el pecho.

-Ninguno de los dos pueden pasar -sentenció, volviendo a su habitual ceño fruncido.

-¿Qué? -demandó Chad-. No dejaremos al jefe sin guardia. ¡Ya nos han quitado las armas! ¿Qué más quieren?

-No nos quieren -masculló Dawn, y volvió a mirar a Mike, pero esta vez de manera solapada, aunque Levi lo notó.

-Esas son las reglas -añadió Nanaba, y se volvió hacia Dawn-. Yo me encargaré de ti, bonita. Mike vigilará a tu compañero.

Dawn soltó un bufido. Su actitud pedante irritaba a Nanaba, que no le sacaba los ojos de encima. Su antipatía hacia Dawn le daba miedo a Levi. Nanaba tenía un carácter muy fuerte.

-¡Qué aburrido! -exclamó Dawn, y se puso en puntita de pie, con la vista hacia el refugio-. ¿Dónde está Fenrir?

Mike y Nanaba intercambiaron expresiones interrogativas y giraron la cabeza hacia Levi. El capitán alzó los hombros indiferente al comprender las miradas de sus colegas. Aunque no pronunció ninguna palabra al respecto, supo que ellos lo habían entendido.

Mike y Nanaba desconocían el vínculo de Fenrir con Dawn. Levi tampoco sabía mucho más de su relación. Lo único que Fenrir le dijo hasta el momento era que Dawn y él fueron buenos amigos durante la infancia, pero que se habían alejado hacia un par de años por razones que no detalló.

-Eso no podemos decírtelo -replicó Mike. Lo cierto también era que Fenrir estaba limpiando.

-No entiendo por qué tanta saña con la Policía Interior cuando uno de los rebeldes era miembro de la Legión de Reconocimiento -sostuvo Nile

-Eso no le quita participación a la Policía Militar -respondió Hange con severidad. Nile se encolerizó y juntó el entrecejo-. Venga con nosotros, Nile. Levi, acompáñame. Mike y Nanaba dejo a su cargo a los oficiales -Hange ladeó la cabeza y miró a la mujer embarazada. Levi estaba seguro que se trataba de esa tal Marie-. ¿Puede estar de pie o lo traemos una silla?

Las comisuras de la boca de la mujer se alzaron de manera amable y simpática.

-Tengo cinco meses de embarazo -dijo-. Estoy bien. Puedo soportarlo por ahora.

Después de que Ricco y Hannes volviesen a sus posiciones iniciales, Levi y Hange acompañaron a Nile al interior del refugio. Petra había salido de su escondite y tomado responsabilidad por la mujer embarazada hasta que haya una nueva orden a seguir. Erd, Gunther, Auruo y Fenrir subieron del subsuelo y aguardaban a Petra en la sala de estar vieja y raída.

Cuando Levi entró al refugio con Hange y Nile, pasó de ellos y caminó hasta una puerta que tenía atravesada una hoja metálica en el hueco de la aldaba. La forma oblicua en la que descansaba el arma le avisaba a los soldados de que en ese lugar se llevaba a cabo una reunión importante entre los mandatarios de la fuerzas de la humanidad.

Hange golpeó la puerta y aguardó a que acudieran a su llamado.

-¿Qué opina del lugar? -quiso saber la líder de escuadrón, para sacar un tema de conversación y disolver el enojo de Nile. Hange odiaba las discusiones y los malos momentos por lo que siempre se esmeraba para que los resquemores no duren demasiado.

-Es horrible -contestó a la zaga Nile. A Levi no le sorprendió su respuesta y se colocó las manos en los bolsillos de su pantalón.

Hange largó una carcajada y empezó a mecerse sobre sus talones.

-Desde ya, pero es ingenioso, ¿no cree? -espetó-. ¿Quién nos encontraría aquí?

El chirrido de la puerta calló a Hange y sobresaltó a Nile. Erwin emergió de golpe, con su seriedad característica. El porte soberano del comandante dejaba claro que era respetado y temido simultáneamente.

Nile y Erwin tuvieron un apretón de manos en modo de saludo y el primero dijo:

-Siento la tardanza. Ha sido un día bastante duro en Mitras. Han desaparecido diez miembros de la policía interior.

-Comprendo -contesto el comandante-. Entra. Te diremos las novedades.

Nile vaciló.

-He traído a Marie.

Tras la mención de la mujer, la expresión serena y aristocrática de Erwin cambió a una irritación contenida. El comandante se petrificó y, si no fuera porque aún respiraba, daba la sensación de que el tiempo se había detenido para él en ese instante. La intensidad y la furia en sus ojos azules y el laconismo de Erwin incomodaron al jefe de la policía interior.

-Es peligroso -fue lo único que dijo el comandante.

-Mas peligroso es que permanezca en mi casa, Erwin.

Las reflexiones llevaron al mandatario de la Legión a callarse de nuevo y permanecer tieso bajo el marco de la puerta. Su boca estaba rígida y apretada y no dijo absolutamente nada hasta que, en un abrir y cerrar de ojos, soltó:

-Supongo que además has traído a algunos de tus hombres.

-Solo a dos de ellos -contestó Nile, con cierta humillación-, pero se han camuflado. Los dejaré bajo la autoridad de Zackley. No podía salir de la ciudad sin escoltas. He dejado a los caballos en el lugar que me indicaste en la carta.

Al escucharlo, Erwin suspiró con frustración y se echó a un lado.

-Pasa -dijo, acompañando con un gesto de mano. Nile entró de una zancada-. Búsquenle a Marie una habitación limpia y segura en el subsuelo. Nos vemos luego.

Erwin se despidió con un movimiento de cabeza y cerró la puerta. El portazo fue suave aunque se oyó como un estruendo por el eco que viajaba entre las paredes. Hange y Levi se quedaron con la vista fija en la habitación. ¿Qué estaría sucediendo en la capital? ¿Cómo que diez miembros de la Policía Militar habían desaparecido? ¿Los mataron? ¿Los secuestraron? ¿Qué demonios estaba sucediendo? ¡Necesitaban obtener información urgente!

Levi estaba acostumbrado a lidear con el estrés de ser capitán, pero la incertidumbre y el desconocimiento siempre lo alteraban de alguna u otra manera. Cuando se enfrentaba a los titanes era esa curiosidad de querer saber que había más allá lo que lo ayudaba a no perder la cabeza. A su vez, proteger y honrar la vida de sus compañeros lo instaba constantemente a no rendirse, a seguir y a avanzar por ellos, y por los soldados caídos.

Sin embargo, en esta oportunidad, todo era diferente porque el enemigo podría ser hasta sus propios compañeros infiltrados. Al capitán le llamaba la atención que Darius aún confiara en la Legión, teniendo en cuenta que Paige era una desertora, aunque creía que la persuasión de Erwin estaba involucrada en la decisión del máximo jefe de las fuerzas. No subestimaba a Darius, pero la oratoria de Erwin era aterradora como efectiva.

-¿Le has dicho a Erwin lo que hablamos la última vez? -dijo Hange.

Levi salió del trance de sus reflexiones. Hange había relajado la postura y recargado el peso de su cuerpo contra la pared.

-Sí

-¿Qué te ha dicho?

-Que pensaba lo mismo -dijo el capitán-. Supongo que le ha pedido a Nile el listado de los miembros de la corte. Benton vendrá en estos dias. Mike ya ha mandado a Gergal a que entregue la carta.

Hange hizo una mueca con la boca. La chica se apartó de la pared y desperezó los brazos.

-Pues...-empezó diciendo Hange mientras bosteza en el hueco de su mano-. Investigaré por mi cuenta.

Levi, que estaba frente a la chica, esbozó una expresión confusa y a su vez rabiosa. ¿Qué tenía en mente? ¿Qué había hecho? ¿Por qué se inmiscuía en absolutamente todo?

-No me mires de esa forma -continuó Hange-. No he hecho nada malo. He hablado con Dot y dos de sus hombres me han traído información desde Mitras -La mueca de Levi se ensombreció. Nerviosa, Hange sacudió las manos a la altura del pecho-. Te aseguro que no ha pasado nada. Han tenido todo los cuidados para venir hasta aquí.

-Erwin ordenó que...

-Ya lo sé -lo interrumpió Hange-, ya sé que dijo que tenemos que estar alejados de Mitras por el momento, pero necesito investigar por mi cuenta. Capaz hay algo que no nos hemos dado cuenta aún. Mañana volveré a hablar con Paige, pero mientras tanto me han traído todos los periódicos del último año.

A Levi se le hizo un nudo en el estómago.

-¿Te has acercado a la prensa, cuatro ojos? -No podía creerlo.

-Quédate tranquilo -azuzó la chica-. No dijeron nada acerca de la Legión ni la Fuerza de Guarnición. Digamos que tuvieron que recurrir a los métodos de Dot Pixis para conseguir uniformes de la Policía interior y camuflarse en la capital.

Levi no quería averiguar los métodos de trabajo de Dot Pixis porque estaban convencido que eran insurrectos y desagradables como él. Si bien a Hange y a Dot les faltaba una ajustada de tuerca, la líder de escuadrón destacaba por ser una persona inteligente y edificativa. Ella siempre se jactaba de respetar a la autoridad y seguir las órdenes al pie de la letra. El capitán había aprendido mucho de su compañera, por eso se sorprendió que haya estado de acuerdo con Dot, pero cuando se trataba de investigar Hange era capaz de hacer lo que sea con tal de conseguir información.

-Solo espero que nadie los haya visto acercarse hasta aquí -resolvió decir Levi-. Ya suficiente con Nile.

-Estoy segura que nada ha pasado -intentó persuadirlo Hange, con su exacerbado optimismo-. Mi escuadrón tiene el recambio de guardia a la mañana temprano así que aprovecharé para estudiar cada periódico durante la noche. Luego te diré las novedades.

Hange giró sobre sus talones y empezó a caminar por el pasillo, pero Levi la llamó y ella se volvió hacia sus espaldas.

-No le dirás a Paige lo de Conan, ¿cierto?

El capitán al igual que Erwin sabía que la muerte de Conan era el as bajo la manga para la Legión. Pensó los motivos por lo que Erwin no le había dicho la verdad a la chica y creyó que se debía a que Paige no creería en la veracidad de sus palabras. Tampoco escucharía a Levi. Paige no creería en nadie más que en Hange, Moblit y a lo sumo Sean y Hunter.

La líder de escuadrón bajó los párpados con tristeza.

-Si realmente ella no tuvo nada que ver con su muerte, siento que la destruiría emocionalmente. Ya la he lastimado demasiado. No sabes lo duro que fue para mi el interrogatorio. Verla herida, sangrar y reír al mismo tiempo -A Hange la atravesó una escalofrío y se abrazó el cuerpo.

A Levi el dolor de Paige le importaba un rábano. La chica no le simpatizaba ni un poco. Cuando ella se fue de la Legión, se sintió culpable por sus prejuicios y hasta logró comprenderla, pero en esta realidad actual no podía sentir empatía hacia ella. Incluso cuando sus ideales eran similares a lo de él. Levi no podía perdonar a Paige. Todavía no estaba seguro de su inocencia en la muerte de Conan y ciento de personas inocentes. Prefería sentir aversión por ella que lastima o pena.

-La necesitamos vulnerable para que hable -confesó Levi.

-Ya está vulnerable -reveló Hange-. Abel me dijo que no quiere comer y no deja que nadie le sature las heridas. Si continua así, va a enfermarse.

-Es una idiota.

-No -refutó la líder de escuadrón-. Creo que es más inteligente de lo que crees.

Levi junto el entrecejo y siseó entre dientes. Queria hacer sentir culpable a Hange. Típica artimaña de la ciudad subterránea, sin embargo, había otra cosa que el capitán advirtió en Paige y era su fuerza de voluntad. La convicción de creer que lo que estaba haciendo era lo correcto, pero... ¿Qué pasaría si la hicieran dudar? Había que intentarlo.

-Debes decirle lo de Conan.

-No se si pueda hacerlo -musitó Hange-. Es doloroso perder a alguien a quien amas.

-También es doloroso ver morir a gente inocente -contestó el capitán con aspereza-, pero estuve pensando que si tú no puedes hacerla hablar, solo hay una persona capaz de sacarle información.

-Levi...

-Tú no le dirás a Moblit que intervenga en el interrogatorio -aseguró el conozco. No quieres decirle la verdad. Traeré a Sean.

Hange apretó los puños. Su boca temblaba de los nervios.

-Él no está en condiciones de salir de la enfermería.

-Esperaré su evolución -dijo Levi, y caminó hacia Hange. Su voz era vacía; distante y, pese a su corta estatura, tenía una actitud imponente e intimidante cuando acortó la distancia con ella. Los ojos de Hange se llenaron de lágrimas y el capitán tuvo que hacer un gran esfuerzo para decir lo siguiente-: Si dentro de tres días Paige no nos da nada de información y tú no le dices la verdad. Sean hablará con ella y sabes que le ordenaré que no sea para nada delicado.

-¿Y si es mentira? -soltó Hange-. ¿Y si ella ya lo sabe?

-Al menos lo habremos intentado.

Al regresar a las afueras del refugio, entre un silencio tenso, caras largas y una rivalidad constante de miradas, ambos soldados se encontraron con que la situación de conflicto era todavía peor.

Chad y Dawn estaban enzarzados en otra discusión con Mike y Nanaba que se mantenían firmes en su postura de prohibirles el ingreso al refugio. Henning y Lynne se habían sumado a la riña al tiempo que Petra y Marie intentaban apaciguar los ánimos caldeados, pero era en vano. Estaban enojados.

Hange suspiró y se golpeó la frente.

-Esto será más difícil de lo que parece.

Tiempo después, Petra guiaba con cuidado a Marie para que no se tropiece con ningún peldaño mientras bajaban las escaleras hacia el subsuelo. Auruo y Erd le habían preparado una habitación justo al lado del dormitorio, que Hange escogió para descarsar en la casona. La misma estaba enfrente de la habitación del capitán.

Levi descubrió que Marie era muy cálida. Les hablaba con ternura y un aire maternal pocas veces visto hacia los soldados. La mujer se mostraba benevolente y tenía una actitud comprensiva. No se encontraba irritada por el rechazo a los miembros a la policía militar sino que respetaba la decisión de la fuerzas. Daba la impresión de ser una mujer tranquila y pacifica.

Marie no era mucho más grande en edad que Erwin, al contrario, la mujer tenía treinta años edad, aunque a primera vista parecía mucho más joven. Era menuda y bajita y contaba con un rostro perfilado y aniñado que le otorgaba una especie de juventud eterna. Era hermosa y sencilla. No había dudas. Su piel lívida estaba salpicada de un montón de pecas alrededor de la nariz y los pómulos. Tenía los ojos negros y expresivos, ribeteados de pestañas rubias y largas, que al tener los parpados caídos, le rozaban las cejas. El cabello luengo, con bucles con forma de listones, le caía sobre la espalda y cubría su cintura. Tenia puesto una camisa oscura de manga corta y unos pantalones de color marrón. Sus caderas eran amplias y la barriga de su embarazo se asomaba apenas, como una protuberancia pequeña, pero prominente.

Sin embargo, más allá de su belleza, Marie tenia un trato agradable para con los tres soldados que la acompañaban. Levi no entendía cómo alguien que irradiaba tanta luz podía estar con el imbécil de Nile.

-Esta es su habitación -dijo Hange, abriendo la puerta del dormitorio y sumergiéndose en su interior. Petra ingresó con Marie detrás de ella mientras Levi permaneció afuera, recostado en el umbral; de brazos cruzados.

El dormitorio de Marie se trataba de una habitación con un armario, una cama y una silla. Levi se enorgulleció de sus subordinados porque el dormitorio -dentro de sus limitaciones- se veía habitable.

-Le hemos conseguido un colchón limpio, sábanas y un edredón -informó Petra-. Mi compañero vendrá con las cosas en un momento. Fue lo mejor que rescatamos de este lugar.

-¡Oh! ¡Muchas gracias! -dijo Marie tomando asiento.

Petra se rascó la coronilla.

-Es nuestra responsabilidad cuidarla de ahora en más.

-Son ordenes de Erwin -dijo Levi apropósito. ¿Qué vinculo había tenido esa mujer con el comandante? ¿ Habian sido pareja? ¿Amigos? Sentia curiosidad. El capitán no podía imaginar a Erwin amando a una persona de forma romántica. Lo consideraba un hombre tan frío, inteligente y calculador que verlo vulnerable ante el amor le resultaba imposible.

La reacción de Marie fue inmediata.

-¿Erwin está aquí? -preguntó, con sorpresa. Había un sentimiento en ella que el capitán no lograba distinguir. No sabía si era nostalgia o afecto. O tal vez ambas-. Hace muchos años que no lo veo. Pensé que estaría en Stohess.

-¿Que se siente estar embarazada? -intervino Hange de golpe, y cambiando el rumbo de la conversación.

-Es algo muy hermoso. Realmente ansiaba ser madre -contestó Marie, y se acarició la barriga con mesura-. Lo hemos buscado tanto con Nile. Creo que será una niña.

-Me refiero físicamente -corrigió Hange, y tomo a Marie de las manos sin disimular para nada su euforia-. ¿Que cambios sintió en el cuerpo? ¿Se le hincharon los pechos y los pies? ¿Tiene retención de líquido? ¿Es cierto que libido aumenta? ¿Han cambiado sus gustos y preferencias?

Marie estaba confundida por el alud de preguntas insólitas que Hange le había hecho en menos de una fracción de segundos, sin embargo, la ilusión y el entusiasmo por parte de la líder de escuadrón la hizo romper a carcajadas.

Levi entró al dormitorio, sujeto a Hange de la chaqueta de su uniforme y la jaló hacia afuera. La líder de escuadrón gruñó por lo bajo, pero Levi no le hizo caso.

-Ya debemos irnos -reveló, tironeando de Hange.

Levi miró por encima de su hombro a Petra. Su subordinada entendió el gesto y juntó las palmas de las manos.

-Si necesita algo no dude en llamarnos, señorita Dok -dijo-. Le alcanzaremos la cena a la noche. ¡Auruo estará en minutos con usted! ¡Hasta luego!

Petra despidió a Marie con la mano y cerró la puerta. Levi aguardó un instante para asegurarse de que Marie no los escuche y se volvió hacia Hange.

-¿Por qué siempre haces preguntas inoportunas? -inquirió, en voz bajo.

Hange hundió el entrecejo.

-No son preguntas inoportunas -respondió-. Son preguntas científicas. ¡Que a ti te molesten no es mi problema!

Levi ignoró la respuesta de Hange y se dirigió a Petra.

-Andando - le dijo-. Nuestra guardia comienza en unos minutos.

Al caer la noche, el capitán llevaba a cabo su guardia encaramado sobre la gruesa rama de un árbol. Era un ombú, según Hange, y el único que se encontraba en el bosque. Por el momento, todo se encontraba en orden. Chad y Dawn fueron obligados hacer guardia con Levi, pero bajo la supervisión de Ricco y Hannes. Mike había terminado su turno hacia unos minutos.

El capitán todavía no sabía exactamente qué era lo que decidió Darius con la información que Nile había traído. Linus, el rebelde, continuaba con la boca cerrada y ninguna fuerza sabía cómo lograr manipularlo para que hable. Por eso Paige era la única fuente a la verdad. Era la única que podía conducirlos hacia su líder.

Fenrir y Petra aterrizaron a su lado.

-La zona 5 sin peligro en el perímetro -informó la chica

-Lo mismo con la zona 2 y 4, todo funciona con normalidad -sostuvo Fenrir.

-Vuelvan a sus posiciones y anúnciense en dos horas -ordenó Levi.

-Entendido, capitán -Fenrir desapareció entre la espesura de los árboles en dirección al este. Levi vislumbró como Dawn lo saludaba con la mano, pero el soldado no le replicó el gesto y se alejó rápidamente.

-¿Se encuentra bien? -preguntó Petra.

Levi la observó de refilón.

-Sí.

-Lo veo algo cansado -dijo la soldado mientras se acercaba a él-. Es una situación agotadora. ¿Cree que evitaremos una revolución?

-No lo sé -respondió Levi-, pero espero que sí.

-A veces dudo de que esto sea lo correcto -la chica engulló aire y bajó la vista-, es decir, estamos protegiendo a las personas que probablemente hayan arruinado la vida de más de uno aquí.

Levi permaneció callado, con la mirada perdida en la nada misma, en la extensión infinita y oscura del bosque.

-Tal vez -musitó Petra-, tal vez... los titanes no sea de lo único que debemos liberarnos, capitán.

-Es cuestión de elecciones -soltó Levi. La capa de la Legión ondeaba suavemente detrás suyo-. Nadie puede saber exactamente que sucederá, pero una vez que decides que hacer, de que lado estás, intentas no arrepentirte de eso, aunque siempre puedes cambiar de opinión.

-¿Y usted que ha decidido?

-Proteger a mis compañeros y a la población de Mitras a como de lugar -contestó Levi, y giró para mirarla. Los ojos de Petra brillaban con la luz de la luna-. ¿Y tú qué has decidido?

La chica apretó los labios y dijo:

-Que lo seguiría sin dudar.

-¿Incluso cuando no estés de acuerdo con mis decisiones? ¿Incluso cuando no te parezca correcto lo que estás haciendo ahora mismo?

Petra jugueteó con la punta de sus botas sobre la corteza del árbol.

-Sí -replicó ella-, incluso cuando dude de mi misma y de lo que sea correcto o no. Lo seguiré...

-¿Y por qué lo haces? ¿Por qué me sigues?

Petra titubeó.

-Porque creo que es lo correcto y confió en usted.

-Ya veo.

El ruido de la noche envolvió a Petra y a Levi como una especie de manta invisible. Se oían las voces susurrantes de sus camaradas, el ulular de los buhos y el llanto de alguna presa siendo atrapada por un oso o una manada de lobos. Mike había detectado el olor de ambos depredadores y avistó la guarida de un oso negro cerca del refugio.

-Volveré a mi posición -dijo Petra, activando el equipo de maniobra. La chica había tomado el impulso para despegar del tronco cuando Levi la detuvo.

-He estado pensando acerca de tu invitación.

Petra se giró en redondo, sorprendida. El corazón de Levi palpitó con fuerza ¿Por qué se ponía tan nervioso cuando se trataba de vincularse con las personas? Deseaba ser más seguro como lo era a la hora de enfrentar a los titanes, pero resultaba ser pésimo para socializar con los demás.

El capitán apartó sus ojos azules de Petra.

-Creo que no es correcto que vaya -contestó Levi-. Soy tu capitán.

-No entiendo - Se escuchó el silbido del equipo de maniobras apagarse-. ¿Qué tiene que ver eso?

-No puedo involucrarme más de lo laboralmente permitido con mis colegas.

-Sin embargo, lo hace.

La mirada lúgubre Levi hizo que la chica pegara un bote y retrocediera de manera involuntaria. Ella abrió y cerró los ojos, como si estuviera tomando coraje, y le devolvió la mirada al capitan con expresión seria y las mejillas ardiendo.

-Nifa me ha dicho que usted y la Mayor Hange son muy cercanos. No le diré lo que sé porque creo que se lo imagina -Levi recordó la conversación de Nifa con sus subordinados, haría unos días atrás, cuando Conan aún estaba vivo. La soldado dijo que él había bañado a Hange y, en ese entonces, nada más que un beso había sucedido entre ellos, pero todo se malinterpretó. Levi esparaba que Petra se refiera a ese momento y no a todo lo que acontenció después porque se sentiría muy avergonzado. ¡Maldita, Nifa! ¡Maldita, cuatro ojos! ¿No conocían de privacidad?-. No es de mi incumbencia tampoco -continuó la chica. Levi solo se limitaba a observarla mientras las cavilaciones le abrían paso a su ira soterrada-. Tampoco diré nada y he hablado con Nifa para que no ventile la vida privada de nadie con tanta naturalidad. No todos somos desinhibidos como ella. Por eso Fenrir la rechaza.

-No sé qué te has enterado -dijo.
La voz de Levi era un témpano de hielo-, pero eres demasiado joven para entender algunas cosas, Petra.

-De seguro -concedio la soldado-. Usted solo me ve como una niña y probablemente en muchos aspectos aún lo sea, pero he comprendido algo -la subordinada bufó-. Usted también es demasiado inmaduro. Además, nunca piensa en su propio bienestar. Está preocupado por mí, por mis sentimientos, pero ni siquiera piensa en usted, en lo que siente ¿Qué es lo que quiere hacer? ¿Por qué se vive reprimiendo? ¡Tiene que dejar de tomar responsabilidad por todo! ¡No sienta culpa por lo que no puede evitar! ¡Nunca se relaja! ¡Me pone nerviosa! -Petra estaba rojo y agitada. Su voz que al principio era llana y medida se había vuelta indómita. La chica solto aire y le sonrió-. Sé porque lo sigo, Capitán. Tiene un corazón bueno y noble. Muchos no se dan cuenta, pero yo sí. Siempre quiere cuidarnos y protegernos. ¿Nunca pensó en disfrutar sus vínculos? Uno nunca sabe cuando va ser la última vez que vea a alguien a quien ama.

Levi estudió a Petra con la mirada. Su juventud denotaba esa personalidad enérgica, volcánica, pero a su vez transmitía dulzura e inocencia. En ocasiones le recordaba a Isabel. Petra era muy parecida a su vieja amiga. Ella podía ser una simple nube en el cielo, pero tambien una tormenta borrascosa.

Petra era inteligente y habilidosa; por algo la había sumado a su escuadrón.

El capitán sabía que la chica estaba en lo cierto. Jamás se relajaba. Tampoco se permitía disfrutar. Habia avanzado mucho emocionalmente gracias a Hange, aunque aún se sentía reprimido, encarcelado, atrapado como un prisionero en sus propias emociones.

Levi vivía nervioso y cansado, dormía poco, comia migajas y se alimentaba a base de té. Contaba con una buena genética que le permitia mantener firme las fibras de sus músculos, pese a su mala alimentación, pero... no era una buena vida. Velar por los demás, pensar constantemente en como salvar a todos sin que nadie muera o salga herido resultaba cansador y enfermizo. Y no lo podía evitar.

Levi había jurado que protegería al comandante y a sus camaradas con su propia vida de ser necesario. Creía que Erwin era el único que los llevaría a la verdad, a descubrir el origen de los titanes, sin embargo, no era una tarea para nada fácil. Erwin había sacrificado su humanidad, pero Levi... no era capaz de hacerlo.

-Me recuerdas a una vieja amiga -le dijo el capitán.

Ella amplió su sonrisa con un deje de melancolía y tristeza.

-Siento mi arrebato, capitán -susurró-. Solo digo que tal vez debería disfrutar de sus amigos, de las personas que tiene a su alrededor. No está mal querer protegernos, pero simplemente no puede salvarnos a todos -Petra se acomodó el cabello y ajustó su capa al cuello. Después se giró de cara al oeste, del lado contrario a Levi-. En esta profesión nunca sabemos cuando será la última vez que nos veremos. Regresare a mi posición. Si en algún momento cambia de idea, puede hablarme. No se preocupe por mis sentimientos. Sé el lugar que ocupo en su vida.

Petra le volvió a sonreír por encima del hombro antes de activar su equipo de maniobra y perderse entre las sombras. Levi la observo hasta que era un punto irreconocible en la distancia. Definitivamente, sería una mujer increíble y él la apreciaba demasiado.

Luego de despuntar el alba, Levi bajó al subsuelo. El capitán no podía dejar de pensar en su conversación con Petra y en las palabras justas y certeras de la chica. También quería saber que era exactamente lo que ella sabía, pero no se animaba a preguntarlo por miedo a meter la pata.

Se restregó los ojos con cansancio y reprimió las ganas de bostezar. Sentia el cuerpo como un flan, débil, flojo, pero no tenía sueño. Era como si su cuerpo estuviese pasado de adrenalina y excitación. Además, estaba hambriento. Había cenado un pan con queso y té de jengibre minutos previos a empezar su guardia, pero tenía hambre.

Al capitán no le asombró ver la puerta de la habitación de Hange entornada. Ella era descuidada y no le ponía seguro a absolutamente nada. El impulso y la curiosidad llevaron a Levi a asomarse sigilosamente.

La líder de escuadrón estaba despierta, sentada en el suelo, con las piernas cruzadas, acompañada de una vela de aceite encendida y un montón de periódicos desperdigados a su alrededor como una especie de campo minado, pero en papel. Escribía muy rápido sobre una libreta apoyada en su regazo al tiempo que cerraba los ojos y se frotaba el mentón. Un gesto que Levi le conocía de memoria.

El capitán alargó la mano y abrió más la puerta.

-¿Cómo es posible que en menos de seis horas hayas hecho todo este desastre?

Hange perdió la concentración. La chica se sobresaltó, tumbada en el suelo, y lo miró con sorpresa a través de sus enormes gafas.

-¡Levi! ¡Casi me matas de un susto! -dijo, llevándose la mano al pecho.

-¿Tienes idea lo peligroso que es que esa vela de aceite este cerca de los papeles?

Ella miró la vela.

-Tengo todo bajo control.

Levi prefirió no opinar al respecto.

-¿Qué estás haciendo?

Hange exhaló y agitó la mano, indicándole que se acercara. El capitán entró a la habitación, cerró la puerta detrás de él, sorteó los papeles tirados en el piso, y se paró frente a Hange.

-He estado averiguando un par de cosas acerca de la Corte y hay un hombre que me ha llamado la atención -Hange se volvió y sostuvo un periódico que le tendió a Levi. El capitán sólo notó el dibujo de un hombre escuálido y de facciones duras-. Mira, el final de la nota, ahí habla sobre un tal Emerick Dubois que ayudó con insumos en la ciudad subterránea hará menos de un año. Lo curioso es que él asumió poco antes de que maten a Lobov -ella sostuvo otro periódico y volvió a entregárselo a Levi. El capitán sintió pavor al encontrarse en la primera plana dibujado-. Fíjate bajo tu dibujo, ahí están anotados todos los hombres de la corte. Su nombre aparece, pero en este periódico que es dos meses atrás de lo de Lobov él no está. ¿Por qué no se adjudicaría la inauguración de una casa de hogar transitorio para niños en Sina? -Hange había señalado otro periódico en el suelo.

Levi le regresó los periódicos a Hange y ella los apiló al costado de su cuerpo.

-¿Qué es lo que sugieres entonces? -mosqueó, sumergiendo las manos en los bolsillos de su pantalón. Hange era demasiado verborragica y con razón. Tenia una mente increíble y una capacidad de pensar y analizar que siempre lo dejaba pasmado.

-No te he contado la mejor parte -dijo ella, con cierta diversión-. Este hombre ya no forma parte de la corte. He revisado cada periódico desde que empezaron los ataques rebeldes y él no aparece en ningún lado cuando mencionan a la corte. ¿Qué es lo que sucedió en estos meses? ¿Por qué desapareció?

-¿Crees que el tenga algo que ver con todo esto?

Hange negó con la cabeza.

-No estoy segura de eso, pero es una posibilidad, aunque aún no he terminado de revisar todo los periódicos. He hecho un par de anotaciones para tener un orden cronológico de los hechos -la chica apartó la libreta y alzo la vista hacia Levi-. ¿Qué hora es? ¿Ya es mi turno de guardia?

-No -contestó Levi-. Tienes una hora todavía.

Hange suspiró de alivio.

-Genial -dijo-. ¿Alguna novedad?

-No por el momento -contestó, y se quedó de pie observando a Hange, con su porte taciturno y abstraído, pero el corazón acelerado y la respiración entrecortada. ¿En algún momento se iba esa sensación extraña, como de miles de hormigas caminando dentro de su panza, cada vez que la veía? Levi respiró profundamente, aclaró su garganta y siguió-. ¿Has estado hablando con Nifa sobre lo que pasó entre nosotros?

Ella parpadeó, desorientada.

-Ni siquiera he tenido tiempo de comer, Levi -bromeó, y luego al ver que él continuaba tenso y rígido la colmó una mueca de pánico-. ¿Qué sucedió? De nuevo no confías en mí, ¿verdad?

Levi sentía que su rostro amenazaba con incinerarse. Entonces, Petra hablaba de lo que él creyó en un principio.

-No, no es eso -balbuceó. Su mirada escurridiza vagó por el lugar, buscando algo en que centrarse. El dormitorio de Hange era más austero que el suyo. Contaba solamente con un camastro y dos sillas-. No importa.

-¿Qué demonios te sucede?

-¿Quieres que te ayude a seguir investigando? -preguntó sin mirarla. La timidez lo hacía comportarse como un imbécil.

El capitán notó de perfil como Hange sonreía y empezaba con su habitual alborozo.

-¡Entiendo! -exclamó, llena de emoción-. Quieres estar un rato a solas conmigo ¿no es así?

Levi la miró y frunció el ceño.

-Estás gritando de nuevo -señaló, con un leve rubor-. Baja la voz. Marie duerme al lado.

Hange ignoró la orden de Levi.

-¿Cierto?

-¿Quieres o no? Pienso marcharme si me dices que no.

-Estoy algo cansada de leer -comentó Hange, con desanimo-, pero podemos hacer otra cosa.

La sugerencia impulsó a Levi a levantar una ceja.

-No pienso tener sexo contigo en este lugar asqueroso -expresó-. Ni siquiera tienes un colchón.

Las carcajadas de Hange estallaron. Sonaban más estridente por la habitación prácticamente vacía.

-Nadie ha hablado de sexo -contestó mientras se ponía de pie y se dirigía a una de las sillas-. Enano pervertido.

¿Enano? ¿En serio? ¿Lo acababa de llamar enano?

-Hoy por la mañana no parecías muy reacia con la idea -le sugirió Levi, con irritación. Odiaba que lo burlaran por su corta altura y Hange lo sabía. Maldita.

La líder de escuadrón agarró una manta que tenía recostaba sobre el respaldo de la silla y se la echó encima después de sentarse. Su larga figura se acurrucó cuando giró para mirarlo. No estaba ruborizada sino que tenía una actitud traviesa y divertida.

-¡Ah, sí! -exclamó ella-. Sí, lo recuerdo. Fue cuando te dije que podías hacerme lo que quieras, ¿verdad?

Levi agitó la cabeza. Hange alzó los hombros.

-¡Ah! ¡Bueno! ¡Ni modo! -expresó que eres un hombre de muchas palabras y poca acción.

El capitán sintió un sudor helado recorrerlo de pies a cabeza con la provocación -para nada sutil- de Hange.

-No entraré en tu juego -masculló-. Sé lo que intentas hacer.

Una risita bobalicona brotó de los labios de Hange.

-Voy a dormir -dijo, y señaló la silla contigua-. Puedes acompañarme, si quieres.

-Entras en guardia en una hora.

-A veces, tú duermes treinta minutos y sobrevives. No pasará nada. -Hange se arrulló en la silla, y encogió los hombros y las piernas de modo que su cabeza quedó apoyada de forma oblicua en el respaldo-. Si no quieres, puedes irte. No te obligare a que duermas conmigo.

El capitán dudó. Era cierto. En ocasiones ni dormía. Levi estuvo vacilando un buen rato hasta que se encontró sentado al lado de Hange. Había arrastrado los pies hacia la silla que la chica le señaló a su lado y, antes de tomar asiento, pasó el dedo por el respaldo y verificó que la manta estuviera limpia. Su escuadrón había hecho un excelente trabajo limpiando.

-No puedo ver todo el desorden de papeles en el suelo -confesó, reprimiendo el picor que lo llevaba a ordenar y apilar los periódicos.

-Es mi manera de trabajar -dijo Hange, y enrolló su brazo con el de Levi. Luego, recostó la cabeza un poco más abajo de su hombro.

La cercanía de Hange alteró los sentidos del capitán, aunque pudo controlar sus emociones. Hacerlo últimamente era agónico. Ella estiró la manta y lo cubrió. Los dos permanecieron callados y quieto. Hange tenía los ojos cerrados y el rostro sereno como si estuviera plácidamente dormida. El capitán solo escuchaba su respiración melodiosa y calmada y observaba su espalda curvado subir y bajar levemente. El cabello lo llevaba enmarañado y repleto de nudos. ¿Se habría dormido? ¿Tan rápido? ¿Por qué nunca se sacaba las gafas?

Levi estiró la mano y rozó con la punta de sus dedos el marco de las gafas de Hange. Quiso sacárselas, para que no se dañaran peor de lo que ya lo estaban, pero Hange se lo impidió y le atrapó la muñeca.

-No estoy dormida -dijo-. Solo disfruto de estar cerca tuyo. Hoy has sido insoportable e irritante.

-Eso no es cierto.

-Claro que sí -replicó Hange-. Te molesta que no pueda hablar con Paige. Te molesta que no siga tus ordenes o actué de la manera en que esperas. Pues sí quieres seguir a mi lado, te diré algo: Nunca voy hacer lo que esperas, Levi. No soy así. Me gusta escuchar a las personas, aunque no lo creas, pero tiendo hacer las cosas a mi modo. Tener mi propio juicio de valor. Eso no significa que no me equivoque y reflexione. Ya te lo he dicho antes. Solo que si gustas de mí, si realmente te intereso, es momento que empieces a aceptarme tal cual soy. No quiero que me digas palabras lindas o me demuestres tus sentimientos constantemente o que estés de acuerdo conmigo porque tú no eres así y las relaciones tampoco lo son. No es que sea experta ni nada. Soy primeriza en el amor tanto como tú, pero lo cierto es que no me importa si me dices cuatros ojos, titan, loca o lo que sea. Me da igual. Solo quiero que me aceptes porque al final de cuentas yo intento hacer lo mismo contigo. Sé que odias a Paige y te entiendo, pero tú... ¿Puedes pensar en cómo yo me siento? ¡Es mi mejor amiga!

Hange había dicho todo eso con tanta naturalidad que sus palabras le taladraron la cabeza. Levi miró los dedos de la chica alrededor de su muñeca y se estremeció cuando cambió el agarre por una caricia dulce. Hange empezó a tocar con suavidad la piel de su brazo, debajo de la manga de su camisa. El contacto somero y delicado hizo que el capitán la deseara con vehemencia. Intentó pensar en frío, aclaró la garganta y dijo:

-Solo estoy intentando solucionar esto lo más rápido posible -Hange no le respondió, y Levi continuó hablando en un murmullo-. Entiendo que ella sea tu amiga, pero yo... no quiero que nadie más muera.

Despacio, Hange se incorporó, ladeó el rostro y le acarició el cabello. Al capitán el gesto no le molestó para nada. Le gustaba que Hange lo tocara.

-¡Oh, Levi!-expresó ella, con dulzura-. Eso es imposible.

El capitán encogió los hombros y sintió como un nudo le presionaba la garganta. No entendía por qué tenia ganas de llorar, pero ahí estaban sus ansias de que Hange escuchara sus miedos y lamentos. Sin embargo, no lo hizo. Levi apretó sus uñas contra la palma de la mano y recobró la compostura.

-Estoy cansado de despedir a mis amigos.

-Supongo que es algo a lo que debes acostumbrarte -murmuró Hange con tristeza.

-Creí que los titanes eran nuestro mayor peligro, pero supongo que me equivoqué -dijo Levi-. Por un momento, me olvide que los humanos somos iguales o peores destructivos que los titanes.

-¿Entonces entiendes por qué mi fascinación por los titanes? -quiso saber Hange, con una ligera emoción.

-No -contestó Levi-. No lo entiendo, pero... Yo también soy un titán anormal.

Hange volvió a reírse y Levi la miró avergonzado.

-¿Por qué saltaste con eso de repente?

-Me acordé de lo que te dije hoy temprano a la mañana -dijo el capitán-. De que eras un titan anormal. Yo también lo soy. Sé que soy raro, pero eso no quita que...

Hange le tapó la boca con la punta del dedo.

-Somos dos bichos raros -bromeó, y se inclinó en dirección a sus labios-, y eso es lo que más me gusta de ti, Levi, que eres tan raro como yo.

El capitán se sentía mareado por su aliento, aunque no la alejó.

-Tonta -murmuró, con la boca entreabierta y rozando los labios de Hange.

Luego, enredó sus dedos detrás de la cabeza de la chica y la atrajo hacia él. Sus lenguas combinaron nuevamente, pero con más experiencia y fogosidad. Los labios de Hange eran húmedos y suaves y lo llenaban de excitación y felicidad. Le dolía el pecho y le cosquilleaba la entrepierna. Mierda.

El capitán no pudo resistir el deseo de acariciarle los pechos. Le desprendió los botones de la camisa y una de sus manos acunó la piel turgente y cálida de sus senos a medida que la besaba con intensidad; casi sin aliento. Los vellos de la nuca se le erizaron y la rigidez de su entrepierna aumentó cuando un gemido de placer se desprendió de la boca de la chica. El capitán sentía uno de los brazos de la silla clavándose en su estomago, pero poco le importó. Se inmiscuyó dentro del arco del sosten de Hange y con la punta del dedo dibujó suaves círculos en uno de sus pezones. La líder de escuadrón le mordió los labios y jadeó al tiempo que deslizaba la mano por la camisa de Levi hasta su entrepierna. Estuvo tentada a sumergirse en el interior de su pantalón, pero entonces... Moblit llamó a la puerta.

Levi y Hange abrieron los ojos y se separaron, acolorados y agitados, como si hubieran recibido una fuerte descarga eléctrica que los obligaba a separarse.

-¿Líder de escuadrón? ¿Se encuentra aquí? -la voz amortiguada del subteniente se escuchaba del otro lado de la habitación.

Hange estaba roja. Con un movimiento rápido, se abotonó la camisa y ocultó a Levi de la vista de Moblit cuando abrió la puerta. El capitán no se movió.

-Moblit -dijo Hange, intentando actuar con normalidad-. ¿Qué sucede?

-Nada -escuchó decir al chico-. Pensé que se había quedado dormida y vine a despertarla. En media hora comienza la guardia, pero tiene que anunciarse ante Darius.

-¡Oh, cierto! -exclamó Hange-. Me olvidé. ¡Vamos!

Hange le echó un vistazo a Levi por encima del hombro y le sonrió como si estuviera disculpándose. Cuando se cerró la puerta y se fue, Levi se quedó solo y reflexionando. Lo único que pudo pensar en ese lapso de tiempo fue en lo mucho que odiaba y detestaba a Moblit Berner.